El paper como mercancía final: el papel de la ciencia en el mundo capitalista.

July 25, 2017 | Autor: Marta Lizcano | Categoría: Sociology, Open Access, Capitalism
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El paper como mercancía final: el papel de la ciencia en el mundo capitalista Marta Lizcano Barrio [email protected] Nota: Este texto fue presentado en la sesión XXXII del Seminario de Filosofía de la Ciencia que tuvo lugar el 24 de febrero en la Facultad de Filosofía de la UNED. Ciencia y Sociedad En nuestras sociedades del conocimiento, la relación entre ciencia y sociedad es estrecha y bidireccional. El acceso a una formación superior está cada vez más generalizado si observamos la tendencia histórica, si bien en los últimos años España está viviendo en las aulas universitarias la creciente expulsión de las clases más bajas. La ciencia es, por tanto, comprensible para un mayor número de personas, y esta forma de pensamiento racional penetra todas las esferas de la vida. Las personas, además, se ven beneficiadas (o privadas) de la aplicación práctica de las innovaciones científicas. A su vez, la ciencia está influida socialmente. La creencia, bastante extendida, de que la ciencia es neutral, está exenta de intereses y puede ser completamente objetiva es falsa. El hecho de que unas investigaciones se lleven a cabo y otras queden archivadas, el que unas se financien y otras no, depende de intereses sociales y, sobre todo, económicos. Por todo ello, la ciencia ha dejado de ser dominio exclusivo de las instituciones de docencia e investigación y ha pasado a ser una preocupación de una parte amplia de la sociedad. Las decisiones que se toman en su seno, la credibilidad de la institución o los pormenores de la financiación de proyectos y la difusión de los resultados nos afectan a todos, académicos o no (Lamo de Espinosa, 2010). Ciencia académica vs. tecnociencia En la década de los 70, Merton (1977) encastraba en sus famosos CUDEOS el ethos científico, lo que la ciencia debía ser. En las décadas transcurridas desde entonces, las instituciones científicas no han hecho más que alejarse de ese ethos, experimentando un viraje desde la ciencia académica hacia la tecnociencia (Ziman, 2003). Los CUDEOS corresponden, en castellano, al Comunitarismo, Universalismo, Desinterés, Escepticismo Organizado y Originalidad1. Frente a ellos, Ziman considera que la tecnociencia se caracteriza por ser Patentable, Prosaica, Pragmática y Parcial. Lo cierto es que, lejos de tender hacia los CUDEOS, la ciencia que hacemos está cada vez más alejada de ellos.

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En inglés CUDOS: Communalism, Universalism, Disinterestedness, Originality, Skepticism.

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Frente al Comunitarismo, el acceso a la ciencia es cada vez más restringido, como veremos más tarde, por los exorbitados precios de las suscripciones a publicaciones científicas y las restrictivas leyes de propiedad intelectual aplicadas por las mismas. Además, las exigencias del guión burocrático hacen que el Desinterés esté dejando de ser una opción, puesto que la promoción académica se basa en gran parte en la publicación de artículos en revistas bien situadas en los rankings y esto, a su vez, repercute en la remuneración de los investigadores. Por otra parte, esta exigencia de continua publicación en ciertas revistas lleva a que en muchas ocasiones se publiquen artículos que no son novedosos, que se han publicado en una fase poco avanzada de la investigación, o que se sabe, incluso, que no son buena ciencia. Lo importante no es ya la Originalidad en la contribución a la ciencia sino la producción rápida y masiva. Los campos cercados Decía Rousseau (1995): Al primero que, habiendo cercado un terreno, se le ocurrió decir: Esto es mío, y encontró gentes lo bastante simples para creerlo, ese fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no habría evitado al género humano aquel que, arrancando las estacas o allanando el cerco, hubiese gritado a sus semejantes: Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra no es de nadie! A esta apropiación privativa de las tierras que debieran ser de todos hemos sumado la de las creaciones culturales, ya sean artísticas, científicas o de otro tipo. Todo esto, bajo viejos mitos y pretextos como el del genio individual, aislado y con unas capacidades superiores a las de los demás. Sin embargo, la labor científica es una actividad que se desarrolla en equipo, ya sea por personas que existen en el mismo tiempo o en un proceso de acumulación (Lévi-Strauss, 1999) del conocimiento de otras épocas. Todas las investigaciones se basan en datos y conocimientos que otros han descubierto e ideado antes que nosotros puesto que, de no ser así, cada investigación se produciría a partir de una tabla rasa y el avance, circunscrito a la vida del investigador, sería muy limitado. Así pues, la ciencia avanza gracias al procomún, el conjunto de conocimientos que hemos acumulado a lo largo de la historia y que pertenecen a un grupo de personas (puede ser un pueblo, una comunidad como la científica o la humanidad) y no puede ser enajenado. Y aquí es precisamente donde está el problema: hoy en día asistimos a un proceso de apropiación privada de estos bienes comunales y a la restricción del acceso a nuevas aportaciones que deberían pasar a formar parte de ese legado común. Las barreras al libre 2

acceso pueden ser de varios tipos: tecnológicas, culturales, educativas, etc. Las podemos englobar para el tema que nos concierne en legales y económicas, aunque ambas están íntimamente relacionadas. Las barreras legales hacen referencia a problemas de propiedad intelectual, es decir, a la restricción en el acceso, el uso, la modificación y la difusión. Esto tiene varias implicaciones: la difusión de los hallazgos científicos, su uso para nuevas investigaciones o su aplicación práctica, así como la replicación del estudio y la posibilidad de encontrar fallos en la investigación se dificultan o imposibilitan. Es decir, el correcto avance de la ciencia queda comprometido, lo que resulta sorprendente si tenemos en cuenta que, con una alta probabilidad, ese estudio que se restringe se ha basado en investigaciones previas. ¿Es esto legítimo? ¿Puede tener un autor individual derecho a apropiarse de una obra que ha producido gracias a su trabajo, pero también gracias al de muchos otros? Además, las restricciones repercuten en la educación. En España, CEDRO (entidad gestora de los derechos reprográficos) intenta que las Universidades paguen una tarifa plana por alumno y año en concepto de derechos de autor por los textos que los profesores suben a los Campus Virtuales. Derechos de autor de los cuales, en muchos casos, no son propietarios. Por otra parte tenemos las barreras económicas, que podríamos considerar una consecuencia de las barreras legales y hacen referencia al precio que hay que pagar para poder acceder a obras cuyo acceso está restringido por los derechos de autor. Ciencia y publicaciones En los últimos años, el precio de las publicaciones ha crecido enormemente. La suscripción a una revista varía enormemente según la especialidad a la que pertenezca, pero puede llegar a costar más de 4000€, y el precio de un único artículo puede ser de varias decenas de euros. Las editoriales, surgidas en principio para satisfacer la necesidad de tener cuerpos dedicados a la publicación de artículos científicos, son ahora vampiros que están chupando la sangre a las bibliotecas de universidades y otras instituciones científicas, exigiéndoles el pago de carísimas suscripciones (Morrison, 2012). El caso se agrava si tenemos en cuenta que son los propios investigadores de esas instituciones los que publican en las revistas y que muchas de las investigaciones que se publican en estas revistas han sido financiadas con fondos públicos, de modo que legítimamente pertenecen, cuando menos, al conjunto del país. En algunos casos, los propios autores disponen de un número limitado de copias de su artículo. ¿Por qué este sistema? La publicación de artículos en revistas bien posicionadas en los rankings es un requisito indispensable para la promoción académica; es, digamos, la forma de evaluar la calidad de un científico. El problema se trata de un criterio fundamentalmente cuantitativo, donde lo importante es publicar muchos artículos (la mayoría de los cuales no llegan a citarse), forzando a los científicos a 3

descuidar la calidad de sus publicaciones si no quieren ser expulsados del sistema. En efecto, las revistas están descuidando los procesos de selección o, incluso, aceptando deliberadamente artículos polémicos o de dudosa calidad con tal de obtener más citas y así aumentar su índice de impacto y posicionarse mejor en los rankings. Se ha demostrado, por estas y otras razones, que el índice de impacto no es una buena herramienta. Así pues, el sistema de publicación científica no beneficia a las instituciones científicas, que se ven obligadas a pagar sumas exorbitantes a las editoriales; tampoco beneficia a los científicos, que se ven sometidos al imperativo de la publicación masiva; y, definitivamente, no beneficia a la ciencia pues bloquea su desarrollo. ¿Qué hay detrás de esto? ¿Por qué sigue en pie este sistema? Intereses, en concreto los intereses de quienes dirigen las grandes editoriales y publicaciones científicas. Pero también fuertes inercias de las instituciones científicas, que no buscan alternativas al sistema actual plantándose frente a las editoriales, sino que mantienen los criterios de evaluación de la labor académica vigentes; es decir, la rigidez de un sistema conservador. Crisis y Alternativas Están empezando a surgir numerosas voces críticas con el sistema, si bien muchas de las críticas dudosamente cambiarán las cosas. El premio Randy Schekman publicó un artículo donde criticaba el sistema académico, el mismo sistema que le haría recoger al día siguiente el premio Nobel. Es también el creador de eLife, una plataforma que apuesta por el Acceso Abierto (Open Access). El Acceso Abierto es la parcela de la Cultura Libre que apuesta por eliminar las barreras de acceso a los artículos científicos, textos educativos, etc. Esta es una de las principales tendencias en la crítica al sistema de publicación y promoción científica actual, y muchas revistas se están subiendo al carro. El problema es que para las revistas pequeñas persisten los problemas de financiación, y para las grandes el afán de lucro (disfrazado en muchos casos de problemas económicos). Así, muchas grandes publicaciones están poniendo en marcha la opción gold, que consiste en permitir al autor la publicación de su artículo en acceso abierto, previo pago de unas tasas que según dicen cubren los gastos de edición, gestión de las infraestructuras, etc. Cabe señalar que la norma general es que los únicos que cobren en el entramado de las publicaciones científicas por la publicación en sí sean los editores, mientras que autores y peer-review no lo hacen. La opción gold soluciona el problema de las restricciones al acceso, pero no los problemas que supone el desembolso económico por parte de las instituciones de investigación y educativas, puesto que generalmente pasan de pagar las suscripciones a pagar las tasas de publicación sus investigadores. Además, 4

en muchos casos la opción gold convive en las revistas con la publicación tradicional y privativa. Por otra parte, con esta opción el problema no se soluciona, sino que se tapa, convirtiendo el problema del acceso a la ciencia en una cuestión de decisiones individuales (el investigador o grupo puede decidir publicar, más bien pagar por publicar, en acceso abierto si quiere). Así, el capitalismo sigue ganando la partida, puesto que no se cuestionan problemas de fondo como: ¿tiene sentido seguir publicando esa enorme cantidad de artículos cuando la mayoría ni siquiera son citados, y puede que tampoco leídos? ¿Qué sentido tiene para la ciencia publicar muchos artículos de mala ciencia? ¿Siguen siendo útiles los índices de impacto y los rankings? ¿Son una herramienta o un fin en sí mismo? ¿Cumplen las publicaciones su propósito inicial de difundir la ciencia? ¿Tiene sentido evaluar a los docentes a través del número de publicaciones? Existen otras alternativas diferentes al Acceso Abierto, o más bien sumadas al Acceso Abierto. Algunas revistas, como Encrucijadas, están poniendo en entredicho una de las cuestiones más arraigadas en el sistema de publicaciones, que es el hecho de que la revisión por pares haya de ser ciega. También se ha propuesto la creación de un macro-repositorio donde puedan publicarse todos los artículos científicos, basado en nuevos sistemas de evaluación y de medición de la importancia y con formatos unificados. Ya se están empezando a usar nuevas formas de medir el impacto, como el número de descargas. Y, mientras cambian las cosas, muchos investigadores publican los pre-print, versiones anteriores a la revisión del artículo, porque muchas publicaciones lo permiten (o a pesar de que no lo permitan). Bibliografía Lamo de Espinosa, Emilio - La sociedad del conocimiento información, ciencia, sabiduría: discurso de recepción del académico de número Excmo. Sr. D. Emilio Lamo de Espinosa: sesión del día 26 de octubre de 2010, Madrid. Madrid: Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 2010. Lévi-Strauss, Claude. “Raza y Cultura.” En Raza e Historia, 37 – 104. Madrid: Altaya, 1999. Merton, Robert King - La sociología de la ciencia: investigaciones teóricas y empíricas. Madrid: Alianza Editorial, 1977. Morrison, Heather. “Freedom for Scolarship in the Internet Age.” Simon Fraser University, 2012. http://summit.sfu.ca/item/12537 Rousseau, Jean-Jacques - Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y otros escritos. Madrid: Tecnos, 1995. Ziman, John. “Ciencia Y Sociedad Civil.” Revista CTS 1, no. 1 (September 2003): 177 – 88 5

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