¿ Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina

June 12, 2017 | Autor: Rodolfo Sarsfield | Categoría: Public Opinion, Legitimacy, Economy
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Descripción

RODOLFO SARSFIELD** Resumen Las actitudes de los ciudadanos hacia la democracia han sido consideradas escasamente por la investigación empírica a la luz de las hipótesis del modelo económico ensayadas para otras dimensiones del apoyo político, tales como las actitudes hacia el capitalismo (e.g., Bruszt, 1995) o hacia las reformas económicas de mercado (e.g., Stokes, 2001a). Para examinar el estado del tema entre los argentinos, en este artículo analizo la relación entre democracia y economía en sus preferencias en 1995 y en 2001. Un objetivo es determinar la existencia de un apoyo retrospectivo y/o la presencia de un apoyo prospectivo (e.g., Langue, 1994; Lockerbie, 1992). Otro objetivo es evaluar un comportamiento “sociotrópico” y/o una conducta “egocentrista” (e.g., MacKuen, Erickson y Stimson, 1992; Kinder y Kiewet, 1981). Así, en ambos años se constatan actitudes egocentristas. Asimismo, se observa que en 2001 sólo importa el futuro del “bolsillo” con respecto a la decisión sobre darle (o no) la preferencia a la democracia. Abstract Empirical research into citizens’ attitudes towards democracy has given scant consideration to hypotheses based on the economic model which have been assayed for other dimensions of political support, such as attitudes towards capitalism (e.g., Bruszt, 1995) or towards economic market reforms (e.g., Stokes, 2001a). To examine the state of this subject among the Argentine population, this article studies the relation between democracy and economy in its preferences in 1995 and 2001. One aim is to determine the existence of retrospective and/or prospective support (e.g., Langue, 1994; Lockerbie, 1992). Another objective is to evaluate presence of “sociotropic” and/or “egocentric” behavior (e.g., MacKuen, Erickson and Stimson, 1992; Kinder and Kiewet, 1981). Egocentric attitudes were observed in both the years studied. It was also noted that in 2001 the future of the “wallet” was the only thing that mattered when opting for democracy or not. Palabras clave: economía, democracia, legitimidad, opinión pública, teoría democrática, Argentina Key words: economy, democracy, legitimacy, public opinion, democratic theory, Argentina

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El presente trabajo no podría haberse realizado sin la generosa colaboración técnica de la Unidad de Políticas Comparadas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, durante una estancia de Investigación realizada en el invierno–primavera de 2002, con apoyo económico otorgado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Sede Académica de México, Quiero agradecer, de manera muy especial, las fundamentales asistencias académica y humana de Ludolfo Paramio. Deseo también dar las gracias a las sugerentes ideas y críticas aportadas y a las importantes discusiones sobre algunos de los argumentos que aquí presento a Andreas Schedler, Scott Morgenstern, Shaheen Mozaffar, Scott Mainwaring, Jorge Buendía Laredo, Marcelo Cavarozzi, Henar Criado, Fabián Echegaray, Rubén Hernández Cid, Sonia González, Helena Rovner y Francisco Valdés Ugalde. Finalmente, quiero retribuir por sus comentarios a una versión anterior de este artículo a un dictaminador anónimo de Perfiles Latinoamericanos. Caben las advertencias de rigor sobre la responsabilidad exclusiva del autor respecto al producto final . Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas José María Luis Mora.

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Introducción

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na de las hipótesis más aceptadas por la corriente principal de la ciencia política ha sido la que subraya los vínculos entre economía y preferencias políticas. De acuerdo con el modelo de voto económico, los ciudadanos castigan a los gobiernos elegidos a causa de su mal desempeño en la economía. A partir de las contribuciones seminales de Kramer (1971), Tufte (1978), Fiorina (1981) y Lewis–Beck (1988), los científicos sociales comenzaron a analizar el apoyo político en los países del Primer Mundo basándose en un modelo económico del comportamiento electoral y de la evaluación política en general que hacen los ciudadanos. Desde entonces se constituyó lo que hoy forma una tradición extensa y asentada cuyo supuesto principal es que los votantes premian o castigan al partido oficial según su éxito relativo en la administración de los asuntos económicos del país (Roberts y Wibbels, 1999). Durante todos esos años y dentro de ese modelo, el debate se concentró alrededor de tres dimensiones recurrentes: intereses y consideraciones económicas frente a intereses y consideraciones no económicos; bienestar económico personal o “voto de bolsillo” en oposición a interés por el bienestar colectivo o “voto sociotrópico”, y consideraciones “retrospectivas” o de desempeño frente a expectativas “prospectivas” respecto del futuro.1 Dentro de este marco, la importante evidencia empírica acumulada (sólo) en las democracias industriales avanzadas (e.g. Kiewet y Rivers, 1984; Chapell y Keech, 1985; Hibbs, 1987; Markus, 1988; Paldam, 1991; Nannestad y Paldam, 1994),2 condujo a la hegemonía de la tesis de un comportamiento electoral (y un apoyo político) basado en la actuación en la economía de los gobiernos y a la conclusión —con importantes consecuencias normativas— de que el voto económico retrospectivo constituía una característica inherente a la democracia, lo que afectó a la teoría democrática misma (Stokes, 2001a).3 1

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Se ha llamado la atención sobre la continuidad de la investigación acerca de estos continuos durante tanto tiempo, a pesar de que se dispone de mejores datos y técnicas estadísticos más complejos. Para un análisis de esta cuestión, véase Weyland, 1998. Aunque un grupo de nuevos trabajos importantes han tratado de corregirlo (e.g. Seligson y Carrión, 2002; Echegaray, 1996; Remmer, 1991), es importante señalar un cierto déficit de esta tradición de investigación respecto a lo que ocurre en los países de las llamadas “nuevas democracias” o “democracias incompletas” (Mishler y Rose, 2001) Tal afectación viene de la mano del supuesto, propio de la hipótesis del voto económico, según el cual se considera que los ciudadanos exigen soluciones inmediatas a la democracia . Debido a esta consideración, encontrar que ello no siempre es así constituiría un paisaje normativo sugerente para la teoría democrática. En tal escenario, la democracia sería más que un mecanismo institucional por el cual la gente intenta imponer su voluntad inmediata sobre el gobierno.

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Recientemente se han hecho algunos esfuerzos importantes en esa dirección. El trabajo de Bratton y Mattes (2001b) analiza de qué manera el desempeño económico afecta las actitudes hacia la democracia en tres países africanos, en términos de un “apoyo intrínseco” —como un fin en sí mismo— en oposición a un apoyo “instrumental”, es decir, un apoyo al gobierno democrático como medio para el crecimiento de la economía. Se completaría así una gran cantidad de esfuerzos realizados en ese sentido centrados en el comportamiento electoral. Tal programa de “apoyo económico” ya ha trabajado la evaluación de la economía como variable explicativa de una serie de variables dependientes, tales como el apoyo al gobierno, la evaluación de la popularidad del presidente o el apoyo a las reformas de mercado. Aunque no es una lista exhaustiva, al respecto véanse Tufte, 1978; Kiewet y Rivers, 1984; Chapell y Keech, 1985; Hibbs, 1987; Lewis–Beck, 1988; Markus, 1988; Paldam, 1991; Nannestad y Paldam, 1994; y Hesli y Bashkirova, 2001.

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En abierto contraste con la extensa bibliografía sobre voto económico retrospectivo, se ha hecho menos para estudiar el efecto de las percepciones prospectivas sobre el comportamiento electoral y el apoyo político. Así, se ha explorado en forma empírica y relativamente marginal la influencia sobre el comportamiento político de las predicciones sobre lo que ocurrirá en el futuro con la economía. Aunque existe ya un grupo de investigación que ha avanzado en esa dirección (e.g., Johnston, Feldman y Knight, 1987; Lewis–Beck, 1988; Bartels, 1988a; Lockerbie, 1992; Mackuen, Ericson y Stimson, 1992; Bratton, 1994; Langue, 1994), sigue siendo dominante —a modo de una especie de “sentido común académico”— el supuesto de que lo que importa es el pasado. A su vez y en otros trabajos, el impacto del desempeño económico sobre los resultados electorales —e incluso, y este punto es muy importante, sobre las expectativas económicas futuras— parece menos robusto de lo que se había supuesto (Bartels, 1988a; Host y Paldam, 1990; Remmer, 1991), lo que no hace sino ratificar la necesidad de seguir explorando empíricamente la hipótesis retrospectiva de la economía. Por otra parte, es necesario indicar que ha quedado pendiente en esta agenda de un “apoyo político económico” —esto es, la tesis de que las preferencias políticas de los individuos se forman por la evolución que ha tenido la economía— la tarea de analizar si el desempeño económico de la democracia afecta (o no) su legitimidad.4 Tal programa de investigación debería, de manera análoga a la bibliografía sobre las relaciones entre economía y voto, explorar la hipótesis sobre la existencia de un apoyo al gobierno democrático que podría denominarse “apoyo económico retrospectivo”.5 Aunque se han realizado algunos esfuerzos importantes en esa dirección, la mayor parte de la investigación ha trabajado con datos agregados (e.g., Bratton y Mattes, 2001a; Bratton y Mattes, 2001b; Chu, Diamond y Shin, 2001; Lagos, 2001), y ha quedado abierto el interrogante respecto a las relaciones entre (percepciones sobre la) economía y (legitimidad de la) democracia en el nivel de los individuos. Asimismo, cuando se ha trabajado con datos desagregados (e.g., Rose y Mishler, 2002), no se han explorado las percepciones económicas y su relación con la preferencia por la democracia.

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De manera análoga a la necesidad de un programa de investigación que indague las influencias retrospectivas sobre el apoyo a la democracia, cabría analizar además si las expectativas que los ciudadanos tienen sobre el futuro de la economía inciden (o no) en el apoyo que le otorgan a la democracia. Tal cuerpo de estudios supondría explorar hasta qué punto el futuro condiciona el apoyo al gobierno democrático. El pesimismo respecto de los futuros Estados del mundo podría determinar las actitudes de los ciudadanos hacia la democracia, y no el pasado económico. En tal caso, el hecho de que la legitimidad del gobierno democrático dependa de las expectativas sobre el futuro de la economía también sería un tema fundamental para la teoría democrática.6 Para examinar este aspecto entre los argentinos, en este artículo analizo la relación entre democracia y desempeño económico del gobierno en sus preferencias en 1995 y en 2001.7 Al mismo tiempo, evalúo los vínculos entre las expectativas que los argentinos tienen sobre el futuro de la economía y el apoyo a la democracia. Esta exploración permitirá hacer algunas inferencias respecto a la existencia de un tipo de razonamiento político que realice (o no) evaluaciones instrumentales con lo acontecido en el pasado y/o la existencia de una racionalidad política que piense en el futuro para otorgar apoyo (o no otorgarlo) al gobierno democrático. Otro objetivo es examinar la presencia de un apoyo “sociotrópico” frente a la existencia de un apoyo “egocentrista” en las preferencias políticas en Argentina (e.g., Meehl, 1977; Kinder y Kiewet, 1979; Fiorina, 1981; Lewis–Beck, 1988; Lockerbie, 1992; MacKuen, Ericson y Stimson, 1992).

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La idea en este punto es comparar si la legitimidad democrática depende del pasado o del futuro. Si se encontrase que el futuro es más importante que el pasado en la formación de las actitudes hacia la democracia, estaríamos frente a ciudadanos que privilegian lo que creen que vendrá sobre lo que piensan que ha ocurrido. En los conocidos términos de Elster (1989), estaríamos frente a actores que, como Ulises, le otorgan más peso al futuro, siendo previsores y evitando la miopía. Regresando al punto de las percepciones económicas, se podría indicar que, siguiendo el esquema clásico de Downs (1973) —que ha inspirado a una buena parte de los textos sobre el voto—, las expectativas económicas son una función del desempeño económico pasado. No obstante, tal señalamiento no considera aspectos como las expectativas que los ciudadanos tienen sobre cuál será el próximo gobierno, o incluso la posibilidad de formas de optimismo o confianza ciega (Uslaner, 1998) que le otorguen a las percepciones sobre el futuro un estatus de cierta independencia de las evaluaciones del pasado. Finalmente, se podría decir que este ejercicio nos brindará algunos indicios sobre la racionalidad política de los argentinos. Obsérvese que señalo “en 1995 y en 2001” y no “entre 1995 y 2001”. La diferencia es sustantiva y empíricamente muy importante. El objetivo es comparar qué ocurre en dos momentos del tiempo y no predicar sobre el proceso o el periodo, asunto que por razones de disponibilidad de datos este artículo no aborda.

El supuesto en que descansa la hipótesis del apoyo retrospectivo económico es que los ciudadanos, en su razonamiento político, hacen una extrapolación lineal del desempeño económico que se ha tenido hacia lo que ocurrirá en el futuro, y usan esas predicciones para formular posturas de apoyo u oposición hacia el gobierno. Ya Downs (1973) afirmaba que individuos racionales basarían su opción de voto principalmente en las evaluaciones que hacían de los desempeños de los partidos, con las cuales predecían sus desempeños futuros. Este marco de análisis llevó a pensar que un ciudadano que siguiese los mecanismos del modelo de apoyo político económico retrospectivo sólo observaría el desempeño pasado, supondría que el pasado tenderá a persistir en el futuro si el gobierno permaneciese en el poder (o si sus políticas no cambiasen) y de allí derivaría su opinión sobre el mismo. A partir del trabajo de Downs, una destacable mayoría de investigadores pareció asumir ese supuesto y creyó que si el pasado económico tenía un efecto importante sobre el apoyo, entonces las consideraciones prospectivas eran irrelevantes. A pesar de la extendida aceptación de que ha gozado —y goza aún— aquella visión, la hipótesis que vincula la economía pasada con las preferencias políticas parece ser demasiado simple y recientemente la puesto en entredicho el estudio de las nuevas democracias, al menos en lo referente al apoyo a los gobiernos: no sería tan lineal en las democracias industriales avanzadas con tiempos económicos “normales” y podría ser “perverso” en los nuevos regímenes democráticos (Stokes, 2001a, p. 3). Así, en los países que experimentan procesos de reformas económicas podría tolerarse una mala percepción de la evolución reciente de la economía e incluso recibir apoyo si los ciudadanos piensan que el ajuste logrará que la economía mejore en el futuro. La preferencia por la democracia podría estar a salvo si se cree que una mala situación económica actual producirá buenos resultados en el porvenir. La legitimidad de la democracia podría depender de la visión o de las expectativas que se tengan del futuro. Analizando la tolerancia ciudadana hacia las reformas económicas de mercado, algunos trabajos han encontrado importantes razones para argumentar que el voto económico retrospectivo podría suspenderse en las nuevas democracias, e incluso en algunas de las democracias consolidadas. Los mecanismos propuestos para dar cuenta de dicha suspensión han sido variados. En ese sentido, se ha sostenido que las elecciones darían una oportunidad a los partidos para movilizar recursos a favor de las reformas (Waterbury, 1989; Keeler, 1993). También se ha afirmado con evidencia empírica que algunos gobernantes podrían exonerarse a sí mismos con el argumento de que la crisis necesita un ajuste (Echegaray y Elordi, 2001; Haggard y

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Webb, 1993). El resultado sería que, en ambos casos, la evaluación sería lanzada, postergada hacia el futuro. Otra fuente importante de revisión de la perspectiva de evaluación del gobierno sobre la base de cómo se ha desempeñado en lo económico se encuentra a partir de la influyente contribución de Fiorina (1981). Este autor parece mostrar que, además de la evaluación retrospectiva, las expectativas prospectivas tienen un efecto significativo en el voto y el apoyo de la opinión pública. En esta misma dirección, MacKuen, Erickson y Stimson (1992) encuentran que la evaluación que el público estadounidense hace de su gobierno se basa más en un cuidadoso cálculo sobre lo que se puede esperar del futuro antes que en la experiencia económica pasada. Todo indica, además, que para este caso las consideraciones sociotrópicas predominan sobre las personales o “de bolsillo”. Entonces, los ciudadanos estadounidenses orientados hacia el futuro actuarían más como “hábiles banqueros” que como “atrasados campesinos” atados al pasado (MacKuen, Erickson y Stimson, 1992). Resulta más difícil hacer una evaluación en este sentido para América Latina, porque sólo en años recientes algunos investigadores han examinado éstos y otros importantes aspectos dentro del debate de la perspectiva económica (e.g., Remmer, 1991 y 1993; Domínguez y McCann, 1995; Echegaray, 1996; Carrasquero, 1995; Stokes, 1996; Weyland, 1998). Las interrupciones frecuentes de las reglas democráticas —que limitaron el número de elecciones libres— y la introducción tardía de estudios sistemáticos de opinión pública han constituido importantes obstáculos para la investigación empírica. Sólo durante los últimos cinco o diez años algunas firmas han realizado encuestas de opinión a intervalos regulares. Específicamente para Argentina, Echegaray y Elordi (2001) observan que el apoyo político al gobierno de Menem entre 1989 y 1996, lejos de explicarse por la hipótesis de la evaluación económica retrospectiva, está más bien relacionado con el “abrazo de políticas intertemporales” y la “aceptación de argumentos exonerativos”, los que operan como “atajos racionales para reducir la disonancia individual entre condiciones actuales y expectativas futuras, así como también para sostener tal apoyo” (Echegaray y Elordi, 2001, p. 213). Aunque menos investigado, no deja de ser relevante el nexo entre la trayectoria económica de la democracia y la preferencia por un gobierno democrático. El escenario de un ciudadano A que retira su apoyo a la democracia por el mal desempeño de un gobierno en lo económico parece ser una decisión menos plausible —y más drástica— que la de un ciudadano B que, enojado con los resultados en la economía de sus gobernantes, decide retirarles su apoyo y votar por un partido diferente en las próximas elecciones. No obstante, parece importante indicar que en las

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No parece necesario señalar que nuestro caso, Argentina, cumple ambos “requisitos”; es decir, es un país con nueva democracia y de tradición bipartidista. Acerca de este último punto, aunque institucionalmente aquella nación posee un sistema multipartidista, es innegable un bipartidismo “informal” en el ámbito de la cultura política. No ingresaremos aquí en el enorme debate plasmado en los llamados “estudios transicionales” sobre las características y problemas de la “primera transición”, la “segunda transición y la “consolidación” democráticas (O’Donnell y Schmitter, 1986; O’Donnell, 1994; Schmitter y Karl, 1996; Lamounier, 1984, 1989; Tien, 1996). No obstante, el punto que nos interesa destacar es que algunos trabajos han subrayado el efecto de tal variable sobre el apoyo político de los ciudadanos (Mishler y Rose, 1995 y 2001; Buendía Laredo, 1997). En ese sentido, se ha señalado la incertidumbre de la transición como un aspecto importante para dar cuenta de la evolución del apoyo político, e incluso del comportamiento de los partidos políticos (Buendía Laredo, 1997). Obsérvese, en ese sentido, que el periodo que abarca los dos años trabajados en este artículo (1995 y 2001) coincide con la etapa posterior en la que gobiernos radicales y peronistas ocuparon respectivamente el poder en Argentina.

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nuevas democracias y, más aún, en las democracias bipartidistas, el razonamiento y la decisión del ciudadano B se torna mucho más posible.8 Así, los ciudadanos de las nuevas democracias, de regímenes en transición o de las “democracias incompletas”, serían más capaces, con respecto a los ciudadanos de democracias avanzadas o completas, de castigar al gobierno democrático si el comportamiento económico de la democracia no los ha satisfecho. En ese sentido, el apoyo a la democracia parece más problemático para los ciudadanos de regímenes incompletos, quienes muy probablemente “no han tenido una experiencia directa y prolongada con la democracia y que posiblemente fueron socializados por el viejo régimen dentro de una visión distorsionada de los principios democráticos” (Mishler y Rose, 2001, pp. 303–306). De esta manera, lo que la mayoría haría —especialmente al inicio de la transición— sería juzgar el nuevo régimen fundamentalmente como mejor o peor que el pasado no democrático (Mishler y Rose, 1995). Por ello, parece más plausible en las nuevas democracias el escenario de ciudadanos que, inconformes con el desempeño del gobierno democrático, deciden retirarle su apoyo a la democracia. A los demás problemas a los que se enfrentan las democracias incompletas —tales como el diseño de las nuevas instituciones o los de la llamada “consolidación”—9 se le suma la dificultad fundamental de cierta fragilidad del apoyo público comparado con el que obtienen las democracias consolidadas. Así pues, el paso de retirar el apoyo al gobierno a negárselo a la democracia misma obedece a los problemas específicos de las nuevas democracias, especialmente en sistemas bipartidistas. La insatisfacción y el retiro del apoyo al gobierno de uno de los dos partidos, seguido del mismo fenómeno respecto del siguiente gobierno dirigido por el otro partido, podría ser el path dependence para que una mala percepción económica del pasado y/o del futuro no origine (sólo) el retiro del apoyo al gobierno en turno, sino a la democracia misma.10

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Se podría argumentar que, para el caso de las nuevas democracias de América Latina, gran parte de las cuales son (o han sido) bipartidistas, no parece funcionar una hipótesis de “apoyo económico retrospectivo” para el gobierno democrático, si se tiene en cuenta el amplio apoyo que éste recibe (Lagos, 2001) a pesar de los malos desempeños macroeconómicos de sus gobiernos y de las políticas económicas de ajuste.11 Tal perspectiva nos conduce a la paradoja de que sea preciso explicar que descubramos apoyo a la democracia con resultados económicos tan malos, o bien que lo problemático no sea que se carezca de confianza en los gobiernos —como ha planteado, en esta otra dimensión del problema, la mayor parte de los textos especializados—, sino que aún la encontremos.12 Sin embargo, los malos desempeños macroeconómicos no implican necesariamente malas percepciones individuales sobre la economía, menos aún respecto del futuro.13 Przeworski y Maravall (2001) han mostrado cómo los españoles fueron optimistas con respecto a las expectativas económicas en los peores momentos macroeconómicos de la transición, “habiendo siempre menos penumbra acerca del futuro que respecto al pasado” (Przeworski y Maravall, 2001, p. 49). Por otra parte y regresando a América Latina, el apoyo a la democracia en las encuestas ha coexistido entre los latinoamericanos con el apoyo electoral a figuras de dudosos extracción y discurso democráticos. En ese sentido, hay que señalar que el comportamiento político en la región no ha dejado de ser paradójico al mostrar altos índices de apoyo al régimen democrático y aun así haber sido misericordioso electoralmente con quienes tuvieron un pasado autoritario, lo cual constituye un verdadero “hiato” entre comportamiento electoral y opinión pública. Siguiendo esta idea, resulta importante recordar que los votantes de América Latina eligieron o reeligieron a líderes con credenciales democráticas cuestionables 11

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Esta situación podría interpretarse como la conclusión refrescante y fundamental del gran valor que tiene la democracia para los ciudadanos en el subcontinente. Sin embargo, esto sólo podría afirmarse si se trabaja con las percepciones individuales. Se invierten así, de alguna forma, los alcances que tendría, para la dimensión de la confianza —en una hipotética extensión al problema del que nos ocupamos aquí—, la paradoja de la votación que Anthony Downs señaló. Es decir, si cada elector decide su voto en función de la utilidad que le cabe esperar de él, —como Downs sostenía— habiendo una mala percepción de los desempeños económicos, lo que cabría esperar sería un aumento de la desconfianza. Por consiguiente, la investigación que toma como problema la disminución de la confianza estaría en un malentendido, pues lo que habría que problematizar sería que hubiese confianza, al menos si se parte del supuesto de electores racionales. Aunque los dos tipos de variables deberían estar relacionadas y ambas se podrían tener en cuenta, para efectos de reconstruir el razonamiento político de los individuos la más relevante es la segunda. Este criterio justifica, frente a una observación de un dictaminador anónimo, que en este artículo sólo se consideren como variables explicativas las percepciones económicas y no se incluyan variables de desempeño “objetivo”, como la inflación o el desempleo.

El futuro importa. Expectativas económicas y preferencias democráticas Un nuevo panorama se abre al considerar que las percepciones sobre el futuro de la economía son relevantes para dar cuenta de las preferencias políticas de los ciudadanos, entre éstas, las actitudes hacia la democracia. Las expectativas sobre los futuros Estados del mundo podrían dar cuenta de las preferencias que los encuestados expresan frente al gobierno democrático. La relevancia del futuro ha sido ya destacada por la hipótesis más aceptada para el paradójico consentimiento de los latinoamericanos frente a los dolorosos procesos de “ajuste” que los gobiernos de la región —la mayoría democráticos— ejercieron sobre sus ciudadanías: la promesa de terminar con la inestabilidad macroeconómica sería lo que podría haber llevado a los ciuda14

Aunque no es aquí el lugar para mostrarlo, una hipótesis plausible para dar cuenta de tal inconsistencia entre voto y opinión pública podría ser que en las encuestas actúa una espiral del silencio (Noel–Neuman, 1974; 1995) que, en la intimidad del cuarto oscuro, no funciona. De poder mostrarse empíricamente tal aseveración, ésta emergería como un desolador corolario para la teoría democrática. Estaríamos en el teatro de que los “hombres son unos mentirosos”. Como desahogo para tan lamentable conclusión, sólo quedaría recordar que, tal como lo intenta demostrar Mackie (2000), aun así la democracia “no carece de sentido”.

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durante los noventa. En Perú, Alberto Fujimori fue reelecto por una amplia mayoría en 1995 y 2000, a pesar de haber cerrado el Congreso e impuesto severas restricciones a las libertades políticas más elementales desde 1992. En Bolivia, Hugo Banzer fue elegido presidente en 1997, aunque fue cabeza de la Junta Militar entre 1971 y 1978. Así también, antiguos conspiradores de golpes de Estado en Venezuela y Paraguay han tenido fuerte apoyo de la ciudadanía. En Venezuela, Hugo Chávez fue electo presidente en 1998 y reelecto en 2000. Lino Oviedo intentó competir por la presidencia en Paraguay y, cuando todo indicaba que podía ganar, le fue impedido en el último momento. En Argentina misma, oficiales que participaron en las asonadas militares durante el primer gobierno democrático de Raúl Alfonsín crearon un movimiento político, participaron en elecciones competitivas y alcanzaron varios éxitos. No se puede dejar de señalar que resulta difícil conciliar los triunfos electorales de esas figuras autoritarias con la evidencia de que los ciudadanos latinoamericanos han apoyado la democracia en tasas superiores al sesenta por ciento.14 Tal hallazgo no hace sino poner el énfasis en la necesidad de explorar las bases cognoscitivas del apoyo político al régimen democrático para observar si —de manera análoga a lo que parece ocurrir en el nivel agregado con el voto— encontramos que en el nivel de los individuos la preferencia por la democracia coincide (o no) con malas evaluaciones de su desempeño económico.

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danos a apoyar las reformas económicas en América Latina, a pesar de los altos costos inmediatos (Echegaray y Elordi, 2001; Stokes, 2001b).15 En escenarios insoportables del pasado —y el presente— insoportable, como los que caracterizaron varias de las experiencias recientes en el subcontinente, el apoyo al ajuste podría haber sido resultado de un mecanismo que privilegió el futuro en una “fuga hacia adelante” (Palermo, 1997). En este punto resulta importante recordar cómo las distorsiones macroeconómicas —principalmente la inflación— afectan las transacciones económicas, erosionando la interacción y la vida cotidiana y amenazando el futuro en la perspectiva de los actores (Leijonhufvud, 1977; Heymann y Leijonhufvud, 1993; Dabús, 1993; Donato, 1996).16 Los procesos de incertidumbre macroeconómica dañan la credibilidad y las garantías de aplicación de los contratos, lo que llega incluso a amenazar los derechos de propiedad de los agentes (Donato, 1996). El aumento de la incertidumbre macroeconómica genera el incremento de la imprevisibilidad del comportamiento de los actores, lo que acorta de manera radical el horizonte de planificación de los agentes. El desorden informativo y el importante beneficio potencial que se puede obtener de no respetar los acuerdos pactados —por la extrema inestabilidad de las variables macroeconómicas— son incentivos para la adopción de comportamientos oportunistas.17 En contextos así, el futuro se vuelve una amenaza. Sumado a esto, los procesos de “retiro” del Estado —que, como todos sabemos, caracterizaron a América Latina con las experiencias neoliberales—, si bien lograron reducir (subjetivamente) las amenazas que se vislumbraban en el porvenir en el momento inmediato al lanzamiento de las reformas estructurales, después sólo significaron (objetivamente) un grave deterioro de las instituciones estatales para manejar las grandes variables macroeconómicas y el sometimiento de los diferentes actores económicos a la lógica del mercado y su ausencia de certezas (Acuña y Smith, 1996, p. 356). La sensación de imprevisibilidad del horizonte más inmediato caracterizó el paisaje habitual de los ciudadanos latinoamericanos, entre ellos los argentinos. En un contexto de este tipo y ante la progresiva ausencia o debilidad de instituciones 15 16

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Los hallazgos empíricos de los autores corresponden específicamente a los casos de Argentina y Perú. Aunque en el periodo que abordamos (1995–2001) no se registraron episodios de hiperinflación en Argentina, sostengo que el recuerdo de los recientes y virulentos procesos de altísima inflación sigue influyendo en las decisiones económicas de los actores. Aquí se nota claramente el nexo entre lo que podríamos llamar una “incertidumbre macro” y una “incertidumbre micro”. La ausencia de horizontes de previsibilidad y la debilidad de instituciones que garanticen los términos de los acuerdos (nivel macro) funcionarían como un importante incentivo para la aparición de comportamientos oportunistas (nivel micro). La presencia de tales tipos de comportamiento puede ser la génesis de una baja confianza interpersonal, como la que se observa en Argentina (Latinobarómetro 1995–2001), además de constituir una fuente muy importante de incertidumbre.

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Una cita de Nelson Mandela con la que los autores encabezan su artículo evoca crudamente la paradoja encerrada detrás del problema de la relación entre economía y democracia: “La libertad es un sinsentido si la gente no puede poner comida en su estómago”.

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que garantizaran el cumplimiento de los contratos (North, 1993 y 1994), los individuos tendieron a percibir el escenario como “final del juego” y, en consecuencia, la conducta que prevaleció fue la del “sálvese quien pueda”. El pesimismo macroeconómico y el adelgazamiento del Estado inundaron de inseguridad y desconfianza no sólo el presente, sino también el futuro. Si no hay buenas expectativas del porvenir, podría dejar de funcionar la exoneración al ajuste; más aún, la legitimidad de la democracia podría verse afectada. Se hace necesario volver a resaltar que las relaciones entre apoyo a la democracia y percepciones económicas sólo han sido consideradas recientemente por los textos sobre el modelo económico del voto y el apoyo político. Una de las dimensiones de las actitudes hacia la democracia que ha sido incorporada a la investigación es la presentada para analizar la presencia de un apoyo “intrínseco” a la democracia como un “fin en sí mismo” en oposición a un apoyo “instrumental”, esto es, “como un medio” para el bienestar económico (Bratton y Mattes, 2001b, p. 447).18 En este trabajo reciente, sus autores han indicado que los ciudadanos africanos de tres países (Ghana, Zambia y Sudáfrica) apoyan la democracia aun estando descontentos con su desempeño económico, con lo que concluyen que es posible hablar de un apoyo intrínseco al régimen democrático que va más allá de las consideraciones instrumentales. En ese sentido, el artículo de Bratton y Mattes afirma que la aprobación de la democracia depende en algún grado de la evaluación de su desempeño, aunque el apoyo al gobierno democrático por parte de los ciudadanos de estas naciones obedece menos a la capacidad de las administraciones de proveer bienes económicos que a su competencia para garantizar los derechos políticos básicos. Estos hallazgos empíricos permiten configurar argumentos acerca de la importancia de los bienes políticos en los regímenes en consolidación y hacer un llamado de atención a la creencia de la corriente principal de la ciencia política de que los gobiernos en las nuevas democracias se legitiman a sí mismos principalmente mediante su desempeño económico (Bratton y Mattes, 2001b). Otro importante trabajo, el de Rose, Mishler y Haerpfer (1998), confirma esta hipótesis para nueve países de Europa del Este. Buscando ubicar ésta y otras dimensiones de las razones o de la racionalidad de la preferencia por un gobierno democrático para Argentina, en el siguiente apartado exploro empíricamente si la evaluación retrospectiva de la economía y las expectativas prospectivas afectan los razonamientos y juicios políticos de los ciudadanos en su evaluación de la democracia. Así, queremos observar si la democracia tiene

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ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

mayor o menor “peso” que la economía en un orden de preferencias.19 En ese sentido, si se prefiriese la democracia independientemente de las percepciones que se tienen sobre el desempeño económico de la misma y de las expectativas que genera para la economía, estaríamos frente a ciudadanos que le brindan su apoyo —siguiendo el modelo de Bratton y Mattes (2001b)— “intrínsecamente”, es decir encuestados que ubican, en su orden de preferencias, en primer lugar a la democracia y en segundo orden a la economía. Con ese diseño, distingo en el análisis empírico las posibilidades de que sea el pasado o el futuro (o incluso ambos) lo que importe para explicar la preferencia por un gobierno democrático. Ciudadanos más miopes podrían sólo tener presente lo que ha ocurrido con el desempeño pasado sin considerar que tal comportamiento podría tener que ver con un futuro mejor. Actores más previsores podrían exonerar la democracia de lo actuado y darle su venia esperando escenarios futuros de mejoría económica.

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Datos y métodos Para explorar empíricamente las relaciones entre percepciones económicas y preferencia por tipo de gobierno, en mi trabajo defino el apoyo económico retrospectivo como la consideración del desempeño económico pasado y el uso de tal evaluación en la formulación de posturas de apoyo u oposición hacia la democracia.20 Un ciudadano A que se conduce con las predicciones del modelo del “apoyo económico retrospectivo” observa el pasado económico y supone que el pasado tenderá a persistir en el futuro si el tipo de gobierno no cambia, y de allí se deriva una opinión acerca de la democracia basada en las tendencias esperadas.21 Además, indago si las expectativas económicas sobre el futuro inciden (o no) en el apoyo a la democracia por parte de los ciudadanos. Un actor B que se comporta 19

20

21

Aunque existe una pregunta directa en el Latinobarómetro sobre si se prefiere la democracia o el desarrollo económico, aquí controlamos esa pregunta con otras debido a dos razones: 1) la pregunta referida sólo existe para 2001, lo que no permite analizar la evolución en el tiempo de las preferencias relativas, y 2) la idea de que es importante comparar cada respuesta con las que se dan a otras preguntas. Esta definición se sigue de Stokes (2001a), pues intento hacer un ejercicio similar (sólo que dispongo de menos datos). En ese sentido, esta autora ha encontrado que los gobiernos que se embarcaron en ajustes dolorosos no siempre encontraron la oposición del público que debería sentir el dolor. En el trabajo que Stokes compila sobre seis nuevas democracias que experimentaron reformas de mercado, se halló que —contra la expectativa de la hipótesis del desempeño económico— la gente algunas veces cerró filas en el apoyo al gobierno y las reformas aun cuando los tiempos habían sido duros. En este punto —como en otros de nuestro trabajo— sigo el planteamiento que Stokes (2001a) realiza con el voto, las reformas económicas de mercado y el gobierno. En este sentido, reemplazamos el primero por apoyo y el último por la democracia.

22

23

24

Es importante expresar que la cobertura de la muestra de los datos del Latinobarómetro para Argentina se limita a áreas urbanas. Quedan excluidas, pues, las áreas rurales. El análisis de correspondencia es una técnica para análisis de variables categóricas. Esta técnica ha sido desarrollada por el Data Theory Scaling System Group (DTSS), Faculty of Social and Behavioral Sciences, Leiden University, Holanda. Recientemente se ha incorporado al paquete estadístico para ciencias sociales SPSS en su versión 11.0. Rose, Mishler y Haerpfer (1998) analizan también cómo se comporta el rechazo a opciones no democráticas si se cree que la capacidad de influir en el nuevo gobierno democrático ha mejorado, es la misma o ha empeorado en comparación con el anterior régimen comunista. El mismo ejercicio con esta variable dependiente se realiza con la pregunta por el trato igualitario y justo.

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

según el modelo del “apoyo económico prospectivo” tiene una expectativa sobre lo que vendrá en materia económica —expectativa que no necesariamente es lineal respecto a la evaluación del pasado— y en función de ella decide darle (o no) su preferencia a la democracia. Para examinar la existencia de tales relaciones entre democracia y economía en las preferencias de los argentinos, empleo los datos de opinión pública de las encuestas del Latinobarómetro de 1995 y 2001.22 Utilizo la técnica de análisis de correspondencias como estrategia de tratamiento estadístico de los datos.23 Así, el dispositivo estadístico que empleo está integrado por el clásico valor de c2 junto a la utilización de los perfiles de fila de la técnica de análisis de correspondencia. De este modo, me separo del tratamiento de los datos estándar utilizado en la bibliografía especializada, esto es, el de probit/logit ordenado y sigo la comparación de la evolución de la probabilidad de preferir la democracia (y el autoritarismo) al cotejar distintos perfiles (respuestas) de los ciudadanos frente a cada una de las percepciones económicas. La razón fundamental de tal decisión se sigue del objetivo de analizar cómo se comporta la preferencia por tipo de gobierno vis–a–vis distintos perfiles o tipos de ciudadanos construidos en función de cada una de sus percepciones económicas. Lo que intento realizar es detectar de qué manera se modifica la probabilidad de preferir la democracia al comparar distintos grupos en términos de cada una de las respuestas frente a cada variable de la economía. En ese sentido, el ejercicio estadístico que realizo es también muy utilizado para variables categóricas, especialmente para actitudes políticas y/o psicológicas (e.g., Holland, 1978; Lewis–Beck, 1995; Rose, Mishler y Haerpfer, 1998). Específicamente, para la preferencia por la democracia, Rose, Mishler y Haerpfer (1998:150–152) analizan —como dije más atrás, en nueve países de Europa Oriental—, cómo se comporta la probabilidad de apoyar al gobierno democrático si se cree que la capacidad de influir de los ciudadanos sobre las decisiones en el nuevo régimen ha mejorado, es la misma o ha empeorado respecto al viejo régimen y si se piensa que el trato del gobierno democrático ha sido más igualitario y justo que con el régimen comunista en comparación con quienes que piensan que ha sido igual y los que sostienen que ha sido peor.24

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ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

182

Tales comparaciones iluminan el peso que el valor de una determinada percepción o creencia positiva tiene sobre una creencia normativa o preferencia.25 Para capturar las evaluaciones económicas del pasado exploro —como ya lo expresé— tanto las percepciones egocentristas como las sociotrópicas. Para el primer tipo de creencia empleo la pregunta: “¿considera usted que su situación económica y la de su familia es mejor, igual o peor que hace doce meses?” Para la segunda percepción utilizo la pregunta: “¿considera usted que la situación actual del país es mejor, igual o peor que hace doce meses?” A su vez, las expectativas económicas futuras se miden con dos indicadores capturados por sendas preguntas del Latinobarómetro: “¿cuál cree el encuestado que será la situación de la economía del país en los próximos doce meses?” y “¿cuál cree que será la situación de la economía personal en los próximos doce meses?” Finalmente, para captar la preferencia por tipo de gobierno utilizo la respectiva pregunta del cuestionario regional. Ésta aparece expresada de la siguiente manera: “¿Con cuál de las siguientes frases está usted de acuerdo? 1. La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno; 2. En algunas circunstancias, un gobierno autoritario pude ser preferible a un gobierno democrático, y 3. A la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático.”26

Las actitudes hacia la democracia observadas: pasado, futuro y economía en las preferencias democráticas en Argentina En primer lugar, hay que indicar que el análisis empírico para nuestro caso sugiere que los ciudadanos argentinos prefirieron en 1995 la democracia más allá de la evolución pasada de la economía.27 El valor de c2 y su significancia conducen a un contexto de independencia entre aquellas variables y confirman la impresión de una valoración de la democracia al margen de la percepción que se tenga del desempeño económico del gobierno democrático (tabla 1). Ésta parece ser la inferencia a la que 25 26

27

Para las nociones de “creencia positiva” y “creencia normativa”, véase Boudon (1998). Un problema que aparece con la formulación de las respuestas es que la preferencia por un gobierno autoritario nos conduce a la restricción de “en algunas circunstancias”. Por razones de no disponer de la expresión adecuada —en los términos presentados en el artículo—, tomamos esta respuesta como preferencia por un gobierno autoritario, como lo hace la tradición de investigación para esta variable. El análisis del resumen de la correspondencia conduce a un contexto de independencia entre las variables, es decir, de no rechazo de la hipótesis nula, pues chi cuadrado es 9.508 y la significancia es 0.392. El análisis de los perfiles, que obviamente confirma la independencia, sugiere que dada la escasa diferencia que hay entre los porcentajes de los perfiles de fila, se puede afirmar que entre la gente que apoya la democracia no hay diferencia en haber respondido que la situación económica estaba mejor, igual o peor. Al respecto, véase la tabla 1.

Tabla 1 Percepción retrospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno 1995 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Grados de libertad

Retrospectiva/sociotrópica

2.476

4

(a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

28

29

Un elemento que afirma aún más nuestra hipótesis es el hecho de que la democracia haya sido más popular entre aquellos que creyeron que la situación económica estaba igual (el 82.4 por ciento) e incluso peor (81.7 por ciento) que entre los que pensaron que había mejorado (el 79.7 por ciento). Ello no hace sino resaltar el hecho de que el apoyo a la democracia no respondió a la evaluación del pasado económico del país. Tales valores surgen de la tabla de los perfiles de filas de los respectivos análisis de correspondencias. Tales tablas serán numeradas seguidas de la letra “A” para indicar que se hallan en el apéndice. Para este caso, véase tabla 1A del apéndice.

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

conduce la consideración de la relación entre percepciones económicas y apoyo a la democracia en el año inicial de la encuesta del Latinobarómetro. En términos descriptivos, es necesario señalar que de la gente que creyó que la economía había mejorado en 1995 con respecto al año anterior, una mayoría del 79.7 por ciento prefirió la democracia, al 8.3 por ciento le dio lo mismo y 12 por ciento prefirió un gobierno autoritario. Un apoyo similar a la democracia se repitió entre los que respondieron que la economía estaba “igual”: la mayoría de estos ciudadanos apoyó la democracia (82.4 por ciento), mientras que sólo al 5.1 y al 12.5 por ciento les daba lo mismo o prefería un gobierno autoritario, respectivamente. Considerando a los ciudadanos argentinos que respondieron que la situación estaba peor que antes, una mayoría de todas formas apoyó la democracia (81.7 por ciento) y sólo al siete por ciento le dio lo mismo, y el 11.3 por ciento apoyó a un gobierno autoritario, respectivamente.28 Independientemente de su opinión sobre la economía, tres cuartas partes de los entrevistados prefirieron la democracia en 1995 (tabla 1A).29

183

ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

184

Esto habla, en primer término, de la ausencia de relación en 1995 entre evolución de la economía del país en el pasado y apoyo a la democracia. Este apoyo al gobierno democrático, independientemente de la percepción que se tenga de la evolución de la economía, conduce a hablar —para esta variable— de un apoyo “intrínseco” a la democracia (como un fin en sí mismo) y no como un medio o “instrumentalmente”, en función de los resultados económicos (Bratton y Mattes, 2001b).30 Aunque la redacción de las preguntas del Latinobarómetro no permite hacer una inferencia directa, se podría sugerir que, en un ordenamiento de preferencias, la democracia estaría por encima del desempeño pasado de la economía, en la mayor parte de estos ciudadanos. Otro razonamiento para la exoneración podría surgir de la creencia de los ciudadanos en que la democracia no es la responsable de un empeoramiento de la economía en 1995. Más allá de especulaciones, que las preguntas no autorizan a realizar de modo directo, lo concreto es que el pasado económico no tuvo valor en la formación de la preferencia por democracia en ese año. Cuando se introduce el tema del futuro del país en los datos de 1995, casi no cambia el panorama respecto del apoyo a la democracia. De la misma manera que con el desempeño pasado de la economía, encontramos ciudadanos que apoyan la democracia más allá de la perspectiva que tengan sobre el porvenir nacional (tabla 2). A pesar de todo, es posible hablar de algunos matices que provee el análisis de los perfiles de fila. En ese sentido, hallamos una tendencia muy leve a apoyar a la democracia si se cree que el futuro económico será mejor (84.2 por ciento), por encima de si se cree que será igual (79.8 por ciento) o peor (79.6 por ciento) (tabla 2A). Al mismo tiempo, encontramos una tendencia mayor muy leve a apoyar un gobierno autoritario en ciertas circunstancias, si se piensa que lo que vendrá será peor (13.8 por ciento), sobre si se respondió que sería igual (12.8 por ciento) o mejor (10.6 por ciento). Aunque se note esta tenue tendencia, ésta no es en absoluto suficiente para rechazar la hipótesis de independencia, dado c2 y su significancia (tabla 2). Sólo se podría sugerir que los ciudadanos en 1995 condicionaron (muy) poco su apoyo a la democracia cuando pensaron que era el futuro lo que estaba en juego. Habrían sido algo impacientes con la democracia cuando pensaron que el futuro del país no mejoraría.

30

Claro que el apoyo podría dejar de ser intrínseco al introducir el futuro y ser dependiente de las percepciones que se tengan sobre el porvenir.

Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Grados de libertad

Prospectiva/sociotrópica

2.585

4

(a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

No obstante, cuando se trató de la evolución del bolsillo propio, la situación cambió de manera significativa. Así, encontramos que no se sostiene la hipótesis de independencia entre percepción económica retrospectiva “de bolsillo” y apoyo a la democracia (tabla 3). La mayoría de estos ciudadanos apoyó a la democracia, lo que confirmó la preeminencia en el nivel agregado de la democracia sobre la economía. Sin embargo, entre quienes dijeron que su economía personal estaba peor que antes, fueron más los que respondieron —respecto de la forma de gobierno— que les daba lo mismo o que preferían un gobierno autoritario, en comparación con los otros dos grupos que creyeron que la economía estaba igual o había mejorado (tabla 3A). Cuando se trató de la evolución de la economía personal, los ciudadanos tendieron a ser más impacientes con la democracia en 1995. Esto hablaría de una actitud hacia la democracia “egocentrista” para aquel año: los ciudadanos considerarían la evaluación de su situación personal para dar su apoyo a la democracia al mirar hacia el pasado.

Tabla 3 Percepción retrospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno 1995 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Grados de libertad

Retrospectiva egocentrista

11.821**

4

(a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

Tabla 2 Percepción retrospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno 1995

185

ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

186

Asimismo, la percepción del futuro económico personal parece tener una relación significativa con el apoyo a la democracia (tabla 4). En este sentido, el 84.6 por ciento de la gente que creyó que la economía personal estaría mejor prefirió al mismo tiempo la democracia, mientras que ese porcentaje bajó más de ocho puntos porcentuales (a 76.0 por ciento) cuando se trató de los individuos que respondieron que su bolsillo estaría peor en el futuro (tabla 4A). Hallamos un hecho destacable entre quienes respondieron que preferían un gobierno autoritario: el porcentaje de quienes prefirieron el autoritarismo casi se duplica (pasa de 9.1 a 16.8 por ciento) al comparar a quienes creen que su situación mejorará con respecto a los que piensan que empeorará (tabla 4A). La creencia de que el futuro propio será peor condujo a que algunos argentinos prefirieran un gobierno autoritario. Cuando se trata del futuro de su bolsillo, los individuos son menos pacientes con la democracia. Se ratificaría la hipótesis de que el pesimismo económico sobre el porvenir influyó de manera significativa sobre las actitudes de los ciudadanos hacia la democracia.

Tabla 4 Percepción retrospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno 1995 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Grados de libertad

Prospectiva /egocentrista

7.953*

4

(a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

Finalmente, para 1995, un elemento adicional interesante se incorpora cuando analizamos la normalización simétrica de los datos (gráfica 1) del análisis de correspondencias.31 Aunque la técnica estadística empleada no permite hablar de modo directo sobre las intensidades de las asociaciones, es posible realizar algunas inferencias que resultan sugerentes. Así, se observa que el apoyo a la democracia entre los que tienen buena percepción pasada o futura de la economía sería menos marcado 31

El problema de una “asimetría” de este tipo entre las preferencias políticas de los ciudadanos ha sido extensamente señalado por los textos sobre el tema. Hallamos un problema similar en las actitudes de los individuos frente al riesgo. Ello implica un desafío más —entre muchos otros— a la democracia. Para un análisis sintético de este aspecto, véanse Kahneman y Tversky, 2000, y Tversky y Kahneman, 1999.

Gráfica 1 Cuantificaciones D i m e n s i ó n

187

2

Dimensión 1

Dejando a un lado —por un momento— la situación de 1995, abordaré ahora la relación entre economía y democracia en las preferencias de los argentinos en 2001.32 En el ejercicio con este último año, lo primero que es preciso señalar es que para el pasado de la economía nacional no es posible rechazar la hipótesis de independencia frente a tipo de gobierno (tabla 5); sin embargo, se pueden realizar algunas inferencias con los perfiles de fila (tabla 6) que sugieren algunos vínculos que es necesario destacar, entre la percepción de trayectoria de la economía nacional y la preferencia por tipo de gobierno.33 De esta manera, encuentro que la democracia 32

33

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

que la indiferencia frente al tipo de régimen político que experimentaron quienes creyeron que la economía estaba o estaría peor. Ello nos permitiría hablar de una “ciudadanía ingrata” que castiga más a la democracia cuando las cosas van mal o se cree que irán mal, en comparación con lo que la premia cuando la economía va o se piensa que irá mejor.

La comparación entre 1995 y 2001 tiene como único objetivo capturar la tendencia de tal relación en este periodo. No puedo, así, predicar sobre lo que ocurre en los años intermedios. También es importante señalar que tal tendencia es la del lapso y no la del último año. Agradezco la observación de un dictaminador anónimo respecto a este punto. La aparente tensión entre lo que el valor de chi cuadrado y la significancia muestran y lo que se puede sugerir a través del análisis de los perfiles de fila surge del importante número de casos —encuestados— que responden que prefieren la democracia. A causa de ello, aun en un contexto de no rechazo de la hipótesis de independencia, los perfiles de fila insinúan alguna relación entre las variables.

ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

en el 2001 siguió siendo preferida por la mayoría, aunque esa preferencia difirió levemente según se hubiese creído que la economía nacional había mejorado (64.9 por ciento), estaba igual (63 por ciento), o había empeorado (57 por ciento). Esto último indica que el apoyo a la democracia durante ese año cae en más de siete puntos porcentuales (de 64.9 a 57 por ciento) cuando se pasa del grupo de los ciudadanos que creyeron que la situación económica había mejorado al de quienes creían que había empeorado. Al mismo tiempo, es importante subrayar que la preferencia por un gobierno autoritario en algunas circunstancias aumenta de 11.2 a 18.7 por ciento al pasar del grupo de argentinos que creyeron que la economía había mejorado, al de aquellos que pensaron que había empeorado.34

Tabla 5 Percepción retrospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno en 2001

188

Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Retrospectiva /sociotrópca

7.732* (a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

34

Como se ve, estos resultados implican que el apoyo a la democracia cae casi ocho puntos porcentuales cuando se pasa del grupo de encuestados que respondieron que la economía del país había mejorado al conjunto de ciudadanos que sostuvieron que la economía había empeorado. También supone que la preferencia por un régimen autoritario aumenta, a su vez, casi ocho puntos cuando se pasa del grupo que creyó que la economía había mejorado al que había respondido que había empeorado. Nótese que ocho puntos respecto del porcentaje de los que dijeron que la economía había mejorado y (así y todo) preferían autoritarismo (11.2 por ciento) supone un aumento del 72 por ciento cuando se cree que la economía ha empeorado.

Situación económica comparada con el año pasado (2001)

Democracia

Da lo mismo

Autoritarismo

Mejor Igual Peor

.649 .630 .570

.230 .181 .243

.122 .189 .187

Cuando se introduce el futuro económico del país en 2001, encontramos un panorama similar al del pasado de la economía. No es posible rechazar nuevamente la hipótesis de independencia (tabla 7). Del mismo modo que con la variable anterior, los perfiles de fila permiten precisar un poco más lo que ocurre con la preferencia por la democracia (tabla 8); así, hallamos que la mayoría de los ciudadanos prefirieron la democracia en ese año, aunque —de la misma forma que con el pasado— este apoyo difirió levemente según la visión que se tuviese del futuro de la economía. Así, el apoyo al gobierno democrático disminuyó de 63.9 por ciento a 57.1 por ciento comparando a los individuos que respondieron que la economía estaría mejor con los que dijeron que la economía estaría peor. Esta tendencia en la relación entre percepción de la economía y preferencia por tipo de gobierno coincide con la que ocurre entre quienes prefirieron autoritarismo. Cuando se pasa de los ciudadanos que creyeron que el futuro económico iba a ser mejor al grupo de los individuos que pensaron que la economía iba a estar peor, el apoyo a un gobierno autoritario aumentó de 13.9 por ciento a 19.3 por ciento (tabla 8). El pesimismo sobre el porvenir de la economía castigó a la democracia en 2001.35

35

De nuevo, los resultados suponen que el apoyo a la democracia aumenta casi siete puntos porcentuales si se piensa que la economía nacional mejorará en el futuro respecto a cuando se cree que empeorará. Al mismo tiempo, la preferencia por un gobierno autoritario aumenta más de cinco puntos porcentuales cuando se piensa que la economía del país estará peor.

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

Tabla 6 Perfiles de fila Percepciones económicas retrospectivas sociotrópicas y apoyo a la democracia (2001)

189

Perfiles Latinoamericanos 24

ENSAYO

Tabla 7 Percepción prospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno en 2001 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Prospectiva /sociotrópca

9.412 (a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

190

Tabla 8 Perfiles de fila Percepciones económicas prospectivas/sociotrópicas y apoyo a la democracia (2001) Situación económica futura del país 2001

Democracia

Da lo mismo

Autoritarismo

Mejor Igual Peor

.639 .566 .571

.222 .212 .236

.139 .222 .193

En lo que se refiere al peso de la incidencia de la economía “de bolsillo” o economía familiar retrospectiva,36 encontramos en 2001 que no es posible rechazar la hipótesis de independencia (tabla 9). No obstante, una vez más se pueden hacer algunas inferencias a partir del análisis de los perfiles de fila respectivos (tabla 10). Así, resalta el hecho de que el grupo de ciudadanos a quienes les da igual el tipo de gobierno aumenta de 23.3 por ciento a 28.8 por ciento al pasar del grupo que creyó 36

En 1995 la pregunta con que se capturaba el valor de las evaluaciones económicas de los ciudadanos hacía referencia explícita a la economía “personal”. En 2001, la pregunta es por la economía “familiar”; aunque son dos interrogantes que captan dos realidades que no son necesariamente las mismas, tomamos ambas como las que más se acercan a medir la percepción de la economía del entorno de los individuos, en oposición a la pregunta por la economía del país.

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

que la economía de la familia había mejorado en comparación con el grupo que pensaba que había empeorado. El grupo de quienes apoyan la democracia permanece casi idéntico entre quienes respondieron que la economía de bolsillo estaba mejor en comparación con el grupo que sostuvo que la realidad económica familiar había empeorado. Mientras tanto, el apoyo al autoritarismo en ciertas situaciones aumenta de 13.0 al 18.9 por ciento entre los que piensan que la economía familiar ha mejorado comparados con los que creen que ha empeorado. La indiferencia frente al tipo de gobierno y el apoyo a una administración autoritaria crece más cuando se comparan ciudadanos que creen que su economía está mejor con los que pensaron que estaba peor, de lo que aumenta el apoyo a la democracia cuando se consideran encuestados que respondieron que su bolsillo había empeorado con respecto a los que sostuvieron que había mejorado. Otra vez estamos frente a los ciudadanos ingratos.37

191 Tabla 9 Percepción prospectiva/sociotrópica y preferencia por tipo de gobierno en 2001 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Retrospectiva /egocentrista

8.989 (a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

37

Como se ve, la indiferencia por el régimen político aumenta más de cinco puntos porcentuales cuando se compara el grupo que creyó que la economía familiar había mejorado con el que pensó que había empeorado. A su vez, la preferencia por un régimen autoritario casi crece seis puntos al pasar de los encuestados que respondieron que su economía había mejorado a los ciudadanos que afirmaron que estaba peor que antes. Ambos resultados ocurrieron al mismo tiempo que los ciudadanos que apoyaron la democracia no crecieron ni medio punto porcentual (0.4) si se creía que había empeorado en comparación con quienes creyeron que había mejorado. Como se puede notar, estamos otra vez frente a ciudadanos ingratos que castigan más de lo que premian a la democracia. Cabe señalar que ésta es una inferencia que predica sobre intensidad y compara, aunque tal comparación no se hace entre variables, sino entre perfiles.

Perfiles Latinoamericanos 24

ENSAYO

Tabla 10 Perfiles de fila Percepciones económicas retrospectiva/egocentrista y apoyo a la democracia (2001)

192

Situación económica comparada con el año anterior

Democracia

Da lo mismo

Autoritarismo

Mejor Igual Peor

.582 .615 .578

.288 .188 .233

.130 .197 .189

Cuando se analizan las expectativas de la economía personal en el futuro durante 2001, encontramos que ésta afecta el apoyo al tipo de gobierno. El valor de la significancia indica que es posible rechazar la hipótesis de independencia (tabla 11). Del análisis de los perfiles de fila (tabla 12), surge que el porcentaje de los que apoyaron a la democracia cayó casi trece puntos porcentuales (de 61.3 a 48.8 por ciento) cuando se pasa del grupo que creyó que el bolsillo propio mejoraría al conjunto de ciudadanos que pensó que su economía personal empeoraría. A su vez, se observa que la preferencia por un gobierno autoritario en ciertas situaciones aumentó prácticamente diez puntos porcentuales —casi se duplica en términos comparativos— (pasa de 17.2 por ciento a 26.3 por ciento), al comparar el número de ciudadanos que respondieron que su bolsillo estaría mejor en el futuro con los que afirmaron que estaría peor. En 2001 estamos en el escenario de una democracia muy castigada en las preferencias de los ciudadanos si se cree que el futuro familiar será peor. Tabla 11 Percepción prospectiva/egocentrista y preferencia por tipo de gobierno en 2001 Percepciones económicas

Preferencia por tipo de gobierno (a)

Prospectiva /egocentrista

13.151* (a) Chi cuadrado * p < .05 ** p < .01 *** p < .001

Situación económica familiar futura

Democracia

Da lo mismo

Autoritarismo

Mejor Igual Peor

.613 .611 .488

.215 .220 .249

.172 .168 .263

Conclusiones Al comparar las probabilidades respectivas de la preferencia por democracia, la preferencia por autoritarismo y la indiferencia según distintas respuestas frente a cada una de las percepciones económicas, encuentro una serie de conclusiones sobre la relación entre economía y gobierno democrático en las preferencias de la ciudadanía argentina. En primer lugar, en 1995 los hallazgos sugieren que la percepción de la evolución pasada de la economía nacional no influye sobre la preferencia por tipo de gobierno. Esto mismo se constata con las creencias sobre el futuro económico del país. Por otra parte y para ese mismo año, encuentro que los ciudadanos consideraron la evaluación de su situación personal para darle o no su preferencia a la democracia. En conclusión, en 1995 la trayectoria pasada y las expectativas de la economía nacional no importaron, mientras que el pasado y futuro del “bolsillo” sí lo hicieron. Asimismo, hallé la existencia de una ciudadanía ingrata que castiga más a la democracia cuando las cosas van (o irán) mal en comparación con cómo la premia cuando la economía va (o irá) mejor. Este corolario surge de la comparación entre los diferentes perfiles de encuestados, la cual constata que la preferencia por la democracia crece menos que lo que aumenta la indiferencia o la preferencia por un gobierno autoritario al comparar a los “pesimistas” con los “optimistas” en términos de cada una de sus percepciones económicas. Mientras tanto, los datos de 2001 muestran que la única percepción de la economía que importa para dar cuenta de la preferencia por la democracia es la que adopta la creencia sobre lo que ocurrirá con el futuro de sus bolsillos. Ni el pasado de la economía personal ni las dos dimensiones temporales de los asuntos económicos

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

Tabla 12 Perfiles de fila Percepciones económicas prospectiva/egocentrista y apoyo a la democracia (2001)

193

ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

nacionales —la retrospectiva y la prospectiva— tienen peso en la formación de la preferencia por tipo de gobierno. Por otra parte, los perfiles de fila insinúan que estamos en el escenario de una democracia castigada en las preferencias de los ciudadanos si se cree que el futuro familiar será peor.

Percepciones económicas y preferencia por la democracia

Percepciones sociotrópica/ retrospectiva

Percepciones sociotrópica/ prospectiva

Percepciones egocentrista/ retrospectiva

Percepciones egocentrista/ prospectiva

1995

El pasado económico del país no importa

El futuro económico del país no importa

El pasado económico personal importa

El futuro económico personal importa

2001

El pasado de la economía del país no importa

El futuro de la El pasado de la El futuro economía del economía personal económico país no importa personal no importa personal importa

194

Finalmente, la comparación entre 1995 y 2001 nos conduce a la observación de una diferencia junto a la presencia de una importante similitud en términos de las actitudes de los argentinos hacia la democracia. En lo referente a la diferencia, los datos permiten sugerir que, mientras que en 1995 y para el apoyo a la democracia importaba la suerte que había corrido la economía personal durante el último año de gestión del gobierno, esta variable ya no importa en 2001. Este elemento de transformación convive con la constatación de que en ambos años el futuro del bolsillo influye en la preferencia por el tipo de gobierno. Tal diferencia coexiste con una similitud relevante: en términos generales para ambos años, los ciudadanos dieron su apoyo a la democracia casi sin poner condiciones cuando se trató de la economía del país, pero pusieron restricciones cuando el asunto fue el bolsillo propio. El hallazgo de que en los dos años las percepciones que importan son las vinculadas a la situación personal (pasada y futura en 1995; futura en 2001) y no las sociotrópicas —ni en 1995 ni en 2001 ninguna de las dos percepciones sobre la economía del país son relevantes— habla de una similitud respecto a la orientación egocéntrica de las preferencias. La constatación de que en 2001 —a diferencia de 1995— el pasado económico personal ya no importaba para explicar la preferencia por la democracia junto a la similitud de la importancia del futuro de los intereses económicos de los individuos,

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parece insinuar una tendencia a favor de ciudadanos tan egocéntrica como en 1995, pero ya no orientada por el pasado en 2001, aunque una inferencia así dependería de lo que se observara en los años intermedios, lo que no realizo aquí. Los argentinos hacia el final de este periodo parecen darle importancia a lo que creen que les ocurrirá a sus bolsillos y continúan siendo indiferentes frente a la suerte de la economía nacional para decidir su apoyo a la democracia. La fortuna de la legitimidad del gobierno democrático en Argentina parece depender del porvenir de los intereses personales de sus ciudadanos.

195

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Tabla 1A Perfiles de fila Percepciones económicas retrospectivas sociotrópicas y apoyo a la democracia en 1995 Situación mejor que hace 12 meses

Democracia

Da lo mismo

Gobierno autoritario

Mejor Igual Peor

.797 .824 .817

.083 .051 .070

.120 .125 .113

¿Democracia a pesar de todo? Evaluación del pasado económico, expectativas futuras y preferencia por un gobierno democrático en Argentina.

APÉNDICE

201 Tabla 2A Perfiles de fila Percepciones económicas prospectivas sociotrópicas y apoyo a la democracia en 1995 Situación futura del país

Democracia

Da lo mismo

Gobierno autoritario

Mejor Igual Peor

.842 .798 .796

.053 .073 .067

.106 .128 .138

Tabla 3A Perfiles de fila Percepciones económicas retrospectivas “de bolsillo” y apoyo a la democracia en 1995 Situación personal mejor que hace 12 meses

Democracia

Da lo mismo

Gobierno autoritario

Mejor Igual Peor

.802 .862 .782

.069 .043 .084

.129 .096 .133

ENSAYO Perfiles Latinoamericanos 24

202

Tabla 4A Perfiles de fila Percepciones económicas prospectivas “de bolsillo” y apoyo a la democracia en 1995 Situación personal futura

Democracia

Da lo mismo

Autoritarismo

Mejor Igual Peor

.846 .833 .760

.063 .053 .071

.091 .114 .168

recibido en marzo de 2003 aceptado en abril de 2003

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