. Del contenido referencial e intencional del mensaje se ocupa la pragmática.

June 28, 2017 | Autor: Y. Garcia Fernandez | Categoría: Lingüística, Pragmática, Semiotica Y Estructuralismo
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Descripción

Semántica y Pragmática.

Yolanda García Fernández

Presentación de la Pragmática Con motivo del curso inaugural 1996/1997 en la Universidad de León, España, se presentaba en el último curso de la titulación de Lingüística el estudio de la Pragmática como disciplina oficial. Elegido este tema p o r el ponente por ser el lenguaje casa común y de interés para un público variopinto en procedencia e intereses. Todo el conocimiento pasa por el tamiz del lenguaje. Las diferentes teorías del lenguaje y los avances tecnológicos han posibilitado el nacimiento de otras disciplinas tangenciales que se vienen desarrollando dentro del marco de la lingüística, como la lingüística de la comunicación, y con ella entre otras, la pragmática. Antes de acometer la definición de lo que significa la pragmática, conviene hacer un repaso por las diferentes disciplinas dentro del lenguaje. El semiótico americano Ch. Morris en 1938 establecía una clasificación en 3 tipos para la relación que se daba entre los signos e introducía la pragmática dentro de las ciencias del lenguaje.  Sintáctica.  Semántica.  Pragmática. Como suele ocurrir en el origen de las disciplinas, esta clasificación tenía lagunas y defectos pero gracias a la labor difusora de R. Carnap en círculos filosóficos entre otros, cayó en tierra abonada y tuvo su reconocimiento. Desde la antigüedad, fue la gramática tradicional con sus normas quien regulaba la forma correcta de hablar. Incluso la Real Academia de la Lengua creada en el siglo XVIII, se regía por estas normas tradicionales. La revolución en el lenguaje vino de la mano del lingüista Ferdinand Saussure que postulaba el estudio de la lengua en sí y por sí misma, sin el apoyo de otras disciplinas como había ocurrido hasta entonces. Constituyó una autentica ciencia del lenguaje, un movimiento denominado Estructuralismo, donde todos los componentes estaban interrelacionados. El lingüista Jacobson introduciría El Código, como el conjunto de reglas limitadas que combinadas entre sí permitirán cifrar los enunciados lingüísticos. • •

Saussure > Lengua Noah Chomsky > Competencia.

Para ambos: El Código

Pese a todos los avances obtenidos en este sentido y dentro de las corrientes generativistas y estructuralistas se ha podido comprobar que el código en sí mismo es insuficiente para interpretar los contenidos que se transmiten en un mensaje. Para ello, en la mayoría de las ocasiones es necesario saber también quien emite el mensaje, cuando ha sido emitido y con qué intención se ha formulado. No todos estos requisitos son constantes, el significado referencial varía en función del contexto de la enunciación.

Semántica y Pragmática.

Yolanda García Fernández

No así, el significado literal del mensaje que será el mismo para todos los conocedores de esa lengua pero insuficiente sin más datos para su correcta interpretación. Del contenido referencial e intencional del mensaje se ocupa la pragmática. No podemos obviar el papel definitivo de estos valores en la comunicación. El destinatario del mensaje tiene que comprender no solo el contenido literal, del que se ocupa la lingüística, sino la intención y las circunstancias en que este se ha emitido. Los niños son fantásticos interpretando los mensajes de los adultos, poseen una capacidad de interpretación asombrosa y necesaria en un mundo que, en cierto modo, le resultaría hostil si solo interpretasen en sentido literal de la mayoría de los mensajes recibidos. Tantas veces significado y sentido son distintos en los mensajes recibidos en el universo infantil que sin la capacidad para inferir la ironía en los adultos, estarían perdidos. J.L. Austin con un libro póstumo se convirtió en el creador de la pragmática al constatar que hablar es realizar actos. Observó que existen enunciados que al ser formulados, si se dan determinadas condiciones impuestas socialmente, realizan la acción que expresan y que sin estas, el acto sería nulo. Toda la posterior teoría de los actos de habla se asienta en esta afirmación. Sin perder de vista que el hablante no realiza demasiados actos realizativos en sus intervenciones lingüísticas, es indudable que todas nuestras comunicaciones son actos. J.R. Searle en 1965 comprobaría a su vez que la intención comunicativa compromete al que la enuncia, en una conducta regida por reglas. Él diferenciaba entre cuatro reglas y constató que la comunicación establecida entre emisor y destinatario, trascendía la lingüística y situaba al destinatario en una suerte de interpretación del mensaje, debiendo decodificarlo con la información parcial o desvirtuada que tuviera, si quería conocer el significado real del mensaje emitido. Para decodificar el mensaje el hablante podía presuponer la información que le querían transmitir en el mensaje, con su condición de veracidad necesaria, o sobreentender lo dicho, desde su circunstancia. En el primer caso, la responsabilidad del mensaje emitido recae en el emisor, y el destinatario la constata como tal sin más; mientras que en el segundo supuesto, al interpretar desde su parcialidad el destinatario, la información recibida, esta es de exclusiva responsabilidad de este sin que ello suponga si ese enunciado es cierto o no. Esta circunstancia implicaba para O. Ducrot la necesidad de diferenciar entre enunciados presupuestos y sobreentendidos. Mientras los presupuestos necesitan de la veracidad del enunciado para su emisión, los sobreentendidos, no. No es posible inferir de un presupuesto un mensaje porque es responsabilidad exclusiva del emisor y constante en su interpretación. Sin embargo para los presupuestos, sin inferir el mensaje, no se llegaría a una interpretación coherente. Las normas o reglas a las que Searle hizo referencia en su momento (1965), se pusieron nuevamente de manifiesto con P. Grice (1967) con motivo de una conferencia sobre lógica y conversación donde argumentaba que más allá de un proceso inconexo de mensajes entre emisor y destinatario, debían existir unas normas que regularan el intercambio de mensajes.

Semántica y Pragmática.

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Para él, era un principio de cooperación por el cual ambos hablantes partían de unas pautas comúnmente aceptadas por ambos y que posibilitaban el acto comunicativo. Este principio lo desglosó en cuatro máximas, como si dijéramos unas pautas de buena conducta conversacional. Como es comprensible para aceptar estas normas de buena conducta en principio hacen falta dos hablantes, si uno de ellos no las respeta, nos encontraríamos con lo que P. Grice llama una violación. Las hay de distintos tipos, desde aportar más información de la necesaria, a entrar en conflicto entre dos máximas o la más habitual, la mentira. Existe una excepción para la mentira, que viene dada de la mano del principio de cortesía, y se funda en las razones humanitarias, entonces las denominamos mentiras piadosas. Se han tipificado otros principios que regulan el acto comunicativo, además del de cooperación, como el de economía, el de informatividad ligado al anterior, o el de cuantificación positiva o negativa, entre otros. Con ellos se pretende establecer un dialogo que permita inferir parte de la información no proporcionada de modo literal, por ser ya conocida por el destinatario con anterioridad. Aportar datos que el destinatario no conoce y partir, en principio, de una interpretación positiva del enunciado. Si por el contrario se partiese en un momento determinado de una valoración negativa, esta probablemente vendría dada por la seguridad del emisor de que con ella y a pesar de todo el destinatario, comprendería la intención del mensaje emitido. Las violaciones de los principios pragmáticos a las que hacíamos referencia con anterioridad, en el caso del principio de economía se materializan en aportar más información de la solicitada dando lugar a inferencias erróneas y en cuantificar por defecto o exceso, la expresión de una cantidad. En retorica se ha denominado a este proceso con dos figuras de pensamiento: Lítote e hipérbole. O. Ducrot considera la lítote como una ley pragmática. Ambas figuras tienen su espacio según se desee agradar, convencer, gustar, en este supuesto se utilizará la hipérbole y si por el contrario, la exageración puede violentar al destinatario, el hablante recurrirá a la lítote, con la esperanza de que gracias al contexto social o al principio de cortesía, el destinatario ubique en su espacio correcto, el enunciado emitido. Pero demos un paso más. ¿Cómo se producen las inferencias en el ser humano? Dan Sperber y Deirdre Wilson en 1986, pretendieron responder a todas las preguntas planteadas hasta el momento y sin respuesta para conjugar las normas, las leyes y los principios pragmáticos. Para ellos, si la información inferida procede del conocimiento lingüístico del hablante, el conocimiento literal de la lingüística y el conocimiento interpretado de la pragmática, podían darse en un mismo acto de comunicación. Partiendo de la base de la intención comunicativa del emisor, nos encontramos con que el destinatario piense que ese mensaje es de interés para él y por tanto le busque el sentido, le presuponga una pertinencia. El ser humano tiene una capacidad innata para procesar información sirviéndose de conocimientos extralingüísticos almacenados, que recupera al inferir la información recibida, para llegar a la interpretación correcta del enunciado. La garantía de pertinencia está directamente relacionada con la cantidad de datos nuevos generados en la comunicación producida, de modo que no es absoluta sino gradual. La información tiene valor en relación con el contexto en que se produce. La ambigüedad de los mensajes emitidos con posibles interpretaciones distintas se resuelve gracias a la teoría de la relevancia. Frente a esta afirmación otros teóricos defienden que no hay duda para el destinatario a la hora de elegir la interpretación correcta

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porque siempre hay una inclinación determinada hacia una de las opciones, que denominan opción preferida. Si se diese la situación de haber errado en la elección, se volvería al inicio del proceso nuevamente hasta dar con la opción acertada. Es imposible una interpretación acertada de manera sistemática en el ser humano ante cualquiera que sea el mensaje. El destinatario elige por defecto la opción que menos coste inferencial nos exige. Las figuras poéticas son un claro exponente de esta economía en el procesamiento inferencial. La argumentación por su parte, está presente en el acto comunicativo de manera indeleble. Es imposible no argumentar. Cualquier intención comunicativa tiene como finalidad en muchas ocasiones producir un cambio en el destinatario. En este punto, entraría de nuevo en juego la teoría de la relevancia, ya que dentro de los argumentos esgrimidos, el destinatario tendrá que optar por elegir el más pertinente y como no puede ser de otro modo dentro de la pragmática, en función del contexto. Los textos polifónicos introducen una nueva problemática en la disciplina, con la simultaneidad de varias voces que se contradicen o concuerdan, más allá de un único emisor y destinatario en condiciones ideales para la intención comunicativa. Esta es la genial aportación de Mijaíl Bajtín que reparó en las múltiples voces de la literatura, incluso en la disociación posible del destinatario en el teatro, el cine o las narraciones. Debajo del texto subyace, en ocasiones, otras voces con otros mensajes para destinatarios diversos. Una vez conocidas las reglas, principios y máximas de aplicación en pragmática ligadas al a misma transmisión del mensaje, solo nos quedaría saber cuándo y dónde aplicarlas. Máxime si como hasta ahora hemos venido constatando, esta disciplina es contextual. El conocimiento de las relaciones sociales entre los seres humanos, las normas de cortesía, los espacios más o menos formales regulan a su vez el modo de comunicarse entre los hablantes. Toda una batería de buenas maneras viene al auxilio de la pragmática para evitar ser maleducados o descorteses, utilizando formulas que no se correspondan con el espacio y el momento en que se formulan. Así como si fuerzan al interlocutor a una posición difícil en su respuesta. No es cortés anteponer los intereses del emisor frente a los del destinatario. Actitud muy frecuente en el ser humano por creerse el ombligo del mundo. No hay grandeza sin humildad, una actitud conciliadora frente a los mensajes recibidos aunque no concuerden con la forma de pensar de quien los recibe, consigue proporcionar fluidez al acto comunicativo. De las personas que escuchan a sus interlocutores sin prisa por intervenir ellos, y en ningún momento se obcecan en hacer valer sus afirmaciones, suele tenerse una buena impresión generalizada. Este estudio anacrónico de la pragmática conviene finalmente en constatar que esta disciplina no esta tan alejada de la lingüística como originalmente se creía sino que es posible su complementariedad. De modo que si las dos maneras de comunicarse son complementarias, es lógico que ambas disciplinas también lo sean. Si como al inicio esgrimíamos, Todo el conocimiento pasa por el tamiz del lenguaje, todas sus manifestaciones estarán ligadas a otros órdenes de la vida de modo que estarán en estudio y cambio constante en la medida que el ser humano a su vez evolucione. Por último, hay que destacar la ínfima importancia que se le da al estudio de la pragmática o la retorica en la educación académica, siendo vital para la interacción humana.

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