“Ciudadanía comunicacional, género y desarrollo“.

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Descripción

Ciudadanía comunicacional, género y desarrollo 1 Por Sandra Chaher2

La integración de los temas vinculados a comunicación y género dentro del paradigma de los derechos humanos se viene dando en forma creciente, aunque muy lenta, en los últimos 40 años. Muy de a poco, y con algunos momentos de estancamiento y otros de retroceso, los temas de comunicación han ido entrando a la agenda de los derechos humanos y el género; aunque ha sido bastante más difícil que el género entre a la agenda de los debates de la comunicación y los derechos humanos. Actualmente estamos atravesando un momento optimista con la creciente creación, en diciembre del 2013, de la Alianza Global Medios de Comunicación y Género (GAMAG, por sus siglas en inglés), a instancias de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y la posibilidad de que esa alianza influya en los debates sobre la agenda global del desarrollo que tendrá lugar en el año 2015. Durante el próximo año, se discutirán tanto los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que reemplazarán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), como la implementación que ha tenido en los últimos 20 años la Plataforma de Acción de Beijing (PAB), así como la implementación y el desarrollo de lo acordado en 2003 y 2005 durante la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información. ¿Tendrá la comunicación un espacio destacado en la revisión de la PAB? A la vez, ¿lograrán los temas de género hacerse un espacio en la nueva agenda global del desarrollo y de la sociedad de la información? Por el momento se trata de interrogantes. Aunque, a la luz de viejos y actuales acontecimientos, podemos pensar en algunos nudos que probablemente se presenten, 1

Ponencia presentada durante el Seminario Internacional Género y Academia, realizado en la ciudad de Cuenca (Ecuador) del 18 al 21 de noviembre del 2014. Organizado por la Universidad de Cuenca. 2 Periodista y licenciada en Ciencias de la Comunicación. Presidenta de la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad (Argentina) y directora del Diploma Superior de Comunicación y Género. Integrante del equipo docente del Programa de Actualización en Comunicación, Géneros y Sexualidades dictado por la Carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires; e integrante de la Red de Personas Expertas de América latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD). Compiló y editó los libros Las palabras tienen sexo. Introducción a un periodismo con perspectiva de género (2007); Las palabras tienen sexo II. Herramientas para un periodismo de género (2010) y Políticas públicas de comunicación y género: Un camino por recorrer (2014).

particularmente en lo referido al espacio que se otorgue en estos debates a los temas de comunicación y género. Estos nudos podrían tener que ver, en líneas muy generales, con, por un lado, la resistencia de las empresas de medios de comunicación a aceptar cualquier tipo de comentario o mirada crítica en relación a los contenidos que generan, los cuales son sistemáticamente rechazados con el argumento de que limitan la libertad de expresión. Por otra parte, la comunicación no ha sido nunca uno de los ejes centrales de las luchas feministas. Se la considera un elemento importante, pero no se llega a visualizar la centralidad de la comunicación, y particularmente de los medios masivos, en la deconstrucción de la violencia simbólica y las desigualdades.

¿Cómo ingresaron la comunicación y el género a los debates sobre derechos humanos y a la agenda del desarrollo?

Luego de que en 1975 la Organización de las Naciones Unidas decidieran lanzar la Década de las Naciones Unidas para la Mujer, se realizaron tres conferencias internacionales que prepararon el terreno para el gran debate que se daría en 1995 durante la Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing. En las conferencias previas sobre el tema –México, 1975; Copenhague, 1980; y Nairobi, 1985-, la comunicación estuvo presente en los debates, discutiéndose el rol de los medios en la transmisión de valores, la desigualdad en los roles de género de los que éstos dan cuenta, y la necesidad de instar a las empresas a mejorar la imagen de las mujeres y sumarlas en los cargos de decisión. A la vez, entre 1994 y 1995 se realizaron encuentros regionales e internacionales de comunicación y género3 en los que se debatió la agenda que luego sería parte del “Capítulo J” sobre medios de comunicación de la Plataforma de Acción de Beijing (PAB). Así se llegó a la redacción del “Capítulo J” de la PAB, un apartado de 11 artículos con muchísimas sugerencias de acción para los Estados, la sociedad civil y las empresas de 3

La comunicación como fuente de poder para las mujeres, realizado en Bangkok en febrero de 1994 y convocado por la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristianas (WACC), ISIS Internacional y la Tribuna de la Mujer de Nueva York; el Encuentro Regional de Comunicación y Género que se realizó en Quito (Ecuador), en abril de 1994, convocado por la Agencia Latinoamericana de Información y la Asociación Mundial de Radios Comunitarias; y el Simposio Internacional sobre Mujeres y Medios realizado en Toronto (Canadá) en marzo de 1995.

medios de comunicación y publicidad, cuyos dos objetivos estratégicos fueron: aumentar la participación de las mujeres en las empresas de medios y mejorar la imagen que éstas proporcionan. El “Capítulo J” de la PAB sigue siendo aún hoy una guía de acción para quienes trabajamos estos temas, fundamentalmente porque es muy poco todavía lo que se ha avanzado. En febrero del 2010, durante el Foro Europeo Beijing + 154 –realizado para apuntalar los debates de revisión de la PAB a 15 años de su redacción- se señaló: “El área de medios de comunicación es una de las áreas más sensibles y controvertidas. Incluirla como una de las áreas de la Plataforma de Acción de Beijing fue un gran logro, resultado de un gran esfuerzo llevado a cabo por las organizaciones de mujeres comunicadoras. (…) Entre los principales obstáculos se han debatido la connivencia de intereses políticos y económicos en lo que se refiere a medios de comunicación. También a una falta de responsabilidad de los medios de asumir su papel educativo y de creación de la cultura y la utilización de la libertad de expresión como escudo ante cualquier responsabilidad social por parte de los medios de comunicación, como es la protección de la dignidad humana”. Los estereotipos sociales y culturales como motivo de preocupación, por la reproducción de la violencia simbólica que implican, fueron a la vez incluidos dentro de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés), en su artículo 5. La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (Convención de Belem do Pará) también se refiere, en su artículo 6, a la necesidad de erradicar los patrones socioculturales de conducta que fomentan la desigualdad; pero además, en su artículo 8, hace una referencia específica a los medios de comunicación señalando que se los debe alentar a que contribuyan a erradicar la violencia hacia las mujeres. ¿Ha tenido impacto esta normativa? En mayo del 2014 fue realizado por la Organización de Estados Americanos (OEA) el Foro Hemisférico Belém do Pará + 20 en Pachuca, México. El objetivo del mismo fue revisar el cumplimiento de la Convención de Belém do Pará a 20 años de su aprobación y fue dedicado a educación y medios de comunicación por entender la OEA que éstas fueron las áreas más desatendidas en los últimos 20 años en nuestra región en el combate a la violencia de género 5. Durante ese encuentro, Bárbara Bailey -experta del Comité CEDAW-, expuso sobre la forma en que tanto la CEDAW como Belém do Pará abordaron la dimensión cultural de la violencia hacia la mujeres y, para ello, revisó los reportes de ambos comités: “Descubrí, y 4

Foro Europeo Beijing + 15. “Grupo de debate educación y medios de comunicación”. Cadiz, 2010. Chaher, Sandra. “Foro Hemisférico Belém do Pará + 20: ‘Se debe enfatizar más el combate a los estereotipos culturales’” en Comunicar Igualdad, 22/5/2014. En línea (10/11/2014). 5

esto es desafortunado –observó-, que los comités realizaron hasta ahora muy poco énfasis sobre la prevención de la violencia. Se centraron en la protección de las víctimas, el castigo y la reparación de daños, pero no encontré ningún indicador que se fijara específicamente en los modelos de conducta”6. Pero aun no habiendo sido eje de políticas públicas, ni habiendo recibido una atención especial por parte de los estados, los temas de comunicación y género han ingresado en los últimos años a la agenda de género y de comunicación de la región, impulsados por organizaciones y redes de la sociedad civil dedicadas al tema, como veremos más adelante.

Derecho a la comunicación y género

En los debates sobre derecho a la comunicación tampoco ha sido fácil la inclusión de los temas de género. Como ejemplo podemos citar la ausencia de mujeres en la redacción del informe de la UNESCO Un solo mundo, voces múltiples (Informe Mac Bride), excepto al final del mismo7; y la dificultad para la inclusión de la dimensión de género en el documento final de la Cumbre de la Sociedad de la Información8. Sin embargo, los reclamos surgidos de los encuentros de comunicación y género, y del mismo “Capítulo J” de la PAB, tienen muchos puntos en común con los postulados del derecho a la comunicación explicitados en el Informe MacBride y luego retomados por muchísimas organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo a lo largo de los últimos 35 años. Desde ambas corrientes de pensamiento se reclama una modificación de los flujos comunicacionales a favor de los sectores más desaventajados de la sociedad: los países en desarrollo y las personas o identidades feminizadas; se solicita al Estado participación en la redistribución de los recursos simbólicos (capacitación y acceso), y se reclama una comunicación ética y una utilización responsable del derecho a la libertad de expresión.

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Idem. Gallagher, Margaret.“Gender and communication policy: Struggling for space”. En Robin Mansell y Marc Raboy. The Handbook of Global Media and Communication Policy. Blackwell Publishing Ltd. 2011. 8 Sabanes Plou, Dafne. “Mujeres en clave digital: de las redes a la apropiación de las tecnologías y el ciberespacio”, ponencia presentada en el IV Congreso de Estudios de Género. Julio 2008. 7

El derecho a la comunicación es un “derecho emergente”9 -no ha sido aún reconocido en tratados internacionales- que se refiere a la posibilidad de que las personas no sólo podamos emitir información y recibirla en forma objetiva y veraz, sino también producirla y transformarla en conocimiento y a que podamos transformarnos en sujetos y “sujetas” comunicacionales con derechos que los Estados deben garantizar. Entre estos derechos está la posibilidad, como bien ya señalaba el Informe MacBride, de que el acceso a los medios de comunicación no esté restringido a un espectro limitado de voces, sino que sea diverso y plural, y en esa pluralidad debemos ser incluidas las mujeres y las personas que tradicionalmente han quedado fuera de los medios por tener identidades de género y opciones sexuales no hegemónicas. No es posible imaginar un derecho a la comunicación efectivo y real si la desigualdad y la diferencia –del tipo que sea: raza, género, opción sexual, ideología, religión o cualquier otra- son parte de la constitución de los medios y por tanto de la sociedad y la cultura. Y además del acceso de las voces diversas y múltiples, debe estar también garantizado el buen trato por parte de los medios, la ausencia de discriminación en el abordaje mediático. ¿Es posible que las empresas de medios ejerzan el derecho a la libertad de expresión sin discriminar? ¿Pueden, y deben, los medios ser responsables de los contenidos que emiten? ¿Pueden estos contenidos vulnerar derechos humanos?

El escenario actual de comunicación y género en la región

Como decíamos en el inicio, en los últimos tiempos parece haber habido un intento de los organismos internacionales y regionales de derechos humanos por impulsar acciones a favor del combate a la desigualdad en los medios de comunicación. En diciembre del 2013, UNESCO realizó en Bangkok el Foro Global en Medios de Comunicación y Género, durante el cual fue creada la Alianza Global Medios de Comunicación y Género (GAMAG). El objetivo explícito por parte de UNESCO para la GAMAG es “instalar en el debate internacional la necesidad imprescindible de que los temas de género, y particularmente la

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Saffon, María Paula. El derecho a la comunicación: un derecho emergente. Centro de Competencia en Comunicación para América Latina. Fundación Friedrich Ebert. Bogotá, 2007.

comunicación, sean parte de los elementos que se consideren centrales en una agenda futura de desarrollo”10. Que sea garantizada la libertad de expresión de las mujeres fue uno de los ejes de debate del Foro y quedó plasmado en el Plan de Acción de la GAMAG. Allí se señaló que el acceso a la comunicación de las mujeres es parte de su derecho a la libertad de expresión y que el hecho de que las mujeres puedan expresarse libremente contribuirá al cambio social11. Durante el mencionado Foro Hemisférico Belém do Pará + 20, realizado en México en mayo del 2014 a instancias de la OEA, fue aprobada la Declaración de Pachuca, que señala en su artículo 17 el compromiso de “promover el cumplimiento de la normativa internacional, respetando tanto la libertad de expresión – incluyendo el derecho a la información y la comunicación de las niñas y las mujeres – como el derecho a la no discriminación”. A la vez, en varios países de nuestra región fueron aprobadas en los últimos años normas relativas a violencia contra las mujeres que incluyen la figura jurídica de violencia mediática, lo cual abre un escenario inédito para la regulación de los contenidos de los medios de comunicación desde un punto de vista de género. Argentina, Venezuela y Bolivia son tres de los países de América Latina que, en el marco de la aprobación de recientes leyes de violencia hacia las mujeres de segunda generación12, incluyeron figuras jurídicas de violencia mediática que se refieren específicamente a la violencia sufrida por las mujeres en los medios de comunicación. En Venezuela, la aprobación de la Ley de Responsabilidad Social de Radio y Televisión (conocida por sus siglas: Ley RESORTE), en 2004, y de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en 2007, configuraron un escenario para la regulación de los contenidos de los medios de comunicación en relación a temas de género. Sin embargo hasta la fecha se avanzó muy poco sobre el tema 13.

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Chaher, Sandra. “Un esfuerzo global para erradicar la discriminación de género de los medios de comunicación” en Comunicar Igualdad, 10/12/2013. En línea (10/11/2014). 11 Idem. 12 Una vida libre de violencia para las mujeres. Encuentro de Mujeres Parlamentarias de América Latina y el Caribe. 13 Kislinguer, Luisa. “Aproximación al marco regulatorio venezolano en relación a las mujeres y su situación en los medios de comunicación” en Políticas públicas de comunicación y género: Un camino por recorrer. Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, Fundación Friedrich Ebert y Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina. Buenos Aires, 2014.

En Bolivia, donde en el año 2013 fue aprobada la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, actualmente se está trabajando en la implementación de la misma. En Argentina fueron aprobadas en el año 2009 la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que regula los contenidos de radio y televisión, y la Ley de Protección Integral de la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que se desarrollan sus relaciones interpersonales. Las medidas dispuestas en ambas normas, más decretos y otras políticas públicas generadas a partir de las mismas, ha permitido en los últimos años avanzar enormemente en relación a sensibilidad de la población sobre la violencia mediática y la discriminación de género en los medios, a la vez que ha puesto en evidencia el necesario rol del Estado como garante del derecho a la comunicación. En el libro Políticas públicas de comunicación y género en América Latina: Un camino por recorrer14 - publicado en el año 2014, y basado en el estudio de seis países: Argentina, Brasil, Colombia, México, Uruguay y Venezuela- se señalan algunos aspectos en común en relación a las políticas públicas de comunicación y género, y a la situación de los medios de comunicación desde un punto de vista de género, en los casos estudiados: 1) Imágenes estereotipadas de las personas de acuerdo a su identidad de género y opción sexual. No aparecen en los medios registros de tratamientos adecuados, conforme a un paradigma de derechos humanos. 2) Concentración de la propiedad de los medios y vínculo entre las empresas de medios y otras corporaciones que venden sus productos a través de estrategias publicitarias sexistas. La concentración y el poder de los medios los transforma en actores muy potentes a la hora de oponerse a cualquier tipo de observación. 3) Apelación al argumento de la libertad de expresión por parte de las empresas de medios para cuestionar cualquier tipo de intento de regulación o mirada crítica sobre los mismos. 4) Ausencia de políticas públicas de comunicación y género explicitadas como tales, y de normativa específica sobre el tema. El entramado normativo se arma, en los países que existe, con leyes sobre medios por un lado y sobre violencia hacia las mujeres y discriminación por otro. 5) Falta de implementación y de presupuesto de la normativa existente. 6) Focalización de todas estas medidas en uno de los objetivos estratégicos del "Capítulo J" de la PAB, el que se vincula a la imagen de la mujer en los medios. El 14

Chaher, Sandra (comp.). Políticas públicas de comunicación y género en América Latina: Un camino por recorrer. Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, Fundación Friedrich Ebert y Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de Argentina. Buenos Aires, 2014.

objetivo que refiere a la necesidad de democratizar la estructura laboral de los medios no es eje de política pública.

¿Podemos/debemos ser optimistas?

Según el Proyecto Monitoreo Global de Medios que realizada cada 5 años, desde 1995, la Asociación Mundial para las Comunicaciones Cristinas, la imagen de la mujer en los medios de comunicación ha mejorado. Las mujeres hemos pasado de ser sujeto de la noticia del 17% de los casos en 1995, al 24% en el 2010. A la vez, hemos crecido como “sujetas” de las notas sobre Política y Gobierno y sobre Economía, las dos áreas de los medios hegemonizadas tradicionalmente por los varones por dar cuenta del ámbito público. Actualmente, en ambos espacios ocupamos aproximadamente el 20% de las noticias de los medios; si bien es una cifra que no refleja la realidad de muchos países en los que las mujeres ocupamos el 30% ó 40% de los puestos en cargos políticos y empresariales, es una representación sustancialmente mejor a la de 1995 cuando no superábamos el 10%. A la vez hemos descendido en las representaciones que se hace de nosotras como víctimas de diferentes tipos de situaciones 15. Esto en relación al Objetivo Estratégico 2 de la PAB. Y en relación al Objetivo Estratégico 1, referido a la presencia de las mujeres dentro de la estructura laboral de los medios de comunicación, en 2011, el Informe Global sobre la Situación de las Mujeres en los Medios de Comunicación -realizado por la Fundación Internacional de Mujeres Periodistas (IMFW por sus siglas en inglés)- en compañías de diarios, televisión y radio de 59 naciones de todas las regiones del mundo, daba cuenta de que los varones continúan ocupando la mayoría de los puestos de dirección y de trabajo en gran parte de las naciones investigadas: 73% de los altos cargos y casi 65% entre los reporteros; sólo en un nivel intermedio las mujeres llegan al 41% del personal 16. Es decir que aún estamos lejos del logro de la paridad en las empresas de medios.

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¿Quién figura en las noticias? Proyecto de Monitoreo Global de Medios 2010. Aspectos destacados de los hallazgos preliminares. 2010. 16 Chaher, Sandra. “La discriminación en las salas de redacción” en Artemisa Noticias, 20/5/2011. En línea (11/11/2014).

Por otra parte, si bien hay mejoras en los indicadores, de continuar la progresión actual, la paridad (tanto en la representación como en la estructura de los medios) estaría lográndose en no menos de 30 ó 40 años17. A la vez, la mejora en la representación numérica no da cuenta de la calidad de las producciones comunicacionales, que pueden continuar viciadas de sexismo y estereotipos de género. Por último, sabemos muy poco aún de la forma en que son representadas las personas en los medios en casos de que presenten identidades de género u opciones sexuales no hegemónicas e incluso mismo en el caso de los varones analizados desde los estudios sobre las masculinidades. Las investigaciones sobre representación de los medios se centraron hasta la fecha fundamentalmente en la desigualdad hacia las mujeres heterosexuales. Sin embargo es evidente la ausencia, y el maltrato, que los medios hacen de cualquier persona que no se identifique con las masculinidades hegemónicas, y la forma misma en que éstas masculinidades son retratadas representan formas de violencia hacia los varones. Por tanto, necesitamos investigaciones que nos permitan diagnosticar cómo la forma en que los medios dan cuenta de las personas en sus múltiples y diversas expresiones e identidades de género y opciones sexuales se aleja del paradigma de los derechos humanos. Los esfuerzos que está realizando UNESCO a través de la creación de la GAMAG seguramente lograrán un resultado en la línea de instalar más fuertemente el tema de medios de comunicación y género en los futuros debates de la agenda del desarrollo. A la vez, estas acciones seguramente tendrán impacto en cada región más allá de estos acuerdos, ya que la GAMAG está integrada por organizaciones públicas, privadas y de la sociedad civil de todo el planeta preocupadas por lograr que los medios tengan una mirada inclusiva y no sexista. Probablemente los resultados de los debates en torno a la revisión de la PAB y de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, y la discusión sobre la Agenda de Desarrollo Post 2015, serán un buen indicador de la importancia que la agenda internacional dará a este tema en los próximos años. En nuestra región, es fundamental continuar profundizando las opciones de discusión pública y de regulación de medios que han aparecido en los últimos años en el contexto de debates sociales más amplios sobre violencia de género por un lado, y sobre políticas

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Santoro, Sonia. ''Es inadmisible que los medios ignoren el género'' en Artemisa Noticias, 22/4/2009. En línea (11/11/2014).

comunicacionales por otro. En la actualidad es ya casi imposible que estas discusiones no incluyan dimensiones comunicacionales en un caso, y de género en otro. Por otra parte, se debe explorar la posibilidad de que en el ámbito regional, la OEA comience a reclamar a los países la rendición de cuentas sobre temas vinculados a comunicación en el caso de leyes nacionales sobre violencia hacia las mujeres que incluyan la figura jurídica de violencia mediática o similares. Esto permitiría avanzar en la rendición de cuentas sobre el tema por parte de los Estados y el reforzamiento de la ciudadanía comunicacional. La democracia no es posible sin la inclusión de todas las voces. La ciudadanía comunicacional no puede construirse con sujetos ausentes.

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