Visibilizando la vigilancia. Resistencias artísticas frente a la violencia psicológica I

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Visibilizando la vigilancia. Resistencias artísticas frente a la violencia psicológica I Inmaculada Rodríguez-Cunill Universidad de Sevilla

Nota de la autora Este artículo incluye algunas imágenes del catálogo Felicidad en el Inmozulo (Rodríguez-Cunill, 2008), pero presenta resultados de una investigación acerca de la opresión y la resistencia más allá de los textos e imágenes que compusieron aquel catálogo, realizado por entonces como la recopilación del diario del hostigamiento en mi espacio de trabajo, el Departamento de Pintura de la Universidad de Sevilla. La correspondencia relativa a este artículo debe enviarse a [email protected] Mis agradecimientos a Mª del Mar López-Cabrales, Marta Soler y Alicia Raigada y Marta López, por sus comentarios.

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Resumen Esta investigación trata sobre textos artísticos que son también testimonio de lo que se ha dado en llamar ‘acoso laboral’, ‘mobbing’ o ‘workplace bullying.’ Ésta es la primera parte de tres sobre aspectos del acoso y la propia transformación a partir de la comunicación artística. Por ello, estableceré los planteamientos generales para encuadrar ciertas obras realizadas simultáneamente al proceso de acoso laboral y a la violencia psicológica, en este caso a través de la vigilancia. En futuros textos se usará la misma base metodológica para los temas del aislamiento y la dimensión colectiva de la creación como superación de situaciones de violencia. Anónimos, situaciones de vigilancia y los síntomas de hipervigilancia en quien es objetivo de hostigamiento, generaron una serie de obras, en su mayor parte de carácter objetual, que adquieren mayor sentido examinadas globalmente dentro de un proceso de acoso. Palabras-clave: Resistencia artística, violencia psicológica, artes colectivas, acoso moral.

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Visibilizando la vigilancia. Resistencias artísticas frente a la violencia psicológica I

Introducción: Con la iglesia hemos topado, Sancho Usamos la expresión con la iglesia hemos topado cuando queremos mostrar nuestra impotencia o resignación a poder hacer algo debido a que existe un poder superior que nos lo prohíbe. A las mujeres se les impidió pintar, esculpir, expresar su dimensión plástica a través de un sistema social. Yo vivo con otro tipo de opresión. La facultad de expresarse en un estamento público puede suponer una amenaza al poder establecido, especialmente si es una mujer, de distinta clase social y origen, quien produce un discurso que revela los mecanismos de poder que se ponen en práctica en ciertos grupos. La pirámide invertida de la opresión me ha ofrecido una contextualización para saber cómo actúa el sistema frente a los mismos problemas que causa. Manzano (2012) la define usando frases que son pensadas desde la parte que ejerce el poder). Nada ocurre1 [invisibilización]. Si ocurriera, no es una injusticia [interpretación] porque la causa no es humana (naturalización), la consecuencia no recae sobre humanos (cosificación), realmente es justo (inversión), lo relevante es otra cosa (perspectivación) o se trata de una observación falsa (deslegitimación). Si se interpretara como injusticia, no es achacable al sistema [canalización] pues es el mismo grupo humano el que se genera el daño (victimización), proviene de fuera del sistema (agente externo), mientras que el sistema cuenta ya con vías para superar la injusticia (tokenismo). Si la injusticia se identificara como causa del funcionamiento del sistema, es mejor no hacer nada [inmovilización]... Si las personas sienten la necesidad inevitable de hacer algo, se suministran los instrumentos pertinentes que no atentan contra el orden [domesticación] alentando las acciones individuales aisladas

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(trascendencia individual)… Si ello finalmente tampoco funcionara, se procede a parar directamente el movimiento [represión]. (p. 249) En el caso que voy a describir, el mismo sistema universitario ha pasado por las distintas fases opresivas, hasta hallarme hoy en día en el espacio laboral donde se dieron repetitivas situaciones de violencia. Las repasaré brevemente a través de las definiciones de Manzano para dar una idea general de los sucesos que han marcado mi obra y mi vida en mis últimos años. A finales de 2006 denuncié públicamente las irregularidades que se habían dado a lo largo de años en el Departamento de Pintura, donde la endogamia es muy elevada y la mayor parte de los miembros del departamento son familiares. Tras la denuncia, a pesar de haber sido amenazada con un litigio legal, éste no se produjo. Muy al contrario, ante los ataques, violencias, discriminaciones, trato vejatorio, limitación de materiales, etc., y mis subsiguientes quejas al rectorado, los acosadores (y los gestores de la universidad) decían que no ocurría nada [invisibilización]. Frases como “la universidad es así”(naturalización), “se lo merece” (inversión), “es que está loca” (deslegitimación) se fueron sucediendo, permitiendo una interpretación al estilo de “no se trata de una injusticia”. La canalización permitió afirmaciones que eludían la responsabilidad: “De todos modos, la universidad no es responsable, sino que se trata de un departamento con tales comportamientos…”, “el daño se lo ha buscado ella misma” (victimización), ‘ella no se quiere integrar’ (agente externo), ‘lo estamos haciendo bien, porque tenemos un Servicio de Prevención de Riesgos Laborales’ (tokenismo). Ello llevaba a la inmovilización, a la imposibilidad de cambiar de departamento, especialmente desde 2011 al día de hoy, a veces esperando ‘que se apruebe el protocolo contra el acoso’ (solución en marcha), aunque ‘quien lo debe llevar a cabo es el Servicio de Prevención’ (especialización), ‘allí, en el departamento, hay un problema sin solución’ (fatalismo), ‘el acoso es un caso aislado en la universidad’ (anecdotización) , o ‘mejor no

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abrir expediente a quienes iniciaron las falsas acusaciones a Inmaculada, pues sería peor el remedio que la enfermedad’ (solución indeseable), etc. La domesticación todavía está en proceso por parte de los gestores universitarios: una carrera sin fin por los distintos servicios, en un sobreesfuerzo individual sin resultados y a lo largo de todos estos años: paso por los Servicios de Igualdad, Defensor Universitario, Servicio de Prevención, etc. Y una domesticación no totalmente conseguida, pues aún hemos seguido denunciando desde la Plataforma contra el acoso y por la democracia en la Universidad de Sevilla, nacida a raíz de mi caso, los ejemplos de discriminación y violencia, especialmente contra las mujeres, en nuestro entorno laboral. La última fase opresiva ya está en marcha (represión), y se está convirtiendo en los últimos años en una deliberada ocultación de mi currículum, pero de una manera mucho más refinada que en las acciones anteriores. Esta represión se manifiesta en la imposibilidad de difusión de mi obra en el área de pintura del ámbito español, o en obra devuelta sin desempaquetar tras enviarla a un concurso. Una importante variable organizacional en el ambiente de acoso que produjo las obras descritas en este artículo es el alto nivel de endogamia en el departamento. Entre estos hechos recopilados en la denuncia se encontraba la no utilización de un baremo oficial con el objetivo de promocionar al hijo del director, varios intentos de echarme de mi trabajo con el resultado de salir beneficiada laboralmente la hija de un catedrático, y otros hechos propiamente anteriores al proceso de acoso. Aunque las quejas de endogamia habían sido pronunciadas con anterioridad en el departamento por un hombre, al contrario que en mi caso, su carrera fue ascendiendo. García de León (2011) señala las profundas tensiones que forman este asunto en España y explica que a pesar de la igualdad formal conseguida por esa nueva sociedad reconstruida tras la Democracia, no menos importantes han sido los obstáculos que la sociedad patriarcal ha puesto contra esos cambios.

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En mi entorno laboral, los puestos de poder provenían de una época franquista, y se han perpetuado sagas familiares cuyo punto de conexión es el poder.2 Pero este poder es masculino, y respetuoso con las mujeres si son sumisas a sus preceptos, o si son herederas. Esto implica una “esquizofrenia de género”, un sistema de incongruencias que incluye violencia de género e impide que las mujeres se desarrollen en igualdad con los hombres. García de León (2011) sugiere que, como sociedad, estamos jugando un partido, un “partido de género” que implica profundos y significativos cambios. De ahí la respuesta de un patriarcado que asiste al peligro de su pérdida de legitimidad y por ello “reverdece” en variantes de sí mismo. El contexto histórico de la lucha por los derechos de las mujeres en España ha cambiado mucho durante los últimos 30 años. A finales de los 80, las intelectuales feministas se movieron del panfleto a la academia, creando los Estudios de Género en la universidad española. Sin embargo, hoy persiste un vacío en las Ciencias Sociales y es que estas autoras apenas han sido rescatadas del olvido, como sí ha ocurrido en otros países de nuestro entorno cultural. Carecemos, pues, de la legitimidad de la autobiografía y biografía —además de la dependencia de textos anglosajones—, pues el poder es memoria. Pero en cuanto a la situación actual, García de León (2011) explica que ahora estaríamos asistiendo a “espacios espejismos”, es decir, espacios públicos y culturales donde todo hace pensar que la paridad entre mujeres y hombres es real. Sin embargo, estos espejismos perpetúan el filtro androcéntrico y, consecuentemente, la discriminación histórica femenina. El objetivo final del movimiento feminista de desenmascarar la supuesta ‘normalidad’, vuelve a reproducirse cuando además la ‘normalidad’ viene ajustada a lo logrado en términos legales, pero no a realidades sociales (Pujal, 2007). La percepción negativa de las feministas como frustradas, histéricas o locas se debe a que cualquier grupo o individuo que defienda una posición contestataria incomodará a quien esté interesado en que

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las cosas no cambien, es decir, quien tiene el poder. Esa opresión ocurre tanto a nivel de movimientos sociales como a nivel individual, como ocurre en el caso del acoso. Todo feminismo supone una relectura de la realidad. La visibilización de los mecanismos de poder patriarcal en el departamento de Pintura es una relectura incómoda, y el origen de todo un proceso de violencia.3 La acción subversiva y transgresiva tampoco está exenta de reacciones o castigos sociales: rechazos, violencia física y psicológica, ostracismo, etc. Como dice Pujal (2007), para que estos miedos no paralicen, hay que buscar interlocutores y contextos que sean capaces de reconocer las acciones de transgresión. Son su condición social de posibilidad. El poder de un anónimo La doctora Xin es un invento de la artista Eva Guil. En su blog Vidadada (Guil, 2007), en la sección de salud y belleza, se entremezclaban pensamientos y situaciones surrealistas y dadaístas. La lectura de este blog, en la actualidad desaparecido, me permitió hacer un cambio de percepción que voy a relatar en este epígrafe.4 Desde el elemento desencadenante de la fase más claramente agresiva de mi caso de hostigamiento laboral (en diciembre de 2006) hasta la actualidad he recibido varios anónimos. Uno de ellos data del 3 de diciembre de 2007 (Figura 1)

Figura 1

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¿Cómo relacionar la experiencia artística (ejemplificada con el caso de la doctora Xin) con el anónimo recibido? ¿Puede haber medios de curación y defensa a través del arte ante una violencia ejercida desde el poder? ¿Pueden ser visibilizadas la ocultación, la falsedad o el anonimato de un modo tal que se frene el acoso, o más bien esa visibilización sólo conlleva una ayuda psicológica? El acoso no se frenó, se transformó. La ayuda psicológica de la creación artística en mi caso es innegable, sobre todo porque la denuncia comportó la creación de redes en la universidad, que revelaban casos de violencia. El acoso laboral es un fenómeno de psicología social en el que el aislamiento de uno de los miembros, tiene como fin su expulsión del sistema grupal. Hay un daño moral, y por tanto, parte del modo de curación es crear una red de apoyo por la que la víctima no se sienta aislada. El arte colaborativo es un instrumento de esa curación. Este texto y los que lo complementarán en un futuro harán un planteamiento general que sirva para repasar varias vías de creación artística simultáneas y posteriores a la evolución del acoso. Las imágenes generadas a través de esta experiencia sirven para la resistencia ante el llamado techo de cristal —aunque actualmente me gusta más la imagen de un ‘tejado de cristal’, pues ver un techo significa estar dentro de la construcción, ser parte de un sistema que te convierte en ‘observadora de techos’, mientras que poder ver los tejados significa poder ver otras cosas de más allá. En el anónimo se revela una supuesta actuación grupal o al menos la intención de convertir en grupal una ‘ofensa’ particular. Tras denunciar en comisaría este anónimo (enviado desde la misma Universidad de Sevilla y sin que esta institución actuara en consecuencia), me preocupaba que las experiencias de la realidad me afectaran en el sueño. Ya me había ocurrido poco antes. Una de las fases más agresivas del acoso se dio en marzoabril de 2007. Decidí huir en lo que pudiera de mi entorno y aprovechar cualquier posibilidad de realizar un viaje. Esa oportunidad se dio a través de una expedición universitaria a los

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territorios palestinos, entre el 20 de abril y el 1 de mayo. Cuando compartí dormitorio con mis compañeras, desde el primer día del viaje, no las dejaba dormir por mis gritos y llantos durante el sueño. Con anterioridad, como vivía sola, sólo sabía que me levantaba fatal, pero ignoraba que me ocurrieran estas cosas mientras dormía. Ellas me recomendaron visitar a un especialista. De todos modos, alejarme de mi entorno de trabajo fue benéfico: en mis actividades de cooperación internacional en Gaza y en Cisjordania encontré más paz que en el Departamento de Pintura de la Universidad de Sevilla. Con estos antecedentes, me pregunté si el anónimo me podría afectar a nivel inconsciente. Probé a jugar, a transformar con las palabras. Ya había investigado junto a Jesús Forja (2007-2008) sobre la hoja de reclamaciones como género literario, un experimento sobre la distorsión de los enfoques de la realidad sobre un mismo problema.5 . Pensé que el juego me ayudaría a relativizar la importancia del anónimo y éste fue el elemento de partida de un cadáver exquisito. Así que intentando hacer una lectura distorsionante del anónimo, me inventé un sueño que envié a la doctora Xin, para que ella lo comentara. Por supuesto, no le dije que el sueño era en realidad una invención. En esa fase de violencia psicológica, probé a distanciarme del anónimo, analizándolo desde un enfoque que no respondiera a la victimización. Éste fue el correo que envié (Figura 2)

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Figura 2 La correspondencia entre anónimo y sueño se basaba en un conjunto de distorsiones que tal vez puedan ser más evidentes a través de la Tabla 1. Tabla 1 Correlaciones entre el texto del anónimo y el sueño inventado. Texto del anónimo

Texto del sueño enviado a la Dra. Xin

Creo que debes midificar tu manera de

Estoy subiendo los escalones que llevan a la

llevar este tema.

entrada de mi parroquia. Llevo un midia

a

MIDI son las siglas de la (Interfaz Digital de Instrumentos Musicales), protocolo de

comunicación serial estándar que permite a los computadores, sintetizadores, secuenciadores,

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De momento estás con un pie dentro y

de biopuertosb en el brazo derecho, pero me lo paso

otro en la calle.

al izquierdo porque debo desenroscarme un pie para dejarlo en la calle. Una vez tengo el muñón, me meto el otro pie en el muslo, y se quedan unidas las dos piezas de carne.

Espero que moderes tu actitud

Entro en la iglesia con las patas en forma de polígono cerrado y me siento atrás. Coloco el midi sobre mis muslos. En la iglesia hay muchos hombres de pie. Enchufo el midi y uso el regulador de actitud,

ya que todo el departamento nos

lo subo y lo bajo, pero resulta que lo que regula es

sentimos ofendidos y espero que en la

si los hombres de la iglesia tienen los pantalones

primera ocasión que tengas pidas

más arriba o más abajo. Se han dado cuenta de que

disculpas a sus miembros.

el que se les vea los miembros viriles depende de la regulación del midi, así que me visto de primera comunión y me voy acercando, uno a cada uno de sus penes, para pedirles disculpas.

Piensa en Dios.

Uno de ellos, en vez de prepucio, tiene un triángulo equilátero con un ojo dentro.

controladores y otros dispositivos musicales electrónicos comunicarse y compartir información para la generación de sonidos. b

Como en la película de David Cronenberg EXistenZ (1999) un biopuerto es un puerto (con

iguales usos de un puerto de ordenador) que, se conforma de material biológico.

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Usando el revolucionario cliente de

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Comienza a cantar la ópera Carmen.

correo de Opera: http://www.opera.com/mail/

He aquí la aportación de la doctora Xin, con la que yo creí equivocadamente que finalizaba esta obra colectiva (Figuras 3 y 4):

Figura 3

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Figura 4 A partir de ahí, se generaron una serie de textos fantasiosos con ínfulas de terminología psiquiátrica. Por otra parte, se grabó con este tema parte del documental Jordi Mancat i Trèpanat (Rodríguez-Cunill, 2011). En él se muestra la visión de la doctora Xin, que cuenta que tras los diversos documentos generados, la receptora del anónimo “había conseguido lo

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que ningún otro artista había conseguido hasta entonces: hacer que su anónimo agresor fuera participante en una obra de arte” (Rodríguez-Cunill, 2011). Y así fue: la instalación Anonymous Sender, en la que una especie de mesita como la pudiera tener Blancanieves –o más bien su madrastra- mirándose al espejo, con sus dulces paredes algodonosas, nos promete un espejo que se desdobla. Sobre este pequeño altarcito, vía de comunicación anónima, ribeteada de cuento de hadas, flota una maraña oscura… Como apuntaban al final de los 70 Gilbert y Gubar (2000), el espejo mágico de la madrastra de Blancanieves ilustraba la necesidad de algunas escritoras-creadoras de arte, de examinar su imagen y vencer la reflexión de ‘la otra’ impuesta por el canon de los escritores masculinos. El asunto de ‘Querida Farsante’ impone ya una lectura sobre la identidad de quien recibe el anónimo, una lectura de poder, del poder de acallar, incluso con la amenaza de perder el trabajo (“un pie dentro y otro en la calle” como afirmaba el anónimo, Figura 1). El camino a través del examen de la propia imagen en la instalación Anonymous Sender, pero iniciándose con un anónimo real, refleja un camino para hacerme sujeto del texto con mi propia identidad. La Figura 5 esquematiza los pasos creativos dados a partir del anónimo.

Figura 5

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Mobbing, hostigamiento, acoso laboral, psicoterror, victimización ¿Hay un correlato entre el momento de elaboración de la idea visual y las fases descritas por los psicólogos respecto al acoso laboral? Los especialistas hablan de unas fases, pero también de conductas o tácticas que se ponen en práctica y cuya continuidad en el tiempo configura lo que es el acoso en sí. Leymann (1996) acuñó la palabra mobbing para indicar violencia en las relaciones laborales, como un problema psicosocial. Cuando Leymann adopta el término mobbing, ya había reconocido la existencia de la expresión bullying. Utilizó también otras expresiones para referirse a este fenómeno como psicoterror o acoso grupal. Hoy en día el término bullying es el preferido en países de habla inglesa. Sin embargo, las dos palabras se refieren al mismo fenómeno, a un proceso en el que un grupo de personas ejerce una violencia psicológica extrema de forma sistemática y recurrente (media de una vez por semana) y durante un tiempo prolongado (un promedio de seis meses) sobre otra persona o personas, con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que, finalmente, abandone el trabajo. En el desarrollo de la investigación sobre el acoso laboral, muchos autores coinciden en hablar de una fase previa al acoso en la que ni siquiera el objetivo del acoso es consciente de lo que ocurre. El cambio de esta fase primigenia a otra donde la violencia se produce de modo evidente se da por un hecho detonante. Ya en 1996, Leymann hablaba de ‘incidentes críticos’ para referirse a un conflicto no resuelto, y cuya estigmatización daba lugar al mobbing. Sin embargo, el desarrollo de las investigaciones llega a establecer (Parés, 2007) una fase inicial que denomina ‘de seducción’ y en la que la propia víctima no es consciente de la tela de araña que se va forjando en sus interacciones con miembros del grupo. La mayor parte de los expertos definen que existe un cambio entre una relación personal, anteriormente buena o neutra, a un estado negativo, y la explican a través de una fase previa de seducción.

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Un conflicto en el entorno laboral no degenera necesariamente en acoso, sino aquellos en los que de base existe un interés indigno, según Parés (2007), es decir, cuando una de las partes inicia una estrategia para influir, vencer u oprimir al otro. Para Parés, una mala resolución del conflicto es lo que lleva al acoso laboral. Si el conflicto puntual no se resuelve, se convierte en crónico y se pasa a lo que conocemos por acoso. Además, añade Parés, el conflicto siempre está ligado a un cuestionamiento de la autoridad del líder por parte de la futura víctima. No es gratuito que este cuestionamiento de poder se encuentre en la lucha feminista y se halle a su vez en el origen de la fase represiva del acoso. Respecto a la generación de imágenes en una fase previa al acoso mismo, Alpresa (2013) ha realizado recientemente un examen de la obra pictórica que elaboré con anterioridad al incidente detonante. Su estudio refleja una relación en el surrealismo planteado en mi serie pictórica Crónicas Submarinas y la situación pre-acoso. En aquella serie, el lugar que significa para mí mis cimientos emocionales, mi Cádiz natal, terminaba siendo retratado bajo las aguas, en el 2060. En los tejados del Castillo de Santa Catalina de Cádiz, un hombre oscuro esperaba impasible la entrada del tsunami, yo me retrataba con la cabeza hipertrofiada mientras todo iba quedando bajo las aguas, o con una cabeza de pollo volador.6 Escasas figuras terminaban convirtiéndose en láminas, como si les hubiera pasado una apisonadora por encima, pero seguían existiendo (Figuras 6, 7, 8 y 9). A partir del elemento detonante, mi obra comienza a ser diferente, como también era muy diferente la situación que estaba viviendo. Crónicas Submarinas… cayó en el olvido. Ni siquiera la expuse.

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Figura 6

Figura 7

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Figura 8

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Figura 9

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En el Anexo A podemos ver un listado de tácticas que se emplean en el acoso laboral. Desde Leymann, muchos autores han descrito estas prácticas, para poder diferenciar el acoso respecto a otras dinámicas tóxicas. Mi experiencia en la Plataforma contra el acoso y por la democracia de la Universidad de Sevilla confirma que hay una conexión entre ser una mujer y el acoso laboral. En España, se plantea un problema en el ordenamiento jurídico. Si bien las expresiones acoso sexual o por razón de sexo están definidas en la Ley de igualdad de oportunidad de mujeres y hombres (2007), no lo está el acoso moral, y la jurisprudencia toma como referencia la definición de Leymann (1996). Pero el rasgo diferencial radica en que una sola conducta de acoso sexual es suficiente para que sea considerado acoso, mientras que el acoso laboral-moral debe ser reiterado durante seis meses para que tengan repercusiones las conductas acosadoras. Matud, Velasco, Sánchez, del Pino y Voltes (2013) señalan en un estudio sobre el acoso laboral en mujeres y hombres en España que aunque el acoso laboral influye negativamente en la salud mental de todas las personas que lo sufren, su efecto es mucho más grave en las mujeres que en los hombres. Aunque no se sabe la causa de ello, estas autoras plantean la posibilidad de que las mujeres también estuviesen sufriendo acoso sexual, el cual sigue siendo mucho más común en el género femenino y porque existe evidencia de que su impacto en la salud mental es más elevado que otras formas de violencia laboral. Pero es una cuestión que está aún por investigar y no ha sido mi caso.7 A pesar de su gravedad, la persecución psicológica que constituye el acoso se desarrolla a menudo con la aquiescencia del resto de miembros de la organización pues éstos, aunque plenamente conscientes del abuso de poder y la injusticia de la situación, optan por no intervenir. El silencio de compañeros y compañeras de la víctima se debe en algunos casos a la complicidad y en otros al miedo.

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Visualizando la vigilancia Ya que el acoso es negado por casi todos los que participan en el mobbing, su visualización implica una fase avanzada del mismo. En la fase primigenia el mobbing no es reconocido como tal ni siquiera por las víctimas. Por ello, la visibilización de las comunicaciones tóxicas, de los contextos hostiles, inicia cierto camino a la curación, con el reconocimiento del conflicto como conflicto, antes que su ocultación.8 A través de varias obras realizadas durante la parte más cruda del acoso, hoy en día veo correspondencia entre el desarrollo de mis códigos artísticos y la expresión de un malestar ya catalogado por psicólogos en el desarrollo del acoso. Para ello dirijo al lector a la Figura 10.

Figura 10 Sueños de Marina D’Or fue una instalación expuesta en 2008, a los nueve meses de que se generara esta Lámpara de vigilancia, que se ubicó en una mesita de noche, como vigilante

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de las pesadillas de un dormitorio. Es una instalación donde también se encontraría otra de las obras dedicadas a la vigilancia, el Vigilante de orificios anal y vaginal (Figura 11). Pensada como un objeto de nuestro dormitorio, muy unido a nuestros sueños, se encuadraba en experiencias nocturnas. La sensación de vigilancia era una constante en mis sueños. Incluso en los momentos de más intimidad, en medio de la noche, despertando de una pesadilla sobre la vigilancia, iba a hacer mis necesidades y… continuaba siendo intimidada con la vigilancia incluso en mis zonas más íntimas.

Figura 11

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Este efecto arrasador contra la íntima vivencia de cierta seguridad estaba forjando parte de mi vida. Así, no extraña que finalice la descripción de obras sobre la vigilancia con un autorretrato, la Vigilada hipervigilante (Figuras 12 a la 16).

Figura 12

Figura 13

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Figura 14

Figura 15

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Figura 16 Uno de los efectos más devastadores psicológicamente en los casos de acoso laboral es la sensación de alerta continua, intentar vigilar más que los vigilantes, para evitar futuros golpes, por el aprendizaje de repetición de situaciones de hostigamiento… Una instalación que desarrollaba hasta el extremo esa sensación de alerta era Vigilada hipervigilante. La hipervigilancia está asociada con situaciones traumáticas serias y al estrés postraumático. Puede ocurrir ante cualquier situación que nos sobrepase, pero la repetición en un espacio de tiempo de distintos episodios de hostigamiento llega a crear el estado de alerta al que se refiere la hipervigilancia, como un mecanismo de defensa lógico, pero cuya repetición conlleva a observar cualquier posible signo de que algo está mal o puede tornarse malo, de modo que se pueda estar preparada para enfrentar el peligro o huir. La hipervigilancia puede llegar aun extremo insalubre, permaneciendo por años luego de haberse desvanecido la

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situación de estrés o peligro. El asumir el estado de hipervigilancia en una guerra o una situación continuada de conflicto no es extraño. Es, por ejemplo, uno de los síntomas del stress postraumático que conocí gracias al Gaza Community Mental Health Programme, una ONG palestina que provee de servicios de salud mental a los habitantes de la franja de Gaza. Su propósito es ayudar a mujeres y a niños, víctimas de la tortura y de la violación de derechos humanos. En mi opinión, responde a una lógica de la guerra como motor de la historia. Si tras un periodo de hostigamiento continuado en mi trabajo (guerra contra una persona), se ocasiona un periodo donde no parece haber guerra, es porque hay política y, como Foucault (1987) afirmaba, la política es la sanción y el mantenimiento del desequilibrio de las fuerzas que se manifestaron en la guerra. Así la vigilancia es una herramienta que se impone en el control político, el control de los cuerpos, como el panóptico.9

Aunque la instalación-autorretrato Vigilada hipervigilante tenga una estructura centralizada, la cabeza en sí es de cristal, transparente (la mirada de los otros puede atravesar su mente), y vigila todo lo que le rodea porque se siente vigilada. Justo como el individuo que encerrado en la celda del panóptico sabe que puede ser observado de manera permanente, aunque de hecho no pueda ser vigilado todo el tiempo. La permanencia del estado de vigilada crea en el prisionero (y en el objetivo del acoso) un efecto psicológico que hace que el prisionero termine vigilándose a sí mismo. Es esa horrible sensación, ese estado de vida el que quise visibilizar en esta obra. Y como ocurre en el panóptico, donde se imposibilita cualquier proyecto en común que pudiera surgir entre los individuos objetos del encierro, también es imposible el contacto con los otros en este autorretrato. El tacto de las afiladas púas de los erizos lo impide. Pero la autovigilancia que describe Foucault se torna en hipervigilancia, cuando no estamos físicamente encerrados sino en una especie de encierro en el tiempo (en el sentido de que en el entorno laboral ya no se dan las relaciones que antes

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existieron). Es el resultado de una suerte de vigilancia móvil, en los espacios de relaciones y no desde el aislamiento. En esta Vigilada hipervigilante los ojos son ya parte de ella, intentando ver no sólo por los ojos de la cara sino alrededor de la escultura exenta. El llanto como elemento sanador baja a través de una bandeja, que recoge todas las lágrimas de los mil ojos encarnados en púas de erizos, y llega hasta el fondo marino, donde unos mejillones sanadores amortiguan el llanto hasta la arena. En cuanto a la adecuación entre los elementos de partida (erizos y ojos), se trata de una forma de visualizar lo que ya había observado Eysenck (1992). En la hipervigilancia nos distraemos por la atención a cualquier estímulo irrelevante y se manifiesta una alta tasa de rápidos movimientos oculares en el campo visual. Los ojos de cada erizo, que son ojos que miran, también están atravesados por púas, ahora petrificadas pero móviles cuando cada erizo vivía. Pero a partir de la Vigilada hipervigilante, de los efectos sanadores del llanto y de los pequeños mejillones marinos, se inicia un movimiento en los códigos visuales que van a terminar el ciclo sobre la vigilancia y la hipervigilancia que se dio en las obras simultáneas a este proceso de acoso. Con la asunción personal de reconocerme como hipervigilante, se inicia un proceso de transformación. El llanto sanador que llega a una playa, la base, donde asoman unos mejillones masajistas, es una imagen que lleva cierta sanación desde el fondo del dolor. Un año después de exponer la Vigilada Hipervigilante esta misma escultura entró a formar parte de un retablo pseudorreligioso. Como una virgen, en un altar montado en el hall del Centro de la Villa de San José de la Rinconada., la escultura daba nombre a lo que allí se había construido: la Basílica de Nuestra Señora de la Metamorfosis y de todos los Cambios (Figuras 17 y 18). Creciendo desde abajo, como una efigie sagrada que coronaría

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performances futuras, con este último ejemplo terminaría el bloque de obras simultáneas a una de las fases más agresivas del acoso laboral, durante 2007 y 2008.

Figura 17

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Figura 18 Conclusiones Dentro de la creatividad, una anécdota (imágenes, olores, sensaciones, episodios…) puede ser el punto de arranque para la génesis de una idea. Cuando se viven situaciones de violencia, no es difícil que quede un recuerdo traumático de ello. ¿Qué hacer entonces? Como trabajadoras de la imagen, tenemos recursos para hacer expresión de todo lo que nos afecte, positiva o negativamente. El arte se vuelve a revelar como tabla de salvación-sanación incluso cuando la violencia no es explícita, sino psicológica. La violencia psicológica es la lámpara de vigilancia misma, su existencia. Es la superficie constante de daño. Es la mirada del poder con aviesas intenciones que ayuda a que se construya el ciclo de tener que vigilar más hasta convertirse en la Vigilada hipervigilante. Y visto desde una perspectiva feminista, es la marca de la mirada androcéntrica del poder que se desarrolla a través del panóptico. ¿Qué hacer ante ello? Comenzar a ver nuestra capacidad de forjar imágenes como un recurso de defensa. En este sentido, los movimientos sociales son fuente de conocimiento. Antes de que el episodio desencadenante del acoso sucediera, investigué las habilidades del pueblo mexicano, que luchaba por sus derechos con ayuda de la expresión artística, en verano

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de 2006 (Rodríguez-Cunill, 2007). Esos aprendizajes en común son fundamentales para darnos cuenta de la amplitud de códigos, de sensibilidades de seres, que están puestas en la faz del mundo. La lucha de comunidades se da en un intento de transformación social cuando hay un objetivo o situación común opresora. Pero a la lógica transformación corresponde la resistencia de quien ostenta los privilegios. Se trata de un juego de poder como opresión a lo otro, y no como desarrollo de nuestras capacidades (poder-ser, poder-hacer). Esta violencia es difícil de detectar en los movimientos más refinados de ciertos grupos, como en la universidad. ¿Por qué acaba el periodo de ejecución de obras sobre la vigilancia? Una vez que la vigilancia se visibiliza, quienes la ejercen, transforman su acción, y así sigue un proceso sin fin de ajustes y desajustes al sistema patriarcal opresor. Por eso, el control ejercido en la actualidad lo es a través de una limitación en la progresión de la carrera profesional. No obstante, el mismo sistema promociona la vigilancia: Un director de departamento accede a información sobre ti en formación, investigación, gestión… cosa que no ocurre en sentido contrario. Esta situación, que puede ser habitual, se pervierte en los episodios del acoso. Las mujeres han utilizado el arte como medio de superación-sanación y fortalecimiento en situaciones de crisis extrema10. Nos unen las injusticias: dictaduras, guerras, represión, discriminaciones y por ende situaciones de acoso y violencia de género en el día a día, en el trabajo, en las familias, en la calle. En el momento en que decidí formular mi denuncia, se rompió el equilibrio social preexistente generado por el orden social dominante en mi departamento. Cuando se analiza el feminismo, o cualquier tipo de transformación social, se presupone algún tipo de crisis vital, producida por el desajuste, la ambigüedad y la desorientación que provoca el malestar o el sufrimiento durante la transición. Como dice Pujal (2007), “esta dimensión crítica –de malestar subjetivo– es el resultado de haber roto un equilibrio social anterior (mediante una

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práctica subversiva) y, si se quiere completar la transformación, debe ir acompañada de una visión crítica del equilibrio anterior” (p.12). Por ello, se hace necesario un análisis de mi subjetividad. La situación anterior al acoso era aparentemente equilibrada, y ello se demuestra en el hecho de que sacando a colación que el equilibrio fallaba (pues unos eran más iguales que otras), empecé a recibir violencia. Como apuntaba en mi blog: “No me odian por lo que he dicho, sino por haberlo dicho” (Rodríguez-Cunill, 2009). La endogamia era algo que no estaba permitido visualizar, por más que las injusticias para favorecer a los miembros de las sagas eran evidentes. Pero toca hacer también examen crítico de mis conductas en ese periodo de vigilancia: estado de shock, creación (durante la primera baja laboral), impotencia, necesidad imperiosa de aclarar todas las acusaciones que me señalaban, sedentarismo (pero inusitado papeleo por distintas instancias, universitarias y extrauniversitarias), estado de alerta … A esto se unía el embotamiento físico y psíquico, ansiedad (stress postraumático), insomnio, la reexperimentación de los sucesos de violencia (en forma de recuerdos y pesadillas), psoriasis, etc. Con la distancia que me da el tiempo, me parece terrorífico. Me alegro de poder contarlo, aunque no de seguir en ese departamento, dirigido actualmente por mi más directo acosador y el mayor artífice de mi techo de cristal. Todo esfuerzo por no perder los privilegios ha de premiarse: Así las sagas continúan. Me pregunto si aquellos que acosan o que normalizan el acoso son conscientes de que no es sólo este o aquel episodio lo que lo define, sino la visión general del proceso, y su efecto en el deterioro físico y psíquico de una persona. Esa visualización en el tiempo me permite preguntarme ¿cómo es posible que de la noche a la mañana una persona con una trayectoria impecable laboralmente se encuentre que todos los proyectos que lleva en su trabajo fracasan, que se dan malas referencias de ella, que se rumorea sobre su incumplimiento laboral y profesionalidad? Los hechos hablan, y también sus resultados. En

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mi departamento, bastantes personas son conscientes de que mi relato de todas las discriminaciones les haría daño por el hecho de haber sido favorecidos en ese sistema. ¿Qué he aprendido de mí misma en el examen de la vigilancia durante mi proceso de resistencia artística? La resiliencia. Ahora, como digo, la vigilancia es más refinada. Cuando algún suceso me vuelve al estado de ansiedad, sus ecos no duran ya dos o tres semanas, sino a lo más, dos o tres días, por lo que mi salud mejora. La resiliencia puede hasta configurar una manera de arte como vida. No tienes más remedio que transformarte con los golpes, pero así también se adquiere mayor flexibilidad, cualidad que considero muy conveniente para quien crea en el papel del artista como transformador social. De alguna manera hago un arte líquido, que se manifiesta en distintos formatos. Para mí, la visión tradicional y androcéntrica de artista hace aguas, mientras que pintura se ha convertido en un objeto de consumo, un producto más. Son otras formas las que vienen adelante, y a través de formatos no colapsados por la idea de genio masculino, sino que permiten el discurso de una voz que se había acallado, la de las mujeres. La demonización de éstas adquiere otras formas en las sociedades complejas en las que vivimos. Por otra parte, mi capacidad de visibilizar el acoso (por mi participación en listas de distribución o en medios de comunicación) me ha llevado a unos códigos visuales que amplían lo estrictamente pictórico. Y he aprendido el nexo trasformador que provoca el trabajo con colectivos. ¿Qué he aprendido de la cultura visual en que vivo? Que hacen falta más esfuerzos para desvelar el espejismo: Por mucho que se hayan elaborado leyes más justas para las mujeres, la normativa no puede sustituir la fuerza de una realidad normalizada e injusta. El trabajo que se está haciendo en España en la última década va señalando los pasos a seguir, pues el pionero Manifiesto Arco 2005 demandaba a las administraciones públicas

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medidas prácticas para implementar la igualdad entre los sexos en el campo del arte, al igual que otras organizaciones como el Instituto de la Mujer, o las acciones de MAV (Asociación de Mujeres Artistas Visuales) que trabajan en este sentido. “Un segundo reto —desarrollado en paralelo al anterior— es el de cómo estar y ejercer el poder, en el orden simbólico del lenguaje, en el sistema real de construcción del mundo” (Méndez 2001).11 Pero en España, a pesar de que las evidencias hablan de un anonimato femenino en el campo artístico, sus principales actores sociales se empeñan en negar que el sexo y la raza o la etnicidad incidan en el reconocimiento y la consagración de artistas y obras. Sigue existiendo en las artes un principio de autoridad: Ciertos predecesores dan la regla, los imitadores la siguen, pero nuestras sociedades siguen atribuyendo al sexo masculino el rol de dar la regla en todas las actividades (Méndez, 2011). Hay cosas que han cambiado de 30 años a ahora. Aparte del mayoritario alumnado femenino, las mujeres galeristas o comisarias ya no son una excepción, pero las galerías internacionalmente reconocidas solo dedican a las artistas entre un 11 y un 23 por ciento de las exposiciones que programan. Esta escasa presencia expositiva limita la adquisición de obras, y responde a un sesgo androcéntrico en la política de exposiciones (Méndez, 2011), por lo que creo que se hace imprescindible en nuestro imaginario se le haga un hueco a la visibilización de la mujer creadora visual. Ésta creo que sigue siendo una de las tareas en la agenda feminista española. Para finalizar, quiero compartir un comentario (M. Soler, correspondencia personal, 4 enero 2014) a la primera versión de este artículo. Como un manifiesto, expresa una visión unificadora e importante sobre la necesidad de visualizar las resistencias y la transformación que supone asumir el papel de mujer creadora en el entorno de las artes (Figura 19).

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Figura 19

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35 Referencias

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Anexo A Listado de tácticas que se ponen en juego en el acoso laboral. Una investigación del Workplace Bullying Institute, sugiere que las siguientes son las tácticas más usadas en el acoso laboral ("Workplace Bullying Institute". Workplacebullying.org. 29 April 2011). Hay que reseñar que otros científicos e instituciones recogen tácticas parecidas como conductas abusivas en el lugar de trabajo. Están ampliamente difundidas en la red.. 1. Falsely accused someone of “errors” not actually made (71 percent). 2. Stared, glared, was nonverbally intimidating and was clearly showing hostility (68 percent). 3. Unjustly discounted the person's thoughts or feelings ("oh, that's silly") in meetings (64 percent). 4. Used the "silent treatment" to "ice out" and separate from others (64 percent). 5. Exhibited presumably uncontrollable mood swings in front of the group (61 percent). 6. Made-up rules on the fly that even she/he did not follow (61 percent). 7. Disregarded satisfactory or exemplary quality of completed work despite evidence (discrediting) (58 percent). 8. Harshly and constantly criticized having a different standard for the target (57 percent). 9. Started, or failed to stop, destructive rumors or gossip about the person (56 percent). 10. Encouraged people to turn against the person being tormented (55 percent). 11. Singled out and isolated one person from other coworkers, either socially or physically (54 percent). 12. Publicly displayed gross, undignified, but not illegal, behavior (53 percent).

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40 Ilustraciones

Figura 1. Anónimo Figura 2. El falso sueño (versión libre a partir del anónimo) Figura 3. Presentación del Consultorio de la Doctora Xin Figura 4. Primera interpretación de la Doctora Xin del falso sueño. Figura 5. Ejemplos creativos a raíz de la recepción del anónimo. Figura 6. El hombre oscuro. 2005. Figura 7. El alma se entrega a las aguas. 2005. Figura 8. Autorretrato como pollo volador. 2005. Figura 9. Alma, cúpula y torre. 2005 Figura 10. Lámpara de vigilancia y el correo que la acompañaba. Figura 11 . Vigilante de orificios anal y vaginal. 2007. Figura 12. Vigilada hipervigilante. Dimensiones variables. Cabeza: diámetro de 120 cms. Altura total 180 cms. Cristal, poliéster, ojos y brazos de muñeca, erizos, pelo, mejillones, redes, arena. Esta obra también formó parte de la intervención en el Centro Cultural de la Villa de San José de la Rinconada, como Nuestra Señora de la Metamorfosis y de tots els cambis. Figura 13. Detalle de Vigilada hipervigilante Figura 14. Detalle de Vigilada hipervigilante Figura 15. Detalle de Vigilada hipervigilante Figura 16. Detalle de Vigilada hipervigilante Figura 17. Nuestra Señora de la Metamorfosis y de Todos los Cambios, retablo para la falsa Basílica del mismo nombre en que se realizó el bautizo de un alter ego de performer, Jordi Mancat i Trèpanat. Figura 18. Detalle de Nuestra Señora de la Metamorfosis y de Todos los Cambios. Figura 19. Manifiesto.

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Notas

1

La razón para la diferencia entre paréntesis y corchetes es que las palabras entre

corchetes indican un nivel en la pirámide de la opresión de Vicente Manzano (2012), mientras que los términos entre paréntesis son acciones incluidas en el mismo nivel. Manzano puso en cursivas el párrafo completo, para resaltar este párrafo entre el resto de su texto. 2

La misma Universidad de Sevilla resulta profundamente endogámica en sus sucesivos

gestores. Los rectores resultantes han sido vicerrectores del equipo anterior. En mi opinión existe una obediencia debida a las sagas, de tal modo que si un acosador ha sido vicerrector, las posibilidades de que la empresa oculte sus irregularidades aumenta, como ocurrió en mi caso. La práctica totalidad de las universidades españolas, y entre ellas las más importantes, tienen el sistema de sufragio universal para elegir a sus rectores. La Universidad de Sevilla es la única universidad de Andalucía que no utiliza el sufragio universal para la elección de rector. 3

Es de señalar que otro factor importante en el ámbito laboral donde se ha propiciado

el acoso proviene del poder local de la ciudad de Sevilla, donde las imágenes de Semana Santa son una fuente de trabajos y de ingresos provenientes de Patrimonio (público y privado). No sólo hay pintores en mi departamento, sino restauradores y conservadores con vínculos importantes con las fuerzas fácticas de la ciudad: cofradías, hermandades y otros dueños de las imágenes religiosas de los pasos de Semana Santa. Cuando Sancho decía “con la iglesia hemos topado”, quería decir que hemos topado con el poder. 4

La página en Internet no existe ya. Las referencias han sido tomadas de Rodríguez-

Cunill, Inmaculada (2008) y de los materiales que quedan de la instalación Anonymous sender

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En casos donde era necesario poner una reclamación, ya sabíamos por experiencias

pasadas que nunca se resolverían. El proceso implicaba altos niveles de injusticia, dado que los trámites suponían una dedicación, y una injusticia mayor. A partir de saber que el proceso de intentar que una injusticia se reparara era un proceso aún más injusto, decidimos aguantarnos, pero poner una reclamación que visibilizara la injusticia, aun por medios o comparaciones surrealistas, absurdas y dadaístas. A lo largo de 2007 y 2008 realizamos este experimento en nuestra vida diaria. 6

Alpresa (2013, p. 42) nos refiere: “La temática del pollo, entronca con el Pollo

Maligno, el “pollo peletas”, aquel mitológico animal que anunciaba desgracias a las gentes. La similitud con la desgracia que trae dicho pollo, ha salpicado a Inmaculada; la suerte adversa que ésta vive queda recogida cuando comenzó a subir el nivel del mar; “quitarle la vida” mediante el ahogo, dejarla sin respirar es un daño que le han pretendido causar. La capacidad “voladora” de nuestra artista queda plasmada en su día a día, en su capacidad para hacernos “volar” para ver mediante sus lienzos a vista de pájaro su esencia como creadora magistral” 7

No obstante, sí comenzaron los rumores acerca de mi orientación sexual.

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A partir de Leymann, y con variantes, se señalan en general cuatro fases en el

mobbing: Fase de conflicto, de estigmatización o mobbing (unos seis meses), de intervención de la organización (en sentido negativo o positivo) y de expulsión o marginación. La prolongación del proceso de mobbing tiende a incrementar su sentimiento de culpabilidad y conlleva un deterioro de la salud de la persona acosada, que se concreta en una secuencia repetida de bajas y reincorporaciones que aumenta la estigmatización del acosado frente a la empresa que dispone de más argumentos para responsabilizar del conflicto a los problemas psicológicos de la víctima. En este punto, la definitiva resolución del conflicto significa habitualmente algún tipo de 'expulsión' de la víctima de su puesto de trabajo o incluso del

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mercado de trabajo. Puede realizarse de muy diversas formas: aislando completa y definitivamente a la víctima, cambiándola repetida y sucesivamente de puesto de trabajo, despidiéndola con indemnización, concediéndole una baja indefinida o solicitando su internamiento psiquiátrico 9

Foucault (1977) describe el panóptico así: …En la periferia, una construcción en forma de anillo; en el centro, una torre,

ésta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción está dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construcción. Tienen dos ventanas, una que da al interior, correspondiente a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. (...) Por el efecto de la contraluz, se pueden percibir desde la torre, recortándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas siluetas cautivas en las celdas de la periferia (p. 200). 10

Durante la dictadura en Chile, Mujeres por la Vida aglutinaron a numerosas mujeres

que participaron en sus actos relámpago de desobediencia simbólica (Reyes, 2011); las experiencias carcelarias mexicanas hacen que mujeres se unan en un Festival de la Palabra en un programa afectivo como en el Centro Femenil de Readaptación Social (Ferrini,1983) las reivindicaciones de WOZA (Women of Zimbawbe Arise), a través de Amnistía Internacional, se transforman en otros actos artísticos a lo largo del planeta (Rodríguez-Cunill, 2009) 11

En este sentido, en mis actuales clases de pintura he tomado partido y la mayor parte

de los ejemplos que utilizo provienen de manos (cabezas y cuerpos) femeninas. En mi época de estudiante, en ninguna asignatura se hacía esta discriminación positiva en los contenidos, aun cuando las mujeres suponen un 65% del alumnado.

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