ZAPATISTAS EN LA ESCUELA

December 26, 2017 | Autor: Jose Luis Rodriguez | Categoría: N/A
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Descripción

ZAPATISTAS EN LA ESCUELA José Luis Rodríguez V. Ayer, estábamos en el salón, cuando de pronto llegó el prefecto y nos dijo: -Agarren sus cosas y vayan al auditorio. Tenemos conferencia. Pero vayan en orden y por favor no vayan a hacer relajo porque también va a estar el director y algunos maestros. -¿Qué pasa? - Que vayan a ver a los zapatistas. Entramos al auditorio y nos sentamos. Salió el director y nos dijo que guardáramos silencio. Después de unos minutos, llegaron los chiapanecos, o más bien, los zapatistas. Todos los alumnos nos quedamos callados al ver su vestimenta. Vimos a dos hombres y a dos mujeres. Ellos traían una gorra negra que tapa toda la cara y que nomás se les miran los ojos, se llama pasamontañas. Un maestro que venía con ellos nos dijo que unos indígenas chiapanecos venían a hablar con nosotros sobre las cosas que les estaban pasando y los presentó. Sus nombres eran: Celso, Yessica, Rufina y Mateo. Después de un buen rato, ellos nos dijeron que querían que nosotros cantáramos el himno nacional mexicano. Ellos saludaban de otra forma, no saludaban como nosotros, ellos se ponen la mano izquierda en la frente y nosotros en el pecho. Después ellos cantaron su himno zapatista que no le entendimos nada. Estuvimos riéndonos. Todos empezaron a decir que eran “Las jilguerillas” en concierto. Una señora, la compañera Jessica, leyó un informe de que el gobierno no los atendía, que el pinche gobierno les había firmado un papel para que les hicieran escuelas y carreteras pero que ellos no habían cumplido. Ella dice que en Chiapas hay petróleo, que hay muchas riquezas pero que el pinche gobierno se lo deja todo para él y que a ellos no les da nada. El gobierno no los deja trabajar, que 70,000 soldados los vigilan para que no trabajen. Jessica dijo que querían unos maestros que no sean huevones, porque allá llegan a dar clase a las once de la mañana y eso para ellos no es justo porque los niños no aprenden nada. Ellos quieren maestros democráticos, trabajadores y responsables. Después, el maestro que los acompañaba nos preguntó que si teníamos preguntas para ellos. Nosotros no dijimos nada pero momentos después muchos alumnos empezaron a preguntar. Preguntaron que si por qué andaban enmascarados y respondieron que ese era el símbolo de su bandera. Una compañera del grupo preguntó que si qué significa el pañuelo rojo en el cuello y Celso contestó: "Pues nosotros siempre lo traemos, nosotros estamos

representando nuestra bandera zapatista ". Como Rufina no sabía hablar español, ella no entendía y los hombres contestaban por ella. Después les hicieron muchas preguntas y casi no supieron contestar y entre más les preguntaban más se ponían nerviosos. La maestra de Civismo nos dio unas porras para que se las dijéramos a los zapatistas: -

¡Chiapas, amigo Michoacán está contigo!

-

¡Chiapas, hermano la secundaria te da la mano!

-

¡Chiapas, escucha Michoacán está en la lucha!

Otro maestro nos decía: -¿Apoyan al pueblo indígena? -¡Sí! -¿Apoyan al ejército zapatista de liberación nacional? y todos gritaban, en el auditorio: -¡Sí! Un maestro que venía con ellos nos dijo que si no los podíamos ayudar con una monedita de lo que sea su voluntad porque el gobierno no les ayudaba para nada y empezaron a pasar un botecito para dar una cooperación. Yo nada más di diez centavos. Después todos se despidieron agradeciéndonos por la atención prestada. Momentos después salimos del auditorio para irnos a nuestros salones. Los de mi grupo decían que si los zapatistas no tienen dinero para nada, con qué compran todas esas armas tan caras. Todavía no encuentro ninguna respuesta a esa pregunta. Yo pienso que lo hacen para fastidiar al gobierno de México. En eso, dieron el timbre para salir al receso a comprar, a divertirnos y a platicar. Nosotros salimos a la tienda para jugar “King of fighters” en las maquinitas. En la calle, unas alumnas querían saludar a los zapatistas que estaban adentro de un carro blanco. Curiosas se amontonaban viéndolos por los cristales.

A la vuelta de la esquina, estaba estacionada una chinchita azul. Era el carro de la maestra Adelfa, que nos había dado clase en la primaria. Nos acercamos para saludarla pero ella no estaba adentro. Por la ventanilla abierta, vimos que la mujer que estaba en el asiento delantero se quitó el pasamontañas y le vimos la cara: - ¡Es la maestra Adelfa!

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