Vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

September 29, 2017 | Autor: Fernando Calonge | Categoría: Social Exclusion, Vulnerability, Exclusión Social, Vulnerabilidade social
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Descripción

Vulnerabilidad y riesgo en el municipio de Ocotlán

Vulnerabilidad y riesgo en el municipio de Ocotlán Eduardo Hernández González Fernando Calonge Reíllo Editores

Universidad de Guadalajara 2014

Primera edición, 2014 D.R. © Universidad de Guadalajara Centro Universitario de la Ciénega Av. Universidad 1115, Col. Lindavista, CP 47820 Ocotlán, Jalisco, México ISBN 978-607-450-983-0 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

Índice

introducción



Fernando Calonge Reíllo Eduardo Hernández González

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1. vulnerabilidad y exclusión en minorías locales



Fernando Calonge Reíllo

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2. violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados



Liliana Ibeth Castañeda Rentería Karla Alejandra Contreras Tinoco

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3. representaciones sociales de la inseguridad y miedo al delito en habitantes de ocotlán, jalisco Ana Cecilia Morquecho Güitrón

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4. redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses Eduardo Hernández González Paulina Martínez González

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consideraciones finales: hacia la construcción de estrategias para la acción pública



Fernando Calonge Reíllo Eduardo Hernández González

los autores

123 133

introducción fernando calonge reíllo eduardo hernández gonzález

A la hora de enfocar los problemas sociales que vive la Federación, el Estado y también el municipio de Ocotlán, una de las opciones es atender directamente al fenómeno para poder llegar a cuantificar y circunscribir su extensión. Con ser necesaria esta labor, sin embargo, no creemos que sea la única y mucho menos, la esencial, en la medida en que estaría olvidando esos otros fenómenos, más sustanciales todavía, y que están predisponiendo la emergencia de dicha problemática. Estos otros fenómenos, que constituirían algo así como una especie de antecedentes, son los que ayudan a precisar las distintas situaciones de vulnerabilidad. Estudiar la situación de vulnerabilidad de un municipio equivale a rastrear aquellas condiciones de vida del municipio que, de alguna manera, podrían estar actuando como caldo de cultivo para la aparición de las conductas y actividades de la violencia. Se parte del supuesto de que si se presenta la violencia en el municipio, ello es debido a que, previamente, alguno de sus elementos constitutivos es vulnerable. De este modo, eliminar y actuar sobre la condición de vulnerabilidad equivaldría a actuar indirecta, pero de una manera más eficaz, sobre los fenómenos de la desintegración social. Los capítulos que integran este libro tienen como fuente empírica la realización de seis entrevistas en profundidad a miembros de la ciudadanía y a agentes institucionales del municipio y otras dependencias. Hay que señalar que esta parte del trabajo de campo complementaría otra serie de investigaciones que los miembros del equipo, de manera individual o colectiva, estaban desarrollando sobre cuestiones afines, dentro de sus áreas de espe9

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

cialización. Así, se podrá comprobar en la presentación de los resultados que a continuación se incorpora, que aparte del material capturado en el trabajo de campo, existe una cantidad mucho mayor de fuentes de información, datos y entrevistas que ha venido a nutrir cada uno de los capítulos. Junto a la realización del trabajo de campo, también se dispuso de un equipo de documentalistas encargados de realizar una búsqueda de información relevante, principalmente en el municipio. Esta búsqueda se focalizó en datos y estadísticas publicadas en internet, en registros relacionados con la vulnerabilidad con que pudieran contar las distintas instancias municipales y otras instituciones presentes en el municipio, y, finalmente, en artículos, informes y tesis que se hubieran publicado sobre la realidad social del municipio de Ocotlán, y que también fueran relevantes para ubicar su problemática. El presente documento reúne los principales hallazgos obtenidos después de este proceso de recogida y análisis de la información. Está dividido en cuatro capítulos y un apartado final de síntesis y recomendaciones. En el primer capítulo, sobre la “Vulnerabilidad y exclusión en minorías locales”, su autor, Fernando Calonge Reíllo, se dedica a reflexionar brevemente sobre el propio concepto de vulnerabilidad, a la búsqueda de una acepción que sea adecuada para poder estudiar la realidad en el municipio de Ocotlán. Acto seguido, pasa a identificar los grupos que presentan unos mayores problemas de vulnerabilidad y de exclusión social, los sitúa en aquellos grupos domésticos comandados por 1) mujeres, 2) población indígena, 3) mayores de 70 años y 4) analfabetos. Después de describir las condicionantes para su vulnerabilidad, el autor estudia la forma como, en su cotidianidad, dichos grupos viven y padecen la exclusión social como un fenómeno de violencia social. Finalmente, reflexiona acerca de cómo estas condiciones de vulnerabilidad pueden suponer, al mismo tiempo, un amplificador para los propios procesos de la violencia en el municipio. En el segundo capítulo, “Violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados”, sus autoras, Liliana Ibeth Castañeda Rentería y Karla Alejandra Contreras Tinoco realizan una revisión teórica que les sirve para

introducción

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afinar los conceptos a la hora de establecer qué se va a entender por violencia, violencia doméstica y violencia de género. Acto seguido proceden a reunir una serie de datos que ubican la problemática de la violencia de género en la Federación, el Estado, y finalmente el municipio de Ocotlán. Para este último ámbito, se centran en el análisis de las estadísticas conseguidas por la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar (uavi), y realizan una radiografía de la situación, basada en los tipos de delitos cometidos, y en las características de las víctimas. Finalmente, estos datos les permiten entrar más en profundidad a examinar las situaciones de vulnerabilidad y de violencia vividas por las mujeres en los espacios públicos del municipio, para lo que se centran en las colonias donde este fenómeno de la violencia de género parece más acerbo. En el tercer capítulo, “Representaciones sociales de la inseguridad  y miedo al delito en habitantes de Ocotlán, Jalisco”, Ana Cecilia Morquecho Güitrón realiza una aproximación teórica que le permite ubicar la problemática de la violencia dentro de la tradición teórica de las “Representaciones sociales”, bajo el rubro específico de la construcción social del miedo. Estas reflexiones le llevan a focalizarse en aquellos factores presentes en el municipio de Ocotlán, y que pueden estar incidiendo en la presencia de la sensación de inseguridad y de miedo en la localidad. Asimismo, analiza las representaciones sociales presentes en el municipio sobre el tipo particular del delincuente, señalando los atributos y características que socialmente suelen asociarse de forma predominante estos sujetos. Además, para arrojar más luz, contrapone estos factores a aquellos que dibujarían una situación de seguridad. La autora concluye su capítulo reflexionando sobre la importancia de trabajar no sólo sobre los aspectos objetivos de la violencia, sino también sobre estos otros del miedo y la sensación de inseguridad. En el cuarto capítulo, “Redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses”, Eduardo Hernández González y Paulina Martínez González realizan un breve análisis teórico del concepto de la cohesión social para conseguir resaltar sus principales dimensiones. Después de haber indicado que la confianza, la igualdad, la participación y la generación de redes sociales son

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

componentes fundamentales del concepto de cohesión social, se dedican a estudiar cómo están presentes en el municipio de Ocotlán. Para ello se basan en una encuesta de elaboración propia, realizada en el año de 2011, que les permite establecer exactamente los distintos niveles para la cohesión social, y los sitúan contra el marco de referencia de una encuesta similar desarrollada en el área metropolitana de Guadalajara. Concluyen su presentación examinando cómo se relacionan entre sí los niveles alcanzados en cada una de las dimensiones para la cohesión social, lo que les permite establecer un panorama bastante claro de los principales déficits que se presentan en el municipio. Finalmente nos resta invitar al lector a adentrarse en el conocimiento de los temas retratados en el documento. A través de sus páginas encontrarán un análisis detallado sobre aspectos relevantes de la vida social de los ocotlenses que interactúan y se interceptan con la realidad social en el municipio de Ocotlán, muchos de estos factores hunden sus raíces en dinámicas regionales, nacionales e internacionales y son fuente de los desequilibrios globales, por ello el documento ofrece interesantes reflexiones teóricas al hilo de los distintos procesos de exclusión social que ocurren en la cotidianidad ocotlense.

1. vulnerabilidad y exclusión en minorías locales fernando calonge reíllo

Introducción El presente capítulo tiene por finalidad la identificación de los principales grupos vulnerables de la ciudad de Ocotlán, dentro de un estudio de mayor calado que indaga por los orígenes de la violencia social en el municipio. Es en este sentido, de vulnerabilidad para la violencia como tiene que entenderse su propósito. Sin embargo, como se tendrá oportunidad de reflexionar, la vulnerabilidad dista mucho de ser una realidad clara y aproblemática. Además, se van a considerar dos direcciones complementarias de análisis de la problemática: en primer lugar se estudiará la forma como una serie de discriminaciones y violencias hace especialmente vulnerables a las familias, en el sentido de que van a ver mermados sus derechos y capacidades más básicas; pero, también, se intentará comprobar cómo la vivencia de estos procesos de discriminación y violencia genera, a su vez, las condiciones para que los miembros de estas familias sean vulnerables a ceder y perpetrar la violencia. Para cumplir con mi propósito, realizaré primero una breve discusión teórica para ubicar la problemática de la vulnerabilidad. Después, basándome en una explotación estadística de la primera muestra del censo de 2010, caracterizaré los que han aparecido como los más importantes grupos vulnerables de la ciudad. Los dos apartados siguientes servirán para el propósito de esclarecer cómo, en consonancia con lo expresado, las condiciones de vida de estos grupos así caracterizados se ven desprovistas de la posibilidad de ejercer la mayor parte de sus derechos, pero también la forma como dicha realidad puede inducir a los miembros de estas familias para el ejercicio de la violencia. 13

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Medio. Vulnerabilidad, ¿respecto a qué? Dentro de las ciencias sociales se ha extendido un interesante debate en torno a una serie de conceptos con los cuales analizar situaciones de pobreza y de vulnerabilidad. Ya en los años setenta del pasado siglo una serie de análisis neo-marxistas tendieron a levantar una panorámica macro-sociológica sobre las relaciones de dependencia entre los países industrializados y los países pobres. En particular, se intentaba explicar la pertinacia y el sentido endémico de ciertos fenómenos como la pobreza o la exclusión social en que vivían instalados los, por aquel entonces, llamados países del ‘Tercer Mundo’. Según argumentaba Dos Santos (2003), los países pobres estaban condenados a permanecer dentro de esta condición, debido a que la pobreza se originaba dentro de unas inequitativas relaciones internacionales CentroPeriferia. En concreto, el desarrollo experimentado dentro de los países del Centro era fruto de la explotación de este tipo de relaciones asimétricas. Incluso los intentos de desarrollo de los países periféricos estaban condenados al fracaso, debido a que se producían dentro de una dinámica de desarrollo dependiente; esto es, los programas de crecimiento económico de los países pobres, tan en boga en los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado, se supeditaban a una situación de dependencia respecto a los países del Centro, en lo que hacía a transferencias de financiamiento, tecnología y recursos. De modo que la pobreza era el resultado de un fenómeno antecedente y primero, como era la existencia de relaciones internacionales de dependencia. Vale la pena mencionar esta teoría porque pone de manifiesto un rasgo que habremos de recuperar y explotar en nuestro análisis de los grupos vulnerables: la relacionalidad propia de la que derivan los fenómenos de pobreza. Aunque han sido ampliamente criticadas, no obstante buena parte de los análisis críticos que en la actualidad se hacen de la globalización neoliberal encuentran en estos trabajos una importante fuente de inspiración. Sin embargo, el propio sentido macro-sociológico de estas teorías hace que sean poco útiles a la hora de analizar fenómenos concretos de marginación dentro de las sociedades que queremos analizar.

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El gran defecto de los subsiguientes estudios sobre la pobreza, presentes en los años ochenta y noventa del siglo pasado es que pierden de vista precisamente esta naturaleza relacional de la desigualdad social. Al focalizarse exclusivamente en una caracterización de la pobreza, se detienen a caracterizar cada uno de sus rasgos, a establecer una serie de parámetros que permitan y justifiquen hablar de pobreza, y a estudiar los mecanismos para superar estas situaciones de privación. Los debates, entonces, gravitan en torno a qué puede considerarse pobreza, en torno a la discusión sobre cuáles habrán de ser los mejores criterios para poder hablar de pobreza (Pérez y Mora, 2006: 14). El problema entonces surge cuando se consiguen trazar cuadros más o menos precisos de la realidad, pero se dejan de lado los elementos de análisis oportunos que llevarían a poder dar cuenta de su emergencia. O en otras palabras, no se analizan los procesos históricos, sociales y económicos que motivan precisamente el surgimiento y la permanencia del fenómeno de la pobreza. Porque, como atinadamente han subrayado Stewart, Barrón y Brown (2005: 3) si no se atienden esos mecanismos de la discriminación, la pobreza podrá atenuarse, pero nunca desaparecerá por completo. De lo anterior se sigue que, a pesar de que se realizará una caracterización de los grupos vulnerables del municipio de Ocotlán, sin embargo el análisis debe ir más allá del establecimiento de sus principales rasgos. Junto al detalle de las situaciones en que viven instaladas determinadas familias del municipio, incorporaré también otra serie de reflexiones que aclaren de qué manera están siendo generadas y vividas, de modo que se incorporen también estos otros vectores históricos y generativos. El concepto que mayoritariamente es utilizado, después de los dos ya señalados de dependencia y de pobreza es el de exclusión social. Al hablar de exclusión social se consigue el evitar caer en las generalizaciones propias de las primeras teorías de la dependencia, desde el instante en que se señalan exclusiones particulares y delimitadas que están teniendo lugar no en una inespecífica red de relaciones internacionales, sino en el seno de grupos sociales bien definidos. Pero al mismo tiempo el concepto guarda lo sustancial del enfoque relacional. En lugar de sugerir no más que una radiografía de una

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situación social, el término específico de exclusión señala directamente a un acto de excluir, es decir, a un juego de relaciones sociales que presentan unos ganadores y unos perdedores (Pérez y Mora, 2006: 22). En este sentido es perfectamente compatible el crecimiento y desarrollo de los grandes agregados macroeconómicos de una sociedad con la permanencia en la pobreza de una buena parte de los grupos que la conforman (Stewart, Barrón y Brown, 2005: 5), por el hecho de que, bajo el capitalismo, el crecimiento tiene lugar a través de un proceso de ‘acumulación a través de la desposesión’.1 Esta noción de exclusión social que aquí voy a seguir para hablar de los grupos vulnerables, es además útil desde el punto de vista que trasciende aquella noción estática y sin tensiones de la pobreza. Según los estudios que inspiraba, se era pobre o no se era pobre, se atravesaba o no se atravesaba por dificultades. Por el contrario, un estudio basado en lo relacional, en las formas de exclusión y de desapropiación nos permite visualizar situaciones que, aunque no refieran a la pobreza, estrictamente hablando, sin embargo sí que denotan tensiones, dificultades y desposesionamientos. Esto es particularmente importante, porque ayuda a iluminar una serie de contradicciones que se daban en el caso de Ocotlán. Porque, si bien el municipio, bajo el paradigma de los estudios de la pobreza, en términos generales no se pudiera considerar como pobre, sin embargo sí está presente en todas las entrevistas realizadas ese sentimiento de privación y de dificultades que viven las familias. En efecto, el Consejo Nacional de Población, en sus estudios que realiza sobre los niveles de marginación, ubica a Ocotlán en una posición ciertamente aventajada, si no privilegiada, pues es el único municipio de la región Ciénega, junto a Chapala, que presenta un grado de marginación considerado como ‘muy bajo’ (conapo, 2010: 143). Sin embargo, ha sido una dominante encontrar relatada una dilatada serie de dificultades que atraviesan las familias para sobrevivir día con día. Como 1

En la caracterización que hace Harvey de los procesos por los cuales determinados bienes so-

ciales, comunitarios o incluso individuales son retraducidos en una apropiación privatizada que realizan las principales compañías capitalistas (Harvey, 2005: 159).

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indico, el concepto de exclusión social nos ayuda a entender esta ambigüedad. Si bien estas familias, objetivamente, no pueden ubicarse en el cuadro de los grupos sociales pobres, sin embargo no por eso dejan de sentir las presiones descendentes propias de estos mecanismos de desposesión que están detrás de la exclusión social. A este respecto la interpretación correcta sería afirmar no que el grueso de las familias de Ocotlán está al margen de la marginación, sino que, viviendo dentro de los procesos de la exclusión, sin embargo no han sido aun completamente marginados.2 Además, el término exclusión social evita cierto tipo de connotaciones negativas, que presentan problemas de contrastación empírica, como son otra serie de vocablos como opresión y explotación. La exclusión simplemente comporta los procesos que repercuten en que ciertos grupos de la población queden marginados del reparto de los recursos, sociales, económicos y culturales. No menciona el aspecto de las voluntades y su violentación que sí está presente en estos otros conceptos ya mencionados de explotación y opresión. En este sentido, un análisis en términos de exclusión social es enteramente compatible con un marco ‘pacificado’ de igualdad como es el de la ciudadanía. Más concretamente, la exclusión social sería el mecanismo prioritario de producción de desigualdad, dentro de ese marco general de isonomía y equidad de reconocimiento que implica la ciudadanía.3 Algo que no sucede con esos otros conceptos ya mencionados de explotación u opresión. Dentro de esta reubicación de los fenómenos de exclusión, en el entorno de poblaciones y sociedades concretas, habremos de caracterizar, por tanto, los recursos de que disponen los distintos grupos, las habilidades y capacidades que desarrollan sus miembros, pero también la manera como individuos y grupos sociales se relacionan entre sí determinando una concreta distribución relativa de la pobreza.4 2

Análisis similares están también presentes en Jusidman (2009: 192) y Pérez y Mora (2006: 17).

3

Dentro de la brillante distinción que estableciera Marshall entre la desigualdad cuantitativa o

de recursos y riquezas, y la igualdad cualitativa de reconocimiento y estima (1997: 301). 4

Tal y como Clara Jusidman aconseja estudiar esa triple dimensión de la exclusión (2009: 191).

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Caracterización de los grupos vulnerables de Ocotlán Sin duda uno de los fenómenos que presenta más dimensiones de análisis y estudio sea este de la vulnerabilidad y la exclusión social. Como han señalado Pérez y Mora (2006: 30), pueden encontrarse múltiples vectores sobre los cuales se puede estar ejerciendo la exclusión, de manera que un mismo grupo social puede estar siendo marginado por muy diversas circunstancias. Esta advertencia debe precavernos contra la realización de caracterizaciones demasiado simplificadoras. Es decir, habrá que evitar cuantificar las dimensiones de la marginación a través de una sola variable y, además, habrá que evitar restringir a la cuantificación la caracterización de este fenómeno, abriéndolo a otras vías de comprensión. En esta dirección voy a realizar la presentación de una serie de datos, provenientes todos de la explotación estadística de la muestra del censo de 2010 para el caso de la ciudad de Ocotlán. Partiré de una variable para la medición de la vulnerabilidad, el ingreso mensual, para realizar una primera selección de los hogares vulnerables, y así comenzar a añadir esas otras dimensiones que logren engrosar la complejidad del fenómeno. De esta manera, es en la tabla 1 donde podemos ver la distribución de los hogares según se sitúan sobre el ingreso medio por hogar en Ocotlán. Para un ingreso medio por hogar de 10,114 pesos vemos que sólo 28% de los hogares se encuentran por encima de esta media, y el resto de hogares, 71%, se ubica con menos del ingreso medio mensual, dato que nos revela la desigualdad social que se vive en el municipio. Dentro incluso de los hogares que están por debajo de la media, vemos que la distribución dista mucho de ser normal, puesto que los hogares que están por debajo de 50% de la media son más que los que se encuentran entre 50 y 100%. Para los términos de nuestra investigación, vamos a centrarnos, considerándolos como vulnerables, en aquellos hogares que tiene menos de 30% del ingreso medio del hogar, es decir, que cuentan con 3,034 pesos. Estos son 3 420 hogares, y suponen 17.2% del total de los hogares de Ocotlán. Ahora bien, ¿qué rasgos poseerían estos hogares? A partir de aquí veremos esas otras variables

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que están determinando el fenómeno de la exclusión en Ocotlán. En primer lugar, fijémonos en alguna de las principales características económicas que los definen (tabla 2). Un primer dato a destacar es que los hogares vulnerables tienen más miembros que los hogares no pobres, lo que vendría a bajar aún más el ingreso, ahora per cápita del hogar. Estos hogares dispondrían de un menor Tabla 1 Hogares según su relación con el ingreso per cápita Hogares

(%)

Encima de la media (%)

5 616

28.24

28.24

80 a 100

1 736

8.73

36.97

60 a 80

2 499

12.56

49.53

50 a 60

2 109

10.60

60.13

40 a 50

2 505

12.59

72.73

30 a 40

2 004

10.08

82.80

20 a 30

2 040

10.26

93.06

Menos 20

1 380

6.94

100.00

19 889

100.00

100.00

Total

Acumulativo (%)

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Tabla 2 Características económicas de los hogares pobres No pobre (%) Personas en hogar Número aportaciones

4.02

Pobre (%) 5.12

1.78

1.22

49.50

47.40

% personas sin alguna comida al día

6.47

18.80

% hogares atendidos en programas

14.28

30.82

Horas trabajo jefe

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

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ingreso, y además, habría de ser dividido entre más individuos. Este menor ingreso se derivaría del hecho de que existen menos aportaciones, en la forma del número de sujetos que se encuentran llevando dinero al hogar. Un dato interesante es el de las horas trabajadas a la semana, que es muy parecido tanto en lo que hace a los pobres como a los no pobres. En consecuencia, hay que señalar que el hogar es pobre no porque sus miembros no trabajen intensivamente, no porque se encuentren en una situación de sub-empleo. El jefe de hogar pobre trabaja casi tanto como el del hogar no pobre. El hogar pobre presenta estas características de precariedad económica porque ese trabajo no está bien remunerado. Finalmente existen dos datos a incorporar para comprender cómo se traduce la pobreza en condiciones cotidianas de existencias. En el último mes, en casi 19% de los hogares pobres al menos uno de sus miembros se quedó sin realizar una comida al día por falta de recursos, cifra que habla del grado más alto de la pobreza, cuando se transforma directamente en hambre. Y aunque estos hogares reciben una mayor atención por parte de las agencias gubernamentales, en la forma de programas de apoyo, sin embargo, vemos que casi 70% de los hogares pobres son desatendidos. A continuación vamos a examinar alguna de sus características materiales de existencia. Tabla 3 Características de las viviendas de los hogares pobres No pobre (%)

Pobre (%)

Hijos menores de 14 años

1.07

1.88

Cuartos por persona

1.24

0.83

Drenaje conectado a red pública

90.41

78.22

Viviendas con regadera

80.91

55.96

Viviendas con auto

67.97

43.83

Viviendas teléfono fijo

51.64

37.51

Viviendas con internet

31.01

11.20

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

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vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Todas las dimensiones hablan siempre de peores y difíciles condiciones de existencia, en los hogares pobres. Existe un mayor hacinamiento, un menor disfrute de servicios básicos, así como de bienes y utensilios. Pero en particular, ¿cuál puede ser el rostro de los miembros de un hogar pobre?, ¿qué características sociales y culturales poseen estos hogares pobres? La siguiente tabla nos ayuda a precisar quiénes son las familias que viven bajo este fenómeno de la vulnerabilidad. Tabla 4 Pobreza según tipo de hogar (pobreza con menos 30% de ingreso per cápita medio) No pobre Jefatura masculina Jefatura femenina

Pobre

Hogares

(%)

Hogares

(%)

13 713

84.18

2 578.00

15.82

2 756

76.60

842.00

23.40

11 807

84.12

2 229.00

15.88

Unipersonal

1 043

89.37

124.00

10.63

Monoparental

3 583

81.54

811.00

18.46

Indígena

1 568

77.01

468.00

22.99

Jefe mayor 70

1 030

73.31

375.00

26.69

16 469

82.80

3 420.00

17.20

Nuclear

Total

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Hemos señalado que 17.20% de los hogares son pobres. Como vemos, existen atributos de las familias que hacen que el hogar tienda a puntuar, en algunos casos, por encima del valor medio. En particular con los hogares de jefatura femenina, de los cuales 23.4% se encuentran en situación de pobreza. Algo similar ocurre con los hogares indígenas (22.99% son pobres) y con los hogares donde el o la jefa de hogar tienen más de 70 años (26.69% de estos hogares son pobres). Así pues, los hogares vulnerables serían, donde el jefe de hogar es mujer, hogares indígenas, y hogares donde el jefe de hogar

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

es anciano. A estos atributos consustanciales de los individuos habría que añadir otra característica, ésta adquirida, que tiende a retener a las familias en esa situación de vulnerabilidad: es la falta de instrucción. Tabla 5 Pobreza según analfabetismo del jefe de hogar No pobre Alfabeto

(%)

Hogares

(%)

15 921

83.92

3 050

16.08

516

60.00

344

40.00

16 437

82.89

3 394

17.11

Analfabeto Total

Pobre

Hogares

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

De los hogares que son encabezados por individuos analfabetos, 40% son pobres, una cifra inconmensurablemente mayor que en el caso de los alfabetos. La alfabetización, junto con el nivel de estudios, son dos factores estrechamente vinculados a la existencia de hogares vulnerables: Tabla 6 Pobreza según nivel de estudios del jefe de hogar No pobre Hogares Sin estudios

Pobre (%)

Hogares

(%)

719

61.88

443

38.12

Primaria

5 010

74.40

1 724

25.60

Secundaria y equivalente

4 304

82.90

888

17.10

Preparatoria y equivalente

2 502

91.11

244

8.89

Licenciatura y equivalente

3 378

97.04

103

2.96

544

100.00

0

0.00

16 457

82.87

3 402

17.13

Posgrado Total

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

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vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

No tener estudios equivale a tener 38% de probabilidades de integrar un hogar pobre. Pero incluso en el siguiente nivel, el de los que únicamente estudiaron la primaria, las probabilidades de engrosar este grupo de población vulnerable son muy destacadas (25.60%). La incidencia de la educación en la evitación de la pobreza es enteramente visible cuando consideramos los niveles más elevados de instrucción. A pesar de que el tener un título de licenciatura no garantice una vida exenta de dificultades, sin embargo sí parece garantizar el escapar a estos grados de pobreza, pues tan sólo 3% de los licenciados conforman hogares pobres. Por consiguiente, ya hemos identificado los grupos domésticos que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad respecto a la pobreza. Son los hogares encabezados por mujeres, por indígenas, por mayores de 70 años o por analfabetos. Ahora detallaremos, más a profundidad, las situaciones vitales de estos hogares. Los hogares pobres de jefatura femenina ¿De qué manera están viviendo cotidianamente esta situación de marginación social los hogares pobres que tienen a su cabeza a una mujer? La siguiente tabla nos da indicios de cómo solucionan sus problemas de salud: Tabla 7 Instituciones donde se atienden los individuos cuando presentan problemas de salud, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre Seguro Social (imss) issste issste

estatal

pemex,

Defensa o Marina

Centro de salud u Hospital de la ssa (Seguro Popular)

Pobre jefatura femenina

Individuos

(%)

Individuos

(%)

36 254

54.77

1 530

36.78

2 193

3.31

110

2.64

25

0.04

0

0.00

125

0.19

50

1.20

10 589

16.00

1 493

35.89

24

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Media no pobre Individuos imss

Oportunidades

Consultorio, clínica u hospital privado

(%)

Pobre jefatura femenina Individuos

(%)

12

0.02

0

0.00

14 286

21.58

804

19.33

Otro lugar

1 559

2.36

119

2.86

No se atiende

1 154

1.74

54

1.30

66 197

100.00

4 160

100.00

Total

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

En comparación con la media de los hogares que no son pobres, los hogares pobres encabezados por mujeres cuentan con menos acceso al seguro social vía Instituto Mexicano del Seguro Social (imss). Veinte puntos porcentuales menos, aproximadamente, que parece que quedan compensados a través de la vía del Seguro Popular. Si de la media no pobre acude a esta modalidad únicamente 16%, la media de los pobres de jefatura femenina lo hace en 35.89% de las ocasiones. No está de más recordar que esta forma de atender los problemas de salud, aparte de ser de más reciente implantación, no deja de adolecer de una serie de deficiencias respecto a las listas de espera, tipo de atención recibida, o falta de medicamentos. Descontando esta situación, tampoco hay que dejar de reparar en ese 19.33% de los hogares pobres de jefatura femenina que, ante una enfermedad, acuden a un consultorio, clínica u hospital privado. En estos casos, los costos de la atención médica son aún más pesados, dada la situación de estrechez económica en que se vive. Otros datos que no son vitales para entender la cotidianidad de las familias, pero sí para comprender su forma de reproducción social, es la que muestra la asistencia a la escuela, dentro de los distintos niveles etarios (tabla 8). En especial preocupa que en los hogares pobres donde el jefe de hogar es una mujer, exista más de 16% en edad de escolaridad básica que no asiste a la escuela. Este dato es fundamental en lo que hace a las posibilidades futuras de ascenso y mejora económica de estas cohortes de edad. De modo que no se puede hablar de una escolaridad universal a este nivel, donde se aprenden los contenidos básicos y fundamentales, en el caso de los hogares

25

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Tabla 8 Asistencia a la escuela de los individuos, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre

Pobre jefatura femenina

Individuos

(%)

0a5

2 087

52.78

126

33.25

6 a 11

6 937

96.45

542

83.77

12 a 14

2 985

86.25

249

78.80

15 a 17

2 270

60.08

169

62.13

18 a 24

2 793

31.05

112

19.79

25 y más Total

Individuos

(%)

1 400

4.11

52

3.27

18 472

30.07

1 250

33.16

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

pobres de jefatura femenina. Las diferencias con los hogares no pobres se reproducen en todos los niveles etarios, excepto en los años que corresponde a la asistencia a la preparatoria. En otras palabras, las condiciones sociales en que viven estas familias hacen que sus hijos e hijas no estén pudiendo atesorar los conocimientos y las aptitudes básicos que en un futuro les pudieran llevar a revertir sus muy humildes y precarios orígenes. Junto con la educación que están recibiendo los hijos, también podemos considerar el aspecto de la actividad en este tipo de hogares: Tabla 9 Condición de actividad de los individuos en edad laboral, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre Trabajó Tiene trabajo pero no trabajó

Pobre jefatura femenina

Individuos

(%)

Individuos

(%)

29 952

59.02

1 146

41.08

211

0.42

40

1.43

26

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Media no pobre Individuos Buscó trabajo

(%)

725

Jubilado

Pobre jefatura femenina Individuos

1.43

167

(%) 5.99

883

1.74

51

1.83

Estudiante

7 054

13.90

509

18.24

Quehaceres

10 680

21.05

737

26.42

384

0.76

47

1.68

Limitación física Otros

857

1.69

93

3.33

Total

50 746

100.00

2 790

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

En el caso de los hogares pobres de jefatura femenina sí percibimos una situación generalizada de subempleo. Porque si dentro de los hogares no pobres 59.02% de los individuos se encontraban trabajando, en estos hogares pobres sólo 41.08 se encuentra en esta misma situación. Esta diferencia de casi 18 puntos se enjuaga en los rubros de la búsqueda de trabajo, en el estudio y en los quehaceres domésticos. Sea como fuera, es esta situación de subempleo en que viven los miembros de este tipo de hogares la que está determinando, sin dudas, su situación de pobreza. Tabla 10 Ocupaciones de los individuos activos, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre Empleados de ventas, despachadores y

Pobre jefatura femenina

Individuos

(%)

Individuos

(%)

1 556

5.16

150

12.65

2 057

6.82

92

7.76

665

2.20

71

5.99

1 156

3.83

67

5.65

dependientes en comercios Comerciantes en establecimientos Trabajadores domésticos Carpinteros, ebanistas y cepilladores en la madera

27

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Media no pobre Individuos Vendedores ambulantes (excluyendo

(%)

Pobre jefatura femenina Individuos

(%)

297

0.98

50

4.22

234

0.78

47

3.96

82

0.27

36

3.04

alimentos) Sastres y modistos, costureras y confeccionadores de prendas de vestir Pintores de brocha gorda

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Entre las ocupaciones a que se dedican los miembros de este tipo de hogares, vemos que, por encima de la media, está presente ese tipo de empleos más precarios y peor remunerados. Hay más del doble de miembros que se emplean como vendedores y despachadores, además es muy abultada la diferencia en las ocupaciones de ‘trabajadoras domésticas’ (sin duda vinculado al hecho de que estamos hablando de hogares de jefatura femenina), vendedores ambulantes (una ocupación, muy precaria en tanto que a los tiempos, ingresos y formalidad), y sastres y costureras (vinculado también al hecho de que son hogares encabezados por mujeres). En todos los casos son empleos inestables, inciertos y mal pagados. Los hogares pobres indígenas La de indígena es otra condición que se viene a anudar en la constitución de hogares en situación de vulnerabilidad. No hay que recordar el tradicional repudio que en el país siempre suscitó la situación de lo indígena. En el trabajo de campo cualitativo realizado en Ocotlán hemos podido observar que, sobre todo a nivel institucional, lo indígena es una condición que tiende a pasar desapercibida, queda invisibilizada. Sin embargo esto no obsta para que, más allá de la visibilidad, sigan existiendo, latentemente, ciertos procesos de exclusión que retienen a estas poblaciones en la situación de la pobreza (tabla 11). Los miembros de los hogares indígenas se atienden de una forma todavía mucho más clara que los miembros de hogares pobres de jefatura femenina,

28

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 11 Dependencias donde se atienden los individuos cuando tienen problemas de salud, según pertenencia a hogar pobre indígena Media no pobre Seguro Social (imss) issste issste

estatal

pemex,

Defensa o Marina

Centro de salud u hospital de la ssa

Individuos

(%)

36 254

54.77

749

30.94

2 193

3.31

0

0.00

25

0.04

0

0.00

125

0.19

40

1.65

10 589

16.00 1 011

41.76

12

0.02

0

0.00

14 286

21.58

503

20.78

1 559

2.36

73

3.02

1 154

1.74

(Seguro Popular) imss

Oportunidades

Consultorio, clínica u hospital privado Otro lugar No se atiende Total

Pobre indígena

66 197

Individuos

(%)

45

1.86

2 421

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

en el Seguro Popular. Dada la más que segura situación de falta de empleos e ingresos formales, estas poblaciones cuentan con menos seguros de tipo contributivo, tanto público (imss) como privado. Esto hace que recurran más a esta otra modalidad del Seguro Popular orquestada para cubrir a poblaciones sin ingresos. Está por investigar si este tipo de seguros de corte específico, otorgado en función de la carencia de recursos, no estigmatiza todavía más a estas poblaciones que, por su mera condición de indígenas, se encuentra ya suficientemente marginadas. Cuando valoramos la situación educativa presente de los miembros de estos hogares comprobamos que la condición de indígena no va en detrimento de conceder a los hijos muchas menos oportunidades educativas que en el resto de hogares. Descontando los tramos de edades correspondientes a la educación universitaria, aunque los hogares pobres indígenas siempre

29

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Tabla 12 Asistencia a la escuela de los individuos, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre Individuos

Pobre indígena

(%)

Individuos

(%)

0a5

2 087

52.78

79

34.20

6 a 11

6 937

96.45

454

94.80

12 a 14

2 985

86.25

106

80.90

15 a 17

2 270

60.08

71

56.80

18 a 24

2 793

31.05

45

15.90

25 y más Total

1 400

4.11

13

1.20

18 472

30.07

768

33.50

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

puntúan algo por debajo de la media de los hogares no pobres en cuanto a asistencia escolar, sin embargo las diferencias no son tan marcadas como cuando evaluamos el caso de los hogares pobres de jefatura femenina. Al menos en principio, los niños y niñas de este tipo de hogares no tendrían cerrada la puerta de la educación como forma de ascenso social. Lo que sí comparten estos hogares con los hogares antes analizados, los pobres de jefatura femenina, es una destacada proporción de subempleo, como se demuestra en la siguiente tabla: Tabla 13 Condición de actividad de los individuos en edad laboral, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre Individuos Trabajó Tiene trabajo pero no trabajó

Pobre indígena

(%)

Individuos

(%)

29 952

59.02

657

41.56

211

0.42

0

0.00

30

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Media no pobre Individuos Buscó trabajo

(%)

725

Jubilado

Pobre indígena Individuos

1.43

106

(%) 6.70

883

1.74

19

1.20

Estudiante

7 054

13.90

189

11.95

Quehaceres

10 680

21.05

511

32.32

384

0.76

24

1.52

Limitación física Otros

857

1.69

75

4.74

Total

50 746

100.00

1 581

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

De los individuos en edad laboral, hay 17.5% menos de individuos en hogares pobres indígenas que se encuentran trabajando en comparación con la media de hogares no pobres. Estos individuos en edad laboral que no trabajan, se desempeñan sobre todo en los quehaceres domésticos, o en buscar un trabajo. Sin duda que este índice de menor actividad económica es el que está incidiendo en la situación de pobreza de estos hogares. Tabla 14 Ocupaciones de los individuos activos, según pertenencia a hogar pobre de jefatura femenina Media no pobre

Pobre indígena

Individuos

(%)

Individuos

(%)

1 556

5.16

98

14.92

2 057

6.82

68

10.35

Trabajadores domésticos

665

2.20

37

5.63

Vendedores ambulantes de artículos diversos (exclu-

297

0.98

35

5.33

666

2.21

31

4.72

Empleados de ventas, despachadores y dependientes en comercios Comerciantes en establecimientos

yendo los de venta de alimentos) Operadores de máquinas para la elaboración de productos de madera, bejuco, mimbre y similares

31

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Media no pobre Trabajadores en la elaboración de productos de

Pobre indígena

Individuos

(%)

Individuos

(%)

492

1.63

29

4.41

17

0.06

27

4.11

cemento, cal, yeso, azulejo, piedra y ladrilleros Lavadores de vehículos en establecimientos

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Resulta interesante observar las ocupaciones de los individuos indígenas pobres, por cuanto ciertos tipos de trabajos, sobre todo los peor remunerados, pueden encontrarse ‘racializados’. En términos generales hay más individuos indígenas pobres trabajando como empleados de ventas y como comerciantes, que la media de individuos en hogares no pobres. Sin embargo, al ser estas categorías ocupacionales muy amplias, no se puede decir que estén racializadas. No se puede decir lo mismo de los ‘lavadores de vehículos en establecimientos’. Como vemos, hay más individuos pobres indígenas realizando esta actividad que individuos no pobres, contando con que, en términos absolutos, existen muchos más individuos no pobres que individuos pobres e indígenas. A este respecto, la de lavador de vehículo en establecimientos parecería ser, en Ocotlán, una ocupación típica de indígenas. De cualquier modo, vuelve a ser notorio también para los indígenas pobres que realizan una serie de ocupaciones igualmente precarias, inestables y mal remuneradas. Hogares pobres donde el jefe de hogar tiene 70 y más años Percibimos que no existe una forma indiferenciada y general de la exclusión social. Cada grupo denota unas características muy particulares que hace que viva la marginación acorde con sus condiciones propias. Esto va a suceder también con los individuos que viven en hogares donde el jefe de hogar tiene 70 y más años. Esa primera serie de datos apreciamos que hacían mención a la manera como trataban los individuos sus enfermedades (tabla 15). Según se aprecia, esta población no se encuentra excesivamente marginada respecto a la media no pobre en lo que hace a la recepción de servicios de salud. Apenas son seis puntos porcentuales menos de individuos de ho-

32

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 15 Institución donde se atienden los individuos cuando tienen problemas de salud, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe tiene 70 y más años Media no pobre Seguro Social (imss) issste issste

estatal

pemex,

Defensa o Marina

Centro de salud u hospital de la ssa

Individuos

(%)

36 254

54.77

835

2 193

3.31

30

1.74

25

0.04

0

0.00

125

0.19

52

3.02

10 589

16.00 436

25.35

12

0.02

0

0.00

14 286

21.58

338

19.65

1 559

2.36

0

0.00

(Seguro Popular) imss

Oportunidades

Consultorio, clínica u hospital privado Otro lugar No se atiende Total

Pobre jefe 70 y más Individuos

(%) 48.55

1 154

1.74

29

1.69

66 197

100.00

1 720

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

gares pobres con jefes ancianos los que se atienden a través del seguro social respecto a los individuos de hogares no pobres. Este dato apunta a que los jefes de estos hogares algún día debieron trabajar y debieron adquirir los derechos suficientes para en lo venidero, poder ser atendidos a través del Instituto Mexicano del Seguro Social. Este dato también apunta a que la privación actual no se debe a una privación pasada, experimentada en una discriminación laboral, económica o quizá educativa, sino sencillamente al hecho de que en la actualidad los antiguos jefes de hogar han envejecido y han ido perdiendo progresivamente no sólo facultades, sino también toda la serie de beneficios que se obtenían otrora a través del empleo. Aunque al presente, debido a que estos sujetos siguen siendo jefes de familia, pero ya se encuentran en plena senectud, los hogares que componen deben pasar por mayores dificultades de supervivencia económica, sin

33

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

embargo estas menores oportunidades económicas no parecen traducirse tajantemente en menos oportunidades educativas. Así se evidencia cuando contemplamos los datos sobre asistencia escolar. Tabla 16 Asistencia a la escuela de los individuos, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe tiene 70 y más años Media no pobre Individuos

(%)

Pobre jefe 70 y más Individuos

(%)

0a5

2 087

52.78

29

30.2

6 a 11

6 937

96.45

128

90.1

12 a 14

2 985

86.25

77

78.6

15 a 17

2 270

60.08

63

75.9

18 a 24

2 793

31.05

51

34.5

25 y más Total

1 400

4.11

24

2.2

18 472

30.07

372

22.5

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Si bien es menor el número de individuos en los escalafones más básicos de la trayectoria educativa de este tipo de hogares que está asistiendo a la escuela, en los escalafones más altos la situación parece ser la inversa. Tanto en la edad que corresponde a la preparatoria, como en la edad que corresponde a los estudios universitarios, existe un porcentaje mayor de individuos de hogares pobres comandados por ancianos que asisten a la escuela que el porcentaje de individuos de hogares no pobres. Esto sugiere el hecho ya mencionado. La cultura de la estrechez económica, acaso de la indigencia, todavía no se ha presentado en estos hogares, de forma que aún siguen aprovechando las oportunidades educativas como forma de ascenso social. Porque, repito, si hay algo que caracteriza la vulnerabilidad de estos grupos domésticos es, sin duda, el propio hecho de la edad biológica que ha mermado los niveles de actividad económica y, correlativamente, de ingreso.

34

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 17 Condición de actividad de los individuos en edad laboral, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe tiene 70 y más años Media no pobre Individuos Trabajó

29 952

(%) 59.02

Pobre jefe 70 y más. Individuos 550

(%) 39.06

Tiene trabajo pero no trabajó

211

0.42

0

0.00

Buscó trabajo

725

1.43

64

4.55

Jubilado

883

1.74

135

9.59

Estudiante

7 054

13.90

185

13.14

Quehaceres

10 680

21.05

410

29.12

Limitación física

384

0.76

35

2.49

Otros

857

1.69

29

2.06

Total

50 746

100.00

1 408

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Lo primero que hay que señalar al leer la tabla 17, es que, a pesar de que estos hogares están comandados por ancianos, sin embargo en ellos existe más de 39% de individuos que todavía siguen laborando. Una parte de esta proporción pueden ser los propios hijos o nietos de estos jefes de hogar. Sin embargo el tipo de ingresos o de prestigio social que están obteniendo en función de esta situación de actividad económica no son lo suficientemente amplios como para que pasen a ser ellos, en sustitución de los padres o abuelos, los considerados ahora como jefes de hogar. Otra parte de aquella proporción la pueden representar los propios jefes de hogar ancianos, que a pesar de su edad siguen teniendo la necesidad de trabajar para poder seguir aportando ingresos con los que sobrevivir. En cualquiera de los dos casos, no obstante, observamos una mayor inactividad económica en este tipo de hogares. Como dijimos, es la edad y su falta de plenitudes físicas lo que está determinando la ausencia de recursos económicos. Esto junto a la ausencia de planes de seguros de jubilación su-

35

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

ficientes impide que estas poblaciones puedan avanzar confiadamente hacia una ancianidad holgada. Los escasos individuos que trabajan pertenecientes a este grupo vulnerable se encuentran realizando, principalmente, las siguientes ocupaciones: Tabla 18 Ocupaciones de los individuos activos, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe de hogar tiene 70 y más años Media no pobre Individuos Empleados de ventas, despachadores y

(%)

Pobre jefe 70 y más Individuos

(%)

1 556

5.16

56

10.18

2 057

6.82

45

8.18

117

0.39

30

5.45

Trabajadores en el cultivo de maíz y/o frijol

380

1.26

29

5.27

Trabajadores en la cría de ganado bovino

281

0.93

27

4.91

Trabajadores de apoyo en la construcción

413

1.37

23

4.18

dependientes en comercios Comerciantes en establecimientos Trabajadores en la elaboración de productos de carne, pescado y sus derivados

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

No cambia mucho la situación de este grupo vulnerable en lo que hace a las principales categorías ocupacionales, respecto a lo que sucedía con los otros grupos vulnerables ya analizados. Los miembros de este grupo siguen estando sobre-representados en las categorías de empleados de ventas y de comerciantes. Sin embargo cuando analizamos los siguientes empleos comienza a aparecer la especificidad de este grupo doméstico excluido. Observamos, de hecho, que son empleos propios de las formas preponderantes de actividad del pasado: el sector primario. La propia condición de jefes de hogar ancianos hace que quienes siguen trabajando sea en aquellos mismos empleos que en pasado eran los más recurrentes, los del trabajo agrícola y ganadero. Ahora bien, si consideramos conjuntamente estos dos empleos, el de los trabajado-

36

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

res en el cultivo del maíz y frijol y el de los trabajadores en la cría de ganado, con el de los trabajadores de apoyo a la construcción, no podemos sino advertir que son trabajos extremadamente pesados para las condiciones físicas de estos jefes de hogar ancianos. Es decir, estamos ante unos hogares vulnerables donde el jefe de hogar es anciano, y/o dejó de trabajar y de ahí proviene su situación de vulnerabilidad, o continúa trabajando, pero en aquellos mismos trabajos duros en que trabajó toda la vida, y que no puede abandonar debido a la posible ausencia de fuentes alternativas de recursos. Los hogares donde el jefe de hogar es analfabeto Tabla 19 Dependencias donde se atienden los individuos cuando tienen problemas de salud, según pertenencia a hogar pobre con jefes de hogar analfabetos Media no pobre Individuos Seguro Social (imss) issste issste

estatal

pemex,

Defensa o Marina

Centro de salud u hospital de la ssa

(%)

Pobre jefe analfabeto Individuos

(%)

36 254

54.77

480

26.42

2 193

3.31

6

0.33

25

0.04

0

0.00

125

0.19

40

2.20

10 589

16.00

1 152

63.40

(Seguro Popular) 12

0.02

0

0.00

14 286

21.58

101

5.56

Otro lugar

1 559

2.36

7

0.39

No se atiende

1 154

1.74

31

1.71

66 197

100.00

1 817

100.00

imss

Oportunidades

Consultorio, clínica u hospital privado

Total

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Sin duda que estos hogares son los que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad en lo concerniente a la dispensa de los servicios de

37

vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

salud. La gran mayoría de estos individuos se atienden a través de la forma más precaria de asistencia, que es la del Seguro Popular. Hay 47% más de individuos de hogares pobres de jefes de hogar analfabetos que se atienden por esta vía que individuos de hogares no pobres. De este modo, el analfabetismo comienza a trazar una de las peores situaciones de indigencia. Las deficiencias en los servicios para la reconstitución de la salud se reproducen al considerar la educación: Tabla 20 Asistencia a la escuela de los individuos, según pertenencia a hogar donde el jefe de hogar es analfabeto Media no pobre Individuos

(%)

Pobre jefe analfabeto Individuos

(%)

0a5

2 087

52.78

50

35.0

6 a 11

6 937

96.45

173

73.9

12 a 14

2 985

86.25

34

39.1

15 a 17

2 270

60.08

47

64.4

18 a 24

2 793

31.05

3

1.4

25 y más Total

1 400

4.11

12

1.3

18 472

30.07

319

18.8

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

El aspecto en que pongo más insistencia es el de cuantos niños están asistiendo a la escuela en las etapas básicas donde se aprenden los conocimientos indispensables para desarrollarse en la vida adulta. A este respecto es acuciante la situación que viven esos niños que pertenecen a los hogares pobres de jefes de familia analfabetos. Existe más de 26% que no está asistiendo a la escuela, con lo que se reproducirá en un futuro, seguramente, el patrón de discriminación vía falta de educación que están sufriendo sus padres. Las condiciones que están detrás de la ausencia de alfabetización en los padres quizá estén repercutiendo también en que sus hijos no se alfabeticen.

38

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Es muy probable que este grupo vulnerable venga a solaparse con el grupo vulnerable anteriormente aludido de los hogares pobres encabezados por mujeres. Las siguientes tablas parecen sugerir la hipótesis. Tabla 21 Condición de actividad de los individuos en edad laboral, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe es analfabeto Media no pobre Trabajó

Individuos

(%)

29 952

59.02

Pobre jefe analfabeto Individuos 527

(%) 40.29

Tiene trabajo pero no trabajó

211

0.42

3

0.23

Buscó trabajo

725

1.43

75

5.73

Jubilado

883

1.74

33

2.52

Estudiante

7 054

13.90

84

6.42

Quehaceres

10 680

21.05

458

35.02

Limitación física

384

0.76

47

3.59

Otros

857

1.69

81

6.19

Total

50 746

100.00

1 308

100.00

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

Como puede apreciarse, en este grupo tenemos presente, igualmente, un marcado índice de inactividad, puesto que sólo 40.29% de los individuos que pertenecen a estos hogares se encuentran trabajando. El porcentaje menor de sujetos que se encuentran en esta situación de inactividad remunerada parece ubicarse en la actividad de los ‘quehaceres’, lo que sugiere que, dado el tradicional reparto de roles domésticos, sean en realidad mujeres. Cuando observamos las ocupaciones de los que sí trabajan remuneradamente, tenemos la siguiente distribución: En este grupo, comparado con los demás ya analizados, tenemos un menor número de trabajadores como comerciantes en establecimientos y como empleados de ventas. Sin duda que aquí la falta de alfabetización se presenta

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vulnerabilidad y exclusión en minorías locales

Tabla 22 Ocupaciones de los individuos activos, según pertenencia a hogar pobre donde el jefe es analfabeto Media no pobre

Pobre jefe analfabeto

Individuos

%

Individuos

%

Comerciantes en establecimientos

2 057

6.82

46

8.68

Empleados de ventas, despachadores y

1 556

5.16

41

7.74

Trabajadores domésticos

665

2.20

40

7.55

Trabajadores de apoyo en la construcción

413

1.37

39

7.36

Recolectores de basura y material reciclable

43

0.14

34

6.42

Trabajadores en la elaboración de productos

492

1.63

33

6.23

380

1.26

33

6.23

dependientes en comercios

de cemento, cal, yeso, azulejo, piedra y ladrilleros Trabajadores en el cultivo de maíz y/o frijol

Fuente: Explotación estadística de la muestra del censo de 2010.

como una condicionante agregada para no poder entrar ni siquiera a estos empleos peor remunerados y que exigen el manejo de los números y los alfabetos. Esta condición está haciendo que los empleos disponibles para los individuos que pertenecen a estos grupos domésticos sean los más básicos, rudos y elementales. Una buena proporción de los ocupados son trabajadoras domésticas, lo que incide en nuestra hipótesis de que parte de este grupo se esté solapando con el grupo vulnerable de los pobres de jefatura femenina. Pero también tenemos peones en la construcción y en la fabricación de cemento y similares, trabajadores agrícolas en el cultivo del maíz, y recolectores de basura y material reciclable. Empleos de por sí mal remunerados pero que acaso estén señalando también un gran desprestigio social, como puede ser este último de los trabajadores en la recolección de basura. Así pues, este grupo social vulnerable estaría sufriendo la marginación con base sobre todo en una falta de educación que, según parece, va a reproducirse

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

en venideras generaciones, y que condiciona una menor entrada al ámbito laboral, y a empleos ciertamente estigmatizados.

La vivencia de la vulnerabilidad Según se ha señalado en el momento en que establecimos el carácter relacional de la exclusión social, es importante considerar que la pobreza no es una situación que sea fruto de las actitudes o las capacidades individuales o que sea producto de una serie de circunstancias fortuitas. Lo importante del concepto de exclusión social era la noción de que la pobreza es producida a través de mecanismos de marginación por medio de los cuales existen unos grupos de la población que se imponen socialmente sobre los otros. De modo que la producción de pobreza y exclusión pueden estar institucionalizadas dentro de la estructura social de una comunidad. Esto parece ser así, desde el instante en que, por ejemplo, las autoridades tienden a realizar discrecionalmente una dejación de sus funciones de atención a un grupo muy particular de ciudadanos, o desde el instante en que aprovechan y explotan la situación de precariedad por la cual puedan estar atravesando. De esta manera, esta relación institucionalizada de la autoridad con la población estaría generando persistentemente marginación, de la cual la pobreza sólo resultaría ser su cara más visible. En el trabajo de campo realizado en Ocotlán, algunos testimonios parecen apuntar en esta dirección. En primer lugar, existen colonias como la Lázaro Cárdenas, La Primavera, las colonias Infonavit, o El Nuevo Fuerte donde sus habitantes viven la persistencia de una desatención continua por parte de las autoridades. Este tipo de relación se observa de una forma más evidente en el hábitat de las colonias, en el hecho de una serie de deficiencias que tienen que ver con la falta de pavimentación (entrevista 1), falta de banquetas (entrevista 9), ausencia de drenaje (entrevista 9), con la amenaza de inundaciones en época de lluvias (entrevista 1), y de contaminación generalizada del medio ambiente focalizada específicamente en el Río Santiago (entrevista 10). La acumulación de estas deficiencias en algunas de las referidas colonias nos habla de una desatención no for-

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tuita u ocasional, sino sistemática y acaso premeditada por parte de las autoridades. Aparte de la desconsideración por las condiciones de vida materiales de buena parte de las familias del municipio, existe una desatención por sus condiciones sociales de existencia, por la falta de recursos y por la manera como se diseñan políticas adecuadas para abordarlas. Sin ir más lejos, el diseño de estos programas de atención, como el de 70 y más, el programa Oportunidades y el programa Seguro Popular, es selectivo, lo que significa que va dirigido exclusivamente a las poblaciones marginadas que dan prueba de sus bajos ingresos o de sus precarias condiciones de vida. Como Nancy Fraser (1989: 162-164) estableciera para este tipo de programas de corte asistencialista, el condicionar las ayudas a la demostración de una necesidad, en lugar de ayudar a superar esa necesidad puede subrayarla y estigmatizar a la población que la detenta. Así, las políticas asistencialistas en lugar de trabajar en pos de garantizar los derechos universales, enfatizarían el sentido de la pobreza y de dependencia sin conseguir eliminarlas (Jusidman, 2009: 205). Además, el condicionar la concesión de un tipo de ayudas a la demostración palmaria de la deficiencia, estaría también reforzando la condición de sujetos dependientes respecto de las instituciones concesionarias. El tipo de relaciones que se estaría fomentando no es del tipo de empoderamiento intercomunitario, sino el de la división entre beneficiarios y no beneficiarios, y su relación atomizada respecto a una agencia gubernamental que puede pasar a considerarse como todopoderosa. Para el caso concreto del programa Oportunidades, se ha evidenciado (Holmes y Slater, 2007: 10) la manera como puede romper la cohesión social y comunitaria, al introducir una clara brecha entre los beneficiarios y los no beneficiarios, dando pie a discusiones, envidias y rivalidades. En Ocotlán los comentarios que hemos recibido respecto a la concesión de este tipo de programas vienen a reforzar esta impresión de que el beneficiario se encuentra siempre ante cierta gratitud, enteramente incierta e imprevisible, de parte de las administraciones públicas, y no ante un derecho orientado a garantizar la dignidad humana:

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(…) yo tenía un programa de Oportunidades y me lo quitaron. Pero las de ahí de Desarrollo Humano pues (…) yo no tengo nada que decir. Son buenas personas y me han apoyado tanto que cada vez que voy no hallan ni qué darme. Y son muy buenas personas y ahora que vinieron a revisar lo de Oportunidades pues andaban contentas, casi aventaban fanfarrias y todo (…) (entrevista 6).

Y es que, descontando la anterior falta de atención de las instituciones públicas como primera forma de relación de exclusión social, la segunda apunta a las concesiones de ayudas cautivas. Cuando se cuenta con importantes contingentes de población instalados en la pobreza, el cómo se administren los planes que la enfrentan puede ofrecer importantes réditos políticos. Pueden entonces aparecer estrategias más o menos intencionadas de gestión de la necesidad que ofrezcan ventajas electorales. Las sospechas de que este ha sido el caso en algunas áreas de Ocotlán no faltan dentro de las entrevistas realizadas para el trabajo de campo: (…) pero la Lázaro Cárdenas creció con gente de fuera en donde se utilizó políticamente. Con otro político fueron vendiendo pedazos de tierra. Y un triaño les vendió la tierra de ellos mismos, ¿no?, de sus familiares sin permiso, sin fraccionar, sin servicio alguno. A los tres años pues les ofrecían que les iban a ofrecer poner el agua por así decirlo, ¿no? A los otros tres para que los desechen, ¿no?, el drenaje. Y ya eran seis años donde tenían permanencia ese grupo político. Entonces empezaron hacer un voto cautivo, y ya sabían a quién pedirle para los otros tres años pues el enganche de la luz. Y así lograron tener la mayoría de los servicios (entrevista 13).

No obstante, la forma de quedar instalado dentro de la pobreza no caracteriza únicamente una forma de vida, sino que, además, condiciona una experiencia más o menos cotidiana de una serie inadvertida de violencias. La pobreza se transforma en violencia cuando afecta a la integridad y la dignidad de los grupos sociales afectados.

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Esta violencia puede extenderse al interior de la cotidianidad vivida. La precariedad con que a diario se enfrenta un buen número de las familias ocotlenses les inflige una buena serie de presiones. En los relatos capturados se ha podido asistir a esos breves instantes en que desde la privación se produce la escalada hacia la violencia. Sucede cuando, en el hogar, la mujer, tradicional administradora del gasto, no encuentra la forma de satisfacer, con los reducidos ingresos, los deseos del esposo: Pues hay violencia psicológica. Hay violencia económica o de dinero, porque muchas veces a una mujer: “toma, te doy tu gasto y no te puedes sobrepasar”. Hay veces que le dan cien pesos y quieren comer carne, desayunar carne y cenar carne. Entonces es imposible ahorita hacer todo ese tipo de cosas con cien pesos (entrevista 19).

La tensión que genera el tener que administrar un hogar con una escasa cantidad de recursos tiene también como correlato otro tipo de violencia de género; cuando la mujer, que suele presentarse como dependiente económicamente del varón, no encuentra salida posible ante una vida de pareja llena de violencias, porque desconoce la manera de cómo podrá sacar adelante a su familia, en caso de separarse. De esta forma, su dependencia económica del varón, y la ausencia de alternativas claras y viables de ganar dinero está influyendo en su decisión de continuar sufriendo una serie de maltratos y vejaciones. Pero sucede también que, en un contexto generalizado de estrechez, los escasos recursos que puedan afluir a las familias se convierten en objeto codiciado de luchas y también de violencias. A este respecto, una trabajadora del municipio nos relata las presiones de que en ocasiones son víctimas los ancianos que reciben los programas gubernamentales de apoyo, para que compartan o incluso cedan los beneficios obtenidos: Sí, la verdad que sí. Porque desafortunadamente los nietos vienen a preguntar: “¿y cuando le toca la entrega a mi abuelo?” Y: “¿cuándo le toca?” ¿Por qué? Porque a

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lo mejor el dinero no es para el abuelo, sino que es para ellos. Hay incluso casos en los que ellos vienen: “¡ay, por favor! Cuando vaya a ser la entrega no lo anuncien porque luego si mi nieto se entera va a venir (…)” Ahí estamos hablando del nieto, pero muchas veces es la nuera o son personas ajenas (entrevista 19).

Finalmente las propias relaciones económicas pueden constituirse en extensas vías para la introducción de discriminaciones y de violencias. La fuente de exclusión más directa es el pago de unos salarios tan reducidos que apenas dan pie a desarrollar una vida digna. Existe un momento en que el empresario decide establecer estos niveles salariales, cuando aparece la responsabilidad por la estrechez económica y por la marginación a que está condenando a sus trabajadores. Como reclamaba un empresario, especialmente para las empresas del mueble: Que en lugar de pagarles mil pesos, pues ya pagarle un promedio de dos mil pesos a la semana. Para que esto se duplique cuando menos, casi como un cincuenta por ciento. Y tener esa responsabilidad social como empresario para que las distancias tan grandes, en que tenemos al hombre más rico del mundo en México y que tiene trabajando a la gran mayoría o a muchos mexicanos sin pagarles ni seguridad social (entrevista 13).

Además, a través del salario no sólo se valora monetariamente a los trabajadores, sino también humanamente. De este modo, el pagar exiguos salarios puede traer aparejada una acentuada desconsideración y discriminación hacia los trabajadores de la propia empresa. A este respecto, también han sido reportados frecuentes abusos por parte de los empresarios sobre su mano de obra, como el empleo de niños y adolescentes en contextos donde se usan solventes y químicos (entrevista C3), o simplemente a través del acoso y los insultos constantes: Ahorita es pura mueblería. Pero en la mueblería te faltan mucho al respeto. Ya te dicen una cosa, ya te dicen otra. Y te hacen sentir mal, te hacen sentir

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incómodamente, y para ganar quinientos pesos y con eso, porque ya le calé un día (…) (entrevista 6).

De esta manera se constituiría en el día a día en la pobreza, una recursividad de estrecheces económicas, de privaciones, de discriminaciones, de escasa autoestima, que sobre el patrón genérico de lo humano estarían labrando serias modificaciones tan básicas que controvertirían el mismo sentido del orden, según ha sugerido Blair Trujillo (2009: 30).

La vulnerabilidad como situación para la reproducción de la violencia Acabamos de ver hasta qué punto pueden considerarse violentas las condiciones de vulnerabilidad que viven determinados grupos sociales del municipio de Ocotlán. Esta sería la primera forma de vincular violencia y vulnerabilidad. La segunda vía es la que explora la forma como la vulnerabilidad y la pobreza pueden ser condiciones para la propagación de la violencia. En varias de las entrevistas realizadas en Ocotlán, ha resaltado la manera como la pobreza puede constituir una caja de resonancia para la extensión de la violencia. En primer lugar se ha señalado la forma como la pobreza genera indefensión, sobre todo si la contemplamos desde la multidimensionalidad. Pobreza no estaría, por tanto, mencionando únicamente la privación de recursos económicos, sino que traería aparejadas otro tipo situaciones como la falta de educación o de conciencia y habilidades para hacer valer los propios derechos. La baja autoestima que aparece derivada de desarrollar una existencia entre penurias y también prejuicios de género, puede actuar la condicionante para que no se rompa el círculo del maltrato y de la violencia doméstica. Así lo reconocía una trabajadora del municipio: Yo vivo por la colonia La Primavera. Se puede decir que son de las colonias que están más a la orilla. Y en esa colonia existen problemas familiares. ¡Ah, como hay pobreza en esa colonia! Hay muchas madres solteras por lo mismo porque se dejan del esposo porque ya la golpeó porque son abusos. Recuerdo que hace

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(…) ¿Por qué? porque no tienen cultura, porque son analfabetas, porque se cree eso de cómo ya te casaste, pues ya te amolaste (entrevista 19).

Y es que el día a día que circunda a la vulnerabilidad viene caracterizado por muchas otras circunstancias aparte de la falta de recursos. En conexión con esta falta de recursos, y la cultura de la escasez que genera, puede venir también vinculado el uso y abuso en el consumo de alcohol y de otras drogas. Es un hecho que, en esos relatos sobre la violencia doméstica, pero también de otro tipo de delincuencias, el alcohol aparece de una forma reiterada ubicándose como uno de sus detonantes. (…) se aprecia mucho los jóvenes, entre la droga y el alcohol provocan infinidad de violencia; violencia en el noviazgo, violencia familiar, violencia intrafamiliar. O sea de los jóvenes hacia la mamá, hacia los hermanos, hacia el papá o viceversa. Eso se sigue replicando y bueno en Ocotlán es muy alto el consumo de drogas (entrevista 13).

Sin embargo siempre hay que afinar mucho, para intentar evitar ese tipo de análisis que no trascienden las escenas de la vulnerabilidad y la forma como repercuten en la generación de violencias, y que finalmente denotan la impresión de que la pobreza, el alcohol y la violencia son únicamente una cuestión de elección personal. En su lugar, hay que recuperar toda aquella serie de discriminaciones y exclusiones de que son presos estos grupos de población y que se representan como los verdaderos condicionantes de estas problemáticas. En cualquier caso, siempre hay que atender a todos los niveles en que se está reproduciendo la violencia. Sin lugar a dudas, la atención prioritaria tiene que ir al primer nivel de inducción que es el nivel de la exclusión social. Sin embargo, una vez que se ha producido esta discriminación, tampoco tenemos que ignorar la manera como en las situaciones de vulnerabilidad se puede reproducir y amplificar la violencia. Una de las principales vías de amplificación de la violencia sería las dificultades que tienen las familias en

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situación de vulnerabildad, las analizadas en este capítulo, para reproducir patrones de comportamiento socialmente aceptados sobre las nuevas generaciones. En este cuadro inmediato de causaciones, sin embargo, nunca deja de estar presente la necesidad económica como una de las primeras causas. Como indicaba un agente institucional: Las familias descuidan (…) Las formas de maltrato en la colonia para los hijos es el descuido. Dejan a los niños ahí solos y se van a trabajar, llegan en las noches. O trabajan de noche y duermen de día, que son muchos los que hacen eso. Y ellos cuando llegan a esa hora al niño pues lo corren, vete y se va a la calle (entrevista 18).

En el trabajo de campo hemos registrado una opinión muy extendida dentro de toda la población, sobre las formas como la familia estaría fallando como elemento de transmisión de valores. La opinión típica es que, ante un contexto donde los salarios son muy bajos y no es suficiente con el conseguido por el varón, la mujer se ve en la necesidad también de salir a laborar de manera remunerada fuera del hogar. Esto hace que ella, que socialmente ha cargado con la responsabilidad de la crianza y la educación de los hijos, se vea imposibilitada para poder cumplir a cabalidad con su tarea. No está de más agregar que, muy frecuentemente también, la mujer es responsabilizada por esta desatención a sus hijos, y culpabilizada cuando los niños son excesivamente rebeldes, realizan travesuras o perpetran pequeñas violencias. Porque, como se agrega, el que la mujer tenga que trabajar fuera del hogar hace que los niños queden solos, sin atención, y sin que nadie se encargue de transmitirles los mínimos conceptos morales sobre el bien y el mal. Ahora bien, no deja de ser cierto que por mucho que se atienda a las circunstancias sociales que condicionan la problemática de la vulnerabilidad y su traducción en violencia, sin embargo los eslabones de transmisión de esta serie de fenómenos siempre son personales. El que no todos los pobres sean delincuentes, lo cual es un hecho irrefutable, se debe a que, frente a todos esos condicionantes sociales de la vulnerabilidad, siempre existe la

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responsabilidad por seguir actuando, a pesar de todo, normalizadamente. La pobreza sólo actúa como mecanismo de amplificación de la violencia en contadas ocasiones, porque casi siempre, las familias humildes continúan actuando según los parámetros socialmente aceptados sobre el bien y el mal. Son estos los contados casos donde los mecanismos de responsabilización fallan enteramente. Fallan en los hijos, las nuevas generaciones, en el instante en que no se les consiguió socializar en este tipo de consideraciones sobre el comportamiento social, pero también pueden llegar a fallar en los padres, que pueden desistir en su papel como educadores y renunciar a seguir haciéndose cargo de los hijos. Como nos indicaba un agente institucional de Ocotlán: (…) El muchacho cometió un acto vandálico o una infracción. Y nosotros: “padre de familia, cómo te podemos ayudar? Mira podemos tener estas alternativas: hay instituciones de gobierno que te pueden ayudar”. Pero el padre nos sorprende que dice: “no, quédenselo. Yo, ¿para qué lo quiero? Yo no lo aguanto, yo ya no lo aguanto” (entrevista 17).

Es en estos momentos en que en las familias se produce esta dejación de la responsabilidad por educar a los hijos cuando, entonces sí, la pobreza puede transmutarse para convertirse en violencia. Esto es especialmente cierto en un entorno donde aparecen institucionalizadas ideologías que enfatizan el hedonismo y el disfrute simbólico y material que propone la sociedad de consumo. En estas circunstancias la violencia se presenta como esos otros medios para conseguir metas de éxito definidas socialmente (Berkman, 2007: 21). Es entonces cuando el grupo doméstico más que una instancia para la reproducción de patrones socialmente normalizados, puede convertirse en una institución para reproducir conductas desviadas. Así lo refería ese mismo agente para referirse al caso de los jóvenes pandilleros del municipio: (…) a veces es hasta generacional en ciertas áreas de Ocotlán. Es decir, ellos son hijos de pandilleros y son nietos de pandilleros y su mismo estigma en cuanto

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a ese territorio, los ha orillado a tener una desconfianza en la autoridad y a dedicarse o a tener conductas antisociales. Pero para ellos ya es normal; de hecho es parte de su entorno, de su vida (entrevista 17).

Conclusiones En el presente capítulo se ha intentado realizar una aproximación a la realidad de la vulnerabilidad en el municipio de Ocotlán que supere la visión estática de la pobreza, y la resitúe dentro de un mecanismo de exclusiones y marginaciones sociales. En el camino, han destacado, en específico, una serie de circunstancias en que la pobreza y la marginación pueden aparecer de una forma más destacada y preocupante. De esta forma, existen una serie de atribuciones sociales que hacen que las familias tengan mayores probabilidades de incurrir en la vulnerabilidad. Según se ha visto para el municipio de Ocotlán, estas características eran el pertenecer a un hogar encabezado por una mujer, por un individuo indígena, mayor de 70 años o sin alfabetizar. Se podría decir que la forma como se organiza la sociedad ocotlense está haciendo que estos atributos estén marcando el padecimiento de la pobreza. En lo particular, tuvimos oportunidad de ver la forma concreta como operaba para cada uno de los grupos señalados. Así, los hogares pobres de jefatura femenina venían caracterizados por un abultado subempleo, que dificultaba la reunión de los ingresos suficientes para desarrollar una vida digna. En los hogares indígenas existía también un marcado subempleo, pero encontrábamos fenómenos más preocupantes como la racialización de algunas de sus ocupaciones, por lo general muy desprestigiadas, como la de lavacoches. En los hogares comandados por mayores de 70 años la problemática respondía a que, en México, los ingresos del hogar vienen condicionados muy mayoritariamente por la venta de la mano de obra en el mercado laboral. Ante la ausencia de oportunos programas de subsidios y apoyos, el llegar a la senectud complica sobremanera el continuar trabajando y, correlativamente, el seguir llevando ingresos al hogar. Finalmente, vimos como el aspecto de mayor gravedad dentro de

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la discriminación que vivían quienes se insertan en hogares comandados por analfabetos es la propia reproducción del analfabetismo. Los niños de los hogares encabezados por analfabetos, a su vez, asistían en mucha menos proporción que el resto de niños a la escuela, con lo cual se estaban dando todas las condiciones para que ellos, en un futuro, volvieran a sufrir la misma discriminación que sus padres. Lo importante, es que todas estas situaciones, convenientemente retratadas, en muchos casos son resultado de una omisión de las responsabilidades que el Estado o las autoridades deberían tener encomendadas. En Ocotlán, las poblaciones marginadas entrevistadas han señalado la reiterada desatención de que son víctimas, y que se expresa en muy precarias condiciones materiales de existencia, pero también en un gran vacío social sufrido. Hay que añadir que incluso en anteriores mandatos, se presentó la queja de que las autoridades municipales llegaron a usar y a gestionar cautivamente este tipo de necesidades que presentaban las poblaciones marginadas. Sin embargo, como protagonistas de los procesos de exclusión social no están solos estos agentes institucionales. Los propios empresarios y empleadores, al establecer niveles salariales insuficientes, están impidiendo que sus trabajadores puedan alcanzar a desarrollar una vida digna, y que permita que, en las siguientes generaciones, se reviertan estas situaciones de marginación. Los procesos que en Ocotlán están desencadenando la marginación, y las situaciones concretas de vulnerabilidad, han de ser considerados con mucha atención, por cuanto pueden presentarse como condicionantes para la aparición, reproducción y ampliación de las violencias. Aunque no se puede señalar que la pobreza genere directamente violencia, sí que propicia situaciones en que es difícil trasmitir a las nuevas generaciones los patrones normalizados de conducta. La propia familia se presenta como un mal ejemplo para el ascenso social, cuando su día a día está repleto de discriminaciones y de estrecheces económicas, lo que puede repercutir en el rechazo de los valores de comportamiento aceptados y en la aceptación de otras formas alternativas, pero violentas, de conducta.

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Bibliografía Berkman, H. (2007). Social exclusion and violence in Latin America and the Caribean. Nueva York: Inter-American Development Bank. Blair, E. (2009). Aproximación teórica al concepto de violencia: avatares de una definición. Política y Cultura, núm. 32, otoño, pp. 9-33. conapo Consejo Nacional de Población (2010). Índice de marginación por entidad y municipio 2010. México: conapo. Dos Santos, T. (2003). La teoría de la dependencia: balance y perspectivas. Buenos Aires: Plaza y Janés. Fraser, N. (1989). Unruly practices: power discourse and gender in contemporary social theory. Cambridge: Polity Press Cambridge. Harvey, D. (2005). A brief history of neoliberalism. Nueva York: Oxford University Press. Holmes, R. y R. Slater (2007). Conditional cash transfers: what implications for equality and social cohesion? The experience of Oportunidades in Mexico. México: EUROSocial. Jusidman, C. (2009). Desigualdad y política social en México. Nueva Sociedad, núm. 220, pp. 190-206. Marshall, T. (1997). Ciudadanía y clase social. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, núm. 79, pp. 297-344. Pérez, J. P. y M. Mora (2006). De la pobreza a la exclusión social: la persistencia de la miseria en Centroamérica. Costa Rica: flacso. Stewart, F., M. Barrón y G. Brown (2005). Social exclusion and conflict: analysis and policy implications. Oxford: Center for Research in Inequality, Security and Ethnicity.

2. violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados liliana ibeth castañeda rentería karla alejandra contreras tinoco

Introducción Los grupos vulnerables pueden ser definidos como tales a partir de las desventajas que dada sus características físicas, sociales, económicas, educativas, etarias y de género, han acumulado y que los ubica en una situación de vulnerabilidad en relación con el resto de los miembros de la sociedad. Dicha situación debe ser discutida y analizada, de manera que se pueda dar voz a aquellos que viven cotidianamente las desventajas de poseer características como las antes mencionadas, y que en contextos violentos puede traducirse en lesiones, homicidios y demás delitos graves. Algunos de los grupos considerados como vulnerables son los niños y niñas, ancianos, migrantes, miembros de la comunidad lgbtii y las mujeres, estas últimas sujetos de estudio en el presente documento. Históricamente las mujeres han sido víctimas de humillaciones, segregación, exclusión y violencia, basada en el sistema patriarcal prevaleciente en nuestras sociedades. Sin embargo, en la actualidad esa desventaja social en la que se ha colocado a la mujer, ha tomado matices dramáticos en cuanto a violencia se refiere, lo cual obliga a centrar la atención en las características individuales, sociales, materiales y todas aquellas que puedan ser determinantes para que una mujer sea víctima de violencia. A lo largo de este capítulo se realiza una exposición de las diferentes conceptualizaciones que han surgido en torno a lo que a violencia se refiere, así como de los tipos, escenarios, víctimas y victimarios que frecuentemente se encuentran ligados a ella. Con la finalidad de acotar aún más el estudio a 53

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lo que nos atañe, definimos lo que entendemos por violencia con perspectiva de género, así como la importancia del estudio de los dos ámbitos en los que las mujeres han sido segregadas, excluidas y en general violentadas: el espacio privado y el espacio público. Particularizamos nuestro análisis fundamentalmente a las formas en que la violencia urbana y la geografía de género han afectado a las mujeres, poniéndolas en situación de desventaja e indefensión, a través de la invisibilización de las necesidades propias del género femenino, y la elaboración de espacios primordialmente masculinos, dicha información es analizada bajo la óptica de los índices e indicadores, nacionales, estatales y del mismo municipio de Ocotlán. Finalmente, a la luz de los datos obtenidos proponemos algunas políticas públicas y consideraciones que creemos pueden ser pertinentes no sólo para contener la violencia sino para contribuir a erradicarla.

La violencia, un concepto extenso con escenarios diversos y distintos tipos El fenómeno de la violencia se ha definido y explicado por diversos autores, algunos como Hoff (citado en Ernst, 2002) dicen que violencia se refiere a un acto social que es aprendido debido a las desigualdades sociales, el cual es transmitido de generación en generación. Otros como Eastman (citado en Massolo, 2005) definen la violencia como un fenómeno multicausal y de gran complejidad, que implica una acción premeditada, que se realiza con la finalidad de ejercer poder sobre otra persona, mediante ataques físicos, mentales, psicológicos, sexuales, económicos o en la libertad de movimiento. Es relevante aclarar que este daño en un gran número de ocasiones puede causar la muerte a otras personas. Por otro lado, existen factores denominados precursores que se encuentran presentes en la sociedad misma y que permiten la existencia de la violencia, estos factores pueden ser la normalización de expresiones de agresividad como la extorsión, el chantaje, la ley del más fuerte. De igual manera concurren otros factores llamados de riesgo para acrecentar la violencia como son la existencia de escenarios educativos, laborales, sociales y cultu-

violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados

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rales que fomentan la exclusión, la segregación y la desigualdad, ya sea por género, raza, edad, entre otros (incide, s. f.). Además, se hallan factores que son considerados como detonadores, porque se encuentran en el contexto macro social y transmiten y naturalizan las expresiones violentas, tales como los medios de comunicación, la escuela, la familia, entre otros (idem.; Ernst, 2002). La violencia puede darse en ambientes públicos, privados o en grupos enteros y tiene algunos elementos que son considerados básicos, como el uso de la fuerza, la intencionalidad de generar daño y el uso del poder (Massolo, 2005). La violencia se desarrolla en diversos escenarios y de distintas formas como ya se mencionó, por lo tanto, es necesario clasificarla y estudiar los factores, víctimas y victimarios frecuentes en cada uno de estos tipos de violencia, uno de estos tipos es la categorización que propone Massolo (idem.), quien la clasifica de la siguiente forma: a) Violencia doméstica o intrafamiliar, donde las víctimas más frecuentes son mujeres, niños o ancianos; este tipo de violencia se puede efectuar de forma verbal, sexual, física, psicológica o a través de la negligencia misma, la fuente que motiva esta violencia es el deseo de control, de dominación, la venganza, la intimidación. b) Económica, dicho prototipo de violencia frecuentemente es ejercida en espacios públicos solitarios en los que se encuentra poca iluminación, pandillas o grupos delictivos asociados en esquinas, etc., las víctimas pueden ser todos los pobladores de la sociedad, dicha violencia está asociada al crimen, y tiene por objeto conseguir lo que otro sujeto tiene. c) Existe otro tipo de violencia que también tiene como motivante el eje económico, pero que presenta la particularidad de que se realiza con la intención de conseguir poder y es propia del crimen organizado, es decir, por los narcotraficantes, bandas y guerrillas, esta violencia es mayor debido a que tiene como consecuencia homicidios, atracos, secuestros, generalmente las víctimas son periodistas, jueces o los mismos miembros de las bandas contrarias.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

d) Finalmente nos encontramos con la violencia política, la cual es ejercida contra policías, soldados o campesinos, constantemente es ejecutada por guerrillas o fuerzas del Estado. Para efectos de este trabajo analizaremos la situación particular de las mujeres ocotlenses, específicamente en dos ámbitos, el familiar o también llamado privado y el público o urbano.

Violencia con perspectiva de género Para poder hablar de violencia con perspectiva de género, en primera instancia es necesario especificar que entendemos por género. Dicho concepto hace referencia a un conjunto de atributos o roles que son construidos y transmitidos mediante la cultura y que le son asignados a una persona dependiendo de su sexo, el concepto en su génesis misma pone de manifiesto la distinción que se hace entre los significados de la feminidad y masculinidad, más allá de los atributos biológicos (Ernst, 2002). La violencia de género, es un concepto que nace en 1995, en la ciudad de Pekin, dentro de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, y es una grave violación de los derechos humanos, ya que se vincula con distinción y segregación por el solo hecho de haber nacido mujer. Un ejemplo del grado alarmante de vulnerabilidad de este sector de la sociedad es que entre 10 y 69% de las mujeres de todo el mundo revelan haber sido agredidas físicamente por hombres a lo largo de sus vidas (oms citado en Ernst, 2002). Frecuentemente se liga la expresión “violencia de género” con violencia física, sin embargo, también puede ser ejercida de manera psicológica o como coacción, esta última se lleva a cabo cuando se trata de obligar a una mujer a realizar algo contra su voluntad. De igual forma existen otras representaciones estructurales de violencia de género como son discriminación laboral y salarial, roles sociales desiguales, violencia sexual y feminización de la pobreza (Ernst, 2002). La Asamblea General de las Naciones Unidas en su Declaración sobre la eliminación de la violencia en contra de la mujer (insp, 2003: 22) define que

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la violencia tiene como base la diferencia de género, y que esta puede o no tener daño o sufrimiento de tipo físico, sexual, emocional o económica, lo interesante de esta definición radica que también las amenazas y chantajes son considerados como violencia. La violencia hacia las mujeres, tal como ya lo dijimos, es producto de la desigualdad social, algunos factores que están ligados a ella son el desempleo, el alcoholismo, la drogadicción, la falta de redes de apoyo, la pobreza, los roles sociales históricamente transmitidos y asignados a cada género, el desconocimiento de leyes o instituciones de protección para la mujer y el nivel de escolaridad (Ernst, 2002: 439).

Mujeres en espacios privados y espacios públicos La violencia de género y la violencia doméstica han sido consideradas por muchos como similares; para efectos de este trabajo nosotros compartimos la propuesta de Massolo (2005), quien señala que la violencia de género puede desarrollarse en escenarios que van más allá de lo privado, como pueden ser el trabajo, el barrio, la escuela, entre otros. Violencia contra la mujer en el ámbito privado; incidencia y atención institucional Con respecto al escenario privado o doméstico, las mujeres han sido concebidas como un grupo vulnerable que está expuesto no sólo al maltrato físico, sino también a dominación, daño emocional y control. Este tipo de violencia tiene su origen dentro de la cultura patriarcal y se acrecienta ante la limitación económica (insp, 2003). Datos como los publicados por el Instituto Nacional de Salud Pública en el año 2003, señalan que 21.5% de las mujeres, es decir, una de cada cinco mujeres había sufrido alguna agresión de su pareja en los últimos doce meses, situación que ha llevado a un interés investigativo por parte de instituciones de salud y educativas por conocer los factores ligados a este alto índice de violencia en el país. En este sentido es que surgen en la ciudad de México y específicamente dentro del sector salud algunos trabajos que se han interesado por conocer

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

el fenómeno de la violencia doméstica, uno de ellos es el estudio realizado por Híjar, Lozano, Valdez y Blanco (2002 citado en insp, 2003: 20), que evaluó las causas de demanda de atención por lesiones intencionales en los servicios de urgencia hospitalarios en la ciudad de México, ocasionadas por diferentes tipos de hechos violentos. En el mencionado trabajo se identificó que 19.6% de las mujeres que asistían a atención lo hacían por violencia, en los casos analizados el principal agresor de las mujeres fueron sus propias parejas, igualmente se detalla que el grupo de mujeres entre 30 a 34 años de edad fue el más afectado. Otro estudio llevado a cabo también en la ciudad de México, que explora el costo social y de salud de la violencia de género muestra que 1 de cada 18 años de vida saludable perdidos en el caso de mujeres corresponde a que éstas han sido víctimas de violencia (Lozano, 2002 citado en insp, 2003: 20). El Instituto Nacional de Salud Pública (2003) describe tres categorías que pueden tener alta relación con la violencia. En primera instancia se encuentran las variables de pareja, con las cuales se hace referencia al régimen matrimonial, el tiempo de convivencia marital, las razones que motivaron la vida de pareja; en segundo término se encuentra el consumo de alcohol y los problemas que devienen para la pareja por dicho consumo y finalmente está la comunicación de pareja. Como ya se mencionó existen elementos que pueden estar vinculados con el aumento o disminución de violencia, es por ello que se ha mostrado interés por conocer el vínculo entre ciertas características socioestructurales y sociodemográficas y el índice de violencia hacia mujeres, por ejemplo el Instituto Nacional de Salud Pública (2003) realizó una encuesta en donde cuestionó el nivel de escolaridad y el estado civil de las mujeres violentadas, algunos hallazgos producto de esta investigación fueron que 56% de las mujeres están casadas, 18% se encuentra viviendo en unión libre, el resto son solteras aunque el tipo de violencia al que se han enfrentado con mayor frecuencia es ataque físico o personal en espacios públicos. En lo referente a nivel educativo el mismo Instituto Nacional de Salud Pública (2003) informa que la escolaridad promedio de las mujeres que

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acudieron a hospitales de la ciudad de México a causa de algún tipo de violencia es de 7.4 años, lo que significa que la gran mayoría de estas mujeres apenas alcanzan la primaria terminada o la secundaria incompleta. También se indagó la ocupación de estas mujeres, cuyo resultado fue que 66% de las encuestadas tenía como única actividad el cuidado y los quehaceres del hogar. Tan solo 34% dijo trabajar y lo hacen en oficios o actividades tales como obrera, empleada de mostrador y limpieza. Otro dato relevante apareció en la Encuesta de violencia hacia las mujeres (insp, 2003: 56) donde 86.5% de las mujeres no había tenido otra pareja sexual y que 12.8% no deseaba casarse, sino que lo hicieron motivadas por la familia de origen u obligadas por embarazo. En el caso de Jalisco, en lo que se refiere a violencia hacia las mujeres, existen cifras alarmantes, ya que es el estado que tiene el mayor índice (22.7%) de mujeres que han sido víctimas de incidentes de violencia en ámbitos domésticos, le siguen Colima con 19.3% y Tabasco con 18.6%, aunque la media de violencia doméstica es casi siete puntos menor de la cifra presentada por Jalisco (coepo, 2011). En el estado 8.4% de las mujeres de más de 15 años son víctimas de violencia, es decir, más de 191 000 mujeres han vivido en sus hogares algún tipo de violencia; sobre el estado civil de estas mujeres sabemos que el mayor porcentaje se encuentra viviendo en pareja, ya sea casadas o en unión libre (idem.). Otro dato alarmante de violencia doméstica que se presenta en el estado es que 52.8% de las mujeres mayores de 15 años han sido violentadas por su pareja, cifra que por lo menos representa a un millón 149 mil mujeres; de éstas siete de cada diez mujeres están casadas o en unión libre, como es de esperarse el sector poblacional menos violentado son las mujeres solteras o las que se encuentran divorciadas, asimismo sabemos que la violencia más común es la emocional (idem.). Por su parte, la violencia económica también tiene una alta incidencia en el estado, ya que 39% de las mujeres del estado dice sentir que sus egresos e ingresos son limitados y 56% revela que sus cónyuges les han reclamado por su forma de gastar (idem.).

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

El panorama en Ocotlán en cuanto a violencia doméstica tampoco es alentador, sino todo lo contrario, tan sólo de enero a septiembre de 2011, la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar (uavi), instancia encargada de atender y brindar apoyo psicológico, jurídico y social a personas violentadas en el municipio, ha atendido a 1 983 personas, de las cuales 70% fueron mujeres, 20% niños y 10% hombres. Además, como se puede apreciar en la tabla 1 el área de mayor demanda es psicología, con 49.7% del total de las atenciones brindadas. Tabla 1 Número de usuarios atendidos por área de enero a septiembre de 2011 Área de atención

Número

(%)

Área de atención

de usuarios

Número

(%)

de usuarios

Psicología

986

49.7

Trabajo Social

Jurídico

225

11.4

Total

772

38.9

1 983

100.0

Fuente: Elaboración propia con datos de uavi.

De acuerdo con datos proporcionados por la uavi, del total de casos de violencia denunciados 60% corresponden a violencia psicológica, 30% es física, 7% sexual y 3% económica. Otro dato a destacar es que de los receptores de esas violencias 88% son mujeres y de los agresores 75% son hombres. Todo lo anterior en conjunto nos hizo cuestionarnos respecto a si en la ciudad de Ocotlán la violencia doméstica tiene perfiles más frecuentemente violentados y formas comunes de violencia. Con respecto a lo primero podemos decir que las mujeres y los niños se ubican como la población más frecuentemente violentada, esto es un aspecto percibido y observado entre la misma gente, para muestra lo que nos revela una mujer líder vecinal: La violencia en la colonia (…) pues a lo mejor a los hijos, a las mujeres, por decir, aquí enfrente hay mucha violencia, el señor cada rato se oye con los niños, maltrato, entonces sí hay dos o tres casos (Líder vecinal en entrevista grupal).

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violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados

Ha surgido un interés constante por identificar factores sociodemográficos vinculados a la violencia, en lo que respecta a Ocotlán podemos mencionar que de acuerdo con los datos obtenidos de la uavi 43.1% de las mujeres que acudieron a esta unidad entre 2008 y 2011 contaba con el nivel medio de educación, sin embargo vale la pena comentar que 10.1% tiene estudios universitarios, además alarmante es que las mujeres con este nivel educativo entre 2008 y 2011 haya mostrado un aumento de violencia de 250% (tabla 2). Concerniente a la actividad laboral, sabemos que 60.2% no trabaja, por lo que la violencia económica puede ser un riesgo latente para este sector. Tabla 2 Grado de estudios de las usuarias de la uavi 2008 Analfabeta

2009

2010

2011

2

1

2

5

Primaria

41

22

34

21

Secundaria

44

45

43

38

Bachillerato

18

8

14

16

Educación Superior Total

6

6

13

15

111

82

106

95

Fuente: Unidad de Atención a Víctimas de la Violencia.

Otro dato obtenido fue el número de parejas con las que las usuarias de la uavi han procreado hijos, 91% reportó una sola pareja, y 8.9% dos o más. A partir de la información anterior podemos decir que las mujeres con un nivel educativo equivalente a nivel medio e inferiores, que no trabaja y que ha procreado hijos con una sola pareja, en Ocotlán, son más vulnerables, aunque vale la pena poner atención en la violencia que está aquejando a mujeres con grados educativos superiores. Interesante también es el dato del último año, 2011, ya que las usuarias que trabajan por primera vez desde el 2008, superaron a las que no.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

La violencia contra la mujer en los espacios públicos La psicología ambiental o posteriormente denominada psicología urbana ha realizado múltiples aproximaciones y se ha interesado desde sus orígenes por comprender las relaciones que se efectúan entre el ser humano y el escenario físico, así como las actividades que realizan los sujetos dentro de los espacios y los significados que les atribuyen a tales acciones (Mosser, 2003; Baldi y García, 2005, 2006; Vidal y Pol, 2005), para la evaluación de dicha relación es primordial considerar las dimensiones espaciales y temporales en que el sujeto se inscribe (Mosser, 2003). Y es justamente en estos espacios físicos en los que los sujetos construyen mediante procesos perceptuales y cognitivos su identidad, su individualidad, la sensación de seguridad o miedo, el sujeto construye en lo público su forma de ser, de mirarse y posicionarse en el mundo, es dentro de la cultura, dentro de lo exógeno que surge el individuo (Fernández, 2005; Dorantes, 2008). Por tal motivo, es relevante entender “la ciudad como escenario de violencias específicas en contra de las mujeres y como un espacio configurado con base en una ideología de género. Esta ideología es la que rige la demarcación de lo público y lo privado, las posibilidades de navegación de estos espacios por parte de hombres y mujeres, la configuración de lugares “peligrosos” y en general la conformación de ciudades poco amigables para sus ciudadanos” (Torres, 2010: 10-11). En este sentido, el espacio público es un referente trascendental para la construcción de sociedades pacíficas o violentas, por ello queremos señalar la importancia del diseño de espacios públicos que brinden tanto a hombres como mujeres la posibilidad de sentirse y estar seguros. En los últimos años se han presentado incrementos en los índices de delincuencia urbana en todo el país, algunas de las causas que están coligadas a lo anterior son la exclusión social, el desempleo, la marginación, la deserción escolar, los problemas familiares, la carencia de leyes justas y policías capacitados, la carencia de servicios urbanos y políticas públicas integradas (Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos citado en un-habitat, s. f.).

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Las urbes son escenarios proclives a la violencia, en ellos se desarrollan nuevas formas de socialización y, por ende también variadas representaciones de violencia. Es por ello que las ciudades son concebidas como escenarios propicios para el delito (Carrión, 2008). El espacio público tiene la relevante función de permitir la inclusión o la exclusión de las colectividades; en dichos espacios públicos es donde se define si los pobres caben dentro de la agenda de un centro comercial o si se inscriben mejor en la plazuela de una colonia popular de bajo prestigio, por tal razón el espacio público es un referente importante de identidad, de integración y de visibilidad (idem.). En las siguientes líneas analizaremos de qué manera el diseño –controlado o no– de los espacios públicos en el municipio de Ocotlán, ha permitido a las mujeres insertarse y sentirse seguras, o en su defecto, la manera en cómo esos espacios que han sido pensados por y para una sociedad patriarcal, las colocan en una situación de vulnerabilidad importante, lo que ubica a las mujeres en una doble situación de riesgo tanto en el espacio doméstico como en el espacio público. Lo anterior puede observarse en los índices de violencia comunitaria en nuestro estado, de acuerdo con datos del Consejo Estatal de Población, hay cerca de 2 millones de mujeres que son mayores de 15 años, de las cuales 48.4% ha experimentado alguna situación de violencia comunitaria, dichos incidentes de violencia son por ejemplo agresiones físicas o verbales en la calle, en los medios de transporte o en cualquier sitio público (coepo, 2011). Destaca la intimidación como expresión de violencia más frecuente (44.3%), sin embargo es de resaltar que en Jalisco en una década cinco mujeres de 15 años y más ha sido víctimas de abuso sexual por parte de algún desconocido, conocido o familiar. Además, queremos señalar que nuestra entidad se encuentra ocho puntos por encima de la media nacional en lo que respecta al índice de violencia comunitaria hacia las mujeres mayores de 15 años; también que el estado registra el mayor índice nacional en violencia escolar hacia las mujeres, de igual forma el estado se posiciona como el segundo con mayor índice

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

de violencia laboral y de pareja, tan sólo se encuentra por encima Puebla en lo que a violencia laboral se refiere y Distrito Federal en cuanto a violencia de pareja (idem.). Un hecho particular, es que en lo que respecta a violencia doméstica, las mujeres casadas o que viven en unión libre son en su mayoría las más afectadas, situación distinta para el caso de violencia comunitaria, ya que el sector que cuenta con mayor prevalencia de episodios violentos en contextos públicos son las mujeres solteras, pues 61% comenta haber sufrido violencia en espacios públicos; le siguen de cerca con 42.8% las mujeres casadas que reconocen también haber sido víctimas de violencia, y finalmente las mujeres divorciadas, con 39.8% que comparten este sentimiento, como podemos ver las cifras de los tres sectores son altas, sobrepasan 39%, lo que en sí mismo significa un alto índice de violencia para el estado, de acuerdo con datos del coepo (idem.). Desafortunadamente muchos de estos crímenes o incidentes de violencia tanto comunitaria como doméstica no son denunciados, algunas de las razones que están vinculadas son el miedo a las represalias, la poca credibilidad de la que gozan los sistemas de justicia; es decir, existe la creencia que por medio de corrupción estos actos no serán castigados, sino todo lo contrario, serán solapados, también otros hechos que impiden que las mujeres denuncien son la vergüenza, el miedo al qué dirán, el estigma social, la falta de conocimiento de leyes, la ignorancia y la falta de redes sociales o de apoyo que funjan como figuras de soporte para finalizar los trámites. La entrevista realizada al juez municipal nos confirma esto. Mucha gente viene pensando que… bueno y en lo general son mujeres, nomás he tenido creo que dos o tres hombres que vienen a quejarse de violencia intrafamiliar pero por parte de la mujer, pero en lo general son mujeres y ellas piensan que no es un delito, ellas vienen simplemente para que yo cite a sus esposos y tratar de conciliar con ellos, o sea tratar de mediar, entonces aquí se les hace del conocimiento que es un delito como tal y que se le debe sancionar y que para tales efectos tendría que denunciar en el Ministerio Público, que

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violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados

puede ser un procedimiento que puede tardar, puede ser un procedimiento en que se puede (inaudible) de acuerdo con las circunstancias en que se presenten las pruebas, las circunstancias en que se vaya dando todo el juicio, pero que definitivamente es un delito por el que su esposo puede estar detenido por bastante tiempo, para eso también se les brinda asesoría de dónde pueden encontrar abogados de manera gratuita, por lo general son personas que no tienen la solvencia económica para sustentar un abogado (entrevista 20).

Todos estos hechos en conjunto han provocado que tan solo una tercera parte de las mujeres que son víctimas de algún tipo de abuso en Jalisco denuncien. En la tabla 3 podemos ver que 87.5% sí comenta o denuncia el incidente con algún familiar, no obstante sólo 8.1% hace su denuncia ante el ministerio público. Ahora si analizamos a detalle la situación del municipio de Ocotlán, podemos percatarnos que en tan solo nueve meses del 2011, existen 117 mujeres que han llegado al ministerio público como víctimas de amenazas, lesiones, violación y violencia intrafamiliar (tabla 4).

Tabla 3 De las ocasiones en que usted fue víctima de algún tipo de violencia en la calle, con quien lo denunció (%) Familiares Policía Otros (amigos, conocidos,

87.5 4.9 12.9

vecinos) Ministerio Público

3.2

Tabla 4 Delitos municipales Delito

Mujeres víctimas

Amenazas

11

Lesiones

77

Abuso sexual (acoso)

0

Violación

6

Violencia intrafamiliar

23

Homicidios de mujeres

0

Fuente: coepo.Violencia contra las mujeres,

Fuente: Elaboración propia a partir de esta-

2011.

dísticas proporcionadas por el Ministerio Público de Ocotlán.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Geografía del género: ciudades para hombres habitadas por mujeres En todo espacio público o privado existen espacios destinados para cada género, así como en una casa la cocina tradicionalmente ha sido considerada un territorio femenino de igual forma en lo público existen espacios o tal como lo denomina Karten y Meerter (1992 citado en Carrión, 2008) “mundos” masculinizados y feminizados, dichos mundos deben conocerse para comprender como ha sido la construcción identitaria de las mujeres. Podemos hablar de que en lo público existe lo que Carrión denomina geografía de la violencia, con este concepto se hace referencia tanto a la manifestación de los hechos violentos en ciertos territorios como a la división social del espacio, división que está basada en el género, la ubicación residencial y el tiempo. Pareciera increíble pero “ciertas violencias tienen una relación directa con la organización espacial. Esto, porque hay una especialización delictiva acorde al uso del suelo” (ibid.: 10). Los espacios públicos son concebidos como elementos principales que permiten o imposibilitan la constitución de identidades colectivas, en caso de que una ciudad no cuente con los elementos requeridos para permitir esto deviene un proceso de concepción e identificación de espacios inseguros, horarios inconvenientes, medidas de seguridad y protección de la propiedad privada desmedidas y modificación de hábitos en aras de conservar la tranquilidad (idem.). El siguiente análisis dista mucho de pretender aumentar el estigma con el que ya de por si cuentan algunas colonias del municipio de Ocotlán, sino que por el contrario, busca evidenciar como el diseño de los espacios públicos no siempre está pensado con perspectiva de género, lo cual facilita la victimización de algunos grupos, en particular de las mujeres. Alumbrados públicos, diseño de parques, jardines, casas comunitarias, acceso a transporte urbano, casetas de vigilancia, calles pavimentadas o empedradas, son algunos de los elementos que pueden ser determinantes para que una mujer sea víctima o no de una agresión, de ahí que parte de este análisis tiene que ver con el estudio de las características de algunas colonias del municipio.

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Colonias peligrosas en el municipio A lo largo de esta investigación, así como de otras realizadas en este municipio hemos podido constatar que existe una serie de estigmas sobre algunas de las colonias de Ocotlán, relacionados sobre todo con el vínculo que se piensa existe entre nivel socioeconómico y delincuencia. Algunos ejemplos son los siguientes: Bueno, la colonia Marcos Castellanos tiene mucho tiempo, la Lázaro Cárdenas es de las que tienen menos, pero en la Lázaro Cárdenas como está en la pura orilla de aquí de Ocotlán, ahí sí es una área más conflictiva (entrevista 12). En la que sigue, en la Lázaro Cárdenas, hay mucho, mucho ratero ahí (entrevista 7). y qué tal está aquí La Primavera, ¿es seguro? —Sí lo es porque no se escucha nada de que roban aquí, o que roban acá, lo normal, los borrachos de cada ocho días (entrevista 4). Así es. Por ejemplo aquí hay una zona, sin estigmatizar esa colonia, pero mi percepción personal insisto sin estigmatizarla, sin satanizarla es un área del municipio de Ocotlán, son áreas puedo identificarte dos áreas, donde la situación ha venido así generacionalmente, una es una calle que es la calle Reforma en la colonia Mascota, y otra es la colonia María Esther Zuno (entrevista 17).

La percepción de la población en cuanto a la peligrosidad de algunas colonias parece no coincidir del todo con lo que reporta la policía municipal, en relación con las zonas donde se cometen tanto las faltas administrativas como los delitos del fuero común y federal (tabla 5). Como apreciamos, 30% de las faltas administrativas se registran en la colonia Centro, mientras que sólo 14% se cometen en la colonia Lázaro Cárdenas; con relación a los delitos del fuero común la colonia que re-

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 5 Zonas de riesgo de enero a julio de 2011 Colonias con

Número de faltas

Número de delitos

Número de delitos

mayores incidencias

administrativas

de fuero común

de fuero federal

152

7

2

Lázaro Cárdenas

75

5

1

Mascota

62

12

13

María Esther Zuno

54

La Primavera

35

14

8

Marcos Castellanos

28

2

Torrecillas

27

9

6 de Noviembre

26

El Nuevo Fuerte

26

San Juan

19

San Vicente

17

Centro

La Florida

2

5

Fuente: zonrie, 2011.

porta el mayor porcentaje (27.4%) es La Primavera, seguida de la colonia Mascota con 23.5%, misma que cuenta con 44.8% de delitos de fuero federal. Sin embargo, es importante señalar que cuando se habla de las zonas de irradiación, es decir, aquellas colonias de donde provienen los presuntos delincuentes, es en la colonia Lázaro Cárdenas donde tienen su domicilio 24% de los detenidos por faltas administrativas. En cuanto a los delitos del fuero común, en la colonia La Primavera reportan su domicilio 20.9% de los presuntos delincuentes, seguido de 16.2% que lo reporta en la colonia Marcos Castellanos. En lo que se refiere a los delitos del fuero federal, 38.4% provenía de la colonia La Primavera. Por otro lado, la Unidad de Atención a Víctimas de Violencia Intrafamiliar registra que los casos que atienden corresponden en su mayoría a

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víctimas que viven en las colonias: Mascota, La Primavera, El Nuevo Fuerte, San Juan y Lázaro Cárdenas. Como podemos observar, existe relación entre las colonias que aparecen como zonas de riesgo, con las que son zonas de irradiación y las colonias que reportan mayor número de casos de violencia intrafamiliar. Por ello es necesario que el municipio propicie las condiciones urbanas que permitan, primero, que en las zonas de riesgo disminuya el índice de faltas administrativas y delitos cometidos, nosotros observamos por ejemplo que de enero a junio de 2011, la colonia Centro presenta el mayor índice de detenidos por ebriedad, en un horario primordialmente nocturno, en su mayoría varones, con esta información el gobierno municipal puede diseñar una estrategia de “corredores seguros” donde las mujeres jóvenes o adultas que transitan en horarios nocturnos puedan hacerlo estando y sintiéndose seguras de que no serán víctimas de un delito cometido por un hombre ebrio. Además, el municipio debe generar campañas que promuevan actividades de ocio sanas para niños y jóvenes, así como promover campañas de autoempleo y capacitación en las colonias que aparecen como zonas de irradiación, ofrecer a los jóvenes diversas posibilidades educativas, de divertimento y laborales, podría contribuir a disminuir la delincuencia en los y las jóvenes de esas colonias. Consideramos que el estigma que recae sobre estas colonias, puede a su vez ser generador de procesos de exclusión que generan más violencia, y que convierte también el factor socioeconómico en elemento de exclusión y estigmatización: Pues de eso de la drogadicción yo creo también está muy vinculado a la de las colonias. Hay colonias en que realmente los chicos tienen acceso a jugar básquetbol, partidos normales y son en las colonias de bajo prestigio, por ejemplo en Cantarranas o la Lázaro, la gente dice: “es que ahí se junta la bola de mariguanillos” siendo que te puedes asociar en otra colonia normal y no lo vinculan a eso, y también yo creo que aquí la drogadicción y el alcoholismo está muy

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vinculado al nivel socioeconómico; si tienes dinero eres así como que bueno el tomador, bueno, el social pero realmente si tienes un bajo nivel económico si no tienes dinero ya eres el alcohólico, el borracho, el que no sirve para nada, entonces las etiquetas sí están alineadas por la parte económica y la parte de la ubicación (entrevista extra 1).

Todas las condiciones antes descritas vulneran la vida y el desarrollo de las mujeres que viven en esos espacios, no permiten que se sientan seguras y las vuelve más propensas a vivir episodios de violencia, es decir, mediante esta estigmatización de las colonias no se consigue más que envolver el fenómeno de la violencia en un proceso tautológico, en donde las colonias estigmatizadas son violentadas a través de segregación y exclusión social, y como es de esperarse los miembros de dichos contextos se desenvuelven tal cual como han aprendido, por medio de procesos de tensión que devienen en diversas expresiones de violencia, y en todo este transcurso nuevamente los más afectados son los grupos vulnerables, y entre ellos por supuesto que encontramos a las mujeres. Por lo que determinamos que es necesario que el municipio promueva en estas colonias, campañas educativas que contribuyan a la sana convivencia. Así mismo, la existencia de espacios públicos de esparcimiento es indispensable para generar las condiciones que propicien un cambio en la percepción sobre los colonos y que brinden oportunidad a los jóvenes y niños de crecer en un ambiente diferente.

Algunas notas finales Seguridad ciudadana: un reto que implica romper esquemas La seguridad ciudadana contiene una dimensión objetiva: los hechos de la violencia conocida que involucra a víctimas y victimarios; y una dimensión subjetiva: las vivencias y sentimientos personales que configuran las percepciones y representaciones de la seguridad ciudadana (Del Olmo citado en Massolo, 2005: 3), en palabras de Claudia Laub: “Los fenómenos de violencia en la vida urbana, objetivos o subjetivos, son vividos de

violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados

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forma diferente según el sexo, la edad, la posición social” (citado en Falú y Segovia, 2007). En este sentido la inseguridad ciudadana no sólo implica lo relativo a la criminalidad sino también a los procesos de exclusión y segregación social (idem.). Pese a lo anterior no ha sido considerado como temática incorporada a las nuevas formas de vida urbana, por lo que requiere políticas urbanas innovadoras que se relacionen directamente con la realidad (Carrión, 2008) y que permitan crear ambientes seguros para todos y todas. Después del análisis de los datos y de la revisión teórica pertinente sobre violencia de género, hacemos algunas propuestas que concebimos pueden ser factores contenedores de violencia contra las mujeres. Primero es de nuestro interés hacer notar que la creación de instituciones como la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar y el Instituto de la Mujer son excelentes elementos para la atención a víctimas de violencia y prevención de la misma; sin embargo, es necesario se implementen acciones encaminadas a empoderar, informar y respaldar a las mujeres. Proponemos en este sentido un seguimiento de lo que logran las mujeres a partir de la capacitación que reciben por ejemplo, en los talleres que el Instituto Municipal de la Mujer realiza, en las actividades como bisutería, corte y confección y capacitación para la elaboración de conservas y lácteos, además de encargarse de las evaluaciones y derivaciones a las instancias correspondientes en los casos que así se requiere, sería conveniente emprender campañas de información, y prevención de violencia comunitaria y doméstica, tales como impulsar acciones en pro de la equidad de género. Conveniente también sería el diseño de campañas y proyectos que motiven a las mujeres del municipio a estudiar y terminar la primaria, secundaria y preparatoria, porque como lo vimos en los datos que en el presente capítulo presentamos la violencia hacia las mujeres está asociada principalmente a sectores con bajo nivel educativo, cuestión que es percibida de igual forma por miembros del mismo municipio, cuando le preguntamos que porque se podía vivir en violencia:

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Pues en el nivel educativo, pues es que todo se trata de educación, de romper estos esquemas que sé que es difícil hacerlo porque pues ya todo está como muy establecido y que viene de la familia directamente, pero ¿cómo podemos ejercer? Por ejemplo en este caso, pues no sé, crear campañas (entrevista 5).

Durante la Primera encuesta nacional sobre discriminación en México (2005), 15% de la población mencionaba que no habría que gastar tanto en la educación de las hijas, porque se casarían en el futuro (conapred, s. f.), situación ligada a que en la actualidad el grado de escolaridad de las mujeres aun sea menor que el de los hombres (inegi, 2010). De lo contrario en lugar de que el nivel de escolaridad se convierta en un factor contenedor de violencia puede fungir ante la población como un factor detonador de la misma. Con relación al acercamiento realizado a la ciudad como espacio diseñado por y para hombres, es necesario resaltar que la falta de infraestructura básica como alumbrado público, pavimento y existencia de lugares recreativos como parques y jardines, parece ser un factor que coincide en colonias que presentan índices más elevados de violencia. Es necesario que el municipio gestione y destine recursos que permitan a las mujeres vivir, transitar y convivir en lugares en los que estén y se sientan seguras. De manera secundaria creemos importante que el municipio diseñe estrategias de difusión acerca de las colonias, de manera que el estigma que pesa sobre algunas de ellas se diluya, evitando de ese modo la exclusión, prejuicio y discriminación que los colonos sufren debido a la imagen violenta que tiene su colonia. Bibliografía Baldi, G. y E. García (2005). Calidad de vida y medio ambiente. La psicología ambiental. Universidades. México, núm. 030, julio-diciembre, pp. 9-16. — 2006). Una aproximación a la psicología ambiental. Fundamentos en humanidades. San Luis, Argentina, año/vol. 7, núm. 14, pp. 157-168.

violencia de género: la mujer entre los espacios públicos y privados

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3. representaciones sociales de la inseguridad  y miedo al delito en habitantes de ocotlán, jalisco ana cecilia morquecho güitrón

Introducción Partimos de considerar que la delincuencia y la inseguridad son problemas estructurales que obedecen en gran medida al desarrollo y a la modernidad de las ciudades. Desafortunadamente, vivir sin seguridad y con miedos es una característica de la vida cotidiana. Tanto el aumento del índice de la delincuencia y la inseguridad ciudadana son problemas que ocupan los temas centrales de debate público, conflictos que no sólo están encabezando las agendas de los diferentes gobiernos, sino que también están presentes en todos los medios de comunicación masiva y en las conversaciones cotidianas de las personas. A nivel nacional y regional, se ha elaborado y se comparte la representación social de la inseguridad en la que prevalece el reconocimiento de que la vida cotidiana está llena de riesgos y que la amenaza principal son los delincuentes. Se podría decir que el miedo que las personas tienen a ser víctimas de la delincuencia tiene un impacto social tan grande, que puede llegar a ser un problema tan serio como la delincuencia misma. El miedo a la delincuencia no sólo ha desencadenado un desordenado surgimiento y desarrollo de negocios de seguridad privada que son utilizadas por empresas y ciudadanos particulares debido a la incapacidad de los gobiernos por otorgar a los ciudadanos la seguridad necesaria que salvaguarde su integridad física y la protección de sus bienes. El incremento de la delincuencia debilita el capital social; aumenta la desconfianza en detrimento de la solidaridad, la cooperación y la interacción de los integrantes de una comunidad. 75

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En la ciudad de Ocotlán, la inseguridad también se ha incrementado en los últimos años, generando con ello una transformación en la dinámica social de sus habitantes. El robo a casa habitación, a empresas y comercios, de vehículos y autopartes va en aumento, así como también los homicidios y secuestros. Varios casos de delitos violentos han sido centro de atención de noticieros de difusión local y regional. A nivel nacional, Ocotlán ha sido reconocido como un municipio con problemas de violencia. Por tanto, el propósito del presente estudio es dar cuenta de cómo es la representación de la inseguridad y el miedo al delito en la sociedad de Ocotlán y para ello se realizó una revisión teórica sobre el concepto del miedo y el riesgo. Los hallazgos que presentaremos a continuación son el resultado de los datos obtenidos mediante el trabajo empírico de tipo cualitativo en el que se recuperó el discurso de diferentes habitantes de la ciudad de Ocotlán reconocidos como informantes claves con quienes conversamos sobre cómo perciben la inseguridad, el riesgo a ser víctimas de la delincuencia y cómo equilibran su necesidad de sentirse seguros en sus rutinas cotidianas. Entrevistamos a ciudadanos de Ocotlán1 quienes han sido víctimas de la delincuencia, y quienes no; entre ellos participaron empresarios, empleados, amas de casa, estudiantes jóvenes y niños de diferentes edades quienes nos ofrecieron su representación de la inseguridad y la delincuencia en Ocotlán.

La inseguridad pública como objeto de las representaciones sociales Sin pretender ahondar en la teoría de las representaciones sociales, es fundamental ubicarnos en el marco teórico de referencia que se empleó para el presente estudio. Las representaciones sociales son el conocimiento de sen1

Se realizaron entrevistas de tipo semiestructuradas, las cuales fueron audiograbadas y posterior-

mente transcritas para su análisis. Los temas explorados en las entrevistas fueron: la percepción de la inseguridad y el riesgo, los miedos al delito, la victimización, la vulnerabilidad, la identificación de los lugares y situaciones seguros e inseguros y la imagen del delincuente. Se cuidó la confidencialidad de los participantes, por tanto, los nombres de identificación de los fragmentos de entrevista que aquí presentamos son ficticios.

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tido común constituido a partir de las experiencias, pero también de las informaciones y conocimientos que son recibidos y transmitidos a través de las interacciones cotidianas, la educación y los medios de comunicación. Estos saberes o conocimientos socialmente elaborados y compartidos permiten a las personas comprender y explicar los hechos e ideas presentes en la vida cotidiana, hacen posible explicarnos el mundo y orientar los comportamientos en la vida cotidiana. Moscovici (1979) estableció que son tres las condiciones que se requieren para que se constituyan las representaciones sociales: la dispersión de información, la focalización del sujeto individual o colectivo y la presión a la inferencia sobre el tema u objeto socialmente definido. En el caso particular del presente estudio, la inseguridad y el miedo al delito son considerados fenómenos que promueven valoraciones, juicios y opiniones, por tanto es posible estudiarlos desde la perspectiva de las representaciones sociales. Los discursos sobre la inseguridad son considerados como un conjunto de declaraciones y explicaciones de carácter simbólico que dotan de sentido la realidad social, que también la construyen y la reproducen.

El significado del miedo y el sentimiento de inseguridad Delumeau (2002) demuestra que no sólo los individuos, sino también las colectividades e incluso las civilizaciones pueden estar atrapados en un permanente diálogo con el miedo. En la dinámica de las sociedades contemporáneas, siguiendo a Beck (1986) vivimos un riesgo global, no sólo de carácter ambiental o sanitario; en especial se viven riesgos que afectan la vida cotidiana trastocando los valores que permiten la cohesión social. La seguridad disminuye y el incremento de la delincuencia en sus múltiples y variadas expresiones es un elemento casi permanente en la comunicación de los medios masivos y en las conversaciones cara a cara entre los ciudadanos. En lo que respecta a este último aspecto, la inseguridad, la mayor parte de las estimaciones sobre los costos de la delincuencia se refieren a las pérdidas materiales derivadas del crimen, al valor de los objetos robados, gastos médicos, al costo de la procuración de justicia, etc. Sin embargo no es fácil medir los costos intangibles como son el vivir con miedo y sus consecuen-

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cias. En una sociedad donde los proyectos colectivos, la cohesión social y la solidaridad dejan paso a los proyectos individuales, se propicia la desconfianza en otros. Las personas perciben que enfrentan mayores riesgos de ser víctimas de la delincuencia, aumentando con ello la sensación de malestar, de aislamiento y desamparo social. A partir de los años setenta el miedo a la delincuencia ha sido preocupación de la criminología y la victimología. Desde entonces, en periódicos, libros y revistas de carácter académico se ha debatido sobre la relación que mantienen los índices reales de la delincuencia con la percepción y el temor que las personas manifiestan de ser víctimas del delito, encontrando contradicción entre la proporción de víctimas y el miedo. En México, también se ha corroborado a través de las encuestas nacionales de victimización, que la percepción de la (in)seguridad no necesariamente se relaciona con los datos oficiales reportados, y las personas se han visto en la necesidad de modificar sus estilos de vida para enfrentar la delincuencia. Para la presente investigación, por tanto, partimos de considerar que el miedo al delito es un sentimiento que resulta de un proceso social de construcción de la realidad en el cual intervienen principalmente dos aspectos: la experiencia directa del delito y el discurso en sus diferentes modalidades, que van desde la conversación cara a cara, hasta la comunicación masiva. Específicamente, es nuestro propósito de investigación observar y analizar las dimensiones vivenciales y comunicacionales que dan lugar al miedo al delito. El miedo al delito y los sentimientos de inseguridad han sido dos nociones empleadas para profundizar en el problema de la delincuencia, sin embargo no existe una única definición para entenderlas e investigarlas. Autores como Ditton, Bannister, Gilchrist y Farrall (1999), Ferraro (1995), Hale (1996) han propuesto sus propias maneras de definir operacionalmente el miedo al delito o el sentimiento de inseguridad, sin embargo para su conceptualización no podemos olvidar tres aspectos importantes: primero el nivel o grado estimado de miedo o sentimiento de inseguridad depende de la manera que se ha definido y del instrumento con el que se pretende medir; en segundo lugar, las causas del miedo y del sentimiento de inseguridad varían también

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dependiendo del contexto sociocultural y de la manera en que se define operacionalmente y finalmente, en el trabajo empírico, es importante tener presente que es diferente medir la experiencia delictiva, las causas del miedo al delito y las consecuencias del sentimiento de inseguridad. El miedo es socialmente elaborado y compartido y puede experimentarse en distintos niveles que van desde el sentimiento de alerta a niveles desbordantes de terror. Si bien la mayoría de las personas pueden declarar fácilmente si sienten o no miedo de ser víctimas del delito y además ubicar en una escala la intensidad con la que sienten el miedo, consideramos que no es el único aspecto que se debería explorar en una investigación. Con fines de la presente investigación, consideramos que el miedo al delito se compone de tres elementos: 1. Percepción del riesgo. La toma de conciencia de que algo negativo puede suceder en cierto lugar de la ciudad o situación enfrentada en la vida diaria. 2. Vulnerabilidad. La autovaloración, el sentimiento de que uno mismo y de que los otros pueden verse afectados por los delitos; que pueden ser víctimas de la delincuencia. 3. Capacidad de respuesta. Entendida como los recursos y habilidades que se tienen para hacer frente a los posibles delitos o peligros de la delincuencia. En este caso interesa conocer las estrategias de protección que las personas emplean en su hogar, con su familia y para cuidarse transitando por las calles de la ciudad. A continuación se presenta un análisis de los principales aspectos en los discursos de las personas entrevistadas en la ciudad de Ocotlán.

La condición de víctima y el sentimiento de inseguridad Una de las preguntas centrales a los habitantes de Ocotlán fue ¿qué tanto miedo tiene a ser víctima de la delincuencia o a sufrir de algún delito? Aunque las posturas fueron muy variadas, en primera instancia la respuesta fue

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que tienen mucho miedo, esto sobre todo en la población adulta. Cuando profundizamos en el sentimiento de miedo, percibimos dos posturas opuestas, esto es, en su mayoría los entrevistados respondieron sentir mucho temor, mientras que algunos reconocen a Ocotlán como una ciudad que no enfrenta grandes problemas de inseguridad. Sin embargo aunque no declaran tener miedo, la preocupación a enfrentar algún delito si está presente y con ello la modificación de rutinas y la incorporación de estrategias de autoprotección que no realizaban en el pasado cercano. De los adultos entrevistados nueve de ellos expresaron haber sido victimizados en Ocotlán, en todos los casos el delito fue el robo en diferentes modalidades y con distintos agravantes. En las personas que ya fueron víctimas de la delincuencia el miedo ante la inseguridad se exacerba, generando una reconstrucción de las rutinas cotidianas con la intensión de incorporar estrategias de autoprotección. Sin embargo observamos que hay diferencias significativas en la representación de la percepción del riesgo y la vulnerabilidad según el género, las mujeres se consideraron más temerosas que los varones, mientras que los varones describieron tener más miedo por la seguridad de sus familiares o dependientes y sus posesiones que por ellos mismos. Pero si además de ser mujer se ha experimentado la victimización directa el nivel de miedo es más alto. En el siguiente fragmento de entrevista observamos el caso de una mujer que fue víctima de robo en la empresa en la que trabaja y describe la vulnerabilidad que reconoce sentir a partir de ese hecho: Normalmente cuando voy sola por la calle, y me pongo nerviosa o algo, me gusta mirar a la gente a los ojos y dependiendo de cómo sienta la mirada, atravieso la acera o sigo mi camino. Pues tengo mucho miedo, tenía miedo de salir a la calle, no quise trabajar durante unos meses, no solamente el hecho de estar ahí sino también de salir a la calle. Pensaba que me podía agarrar, secuestrar o no sé, me daba miedo (María, 35 años).

En la población femenina entrevistada en Ocotlán corroboramos los hallazgos encontrados en otras investigaciones como la de Madriz (2001) en el

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sentido que las mujeres están introyectando, como una verdad que rige sus rutinas cotidianas, que el espacio público es un lugar peligroso. Para Elena (42 años), empleada, habitante de la colonia El Nuevo Fuerte: la inseguridad para mí sí es mucha porque a mí me asaltaron el día 6 de julio a la 13:30 aquí en mi trabajo; eran dos muchachos, uno se quedó afuera y otro entró. Cuando volteé estaba aquí un fulano (dentro del mostrador), venían cubiertos con unos lentes y un pañuelo que les cubría el resto del rostro y una gorra; el que entró traía una navaja en la mano y pos se llevó todo, ni siquiera me dejó para el camión, ni las llaves del negocio, ni de mi casa. Pero yo digo que bueno que venían cubiertos (…) Porque si no sería más peligroso para mí, si los hubiera visto (…) Andaban bien drogados (…) Pues ahora tengo mucha inseguridad conmigo misma, mucha desconfianza, no me siento segura ni en mi casa, por lo mismo queda uno traumado, con delirio de persecución. Entonces pasa el tiempo vas sabiendo de más personas y te acuerdas, y pos eso me quedó. Tuve que pedir 10 días de vacaciones por como quedé, desconfiaba de todo mundo, llegaban aquí y se formaban y pensaba que podía ser el que vino.

En la narración de Rosa (24 años), empleada de una tienda de ropa, sobre su experiencia como víctima de delito, podemos observar que identifica en su tipo de trabajo un riesgo más alto de ser víctima de los delincuentes: Ya era casi para cerrar y ahí me daban chance de hacer mis tareas y mis cosas de la escuela; yo estaba haciendo una tarea y de repente vi que entró una persona con un pasamontañas, yo creí que era una broma de algún amigo, le dije que no bromeara y entonces sacó su pistola y me dijo que le diera todo el dinero. Se lo entregué todo porque anteriormente mi jefe me había dicho que si pasaba algo así, les diera todo. Se lo di todo y me metió al baño, me dijo que no saliera hasta que contara hasta diez. Conté hasta diez y cuando salí ya se había ido, casualmente iba pasando un amigo y se paró a ayudarme, llamaron a la policía, levantaron el acta. Jamás supieron quién fue.

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Otro elemento que se destaca en el discurso de los entrevistados, es la mención de la victimización indirecta;2 los entrevistados señalaron conocer a personas cercanas a ellos que habían sido víctimas de la delincuencia. En la encuesta sobre capital social realizada en 20113 en el municipio, se encontró que los habitantes de Ocotlán manifiestan una incidencia de victimización, se reporta una relación de menos de uno a diez personas que han sido victima directas de delito. En la misma encuesta los resultados mostraron que 81% de las personas se siente entre muy seguros y seguros transitando por la ciudad durante el día Se encontró que a pesar de que la experiencia de victimización directa que refieren los habitantes de Ocotlán es baja prevalece la percepción de que la ciudad es insegura. Enseguida observamos como en versión del dueño de una tienda de abarrotes, no necesitas haber sufrido de algún delito para mantenerte en alerta e incorporar medidas de protección: (…) nosotros tenemos aquí desde el 87 y nunca ha pasado nada, pero debes protegerte y debes cuidarte, mientras menos des chanza pues a lo mejor menos cosas te pasan. ¿Lo han robado alguna vez? No, ni una bicicleta siquiera, pero hay que prevenir, por ejemplo, tienes tu carro y primero le compras seguro y luego siguen alarmas y luego un candado para que no des chanza. Pero si tú te descuidas, ya le pones nomás el seguro, eso no te lo va a cuidar. Pues la puerta por ejemplo [enrejado y timbre con sensor] si yo quiero ir a la bodega a sacar o acomodar algo pues cierro mi puerta y lo hago tranquilamente, o si mis hijos están aquí haciendo su tarea y yo quiero ir para atrás, cierro mi puerta y cuando llega un cliente me tocan la campana o suena el sensor. Es más que nada como seguridad personal, para mí y mi familia pues (…) La cámara, pues, es como un policía bien chingón que todo mundo le tiene miedo, la gente le tiene más 2

Se refiere al conocimiento de victimización por parte de personas cercanas, como familiares,

amigos o vecinos. 3

Agradezco a Eduardo Hernández González, coordinador de esa encuesta, que me haya permi-

tido consultar y utilizar la información sobre participación civil contenida ahí.

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miedo a las cámaras que a un policía. Si yo doy chanza o me descuido poquito, la gente está viendo. Entonces de alguna manera me protejo y protejo a mis clientes (José, 53 años).

Podemos constatar la representación de que el que se descuida es quien sufre de la actividad delictiva, y que estar seguros es responsabilidad de cada ciudadano. Este comerciante decide invertir en un sistema de seguridad que impida el libre acceso a su negocio y le alerte de la presencia de los otros que pueden ser, o bien un cliente o un delincuente potencial. La actividad delictiva constituye una fuente de gran angustia social porque representa una problemática cercana en el sentir de los ciudadanos que participaron en el estudio, por tanto no se debe ni se puede minimizar la sensación de malestar que experimentan los ciudadanos. En el debate sobre la inseguridad y el miedo al delito no siempre se ha incorporado la perspectiva de la población menor a 18 años de edad. En general la mayoría de las encuestas se han propuesto conocer la perspectiva de los adultos, sin embargo los niños y los adolescentes no están al margen del problema y con la intención de identificar su representación social sobre el tema realizamos entrevistas a menores entre 6 y 15 años de edad. En cuanto a la sensación de inseguridad encontramos que la mayoría indicó sentirse más expuestos a situaciones de inseguridad y violencia en la medida que se alejan de la tutela de sus padres. Observamos que los niños han introyectado una serie de peligros y riesgos que les ofrece la calle y están guiando su conducta a partir de incorporar en sus rutinas prácticas que los restringen en su libertad y uso de los espacios pero que incorporan como prácticas necesarias y normales para su grupo de edad, por ejemplo, no hablar con extraños, no estar solos en casa, no correr, no acercarse a la gente, ir de la mano de la mamá, no salir solos a la calle, no aceptar cosas de desconocidos, estar alerta de personas que los estén persiguiendo, no jugar en la calle, estar alerta, estar con la compañía de personas adultas, no encontrarse fuera del hogar por la noche.

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De las entrevistas realizadas con los menores, sobresale el interés de los niños en hablar de los delincuentes y la representación que tienen de los mismos. En primer término encontramos que para los niños el delincuente es siempre una persona desconocida y varón. En el discurso de los menores vemos que elaboran una clasificación de los tipos de delincuentes nombrados como “los zetas”, “los sicarios”, “los robateros”. Para los niños, los más peligrosos son los que están borrachos o drogados; entre sus formas de conductas más comunes se encuentran las malas palabras, groserías, buscan pleitos, toman cerveza y fuman, roban niños, tiendas, bancos, te miran feo, matan, no respetan las cosas de las personas. (…) los borrachos, los mariguanos, los otros que no tienen corazón (…) Pos se pueden esconder en el hierbajal para robarnos y matarnos; a los niños que van pasando por ahí los violan (Jonathan, 8 años).

Se preguntó a los menores cómo es que tenían información sobre la inseguridad y los delincuentes y nos percatamos que la principal fuente de información son los familiares directos, que incluyen a los padres, los abuelos y primos con quienes tienen una convivencia cercana. Pese a que prevalece el debate del papel de los medios de comunicación en la conformación del miedo al delito, encontramos que una fuente de información importante para los niños son los noticieros de televisión y de radio, así como también las telenovelas y los programas como La Rosa de Guadalupe y Lo que callamos las mujeres, los niños expresaron que en programas como esos se presentan casos de secuestro, robo de infantes, narcotráfico, violaciones, entre otros delitos. Liliana (8 años) explicaba sobre la delincuencia a partir de su exposición a un programa televisivo: (…) están en la calle y las que tienen mmm son gente mala pero son ricos y se meten ahí para pegarte o hacerles muchos mandados y hacerte malas cosas. ¿Qué son malas cosas? Pues que un hombre te bese o te haga eso. Traen

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como un carro, como algo y te agarran “vente niña, vente” y le agarran como un billete y te lo dan. Yo vi en La Rosa de Guadalupe, que se la da y se la robaron (…).

Situaciones identificadas como seguras e inseguras en Ocotlán Uno de los aspectos que nos interesó investigar fue el modo en que los habitantes de Ocotlán evaluaban las situaciones como seguras o inseguras en la dinámica cotidiana de la ciudad. Al respecto, encontramos que la representación de lo seguro está relacionada con las prácticas de la honradez y la honestidad. La seguridad se asocia con las personas que son trabajadoras, que viven según los principios religiosos y valores morales. Por tanto es seguro estar en casa, visitar la iglesia, acudir a las escuelas, estar en convivencia con los vecinos y los familiares. En versión de los entrevistados los lugares inseguros son aquellos donde acuden grandes cantidades de personas, por ejemplo, durante las festividades patronales del Señor de la Misericordia. Otras situaciones identificadas como inseguras es cuando se porta objetos valiosos o cantidades de dinero en efectivo mientras transitas por las calles o al acudir a un banco de noche. También se considera inseguro transitar de noche por la vía pública, acudir a bares o visitar el casino, salir sólo a lugares desconocidos y es altamente inseguro consumir alcohol, drogas y sobre todo vincularse con grupos o personas que comenten delitos. Cuando andas tú en malos pasos, que te lo merecías (…) Yo trabajando y a plena 13:30 de la tarde, y luego impotencia porque nadie vio, nadie escucho (Elena, 42 años).

Claudia, en su testimonio, refleja una representación que se presenta en la mayoría de los entrevistados, quienes afirman que a las personas honradas y trabajadoras no les pasa nada malo. Si bien, la mayoría de los entrevistados manifestó saber de hechos delictivos violentos, como el secuestro y el homicidio, ocurridos en Ocotlán, los mismos son explicados como el resultado

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de “ajustes de cuentas” entre los miembros de las organizaciones criminales y perpetuados por personas ajenas a los habitantes de Ocotlán. (…) hace poco a un compañero de mi hija lo secuestraron y lo torturaron; era un muchachito jovencito de buena familia, sus papás son de dinero, los sicarios lo fueron a tirar cerca de Poncitlán, mi hija estaba muy impresionada, le lloraron mucho los amigos porque decían que era muy buen muchacho, luego se supo que andaba con los narcos y se dice que fue un ajuste de cuentas, otros dicen que lo confundieron, pero yo creo que sí andaba en malos pasos, por eso le pasó, lo que le pasó (…) (Claudia, 39 años).

Sin embargo, un joven trabajador de un taller mecánico, estudiante de bachillerato, pone en entredicho la suposición de que los delitos violentos son en contra de los propios delincuentes: Bueno, Ocotlán era un pueblo muy tranquilo, si había discusiones, pleitos, borracheras, pero ahora está pasando algo muy raro, de que han llegado los zetas, los mismos policías encapuchados secuestran personas, las asesinan, en una ocasión mataron a mi primo. Él (…) no sabíamos exactamente lo que estaba haciendo pero normalmente era una persona muy tranquila no se llevaba con nadie, no peleaba con nadie, tenía sus hijos, su esposa, sus hermanos, trabajaba para sus hijos, tenía muy buen trabajo, ganaba bien, no se quejaba de nada y hace un mes más o menos entraron a su casa, en paños menores lo subieron a una camioneta y lo secuestraron, al siguiente día mis primos pensaron que iban a pedir recompensa pero resulta que no, como a eso de las doce de la tarde les avisaron que estaba muerto y su cuerpo estaba tirado en Poncitlán.

El entrevistado asegura que la víctima era una persona trabajadora y sin conflictos con otros y no reconoce un móvil del crimen. Es difícil enfrentar en la vida cotidiana el hecho de sentir que la amenaza de crímenes tan violentos la pueda tener una persona honrada, dedicada al trabajo y a cuidar a su familia. Es más fácil enfrentar los miedos ante los delitos per-

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petrados por el crimen organizado si como sociedad reproducimos la afirmación de que a las personas honestas y trabajadoras no son vulnerables a dicho tipo de delito. A mayor identificación con la víctima mayor será el sentimiento de miedo y vulnerabilidad. De ahí la necesidad de Elisa de creer que el joven secuestrado era parte de un grupo criminal, para evitar la identificación y, por tanto, fortalecer la creencia de que ella y su familia están a salvo. Diversos estudios como los de Ferraro (1995), Hougardy (2003) y Morquecho (2010) han encontrado que el miedo al delito se encuentra en gran medida moldeado por el riesgo percibido de la victimización que experimentan las personas. El riesgo implica un juicio o interpretación del grado de victimización potencial o vulnerabilidad, por tanto, los individuos que se piensan expuestos a mayor peligro, son también los más vulnerables. Es importante señalar que entre los entrevistados prevaleció la preocupación y el miedo a la inseguridad con relación a algo que pueda sucederles a ellos o a sus familiares, y poco se concibe como un problema de impacto social. Sólo uno de los entrevistados señaló que, desde su opinión, el aumento de la delincuencia en Ocotlán perjudicaba porque atentaba contra la imagen de Ocotlán y traía consecuencias socioeconómicas desfavorables para los habitantes: es triste lo que pasa en Ocotlán, tanta inseguridad y delincuencia nos da mala imagen, está haciendo que perdamos empresarios, ya no quieren venir a invertir en Ocotlán, a otros empresarios también los estamos perdiendo ya están cerrando porque les va mal, porque les roban o reciben amenazas, lo más triste es que pronto tendremos más desempleo (Rubén, 42 años).

Lugares seguros e inseguros en Ocotlán Específicamente preguntamos cómo consideraban la seguridad y la presencia de la delincuencia en sus colonias. Un segmento de los entrevistados señaló percibir que el nivel de seguridad en su colonia era más alto que en el resto de la ciudad.

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(…) no hemos escuchado mucho de delitos acá, la gente nos conocemos y de alguna manera nos cuidamos, pero si se oye que han robado mucho pero en otras colonias, como sea, acá vivimos más tranquilos, todavía no nos llega (…) (Rosalía, 43 años).

Para un número importante de entrevistados otro elemento para valorar un lugar como inseguro es que resulte poco conocido, no sólo a nivel de características geográficas sino que también el desconocimiento de la dinámica propia del lugar. Por el contrario, los lugares que son conocidos y que se utilizan con más frecuencia, resultan ser los más seguros, las personas identifican las características de los lugares que transitan y también las dinámicas y rutinas de uso del espacio público, generando un sentimiento de pertenencia y de seguridad. No obstante en los casos en que las personas reconocen a su propio barrio o colonia como insegura se debe principalmente al circular de personas ajenas identificadas como desconocidas y a quienes se les responsabiliza de los hechos delictivos. (…) te digo ya no estás segura ni en tu trabajo, ni en tu casa porque aquí también en la colonia [se refiere a la colonia Infonavit 2] entraron a una casa en pleno día y se llevaron cosas, entonces aquí no hay ningún lugar seguro, ni tu casa (…) (Elena, 42 años).

Con lo expuesto se podría concluir que la inseguridad que perciben los habitantes de Ocotlán no es causada por la experiencia directa ni por el conocimiento de la delincuencia en su entorno inmediato, ya que perciben que el aumento de la inseguridad en la ciudad es menor en su barrio. No obstante en ciertos barrios o colonias marcados por la vulnerabilidad social y delictual el miedo al delito responde a la experiencia cotidiana del mismo. El hogar sigue siendo identificado como el espacio más seguro, sin embargo en la mayoría de los hogares han implementado alguna medida o estrategia de seguridad para asegurar la tranquilidad de sus habitantes.

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Pues por ejemplo pusimos un aparatito que al pasar la gente, prende una luz, en la parte de arriba se puso un cerrojo y un candado, pusimos protecciones (…) Pues una vez intentaron meterse por la parte de arriba, no entraron, alcanzamos a escuchar y llamamos la policía y no nos contestaron, pero afortunadamente vivimos cerca de la presidencia, rápido fue mi mamá, vino la policía, checaron la parte de arriba, tomaron la declaración y ya (…) Fue por eso que decidimos protegernos (…) (Alicia, 30 años).

Las representaciones del delincuente y de las causas de la delincuencia Uno de los aspectos relevantes del trabajo de campo fue identificar la representación social que los entrevistados tienen de los delincuentes. En las narraciones de los participantes encontramos que las características de los delincuentes son omnipresentes, impredecibles, todopoderosas y despiadadas. Son omnipresentes, ya que pueden llegar a violentar cualquier lugar como la intimidad de los hogares, son impredecibles porque atacan por sorpresa; son poderosas porque generalmente trabajan en grupo y cuentan con los medios para burlar cualquier sistema de seguridad y en los últimos años son despiadadas porque el nivel de saña y violencia con el que actúan muchos de ellos no tiene límites. Otro aspecto importante a señalar es que los habitantes de Ocotlán hacen una clasificación de los delincuentes según el tipo de delito o el nivel de peligrosidad que representan; encontramos que se reconoce la existencia de un tipo de delincuente habitual con quienes se convive pero que operan con bajo uso de la violencia y que generalmente roban sin enfrentarse con las personas, por ejemplo el que roba autopartes o bicicletas o mercancía en una tienda. Pero señalaron otro tipo de delincuente de mayor peligrosidad, el que se vinculan con el crimen organizado, identificado como narco o sicario. ¿Tú hablas de los sicarios y quien más? Y los narcos. ¿hay una diferencia entre ellos dos? No, están haciendo lo mismo, son los mismos pero como les quieran decir, pues (…) Es que ellos tienen una máquina y hacen dinero o agarran a los niños y les quitan todas sus cosas (refiriéndose a los órganos) y las venden (Yael, 9 años).

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En la conformación de la representación social del delincuente, que encontramos en el discurso de los entrevistados, se encontraron elementos como: género masculino, la juventud, el desaliñado, el uso de tatuajes, el consumo de droga y alcohol, que suele pertenecer a una pandilla o grupo delictivo, desempleado, sin estudios, sin escrúpulos ni valores morales, además de ser “malas personas” los delincuentes no siempre son originarios de Ocotlán, sino que vienen de otros lugares a cometer delitos. (…) que si anda mugroso, o andrajoso, o trae hambre, o con tatuajes porque por lo general se los hacen porque andan con pandillas o que ya estuvo preso, o si lo ves con un corte punk dices a caray!, y este de que circo salió, te da miedo, bueno por lo menos a mí sí (…) (Alicia, 30 años). (…) donde vivo, donde están los narcos, ahí se ponen puras camionetas blancas, sin placas, y adentro se ven todas las cabezas, adentro se veía lleno de puras personas, dicen que son michoacanos (Tadeo, 9 años).

Aunque prevalece la imagen del delincuente antes mencionada encontramos el caso de María (40 años), que reconocía al describir a su atacante identificaba características de “ser buena persona”: También pueden ser buenas personas, pero yo tiendo a catalogar así a las personas por su vestimenta. Pero igual salió en las noticias un muchacho muy guapo, abogado, pero en realidad era un malandrín de primera, o sea no es general, igual puede ser una persona bien vestida que te inspira confianza (…) Mira hace como un año aproximadamente llegó un señor muy bien vestido con su esposa, muy guapos los dos, bien arregladitos y platicando nos hicimos de confianza y se llevaron su mercancía y resulta que el cheque era falso y pues nosotros confiamos porque se veían buenas personas, pero en cambio si hubiera llegado un tatuado o un cholito hubiéramos desconfiado más de que el cheque era falso o a veces uno tiende a clasificar, bueno al menos yo sí.

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Hay un tipo de delincuente que identificaron los entrevistados que se caracteriza por que son más peligrosos los cuales son señalados porque tienen un poder adquisitivo mayor como producto de sus delitos. Son los delincuentes vinculados con carteles o grupos del crimen organizado. Los estudios realizados sobre la delincuencia desde diferentes perspectivas teóricas y disciplinas científicas, tienen la intención de explicar el por qué sucede y qué daños conlleva a la sociedad. La perspectiva objetivista a la que tradicionalmente se recurre para explicar la delincuencia, toma como elemento clave el dato estadístico para dar cuenta del problema social, además de enfatizar en las violaciones a las normas, los valores y la desorganización social. Desde este punto de vista se supone que todos los ciudadanos conocen las normas que rigen la convivencia social y estarían comprometidos con un actuar fundamentado en valores positivos. Sin embargo, como es conocido por todos, el respeto hacia las normas sociales no es total, sino que en gran medida es una cuestión de grado, es decir, algunas normas se respetan más que otras y algunos individuos respetan más normas que otros. Así pues se abre aquí una doble concepción dentro de la perspectiva psicosocial en el estudio de la delincuencia, según se haga hincapié en la estructura social o en la socialización de cada sujeto. Al respecto encontramos que al preguntar a los habitantes de Ocotlán cómo se explicaban la existencia de la delincuencia, identificaron que la transgresión a las normas sociales es una constante en los jóvenes y la explican como consecuencia de la pérdida de valores y se identifica como origen del problema en la desintegración de las familias, por tanto, la solución también se encuentra en la práctica de la vida religiosa y en el respeto de valores sociales. Otro hallazgo importante de la presente investigación, fue el identificar el miedo latente no sólo a ser víctima de la delincuencia sino a pasar a las filas de los delincuentes y cometer delitos. La preocupación de los adultos con relación a los jóvenes ya no sólo es a que puedan sufrir algún incidente al circular por la vía pública, sino que en el contacto con los “otros” se encuentren con quienes los invitan a pertenecer a los grupos del crimen organizado.

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El consumo de drogas fue identificado por los entrevistados como un factor de riesgo para ser víctima y también para cometer delitos, como hemos visto la imagen del delincuente está fuertemente asociado a la imagen del drogadicto. Particularmente se preguntó en las entrevistas a los adolescentes si tenían conocimiento sobre vecinos en su colonia que se dedicaran a la venta de drogas a lo que seis de los 14 adolescentes entrevistados respondió explícitamente que tenía vecinos narcotraficantes. Al respecto comentaron: El hermano de un amigo mío que es más grande fuma mariguana y dicen que también la vende porque ni se ve que trabaje ni nada, es que luego dicen que se hace dinero fácil, que es más rápido que trabajar (Adrián, 14 años). Cerca de la casa de mi abuelito hay muchos muchachos, se visten cholos y así y nada más andan drogados, asisten en las equinas, como (…) a dos cuadras se juntan muchos y son los que venden drogas (Aidé, 10 años).

Roberto (27 años), habitante de la colonia Mascota, señala que su colonia no es nada segura: “hay robos, drogas, ni quiera dios hasta asesinos ha de haber ahí”. Las razones que Roberto da para señalar la inseguridad en su colonia, se debe sobre todo porque ha identificado a los vendedores de droga y a los consumidores entre los propios habitantes de su colonia: (…) mi casa queda justamente enfrente de las vías del tren, es un punto a donde llegan las trampas, (…) se plantan las trampas allá y empiezan a meterse droga, la vez pasada me tocó ver que ya no nada más eran ellos sino que eran ya un grupo de jóvenes los que estaban ahí con ellos.

Resulta interesante contrastar las declaraciones de los menores con la de los adultos y corroborar la identificación de la presencia del narcotráfico en Ocotlán. No olvidemos que el tráfico de drogas se sustenta en una organización compleja y jerárquica, asociada por lo general a la posesión de armas de fuego, pues para controlar el mercado es necesario controlar el barrio, lo que

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se traduce en enfrentamientos armados entre bandas criminales que ocurren en el marco de la cotidianeidad de los habitantes. (…) pos ya está siendo más seguido que tengamos balaceras, sobre todo en la noche, ya mejor ni quieres salir, ni averiguar qué pasa, no vaya ser que te toque una bala perdida. Dicen luego, que ni los policías se quieren meter, que porque es puro pleito de los narcotraficantes (Marisela, 47años).

Preguntamos a los estudiantes de licenciatura del Centro Universitario de la Ciénega4 sobre los principales miedos que enfrentan los jóvenes en su vida, y opinaron que tres de los principales temores son no conseguir empleo, involucrarse con la delincuencia y a caer en la drogadiccion. Solicitamos que identificaran el nivel de miedo que sienten los jóvenes en una escala de 1 al 6 (en donde uno significa nada de miedo y seis miedo extremo). Como apreciamos en la tabla 1, el miedo de los varones a caer en la drogadiccion es de 4.1 y un poco menor en las mujeres con una media de 3.9, mientras que el miedo a involucrarse con los delincuentes es superior en las mujeres con una media de 3.7 que en los varones con un 3.6. Tabla 1 Los jóvenes tienen miedo a: Ser víctima de los delincuentes

Total

Hombres

Mujeres

4.5

4.1

4.8

Involucrarse con los delincuentes y/o cometer delitos

3.6

3.5

3.7

Caer en la drogadicción

3.7

4.1

3.9

Fuente: Estudio inédito realizado a 550 estudiantes del Centro Universitario de la Ciénega, en mayo de 2011. 4

Estudio inédito realizado en mayo de 2011 a 550 estudiantes del Centro Universitario de

la Ciénega de nivel licenciatura de las tres sedes: Ocotlán, Atotonilco y La Barca, de los cuales 59% fueron mujeres y 44% varones. Se utilizó una encuesta de autoaplicación para conocer su percepción de la inseguridad y los miedos relacionados con el ser joven.

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Entre los jóvenes universitarios existe el temor de verse involucrados con los delicuentes y la drogadiccion, lo cual surge la interrogante de cómo se perciben los jóvenes que no han tenido la oportunidad de estudiar y que ven en su futuro inmediato más incertidumbre laboral. Finalmente, cabe hacer mención que en las narraciones de los entrevistados encontramos dos tipos de argumentos relacionados con posibles soluciones a la inseguridad. En primera instancia, argumentan que la pérdida de valores tradicionales es el origen de la inseguridad y la violencia y, por tanto, lo que podría contrarrestar la violencia, la delicuencia y que los jóvenes recurran a la drogadicción es el resurgimiento de un pensamiento conservador que como lo expresa Reguillo (1998) es el que apela a figuras superiores como Dios, la familia, la religión, las buenas costumbres, etc., alrededor de las cuales se organiza el mundo. Encontramos tanto en los niños como en los adultos la afirmación de que acercándose a Dios y cumpliendo con los preceptos religiosos puede regenerarse un delicuente y prevenir la violencia. Otro tipo de soluciones ofrecidas para contrarrestar la inseguridad, contempla el asegurar la recreación y la educación de los jóvenes, a quienes por supuesto se identifican como posibles delincuentes. Pues brindar más trabajos, más centros en los que puedan hacer deporte los jóvenes, para que en lugar de agarrar vicios pues hicieran deporte, que tuvieran un pasatiempo que les hiciera olvidar andar en eso (Elena, 42 años). (…) crear programas que promuevan valores en los jóvenes, a manera de prevención (Rubén, 42 años).

Conclusiones Con el presente estudio se identificaron los elementos que constituyen las representaciones sociales sobre la inseguridad en la población de la ciudad de Ocotlán. Constatamos que es una ciudad percibida con un nivel de seguridad que permite tener buena calidad de vida, pero que mantiene a la

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población alerta. En el municipio las personas comienzan a reaccionar ante la creciente ola de delincuencia con temor pero también con prácticas de prevención de las cuales podrían emerger propuestas de organización solidaria para enfrentar el problema. Encontramos en la experiencia de los entrevistados poca victimización directa, pero alto nivel de temor a ser víctimas de la inseguridad. Si bien, en declaración de los habitantes de la ciudad de Ocotlán, las medidas de seguridad adoptadas por ellos incluyen evitar circular de noche y solos por la ciudad, el desconfiar de los desconocidos, muchos de los adultos y los niños entrevistados siguen realizando sus actividades laborales y recreativas en el espacio público: las plazas, el mercado, las iglesias, áreas deportivas, etc., esto por encima del temor expresado hacia la delincuencia y la violencia. Los ciudadanos se sienten vulnerables ante la perspectiva de ser víctima de delitos; la mayor amenaza está expresada en la posibilidad de sufrir un asalto en vía pública o en el propio hogar. En la medida que se incrementa la sensación de posibilidad de sufrir un delito el temor se vuelve más abstracto, menos focalizado y ligado a algún referente empírico, con ello la incertidumbre respecto a la seguridad aumenta. La percepción de la inseguridad, tiene una relación directa con el espacio físico, con el territorio. En el discurso de los habitantes de Ocotlán se observó que percibieron de manera distinta la inseguridad y evaluaron de manera diferente el barrio o la colonia donde habitan y la ciudad. Los ciudadanos expresan el miedo a la inseguridad a pesar de que no siempre tengan claras las causas que las originan; la relación que se establece entre la exposición a noticias sobre delincuencia y violencia, así como las comunicaciones cotidianas sobre el delito parecen ser las principales fuentes de temor en la población infantil. Es importante señalar que no es sencillo enfrentar el sentimiento de inseguridad ya que cuando está presente el miedo en las personas, se instalan mecanismos cognitivos de percepción selectiva y recuerdo selectivo que tienden a verificar el temor y el sentimiento de desconfianza hacia los demás, aún y cuando las evidencias en la realidad contradigan la expecta-

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tiva de las personas. Las personas no tratan de contrarrestar sus representaciones para ver si se ajustan o no a la realidad, sino que de una manera espontánea evitan exponerse a informaciones y situaciones que los hagan sentir inseguros. El miedo al delito causa efectos que no son fácilmente perceptibles en la vida cotidiana de las sociedades, y las medidas o estrategias de protección que las personas suelen implementar en su vida diaria, no sólo son el consumo de productos y servicios que ofrecen seguridad como los enrejados o alarmas, sino prácticas de aislamiento y de desconfianza manifiestas en la dinámica social, la ruptura de la comunicación interpersonal, el abandono o la pérdida del uso y control sobre los espacios públicos. Efectos o consecuencias negativas del miedo al delito son el cambio de hábitos y rutinas en los habitantes de la ciudad, que pueden ser desde evitar transitar ciertos espacios públicos, la autoaplicación de “un toque de queda” apenas oscurece, la desconfianza en las corporaciones policíacas y en las medidas públicas contra la inseguridad. De acuerdo con los resultados obtenidos es factible realizar algunas recomendaciones para intervenir en materia de seguridad pública para el municipio de Ocotlán. En primer lugar consideramos que es necesario dilucidar hasta qué punto el miedo al delito es producto de una situación real. Desatender ese miedo de los ciudadanos genera no sólo desconfianza en los gobernantes, además propicia la apatía de los ciudadanos para involucrarse en las campañas o acciones que emprenda el municipio contra la delincuencia, inhibe a las personas para participar en los procesos de procuración de justicia y propicia que no se denuncien los delitos. Sin duda en los últimos años los estilos de vida de los habitantes de Ocotlán son alterados y constreñidos por el miedo al delito. La población femenina es señalada como más vulnerable ante los delincuentes y como sociedad no se ha reparado en los mensajes que son elaborados y compartidos socialmente y que reproducen la imagen de vulnerabilidad femenina. Creemos necesario establecer medidas que favorezcan la seguridad de las personas

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pero en especial de las mujeres, segmento de la población que requiere una especial atención en el diseño de estrategias de seguridad pública. En la investigación se ha detectado que la población reconoce como espacios inseguros los que están deteriorados, creemos que se podría favorecer un entorno de más seguridad a partir de cuidar y mantener en buen estado los espacios públicos, atendiendo a lo observado por los entrevistados. Un lugar seguro es aquel que tiene buena iluminación, no está sucio ni deteriorado, cuenta con áreas verdes cuidadas y ofrece espacios para la convivencia. En la medida en que las personas se sientan más identificadas con su entorno cotidiano, lo reconozcan como suyo, no sólo se sentirán más seguros sino que se incorporarían al cuidado más responsable de los espacios públicos. Sobre las estrategias de protección observamos que las personas declararon que una de las mejores maneras de cuidarse de la delincuencia es no acudir a los lugares peligrosos o en horas peligrosas, sin embargo habrá que profundizar en las características de los “lugares peligrosos” para lo cual será necesario hacer un mapa del municipio que contenga los lugares de más riesgo según los ciudadanos y las características que le dan la peligrosidad para que de esa información se desprenda una estrategia de intervención que recupere el conocimiento de las personas sobre las situaciones de riesgo que identifican en cada colonia. El consumo de drogas es un problema que preocupa a los habitantes de Ocotlán, se requiere establecer medidas que contrarresten la farmacodependencia que contemple no sólo el perseguir y sancionar a los vendedores, sino educación contra la drogadicción y servicios de rehabilitación y apoyo a las familias de quienes ya son adictos. Bibliografía Beck, U. (1986). La sociedad del riesgo. Un camino hacia otra sociedad. Madrid: Paidós. Delumeau, J. (2002). El miedo en occidente. España: Taurus. Ditton, J., J. Bannister, E. Gilchrist y S. Farrall (1999). Afraid or angry? Recalibrating the fear of crime. International Review of Victimology, 6 (2): 83-99.

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Ferraro, K. (1995). Fear of crime: interpreting victimization. Nueva York: State University of New York Press. Hale, C. (1996). Fear of crime: a review of the literatura. International Review of Victimology, 4 (2): 79-150. Hougardy, L. (2003). L´a insécurité du cote des victimes. A. Franssen et al. Insecurite: un premier etat des savoirs. Fundation Roi Baudouin. Disponible en: www.kbs-frb.be/files/db/FR/PUB_1587_doc_travail_2.pdf. Madriz, E. (2001). A las niñas buenas no les pasa nada malo. México: Siglo xxi. Morquecho, A. (2010). Miedo al delito. Un acercamiento al imaginario social sobre la inseguridad urbana. Guadalajara: cuci Ediciones. Moscovici, S. (1979). El psicoanálisis, su imagen y su público. Buenos Aires: Editorial Huemul. Reguillo, R. (1998). Imaginarios globales, miedos locales. La construcción social del miedo en la ciudad. Ponencia presentada en el IV Encuentro de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación alaic, celebrada en la Universidad Católica de Pernambuco, Brasil, del 11-16 de septiembre de 1998. Disponible en: www.eca.usp.br/alaic/Congreso1999/2gt/ Rossana%20Reguillo.doc.

4. redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses eduardo hernández gonzález paulina martínez gonzález

Introducción Sin duda, la violencia es un fenómeno social complejo que debe abordarse desde una perspectiva que dé cuenta de la diversidad tanto de los factores que la originan y promueven, como de aquellos que la contienen. En esa línea, en este capítulo nos concentraremos en el análisis de la cohesión comunitaria, bajo el supuesto de que juega un papel central en la prevención y contención de los distintos tipos de violencia. Entendemos por cohesión social como “las relaciones de colaboración y solidaridad entre los miembros de una comunidad”. Estas relaciones toman la forma de redes sociales de distintos tipos que se basan en la confianza y la reciprocidad. La importancia de las redes para la política y convivencia democrática ha sido investigada por diversos autores. Por ejemplo, Tilly (2010) muestra la persistencia histórica de las redes de confianza en distintas sociedades. El autor analiza el papel de la confianza en la conformación y mantenimiento de redes creadas con fines religiosos, económicos, políticos y culturales; y enfatiza la necesidad de incorporarlas a la actividad gubernamental. Por su parte, Putnam (2002) considera que las redes sociales no sólo son importantes para la democracia por su capacidad de conectar a las personas dentro y fuera de los diferentes grupos, sino que además la existencia de redes, a las que denomina capital social, disminuye la vulnerabilidad de las comunidades frente a la violencia y otro tipo de conflictos. 99

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Los vínculos de confianza entre personas pertenecientes al mismo grupo social propician la participación en asuntos públicos, ya sea para la resolución de problemas (como la violencia), la defensa de bienes considerados valiosos para todos, o la puesta en marcha de estrategias comunitarias para la consecución de intereses comunes. Asimismo, la conexión de redes entre diferentes grupos sociales puede generar participación en el marco de la pluralidad democrática. Finalmente, aunque las redes no se organizan necesariamente en el mismo ámbito geográfico (por ejemplo, las de migrantes traspasan las fronteras nacionales), las interacciones cara a cara en el espacio local facilitan el establecimiento de estas relaciones. Es por ello que el ámbito del barrio o la colonia es un lugar privilegiado para su surgimiento. Para fines analíticos distinguimos las siguientes dimensiones de la cohesión social: una dimensión relacional basada en la confianza; una dimensión organizativa que toma la forma de redes o asociaciones, y una dimensión práctica que se refiere a las acciones que se realizan colectivamente sobre la base de las dimensiones anteriores. Por ello, una colonia o un barrio cohesionado presentará altos niveles de confianza interpersonal, formará parte de actividades asociativas y llevará a cabo tareas comunes. Cabe enfatizar que la cohesión es considerada como recurso público fundamental para alcanzar el bienestar individual y colectivo. En este capítulo daremos cuenta de las características de la cohesión social destacando los factores que pueden potenciarla o debilitarla en el municipio de Ocotlán. Para ello, realizamos una exploración de tipo cuantitativo1 y aplicamos entrevistas a profundidad a actores claves en el municipio.

1

Encuesta aplicada a una muestra representativa de 410 casos (con un nivel de confiabilidad

de 95% y +-5 grado de error), en cuotas por sexo y por secciones electorales en la ciudad de Ocotlán, Jalisco. La distribución del levantamiento consistió en la aplicación en domicilio de dos cuestionarios por manzana, de los cuales se aplicaron uno para cada género. El procesamiento de los datos consistió en el análisis de estadísticos descriptivos de frecuencias, porcentajes y correlaciones.

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

101

El contexto socioeconómico y la cohesión social Para que la cohesión social se active o fortalezca, allí donde ya tiene presencia, es necesario que existan algunas condiciones en el contexto social, pues como todo fenómeno social, la cohesión no se da de manera aislada a otros procesos más abarcadores como son los económicos, culturales e incluso políticos. Por ejemplo, en una sociedad democrática la igualdad de los ciudadanos como portadores de derechos permite el surgimiento de relaciones sociales bajo un piso de equidad y libertad que propicia la cooperación. Por el contrario, sin los niveles mínimos de igualdad es improbable que arraiguen relaciones de confianza y colaboración entre ciudadanos. Estas condiciones han sido objeto de estudio entre los analistas (Putnam, 2005; Tilly, 2010; Coleman, 1988; Ramírez, 2005; Hernández, 2012), quienes han encontrado que el fenómeno de la violencia y la delincuencia se asocian al deterioro del capital y la cohesión social como consecuencia de las desigualdades. En contrapartida, menores índices de desigualdad y mayor bienestar se relacionan con niveles más altos de cohesión social (Putnam, 2005; Wilkinson, 1996 citado en Rosero-Bixby, 2006). Para verificar esta hipótesis es necesario determinar hasta qué punto las condiciones sociales de los ocotlenses mantienen un grado de correspondencia con sus niveles de cohesión y esta tarea implicaría tener a la mano datos particulares y desagregados de las características sociales de los ocotlenses. No obstante, no es propósito de este trabajo concentrarnos en demostrar estadísticamente la relación que hay entre el bienestar y la cohesión social, lo que sí pretendemos es mostrar los factores que ejercen una influencia negativa en la profundización de la cohesión. Algunos indicadores pueden darnos una visión general del bienestar. En esa línea, en el ranking del Índice de Desarrollo Humano (en adelante: idh) (coepo, 2009), Ocotlán ocupó el octavo lugar entre los diez municipios del estado con mayor nivel. Además, el grado de marginación estimado en el 2010 para el municipio fue muy bajo,2 en el contexto nacional ocupa el 2

Estimaciones del conapo con base en el inegi, Censo de población y vivienda, 2010. La escala

va de: muy bajo, bajo, medio, alto, muy alto.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

lugar 2 298 y Guadalajara el 2 446. A primera vista, ambos índices colocan al municipio en condiciones muy favorables con respecto del total de municipios de la entidad y del país. Sin embargo, un estudio destacado informó que en el periodo de 2000 a 2005, la desigualdad en Jalisco aumentó en 62% y ubica a Ocotlán entre los diez municipios más desiguales (sedesol-pnud, 2007). En el mismo tenor, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social calculó que el Índice de Gini para el municipio era de 0.52, es decir, confirmó una desigualdad significativa (coneval, 2005). Es importante mencionar que no existen estudios que muestren que la desigualdad tenga una tendencia a disminuir en los últimos años. Aunque no es posible establecer correlaciones entre estos índices y los datos que generamos en nuestra encuesta, podemos obtener un panorama del bienestar de los ocotlenses y concluir que la desigualdad y la marginación persistentes son obstáculos para la conformación de capital y cohesión social en el municipio. En el mismo sentido, Tilly (2010) afirma que la incorporación de las redes de confianza a los asuntos de gobierno (como son las estrategias de contención y prevención de la violencia), requiere la supresión de las desigualdades estructurales, como son las económicas, de clase, de género, etcétera. Una segunda condición que facilita tanto la cohesión como la predisposición a conformar redes de confianza es la educación formal. En efecto, investigadores como Putnam (2005) consideran la escolaridad como un factor clave. En el municipio los indicadores no son halagadores. A pesar de que el porcentaje de población analfabeta es bajo, solamente 11.73% de los mayores de 18 años cuentan con educación superior. La escolaridad es importante para la cohesión y las redes sociales porque dota a los sujetos de habilidades para la comunicación y la planeación de estrategias de resolución de problemas. También proporciona conocimientos sobre el entorno sociopolítico y cultural que son importantes porque permiten la identificación con la comunidad y con los otros, así como la adquisición de una conciencia de derechos. Es por ello que la extensión de la educación debe ser una prioridad en los programas gubernamentales que busquen integrar a las redes de confianza en la política pública.

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redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

Tabla 1 Educación en el municipio, 2010

Población de 5 y más años con primaria, 2010 Población de 18 años y más con nivel profesional, 2010 Población de 18 años y más con posgrado, 2010 Población de 15 años y más analfabeta

Total

%

33 592

41.05

9 595

11.73

630

0.77

3 634

6.06

Fuente: inegi. Censo de población y vivienda, 2010.

Vivir la colonia: espacio, relaciones de confianza y reciprocidad Como dijimos antes, la localidad es un espacio privilegiado para el florecimiento de la cohesión social debido a que allí se llevan a cabo las interacciones “cara a cara” insertas en las pautas culturales del lugar, se realiza la convivencia cotidiana y se experimentan las tradiciones y los problemas públicos. En suma, el mundo de vida de los sujetos se desarrolla en buena medida en el marco del terruño, la colonia o el barrio. El sentido de pertenencia también juega un papel importante para la cohesión, pues permite la delimitación de una frontera simbólica entre el “nosotros” y los “otros”, es decir, de una identidad colectiva. Putnam (2005) y Tilly (2010) coinciden en afirmar que la identidad es uno de los componentes de las redes sociales de confianza que muestran el grado de cohesión existente en una comunidad. Por estas razones, nosotros tomamos como punto de partida dos aspectos básicos que nos acercan al sentido de pertenencia: la estabilidad residencial y la satisfacción con ella. Estabilidad y satisfacción con el lugar de residencia El valor de la estabilidad residencial para el desarrollo de los vínculos sociales ha sido destacado por Coleman (1988). Por su parte Bourdieu (1986 citado en Rosero-Bixby, 2006), en su definición del capital social destaca que la estabilidad residencial constituye un elemento importante para la consolidación del arraigo y las relaciones de apoyo y solidaridad. Además,

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

para Putnam (2002), estas relaciones movilizan a los ciudadanos a participar en actividades conducentes a mejorar el entorno y articulan acciones encaminadas al control de actos y normas de convivencia. Tabla 2 Estabilidad residencial en Ocotlán Rangos de tiempo de vivir en el lugar (colonia)... (%) Ocotlán

de 0 a 4 años

de 5 a 19 años

de 20 años o más

Total

18

31

50

100

Fuente: Elaboración propia.

Como se puede observar en la tabla 2, el 50% de los ocotlenses tienen 20 años o más habitando en la misma colonia, lo cual nos habla de una estabilidad residencial alta. Consideramos que este indicador es positivo porque a mayor tiempo de habitar un espacio, se incrementa la identificación personal y colectiva con el lugar, con sus tradiciones, y sobre todo con los contemporáneos con los que se cohabita. Para algunos autores, el espacio físico, lejos de ser un elemento geográfico vacío, es un espacio vivido, construido simbólicamente por los sujetos. Es ahí donde se desarrollan la cultura, los significados compartidos, las representaciones sociales, la memoria colectiva y el sentido de pertenencia, el “nosotros” al que aludimos, es decir, la identidad (Giménez, 1997). Todos estos elementos son factores asociados a la cohesión social, y sientan las bases para el flujo de recursos y la acción a través de las redes que surgen desde la localidad. Un segundo indicador que permite observar el arraigo e identificación es la satisfacción que se tiene con el lugar de residencia. Los resultados obtenidos mediante nuestra encuesta, arrojaron un alto nivel de satisfacción por parte de los encuestados. 84% contestó que “sí” a la pregunta “diría usted que esta es una colonia en la que disfruta vivir”, 7% señaló que “no”, y 9% no se pronunció en ninguno de los dos sentidos. Uno de los posibles efectos de la estabilidad residencial y la satisfacción con el lugar de residencia es el

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

105

“logro de la cohesión social y la eficacia de las acciones colectivas locales” (Ramírez, 2005: 108). Es decir, los dos factores propician la frecuencia de las interacciones, la construcción del mundo de vida colectivo y la conformación de una identidad común con referencia al espacio; estos elementos facilitan el logro del compromiso comunitario y la reciprocidad. Por estas razones, consideramos que constituyen un soporte valioso para incentivar la asociación y la participación activa en los asuntos de la colonia. Conocimiento y confianza entre vecinos Una de las dimensiones de la cohesión social es la confianza interpersonal. Nosotros concordamos con el enfoque de Tilly (2010), quien propone que más allá de los aspectos psicológicos o actitudinales que implica la confianza, ésta se expresa mediante prácticas en el marco de las relaciones sociales. Además, para el autor la confianza se produce y negocia en la interacción. Es decir, la confianza puede activarse o desincentivarse. Como recurso, la confianza permite llevar a cabo proyectos colectivos de largo plazo y asegura en cierta medida la reciprocidad y la lealtad a los objetivos comunes. Sin confianza no es posible la cooperación ni la asociación, pues ambas requieren grados mínimos de certidumbre de que los demás cumplirán con las “reglas del juego” o con las tareas asignadas. En el nivel de la localidad, la confianza, aunada al sentido de pertenencia y a la experiencia del mundo de vida común fortalece la cohesión y puede sentar las bases para la acción comunitaria. Sin embargo, hay que reconocer una condición básica para la confianza que es el reconocimiento de los otros mediante la interacción. Por ello, en la encuesta nos dimos a la tarea de explorar el nivel de conocimiento que los ciudadanos tienen de sus vecinos, así como la intensidad de sus interacciones. Con relación al conocimiento mutuo, nuestros resultados mostraron un porcentaje alto, incluso en una proporción similar a lo que se encontró en un estudio realizado para el municipio de Guadalajara.3 Hay que men3

Los datos correspondientes a Guadalajara fueron tomados del trabajo de Ramírez (2005).

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

cionar que con relación a la estabilidad residencial también encontramos semejanzas entre los dos municipios: una mediana de 20 años para Ocotlán y 18 años para Guadalajara. Tabla 3 Conocimiento entre vecinos Diría usted que conoce a... (%) Nadie

Poca gente Mucha gente

La mayoría de la gente Total

Ocotlán

1

21

33

45

100

Guadalajara

1

30

24

46

100

Fuente: Elaboración propia con base en la encuesta y datos de Ramírez (2005).

Como podemos ver, 78% de los ocotlenses afirmó conocer a sus vecinos. Esto no sólo es importante para la cohesión social, sino también para prevenir violencia y criminalidad. En ese tenor, de acuerdo con Putnam (2005), algunos estudios realizados por criminólogos muestran que en los barrios donde los vecinos se conocen por su nombre es menos probable la incidencia de crímenes. El testimonio de uno de nuestros entrevistados confirma la tendencia señalada: Donde hay una convivencia de ese tipo no quiere decir que andes de casa en casa, simplemente el hecho de que emocionalmente desde que entras a esa cuadra donde es tu casa, ya vas relajado, ya te sientes seguro, ya te sientes que perteneces, ya tienes una vida de pertenencia, desde que llegas a la cuadra, porque hay una relación de seguridad y no ocupas uniformados, cámaras, todo, que bueno que las hubiera pero desde ahí te da una sensación de seguridad, de bienestar, de relax (entrevista extra 2).

Por otra parte, con el fin de analizar los vínculos que se establecen entre vecinos, otro factor que define y da cuenta del vigor con el que se han consolidado y extendido dichos lazos es la frecuencia e intensidad de los con-

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

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tactos. Para conocer las características de este tipo de factores preguntamos sobre la frecuencia con la que hablan entre ellos y obtuvimos resultados con porcentajes elevados con respecto a los contactos verbales. Tabla 4 Intensidad de las relaciones entre vecinos Qué tan frecuente habla con sus vecinos... (%) Rara vez

Ocasionalmente

Frecuentemente

Total

Ocotlán

9

22

70

100

Guadalajara

13

25

61

100

Fuente: Elaboración propia con base en la encuesta y datos de Ramírez (2005).

En síntesis, 78% de los ocotlenses afirmó conocer a la mayoría o a muchas personas de su colonia, y 70% declaró que habla con frecuencia con ellas. Estos indicadores ya anuncian la existencia de grados importantes de cohesión y un terreno fértil para la conformación de las redes sociales. Sería interesante, para un trabajo posterior, abundar en cuáles son los temas de los que se habla, por ejemplo si se refieren a asuntos personales o problemáticas comunes, para poder determinar el tipo de redes sociales que se pueden establecer. No obstante, aún con sus limitantes la información proporcionada es alentadora, sobre todo si se observa en conjunto con los factores que trataremos enseguida, como la confianza. En la encuesta que aplicamos a los ocotlenses exploramos esta dimensión de la cohesión mediante la pregunta: ¿en cuántas personas de su barrio o calle confían?, sus respuestas fueron: nadie, poca gente, mucha gente y la mayoría de la gente. 37% de los encuestados confía poco en la gente, 30% confía mucho, 21% respondió que confía en la mayoría y 13% restante no confía en nadie. Estos resultados indican que hay mayor confianza que desconfianza entre los vecinos, esto es que, los que confían en mucha y en la mayoría de las personas constituyen 51% del total (tabla 5).

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

El saldo es positivo también si lo comparamos con los resultados de las encuestas realizadas en Guadalajara y en la encuesta nacional para zonas urbanas4 realizada en 2007 por la Secretaría de Desarrollo Social y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (sedesol-pnud, 2007). En el municipio de Guadalajara, 47% declaró confiar en pocos y 39% señaló que confía en muchos o la mayoría. La encuesta nacional arrojó un porcentaje de 19.4% para quienes dijeron que “la mayoría de la gente es confiable”; 68.5% considera que “uno debe cuidarse las espaldas”. Y 12% señaló que “hay de todo”. Asimismo, la Encuesta nacional sobre cultura política y prácticas ciudadanas encup de (segob, 2008) informa que 84% de los mexicanos considera que “si uno no se cuida a sí mismo la gente se aprovechará” y para 72% “no puedes ser tan confiado al tratar con la gente”. Nosotros suponemos que el predominio de la confianza en el nivel local del barrio o la colonia se relaciona con un mayor conocimiento interpersonal y frecuencia de las interacciones. Tabla 5 Confianza entre vecinos Diría usted que confía en... (%) Nadie

Poca gente

Mucha gente

La mayoría de la gente

Total

Ocotlán

12

35

31

21

100

Guadalajara

13

47

20

20

100

Fuente: Elaboración propia con base en la encuesta y datos de Ramírez (2005).

Por otra parte, la confianza entre la población se ha asociado con altos niveles de participación cívica y como consecuencia de ello con la eficacia de proyectos colectivos. Además, es el cemento de la cohesión y la base para la 4

Se advierte aquí que la confianza que se explora en las encuestas realizadas en Guadalajara y

Ocotlán se refieren sobre todo a la confianza en personas del barrio o calle donde vive el entrevistado y en el caso de la encuesta nacional, la medición de la confianza sobre personas en general.

109

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

formación de redes sociales, aunque es importante advertir que la confianza juega un doble papel pues al mismo tiempo que sienta las bases para la red, la pertenencia a redes es un incentivo para la práctica de la honestidad y los comportamientos confiables entre sus integrantes (Putnam, 2005). En otro tenor, la confianza abona a la democratización de la sociedad en varios sentidos: facilita el ejercicio de los derechos políticos y civiles en el marco de proyectos colectivos; permite la comunicación y negociación de redes y asociaciones con los agentes gubernamentales y prepara el terreno para una participación política con base en el compromiso comunitario y la corresponsabilidad. Por otra parte, los vínculos de reciprocidad ejercen una función de cierre de las relaciones vecinales, en virtud de que los apoyos dados entre personas desarrollan compromisos. De acuerdo con los resultados de la encuesta, en general los ocotlenses reportaron porcentajes elevados de reciprocidad y apoyo. En efecto, siete de cada diez personas asumieron que en su calle o colonia se cuidan recíprocamente y seis de cada diez dijeron haber hecho o recibido algún favor de sus vecinos en los últimos seis meses. Tabla 6 Reciprocidad y apoyo entre vecinos (%) ns/nc



No Total

6

72

22

100

En los últimos 6 meses, ¿usted ha hecho algún favor a sus vecinos?

1

66

33

100

En los últimos 6 meses, ¿alguno de sus vecinos le ha hecho algún

2

59

40

100

¿Diría usted que esta es una calle o vecindario donde los vecinos se cuidan los unos a los otros?

favor a usted? Fuente: Elaboración propia.

Los niveles de conocimiento interpersonal, la intensidad de las relaciones mutuas, la confianza y la disposición a la reciprocidad encontrada en la encuesta muestran que la cohesión en las colonias del municipio es fuerte.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Sin embargo, estos activos pueden potenciarse mediante la conformación de redes. En ese sentido, para Putnam (2005) la reciprocidad se refiere al hecho de hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio de inmediato, porque se sabe que en otro momento alguien más ayudará a otra persona o a uno mismo. Para el autor, las redes sociales producen normas de reciprocidad que representan una gran ventaja ya que abonan al bienestar individual o colectivo. En el mismo sentido, Tilly (2010) reconoce que los participantes de las redes de confianza suelen obtener reciprocidad a largo plazo, ayuda contra dificultades personales y otro tipo de beneficios que por lo general no se pueden adquirir en otra parte. Además, como hemos dicho antes, la cohesión puede funcionar como un factor de contención de procesos de deterioro social como la violencia cuando ésta toma la forma de asociaciones o redes creadas con el objetivo específico de practicar la colaboración y el apoyo mutuos. Obviamente que esto requiere organización comunitaria y despliegue de acción mediante la participación, aspectos que veremos adelante.

Organización y participación comunitaria La cohesión social por sí misma no asegura la resolución de los problemas comunitarios si no se refuerza su dimensión de organización y de práctica. Es decir, sin acción el compromiso con el bienestar común no logra convertirse en acciones específicas de protección o ayuda, lo que para Putnam sería la comunidad cívica propiamente. Asimismo, en términos de la implementación de políticas de seguridad, no se puede concebir la planeación de estrategias sin que estén involucrados los habitantes de las localidades y municipios, pues como afirman Suárez, Moloeznik y Shirk (2010) al señalar que son ellos los que conocen y experimentan los territorios y los que serán los beneficiarios de los proyectos. En esa línea, una manera de aprovechar los recursos existentes en las colonias es a través de la incorporación de las asociaciones y redes vecinales en la política gubernamental bajo esquemas democráticos de participación. Para conocer las dimensiones organizativas y prácticas de la cohesión, incluimos en el estudio la exploración del nivel

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

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de conocimiento sobre los problemas comunitarios, el grado de involucramiento con ellos y la existencia de asociaciones vecinales. Conocimiento de los problemas de la colonia Sin lugar a dudas, una condición previa para el enrolamiento en los asuntos públicos de la localidad es el conocimiento de sus problemas, de sus recursos y sus retos. Es decir, para la conformación de proyectos y actividades comunitarias la confianza y reciprocidad entre vecinos debe acompañarse de una conciencia del entorno y de la disposición a asumir un compromiso cívico. En ese sentido, los datos arrojados por la encuesta no son del todo alentadores, ya que solamente 38% de los ocotlenses afirmaron estar bien informados sobre los asuntos de su colonia. Tabla 7 Conocimiento propio de los problemas comunitarios (%) ¿Considera usted que está bien informado sobre los asuntos de su colonia? Total

ns/nc



No

Total

4

38

57

100

Fuente: Elaboración propia.

No obstante, cuando se les cuestionó ya no a nivel individual, sino a nivel colectivo, 55% dijo estar de acuerdo en que “la gente de la colonia está informada e interesada en los problemas”, y 26% se declaró muy de acuerdo con ello. Es decir, 81% considera que los demás conocen y se interesan por lo que ocurre en su lugar de residencia (tabla 8). Creemos que una manera de contrarrestar estos indicadores negativos se puede lograr mediante el involucramiento en redes y asociaciones, ya que este tipo de organizaciones tienen la característica de funcionar como conductos por los que fluyen información y procesos de comunicación y socialización de los asuntos de interés común. Asimismo, debemos notar que los resultados de la encuesta mostraron que a mayor nivel de escolaridad hay

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 8 Conocimiento e interés de los vecinos en los problemas comunitarios La gente de mi colonia está muy informada e interesada en resolver los problemas de la zona (%) ns/nc

Muy en

En

desacuerdo desacuerdo Total

1

1

3

Ni de acuerdo ni en desacuerdo 13

De

Muy de

Total

acuerdo acuerdo 55

26

100

Fuente: Elaboración propia.

mayor conocimiento e interés por los problemas de la colonia. Esto nos lleva a concluir que el nivel educativo global de los ocotlenses es un factor que podría limitar la consolidación de las dimensiones organizativa y práctica de la cohesión social porque como vimos antes (tabla 1), solamente 11.7% de la población de 18 años y más cuenta con educación superior. Además, la tendencia a conformar redes sociales (capital social) está relacionada con el nivel educativo, por ejemplo Putnam señala que “el capital social requiere de capacidades y valores, lo que significa educación. Quizá el indicador más importante sobre el capital social es el nivel educativo de la gente” (2005: 13). Por otra parte, en una dirección similar a los indicadores anteriores, la acción en torno a la resolución de problemas del barrio registra una incidencia pobre entre los ocotlenses. En efecto, solamente 28% de los encuestados afirmó haber llevado a cabo alguna medida con el propósito de buscar soluciones a las situaciones problemáticas. 26% lo hizo a través del contacto con autoridades municipales y solamente 2% por medio de acciones colectivas de protesta (tabla 9). Sin duda, los datos con respecto al compromiso comunitario (constituido por el conocimiento, interés y acciones sobre problemas de la colonia) no se corresponden con los indicadores positivos de la dimensión de la confianza y reciprocidad que ya hemos presentado. Sin embargo, esta situación no es disímil a la que se registra a nivel nacional, por ejemplo, la encup (segob,

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redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

Tabla 9 Acciones para resolución de problemas de la colonia Durante los últimos tres años, ¿usted ha tomado alguna de las siguientes medidas con el objeto de resolver algún problema de su colonia o barrio? (%) Ha escrito a los periódicos Ha contactado al municipio

 Sí

No

Total

0

100

100

7

93

100

19

81

100

2

98

100

Pensé hacer algo, pero no lo hice

16

84

100

Ninguna de las anteriores

59

41

100

Ha contactado alguna autoridad Ha asistido a reuniones de protesta o acción colectiva

Fuente: Elaboración propia.

2008) informa que solamente 14% de los mexicanos ha “juntado firmas con los vecinos” y 8% ha “asistido a manifestaciones pacíficas”. Aunque los cuestionamientos de ambos estudios no son los mismos, ambos se refieren a las acciones vecinales para la resolución de problemas y reflejan un panorama general precario. Es por ello que consideramos que es un reto para la política pública fortalecer este aspecto entre los ocotlenses, pero pensamos que la activación de las dimensiones prácticas de la cohesión social debe buscarse en el marco de las asociaciones vecinales y redes de confianza ya existentes. Participación en organizaciones sociales, asociaciones de vecinos Del conjunto de factores de los que se compone la cohesión social, el de la participación en asociaciones y redes es de los más importantes y el que más beneficios reporta a quienes las conforman (Putnam, 2005) porque está vinculada a dinámicas de reciprocidad y consecuentemente se relacionan con la consolidación de la cohesión social como un recurso para fomentar el bien común y contener y prevenir los procesos de desintegración del tejido social. En el caso de Ocotlán, los resultados que arrojó la encuesta mostraron que solamente 18% de los ocotlenses ha participado en alguna organización so-

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

cial durante los últimos tres años. Cabe señalar que de acuerdo con Ramírez (2011), en el municipio existen cuando menos diez organizaciones sociales, y el mismo autor indica que con relación a otros municipios de Jalisco, la participación en organizaciones es ligeramente menor en comparación. Además, nuestra encuesta registró un bajo asociacionismo en barrios y colonias. Sin embargo, hay que considerar que existe un importante número de asociaciones vecinales que fueron creadas bajo la dirección de las autoridades municipales para generar un puente entre la ciudadanía y el gobierno. Ramírez (2011) afirma que los grupos vecinales en Ocotlán conforman una red relativamente sólida y que han funcionado como mecanismos de interlocución con las autoridades municipales y como una manera de realizar peticiones sobre las necesidades comunes. El testimonio de una líder vecinal de una colonia popular confirma lo anterior: Pues, las funciones son pedir por la colonia, para beneficio de la colonia, ya que estaba así abandonada, tiene muchos años de estar, ya hay casas y todo, más no nos hacen caso, estaba la colonia bien abandona, y ahorita ya estamos pidiendo que se nos empiedre (…) ahorita la prioridad es antes de que salga el Presidente, ver nuestras calles empedradas ¿verdad?, es un sueño de todos los colonos y se nos está haciendo realidad ya que sí nos está cumpliendo el compromiso que tenía con la colonia y como colonos unirnos para evitar, no sé, robos y todo eso, si está la gente unida yo pienso que menos delincuencia y menos todo (entrevista a representante de una ong).

En este relato se expresa la función de intermediación de las asociaciones con el ayuntamiento. Además la entrevistada considera que hay “unidad” entre los vecinos, es decir, confianza y reciprocidad. Como sostuvimos antes, estas condiciones pueden aprovecharse para potenciar el fortalecimiento de las asociaciones y la vinculación con autoridades y otros sectores sociales para la prevención y contención de la violencia o para la obtención de servicios públicos. En el mismo sentido, se expresa el director de Seguridad Pública del municipio:

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

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Sí tienes que saber quiénes son, tienes qué confiar en ellos, tienes qué aprender a decir sabes que voy a estar fuera si hay algo te encargo mi casa, si escuchas algún ruido, si ves alguna luz prendida te encargo voy a estar fuera, o sea, tienes que tener la confianza, tienes que tener el acercamiento. Yo me he encontrado en las asociaciones de vecinos que les dicen sabes que aquí están las llaves de mi casa, ahí te encargo por favor que te metas y le des un ojito, pero sí es una situación que para mí es primordial, sería muy benéfico, desde el punto que todos participáramos cuidándonos todos (entrevista extra 2).

Asimismo, la participación cívica puede catalizarse a través de estas instancias ya establecidas. De acuerdo con la misma entrevistada, en su colonia hay participación: Mira, yo desde que siento que siempre la gente se motiva yendo casa por casa y se motiva y lo que queremos es el beneficio de la colonia, sí ha habido mucha participación mucho apoyo, hemos sentido mucho el apoyo de la colonia y pues que te puedo decir, que sí estamos unidos, siento que sí es una colonia unida (entrevista 1).

Pensamos que los resultados generales de la encuesta no concuerdan con la percepción de nuestra informante sobre su experiencia, porque su colonia es una de las pocas que sí registra participación. Pero lo que nos interesa destacar es que ella enfatiza el apoyo mutuo y la reciprocidad; nosotros podemos deducir con base en nuestros datos, que hay confianza. Estos activos acompañados de los recursos que proporcionan las asociaciones pueden utilizarse para detonar la participación cívica mediante acciones específicas encaminadas a ese fin, por parte de las instancias municipales que tienen un contacto directo con los colonos. Por ejemplo, es importante mencionar que existe un programa de prevención y seguridad pública implementada por la policía municipal en coordinación con las asociaciones vecinales que puede ampliarse a una mayor escala:

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La situación que a mí se me hace mucho muy importante es la relación que llevamos como habitantes, como personas ubicadas en un domicilio, en una cuadra, en una manzana (…) sí es una situación que para mí es primordial, sería muy benéfico, desde el punto que todos participáramos cuidándonos todos (…) hay colonias donde nos han recibido, donde hemos estado trabajando, y participamos todo automáticamente cambian muchas cosas, sin necesidad de, ni de meter en la cárcel a nadie ¡vaya! con el hecho de que la ciudadanía participe sin poner en riesgo su seguridad se controlan muchos detalles (entrevista extra 2).

En suma, la coproducción de seguridad siguiendo a Suárez, Moloeznik y Shirk (2010) debe partir de la vinculación entre ciudadanos aglutinados en torno a asociaciones vecinales o redes, autoridades municipales y otros agentes pertinentes como especialistas, organizaciones sociales y medios de comunicación. Es por ello que insistimos en la necesidad de pensar maneras de activar la participación desde la localidad. Redes sociales La definición que propusimos para analizar la cohesión social afirma que ésta se expresa en la constitución de redes sociales de confianza entre la población. También dijimos que las redes han sido analizadas por su importancia como proveedoras de bienestar personal y colectivo, y por el papel que pueden jugar en la democratización de las sociedades. De hecho, la organización de las personas mediante redes tiene una historia de largo aliento pues proporcionan bienes que no se pueden conseguir en otro lugar, incluso pueden surgir de cara al mal desempeño gubernamental. Siguiendo a Tilly (2010), las redes involucran una serie de actividades importantes para las personas como son la cohabitación, la atención de los niños, la transmisión de bienes, las prácticas religiosas, el control de recursos locales, el comercio de larga distancia, la protección contra amenazas, el mantenimiento de la salud, la respuesta colectiva a los desastres, entre otras.

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

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Es decir, hay un sinnúmero de tipos de redes constituidas para fines diversos que se forman y disuelven todo el tiempo. Para este autor, las redes producen y almacenan capital social, pero advierte éstas no deben ser vistas como un “recurso” sino como agentes activos en las interacciones políticas, sociales y económicas. El reto, en su opinión, es integrarlas a la política pública en un marco de compromiso (entendido como la relación que se establece entre dos actores sociales bajo el principio de la consideración mutua). Dicha integración5 permitiría, por una parte, que los ciudadanos involucrados en las redes aporten información sobre sus necesidades y, por la otra, propiciaría el buen desempeño gubernamental, ya que en la medida en que las redes aumenten su dependencia de la actividad de gobierno para la consecución de sus intereses, sus integrantes desarrollarán un mayor interés en la participación política mediante la vigilancia de la función pública, la formulación de propuestas, la conformación de consejos ciudadanos, entre otras. Por su parte, Putnam (2005) añade que las redes importan porque dotan de poder a las personas, es decir, las facultan para el logro de objetivos colectivos. Incluso alude que se ha demostrado que la participación social en la toma de decisiones en el nivel local es una buena manera de incentivar la creación de redes y capital social. Para explorar la densidad de estas relaciones en el municipio, tomamos como referencia los resultados de la encuesta nacional realizada por la Secretaría de Desarrollo Social (sedesol) en 2007, cuyos resultados muestran que en su mayoría las redes sociales de apoyo surgen principalmente en el grupo primario (la familia) y en segundo lugar se extiende a los vínculos con amigos cercanos. Por ello, en nuestra encuesta buscamos las redes sociales que se circunscriben a estos círculos con el propósito de identificar la intensidad de sus vínculos.

5

La integración de las redes no significa su anulación, por el contrario, para Tilly es necesario

que en las democracias la integración nunca sea total, de modo que se conserve cierta autonomía.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Tabla 10 Intensidad de los vínculos familiares (%) Relaciones familiares  Rara vez

Ocasionalmente

Frecuentemente

Total

18

39

43

100

16

44

40

100

Hablar con familiares por teléfono… Ver a sus familiares… Fuente: Elaboración propia.

Como podemos ver en el caso de Ocotlán, 43% dijo que con frecuencia “habla por teléfono” con sus familiares, y 39% lo hace ocasionalmente. Asimismo, 40% convive con frecuencia con ellos y 44% lo hace ocasionalmente. Estas relaciones aluden a las redes de parentesco, que es uno de los tipos de redes de confianza más comunes, pero no por ello de poco valor. Por el contrario estos entramados son fundamentales por el apoyo que representan para ciertos grupos de población como son las madres jefas del hogar, los adultos mayores y los niños. Tabla 11 Intensidad de los vínculos con amigos (%) Qué tan frecuentemente suele… Rara vez

Ocasionalmente

Hablar con amigos por teléfono…

44

30

Frecuentemente Total 27

100

Ver a sus amigos

29

28

44

100

Fuente: Elaboración propia.

Para el caso de las relaciones de amistad los resultados mostraron una tendencia distinta, disminuyen la frecuencia de los contactos telefónicos, pero se incrementa la frecuencia de los contactos personales. En un estudio realizado en Guadalajara (Ramírez, 2005) se encontraron porcentajes de

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119

mayor frecuencia en los contactos entre familiares y amigos que los encontrados en nuestro estudio. Ramírez (idem.) en su análisis confirma que la frecuencia de los contactos en la redes de familiares y amigos es menor en el interior del estado. ¿Cuál es el valor de este tipo de relaciones? En principio se destaca la capacidad de estas redes para la conformación de procesos que cohesionan a los grupos, pero en todo caso se observa la fortaleza de los vínculos en los grupos primarios y su valor para la contención y el logro de propósitos individuales y colectivos. La existencia de redes de confianza basadas en el parentesco o la amistad es un buen indicador de la cohesión social en el municipio. Debemos destacar que la importancia de las redes para la política democrática es independiente del tipo de propósitos que éstas persigan, pues su valor radica en que incentivan la movilización y participación entre sus participantes y por la capacidad que tienen para aportar información útil para la toma de decisiones en la política pública. Es por ello que las estrategias orientadas al fortalecimiento de los vínculos comunitarios que tengan por objetivo contener los diferentes tipos de violencia deben acercarse a las redes de confianza existentes. En ese sentido queremos destacar que en el municipio de Ocotlán, existen redes en torno a la organización de las tradiciones religiosas, en particular en la celebración del Señor de la Misericordia. Esta fiesta anual reúne a una gran cantidad de ocotlenses, quienes llevan a cabo una diversidad de actividades. Dichas labores se realizan con base en la cooperación entre ciudadanos provenientes de distintas capas sociales (Hernández, 2007). La fiesta por sí misma es ya un elemento de cohesión que refuerza la identidad colectiva, el sentido de pertenencia, los mitos y la memoria colectiva. Pero a la celebración subyacen redes de colaboración y apoyo que sin duda pueden aprovecharse para incrementar la participación social en la puesta en marcha de acciones de prevención y contención de la violencia.

Conclusiones Presentaremos de manera sintética los resultados, acompañados de sugerencias susceptibles de traducirse en objetivos de la política municipal.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

1. Con respecto a los indicadores sobre el bienestar y la educación como condiciones para el fortalecimiento de la cohesión social, vimos que a pesar de que el municipio cuenta con índices positivos de desarrollo humano, persisten las desigualdades y niveles educativos bajos, especialmente en la educación superior. Por ello, los agentes de la política local deben buscar la obtención de recursos y la planeación de estrategias que cubran esos vacíos. 2. En cuanto a la identificación con el entorno, la estabilidad y satisfacción residencial, los datos mostraron que los ocotlenses mantienen altos niveles de arraigo y valoración positiva de su vida en la colonia y el barrio. 3. En el mismo tenor, se encontró que presentan niveles altos de cohesión social en su dimensión relacional; es decir, hay un conocimiento mutuo, frecuencia en sus interacciones, confianza y reciprocidad entre los vecinos, incluso estos indicadores son más altos con relación a otros municipios y a nivel nacional. 4. En su dimensión de organización y práctica la cohesión no se corresponde con esos buenos indicadores. Existe un compromiso comunitario precario y una baja participación en organizaciones sociales. No obstante, en cada una de las colonias existen asociaciones vecinales que pueden aprovecharse para potenciar las condiciones favorables como la confianza y reciprocidad existentes. Se sugiere que los agentes del gobierno en el municipio lleven a cabo acciones conducentes a incentivar la participación de los vecinos en dichas instancias en un marco del compromiso y corresponsabilidad. Asimismo, los proyectos de prevención de la violencia requieren involucrar a otros sectores sociales como profesionales, organizaciones sociales, entre otros. Con relación a la existencia de redes sociales de confianza, se encontró una presencia importante de este tipo de vínculos, especialmente de redes basadas en el parentesco y las relaciones de amistad. Asimismo, aludimos a las redes que subyacen a la organización de las fiestas religiosas tradicionales. Estas redes de apoyo deben aprovecharse por su capacidad para proporcionar información y movilizar la participación social. Es importante mencio-

redes y relaciones en la vida social de los ocotlenses

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nar que las relaciones en torno a la celebración del Señor de la Misericordia coordinan la actividad de personas provenientes de distintos grupos sociales, de manera que pueden funcionar como “capital social de puente” (Putnam, 2005) y abonar a la pluralidad democrática en el municipio. En suma, entre los ocotlenses existen niveles altos de cohesión social, sin embargo es necesario implementar mecanismos que detonen la participación en el marco de redes de confianza y asociaciones vecinales, pues de otra manera, la cohesión permanece como un recurso que no se desarrolla en todo su potencial. Consideramos que existen condiciones privilegiadas para echar a andar estrategias de prevención y contención de los distintos tipos de violencia con los ciudadanos, pero para ello es necesario que las autoridades municipales se propongan como objetivo central llevar a cabo la labor de activar la participación e integrar a los entramados de solidaridad y apoyo existentes. Bibliografía coepo Consejo Estatal de Población (2009). Informe sobre Desarrollo Humano Jalisco. Recuperado el 10 de octubre de 2011 en: coepo.jalisco.gob.mx/PDF/ DesarrolloHumano/Cap1.pdf — (marzo de 2010). Analisis sociodemográfico de la ciudad de Ocotlán. Recuperado el 10 de septiembre de 2011 en: www.coepo.jalisco.gob.mx. Coleman, J. (1988). Social capital in the creation of human capital. American Journal of Sociology. Chicago: The University of Chicago Press, vol. 94, pp. S95-S120. coneval Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. (2005) Coeficiente de Gini municipal, cambios 2000-2005 Jalisco. Consultado el 28 de noviembre de 2011 en: www.coneval.gob.mx/cmsconeval/rw/ pages/entidades/jalisco/index.es.do Giménez, G. (1997). Materiales para una teoría de las identidades sociales. Revista Frontera Norte. México: El Colegio de la Frontera Norte, vol. 9, núm. 18, julio-diciembre, pp. 9-28. Hernández, A. (2007). Caminos de esperanza. Historia y organización de la fiesta en Ocotlán, Jalisco. México: Universidad de Guadalajara-Centro Universitario de los Altos.

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vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

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consideraciones finales: hacia la construcción de estrategias para la acción pública fernando calonge reíllo eduardo hernández gonzález

A la hora de realizar la planificación de los distintos capítulos que componían este libro, nos pareció especialmente importante mantener un equilibrio entre dos tipos de aproximaciones respecto al fenómeno de la vulnerabilidad. Por un lado, mantener un acercamiento suficiente sobre las condiciones particulares, ‘micro’, de la vulnerabilidad, estudiando, en consecuencia, aquellos grupos sociales que presentan una situación de mayor exclusión social y violencia en el municipio de Ocotlán. Pero, al mismo tiempo, no dejar de atender a aquellos otros fenómenos macro-sociales, que involucran al grueso de la población del municipio, y que son también fundamentales para entender las condiciones de vulnerabilidad, como son la percepción sobre la seguridad y la situación de la cohesión social en el municipio. Con la combinación de ambas aproximaciones, era nuestra convicción, tendríamos un diagnóstico lo suficientemente complejo de todas las dimensiones que estarían integrando las condiciones de vulnerabilidad en Ocotlán. Con esa primera parte de la visualización de los grupos vulnerables, quisimos ir algo más allá del sentido estadístico de algunos indicadores, que apuntan a la positiva situación que vive el municipio. Sin ir más lejos, el Consejo Nacional de Población (conapo) establece que, junto con Chapala, Ocotlán es el único municipio de la región Ciénega que tiene un índice de marginación muy bajo. Como es bien sabido, los índices se construyen en torno a medidas de tendencia central, es decir, de resumen y sintéticas, por lo que tienden a oscurecer, incorporándolas al grueso de la población, las situaciones particulares que pueden llegar a vivir grupos minoritarios. 123

124

vulnerabilidad y riesgo en el municipio de ocotlán

Nuestra intención, por tanto, fue la de detenernos en estos grupos sociales, y preservar sus condiciones particulares de vulnerabilidad que pudieran estar viviendo. En el capítulo 1 se tuvo la oportunidad de proceder a identificar a los grupos vulnerables más destacados del municipio. Es importante la reflexión que se aportaba en dicho capítulo, y que señala que la vulnerabilidad y la exclusión, frente a la pobreza, son conceptos que entrañan la relación e interacción sociales. Quiere esto decir que son fenómenos que implican una lógica social de la exclusión, un sistema de interacciones por el cual unos grupos obtienen tendencialmente el grueso de los beneficios sociales, frente a otros grupos que, de esta manera, se instalan dentro de una de privación permanente. En Ocotlán, dentro de estos contingentes se encontraban los hogares encabezados por mujeres, de los que hablaremos más adelante, los hogares encabezados por ancianos, por indígenas y por analfabetos. Es especialmente preocupante la situación que viven aquellos hogares que tienen por jefe de hogar a un mayor de 70 años, sobre todo por las tremendas dificultades que tienen por completar los ingresos suficientes en el hogar. Dada la ausencia de un sistema de seguridad social suficiente en el país, los hogares dependen casi exclusivamente de los recursos derivados de la venta de la propia fuerza de trabajo para sobrevivir. Las dificultades se presentan según envejecen los jefes de hogar y, o pierden sus empleos, o, aún conservándolos, ya no se encuentran en las condiciones físicas necesarias para poder realizarlos sin penalidad. En Ocotlán esta situación es especialmente gravosa, por lo que se requeriría la capacidad de gestión suficiente de los exiguos programas federales existentes, como para poder dar satisfacción al mayor número de hogares con ancianos posible. Otro de los grupos vulnerables detectado es el de los hogares indígenas. El mayor problema que enfrentan estos hogares es precisamente su falta de visibilidad. En la investigación realizada los agentes institucionales entrevistados tenían dificultades para precisar la existencia o no de población indígena dentro de los usuarios tratados. Sin embargo sí se pudo constatar

consideraciones finales:...

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su presencia y, además, el hecho de sufrir unas peores condiciones de existencia que el grueso de la población. El que los indígenas no fueran visibles en Ocotlán no significaba que no estuvieran siendo discriminados. En particular, como se vio en este capítulo 1, tenían menores niveles de ingreso y arrojaban más subempleo que el resto de grupos sociales. Respecto a este grupo, por tanto, corresponde en el municipio generar estudios más en profundidad que lleven a destacar sus condiciones particulares de vida, los mecanismos concretos de su exclusión, para poder superar su condición de vulnerabilidad. Quizá el grupo vulnerable cuya situación es más preocupante es el de los hogares encabezados por analfabetos. Como se examinó, este tipo de hogares presentaba los peores índices en cuanto a niveles de ingreso, situaciones laborales y ocupaciones realizadas. Pero, si cabe, lo más alarmante es la forma como esta discriminación parece que va a transmitirse a las siguientes generaciones. Y es que en los hogares de padres analfabetos se presentan las menores tasas de escolarización de los hijos, incluso en los niveles más básicos de la educación. La amenaza es que en un futuro los hijos de estos hogares vayan a sufrir el mismo tipo de exclusión social por el hecho de que ellos tampoco accedieron a la educación indispensable. Esta circunstancia, la de la reproducción social de la falta de educación debe ser especialmente vigilada por las autoridades, de forma que se evite que las condiciones de vida de los padres no supongan ningún deterioro a las futuras condiciones de vida de los hijos. En particular, en este grupo de la población se necesitan prontos programas de escolarización. Uno de los grupos vulnerables que merece atención aparte es el que componen las mujeres del municipio. Como estableció Fernando Calonge en el capítulo 1 de este libro, el de los hogares que comandaban las mujeres era uno de los grupos que se podían considerar vulnerables, atendiendo a sus niveles de ingresos y a sus condiciones generales de vida. En particular, estos hogares de jefatura femenina tenían mayores probabilidades de encontrarse en situación de pobreza, y poseían ciertas características específicas que los tendían a hacer más vulnerables. Dado que en estos hogares las mujeres

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solían tener a su cargo el cuidado de los hijos, se hacía muy difícil el que se pudieran emplear fácilmente en el mercado laboral, de forma que consiguieran los suficientes ingresos con que mantener el hogar. Estos eran, en consecuencia, hogares con un marcado sub-empleo, lo que repercutía en bajos niveles de ingresos, y en serias dificultades para poder acceder a una vida digna. Sin duda que esta vulnerabilidad económica es una de las causas que explican los atentados a su integridad, a través de la violencia de género. Como se señaló en el capítulo 2, en el país, pero también en Ocotlán cada vez se hace más presente la violencia contra las mujeres y contra los niños. Una serie de indicadores ponen el acento de alarma ante esta realidad. Como se pudo señalar, el número de mujeres atendidas por la Unidad de Atención a la Violencia Intrafamiliar fue muy alto. De enero a septiembre de 2011 se atendieron un total de 1 983 usuarios, de los cuales cual la mayor parte fueron mujeres. Sin embargo, el problema acaso más acuciante es el de la falta de visibilidad de este fenómeno de la violencia de género. Dado que lo que sucede en el hogar tiende a quedar privatizado y considerado como un asunto particular de la familia, existen serias dificultades para que los problemas de violencia en su interior puedan acceder a la luz pública. Como se señaló, sólo una de cada tres mujeres que habían sufrido este tipo de violencia llegaba a apercibirlo y evidenciarlo, y de las que lo evidenciaban, sólo 8% lo hacía ante una autoridad pública que pudiera dar comienzo a un proceso penal contra los agresores. Sin duda que estos factores que inhiben la visibilización están detrás del hecho de que, de aquellos 1 983 usuarios atendidos, en Ocotlán las mujeres sólo presentaran 117 denuncias ante el ministerio público dentro del periodo consignado. Pero el grupo de las mujeres también es vulnerable porque suelen relacionarse de una forma más precaria con dos de las principales vías para la inclusión y participación ciudadana. Por un lado en el capítulo 2, Liliana Castañeda y Karla Contreras han tenido la oportunidad de señalar cómo las mujeres tienden a realizar un menor uso de los espacios públicos del muni-

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cipio, justo la manera como tienen las distintas comunidades de garantizar las condiciones de igualdad y de participación. El que los individuos y los grupos sociales puedan aparecer en el espacio público garantiza que sean reconocidos por el resto de la comunidad, pero también facilita su empoderamiento y capacidades para desarrollar habilidades sociales y políticas fundamentales. Pero, junto con esta vía de inclusión, aparece de una manera vinculada la de la seguridad y confianza en el cuerpo social. Como también se ha indicado tanto en los capítulos 2 y 3, las mujeres, a diferencia de los hombres, son las que denotan más miedo y desconfianza. Prescindiendo del hecho de que sean ellas, efectivamente, las más violentadas, simplemente la sensación de que puedan llegar a serlo coarta efectivamente la realización de sus actividades cotidianas y de sus seguridades personales. Como bien se propone en el capítulo 2, es necesario que el municipio trabaje en pos de la consecución de espacios urbanos donde se garantice no sólo la seguridad, sino también la sensación de seguridad de los ciudadanos. Esto significa diseñar espacios públicos bien iluminados, limpios, cuidados, vigilados y con extensas áreas verdes. Esta serie de condicionantes para la inclusión de las mujeres en el más amplio espectro social nos sitúan de lleno dentro de la segunda aproximación macro que tomamos a la hora de diseñar el contenido de los capítulos. Son los aspectos que hablan sobre los procesos de inclusión y participación sociales. Estos procesos los podemos considerar articulados a través de dos movimientos. El primero de ellos es el que se refiere a la confianza y a la percepción de seguridad o de inseguridad que puede cundir entre los habitantes del municipio. Es la condición sine qua non. En este sentido es muy importante que las autoridades aprendan a valorar no sólo las condiciones objetivas de la criminalidad, sino también las intersubjetivas donde se incluyen cuestiones como la confianza en las autoridades, o la sensación socialmente construida del miedo. A este respecto, en Ocotlán, existen ciertos atributos relacionados con la persona que pueden estar incidiendo en la sensación de inseguridad. Uno

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de ellos es el género, como ya hemos señalado: las mujeres suelen sentir más miedo, e intuir que son más susceptibles de ser víctimas de las violencias que los hombres. El segundo es el de la población anciana. Sin duda que la merma de sus condiciones físicas, pero también el observar una serie de cambios sociales como el crecimiento de la población, la aparición de nuevos hábitos y formas de relación entre los jóvenes, son otros tantos fenómenos que inciden en su sensación de vulnerabilidad. Para estos dos grupos sociales, que se sienten más vulnerables, es preciso que las autoridades trabajen en un sentido contrario, en el de proveer no sólo seguridad, sino también sensación de seguridad. La acción, pero también la información sobre las acciones realizadas y la transparencia son fundamentales para proporcionar el sentido de confianza y seguridad. Las autoridades municipales, sobre todo las fuerzas de seguridad, deberían hacer un especial esfuerzo en sus labores de comunicación e interlocución con la ciudadanía, para disipar posibles rumores que pudieran cundir, inmotivadamente, en la ciudadanía. No obstante, también circulan ciertos estereotipos vinculados a la sensación del miedo y de la inseguridad que hay que trabajar adecuadamente para que su enfrentamiento no sea, a su vez, discriminante. En un primer término, como se ha mostrado en el capítulo 3, existe una serie de atributos que la población mayoritariamente tiende a conferir a los posibles delincuentes. Como se indicó, estas características serían ser joven, de aspecto desaliñado, llevar tatuajes, consumir alcohol u otro tipo de droga, estar desempleado o sin estudios. El enfrentar la inseguridad, contando con estos atributos como los determinantes para la perpetración de violencia, podría comportar un muy grave problema de criminalización de determinadas poblaciones que, no necesariamente, son las que cometen los delitos. Este tipo de medidas de control y presión sobre los individuos con aquellos atributos, pese a trabajar en pos de la paz y tranquilidad de una parte de la población, sin embargo lo harían en detrimento de atentar contra la libertad y dignidad de esos otros segmentos así criminalizados, estigmatizando aún más al tipo de colonias donde viven y que, como se indicó en el capítulo 2, ya de por sí estarían suficientemente marginadas.

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Pero, en segundo término, como contrapunto a esta sensación de inseguridad y a estos modelos humanos tomados como propensos a delinquir, Cecilia Morquecho también nos ofrece los modelos que suscitan socialmente mayor seguridad y confianza. Como indica la autora, serían los valores de la honradez, la honestidad y la religiosidad, vinculados al tipo de familia tradicional, los que la sociedad de Ocotlán estaría señalando como aquellos que garantizan unas formas de convivencia presididas por la seguridad. Nuevamente, como bien apunta, valores de tipo claramente conservador, que, en caso de tomarse como guía de las políticas de seguridad, sin embargo motivarían la estigmatización de otros grupos sociales y formas de vida que, no necesariamente, han de ser violentas. Por consiguiente, habría que deslindar muy claramente la acción policial de este tipo de sensaciones y estereotipos de la inseguridad, incidiendo en actuaciones que mejoren los mecanismos de comunicación y transparencia, pero también los de diálogo interclasista e intercultural al interior del municipio. Esta circunstancia se hace necesaria porque, si bien como Eduardo Hernández y Paulina Martínez atinan a señalar en el capítulo 4, los ciudadanos de Ocotlán mayoritariamente confían en quienes son sus vecinos, no deja de ser cierto que, como sostenía Cecilia Morquecho en el capítulo anterior, existe una marcada desconfianza hacia las poblaciones que se consideran extrañas y ajenas. Como argumentaba la autora, cunde la inquietud ante las poblaciones que viven en otras colonias marginadas del municipio y, en estas colonias marginadas, cunde la desconfianza no hacia los vecinos, sino hacia los individuos extraños que pueden estar infiltrándose en la colonia. Como señalamos, el fomento de actividades que mejoren la comunicación entre los distintos sectores de la población ayudará a superar estos incomprendidos y a mejorar, en consonancia, los niveles de confianza en el grueso de la población. De esta forma mejoraría más si cabe la confianza que los ciudadanos del municipio dicen depositar en sus vecinos. En términos generales, los índices que mostraron Eduardo Hernández y Paulina Martínez en el capítulo 4 sobre la confianza y el sentimiento de ayuda mutua de los ciudadanos de

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Ocotlán son manifiestamente positivos. Sin embargo, también indican que la confianza no es el único componente de la cohesión social. La cohesión social también necesita del conocimiento de las principales problemáticas del municipio, de la participación de los ciudadanos en todo tipo de asociaciones y cuerpos civiles, y de la formación de estables redes sociales. Pero estos son aspectos que no siempre están presentes en el municipio de Ocotlán. Los indicadores que ofrecen establecen que existe poca información sobre las problemáticas más próximas a la colonia, abundan en la muy escasa participación en asociaciones en los últimos tres años, y tampoco permiten establecer que el tipo de relaciones entre los ocotlenses sean demasiado sólidas y durables. Como bien indican Eduardo Hernández y Paulina Martínez, estas deficiencias hacen que el elevado nivel de confianza señalado tenga dificultades para traducirse en la existencia de un oportuno tejido social que garantice la cohesión y la solidaridad. Este tipo de hallazgos estarían en consonancia con lo que Cecilia Morquecho puso de manifiesto en el capítulo anterior. En Ocotlán, tiende a existir una situación de confianza y apoyo mutuo, pero sólo entre vecinos. Cuando los ciudadanos se encuentran ante grupos sociales e individuos extraños, una condición cada vez más presente dentro de la dinámica urbana en que Ocotlán está instalándose, la actitud es la contraria, de desconfianza y miedo. Por eso, las medidas que se pueden establecer para mejorar los niveles de participación comunitaria y de asociacionismo habrían de redundar no sólo en la mejora del tejido social, sino también en forzar la desaparición de ese clima de desconfianza que es precursor de la sensación del miedo. En este sentido, ambos aspectos parecen plenamente complementarios, sensación de inseguridad y participación e involucración ciudadana. Por este hecho se presenta como ineludible el fomentar el entendimiento de los ciudadanos entre sí, pero también el mejorar los procesos de comunicación e interlocución con las instituciones. Ya se ha señalado que desde el municipio existen intentos de fomentar la organización vecinal. Sin embargo está por ver qué tanto calado tengan estos intentos dentro del cuerpo social y en todas las colonias del municipio. Para facilitar la inclusión de los

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ciudadanos en este tipo de asociaciones, parece fundamental el despolitizar este tipo de acercamientos, de manera que se pongan en funcionamiento verdaderas asociaciones de vecinos y ciudadanos, donde todos y todas puedan tener cabida.

Los autores

Karla Alejandra Contreras Tinoco. Licenciada en psicología por la Universidad de Guadalajara. Ponente en eventos nacionales e internacionales. Algunas publicaciones recientes: Calidad y estilos de vida en universitarias. un estudio exploratorio del Centro Universitario de la Ciénega por la buap.

Fernando Calonge Reíllo. Doctor en sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido docente en las universidades de Granada y Complutense (España), y en el Tecnológico de Monterrey y Universidad de Guadalajara (México). Ha recibido apoyos para la investigación del Ministerio de Educación y Ciencia (España), de la Secretaría de Relaciones Exteriores, conacyt y Secretaría de Educación Pública (México). Entre sus áreas de especialización está el género, identidades y espacio social.

Ana Cecilia Morquecho Güitrón. Doctorado en Cooperación y Bienestar Social de la Universidad de Oviedo, España. Profesora e investigadora del Departamento de Comunicación y Psicología del Centro Universitario de la Ciénega-UdeG. Eduardo Hernández González. Maestro en filosofía por la Universidad de Guadalajara, estudiante del Doctorado en Cooperación y Bienestar Social de la Universidad de Oviedo, España. Profesor investigador del Departamento de Política y Sociedad del Centro Universitario de la Ciénega-UdeG.

Liliana Ibeth Castañeda Rentería. Maestra en políticas de la educación superior por la Universidad de Guadalajara. Actualmente profesora e investigadora en el Centro Universitario de la Ciénega de la UdeG. Perfil promep, ponente en eventos nacionales e internacionales. Publicación reciente: Identidades, culturas y prácticas de los jóvenes universitarios (2010), por la UdeG.

Paulina Martínez González. Maestra en ciencias sociales y estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara. Profesor investigador del Departamento de Sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades-UdeG. 133

Vulnerabilidad y riesgo en el municipio de Ocotlán se terminó de imprimir en mayo de 2014 en Pandora Impresores S. A. de C. V. Caña 3657, La Nogalera, Guadalajara, Jalisco, México.

La edición consta de 500 ejemplares.

Diseño: Verónica Segovia González Corrección de textos: María Amparo Ramírez Rivera

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