“Comunicación y Socioanálisis. Estrategias de investigación e intervención social.-”

December 8, 2017 | Autor: Eduardo Vizer | Categoría: Strategic Management
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Descripción



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Eduardo Andrés Vizer: Doctor en Sociología. Profesor Consulto Titular, Instituto Gino Germani (I.I.G.G de UBA). Co-coordinador Grupo Trabalho em Epistemología, Conselho Nacional de Pesquisa, Brasil. Coord. Epistemología y Teoría del Conoc.: Maest. en Est. Soc. y Cult., Univ. Nac. de La Pampa. Ex consultor: Univ. de Massachussets (UMASS), International Council for Canadian Studies, Human Resources Develop. Canada (HRDC), Canada-Fulbright Program "International Mobility in Higher Education Program" (IMHEP), Ottawa.) Colab. Plan Nacional de Ciencia y Tecnología. Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación (SECYT. 8 Pós doctorados. Ex Fulbright Fellow UMASS, Prof. Visit. MIT (EEUU), y universidades del Canadá, E.E.U.U., Brazil, Alemania, España, Portugal y Argentina. Becario Internationes (Bonn, Berlin); ICCS (Ottawa, Canada). Miembro Internacional Board of Editors de Psychline (Chicago), Cyberlegenda y Contracampo (Univ. Fiuminense, R. de Janeiro); Intexto (Prog. de Postrad. en Comunicación, Univ. Federal de Rio Grande do Sul, UFRGS, Brasil) y otros. 9 libros publicados, 35 capítulos de libros y 42 trabajos publicados en Revistas nacionales e internacionales.
e-mail: [email protected].
En términos clásicamente sociológicos se podría decir que las TIC al transformar los procesos de producción social, transforman las estructuras y los procesos de reproducción social. En principio considero que un paradigma estrictamente reproductivista implica en sí mismo forzar toda transformación social dentro del corset de una lógica de interpretación rígida y estática. Los conceptos de emergencia y reconstrucción permanente posiblemente se adecue más a la realidad de los procesos de transformación social.

Rudiger Safransky, entrevista diario Clarín 5-06-2009
En metodología de la investigación, la triangulación se refiere a la necesidad de 'triangular, comparar' diferentes técnicas y diseños de investigación entre sí a fin de aumentar el grado de validez de una experiencia. Al proponer la triangulación recursiva, me refiero a la necesidad de evaluar en forma permanente y circular las relaciones entre tres 'ejes' del proceso de investigación: a) los hechos de la realidad investigada, b) las hipótesis y teorías que se construyen sobre la realidad (a), y por último c) la metodología y las estrategias que empleamos para relacionar a) con b). O sea, los modos en que intervenimos (incluyendo nuestra propia subjetividad) sobre el objeto y la realidad a partir de presupuestos, hipótesis y teorías. En la comunicación y la educación, esta clase de triangulación es prácticamente intuitiva y espontánea, ya que permanentemente ponemos a prueba el entendimento y la comprensión mutua.
Términos teóricos como modelización; cultivo y comunicación; dispositivos técnicos y simbólicos; y una teoría sobre diferentes dominios sociales, pueden articular saberes y técnicas de intervención en instituciones y comunidades con campos de la experiencia tanto individual como social. La construcción de proposiciones teóricas junto a la práctica, aseguraría una relación sumamente fructífera con las investigaciones y las problemáticas tratadas en las teorías del capital social, la resiliencia, el desarrollo sustentable, construcción de la identidad o la ciudadanía. Todas ellas atraviesan múltiples disciplinas y "niveles" de realidad social. Y todas se hallan preocupadas en unir teoría y práctica, la investigación con la intervención social, el conocimiento de la realidad con su diagnóstico, y en asociar una ética de la participación de los agentes sociales con las necesidades y las demandas de transformación.

"Creo que en los próximos quince años entraremos en lo que yo llamo entornos 'inteligentes'. Es decir, que el Hombre ya no estará aislado de los objetos físicos, estáticos, que esperan que nos comuniquemos con ellos, porque vamos a entrar en simbiosis entre el entorno y nosotros mismos. Es decir, que la interfaz entre la biología, la mecánica y la electrónica va a ser cada día más estrecha. La palabra, el reconocimiento del rostro, de los gestos, de los signos, va a permitirnos entrar en comunicación con este entorno, ya se trate de la casa, de la oficina, del coche o de los medios de transporte, de una forma cada vez más intensa. En los próximos quince o veinte años, esta simbiosis va a modificar completamente la relación que mantenemos con nosotros mismos y con los demás" (Jöel de Rosnay, 2002).

Las categorías –o dimensiones teóricas– se definen como variables analíticas que permiten desarrollar proyectos de investigación social en el sentido clásico. También son empleadas como un Dispositivo de investigación diagnóstica y de intervención en instituciones y comunidades que se presenta mas adelante.
1Viene al caso una experiencia que viví en 1996, como Fulbright Fellow en la Universidad de Massachussets. En una reunión semanal del equipo académico, se plantearon los riesgos de aceptar la sugestión de ciertas universidades particulares, para dejar los textos informatizados producidos por los profesores. El argumento oficial mencionaba las ventajas de la difusión de la producción intelectual del autor. Algunos profesores aceptaron la oferta, transfiriendo sus "producciones". Basta mencionar que algunos de estos profesores perdieron su cargo en el semestre siguiente.

9. Los participantes de un programa "Big Brother" realizan una representación exagerada, concientes de que generan un "valor" mediático para sí mismos, no solamente por los 'quince minutos de fama' sino también porque aumenta su valor mediático en un posible valor de mercado futuro en ese ambiente.
"Tenemos allí la primeridad, que es la cualidad que se percibe; la segundidad, que es la substancia individual a la que es inherente esa cualidad, y la terceridad, que es la relación que se puede establecer entre esa substancia y otros sujetos de inherencia" (M. G. Murphey, pp. 77-78, citado por Mauricio Beuchot, Razón y Palabra Número 21. Febrero 2001).
"La percepción humana transforma los estímulos en datos internos. Datos que organizamos casi inconscientemente en formas de índices interrelacionados entre sí en la forma de una Gestalt. Esta organización de los estímulos internos que a-perciben nuestros sentidos no es arbitraria, ni tampoco un reflejo de los objetos de la realidad. Los estímulos se organizan siguiendo patrones internalizados por cada ser humano…. y la organización lógica y semántica interna y cognitiva de estos datos nos permite atribuirle –o negarle– sentido." (Vizer, cap. IV. "Impensar" la comunicación. La doble faz de la sociedad mediatizada)

"Si el "procesamiento" mental de la información presupone operaciones cognitivas asociadas a una lógica inductiva/deductiva, el proceso de comunicación presenta asociaciones estrechas con una construcción perceptiva indicial y una lógica abductiva que 'construye imaginariamente' el sentido de una frase, una imagen o una situación, a partir de señales que cumplen la función de índices de un objeto o de un contexto, permitiendo así un proceso de interpretación y adjudicación de sentido. La hipótesis que sostengo aquí es que la comunicación, en tanto proceso de construcción de sentido, se constituye en base a una conjunción de procesos tanto corporales como cognitivos y afectivos. La vida psíquica mas elaborada se manifiesta sobre todo en un orden simbólico e imaginario, que en relación a los procesos mediáticos tiende a proyectar e introyectar desde la pantalla y hacia la pantalla, formas de construcción de sentido culturalmente establecidas. Las operaciones intelectuales (como lógicas perceptivas y de interpretación cognitiva) se asientan en dispositivos simbólicos e imaginarios de interpretación de índices relacionados entre sí, y procesos de abducción e iconicidad, no solamente "racionales" sino emotivos, alimentados por la percepción y aún las sensaciones y la memoria corporal (o sea, en base a procesos de 'primeridad' para Peirce, mientras que la creencia más generalizada asume el sentido como un proceso casi puramente mental y del orden de la 'terceridad' Peirceana)" (Vizer, op. cit.anterior)
Pero la aceleración del tiempo genera una paradoja – irresoluble ?- de creación y destrucción (obsolescencia creciente de productos, de información, del trabajo, de las relaciones humanas y hasta de los propios individuos, sujetos a un permanente trabajo de adecuación, aprendizaje y esfuerzo de reconstrucción de la persona). Esta aceleración de las tecnologías también pone en evidencia la falsedad ideológica de sostener que el "digital divide" pueda ser superado por la "inclusión digital" (que mas que inclusión presupone la generación de siempre renovados procesos de exclusión digital, exclusión de conocimientos, de menor acceso a recursos, exclusión de saberes y pérdida gradual de la posibilidad de control sobre las propias condiciones de existencia).

Es interesante reflexionar sobre lo que sucede con nosotros cuando nos observamos en una filmación de la que hemos participado. Se presenta una relación paradojal ante las imágenes que nos muestran como "éramos" antes y como "somos" en el presente: ese que vemos en la pantalla parece un "otro" y solamente la memoria nos dice que somos nosotros. En individuos que han sufrido pérdida de la memoria este reconocimiento autoreferencial del sí mismo se hace sumamente confuso y desorientador.
"Eventualmente alguns indícios podem parecer irrelevantes – e só adquirem valor indiciário por sua articulação com os demais." (de "Comunicaçao, disciplina indiciaria") Braga, J.L.Trabalho apresentado ao GT "Epistemologia da Comunicação", do XVI Encontro da Compós, Curitiba, 2007.

El indicio se basa en una relación diádica existencial en que "la relación existencial no puede ser definida. Es existente en cuanto a que su ser no consiste en cualidades, sino en sus efectos – en su realmente actuar y ser actuado, en la medida que esta acción dure" .Y "qué es un índice, o verdadero síntoma? (Peirce CP 6.318, y CP 2.338,); mencionado por Fernando Andacht en "Representación televisiva de lo real y la semiótica triádica de Peirce". Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura – IECO. Univ. Nacional de Colombia (compil.). "Proyectar imaginarios". Edit. IECO Soc. Cultural la Balsa S.A. 2006.
Ver "Hipótesis exploratorias" al final de este cap.
"Modelización del conocimiento social: la comunicación como estrategia de apropiación expresiva de los mundos sociales". Vizer, en FAMECOS No.32, abril 2007. Public del PPGCOM de la Pontif. Univ. Católica de Rio Grande do Sul, Brasil.
En esto consiste la clásica problemática de los estudios sobre los efectos de los medios de comunicación de masas. Aunque parezca redundante usar el término, los "efectos", efectivamente existen. Como efectos de recepción, como acomodación a nuevas experiencias, como modificación en las condiciones, en la memoria y las relaciones que un observador establece con un mundo y una realidad observada a través de los dispositivos tecnológicos, y las decisiones y selecciones realizadas por los productores de los programas. En nuestros términos, podemos decir que indirectamente se producen modificaciones en los encuadres de los procesos inconscientes de formación de sentido, o sea, en el mundo simbólico e imaginario de los individuos.

Cuestionario solicitado a docentes, por la Carrera de C. de la Comunicación de la UBA. Si bien data de 2003, conserva toda su actualidad.

Plan Plurianual Nacional en Ciencia y Tecnología. Ciencias de la Comunicación: "Objetivos de desarrollo y fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación"

Tanto a nivel macro como microsocial, los sectores menos favorecidos de la comunidad y las instituciones públicas y privadas se ven obligadas a cambiar sus estructuras y procedimientos organizativos, tanto mentales como sociales y económicos: lo local se rearticula en lo global, la organización (empresa, organismo público o asociación comunitaria) se rearticula en sistemas de redes y en contextos día a día más amplios. Primero la empresa, luego la universidad y el Estado, y ahora las ONG´s y las asociaciones civiles, se hallan desarrollando la reflexión y las estrategias teóricas y operativas imprescindibles para interpretar, diagnosticar e intervenir en estos procesos de cambio" (Vizer 1997, aporte al proyecto de Programa de Orientación en Comunicación Institucional, Maestría en "Comunicación y Cultura", Fac. C. Sociales, UBA).

HELENICE CARVALHO Dra. em Ciências da Comunicação. Professora Adjunta do Curso de Comunicação da Universidade Federal do Rio Grande do Sul (Fabico/UFRGS). Líder do Grupo de Pesquisa em Inteligência Organizacional / CNPq. e- mail: [email protected].
Podemos mencionar como ejemplos a las TIC, y sobre todo a la revolución que en muchos órdenes está produciendo la telefonía celular inteligente, transformando múltiples campos de la vida social, como la política, el mundo del trabajo, las redes sociales o la televisión a mediados del siglo XX.

Cuando se habla de temas conflictivos o sobre conceptos demasiado amplios y polisémicos, es conveniente explicitar y acotar su significado a alguna definición (no por una referencia objetiva en sí misma, sino para definir un acuerdo comunicativo con el lector, lo que en el lenguaje técnico de la semiología ―valga el ejemplo―, se llamaría un "contrato de lectura" entre las dos partes). Según el diccionario Webster, tecnología es 1) "La suma de los medios en que un grupo social se provee de los objetos materiales de su civilización"; o bien 2) "la terminología de un arte o ciencia, la nomenclatura técnica", y también 3) "la rama del conocimiento que trata con ciencia aplicada, ingeniería, etcétera". El término «técnica» lo define como "el estudio o ciencia de un arte o de las artes en general, especialmente las artes mecánicas o industriales". Vale la pena hacer algunas observaciones sobre el campo de realidad que se adscribe a las diversas definiciones: para la primera acepción, la tecnología es el conjunto de los medios ―eminentemente físicos― con que una sociedad se sirve para proveerse de los objetos materiales. Para la segunda, se inscribe como arte o lenguaje, una terminología específica; y en la tercera se refiere a la tecnología como un saber, un conocimiento aplicado. Resumiendo, la tecnología se concibe como un medio material, como lenguaje o como saber. En cambio el término "técnica" implica un estudio, el cultivo de un conocimiento, el proceso de producción de un saber.

La noción de neopolítica alude a las nuevas modalidades de manifestación pública emergente por parte de individuos y grupos. Respecto a la creciente importancia de las expresiones por parte de individuos, podemos mencionar que el 71% de entrevistados por Datafolha en el año 2011 en Brasil, aseguran que es posible hacer política sin intermediarios, apenas a través de Internet (www.cartacapital.com.br, No.652, 29/6/2011). La prensa también ha inventado el término hacktivistas, combinación de hackers y activistas.
El Foro Social Mundial que comienza en la ciudad de Porto Alegre (Brasil) en el 2.000, se ha esparcido y multiplicado en múltiples Foros regionales por el mundo, y representa un ejemplo híbrido entre el movimientismo, el activismo espontáneo y las formas de organización "fuertes".
Hay que aclarar bien la diferencia entre la noción de web y la de Internet como una plataforma tecnológica - equivalente a una infraestructura de construcción y circulación de información y de productos virtuales y digitales, hasta el punto de que se está produciendo una auténtica infraestructura de Internet que recibe el nombre de Internet de los objetos -. Muchos confunden Internet con la web, el medio de producción con un "producto" que también se creyó universal, democrático y abierto, sin embargo la web está siendo apropiada por empresas que crean y explotan productos virtuales en la forma de nichos para el mercado. (Ver "the web is dead", por Chris Anderson, en Wired, setiembre 2010.)
Rheingold habla de "multitudes inteligentes", como grupos de personas que emprenden movilizaciones colectivas gracias a que un nuevo medio de comunicación, posibilitando otros modos de organización entre personas que hasta entonces no podían coordinar tales movimientos.


Porqué asombrarse entonces del rechazo al libro impreso que muestran los jóvenes criados en la era audiovisual?
. De acuerdo a un relevamiento de la Queensland University of Technology (QUT) de Australia, el 22% de los australianos de entre 6 y 9 años ya tienen un celular propio. El porcentaje alcanza el 60 entre los de 10 a 14 años, mientras que trepa hasta el 84% entre los de 15 a 18 años. (Diario Clarín, 2/3/2010)

"Llama la atención la velocidad de ascenso que consiguió el celular en un corto plazo. Las pantallas generaron nuevas formas de sociabilidad juvenil. Y el celular cumple con esas funciones: chatear, mandar mensajes, navegar, escuchar música, ingresar a las redes sociales. Esto lo hace sin diferenciación, porque atraviesa todos los sectores sociales. En cambio la computadora tiene mayor valoración donde hay conectividad". (R. Morduchowicz Diario Clarín, 2/3/2010)

Esto explica el extraordinario desarrollo de la geometría como ciencia y como arte islámicos. Y vale la pena comentar también un maravilloso cuento de Borges en el que Averroes, que busca en vano traducir de Aristóteles los términos "tragedia" y "comedia" (pues esas formas de arte no existían en la cultura musulmana), escucha hablar de un extraño suceso al que había asistido un visitante en China, donde personas enmascaradas y vestidas como personajes de otros tiempos, actuaban en un escenario de modo incomprensible.

"La evolución natural de las redes celulares. Hoy, cuando la mayoría de los usuarios de telefonía celular están comenzando a aprovechar las ventajas de las modernas redes de tercera generación (3G), las empresas de telefonía móvil y los fabricantes de tecnología ya están pensando -y trabajando- en el próximo paso, las redes 4G, que permitirán que con los celulares pueda hacerse sin limitaciones todo lo que hoy puede hacerse con una computadora de escritorio, incluido hacer videollamadas, entretenerse con juegos interactivos en tiempo real, y mirar videos de la Web". Clarín, nota del 15/12/2009.


Una investigación realizada en el 2009 en los EEUU por Pear Analytic reveló que un 40% de los mensajes de Twitter son considerados 'inútiles'. Entre los textos considerados 'útiles' 37,55% son conversaciones entre usuarios, 8,7 % son reproducciones de otros microblogs, 5,85 % son textos de autopromoción, 3,75% son spam y solo 3,6 % son noticias. En Zero Hora, POA, Brazil 11/12/2009.

Un estudio realizado por la Universidad de California revela que los norteamericanos consumen un promedio de 34 gigabytes y 11,8 horas de información por día, aunque no procesen las 100.000 palabras que la 'soportan'. En término medio, los norteamericanos consumieron 1,3 trillones de horas absorbiendo información en el 2008. La cantidad de bytes consumidos entre 1980 y 2008 aumentó un 6% anual, y gracias a las computadoras, un tercio de las palabras y un 50 % de los bytes son recibidos interactivamente. La lectura, que cayó inicialmente debido al surgimiento de la TV, se triplicó entre 1980 y el 2008, porque es la forma preferida de absorber contenidos en Internet. (O Sul, P. Alegre, 11/12/2009).
La nueva Constitución de Islandia se está redactando con la participación de sus ciudadanos.
The Web of Knowledge Media Design Highlights. S (1997). Speech given by Professor Ron Baecker, Director of the Knowledge Media Design Institute 23 January 1997, OISE Auditorium Toronto, Canada.
Según una investigación del Pew Research Center (http://pewresearch.org/pubs/2054/smartphone, julio de 2011) en los EEUU un 35 % de la población usa smartphones, de los cuales un 87% accede a Internet, y un 25% lo hace porque no tiene computador en el hogar o porque no es de banda larga. Y un 44% de negros y latinos poseen smartphones, mostrando una tendencia de disociación en relación al nivel de ingreso.

"Depois de séculos de uso, os seres humanos se tornaram seres técnicos: as tecnologias se tornaram extensôes das faculdades humanas, que por sua vez modelam o pensamento, a conduta e a interaçâo entre eles. A tecnologia está embebida na aventura humana de modo radical desde o seu inicio". Kellner, apud Rüdiger, 2011, p.72.



"Comunicación y Socioanálisis.
Estrategias de investigación e intervención social.-"


Eduardo A. Vizer
"If we knew what we were doing, it wouldn't be called research, would it?". Si supiésemos lo que estamos haciendo, no sería llamado investigación, no? Albert Einstein, ironizando sobre la investigación teórica.-

Presentación.-

1ª. PARTE: Estrategias teóricas para investigar en comunicación.-

I.-. La comunicación como intersección crítica: cultura, tecnología y ciencias sociales.- 27

II.- El "lugar" de la comunicación: aportes para un Programa de Investigación sociocomunicacional. Cinco proposiciones centrales sobre colectivos sociales.- 49

III.- Dimensiones sociales de la comunicación; dimensiones comunicacionales de lo social. Líneas y problemáticas de investigación.- (Comentarios de M. A. da Mota Rocha). 99

IV.- "Im-pensar" la comunicación. La doble faz de la sociedad mediatizada (buscando interfases).- 127

V.- Mundos de la vida mediatizados. 157
Notas para un modelo de comunicación y 3 tesis exploratorias.-

VI.- 4 preguntas para intelectuales de la comunicación en Latinoamérica.-
Propuestas al Plan Plurianual Nacional en Ciencia y Tecnología. Ciencias de la Comunicación: cinco "Objetivos de desarrollo y fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación". 196

2ª. PARTE: Socioanálisis, comunicación y organización social. Investigar e intervenir en comunidades e instituciones.-

VII.- El Socioanálisis como metodología de investigación diagnóstica e intervención.- 207

VIII.- Socioanálisis y comunicación en comunidades y organizaciones sociales. El Dispositivo de análisis y diagnóstico.- 225

IX.- Socioanálisis, acción colectiva, tecnología e intervención social estratégica.- Vizer & Helenice Carvalho. 252

X.- La caja de pandora: tendencias y paradojas de las TIC. Vizer & Helenice Carvalho. 273




Presentación

Este libro trae textos recientes y una revisión –en algunos casos una reelaboración– de diferentes trabajos de los últimos años. Algunos se han publicado parcialmente en Revistas académicas digitales o en papel, dos corresponden a capítulos de libros traducidos e impresos en Brasil, uno editado en España y dos se hallan aún inéditos. Varios corresponden a versiones de propuestas e ideas desarrolladas originalmente en artículos que han sido publicados en revistas científicas internacionales de España, Argentina, Brasil, México y en traducciones al inglés, o como capítulos de libros en ediciones con circulación generalmente limitadas al ámbito académico. Debo agradecer a la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, a través de los Programas UBACYT que brindaron el apoyo que permitió el trabajo de investigación y la publicación de este libro.
Como la mayor parte de mi actividad corresponde a seminarios en diferentes países, creí importante ofrecer estos textos reelaborados en la forma unificada de un libro. Considero siempre útil que en textos sobre investigación social y comunicacional los temas cubran desde problemáticas teóricas y epistemológicas, hasta prácticas de intervención: en proyectos públicos, organizaciones y comunidades. Los problemas de investigación que enfrentamos todos (ya sea como investigadores formados o en formación) son prácticamente los mismos en cualquier lugar: elegir temas y definir problemas relevantes de investigación (o de tesis); plantear cuestiones y preguntas adecuadas; delimitar un tema; plantear los marcos teóricos y definir los procedimientos metodológicos más apropiados, etc. Como verá el lector, éste no es un libro "sobre" metodología, sino sobre estrategias teóricas y propuestas metodológicas de investigación para abordar la discusión y el análisis crítico de temas y problemas íntimamente ligados entre sí en la investigación sociocultural: concepciones sobre la tecnología, la Sociedad de la Información, la quiebra y la rearticulación de los lazos sociales, la mediatización creciente de las prácticas sociales, la penetración y la dependencia de las Tecnologías de Información y Comunicación, la globalización de los procesos de mediatización social construida por la prensa, la radio, el cine y la televisión. Las cuestiones sobre transparencia, libertad de expresión y democratización de la comunicación; sus relaciones con la política, la educación y la participación social en las cuestiones públicas. También han tomado relevancia las investigaciones sobre las tendencias y la formación de movimientos de participación y protesta que configuran un nuevo escenario (¿mundial?, global?), que pone a la sociedad civil en un plano relevante y de contrapunto (y a veces de enfrentamiento) con los grandes actores tradicionales del poder económico-corporativo, con las instituciones del Estado, o con organismos internacionales –cuando éstos pretenden erigirse en rectores de las políticas de los Estados nacionales (FMI, OCDE, OMC, etc.)–. Cualquier revisión de los temas de investigación que se realizan en Institutos y universidades muestra una preponderancia muy fuerte de estas problemáticas o de sus consecuencias. En el capítulo X por ej., se aborda la actualísima cuestión de la mediatización social, los usos de las TIC y el papel de la telefonía celular móvil en las movilizaciones sociales (la Primavera Árabe por ej.).
En América Latina hay mucha investigación sobre cuestiones de la realidad política y social, pero no parece haber preocupación suficiente hacia los problemas y los instrumentos teóricos y metodológicos, o al menos hacia la construcción de teoría que oriente diferentes caminos para la investigación: se tiende a seguir los paradigmas cambiantes sobre los modos de abordar la investigación, el conocimiento, y la intervención social. Es fundamental la formación de especialistas con experiencia en teorías y metodologías de intervención "blanda y participativa", dentro del rol de comunicólogo (sociólogo, psicólogo social o antropólogo), capaces de poner su saber –y sobre todo su saber hacer profesional en calidad de mediador social– para ayudar a descifrar las lógicas de funcionamiento "micro" (o bien "local-global") en instituciones, grupos y comunidades que conforman nuestras sociedades complejas. Muchas imágenes maniqueas y contradictorias se han ido instalando en los medios de comunicación y la opinión pública sobre la naturaleza inevitable de las fuerzas mundiales que rigen la "mano invisible" del mercado, o el evidente realismo pragmático en las políticas que deben seguir los Estados nacionales y las tendencias globales a las que deben amoldarse o doblegarse.
En todos los ámbitos institucionales y académicos se ha establecido una hiperdivisión técnica y social del trabajo como principio rector para el pensamiento y la acción. Se ha naturalizado el fraccionamiento de los temas y los problemas en compartimientos estancos, tanto en la realidad económica como la social. Esta segmentación del conocimiento se nota por sobre todo en la formación educativa elemental, secundaria y terciaria, ésta última regida por el principio de la formación especializada y las demandas hacia los mercados segmentados. Y el discurso sobre el desarrollo de la "reflexividad" (económica, política y cultural) en las sociedades avanzadas –que debería idealmente sostener una visión no solamente "holística" sino también crítica de sistemas articulados e interdependientes entre sí- hace precisamente lo contrario. Se realimenta una visión reduccionista y distorsionada de las conflictivas fuerzas que operan dentro y entre las sociedades, contraponiendo clases y sectores nacionales, debilitando la construcción de una visión global y compartida sobre los intereses y posiciones comunes que se deberían articular ante un Primer Mundo corporativo, de poderes centralizados y hegemónicos, pero que muestra fuertes tendencias sociales de fraccionamiento interno. En otras palabras, el mundo corporativo ya no es sinónimo de Primer Mundo, pues se ha globalizado, fracturando las sociedades nacionales en "submundos" articulados o no entre sí, compitiendo ferozmente por porciones de un único mercado global. Los discursos sobre la lógica de las redes y la reflexividad en el mundo actual están oscureciendo a los discursos y las investigaciones que buscan entender las lógicas de las estructuras que rigen las transformaciones sociales. Redes de "superficie" que emergen y se manifiestan como fenómenos surgidos y condicionados por (infra) estructuras socioeconómicas de fondo (¿las viejas leyes del capitalismo?). O bien: en última instancia, el triunfo final del capitalismo (que se presenta bajo formas discursivas como "sociedad posindustrial", "nueva economía informacional", "capitalismo reflexivo", o la figura ambigua de "capitalismo cognitivo"). Un neo "capitalismo informacional" que habría sufrido tal transformación, que ya todo se reduce a un juego casi aleatorio de posiciones de los actores reflexivos dentro de redes y sistemas que escapan a todo control de los Estados nacionales. El papel que juegan y jugarán las nuevas tecnologías -en especial de las TIC y de la biotecnología-, tiene un lugar central en la discusión sobre las tendencias y las concepciones que se barajan sobre el tipo de escenarios que presentarán nuestras futuras sociedades (¿de la información, de la comunicación, del conocimiento?).
La 1ª. Parte del libro presenta proposiciones teóricas y metodológicas generales para la investigación sociocultural en ciencias sociales. El capítulo introductorio, denominado La comunicación como intersección crítica: cultura, tecnología y ciencias sociales, se ocupa del rol central que ha cobrado el desarrollo de las tecnologías -y en especial las de la información y la comunicación- para transformar todos los órdenes de la cultura, la vida cotidiana y sus prácticas, así como sus formas organizativas. Las fracturas y la fragmentación social, tienen en las ciencias sociales su equivalente en la fragmentación de las disciplinas y las áreas de conocimiento.
Si el capítulo I es una discusión sobre las relaciones entre la comunicación, la cultura, tecnología y ciencias sociales, el capítulo II - "El 'lugar' de la comunicación..." - aborda temas de epistemología, y estrategias metodológicas de investigación social buscando el "lugar" que ocupa la comunicación, pasando revista a diferentes escuelas y posturas sobre las relaciones entre métodos científicos y la construcción de conocimiento sobre procesos sociales. Discute críticamente las limitaciones y posibilidades de diferentes metodologías y paradigmas de la investigación: del naturalista al interpretativo, la versión "tradicional" de éste último, y la posición crítica. Aborda los problemas que enfrenta la investigación social que se presenta como "investigación diagnóstica", o la "investigación participativa", que implican directamente al investigador en las problemáticas de una institución o una comunidad, y que llevan a investigar y diagnosticar problemas "en el campo" y a diseñar estrategias de intervención directas. Se unen ahí la investigación con el diagnóstico y la intervención sobre los problemas, desarrollando planes que incentiven la incorporación directa de los propios miembros de una comunidad o una institución en el diagnostico y en la elaboración de programas en los mismos. Como modelo demostrativo de esta metodología de "investigación-acción" que articula la teoría con el abordaje de problemas y el diseño de estrategias de intervención, presento los trabajos de la 2ª. Parte, comenzando por el número VII "El Socioanálisis como metodología ...". Sus propuestas metodológicas han sido aplicadas al abordaje, el análisis y la intervención en toda clase de comunidades y organizaciones a través de lo que he denominado "Dispositivo de Socioanálisis", el que se presenta en el cap. VIII.
En el capítulo II, quiero resaltar especialmente la atención sobre la sección "Colectivos sociales y comunicación. Hipótesis y categorías de análisis tentativas para un Programa de Investigación Sociocomunicacional", y las siguientes "Cinco proposiciones centrales: colectivos sociales desde la perspectiva sociocomunicacional".- Estas últimas proposiciones se presentan en los cap. II y VIII como una 'declaración de principios' e intentan abrir una perspectiva, o una estrategia para el planteo de problemas y el abordaje de relaciones interdependientes entre procesos sociales y procesos comunicacionales en tanto constituyentes mutuos de toda forma de vida humana. Señalo que "en principio, ya no todos los epistemólogos de la ciencia se ciñen a afirmar que solamente existe un método -el naturalista- para las diferentes ciencias. Para algunos, solamente el método naturalista clásico reúne las condiciones fundamentales para reconocer el estatus auténticamente científico para una teoría. Para otros, las ciencias sociales además del método naturalista (cuanti y cualitativo), precisan de una metodología interpretativa; dispositivos y técnicas de interpretación que permitan -reconociendo el legado de la sociología comprensiva de M. Weber- aprehender el sentido subjetivo que atribuyen los agentes sociales a sus acciones. Hay dos diferentes líneas de análisis: una escuela prefiere centrarse en el estudio de las razones de los sujetos, y la segunda intenta profundizar en el conocimiento y la comprensión de las motivaciones. Las "razones" evidentemente suponen la existencia de procesos concientes y racionales de interpretación y toma de decisiones por parte de sujetos independientes. Por otro lado, las "motivaciones" aluden a la necesidad de analizar procesos y mecanismos varios -en especial las emociones- para comprender el sentido que los actores sociales atribuyen a sus acciones sociales".
El tercer trabajo, denominado "Dimensiones sociales de la comunicación; dimensiones comunicacionales de lo social", presenta una propuesta de áreas estratégicas de problemas a ser abordados, y el ejemplo de un posible Programa de Investigación que asocia un modelo de investigación con ciertas proposiciones sobre la existencia de dimensiones -a la vez analíticas y sistemáticas- que instituyen a las organizaciones y a los procesos sociales fundantes en cualquier sociedad humana (propuesta teórica presentada en los capítulos VII y VIII sobre "Socioanálisis" y fundamentada analíticamente en el libro "La trama (in)visible de la vida social…".) Este paradigma "socioantropológico", se completa con el abordaje de la dimensión social y simbólicamente constituyente de los procesos y las prácticas de comunicación (en un sentido próximo al adjudicado a los "Programas de Investigación Científica" por el epistemólogo húngaro Imre Lakatos). Hasta el momento, este trabajo ha sido publicado en una versión original reducida en la página web de "Intexto", órgano de publicación científica de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS) así como en "Comunicación e Interdisciplina", libro colectivo de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), del 2008, y una versión reducida en Zigurat en el 2006, (Zigurat es el órgano oficial de publicación de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires). Al final del trabajo se agregan también los instigantes comentarios realizados por la investigadora brasileña Eduarda da Mota Rocha. Los mismos se presentaron (y se discutieron), en el Grupo de Trabajo sobre Epistemología, en la XVI Reunión anual de la Compós (la Asoc. brasileña de Posgrados en Comunicación).
En varios de los trabajos (en especial los capítulos IV y V) se presentan ciertas hipótesis sobre las relaciones entre los procesos de mediatización y la recepción, así como la comprensión de mensajes mediáticos a través de la "proyección" de esquemas y categorías de formación de sentido que hacemos en la vida cotidiana. En estos capítulos –el IV solo se ha publicado en portugués como parte de una investigación realizada en cuatro países a través de un Programa de Investigación Prosul del Conselho Nacional de Pesquisa del Brasil (CNPq). En él se aborda la necesidad de comprender y, asumiendo la propuesta de Wallerstein para la sociología, "impensar" la comunicación y desarrollar teorías y metodologías apropiadas para el análisis de las particularidades de los complejos procesos de mediatización social, la digitalización y los procesos audiovisuales. Se propone confrontar los desafíos que nos plantean los procesos de "doble faz" de la mediatización social; por un lado en tanto infraestructura tecnológico informacional, y por el otro una "superestructura" comunicacional. En primer lugar, señalo el riesgo de la intrusión de las tecnologías -en especial las de información y comunicación-, y la producción de diversas y nuevas fracturas socioculturales, mas allá de los que tienen o no acceso a ellas, y sobre todo los riesgos del surgimiento de nuevas formas de exclusión digital (por edad, por educación, por capacidad cognitiva, poder económico, etc.). Al mismo tiempo, se nos plantea como un problema -mas cultural y "abstracto" que el anterior-, evitar que los que han ingresado "por arrastre" a esta nueva cultura global (que bien podemos asociar a las concepciones vigentes sobre la Sociedad de la Información), no pierdan el sentido de pertenencia, la identidad y la diversidad cultural originarias. Este es un tema central en varios de los capítulos: como afrontar los desafíos que nos presenta la invasiva cultura tecnológica, -y en especial las ciberculturas de la información y la comunicación globalizadas-. Todo en medio de la aceleración de los tiempos sociales y la desinformación (condicionada por las paradojas de la saturación y la sobreinformación permanente). Y además la confusión y la pérdida de referencias teóricas para pensar desafíos a veces antagónicos: homogeneización cultural, fragmentación social, derecho absoluto o condicionado a la libre expresión y a la diversidad de identidades. Se está imponiendo -paradojalmente-, un proceso de universalización de visiones particularistas (a veces delirantes como los fundamentalismos), y paralelamente una proyección de imaginarios comunes y compartidos de creencias, valores, imágenes, reglas operativas y tecnologías, los que influyen en el actual proceso de globalización y pérdida de diversidad cultural. Desde la educación primaria hasta la universidad, se obedece a la influencia de un paradigma universalista y utilitarista para la enseñanza y la construcción de conocimiento, y se tienden a socavar las posibilidades de implementación de estrategias de enseñanza y aprendizaje que favorezcan y cultiven una auténtica diversidad cultural y estilos de pensamiento alternativo. Nos basta observar como los medios de comunicación, la publicidad, las encuestas, el marketing, y los líderes de opinión (artistas, deportistas, intelectuales y políticos, y opinólogos bien o mal intencionados) representan a los actores más relevantes e "integrados" de los nuevos escenarios de la cultura global. Un tema que creo muy importante está presentado en el final del libro (cap. X) 'Teléfonos celulares, convergencia e hipermediatización', e 'Hipermediatización: algunas tendencias específicas asociadas a las tecnologías, en especial las TIC'.- Conferencia dictada en Itamaraty (Brasilia, 2010), en el Congreso de FIAM en China en 2011, y discutida en varias reuniones especializadas en Argentina, Brasil, Canadá y España.

"4 Preguntas para intelectuales de la comunicación en Latinoamérica" es un trabajo muy corto sobre líneas institucionales que marcan el origen y desarrollo de los estudios universitarios de la comunicación en las circunstancias en que tuve el honor de fundar la Carrera en la Universidad de Buenos Aires. En su origen, corresponde a un cuestionario que se hizo a docentes e investigadores de la UBA sobre las condiciones sociales en que se desarrollan los estudios de comunicación. Las respuestas salieron publicadas en un libro de la propia Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires la UBA. En él se presenta mi opinión sobre las cuatro preguntas centrales que se nos plantearon. Recalco en este trabajo la propuesta sobre áreas prioritarias de investigación que oportunamente envié a la Carrera de Ciencias de la Comunicación para ser elevadas a la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación. Las catorce líneas de investigación que presenté fueron aumentadas y enriquecidas con el aporte de colegas que sumaron sus propuestas. Este es uno de los aportes más desconocidos e interesantes que brinda este trabajo, ya que en el año 1999 fuimos originalmente requeridos por la SECYT (Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación) para determinar "áreas de vacancia" fundamentales para el desarrollo de la investigación en Comunicación. Proposiciones que debieron ser implementadas en el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología a partir de ese año. Lamentablemente, el Plan no pudo ser llevado adelante debido a la crisis que asoló al país en esos años. Tampoco fue publicado en la Argentina el trabajo que por motivos de espacio no es posible presentar aquí, pero si una síntesis en el Primer Coloquio Argentina-Brasil del año 2007 en los anales de Intercom -con el título original de "Ciencias de la comunicación: ¿qué "cultura institucional y disciplinaria" estamos construyendo?"-. Este fue escrito para divulgar en la Argentina las conclusiones y el reconocimiento de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación a la importancia estratégica reconocida a los estudios de comunicación. Finalmente tuve el honor de que fuera elegido como nota principal, publicada en el órgano del Programa de Posgrado en Comunicación de la Universidad Unisinos del Brasil. La lamentable conclusión –en una situación típicamente argentina- es que ese trabajo realizado para el principal organismo en políticas científicas de la Argentina, solo se conoce y ha sido publicado en el exterior.
La 2ª. Parte del libro (Cap. VII) comienza por "El Socioanálisis como metodología de investigación diagnóstica e intervención". Se presentan los antecedentes de la construcción de un modelo teórico de análisis, articulado a una metodología empírica de investigación diagnóstica para la intervención en comunidades y organizaciones. Los procesos sociales objetivos, los conflictos y los problemas son abordados con una metodología participativa, apoyadas con técnicas comunicacionales. Se aplican estrategias y dispositivos discursivos y simbólicos en comunidades y organizaciones sociales (ONG´s, asociaciones vecinales, movimientos sociales, etc.). Estas son contextualizadas desde diversas perspectivas teóricas: como movimientos sociales, como la emergencia de expresiones de la sociedad civil, como Tercer Sector, etc. Tomamos en consideración también hipótesis y conceptos correspondientes a una visión relativamente crítica sobre la teoría del capital social, así como una propuesta teórica a desarrollar sobre procesos de acomodación y asimilación ecológica de los individuos y comunidades a las condiciones materiales, sociales y cultural-simbólicas de la vida social. Esta propuesta de construcción teórica se presenta bajo la noción de "cultivo social". En esta sección del libro se presentan técnicas para abordar problemas como las transformaciones dramáticas y crecientes para la reconstitución de los lazos sociales en la sociedad actual y las teorías y metodologías que intentan abordar su estudio (como la teoría del capital social). En el VIII capítulo se presenta un dispositivo de análisis ampliamente probado, que permite la investigación diagnóstica y participativa y la intervención en comunidades e instituciones, así como problemáticas y desafíos de los programas y planes para incentivar la integración y la solidaridad social, considerando una discusión sobre la teoría del capital social. Se han implementado Programas asociados a estrategias que se apoyan en procesos, medios y Tecnologías de Información y Comunicación que ayudan a promover el desarrollo social en comunidades.
En el capítulo IX ("Socioanálisis, acción colectiva, tecnología e intervención social estratégica") se tratan las posibilidades de intervención social estratégica en movimientos sociales y barriales, en comunidades y en los procesos denominados de acción colectiva. Se agrega un texto de la investigadora brasileña Helenice Carvalho, donde se presentan conclusiones sobre los 16 años de implementación del Presupuesto Participativo en los cuatro mandatos de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en Rio Grande do Sul. En este cap. se discute el Socioanálisis como aporte a una "ecología sociocomunicacional". El último trabajo "La caja de Pandora: tendencias y paradojas de las TIC", ha sido publicado en partes como resultado de conferencias dictadas en Brasil, Argentina, China y Canada. Cierra el libro con un análisis de implicancias y tendencias que presentan las TIC, y tambien relaciona los movimientos sociales espontáneos como el que se produce primero tras el atentado de Madrid en marzo de 2004, luego en Irán en 2009, y ya en 2011 en los diferentes movimientos de la "Primavera árabe" con el uso de los celulares –como ejemplo de las nuevas modalidades de acción social espontánea que se producen entre la mediatización social y las formas de acción política –.

Para prevenir cualquier interpretación tecnologicista, cierro esta Presentación con una cita sugestiva que extraigo de "El desafío de la Cultura Tecnológica…" (Vizer, Gedisa 2007) "Seymour Papert (MIT, l990), previene contra los riesgos del pensamiento tecnocéntrico en la educación computacional en base a reglas lógicas y universales como los de la inteligencia artificial, los sistemas expertos y los modelos de la mente del tipo "procesamiento de la información" y le contrapone la noción de "crítica computacional" (computer criticism) por analogía con la crítica literaria, y la crítica social. El mismo autor señala que la intimidación y el desconocimiento tecnológico nos han llevado a ver como una propiedad de la computadora lo que realmente es un constructo cultural".
Aclaración: el lector hallará que los diferentes trabajos insisten en articular entre sí problemáticas compartidas, que van desde las preocupaciones epistemológicas y metodológicas de la investigación social hasta la presentación de ciertos términos teóricos y proposiciones metodológicas que intento aplicar en diferentes contextos. Pido disculpas al lector porque también se verán alguna que otra frase corta y conceptos insistentemente empleados en uno y otro capítulo. Pero hay que considerar que varios trabajos se han publicado por separado, y algunos realizados para seminarios y cursos en distintos momentos y países. Esto hace inevitable aclarar al lector que mi objetivo era presentar, desarrollar y discutir un cuerpo de proposiciones teóricas y metodológicas. La discusión sobre los problemas que se presentan es no solo necesaria sino también muy fructífera para el desarrollo del campo de la comunicación, y la discusión teórica responde a la necesidad de contar con instrumentos conceptuales de análisis. Las teorías sirven como instrumentos de indagación de la realidad, por lo que me propongo discutir proposiciones y métodos como: el Socioanálisis, el concepto de cultivo social y la teoría del capital social, las dimensiones auto e interreferenciales de la comunicación, topologías y dimensiones socioculturales, los medios de comunicación y las TIC y la construcción diferenciada de tiempos y espacios físicos, simbólicos e imaginarios, la "Cultura Tecnológica", la mediatización y la "Sociedad de la Información o de la Comunicación", así como otras proposiciones que se presentan en los diferentes trabajos. Además, se verá que las aplicaciones que hago de esas proposiciones y conceptos corresponden a diferentes situaciones, y al objetivo central de desarrollar estrategias de investigación empírica e intervención así como la construcción de abordajes teóricos. Varios lectores, colegas y amigos me han insistido en que la mejor manera de afianzar el andamiaje teórico y metodológico que procuro desarrollar, implica construir dispositivos de investigación para aplicarlos en forma constante y metódica, -y además, discutirlos y difundirlos-.
Referencias originales de los trabajos del libro
"4 preguntas para intelectuales de la comunicación en Latinoamérica". En "viejos problemas, nuevas preguntas". Capitulo de libro. Ed. El Mate, Bs. As. 2004
Se ha publicado una versión como "Metodología de investigación, análisis diagnóstico e intervención en instituciones y comunidades" en Savia de la Universidad de Sonora (México) y en Redes.Com No 2. Sevilla 2005. Instituto Europeo de Comunicación y Desarrollo. La primera versión como "Metodología de intervención en la práctica comunitaria: investigación acción, capital y cultivo social. En "Voces Cidadás: Aspectos teóricos..", compil. Cicilia M. Krohling Peruzzo. Ed. Angellara, S. Paulo, 2004. ISBN 85-86421-07-03. Otra versión bajo el título "Presentación de un dispositivo analizador para diagnóstico e intervención social".-, publicado en Pensamento comunicacional-latinoamericano. Org. M.C.Gobbi & J. Marques de Melo. UNESCO & Un. Metodista 2004. S. Paulo, Brasil, 2004. ISBN 85-87589-31-8.
"El "lugar" de la comunicación: aportes para un Programa de Investigación sociocomunicacional. Cinco proposiciones centrales sobre colectivos sociales", en una versión original se ha publicado como "Paradigmas y estilos de conocimiento". Capítulo de libro digital coordinado por Dinorá Fraga y Ana Tais Portanova. Porto Alegre, Brasil, 2007
"Dimensiones sociales de la comunicación, dimensiones comunicacionales de lo social. Líneas y problemáticas de investigación". Comentarios de M. A. da Mota Rocha, se presentó como "Aportes a una teoría social de la comunicación". Trabajo discutido en la Compós 2007 (COMPÓS es la Asociación de Posgrados en Comunicación del Brasil). Se publicó en Web Intexto, Publicación electrónica del Posgrado en Comunicación de la UFRGS. Univ. Fed. De Rio Grande do Sul. No l, 2005, y por último en una versión reelaborada al inglés (Famecos No. 40, 2009). Public. del Posgrado en Comunicación de la Pontificia Univ. Católica de Rio Grande do Sul).
"La comunicación como intersección crítica" es inédito. Una versión parcial del cap. X con el título de "Convergencias y divergencias entre TIC's, movimientos y militancias", ha sido publicado en el número 71 de Telos (Madrid, 2007), y otra versión parcial portuguesa en Brasil, en un libro denominado "Midia e movimentos sociais" coordinado por mí y J. Ferreira (Paulus, 2007, Sao Paulo).
El trabajo del cap. IV fué originalmente publicado en Brasil como 'Mediatizaçao e (trans)subjetividade na cultura tecnológica. A dupla face da sociedade mediatizada' en 'Midiatizaçao e processos sociais na América Latina', por la Editorial Paulus (2008).








Prólogo


Uno de los retos centrales que asume Eduardo A. Vizer en este libro es la formulación de categorías analíticas aplicables de manera común a los procesos sociales y a los comunicacionales en el entendido no sólo de que ambos son indisociables sino, a la vez, de que su conocimiento requiere recuperar la integralidad de las miradas investigativas –hoy todavía hiper-fragmentadas por las ilusiones del posmodernismo– tanto como la prospectiva transformadora.
Para ello el autor, dando continuidad a la tarea que ya emprendiera en La trama (in)visible de la vida social (2003 y 2006), enfrenta críticamente otras cuestiones fundamentales: la inercia e inocuidad en que fueron sumidas las Ciencias Sociales por el exitismo tecnocrático de los "fines" de la historia, los "metarrelatos" o la política, el reiterado y no siempre productivo debate en torno a cuál es o debería ser el objeto de estudio de la Comunicación, la consiguiente polémica definición de los encuadres y procedimientos útiles para su indagación, las viejas mas renovadas presunciones sobre la centralidad tecnológica y su capacidad redentora y, por último, la frecuente desconexión que se registra entre modelación teórica y realidades concretas.
Se trata, en general, de temas de alta dificultad pero también de indispensable como apremiante examen para quienes se interesan en la investigación de lo social (o sociocomunicacional) y en las formas de intervención social probable. Y cabe decir que Eduardo brinda relevantes aportes para todos ellos en su prolongado camino de reflexión propositiva.
Con la convicción de que la historia no ha terminado y de que más bien está acelerándose, el autor acude a la epistemología histórica para desmontar los supuestos que cimentan la racionalidad practicista de los profetas del presente perpetuo así como para deconstruir aquella circunscripción conceptual que confinó a la Comunicación dentro de los límites de la instrumentalización rentable. Para él, en cambio, la Comunicación es un "proceso de construcción de sentido y de valor" por el que los seres humanos se apropian simbólicamente del mundo estructurando la ecología social en la que se forman y transforman los colectivos sociales.
De ahí que llame la atención sobre la falta de socialidad en los abordajes teóricos que se suele emplear para aprehender el fenómeno comunicacional y que convoque a reevaluar, desde el punto de vista epistemológico, los marcos interpretativos y las categorías de las aproximaciones científicas vigentes. Sus planteamientos acerca de la incorporación de la historicidad en los estudios de la realidad social, al igual que respecto a la búsqueda de un "paradigma integrador o re-integrador" que opere de modo transdisciplinario y sea capaz de dar cuenta de la complejidad propia del constructo socio-técnico-cultural que es esa realidad, completan las orientaciones que ofrece en el orden más abstracto de los niveles teórico y metodológico de la investigación.
Incluye asimismo, en varios momentos, una discusión con relación a la creciente presencia de las tecnologías de la información y la comunicación en todos los planos de la vida actual en sociedad y se guía para eso por la metáfora heideggeriana de que la tecnología no es sino un puente con similar potencialidad para unir que para separar, visión que introduce una alternativa de superación del dilema que opone "apocalípticos" a "integrados" o tecnófobos a tecnófilos. En este caso, además, adquiere validez complementaria su invitación a estudiar lo social en y desde las interfaces disciplinarias.
Eduardo sostiene que la Comunicación es aún un "campo anárquico de investigación" que ha alcanzado mayor desarrollo en el ámbito institucional universitario que en el epistémico, por lo cual las investigaciones efectuadas en la materia se distinguen predominantemente por la "in-disciplina" y por haber dejado sin considerar muchas "áreas de vacancia", esto es, inexploradas. Tal preocupación lo lleva a configurar no solamente un conjunto de categorías de comprensión del objeto comunicacional (modelo tridimensional) sino todo un armazón (dispositivo de análisis) que articula un cuadro teórico con un procedimiento de diagnóstico empírico de comunidades, instituciones y organizaciones sociales con propósitos de intervención. Así, el socioanálisis que postula y muestra en funcionamiento constituye una estrategia investigativa que conjuga el pensamiento crítico con la perspectiva comunicacional inserta en lo societal, a la vez que promueve la sinergia de participación social y voluntad de acción.
El aterrizaje de los conceptos que hace posible el señalado dispositivo encuentra basamento y pertinencia en las particularidades y urgencias de América Latina, región donde las dinámicas sociales traducen cotidianamente las tensiones entre los efectos de las políticas neoliberales y las demandas y movilizaciones del denominado Tercer Sector, entre la gobernabilidad formal de las instituciones y la democracia cercana que quiere la gente, entre la globalización importada y la re-emergencia de lo local y municipal o entre los medios del poder y el poder que puede instalarse y manifestarse en los nuevos medios.
El autor, en ese trayecto, construye una trama conceptual apelando a elaboraciones clave de Jürgen Habermas, Peter Berger, Thomas Luckmann, Pierre Bourdieu, Immanuel Wallerstein, Edgar Morin, Anthony Giddens, Ilya Prigogine o Clifford Geertz, entre otros, con lo que confirma la apuesta y la certeza de que la Comunicación no puede ser investigada, planificada, ejecutada ni enseñada por fuera de lo social, conciencia cada vez más extendida entre los comunicólogos latinoamericanos que debe conducir en breve a eliminar los equívocos conceptuales que sugieren que sería posible pensar algunas formas "a-sociales" de la interacción comunicacional. Pero, igualmente, ratifica con ello la opción por el necesario diálogo entre disciplinas, única manera de distinguir, perfilar y comprehender un objeto estructuralmente transversal y complejo como la Comunicación (o en general como cualquier otra dimensión de la realidad social), así como por la mirada analítica crítica, ésa que desde la utopía desvela las estrecheces, las inconsistencias y los ardides de los saberes consagrados tanto como los de los simulacros de oportunidad que suelen sustituirlos.
Investigar en Comunicación – Socioanálisis e intervención social es, pues, un libro intranquilizador, en tanto contribuye a remover desde abajo el sosiego de quienes se acogen al magíster dixit o a las simplificaciones del mercado y porque provoca a los que defienden visiones estáticas de la dialéctica o a los que aspiran a una seudo-disciplinarización comunicacional excluyente. Más no se detiene en eso. Luego de hacer énfasis en la fundamentación ontológica del campo trabaja en la composición de un referencial teórico que se expresa posteriormente en un diseño operativo para investigar los vínculos entre prácticas de comunicación y procesos sociales e institucionales en que ocurre el "cultivo social" y en que se intersectan los mundos de la acción social objetivada y de las subjetividades formadoras de sentidos, con foco particular en la experiencia de los movimientos sociales que despliegan tareas de activismo en vista a producir transformaciones.
Es entonces cuando brota con fuerza la propuesta más ambiciosa de Eduardo: el Programa de Investigación Científica Sociocomuni-cacional, que en la línea propugnada por Imre Lakatos se dirige a impulsar procesos de conocimiento guiados por una lógica progresiva, de refutación superadora de las teorías precedentes y generatriz, por tanto, de nuevos contenidos empíricos corroborados, con el aditamento de que el autor adopta una "perspectiva constructivista y pluridisciplinaria".
Dividido en dos partes, "Encuadres y estrategias teóricas para investigar en comunicación social" y "Socioanálisis e intervención social. Investigar e intervenir en comunidades e instituciones", el libro comprende diez trabajos –algunos de ellos preparados en colaboración con Helenice Carvalho– que vieron la luz entre los años 2001 y 2008 de los que varios fueron publicados y/o debatidos en Argentina, Brasil y España principalmente.
"Nunca como en el presente, tantos conocimientos hicieron tomar conciencia de tanta ignorancia. Nunca tantos discursos parecían encubrir tantos silencios", dice el autor, lo que explica su compromiso con la duda desestabilizadora de "lo dado" que hace florecer la imaginación y des-cubre horizontes para el conocer y para el actuar.
Los varios textos que conforman este libro entrelazan temas, preocupaciones, ideas y formulaciones, remitiendo en último término al núcleo común en torno al cual están concebidos y organizados: la articulación de un modelo teórico sociocomunicacional útil para la investigación concreta de los procesos de sentido en que el Sector Social crea y recrea su vida cotidiana a la par que sus esperanzas y dinámicas de futuro.
Investigar en Comunicación – Socioanálisis e intervención social está muy lejos de pretender erigirse en guía convencional sobre las teorías comunicacionales o acerca de las posibles modalidades de abordaje investigativo del objeto Comunicación; eso queda explícito –y descartado– desde la primera página. Su sino como libro es más elevado, o más profundo, como quiera verse. Por ende, es más bien un material que requiere de lecturas detenidas y de entrecruzamientos y contrastaciones de lo que es expuesto en él, razón por la que seguramente entregará frutos de otra densidad a quienes se le aproximen. Y llega en medio de la reorganización de la hegemonía internacional, de la recomposición de los estándares del conocimiento y de un lapso de decisiones históricas para América Latina.
Proveniente de la Sociología, Eduardo A. Vizer ha hecho de la Comunicación su territorio vital. Es a partir de ese locus que su labor intelectual y docente, iniciada en su Argentina natal, se viene proyectando por el subcontinente latinoamericano, pero también en América del Norte y en naciones de la Europa latina. Este libro, sin duda, es un nuevo paso hacia la plasmación de una ruta analítica que, sin estar libre de controversia o tal vez por ello mismo, se anuncia fructífera.
La Paz, septiembre de 2011
Erick R. Torrico Villanueva
Presidente de la Asociación latinoamericana de investigadores de la comunicación (ALAIC)





La comunicación como intersección crítica: cultura, tecnología y ciencias sociales.

La cultura, así como la comunicación, son nociones omnicomprensivas y multidimensionales. Como la noción anglosajona de 'constructo', pueden cumplir la función de articular y organizar cognitivamente todo el conjunto de procesos, actividades, y productos realizados por los hombres.
Es una noción que construye, etiqueta y organiza cognitivamente la heterogeneidad compleja e histórica de la praxis humana en un conjunto de universos de sentido. Universos que el hombre registra (como diría Lacan) en clave "real, simbólica e imaginaria". Registros que se leen como espacios y objetos significantes a los que entendemos como realidad. Una realidad (o realidades) dentro de la cual nos hallamos inmersos como actores y como observadores, y a veces como intérpretes de una praxis temporal e histórica.
El siglo XX ha generado una versión hipertecnológica de la cultura (que es sino la cibercultura?). La Cultura Tecnológica de nuestros tiempos es hoy una cultura 'operativa', un manual para manejar instrumentos y dispositivos, programas codificados y –como resultado visible–, una proyección emergente de figuras, imágenes, índices, sonidos y palabras. Las tecnologías, y muy especialmente las de la información y la comunicación, están transformando en forma exponencial todos los procesos y relaciones dentro del conjunto de la cultura. Redefinen y mediatizan las relaciones entre los actores sociales, las instituciones y los sistemas en inéditas dimensiones espaciales y temporales, tanto a nivel micro como macro. Y crean las condiciones necesarias –aunque no suficientes– para los actuales procesos de "mundialización-globalización".
Ante esta situación, las ciencias sociales, como interpretantes intelectuales de la Modernidad, como epítomes de la racionalidad y la objetivación crítica de sus "universos de sentido" se encuentran en crisis. Las disciplinas sociales y culturales, sus teorías y sus lenguajes especializados –en la rica metáfora de Whitehead– han dejado de ser "redes" conceptuales adecuadas para pescar en el mar de la realidad.
Los integrados –en la versión economicista y posmoderna de la sociedad- han hegemonizado los escenarios de la política y la cultura, y desde las calles de las ciudades los apocalípticos proclaman que "nuevos mundos son posibles", para salvar ya no solo a los "condenados de la tierra" sino a la propia tierra de su destrucción. No podemos olvidar que los "mitos emancipatorios" siempre surgieron de visionarios e intelectuales –muchas veces apocalípticos-, pero se alimentaron y crecieron en las calles.
Cultura y tecnología (sentido y mediación)
La relación entre los términos cultura y tecnología revela una estrecha convivencia entre dos universos sociales de formación de sentido. En una versión neutra, la tecnología actual –como producto de una historia moderna– es representada como "control de la naturaleza, y permanente transformación social al servicio del hombre". La "cultura" por otro lado, es presentada tanto por el Romanticismo como en la incipiente Antropología del siglo XIX como la interpretación de las tradiciones, las permanencias y la identidad nacional (en Europa), así como un muestrario de la diversidad humana y de los pueblos en el resto del mundo. También a comienzos del siglo XIX, en la visión de Saint Simon, cultura y tecnología se asocian en una relación positiva y constructiva. Medio siglo después ya comienzan a surgir dudas sobre la omnipotencia de la razón científica, con la separación establecida por Dilthey: Ciencias de la Naturaleza por un lado y Ciencias del Espíritu por el otro. La tecnología quedaría en un indefinido rol de mera aplicación instrumental del saber de las ciencias. En una mediación entre el saber racional y la realidad.
Pero habrá que esperar la Segunda Guerra Mundial con sus tecnologías de la muerte masiva y el surgimiento de las tecnologías de la información y las técnicas de persuasión y manipulación al servicio de una racionalidad política y económica, para que la tecnología revelase sus verdaderas potencialidades. Potencialidades ya no al servicio de la razón y del sentido, sino del "sistema", de los estrategas, del técnico capaz de manipular el instrumento, el medio. Surgen inevitablemente dos posiciones ante lo evidente: la tecnología como signo del Apocalipsis, o bien como símbolo de la integración y el desarrollo humano permanente.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) y las denominadas Industrias Culturales, constituyen (junto a la biotecnología) el capítulo más brillante –y preocupante– que ha producido la cultura tecnológica de la Era Moderna. Son las 'tecnologías de la mente' (cultura, comunicación, información) y las del cuerpo (biomedicina, biotecnología).
En las primeras décadas del siglo XX, los medios de comunicación surgieron como un nuevo campo de hechos tecnológicos, sociales y culturales. Sociológicamente se han manifestado como instituciones sociotécnicas de producción cultural y simbólica. En otras palabras, como una nueva forma de organización de la producción, la circulación y el consumo simbólico y cultural que adopta la tecnología moderna de la información y la comunicación.
Esta definición nos pone ante la evidencia de la complejidad ontológica y epistemológica que envuelve al estudio de los cambios que las modernas tecnologías producen sobre la sociedad, la economía, la política y la cultura. Se ha producido la tentación de reducir –o simplificar– el problema al análisis de la tecnología como motor de los cambios (en términos metodológicos podemos decir que se pone a la tecnología en el lugar de una variable independiente absoluta para el desarrollo, posición que asumen muchos políticos y economistas).
Sin embargo, las tecnologías de la imagen –desde la perspectiva del concepto de dispositivo– nos permiten avanzar una hipótesis fascinante. Ya desde las primeras fotografías, la 'fijación' y el registro de una imagen en un medio físico (como la fotografía), permitiendo congelar el tiempo real en un registro analógico, y al permitir su reproducción infinita, desencadena un proceso sociotécnico –y económico– que implica la extensión del, y en el espacio. Esta extensión se sostiene en el desarrollo mundial de los medios y los espacios audiovisuales, construidos a partir de los dispositivos mediáticos, de los cuales el cine y la televisión representan y marcan al siglo XX como el siglo de la "1ª" comunicación: la de los medios masivos. Esta "primera comunicación" se basó entonces en los dispositivos tecnológicos que aseguran el congelamiento del tiempo y su reproducción tecnológica. A su vez, esta reproducción aseguró la creación de los espacios audiovisuales y la consiguiente creación de espacios y prácticas de recepción. Estas prácticas configuran al proceso de recepción física y sensible como un proceso que sirve de base a la construcción virtual e imaginaria de "simulacros" de realidad (en el sentido adjudicado por Baudrillard): de relatos, imágenes, historias, etc. En resumen: el congelamiento del tiempo permitió la expansión del espacio. Las llamadas "Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación", configurando lo que podríamos llamar la "2ª comunicación" (o "neocomunicación"), ya operan bajo la lógica contraria: se elimina el espacio "real" (en Internet, por ej., desaparecen las distancias) y los agentes pasan a "construir y controlar sus propios tiempos", y a generar espacios como una construcción o un efecto colateral del tiempo. En la "1ª comunicación", los dispositivos de congelamiento del tiempo real, sumados a los dispositivos de reproducción, aseguraron las condiciones físicas para la extensión espacial y el consumo global ilimitados. Ya en la etapa actual, las TIC operan bajo la lógica de dispositivos que permiten anular las limitaciones del espacio y la distancia, y "devuelven" a los agentes el poder para definir sus tiempos de interacción (un pequeño poder que podemos ejercer en nuestra vida personal, ya que hemos perdido el control de la Historia y de los "grandes poderes" que mueven al mundo).
En la década del sesenta, Mc Luhan siguió este camino (pero apartándose de su maestro Mac Innis que inaugura un abordaje socioeconómico y geopolítico alternativo en el estudio de los procesos y las tecnologías de la comunicación). Para sus múltiples detractores, Mc Luhan representa un ejemplo acabado de reduccionismo tecnológico en los estudios de comunicación, a pesar de sus intuiciones hoy revalorizadas. Pone la historia de los medios en el centro de la historia humana, y a la tecnología como la proyección de todos los sentidos y las potencialidades de desarrollo del ser humano. Pero reduce la complejidad del proceso de comunicación humana y el potencial de su capacidad de producción social de sentido (por medio del uso de símbolos) a una objetivación material y tecnológica: "The Media is the message" (el medio es el mensaje). Materialismo tecnológico y exaltación de una época de posguerra en la que aún se creía en el desarrollo socioeconómico acumulativo e ilimitado.
Mc Luhan imaginaba una única y bastante uniforme aldea global. Sin embargo el cuadro del proceso actual de globalización –o mundialización– parece más bien el de un "archipiélago" (según la feliz imagen del educador uruguayo Mario Kaplún). La tendencia global va dibujando escenarios humanos de islas culturales constituidas por redes y sistemas de comunidades virtuales, con intereses y culturas tecnológicas (o bien ciberculturas) inconmensurables en su diversidad. Desde esta perspectiva, los sistemas satelitales, las autopistas de la información y la comunicación, Internet y las tecnologías multimedia han ido posibilitando la (pro) creación de comunidades y relaciones sociales mediatizadas, planteando profundos interrogantes sobre la naturaleza de lo real y lo virtual, y sobre las influencias mutuas en la sociedad y la cultura. Pero –aunque parezca obvio insistir– esto no significa que nuestro objeto de estudio deba definirse por la tecnología en sí misma. Y sí implica que deberemos desarrollar nuevos paradigmas y modelos interpretativos (I. Wallerstein, 1991, propone "impensar a las ciencias sociales", las que aún nos proponen –salvo raras excepciones– "pensar la sociedad" a través de las estructuras conceptuales del siglo XIX). Un nuevo (o nuevos) paradigma(s) de base que nos permita construir hipótesis y proposiciones que no fuercen las interpretaciones dentro de un lecho de procusto intelectual, y que ayuden a entender la "diferencia" o –si se prefiere– la especificidad de la función de las tecnologías de la información y la comunicación en el mundo moderno. Aunque debe tomarse en consideración que la información como tal (por medio de la escritura y los registros diversos) siempre desempeñó un rol central en la formación y la organización burocrática del Estado en las sociedades históricas: sin información no hay forma de gestionar y controlar el uso de los recursos en el tiempo. Las TIC representan desde esta perspectiva un salto cualitativo de los sistemas de producción tanto dentro del contexto de los procesos económicos, como políticos, socioculturales y trans-subjetivos.
En este sentido, el concepto de mediación social y cultural puede ser válido para pensar al proceso tecnológico en dos sentidos diferentes: uno en relación a la 'conexión' entre procesos sociales (podemos decir en un sentido ontológico), y un segundo sentido en cuanto a su rol epistemológico y su capacidad para articularse coherentemente en una red conceptual e interpretativa. En otras palabras, puede servir para construir conceptos "puente", articuladores interdisciplinarios que ayuden a modelizar "realidades". Puede ayudar a pensar en procesos sociotécnicos en función de problemas e hipótesis, y no tanto en función de hechos (en el sentido Durkheimiano y positivista). Las tecnologías y la mediatización como procesos sociotécnicos, como relaciones y "conjuntos" o sistemas de hechos interconectados tanto en el espacio como en el tiempo (al estilo de los "sistemas sociohistóricos" de I. Wallerstein, 2004).
Orozco Gómez (1991,30), articulando la relación entre la problemática de la televisión y la mediación social, hace una propuesta específicamente orientada a la investigación de las relaciones entre la televisión y los problemas de la recepción y las audiencias que puede expandirse no sólo a otros medios sino como una perspectiva 'mediacional' de la comunicación, y menciona diversas clases de mediaciones:
"La mediación tecnológica que introduce su "forma cultural" de construir la representación, la verosimilitud, etc. Mediación cognoscitiva conformada por mapas mentales, guiones de interacción y universos de significación. Situacional, entendida no solo en su dimensión física, sino de pautas para ver y de prácticas que desbordan el tiempo y el espacio del ver televisión. Institucional, que para la investigación aquí tematizada abarca especialmente el hogar y la escuela como comunidades de apropiación. Y por último 'de referencia', configurada por el estrato social y el territorio, la edad y el sexo, a la vez condiciones de existencia y horizonte cultural".
Una Historia de los medios podría ser contextualizada en una Historia de la mediatización social, con la construcción de hipótesis "de base", que aseguren una argumentación sólida para los fundamentos sobre los que se construyen implícitamente los conceptos y las teorías sobre los medios (o sea procesos, objetos teóricos y "realidades" más acotadas). Es en el abordaje sobre los medios y las tecnologías de la comunicación donde se hace imperativo proceder a un ejercicio de deconstrucción teórica en el sentido propuesto por Derrida. Deconstrucción hacia los fundamentos y las teorías hasta des-cubrir la complejidad de los problemas a los cuales la teoría debía dar una respuesta. Descubrir los presupuestos del contexto teórico de una disciplina, del contexto institucional en el que los autores o investigadores se desempeñan, y de los condicionamientos sociales e históricos que sustentaron su "creación". Deconstrucción del Objeto y –en términos Derrideanos– descentramiento del Sujeto. Para una gran mayoría de los estudiosos de la comunicación, tanto la tecnología como la intersubjetividad fueron llevadas al rango de objetos privilegiados y fundantes para la reflexión. Más aún, al rango de una Ontología sobre la cual se debían construir los objetos de análisis. Una difícil combinatoria epistemológica entre una ontología objetivista de la tecnología y una ontología de la subjetividad. Las teorías de la comunicación tienden a pendular entre paradigmas de una y otra, según la problemática que enfrenten. Briankle Chang, (1996) en Deconstructing Communication, propone desarrollar una ontología de la comunicación, dentro de un marco fenomenológico Heideggeriano, pero sometido a una crítica deconstructivista del logocentrismo y el subjetivismo.
A nivel del discurso, muchos estudiosos afirman lo social como eje fundante de su interés. Pero en la construcción de hipótesis de investigación y en la interpretación parecen olvidar la declaración de principios sobre la primacía de lo social. Lo social se reduce al transplante de conceptos y teorías sociológicas hacia el nuevo campo. Poco más o menos como en los primeros años de la investigación sobre los efectos de los medios, cuando se hacía el traslado de conceptos de la psicología conductista para entender los efectos sobre el receptor (la siempre criticada pero nunca del todo eliminada teoría de la "aguja hipodérmica" y los riesgos de una concepción simplista de la manipulación de las mentes).
En Canclini y Barbero –entre otros- se afirma una relación directa entre la comunicación y la centralidad de las nociones de apropiación y consumo cultural. Esto se da en la forma de una competencia entre grupos e individuos por la apropiacion social de recursos y bienes -en especial a través del consumo-, operando así como un sistema de comunicación social a través de códigos de consumo. Se generan así marcas de valor personal por medio de la distinción social y cultural entre sectores sociales e individuos que comparten el sentido mediante gestos y rituales cotidianos. La eliminación de las lógicas económicas y políticas del análisis de los procesos de comunicación elimina el fundamento social y los contextos reales en que se generan los procesos de comunicación en tanto procesos de construcción de sentido y valor. Mattelart, desde otra perspectiva, propone cuatro tópicos en la génesis histórica de la comunicación, otorgando prioridad al análisis histórico por sobre el sistemático. En primer término menciona la relación entre la comunicación y las nociones de organización, progreso, desarrollo y evolución (Spencer), propios de la visión decimonónica de la formación del Estado-nación, y el impulso material hacia la construcción (evidentemente física) de carreteras, canales y ferrocarriles. Luego propone la relación entre la comunicación y las utopías tecnológicas (Saint Simon), y la visión del rol del ferrocarril y el telégrafo. En esta categoría se inscribirían también autores como L. Mumford y Mc Luhan. En tercera instancia propone una relación entre comunicación y geopolítica, en especial en Alemania, y orientadas hacia doctrinas de expansión civil y militar. Como última línea histórica menciona la relación entre la comunicación y el individuo, y el tema de la manipulación de las masas (y la psicología de Le Bon). Retoma de Levy Strauss la necesidad del estudio de la comunicación como intercambio, como flujo de mensajes, de cuerpos y de bienes.
La primera línea evidentemente muestra como característica central lo que podríamos ver como control centralizado del espacio y de los intercambios. La segunda se asocia con una temática hegemónica de la cultura tecnológica de nuestros días (Vizer, 1983): las utopías de futuro asociadas a los logros tecnológicos (la Autopista de la Información, por ej.). La tercera con la expansión constante en el espacio y el tiempo, que en nuestros días tiende a acelerarse en forma exponencial. Por último, la relación comunicación-individuo muestra una preocupación siempre presente sobre el crecimiento de la autonomía individual y un segundo tema referido a la manipulación de las mentes (ya sea que se parta de una perspectiva más integrada o más apocalíptica sobre el poder de los medios).
El ejemplo de la televisión: la imagen al poder
Ya hace casi cuatrocientos años, Shakespeare imaginó la vida como una representación teatral. A mediados del siglo XIX, la fotografía creó la posibilidad de congelar la vida en imágenes estáticas. Antes de fines de siglo, Lumiére registraba y reproducía técnicamente la vida en secuencias de movimiento que hoy Baudrillard denominaría un "simulacro". Y hace ya medio siglo, la televisión comenzó a instalarnos imaginariamente en la "realidad misma" y a tiempo real. La tecnología –increíblemente compleja– se hacía invisible al televidente.
El lente de la cámara, cuando la operamos nosotros mismos, es un instrumento en el que delegamos y mediatizamos nuestra visión, y el registro físico (analógico o digital) es una delegación de la memoria. El lente mediatiza nuestros ojos. Pero cuando observamos televisión, o sea en el proceso de la recepción, como por acto de magia se nos hace invisible todo el proceso de mediatización y de producción (social y tecnológica a un mismo tiempo). Racionalmente sabemos que es un producto, pero preferimos generalmente abandonarnos al placer de la observación, a un proceso de fascinación voyeurista, a la fantasía de "estar sin estar", de presenciar un simulacro de vida real sin arriesgar el propio cuerpo.
Sabemos que la lente no ha sido enfocada y dirigida por nuestra atención ni nuestra decisión, por lo que lo desconocido despierta la curiosidad o el interés. Los técnicos (camarógrafos, directores, etc.) pueden componer las imágenes y las escenas para nuestra atención. Pueden armarnos un escenario virtual, seleccionando y combinando actores en espacios reales con otros entera o parcialmente artificiales (noticieros, documentales, publicidad). Su función es instalarnos imaginariamente como observadores. Como observadores desencarnados, como ojos sin cuerpo, como seres humanos invisibles que no pueden ser observados por los sujetos sobre los cuales el lente focaliza su "mirada". En otras palabras, podemos imaginarnos como testigos omnipresentes de realidades o ficciones sin los riesgos y las molestias de ser mirados, objetivados, tocados o violentados por nuestra curiosidad insolente.
La televisión, como tele, o sea visión a distancia, es un término para una innovación técnica. Pero como hecho subjetivo es profundamente revolucionario. Implica la posibilidad –por primera vez en la historia humana– de disociar el proceso de la visión del resto del cuerpo. Puede instalar una función humana sin la necesidad de su presencia corporal integral. Tal vez por esta razón, la televisión nos fascina como una proyección sin límites espaciales para nuestros sentidos, nos instala con seres imaginarios en espacios y contextos construidos artificialmente. Una ancestral fantasía del hombre desde los días de las cavernas. El éxtasis de la mirada, la concreción de un estado mental de Nirvana electrónico.
Las ciencias intentan la descripción y la explicación de aspectos de la realidad, pero éstos son objetivos que siempre se logran sólo parcialmente. No se explica una realidad ni una verdad, pero se logra una interpretación de ciertos hechos. El ejemplo de la televisión nos sirve de muestra de las dificultades y la complejidad de factores psicológicos, sociales y culturales que presenta el fenómeno audiovisual, aun cuando intentemos tan sólo abordar el proceso de entretener nuestras mentes en un rato de ocio mirando un film o una publicidad.
El desafío de las ciencias sociales
Las ciencias sociales siempre "construyen una realidad objeto", construyen su objeto de estudio. Y este objeto (objeto teórico dirá Althusser, 1967) es un producto intelectual, una construcción lingüística en la teoría, una formalización o una "modelización". Un modelo de lo real, a veces una metáfora, que puede tener (o no) propiedades pasibles de ser sometidas a la experiencia o a la observación. La realidad –a diferencia de ciertos hechos y de pronósticos derivables a partir de una teoría– rara vez puede ser sometida a la experiencia, pues inevitablemente es una versión, una perspectiva, un modo de abordar conceptual y empíricamente el mundo de la experiencia por medio de un instrumento intelectual que el mundo anglosajón muy apropiadamente denomina un "constructo". Es como cuando decimos que lo que vemos, no es lo que realmente está ahí, porque depende de la estructura de nuestra visión, de nuestros ojos, de nuestra mente, de nuestra historia personal, y hasta de condicionamientos culturales (por ej., los esquimales perciben y tienen unos cien términos para designar el blanco de su entorno cubierto de nieve).
El científico social –como todo científico que afirma cultivar como valores ideales de objetividad– se enfrenta a las versiones cotidianas del sentido común, y encuentra una gran dificultad cuando trata de explicar a su auditorio que todos indefectiblemente tenemos una visión sesgada y relativa de la realidad. Sabemos que la verdad absoluta es un mito, pero es más difícil aceptar que la verdad objetiva es una cuasi convencionalidad. La tautología de la realidad "real" (ese fetiche del objetivismo), puede concebirse como la objetivación de una toma de posición en tanto observadores, una perspectiva y una forma de abordar algo que intuimos, pero no conocemos; un acuerdo, un compromiso en calidad de actores en un contexto social que definimos y evaluamos, personal y comunicativamente. Entre la conciencia y la realidad hay muchos filtros (mediaciones): desde la historia personal a la cultura, desde las emociones a los valores, las creencias y las ideologías. Hasta la concepción del lenguaje tiende para algunos investigadores a disociarse de los procesos de pensamiento. Y esto lleva a aceptar que si no desarrollamos métodos para estudiar y entender cómo funcionan, cómo se producen y reproducen esas mediaciones como filtros de la realidad, la comunicación y la supervivencia civilizada entre los hombres y las naciones podrían llegar a ser más que una torre de Babel, un verdadero infierno.
Pero además, en la era de la información y la comunicación, en un mundo totalmente interconectado e interdependiente y a un mismo tiempo articulado y anarquizado por millones de usuarios de las redes teleinformáticas (las que a su vez se segmentan en subredes generadoras de espacios y realidades virtuales), la dependencia y las mediaciones impuestas por las tecnologías sobre las relaciones sociales y sobre cualquier tipo de actividad –trabajo, entretenimiento, política, etc.– nos hacen perder la conciencia de la complejidad de los condicionamientos tanto objetivos como subjetivos.
En forma acelerada, nuestros universos de sentido, nuestra percepción y relación con el Otro, con nosotros mismos y con la realidad, se va transformando. Los valores, los símbolos y los saberes tradicionalmente importantes que servían para anclar al ser humano en una identidad histórica y colectiva, se han hecho invisible a los ojos. Permanecen ciertas palabras, ciertos rituales y símbolos, pero gradualmente sus sentidos originales se van perdiendo para una nueva generación. Un apocalíptico puede denunciar que la televisión y la cultura audiovisual han hecho perder a las nuevas generaciones la conciencia y la reflexión personal (arquetipos del hombre de la Edad Moderna y del racionalismo cartesiano). Puede argumentar que esta nueva humanidad tiende a diluirse en el mundo de las experiencias, las sensaciones, la hiperactividad comunicativa, el consumo de imágenes, datos e información.
Es cierto que la noción de realidad se ha ido despersonalizando y desmentalizando en aras de la acción, la programación y la dependencia tecnológica. Paralelamente, la producción masiva de gadgets, de productos y juegos mediáticos, elaborados tras sofisticados estudios de mercado sobre los gustos, las costumbres y deseos, los diferentes "lifestyles" (estilos de vida y de consumo), va generando –especialmente en los niños y los jóvenes– una ecología simbólica y formas de conciencia y desarrollo de la subjetividad ligada a los valores y los productos de esta nueva cultura posmoderna (o sobremoderna para Marc Augé, 1992). El "llegar a ser" es hoy el "poder estar", poder tener, poder hacer. Día a día se va ratificando la preocupación expresada en la pregunta por: "¿dónde ha ido a parar la información en medio de la marea de los datos?; ¿dónde ha ido a parar el conocimiento en medio de la marea de la información?; y por último, ¿dónde ha ido a parar la sabiduría dentro de la marea de tantos conocimientos?".
Si la realidad –social, cultural– se ha ido transformando en un entorno de productos de consumo, en datos y en hechos circunstanciales; si la información se ha hecho efímera y prácticamente infinita; si el conocimiento se ha ido fraccionando y parcelando en especializaciones y subespecializaciones; si los medios de comunicación nos presentan durante las veinticuatro horas sus versiones de 'todos los hechos importantes sucedidos en el día en todo el mundo'; si realmente la tecnología ha hecho posible la ficción de enterarnos de todo en todo momento, y de poder comunicarnos y respondernos unos a otros como en una gran aldea; si sentimos que por primera vez en la historia cualquiera de nosotros puede sumergirse en el mar de los hechos, las imágenes y la información en tiempo real, (que otra cosa son sino los celulares o el twitter ?); es que acaso no parece ésta la verdadera y única realidad? Una realidad en flujo, una realidad quebrada en imágenes fractales y digitalizadas, en datos imposibles de procesar como "sentido". Pero nuestras mentes precisan adjudicar un sentido, buscar un significado que se halla encerrado detrás de la imagen o el dato proporcionado por el medio tecnológico que utilizamos. Una realidad visible, que el desarrollo de las innovaciones tecnológicas puede, en un futuro cercano, hacer tal vez hasta palpable en forma digital y tridimensional.
El sentido común conservador y realista podría argumentar que si esta nueva cultura tecnológica nos trae la realidad a nuestros sentidos como una experiencia más directa y verosímil; pues, ¿para qué preocuparnos por pensarla, criticarla, problematizarla? ¿Para qué ser un aguafiestas? ¿Para qué necesitaríamos cultivar dificultosamente las viejas virtudes del pensamiento reflexivo, la sabiduría o la crítica en un mundo plagado de momentos, situaciones, hechos e imágenes cambiantes? La realidad para esta versión de la racionalidad práctica actual, ya no es una cristalina agua de lago, sino más bien un océano revuelto y plagado de incertidumbres. Mucho más importante que entender y darle un sentido permanente a la vida, se ha hecho el estar atento, estar informado, tomar las decisiones correctas y sobrevivir. La realidad "es" la presencia, lo que parece, y lo importante es obtener la información precisa en el momento preciso a fin de poder diseñar estrategias de acción adecuadas. Ser un buen observador a fin de actuar exitosamente. Para esto no hace falta ni la filosofía ni aun menos la metafísica. No hace falta problematizar el Ser; el Ser en esta Posmodernidad es el parecer. Un buen ciudadano se define como un buen consumidor (de objetos materiales o simbólicos) y también un buen estratega racional, un actor eficiente en los escenarios donde circula la información, un surfista de la realidad social. Mantenerse sobre las olas, o al menos flotar. La realidad se presenta como la real-ización de posibilidades virtuales.
Hay espacios y tiempos que se producen tecnológicamente como ecosistemas virtuales, los que se van legitimando como "reales" con la demanda social inducida por las propias corporaciones, los medios de comunicación, el mercado omnipresente y la constante ayuda de alguna mano invisible. Es la construcción sociotécnica de la realidad humana. Es el pasado y el futuro fundidos en un presente mediatizado y virtual, registrable y reproducible interminablemente por medios tecnológicos. La cultura tecnológica mediática puede crear una realidad fractal, o experiencias virtuales de corta vida (como "second life"). En un futuro no lejano, la miniaturización creciente podría llegar a incluir –como en un holograma- el "todo" en cada parte componente de un sistema complejo. Cada "parte" de un conjunto tecnológico –real o virtual– podría reproducir a la totalidad del sistema. La revolución de las nanotecnologías ha generado una imbricación –también revolucionaria– entre dispositivos tenológicos "duros" (ingenieriles) y dispositivos "blandos" (biológicos). Ambos son mediados, regulados y controlados por códigos, dispositivos de procesamiento de información, por corrientes y flujos de datos. Este proceso ha permitido la generación de nuevas formas de microespacios y tiempos biotecnológicos. Un dinámica de "movilidad interior" en nuestros cuerpos y nuestros cerebros. Se quiebran las fronteras entre el afuera y el adentro, entre lo macro y lo micro, entre lo real y lo virtual y finalmente.. entre lo real y lo imaginario. Las categorías racionales tradicionales con las que el hombre ha construido su percepción (¿ordenada?) de la realidad y el mundo de la experiencia espacio temporal y de sentido común podrían volverse obsoletos, como el individuo sometido al efecto de drogas alucinógenas. Para el hombre común, la corriente tecnológica y el mainstreaming podrían derrumbar el puente que separa la realidad de la fantasía (personal o colectiva). El control y la manipulación tecnológica por parte de grandes intereses y la creación de una raza de tecnólogos hiperespecializados podrían ser los reales gestores de una sociedad desmovilizada e inerme –poshumana?- en caso de que no se desarrollaran controles y regulaciones efectivas por parte de un poder social público e institucionalizado.
Conclusión: el puente que une también separa (la "mediación" evidencia una separación)
Heidegger utiliza la imagen de un puente para describir la noción compleja de que lo que une al mismo tiempo separa. El puente une dos orillas, dos espacios diferentes, pero para hacerlo debe poner en evidencia la existencia de una separación, de dos entes diferenciados. La imagen nos puede servir asimismo para ejemplificar el rol central que ha cobrado el desarrollo de las tecnologías –y en especial las de la información y la comunicación– transformando todos los órdenes de la vida cotidiana y sobre todo sus prácticas y formas organizativas. La tecnología ha ido progresivamente mediatizando nuestras relaciones sociales en el sentido de una virtualización creciente. El 'puente virtual' ha comenzado a separar y también a reunir y organizar sociedades virtuales. La construcción de realidades inéditas se ha ido multiplicando, sofisticando y complejizando. Para abordarla, entenderla y aportar a su comprensión y cambio, las ciencias sociales deben partir del análisis y la deconstrucción de las fundamentaciones epistemológicas, tanto de las propias disciplinas sociales y humanísticas como de la incidencia de las ciencias duras.
Todas las ciencias comparten y conviven en una misma realidad social, pero ninguna tiene el monopolio de la verdad y de la objetividad de las proposiciones sobre los hechos. La complejidad de los desafíos sociales nos impone el desafío de pensar las múltiples implicancias de esa complejidad. La complejización social crece a un ritmo exponencial, tanto a nivel material y tecnológico (paralelo a los procesos de cambio regional y global), así como a nivel de lenguajes y culturas, y paradójicamente sujetas al mismo tiempo a tendencias de homogeneización. Nos encontramos con nuevos procesos de distinción social, disyunciones y combinaciones inéditas en la producción, la circulación y el consumo de bienes simbólicos. La fragmentación social consecuente, tiende por un lado a que vayamos siguiendo el proceso mediante la especialización del conocimiento, la fragmentación del saber y de los procedimientos y la formación de nuevos estudios profesionales. Pero debemos cuidarnos de lo que Whitehead denominaba "missplaced concreteness", o la ilusión de usar conceptos creados para un campo de hechos, como referentes concretos para otras realidades. La fragmentación social es sólo una manifestación evidente de un proceso que surge como resultado de un proceso sociohistórico global. No podemos dejar de tomar como marco de interpretación general la tendencia a la inevitable y creciente complejización tecnológica, social y cultural de las sociedades presentes (de las que la globalización o mundialización son las manifestaciones más evidentes).
La historia de las ciencias sociales a partir de Comte y de Marx, es la de la búsqueda de una definición propia entre la ciencia "objetiva" natural y universal por un lado, y la ciencia humanística e histórica por el otro, cargada con el peso y la riqueza del sentido histórico. Ese tercer espacio entre ambas "culturas científicas", es a un mismo tiempo ontológico y epistemológico. Se constituye en el real objeto de conocimiento a ser concretado como una "3ª Cultura" (comentadas por Snow y Prigogine). Raymond Aron (1971) en su exposición sobre la sociología alemana, cree ver dos categorías de teórico: los más sistemáticos, y los historicistas. Mientras los primeros buscan desarrollar un pensamiento sistemático en busca de leyes positivas, e imbuidos de una epistemología "nomotética", objetivista y universalista; los segundos buscan "objetivar la subjetividad del sentido histórico", como un proceso particular de desarrollo de la historia de un pueblo. Obviamente, la influencia Hegeliana y el romanticismo alemán funcionaron como las creencias de base de esta teorización, en un intento por fusionar la ciencia con la humanística.
La propuesta deconstructivista de Derrida cobra importancia epistemológica cuando sintetiza la noción (indefinible) de deconstrucción en un proceso de "leer de un cierto modo", operando necesariamente desde adentro, pidiendo prestado todas las estrategias y recursos económicos de la subversión de las viejas estructuras, apropiándoselas estructuralmente, es decir sin poder aislar sus elementos y átomos, la empresa de deconstrucción siempre cae 'de cierta manera' víctima de su propia tarea. El proceso de deconstrucción se asocia así a un "cierto modo de leer". Lo que nos lleva a la noción clásica de interpretación, a la exégesis y la hermenéutica que caracteriza a los estudios culturales, el análisis literario, la antropología y los estudios de género actuales. La epistemología "dura", objetivista y neopositivista que pretendió construir en los 50 y los 60 una ciencia precisa de la realidad –tanto desde la derecha como de la izquierda– ha llegado a una crisis del modelo ideal y los principios de las ciencias naturales aplicados a la ciencias sociales y las humanísticas. De la certidumbre a la incertidumbre y los "géneros borrosos" (Geertz, 1973). De la realidad objetiva a la construida.
Foucault (1965) compara y analiza las "técnicas de interpretación" de Marx, Freud y Nietzsche, en una propuesta (que reconoce como un sueño imposible) de constituir algún día un "Corpus general, una Enciclopedia de todas las técnicas de interpretación que hemos conocido desde los gramáticos griegos hasta nuestros días" (p.23). Y sostiene que "cada cultura, es decir cada forma cultural de la civilización occidental, ha tenido su sistema de interpretación, sus técnicas, sus métodos, sus formas propias de sospechar que el lenguaje quiere decir algo distinto de lo que dice, y entrever que hay lenguajes aparte del mismo lenguaje". Lo que llamaríamos un metalenguaje, y para recalcar que la interpretación es anterior al signo –y por consiguiente fundante– recuerda que "la hermenéutica y la semiología son dos feroces enemigos. Una hermenéutica que se ciñe a una semiología tiende a creer en la existencia absoluta de los signos, abandona lo inacabado, la infinitud de las interpretaciones". Cabría preguntarse si Foucault, casi medio siglo después, aún sostendría tan firmemente esa oposición a la semiología actual. Y se mantiene en pie el problema de decidir cuáles deben ser los límites para una "interpretación interminable", que conocen tan bien los terapeutas, aun los que no saben que Nietzsche hace ya mas de cien años descubrió que el último límite para la interpretación es la locura.






II. El "lugar" de la comunicación: APORTES para un Programa de Investigación sociocomunicacional. Cinco proposiciones centrales sobre colectivos sociales.-

"Nada es en sí mismo solamente. Las cosas son consecuencia de interrelaciones o interacciones". Wallace Stevens.
"La metáfora también es imagen expresada a través de la palabra, y esta imagen es un elemento para transportar un significado. Schlegel decía que la metáfora es un barco con el que moverse por el océano del lenguaje hacia un significado".

Estilos epistemológicos y estrategias de investigación.-

La idea de que es no solamente posible sino necesario hallar modos de articular la fragmentación creciente de las disciplinas científicas en modelizaciones conceptuales capaces de reintegrar los diferentes campos de conocimiento en "nuevos paradigmas" inclusivos es un antiguo anhelo, pero como estrategia sistemática corresponde a una historia relativamente reciente que surge en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Por un lado surgían demandas perentorias para desarrollar aplicaciones militares para los conocimientos científicos y tecnológicos: como la bomba atómica, o el diseño de dispositivos de seguimiento y control de las trayectorias de los primeros cohetes alemanes que caían bastante anárquicamente sobre la población londinense. Se puede considerar que de esta necesidad –básicamente militar– de contar con dispositivos tecnológicos capaces de funcionar en forma eficiente y eficaz para el logro de un objetivo (según términos militares la destrucción del "objetivo") surge una línea de pensamiento "cibernetista", centrada en el diseño de máquinas inteligentes capaces de emitir, recibir y procesar información. El modelo –o la metáfora– básico de pensamiento guía tomaba como referencia al centro nervioso –el cerebro– de un organismo vivo, capaz de computar datos y digitalizarlos en series binarias de unos y ceros, a partir de la álgebra booleana, e inmediatamente ordenar una operación de la máquina, de acuerdo a un programa instalado en el sistema del robot como un servomecanismo de autocontrol.
En esta línea del primer pensamiento cibernético, se fueron generando proyectos como los de la Inteligencia Artificial (IA), los desarrollos de la bioingeniería, los ensayos de creación de escenarios de realidad futuros –futuristas– modelizados como sistemas capaces de controlar sus propios procesos de acuerdo a programas 'inteligentes' de procesamiento de la información y control sistémico de las variables del sistema. Ciertas versiones futuristas sobre la Sociedad de la Información –ya sean pesimistas o hiperoptimistas– y la imaginación de autores de ciencia ficción (como Orwell y Huxley) y el cine de Hollywood nos ha brindado durante años ejemplos ilustrativos como "Blade Runner" o "Matrix".
El paradigma tecnológico responde al determinismo de una racionalidad instrumental. Se preocupa por el rendimiento, la eficiencia y sobre todo el control: control de las máquinas y del funcionamiento de sus procesos, del medio ambiente, de la organización y el funcionamiento de los grupos –ya sean mecánicos, digitales, biológicos, animales o humanos–. En las situaciones de crisis y en las sociedades de control, no sólo los comportamientos colectivos sino también la vida privada puede ser vigilada, registrada y sujeta a castigos y a decisiones arbitrarias, las que de manera creciente son confiadas a dispositivos técnicos y sistemas expertos de control global (económico-financieros, ecológicos, militares y hasta geopolíticos, en las mentes afiebradas de los estrategas de los centros de poder mundial). Si los proyectos basados en el paradigma del pensamiento cibernético y la teoría de los juegos comenzaban a recibir enormes sumas para financiar estrategias y tecnologías militares en los programas del Pentágono, las grandes corporaciones internacionales no se quedaban atrás buscando desarrollar productos, líneas de producción y nuevos nichos de mercado nuevos en los mercados abiertos y aún semivírgenes.
Volviendo a los orígenes del 'sistemismo', lejos del pensamiento cibernético e ingenieril, de los intereses militares y las estrategias de control, comenzaba a surgir una alternativa de pensamiento sistémico más abierto. Gradualmente fueron surgiendo visiones diferentes sobre las concepciones de la ciencia: una más ortodoxamente científica, asociada a las necesidades de Investigación y Desarrollo. Su objetivo es desarrollar conocimientos 'de punta' a fin de hallar aplicaciones nuevas y, sólo secundariamente, conocimiento nuevo. Las estrategias ideales se centraban en conformar equipos interdisciplinarios o co-disciplinarios que trabajaran problemas de las fronteras y las interfases entre diferentes disciplinas. Para ello, indispensablemente se debieron construir puentes que permitieran el tránsito y el intercambio de problemas, de métodos, puntos de vista, de lenguajes compartidos entre la multiplicidad creciente de disciplinas y áreas de conocimiento; todo de acuerdo a un criterio de división funcional del trabajo en la producción de conocimiento científico. A esta visión, asociada a lo que podríamos denominar una economía de la información en la producción del conocimiento científico, de carácter eminentemente funcional y pragmático, se le iba oponiendo una segunda visión: crítica y humanista. La ciencia concebida como una práctica de producción de conocimiento comprensivo. Un saber asociado al valor de la comprensión, la comunicabilidad y la capacidad de construir sentido sobre el problema o la porción de realidad sobre la que estamos operando, construyendo interpretaciones y discursos (parafraseando a Hüsserl y Habermas, intentando dar sentido al "mundo de la vida").
Si el modelo ingenieril cibernético propone apostar a una futura sociedad de la información sujeta al reemplazo de las preocupaciones y decisiones humanas, por un pseudo control automatizado y naturalizado a cargo de servomecanismos; la segunda visión propone una revalorización de la política. Esta posición alimenta implícita o explícitamente ciertos discursos sobre la sociedad futura (como Sociedad de la Comunicación y los saberes, o Sociedad del Conocimiento). Se valoriza la expresión y la participación popular, la responsabilidad social y ciudadana sobre el control de los instrumentos de decisión y gobernabilidad por parte de la sociedad civil. Si dejamos de lado una lectura puramente cientificista de los desarrollos del pensamiento sistémico, y nos ubicamos desde una mirada social, podemos decir que el modelo cibernético es globalmente centralizador, excluyente, apolítico, asocial y elitista. El pensamiento alternativo obviamente debe tender a sus opuestos: descentralizador, inclusivo, político (nuevas formas de expresión y organización política); con profundo compromiso social, y sobre todo participativo. Desde la mirada ortodoxamente científica, todo esto sería solo nonsense, o wishfull thinking, simple populismo demagógico. Desde una mirada crítica, o desde el mundo de la vida, desde la mirada del ciudadano común, es una forma de política humanista. Una expresión política del sentido común.
Ciencia, disciplinas y conocimiento.
Como cualquier otra actividad humana, la ciencia escapa a toda definición simplista (del tipo 'la ciencia es la búsqueda de la verdad'). La ciencia es una institución y una actividad plural: desde sus "condiciones sociales de producción", a su método y sus técnicas, desde el marco institucional y organizacional en los que se produce (universidades, centros de investigación públicos o corporativos), hasta las diferentes perspectivas epistemológicas y procesos cognitivos en que se fundamenta la producción de conocimiento; desde la ficción de la ciencia pura, a la técnica y los dispositivos tecnológicos en los que se asienta predominantemente la producción científica en nuestros días (las mal llamadas ciencias aplicadas). El progreso de las ciencias no se ha basado tanto en acuerdos sino en confrontaciones dentro y entre comunidades científicas. Lo que se ha llamado "el contexto de descubrimiento" se asienta en la libertad, la imaginación y la pluralidad de miradas, de proposiciones, de métodos y de estilos de pensamiento. Pero un problema central de nuestro tiempo para esta tradición de autonomía de las ciencias, estriba en que los contextos de descubrimiento se hallan día a día más condicionados por la asociación entre las demandas de mercados globales competitivos y los intereses corporativos, subordinando todo otro valor y perspectiva epistemológica o ética a los dictados de la competencia económica.
Originariamente, el contexto de descubrimiento suponía la existencia de un interés genuino por la búsqueda de una explicación plausible a ciertos problemas, la prueba de una teoría, o el des-cubrimiento de una verdad oculta que debía ser revelada. O sea: una visión romántica e idealista del saber por el saber mismo. Por el valor absoluto de la verdad y el saber. Este valor debía ser expresado (comunicado) en la forma de proposiciones y argumentos teóricos. En otras palabras: el valor de un descubrimiento sólo podía hacerse efectivo mediante la comunicabilidad, la difusión de un conocimiento. Las teorías deben ser expresadas en algún lenguaje (natural, o formal). Las teorías son así construcciones de sentido, organizadoras de áreas, de temas o de objetos de conocimiento. El valor de una teoría se determina por su capacidad de generar proposiciones significativas en la forma de descripciones exploratorias, explicaciones o pronósticos. Y el criterio en las ciencias ha sido siempre la construcción de proposiciones sujetas a la crítica y la refutación. Así, podemos argumentar que no existen verdades definitivas o universales, sino argumentos y afirmaciones asociados a proposiciones particulares, que pueden responder –o contradecir– a una u otra teoría. El valor de una construcción teórica (y hasta de una ley) se halla determinada por diferentes condicionamientos: desde los dispositivos empíricos de prueba, pasando por la lógica y el entramado conceptual y epistemológico de una disciplina, hasta el momento histórico y las condiciones sociales e institucionales en que se generan los conocimientos científicos. No se puede afirmar ni siquiera que la ley de gravedad es universal e inmutable. El avance de la ciencia puede subsumir a la ley de gravedad en otra más general (por ej., la ley de atracción de los cuerpos o de la masa).
Creo importante esclarecer ciertas confusiones bastante comunes que se hacen sobre las nociones de disciplina, interdisciplina y transdisciplina. Mientras la noción de teoría (del griego theorein, "ver, observar") alude al lenguaje, la comunicabilidad y la organización del sentido de las proposiciones científicas, la noción de disciplina alude a una especificidad, a una distinción conceptual. En primer lugar, la disciplina corresponde a una definición de carácter sociológico sobre las formas de organizar y clasificar –disciplinar– prácticas institucionalizadas de producción de conocimiento, según criterios aceptados sobre sus objetos, sus métodos de trabajo y sus contenidos conceptuales: física, medicina, geología, sociología, etc. La idea de disciplina pierde su halo esencialista y cientificista ante una categorización más sociológica y pragmática sobre las formas de organizar y controlar el trabajo de producción de conocimiento dentro de los procesos sociales de división del trabajo. La visión tradicional y decimonónica de las ciencias se basaba en una metafísica positivista de desarrollo permanente de jerarquías, especializaciones y concepciones "arquitectónicas" del quehacer científico (ladrillo a ladrillo, piso a piso, sic itur ad astra, "así se llega a las estrellas", éste era el lema que en mi infancia formaba parte de la indumentaria obligatoria en mi escuela escocesa). A partir de la teoría cuántica, aparentemente –a pesar de las dudas de Einstein sobre el azar y la probabilidad en el mundo físico– parecía que Dios había efectivamente comenzado a "jugar a los dados". La metafísica arquitectónica de la ciencia positivista comenzaba a resquebrajarse. Pero no sólo por las fallas epistemológicas, sino por la propia incapacidad de las disciplinas científicas aisladas para responder a las necesidades y problemas de supervivencia de nuestras sociedades crecientemente complejas y conflictivas.
Comenzaba un viraje histórico en la forma de comprender el quehacer científico. Si las disciplinas habían argumentado como su valor último a la búsqueda de la verdad a ser 'develada' en los laboratorios, profundizando en los misterios del contexto de descubrimiento, a partir de la década del sesenta comienza a ser la propia sociedad y los organismos internacionales los que llaman la atención sobre la necesidad de centrar el trabajo científico en 'problemas': la preservación del medio ambiente, la contaminación y la desertificación, el desarrollo y el crecimiento, la salud pública y la prevención, el crecimiento de la población, la preservación de los recursos naturales, etc.
Con respecto a la cuestión de la interdisciplina, en un primer momento se creyó que la mera formación de equipos "multi" disciplinarios, iba a permitir coordinar saberes disciplinarios diferentes y especializados. Como en la Torre de Babel, las diferencias de percepción en los problemas, y la multiplicidad de lenguajes especializados generó desorganización y diagnósticos incongruentes entre sí. En un segundo momento, muchos entendieron la necesidad de replantear sus visiones sobre la ciencia y sobre los modos de abordar los problemas "reales". Por último, el problema de la episteme y el lenguaje, así como la imprescindible comunicabilidad científica, llevó a décadas de reflexión y ensayos sobre los problemas de conformación de equipos de trabajo "inter" disciplinarios. Por un lado se centraba el interés hacia procesos de reflexividad sobre el quehacer y los estilos de pensamiento de los propios científicos. Por el otro, el objetivo a esclarecer dentro del contexto de descubrimiento pasó a ser la investigación sobre la complejidad de la propia interrelación entre la realidad física ambiental y las realidades sociales, con sus crecientes conflictos, interdependencias, crisis y transformaciones permanentes.
La formación de equipos de trabajo interdisciplinarios se transformó en una regla exigida pero incumplida. Los organismos y las fundaciones de financiamiento de ciencia y técnica cultivaban el lenguaje de la interdisciplinariedad, pero en la práctica la financiación sólo permitía cubrir las necesidades de pocos investigadores, y las demandas metodológicas en la presentación de proyectos dificultaba la real articulación de equipos interdisciplinarios. Comenzaba a surgir la práctica de un doble discurso, justificativo de las contradictorias expectativas generadas. Al mismo tiempo, se iban generando fantasías sobre la posibilidad de construir formas de conocimiento 'trans' disciplinarios. Una especie de metateoría asentada en un metalenguaje, accesible y compartido por los diferentes especialistas. Surgieron así expectativas –generalmente sobredimensionadas– sobre la posibilidad de construir una forma de conocimiento 'total' (a pesar de las advertencias de un "filósofo moldeado por la aspiración hegeliana a la totalidad" como Adorno, citado por el propio Morin en el prefacio de Ciencia con conciencia: "la totalidad es la no verdad").
Citando a Morin, en Introducción al Pensamiento Complejo:
Estoy a la búsqueda de una posibilidad de pensar trascendiendo la complicación (es decir las interretroacciones innombrables), trascendiendo las incertidumbres y las contradicciones (...) he dicho que la complejidad es la unión de la simplicidad y de la complejidad; es la unión de los procesos de simplificación que implican selección, jerarquización, separación, reducción, con los otros contra-procesos que implican la comunicación, la articulación de aquello que está disociado y distinguido; y es el escapar de la alternativa entre el pensamiento reductor que no ve más que los elementos y el pensamiento globalista que no ve más que el todo (pág. 137/138).
Evidentemente, el diagnóstico sobre las limitaciones del pensamiento disciplinario es correcto, pero surgen dudas sobre el estatuto epistemológico, los objetivos y la caracterización del "pensamiento complejo" como ciencia, método, filosofía o búsqueda de una comprensión totalizante sobre el conocimiento que escapa a las posibilidades de comprensión actuales.
Otras dos propuestas teórico metodológicas "trans" disciplinarias han surgido como paradigmas más promisorios para lidiar con los problemas de la relación entre ciencia y realidad, y entre los problemas propios de la ciencia y los de las realidades complejas de nuestros días. Ambas marcan un hito epistemológico, un "antes y un después" en el modo de concebir tanto los problemas de la construcción de teoría, como la práctica de la investigación. Específicamente, en relación con el abordaje y la delimitación de los problemas del objeto de estudio, que debe ser entendido como una realidad compleja e indivisible. Primero surgía la Teoría General de Sistemas (TGS), que en el encuadre originario de L. Von Bertalannfy (1975) –marcado por la Biología y la preocupación por los organismos como sistemas vivos– puede considerarse abierto a preocupaciones humanísticas y filosóficas, derivando después con Von Neumann (1980) hacia un encuadre ingenieril, marcado por la racionalidad instrumental preocupada por el control, la eficiencia, las aplicaciones prácticas y las demandas tecnológicas de la Guerra Fría.
Morin describe muy bien las diferentes líneas:
Hay un sistemismo fecundo que lleva en sí un principio de complejidad; hay un sistemismo vago y plano, fundado sobre la repetición de algunas verdades asépticas ("holísticas") que nunca llegaron a ser operantes; está, finalmente el system analysis, que es el equivalente sistémico del engineering cibernético... que transforma el sistemismo en operaciones reduccionistas (pág. 42, 1986).
La fecundidad del pensamiento sistémico se afirma en las siguientes razones:
a) Se supera la visión científica reduccionista, arquitectural y acumulativa que concibe el conocimiento como una lupa enfocada a una parte aislada del objeto de estudio (ya sea un organismo, el medio ambiente, una población o un árbol aislado del bosque), por una visión "telescópica" que observa y analiza una "totalidad" como su unidad de análisis. La expectativa positivista del siglo XIX suponía que, por ej., la suma de los conocimientos sobre la estructura de cada órgano del cuerpo humano estudiado sobre cadáveres, algún día permitiría armar el rompecabezas y conocer el funcionamiento del organismo vivo (el arquetipo de Frankenstein es la mejor imagen de esta fantasía sobre la creación de un ser humano construido con la rearticulación de las partes seccionadas de varios cadáveres).
b) La originalidad que supone reconocer que la ciencia no trabaja sobre "realidades en sí", sino sobre "modelos de realidad". Se hacen más explícitas las mediaciones y anteojeras de todo tipo que existen entre el investigador y su objeto de estudio: desde la propia subjetividad y los valores personales, el recorte epistemológico y metodológico del objeto o la explicitación de las operaciones e intervenciones que se hacen –conciente o inconcientemente– sobre las condiciones físicas y técnicas de una experimentación. Al trabajar explícitamente sobre un "modelo" de realidad o de un objeto, se pone el acento en la metodología y no solamente en la observación simple y naturalista sobre un objeto en sí. Permanece siempre abierta la posibilidad de la profundización del análisis del objeto modelizado desde diferentes ángulos que permiten la revisión crítica de las técnicas y la metodología empleada (Vizer, la "triangulación recursiva", cap.V de "La trama (in)visible de la vida social..", 2006) .
c) El paradigma sistémico, entendido como "un sistemismo fecundo que lleva en sí un principio de complejidad", y al que podemos agregar también un principio de contradicción dialéctica, de apertura crítica y epistemológica, aporta la posibilidad de acercarnos más a los problemas planteados por las complejas realidades actuales. En tanto metodología, el sistemismo permite rearticular especialistas y conocimientos especializados; diferentes abordajes disciplinarios, teorías y hasta proposiciones divergentes. Sin embargo hay que prevenir sobre el peligro semántico de crear un lenguaje puramente formalizado y especializado. Esto sucedió en los primeros tiempos en que se pretendió aplicar los términos de una cibernética dura de la primera TGS a todos los campos de investigación. Términos como "transductor, dispositivo de entrada y de salida, procesamiento de la información, memoria del sistema", y muchísimos otros, pasaron a formar parte de una especie de panlenguaje común a biólogos, ingenieros, sociólogos y politólogos. La complejidad de la propia realidad pasaba a ser nuevamente reducida a esquemas simplistas y comparaciones absurdas o irrelevantes.
De todos modos, los antecedentes del sistemismo dieron pie para no abandonar la expectativa de desarrollar formas de pensamiento transdisciplinarias, así como la riqueza promisoria de los planteos de la Teoría de los Sistemas Complejos que aseguró a I. Prigogyne, principios epistemológicos para construir su teoría de los Sistemas Disipativos. La fecundidad de un pensamiento sistémico abierto, no solamente abrió la posibilidad del premio Nóbel de química, sino que sentó un antecedente fundamental para pensar la investigación social como procesos de modelización sobre realidades sociales indisolublemente interdependientes, complejas, contradictorias y conflictivas.
Paradigmas, metodologías y estilos de conocimiento científico.
Es interesante observar la relación que se establece entre los términos teóricos que se construyen –o reconstruyen– para "modelizar", organizar y comunicar el conocimiento científico, y la existencia de metáforas que "derivan" del sentido común o de otras ciencias.
En las ciencias sociales, el uso de términos teóricos como metáforas es doblemente útil. Por un lado la metáfora puede cumplir la función de comunicar y sintetizar conjuntos de términos teóricos –a veces como imágenes transportadas de otras ciencias o bien tomadas del lenguaje cotidiano– generalmente bastante abstractos y alejados del uso social; por el otro (la metáfora) sirve como herramienta heurística para la construcción de hipótesis, proposiciones, argumentaciones e interpretaciones sobre la realidad social (Vizer, op.cit., pág.70).
En principio, ya no todos los epistemólogos de la ciencia afirman que solamente existe "un" método –el naturalista– para las diferentes ciencias. Para algunos, solamente el método naturalista clásico reúne las condiciones fundamentales para reconocer el estatus auténticamente científico para una teoría. Para otros, las ciencias sociales, además del método naturalista (cuanti y cualitativo), precisan de una metodología interpretativa; de dispositivos y técnicas de interpretación que permitan –reconociendo el legado de la sociología comprensiva de M. Weber (1994)– comprender el sentido subjetivo que atribuyen los agentes sociales a sus acciones. Hay dos diferentes líneas de análisis: una escuela prefiere centrarse en el estudio de las razones de los sujetos y la segunda intenta profundizar en el conocimiento y la comprensión de las motivaciones. Las "razones" evidentemente suponen la existencia de procesos concientes y racionales de interpretación y toma de decisiones por parte de sujetos independientes. Por otro lado, las "motivaciones" aluden a la necesidad de analizar procesos y mecanismos varios –en especial las emociones– para comprender el sentido que los actores sociales atribuyen a sus acciones sociales.
Un tercer grupo de epistemólogos (por ej., el argentino Klimovsky, 1998), admite además la posibilidad de considerar una tercera "escuela": la crítica. Este "conocimiento crítico" sobre la realidad se basaría sin embargo, para este autor, también en una metodología interpretativa, por lo que haría en cierta medida discutible diferenciar entre ambas escuelas de pensamiento. De todos modos, considero que el método interpretativo no es siempre ni forzosamente totalizante u holístico, mientras que los fundamentos de la ciencia crítica siempre presuponen un análisis totalizante de la realidad social. El marxismo no puede considerarse propiamente "sistémico", pero evidentemente es una construcción teórica que se basa en la investigación de unidades de análisis social "totales": ver conceptos como formación social, sistema capitalista, clases sociales, división del trabajo, etc.
Llegado a este punto, pareciera que absolutamente todos los científicos y epistemólogos consideran que se cierra la clasificación de métodos (o "del" método) que traza una clara línea divisoria entre lo que es ciencia y lo que no lo es (por más que presuman serlo, como tantas seudociencias posmodernas).
Las dos primeras escuelas (la naturalista y la interpretativa) presuponen que en principio el único objetivo de la(s) ciencia(s) debe ser llegar a conocer la realidad (a objetivarla y representarla). Actuar, intervenir, o modificar la realidad no entrarían específicamente en el campo de las prácticas de las ciencias ni de la producción de conocimiento. Simplemente, el conocimiento científico y las prácticas del investigador se deben limitar a construir conocimiento como un valor autónomo en sí mismo. En teoría, la institución escolar enseña que las ciencias se constituyen en un campo totalmente autónomo, aunque en la práctica nadie es tan idealista –o ingenuo– como para suponerlo. En esta visión de la ciencia se esconde un gran prejuicio (que podemos considerar la base de una ideología binaria en la Modernidad): existe una separación inevitable entre el conocimiento y la realidad; entre el pensamiento y la acción; entre el conocimiento científico (la episteme) y las creencias de la vida cotidiana (la doxa); entre el científico como observador y el científico como actor social.
Sostener que es indispensable afirmar una frontera, una línea de demarcación clara y explícita entre el campo de la ciencia y otros campos, es claramente una necesidad de fundamentación epistemológica para los que se hallan dentro del campo científico, y además favorece en buena medida la libertad de pensamiento, la crítica y las dinámicas del desarrollo del propio campo. Pero sostener que la autonomía se asienta en derechos y valores absolutos sobre quién puede ser considerado dueño legítimo de los criterios para definir qué es verdad y qué no lo es, debe ser considerado propiamente una bravata intelectual, más que una afirmación valiosa y objetiva. De todos modos, las mismas fundaciones (públicas o privadas) que financian las investigaciones, se encargan de echar por tierra cualquier fantasía sobre el grado de autonomía de las ciencias y los científicos.
Visión crítica y diagnóstico.
Los autores críticos siempre denunciaron las visiones binarias e ingenuas que sostienen la separación absoluta entre el conocimiento y la práctica, entre el saber y el hacer, entre el científico como observador neutro e imparcial y el científico como actor social comprometido. Las fortalezas de la visión crítica se manifiestan especialmente por medio de los análisis que operan en función del diagnóstico. El diagnóstico crítico sobre situaciones, procesos, conflictos y contradicciones. Pero el diagnóstico –aun en caso de ser correcto– no implica conocer las respuestas adecuadas, ni menos aún permite arrogarse el derecho a ser el único portador de la verdad. Las falencias de la práctica fueron expuestas claramente a lo largo de las breves ocho décadas del 'siglo más corto de la historia' (1917 a 1989, según Hobsbawm). Se han hecho evidentes las contradicciones de la visión binaria de la ciencia: la articulación exitosa entre pensamiento y realidad y entre teoría y acción; entre el diagnóstico crítico de la realidad y el desarrollo de una metodología de la práctica de la intervención democrática en la política y la economía; entre el Estado totalitario y la sociedad, etc. No pudieron superarse (las contradicciones) solamente en base al voluntarismo político de una minoría ilustrada que se consideró la dueña absoluta de la verdad histórica.
Sin embargo, no podemos encerrar estrechamente el panorama de las ciencias a los resultados de las tres primeras escuelas (con sus tres paradigmas ideales y sus estilos de construcción de conocimiento). Aproximadamente en la década del sesenta, comenzaba a surgir –especialmente en América Latina y luego en otros continentes– una escuela que asociaba educación con conocimiento, aprendizaje con "toma de conciencia". Llámese humildemente Educación Popular, Comunicación Comunitaria y Alternativa, etc.; estas prácticas –más allá de su modestia intelectual– comenzaron a abordar precisamente un camino de articulación crítica de las contradicciones y los binarismos señalados con anterioridad.
Su valor específico consiste precisamente en aunar procesualmente el conocimiento con la intervención, la acción con la evaluación de la propia acción (recursivamente), el saber abstracto con los saberes de la experiencia y, además, la "ciencia con conciencia" (parafraseando nuevamente a Morin, 1984).
Ciencias 'blandas' como la etnografía, la psicología social, la educación y hasta la medicina (con el método diagnóstico), proveyeron los primeros recursos de una metodología modesta basada en los principios de la observación y posteriormente de la observación participante y de la Investigación-acción. No me ocuparé de desarrollar aquí los principios de esta versión 'micro' social del paradigma crítico, y de otras escuelas (americanas y francesas) que han asociado el análisis con la intervención social e institucional. He expuesto sobre este tema en otro escrito, donde además presento un modelo de investigación-acción-intervención-evaluación-investigación en forma circular, al que denominé triangulación recursiva (cap. V del libro cit., Investigación-acción: aportes y reflexiones, 2006). Un gran aporte de esta escuela del 'saber de la intervención participativa' consiste en articular diferentes modos de construir y abordar el conocimiento y su articulación con las experiencias y los saberes de la vida cotidiana, la cultura y los mundos de la vida. Podemos acordar con el comunicólogo portugués Rodrigues que también sostiene que hay dos tipos de racionalidad que fundamentan a los saberes en todas las culturas: una racionalidad técnica y una epistémica. La primera surge del mundo de la experiencia, y por lo tanto es 'particular y total' (holística). La segunda es 'simbólica y universalista'. Podemos agregar a esa tesis, que la primera es un 'saber hacer, situado y concreto', un saber que 'cultiva' la relación con el mundo; y la segunda es un saber abstracto y formalizante que surge de un distanciamiento que objetiva y separa al hombre de su realidad inmediata.
La problemática de lo que podemos llamar el binarismo epistemológico no solamente ha sido abordada por las escuelas críticas, sino también por las de orientación administrativa. Las escuelas de la "Administración y de la organización científica" recibieron el apoyo inmediato de corporaciones privadas interesadas en las aplicaciones de estos saberes a la empresa y la administración, ya sea pública o privada. Aunque sus cultores nunca pretendieron arrogarse la categoría de científicos, más bien por el contrario, ya que en los ámbitos de la empresa y la política, ser considerado un científico representa más bien una desventaja operativa, una especie ambigua de marginal semi integrado.
Por último, es imprescindible referirnos a la noción de modelización, como un paradigma metodológico estratégico para construir "modelos complejos" de realidad que permiten abordar la investigación de problemas, estructuras y procesos sociales evitando esquematismos y reduccionismos. Esto permite el análisis de un sistema como proceso de organización, y la integración de las partes que lo conforman y articulan en forma dinámica y como un todo, como una totalidad en funcionamiento, tanto en sus relaciones internas como externas, con respecto a otros sistemas o entornos.
Constructos teóricos y modelos de realidad.
La forma en que se construye un campo de conocimiento –ya sea disciplinario, co-disciplinario o meta-disciplinario– no depende obviamente de la realidad en sí sino de las preguntas y problemáticas que nos planteemos: hipótesis, proposiciones, presupuestos teóricos, recortes del campo, asociaciones conceptuales y decisiones empíricas. Lo que pesquemos en el mar de la realidad dependerá de nuestra 'red de pesca' y ésta –en las ciencias sociales– es fundamentalmente una red conceptual, una modelización generalmente de considerable nivel de abstracción. Estas redes deben ser a la vez válidas para la 'pesca en profundidad', así como para la extracción de explicaciones y proposiciones aceptables científicamente. Esto es fundamental en las ciencias sociales, porque es en ellas que la centralidad de los procesos de construcción de sentido y de valor se constituyen en el fundamento de la búsqueda de conocimiento sobre los procesos y las formas de la vida social. En la teoría social, la búsqueda de explicaciones significativas inevitablemente transforma a las percepciones, las actitudes y los valores culturales de la propia sociedad en las que se generan.
La metodología es también una construcción epistemológica a partir de determinados a priori (de naturaleza lógica y formal, a diferencia de la técnica de carácter experiencial o cultural, en el sentido que lo entiende la tradición epistemológica). La metodología responde a fines estratégicos; debe tratar en forma sistemática y dentro de lo posible fundamentando a la experiencia –aunque ésta no sea forzosamente empírica–. La metodología construye una relación lógica entre el mundo de los hechos y el de las proposiciones que han sido desarrolladas a partir de los marcos conceptuales (proposiciones sobre las unidades de análisis, y las relaciones complejas entre variables y dimensiones). Esta relación entre ambos 'espacios': el de la experiencia (sobre los hechos) y el espacio simbólico (de los conceptos), es precisamente la que siempre debe ser expuesta al análisis crítico y epistemológico. En la modelización, la unidad de análisis es el modelo o sistema. Las variables teóricas se traducen como proposiciones e hipótesis sobre relaciones internas y/o externas del sistema.
Por otro lado, la temporalidad –la perspectiva histórica– de un proceso social siempre puede ser considerada como una exploración, como un proceso de des-cubrimiento y reconstrucción (permanente y recursiva como en la historia general). Una exploración interpretativa sobre los contextos y procesos "reales, simbólicos e imaginarios" (parafraseando a Lacan, 1967) que constituyen la realidad en estudio. Siempre existe una combinación compleja de factores (históricos, políticos, institucionales y culturales) que determinan las condiciones objetivas de existencia de los hechos de la realidad que estudiamos. Ya sea que se trate de acontecimientos, de procesos sociales, o de la posibilidad objetiva de surgimiento de ideas innovadoras, de escuelas de pensamiento, o de pensadores interesados en construir "combinatorias intelectuales", o modelizaciones teóricas que funcionen como artilugios metafóricos o constructos interpretativos. En fin, el conocimiento se construye como una articulación de proposiciones, argumentaciones, dispositivos, conceptos y experiencias capaces de "crear sentido" para un ámbito de problemas y de temas que la comunidad científica o la sociedad consideran como reales, o bien simbólicos y discursivos, o aun meramente "objetos" imaginarios. El dispositivo de interpretación (modelo o teoría) debe ajustarse a ciertas reglas de correspondencia lógica y simbólica con el discurso institucionalizado de la disciplina (términos, proposiciones aceptadas, etc.); también debe proponer ciertas reglas de correspondencia con hechos o procesos de la experiencia –generalmente considerada como experiencias sobre "lo real"–, preferiblemente observable de modo directo o indirecto (precepto ideal de la metodología naturalista a la que me referí). Finalmente, debe dar respuesta a los interrogantes e inquietudes del imaginario de una época, un ámbito intelectual o académico, o también la institución de pertenencia o de apoyo financiero (en América Latina, éste fue un tema irritante y clásico para los investigadores de las décadas de los sesenta y setenta, ya que la financiación generalmente provenía de grandes fundaciones norteamericanas).
Parafraseando a ciertos constructivistas radicales (Atlan, Von Foerster entre otros), se va del caos al orden, y viceversa. La percepción de una problemática real y objetiva, o bien una problemática de orden simbólico como en el discurso, lleva a la tendencia racional de crear un conjunto real simbólico, un campo problemático de hechos e hipótesis interrelacionados que en 'estado primario', puede ser percibido como caótico o incongruente. La creación y delimitación conceptual de este conjunto permite comenzar a analizar las relaciones lógicas que lo articulan, ponerlas a prueba, permutarlas, someterlas a un análisis detenido de las proposiciones y expectativas que lo constituyen como un conjunto –un 'sistema complejo'–.
Finalmente, el investigador intenta recrear un sentido, una interpretación coherente, un 'orden dentro del caos' que permita poner el conjunto problemático 'en discurso'. En los términos de un lenguaje y una construcción simbólica (ya sea en un lenguaje natural o artificial, matemático o no), y en lo posible sujeto a la observación, a un tratamiento experiencial directo o indirecto (aunque en los procesos sociales, tiende a producirse una conflictiva relación con la experimentación, y una valoración positiva de la observación social y del análisis de las condiciones en que se produce la experiencia cotidiana).
"El científico social modeliza la realidad en una compleja y sutil trama simbólica constituida por términos de diverso nivel de abstracción, asociados en proposiciones (muchas veces en meras argumentaciones, por más elaboradas que éstas pretendan ser). Esta modelización se constituye no solamente a partir del discurso científico (o pretendidamente científico), sino de las diversas fuentes de la experiencia personal, de la cultura, de los imaginarios particulares de un momento histórico, de una creencia (de los grandes o pequeños relatos de un grupo social particular, o hasta de una época histórica). Las fuentes del conocimiento y los implícitos epistemológicos, provienen tanto del estrecho mundo de las ciencias como de las experiencias personales particulares, así como de la infinita riqueza de la cultura de los pueblos". (Ciencia, objeto y sentido, Vizer, 1998).
La modelización puede adoptar generalmente dos estrategias posibles: la sistemática y la histórica, y en casos excepcionales, una combinación entre ambas. Aron (1989), en su análisis de la sociología alemana, halla sumamente sugestivo clasificar los autores como "nomotéticos", orientados a la búsqueda de generalizaciones empíricas, leyes y regularidades, de acuerdo al paradigma de las ciencias físicas y las experimentales, o bien como autores "historicistas". La ya centenaria subdivisión de las ciencias elaborada por Windelband y Rickert (1901) halla así sustento actual en lúcidos autores como Aron en Francia y Wallerstein en los Estados Unidos, para quien la economía, la sociología y las ciencias políticas representan desde comienzos del presente siglo el paradigma de las disciplinas sociales nomotéticas. Cada una de ellas, analizadas a partir de su desarrollo histórico, surge en asociación directa con la importancia creciente de la formación objetiva de una realidad social (óntica) nueva. Con el surgimiento del Estado centralizado, surge el "objeto intelectual sobre el que se funda" la ciencia política moderna. La ciencia económica surge en relación con el predominio de la industria y la construcción de un mercado internacional. Por último, la ambigua noción de sociedad emerge como la categoría más general e inclusiva, y se constituye como el objeto central del análisis sociológico. En la ciencia social, las teorías y los sistemas de pensamiento que han logrado reunir proposiciones sobre una sistemática del funcionamiento y la organización de un "sistema", con argumentos sólidos sobre la procesualidad temporal y el desarrollo del propio sistema, han llegado a ser los constructos y modelos mas fructíferos para el análisis sociohistórico.
Una disciplina puede originarse tanto a partir de "insumos externos", reproblematizados y reprocesados según perspectivas originales, como de la focalización teórica hacia hechos nuevos o aún no problematizados. Pero la historia de una disciplina "exitosa", lleva hacia una fundación acumulativa –y generalmente contradictoria– de un núcleo propio y específico, cultivado por discípulos de un fundador, o bien por un conjunto creciente de autores en una relación de cooperación crítica (la que puede ser o no conciente, pero que objetivamente lleva al crecimiento de un campo intelectual que tiende a la legitimación y la institucionalización progresiva). En otras palabras, una disciplina surge de condiciones históricas y sociales particulares, pero tiende inevitablemente hacia un discurso implícito que la legitime como universal. En este sentido, ninguna ciencia puede escapar a las limitaciones institucionales y epistemológicas que la asimilan a cualquier hecho histórico: tiene una historia propia y surge en un contexto sociohistórico particular que la pone en entredicho con los valores y los pretendidos principios de una ciencia universal.
Las teorías sociales que logran articular proposiciones sistemáticas con una perspectiva histórica o –en otras palabras– un conjunto de hechos relacionados entre sí, estructurados y asociados a un encuadre temporal, no sacrifican precisión metodológica sino que más bien agregan "sentido y profundidad" al análisis. Además aumentan la posibilidad de someter la proposición (o un modelo teórico) a una diversidad de situaciones y de niveles de análisis que aumentan su significación y productividad teórica. Y para las proposiciones y las hipótesis es válida la alegoría que –desde la historia– Braudel (1969) propuso para los modelos teóricos: construirlos como si fueran botes, echarlos al agua y observar: si logran permanecer a flote, bien; pero si se hunden bajo la marea de los hechos... ¡desecharlos! También vale la pena recordar el consejo del brillante sociólogo Wright Mills (1959) hace ya casi cincuenta años: no dejarse amilanar por las 'inhibiciones metodológicas'.
El investigador científico es un actor social posicionado en actitud de observador. Esta posición –rol– se halla social y culturalmente construida, y sujeta a reglas particulares establecidas histórica y sistemáticamente en la Modernidad por una comunidad muy particular: la comunidad científica, con sus instituciones, su praxis, sus reglas y sus discursos. Esta afirmación, aunque a primera vista parezca un reduccionismo sociológico, no lo es. La ciencia tiene su historia, sus instituciones, sus prácticas y sus discursos. Y éstos son hechos bastantes claros, sujetos a estudio, comprobación o refutación empírica con los que cualquier científico 'duro' estaría de acuerdo. Lo que puede ser materia de discusión son los criterios de valor que se adjudiquen a los constructos de las ciencias. ¿Son auténticos descubrimientos sobre verdades y realidades ontológicas desconocidas, o son construcciones intelectuales legitimadas por siglos de éxitos experimentales, por el desarrollo de tecnologías revolucionarias de transformación y control de procesos y hechos de la realidad? En este aspecto, el estatus ontológico de los descubrimientos de las ciencias todavía se debate en el dilema platónico de la alegoría de la caverna.
Todas las ciencias sociales deben construirse –en forma implícita o explícita– sobre presupuestos que articulan proposiciones tanto ontológicas (ónticas) como epistemológicas sobre lo universal y lo particular, lo histórico y lo sistemático. La 'materia social', ya sea concebida como conducta, como institución, como praxis, como organismo o como flujo de información, siempre se presenta 'ontológicamente' bajo las cuatro dimensiones (histórica y sistemática, particularista y universalista). Su "lectura" permite descubrir tanto los rasgos permanentes como los cambios, los procesos y hechos particulares así como ciertas propiedades y categorías universales (o al menos universalizables, a partir de la observación, la comparación y el análisis entre hechos y procesos sociales diferentes). Las grandes teorías sociales son aquellas que precisamente han logrado crear modelos interpretativos que integran estas diferentes dimensiones epistemológicas como estrategias de análisis (Marx, Weber entre otros pocos).
Sobre modelos y conceptos "trans" disciplinarios (o metadisciplinarios).
Cada tantos años surgen teorías que cumplen un rol fructífero: 'ponen en discurso' –tanto en el mundo científico como en los medios de difusión– temas para las agendas públicas que promueven la investigación sobre problemáticas nuevas. Así fueron surgiendo temas como capital social, resiliencia, desarrollo sustentable, derechos humanos, ciudadanía, democracia participativa, etc. Estas teorías generalmente atraviesan diferentes disciplinas ya establecidas; y éstas intentan aggiornarse en un esfuerzo por integrarlas dificultosamente a sus cuerpos teóricos tradicionales. La investigación empírica crea entonces sus propias estrategias y agendas, lo que deja a estas teorías en un estatus científico y conceptual sumamente vago e indefinido. Estas teorías reciben el estatus de 'trans', en el sentido de que las problemáticas que abordan, las proposiciones que construyen y los conceptos que usan cruzan los límites de las disciplinas, y exigen diseños de investigación y metodologías innovadoras y convergentes. Finalmente, exigen la construcción de un metadiscurso que sirva para articular las diferentes proposiciones teóricas, los diagnósticos, los diferentes dispositivos de intervención social, y también cierta difusión pública.
Después de esta exposición sobre algunos de los problemas con los que nos encontramos cuando pretendemos abordar la investigación social sin reduccionismos, ni encuadres estrictamente disciplinarios –los que generalmente encubren anteojeras disciplinarias– presentaré como ejemplos algunas propuestas teóricas. Éstas podrían reintegrar discursos algo dispersos en proposiciones trans (o inter) disciplinarias de un mayor nivel de generalización. Considero que las propuestas, las hipótesis y algunos de los conceptos que se presentan a continuación, ayudarían a articular un meta nivel de discurso teórico y de investigación aplicables tanto a procesos y casos individuales, al microanálisis así como también al análisis institucional y macrosocial.
Colectivos sociales y comunicación. Hipótesis y categorías de análisis tentativas para un Programa de Investigación Sociocomunicacional.-
El epistemólogo húngaro Imre Lakatos (1977) propuso la fructífera tesis de que las ciencias se desarrollan siguiendo un Programa de Investigación Científica (PIC). Este ideal científico parecía muy lejano a las incertidumbres que acompañan el vasto campo de la comunicación. La in-disciplina que caracterizó a las investigaciones de la comunicación, y la consiguiente preocupación por la falta de una identidad definida y un objeto propio (paralelamente a la multiplicidad anárquica de temas, problemas, objetos y objetivos), proyectó por un lado a la comunicación como una perspectiva fundamental para comprender la complejidad y multidimensionalidad de los procesos sociales, pero al mismo tiempo quedó inscripta bajo una imagen difusa, inabordable en su especificidad por medio de los instrumentos teóricos y metodológicos de las ciencias sociales. Como campo anárquico de investigación, tuvo un desarrollo más institucional y universitario que definidamente epistémico, (en el sentido de construcción de conocimiento científico 'fuerte'). Las políticas educativas y las estrategias interdisciplinarias que la caracterizaron no ayudaron a esclarecer una identidad propia, pero pusieron en evidencia su carácter de práctica de conocimiento exploratorio y 'de frontera'. Su capacidad de crítica corrosiva tanto como de adaptación al statu quo, su asociación con las tecnologías y el futuro, así como las posibilidades de construir dispositivos y lenguajes autoreferentes, revelaron la fortaleza de sus recursos (tanto teóricos como técnicos) y la posibilidad de cimentar un reconocimiento a su poder simbólico y a las tecnologías mediáticas (que proyectan e instalan masivamente sus imaginarios en las mentes de cientos de millones de personas en todo el globo). La efectividad empírica de sus dispositivos de análisis para poner en un discurso reflexivo y comprensible para la gente común, tanto a los procesos objetivos como a los subjetivos, a las interpretaciones sobre el pasado, los análisis sobre el presente en constante transformación y también los imaginarios de futuro, favoreció su reconocimiento social, pero no así su legitimidad académica.
Sin embargo, vale la pena intentar estrategias que nos ayuden a construir ciertas claves conceptuales que ayuden a fundamentar, demarcar temáticas y problemáticas centrales del campo, y descubrir hasta qué punto es posible diseñar un posible 'mapa de referencia' analítico para el desarrollo de investigaciones articuladas hacia una constitución más sistemática del campo comunicacional (o sociocomunicacional), tomando como referencia ideal las proposiciones de Lakatos. Empecemos por la noción de lo social: construir conocimiento sobre la sociedad es una abstracción. Más allá de una convención linguística, no existe objetivamente tal cosa como la 'sociedad'. Se puede convenir en un recorte de cierta clase de hechos y procesos observables y registrables por medio de nuestras experiencias de vida (experiencia en el sentido dado anteriormente). Podemos decir que son experiencias sociales 'reales' de un primer orden (o 1er nivel): observables y compartibles con cualquier persona en la vida cotidiana. Pero este "1er nivel de realidad", sólo toma sentido cuando lo tratamos de entender, de interpretar. La interpretación a su vez se construye en dos niveles diferentes: un 2° nivel que responde a la percepción y el análisis del contexto (situacional y temporal) en que suceden los hechos (puede llamarse 'análisis de situación'). Y un 3er nivel de interpretación correspondiente a un encuadre abstracto de los hechos en marcos sociales y simbólicos: linguísticos, culturales, históricos y epistemológicos. La especificidad de la experiencia científica –a diferencia de la experiencia común– precisamente corresponde a la construcción de encuadres abstractos de 3er nivel, estrictamente regimentados por las teorías que se empleen y la metodología de observación y de interpretación de los hechos. Hasta el presente, la mayoría de los encuadres teóricos legitimados por las Academias son construidos por las diferentes disciplinas. Nuestra pregunta es entonces: ¿cómo evitar los reduccionismos de estas interpretaciones? ¿Cómo evitar caer en el mero discurso teórico sin fundamentos, al que nos han llevado infinidad de teorías? ¿Es posible construir encuadres interdisciplinarios o aun transdisciplinarios fructíferos que reúnan las condiciones de rigor científico? ¿Es factible reconocer ciertas categorías fundacionales de la experiencia, o sea "categorías de 1er nivel" diferenciadas y específicas?
Esta última es la línea de pensamiento que creo permite reconocer ciertas categorías de la experiencia social como fundamentales para construir líneas de investigación no reduccionistas sobre los procesos sociales. Entiendo por no reduccionistas, en el sentido de incluir en el marco teórico (como proceso de modelización), la multiplicidad de relaciones y dimensiones de la existencia de un colectivo social –un grupo, una institución o una comunidad–. De modo implícito, en las ciencias sociales casi inevitablemente se empieza por ciertas hipótesis y presupuestos (desde un 3er nivel que inevitablemente se halla implícito en el lenguaje y la interpretación). Podemos considerar interesante plantear posibles estrategias de investigación intentando una fundamentación –por ej., metodológicamente fenomenológica– a partir de un 1er nivel de la experiencia cotidiana. Podemos así caracterizar diferentes clases de experiencias. Éstas representan modalidades específicas de relación humana con diferentes contextos, construidos como mediaciones tanto entre los individuos como en las poblaciones, las comunidades y sus 'entornos ecológicos' (en términos más sociológicos diríamos 'modalidades de relación de los agentes sociales', entre sí y con sus ambientes).
Cinco proposiciones centrales sobre colectivos sociales desde la perspectiva sociocomunicacional.- (Ver Cap. VIII).

I. Los individuos, las comunidades y las poblaciones 'construyen, modelan y cultivan sus propios ambientes' (desde la propia vivienda hasta las ecologías del entorno, sus tiempos y espacios ambientales, sus entornos socioculturales, afectivos e imaginarios). La experiencia social (y el proceso de socialización) se instituye en la forma de dispositivos de acción que permiten estructurar relaciones técnicas, informacionales y simbólicas con el medio físico, transformando a la naturaleza y sus contextos.

II. Si se considera a la sociedad a partir de un paradigma de emergencia y reconstrucción permanente, se remite a un paradigma generativo, lo que permite desarrollar perspectivas inter y trans-disciplinarias.

III. Las relaciones de los agentes sociales implican procesos bidimensionales: por un lado son prácticas técnicas (la techné), por el otro son relaciones epistémicas y comunicacionales de construcción de sentidos y valores. Implican tanto procesos y prácticas 'bidimensionales' de recreación estable de las relaciones, los vínculos y lazos sociales (la reproducción), como los procesos y las prácticas de su propia transformación.

IV. La comunicación es la práctica de construcción social par excellence que los seres humanos (y tal vez algunos animales inteligentes) cultivan en forma permanente a fin de expresarse a sí mismos –y para sí mismos– en relación a sus entornos físicos, sociales y simbólicos. La comunicación implica una práctica de afirmación del yo ante el Otro, y una apropiación socializada del entorno a través de procesos y dispositivos cognitivos y expresivos que permiten 'modelizar' simbólica y lingüísticamente los contextos y la experiencia colectiva de los Otros.

V. En relación a los procesos específicamente sociocomunicacionales, su análisis diagnóstico y la intervención estratégica –metodológicamente participativa-, se propone un modelo de tres dimensiones diferenciadas: referencial, inter-referencial y autorreferencial (Vizer, 1983). La primera como construcción discursiva, textual o imagética de 'realidades objetales' (la construcción de una 'realidad referenciada', el análisis de textos, informaciones, mensajes, etc.). La segunda 'dimensión' referida a las relaciones de comunicación mutuas que aseguran el reconocimiento social y cultural entre los individuos, como actores-observadores sociales que se interpelan y 'referencian' mutuamente entre sí (construcción del vínculo social). Finalmente, la tercera como proceso de expresión personal, de presentación –implícita o explícita– del sí mismo en sociedad.

Estas proposiciones teóricas ayudan a aportar a un paradigma sociocomunicacional que ayudaría a la construcción de modelos heurísticos útiles para explorar, describir, interpretar y modelizar los patrones diversos de los procesos socioculturales: organizativos, -relaciones "estables" –o bien cambiantes según reglas de interacción a descubrir. Se pueden constituir unidades y variables de análisis fundamentales para un campo de investigación social transdisciplinario (hasta cierto punto, el estructuralismo buscó algo parecido pero desde una perspectiva ahistórica). Los 'patrones de relaciones', (de 'paterns') permanentes, así como cambios en las instituciones y la cultura, pueden ser abordados como dispositivos de estructuración de las relaciones entre los actores sociales en toda clase de organizaciónes. Toda organización, así como cada dominio de la realidad social (económica, política o social) presentan concretamente prácticas específicas diferenciadas y también comparables entre sí.

Es posible así pensar diferentes clases de relaciones, dominios, topologías (¿convencionales?) que establezcan distinciones, dimensiones, o bien categorías (¿universalizables?) sobre la existencia (objetivada y real) de: 'lo' social; 'la' cultura (en un sentido tanto físico material como simbólico), el individuo-sujeto (la 'intersubjetividad), la tecnología (y la ciencia), la naturaleza física, y lo 'sobrenatural' (representaciones religiosas y trascendentes, o bien los mitos y valores fundacionales de un colectivo social).

A estas dimensiones (categorías topológicas) se pueden agregar otras, o bien suprimir alguna o bien refundirlas, pero la propuesta consiste en establecer la posibilidad teórica de desarrollar un núcleo de categorías centrales que ayuden a establecer ciertos acuerdos para la construcción de una red conceptual que permita estructurar conocimientos e investigaciones hasta el presente totalmente separados entre sí. No nos sirve repetir ingenuamente el lema de "la construcción social de la realidad por parte de los hombres". Hace falta un intento de descripción y análisis sobre las bases que constituyen la formación del sentido y la construcción de diferentes "dimensiones de realidad" por parte de los agentes sociales. No se trata de proponer la utopía de una teoría unificada, sino más bien la construcción de un metanivel de discurso (un nivel metateórico) que permita enriquecer y articular conocimientos dispersos, y diseñar modelos y proposiciones de mayor amplitud. Una de las principales funciones de la teoría es precisamente la de organizar semánticamente hechos, informaciones o conocimientos dispersos, en proposiciones (o bien –más modestamente– en "argumentos"). Una buena teoría es la que logra expresar y comunicar en forma sintética (o bien económica), una buena descripción –o dentro de lo posible, una "buena explicación"– sobre un problema referido a una realidad dada.
Se pueden modelizar procesos sociales como conjuntos de relaciones que emergen dentro de un sistema complejo y generativo de dominios diferentes y articulados entre sí por medio de relaciones tanto técnicas (físicas) como simbólicas (de sentido, o epistémicas). En un sentido restringido, se puede concebir: a) "lo social" como un conjunto de "agentes o actores sociales" (empíricamente representada por los hombres, las organizaciones, la comunidad, el Estado, etc.). b) Un segundo dominio de lo "objetivo social", representado por la cultura material transformada por el hombre. Una topología que "crea espacios y regula los tiempos sociales", y es constituida por el mundo de los lenguajes, los símbolos y entes portadores de significado. c) Un tercer dominio sería el de las relaciones con la naturaleza física, (noción que surge recién con la ciencia moderna) como un dominio objetivado de los sentidos, y separado del hombre; "naturaleza" representada a través de las ciencias naturales y las tecnologías. d) Un cuarto dominio social y epistémico surge autónomamente como herencia del siglo XIX. Pasando por el romanticismo y el psicoanálisis, se ha ido consolidando la "construcción social del dominio del sujeto" como un nuevo dominio de investigación y de conocimiento: el de la psique y la (inter) subjetividad humana (Freud habló de una topología del aparato psíquico y del inconsciente, y se considera válido hablar de procesos de la "realidad subjetiva", aunque se lo considere una ficción literaria o idealista). e) Una quinta categoría de relaciones estrictamente simbólicas y trascendentes, es la de la experiencia de lo sagrado, que ha sobrevivido por milenios a través de la religión, las ceremonias, y rituales (cuya función social es estrictamente reproducir la experiencia y el sentido de lo trascendente, y en la fe sobre un mundo "otro"). f) Por último, en los siglos XIX y sobre todo el XX, las experiencias de la técnica –en especial las nuevas tecnologías– han hegemonizado y colonizado aceleradamente todos los dominios de la experiencia. Las tecnologías de información y comunicación (TIC) y su articulación por un lado con las tecnologías de control y modificación del tiempo y del espacio físico, social y simbólico, y por otro lado con la biotecnología, la inteligencia artificial, la realidad virtual, los sistemas expertos, etc.
Ejemplos institucionales: a) las organizaciones religiosas sobreviven al relativismo y la intrascendencia posmoderna porque brindan un tipo de experiencia trascendente (formas de religiosidad que no discutiré acá si son de naturaleza vicaria o legítima, pero acentuando las diferencias entre religión organizada y experiencias de religiosidad). b) La familia, el parentesco, las asociaciones de pertenencia pueden ser consideradas instituciones de "construcción del dominio del sujeto" por medio del cultivo de los vínculos. c) Las instituciones y la organización de las economías tradicionales, el hábitat, el trabajo y la técnica, pueden ser consideradas como dispositivos y experiencias asociadas a la reproducción de la vida humana en relación con la apropiación del mundo físico y la naturaleza. d) Como otra dimensión fundante de la vida colectiva en sociedad, podemos mencionar las instituciones de la política, el Estado y la Ley (como el dominio de "lo" social restringido a su sentido específico, tal como es tomado como objeto de estudio por las ciencias sociales).
En las conversaciones de la vida cotidiana, así como en los discursos públicos, en los mitos o en los programas de televisión o el cine, siempre encontraremos una alusión –explícita o implícita– a temas centrales y fundantes de la vida social. Ciertas ideas y ciertas palabras se hallan siempre omnipresentes en casi todos los idiomas y contextos sociales: las relaciones entre los sujetos (amor-odio-ambición-cooperación, etc.); la Ley, el poder y el control; la ubicación en el tiempo y el espacio; la técnica, el trabajo y el dinero; la vida y la naturaleza. Cuando hablamos sobre nuestras vidas, estamos también modelizándola de manera emocional y reflexiva. También lo hacemos cuando hablamos de la sociedad, la cultura, la naturaleza o la religión. La característica central y obsesiva del fundamentalismo, se manifiesta en la incapacidad de aceptar "otros" modelos, valores y sentidos (las que en la cultura occidental han constituido la fuente de la riqueza creativa y la diversidad cultural). e) Podemos mencionar a las artes como el dominio instituido de las funciones expresivas y culturales en un sentido restricto, y a la "cultura" en un sentido amplio y antropológico, como la construcción y el reconocimiento de las formas simbólicas en la vida social. f) Por último, debemos considerar el desarrollo exponencial de las nuevas tecnologías, invadiendo todos los dominios del ser y el quehacer humano. Son las tecnociencias que caracterizan a la sociedad "post" moderna como una "Cultura Tecnológica". De más está decir que cada organización/institución es en sí misma multidimensional (se autoorganiza en interfases con los diferentes dominios), al mismo tiempo que guarda una relación determinante con un tipo de dominio, y representa así una función social específica y mediadora para los individuos que acceden a ella (ya sean iglesias, la Justicia, las artes, la familia, la política, etc.).
Cultura, naturaleza, tecnología, intersubjetividad, trascendencia y construcción de "lo social" se articulan entre sí en forma prácticamente indisoluble. Se instituyen como "distinciones ontológicas y cognitivas axiomáticas" establecidas por la cultura y el discurso. En este sentido, las ciencias sociales y la comunicación bien pueden definir sus objetos como el estudio de la naturaleza histórica y social de los diversos dominios de realidad. La constitución social de las diferentes "distinciones y dimensiones topológicas de las realidades humanas". Su "(re) producción" material, tecnológica, simbólica e imaginaria, sus transformaciones históricas y "temporalidades" objetivas y subjetivas, sus respectivos dispositivos y procesos, sus formas organizativas y culturales distintivas (Vizer, "La trama (in)visible de la vida social…" pág.152/3, modificando el término original "ontológicas", por topológicas).
En la Introducción de La trama (in)visible..., presenté una perspectiva sobre las etapas de constitución de las ciencias en la forma de un bosquejo de epistemología histórica a partir de la Modernidad. Primero, la reflexión sobre el mundo físico (y la constitución histórica de la experiencia de disociación técnica y científica entre sujeto-objeto). Esto permitió a las ciencias naturales fundar el paradigma de conocimiento científico sobre el "objeto" físico como epítome de la Naturaleza (ésta no es "natural" sino construida como concepto cultural moderno, como "modelo" de la realidad física). En base a este primer paradigma, surge luego la modelización reflexiva sobre las instituciones, el Estado y la sociedad como objetos de conocimiento y experiencia social (y por ende, como objeto a ser investigado, intervenido y transformado por los propios hombres, ya sea históricamente o mediante "rupturas" revolucionarias). Ya en el siglo XIX, se instala en los imaginarios occidentales la constitución y el reconocimiento social y cultural de la experiencia subjetiva (en la literatura, la historia y la psicología se "objetiviza" culturalmente el dominio de la subjetividad). A fines del mismo siglo y comienzos del XX, surge la constitución de lo que podemos denominar la primera Cultura Tecnológica como paradigma de construcción de objetos materiales, con el control y la aceleración del tiempo y el espacio: la dinámica del motor, la locomoción, la comunicación como vía física y natural, como conquista sobre tiempo y espacio. Por último, con las tecnologías de información y comunicación, y su convergencia tecnológica, llegamos a la etapa actual de constitución ambigua de objetos a la vez reales y virtuales. El pensamiento científico analítico (transformado por los propios dispositivos de la tecnología en fórmulas y sistemas de información expertos) siente la necesidad de volverse autorreflexivo y autoobjetivante. En cada una de estas etapas de formación y modelización del pensamiento sobre la realidad (natural, social, psíquica o virtual) se fueron construyendo imágenes y metáforas que las representaran y expresaran.
La Modernidad occidental instituyó en los últimos siglos a las diferentes esferas o dominios de la experiencia que constituyen nuestras topologías –o ecologías simbólicas y formas de modelizar la realidad–. Aunque fueron siendo condicionadas en respuesta a fuerzas económicas y políticas externas, también fueron construidas intuitivamente por el sentido común, por los contextos de la acción social y la vida cotidiana del mundo actual de las sociedades modernizadas. La Modernidad ha instituido ciertas categorías como la "fábrica" –la urdimbre fundante, el "taken for granted"– de la realidad experiencial del mundo moderno.
Asumiendo una metáfora espacio-temporal, se podría concebir el objeto de investigación de los procesos sociales y comunicacionales como el conjunto de la totalidad de los espacios y construcciones de sentido instituidos por el hombre. Y su análisis como una "ecología social y semiótica": de artefactos, rituales, formas, textos, símbolos, imágenes, etc. En segundo término, podemos considerar a la temporalidad histórica como praxis, como acciones humanas instituyentes y "reproductivas" de los diferentes dominios de realidad y de las identidades históricas particulares (de su permanencia y su cambio).
La reproducción sistemática de las instituciones por medio del "registro informacional", o la marca de la relación entre los elementos y las formas culturales genera la evidencia "real, simbólica e imaginaria" (o bien la ilusión) de la permanencia, la percepción de lo "universal" y de leyes "inmutables" (específicamente en el mundo natural, pero que el idealismo proyecta también al mundo social). En este sentido, la noción de identidad es crítica para centralizar y organizar la diversidad y el flujo de los elementos, los hechos y los procesos en "modelos" de relaciones estables y permanentes, tanto lógica como ontológicamente. Este proceso es propio de toda forma de vida, pero especialmente válido para investigar y entender la formación y reproducción histórica y sistemática de cualquier forma de estructura sociocultural sin perder de vista su complejidad, sus patrones organizativos, sus estructuras reproductivas, y sus procesos de cambio y transformación. La propia temporalidad y la historia surgen del contraste entre los registros y la experiencia del presente y los registros (información, memoria) del pasado. Estas proposiciones son válidas y extensivas tanto para la "construcción" (de la identidad) del individuo, como para la de organizaciones, para las comunidades, la sociedad y la cultura. Pareciera que "lo social" es la acción; y la cultura, construcción de identidad y temporalidad. Identidad que otorga un sentido a la acción; y la acción, la que asegura la permanencia temporal de la identidad y la cultura (op. cit., pág. 138).
Una hipótesis central afirmaría que en este proceso hipercomplejo de producción y reproducción institucional (de las formas de identidad, de la acción social y de la formación de sentido)... "se reconstruyen los universos reales, simbólicos e imaginarios" en que vivimos –trans-subjetivamente– los seres humanos. Y estos procesos pueden abordarse como actos y como experiencias de comunicación. Como procesos de apropiación y organización trans-subjetiva –e intersubjetiva– de los universos culturales de formación de sentido.
La expansión de las investigaciones a todos los ámbitos y los temas a ser abordados por la ciencia social, puede seguir una estrategia interesante planteada por Luis Braga para los estudios de la comunicación. Ante cierta liviandad de muchas proposiciones "interdisciplinarias", Braga propone investigar las interfases entre problemas y procesos definidos como sociales y problemas comunicacionales. Efectivamente, todas las ciencias logran significativos avances cuando se articulan co-disciplinariamente. Es esperable que la investigación sobre problemas y procesos de interfase en los dominios presentados permita desarrollar abordajes y resultados sumamente fructíferos. Es posible presentar innumerables ejemplos de problemas actuales que muestran la necesidad de abordajes (sistémicos y de interfase) que incluyan la multiplicidad y complejidad de los procesos involucrados en temas como la desocupación, el SIDA, la contaminación, el desarrollo sustentable, etc. La perturbación, los conflictos y las contradicciones dentro de uno solo de los dominios, altera el funcionamiento de todos los demás y puede desencadenar una crisis en la totalidad del colectivo social, o de los dispositivos del sistema de relaciones internos y externos (la catástrofe natural del tsunami asiático movilizó al mundo entero; en otro orden de realidad, así también sucedió con las subguerras de la Guerra Fría, las pandemias, los efectos de la globalización económica, las crisis del petróleo o las apavorantes futuras guerras por el agua).
Tenemos el ejemplo de los estudios ambientales, los psicosociales, la salud y la prevención entre otros. Los estudios de posgrado muestran claramente esta tendencia a abordar conjuntos de problemas como "sistemas" (ambientales, de salud, económicos, etc.). El éxito ya milenario del paradigma médico nos ha enseñado que "no hay enfermedades sino enfermos" (principio de totalidad y concretitud); no es posible una buena intervención si no se construye un diagnóstico, y éste sólo es posible con una buena descripción e información sobre los síntomas (asociaciones e interfases entre la observación, la experiencia y la teoría); el mejor médico es el que combina los conocimientos especializados con la comprensión de las condiciones de vida del paciente (comprensión de las relaciones e interfases entre las partes y el todo).
Comunicación, (re)construcción y "cultivo" de la vida social.-
Puede ser interesante abordar el análisis de procesos sociales, institucionales y organizacionales desde la perspectiva de los actos y los dispositivos de comunicación (ya sean conversaciones, procesos mediáticos, textos, lenguajes corporales, uso de objetos y sobre todo de tecnologías, relatos o mitos) como formaciones de agentes que "cultivan colectiva y ecológicamente sus espacios ambientales" (materiales, simbólicos y aun imaginarios). La reconstrucción de la vida social implica pensar los procesos sociales -al menos- como de 'doble faz' (ver el cap. IV de este libro). Por un lado en tanto procesos de praxis, como acción social de los individuos y los grupos, y por el otro como "sistema" (condiciones y contextos configurados por las diferentes formaciones y sistemas institucionalizados). Éstos se corresponden con un orden colectivo y universalista (micro y macroeconómicos, micro y macro políticos y culturales), en el interior de los cuales los agentes sociales operan. Desde una visión informacional, las organizaciones y la estructuración de los sistemas sociales operarían como el equivalente a un código genético, con sus lógicas internas y sus "leyes". Los dispositivos informacionales (día a día cada vez más dependientes de la digitalización de los sistemas expertos y la convergencia de los instrumentos tecnológicos) operan como organizadores y controladores de las operaciones de regulación del funcionamiento eficaz y eficiente de los propios dispositivos de reproducción del sistema (como ejemplos, pensemos en como funcionan los servicios públicos en las ciudades, el pago de los impuestos, las cadenas productivas de producción y consumo masivo, etc., y en la desesperación del ciudadano cuando intenta inútilmente comunicarse con un agente humano y le responde una voz que solamente da respuestas automáticas pregrabadas, o simplemente "el sistema se cae" y estamos incomunicados).
En cambio, desde una visión comunicacional, las organizaciones y las instituciones culturales pueden ser concebidas como procesos y mediaciones dinámicas, operaciones reflexivas e interacciones entre los individuos en tanto agentes sociales, como actores y observadores en situación. La comunicación implica en este caso a los sujetos como interlocutores, las relaciones democráticas o autoritarias, simétricas o asimétricas, la presencia de actos expresivos, de la conversación, la construcción compartida (lo que no quiere decir siempre armónica) en procesos de construcción de sentido y valores, de imágenes, de emociones, sentimientos, deseos y ambiciones. En fin, los procesos de la siempre presente historia de la comunicación humana, en tanto procesos de auto e interreferenciación recíproca, inseparable del mundo de la vida y de "la condición humana".
Los agentes sociales se socializan desde la infancia en el arte de aprender a utilizar dispositivos técnicos y semióticos que les permitan apropiarse de los recursos y los instrumentos materiales y simbólicos que les permitan cultivar –o sea construir y reproducir– los diversos entornos y dominios en los cuales habitan. Lo hacen a través de diferentes formas del trabajo (en la infancia como un aprendizaje a través del juego). La organización social y técnica del trabajo asegura la generación de los recursos necesarios para el colectivo social. Los agentes sociales se ponen en "enacción" por medio de dispositivos culturales aprendidos y reconstruidos permanentemente. Proceso que implica a la vez un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo: trabajo físico y también social, cultural-simbólico e imaginario. Todas las organizaciones construyen dispositivos, los que se instituyen como estructuras del sistema-organización a fin de ocupar, desarrollar y distribuir –según criterios de racionalidad y lógica imbricada en el propio sistema– a los múltiples espacios y tiempos disponibles. Esto con el fin de asegurar el acceso a los recursos para su supervivencia: prácticas instrumentales; tecnologías, objetos materiales, recursos físicos y económicos; normas y sistemas de decisión; jerarquías, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus "ambientes"; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias, etc.
Se puede hacer una reflexión "ecológica": los mundos en que los hombres viven son mundos físicos y también sociales, simbólicos e imaginarios al mismo tempo (socializados por la cultura). Desde el mundo de la naturaleza al de las instituciones colectivas (como el Estado); el mundo de los vínculos afectivos (como la familia o los amigos); el de la cultura; el de nuestros entornos crecientemente dependientes de las tecnologías, y hasta la propia búsqueda de la trascendencia y lo sagrado (re-presentado por la simbología y las ceremonias de todas las religiones). El "mundo de la vida" es el mundo de la búsqueda permanente de sentido y de valor. Los diferentes entornos o ecologías estructuran los contextos y proporcionan los recursos necesarios, y en ellos los individuos se apropian y cultivan socialmente –y modelizan cognitivamente– sus propias "realidades". Podemos adelantar que sería sumamente fructífero pensar e investigar todos estos procesos de interdependencia compleja, modelizándolos como interfases y mediaciones relacionantes entre los dominios del individuo, la sociedad, la naturaleza y la cultura. Interfases de articulación y mediación, tanto físicas como sociales; linguísticas y comunicacionales. A su vez, todas atravesadas y transformadas por la creciente "invasión" de la cultura tecnológica de nuestros tiempos. Invasión que penetra y transforma desde la naturaleza a la sociedad, desde la biología y el cerebro hasta los imaginarios culturales.
Las tecnologías de información y comunicación (TIC) representan un papel día a día más fundamental en los procesos de articulación social. Funcionan precisamente como dispositivos convergentes de interfase. Internet ofrece acceso a recursos de información y comunicación generando un dominio de tiempos y espacios virtuales que transforma los medios y las formas tradicionales a través de las cuales accedemos a todos los dominios de la vida social. Se puede considerar a la comunicación como la experiencia "simbólica y cargada de sentido", a través de la cual una comunidad cultiva su ecología social y cultural. Se propone así abordar el análisis de la comunicación en tanto procesos de construcción de los propios contextos sociales en varios niveles que se cruzan en forma transversal: las prácticas sociales como acción imbricada en los dispositivos de funcionamiento (como información interna del sistema) y en los procesos reflexivos y simbolizantes de los agentes de un sistema social. Parto de la hipótesis de que es estratégico estudiar las relaciones de sentido que se construyen como formas de apropiación simbólica del mundo (por ej., las representaciones y concepciones del futuro que se instalan en nuestros imaginarios como "Sociedad de la información, de la comunicación y/o del conocimiento"). Los procesos de información y de comunicación se conciben como dispositivos culturales (toda clase de lenguajes, imágenes, símbolos y hasta normas de acción social) a los cuales los seres humanos recurren como recursos para construir contextos y relaciones sociales que les permitan producir y reproducir permanentemente sus mundos de la vida. Los recursos y dispositivos culturales (como la lengua y las imágenes) pueden ser considerados en tanto "recursos informacionales". Y los procesos de comunicación como la "puesta en acción" de esos recursos por parte de los agentes sociales. Socializarse es fundamentalmente adquirir competencias para comunicarse, expresarse y relacionarse en los diferentes dominios. La puesta "en acción" de competencias comunicativas puede ser considerada como la fuente original de las experiencias de vida social del ser humano.
Lo que se entiende por socialización es precisamente la fijación de las experiencias en la memoria, el aprendizaje y el conocimiento adquirido a través de las experiencias de vida. La socialización es un proceso de maduración y reafirmación de las personas y del crecimiento de la autovaloración de la identidad propia en relación al mundo social y el físico material. Creo útil pensarlo como la construcción de un cultivo experiencial por medio del cual los hombres intentamos aseguramos el control (el poder) sobre nuestros mundos de la vida personales. a) Un control "técnico y operativo" sobre los dispositivos generadores de contextos físicos y materiales de nuestras condiciones de vida, y en parte también sobre nuestras condiciones sociales (o sea, dispositivos de información). Pero sobre todo precisamos de b) un "control simbólico y comunicacional" –o sea de sentido– sobre nuestras realidades. Precisamos de certezas operativas (la techné de los griegos). La seguridad y el control sobre los recursos materiales necesarios para asegurar nuestra supervivencia. Y también precisamos de la seguridad simbólica de la permanencia de ciertos valores; de símbolos y de construcciones de sentido (lo que explica la permanencia de las religiones y hasta la magia en las sociedades modernas). La comunicación puede ser considerada la manifestación concreta y objetiva de los procesos de reconstrucción permanente de los diferentes contextos de realidad que cultivamos en la vida cotidiana. Cultivamos como un jardín, o un taller lleno de herramientas que utilizamos como recursos para la reconstrucción resiliente de nuestra vida cotidiana: nuestras ecologías físicas, sociales, simbólicas e imaginarias.
Podríamos resumir el estado de situación de las angustias de nuestro tiempo en las preguntas siguientes: ¿No estaremos transformándonos en meros agentes pasivos de un sistema fuera de control?. ¿No estamos perdiendo la capacidad de cultivar nuestras propias realidades, en función de los poderes económicos y tecnológicos que nos transforman en meros recursos para sus necesidades y ambiciones?. ¿No estamos acaso siendo marginados hacia el entorno -o sea la periferia- de un núcleo de poderes mundiales que cultivan sus poderes transformando a todos los pueblos en agentes subalternos? ¿No estará tanta 'sobreinformación' y tanta hiperestimulación cotidiana ahogando nuestras necesidades de comunicación humana real?
Por último, vale la pena repetir la lúcida observación del creador de la "Teoría de las Catástrofes", Thom: "Los grandes progresos científicos siempre están ligados a extensiones de lo imaginario". Para teorizar sobre el mundo es preciso proyectar la realidad, tal y como la percibimos, en una realidad mucho más amplia, compuesta en un primer momento por entidades "ocultas" e imaginarias. El desarrollo del pensamiento científico está ligado a las posibilidades de crear estos nuevos mundos imaginarios. El paralelismo con la poesía y la creatividad asocia a las ciencias con los universos de sentido social de una época, de la cual reciben los "insumos imaginarios", pero también marca la diferencia que las separa en tanto: "la ciencia, por principio, busca instaurar el orden y restaurar la identidad a través de la multiplicidad, y reencontrar la continuidad de los fenómenos a través de los desórdenes aparentes" (Thom, 1985).

III. Dimensiones sociales de la comunicación; dimensiones comunicacionales de lo social. Líneas y problemáticas de investigación.
Comentarios de M. A. da Mota Rocha


"Não existe ciência do discurso considerado em si mesmo e por si mesmo; as propriedades formais das obras desvelam seu sentido somente quando referidas às condições sociais de sua produção –ou seja, às posições ocupadas por seus autores no campo de produção– e, por outro lado, ao mercado para o qual foram produzidas (que não é outra coisa senão o próprio campo de produção) e, eventualmente, aos mercados sucessivos de recepção de tais obras" (Bourdieu, 1996, p. 129).
"Inspecionada em todos os seus detalhes de funcionamento, a relacao social que o aparelho de comunicacao coloca em jogo –emissao, recepcao, escrita, leitura, fala, escuta – se limita a fornecer bem poucos esclarecimentos a respeito da sua razao social: eis por que, diferentemente da mayoría das relacoes sociais, ela só existe se inserindo em outras relacoes!" (La Haye, Y., 1984, pp. 41/42).

Este trabajo tiene como objetivo central presentar posibles líneas de investigación sobre las relaciones entre las prácticas de comunicación y los procesos sociales, dentro de los cuales ambos se constituyen mutuamente. Se parte de dos hipótesis generales: a) la construcción de teoría y la investigación sobre procesos comunicacionales se enriquece y consolida, cuanto más se hallen asociados a proposiciones efectivas sobre procesos sociales. b) La segunda hipótesis general –en estrecha relación con la primera hipótesis- sostiene que es posible construir ciertas categorías de análisis que pueden ser comunes y aplicables tanto a procesos sociales como a procesos específicamente comunicacionales, discursivos y mediáticos.
Comunicación: ¿construcción de los "mundos de la vida"?
De acuerdo a la primera hipótesis, el campo de la comunicación se desarrollará más sólidamente cuanto más se lo asocie a problemáticas de la acción social y la formación de sentido. Se asume así como propia la propuesta de Braga (2004) sobre la fecundidad de investigar problemas que surgen en las interfases con problemas planteados por otros campos disciplinarios o por el propio campo comunicacional en relación a otros. Si esto es así –y es lo que pretendo demostrar–, se confirma la primera hipótesis sobre la necesidad de desarrollar estrategias y categorías teóricas y metodológicas de análisis que asocien estrechamente la investigación de procesos sociales conjuntamente con los comunicacionales.
Me propongo presentar el aporte que brindan ciertas proposiciones sobre los procesos fundantes de la "construcción social de la realidad" a través de los cuales los seres humanos fenomenológicamente perciben, categorizan, organizan y adjudican sentido y valor a sus percepciones, sus acciones y experiencias en la vida social. Desde la aparición en 1957 del famoso libro de Berger y Lukmann sosteniendo la hipótesis sobre la comunicación como construcción de la vida social, se tiende a aceptar y repetir esta proposición prácticamente como un cuasi dogma indiscutido. Pero no se ha hecho lo suficiente como para desarrollarla en investigaciones empíricas que aporten al conocimiento sobre los procesos y dispositivos increíblemente complejos que involucra la construcción social de la realidad. ¿Qué se entiende por construcción? ¿Cómo opera y se define lo social desde una perspectiva "comunicacional"? ¿En ese caso, qué se entiende por comunicación y por "realidad"?
Se hace evidente la necesidad de proponer asociaciones entre procesos de la experiencia tanto individuales como colectivos: formas y modos sociales, culturales e individuales de co-construir un mundo compartido de experiencias; de ver, oír, interactuar y comprender como construimos –conciente e inconscientemente– nuestros contextos sociales y nuestros "mundos de la vida".
Presento aquí algunas categorías de análisis sobre lo que podemos denominar construcción (y clasificación sociocultural) de diferentes "topologías" del mundo de la experiencia social. Propongo mostrar que existen ciertas categorías que la modernidad occidental ha impuesto (¿cultural o ideológicamente?) como universales. Estas categorías aseguran los criterios para la construcción y organización de sentido –¿sentido común?–, y valores adecuados sobre los modos en que debemos percibir y entender las experiencias del "mundo real". Veladamente, detrás de la ideología realista y positivista de las evidencias, se esconde una exigencia (¿fundamentalista?) que afirma que el paradigma occidental y capitalista es el único válido para determinar cómo debería ser el mundo. Si se acepta que el campo de la comunicación se ocupa fundamentalmente de los procesos de construcción de sentido, podemos sostener que la comunicación estudia los procesos a través de los cuales –en este momento histórico– los individuos, las comunidades y las culturas construyen y adjudican sentidos y valores a sus mundos de la experiencia, ya sea personal o colectiva. Tanto hacia el mundo físico y a la naturaleza, como en las relaciones sociales, en los vínculos primarios, hacia los símbolos y las formas de la cultura, en la relación del sujeto con el mundo personal del sí mismo, o en la religión como proyección de trascendencia y búsqueda de la última fuente de adjudicación de sentido y valor a la vida.
Si se acepta que existen ciertas categorías de formación de sentido que se han generalizado y son compartidas por diferentes sociedades, esas categorías nos darían una fundamentación fuerte para desarrollar estudios de la comunicación que asocien procesos culturales con el mundo de la experiencia, del lenguaje, y de los medios de comunicación con los procesos de praxis social y por ende de construcción social de la realidad.
Intento mostrar que ciertas categorías de adjudicación de sentido a la(s) realidad(es) y los contextos sociales compartidos permiten analizar tanto el lenguaje como situaciones de la vida cotidiana, a los medios audiovisuales y las artes basadas en la imagen (como la pintura figurativa y la fotografía). Si la hipótesis general sostenida en un comienzo es exacta (o sea que la investigación sobre los procesos de comunicación deben hallarse íntimamente relacionados con la investigación sobre procesos sociales) las proposiciones y las categorías de análisis deberían –al menos en teoría– ser válidas para profundizar tanto los estudios sociales como los de la comunicación. Asimismo se deberá explorar hasta que punto en el propio lenguaje –así como en otros sistemas simbólicos– se manifiestan también las categorías básicas de la experiencia que presentaré en este trabajo. Algunos términos y procesos lingüísticos asegurarían la formación operativa de dispositivos simbólicos que permitirían a los individuos realizar transformaciones e intercambios lingüísticos que aseguran la creación de reglas compartidas entre los agentes sociales para la "co-construcción de la realidad" por medio de la comunicación, así como la construcción de significación y sentido (por ej., las funciones descriptiva y preformativa del lenguaje).
Se propone abordar el análisis de la comunicación en tanto procesos de construcción de sentido. Parto de la hipótesis de que es estratégico estudiar las relaciones de sentido que se construyen como formas de apropiación simbólica del mundo (como un "cultivo estratégico" de la realidad social). Los procesos de información y de comunicación se conciben como dispositivos culturales (cualquier clase de lenguajes, imágenes, símbolos y hasta normas de acción social) a los cuales los seres humanos recurren como recursos para construir contextos y relaciones previsibles y estables de experiencia en los diversos dominios instituidos –e instituyentes– de la realidad, que les permitan reproducir permanentemente sus mundos de la vida. Dominios de realidad que los agentes sociales vivencian experiencialmente como una auténtica ecología. Una ecología –o bien topología– material del mundo físico en relación con el propio cuerpo (nuestra experiencia de la percepción del mundo que nos rodea es holística); ecología social (sentido de pertenencia e identificación con colectivos sociales: pueblo, clase, patria, etnia, o aun "multitud"); ecología "afectiva" de familia, amigos, grupos, religión y "hermanos en la fe", etc.; ecología simbólica de las formas culturales (arquitectura, expresiones artísticas y culturales, lenguajes y códigos, etc.). Por último, se debe tomar en consideración el crecimiento exponencial e invasivo de las aplicaciones ecológicas de la cultura tecnológica a todos los órdenes de la vida humana. Esto incluye las dimensiones arriba mencionadas: la tecnología del control de la energía y el hábitat en el mundo físico; la biotecnología y sus usos y transformaciones en los organismos vivos (incluyendo al hombre); las tecnologías de la información y el surgimiento de las ecologías informacionales, las multimediales y las artificiales (desde Internet, la telepresencia, hasta las casas inteligentes o las naves espaciales).
Los recursos y dispositivos culturales (como la lengua y las imágenes) pueden ser considerados en tanto "recursos informacionales". Y los procesos de comunicación como la "puesta en acción" de esos recursos por parte de los agentes sociales. Esa puesta en acción puede ser considerada como la fuente de las experiencias de vida del ser humano. Considero a la comunicación como la manifestación "simbólica y cargada de sentido", a través de la cual la sociedad construye culturalmente su ecología social. Un "cultivo" ambiental, un entorno que las propias comunidades y los individuos pueden generar (cultivar, en forma consciente o inconsciente) a través de diferentes formas de aprendizaje y de trabajo, produciendo los recursos necesarios para la reproducción del colectivo social mediante la puesta en acción de dispositivos culturales de adaptación al medio físico, económico, político y cultural. Este proceso implica a la vez un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo: un trabajo físico y también social, y –especialmente en la economía de la información- formas de trabajo cultural-simbólico e imaginario. Las sociedades regeneran sus recursos productivos construyendo dispositivos y prácticas organizadas. Éstas se instituyen como estructuras de un sistema a fin de ocupar, desarrollar y distribuir "racionalmente" los múltiples espacios y tiempos que les aseguren la organización y el acceso a los recursos para su supervivencia: prácticas instrumentales; normas, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus "ambientes"; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias.
En este sentido, es interesante observar que los procesos de globalización implican la expansión agresiva y el acceso económico forzado (aun por medios militares) de cualquier recurso considerado estratégico por los agentes económicos y/o políticos (recursos naturales, humanos o culturales, sin consideración de límites y hacia todo el espacio geográfico y poblacional mundial).
"Work in progress": un programa tentativo
"Las ciencias, después de todo, son nuestra propia creación, incluidos todos los severos standards que parecen imponernos".
P. Feyerabend

Nuestros problemas teóricos y metodológicos fundamentales se orientan hacia una perspectiva de abordaje y a la construcción de proposiciones de naturaleza eminentemente socioantropológica de los procesos comunicacionales. Una perspectiva ecológica social que implica asumir una visión integral y no reduccionista de los colectivos sociales. A su vez, se amplía el campo de investigación de los procesos comunicacionales, hacia las interfases y los problemas de la reproducción de los dispositivos que refuerzan y reconstruyen permanentemente las relaciones sociales.
Estamos replicando un marco conceptual de análisis que promueve la construcción y refinamiento de teoría y práctica sobre diferentes dimensiones o categorías asociadas a los procesos de formación y de transformación de los colectivos sociales: en las relaciones formales e informales; en los vínculos primarios ("las redes de contención" de los individuos); las actividades productivas (trabajo); la construcción y distribución de los espacios y los tiempos; los procesos de mediación tecnológica; y finalmente los procesos simbólicos y culturales que los acompañan.
a) Hemos refinado técnicas y metodologías innovadoras provenientes de diversas orientaciones epistemológicas y orígenes disciplinarios (psicosocial, comunicacional, antropológico, etc.) a fin de desarrollar programas de investigación sobre procesos sociales y especificidades de los procesos de comunicación que se hallan intrínsecamente asociados a ellos.
b) Sometimos a prueba hipótesis y proposiciones sobre relaciones entre diferentes dimensiones socioculturales. Estas hipótesis se expresan como proposiciones sobre dimensiones comunes a toda organización social. Estas dimensiones –o categorías– se definen como variables teóricas pasibles de ser operacionalizadas en investigaciones empíricas sobre las prácticas sociales y culturales.
c) Hemos sistematizado las categorías en un Dispositivo de análisis diagnóstico que hemos denominado de Socioanálisis. Las aplicaciones del Dispositivo a diversas organizaciones, nos ha permitido analizar procesos sociocomunicacionales, diagnosticar problemas y proponer alternativas de acción e intervención social sobre las mismas.
d) Los resultados sumamente positivos conseguidos en el trabajo sobre procesos comunicacionales en comunidades, permiten esperar lo mismo de las aplicaciones a realizar sobre el análisis de procesos discursivos, sobre los medios audiovisuales y en las tecnologías de información y comunicación como Internet.
Dimensiones o categorías de análisis: creencias, metáforas y construcciones discursivas.
En relación a los procesos de comunicación, en principio se pueden considerar tres "dimensiones" constitutivas y diferenciadas: referencial, inter-referencial y autorreferencial (Vizer, 1983, tesis doctoral). La primera como dispositivo de construcción discursiva de "realidades objetales"; la segunda como construcción de relaciones entre actores sociales que se "referencian" mutuamente. Finalmente, la tercera como proceso de presentación del sí mismo en sociedad, y como marcas del "yo" en tanto sujeto y actor social en el lenguaje.
Respecto de las seis categorías específicamente "sociales" (las que aplicamos en la investigación y la intervención en organizaciones y comunidades, abordadas como unidades de análisis holísticas y estructuradas), éstas se pueden considerar como variables teóricas, operacionalizadas con indicadores que se describen e interpretan en un "Dispositivo de análisis" (que denominé Socioanálisis). Y se aplican asimismo a los procesos comunicacionales y discursivos que los acompañan y conforman de manera indisoluble. La hipótesis fuerte establece que las 6 dimensiones sociocomunicacionales estructuran los procesos de formación de sentido, tanto a nivel del discurso y la lengua, como en los procesos mediáticos. La combinación de las categorías –o dimensiones básicas– organizan diferentes órdenes metafóricos de lo real, lo simbólico y lo imaginario en la vida social y en la formación de los "universos de sentido" de la sociedad y la cultura (creencias y mitos sobre la naturaleza, la sociedad, el sujeto, la cultura, y la técnica). La función del imaginario precisamente consiste en "llenar los espacios y los tiempos de lo real y lo simbólico que aún se hallan vacíos de sentido".
Las seis dimensiones o categorías para el análisis de los colectivos sociales dan cuenta de la construcción topológica de los mundos de vida: la techné de los saberes y las prácticas instrumentales; el Poder instituido (aparatos de Estado); las acciones instituyentes (acciones y movimientos de resistencia); la apropiación de los espacios y los tiempos sociales; el mundo de los vínculos y las prácticas de contención social; y finalmente ("last but not least"), la cultura y las formas simbólicas.
Categorías de análisis socioorganizacional. Aportes a la construcción y delimitación de problemas de investigación al análisis del discurso, de los medios audiovisuales y las TIC
1) Un eje de las prácticas y las acciones instrumentales, entendidas como técnicas asociadas a la producción y la transformación –ecológica– de los recursos necesarios para el funcionamiento de un sistema, una comunidad u organización social para el logro de sus objetivos. Se consideran las condiciones de vida y relaciones con el medio, los recursos y la posesión y el acceso a medios de producción, de circulación y de consumo. Obviamente, la producción, los procesos económicos y el trabajo y la tecnología pasan a un primer plano de análisis.
a) Aplicación al análisis del discurso: se pueden analizar las 'reglas' (sintácticas, semánticas, fonológicas) de construcción del discurso en tanto lenguaje, separadamente de las normas operativas del discurso en las prácticas de comunicación de la vida cotidiana.
b) Aplicación al análisis de medios audiovisuales. Estudios sobre los medios de información y comunicación. Se deben separar tres instancias. 1) las prácticas, los dispositivos operativos y los recursos específicos de producción de cada medio (cine, televisión, etc.). 2) Los dispositivos de enunciación de los mensajes en cada medio y sus soportes físicos. 3) Las condiciones específicas y materiales de la recepción.
c) "Nuevas" tecnologías de información y comunicación (TIC, Internet). Estudios sobre "conectividad" social. Estructuración informacional de las tecnologías en los procesos institucionales en la Sociedad de la información, la comunicación y/o el conocimiento. Modificaciones sociales y cognitivas de las aplicaciones y usos de las TIC.
2) Un eje de organización política, o dimensión formal, asociada a las estructuras y el ejercicio del poder instituido, de la toma de decisiones, el control de los recursos, las jerarquías y la autoridad –tanto internas como externas a una organización–. Corresponde a aspectos paradigmáticos de organización y legitimación de un "sistema" –una ecología de orden político–, una estructura de dominio social, que puede ser tanto local, como regional o bien nacional (por ej., la existencia y vigencia de legislación específica). Cabría pensar en proposiciones e hipótesis en términos de un eje de análisis "vertical" sobre estructuras y prácticas institucionalizadas de igualdad-desi-gualdad; concepciones y prácticas democráticas versus autoritarias (por ej., la relación clásica entre Estado y sociedad, e instituciones como el Derecho, la división de los poderes, los mecanismos y organismos de control y procesos de legitimación, etc.).
a) Análisis del discurso: discurso "oficial" formalizado. Instituciones del Estado y "corporaciones de la lengua" (discurso académico, legal, científico, etc.). Lenguaje "instituido" y uso performativo del lenguaje como refuerzo del control institucional.
b) Análisis de medios: Poder, transformaciones y "efectos" de los medios. 1) Instancia de la producción y la programación: normas y exigencias "políticas" del medio; censura. Propaganda y publicidad. 2) Instancia "ideológica" del producto mediático: representaciones sociales, análisis de contenido e ideológico. 3) Instancia de la recepción: modalidades restringidas de la recepción. Actitudes y consumos "conservadores".
c) TIC: estudios sobre relaciones entre el poder y TIC.
3) Un eje normativo-valorativo instituyente, asociado estrechamente a las prácticas cotidianas y sus procesos comunicativos y simbólicos. Corresponde al mundo de las prácticas sociales (instituyentes), pero –a diferencia del punto anterior– se asocia fundamentalmente a una visión más informal, espontánea y particular de ejercicio de la ciudadanía y del derecho (público y privado). Se centra el análisis y la interpretación en un sentido más "horizontal" de las relaciones sociales, en términos de igualdad, y de derechos a la diferencia: entre individuos, grupos y sectores sociales, en las diferencias de género, y culturales. Se diferencia con el eje anterior, al "oponerse" en forma radical a las prácticas cotidianas de las relaciones verticales de desigualdad estructural (explícita en el punto anterior, asociado a la posesión y acceso a recursos y capital: económico, político, de poder de decisión, etc.). Esta categoría de análisis es especialmente fructífera en el trabajo sobre movimientos sociales, de derechos humanos, de minorías, de género, etc. En esta línea se adscriben las concepciones alternativas sobre democracia directa y las relaciones Estado-sociedad civil. Se inscribe en la crítica a las concepciones sobre un poder hegemónico: ya sea del Estado, de una clase, un partido, o los agentes económicos por sobre la sociedad (se puede tomar en consideración los trabajos de Holloway y las concepciones alternativas del zapatismo y de las formas de ejercicio de las cosa pública en las sociedades precapitalistas, así como las críticas a la concepción clásica del poder hegemónico y el rol del Estado por sobre la sociedad).

a) Análisis del discurso: función expresiva y performativa-creativa del lenguaje. Usos y estilos sociales y populares del lenguaje. El lenguaje como instituyente social, simbólico e imaginario. Discurso y democracia. Derecho a la Información y a la Comunicación.
b) Análisis de medios: 1) Instancia de la producción: libertad de creación y expresión en los medios y las artes; uso de medios alternativos, comunicación comunitaria y popular, etc. 2) Instancia del producto mediático: análisis de contenido e ideológico. 3) Instancia de la recepción: formas y modalidades de la recepción. Actitudes y consumos activos "liberadores": recepción "crítica"; resignificación y reapropiación social y cultural de la cultura masiva; relaciones entre la anterior y las culturas populares.
c) Análisis de las TIC: Estudios sobre las condiciones de acceso y usos sociales de las TIC: democratización, participación y organización política, movimientos sociales y acciones colectivas.
4) La dimensión específicamente "ecológica" del espacio y del tiempo. La vida social como "realidad material y simbólica" en el entrecruzamiento –tanto estructural como histórico– de múltiples procesos temporales que "cultivan, reproducen y estructuran" diferentes espacios y territorios sociales, tanto públicos como privados. Paradigmas institucionalizados sobre la distribución y el uso del tiempo y el espacio en los diferentes contextos sociales de la vida cotidiana. Los procesos de apropiación del espacio natural, transformados en espacios y tiempos "humanizados", y culturizados como conjuntos de elementos y relaciones sociales y simbólicas, (los que son capaces de dar permanentemente cierto "sentido espacial al pasado" y una proyección hacia un futuro, con lo que el presente se manifiesta como una secuencia tanto real como imaginaria, una expresión localizada dentro de un proceso histórico continuo). La construcción social de los espacios y los tiempos puede a su vez analizarse en tres dimensiones diferentes: físico-material, simbólico-comunicacional, y por último en una dimensión imaginaria. Podemos recurrir a la noción de cultivo como una construcción topológica de espacios regulados por tiempos y actividades específicas, en las dimensiones anteriormente mencionadas (o sea; espacios y tiempos físicos, simbólicos e imaginarios). Podemos poner el ejemplo de los urbanistas, arquitectos, artistas, sociólogos, antropólogos, etc.
a) Análisis del discurso: uso del lenguaje y el discurso para representar, describir o "construir" tiempos y espacios físicos, sociales, imaginarios. Sus usos y particularidades específicas en cada una de las dimensiones descriptas: operativas, sociales, vinculares, etc.
b) Análisis de medios: construcción de tiempos y espacios mediáticos. 1) Instancia de la producción: condiciones y recursos materiales y tecnológicos, normas y creatividad en la producción del medio. 2) Instancia del producto mediático: selección y combinación de imágenes y sonidos que denotan o connotan tiempos, espacios y "escenarios" representados. 3) Instancias físicas, sociales e institucionales de la recepción (hogar, escuela, organización, etc.): desde las modalidades espaciales, sociales y temporales en el consumo de la recepción, a las representaciones imaginarias de tiempos y espacios en los procesos de "consumo-recepción" de los programas.
c) Análisis de las TIC. Estudios sobre transformaciones y construcción del espacio y el tiempo en la implantación de las TIC: conectividad, redes telemáticas y sociales, etc.
Hipótesis "ecológica" (de "¿Sociedad de la in-formación o de la comunicación? Entre el condicionamiento y la libertad", Vizer, Signo y Pensamiento, Univ. Javeriana, Colombia, 2004, p.41): "Tenemos un espléndido ejemplo al comparar las tecnologías y los dispositivos de los medios de comunicación (en realidad medios de información) masivos que marcaron al siglo XX, con las 'Nuevas' Tecnologías de Información y Comunicación de finales de siglo. Mientras las primeras tecnologías permitían 'detener' o congelar el tiempo, registrar escenas, reproducirlas y difundirlas indefinidamente, construyendo así nuevos 'espacios mediáticos', las nuevas TIC permiten invertir la ecuación 'tiempo-espacio' instituida por los medios tradicionales. Por medio de las TIC, es el espacio físico el que se elimina, reconfigurado en espacio virtual. La construcción de estos nuevos espacios en la percepción, es un subproducto de los (nuevos) dispositivos tecnológicos que nos permiten 'apropiarnos' del tiempo: controlarlo, cortarlo, compartirlo o 'estirarlo'. Si la lógica interna de la primera revolución mediática operaba por medio de dispositivos que congelaban el tiempo (eternizando a Chaplin o a Marilyn Monroe), la lógica revolucionaria de las TIC realiza la operación inversa: lo 'eterno', los espacios y las representaciones sólo fluyen en un tiempo indefinido. El control del tiempo se constituye en la variable independiente de los procesos de apropiación de lo real. Apropiación nunca realizada totalmente, porque el fluir no se detiene. La única 'apropiación real' ha devenido en la apropiación virtual".
5) Una dimensión del sujeto y los vínculos de asociación interpersonal, un "cultivo afectivo" –intersubjetivo y trans-subjetivo– un "nosotros" donde los seres humanos pueden transformar y proyectar sobre los objetos y otros seres humanos una identificación como objetos del deseo (usando un término psicoanalítico). En el vínculo, el sujeto es sujeto para Otro, y así se reconoce como sujeto para sí. Adquiere valor y sentido en la mirada del Otro, y ese valor y ese sentido pasa a formar parte de su propio ser. Es el ojo del observador el que me transforma en actor, y es la conciencia de la acción la que me construye como observador de un entorno. Es fundamental el análisis tanto de las formas instituidas como de las instituyentes en la generación y mantenimiento de vínculos, de lazos sociales y de parentesco teñidos por el sentimiento, las redes de protección y contención social, etc. Podemos hablar de una construcción social e imaginaria de una identidad y una identificación vivida e individual. Una experiencia subjetiva de "comunión", de una apropiación del Otro al mismo tiempo que uno se siente apropiado por un Otro colectivo que lo trasciende (ceremonias, rituales, acciones sociales colectivas, etc.). Es interesante observar la gran similitud que tiene con la experiencia del amor como fusión con el otro.
a) Análisis del discurso: uso del lenguaje y el discurso para representar, describir o construir vínculos y relaciones sociales. Construcciones y expresiones de la identidad. Autoreferencialidad e interreferencialidad en el discurso (referencias al sí mismo y al otro)
b) Análisis de medios: construcción de los personajes y actores mediáticos. 1) Instancia de la producción: los "personajes de la pantalla" (locutores, presentadores, actores y "estrellas", etc.). 2) Instancia del producto mediático: trama de los personajes en los relatos y programas del medio (tanto en los informativos como en los programas de ficción, en la publicidad y la propaganda) 3) Instancia de la recepción: representaciones, actitudes e identificaciones de los receptores con los personajes (del medio, de los noticieros o de la ficción).
La teoría del cultivo, de los indicadores culturales y de los "efectos a largo plazo" de G. Gerbner, presentan un abordaje sumamente refinado de la vieja "teoría de los efectos".
c) Análisis de las TIC: transformaciones en las relaciones y vínculos intersubjetivos. Formación de redes virtuales con finalidades participativas: redes temáticas, grupos de contención, búsquedas afectivas, ciertos servicios personales, etc.
6) Por último, una dimensión cultural, imaginaria y mítica (que puede ser una proyección de trascendencia, como sucede con las manifestaciones religiosas). Las narraciones, las ceremonias y los rituales articulan una identidad social (de modo equivalente al descrito en el punto anterior), con una identificación colectiva, y certifican la coherencia –o al menos cierta congruencia– entre el mundo "objetivo" y las percepciones subjetivas. Originalmente, ésta era la función "reproductiva" que la sociología clásica atribuyó a las ideologías (distorsionando como negativa a la riqueza plural y fructífera de las manifestaciones de la cultura popular). Podemos considerar a la cultura como una ecología simbólica e imaginaria en la que individuos, grupos y colectividades, "habitan" simbólica e imaginariamente. Cada una acomodando y asimilando los "artefactos" de la cultura como recursos para construir sus "nidos" y cultivarlos como una especie de hábitat simbólico: el barrio, el club deportivo, la pertenencia a un pueblo, o una nación, etc.
a) Análisis del discurso: usos del lenguaje para expresar, representar (referenciar), describir o construir "objetos de cultura". Discursos y lenguajes de construcción, circulación y reproducción cultural. Lenguajes icónicos y representaciones sociales. Creencias, ideologías, simbologías. Desde la visión antropológica de la cultura material a las artes y las ciencias.
b) Análisis de medios: ¿Apocalípticos o integrados ante la cultura? 1) Instancia de la producción: valores, normas, creatividad y fusión de formas y géneros culturales. 2) Instancia del producto mediático: selección y combinación de imágenes, sonidos, tramas y escenarios. (Re) presentaciones culturales. 3) Instancia de la recepción: usos y consumos culturales. Desde las modalidades físicas y sociales de consumo de la recepción, a las representaciones imaginarias de personajes, tiempos y espacios.
c) Análisis de las TIC: transformaciones culturales.
Conclusión
Las ciencias de la comunicación han sido consideradas un ejemplo paradigmático de estudios "inter o trans" disciplinarios, con lo que su(s) objetos de estudio han sufrido –y para algunos autores se han beneficiado– de una indefinición y una ambigüedad epistemológica hasta ahora irremediables: desde la afirmación omnipotente de que "todo es comunicación", hasta su descalificación como campo de conocimiento científico. Para superar la impasse y la fragmentación del campo, considero sumamente fructífera la construcción de un marco teórico sociocomunicacional –o bien socioantropológico y comunicacional– que permita compartir categorías y problemáticas de análisis que se articulen entre sí en base a hipótesis sobre la interdependencia entre procesos y prácticas sociales primarias y fundantes como los que se presentan aquí. Se ofrece una estrategia teórica abierta para la construcción de hipótesis generales que sirvan para orientar líneas de investigación genuinamente inter o transdisciplinarias. Esta "modelización" compartida entre los procesos y los objetos de estudio de la comunicación con los procesos sociales, presenta un encuadre paradigmático original que permite articular conocimientos sobre diferentes ámbitos y problemas –hasta ahora separados entre sí por toda clase de barreras disciplinarias, institucionales y culturales– para la investigación en común sobre procesos y experiencias primarias e indisolublemente sociosimbólicas, fundamentales para la constitución de cualquier forma de vida social.
En toda sociedad, cada una de las seis categorías teóricas aquí expuestas (categorías fenomenológicas de la experiencia), integra y representa dimensiones constitutivas de la construcción de la vida social. Se pueden observar, describir y analizar desde una doble perspectiva: como hechos sociales objetivos, o como procesos de la subjetividad en la formación del mundo de la vida (una "doble hermenéutica" de la vida social, a la que se refiere Giddens, 1991). Estas categorías se hallan tanto en las instituciones como en las prácticas sociales, en los discursos y la comunicación humana, y –obviamente– también en la elaboración y en la interpretación que hacen los usuarios de los programas y los contenidos de los medios de comunicación audiovisuales, así como en muchos de los usos sociales de la TIC.
Tanto los procesos sociales como los productos audiovisuales (películas, series televisivas, noticieros, etc.) se instituyen en la vida social como construcciones de sentido que hacen referencia a categorías comunes y compartidas sobre lo que se entiende –a través del sentido común– como mundo humano, mundo de la vida, o como se quiera llamar a las realidades del mundo social. Todos comparten reglas y dispositivos instituidos para poder operar las acciones instrumentales de la técnica (1, o sea la producción y reproducción material de las condiciones de existencia). Todos comparten las diversas presiones de los colectivos y las instituciones sociales y el poder (2, lo social como "colectivo instituido"). Comparten la lucha y el conflicto "instituyente" que busca transformar, modificar o resistir el statu quo (3). Todos precisan de la apropiación y el "cultivo" de los espacios y los tiempos –tanto públicos como privados– en los que los agentes construyen material y simbólicamente sus mundos sociales y sus "habitus" (4). Todos reconocen una unidad social constitutiva y fundamental: ya sea en la existencia de los sujetos individuales, o bien el grupo, el clan o la tribu. Todas las sociedades reconocen los vínculos y las subjetividades de los mundos de la vida (5). Por último, es fundamental integrar las diversas dimensiones al estudio de la influencia y las expresiones de las formas culturales, los imaginarios y los valores sociales como una ecología simbólica y como una fuente de recursos, de los cuales los agentes sociales se valen para construir y cultivar su propio "lugar en el mundo", sus experiencias y sus mundos de la vida personales, sus creencias y sus identidades (6).
A su vez, los procesos y los agentes sociales se constituyen mediante una doble práctica (la "doble estructuración y la doble hermenéutica" de Giddens). La práctica en tanto acción y en tanto sentido de la acción, entendida como comunicación humana y social. Práctica que se expresa comunicacionalmente en las tres dimensiones expuestas: a) como referenciación del mundo de los objetos (de la "realidad exterior"); b) como autoreferenciación de los propios agentes sociales (los modos en que se "construyen y presentan" a sí mismos ante el mundo). Y por último c) las funciones de interreferenciación entre los agentes sociales (generalmente mal llamada interacción social).
Finalmente, en los procesos de recepción, los programas de los medios audiovisuales pueden ser interpretados y resignificados selectivamente por públicos completamente diversos social y culturalmente, precisamente porque obedecen a ciertas experiencias y motivaciones comunes y fundamentales para la constitución del mundo social (los temas del poder, la supervivencia, el amor, el odio y la ambición, los valores y las creencias). A su vez, los propios medios audiovisuales (la televisión en primer lugar) han universalizado espacial y culturalmente en la segunda mitad del siglo XX, un modo particular y hegemónico de entender estas reglas de constitución de "lo social" en todas las culturas, mediante el desarrollo de dispositivos y técnicas propias y específicas de producción de programas. Esto se percibe claramente por la aceptación y el éxito internacional de algunas producciones televisivas (como telenovelas, películas y series).
Comentarios de M. A. da Mota Rocha*
"O texto propõe um modelo muito promissor para a análise dos processos comunicacionais a partir de contribuições da Sociologia compreensiva, especialmente a fenomenologia de Berger e Lukmann. Nesta chave, o objetivo central é o de apresentar "propostas teóricas e possíveis linhas de investigação sobre as relações entre as práticas de comunicação e os processos sociais, dentro dos quais ambos se constituem mutuamente". As hipóteses gerais são as de que, em primeiro lugar, a construção da teoria e a investigação sobre os processos comunicacionais se enriquece e consolida quanto mais sejam associados a proposições sobre processos sociais. Em segundo lugar, a de que é possível construir certas categorias de análise que podem ser comuns e aplicáveis tanto a processos sociais quanto a processos especificamente comunicacionais, discursivos e midiáticos.
Os conceitos que permitem o trânsito entre os dois tipos de processo são os de "mundo da vida", "ação social" e "formação do sentido". A construção social da realidade dá-se mediante a articulação de categorias de formação do sentido que são produzidas e reproduzidas no curso das relações sociais. São estas categorias o ponto de partida para a análise dos processos de comunicação, entendidos como articuladores da práxis na quais os seres humanos "percebem, categorizam, organizam e adjudicam sentidos e valor a suas percepções, suas ações e experiências na vida social". Em suma, a comunicação entre os atores é central na construção da realidade social porque é nela que são produzidos e reproduzidos os dispositivos simbólicos e as normas compartilhadas necessárias não somente para as trocas lingüísticas quanto para as relações sociais em sentido amplo.
E aqui se apresenta, no meu entendimento, uma primeira dificuldade, tão complexa quanto o próprio modelo proposto. No arcabouço teórico da fenomenologia, a linguagem aparece como o meio de toda atividade prática da vida social. Diante disso, a diferença entre processos sociais e processos comunicacionais perde terreno, e precisa ser construída analiticamente. Quais as especificidades das relações sociais mediadas pelas tecnologias da comunicação e da informação? Como se dão, nestes casos, os processos de construção de sentido? O modelo proposto avança nesta direção, mas abre o caminho ao distinguir dimensões de análise aptas a pautar investigações empíricas a partir das quais esta diferença entre processos comunicacionais e processos sociais em sentido amplo poderá ser formulada teoricamente. Até lá, em termos fenomenológicos, é difícil dizer até que ponto estes processos podem ser tratados como específicos, ou até que ponto a comunicação deve ser vista como um componente de todo processo social.
Este é um ponto importante porque reflete diretamente as dificuldades de definição de um objeto próprio para o campo da comunicação. O autor sustenta acertadamente que seu esforço na elaboração de um marco teórico sociocultural para a comunicação enfrenta estas dificuldades e produz bons resultados nesse enfrentamento. Além do mais, estas não são dificuldades exclusivas desta tradição teórica, uma vez que, por sua própria transdiciplinaridade, este campo demanda sempre mediações entre o arcabouço conceitual inspirado em outras disciplinas e os objetos que ocupam os pesquisadores de nossa área. Portanto, investigações baseadas no modelo aqui proposto podem avançar na definição teórica do objeto da comunicação dentro de um marco teórico inspirado na sociologia fenomenológica.
No modelo "socioanalítico", a comunicação são os processos de construção e reconstrução dos diferentes contextos de realidade, o que o autor denomina de "ecologias" física, sociais, simbólicas e imaginárias. É através dela que os atores elaboram e internalizam referências sobre cada um destes mundos e sobre si mesmos. Este modelo, cujas variáveis apontaremos a seguir, foi elaborado pelo autor a partir da análise de organizações e coletivos sociais. A proposta é, portanto, estendê-lo até os processos que se realizam através dos meios audiovisuais e das tecnologias da informação e da comunicação (TIC), como a internet. Nestes casos, é preciso verificar como e se a comunicação cumpre as três "funções" identificadas nas análises das organizações e comunidades. São elas: a referencial (construção discursiva de realidades objetais); a inter-referencial (construção de relações entre atores que se referenciam mutuamente) e a auto-referencial (apresentação do sujeito na sociedade).
Estas funções estruturam os processos de formação de sentido em seis dimensões:
1) a das práticas e ações instrumentais, entendidas como técnicas associadas à produção e transformação ecológica dos recursos necessários para o funcionamento de um sistema, uma comunidade ou uma organização social. Neste nível, estariam a produção, a economia, o trabalho e a tecnologia.
Esta dimensão sugere a análise dos dispositivos e recursos operativos específicos de cada meio audiovisual, de seus dispositivos de enunciação e das condições objetivas de recepção. No âmbito das TIC, trata-se do foco na estruturação informacional das tecnologias nos processos institucionais da sociedade da informação.
2) a do poder instituído. Tem-se, aqui, a questão do controle de recursos, das estruturas do poder, da organização e legitimação de um sistema.
Na abordagem dos meios audiovisuais, esta dimensão transparece nas normas e exigências políticas do meio, na ideologia do produto midiático, nas representações sociais. No âmbito da recepção, tratam-se das modalidades restringidas e das atitudes e consumo "conservadores".
3) a normativa-valorativa instituinte, relacionada às práticas cotidianas não formalizadas. Trata-se, neste caso, das relações horizontais de igualdade e direitos à diferença, caracterizadas pela oposição à desigualdade estrutural.
Pergunto-me se a distinção entre os níveis 2) e 3) não é normativa, uma vez que as assimetrias do poder são postas no plano das estruturas e a contestação ao poder instituído situa-se no plano das práticas. A categoria de análise parece-me definida já por seu conteúdo de "critica às concepções sobre um poder hegemônico", quando, enquanto categoria formal, deveria permanecer vazia. Ou, então, como se prestará à análise das práticas que, mesmo não sendo formalizadas em um poder instituído, não lhe são contestadoras? E vice-versa: qual o lugar das estruturas formalizadas de contestação ao poder instituído, como as organizações sociais que lutam "pela igualdade e pelo direito à diferença"?
4) a dimensão especificamente ecológica do espaço e do tempo. Tratam-se dos paradigmas institucionalizados sobre a distribuição e o uso do espaço e do tempo nos diferentes contextos sociais.
O autor apresenta um diagnóstico muito interessante sobre as diferenças entre os meios massivos do século XX e as novas TIC no que concerne as formas de apropriação e supressão do tempo e espaço. Enquanto os primeiros têm a capacidade de congelar o tempo e construir novos espaços "midiáticos", os segundos realizam a operação inversa ao eternizar o tempo em um fluir que nunca se detém. Segundo os propósitos do texto, não seria cabível desdobrar essa análise. Mas seria muito interessante contrapô-la à noção de "fluxo" tal como elaborada por Raymond Williams.
5) a dimensão do sujeito e das relações interpessoais. No caso dos meios audiovisuais, essa dimensão sugere a necessidade de analisar os personagens e as relações dos receptores com eles. Já para a compreensão das TIC, o foco seria o impacto destas nas relações intersubjetivas.
6) Por fim, a dimensão cultural, imaginária e mítica, na qual se dá a construção de uma identificação coletiva. Trata-se da função que a sociologia costumava atribuir à "ideologia". Para os meios, isto implica na análise dos valores, normas, gêneros culturais e representações, tanto a partir da instância de produção quanto do próprio produto. No plano da recepção, esta dimensão ideológica apresenta-se nos usos e consumos culturais.
Como se vê, temos diante de nós um modelo dos mais profícuos para a compreensão dos processos de comunicação entendido como processos de produção e compartilhamento de significados. A riqueza e complexidade do modelo justificam a seleção do aparato conceitual da fenomenologia. Mas este traz consigo também algumas limitações, já assinaladas por Giddens em As novas regras do método sociológico. Segundo este autor, a fenomenologia consegue elaborar conceitualmente a ação social como significado. A centralidade do significado na ação social e na sua conceituação por esta tradição teórica é o que permite o uso desta última na construção do modelo "socioanalítico" de abordagem dos fenômenos comunicacionais. Mas o problema dos interesses dos atores ocupa naquela tradição, um lugar secundário. Isto tem um efeito limitante que pode ser contornado com o aporte de outras abordagens, mais preocupadas com o "sistema" do que com a "ação". E, de fato, a segunda e a terceira dimensões do modelo de Vizer atentam para a produção de significado como um processo que envolve estruturas e normas que escapam ao controle dos atores diretamente envolvidos na troca simbólica. Mais do isso, permite problematizar a interpretação dos significados produzidos como uma luta de interesses (o instituído x o instituinte). Além disso, a primeira dimensão trata de práticas instrumentais que trazem implícitos os interesses dos atores como motivação para a ação. Mas a análise dos meios de comunicação parece-me requerer a problematização da própria posição assimétrica que envolve os atores em relação e, para isso, talvez a distinção entre o instituído e o instituinte não seja suficiente. Tanto que a questão da "universalização das categorias de produção de significados" permanece marginal no texto, aparecendo em três breves passagens (quando fala da globalização e do Ocidente moderno).
Estamos diante de uma elaboração que, por sua riqueza e complexidade, depara-se com uma questão central da teoria sociológica contemporânea, a de como teorizar a articulação entre agência e estrutura. Giddens, Habermas, Bourdieu... não foram poucos os que tentaram uma solução para ela. O artigo de Vizer é uma prova de como a sociologia pode colaborar para uma teorização mais refinada dos processos comunicacionais, ao mesmo tempo em que demonstra como estes processos são desafiadores para a teoria sociológica."





IV. "im-pensar" la comunicación. La doble faz de la sociedad mediatizada.-

Escrito está: "En el principio era la Palabra"… Aquí me detengo ya perplejo. ¿Quién me ayuda a proseguir? No puedo en manera alguna dar un valor tan elevado a la palabra: debo traducir esto de otro modo si estoy bien iluminado por el Espíritu. Escrito está: "En el principio era el Sentido"… Medita bien la primera línea: que tu pluma no se precipite. ¿Es el pensamiento lo que todo lo obra y crea?... Debiera estar así: "En el principio era la Fuerza"… Pero también esta vez, en tanto que esto consigno por escrito, algo me advierte ya que no me atenga a ello. El espíritu acude en mi auxilio. De improvisto veo la solución, y escribo confiado: "En el principio era la acción". Fausto (Goethe)

Introducción. Mediatización objetiva y mediatización subjetiva.
Podemos considerar sumamente fructífera la asociación entre procesos y conceptos de diferentes disciplinas –en especial las sociales– y conceptos y teorías comunicacionales. Se puede parafrasear a Canclini cuando afirma que el estudio de la comunicación (cultura) requiere convertirse en un especialista de intersecciones.
Giddens asume con agudeza que la vida social se constituye como un doble proceso de estructuración permanente. Y que ese proceso de estructuración se realiza tanto objetiva como subjetivamente: acción social y sentido de la acción, estructura y agencia. A esta naturaleza dual, le podemos agregar la doble dimensión de los procesos de información y de comunicación. Podemos afirmar que la realidad social se constituye a la vez que se instituye intersubjetivamente. La sociología comprensiva se sobrepone al funcionalismo y al estructuralismo, en un intento de rescate de la riqueza de la realidad social mediante una proposición teórica de Giddens sobre la doble estructuración, o doble hermenéutica de la vida social. Opuesta a esta concepción bidimensional de los procesos sociales, tenemos las propuestas de Luhmann sobre la constitución comunicacional de los procesos sociales, pero sin la dimensión de la (inter)subjetividad. No habría ins-titución, sino des-titución del sentido, reemplazado por los acoples estructurales de las conductas interindividuales. Ni subjetividad ni conciencia, solo inter-acción, dentro de las lógicas de funcionamiento y de organización de un sistema cerrado. En síntesis: monismo versus dualismo. En otros términos, podríamos decir: reduccionismo objetivista versus reconstitución de nuevas formas teóricas y epistemológicas de concepción de los procesos sociales como duales, como acción objetiva de los actores sociales, y también como acciones cargadas de sentido subjetivo.
¿Que nos diría Marx ante este dilema? Me animo a decir que "si la realidad determina las formas de conciencia" (Crítica a la Economía Política, 1848/9), sostendría además de la clásica subsunción de las formas de conciencia a las condiciones de existencia, una forma de autonomía relativa –dialéctica– de las formas de conciencia gracias a los recursos del lenguaje, las formas y los imaginarios culturales, las ciencias y las ideas. De lo contrario, Marx hubiera caído en la paradoja de tener que negar la posibilidad de su propio pensamiento crítico. Las formas de existencia, se hallarían condicionadas a las formas y posibilidades de subsistencia (trabajo, recursos, economía, etc.). Al mismo tiempo, la sobredeterminación (usando un término Althusseriano) del sistema de producción, condiciona las formas de subsistencia de los seres humanos, pero no sus peculiares formas de asumir la existencia. Podemos agregar que –fenomenológicamente– los "mundos de la vida", o lo que es percibido como la "realidad" vivida por los individuos, se reserva un grado de autonomía a la vez ontológica y epistemológica respecto al modo de producción y a las condiciones económicas y de subsistencia. Seguramente la era de la primera revolución industrial homogeneizó violentamente las condiciones de vida por las modalidades maquinísticas y las jornadas interminables de trabajo. Los obreros prácticamente no pudieron salvaguardar su mundo de la vida de las exigencias coercitivas del modo de producción industrial hasta que las luchas sindicales le aseguraron ciertos derechos a la reapropiación del tiempo libre. Técnicamente, la economía post-industrial –al menos en teoría– podría reafirmar un grado mayor de autonomía y libertad, de reapropiación del tiempo libre y de la creatividad y diversidad cultural en las nuevas condiciones del mundo de la vida. Aunque social, política e ideológicamente no sea tan así, ya que surgen nuevos condicionamientos mucho más sutiles e inmateriales que los de la era industrial. La cultura tecnológica encubre relaciones profundas entre las formas de conocimiento, las tecnologías y la cultura, tal como proponen las investigaciones de la Economía Política de la comunicación y la cultura. Una economía política renovada pretende precisamente ocuparse de ampliar su campo de estudio hacia las relaciones mutuas que se establecen entre las nuevas condiciones de producción y los procesos de lo que algo vagamente se denomina como los mundos de la vida.
La cultura tecnológica se manifiesta como la emergencia contemporánea de nuevas formas de construcción social de la existencia humana. Se fundamenta en relaciones interdependientes –y ecológicas– entre las tecnologías, las nuevas formas de conocimiento científico, los saberes tradicionales de la cultura, las formaciones imaginarias del mundo de la vida, y la apropiación y reconstrucción subjetiva que realizan los individuos y las comunidades en sus prácticas cotidianas. La C. T. emerge como la nueva forma cultural hegemónica universal. Y su expresión más refinada surge en los procesos de mediatización social. Podemos concebir a su vez a la mediatización como un doble proceso, a la vez objetivo y subjetivo: objetivo como manifestación de la acelerada y transformadora penetración de las tecnologías –en especial las de información y de comunicación– en todos los órdenes de la vida económica, política, social y cultural. En un primer momento –a partir de comienzos del siglo XX– como medios masivos de comunicación que permitían el surgimiento de las Industrias Culturales marcadas por el modelo de la producción económica masiva y el surgimiento de la figura de públicos consumidores. Ya a fines del mismo siglo, los procesos de mediatización social revelan una profunda transformación. La producción y el consumo masivos se reservan a los productos "hard" de la tecnología y a lo que ahora se denomina la "industria de contenidos" (modificando la concepción Frankfurtiana de la industrias culturales), en lo que Britto denomina "la fase de la multiplicidad de la oferta" (2006). Pero el proceso de consumo se ha modificado completamente. Se ha individualizado progresivamente a través del acceso masivo a las computadoras y a Internet (en Argentina, el año 2006 ya cubría el acceso al 27% de la población).
Hasta aquí me he referido a los aspectos más objetivos de la mediatización social, pero una marca específica de estos procesos intrínsecamente asociados a la comunicación y la información, se revela en las transformaciones culturales y las necesidades subjetivas que motorizan en forma vertiginosa el crecimiento universal de la demanda de acceso y apropiación tanto individual como social de las TIC's. ¿Cuáles son las fuerzas misteriosas que están motorizando esta demanda universal? Más allá de la publicidad, de las modas, de las políticas de Estado, los individuos de todas las culturas demuestran igual fascinación por estas nuevas tecnologías. Pretendo referirme a los aspectos menos visibles y manifiestos de la mediatización social: la construcción social y tecnológica de las nuevas subjetividades. Mejor dicho: la demanda social e individual por la apropiación de las tecnologías de información y comunicación como manifestación de necesidades de expresión de la subjetividad. Una subjetividad objetivada por medios tecnológicos, expresada en "productos-mensajes-interacciones" que toman vida propia a través de la circulación en la red. Un proceso de construcción colectiva de trans-subjetividades virtuales.
La doble faz de la mediatización social
Creo que las figuras teóricas de la doble estructuración y la doble subsunción (Vizer, 2007), se refieren precisamente a la "doble naturaleza" de los procesos sociales. Por doble subsunción entiendo la determinación mutua –desde la perspectiva subjetiva de los individuos– que se produce entre las condiciones objetivas de subsistencia y las condiciones subjetivas e intersubjetivas en que los individuos cultivan y re-construyen sus mundos de la vida. Este cultivo interpersonal de la vida social, inevitablemente es percibido por los agentes sociales como una apropiación personal de los recursos y los medios físicos, sociales, simbólicos e imaginarios que el medio y la cultura le ofrecen. Esta apropiación personal y social de los medios y los recursos –en especial de las tecnologías– puede concebirse como una doble apropiación: técnica por un lado y simbólica o de sentido por el otro. Apropiación técnica como dominio de la información y el control sobre técnicas y objetos, en otras palabras, sobre el entorno. Y apropiación simbólica como dominio de la expresividad y la comprensión, como formación de la intersubjetividad. La articulación fructífera entre ambas es la que puede asegurar mejores condiciones para un crecimiento de los grados de libertad y bienestar personal. Pero ésta es la mirada más optimista e individualista. Desde una perspectiva colectiva, este proceso de apropiación y crecimiento individual, si no se realiza en un contexto cooperativo, no logra asegurar mejores condiciones de vida para toda la sociedad. El "sueño americano" de igualdad de oportunidades, supone también un acceso igualitario a las fuentes de información y al derecho a la libre expresión en tanto derecho a la comunicación, de lo contrario sólo permanece como una declaración vacía. El acceso a la igualdad de oportunidades se halla más lejos que nunca antes en la historia de la humanidad, ya que las propias tecnologías de información y comunicación cumplen un doble rol: por un lado servir como mediadoras entre los individuos, como base de sustentación técnica para nuevas formas de organización en red, y al mismo tiempo promoviendo los procesos de individuación competitiva al fomentar la fragmentación del mercado y la sociedad. Y esta es una segunda consecuencia indeseable: se crean nuevas formas de exclusión social y digital (exclusión por edad, por poder económico, por educación, por capacidad cognitiva, por acceso limitado a espacios sociales, y finalmente por una multiplicación inevitable y acelerada en las formas de obsolescencia humana). Pero éste es un tema demasiado amplio para tratar aquí.
El mundo de la técnica implica un tipo especial de relación entre el hombre y los objetos. Una relación de apropiación estratégica mediada por el acceso y la capacidad de procesar información, y un dominio de conocimientos y dispositivos que aseguran la relación operativa y eficaz de control o de adaptación sobre el entorno; ya sean entornos naturales, tecnológicos, institucionales o interpersonales. Implica la capacidad de establecer una relación objetal, a la vez información sobre los objetos, e in-formación o competencia por parte de un sujeto para lidiar con ellos en un dominio de realidad definida y referenciada implícitamente en el discurso como realidad objetiva. En cambio, el mundo "simbólico-expresivo" implica una relación intersubjetiva entre sujetos. Relación eminentemente comunicativa. El "objeto" de esta relación es la relación con un Otro, con un Sujeto-Otro, mientras que el "objeto" de la relación informacional es la relación con lo otro. Por un lado podemos hablar de un conocimiento y una estrategia objetiva de inserción o control de los objetos y de los acontecimientos del medio ambiente. Por otro lado –como la otra cara del mundo de la vida– podemos hablar de un proceso de subjetivación, de interiorización y exteriorización expresiva de los sujetos en un mundo de símbolos, de imágenes, de palabras, de rituales y de gestos. Podemos hablar de una apropiación simbólica y expresiva de los acontecimientos. Podemos hablar de sentido. En cierto modo, la información materializa la realidad, la espacializa. Así como la comunicación la desmaterializa, transformándola en un proceso eminentemente intersubjetivo, regido por otras modalidades de tiempo.
La percepción humana transforma los estímulos en datos internos. Datos que organizamos casi inconscientemente en formas de índices interrelacionados entre sí y de Gestalt. Esta organización de los estímulos internos que a-perciben nuestros sentidos no es arbitraria, ni tampoco un reflejo de los objetos de la realidad. Los estímulos se organizan siguiendo patrones internalizados por cada ser humano. Si verbalizamos este proceso, podemos hablar de datos que se "organizan" siguiendo patrones culturales, sociobiológicos, visuales, o linguísticos. La organización interna –subjetiva– de los datos/estímulos corresponde a una in-formación perceptiva de la realidad exterior por medio de dispositivos aprendidos y desarrollados por el sujeto. Al "producto" de este proceso podemos llamarlo información. Y la organización lógica y semántica interna y cognitiva de esta información nos permite atribuirle –o negarle– sentido. La modernidad occidental y la influencia de las ciencias definieron un sentido estrictamente racionalista, cognitivo y lingüístico para los procesos de construcción de sentido, asociado al concepto de verdad y del lenguaje, en especial el lenguaje científico.
La aparición de las tecnologías de registro y reproducción ilimitada de imágenes y sonidos por los medios sociotécnicos que llamamos medios de comunicación, y en las últimas décadas la implantación generalizada de las Tecnologías de información y comunicación (TIC), los multimedios, la digitalización y la interactividad, han planteado un desafío a la hegemonía del lenguaje y la escritura como únicos medios de expresión de la racionalidad. Los medios han exigido a nuestros aparatos perceptivos (formados aún en la lógica del lenguaje y la escritura) a aprender a organizar nuestro mundo perceptivo de acuerdo a una multiplicidad simultánea de códigos, lenguajes imagéticos, sonoros, e imaginarios (es interesante reconocer la noción de semiosfera que ha desarrollado Lotman, refiriéndose a la "polifonía" de la vida cotidiana, en las fiestas populares y en la cultura oral). La comunicación en tanto campo de investigación, precisamente surge como una actividad institucionalizada y un proceso intelectual que busca conocer, interpretar y poner en discurso la naturaleza específica y desafiante de la implantación masiva y global de estas nuevas tecnologías que reproducen y reconstruyen lo que por siglos hemos considerado una única realidad. Las ciencias sociales –como producto intelectual y académico de la era logocéntrica de la razón y la escritura– tienen enormes dificultades en aprehender la especificidad de la nueva era comunicacional y mediatizada. Para las ciencias sociales, el conocimiento científico es información verdadera sobre una realidad. Hay una homología entre el discurso, las proposiciones científicas y los hechos observables. Podemos decir: entre información y realidad. Para la comunicación, esto último no es la solución sino apenas un problema a ser abordado. No hay homología entre información y verdad, porque desde una perspectiva radical y constructivista de la comunicación, tanto la "verdad" como la información son constructos, productos resultantes de una adecuación entre procesos de percepción y de interpretación con los procesos históricos, sociales, intelectuales y aun psíquicos. Y ese proceso de construcción –de la "realidad como información e interpretación"– es precisamente el gran campo ontológico de estudios de la comunicación. Es el campo ontológico de las realidades construidas por los hombres y las sociedades en tanto campos de formación de sentido y de valor. La investigación y el conocimiento de las complejidades y sutilezas del mundo de la vida (feliz denominación para esta conjunción entre la realidad física y las formas subjetivas de apropiarnos socialmente de esa realidad "dura") requiere obviamente métodos y una epistemología diferente a la de las ciencias clásicas, ya que su "objeto teórico" de análisis difiere de cualquier otro objeto científico. Para la ciencia clásica –la ciencia nomotética–, la homologación entre verdad e información supone un congelamiento de ambos –las "leyes universales" de la física tradicional–, en un espacio y un momento determinados. En cambio, asumir la adecuación relativa entre realidad, información y verdad supone un proceso gradual, una temporalidad, la interpretación de informaciones y su intercambio intersubjetivo. En otras palabras, supone un proceso de comunicación y de construcción social del conocimiento. Éste es el caso de las ciencias históricas, la antropología, las ciencias humanas e interpretativas. Las ciencias sociales clásicas (sociología, economía y ciencia política) oscilan entre una u otra epistemología de conocimiento, de acuerdo a períodos y modas intelectuales (funcionalismo, empirismo, estructuralismo, fenomenología interpretativa, etc.).
Estas perspectivas epistemológicas produjeron conmoción y cierto rechazo, porque aquello que es construido presupone subjetividad, supone la mirada de un observador, supone la posibilidad de ser deconstruido y relativizado. Y este relativismo tendió a ser confundido con posmodernismo. La ciencia tradicional buscaba leyes objetivas y permanentes en el orden de las cosas. Saussure afirmaba que sólo era posible fundar una ciencia de la langue como sistema de la lengua, pero no de la parole, el discurso, la pragmática, la palabra en acción. Saussure –como unas décadas después el estructuralismo– supuso que sólo sería posible fundar una ciencia en base al conocimiento de reglas permanentes. La Escuela de Chicago prosiguió el camino inverso, de la pragmática a la sintáctica, por así decir: investigar las conversaciones cotidianas como origen de las regularidades y el orden de sentido generado desde los propios procesos de interacción social, o sea de la comunicación. En esta perspectiva epistemológica, ni la verdad ni la información pueden ya ser absolutas. Sólo la historia y las transformaciones lo son.
La información supone entonces un producto de esa historia, un producto 'congelado' de la acción humana o de un proceso técnico. Un producto que puede expresarse en forma objetiva y material (como un texto, por ej.), y también como un proceso cognitivo de comunicación (como procesamiento de la información que se interpreta subjetivamente como 'sentido'). Supone la materialidad de un soporte físico, y un cierto orden textual que permite su análisis. Un doble análisis: de consistencia lógica interna, y de relaciones con un contexto 'externo' determinado (ya sea el sistema lingüístico, un sistema informático, observaciones sistemáticas sobre datos y procesos observables, como en la investigación empírica, ya sean conductas políticas, ya sean regularidades institucionales o económicas en el mundo social). No es casual que el approach informacional se haya constituido en la cenicienta de los científicos 'duros', de los ingenieros de sistemas y la tecnociencia de la inteligencia artificial, de los programadores y los sistemas expertos, los administradores de Estado, los bibliotecarios y los economistas. Y éste es también el universo idílico que implícitamente nos ofrece el paradigma de la Sociedad de la Información. Una ambigua sociedad informatizada sustentada en la regulación y el "control de riesgos". Y que nos acerca peligrosamente a su inversión: los riesgos del control.
Mediatización, tecnología e información: información como apropiación "técnica", comunicación como apropiación "expresiva".
La mediatización social representa el triunfo de la Cultura Tecnológica. El triunfo de la penetración invasiva de las tecnologías de intermediación en todos los órdenes de la vida social. Es a la vez un proceso tecnoantropológico y cultural que transforma y recrea nuestras ecologías físicas, sociales, culturales y simbólicas. En una primer etapa histórica mediante una variedad de dispositivos analógicos dispersos (cine, televisión, video, etc.) que generaron la emergencia de los medios masivos de comunicación y las industrias culturales de consumo masivo. En la actualidad, los dispositivos analógicos están siendo velozmente suplantados por los procesos de digitalización y la convergencia local y global de los dispositivos de mediatización. La convergencia digital es un nuevo hecho económico y tecnológico que promete transformar y recrear los universos reales en virtuales y viceversa. Desde el mundo físico a la biología, de la medicina a la educación, desde la pasividad del consumo mediático tradicional a la interactividad (muy proclamada por los "integrados" a la red, pero poco visible aún en el mundo real). La nueva palabra mágica que sintetiza estos procesos parece ser "cibercultura", o espacios virtuales de la cibercultura, que es otro nombre para referirnos a estas transformaciones tecnoculturales como procesos de mediatización social.
Para los teóricos de la información de mediados del siglo XX, preocupados por lograr la correspondencia precisa entre información y realidad objetiva, la información representaba una estructura "económica, eficaz y eficiente" de organización de datos, la representación de un objeto, un hecho o una realidad prácticamente física y exterior, re-presentada fielmente en signos codificados y transmisibles. En cambio, la noción de comunicación es mucho más amplia, rica e indefinida, asociada a la construcción de la socialidad, los vínculos, la expresión cultural y subjetiva. Para el investigador brasileño Muniz Sodré (2002:221): "La palabra comunicación en la práctica discursiva corriente, recubre tres campos semánticos: vehiculación, vinculación y cognición". Desde el constructivismo, la comunicación implica producir, construir: relaciones, representaciones, imágenes, textos, sentidos. Para la semiología clásica, la comunicación surgía como un proceso de significación de las palabras, los textos, los mensajes en tanto sistemas de signos, o sea como un lenguaje sistemáticamente codificado por la cultura.
¿Cómo relacionar y articular las concepciones sistemáticas de información con las de comunicación, cuando éstas se preguntan por los procesos culturales, el estado de ánimo, las expectativas, los imaginarios, los rumores, las informaciones producidas por los medios de comunicación y sus efectos sobre los procesos y las prácticas sociales, políticas y económicas? En el cap. I hemos mencionado que En los trabajos de Canclini y M. Barbero se afirma una relación directa entre la comunicación y la centralidad de las nociones de apropiación y consumo cultural. Esto se dá en la forma de una competencia entre grupos e individuos por la apropiacion social de recursos y bienes - en especial a través del consumo -, operando así como un sistema de comunicación social a través de códigos de consumo, generando así marcas de valor personal por medio de la distinción social y cultural entre sectores sociales e individuos. La eliminación de las lógicas económicas y políticas del análisis de los procesos de comunicación elimina el fundamento social y los contextos reales en que se generan los procesos de comunicación en tanto procesos de construcción de sentido y valor.
Para aclarar estas ideas, vale la pena aquí repetir otras frases extraídas del cap. II de este libro (El "lugar" de la comunicación):"Mattelart, desde otra perspectiva propone cuatro tópicos en la génesis histórica de la comunicación, otorgando prioridad al análisis histórico por sobre el sistemático. La primera línea (o tópico) evidentemente muestra como característica central lo que podríamos ver como control centralizado del espacio y de los intercambios. La segunda se asocia con una temática hegemónica de la Cultura Tecnológica de nuestros días: las utopías de futuro asociadas a los logros tecnológicos (la Autopista de la Información, por ej.). La tercera con la expansión constante en el espacio y el tiempo, que en nuestros días tiende a acelerarse en forma exponencial. Por último, la relación comunicación-individuo muestra una preocupación siempre presente sobre el crecimiento de la autonomía individual y un segundo tema referido a la manipulación de las mentes (ya sea que se parta de una perspectiva más integrada o más apocalíptica sobre el poder de los medios)" (Vizer, 2001). Estas cuatro líneas nos presentan una asociación muy estrecha con las funciones sistemáticas de la información: control, expansión del tiempo y del espacio, manipulación, organización centralizada, etc.
Sin embargo, el verdadero motor de las conductas humanas no es la razón –y mucho menos aún la información– sino la "comunicación" de la pasión, las emociones, los intereses, las ambiciones, las fantasías, los miedos, la búsqueda de la seguridad y la reducción de la incertidumbre sobre el presente y el futuro. En las ciencias sociales se tienden a dar dos tipos de interpretación: a) desde la perspectiva "cientificista positivista" (marcada por la influencia de las ciencias exactas), se buscan leyes, estructuras y regularidades, tratando de eliminar toda forma de subjetividad y valores. b) Desde una perspectiva más "humanista o comprensiva", se buscan conocer prácticas (más o menos establecidas e institucionalizadas), conductas, procesos, circunstancias, condicionantes históricas y culturales, creencias y expectativas. A priori, la economía neoclásica tiende a subscribirse epistemológicamente a una perspectiva cientificista –y podemos decir informacional–, más que a una comprensiva. La comunicación se halla mucho más cercana (casi hermanada) con la segunda perspectiva. Hasta cierto punto, se podría decir que tiende a una epistemología y una ontología opuesta.
Desde una mirada teórica –considerando el factor tiempo–, una estructura es solamente un proceso lento, y la fijeza objetiva del dato, de una información –o de un hecho– es solo "una foto" de la realidad cambiante. Las estructuras sociales –ya sean tradicionales o flexibles– tienen su propia legalidad y sus regularidades, asimiladas por la sociedad y los poderes constituidos, por la Ley, el Estado y las propias costumbres. Conocer estas legalidades implica producir información, informes, textos científicos, etc. Y esto permite buscar y mantener un cierto control –siempre relativo– sobre variables y dispositivos de regulación que van mucho más allá de la economía, de la política o de las conductas de grupos y de individuos en sentido estricto. Se trata de mantener ciertos procesos bajo control de parámetros aceptables dentro de márgenes de inevitable incertidumbre, ya sea en dominios de la política, la economía o la sustentabilidad ambiental. Por otro lado, el lenguaje, la comunicación –y las tecnologías– también demuestran responder a ciertas reglas y regularidades. De no ser así, la comunicación humana sería imposible. Investigar las relaciones y asociaciones intrínsecas entre ambos procesos, los de información y de comunicación, abre un campo de análisis fascinante: desde los aspectos culturales y políticos de esas articulaciones, pasando por la incidencia del acceso a la información y la toma de decisiones (con el uso de las TIC), hasta el análisis de las nuevas formas que adopta la producción y la circulación de la actividad económica en los procesos de producción post-industriales.
Sólo la existencia de ciertas regularidades dentro de marcos históricos y espaciales relativamente estables permite la vida en sociedad. Sea cual sea esa forma de vida. Regularidades en las conductas económicas (dentro de ciertos márgenes de variación o aleatoriedad), algo menos regulares en las conductas políticas, regularidades en el idioma en que nos comunicamos, regularidades en las representaciones sociales y culturales (regularidades antes transgredidas por las vanguardias estéticas, aunque ahora asimiladas a formas de seudo-transgresión promovida por el propio mercado de arte), expectativas sobre nuestros seres queridos y nuestra familia (aunque nunca dejen de sorprendernos), expectativas –buenas o malas– sobre conductas de "los otros", expectativas sobre amigos y enemigos (que raramente se cumplen), sobre el Estado y las instituciones, etc., etc.
Considero que el quid pro quo que rige la permanencia de ciertas regularidades en los vínculos, en las conductas, en las relaciones sociales (sobre todo institucionalizadas por la tradición, la cultura, o el Estado) se halla en la necesidad subjetiva –conciente o inconsciente– de asegurar medios eficientes y eficaces (¿económicos?) de reducir la incertidumbre –creciente– en la vida cotidiana. Ya sea en forma aprendida –socializada– y conciente, ya sea en forma espontáneamente sobreentendida por el sentido común en la vida cotidiana, los seres humanos aprenden de la cultura y en la convivencia diaria las destrezas necesarias para aprender a apropiarse, a cultivar y a reproducir los medios y recursos que les brindan sus entornos físicos, sociales y culturales. Recursos y dispositivos que han sido colectivamente generados, establecidos, mantenidos y reforzados por la tradición, los valores y los mecanismos de premio y castigo de cada grupo social.
Cuando hablamos de mediatización social, nos referimos a la acelerada y omnipresente presencia de los medios y las tecnologías de información y de comunicación en todas las formas de relación humana y en las prácticas sociales e institucionales. Las actuales TIC van ocupando aceleradamente un lugar predominante en la articulación entre la ecología de los ambientes físicos y sociales, y en los procesos de construcción de sentido y las formas de la subjetividad en la vida social (Vizer, 2003/06). Esto es lo que permite la apropiación simbólica e imaginaria de los individuos sobre la vida social y cultural. Claro es que desde esta perspectiva, debemos asumir el concepto de mediatización en un sentido ampliado: incluyendo los medios utilizados por las instituciones educativas y los procesos de socialización en general.
Información y comunicación. Estructura(ción) y proceso
Establezco aquí proposiciones sobre diferencias específicas entre los términos información y comunicación. Se busca definir propiedades de cada una en relación a ciertas proposiciones teóricas. En este sentido, propongo como una hipótesis abductiva, asociar el concepto de estructura (económica, social o lingüística), al de información (o in-formación, como reglas que establecen relaciones regulares entre los elementos componentes de un sistema). En teoría, se propone que la unidad de análisis de la información (bit, número, ecuación, etc.), se diferencie de la noción semiótica-comunicacional de significación, en cuanto a que la primera se refiere a las reglas y la estructura de funcionamiento de los dispositivos de producción (ya sea de objetos materiales o de textos), y la segunda alude al proceso indicial y también abductivo de comunicación, y la posibilidad de generar efectos de sentido y construcción de valor (Vizer, 2003/06). A la vez, asumiendo una sugestión que planteé hace un tiempo sobre la naturaleza lógica de los procesos de comunicación, considero sumamente fructífera la hipótesis que sostiene una fuerte asociación entre la comunicación y los procesos indiciarios y abductivos. Si el procesamiento mental de la información presupone operaciones cognitivas asociadas a una lógica inductiva/deductiva, el proceso de comunicación presenta asociaciones estrechas con una construcción perceptiva indicial y una "lógica" abductiva que "construye imaginariamente" el sentido de una frase, una imagen o una situación, a partir de señales que cumplen la función de índices de un objeto, o de un contexto, permitiendo así un proceso de interpretación y adjudicación de sentido. La hipótesis que sostengo aquí es que la comunicación, en tanto proceso de construcción de sentido, se constituye en base a una conjunción de procesos cognitivos e imaginarios de abducción e iconicidad, emotividad, percepciones y sensaciones corporales (o sea, en base a procesos de "primeridad" para Peirce, mientras que la creencia más generalizada asume el "sentido" como un proceso casi puramente mental y del orden de la "terceridad" Peirceana).
Un modelo tridimensional de comunicación
En otros trabajos (Vizer, 1983, 2003, 2006) he presentado un esquema tridimensional de la comunicación en tanto constituyente e instituyente de las relaciones y los vínculos sociales. Implícitamente –y a diferencia de la información– la comunicación no debe confundirse con el objeto producido, con la información que podemos extraer de un texto, o con el soporte material y espacial sobre el que se ha construido (mensaje, texto, imagen, etc.). A diferencia de la información, la comunicación implica cierto grado de intencionalidad –conciente o inconsciente, pero generalmente expresiva– de un acto, ya sea en el proceso de construcción de cualquier mensaje como en el proceso de su recepción. La comunicación implica un proceso temporal, una acción indicial generadora de sentido y de valor. Puede implicar reflexividad –de naturaleza cognitiva– pero sobre todo implica sensibilidad, provocación de reacciones (inter) subjetivas, conductas, gestos y emociones. Podemos parafrasear a Morin afirmando que la comunicación es el proceso resultante –o emergente– de inter-retro-acciones recíprocas.
En principio se pueden considerar tres dimensiones diferenciadas constituyentes de toda acción de comunicación: referencial, inter-referencial y autorreferencial (Vizer, 1983). La primera como dispositivo de construcción discursiva de "realidades objetales" (los "contenidos" de lo que se habla); la segunda como construcción de relaciones entre actores sociales que se "referencian" mutuamente entre sí (crean relaciones e interacciones sociales mutuas). Finalmente, la tercera dimensión (autorreferencial) como procesos eminentemente sociosubjetivos de auto-observación reflexiva y de presentación del sí mismo en sociedad. Y como marcas del "yo" en tanto sujeto y actor social en el lenguaje y en la interacción social (la "presencia" y la imagen de la persona en tanto individuo ante la sociedad y ante sí mismo).
Desde la perspectiva de un análisis estrictamente sociocomunicacional, he propuesto estas tres dimensiones diferenciadas en los procesos discursivos y comunicacionales, (las que también se pueden considerar como modalidades de relación objetal, o bien como "posición de un actor en relación a un objeto"). La dimensión referencial (modalidad objeto-sujeto, o "de que estamos hablando", de qué se trata esto), generalmente expresada por medio del lenguaje, como dispositivo de construcción discursiva y consciente de "representaciones objetales" (de qué se habla). La segunda dimensión –interreferencial–, como un proceso de construcción del contexto de relaciones y vínculos entre actores sociales que se "referencian" mutuamente entre sí (modalidad de relaciones sujeto-sujeto). Cuando se habla, se habla con alguien, con un interlocutor que puede o no estar presente físicamente en la comunicación, como en el caso de la comunicación mediada tecnológicamente: teléfono, e-mail, etc. Finalmente, la tercera dimensión como un proceso (ya sea conciente o nó), de representación del sí mismo en sociedad, y como marcas de identidad –e identificación–, de pertenencia a una organización, una clase social, o una jerarquía. Es la construcción social de la persona en tanto sujeto y actor social (quién es el que habla) ya que el reconocimiento social implica la re-presentación del sí mismo en tanto sujeto social, como miembro de un colectivo social (pensemos en los actores y las jóvenes que dicen que se "producen" a sí mismas cuando salen a la calle como si fuera un escenario teatral). En tanto modalidad de relación, esta dimensión se refiere a la posición del individuo como observador, como sujeto que se "objetiva" a sí mismo reflexivamente, como un observador que se desdobla imaginariamente, asumiéndose como un actor observado por otros, un "objeto para otros" que busca ser percibido y "construído" en tanto sujeto ante los ojos de la gente (se asocia a las funciones y términos del lenguaje referidos al hablante: yo, puedo, quiero, soy, etc.). Las prácticas sociales se expresan entonces comunicacionalmente en tres dimensiones: a) como referenciación y construcción simbólica del mundo de los objetos (la dimensión del discurso que se refiere a la "realidad exterior", y que se asocia íntimamente a la noción de información); b) como función de inter-referenciación, como construcción social y temporal de las relaciones y los vínculos entre los agentes sociales (suplantando así la noción empirista de "interacción social"); y por último, c) una dimensión autorreferencial de los propios agentes sociales, como los modos, estilos y términos que emplean las organizaciones y los individuos (conciente o inconcientemente) para "presentarse" ante los demás y ante el mundo (como los políticos, los deportistas, los artistas y los famosos que se "producen" para construir una imagen pública positiva de sí mismos).
La noción de información es la que se asocia de modo más directo con la dimensión referencial, ya que permite el análisis de estructuras fijas de relaciones entre signos, datos, y elementos sistemáticamente relacionados entre sí por programas técnicos o por reglas lingüísticas. En cambio, las otras dos dimensiones no se ajustan al sentido preciso y cognitivo de información, a menos que se produzca una "traducción" –en realidad una reducción– de las prácticas comunicativas de los seres humanos a un lenguaje informatizado (como en el caso de los sistemas expertos de registro y de observación de las conductas de los ciudadanos por las instituciones de control social o las investigaciones de mercado, etc.). En cambio, las prácticas inter y autorreferenciales se corresponden con el sentido vivo, social y temporal que se atribuye a la idea de comunicación. La comunicación como temporalidad viva, como acción y como recreación del socius y de los contextos temporales del mundo de la vida.
Los medios de comunicación y las tecnologías de información (TIC) no rompen con las tres dimensiones, sino que las mediatizan. Esta mediatización tecnológica implica expandirlas en nuevos espacios y tiempos (ahora digitalizados y virtualizados). Los dispositivos expresivos de los medios tradicionales como la radio, el cine y la televisión permitieron el desarrollo global de una expansión espacial, a la vez tecnológica e imaginaria. Las industrias culturales cubrieron todo el globo con sus producciones, generando su propio mercado audiovisual global. A esta expansión espacial de los medios, las TIC agregaron la posibilidad de control del tiempo y la multiplicación de los dispositivos de producción y acceso a la información (Internet como una ciberbiblioteca que expande la dimensión referencial del texto a una dimensión ciberreferencial). Las TIC mediatizaron también los dispositivos de intercomunicación (como inter-referenciación, o "interacción mediada por computador" en el e-mail, los chat's y la convergencia digital entre las redes y las múltiples terminales interconectadas). Por último, las TIC permitieron la emergencia de nuevos dispositivos de expresión autoreferencial (como los blogs, los diarios íntimos, las imágenes privadas volcadas a Internet, etc.). Hemos entrado entonces a un mundo de ciberinformación y cibercomunicación donde la propia aceleración de la velocidad de la circulación de las palabras, los datos y las imágenes en la Red, expande en forma cuantitativa y cualitativa la producción, la circulación y el consumo de información. Otro tanto sucede con las nuevas modalidades interactivas de intercomunicación y autoexpresión personal en el espacio digital. Las tres dimensiones tienden a intermezclarse entre sí en los procesos de circulación dentro de las nuevas ecologías virtuales, donde se articula la información con la intercomunicación y la expresión personal en tanto procesos trans-subjetivos de la mediatización social.
La tercera de las dimensiones que he mencionado, como proceso de referenciación, es la que toma finalmente la forma de producto objetivado y final del proceso de trabajo intelectual: el producto-información. Producto sobre el que el pensamiento superficial e ideológico ha extraído la historia, las condiciones sociales de su producción, reificando al producto –y sobre todo a la técnica– como un fetiche. En la Cultura Tecnológica, la técnica ha reemplazado a dios, pero genera discursos y rituales mágicos, y habla de futuros paraísos e infiernos. Es como si dios no hubiera muerto, sólo transfigurado en la Red, en chips, y en información infinita. La información realiza objetivamente el corte con el proceso de su producción que le dio origen (haya sido como práctica de comunicación, como trabajo abstracto, o acto creativo, etc.). Se objetiva generalmente en un soporte material o tecnológico, como texto o mensaje relevante para mejorar o implementar un proceso productivo, o se transforma en un producto final para el mercado, y se valoriza económicamente sólo si pasa a ser apropiado como un recurso o un medio de producción, o como mensaje que circula en los medios para ser consumido.
La comunicación como apropiación expresiva de los mundos sociales.-
Históricamente, podemos decir que hay una visión "informacional" de la comunicación, asociada a lo que podríamos denominar una economía de la información en la producción del conocimiento científico , de carácter eminentemente funcional y pragmática, a la que se le iba oponiendo una segunda visión: crítica y "humanista". La ciencia concebida como una práctica de producción y apropiación de conocimiento, la comprensión de los fenómenos sociales. Un saber asociado al valor de la interpetación, la comunicabilidad y la capacidad de construir sentido sobre el problema o la porción de realidad sobre la que estamos operando, construyendo interpretaciones y discursos sobre la realidad (parafraseando a Hüsserl y Habermas, e intentando dar sentido al mundo de la vida).
Desde la mirada ortodoxamente científica, todo esto sería solo nonsense, o wishfull thinking, simple populismo demagógico. Pero desde una perspectiva crítica, o desde el mundo de la vida y la mirada del ciudadano común, es una forma de política humanista. Una expresión política del sentido común.
Cada tantos años surgen teorías que cumplen un rol fructífero: "ponen en discurso" –tanto en el mundo científico como en los medios de difusión– temas para las agendas públicas que promueven la investigación sobre problemáticas nuevas. Así fueron surgiendo temas como capital social, resiliencia, desarrollo sustentable, derechos humanos, ciudadanía, democracia participativa, etc. Estas teorías generalmente atraviesan diferentes disciplinas ya establecidas; y éstas intentan "aggiornarse" en un esfuerzo por integrarlas dificultosamente a sus cuerpos teóricos tradicionales. La investigación empírica crea entonces sus propias estrategias y agendas, lo que deja a estas teorías en un estatus científico y conceptual sumamente vago e indefinido. Estas teorías reciben el estatus de "trans", en el sentido de que las problemáticas que abordan, las proposiciones que construyen y los conceptos que usan cruzan los límites de las disciplinas, y exigen diseños de investigación y metodologías innovadoras y convergentes. Finalmente, exigen la construcción de un "meta" discurso que sirva para articular las diferentes proposiciones teóricas, los diagnósticos, los diferentes dispositivos de intervención social, y también la difusión pública que ayude a promover la inclusión social y cultural de una ciudadanía responsable. Aquí es donde la comunicación se asume como una práctica de intersección e interfase articuladora y a la vez conflictiva entre los diversos mundos y discursos sociales, como una práctica de apropiación expresiva de los actores sociales (en tanto instituciones e individuos que "cultivan" –real, simbólica e imaginariamente– sus propias realidades).
Consideraciones finales. La estructura triádica de la cultura tecnológica: comunicación, información y conocimiento
La Modernidad occidental instituyó en los últimos siglos a las diferentes esferas o dominios de la experiencia que constituyen nuestras topologías –o ecologías simbólicas y formas de modelizar la realidad–. Aunque fueron construidas intuitivamente por el sentido común y la acción social, en la vida cotidiana del mundo actual y dentro de los "dreamworlds" e ideologías del capitalismo de las sociedades modernizadas. El capitalismo ha instituido ciertas categorías cognitivas como la "fábrica" –la urdimbre fundante, el "taken for granted"– de la realidad experiencial del mundo moderno.
Si la sociedad "de la comunicación" se presenta como una manifestación libertaria, expresiva y democrática de los procesos sociales en la posmodernidad, la sociedad de la información es el término –reificado- para denotar una dualidad de nuestras sociedades, en la forma de la nueva base tecnocientífica sobre la que se asientan nuestros sistemas sociales. La dialéctica interdependiente entre ambas formas sociales se realiza por medio de las mediaciones del conocimiento, y revela nuevas contradicciones. El acceso a la igualdad de oportunidades se halla más lejos que nunca antes en la historia de la humanidad, ya que las propias tecnologías de información y comunicación cumplen un doble rol: por un lado servir como mediadoras entre los individuos, como base de sustentación técnica para nuevas formas de organización en red, pero al mismo tiempo promoviendo los procesos de individuación competitiva al fomentar la fragmentación del mercado y la sociedad. Y esta es una segunda consecuencia indeseable: se crean nuevas formas de exclusión social y digital (exclusión por edad, por poder económico, por educación, por capacidad cognitiva, por acceso limitado a espacios sociales, y finalmente por una multiplicación inevitable y acelerada en las formas de obsolescencia humana). Pero éste es un tema demasiado amplio para tratar aquí.
Asumiendo una metáfora espacio-temporal, se podría concebir el objeto de investigación de los procesos sociocomunicacionales como el conjunto de la totalidad de los espacios y construcciones de sentido instituidos por el hombre. Y su análisis como una "ecología social y semiótica": de artefactos, rituales, formas, textos, símbolos, imágenes, etc. En segundo término, podemos considerar a la temporalidad histórica como praxis, como acciones humanas instituyentes y "reproductivas" de los diferentes dominios de realidad y de las identidades históricas particulares (de su permanencia y su cambio).
Si la sociedad de la comunicación se presenta como una manifestación libertaria, expresiva y democrática de los procesos sociales en la posmodernidad, la sociedad de la información es el término –reificado– para denotar una dualidad de nuestras sociedades, en la forma de la nueva base tecnocientífica sobre la que se asientan nuestros sistemas sociales. La dialéctica interdependiente entre ambas formas sociales se realiza por medio de las mediaciones del conocimiento, y revela nuevas contradicciones. Surgen nuevas formas de trabajo "inmaterial", y nuevos actores sociales involucrados: encuestadores, publicistas, comunicadores, investigadores, planificadores, promotores, vendedores, sectores de la educación, etc. Aunque parezca obvio, es importante aclarar que la información –más allá de las connotaciones que he presentado anteriormente– es no sólo un proceso social e histórico de construcción de estructuras sociotécnicas, sino también un producto de los procesos de conocimiento. Como producto, queda registrado en la memoria humana, en textos, y en soportes tecnológicos como los discos rígidos de los ordenadores. Si el conocimiento implica un proceso cognitivo –eminentemente racional–, la comunicación corresponde a un proceso expresivo, que puede –o no– incorporar la cognición racional, pero que es mucho más amplio que éste, ya que abarca todas las actividades y prácticas humanas, y puede apropiarse de múltiples formas culturales del saber, del sentir y del conocimiento prácticos.
Por último, la comunicación implica la capacidad de cultivar la expresión humana personal. La dimensión –tanto material como imaginaria, y no siempre conciente- que "expresa" los estados de ánimo, la subjetividad, las actitudes, la capacidad y las modalidades de verbalización, ya sea en términos linguísticos, en gestos, o tonos de voz, etc. Y la comunicación también implica la capacidad de autoreferencia subjetiva y personal, el "diálogo interior" –como sugería Max Scheller-; un trabajo subjetivo de donde puede surgir la innovación, la solución a un problema, nuevas ideas e imágenes, palabras y estrategias creativas.

Considero a la comunicación como la manifestación "simbólica y cargada de sentido", a través de la cual la sociedad (re)construye culturalmente su ecología social. Un "cultivo" ambiental, un entorno (de sentidos y de valores) que las propias comunidades y los individuos pueden generar (cultivar, en forma consciente o inconsciente) a través de diferentes formas de aprendizaje y de trabajo, produciendo los recursos necesarios para el colectivo social. Los agentes sociales se ponen en "enacción" por medio de dispositivos culturales aprendidos y reconstruidos permanentemente. Proceso que implica a la vez un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo: trabajo físico y también social, cultural-simbólico e imaginario. Las sociedades regeneran sus recursos productivos construyendo dispositivos y prácticas organizadas, instituidas como estructuras/estructurantes de un sistema. Éstas se instituyen como 'estructuras de un sistema' a fin de ocupar, desarrollar y distribuir 'racionalmente' los múltiples espacios y tiempos que les aseguren la organización y el acceso a los recursos para su supervivencia: prácticas instrumentales; normas, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus "ambientes"; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias (Vizer, de "Aportes a una teoría social de la comunicación". Presentación a la reunión anual de la COMPÓS 2006, BRASIL).



MUNDOS DE LA VIDA MEDIATIZADOS.
notas para un modelo de comunicación y 3 tesis exploratorias.-

"Seremos como deuses que percebem o começo e o final ao mesmo tempo, estaremos simultaneamente em todas as partes, mas essa plural contemporaneidade pouco nos servirá. A utopia midiática nos vai decepcionar, como nos decepcionaram todas as utopias. Vamos querer voltar aos velhos tempos, mas será impossível. Poderemos voltar, talvez, mas não nadando como em um río, mas sentados desde nossa escrivaninha. Com a aceleração das imagens imateriais estaremos mais perto do tempo final. Poderemos estar em todos lados, mas não nos servirá de nada porque seremos imateriais como alguém que observa, não como alguém que vive" Vilem Flusser, teórico de los medios.

Este capítulo intenta explorar posibles estrategias de investigación -pero sobre todo de reflexión- que ayude a reintegrar en un esquema sintético la complejidad múltiple de los modos en que construimos sentido en la recepción. Básicamenente se plantea dos objetivos: a) explorar ciertas características de la extensión de la mediatización en la sociedad, tanto como un fenómeno social y técnico que puede ser observado y descrito con instrumentos objetivos, como desde los procesos subjetivos que lo acompañan. Explorar su interdependencia mutua, que se realiza a través de la asociación entre la expansión explosiva de las tecnologías (y los soportes mediáticos) y la percepción, imaginación y construcción de sentido. b) Presentar un esquema –o modelo– de comunicación sociocomunicacional y el campo de aplicaciones a la investigación, así como sus aportes a la comprensión de la complejidad de los procesos de mediatización social, tanto desde un punto de vista tecnológico como psicosociológico y fenomenológico.

En la intrincada tarea de construcción del campo y de los problemas que abordan las disciplinas de la comunicación (y que muchos pretenden constituir en una disciplina con una especificidad propia) exploraré las posibilidades heurísticas de un esquema (o modelo de análisis) tridimensional que he presentado en trabajos anteriores. Intentaré mostrar una estrategia de análisis que presenta ciertas propiedades y dimensiones teóricas y metodológicas que espero puedan aportar a un análisis multidimensional sobre los procesos de producción de sentido. También espero poder aportar argumentos para una forma bastante inusual de investigar las relaciones entre comunicación y procesos de construcción de sentido. Me propongo abordar un análisis comparativo entre la televisión e Internet como diferentes formas de producción de sentido de acuerdo a tecnologías y contextos comunicativos diferentes y comparados: en las relaciones cara a cara; en el contexto de consumo televisivo, y en el contexto de uso de Internet.
Una propiedad esencial que define la especificidad de los procesos de comunicación, y por ende una propiedad del objeto que se busca construir en los estudios de la comunicación se define –obviamente- por la producción de sentido. En términos directos: lo esencial de la comunicación se halla en el sentido (nos recuerda al Principito, cuando Exupèry afirma que "lo esencial es invisible a los ojos"). Hablamos de un objeto difuso, indefinible y demasiado subjetivo para la ciencia. Los estudiosos de la comunicación y de los procesos de construcción de sentido prefieren entonces investigar objetos más concretos, más visibles o empíricos (como los medios de comunicación, o los procesos cognitivos). Parafraseando a Freud, se prefiere estudiar principalmente la parte flotante del iceberg, dejando "el sentido profundo del sentido" para ensayistas, psicoanalistas o exploradores de la cultura y del arte.
Para comenzar esta exploración, en primer lugar creo importante aclarar que si bien la noción de sentido guarda una relación intrínseca con la de semiosis, ésta no debe reducirse teórica ni metodológicamente a las "disciplinas semióticas" (lingüística, semiología, análisis del discurso). Charadeau (1997, p.5-25) afirma que "esta problemática de construcción de sentido reposa simultáneamente sobre fenómenos de orden psicosociales (simbólica social e influencia), a través de la construcción de "imaginarios sociales", y sobre fenómenos de orden del lenguaje, ya que estas construcciones dependen de su configuración discursiva". Podemos preguntarnos si efectivamente los fenómenos de orden psicosocial deberían reducirse estrictamente a una 'configuración discursiva' o si la capacidad de generar sentido va más allá del orden del discurso. No podemos dejar de reconocer que efectivamente los procesos de comunicación –considerados como procesos de construcción de sentido– conforman un complejo multidimensional que precisa del aporte conjunto pero articulado entre diversas disciplinas. Pero al mismo tiempo, hace falta producir un esquema teórico 'sintético' que permita su modelización y aplicaciones en estudios integrados y no reduccionistas (ni puramente psicosociales ni puramente semióticos). Esta 'modelización' deberá cubrir las perspectivas de un proceso transversal entre varias disciplinas, en el sentido que Charadeau llama "interdisciplinaridad focalizada", y que articula "un cierto número de nociones pluridisciplinares" que aporten a la comprensión de la complejidad del sentido. Este autor agrupa estas nociones en pares: lenguaje y acción, estructura y sujeto, representaciones e identidades.
En realidad, Charadeau no nos presenta disciplinas, sino conjuntos diversos de problemas que guardan una resonancia de familia fuerte con la noción de sentido. Cuando se explora el misterio profundo del sentido, es imposible no tomar en consideración que el objeto problema que intentamos definir y trabajar se nutre de los aportes de los saberes producidos sobre los problemas del lenguaje y de la acción social, del sujeto y de las determinaciones de las estructuras (ya sean éstas físicas, biológicas, sociales o psíquicas). Recordemos que las investigaciones sobre comunicación y cultura se han nutrido fundamentalmente de los problemas de construcción y defensa de las identidades y las representaciones sociales, culturales, e imaginarias. Se puede sintetizar la fuerza de estas problemáticas en la hegemonía de los estudios culturales y en la cuasi simbiosis que presentan los términos de comunicación y cultura como verso y reverso de una misma moneda.
Desde sus comienzos, la visión empirista y 'administrativa' de la comunicación social se ha visto inevitablemente limitada por una confusión entre la comunicación como proceso de sentido –aunque entendido sobre todo como "procesamiento de la información"–, y la investigación sobre sus 'soportes' (ya sean materiales, tecnológicos o sígnicos). Por otro lado, desde el célebre texto de Berger y Lukhmann (La construcción social de la realidad) las concepciones constructivistas y las fenomenológicas implican el funcionamiento dinámico e intencional del mundo psíquico (valorizando por ende los procesos de recepción). Y han venido alimentando con razones sólidas, la crítica sobre la estrechez de una visión empirista en relación a los fundamentos psíquicos, sociales, políticos e ideológicos sobre los que se asienta la visión instrumental sobre los procesos de comunicación, y de los medios masivos en tanto organizaciones sociotécnicas "industriales", especializadas en la producción masiva de objetos-mensaje tecnosimbólicos (Industrias del espíritu, al decir de Sfez).
Intentaré reflexionar sobre lo que podemos considerar las condiciones psíquicas que marcan la motivación que lleva a un televidente y a un usuario de Internet a adquirir el hábito de dejarse seducir por el deseo cotidiano de consumir compulsivamente imágenes, información, telenovelas y deportes por la televisión, y de operar y navegar –también en forma compulsiva y obsesiva– por las redes –a la vez materiales y virtuales– de los infinitos espacios de la Web.
No creo que el conocimiento de estos procesos psíquicos surgirá de encuestas, o preguntando a los individuos, y el conocimiento tampoco surgirá de la mera observación de conductas. Es un proceso demasiado complejo e inconsciente como para que pueda ser develado sin recurrir al entrecruzamiento de teorías que articulan las complejidades de la observación humana y de los emergentes que surgen en la forma de expresiones o de conductas. Por un lado tenemos los procesos del psiquismo humano, y por el otro las condiciones sociales e históricas. También se debe tomar en cuenta las posibilidades y los condicionamientos que surgen de las lógicas y los códigos de operación de los dispositivos tecnológicos en que se asientan y manifiestan los fenómenos de la comunicación en la sociedad moderna.
Es imposible decir que la única comunicación "real" es cara a cara, y que por consiguiente la comunicación mediada tecnológicamente sea sólo un simulacro (visión en última instancia demasiado estrecha y conservadora de las posibilidades de evolución humana). Desde la perspectiva de los procesos psíquicos, el sujeto sabe que es la caja boba la que lo estimula y le envía imágenes, sonidos y textos con el solo hecho de posicionarse como un observador aparentemente pasivo, aunque el propio sujeto no se sienta pasivo. En condiciones normales, siente que lo que ve y oye 'le mueve cosas desde su interior'. Y lo que atrae es precisamente ese movimiento interior en relación con el objeto televisión, un cierto proceso inconsciente de adscripción de atributos de sentido y de valor que emerge de la relación imaginaria –y abductiva– con los personajes y las situaciones de la pantalla. Una identificación imaginaria que construye sobre las imágenes y los soportes perceptivos. Considerando un modelo de sujeto observador y actor al mismo tiempo, el televidente como observador cumplirá una función conciente y racional de organización de diferentes niveles y grados de percepción (desde un primer grado de las señales percibidas, pasando por un segundo grado de percepción gestaltica, hasta un tercer grado de interpretación de las situaciones presentadas en la pantalla). Podemos considerar diferentes niveles de observación: desde los estímulos corporales, pasando por una percepción espacio temporal y objetal, hasta llegar a un nivel de abstracción e interpretación que se traduce en el 'sentido' que se adjudica a lo que se ve y se oye.
En tanto observador, el sujeto organiza mentalmente los estímulos auditivos y visuales en la forma de "fondo y figura", que se encuadra en un espacio y un tiempo determinados, en un "efecto de realidad" construida, que permite la comprensión y la distinción entre ciertas categorías culturales prefiguradas (como espacios y contexto sociales y temporales), y las acciones e interacciones entre los sujetos de una historia o un relato. Se definen y reconocen figuras y personajes, se reconstruyen mentalmente líneas de acción e interacción que los personajes emprenden. Situaciones previsibles o imprevisibles que se presentan en casi todo programa de televisión donde la temática implica seres humanos en situación, -sean programas de información, deportivos, telenovelas o películas-. Podemos decir que la función de observación en los sujetos produce lo que se denomina el "framing" (algo así como 'encuadre'), aunque el receptor no sea conciente de ello. El framing codifica y orienta el ordenamiento de todos los estímulos de acuerdo al funcionamiento mental y cognitivo, así como al mundo experiencial de cada sujeto.
Más adelante intentaré mostrar que el efecto de construcción de la realidad por los medios de comunicación, obedece al framing que hacemos sobre ciertas dimensiones fundamentales con las que construimos nuestros mundos de la vida como un fondo permanente y estable de construcción 'de sentido sobre la 'realidad real', y que los medios construyen en forma artificial –y técnica– en la forma de situaciones verosímiles, de acuerdo a las mismas dimensiones de la vida real. Podemos mencionar una dimensión de los vínculos, una dimensión 'política' que se manifiesta en las relaciones de poder, una dimensión simbólica cultural; una dimensión de lo 'natural', como naturaleza física material, una dimensión estrictamente tecnológica y una 'trascendente' (Vizer, La trama (in)visible de la vida social..., cap. IV, 2003/06).
Al mismo tiempo, y más allá del efecto de producción de una realidad que en la televisión y los medios es en última instancia una forma de simulacro -una representación tecnológica audiovisual construida para (y tambien 'por') nuestros sentidos–, esta acción de observar no alcanza para que el sujeto se involucre con las tramas y los personajes de la televisión. Este involucramiento precisa de la 'figura', la identificación y el reconocimiento de 'lo humano', de las emociones y los sentimientos con los que –a diferencia de la función perceptiva– no se construye la realidad exterior objetivada por el observador, sino la interior de la subjetividad, del sujeto que reconoce al 'otro' del escenario teatral o de la pantalla televisiva como un actor en su propio mundo y al cual se accede imaginariamente con solo desearlo, proyectando procesos subjetivos propios y reconociéndolos en el 'actor otro'. Puede o no producirse un proceso de identificación con algún personaje, sin embargo, la función central no es la de identificación sino la del reconocimiento de lo humano, de los vínculos con la subjetividad y la conciencia que son representados simbólicamente por medio de imágenes, textos, conversaciones y acciones reproducidas tecnológicamente en los medios.
El sentido profundo que se produce y se manifiesta a través de los procesos de la comunicación (comunicación como práctica, como conducta, como habla o como texto), no puede ser comprendido fuera del "misterio" de nuestras funciones imaginarias. Los textos y las imágenes presentan la apoyatura sensible para nuestra observación, pero es la imaginación, la experiencia vivida y la memoria la que nos permite el re-conocimiento del 'sentido' de lo humano. Posiblemente sea por eso que a los occidentales nos atraen otras culturas, como un mundo "otro, exótico y desconocido" en el que buscamos marcas de reconocimiento de lo que tenemos en común a pesar de las diferencias. La experiencia del turista consiste precisamente en esa búsqueda de 'la différence' dentro de lo común o del pasado frente al presente. Y es también esta curiosidad por las diferencias compartidas, este juego de desdoblamientos entre nuestra vida cotidiana y la ficción imaginaria que nos presentan los medios, la fuerza motivante que nos apasiona y motiva para sentarnos frente a la televisión. En la ficción buscamos inconscientemente un juego paradojal de identificación y distanciamiento imaginario y atemporal, mientras en los noticieros buscamos las claves que nos permitan un framing cognitivo, una contextualización de sentido de actualidad dentro del mundo, pero con suficiente distancia como para evitar los riesgos de un compromiso real.
La pantalla de televisión nos transporta a una experiencia mediatizada y "trans-subjetiva" e imaginaria, construida por textos, imágenes, objetos producidos en otros tiempos y espacios ajenos al nuestro, pero que encuentran en la función imaginaria del ser humano la posibilidad de construir puentes de comunicación colectiva. El éxito de las películas sobre alienígenas y búsqueda de otras formas de vida en la tierra o en otros planetas también está en ultima instancia motivada por saber 'si como especie inteligente estamos solos en el universo' condenados a comunicarnos eternamente entre nosotros, o si existe la posibilidad de interlocutores 'Otros'.
Esta inquietud no nace con la fantasía de Julio Verne sino que se halla en la magia primitiva, en la búsqueda de comunicación con los dioses y los santos, y en experiencias de trascendencia. En este sentido, comunicación e imaginación son pares inseparables, y 'la ficción se hace real'. Nos inquietan los animales de inteligencia superior como ciertas especies de monos o delfines, y más aún la inteligencia artificial de las computadoras como la famosa "deep blue", que les ganó partidas a los mejores ajedrecistas del mundo. ¿Hasta dónde podremos comunicarnos con otras especies? ¿Qué clase de comunicación, qué nivel de inteligencia comparten con nosotros? ¿Pueden llegar a tener sentimientos o solamente emociones? Más aún nos inquietan las máquinas cibernéticas cuando vemos películas o escuchamos partituras musicales íntegramente producidas por computadora, o creando personajes que imitan y fingen emociones e ideas. Junto a la admiración y al asombro, nos invade la extraña sensación de haber sido invadidos por personajes virtuales que pueden imitar lo humano en nosotros. Esa imitación y los miedos que produce la suplantación de lo humano por la máquina, han sido tematizados por la cinematografía de terror y las proyecciones futuristas sobre una sociedad deshumanizada. Los medios audiovisuales y la convergencia con las tecnologías de información y comunicación (TIC) son los generadores y recicladores que potencian ad infinitum las posibilidades imaginarias movilizadas por la tecnología moderna. Allí se centran los famosos "efectos" de los medios, no tanto por 'la figura' textual de los relatos, los programas y los contenidos, sino por el 'fondo' difuso de la gestalt. Es innegable que se producen transformaciones en nuestras categorías de pensamiento y en los dispositivos mentales por medio de los cuales construimos sentido dentro de nuestros mundos de la vida (y no solamente sobre nuestras concepciones de la realidad). La televisión produjo en el siglo XX una revolución sobre los espacios subjetivos de proyección imaginaria, pero la convergencia de las TIC con los medios audiovisuales creó las condiciones sociotécnicas para la generación de nuevos contextos en los que un usuario puede generar nuevos espacios (a la vez reales y virtuales) y controlar los tiempos de inmersión en sus contextos.
En nuestros términos, podemos decir que el sujeto televidente se debe involucrar en tanto individuo con su propio bagaje de subjetividad, identificándose emocional y cognitivamente como jugador de un juego de representaciones, como un actor social con todas las implicancias que el 'espejo de la comunicación' conlleva. El sujeto en esta instancia de involucramiento se implica a sí mismo en una operación imaginaria que le hace experimentar la sensación de participar en un acto de comunicación social dentro de un espacio subjetivo interior. Desde la mirada del observador científico, la experiencia de receptor en el sentido presentado aquí, puede ser considerada o bien 'real', o bien una ficción subjetiva, dependiendo del encuadre teórico del investigador. Acto de comunicación objetiva y real, o bien mero simulacro imaginario. Una propiedad inalienable y paradojal de la comunicación consiste precisamente en que para ser comunicación "real", precisa de los dispositivos imaginarios de la mente humana, apoyada en los recursos de la cultura y de otras mentes humanas. Y por otro lado, los dispositivos imaginarios no tendrán efectividad real de no existir la presencia mediadora de máquinas. Dispositivos tecnológicos de complejidad y eficiencia creciente, capaces de transformar cualitativamente los registros de señales y las marcas semióticas portadoras de símbolos, lenguajes y códigos. Códigos de operación que tienden a alejarse de los procesos tradicionales de conocimiento, construidos históricamente por la cultura letrada de la Modernidad.
Sobre un modelo tridimensional de comunicación
En el capítulo anterior (IV) he esbozado un modelo 'sintético' por medio del cual se puedan introducir en la investigación diferentes dimensiones de la comunicación social como un emergente manifiesto de las múltiples condiciones y expresiones de los procesos de construcción de sentido. Las diferentes dimensiones de la referenciación en el modelo permiten introducir las condiciones materiales, sociales, psicológicas –cognitivas y emotivas-, culturales, técnicas, semióticas y hasta imaginarias. Se pueden articular y 'cruzar' diferentes dimensiones y categorías sociosimbólicas, intentando construir un marco conceptual de análisis para investigar los modos de construcción de sentido en los diversos contextos de recepción de los medios.

Propongo el esquema de tres dimensiones diferenciadas constituyentes de toda acción de comunicación: referencial, inter-referencial y autorreferencial. La primera "dimensión" como proceso y dispositivo de construcción discursiva de 'realidades objetales' (los 'contenidos' de lo que se habla); la segunda referida a la construcción de relaciones entre actores sociales que se 'referencian', que se construyen y contextualizan mutuamente entre sí como agentes en situación (crean en común un contexto de relaciones e interacciones sociales de interdependencia a un mismo tiempo real, simbólica e imaginariamente). Finalmente la tercera dimensión (autoreferencial) alude a procesos eminentemente sociosubjetivos, así como a la conciencia de sí mismo como un observador observado por un 'otro'. Puede ser una auto-observación (más o menos reflexiva, conciente o no) o una presentación del sí mismo ante la sociedad. Las acciones, los gestos, las posturas, el modo de hablar, la vestimenta como marcas del 'yo' en tanto sujeto y actor social en el lenguaje y en la interacción social (la presencia y la imagen de la persona en tanto individuo ante la sociedad y ante sí mismo).
Desde la perspectiva de un análisis estrictamente sociocomunicacional, la dimensión referencial, generalmente expresada por medio del lenguaje, de gestos, dibujos, uso de lenguajes y símbolos, alude a los dispositivos de construcción discursiva y conciente de "representaciones objetales" (de qué se habla). La segunda dimensión como un proceso de construcción del contexto común de relaciones y vínculos entre agentes sociales (cuando se habla, se habla con alguien, con un interlocutor que puede o no estar presente físicamente en la comunicación, como en el caso de la comunicación mediada tecnológicamente: teléfono, e-mail, etc.)Es a esta dimensión que se alude cuando se habla de la comunicación como "relación dialógica", y prefiero el uso de la noción de inter-referenciación a la noción clásica y empirista de "interacción". Mientras esta última es equivalente a la de "conectividad" cuando los ingenieros equiparan la sociedad mediatizada a una red conectada, la primera acentúa la idea de un sujeto integral, como actor y como observador-observado, como agente activo dentro de una relación de co-construcción de un habitus (Bourdieu) compartido y cultivado.
Analicemos ahora la comunicación como autoreferencialidad: esta tercera dimensión alude a un proceso de presentación del sí mismo en sociedad, y como marcas de identidad –e identificación- de pertenencia a una organización, una clase social, o una jerarquía. Es la construcción social de la persona en tanto sujeto y actor social, ya que el reconocimiento social implica la re-presentación del sí mismo en tanto sujeto social, o miembro de un colectivo social, como los actores y las jóvenes que dicen que se 'producen' a sí mismas cuando salen a la calle como los actores en el escenario ante un público. Esto se manifiesta en los modos, estilos y términos que emplean no solo los individuos –construyendo o exhibiendo las marcas de su propia identidad personal-, sino también las organizaciones a través de sus estrategias publicitarias o su imagen de empresa. Algunas figuras reconocidas y famosas cultivan hasta la exuberancia las estrategias de presentación en escena ante sus públicos y las cámaras (como los políticos, los deportistas, los artistas y los famosos que se 'producen' para construir una imagen pública de sí mismos no solamente por la fama en sí, sino porque la fama tiene un 'valor' que acrecienta su capital simbólico y por ende su posicionamiento en el mercado cultural o político). En los individuos, la autoreferencia opera también como una práctica de autoobservación -mas o menos reflexiva, mas o menos consciente-. Acciones, gestos, posturas, tono de voz, estilo personal, todo sirve en los lenguajes de la interacción social. Es la construcción de la imagen y la presencia de la persona ante la sociedad y 'para' sí mismo, con sus marcas de identidad e identificación como miembro de una clase social, una comunidad, una profesión determinada, una organización, como representante de una categoría de valor o una jerarquía (quien es el que habla).
Insisto en el esquema tridimensional ya que considero que abre la posibilidad de articular diferentes clases de problemas de comunicación relacionados a la construcción de sentido: la dimensión referencial en relación al que se dice, que es construído como sentido; la dimensión interreferencial al como, al modo en que se realizan las interacciones y las relaciones entre los actores, o bien como un texto -un objeto-mensaje- de comunicación– que es construido socialmente. Finalmente, la dimensión interreferencial apunta a la cuestión de quienes son los participantes y como se construyen sus identidades en el proceso. De este modo, se pueden abordar tres cuestiones fundamentales que relacionan la comunicación al sentido: quienes se están comunicando, como se están comunicando y sobre qué.

A continuación intentaré explorar como operan las dimensiones descriptas en este modelo de comunicación humana cara a cara en un contexto de recepción televisiva así como en el uso de las TIC's. Pero antes de hacerlo, quiero aclarar que al asumir una perspectiva subjetiva, desde la posición del receptor, ésta perspectiva de análisis separa en forma explícita los procesos de producción de los de consumo. La industria cultural está constituida por empresas económicas con fines y lógicas económicas, tecnológicas y financieras. Para tener éxito comercial, en tanto su producción exige consumo simbólico, en sus condiciones de producción debe presuponer diferentes modelos de sujetos consumidores. Debe conocer tanto características socioculturales como las reglas semiodiscursivas que emplean sus públicos. O sea que se vuelve a encontrar la necesidad de pensar tanto los aspectos culturales y psíquicos como los semióticos de los públicos, y por ende su articulación en los modelos comunicativos y de producción de sentido que se emplean para su estudio.
Tecnologías y mediatización subjetiva. (Cuando los medios están dentro de la cabeza).
Intentaré explorar las posibilidades de aplicar el modelo para analizar lo que se ha dado en llamar mediatización de las prácticas sociales.
Mostraré que los medios de comunicación y las TIC no rompen con las tres dimensiones, sino que las mediatizan. Si bien utilizo la noción de 'referencia' en un contexto de prácticas sociales podemos argumentar que, siguiendo a Peirce: "las tres concepciones de la referencia: a un fundamento, la referencia a un objeto y la referencia a un interpretante son las fundamentales de al menos una ciencia universal, la de la lógica. Se dice que la lógica trata de las segundas intenciones en cuanto aplicadas a las primeras" (Peirce, p.27. 2001). Así es que podemos preguntarnos si no solamente en las relaciones interpersonales sino también en el uso de la televisión y de Internet (y posiblemente de cualquier tecnología TIC) no se obedece también a una lógica social y comunicacional compartida. En los procesos de comunicación y de formación de sentido en contextos sociotécnicos (o en el uso de tecnologías de información y comunicación), también se produce auto e interreferencia entre actores sociales, en tanto éstos generan y reproducen lógicas sociales y se hallan inevitablemente sujetos a la interpretación de segundas intenciones, de búsqueda de claves de interpretación. La abducción es la esencia de los procesos de interpretación y construcción de sentido en la comunicación y por ende en las relaciones sociales. Ningún discurso, ni aún menos las relaciones sociales pueden ser 'transparentes'. En la vida cotidiana operamos con una lógica de indicios, de inducciones débiles, de segundas intenciones (no confundir con 'malas' intenciones), imaginarios, lógicas inductivas o bien abductivas, y múltiples posibilidades abiertas. Tanto la función de la referencia como la inter-referencia operan en cualquier relación de comunicación (ya sean mediadas tecnológicamente o no), y responden a una lógica de construcción permanente y reflexiva sobre el 'mundo de los objetos', el mundo de las relaciones interpersonales, y un mayor o menor grado de reflexividad intencional.
El subtítulo de 'mediatización subjetiva' podrá parecer una exageración, una extrapolación del ámbito sociológico al de la psicología, sin embargo creo que es un modo de resaltar las transformaciones que produce la cultura audiovisual y las TIC en los modos tecnológicamente mediatizados de relacionarnos entre los seres humanos y con el mundo.
Los dispositivos expresivos de los medios tradicionales como la radio, el cine y la televisión permitieron el desarrollo global de una expansión espacial de la tecnología y de los mundos imaginarios. Estos mundos imaginarios se alimentaron de imágenes e íconos en movimiento como nunca antes en la historia humana. En este sentido, podemos hablar de procesos de mediatización tecnológica, marcando una revolución de los imaginarios sociales en relación a medios anteriores como el libro, la pintura o aun la fotografía. Amén de la proyección espacial y perceptiva de la televisión, esta potenció en forma cuantitativa y cualitativa la producción de productos culturales, y la circulación y el consumo de información actualizada, generando nuevas formas de producción de valor y de sentido antes inexistentes. A este proceso se suma ahora la tendencia irresistible a múltiples convergencias con las TIC's, y la posibilidad técnica de la proyección tanto real como virtual de los propios sujetos individuales hacia múltiples espacios y tiempos digitalizados. Los dispositivos técnicos de información y comunicación generaron la posibilidad de apertura hacia procesos de creación, medición y control de formas infinitamente pequeñas de tiempo, y de infinitamente pequeñas formas de espacio –tanto real como virtual- (Internet como una virtual cyber biblioteca que expande las dimensiones limitadas de información en textos y libros hacia una dimensión 'cyberreferencial'). Las TIC's expandieron y mediatizaron las relaciones humanas como comunicación interreferencial a través de lo que se conoce como 'comunicación mediada por computador' a través de chats, emails y una creciente y cambiante parafernalia de dispositivos innovadores, reforzados especialmente por los procesos de convergencia digital entre una red de diferentes medios y cientos de millones de terminales interconectadas.

La mediatización instituye literalmente el 'espíritu de época' de nuestra cultura tecnológica. Objetiva nuevos imaginarios y (trans) subjetividades que –parafraseando a Lacan– circulan entre "lo real, lo simbólico y lo imaginario". Si la televisión comenzó a instalarnos imaginariamente en un simulacro de la realidad -y a tiempo real- la tecnología increíblemente compleja se hacía invisible al televidente, cada vez mas sujeto a los efectos de una ecología audiovisual, una ecología humana mediatizada. Occidente universalizó formas mediatizadas de ethos y Gestalt, las que chocaron con las formas nativas tradicionales generando procesos de aculturación e hibridización (Canclini 1997). Probablemente, por primera vez en la historia nuevos mundos imaginarios comenzaron a surgir en mentes 'tradicionales', alimentados por íconos, sonidos e imágenes en movimiento producidos tecnológicamente y en serie. La cultura occidental erudita basada en textos y libros también experimentó un shock de mediatización que aún perdura en la forma de la hibridización de las mentes de los niños en la confrontación entre el mundo de los medios y los educadores.
Cuando miramos televisión, sabemos que la lente no ha sido enfocada y dirigida por nuestra atención ni nuestra decisión, por lo que lo desconocido despierta la curiosidad o el interés. Los técnicos (camarógrafos, directores, etc.), pueden 'armar' las imágenes y las escenas para nuestra atención. Pueden armarnos un escenario virtual, seleccionando y combinando actores y espacios reales con otros enteramente artificiales (noticieros, documentales, publicidad). Su función es instalarnos imaginariamente como observadores. Como observadores desencarnados, como ojos sin cuerpo, como seres humanos invisibles que no pueden ser observados por los sujetos sobre los 'cuales el lente focaliza su 'mirada' En otras palabras, podemos imaginarnos como testigos omnipresentes de realidades o ficciones sin los riesgos y las molestias de ser mirados, objetivados, tocados o violentados por nuestra curiosidad insolente.
La televisión, como "tele", o sea visión a distancia, es un término para una innovación técnica. Pero como hecho subjetivo es también profundamente revolucionario. Implica la posibilidad –por primera vez en la historia humana– de disociar el proceso de la visión del resto del cuerpo. Puede instalar una función humana como la visión, sin la necesidad de su participación corporal integral. Tal vez por esta razón, la televisión nos fascina como una proyección sin límites espaciales para nuestros sentidos, nos instala en espacios, objetos y seres imaginarios. Una ancestral fantasía del hombre desde los días de las cavernas. El éxtasis de la mirada, la concreción de un estado mental de Nirvana electrónico.
Las ciencias intentan la descripción y la explicación de aspectos de la realidad, pero éstos son objetivos que siempre se logran sólo parcialmente y al costo de una reducción metodológica de los hechos reales a las categorías teóricas que empleemos. No se explica una realidad ni una verdad, pero se logra una interpretación de ciertos hechos. El ejemplo de la televisión nos sirve como muestra de las dificultades y la complejidad de factores psicológicos, sociales y culturales que presenta el fenómeno audiovisual, aun cuando solo abordamos el proceso trivial de entretener nuestras mentes en un rato de ocio, mirando un film denso, o una publicidad fugaz.
Los medios de comunicación como des-cubrimiento y 'objetivación' de lo des-conocido. Sólo curiosidad banal ?
Los medios de comunicación no 'representan'. A lo sumo, presentan y construyen realidad(es) preconstruidas, seleccionadas, y combinadas por prácticas de montaje. Pero lo que construyen –ya sea ficción o realidad verosímil– son soportes de sentido. Objetivan tramas sociales y tramas de sentido, al igual que los mitos ancestrales personificados en héroes y villanos, en mujeres seductoras o en brujas, en animales domesticados o en monstruos, en santos y pecadores, en dioses y diablos. Los mitos y lo desconocido toman formas corpóreas en la personificación de los actores y las actrices. Se objetivan formaciones simbólicas y tramas imaginarias –ya sean ancestrales o modernas- en la forma de relatos. Lo que ya sabemos, se recrea (o se re-presenta) a través de nuevos relatos y nuevas recreaciones. Los relatos nos reconfortan, nos hacen sentir, o nos dan placer. Lo que no sabemos nos atrapa, nos seduce, nos asusta, o nos repugna. Tal vez por esto la televisión es inmediatamente recibida con fascinación por todos los pueblos y todas las culturas (y por ésta misma razón fue prohibida por los talibanes y sujeta a la desconfianza y a intentos de censura y de control en la mayoría de los Estados organizados). Nos pone por delante evidencias, imágenes, signos, valores y sentidos desconocidos. Los medios de comunicación no comunican, pero evidencian, objetivan y relatan. Fundamentalmente, a un nivel macrosocial, operan como mediadores y proyectores imaginarios, y a nivel personal obligan a construir relaciones de recepción (o 'contratos de recepción') con los dispositivos mediáticos. Un acoplamiento estructural pasivo a nivel físico ambiental, y un acoplamiento activo a nivel receptivo y simbólico. O sea, el medio nos obliga a acoplar nuestros sentidos (el oído, la visión, la posición corporal) a los requerimientos de los dispositivos técnicos (el diario, el cine, la radio o la televisión), y nos amoldamos según nuestras posibilidades y nuestros condicionamientos corporales. Es el principio de la atención activa. En otras palabras, podemos decir que desde un punto de vista antropológico aprendemos a construir modalidades de relación desconocidas por la especie hace pocas generaciones atrás.
Los medios de comunicación, y en especial la televisión a mediados del siglo XX e Internet ya en el último decenio del siglo, son los disparadores de nuevas formas de realizar operaciones de significación, en el sentido de que los dispositivos de comunicación cobran especificidad, sentido y valor social (y económico) porque han transformado radicalmente las posibilidades de relacionar a los individuos con 'lo desconocido', con todos los órdenes de realidad exterior al mundo de la experiencia. En los términos que planteo en este trabajo, podemos decir que los dispositivos mediáticos han efectivamente revolucionado los procesos de recepción, creando nuevas modalidades de relación y de intermediación social. El fenómeno de la denominada "convergencia tecnológica" permite el entrelazamiento de los nuevos productos mediáticos producidos por el cine, la radio, la televisión, y el aprendizaje de nuevas formas de recepción.
Los nuevos dispositivos mediáticos han generado nuevos entornos humanos. Entornos que exigen del ser humano un ejercicio perceptivo activo, y formas de atención cultivadas por nuevos rituales. Nuevas formas de acceder a imágenes, sonidos y palabras de mundos simbólicos –conocidos o desconocidos– y a nuevas construcciones imaginarias que se registran en la memoria biológica de las personas, y en los registros físicos de los dispositivos de reproducción (videograbadoras, caseteras, cámaras, etc.). La reproducción de un programa en una pantalla de televisión consiste en un paquete de registros de imágenes y sonidos producidos con una finalidad y un sentido original que se escapa al receptor, pero su recepción implica la construcción intencional de un sentido, y una evaluación de las relaciones que establece el receptor con el mensaje: gusto o disgusto, placer o displacer, coherencia o incoherencia de sentido.
La construcción mediatizada de la realidad (cuando la única verdad es la pantalla).
La televisión y el cine inventan historias, crean actores, construyen situaciones y las dramatizan. La televisión cumple la función moderna de los relatadores de historias del mundo antiguo o los trovadores de la Edad Media. Desde la perspectiva que planteo aquí, podemos decir que en principio operan como un tipo de comunicación tanto primaria como secundaria: construyen y presentan imágenes, sonidos y paisajes de fondo sobre los que se resaltan los personajes y sus acciones. Hay efectivamente figura y fondo, sin cuya distinción sería imposible para nosotros construir un reconocimiento de un 'fondo' y del rol y el juego de las figuras (o sea los actores). En este interjuego de señales y de signos, de relaciones entre lo conocido y lo reconocible, vamos construyendo interpretaciones y sentido; o sea, vamos recreando subjetivamente la trama de una historia.
Los informativos y los documentales –así como la 'televisión verdad'– pretenden objetividad, o sea, que pretenden mostrar o presentar hechos o acontecimientos reales. Pretenden un rol de observador de primer grado. Proponen una relación paradojal: por un lado mostrar una realidad, para lo cual se ven obligados a afirmar (generalmente en forma implícita) que son 'objetivos' y transparentes, que no son mediadores sino meros presentadores: un ojo verdad. Por el otro, si esta afirmación se hace en forma explícita, se minimiza la importancia del propio medio, desresponsabilizándolo de cualquier deformación. Valoriza el registro técnico de la imagen y el sonido realizado in situ, al mismo tiempo que desvaloriza hasta el ridículo el valor y la adjudicación de sentido por parte del reportero, o el documentalista. En la prensa escrita esto no es posible, ya que se requiere y se espera una selección de indicios, de hechos y de información por parte del periodista, y se valorizan –o no– los criterios de selección y de redacción del propio sujeto periodista. La presunción de objetividad y de verdad no surge de una lente o un dispositivo técnico, sino de la valorización del dispositivo intelectual del periodista, de su capacidad de interpretar y construir sentido, así como de proveer los recursos de información y análisis necesarios para que el lector opere como un intérprete, o un observador de segundo grado.
Recapitulando, la comunicación humana es un proceso "abierto" y creativo, una (auto) construcción permanente y dinámica de autorreferenciación e interreferenciación entre seres humanos. Es la creación de nuestros mundos de la vida en la forma de un cultivo social, simbólico e imaginario dentro de contextos sociotécnicos (o sea mediados por tecnologías de información y comunicación). La comunicación se puede concebir dentro de esta perspectiva, como un proceso integral de movilización dinámica y expresiva de la acción humana (actos, gestos, palabras, rituales, miradas, vestimenta, etc.). Como reconstrucción temporal del sujeto en un proceso a dos puntas: de afirmación vital y autorreferente del sí mismo y su propia existencia, a la par de la necesidad absolutamente imperiosa de recurrir al Otro que confirma la certeza de la "realidad" de estar y ser en el mundo. Esta confirmación del "yo" autoreferencial (conciencia de sí) para sí mismo, sólo puede darse a través de una relación interreferencial con el Otro (la mirada, la palabra, el gesto, el abrazo y a veces hasta la violencia de un otro que nos llena de inquietud o hasta miedo por la subsistencia de nuestra propia temporalidad amenazada súbitamente y puesta en peligro).
Si la vida se concibe en términos de tiempo (ser y estar en), la temporalidad –en términos de la vida humana– es acción, reconstrucción permanente de los recursos necesarios para la organización del ser vivo como integridad. El proceso de reconstrucción de relaciones y elementos estructurales de funcionamiento del organismo requiere el acceso a los recursos del entorno físico como una planta lo hace del cultivo en el que se halla inmerso. El proceso de reconstrucción temporal de la actividad psíquica es en este sentido homólogo al de la actividad biológica: precisa de los recursos del entorno humano como un "cultivo de nutrientes comunicacionales". El ser humano precisa del entorno como un ecosistema significativo para cultivar su mundo de la vida (tanto en sentido físico, como social y subjetivo). Desde las categorías del Socioanálisis (Vizer, 2005, 2006, 2007) la comunicación humana es un proceso que opera como un nutriente para el propio cuerpo (el cuidado corporal, las caricias, el deseo, la presencia y la mirada del otro); para la autoestima y la valoración social (la conformidad con los logros, el trabajo, los éxitos, etc.); para asegurar los recursos y las condiciones de la supervivencia futura (posesión de bienes, seguridad social, vivienda y salud, trabajo, etc.); para asegurar la reconstrucción de los vínculos afectivos (familia, pareja, amigos); la paz mental, cierta alegría y capacidad de expresión y juego; ceremonias y rituales de fe (trascendencia); acceso no solamente a bienes materiales sino a su consumo simbólico (de los cuales los medios de comunicación –y la televisión en primer lugar– ocupan la posición predominante). Desde esta perspectiva, el ser humano es un organismo que opera como una totalidad integrada gracias a la comunicación permanente con sus ecosistemas, construidos social y biológicamente, tanto a través de acciones cooperativas como de conflictos, articulando individuos, organizaciones y la cultura por medio de prácticas individuales que se autoorganizan en formas de sistemas colectivos. De este modo, la producción y la reproducción de la vida social humana, puede encontrar en la comunicación una inspiración para un paradigma conceptual de teoría social que incluye el sentido dentro del análisis de las acciones y los procesos sociales objetivos. En este esquema, la televisión y las TIC representan fuentes y recursos globales de estímulos que realimentan permanentemente el entorno simbólico de los individuos y la sociedad.

Los estudios culturales, la psicosociología, el análisis organizacional e institucional y la etnometodología proveen muchos recursos teóricos y problemáticas para la construcción de un campo de estudios sobre la vida social como un conjunto o bien un sistema de relaciones totalmente interdependientes, un ecosistema o bien un cultivo de naturaleza social y cultural que atraviesa las mentes y las acciones de los individuos, las instituciones y la sociedad por medio de procesos colectivos y trans-subjetivos. Así entendida, la producción y reproducción de la vida humana como vida social, hallaría en el paradigma de la comunicación, y en especial la comunicación social, una fuente de inspiración para la construcción de una teoría no reduccionista de la vida social y de la inserción significativa del individuo en ella, como un ecosistema de "otros significantes", de contextos sociales y simbólicos que pueden ser más o menos permanentes o "flotantes". Lo que es decir una teoría no reduccionista de la producción, la circulación y el reconocimiento –trans-subjetivo– de las formaciones de sentido en la vida social. Un reconocimiento de estas formaciones en tanto universos de sentido, ya sea por medio de la praxis y la acción social, como de los mensajes (mensajes en tanto textos que nos remiten a sistemas semióticos, ya sea mediados tecnológicamente o no). Praxis de sentido que a su vez nos remite a procesos instituyentes de la vida organizada en sociedad.

Mediatización pasiva versus mediatización activa.
Ahora estamos en condiciones de 'aplicar' las reflexiones anteriores para poder hacer una comparación entre la comunicación humana no mediatizada por tecnologías, y procesos de comunicación tecnológicamente mediatizados, realizando una comparación entre la televisión e Internet.
Comunicación humana no mediatizada
Comienzo por aclarar que una de las dificultades se halla en definir la frontera entre un procesos mediatizado de uno que no lo es. Si se utiliza a nuestro cuerpo como medio de comunicación, el cuerpo humano pasa a ser el soporte de la comunicación y el sentido (como en la danza, el teatro, las prácticas rituales o aun la moda). De modo que debemos establecer una frontera arbitraria, que en principio estableceré en el uso de tecnologías en contextos de interfase hombre máquina.
La fuente y el proceso fundamental del cultivo de la vida en sociedad se halla en las relaciones y los vínculos que establecemos con los otros, y estos vínculos se reproducen con las diferentes formas en que nos comunicamos. La categoría referencial remite al mundo de los objetos, de lo Otro. La categoría inter-referencial remite al mundo de los Otros, de los intercambios, de la emergencia de lo social (no confundir con la sociedad que es un concepto abstracto). Por último, la categoría o dimensión auto-referencial remite al sujeto, al sujeto como centro de referencia en relación al mundo, a los otros, al contexto que cada uno de nosotros cultiva como un mundo de la vida personal (subjetividad, conciencia, sentido, etc.).
Este esquema –o modelo– de comunicación tiene sentido dentro de contextos y lógicas que podemos llamar sociocomunicacionales. Toman existencia en relación dialéctica con espacios (tanto físicos como simbólicos), con diferentes escalas de tiempo, con las redes de vínculos que los seres humanos cultivamos. Toman existencia con el mundo de la cultura y las formas simbólicas, y también con el macro mundo social y las instituciones en que estamos insertos y con las diferentes formas y escalas de ejercicio del poder (macro y micro poderes).
Por último, incluyo como instrumentos de análisis dos categorías complementarias de relaciones: a) técnicas (instrumentales) y b) de sentido. Estas dos categorías de análisis cobran enorme relevancia en los procesos de comunicación mediatizada, ya que la información y los procesos técnicos exigen la creación y el dominio de técnicas y dispositivos instrumentales y operativos. En cambio, las relaciones de sentido sólo se construyen a partir de la capacidad de interpretar los dispositivos, los códigos y lenguajes de los soportes técnicos de cada medio en particular (cine, televisión, celular, computadora, etc.). Es a la universalización de estos procesos a lo que denominamos mediatización social.
Comunicación mediada por televisión (analógica o digital)
¿Qué diferencia la 'comunicación humana' de la comunicación por televisión? ¿Qué tiene de específico el 'uso de tecnologías en contextos de interfase hombre máquina'?
En primer lugar el desarrollo histórico y omnipresente de la cultura tecnológica, en especial los medios de comunicación y las TIC. El Estado, la sociedad, las organizaciones y las relaciones sociales se hacen absolutamente dependientes de la construcción de dispositivos de interfase inteligentes (sistemas expertos de procesamiento de la información). Cuatro siglos después de la imprenta, los medios de comunicación del siglo XX revolucionaron la sociedad y la cultura al crear los primeros dispositivos masivos de interfase dinámicos (capaces de imitar técnicamente tiempos y espacios en movimiento). La ilusión de realidad se instaló como una nueva realidad de la cultura tecnológica. Y esta ilusión modificó las formas de percepción humana, tanto a nivel colectivo como individual. Los medios de comunicación audiovisuales (en primer lugar la televisión) potenciaron las capacidades perceptivas de ser humano, instalando nuevas formas de a-percibir el espacio y el tiempo en ilusión de movimiento (el movimiento se construye en nuestra mentes al organizar los estímulos que provienen de nuestros sentidos).
¿Qué pasa ahora con nuestro modelo de comunicación? En primer lugar podemos notar que el proceso referencial es absolutamente hegemónico, y coincide con el producto mensaje-mediático que estamos percibiendo (un film, un noticiero o una novela). El proceso de referenciación se construye a través de lenguajes icónicos y sonoros, a través de indicios, una simulación de espacios físicos (horizonte, sol, luna, casa, etc.). Una simulación del tiempo, de personajes y situaciones arquetípicas reconocibles, de gestos, de acciones y rituales, de signos y símbolos.
Para dar sentido y verosimilitud a lo que observamos como televidentes, generalmente trasladamos nuestras categorías perceptivas de la vida real (el ícono 'reloj' representando tiempo, índices sonoros que se asocian a voces humanas, a truenos, al agua). Las categorías de la vida cotidiana son 'aplicadas' a las situaciones que nos presenta el programa de televisión o el cine, porque es el modo 'natural' en que hemos sido socializados durante generaciones. Este proceso de inteligibilidad ancestral del mundo de la vida es el que se ve amenazado en las jóvenes generaciones que viven "plugged" (enchufados) al computador y a sus dispositivos y lógicas operativas desde la primera infancia. Volviendo a la televisión, descubrimos que para llegar a asombrarnos, para imaginar, para entender, para llorar y reír, lo hacemos solo porque hemos proyectado en la pantalla (en sus imágenes y en sus sonidos), las categorías de a-percepción del mundo de la vida: espacios, contextos, situaciones humanas, personajes, símbolos y emociones que hemos experimentado en uno u otro momento de la vida. Es muy interesante notar que el impacto de una escena en un relato aumenta en relación directa al grado en que se asemeja a una situación de la vida real (enamoramientos, pérdidas, encuentros y desencuentros, éxitos y fracasos).
El mensaje televisivo exige e impacta sobre nuestros procesos de auto-referenciación subjetiva. Es como si inconscientemente el teleespectador se imaginara que los actores y las situaciones fueran presentados "para mí". Tanto los actores como los presentadores de televisión utilizan este "efecto imaginario" de subjetivación de manera totalmente profesional y conciente. Este efecto se monta sobre una simulación de inter-referenciación con el espectador. Un efecto de diálogo simulado: "le estoy hablando a usted, míreme, escúcheme, hablo con mi boca, con mis gestos, mis ojos y hasta con mis manos.. no deje de hacerlo, no cambie de canal". Obviamente, ningún profesional de la televisión lo dice con palabras. Pero lo dice de mil maneras indirectas, con signos y señales que aprendió en el oficio.
La televisión es antidialógica. Desarrolla dispositivos referenciales y auto-referenciales, y sólo consigue enganchar nuestro interés cuando es capaz de generar la ilusión de inter-referencialidad, pero es un diálogo entre dos autistas: el que está 'detrás' de la pantalla y el que está frente a la pantalla. La tecnología opera como mediación entre ambos. Las otras categorías que presenté (construcción de tiempos, espacios, vínculos, relaciones de poder, imágenes y símbolos culturales), sólo operan semióticamente, como dispositivos capaces de generar inteligibilidad (los éxitos de Hollywood son proporcionales al uso del lenguaje corporal, de la acción y del uso de lenguajes simples o poco sofisticados). En la recepción, nuestras reacciones son efectos complejos del discurso audiovisual procesados con nuestras experiencias y emociones anteriores, nuestras actitudes y valores. En este sentido, hay una realidad semiótica real, sobre la que se monta un proceso psicosocial, de naturaleza abductiva, autorreferente y subjetiva. Un mundo de la vida imaginario, alimentado por dispositivos técnicos en entornos mediatizados. Sabemos que la 'base referencial' de la televisión está constituida por imágenes, espacios, sonidos, objetos, etc., y que para que esa 'base material' se torne en una estructura significante, para que podamos dar sentido a los personajes, las situaciones, los dramas y tragedias, inevitablemente debemos proyectar sobre esa materia in-significante nuestra propia imaginación y experiencias de la vida real.

Comunicación mediada por Internet (mediatización digital).
La descripción hecha anteriormente corresponde en forma específica a la tradicional televisión analógica. La televisión digital gradualmente irá mudando aspectos de este proceso, porque la digitalización crea dispositivos de permutación entre objetos reales y su formulación matemática. Algunos argumentarán que se trata de nuevas realidades, y los críticos dirán que se trata de realidades totalmente artificiales.
Veamos ahora que sucede con nuestras tres dimensiones del modelo, en el laberinto de los hipertextos y los hipermedia que construye Internet. En primer lugar, se recuperan y potencian cuando se compara Internet con los medios audiovisuales clásicos como la televisión. En la televisión, el proceso de mediatización exige el divorcio material entre el medio y el receptor: el programa ha sido elaborado como un producto a ser consumido en forma físicamente pasiva. El procesamiento perceptivo e interpretativo se realiza a través de los sentidos y la interpretación subjetiva del televidente, aunque se sabe que imaginariamente nuestros cuerpos acompañan algunos movimientos de la pantalla.
La magia del deporte, y sobre todo del fútbol, se halla en que el divorcio físico de los sujetos con la pantalla y la pasividad, dejan lugar para un "casamiento" entre la dinámica de los jugadores y la identificación total de los televidentes, y de éstos entre sí, en la dimensión imaginaria de una comunión colectiva con el propio club o team, o el equipo que representa al país o a la propia ciudad. La identificación imaginaria se afirma en el reconocimiento de símbolos y emociones. El proceso subjetivo se realimenta con una interreferenciación imaginaria con el equipo (como ser miembro y participar del juego con el equipo de nuestros sueños).
Este proceso es el antecedente de los juegos por computadora, en que los jugadores establecen un contexto mediatizado real de intercambio e interreferenciación. La pantalla de la computadora presenta de modo digital todos los elementos de un juego real. Aunque el "espacio" del campo de juego sea virtual, el tiempo de juego es completamente "real", los actores establecen auténticos vínculos entre sí y los dispositivos operativos del ordenador son manipulados por los propios sujetos. El proceso de referenciación coincide con una realidad virtual, donde todo se ve y todo es oído por cualquiera de los jugadores o partícipes de una red establecida por acuerdo mutuo. Las TIC han logrado una auténtica y revolucionaria mediatización de las relaciones sociales. La convergencia digital está también modificando rápidamente los modos en que miramos y observamos la pantalla. La digitalización genera nuevos paradigmas perceptuales y cognitivos por medio de dispositivos que permiten permutar relaciones entre los objetos reales y sus formulaciones matemáticas de acuerdo a hardware y softwares en programas codificados. Para algunos autores, nuevas realidades pueden ser generadas, para otros –más críticos– solo se trata de nuevas expresiones y formas pasajeras. Respecto a las categorías diferenciadas entre proceso técnico y proceso de sentido, vemos que los dispositivos técnicos y operativos han tomado un lugar preponderante, y el proceso de construcción de sentido depende del uso de los códigos y lenguajes operativos apropiados y compartidos (o sea el manejo de códigos, lenguajes y operaciones aprendidas). La cultura tecnológica se ha asentado como un sistema de relaciones sociales mediatizadas y hegemónicas.
Conclusiones: el sentido trasciende al signo, y la imaginación trasciende a la imagen (como la memoria trasciende al presente).-
Comencé este trabajo mencionando los argumentos de Charadeau sobre la necesidad de tomar en cuenta tanto aspectos psicosociales como semiodiscursivos en la construcción de sentido. Es importante hacer notar que el concepto de autoreferencia –que se revela a través de textos, imágenes, gestos, tonos de voz, etc.- señala fundamentalmente a los procesos psíquicos, mientras el de inter-referencia (evitando la noción empirista de interacción) apunta a los aspectos del contexto social, la comunicación dialógica, la construcción del yo (ego) y la referenciación en relación al Otro. Por fin, el concepto de referencia implica la materia (textual, icónica, audiovisual) y a los procesos semióticos que acompañan su interpretación.
El campo de investigación de la comunicación sufre de una indefinición que lleva a los investigadores a descansar sobre los avances del campo semiótico. Pero el vacío teórico no se llena con la sola mención de una asociación entre los procesos de construcción de sentido y los procesos de comunicación. No se puede confundir la "materia significante" con su significado, a menos que aceptemos expandir la noción de sentido más allá del concepto de signo tradicional. Parafraseando críticamente a Sausurre, el sistema de "la langue" asesina el sentido profundo de "la parole". Sabemos que la materia referencial de los lenguajes audiovisuales (espacios, imágenes, seres, objetos y signos en general) es la materia significante por medio de la cual podemos interpretar y construir el significado de situaciones, personajes, contextos, dramas y tragedias. Pero sólo podremos reconocer su sentido profundo yendo más allá de esa materia significante.
El cine proyectó la capacidad de fantasía de los hombres del siglo XX al costo de "fijar" clichés en sus mentes (quién no se decepcionó con la figura de un actor representando un ídolo que nos habíamos construido en la imaginación a través de las lecturas infantiles ?). El actor icono-signo del Superman de Hollywood no llega a ser tan bello o fuerte como el que habíamos imaginado en nuestras lecturas. El sentido trasciende al signo, y la imaginación trasciende a la imagen.
El proceso de convergencia creciente entre las TIC puede devolver parte de la magia de los mundos perdidos de la infancia, con sus héroes y sus monstruos de cuento. Aunque todo gracias a los nuevos dispositivos técnicos (basta observar la multiplicación de los juegos electrónicos o los artefactos y dispositivos de interfase hombre-ordenador). Los dispositivos digitales nos pueden sumergir en nuevas y revolucionarias experiencias psicosemióticas, siempre que no perdamos las referencias que separan la realidad del mundo virtual (riesgo claro para los niños y los jóvenes).

Para finalizar, retomando el esquema tridimensional de la comunicación y los conceptos teóricos sobre las diferentes dimensiones –o categorías– sociocomunicativas de la vida social, podemos reafirmar que cada medio que históricamente se ha ido instalando en la sociedad (escritura, fotografía, imágenes en movimiento, televisión y ahora las TIC) ha ido modificando y recreando no solamente la percepción humana sino la forma de existencia de los contextos y los vínculos sociales. Se reconstruyen las categorías sociosimbólicas de construcción del mundo de la vida (acaso la representación del cuerpo humano en Grecia, o la perspectiva del espacio en el Renacimiento no modificaron en occidente hace muchos siglos atrás nuestra relación con el cuerpo y con el espacio?). Se transforman y recrean nuestros sentidos y nuestras formas de percepción, pero también las posibilidades de acción e intervención sobre las relaciones espaciales y temporales, las formas de relación y vínculo social, las formas de generar y reconocer nuevos lenguajes y símbolos, los dispositivos de ejercicio y control del poder en las instituciones y los sistemas sociales. Si la vida social se ha mediatizado, los dispositivos de mediatización tienden a una inevitable socialización y paralelamente, a la subjetivación de los universos mediáticos. Orwell no ha muerto, pero su fantasma tampoco; y es mejor que así sea, porque nos obliga a mantener una vigilia crítica. Y podemos reconocer finalmente que Mac Luhan fue un precursor, y que no estaba tan errado.

Tesis exploratoria I: De acuerdo a las propuestas presentadas aquí, propongo considerar la realización de investigaciones aplicando las categorías del Socioanálisis que se describen detalladamente en el capítulo VII. No deja de ser interesante observar que las categorías y dimensiones del Socioanálisis que aplicamos para estudiar un grupo humano como una red ecológica de relaciones y conexiones, pueden ser sumamente útiles para realizar investigaciones sobre programas de televisión, imágenes y relatos. Tomando en consideración las tesis presentadas en este capítulo para investigar programas mediáticos –y las propuestas sobre problemas de investigación presentados en el capítulo III-, podemos aceptar que los indicadores utilizados para analizar prácticas y discursos de la vida cotidiana deberán aplicarse fructíferamente también al análisis de la construcción y la recepción de programas mediáticos. El análisis de las formas que toma el discurso audiovisual y mediático para 'construir' los espacios, los tiempos, las relaciones intersubjetivas, las cuestiones del poder y las clases sociales, la ley y la violencia, la negociación o la cooperación, las intrigas y las atracciones y rechazos entre los personajes de un relato, los símbolos y rituales, los valores y significados, etc., todas son prácticas y categorías compartidas por la vida real y la pantalla. De lo contrario, no se explica el éxito del cine, la televisión, los seriados y las telenovelas interminables. Sin ellos todo el mundo viviría encerrado en un mundo medieval de historias locales y de imaginación restringida.

Tesis exploratoria II: Si los términos creados para referenciar y designar ideas, hechos, conjuntos de procesos y campos científicos son nociones construidas –o sea constructos lingüísticos-, el éxito universal conseguido por el concepto de comunicación no puede ser una excepción. Así como los conceptos de átomo o masa en la física son constructos, el concepto de comunicación también ha sido 'ontologizado'. Es posible que en la actualidad sea solo un rótulo consagrado en los dos últimos siglos para designar un nuevo mundo tecnológico –o sociotécnico- de transformaciones y conexiones entre tiempos y lugares separados entre sí durante toda la historia humana. Y lo que realmente nos hallamos estudiando en las ciencias de la comunicación sean efectos de esas nuevas conexiones. Efectos de nuestras acciones sobre el mundo, efectos de nuestras percepciones de sonidos, formas y colores, efectos de las reacciones de otros seres humanos a nuestras propias acciones, y por último, los efectos propioceptivos que sentimos en nuestro propio organismo cuando reaccionamos ante estímulos externos o internos. Esos tres tipos de conexiones (con el mundo físico, con otros seres humanos y con nuestros mundos subjetivos) se corresponden a los efectos de referenciación del mundo de los objetos, del 'Otro' como espejo nuestro y de nosotros mismos como experiencia autoreferencial. Y lo que hoy llamamos mediatización social serían los efectos de las tecnologías que se introducen como nuevas formas de conexión con el mundo físico, el mundo social y el subjetivo.

Tesis exploratoria III: Las conexiones entre hechos y procesos que pueden corroborarse empíricamente refuerzan la teoría y la metodología de una perspectiva informacional y tambien objetiva de la comunicación (un perfil de ciencias de la información). Aquellas conexiones que solamente pueden establecerse por métodos como la inferencia, la inducción y la abducción refuerzan una perspectiva de la comunicación como proceso simbólico, imaginación, memoria, signo, sentido y valor.





VI. Cuatro preguntas para intelectuales de la comunicación
en Latinoamérica

1) ¿Cuáles cree que son los principales debates que recorren el campo de la comunicación hoy en América Latina?
Creo que se debe diferenciar entre lo que podríamos llamar debates "internos" del campo y los debates "externos". Los primeros corresponden a las inquietudes, las visiones y los problemas que se plantean los comunicólogos sobre la constitución del propio campo. Lo que se consideraría como un proceso de formación en dos vertientes diferenciadas: por un lado los debates sobre la especificidad –o falta de especificidad– del objeto propio de una "cultura disciplinaria" de las ciencias de la comunicación (problemáticas y marcos teóricos, conceptos, hipótesis y proposiciones que ayudan a construir un "núcleo duro" de las ciencias de la comunicación, que en América Latina se manifiesta con más claridad en México y el Brasil). La segunda vertiente –o debate– es compartida por igual en todas las escuelas de comunicación de América Latina: podemos considerarla como el debate por el tipo de "cultura institucional y organizacional" que se debería desarrollar en los centros de formación de grado y posgrado, en los lineamientos de proyectos y temáticas de investigación, etc. Podemos resumirlo como los debates sobre la organización social e institucional de la enseñanza, la investigación y la formación del comunicador y el comunicólogo.
El debate "externo" sufre –o se enriquece– con las inquietudes y los condicionamientos que imponen las transformaciones y las presiones de los cambios impuestos por la "globalización-mundialización". En lo más estrictamente económico: por las modificaciones del mercado, las corporaciones y la transnacionalización. En lo más "geopolítico", los debates respecto al ALCA y el estatus de las industrias culturales, los servicios y las patentes, la libertad irrestricta de intercambios (desiguales entre Norte y Sur); la presión de los Estados Unidos para el acceso "libre" a los mercados versus regulaciones y reserva de cuotas de producción y distribución de la producción nacional de bienes culturales, etc.
Resumiendo, podemos considerar al menos tres ámbitos diferentes de discusión y debate sobre el campo de la comunicación: uno estrictamente disciplinario, académico y teórico metodológico (podríamos considerarlo más estrictamente preocupado por los problemas teórico-epistemológicos de la constitución del campo de la comunicación). Un segundo ámbito de debate preocupado por la construcción institucional en la formación de los profesionales del campo: carreras, currícula, formación orientada, definición de incumbencias, diseño de la enseñanza de grado y los posgrados.
El tercer ámbito sin embargo parece ocupar la mayor parte de la escena pública con las discusiones y los "tempos" impuestos por las presiones políticas y sobre todo los acuerdos sobre el ALCA.
2) El campo de la comunicación ha experimentado un constante proceso de transformación en cuanto a sus debates y forma de abordarlos. ¿En qué medida cree que esos cambios se expresan hoy en las currículas de formación de los comunicólogos?
Per se, la Universidad siempre va a la zaga de la realidad. Aunque sea duro reconocerlo: corresponde más al orden de lo "instituido" que de lo "instituyente". Tiene otros tiempos, otra lógica, y debe también operar con el "largo tiempo", una necesidad que inevitablemente impone la reflexión y la construcción de la "cultura y el campo disciplinario" propio. Además, los tiempos de la cultura organizacional son siempre lentos: las modificaciones de la currícula, las reglamentaciones universitarias, la regularidad de los docentes, los tiempos de la investigación, etc.
Pero la Universidad cuenta con ciertos márgenes de elasticidad que lentamente pueden ir instituyendo la incorporación de temáticas, problemas y cuestiones de debate y reflexión abiertas a los cambios y las problemáticas sociales, políticas económicas y culturales. Las actividades extracurriculares, las jornadas, la mal llamada "extensión", las "Cátedras paralelas", los seminarios de grado y posgrado, etc.
El secreto de la Universidad en estos tiempos de cambios crecientes y presiones permanentes, estriba en desarrollar la capacidad de cada miembro de la propia universidad –funcionarios, docentes y alumnos– en reconocer la necesidad de "aprender a aprender", a mantener críticamente lo que se ha logrado construir, y desarrollarlo a fin de ser "proactivamente" adaptable. Ser consciente de la necesidad de asumir la necesidad de cambio no como una reacción defensiva ante los desafíos, sino asumir la dinámica proactiva que definen las propias estrategias de cambio en todos los órdenes. Un ejemplo muy interesante en este sentido lo representa la política cultural y educativa que han logrado diseñar estratégicamente los "quebecoise" francoparlantes del Canadá (apenas 7 millones de personas), inmersos en un mar angloparlante de casi 300 millones, y además vecinos inmediatos de los Estados Unidos.
3) ¿Qué áreas que Ud. estima importantes para el campo de la comunicación merecerían un tratamiento más exhaustivo en las currículas actuales?
A fines de 1999, la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación (SECYT) finalizó un arduo relevamiento para el "Diagnóstico e Identificación de Áreas de Vacancia" en investigación científica, ya que a base científica y tecnológica del país es insuficiente para abordar la totalidad de las demandas. Fueron convocados investigadores reconocidos para determinar áreas y líneas prioritarias de investigación dentro de cada disciplina.
Vale la pena exponer al ámbito de los comunicólogos argentinos las propuestas desarrolladas hace ya 5 años (a fines de 1999), para el diseño del Plan Nacional en Ciencia y Tecnología de la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación (SECYT). Ésta nos invitó a participar del equipo de 3.000 científicos de Argentina para un "Diagnóstico e Identificación de Áreas de Vacancia" en investigación científica. Fueron convocados investigadores reconocidos para determinar áreas y líneas prioritarias de investigación dentro de cada disciplina. Por primera vez en el país, los organismos encargados de definir las políticas de Estado en Ciencia y Tecnología, no sólo nos han convocado, sino que han hecho un reconocimiento explícito a las disciplinas de la Comunicación como área de promoción estratégica:
"Existió consenso para definir la Comunicación Social en general como un área de vacancia prioritaria" (pág. 512), y "el énfasis sobre el papel crucial de la comunicación en el afianzamiento de la democracia y en las posibilidades de alcanzar un desarrollo económico sustentable, ya que la información en la sociedad actual es el mecanismo más poderoso de éxito en los mercados competitivos internacionales (es el equivalente para el siglo XXI de lo que fueron el transporte y la producción de masas en el siglo actual)" (pág. 513). Esta valoración de la información y la comunicación en el documento, ha sido producto del reconocimiento y la evaluación realizada por la propia comunidad científica, y que los actuales funcionarios deberían aplicar, las autoridades universitarias apoyar, y los propios investigadores deberían reconocer y defender como política científica de la Nación.
El rol de las políticas públicas y el apoyo del Estado a la investigación científica en estos campos son indispensables para asegurar una visión estratégica, autónoma y democrática de las posibilidades de desarrollo y de los cambios globales que estas nuevas tecnologías producen aceleradamente, pero desde una visión generalmente economicista de los agentes del mercado.
En el Plan Plurianual en Ciencia y Tecnología se mencionan cinco "Objetivos de desarrollo y fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación" (todo lo que debería tener una profunda interrelación con los programas de la currícula universitaria y la formación docente y en investigación). Brevemente, se hace mención a: "desarrollo socioeconómico sustentable, inserción competitiva del país, Estado moderno y eficiente; desequilibrios regionales, y bienestar y mejoramiento de la calidad de vida".
Se hace prácticamente innecesario aclarar el rol que los medios, las tecnologías y los procesos de información y de comunicación cumplen con respecto a los objetivos señalados. Son la precondición necesaria para el desarrollo social y económico sustentable de cualquier sociedad. Las presiones para la modernización, bajo la influencia de los procesos de dependencia/interdependencia sistémica, la mundialización, la expansión ilimitada de los mercados y la geopolítica han impuesto modelos y patrones de referencia homogéneos y estandarizados a escala global (proceso simplificado y "naturalizado" bajo la denominación de globalización).
La importancia estratégica del desarrollo de una política de investigación para los múltiples campos de la comunicación, estriba en consolidar un ámbito de apoyo que afiance la producción de conocimientos sobre los procesos de incorporación, los impactos y las aplicaciones de la mediatización social, los usos de las tecnologías, las prácticas, la producción, la circulación y los consumos culturales. Se debe promover valores y criterios de responsabilidad ciudadana para la colaboración entre la universidad, el Estado y el ámbito privado en el diseño de políticas públicas: en desarrollo socioeconómico sustentable local, comunitario e institucional, regional y nacional; en nuevos medios y estrategias de educación y teleeducación, en participación, toma de decisiones y control sobre la gestión pública, en promoción de los derechos humanos y la salud, etc.
El dominio de los estudios de la comunicación se caracteriza por estar en medio de múltiples cruces (crossroads) y abordajes contrapuestos (Wolton (1996) considera tres grandes sectores de ciencias, y siete "campos teóricos" propios). En síntesis, creo que por un lado se consolidan líneas de abordaje de filiación "histórico-cultural", preocupadas por temáticas marcadas por la historia, los tiempos, las identidades culturales, etc. Por el otro, se consolida una demanda de perspectivas más "sociosistemáticas" y organizacionales, asociadas generalmente a estrategias de intervención, gestión y diagnóstico, a aplicaciones y demandas crecientes en múltiples ámbitos de trabajo.
Un aspecto fundamental a desarrollar es la creación, ampliación y fortalecimiento de bases de datos. Si bien en los últimos años éstos se han ido multiplicando a nivel nacional, se requiere la institucionalización de la investigación regional y local sobre temas/problemas prioritarios para cada sector y zona geográfica específica. Esto permitiría un mejoramiento en las políticas y programas locales, con apoyo de Organismos No Gubernamentales y la comunidad, y el aporte investigativo de las universidades regionales. Los municipios e instituciones públicas y privadas podrían contar así con información y redes de comunicación al servicio de la comunidad y de los poderes públicos para el diseño de programas de gobierno, el control del Estado y la participación ciudadana.
La definición de áreas y temas prioritarios para el desarrollo de la investigación social, exige fundamentar el porqué y el para qué de la categorización de un campo de conocimiento e investigación como un "área de vacancia prioritaria" para el país, y la consiguiente dedicación de recursos humanos, tiempo y financiamiento para el desarrollo de los mismos. Inevitablemente, se debe abrir un campo de discusión y participación de las múltiples disciplinas, profesiones y prácticas involucradas.
De la documentación elaborada sobre los temas principales y las áreas de vacancia en Comunicación Social para la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación, finalmente se mencionan: (pág. 513)
Empresas de medios de información y comunicación. Fusiones y monopolios. Su efecto sobre la opinión pública y la política.
Nuevas tecnologías y sus impactos sobre las instituciones sociales; la educación y las disciplinas usuarias de información (economía, finanzas, management). Relaciones internacionales.
Intercambios directos y simbólicos entre culturas como consecuencia del incremento en las relaciones económicas regionales y de los medios de comunicación.
Comunicación y producción cultural y artística. La publicidad.
Construcciones discursivas. La constitución de la opinión pública y el imaginario social.
Modificaciones en las instituciones y prácticas políticas. El aporte de la información y comunicación al diseño y evaluación de políticas públicas.

PROPUESTAS DE AREAS SUBDISICIPLINARIAS PARA LA SECYT (Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación, Junio 2004)
Subdisciplinas de la Comunicación (la numeración no indica orden de importancia):
1) Derecho de la Información y la Comunicación.
2) Economía y Economía Política de la Información y la Comunicación.
3) Políticas públicas.
4) Políticas Sociales y comunicación: promoción, desarrollo y gestión social, de la educación, la salud, etc.
5) Comunicación organizacional e institucional (¿comunicación corporativa?)
6) Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC): sus usos e impactos.
7) Comunicación y Cultura: estudios sobre la cultura, procesos interculturales, etc.
8) Estudios de recepción, consumo, "efectos" (¿?).
9) Comunicación y producción artística y cultural: dimensiones semióticas, mediáticas e institucionales; publicidad, gestión de la producción cultural.
10) Comunicación, Información y procesos de integración local, regional, nacional e internacional.
11) Construcciones discursivas, opinión pública e imaginarios sociales.
12) Estudios sobre los medios en general.
13) Teorías de la Comunicación y ciencias sociales: sociología, antropología, psicología, otros.
14) Comunicación y problemáticas especiales: ecología y ciencias ambientales; género, cultura y sistemas urbanos, otros.
15) Epistemología y filosofía de la comunicación
4) ¿Qué relación cree que se puede establecer entre el nuevo escenario político y social latinoamericano y la formación de los comunicólogos?
a) Sobre la formación del comunicólogo: me llama la atención que en ninguna de las preguntas figura el tradicional término de "comunicador" sino el de comunicólogo. ¿Será que estamos llegando a una fase de cierta maduración disciplinaria? ¿Y qué nos lleva a definirnos más bien en calidad de intérpretes y constructores de "logos" o formas de conocimiento, y no solamente como comunicadores asociados a la práctica comunicativa? ¿Estaremos comenzando a esclarecer una mirada más específica, una perspectiva de indagación sobre la realidad asociada a la de las ciencias sociales, pero con una creciente especificidad disciplinaria? ¿Una mirada –epistemológicamente– a la par de las exigencias y la legitimidad de otras ciencias sociales, pero a la vez diferenciada por su(s) objeto(s) de estudio, su metodología, su nivel de análisis crítico?
b) Sobre el rol del comunicólogo-comunicador: "La comunicación –así como la cultura– es una actividad de permanente construcción y reproducción de los sentidos y los valores del "mundo de la vida". El mundo social y cotidiano de los hombres, las instituciones y las sociedades. El comunicador social tiene por función y responsabilidad específica participar como profesional, en el proceso de recreación continua del universo simbólico e imaginario que los medios de comunicación construyen como espacios audiovisuales. Y ya como investigador social, el comunicólogo debe aportar al conocimiento de las múltiples dimensiones antropológicas, culturales y psicosociales dentro de las cuales operan los dispositivos de construcción de sentido, creencias y valores en los individuos, las relaciones sociales, las instituciones y las comunidades. Los procesos de comunicación se realizan y se objetivan como prácticas sociales instituyentes que articulan los procesos de construcción de la subjetividad en tanto acción y organización social con la formación de las diversas estructuras (la "doble estructuración" a la que alude Giddens). La noción de complejidad social sería una categoría vacía sin los aportes de teorías e hipótesis como las que permiten construir las ciencias de la comunicación, articulando los procesos de formación de la (inter)subjetividad con los de las estructuras sociales y su creciente complejidad e interdependencia".
Los desafíos y las presiones crecientes que enfrenta Latinoamérica, la ponen ante la disyuntiva de tener que elegir ya mismo –esta vez en la práctica y no sólo en las palabras– el camino de la integración económica, política y cultural, o la condena a la irrelevancia y la degradación crecientes. Y este cuadro de situación debe reflejarse críticamente tanto en la formación como en el rol del comunicólogo.





VII. El Socioanálisis como metodología de investigación diagnóstica e intervención.-

¡Si las respuestas fallan, volver a las preguntas!
(De la Introducción a "La trama (in)visible de la vida social: comunicación, sentido y realidad". E. A. Vizer, Ed. La Crujía, Buenos Aires, 2006)

El epistemólogo húngaro Imre Lakatos –al abordar en forma crítica la filosofía de la ciencia de Popper– propone desarrollar líneas estratégicas de investigación estructuradas como Programas de Investigación (PIC, o Programas de Investigación Científica) A lo largo de los años he intentado (a veces en forma deliberada, y otras veces como una exploración más intuitiva), cultivar una línea de reflexión crítica en relación a ciertos presupuestos y "fundamentals" del pensamiento sociológico, y al mismo tiempo orientar las proposiciones y las hipótesis de trabajo hacia una perspectiva constructivista y pluridisciplinaria de los procesos de conocimiento. La problemática y sus preguntas se han centrado sobre las relaciones –e interdependencias- mutuas entre la formación de estructuras y organizaciones, y la praxis de la interacción en los vínculos sociales (la tradición del viejo dilema de pensar lo social desde las estructuras, o bien desde la acción de los actores sociales). Pero las nuevas hipótesis exploratorias para abordar este dilema se orientaron hacia el desarrollo de modelos teóricos desde una "perspectiva comunicacional" (Pearce, 1994). Las preguntas y las investigaciones se dirigieron originariamente hacia la construcción de un modelo de agente o sujeto en comunicación (el modelo actor-observador) y hacia las diversas formas y dispositivos de comunicación y de formación de sentido. Hacia las prácticas de comunicación que cumplen un rol fundamental, ya sea en la modalidad de las expresiones discursivas, ya sea como prácticas sociales, como contextos y matrices culturalmente institucionalizados, o bien por medio de la estimulación mediática permanente que –como una "ecolog a informacional"– es construida a través de las redes y de los medios de comunicacón. Las proposiciones teóricas se orientaron hacia las relaciones de mutua interdependencia entre los procesos de estructuración (generación y reproducción de las estructuras sociales), entre los procesos de interacción social, las mediaciones de la comunicación y la construcción de sentido y valor en la multiplicidad de contextos de la vida social.
Generalmente se hace difícil construir proposiciones teóricas valiosas e innovadoras que permitan articular en forma fructífera –y científicamente rigurosa– un proceso de sistematización y una coherencia lógica sin caer en un formalismo nomológico (en busca de leyes universales). E incluir al mismo tiempo en nuestras proposiciones lo particular, la historia o –al decir de Prigogine– la inevitabilidad de las transformaciones impuestas por "la flecha del tiempo" y la complejidad creciente de nuestras sociedades. Solamente algunos pocos padres fundadores de la sociología lograron construir sistemas teóricos capaces de articular fructíferamente el pensamiento social sistemático con las transformaciones del tiempo y la historia; las proposiciones lógicas de las leyes sobre las regularidades sociales, con la argumentación siempre incierta y abierta a hipótesis sobre las condiciones del cambio histórico, las alternativas de la acción estratégica y las bifurcaciones que se abren en las situaciones de crisis (seguramente Marx y Weber se aseguran un primer puesto en la lucidez y la riqueza de la productividad de sus sistemas de pensamiento).
En este incierto campo de exploración donde se cruzan disciplinas y diversas metodologías de investigación social, los proyectos emprendidos se han focalizado sobre los diferentes problemas y las múltiples dimensiones que se entrecruzan como una urdimbre que genera estructuras, y determina la conformación y regeneración de las relaciones sociales y de los procesos de organización en comunidades, organizaciones e instituciones públicas y privadas, colectivos y movimientos sociales, Asociaciones Voluntarias y Organizaciones No Gubernamentales. Este informal "Programa" ha requerido proseguir líneas y experiencias de investigación sumamente variadas, intentando no reducir la realidad multidimensional y compleja a recortes teóricos predeterminados por una u otra línea de pensamiento. El objetivo por un lado consistía en desarrollar un modelo conceptual de análisis no reduccionista sobre conjuntos (o colectivos) sociales. Objetivo posiblemente demasiado ambicioso pero necesario, e iniciado muchos años atrás y con el aporte de variadas disciplinas (fundamentalmente a partir de la sociología, la comunicación, la psicología, la antropología, la semiología y la sistémica). Las formas organizativas de los grupos humanos son tan diversas y multifacéticas como las modalidades vinculares de relación y acción social, y tan ricas y cargadas de significación, de sentido y valor como las manifestaciones culturales, discursivas y comunicacionales que las expresan y acompañan, y por medio de las cuales se construyen y reconstruyen los mundos de la vida. Pero además del objetivo teórico, se requería cumplir con una condición de aplicabilidad social de los conocimientos. Evitar la separación drástica entre el saber sin el desarrollo de una práctica operativa, o el uso de técnicas de acción y de intervención social, pero sin un sustento teórico fundamentado. Afortunadamente existían ya antecedentes que permitían desarrollar experiencias teórico-prácticas sumamente fructíferas centradas en metodologías cualitativas, en la interpretación y el análisis diagnóstico y en la práctica de la intervención: ya sea en instituciones y organizaciones sociales acotadas, o bien en el desarrollo e implementación –que podemos considerar experimentales– de técnicas focalizadas hacia la comunidad y las poblaciones marginales, la educación popular, la comunicación institucional y la actual comunicación comunitaria.
En buena medida, tanto el campo de conocimiento como la práctica de la investigación propuestas –antitéticas a una perspectiva positivista–, se hubieran asociado en las décadas de los sesenta y setenta a las problemáticas propias de los procesos semiología y la ideología, o bien en parte también cercanas a lo que la antropología clásica denominó "cultura simbólica". Desde la perspectiva de las teorías de la comunicación influenciadas tanto por los paradigmas del constructivismo radical como el social, se puede concebir la existencia de procesos trans-subjetivos que relacionan, mediatizan y permiten la comunicación de los sujetos entre sí (en tanto agentes sociales). Y en las instituciones, estos procesos de naturaleza siocomunicacional aseguran las bases de construcción –o destrucción– de sus "universos de sentido", operando sobre y dentro de las instituciones, las creencias y las expectativas en la formación de valores y normas de existencia social. La proposición fundamental que guía esta línea de investigación estratégica se asienta en la hipótesis de que es posible –y necesario– explorar un campo de problemáticas, relaciones y dispositivos sociales que las propias sociedades construyen "trans-subjetivamente" (más allá de la mera subjetividad de las conciencias individuales, y propias del funcionamiento de los dispositivos y las matrices culturales). Como una forma reactualizada del "inconsciente colectivo" del viejo Durkheim, investigamos los fundamentos culturales e imaginarios de ciertos dispositivos socioculturales y simbólicos por medio de los cuales los agentes sociales (re)construyen en sus mentes, en sus cuerpos, en las prácticas y en las instituciones, las condiciones de existencia de las certidumbres: certezas sobre la relación efectiva y operativa que se produce entre las representaciones y la propia realidad. Por ende, también exploramos las condiciones para el quiebre de las creencias, las certezas y la efectividad de las acciones sociales que los individuos imprimen sobre las realidades cotidianas, construyendo y cultivando un hábitat que Lacan llamaría "real, simbólico e imaginario" (un habitus social compartido expresado en las formas, los símbolos y las señales cultural y objetivamente reconocibles por los agentes sociales, y que aseguran la acción y la participación social activa para la reconstrucción colectiva de los diversos contextos sociales y culturales). Certezas asentadas en el "sentido común", construidas por medio de la acción social y el lenguaje (dos procesos elementales de comunicación). Certezas y representaciones sobre las relaciones con la naturaleza, construidas por la sociedad y la cultura para asegurar la supervivencia física y la asociación "racional", entre las creencias y la realidad (que son las que fundamentan, reproducen y transforman las dimensiones de formación del sentido y de la realidad a lo largo de procesos históricos). Certezas sobre el futuro, sobre la naturaleza y la sociedad, sobre las relaciones humanas, sobre la moral, sobre la política y las instituciones, sobre el sistema de gobierno, sobre la justicia y sobre nosotros mismos.
De acuerdo a una evaluación crítica del cuadro de situación sobre las condiciones de la investigación social en el país (Argentina a mediados de los ochenta), en la universidad y en los pocos Institutos y centros de investigación social, la (auto)reflexión sobre las implicancias y los objetivos del propio rol del investigador (como docente, como co-formador de las mentes y las conciencias, como observador de la propia realidad y como actor social implicado), obligaron a redefinir el propio sentido y los valores del ejercicio del rol. Frente a este escenario complejo se hizo evidente la necesidad imperiosa de desarrollar una reflexión crítica sobre los paradigmas y los estilos instituidos de hacer y pensar en los diversos campos de la ciencia social (en este caso específico y personal, la dupla co-disciplinaria entre sociología y comunicación como background intelectual). Se ponen de manifiesto las limitaciones arbitrarias de las barreras disciplinarias y se trabaja sobre diferentes abordajes epistemológicos, sobre la problemática de la complejidad social creciente, y las inevitables consecuencias para la construcción de teoría. Se elaboran diferentes encuadres de trabajo en equipos interdisciplinarios, sobre la cooperación entre programas co-disciplinarios, y se construyen proyecciones de cortes transversales entre disciplinas, que en la jerga de los "nuevos paradigmas" se concebía como el antecedente discursivo de un incipiente pensamiento "trans" disciplinario.
Estas experiencias de una cultura de pensamiento trans-disciplinario, ayudaron a redefinir el encuadre epistemológico y el objetivo fundamental de las investigaciones sobre los procesos y las relaciones sociales, sobre todo a nivel de las comunidades y las instituciones. Se focaliza el interés en las problemáticas que surgen de las profundas transformaciones socioeconómicas y estructurales que generaron (en la Argentina especialmente a través de las políticas de la década del noventa) la ruptura de los lazos sociales, la "desafiliación social" (en términos de Castel), la marginación y la exclusión, la quiebra –¿y la incipiente reconstitución?- de la confianza pública hacia el Estado, los dispositivos generadores de "resiliencia social" en la sociedad civil: diversidad de los movimientos sociales, multiplicación de las Asociaciones Voluntarias (AV, Turner 2000), los Organismos no Gubernamentales (ONG), etc. En resumen, centramos la atención en desarrollar conceptos e instrumentos teóricos y metodológicos que ayuden a articular la teoría con la práctica social, el diagnóstico con la intervención en instituciones y comunidades.
En este punto se comienza a esclarecer el amplio abanico teórico y práctico de aportes de las ciencias de la comunicación, que se presentan como una "vía regia" innovadora de articulaciones - inter o transdisciplinarias - entre el conocimiento teórico sobre procesos y acciones sociales y las mediaciones simbólicas que las atraviesan. Entre el saber construido del investigador y el de los sujetos de la investigación (y no en tanto "objetos"). Entre el observador profesional y/o científico y el "Otro". Cada actor social en un doble rol de observador-observado y partícipe de un proceso comunicacional en espiral.
El "programa" –o los proyectos– de investigación han pretendido contribuir a un análisis interdisciplinario y una discusión sobre los ejes de desarrollo y las complejas implicancias -económicas, políticas y culturales– que van condicionando el crecimiento exponencial del Sector Social y las asociaciones voluntarias como expresión autónoma de la sociedad civil. Se debe abordar la creciente complejidad y fragmentación de nuestras formaciones sociales. Los procesos de gestión, de conflicto e integración sobre la estructura y las relaciones sociales en un país de desarrollo intermedio como la Argentina.
Se plantea la lucha por el poder simbólico de los discursos y los procesos de formación de sentido y de los valores: sobre las mentes, sobre el acceso a los medios de comunicación, al tiempo y los espacios de exposición pública (en los medios, en las plazas y en las calles). Por detrás de este nivel de manifestación pública de las organizaciones y los movimientos sociales, operan –además de las estructuras políticas, el Estado o las corporaciones empresariales– otros actores sociales con intereses particulares, otros discursos y otros valores: iglesias, sectas, grupos de interés, líderes carismáticos y oportunistas, sectores sociales en busca de reconocimiento, y también mafias ocultas, agentes infiltrados de origen incierto, y hasta terroristas de cualquier tendencia.
Los "tres estados" (el mercado, el Estado y la sociedad civil) se ven inevitablemente obligados a convivir (a cooperar o bien a confrontar) en un mundo día a día más interdependiente. ¿Nos hallamos ante una sociedad fragmentada como un rompecabezas sin reglas de articulación?; ¿o nuevamente ante el dilema de pensar a la sociedad como un corral de lucha entre depredadores y víctimas, o la ficción de una "familia orgánica" que coopera y participa en el bienestar colectivo? ¿Debemos pensar y ayudar a que las organizaciones sociales ganen mas autonomía y "empowerment"?, ¿o por el contrario el Estado debe pensar en términos de una especie de "libertad condicional vigilada" al estilo de las políticas de seguridad post 11 de setiembre? Ante este dilema inmensamente complejo donde se juegan los modelos y los valores de las sociedades futuras, una de las primeras cosas que saltan a la vista es el abismo de diferencias que surgen entre pensar y actuar desde lo "macro": el Estado, la seguridad social, los derechos ciudadanos, la libertad de expresión, etc. O bien pensar un compromiso de participación donde podamos intervenir en forma efectiva situados desde lo "micro": la asociación barrial, una ONG, un movimiento por reivindicaciones específicas, la participación en las redes de información y de comunicación electrónica (Internet). De uno u otro modo, nos hallamos igualmente ante el dilema de no saber si uno cumple un rol de "idiota útil" sutilmente manipulado por poderes desconocidos, o si –moralmente– nos debemos a la promoción y la defensa de los valores de una siempre difícil autonomía relativa. De todos modos, las palabras clave siguen siendo compromiso crítico y participación.
La descentralización y el nuevo espacio local:
En las últimas décadas se observa la aparición de una nueva escena local. Por un lado se produce una suerte de revitalización de la esfera local, y por otro el municipio como punto de condensación de la fragmentación social de la protesta, de la crisis de mediaciones y de la falta de recursos. "Dos factores impulsores de los nuevos escenarios son la reforma de Estado y la globalización" (García Delgado, 1997). El proceso de reforma estructural llevado a cabo en los '90 ha promovido procesos de alta concentración económica, de desestructuración espacial del tejido productivo que produce desempleo, distribución desigual del ingreso y que llevan a una acelerada reconversión de las economías locales. Las políticas de descentralización también han significado la cesión de competencias a provincias y municipios en el área de la política social (educación, vivienda, salud y planes focalizados de combate contra la pobreza). Si bien la descentralización aparece como una megatendencia universal que encuentra fundamentos en la revolución científica y tecnológica, en la reforma del Estado y un mundo que demanda soluciones rápidas y localizadas, en nuestro país "la descentralización ha estado básicamente vinculada a la crisis fiscal del Estado, a la distribución de los costos del ajuste así como la atención de la cuestión social desde realidades más cercanas... El municipio aparece como la "cara más cercana de un Estado en retirada" (García Delgado, op. cit: 30). Este debilitamienro del Estado ha sido el panorama de la década del 90, y contra el cual en el nuevo siglo se han enfrentado movimientos y gobiernos latinoamericanos generalmente tildados como 'populistas' por parte de los partidos políticos y la gran prensa conservadora. Este nuevo Estado 'robusto' tiende a integrar o bien a cooptar los movimientos sociales que comenzaron a surgir con gran fuerza en el período de restauración democraática que siguió a las dictaduras de los setenta y los ochenta. Es en este nuevo cuadro de situación que los movimientos sociales latinoamericanos del siglo XXI se encuentran en tren definir un nuevo papel, nuevas estrategias y un discurso altamente mediatizado (en este sentido, el nacimiento del Foro Social precisamente en la inauguración del nuevo milenio representa una curiosa asociación entre movimientos sociales Glocales –locales-globales- y el uso frondoso de medios alternativos de comunicación y prensa).
Volviendo a los ochenta, el resurgir de las democracias en esta década, llevó a pensar en la necesidad de trabajar en y con las comunidades en un pie de igualdad para construir (en muchos casos reconstruir) las bases de las formas institucionales de un régimen democrático. A los conocidas y valoradas ideas-fuerza de compromiso social y emancipación –que movilizaron a una generación anterior movida por un idealismo muchas veces irreal–, se le han planteado nuevas ideas-fuerza: Derechos Humanos, Derechos sociales, Ciudadanía, Género (y derecho reproductivo), derecho a la identidad y a la diferencia, y alguno que otro término que afirman agrupaciones del pujante Sector Social o nuevos movimientos que expresan la diversidad actual de la sociedad civil.
Esta nueva y compleja diversidad social –que en las naciones más desarrolladas ha sido asociado estrechamente al campo académico del multiculturalismo– se constituye en el terreno de trabajo objetivo para especialistas de las ciencias sociales. Como respuesta a los esquemas de planificación vertical y dirigista por parte de agencias de gobierno han surgido nuevas propuestas de acción social bajo denominaciones como "planificación participativa", gestión social, gestión participativa, auditoría social, desarrollo local, promoción comunitaria, desarrollo comunitario, y desde el campo específico de la comunicación, la "comunicación comunitaria".
Esta complejización de las relaciones entre los nuevos procesos sociotécnicos, psicosociales y culturales (y el crecimiento exponencial de las industrias culturales y de contenido), en primer lugar puso en evidencia las complejidades de las realidades sociales, y por consiguiente la inevitable necesidad de trabajar interdisciplinariamente la construcción de teoría, metodología y práctica de abordajes de la investigación y la intervención socio ambiental estratégica. La comunicación como proceso de transformación social, como acción comunitaria e intervención participativa en poblaciones marginales o en proyectos de desarrollo y promoción social específicos (en salud, educación, capacitación, etc.), dejaba de ser vista como mera aplicación artesanal e improvisada de técnicos, que muchas veces ni siquiera se interesaban en aprehender los recursos proporcionados por los investigadores científicos. El divorcio entre la cultura científica y la humanística (la teoría de las 2 culturas, de Snow y Prigogine); y entre la teoría y la práctica, dejaban a una metodología fructífera como la investigación-acción, y la investigación-acción-participativa (IAP) en una situación secundaria, en una "tierra de nadie" (Vizer, "La trama …" cap. V, op. cit.).
Los programas de planificación para el desarrollo estatales, tanto como las experiencias de promoción social en comunidades, han promovido siempre los procesos de comunicación: ya sean interpersonales, o mediados tecnológicamente (la Escuela de Comunicación y Desarrollo iniciada en los 60, la Educación Popular y la propia Comunicación Comunitaria.). Serían inconcebibles los programas y las prácticas de desarrollo de la comunidad sin el aporte racional del uso de medios y procesos de comunicación que abren la puerta a toda forma de información, conocimientos, servicios y creación de redes de interrelación social entre los múltiples actores e instituciones sociales, tanto a nivel local como global
Consideramos que las ciencias de la comunicación brindan aportes estratégicos: se hace evidente el rol central que cumplen los procesos de información y comunicación humana (interpersonales, grupales, comunitarios e institucionales) así como el acceso a las nuevas tecnologías. Buscamos desarrollar conceptos e implementar marcos teóricos y estrategias metodológicas nuevas (la teoría del cultivo social en relación con la teoría del capital social; o el desarrollo de una teoría y una metodología de la investigación sobre los procesos de comunicación como dispositivos de "construcción de ecologías sociales y culturales"). Nos hemos esforzado por desarrollar una metodología de investigación empírica y de intervención sobre procesos locales de organización social, y de los dispositivos simbólicos y discursivos que emergen espontánea o deliberadamente en las organizaciones socio-comunitarias (ONG, asociaciones, movimientos sociales, etc.).
Antecedentes.
Nuestros problemas teóricos y metodológicos fundamentales se orientan hacia una perspectiva de abordaje y a preguntas de naturaleza socioantropológica y comunicacional. Esto requiere una referencia sobre tres términos presentados al comienzo: la concepción de socioanálisis responde a un encuadre epistemológico de la ciencia social asociado a un paradigma de conocimiento crítico y comprensivo para la acción. A su vez, esta acción responde a una visión estratégica de intervención social para acceder a un estado futuro y deseable. Por último, una perspectiva ecológica implica asumir una visión integral y no reduccionista de los colectivos sociales.
Personalmente, estos problemas teóricos y metodológicos me han ocupado años de colaboración en equipos interdisciplinarios diversos, aún como investigador del Centro de Estudios Avanzados en 1986 (después de fundar la Carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires). Y es precisamente en el CEA donde se desarrolla bajo la dirección brillante de Rolando García, un área de reflexión e investigación a partir de un pensamiento fundamentado en los "sistemas complejos". Se centra en la construcción sistemática de hipótesis, marcos conceptuales, problemáticas y modelos socioambientales y poblacionales. Los problemas concretos en estudio –la desertificación en primer lugar– se consideran directa o indirectamente generados por el monocultivo y la concentración de la producción hacia los mercados internacionales, y estos cambios socioecnómicos a su vez como condicionantes de la desertificación y la sobreexplotación de los recursos naturales, los procesos de emigración rural, el despoblamiento y las hambrunas. En resumen: se comienzan a legitimar nuevas formas de pensar la investigación social, nuevas formas de abordar los procesos sociales como unidades complejas, y nuevas formas de redefinir las aplicaciones del conocimiento sobre la realidad, a fin de "intervenir estructuralmente" en su transformación. Pero no desde arriba (por medio de los instrumentos y las directivas del poder político o económico) sino considerando los procesos del propio interior de una comunidad. De esos años debo un reconocimiento especial a los fructíferos intercambios de papers y conversaciones (con Prigogine en Austin, Wallerstein – por su 'Impensar las Ciencias Sociales'–, comentarios de Jesús Barbero, así como lecturas y esporádicas charlas con Von Foerster, E. Morin, N. Luhmann y Maturana, y a entusiastas interlocutores como B. Chang y M. Morgan de Umass, Awerswald de Esalem en San Francisco y G. Tremblay de Québec, y algunos colegas del Brasil y la Argentina). También surgió la posibilidad de realizar proyectos como Fulbright Fellow, y participar en experiencias y exposiciones públicas realizadas en Canadá, Estados Unidos, Brasil, en universidades europeas, México y Centroamérica, así como también en diferentes ámbitos universitarios, en el Estado y con gobiernos locales.
En la práctica cotidiana que venimos realizando hace años (mayormente desde la propia Universidad) en escuelas, comunidades, ONG, municipios, hospitales, etc., nos preocupamos por las dimensiones socioorganizacionales así como institucionales y culturales. Trabajamos desde una doble perspectiva teórica: sobre los procesos y dispositivos de generación de "capital social y simbólico" (Bourdieu), o bien desde una perspectiva teórica propia. Se trata de abordar el análisis de instituciones y comunidades como una ecología social, como un "cultivo" ambiental, un entorno en el que los propios hombres generan a través de diferentes formas de trabajo los recursos necesarios para el colectivo social. Los agentes sociales (individuos, familias, grupos formales o informales) desarrollan proyectos y los ponen en ejecución buscando los recursos existentes y apropiándose de dispositivos culturales aprendidos, creados y reconstruidos permanentemente. Obviamente, este proceso –como dije anteriormente- implica a la vez un esfuerzo de estructuración conciente sobre el espacio y los usos del tiempo y la energía: implica tanto trabajo físico como el cultivo de relaciones sociales y culturales. Volvemos a recalcar que las organizaciones sociales construyen sus propias ecologías, y desarrollan nuevos dispositivos y formas de trabajo. Si son efectivos, se instituyen como estructuras y procesos de un sistema (modalidades de trabajo, de cooperación, de asumir responsabiliades, de tomar decisiones, etc.). De este modo logran ocupar, desarrollar y distribuir "racionalmente" los múltiples espacios y tiempos que les aseguren el acceso a los recursos estratégicos para su supervivencia: prácticas instrumentales; normas, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus "ambientes"; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias.
Metodológicamente, en el "Dispositivo de Socioanálisis" que se presentará a continuación se asocian tres líneas estratégicas de producción de conocimiento –generalmente separadas en la investigación clásica–: por un lado el análisis comparativo entre colectivos sociales con la puesta a prueba de ciertas hipótesis generales; luego la participación de los miembros de una comunidad y/o asociación voluntaria en el proceso de (auto) diagnóstico de problemas, y la búsqueda de estrategias de abordaje y propuestas de acción en común. Por último, la orientación institucional y/o comunitaria en el diseño de dispositivos y acciones específicas para el análisis-diagnóstico de fortalezas, obstáculos, oportunidades, desafíos y amenazas que favorezcan la construcción e implementación de acciones de cambio (transformación) en los propios colectivos sociales involucrados. Además se propone una metodología operativa de evaluación permanente del proceso de investigación-acción denominada "triangulación recursiva". (Vizer,"La trama (in)visible de la vida social", cap.V, p. 284). Esta triangulación supone capacidad de realizar lo que los psicólogos denominan una "disociación operativa", o sea mantener un proceso de distanciamiento mental por parte del investigador-mediador - en tanto observador capacitado y formado - a fin de realizar una vigilancia crítica permanente de "tres vértices": la realidad exterior (observación de la comunidad, grupo, institución); un segundo vértice volcado a la reflexión, a los procesos mentales de análisis e interpretación del analista; por último la evaluación y corrección permanente de los propios intercambios que tienen lugar entre los sujetos, el observador y las interacciones mutuas así como los contextos dinámicos que se van generando en el proceso de intervención.
En conclusión, en nuestras investigaciones sobre colectivos sociales como comunidades, organizaciones y movimientos sociales nos hallamos replicando un marco conceptual de análisis que promueve la construcción y refinamiento de teoría y práctica sobre diferentes dimensiones asociadas a los procesos de formación y de transformación de colectivos sociales: en las relaciones formales e informales (intraorganizacionales y extraorganizacionales); en los vínculos primarios (las redes de contención social de los individuos); las actividades productivas e instrumentales (técnica, trabajo); la apropiación y distribución tanto pública como privada de los espacios y los tiempos; y finalmente, la movilización para la apropiación de los recursos simbólicos y culturales que acompañan a todos los procesos anteriores, así como a los de resistencia social. Por último, intentamos entender el rol estratégico y las posibilidades de intervención democrática e indirecta de las tecnologías de información y comunicación. Gracias a la aplicación del Dispositivo podemos llegar a conocer las modalidades de percepción y reacción ante los problemas locales y colectivos en las organizaciones sociales (instituciones, comunidades, ONG's). Las concepciones y representaciones sociales que tienen sobre sí mismas, su identidad, su rol y su "posición" dentro del contexto social, y en relación a los poderes y las instituciones del Estado, así como al resto de la comunidad.
Hemos refinado técnicas y metodologías provenientes de diversas orientaciones epistemológicas y orígenes disciplinarios (teoría psicosocial, comunicacional, antropología, etc.). Esperamos que esto permita tanto la investigación en un sentido clásico, como la investigación-diagnóstica, la interpretación y la intervención orgánica en los procesos de gestión y autogestión de instituciones y organizaciones de la comunidad. No se puede decir que practicamos la transdisciplinariedad en forma manifiesta, pero al menos intentamos encontrar modos de trabajar y organizar conocimientos y estrategias metodológicas tratando de respetar las complejidades, los derechos humanos y las sutilezas de la vida social.


VIII.-Socioanálisis y comunicación en comunidades y organizaciones sociales. El Dispositivo de análisis y diagnóstico-.
Resúmen: Presentamos una propuesta teórica-metodológica para análisis y diagnóstico sociocomunicacional de comunidades y organizaciones con una Guía de Observación social y un Dispositivo para análisis y diagnóstico en colectivos sociales. Se aplican estrategias participativas de información/comunicación y diagnóstico grupal y comunitario. El Dispositivo ofrece categorías y dimensiones de observación de prácticas sociales y procesos de comunicación aplicando una metodología empírica para investigar los modos de apropiación y cultivo del entorno en sus múltiples contextos – materiales, sociales, culturales y psicológicos - Permite la realización de diagnósticos sobre problemas, y el diseño de programas de acción (promoción y desarrollo, salud, trabajo, educación, etc).
Palabras clave: comunicación; dispositivo de Socioanálisis; dimensiones; apropiación; cultivo del entorno.-
Abstract: We present a theoretical and methodological proposal for a sociocommunicational analysis and diagnosis of organizations and communities, so as an observation Guide and a research and diagnostic device for groups and social collectives applying community information and communication through participatory strategies. The research device offers observational categories and dimensions for the analysis of social and communicational practices, and an empirical methodology for investigating practices of appropiation and cultivation of the environment in its multiple contexts –material, social, cultural and psychological-. The device allows the ellaboration of dyagnosis and action programms for coping with multiple social problems (promotion of development, health, education, labour, etc.).
Keywords: communication; Socioanalysis device; dimensions; appropiation; environmental cultivation.

1. Las organizaciones humanas y el cultivo de sus entornos.
Toda sociedad humana basa su supervivencia en la reproducción de los recursos y en la acción transformadora que ejercita sobre su ambiente. La propia complejidad de una sociedad –en tanto cualquier sociedad es compleja- es un 'efecto de sus procesos de emergencia', y a su vez un resultado del potencial para auto organizar la variedad y variabilidad de sus recursos (dos conceptos claramente separados). Variedad y variabilidad en la explotación de recursos del entorno físico; del grupo humano y de los propios recursos culturales, o sea conocimientos, técnicas, lenguajes simbólicos, la adecuación de los paradigmas y creencias institucionalizadas, etc. Desde la perspectiva teórica del capital social, se puede concebir a la naturaleza como un capital material de recursos; la calidad de sus organizaciones y los procesos y vínculos sociales como un capital 'social'. Se puede concebir al desarrollo de la potencialidad y las competencias de las personas como un capital 'humano'; la cultura como capital simbólico; y la técnica –y el acceso a la tecnología- como un recurso o capital tanto instrumental como estructural. El nivel de desarrollo de una organización puede concebirse como una forma de expresión del capital global del colectivo. Y su 'capital propio' un emergente de su capacidad para movilizar los recursos globales que el colectivo es capaz de movilizar en los diferentes dominios. La noción de cultivo social propone una perspectiva 'ecológica' y una visión integral y no reduccionista. Como un proceso mediante el cual una comunidad u organización aprenden a desarrollar prácticas y dispositivos que aseguren el acceso a recursos estratégicos. Un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo: trabajo físico y también social, cultural-simbólico e imaginario. Un proceso de apropiación activa de los recursos técnicos, ambientales, sociales y culturales a fin de asegurar la reproducción de los múltiples entornos del colectivo social (institución, barrio o comunidad).
Presentamos una propuesta que pretende investigar el funcionamiento integral de cualquier organización a partir de sus prácticas y dispositivos materiales, técnicos, sociales, culturales y discursivos. Proponemos distinguir entre diferentes entornos -o topologías- dentro de los cuales un colectivo social desarrolla capacidades y competencias para transformar objetos y artefactos que le permitan 'cultivar y modelizar' –u organizar- diferentes estructuras, sistemas, o dominios institucionales necesarios para su supervivencia por medio de actividades e instituciones específicas. Estas actividades reconstruyen permanentemente los diversos dominios de realidad de toda sociedad: desde las acciones instrumentales y técnicas concebidas como trabajo, a las de reproducción de las relaciones sociales e institucionales; de la educación a la construcción y mantenimiento de la vivienda, de las estructuras vinculares y el sexo hasta las expresiones de la cultura, el arte y los procesos comunicativos. La emergencia y la diversidad de dominios surgen como ámbitos y 'lugares' creados a través de las prácticas y las creencias, las certidumbres y los significados por medio de los que una comunidad construye su habitat físico, simbólico e imaginario. Esto significa que para investigar las formas en que una comunidad cultiva sus entornos es indispensable abordar el análisis desde diferentes perspectivas: por un lado como prácticas y dispositivos técnicos, sus relaciones con procesos de trabajo y la producción, el control del medio físico y el papel de la tecnología. Luego desde una perspectiva en tanto procesos simbólicos y culturales, las representaciones sociales, los medios, los canales y los dispositivos de información y comunicación, el creciente uso de las TIC´s que acompañan el proceso de reproducción social de las condiciones de vida de una comunidad. La evaluación de la conveniencia de aplicación de una u otra tecnología, uno u otro programa de desarrollo sustentable, exige abordar la comunidad como una totalidad, como un auténtico sistema complejo donde la introducción de cualquier modificación en una actividad, producirá un inevitable 'efecto mariposa'.
2. Cinco proposiciones centrales sobre colectivos sociales desde la perspectiva sociocomunicacional.
I. Los individuos, las comunidades y las poblaciones 'construyen, modelan y cultivan sus propios ambientes' (desde la propia vivienda hasta las ecologías del entorno, sus tiempos y espacios ambientales, sus entornos socioculturales, afectivos e imaginarios). La experiencia social (y el proceso de socialización) se instituye en la forma de dispositivos de acción que permiten estructurar relaciones técnicas, informacionales y simbólicas con el medio físico, transformando a la naturaleza y sus contextos, a las propias culturas, las formas e instituciones sociales, las tecnologías, y los vínculos interpersonales. Los sujetos y los colectivos sociales se 'cultivan' a sí mismos en un proceso de aprendizaje y construcción permanente de dispositivos de apropiación y transformación de los recursos propios y de sus diferentes dominios ambientales.
II. Si se considera a la sociedad a partir de un paradigma de emergencia y reconstrucción permanente, se remite a un paradigma generativo, lo que permite desarrollar perspectivas inter y trans-disciplinarias. La Modernidad puede concebirse como la emergencia histórica de diferentes esferas o dominios sociales de la experiencia, la acción y las relaciones materiales, culturales y simbólicas. A nivel simbólico, las instituciones se manifiestan como construcciones sociales y discursivas, constituidas a lo largo de las experiencias históricas de cada pueblo.
III. Las relaciones de los agentes sociales implican procesos bidimensionales: por un lado son prácticas técnicas (la techné), por el otro son relaciones epistémicas y comunicacionales de construcción de sentidos y valores. Implican tanto procesos y prácticas 'bidimensionales' de recreación estable de las relaciones, los vínculos y lazos sociales (la reproducción), como los procesos y las prácticas de su propia transformación. La comunicación –como praxis de sentido– es el nivel reflexivo de las relaciones: una ciencia del sentido sobre los propios procesos de formación de sentido en la vida social.
IV. La comunicación es la práctica de construcción social par excellence que los seres humanos (y tal vez algunos animales inteligentes) cultivan en forma permanente a fin de expresarse a sí mismos –y para sí mismos– en relación a sus entornos físicos, sociales y simbólicos. La comunicación implica una práctica de afirmación del yo ante el Otro, y una apropiación socializada del entorno a través de procesos y dispositivos cognitivos y expresivos que permiten 'modelizar' simbólica y lingüísticamente los contextos y la experiencia colectiva de los Otros. A este proceso podemos considerarlo un 'cultivo reflexivo de las relaciones del mundo de la vida', adjudicando sentido y valor estratégico e integrador a las relaciones del ser humano con sus contextos de vida. La comunicación como proceso primario de construcción y apropiación estratégica del mundo por el ser humano como ente biológico y social: generador de un entorno 'objetivo' y un in-torno simbólico.
V. En relación a los procesos específicamente sociocomunicacionales, su análisis diagnóstico y la intervención estratégica –metodológicamente participativa-, se propone un modelo de tres dimensiones diferenciadas: referencial, inter-referencial y autorreferencial (Vizer, 1983). La primera como construcción discursiva, textual o imagética de 'realidades objetales' (la construcción de una 'realidad referenciada', el análisis de textos, informaciones, mensajes, etc.). La segunda 'dimensión' referida a las relaciones de comunicación mutuas que aseguran el reconocimiento social y cultural entre los individuos, como actores-observadores sociales que se interpelan y 'referencian' mutuamente entre sí (construcción del vínculo social). Finalmente, la tercera como proceso de expresión personal, de presentación –implícita o explícita– del sí mismo en sociedad, como marcas del yo y la identidad en tanto sujeto y actor social (en el lenguaje y la acción). La construcción, la apropiación y el cultivo del mundo social se producen como un emergente objetivo –y siempre cambiante– de la coexistencia de las tres funciones/dimensiones en las relaciones sociales. En las relaciones mediadas por tecnologías de información y/o comunicación se modifican los canales, los registros y los dispositivos técnicos de inter-referenciación, así como la modalidad de las relaciones de reconocimiento mutuo entre los individuos. Los medios y las TIC implican así la emergencia de nuevos roles y agenciamientos sociales, surgidos de la mediatización y de los procesos de interreferenciación social (públicos, usuarios, etc.).
Podemos considerar estas proposiciones como presupuestos teóricos de un paradigma sociocomunicacional interpretativo, a fin de construir modelos heurísticos útiles para explorar, describir, interpretar y modelizar –tanto en forma sistemática como histórica-, patrones diversos de procesos socioculturales. Los patrones de organización se expresan como modelos de relaciones estables -o bien permutables y cambiantes- según reglas a descubrir. Pueden investigarse como unidades y variables de análisis fundamentales en la construcción de un campo de investigación transdisciplinario. Hasta cierto punto, el estructuralismo buscó algo parecido pero desde una perspectiva ahistórica que –paradójicamente– lo hizo naufragar con los años. Los 'patrones de relaciones', de permanencias y de cambios en las instituciones y la cultura deben ser investigados como dispositivos de estructuración de las relaciones entre los actores sociales y sus entornos.
A continuación veremos que "Es posible así pensar diferentes clases de relaciones, dominios y topologías (¿convencionales?) que establecen distinciones, dimensiones, o bien categorías (¿universalizables?) sobre la existencia (objetivada y real) de: 'lo' social; de 'la' cultura (en un sentido tanto físico material como simbólico), del individuo-sujeto (la intersubjetividad), de la tecnología (y la ciencia), de la naturaleza física, y lo sobrenatural (representaciones trascendentes, o bien los mitos y valores fundacionales de un colectivo" (del cap. II)
3. El método de abordaje socioanalítico.
En términos sociológicos, podemos decir que cualquier conjunto humano debe contar con recursos básicos para sobrevivir: asentarse en un espacio físico con ciertos recursos indispensables (o bien en un medio artificial y tecnológico como los astronautas en el espacio exterior). La estructuración de la sociedad requiere dispositivos y acciones instrumentales –mediados por conocimientos y tecnologías-, formas políticas organizadas contractualmente en forma 'vertical' (poder, jerarquías) y en forma 'horizontal' (normas y valores de igualdad y diferencia); vínculos de afectividad; un espacio y un tiempo determinados; y por último, procesos simbólicos e imaginarios que conforman la construcción de una ecología sociocultural y comunicacional transsubjetiva. Una ecología simbólica (y crecientemente virtual) que recrea las relaciones entre los individuos y los procesos colectivos.
Podemos pensar -por ejemplo- al trabajo humano a través de una serie de actividades y procesos que atraviesan transversalmente diversos dominios: económicos, políticos, culturales, educativos y científicos generando redes y tramas sociales de comunicación. En principio planteamos operativamente seis dominios (ejes, categorías) o topologías sociales: 1) las prácticas y acciones instrumentales, entendidas como técnicas asociadas a la producción y la transformación de recursos necesarios para el funcionamiento de un sistema u organización; 2) la organización política y normativa, una dimensión vertical asociada al ejercicio del poder, la propiedad, el control y las jerarquías, contradicción estructural y desigualdad (por ej. capital versus trabajo, o la relación conflictiva entre Estado y sociedad) 3) un eje valorativo y horizontal, asociado estrechamente a normas de asociación, a los procesos de lucha por igualdad y legitimación social, o bien la crítica al sistema de convivencia (como modelo social). Corresponde al mundo de las prácticas sociales, pero –a diferencia del punto anterior- se asocia fundamentalmente a una visión de aceptación de las diferencias entre los hombres, y no a la desigualdad estructural, como en la dimensión anterior. 4) la dimensión espacial-temporal: la vida social construida como realidad material y simbólica en el entrecruzamiento –tanto estructural como histórico- de múltiples procesos temporales que 'reproducen y estructuran' la emergencia de diferentes espacios y tiempos sociales. Las representaciones sociales que tiene una comunidad sobre su 'realidad' física, pero también su 'realidad simbólica' (por ej. los museos y la conciencia de cierto 'sentido espacial del pasado' y un sentido histórico de proyección hacia el futuro, con lo cual el 'presente' de una sociedad se manifiesta como una sucesión de acontecimientos, como una forma inquietantemente frágil e imaginaria). 5) una dimensión de vínculos de asociación afectiva, donde los seres humanos transforman a los objetos y a otros seres humanos en objetos del deseo (en términos psicoanalíticos). 6) por último, el eje de una dimensión imaginaria y mítica donde las narraciones, las ceremonias y los rituales articulan y certifican la coherencia –o cierta congruencia- entre el mundo objetivo y las percepciones subjetivas (el nivel de la ideología en la sociología clásica).
Consideremos ahora una metodología que nos permite acceder a una serie de temas/problemas y procesos que atraviesan transversalmente comunidades e instituciones. Podemos postular algunas variables analíticas referidas a diferentes dimensiones de la vida social, como 'plataformas subyacentes' en la construcción de sentido y de valor en las prácticas institucionales, en redes y vínculos que constituyen algo similar a un cultivo (una ecología espacial y temporal del mundo de la vida). Un tejido (invisible?) de interdependencias entre tramas sociales (Vizer 2003/2006 *). Como en medicina o psicología, es posible desarrollar investigaciones dentro de encuadres metodológicos clásicos en las ciencias sociales, y también podremos intervenir mediante análisis críticos de sus procesos de funcionamiento, de situaciones problemáticas y su realimentación desde creencias particulares. Es posible desarrollar cuadros diagnóstico y alternativas de acción para su implementación participativa: evaluación de recursos materiales, humanos, culturales e institucionales; estructuras técnicas disponibles; redes institucionales; reorganización espacial y temporal del ambiente, de los recursos y de las acciones, etc. Solo es posible mejorar una situación después de conocer los procesos y condiciones que lo originan, y solo es posible modificar una 'parte' si conocemos el 'todo' del cual es parte.
3.1. Dimensiones de análisis:
1) Las prácticas y las acciones instrumentales, entendidas como técnicas asociadas a la producción y la transformación de los recursos necesarios para el funcionamiento y el logro de los 'objetivos' de un sistema. Consideramos las condiciones y los recursos del ambiente, la posesión y acceso a medios de producción y circulación. Obviamente, la estructura productiva, los procesos económicos, las tecnologías y el trabajo pasan a un primer plano de análisis.
2) La organización política, o dimensión formal, asociada a las estructuras verticales y el ejercicio del poder instituido, la toma de decisiones, el control de los recursos, las jerarquías y la autoridad –tanto internas como externas a la organización-. Estructura de dominio social: organizacional; local, regional o bien nacional (por ej. la existencia y vigencia de legislación específica así como condiciones internacionales). Estructuras y prácticas institucionalizadas de igualdad-desigualdad; concepciones y prácticas democráticas versus autoritarias (por ej. las estructuras piramidales o la relación clásica entre Estado y sociedad, e instituciones como el Derecho, la división de los poderes, los mecanismos y organismos de control y procesos de legitimación, etc.).
3) Un eje valorativo, asociado estrechamente a prácticas y normas cotidianas y sus procesos comunicativos y simbólicos (relaciones horizontales). Prácticas sociales instituyentes, ejercicio de la ciudadanía y del derecho (público y privado). Sentido más 'horizontal' e informal de las relaciones sociales; términos de igualdad y derechos a la diferencia: entre individuos, grupos y sectores sociales, en las diferencias de género y culturales. Se diferencia de la dimensión anterior al oponerse en forma radical a las prácticas asociadas a relaciones verticales de poder y desigualdad estructural (posesión y acceso a recursos: económicos, de fuerza, de poder de decisión, etc.). Esta categoría es rica en el análisis de movimientos sociales, derechos humanos, minorías, políticas de género, etc. Críticas a la concepción clásica del poder hegemónico y el rol del Estado o la economía sobre la sociedad.
4) La dimensión espacial-temporal. La vida social concebida como realidad a la vez material y simbólica en el entrecruzamiento –tanto estructural como histórico- de múltiples procesos temporales que reproducen y estructuran diferentes espacios y territorios sociales públicos y privados. Paradigmas instituídos sobre la distribución y uso del tiempo y el espacio en diferentes contextos sociales de la vida cotidiana (los 'lugares'). Procesos de apropiación 'humanizada' del espacio natural, reorganización de espacios y tiempos 'culturizados' como conjuntos de elementos y relaciones sociales y simbólicas, (dando un sentido espacial al pasado y una proyección hacia el futuro dentro de un proceso histórico continuo). La construcción social de los espacios y los tiempos puede analizarse en dimensiones diferentes: físico-material, simbólico-comunicacional e imaginaria. La noción de cultivo opera como una construcción topológica de espacios regulados por tiempos y actividades específicas en las dimensiones anteriormente mencionadas (o sea; espacios y tiempos físicos, simbólicos e imaginarios). Los urbanistas, arquitectos, artistas, sociólogos y antropólogos trabajan con estos paradigmas en mente.
5) La dimensión de vínculos de asociación interpersonal y afectiva, un cultivo social y emocional –el 'nosotros' intersubjetivo, y transubjetivo-, el sentido de pertenencia, las instituciones y los dispositivos de 'contención' del sujeto. Es fundamental el análisis tanto de las formas instituídas como de las instituyentes en la generación y mantenimiento de vínculos, de lazos sociales y parentesco teñidos por el sentimiento, las redes de protección a la salud, etc. Podemos hablar de la construcción social e imaginaria de la identidad dentro de un cultivo afectivo (la familia, el club, los amigos como depositarios de una experiencia subjetiva de comunión; paradójicamente, una apropiación del Otro al mismo tiempo que la experiencia de pertenecer a un Otro).
6) Por último, una dimensión cultural e imaginaria y mítica, donde las narraciones, las representaciones, las ceremonias y los rituales articulan una identidad social (de modo similar al descrito en el punto anterior), y certifican la coherencia –o cierta congruencia- entre el mundo 'objetivo' y las percepciones subjetivas. Podemos considerar a la cultura como una ecología simbólica e imaginaria en la que individuos, grupos y colectividades 'habitan' simbólica e imaginariamente. Se asimilan los artefactos de la cultura como recursos para construir y cultivar un habitat simbólico (ceremonias religiosas, rituales mágicos, representaciones sociales y creencias trascendentes).
Como en un holograma, todas éstas variables (instrumentales, políticas, normativas-valorativas, espaciales y temporales, afectivas y culturales) se hallan presentes en los diferentes dominios y escalas de la vida cotidiana. Nuestra cultura tecnológica está presente en cada una de las diversas prácticas sociales y en los usos de las diversas tecnologías, tanto en una escala colectiva como a nivel institucional. Dimensiones e indicadores de investigación pueden cruzarse entre sí a fin de elaborar hipótesis soft de interpretación y análisis: entre lo micro y lo macro, lo subjetivo con la objetividad, la relación entre las estructuras físicas con las culturales y cognitivas mas abstractas, y con procesos de construcción de sentido. La noción de cultivo sirve como una metáfora de la actividad humana de construcción de 'lugares', y de la técnica de construcción de 'nichos' (ecológicos, económicos o políticos). Una apropiación sistemática y autoorganizadora del entorno humano. Las tecnologías cumplen aquí el papel central de intermediarios en las transformaciones y el control de los entornos físicos, sociales y simbólico-culturales a través del trabajo humano –material e 'inmaterial'- mediado por la técnica.
4. GUÍA DE PAUTAS DE OBSERVACIÓN SOCIAL.- (Cátedra Vizer: Promoción y comunicación comunitaria. Universidad de Buenos Aires, 1996--).

Descripciones mas 'objetivas' (u 'objetivables').
Registro de datos, información formal, etc.
Percepciones, hipótesis e interpretaciones sobre procesos subjetivos (o trans-subjetivos)

1) Datos formales de la institución o comunidad.
2) Organigrama (dependencia institucional, jerarquías, áreas o sectores internos.
3) Los textos, lo 'escrito':
a) La historia; la memoria contada, escrita (que fue y que "es" la institución o comunidad).'

b) Visión/ misión/ objetivos (razón de ser de la org.).

c) Las actividades que se realizan (que se dice y lo que 'se hace', congruencias e incongruencias).
d) Registros, estadísticas, documentos, encuestas, etc.

4) las condiciones espacio-temporales (descripciones del lugar y los tiempos de la organización y de las personas en el lugar). Disposición de espacios y tiempos 'para' actividades específicas: reunión, deporte, juventud e infancia, etc. Grado de complejidad organizacional.
5) Los medios de comunicación propios (folletos, videos, boletines, carteleras, e-mail página web. La señaléctica; hojas informativas, etc. La 'conectividad'.
6) Los canales formales/establecidos de circulación interna de la información.
7) Tipología de conversaciones predominantes: asertivas (verdad), directivas (órdenes); expresivas (lo emotivo); comisivas (promesas): declarativas (marcadores de poder del hablante). Lo kinésico y lo proxémico (lo gestual/corporal que acompaña a las palabras).
8) Recursos: materiales, humanos, financieros, de infraestructura (factibilidad física concreta).
9) Territorio donde se ubica físicamente, o lugar donde se "inscribe" la realización de tareas (el medio en que se realizan las acciones instrumentales).
10) Características de la población: beneficiarios directos e indirectos (registro, caracterización y definición de las necesidades y problemáticas por parte de los miembros de la org. o comunidad.
11) vínculos formales interinstitucionales: redes, convenios,
subsidios (en relación al estado o al sector privado o bien el "Sector Social": ONG´s, Asoc. Vol.)
12) Consideraciones y expectativas manifiestas (de la org. y/ o de sus miembros) respecto a la tarea que debe/puede o sabe hacer el investigador.
13) Demandas manifiestas (conocidas previamente o explicitadas a los investigadores a lo largo del proceso).
1) Análisis e interpretación de los datos formales.
2) Relaciones entre los individuos de la organización. Agrupamientos. Tipos de liderazgo.
3) Lo 'no escrito':
a) Mitos fundacionales; contextos históricos; creencias, imaginarios, etc.
b) Cumplimiento de las pautas y los objetivos en relación a las prácticas declaradas.
c) Observación participante en la vida cotidiana del colectivo. Investigación-acción-participativa (IAP).
d) Comentarios, anécdotas, y detalles sobre valores individuales/compartidos, emociones, etc.

4) Grado de conformidad de los miembros con las tareas. Niveles y grado de interés y participación en diferentes actividades de bien común de la comunidad. Tipos y valorización de actividades.
5) Primer análisis de contenidos de los mensajes en las publicaciones, radios o web (como se 'construye' a sí misma como (id)entidad y en relación al afuera).
6) Circuitos espontáneos de circulación de la información (por rumores, en lugares informales de encuentro, por fuera de la organización, etc.).
7) La org. es más autoritaria o democrática y participativa, mas horizontal o 'vertical', mas fragmentada o integrada, mas abierta o mas cerrada, mas inclusiva o exclusiva, mas 'instituída' o mas instituyente?.
8) Los recursos potenciales: capital social y humano en tanto motivación, educación, sinergia, redes sociales.
9) Relaciones entre los miembros de una org. y sus contextos inmediatos.
10) Participación de los 'beneficiarios' en la vida de la organización, y en las tareas que se desarrollan con "el afuera".
11) Vínculos con aspectos y entidades macrosociales (contextos mediatos: económicos, políticos, culturales, medios de comunicación). Cooperación con otras instituciones.
12) Registrar como son recibidos y tratados los investigadores en la org. o comunidad (y por parte de 'quienes'). Como es valorada la tarea que realizan (o que se proyecta realizar).
13) Demandas 'latentes' (que se expresan de modos indirectos) y su relación con las necesidades (percibidas o no).

Las pautas de observación (el 'que' observar) son orientativas para el investigador, y se acomodarán a las organizaciones particulares: diferentes para una escuela rural o una urbana; un centro comunitario dentro de una villa de emergencia o un barrio de clase media; una sección dentro de una fábrica o una organización en su conjunto; una agrupación barrial o un barrio entero. Obviamente, es aplicable a cualquier organización pública o privada (como empresas por ej., donde la aplicación del Dispositivo ha mostrado resultados sumamente positivos). Las pautas ayudan a determinar focos de observación de prácticas y comunicaciones: contextos dentro de otros contextos, encuadres de observación, determinación y expresión de los problemas/conflictos/fortalezas/amenazas/recursos potenciales, etc.

4.2 Modelo de dispositivo analizador: Investigación-acción, diagnóstico e intervención social en organizaciones públicas y privadas, comunidades urbanas y rurales.-

Categorías
Síntesis Conceptual.
Descripción
Diagnóstica
Posibilidades de intervención
Dimensión de dispositivos y acciones técnicas e instrumentales.

Producción (economía)

Trabajo

Relaciones técnicas
Objetivos y medios.

Condiciones materiales

Condiciones de trabajo.
Tecnologías y dispositivos
Usos y posibilidades "instrumentales" de las tecnologías (y TIC).
Características diferenciales en la inclusión y uso de nuevas tecnologías
(ej. del uso múltipe de los celulares, la convergencia digital, etc.)

Dimensión del poder y la organización "política" tradicional.

Dispositivos de control social.
Lo "instituído"
Lo formal, normas y reglas.

Organigrama "espacial".

Misión y visión

Estructura de poder, jerarquías.

Sistema de decisiones

Modos de representación y delegación

Detentación
de poder.

Dispositivos de regulación

Normas y valores.
Aspectos asociados al empleo de las tecnologías con fines de control social y organizacional.

Regulación y mantenimiento del statu quo.
Asociación con jerarquías, poder, autoritarismo, etc.

Dinámica (re)constructiva de la institución. Valores, normas, misión y visión "alternativos" a la organización.

Lo "instituyente"

Organización y relaciones "in"formales.-

Valores y normas "reales".

Lo dinámico.

Disconformidades

Problemas y conflictos.

Motivación al cambio. Temporalidad.
Usos "liberadores"
de las tecnologías.

Tecnologías mas apropiadas para desarrollar la autonomía y la realización personal.

Usos colectivos, participativos y democratizantes.

Movimientos sociales y TIC's.

Dimensión espacial y temporal.

El "cultivo" de los ambientes físicos, sociales y simbólicos.
Construcción y apropiación real, simbólica e imaginaria de los espacios y los tiempos del colectivo.

Distribucion espacial y temporal de las prácticas y objetos físicos y socioculturales.

Qué, cómo, donde y cuando se realizan las actividades.

Relaciones con el poder, el control social y las decisiones sobre tiempos y espacios.

Implicancias espaciales y temporales en la inclusión de diferentes tecnologías.

Aspectos espaciotemporales diferenciales entre los medios de comunicación tradicionales (masivos) y las TIC's.

Dimensión vincular.

El "cultivo" de las relaciones primarias y secundarias.
Instituciones y redes afectivas de contención social: familia, centros de atención para enfermos, menores, desocupados, etc.

- Centros deportivos.

Actividades grupales o colectivas.


Prácticas sociales, vinculares y participativas.

(el ejemplo de las TIC's para la construcción de redes sociales.La vinculación afectiva, etc.)

Dimensión simbólica, cultura e imaginarios sociales.
Valores, representaciones y actidudes de la gente. Semioesfera simbólica.

- Cultura(s)

Mitos (por ej. fundacionales).

- Ceremonias.

- Rituales.

- Identidad.

Percepciones del mundo real
Nuevos lenguajes, valores y códigos culturales.

Representaciones sociales, ceremonias, rituales, mitos de fundación.

Proyecciones de futuro y expectativas.



La primera columna presenta las categorías –o 'variables' teóricas-, la segunda a las categorías y los indicadores empíricos que sirven para guiar nuestras observaciones en el trabajo de campo. La tercera columna corresponde a las conclusiones y la descripción diagnóstica que realice el equipo, con el aporte de miembros del colectivo preferentemente por medio de autodiagnósticos institucionales en el campo. Se observan y registran acciones, textos y conversaciones y sus relaciones con contextos mayores a fin de investigar y diagnosticar situaciones/problemas. Se observan y describen asociaciones empíricas entre acciones, situaciones y conversaciones que se realizan en contextos determinados. El último cuadro queda vacío, ya que se completa como resultado del diagnóstico y las medidas a implementar en cada situación y cada caso particular.
Consideraciones.-
Esta metodología ha sido desarrollada por el autor en sus Cátedras, Talleres y Seminarios de comunicación comunitaria en la Universidad de Buenos Aires, y empleada para realizar diagnósticos y diseñar programas de acción en comunidades, barrios, ONG's, organizaciones y empresas públicas y privadas. Se ha venido aplicando también por equipos de alumnos con supervisión docente y profesional en programas de desarrollo y promoción social en escuelas, barrios, empresas y municipios de Argentina y Brasil.






IX.-Socioanálisis, acción colectiva, tecnología e intervención social estratégica.-
Eduardo A. Vizer & Helenice Carvalho
Política y acción colectiva en América Latina.
A partir de los años 70, la gobernabilidad social y los procesos políticos latinoamericanos se vieron sacudidos por profundos cambios: desde el nivel de la geopolítica mundial (los acuerdos de la Trilateral), hasta las transformaciones socioeconómicas en las estructuras sociales y la aparición de diversos movimientos políticos contestatarios. En América Latina, la ebullición de una conciencia política "radical" tomó predominantemente la forma de las propuestas de acción directa por parte de "vanguardias emancipadoras" (como la guerrilla urbana y la rural). La reacción de los sectores dominantes amenazados no se hizo esperar, y se manifiesta en el auge de las dictaduras militares hasta mediados de los ochenta. Nacionalistas en el discurso, liberales en lo económico, fascistas en lo político y reaccionarios en lo social y lo cultural, una vez eliminado el "enemigo interno", la incongruencia de posiciones y el conflicto de intereses –y en la Argentina la crisis económica y el militarismo aventurero de la Guerra de Malvinas– fueron corroyendo las bases de sustentación de los regímenes militares. La ingobernabilidad ya no era un resultado de la fragilidad de los "Estados de derecho" de los regímenes civiles, sino que surgía dentro de los propios regímenes de hecho, o sea, en el seno de los gobiernos militares, incapaces de articular políticas económicas, sociales y culturales que canalizaran las demandas de una sociedad que había dejado de creer ingenuamente en líderes providenciales, o en un orden impuesto desde arriba y sin la legitimidad de un mínimo de consensos compartidos.
Con la caída de las dictaduras, en algunos casos en forma abrupta, y en otros dando lugar a una transición gradual en la forma de una "dictablanda", fueron surgiendo los procesos de democratización latinoamericana y las modificaciones consiguientes en las expresiones políticas, en los movimientos sociales y en los abordajes teóricos de la investigación social sobre nuestras sociedades. Desde la mirada de los estudiosos –ya sean los clásicos observadores "neutrales" o los comprometidos intelectuales críticos–, los cambios repentinos de la realidad política internacional –como el fin de la Guerra Fría– el acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como la expansión mundial y la concentración masiva y homogeneizadora en el consumo de las industrias culturales, fueron minando en el mundo académico, tanto las concepciones conservadoras de la escuela funcionalista, como también la vigencia de la escuela alternativista latinoamericana. Las visiones sobre modelos de desarrollo alternativos, fueron cayendo –prematuramente– con el Muro de Berlín y el aggiornamiento del régimen de Pekín. Paralelamente, comenzaba a surgir una nueva derecha, que ya no miraba solamente al pasado y "a los buenos viejos tiempos". Se embanderaba con valores y discursos caros a los sectores progresistas: cambio, libertad, proyecto de futuro, etc. En la década de los noventa, con el auge de las políticas neoliberales, el paradigma del conflicto social y la oposición violenta, comenzó abruptamente a ser suplantado o transfigurado en otros imaginarios sobre la inclusión, la integración social y el pluralismo, los derechos humanos, el reconocimiento de las minorías, las identidades y el derecho a la diferencia. El conflicto social se iba despolitizando en el sentido de renegar de las figuras de "sujeto histórico", al mismo tiempo que tomaba nuevas formas de expresión militante (militancias sociales que paradójicamente se declaraban "apolíticas"). El cuerpo social (concebido en términos colectivos como pueblo, clase social, trabajadores, etc.) se iba fragmentando y anarquizando en grupos y sectores sociales. Muchos embanderados con el derecho a la identidad y a la diferencia, pero siempre dentro de un paradigma de integración al sistema. El derecho a la diferencia dentro de una igualdad formal y –viceversa– la igualdad de derechos como sustento legítimo de las diferencias reales. Fueron afirmándose como valores fundamentales la libertad individual de elección (ya no sólo política, sino sexual y cultural), la igualdad y el reconocimiento de derechos, el acceso a condiciones a recursos y/o medios de vida que aseguren posibilidades de inclusión social. Todo esto sustentado –y muchas veces reconocido como "políticamente correcto"–, pero asimilado al discurso público -en especial al lenguaje político electoral–, pero muy lejos de las acciones y las políticas concretas.
No deja de ser irónico que estos imaginarios se fueran instalando como parte de la nueva "cultura de la democracia" al mismo tiempo que las políticas neoliberales iban produciendo precisamente una realidad social que promovía lo contrario: con la apertura y concentración económicas emergían nuevos procesos de exclusión y desintegración social, así como un "pensamiento único" y un fundamentalismo economicista que reniega de un pensamiento plural, a no ser que pueda ser transformado en alguna forma de producto de consumo.
El resurgir de las democracias en la década de los ochenta y noventa llevó a proseguir con mayor ímpetu la tendencia de trabajar en y con las comunidades locales en un pie de igualdad para construir (en muchos casos reconstruir) las bases plurales de las formas institucionales de un régimen democrático. A la sobrevalorada idea-fuerza de la emancipación social colectiva -que había movilizado violentamente a una generación anterior fascinada con un idealismo que fue abatido no solo por las armas, sino sobre todo por la crisis de los regímenes del "socialismo real"– se le han planteado como sucesoras nuevas ideas-fuerza sustentadas por movimientos sociales variados, con intereses y valores específicos y particulares, que buscan reconocimiento e integración dentro de espacios institucionalizados de la propia sociedad. No buscan cambiarla colectivamente, no buscan adueñarse del Estado por asalto, ni tampoco confían en las estructuras institucionalizadas, o en los políticos y los funcionarios que pretenden seducirlos con promesas incumplidas. Estos nuevos movimientos sociales se expresan en una doble dimensión argumental, por un lado la defensa y la construcción paulatina de un universo de discurso colectivo y "universalista", asentado sobre valores como Derechos Humanos, Derechos sociales, Ciudadanía, Género (y derecho reproductivo), Medio Ambiente, derecho a la identidad y a la diferencia, y alguno que otro término que expresa las ideas-fuerza de una variedad innumerable de agrupaciones del creciente y pujante Sector Social (o Tercer Sector). Todos como nuevos movimientos que expresan la diversidad actual de la sociedad civil. La segunda línea de discurso argumental que construyen aparenta ir en sentido contrario: se construye sobre las condiciones específicas de cada agrupación ("asociación voluntaria" en términos de Turner, 1999); según sus intereses, necesidades y percepciones particulares o locales, ya sean de naturaleza económica, política o cultural. Los discursos y valores particulares buscan un reconocimiento dentro de los espacios públicos de acción y de expresión (las calles, las plazas, a veces los medios de comunicación) y el acceso a los círculos de decisión del Estado (municipios o gobernaciones) mediante una práctica de expresión y de acción social, la que es evidentemente política, pero –curiosamente– rara vez reconocida como tal por las propias asociaciones o movimientos.
Consideraciones históricas y teóricas para el análisis de movimientos sociales.
Melucci (2001) propone como planteo teórico descomponer los elementos que conforman la acción colectiva de los movimientos contemporáneos. Esto exige un cuadro conceptual diferente del que ha presentado el capitalismo industrial en el mundo desarrollado.
En América Latina las 3 "T" siguen siendo las banderas más dinámicas para las acciones colectivas de los MS (o sea: tierra, techo y trabajo). Contra toda previsión optimista y "postindustrialista", centrada en la tradición del desarrollo económico por etapas (recordar a Rostow y el desarrollismo de los años 60) la globalización y las políticas de apertura indiscriminada de los mercados nacionales de los 90, profundizaron en pocos años la marginación, el desempleo y los conflictos sociales, generando inevitablemente las condiciones para una fuerte cultura urbana de la protesta y la reorganización de los movimientos de reivindicación social. Y este fenómeno de organización, protesta y reivindicación, se ha generalizado a los barrios, a infinidad de temas sociales, políticos y culturales, y se halla asociado a las representaciones sobre los derechos ciudadanos en un régimen democrático. Se ha institucionalizado una conciencia "glocal" (tanto local como global) sobre los derechos y las demandas, tanto por parte de los que se hallan sobreviviendo en las bordes del sistema como de los que conforman sus bases de sustentación mas integradas y aún privilegiadas (las que componían el amplio espectro de las clases medias, muchas de las cuales se empobrecieron, o bien conservan aún ingresos considerables, pero que ya han perdido la sensación de seguridad y la estabilidad laboral, fenómeno que ya no es sólo privativo de las clases medias).
Hasta mediados de los noventa, merced al aporte de fondos públicos o la ayuda manipulativa de gobiernos, los MS se habían ido transformando de voceros de la protesta en movimientos asimilados a ONG, con programas específicos y "propositivos", ajustados a la administración de proyectos en plazos determinados. Las movilizaciones pasaban a ser acciones sinérgicas de organización social para apoyar y participar en proyectos y programas de acción localizados y específicos: mujeres, jóvenes, adultos mayores, infantes, etc. Podemos decir que el militante tradicional se había ido transformando en un líder organizador de "clientelas" consumidoras de servicios que el Estado aún podía brindar (como supervivencias del Estado de bienestar, sostenidas ahora contrayendo deuda con fondos de organismos internacionales como el Banco Mundial). Sin embargo, tras el "Tequila" de mediados de los noventa, y en especial con las crisis de la deuda externa (Argentina, 2001), y por otro lado el surgimiento de movimientos sociales globales (MSG, expresados en los Foros Sociales a partir del año 2000), las movilizaciones populares resurgen con todo su dinamismo. Apoyados y realimentados desde fines del siglo XX con las posibilidades que brindan las Tecnologías de Información y Comunicación (el mismo Foro Social Mundial representa una expresión privilegiada de la asociación entre los MS y las TIC en este nuevo milenio).
En principio se presentan diferentes perspectivas teóricas para abordar el análisis de los movimientos sociales. Podemos decir que desde una perspectiva sociológica tradicional, la noción de acción colectiva encuadra a los MS en relación a procesos sociales e históricos de un nivel macro social (las acciones colectivas tienen un objetivo –o un blanco– exterior, hacia el cual –o contra el cual– se dirigen las acciones). Sin renegar de la importancia de los análisis macro, consideramos que se pueden realizar mayores avances por medio de la investigación empírica de los MS si optamos por estudiar sus formas organizativas, sus representaciones sociales y el tipo de relaciones, negociaciones y discursos que establecen con sus contextos y con los actores sociales a los que interpelan. Se hace necesario investigar las formas en que plantean las reivindicaciones, sus concepciones sobre el poder, el Estado, las modalidades de realización de acciones sociales, las prácticas de discusión y toma de decisiones, etc. Podría objetarse que este abordaje no parece aún suficientemente macro social, y que es más apropiado a las organizaciones fuertemente estructuradas de la era industrial que a las características flexibles y posmodernas de la "sociedad en red" contemporánea que plantea Castells.
En este sentido, podemos sostener que se plantea la necesidad de un doble abordaje. Por un lado, la exigencia estratégica de estudiar los MS actuales como formas de acción colectiva que se construyen en función de las condiciones económicas, políticas y sociales críticas de este nuevo milenio súper globalizado y súper comunicado gracias a las posibilidades y las influencias de las TIC. Este cuadro global externo es el que genera el contexto para la acción social de los MS (por ej., la organización de los foros mundiales y regionales). Una segunda perspectiva de análisis, complementaria a la anterior, consiste en comprender la emergencia de nuevas y diferentes formas de organización flexibles, surgidas de las actuales condiciones de existencia social y de la vida cotidiana. En otras palabras, además de observar las condiciones políticas y económicas "externas y objetivas", se ha hecho indispensable conocer las condiciones "internas" de los mundos de la vida que generan el contexto psicosocial en que los individuos y los grupos cultivan sus entornos sociales y culturales, sus habitus y sus modos de apropiación y organización (o cultivo) de los recursos, del espacio y del medio ambiente, de los "usos del tiempo", de las redes sociales, políticas, tecnológicas, simbólicas, culturales. En otras palabras, tomando en cuenta la propia complejidad del medio social y cultural, de las posibilidades y los recursos crecientes que permiten a los agentes y a los movimientos sociales apropiarse y cultivar los capitales sociales, tecnológicos y simbólicos que les permitan acrecentar su capital político y humano.
Propuesta para una metodología de intervención estratégica en colectivos sociales.
Considero útil extraer la siguiente cita de una versión original reducida de Movimientos sociales: nuevas tecnologías para nuevas militancias (Vizer: Cuadernos de comunicación, tecnología y sociedad. Telos No.71, abril 2007, Madrid). "La hipótesis original establece que toda forma de organización social se (re)construye a sí misma como un sistema complejo sujeto a la (re)producción ("cultivo" ?) permanente de sus elementos y de la trama de relaciones de interdependencia mutua entre los individuos que constituyen la organización. "Los individuos y las poblaciones reconstruyen, modelan y cultivan sus propias ecologías (ecologías físicas, sus tiempos y espacios ambientales, sus entornos socioculturales, afectivos e imaginarios); reconstruyen –por medio del trabajo- su medio ambiente transformando a la naturaleza, a sus propias culturas, sus estructuras e instituciones sociales, sus tecnologías, y sus vínculos" (Vizer, p.103).
Veremos ahora de que modo nuestro dispositivo puede ayudar a entender ciertas características de los MS como tipos diferenciados de organización. Los movimientos sociales representan una forma específica de organización social surgida hacia fines del siglo XIX, como manifestación de sectores sociales fundamentalmente urbanos que han cobrado conciencia de hallarse sujetos a condiciones de vida no sólo injustas o restrictivas, sino además compartidas por un sector o grupo social identificable e identificado.
Podemos decir que los MS representan, al menos en principio, la expresión dialéctica y manifiesta de la complejidad, la diversidad y la conflictividad social. Una forma de acción de colectivos sociales que pretende justamente transformar ciertas condiciones objetivas de su propio "ambiente", pero en relación a un 'sistema'. Más que reconstruirlo por medio del trabajo condicionado al "sistema" o a las limitaciones de su mundo de la vida, busca formas de acción colectiva para modificar a ambos. Como se puede apreciar, los MS tienen como característica fundamental:
1. Desarrollar (prácticas y dispositivos instrumentales de acción);
2. A fin de transformar (las relaciones y las prácticas de poder instituidas: por ej., en el gobierno, el sistema legal, las formas de propiedad, etc.);
3. Por medio de la movilización (acciones de resistencia instituyentes);
4. Apropiándose conflictivamente (de tiempos y espacios) públicos (cortes de rutas, toma de edificios y empresas cerradas, etc.);
5. Motivados para cultivar (vínculos, instituciones de agrupamiento y contención);
6. Motivados e inspirados creativamente (por el enorme universo de la cultura, la comunicación y las formas simbólicas).
Las dimensiones que propongo pueden representar tanto a los procesos de reproducción de comunidades e instituciones tradicionales o "estables", como a los movimientos espontáneos que buscan su transformación. La articulación y la combinación de las diferentes categorías, organiza y estructura en los actores sociales la percepción, las creencias, la visión y las acciones sobre la realidad en diferentes órdenes: desde el mundo físico "real", pasando por los procesos simbólicos y comunicativos, hasta movilizar los imaginarios de la vida social. Las luchas de los MS se desarrollan en las mentes y los cuerpos, pero fundamentalmente buscan intervenir en la formación de los universos de sentido de la sociedad y la cultura (creencias y mitos sobre la naturaleza, la sociedad, el sujeto, la cultura, y la técnica). La función del imaginario precisamente consiste en llenar los espacios y los tiempos de lo real y lo simbólico que aún se hallan vacíos de sentido, o bien cargados de un sentido negativo (la muerte, el futuro, las enfermedades). Las religiones, las utopías y los ideales se ocupan precisamente de "construir valor y sentido", en los espacios donde reina la incertidumbre. El viejo existencialismo sostenía que ante esos momentos de vacío, la conciencia de los límites nos obligaba a elegir, o sea que "estamos condenados a la libertad".
A su vez, los procesos y los agentes sociales se constituyen mediante una doble faz de las prácticas sociales (la "doble hermenéutica"). La práctica en tanto acción social y en tanto comunicación, como forma de acción simbólica y discursiva.
Para entender la complejidad de las relaciones que entretejen a los movimientos sociales con sus contextos políticos, sociales y culturales, hace falta no sólo incluir en el análisis de sus acciones a las palabras y los escritos, sino también la sutileza y la amplitud de los procesos simbólicos en que desarrollan sus luchas y sus negociaciones internas y externas.
Partimos de la hipótesis de que debemos considerar estratégico el estudio de las relaciones de sentido que se construyen en la acción (política) como formas de apropiación simbólica del mundo (como un cultivo político ideológico que promueve la generación de valores sociales). Los procesos de información y de comunicación se conciben como dispositivos culturales (cualquier clase de lenguajes, imágenes, símbolos y hasta normas de acción social) a los cuales los agentes sociales recurren como recursos para construir y cultivar contextos y ambientes con relaciones previsibles y estables. Los procesos de socialización y adaptación ecológica de la experiencia en nuestras sociedades complejas y plagadas de incertidumbre, requieren desarrollar las competencias para manejarnos en los diversos dominios instituidos –e instituyentes– de la realidad (aunque sea una perogrullada, se debe aclarar que en el mundo real no existe una diferencia entre instituido e instituyente, sin embargo es útil aprehender el sentido simbólicamente diferenciado que adquieren estos procesos para los actores sociales). El "trabajo experiencial" permite reproducir permanentemente los mundos de la vida. Dominios de realidad que los agentes sociales vivencian como una auténtica ecología. Una ecología –o bien topología– material del mundo físico en relación con el propio cuerpo (nuestra experiencia de la percepción del mundo que nos rodea es holística); una ecología social (sentido de pertenencia e identificación con colectivos sociales: pueblo, clase, patria, etnía, o aun "multitud"); una ecología "afectiva" de familia, amigos, grupos, religión y "hermanos en la fe", etc. Además nuestros mundos de la vida también se configuran en una ecología simbólica de las formas culturales (arquitectura, expresiones artísticas y culturales, lenguajes y códigos, etc.).
Los procesos de comunicación se presentan como la manifestación "simbólica y cargada de sentido", a través de la cual una comunidad construye culturalmente su ecología social. Un cultivo ambiental, un entorno que los propios hombres generan a través de diferentes formas de aprendizaje, de trabajo o de lucha, produciendo los recursos necesarios para el colectivo social (o del propio grupo: familia, partido, movimiento, etc). Los actores sociales trabajan y se movilizan por medio de dispositivos culturales aprendidos y reconstruidos permanentemente. Es un trabajo de estructuración sobre el espacio y el tiempo ("ganar" las calles y el espacio público durante un "tiempo político"). Se manifiesta como trabajo físico y también mental (en la moderna economía informacional se ha dado un pasaje acelerado y creciente de la producción y las formas del trabajo de los primeros a los segundos, o sea del trabajo físico a los servicios, con una influencia creciente de las formas de "trabajo inmaterial": cognitivo, creativo, y procesador de información). Se expresa también a nivel cultural-simbólico e imaginario: en el lenguaje, los símbolos icónicos, los estilos de acción, etc. Las sociedades y sus organizaciones construyen dispositivos, los que se instituyen como estructuras de un sistema a fin de ocupar, desarrollar y distribuir "racionalmente" los múltiples espacios y tiempos que les aseguren el acceso a los recursos para su supervivencia: prácticas instrumentales; normas, valores y rutinas formales e informales; estilos de vinculación y asociación social; organización espacial y temporal de sus "ambientes"; dimensiones culturales, simbólicas e imaginarias. La "llave teórica" para producir cambios y transformaciones se manifiesta en la búsqueda y el conocimiento de esos dispositivos de "reproduccón", ya sea para anularlos, modificarlos o rectificarlos de acuerdo a los objetivos buscados, a las circunstancias y las posibilidades efectivas.
Por último, intentamos entender el rol estratégico que las nuevas tecnologías de información y comunicación desempeñan en este brave new world que nos toca vivir. El análisis estratégico de situación utilizando el Dispositivo permite pensar en ciertas problemáticas y posibilidades de intervención que no se habrían planteado en un comienzo.
El Socioanálisis se presenta como una propuesta teórica y metodológica que ayuda a investigar colectivos sociales como una totalidad autoorganizante, donde damos por sentado que las relaciones totalmente interdependientes que se dan entre procesos, sectores y actividades en el seno del colectivo, solo permiten ser conocidas -y diagnosticas- entanto nos propongamos abordar el 'funcionamiento' de las partes siempre teniendo en cuenta las interrelaciones entre cada 'parte', con la organización como una totalidad compleja.
Por ej: si queremos investigar los impactos y transformaciones que produce la penetración de las tecnologías de información y comunicación en todos los órdenes de la vida social, es imprescindible analizar la reconfiguración de las nuevas relaciones que se producen al introducir una nueva tecnología no solamente en una fábrica, en la vida cotidiana, en el sistema educativo o los sistemas de salud sino el modo en que se reconfigura la organización como un todo: a nivel de las acciones 'instrumentales', a nivel de las relaciones de 'poder' (simétricas o asimétricas); a nivel de las formas tradicionales y las potenciales de transformación de un colectivo por medio de la acción de sus miembros; a nivel de la reconfiguración de prácticas en 'el espacio y la distribución temporal' de actividades. También es absolutamente necesario tomar en consideración las modificaciones en las formas tradicionales de 'sociabilidad' en las cuales se conformó el estilo de los 'mundos de la vida' de los miembros de una organización. Por último, nunca debemos olvidar el peso y el papel fundamental de los 'procesos culturales y simbólicos' que acompañan cada grupo social, cada forma de práctica concreta, cada orden de valores y creencias. En nuestras sociedades informatizadas y mediatizadas las tecnologías operan produciendo cambios fundamentales que inciden y redefinen cada orden de actividad productiva, cada forma de organización y representación política, sobre las nuevas modalidades de relaciones sociales y las organizaciones en red. En la participación de las masas –y las minorías movilizadoras que usan las redes de TIC- en la ocupación de los espacios públicos antes controlados militarmente o reservados a grupos preseleccionados de simpatizantes. En las prácticas de la vida cotidiana, en el trabajo y el ocio, etc. Por último, no olvidemos que las batallas de nuestras sociedades de la información no se libran solo en ámbitos de la producción, la circulación de bienes o la especulación financiera, sino fundamentalmente en el papel que cumplen los grandes medios de comunicación y la propaganda al instalar en la mente de todo el mundo una verdadera cultura de naturalización de la tecnología como la magia del siglo XXI.
Como cualquier actividad, como toda expresión de cultura -en su más amplio sentido antropológico- las tecnologías del presente son una construcción social, la manifestación histórica de la cultura occidental que se ha tornado universal. En este sentido, una característica propia de la cultura occidental a partir de la Modernidad, ha sido precisamente la de combinar el conocimiento científico con el desarrollo permanente de instrumentos y aplicaciones prácticas. Más aún, la modernidad ha promovido una penetración transversal de las tecnologías a todos los ámbitos de las prácticas sociales e institucionales, hasta el punto de que hoy debemos hablar de las organizaciones sociales como sistemas sociotécnicos, no solamente como específicos de la producción económica (por más "flexible" que ésta sea), sino como un modo de articulación de las múltiples dimensiones de la vida social en tanto prácticas sociotécnicas. Las prácticas sociales no son 'meramente' políticas, económicas, educativas o comunicativas, sino que tienden a una creciente incorporación de las tecnologías en tanto "trans" formaciones que articulan a las relaciones humanas como relaciones convergentes entre sí a través de la asociación con tecnologías sobre las que se sustentan por medio de dispositivos sociotécnicos. Tanto es así que para poder trazar un cuadro del abanico de transformaciones que introducen las nuevas tecnologías debemos pensar en una especie de ecosistema sociotécnico, un auténtico sistema complejo. En este sentido, la metodología del Socioanálisis permite abordar las complejidades de las redes de interrelaciones que crea o modifica la introducción de un dispositivo técnico en una organización (como ser por ej. el uso de la telefonía móvil por parte de 'multitudes inteligentes', en actividades cooperativas, en movilizaciones, o bien en toda clase de servicios: educativos, de información, asesoría a distancia, etc.). Se pueden analizar las convergencias entre prácticas y actividades antes separadas entre sí y no solamente las influencias 'técnicas', las 'políticas', las atinentes a las 'sociabilidades', a las modificaciones en los usos de los 'espacios y los tiempos' o por último en las formaciones culturales y simbólicas. Es necesario investigar las interrelaciones mutuas que se producen entre todas las prácticas y las posibilidades que se abren a los proyectos cooperativos (quien hubiera soñado veinte años atrás que se pudiera generar un fenómeno global y cooperativo entre millones de usuarios dispersos por el mundo para crear finalmente la enciclopedia wikipedia?). Los conceptos de redes, convergencias, ecosistema sociotécnico y mediatización podrán llegar a cumplir un rol muy importante en las investigaciones sobre las influencias de las tecnologías digitales en las formas de organizar acciones colectivas tanto a nivel local como global.
Por otro lado, no se puede pensar en los procesos organizacionales sin considerar en forma paralela a los procesos de mediatización que los acompañan, y sin aludir solamente a la función de "mediación" (de los medios de comunicación), sino haciendo referencia de forma implícita a las transformaciones que han tenido lugar debido a la penetración de la técnica en la enorme mayoría de las prácticas sociales. Imbricación creciente entre la ciencia, la tecnología y las nuevas formas de organización social ('flexible', o "líquida' según Bauman). Imbricación alimentada permanentemente por medio de una relación triangular: por un lado los intereses económicos (sobre todo corporativos), en segundo lugar por el Estado y las instituciones educativas, y finalmente (last but not least), por la inercia del consumo alimentado por el glamour de la publicidad y la propaganda. La modernidad ha promovido la institucionalización y la autonomización de los dispositivos cognitivos que operan con una racionalidad técnica como instrumento de expansión, y una práctica cultural de control y transformación de la(s) realidad(es). Precisamente el desarrollo autosustentado –y hasta ahora ilimitado- de la racionalidad instrumental hacia todos los órdenes de la realidad lo que caracteriza los rasgos de lo que podemos denominar la Cultura Tecnológica. Como en toda tecnología, su valor y su legitimación se determinan por sus usos, por el contexto social, y por sus consecuencias.

Adendum. Conclusiones sobre 16 años de Políticas de aplicación del Presupuesto Participativo por parte de la Prefectura de la ciudad de Porto Alegre bajo el gobierno del Partido de los Trabajadores.-
Aquí se presenta una versión actualizada del trabajo tal como ha aparecido en publicaciones especializadas. Con posterioridad, he tomado conocimiento de un trabajo de tesis realizado como investigación empírica de las estrategias –de información, comunicación, conocimiento y participación ciudadanas– implementadas durante 16 años por la Prefectura de la ciudad de Porto Alegre para aplicar el Presupuesto Participativo. Consideramos de interés reproducir un pequeño extracto del trabajo porque presenta un ejemplo concreto sobre algunas de las ideas ofrecidas aquí, consideradas aún dentro de un nivel de proposiciones teóricas. Su autora es la Doctora Helenice Carvalho, con la que trabajamos hoy en Socioanálisis en forma conjunta en el Brasil, y lleva el título de "La experiencia del Presupuesto Participativo de Porto Alegre como ejemplo de educación para la ciudadanía: análisis de las estrategias comunicativas del Partido de los Trabajadores (PT) en las cuatro gestiones frente a la Prefectura Municipal de Porto Alegre".
…"Hoy, la gran cuestión planteada en términos de comunicación es: ¿cómo construir procesos de comunicación volcados desde y hacia las preocupaciones de la sociedad y cómo tornar esa cuestión social y políticamente estratégica? Otra preocupación es también, definir cómo la comunicación puede auxiliar a la construcción de ciudadanía y fomentar la solidaridad en el conjunto de la sociedad. Fue a partir de esas cuestiones que me he preocupado en desarrollar una mirada más detallada hacia el estudio de las estrategias de comunicación del Presupuesto Participativo, en especial, hacia las estrategias de comunicación formuladas para posibilitar –mas allá de visibilidad, credibilidad y legitimidad– la implantación y consolidación de un proyecto político-administrativo diferente a otros tradicionales".... "Otra cuestión que merece destacarse es la "red de relaciones" que se estableció para divulgar el PP. Fueron envueltas asociaciones de barrio, asociaciones de moradores, movimientos de madres, órganos representativos del municipio, y organizaciones de la sociedad civil organizada, creando un verdadero tejido a partir de una red de divulgación horizontal. Con eso, se puede decir que la estrategia de comunicación del PP fue el resultado de entrecruzamientos de códigos, técnicas, valores, apelaciones simb licas y múltiples lenguajes. No hubo apenas una comunicación política lineal, sino una comunicación integrada que acompañó la complejidad de la propia sociedad. En suma, el PP era una propuesta compleja implementada para una sociedad compleja, lo que hacía necesaria una comunicación global, y por lo tanto, mucho más compleja que la que constituía la práctica tradicional en términos de comunicación política gubernamental, o de la comunicación institucional de gobierno".
Por último: "Cuando se habla en comunicación política como un proceso, se quiere decir que para interactuar con la sociedad es necesario más que la simple publicidad de la política. Antes que nada, es necesario que se haga un ejercicio de comprensión y concientización sobre aquello que se propone como público. Específicamente, en el caso del PP, fue preciso establecer un proceso socio-pedagógico-comunicacional, en el sentido de "equipar" a la población para "vivenciar" la política, pues los años de dictadura se habían ocupado de alienar algunas generaciones y hecho callar otras tantas. "Equipar" a la comunidad significó implementar estrategias mediáticas de manera amplia, utilizando a los medios como elemento pedagógico, con el objetivo de proponer cuestiones para involucrarla en un proceso reivindicatorio amplio, en el sentido de hacer participar a la sociedad de las decisiones que de alguna forma les incumbían. Se destaca también aquí el papel pedagógico de la comunicación, como campo social dotado de competencias interdisciplinarias capaces de potencializar las dinámicas comunicativas y las relaciones sociales, preocupadas en estimular la "voz" de los sujetos sociales envueltos en los diversos procesos colectivos de toma de decisión, en el sentido de promover nuevas posibilidades de interacción social participativa.
Entretanto, a pesar de los avances traídos por esa nueva forma de comunicar ofrecida por el PP, hay algunas consideraciones que precisan ser hechas:
La primera es sobre la necesidad que existe de hacer a la sociedad comprender que la "verdadera" comunicación política es un proceso híbrido atravesado por muchas mediaciones, con un énfasis no excluyente de la dimensión mediática de masas, pero que no debe reducirse a los medios, y más recientemente, a la formación de redes virtuales.
La segunda es que deben ser consideradas las estrategias de comunicación generadas por la propia sociedad, pues la democracia se efectiviza en las interacciones complejas entre la sociedad civil y el Estado, haciendo que cuando se hable de democracia participativa se hable también de una comunicación participativa, visto que la política y la comunicación son áreas que se entrelazan.
La tercera es que, a despecho de todos los avances que pueden ser verificados en las estrategias de comunicación del Presupuesto Participativo, la construcción de esas estrategias aun fue elaborada en la esfera del Estado. O sea que no hubo una incorporación significativa de estrategias de comunicación que puedan haber surgido en el ámbito de la sociedad y de los grupos sociales que interactuaban a partir de las reuniones del PP. Si estas estrategias hubiesen sido de alguna manera incorporadas, ciertamente se verificaría un avance mucho más significativo en la calidad de la comunicación del PP.
La cuarta es que la estrategia de comunicación, aun siendo definida por el Estado, reproduce cuestiones comunicacionales presentes en los modelos conservadores. O sea, aunque el Estado tenga interés en alterar el proceso de comunicación, éste avanzó muy poco hasta el momento, por la falta de recursos y también por un "conservadorismo", que de alguna forma impidió que una comunicación participativa genuina pudiese avanzar.
De una manera general, la sociedad del siglo XXI espera que proyectos avanzados a nivel político tengan una comunicación también avanzada, en el sentido de que contemplen la posibilidad de interacción e intervención en el proceso comunicacional, calificando mejor el diálogo entre las instituciones políticas y la sociedad.






LA CAJA DE PANDORA: TENDENCIAS Y PARADOJAS DE LAS TIC
PANDORA´S BOX: TRENDS AND PARADOXES IN ICT´s

Eduardo A. Vizer: [email protected]*
Helenice Carvalho [email protected]*


Resúmen:

En las últimas décadas del siglo XX las TIC demostraron la capacidad de convergencia generalizada que les permite expandir exponencialmente una multiplicidad de aplicaciones diferentes, la posibilidad de acceso universal y móvil a redes de información y de comunicación, y la creación y producción colaborativa de contenidos. Ya en la primera década del siglo XXI el celular personal y el desarrollo de aplicativos entre redes y dispositivos de infocomunicación (presentando un cuadro más asimilable a una Sociedad de la Comunicación que de la Información) reinstala al individuo como un agente activo de convergencia entre múltiples sistemas y redes de comunicación. Si el modelo de ser humano en la cultura letrada de la Modernidad era el sujeto lector reflexivo, en la presente modernidad tardía (postmodernidad?) el nuevo modelo vigente es el sujeto móvil e itinerante de la nueva "aldea globalizada" (y aparentemente desterritorializada). Los avances en la autonomía espacial, temporal y cognitiva de los individuos generan condiciones técnicas para la expansión del acceso universal a la información y la comunicación, y a la vez replantean gradualmente las bases de construcción de los tejidos sociales, políticos y culturales. Las tendencias a la mediatización creciente de nuestras sociedades a través de la universalización de dispositivos tecnológicos nos lleva a escenarios impredecibles y a veces paradojales.

Palabras clave: sujeto móvil; aldea globalizada; tendencias; mediatización social; TIC.

Summary:

In the last decades of the XXth century, ICT´s showed their capacity for generalized convergence, allowing them to expand not only multiple applications, but also the possibility to create and promote universal and mobile access to collaborative production of information and communication through networks. In the first decade of the XXI st. century, personal cell phones allow convergence between networks and infocommunication devices (a picture which resembles more a Communication Society than an Information one) and reinstall the individual as an active agent of convergence between multiple infocommunication systems and networks. If the model of a literate individual in Modernity was that of a reflexive subject – a reader -, in present late modernity (posmodernity?) the new model is that of a mobile and itinerant subject of the globalized (and apparently de-territorialized) village. Advances in spatial, temporal and cognitive autonomy of individuals generate technical conditions for the expansion in universal access to information and communication, and gradually restate the grounds in which the fabric of social, political and cultural processes are established. The tendencies of growing mediatization in our societies through the universalization of technological devices take us to unpremeditated and sometimes paradoxical future scenarios.

Keywords: mobile subject; global village; trends; social mediatization; ICT´s.

EDUARDO ANDRÉS VIZER e-mail: Dr. en Sociología. Prof. Consulto e Inv. Tit. Inst. Gino Germani Universidad de Buenos Aires. Fulbright Fellow, Visiting Professor, Communication Depart. Univ.of Massachussets (UMASS-USA). Mc Gill, Montréal, Internat. Council Canadian Studies (ICCS), Human Res. Develop. Canada (HRDC), Canada Fulbright Prog. Prof. Visitante UNISINOS y UFRGS, CNPq. y CAPES, Brasil. 1er. Director carr. C. de la Comunicación, 9 libros publicados. Postdoc. En Alemania, Canada, EEUU y Brasil

* HELENICE CARVALHO e-mail: Dra. en Ciencias de la Comunicación. Profesora Adjunta de la Carrera de Comunicación de la Universidad Federal del Rio Grande do Sul (Fabico/UFRGS). Coordinadora del Grupo de Investigación en Inteligencia Organizacional / CNPq.


Tecnologías de Información y Comunicación y nuevas prácticas sociales.

El paradigma emergente en el siglo XXI va demarcando nuevos modos de relación entre los individuos y las tecnologías de información y de comunicación, nuevas formas de expresión y participación social, y nuevas formas de apropiación del tiempo y del espacio. Las tendencias a la convergencia entre diferentes tecnologías ha dado lugar a una creciente (hiper)mediatización de toda forma de prácticas sociales. Todas presentan en mayor o menor grado mudanzas al parecer definitivas, tanto cuantitativa como cualitativamente, a pesar de la fugacidad y la velocidad de suplantación de algunos dispositivos técnicos por otros, de algunas formas organizativas – y empresarias – del mundo digital por otras (Alta Vista, Yahoo, Google, web 1.0, web 2.0, web 3.0, nuevos aplicativos, video juegos, telefonía celular integrada, etc.). Según declaraciones de su creador, Facebook se propone como objetivo último mediatizar todas las relaciones sociales a través de una plataforma universal a fin de cubrir con redes virtuales todos los posibles escenarios mundiales. Como una caja de pandora, cuando McLuhan concebía los medios como extensiones del ser humano, jamás imaginó una situación paradojal en que los hombres pudieran estar relegados inconcientemente a la posición inversa: cumplir la función de extensiones humanas de sistemas tecnológicos autoregulados y autoorganizados.

Como contrafigura de la anterior visión apocalíptica y poshumana, también han comenzado a emerger diferentes formas de prácticas sociales neopolíticas, donde la figura del nuevo militante del siglo XXI puede presentarse ya no forzosamente como miembro de un partido o una organización social, sino como un individuo relativamente aislado pero con capacidad de acceso a una batería de medios: páginas web, blogs, emails, y la creciente explosión de la comunicación y servicios por telefonía móvil. El activismo social actual tiende a reemplazar el modelo político clasista y de masas surgido en el siglo XX. Ya no es forzosamente organizado ni requiere de actos de fe, formalidades ni rituales. La juventud crea nuevas formas de activismo cultural, y tambien surgen actores políticos coyunturales que se expresan en la forma de multitudes convocadas espontáneamente en situaciones críticas (como las manifestaciones policlasistas y con intereses diversos en la crisis de diciembre del 2001 en Argentina y otras recientes como las del mundo árabe o en Grecia y España, todas en el 2011 y en coyunturas diferentes).

Uno de los primeros ejemplos en que la telefonía celular demostró su eficacia comenzó en marzo del 2004, casi sobre el dia de las elecciones un terrible atentado planteó un dilema al partido de derechas gobernante en España, el que controlaba la televisión pública y gran parte de la privada, así como la mayoría de las radios, contando con buena parte de la opinión pública a su favor. Los ciudadanos que no aceptaban las declaraciones iniciales del partido dirigente, - que atribuía a ETA la autoría del atentado - recurrieron a Internet y a los celulares para emprender movilizaciones espontáneas. Las manifestaciones no fueron mera consecuencia de los mensajes de correo electrónico y SMS. Quienes tenían motivos para actuar encontraron un nuevo medio para recabar información, publicar mensajes, organizar y generar manifestaciones. A través de los celulares los SMS se encargaron de poner en evidencia pública la manipulación y la desinformación instrumentados por el gobierno. Este no solamente perdió las elecciones, sino que indignó a la sociedad porque además de la tragedia y el terror del atentado, se sintió usada y engañada con fines electorales. Con las movilizaciones, se evaporó buena parte del capital de credibilidad en los medios de información masivos. Con este ejemplo, podemos decir que nos hallamos ante una nueva modalidad de promover acontecimientos, aunque esas manifestaciones aún no se traduzcan abiertamente en formas permanentes de organización social, cultural y política. "Con toda probabilidad no serán pacíficas o democráticas todas las movilizaciones futuras organizadas por Internet y el teléfono móvil. El motivo de esperanza mas pragmático es que el nuevo régimen tecnosocial es todavía joven" (Rheingold, 2004, Prólogo).

Las redes de telefonía inalámbricas y los sistemas informáticos accesibles a cualquier usuario, constituyen junto con la acción de individuos o grupos, un potencial de acción y de influencia inmenso, comparables seguramente al impacto histórico de la creación de la imprenta o del alfabeto. A través de las TIC, la oralidad recupera nuevamente un rol fundamental en la constitución de procesos sociales, sin desplazar la escritura, sino convergiendo con ella en nuevas formas de escrituras audiovisuales.

El proceso de apropiación "tecnosocial" de los espacios de comunicación sigue una tendencia de crecimiento exponencial. Si en el año 2004 se vendieron en el mundo 600 millones de teléfonos celulares, la décima parte de la población mundial, ya a fines del 2008 se calculó que en el mundo habian 4.000 millones (el 61% de la población mundial). Para fines del 2011 se esperan 6.000 millones de usuarios y el mercado de la telefonía móvil representa el 2 % del PBI mundial según un estudio realizado por el grupo Chetman Sharma Consulting. A esta industria le llevó 20 años de desarrollo poder llegar a los 1.000 millones de dispositivos conectados, mientras que el salto de los 5.000 millones a los 6.000 millones de usuarios se dio sólo en 15 meses, y el mercado global de los teléfonos inteligentes representa el 26% del total de la telefonía móvil.
Se están produciendo cambios acelerados en las rutinas y las actividades de analfabetos, trabajadores y consumidores, políticos y periodistas. Todos acceden a la telefonía inalámbrica para difundir o compartir mensajes, para informarse, para convocar o para denunciar situaciones, injusticias o peligros.

La Sociedad de la comunicación se ha transformado en un hecho (como contracara "social" de la Sociedad de la Información). Si en la Unión Soviética de Andropov – en los años setenta – se prohibieron las fotocopias, hoy en día nadie puede prohibir la telefonía móvil y los consiguientes mensajes de texto. En China existen los cargadores públicos de teléfono aún en lugares donde todavía no ha llegado la electricidad, aunque esto no impide que se produzcan cortes y controles en los servicios de Internet. Si hoy la lectura de diarios por Internet se ha universalizado, hace siete años atrás - en el 2004 - solamente 32 millones de norteamericanos afirmaron obtener información de los diarios en Internet, actulmente los lectores de blogs aumentaron en un 58% en solo 6 meses. Paralelamente, muchos programas de televisión por cable comparten una tendencia que en el mundo anglosajón se llama periodismo de afirmación.

Con el crecimiento de Internet como plataforma abierta al público, el periodismo de opinión (un anatema para el periodismo institucional clásico) crece en forma exponencial, así como decrecen paulatinamente los lectores de periódicos, hasta el punto que ya no son pocos los que temen por su desaparición (al menos en su forma tradicional, desde que la prensa se ha visto obligada a desarrollar ediciones digitales). Los miedos y las fantasías que suscitó en especialistas, educadores y políticos el uso manipulativo de los medios, y los riesgos de tender hacia la pasividad frente a la pantalla de la televisión, se diluyen ante el nuevo escenario social y mediático. Los medios cubren desde el pequeño living familiar, pasando por el Estado, hasta los escenarios mundiales. Desde el fondo del hogar hasta la cabina de los astronautas.

La respuesta al desafío de las transformaciones cuantitativas y cualitativas que traen los nuevos escenarios de la Cultura Tecnológica, ha sido la búsqueda de la articulación y la reintegración de todos los medios en complejos sistemas mutuamente interdependientes y en red. Redes más abiertas o más cerradas, pero que siempre deben servir a nodos que permanecen permanentemente alertas, a riesgo de perder la exclusividad y la fidelidad de su público, así como brindar canales de acceso y participación (o seudoparticipación) abierta y accesible.

Para pensar estos procesos como una modelización que lo entienda en su complejidad y sin reduccionismos – por sobre todo tecnológicos -, tenemos al menos cuatro factores en juego que son sobredeterminantes en este nuevo escenario: la evolución de las tecnologías, la veloz disminución de los costos de producción, el acceso creciente a los usos sociales que permiten estas tecnologías, y por último los cambios en las demandas sociales. Dos factores son tecnológicos, uno es económico y el otro es social.

Por otro lado, la multiplicación de las tecnologías de los medios, la miniaturización, y la accesibilidad económica aseguran la creación y la penetración en mercados hasta hace pocos años atrás reservados al Primer Mundo y a los sectores de mayor poder adquisitivo. Se debe admitir que estos medios conforman la base de una infraestructura informacional que permite por primera vez pensar en la posibilidad de un uso democrático, universal y alternativo a los medios dominantes. Utilizando una metáfora marxista, preferimos pensar las posibilidades que abre este desarrollo tecnológico en términos de nuevas fuerzas productivas, como la infraestructura de una inminente Sociedad de la Información global (una infraestructura hipertecnológica sobre cuyas bases se conforman los dispositivos y las nuevas estructuras de producción y circulación capitalista). Por otro lado, és posíble pensar un modelo de sociedad utópica idealizada como una superestructura comunicacional, una Sociedad de la Comunicación abierta y democrática, con libre acceso a los conocimientos, a las opiniones y a las críticas.

Hay una consecuencia central en el pasaje de la sociedad industrial clásica a la sociedad de la infocomunicación: no deja de ser chocante considerar que la revolución industrial ha pasado en solamente dos siglos de ser el motor de las transformaciones hacia la modernidad, para tender hacia nuevas formas de conservadorismo en la figura de una tecnoutopía y un triunfalismo tecnológico (aunque dependiente de la producción física y el consumo de recursos naturales). Esta situación tiene profundas implicancias no solamente materiales sino también teóricas y epistemológicas. La tradición intelectual nos ha marcado con la impronta de pensar las estructuras y los procesos sociales y económicos desde la perspectiva de sus condiciones de producción. Una forma de determinación lineal y por etapas: producción, circulación y consumo. Las tecnologías – y los procesos de digitalización en primer término – han quebrado los parámetros de tiempo y espacio, introduciendo el pasado y el futuro en las ecuaciones de un presente continuo. El cálculo de probabilidades, el azar y la incertidumbre han entrado a formar parte de los planes de producción económica a una escala sin precedentes. La velocidad de la circulación de la información condiciona a los procesos de producción (un ejemplo de esto es el just in time).

El acceso a los procesos, los dispositivos y las estructuras sobre las cuales se produce la circulación de bienes y la información ha pasado a ser un requerimiento absolutamente estratégico para la supervivencia de organizaciones, actores y procesos. Los flujos del capital financiero constituyen en este sentido un ejemplo central. El modelo de la sociedad de la información presupone el crecimiento exponencial de flujos inmateriales (información), y la dependencia creciente de ellos para asegurar la supervivencia de la sociedad real (por ej. cuando se produce un apagón de energía eléctrica, no es por falta del recurso físico, - lo que se puede prever -, sino de una falla en los sistemas de regulación y control de maquinarias y procesos).

Todavía se nos hace difícil pensar los procesos productivos en términos de circulación, aunque sabemos que es en la propia circulación que el trabajo inmaterial de hombres y máquinas se va produciendo, y al mismo tiempo asegurando la reproducción de toda clase de valores (económicos, políticos o culturales). No sabemos aún qué implicancias últimas tendrán estas transformaciones infraestructurales en la sociedad, la política y la cultura. Sabemos que poseer información es tener poder, y nunca en la historia existieron tantas posibilidades y recursos de información-poder. Sin embargo ese poder multipolar se encuentra sumamente fragmentado, asi como la distribución de las fuentes de información. El ejemplo de wikileaks representa un caso ejemplar de neoperiodismo, la convergencia de multiplicidad de fuentes de información hacia un actor capaz de representar un contrapoder de los grandes poderes económicos y políticos, y a la vez centralizador de fuentes de micropoderes disidentes – todo en nombre de la transparencia y la objetividad de la información – (si el paradigma de comunicación clásica era de una fuente a muchos receptores, ahora el proceso de circulación de la información abre una espiral de generación de valor por medio de la información: de muchos a uno, luego de ese uno a muchos, y finalmente de muchos a muchos, en forma de una espiral interminable). Tampoco jamás en la historia el valor de la información se hallaba tan determinada por la fugacidad del tiempo, o más bien por la duración decreciente del valor de una información. Como no todo el mundo puede o está interesado en correr detrás de la información, inevitablemente se generan asimetrías a todo nivel. Esto se ve muy claramente en el mundo académico y en la investigación científica, en la competencia económica, y en la "brecha digital" (the digital divide) entre países y sectores sociales.

Entre siglos.-

A mediados del siglo veinte, la radio a transistor alimentó las expectativas al promover programas de desarrollo y modernización rural promovidas por la Escuela de Comunicación y Desarrollo. A comienzos del siglo XXI es Internet, la telefonía celular integrada y la convergencia digital – entre otras tendencias y tecnologías – las que representan las bases promisorias para generar condiciones para una sociedad de la comunicación más democrática y articulada a través de dispositivos de circulación social productiva. Cada ciudadano podría – al menos en teoría – constituirse en un productor-consumidor y en un militante público en circunstancias apropiadas. Pero debemos aclarar las limitaciones que estas innovaciones dificilmente puedan superar.

El presente escenario guarda ciertas reminiscencias con las formas anarquistas en su rechazo a los condicionamientos y rigideces de las estructuras organizadas. Por otro lado, también presenta asociaciones con un individualismo activo que no choca en absoluto con el ideario liberal clásico. Los individuos se reúnen espontáneamente – o bien convocados – para conformar una multitud (figura teórica cara a nuevos planteos de análisis político). Una multitud se reúne con fines precisos para "construir un acontecimiento", el que puede encuadrarse tanto desde un campo artístico (los happenings sesentistas) como uno político (la protesta de las cacerolas). El espontaneísmo construye el acontecimiento, emerge y se expresa en acciones y manifestaciones de todo tipo. Pero no construye – ni busca construir - organización, permanencia, compromisos fuertes y estables. El marginado social o el excluído, conformando un sector social creciente y ya estructural en la mayor parte del tercer mundo, puede engrosar las filas de una multitud en una manifestación, pero no representa otra cosa que un convidado casual y momentáneo que no modifica en nada sus condiciones objetivas de existencia. El paradigma tradicional de la organización social, con sus valores, compromisos e identidades fuertes, sigue siendo el dispositivo social mas adecuado para ejercer presión, expresar las injusticias y construir demandas dentro de un sistema social. Y tampoco el sistema social deja de estructurarse de acuerdo a reglas de poder, de propiedad, de distribución desigual de los recursos.

Un acontecimiento tiene todas las características de la comunicación: es un emergente expresivo de condiciones y situaciones, y puede revelarse a través de acciones directas, o por operaciones mediáticas con un comienzo y un fin; requiere actores sociales en situaciones y contextos específicos. Pero cuando termina, es como la representación teatral, cada uno vuelve a su realidad: los actores bajan del escenario, el público que se ha regocijado, sufrido o conmovido, aplaude. Baja el telón y todos vuelven a sus casas.

Las tecnologías de información y comunicación tienen la virtud de generar nuevos espacios y tiempos, nuevos dispositivos de percepción y de acción, pero también nuevas formaciones infraestructurales (en el sentido material del término, sustentando y regulando la circulación de la energía en estructuras físicas de mantenimiento del habitat humano, en especial las ciudades). Las acciones mediatizadas seguramente puedan llegar a establecer en un futuro cercano nuevas prácticas que terminen tejiendo las nuevas ecologías en red de la Sociedad de la Información. Su especificidad y dinámica corresponden a las lógicas de la circulación más que a las de la producción tal como se lo ha entendido en la sociedad industrial. Así como le ha llevado siglos a la era industrial superar la era feudal, aún no podemos saber cuanto tiempo le llevará a esta móvil y "reflexiva" sociedad conformar nuevas relaciones de producción-circulación. No sabemos si el paradigma de esta nueva sociedad (¿de la información, del conocimiento, o de la comunicación?) promoverá más desigualdad y más concentración de poder, o si logrará distribuir más equitativamente los recursos que aseguren un acceso más igualitario a mejores condiciones de vida compartidas por toda la sociedad.

Mientras tanto, en nuestra "modernidad líquida" - al decir de Baumann (2004) –, y después del fracaso de las estructuras burocráticas y la planificación centralizadas, los movimientos sociales parecen hallarse ante la necesidad de desarrollar estrategias duales, articuladas sobre acciones físicas y a la vez comunicacionales. Entre la organización rígida o la flexible; entre la "guerra de posiciones" y el acontecimiento; entre un monólogo repetitivo o el diálogo abierto. Solo podemos esperar que las TIC - mas allá de los intereses económicos y geoestratégicos - puedan seguir abriendo los canales de diálogo, aunque sea en un campo de batalla simbólico minado por un sinnúmero de prejuicios e intereses particulares.

El sujeto en movimiento: celulares, convergencias e hipermediatización.-

En las últimas décadas del siglo XX las TIC demostraron la capacidad de convergencia que les permite expandir exponencialmente no solo múltiples usos diferentes, sino la posibilidad de creación y acceso universal a redes de información y de comunicación. Ya en la primera década del siglo XXI el celular personal y el desarrollo de aplicativos entre redes y dispositivos de infocomunicación (presentando un cuadro más asimilable a una Sociedad de la Comunicación que de la Información) reinstala al individuo como un agente activo de convergencia entre múltiples sistemas de comunicación. Si el modelo de ser humano en la cultura letrada de la Modernidad era el sujeto lector reflexivo, en la presente modernidad tardía (postmodernidad?) el nuevo modelo vigente – aunque utópico - es el sujeto móvil e itinerante de la nueva "aldea globalizada".

Vale la pena analizar el contexto y las condiciones históricas que fueron configurando el nacimiento de este sujeto móvil de la (pos) modernidad. Ese privilegio había sido ya insinuado en el Renacimiento con el comienzo de los viajes de los navegantes, y en la pintura a través de la toma de conciencia del pintor como observador y el descubrimiento de la representación como perspectiva recreadora del espacio visual. Tampoco es casual que en la filosofía Descartes haya establecido ontológicamente a la conciencia individual y al pensamiento racional y reflexivo como únicas fuentes de verdad (pienso luego existo).

Ya en el siglo XIX los individuos comienzan a movilizarse en los trenes y las geografías del espacio moderno que se pueblan de vías ferroviarias y canales. En el mundo de la representación visual, los impresionistas ven la realidad física como impresiones subjetivas de luz y color, instalando así al individuo como un observador capaz de medir y recrear la realidad de acuerdo a su propia perspectiva y a un punto de vista personal. A comienzos del siglo XIX el Romanticismo instala en la cultura y la conciencia social moderna a la historia y el tiempo pasado, a la vez que el surgimiento de la prensa de masas recrea e instala la conciencia del tiempo presente, y la fotografía reproduce la realidad física (objetivada). La novela y las artes del siglo XIX instalan finalmente la figura de la subjetividad creativa del autor, y ya a fines de siglo el psicoanálisis introduce la figura del inconciente, de la duda y la sospecha, e instituye el dispositivo de la palabra como método que remite a un análisis permanente de lo desconocido.

La Modernidad ha generado más que el conjunto de saberes expresados en las bibliotecas y la academia; ha instituido sobre todo la creación de la figura del observador individual, de una conciencia subjetiva separada epistémicamente del mundo real de los objetos. Ya en el siglo XX los medios de comunicación masivos multiplicaron y recrearon diferentes representaciones de la realidad, reinstalando al individuo como un observador mediatizado, como sujeto y objeto de nuevas experiencias perceptivas, tanto personales como masivas. Los medios y la publicidad generaron las representaciones sociales y las motivaciones adecuadas a prácticas de consumo acordes con la creación de mercados para las nuevas industrias (recordemos a Ford y el culto al automóvil popular).

Con las innovaciones tecnológicas acelerando día a día la creación y adopción de nuevos dispositivos a un mercado global, finalmente las TIC se presentan como las responsables de proveer mecanismos de convergencia necesarios para articular una multiplicidad explosiva de nuevas fuentes de producción y circulación de información, de mensajes y programas. Se multiplican ad infinitum las representaciones virtuales a través de las experiencias multimediáticas, recreando entornos y contextos diferentes que tienen al individuo como eje central de la experiencia perceptiva. El fenómeno de la convergencia deja de ser solamente técnico para reconvertirse en múltiples procesos de convergencia social, cultural y política.

En una primera etapa, el cine, la radio y la televisión - en tanto dispositivos técnicos -, aún se presentaban en la forma de una fuente emisora fija, de la cual el individuo dependía en forma prácticamente absoluta para sus necesidades de información y recreación. Podemos decir que el sujeto debía ir hacia el medio, y adaptarse a las condiciones de funcionamiento del dispositivo (radio, televisor, teléfono fijo, etc). No creemos exagerar al afirmar que una de las mayores innovaciones sociotécnicas de los últimos años se halla en la telefonía celular, ya que disminuye la dependencia de una fuente fija y permite la movilidad del usuario, asegurando la convergencia entre diferentes clases de experiencias, usos y situaciones de la vida en contextos de tiempo real. El celular hace posible una convergencia social y pública tanto para los individuos como las organizaciones y la cultura en general. Una verdadera convergencia de funciones con infinita cantidad de información y contenidos referenciales y una convergencia comunicacional interreferencial entre individuos y públicos en las relaciones sociales (creación de vínculos entre sujetos y participación en comunidades virtuales, aunque se hallen situados en parámetros de tiempo y espacio diferentes).

Esto tendrá consecuencias institucionales sobre los modos en que las sociedades vivirán sus experiencias políticas – en especial para las incipientes prácticas de democracia participativa y la gradual erosión de las formas de representación política tradicional -. Otra consecuencia inevitable consiste en la profundización y la expansión de las prácticas laborales de la economía de la información, el cuentapropismo, el teletrabajo, etc. La virtualidad digital permite la creación de múltiples mundos de la vida mediatizados también desde una perspectiva 'autoreferencial'. Esta autoreferencialidad en los medios y en la web se revela en la inundación de programas, canales y escenarios mediatizados que tienen como leitmotiv la vida privada y la subjetividad, (una conciencia posmoderna que guarda una relación de rechazo y rebeldía con la conciencia racional de Descartes, y cierto descuido deliberado con criterios de verdad y objetividad). Su única preocupación es la expresión y la exhibición personal, la búsqueda del Otro anónimo como observador, la vivencia del presente, el momento, el aquí y ahora. Y funciona en base a las expresiones del individuo en perpetuo movimiento, sin anclajes en un antes o un después.

El actor de la nueva cibercultura no piensa sobre la información, sino que procesa información. El pensar ya no es algo separado de la acción, sino una función más de la propia acción. El celular superará a las computadoras porque reúne imagen con lenguaje, pero también percepción con acción. Es una nueva clase de experiencia de convergencia mediatizada. Instala al sujeto como constructor activo de significados. Un sujeto hipermediatizado, capaz de reunir objetiva y subjetivamente tanto su vida privada como pública, todo a través de actividades sociales y económicas (más aún, se diluye la separación entre unas y otras). Esto nos lleva a la necesidad de una redefinición sobre lo que se considera trabajo en este contexto, y a la cuestión de la convergencia entre actividades separadas que puedan ser rearticuladas a una actividad social compartida y a la producción de valores (tanto para el mercado como para actividades políticas, sociales y culturales). Este será el sujeto del nuevo capitalismo cognitivo o informacional y las nuevas formas de trabajo inmaterial capaces de generar valor por medio de la transformación de objetos virtuales y objetos de información en commodities. Pero la hipermediatización no solamente tiende a transformar el mercado de trabajo (como en el caso del teletrabajador), sino también implica el cambio de las prácticas en los escenarios políticos, generando nuevas formas de acción colectiva, eventos públicos y formas de organización espontánea de grupos y masas en colectivos sociales.

Tomemos nuevamente el ejemplo de los eventos políticos de las manifestaciones de Madrid en el 2004 unos dias antes de las elecciones y el caso de Irán después de las elecciones del 2009, donde miles de ciudadanos salieron a repudiar como fraudulentos los resultados de las elecciones. El caso de Irán es particularmente interesante ya que esta vez la protesta sucede en un país musulmán sujeto a un régimen teocrático. La religión islámica, al prohibir la representación de la imagen divina, e inhibir o al menos restringir a determinados contextos la reproducción de la imagen humana (a imagen de dios) eliminó la perspectiva individual de expresión del sujetocentrismo propio de la Modernidad occidental. La tradición religiosa eliminó culturalmente la posibilidad de desarrollar una perspectiva individual distanciada y secular del cuerpo y de los seres humanos en las representaciones pictóricas y culturales – y obviamente también la perspectiva femenina -. Si los Talibanes prohibieron la televisión (que reproduce infinita cantidad de imágenes del cuerpo humano en diferentes gestos y posiciones, comprometiendo así la prohibición islámica), ya el teléfono celular transformado en un instrumento de libre expresión y autoreferencialidad para cualquier ciudadano individual, puede llegar a ser considerado prácticamente un instrumento subversivo para un régimen teocrático, al potenciar la capacidad de expresión y autoreferencia de los sujetos.

La penetración irrestricta de dispositivos de información y de comunicación en todas las actividades humanas tiende a generar procesos de convergencia crecientes en los mercados de consumo, en las organizaciones y las manifestaciones políticas, en los eventos culturales y en los procesos simbólicos e imaginarios de nuestras mentes. Así se hacen entendibles las fantasías depositadas en los medios de información y comunicación, ya que se hallan en una posición estratégica, tanto para promover acciones de violencia y conflicto como de solidaridad social; de profundización del control social tanto como de su pérdida, como instrumento de organización como de des-organización social.

La hipermediatización es un desafío central para las sociedades, ya que se halla en el cruce de innumerables prácticas y cuestiones económicas, políticas y culturales. La sociedad tecnológica actual está soportada por una compleja articulación entre una infraestructura informacional y una superestructura semiótico-comunicacional (como procesos de construcción de sentido y valores de intercambio social y como una de las formas específicas de interreferenciación y creación de procesos y contenidos interactivos). De modo que la idea de una sociedad de la información es sobre todo una forma de reduccionismo económico e ingenieril, ya que realmente estamos inmersos en redes de relaciones que corresponden mas bien a un entorno comunicacional convergente, construido a través de interacciones, flujos de información, dispositivos mediáticos y redes interconectadas. Una paradoja de esta parafernalia de dispositivos tecnológicos estriba en que la gente tiene la impresión de estar conectada (connectedness) aunque éstas conexiones no generen subjetivamente una sensación de real y significativa comunicación en medio del océano de mensajes. La paradoja de una conexión permanente y al mismo tiempo la sensación de aislación individual parecen profundizarse (la comunicación social se está tornando crecientemente autoreferencial, personal y subjetiva, con lo que los cuadros de depresión que invaden los consultorios de salud mental merecen ser cuidadosamente analizados tomando en consideración sus relaciones con la hiperconectividad de los individuos y la hipermediatización de la sociedad).

Hipermediatización social: algunas tendencias específicas asociadas a las TIC.-

Las TIC tienden hoy a una re-localización (por ej. los aplicativos de geolocalización). Se crean y delimitan lugares, tanto espacios como tiempos que pasan de la realidad virtual a la real (lo virtual se real-iza, o como sintetiza el investigador brasileño A. Lemos (2002): se va de una etapa de upload a una de download). Los dispositivos de información unidos a dispositivos de control y manipulación a distancia, si bien crean espacios y lugares, paradójicamente eliminan la noción de distancia, tiempo y espacio (un chimpancé "conectado" puede ya dar órdenes cerebrales de movimiento a otro chimpancé también conectado a miles de kilómetros de distancia).

Los tradicionales mundos de la vida concebidos por Husserl y la fenomenología tienden a recrear nuevas modalidades de trabajo: el propio ocio se puede transformar en actividades de reproducción económica a través de procesos biológicos, tecnológicos, sociales y simbólicos realizados en la Red (todo a un mismo tiempo, planteando así las dificultades para construir teorías adecuadas sobre estas transformaciones radicales, y replanteando críticamente la noción de ideología, y así también se hace imperativo entender las nuevas relaciones mutuas entre capital, trabajo y mundo de la vida en la economía de la información global).

Los procesos de producción de valor tienden a subsumirse y re-producirse a través de los propios procesos de circulación (como los 'derivativos' de la economía financiera y sus consecuencias de falsa valorización y las burbujas especulativas). Esta tendencia – consecuencia directa de la convergencia de las redes y el connectedness - tiende a una transformación paulatina de los productos en servicios y valor (con el consiguiente aumento del PBI global). El público pasa a comprar servicios (y experiencias) mas que productos físicos. La mediatización social se confunde con la digitalización.

Vivimos hoy una crisis de pasaje de los procesos de representación (tanto del mundo físico como social, de sectores y de clases sociales) a los procesos de presentificación. Las imágenes pasan a formar parte de diferentes prácticas sociales y de acontecimientos en acción. El tiempo del observador se diluye en el tiempo del actor. Caminamos de una audiencia pasiva a una participativa. En el mundo de la política, las instituciones y el Estado, se dificulta la participación social porque los ciudadanos – así como la mayoría de las instituciones – aun tienden a mantener el viejo paradigma de una audiencia pasiva, la burocracia formal, los tiempos rituales y el red tape. No obstante, para los mas optimistas, la bandera de la democracia directa pasa por una simplificación de la cuestión en meros términos de acceso a los medios, generando una ideología simplificadora de la política en términos de un mero acceso individual a la tecnología.

Se profundizan y aceleran las transformaciones impuestas por todas las formas de convergencia: técnica, tecnológica (en especial digital), política, social y cultural.

Idas y vueltas en espiral entre lo concreto real a lo virtual-real, y de éste último volviendo a lo real modificándolo, para luego volver nuevamente a un mundo "virtual" (es imperativo no dejar dudas en cuanto a que lo virtual es tambien real, tanto en sentido físico como simbólico y aún imaginario). Este proceso en espiral entre lo real 'físico' y lo virtual se realiza por medio de:

El pasaje de los procesos de interpretación intelectual y el lenguaje natural pasan a ser 'traducidos' al mundo de los códigos, programas y lenguajes operacionales. En otras palabras, por la suplantación de los lenguajes naturales y la comunicación humana por dispositivos de mediación desarrollados por medio de la ingeniería de la información.

La profundización creciente de la apropiación de los mundos de la vida, de la cultura y la subjetividad por parte del mercado, asociado a las corporaciones y los dispositivos de mediatización social (proceso que Bauman (2004) – parafraseando a Marx - denomina sagazmente como fetichismo de la subjetividad, tal como podemos observar en la multiplicación de reality shows, de exhibiciones de la intimidad, y una autoreferencia al ego y al mundo del deseo en forma compulsiva).

Tal como señalamos anteriormente respecto a la relación entre el medio y el usuario, la tendencia a la miniaturización y la convergencia redefinen el papel de las tecnologías en el sentido de acompañar cada vez mas situaciones, experiencias y usos adaptados a las necesidades de movilidad, autonomía y multiuso de los dispositivos a las necesidades de los usuarios en la vida cotidiana (en el trabajo, el ocio, el estudio, la participación política y cultural). La mayor autonomía de movimiento y acceso a actividades privadas o públicas, tiende a profundizar las tendencias de individuación y participación social indirecta (mediatizada y no presencial), con el consiguiente riesgo de suplantación de los lazos sociales físicos por la participación en redes virtuales.

Si bien las ligaciones entre las tecnologías hard, la creatividad y las expresiones artísticas tienden a crecer y profundizarse, en el ámbito de la educación y la producción mediática se destaca como estratégico el desarrollo de contenidos específicos (nichos) de innovación y creatividad como ámbitos de creación de valor económico, social y cultural (por ej. el concepto de industrias culturales tiende a ser suplantado por el de industrias de contenido o creativas. El sentido trasciende al signo, y la imaginación trasciende a la imagen).

La telefonía celular nace como un dispositivo de comunicación, pero los desarrollos de la biotecnología en asociación con la nanotecnología abren infinitas posibilidades de convergencia con nuevos dispositivos de conectividad con las TIC y las redes, y augura un horizonte de innovaciones revolucionarias en las relaciones entre el cerebro, la mente y los dispositivos de infocomunicación como la telefonía móvil (la interfase hombre-máquina puede prescindir del cuerpo y la decisión conciente hasta el punto en que los dispositivos de interfase pueden ganar poder de control y regulación automática – el sujeto corre el riesgo de llegar a ser una "extensión" de mecanismos y procesos que predeterminan los modos de acción y de respuesta de los sujetos, como es el caso de los organismos públicos y privados con centros de atendimiento automatizados).

La producción colaborativa de contenidos digitales tenderá a crecer en forma exponencial, y esto tendrá consecuencias fundamentales para el mundo del trabajo, para la educación, la producción y la difusión de conocimiento e información. Las redes dejarán de ser opcionales, para ser una condición necesaria de desempeño en muchos órdenes de la vida (tómese en cuenta el crecimiento de los procedimientos administrativos formalizados a través de Internet, o el denominado periodismo 3.0, donde los lectores aportan contenidos e información, participando – aunque modestamente - de la producción mediática).

La evolución de la tecnología en los dispositivos mediáticos ha producido un salto cualitativo para la ecología mental, perceptual y táctil de la humanidad. En las escuelas de periodismo y comunicación se hace una historia de los medios a partir de sus soportes materiales: del muro de la caverna al papel, pasando por la pantalla fija, la del computador a las pantallas móviles, y a las aún algo utópicas 'pantallas mentales'. El Knowledge Media Design Institute (KMDI) de la Universidad de Toronto desarrolla a partir de 1997 un programa estratégico de aplicaciones sobre todo orientadas a la educación y al diseño a través de medios, considerados ya como Medios de Conocimiento (Knowledge Media)

Un enorme impacto irreversible se presenta ya a nuestras instituciones educativas y a las modalidades que se imprimen aceleradamente sobre los procesos de formación permanente. La teleeducación y la transnacionalización de la educación superior abren enormes posibilidades para la integración y la cooperación regional e internacional, sin embargo la Sociedad del Conocimiento – como todo conocimiento – no se constituye solo como un proceso autónomo e ideal, sino que viene acompañado también por diferentes instancias de poder, de hegemonía e influencia así como de refinadas modalidades de control sobre las identidades y las formas culturales mas débiles.

Rápidamente se van generalizando las aplicaciones de lo que se ha dado en llamar el Internet de las cosas (viviendas y ropas inteligentes, sistemas de supervisión, control y de gestión, etc.). Podemos decir que estamos pasando de la etapa metafísica del 'todo esta conectado con todo' dentro del mundo físico, a una etapa 'superior' donde todo tiende a estar conectado entre sí por medio de la información digitalizada. Y el celebrado 'efecto mariposa' se ha concretado por medio de dispositivos de interconexión, circulación y respuesta instantánea donde el sigilo y los secretos son cada día mas difíciles de mantener, y los efectos finales prácticamente impredecibles.

16. Las computadoras tradicionales seguramente van a perder su rol omnipresente, dando lugar a dispositivos mas ágiles y dispositivos móviles para búsqueda y procesamiento de información como las pequeñas tablets. Las memorias y los resultados del trabajo humano en esos dispositivos – al menos por razones técnicas y económicas – tenderán a ser almacenados en macroreservorios ('nubes') que pueden ser creados en cualquier lugar de la tierra (o en un espacio virtual). Obviamente el tema de la seguridad y el acceso privado/público a estas memorias cobrará una relevancia creciente.

17. Entre las proposiciones menos discutidas de McLuhan, se hallan las que aluden a un nivel que podemos considerar epistemológico. Consideremos las dos siguientes: los medios son efectivamente 'metáforas' por su poder de traducir la experiencia humana en nuevas formas; (podemos afirmar que los medios actuales son dispositivos universales de producción, traducción y multiplicación de toda clase de metáforas). Otra afirmación 'oscura' de McLuhan afirma que los medios nos llevan del mundo de los conceptos al de los 'perceptos'. Estos se entienden como experiencias perceptivas que debilitan la ideología secular de la separación entre cuerpo y mente, restableciendo el equilibrio perdido a partir de la hegemonía de la lectura lineal (el proceso de construcción de sentido no puede ser considerado 'puramente' mental, ni el mundo virtual disociado del mundo físico). Férreamente rechazadas por sus contemporáneos como irracionales, esas intuiciones nos permiten hoy repensar su validez a la luz de las nuevas tecnologías y los procesos de convergencia e hipermediatización (psíquica, social y cultural).

18. Como una caja de Pandora, los desarrollos y la multiplicación imparable de aplicativos promueven la creciente hipermediatización social, presentando el aspecto aparente del discurso oficial sobre una auténtica "Aldea Global" (en el sentido en que McLuhan concebía los medios como extensiones del ser humano). Los sujetos tienden hoy a confundir su creciente conectividad y movilidad con un discurso y una ideología de autonomía y libertad. Sin embargo jamás se imaginó la posibilidad de una situación inversa: la paradoja de que la misma hiperconectividad pudiera relegar a los hombres a cumplir la función de "extensiones humanas" de sistemas tecnológicos autoregulados y autoorganizados, o bien sujetos a controles indirectos institucionalizados por grupos de poder, por corporaciones, por el mercado o por la propia sociedad (una versión digital y cibercultural de '1984' de Orwell).

19. Si la movilidad espacial (de cuerpos, dispositivos, mercancías e información) es hoy una propiedad dominante de la sociedad posmoderna, el celular toma el lugar que ocupaba la lengua en las sociedades premodernas. El celular no solo es hoy un dispositivo de comunicación sino también un arma poderosa. Se aplica a él lo que Esopo respondía cuando se le preguntó sobre lo mejor y lo peor del ser humano. El respondió: la lengua. Porque sirve para informar y vincular seres humanos, pero también para espiar, chantajear y engañar.

20. Última paradoja: si las TIC y la digitalización producen una explosión de lenguajes y mensajes en los espacios habitados por el hombre, al mismo tiempo éste experimenta una vivencia de implosión, des-realización y vaciamiento de los procesos de construcción de valor y de sentido (experiencia de vida posmoderna ?).

Reflexiones finales.

Podemos concebir las relaciones entre las sociedades y sus procesos de información y comunicación bajo una doble perspectiva: la información considerada como 'medio instrumental' empleado por la sociedad para realizar tareas o establecer relaciones, o bien concibiendo la información como un fin en sí mismo (símbolos sagrados, educación, filosofía, ciencia no aplicada, valores religiosos y humanos, las artes, etc.). Si analizamos las relaciones entre técnica e información como etapas y tendencias históricas dentro de una perspectiva antropológica podemos observar: 1º. una fase prehistórica basada en la piedra, en la fijeza y la permanencia de los signos, ya sea como medios o como fines (pinturas en cavernas, grabados sobre piedra o escritura en papiros). 2º. Una larga era de los metales (aprox. 1.500 A.C.), donde la información forma parte del conocimiento técnico aplicado a la producción de artefactos (la información como medio técnico de producción de herramientas y de control sobre el ambiente). Las comunidades humanas introducen la maleabilidad y la portabilidad física de los objetos (desde el papiro a las armas y los objetos de uso cotidiano, el signo se funde con el valor de uso de los objetos). 3º. Se produce una evolución de la era de los metales hacia una nueva etapa de la fabricación mecánica (siglos XVII y XVIII, Deus ex machina). La racionalidad instrumental del conocimiento al servicio de la dinámica de la producción industrial presuponen la acumulación de información técnica traducida a algoritmos de signos operativos y acciones repetitivas aplicadas a procesos lineales de producción en serie (su apogeo con la cadena de producción en las fábricas y el Taylorismo). 4º. La era de la electricidad, de la que McLuhan toma sus metáforas básicas: instantaneidad, formación de redes interconectadas, circulación de información a través de un flujo continuo de imágenes y sonidos (se produce un nuevo objeto tecnológico, moderno y autónomo en la cultura: los medios, y éstos – apud un McLuhan reduccionista - son el mensaje, o en otras palabras, el mensaje es la propia técnica como medio y fin al mismo tiempo, reduciendo el signo a su valor de uso técnico) 5º. Por último, llegamos a nuestras realidades ciberculturales y ciber informacionales de la actualidad (posmodernidad ?), donde la digitalización promueve la convergencia universal de la realidad física y la virtual en códigos binarios, recreando tanto el mundo material como el tecnobiológico. Se multiplican las metáforas del sujeto poshumano, de la sociedad y las relaciones sociales hipermediatizadas y las paradojas del control social y la autonomía individual exacerbadas, tal como se vé en el ejemplo de los celulares que promueven el aumento tanto de la autonomía como el control territorial de los movimientos de los usuarios. La información y la comunicación enraizados en dispositivos técnicos, llegan a ser medio y fin al mismo tiempo, conformando y haciendo converger los ambientes físicos con los virtuales.

Esta breve mención de procesos y transformaciones del mundo real-virtual ayuda a comprender de que maneras nos hallamos viviendo en realidades, entornos y mundos de la vida cada vez mas complejos donde se modifican las referencias, los espacios y los tiempos: en la economía, en la política y en nuestras vidas cotidianas. ¿Como contemplar la necesidad de cambios y adaptaciones entre las 3 dimensiones de nuestros proyectos de investigación: la realidad objeto de investigación, las teorías y proposiciones sobre esas realidades, y por último, los métodos que empleamos para abordar la triple y compleja relación entre el saber, el hacer y el poder ?

Como las tendencias mencionadas anteriormente pueden dejar al lector una cierta impresión veladamente triunfalista sobre la evolución de las tecnologías y la mediatización social, creemos interesante agregar un par de observaciones desde una perspectiva prudente y crítica como la del investigador argentino Diego Levis: "los mundos virtuales son 'no lugares', pero nuestros cuerpos no pueden ser 'no cuerpos'. Este conflicto entre no lugares y cuerpos verdaderos es el centro gravitatorio sobre el cual gira la reflexión sobre la inmaterialidad digital, entendiendo como tal los espacios simbólicos generados por un sistema informático.. El cuerpo no es un símbolo, y mucho menos un objeto". {y prosigue} "La palabra mágica para la cibercultura…es 'interactividad'. Interactividad que en las tecnologías informáticas tiende a la neutralización del Otro. Cada interacción se reduce a un 'diálogo' sin fin con la máquina, en el que el otro es virtualmente uno mismo (la alteridad es confiscada por la máquina)" (D. Levis, 2009, p.124). Consideramos que estas observaciones manifiestan la necesidad que muchos percibimos de mantener la prudencia, y profundizar la revisión de ciertas proposiciones tales como la noción de 'interacción mediada por ordenador', en especial tomando en consideración los argumentos presentados sobre el proceso de comunicación humana no como una interacción sino desde la noción de interreferenciación (la comunicación como un proceso de referencia mutua entre individuos que comparten o construyen un contexto en común).

Para terminar, algunas preguntas clave: como y hasta que punto estas transformaciones modifican las formas de organización y de producción en el capitalismo como sistema, y los instrumentos teóricos que empleamos para entender y operar en sus condiciones y leyes de funcionamiento? Como entender este tardocapitalismo informacional y cognitivo? Como se modifican las relaciones que subsisten en las economías y los modos de producción tradicionales? Como impactan sobre la estructura y las dinámicas de los procesos sociales y sobre las concepciones y las prácticas políticas?


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