Vigliani et al_2013_Más alla de las lagunas. Lugares de ofrenda en el Nevado de Toluca

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Descripción

Bajo el volcán

Vida y ritualidad en torno al Nevado de Toluca Silvina Vigliani Roberto Junco Coordinadores

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Primera edición: Bajo el volcán.Vida y ritualidad en torno al Nevado de Toluca, 2013. D.R.© Instituto Nacional de Antropología e Historia Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida total ni parcialmente, ni registrada o transmitida por un sistema de reproducción de información o cualquier otro medio, sea éste electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso por escrito previo de los titulares de los derechos.

ISBN: 978-607-484-454-2 Impreso en México Printed in Mexico Diseño de portada e interiores: Gabriela García, Porrúa Print

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Contenido

Introducción.............................................................................................................................IX

Paisaje y perspectivas Ofrendas que hablan, lagunas que escuchan Huellas de un paisaje comunicado y compartido Silvina Vigliani........................................................................................................................................... 3

Lenguaje del paisaje Testimonios lingüísticos del otomí de Acazulco Ditte Boeg Thomsen y Magnus Pharao Hansen............................................................................... 25

La Esencia, Santa María del Monte Cultura, sincretismo y tradición José Coyote Cornejo y Juliana Rodríguez Azcuénaga......................................................................49

De tierra y agua Trabajo de campo Más allá de las lagunas Lugares de ofrenda en el Nevado de Toluca Silvina Vigliani, Stanislaw Iwaniszewski y Ricardo Cabrera...........................................................65

Excavaciones recientes en el flanco norte del Nevado de Toluca Ismael Arturo Montero García..............................................................................................................85

Los procesos biogeológicos de formación de sitios arqueológicos en lagunas de altura y las posibilidades de investigación in situ Ricardo Borrero y Salvador Estrada...................................................................................................101

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Lo que nos dicen los materiales La lapidaria en el Nevado de Toluca. Tipología y tecnología Emiliano Ricardo Melgar Tísoc y Iris del Rocío Hernández Bautista.......................................... 125

La obsidiana arqueológica del Nevado de Toluca Iris del Rocío Hernández Bautista...................................................................................................... 153

El componente cerámico en los actos litúrgicos del Nevado de Toluca Laura A. Romero Padilla......................................................................................................................171

Las plantas en la arqueología del Nevado de Toluca Aurora Montúfar López.........................................................................................................................191

En los alrededores del volcán Artefactos rituales de contextos públicos y domésticos en Calixtlahuaca Angela C. Huster, Michael E. Smith y Juliana Novic......................................................................203

Un petrograbado de Santa María Magdalena del Monte, Estado de México Francisco Rivas Castro.........................................................................................................................225

El culto a los cerros en el área Mezcala Los San Marquitos en un contexto arqueológico del Epiclásico Martín Antonio Mondragón................................................................................................................. 241

Historia regional Los campesinos indios del Xinantécatl en la época virreinal Sus santos: trasfondo de resistencias y pervivencias ancestrales Margarita Loera Chávez y Peniche....................................................................................................269

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Más allá de las lagunas

Lugares de ofrenda en el Nevado de Toluca Silvina Vigliani1 Stanislaw Iwaniszewski2 Ricardo Cabrera3

ntre los objetivos planteados inicialmente en el marco del PASNT estaba conocer la relación entre el Nevado de Toluca y la gente que se aven-

turaba a estos parajes para entregar sus ofrendas. Esto implicaba a su vez, identificar no solo la procedencia de los grupos que mantuvieron y revitalizaron esa relación con el cerro a través del ritual, sino también las variantes que se habrían dado en la misma a lo largo del tiempo. De acuerdo con los primeros resultados de las investigaciones, la mayor parte de las actividades realizadas en el cráter se ubican temporalmente dentro del Posclásico, lo que incluye tanto el predominio matlatzinca en la región como posteriormente la conquista mexica. Se trata de una época de una complejidad sociopolítica creciente, marcada inicialmente por la necesidad de los matlatzinca de autolegitimarse como grupo dominante frente a una creciente regionalización del valle, y luego por la imposición de un sistema imperial. Ahora bien, creemos que a lo largo del tiempo e incluso en momentos de mayor control del ritual como en el periodo mexica, el volcán pudo haber sido visitado por diferentes grupos o sectores sociales. En este sentido, pensamos no solo en sectores de la élite o en grupos de mayor influencia política en la región, sino también en 1

  Subdirección de Arqueología Subacuática, INAH.   Profesor-investigador del Posgrado de Arqueología, ENAH- INAH. 3   ENAH-INAH. 2

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diversos sectores de la población en general como campesinos o enfermos, quienes también entablarían sendas relaciones con el volcán. De ser así, la práctica ritual vinculada al Nevado de Toluca estaría manifestada de diferentes formas y en distintas partes del macizo montañoso. Con esto en mente planeamos los recorridos para la última temporada de campo dirigidos a entender esa diversidad ritual en el Nevado de Toluca más allá de las tan conocidas lagunas y su cráter.

Figura 1: Sitios mencionados en este artículo. Nótese la ruta de ascenso realizada en la temporada 2012 desde el cerro Tepehuisco.

Más allá de las lagunas Cerros, aristas, picos y cuevas

Los recorridos realizados en la temporada 2010 permitieron tener una aproximación al uso del espacio del volcán y sus alrededores. En aquel entonces nos centramos en la ladera norte (por la cañada del Arroyo Cano) y en los tres accesos naturales que ostenta el cráter, definidos aquí como Paso Norte, Paso Este y Paso Sur, siendo los dos primeros los que presentan las condiciones más óptimas para ser utilizadas como vías de ascenso y acceso al cráter. Los recorridos realizados en •66•

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la ladera norte nos indicaron que la cañada del arroyo Cano habría servido como vía de acceso natural a la cima del volcán ya que no presenta dificultades durante el recorrido. Prueba del uso de esta cañada es el sitio La Estructura, ubicado en la parte alta o naciente de la misma, apenas por debajo de la actual línea de bosque (Junco y Vigliani 2010). En esta ocasión nos centramos en los recorridos realizados en noviembre de 2012, comenzando por la ladera oriental del volcán por ser la vía natural de ascenso más directa desde el sitio de Teotenango. Posteriormente, recorrimos la cresta occidental del volcán y los picos de la parte nororiental del cráter; finalmente registramos la cueva del cerro Prieto ubicada, al pie del volcán en su falda occidental (figura 1). Ladera oriental del volcán Por esta misma ladera, y en particular por la cañada del Arroyo Grande (aunque no es la única), habrían ascendido al volcán los grupos prehispánicos asentados en el sector suroriental del valle de Toluca. Iniciamos los recorridos en el cerro Tepehuisco ubicado al pie del Nevado de Toluca y a mitad de camino entre el sitio arqueológico de Teotenango y la cima del volcán. Cerro Tepehuisco Se trata de un cerro pequeño pero llamativo, de poco más de 400 metros de altura desde su base, y aunque el ascenso es relativamente empinado no presenta dificultad alguna alcanzar la cumbre. La cima, con una altura de 3,493 msnm, es bastante pequeña (13 por 7 metros aproximadamente), no obstante la visibilidad hacia el valle, al este, es muy buena, lo que hace posible detectar a la distancia el sitio de Teotenango (figura 2). Lo mismo ocurre en dirección opuesta, detentando una excelente visual hacia el cráter del volcán. En la cima del Tepehuisco se hallaron algunos fragmentos de cerámica prehispánica. Destacan los fragmentos de pequeñas dimensiones meteorizados por efectos atmosféricos, lo que indica que estuvieron expuestos a la intemperie por un largo periodo de tiempo. Representan partes de cajetes con soportes cónicos o platos, hechos de pastas de grano mediano, de cocción regular, con engobe y pulido; varios fragmentos son bicromos, con pintura interna. El material parece pertenecer al Posclásico en su mayoría, aunque también habría sido visitado en épocas posteriores ya que encontramos un fragmento de plato, de mayólica, pintado de motivo floral verde y azul sobre blanco, posiblemente del siglo XIX o principios del siglo XX. Hacia el este, en la ladera que Más allá de las lagunas

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mira hacia el valle de Toluca destacan afloramientos rocosos en los que se localizaron posibles xicallis.

Figura 2: Vista del valle hacia Teotenango desde la cima del cerro Tepehuisco.

En términos generales, la ruta que sigue desde el cerro Tepehuisco hasta el acceso al cráter por su parte oriental es una ruta amena y carente de dificultades que se puede recorrer en un promedio de cuatro horas. Si el cerro Tepehuisco se ubica a mitad de camino entre el sitio arqueológico de Teotenango y la cima del volcán, podemos asumir que el acceso al cráter desde el sitio mencionado duraría unas seis horas considerando que la primera parte es sobre el llano. En pocas palabras, se trata de una ruta de ascenso seguramente utilizada por las poblaciones prehispánicas. Esto no significa que fuera la única ya que se puede seguir otra ruta desde el pueblo San Miguel Balderas por la cañada La Ciénaga, la que aparentemente tampoco reviste grandes dificultades. Ahora bien, antes de alcanzar la cima y todavía por debajo de la línea de bosque se llega a la base de los cantiles que se desprenden de una gran arista en su flanco norte. Casi al principio de los cantiles encontramos una cueva con material prehispánico de la cual no existen referencias previas. La denominamos Cueva del Agua, dado que cuenta con agua que se filtra de la roca.

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Cueva del Agua La cueva, ubicada a 4,056 msnm, está en la parte media del cantil-ladera, siendo ésta muy pronunciada y bastante complicada para moverse debido a que el terreno es pedregoso y sumamente suelto. No obstante, la presencia de agua, que incluso había al final de la temporada seca, y las características del lugar lo hacen relativamente apto como refugio temporal y probablemente interesante como lugar para el ritual. Se trata de una cámara unida a otras más pequeñas, las que en conjunto cubren una longitud aproximada de 10 metros de largo por un ancho de 5 a 7 metros y 3 de alto (figura 3). La boca de la cámara principal mira hacia el sur con una leve desviación al sureste, y dado que se encuentra por encima del bosque es posible ver la ladera opuesta de la cañada. El material cerámico hallado es escaso y lamentablemente muy erosionado, no obstante se registraron cuatro fragmentos de cerámica de pasta de grano mediano, de cocimiento regular o malo, de color café claro o café rojizo. Las superficies están totalmente erosionadas, lo que impide identificar el tipo.

Figura 3: Cueva del Agua.

Continuamos caminando por la base del cantil en dirección al cráter por una ladera bastante pronunciada hasta llegar a un extenso alero con material prehispánico al que denominamos Alero Grande.

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Alero Grande El alero se encuentra protegido por el bosque de modo que la visual queda limitada al fondo de la cañada por donde corre una suave brisa (figura 4). Justo en este punto la pendiente se suaviza lo suficiente como para convertir al alero en un lugar de fácil acceso si se viene caminando desde el fondo de la cañada. Dado que la boca del alero mira hacia el suroeste, recibe la luz y el calor del sol por la tarde. Se trata de un alero de unos 25 metros de largo por 7 de ancho aproximadamente, ubicado a 3,965 msnm, y al igual que en la Cueva del Agua, también aquí se filtra agua. El material cerámico recuperado está bastante erosionado aunque es posible reconocer algunos fragmentos como cerámica local posclásica. Se identificaron dos tipos de cerámica: café grisáceo y café claro, que al parecer representan el tipo Rojo sobre Bayo (Grupo E-0, según Smith 2001, 2003, 2006).4

Figura 4: Alero Grande.

Es probable que ésta sea la Cueva del Arroyo Grande (NT-14) que menciona Montero (2005), aunque la coordenada no corresponde y no hemos visto actividad ritual contemporánea como menciona el autor para ese sitio.

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  Los tipos cerámicos que se traten de aquí en adelante responden a la tipología de Smith 2001, 2003 y 2006. •70•

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La Mitad Finalmente, resta mencionar parte de una estructura localizada por encima de la Cueva del Agua, ya en la cima de la arista, a 4,147 msnm. Se trata de un acomodo de piedras o tetzacualco muy sugerente aunque sin evidencia de materiales arqueológicos en superficie, al que se denominó La Mitad. Esta mitad de tetzacualco mide aproximadamente 17 metros con una parte aislada hacia el sur. La orientación general del conjunto es norte-sur. Desde la cima de la arista, ya fuera del bosque, la visual al interior del cráter es magnífica. Cabe hacer notar que por este flanco oriental la pared rocosa que circunda al cráter es sumamente baja, dando la apariencia de una entrada natural al interior del mismo y sus lagunas. Por lo mismo, estando aún afuera y a una distancia considerable del cráter es posible observar desde algunos puntos El Ombligo o domo en su interior. Una vez en la arista el camino hacia el cráter es sumamente sencillo debido a la suave pendiente si lo comparamos con el Paso Norte. No obstante, es de destacar que desde el ingreso al cráter comienzan a aparecer diversas rocas con xicallis, lo que va incrementándose a medida que uno se va acercando a la Laguna de la Luna.5

Figura 5: sitio La Mitad.

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  Cabe mencionar que éste es el sector con mayor concentración de xicallis de todo el cráter. Más allá de las lagunas

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Cresta occidental del cráter Otro de los puntos proyectados para recorrer en busca de evidencias arqueológicas fue la cresta occidental del cráter, esto es, la pared más alta del volcán. El recorrido comenzó desde el Paso Norte teniendo como meta alcanzar el Pico el Fraile, contiguo al Paso Sur. Pasamos por el sitio El Mirador y continuamos caminando por la cresta, la cual poco a poco va creciendo en altura. Antes de alcanzar mayor altura nos desviamos unos metros hacia la derecha donde existe una imagen de la Virgen de Guadalupe. Allí encontramos evidencias de actividad ritual contemporánea y es conocido el lugar como Santuario Guadalupano. Seguimos caminando hasta donde empieza la parte pedregosa de la cresta. Allí registramos nuevamente unos fragmentos de cerámica moderna, resultado probablemente del ritual contemporáneo. Continuamos caminando por el borde del cráter hacia el Pico el Águila y luego hacia los subsiguientes picos sin hallar evidencia arqueológica (figuras 6 y 7). Cabe destacar que las condiciones atmosféricas a esa altura y exposición hacen realmente difícil tanto la conservación del material debido al alto grado de erosión que se presenta, como la localización del mismo en caso de que lo hubiera.6

Figura 6.: Un descanso en la cresta, atrás se impone el Pico el Fraile, a 4,960 msnm.

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  No obstante, se registró en el año 2008 el hallazgo de un fragmento de vasija en el Pico El Fraile (Montero 2009). •72•

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Figura 7: Vista de la Laguna del Sol al frente, luego El Ombligo y detrás la Laguna de la Luna. A la izquierda de ésta el Pico Humboldt, detrás el Pico Sahagún y más a la izquierda los picos Heilprin. Finalmente, a la derecha al fondo el Paso Este por donde se asoman las nubes.

Cresta nororiental del cráter

Pico Humboldt

También desde el Paso Norte iniciamos el recorrido hacia la parte nororiental de la cresta, con el objetivo de reconocer los picos Humboldt, Sahagún y Heilprin.

Este pico registra una altitud de 4,453 msnm, y aunque es angosto y sumamente rocoso, fue posible localizar unos pocos fragmentos cerámicos bastante erosionados, entre ellos un tepalcate muy pequeño con borde erosionado, paredes convergentes, probablemente un plato o cajete, y de pasta burda.

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Figura 8: Vista de la Laguna de la Luna desde el Pico Humboldt, a la derecha bajo la nube. El Ombligo.

La visibilidad desde aquí es completa hacia la Laguna de la Luna y el sitio El Mirador (figura 8). Luego de un breve recorrido por el pico continuamos hacia el Pico Sahagún. Pico Sahagún Este pico, de 4,445 msnm, es más redondeado y mucho menos pedregoso, por lo que fue posible localizar una cierta cantidad de material arqueológico teniendo en cuenta la baja densidad de material que pervive en estos contextos. En términos generales localizamos dos fragmentos de navajas prismáticas de obsidiana verde y material cerámico en el que destacan algunos fragmentos diagnósticos pertenecientes al parecer al estilo matlatzinca. La pasta café rojiza es de grano mediano, presenta cocción regular con arena como desgrasante. Varios fragmentos están decorados con pintura roja oscura o café rojizo colocada en el borde tanto en la cara exterior como en la interior sobre el fondo café. El diseño parece estar formado por una simple banda lisa, con engobe pulido o alisado. En general, este tipo pertenece a un amplio grupo de cerámicas descritas como Borde Rojo sobre •74•

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Bayo (Grupo A-2) o Rojo sobre Bayo (Grupo E-1). Entre las formas hay fragmentos de platos o cajetes trípodes con bordes redondeados y soportes que pueden ser cilíndricos, fragmentos de ollas y mangos de sahumadores. Se encontraron dos tiestos diminutos del tipo Rojo y Policromo Blanco (Grupo C-1), posiblemente de ollas, al menos un fragmento del tipo Rojo Pulido (Grupo B, semejante al Rojo Texcoco) y un fragmento del incensario con apliqué de “tapa de pay” (tipo 260 en Smith 2006: 66). Se confirmó que no existe una alineación entre el sitio arqueológico de Teotenango, el cerro Tepehuisco y el Pico Sahagún como habíamos sospechado en un momento. Asimismo, se ubicaron dos xicallis en una roca ubicada uno poco por debajo del pico, mirando hacia el interior del cráter (figura 9).

Figura 9: Xicallis hallados en una roca pocos metros por debajo del Pico Sahagún.

Continuamos hacia el norte por una gran arista hacia los picos Heilprin. En el pico sur hallamos muy poco material no así en el pico norte. Pico Heilprin Sur Los tiestos hallados en el pico sur están mucho más erosionados y fragmentados que el material recuperado en el pico norte lo que sugiere una mayor exposición a la intemperie (ver adelante). Se localizó un fragmento de navaja prismática de obsidiana, tres pequeñas esferas cerámicas7 y tiestos muy erosionados probablemente de mangos de sahumadores, platos o cajetes. Muy pocos fragmentos

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  Éstas eran usadas en los mangos de sahumadores y/o en instrumentos musicales como sonajas.

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guardaron los restos de pintura roja señalando la presencia de los grupos Borde Rojo sobre Bayo (posiblemente A-2) y Rojo sobre Bayo (E-0). Pico Heilprin Norte En este pico, a 4,347 msnm, encontramos la mayor cantidad de material arqueológico tanto cerámico como lítico hallada en todo el cráter. Lamentablemente, es muy probable que la gran cantidad de material arqueológico en superficie se deba a un saqueo reciente, algo que contrasta, como se dijo, con el pico sur. Si bien no es muy claro el lugar del pozo, la diferencia de sedimentación y del color de la roca expuesta en algunos sectores hace pensar en la posibilidad del saqueo. De igual modo, es notable la buena conservación del material, lo que podría responder a que hasta hace poco tiempo había estado enterrado.

Figura 10: Vista del Pico Heilprin Sur desde el Pico Heilprin Norte, en el centro Iwaniszewski con el teodolito. Atrás el Pico Sahagún y el Pico Humboldt.

En términos generales se registró una cantidad considerable de tiestos de pasta gruesa y mediana con desgrasante de arena y una cocción regular, sin oxidación. Tienen una banda pintada en rojo colocada al borde del lado exterior. La superficie es café claro o bayo. Conforman un grupo bastante homogéneo perteneciendo a los grupos denominados Rojo sin Decoración (Grupo A-2) o Rojo sobre Bayo (grupos E-0 y E-1). En su mayoría representan bordes de ollas, y en menor medida, platos o cajetes trípodes, también predominan los soportes cónicos. Por otro lado, se hallaron fragmentos de pasta fina con desgrasante de arena y cuarzo, y un acabado de superficie caracterizado por el pulido o engobe. La decoración es •76•

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simple y consiste en una banda roja pintada cerca del borde, lo que los ubica en el tipo Rojo Pulido (Grupo B-0) y Rojo sobre Bayo (grupos E-0 y E-1). Este material corresponde a ollas, platos y cajetes trípodes. Finalmente, se localizaron fragmentos de sahumadores (con apliqué de “tapa de pay”, tipo 260 en Smith 2006: 66) o de braseros grandes (tipo 65 en Smith 2006: 67) y tres fragmentos de navajillas prismáticas de obsidiana verde. La visibilidad del valle de Toluca desde los picos Heilprin es completa. La cadena de las montañas situadas en el horizonte lejano configura un escenario donde se observaban las salidas del sol en el transcurso del año. Esta circunstancia pudo resaltar más aún la importancia de los cerros considerados como entes anímicos relacionados con las deidades del agua; aunque, por supuesto, el entorno topográfico es diferente para cada lugar de culto visitado por nosotros. Como vimos, la cantidad de material arqueológico encontrado especialmente en el pico norte sugiere que esta parte de la montaña fue seleccionada para la realización de intensas prácticas rituales. Así como las estructuras arquitectónicas mesoamericanas pueden mostrar alineaciones que las conectan con los ortos solares en ciertos días importantes para el ceremonial religioso y el ciclo agrícola, hay ciertos lugares en el paisaje que pueden marcar lo mismo por lo que tal vez fueron seleccionados para la práctica ritual. En tal sentido, se realizaron las observaciones y mediciones con teodolito desde el portezuelo que separa los picos norte y sur, lugar en donde se encuentra una gran piedra que parece marcar el lugar de observación (figura 10). Los resultados fueron comparados con las observaciones hechas por Arturo Montero (2009: 7578) desde El Mirador y se encontraron ciertas discrepancias, aunque éstas no serán tratadas en este artículo.

Figura 11: Horizonte oriental desde el Nevado de Toluca.

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Como se nota en la figura 11, el disco solar necesita 31 días (de 4 de marzo a 4 de abril) para recorrer la cadena conformada por el Popocatépetl e Iztaccíhuatl. El movimiento del sol en el transcurso de marzo coincide con las posiciones de los cerros importantes por su relación con los dioses del agua y puede indicar fechas de las presuntas ascensiones a los picos Heilprin. Se observa (véase figura 12) que aunque el número de días con tormentas eléctricas, granizo, niebla y lluvia aumenta a partir de abril, es a partir del mes de mayo cuando la probabilidad de enfrentarse con el mal clima rebasa el 25% (o sea, 1 día cada 4 días). El orto solar sobre el macizo de El Ajusco (16-17 de abril y 24-25 de agosto) no es muy llamativo porque ambos cerros (Cruz del Marqués y Pico del Águila) se hallan debajo del horizonte lejano. Finalmente el paso cenital (16 de mayo y 27 de julio) coincide con la salida del sol sobre la ladera sur del cerro Tláloc.

Figura 12: Los fenómenos meteorológicos en el Nevado de Toluca.

Finalmente, concluimos que el periodo de las salidas del sol detrás de la cadena montañosa de la Sierra Nevada marca los puntos de la transición entre la •78•

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temporada húmeda y seca. Cuando el sol sale al norte de Iztaccíhuatl, después del 4 de abril, se acerca la temporada de lluvias, cuando el sol sale al sur de Popocatépetl, después del 9 de octubre, llega el fin de lluvias. Cueva del Cerro Prieto La cueva está ubicada al pie de Cerro Prieto, a 3,985 msnm, el cual a su vez está adosado a la pared occidental del volcán. El acceso a la cueva no amerita ninguna dificultad salvo por el ascenso (figura 13). Se trata de un alero de 27 metros de largo por 6 metros de fondo, que mira hacia el oeste. Esta cueva es conocida por ser un lugar de culto contemporáneo, por lo que hay una cantidad considerable de veladoras de vidrio que han sido descartadas contra el fondo de la cueva, junto con un sahumador de barro moderno fragmentado. En el centro fue colocada una cruz que dice: “INRI”, “Santa Cruz el Xinantecatl”. El lugar es agradable; si bien el bosque no está inmediatamente frente a la cueva sino retirado unos 100 metros, el lugar queda protegido del viento permitiendo el crecimiento de pasto. El sol cae desde el mediodía y el alero queda iluminado toda la tarde. Se hallaron unos pocos tepalcates, de los cuales uno fue interpretado como perteneciente al tipo Rojo sobre Bayo (Grupo E-0), y una navajilla prismática de obsidiana verde, lo que estaría indicando que el sitio era utilizado desde época prehispánica. Si bien existe una pendiente bastante marcada, el lugar es abierto y por lo tanto apto para ceremonias grupales. Justo frente a la cueva se observa de manera conspicua el Cerro Gordo.

Figura 13: Cueva del Cerro Prieto.

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Reflexiones finales En toda el área cubierta por el equipo del PASNT desde el 2007 encontramos una enorme diversidad de sitios y lugares elegidos para el ritual, yendo desde sitios como El Mirador hasta lugares como la Cueva del Cerro Prieto, lo que nos muestra que en el Nevado de Toluca se han dado diferentes relaciones con el paisaje, y seguramente con las deidades asociadas, que superan la tan conocida y no menos importante vinculación con las lagunas y sus deidades. En otras palabras, si bien el cráter y sus lagunas habrían sido los lugares por excelencia para llevar a cabo rituales asociados a la petición de lluvia y fertilidad durante cientos de años, creemos que esas prácticas respondían particularmente a actos colectivos o grupales. Esto último es interesante si lo comparamos con otros sectores como los picos Humboldt, Sahagún y Heilprin, donde se observa que también fueron lugares utilizados para ofrendar o establecer algún tipo de interacción con ciertas deidades, relación que evidentemente difería de la establecida en las lagunas. En primer lugar, y dadas las condiciones topográficas de los sectores mencionados, es posible que fueran prácticas no colectivas ya que solo cabrían unas cuantas personas. En segundo lugar, sabemos que en la cosmovisión mesoamericana ciertos lugares, especialmente los espacios liminales como picos, lagunas y cuevas, no eran lugares neutros sino que estaban cargados de agencia por las entidades que allí habitaban. Por lo mismo cada lugar era único porque eran únicas las experiencias de interacción que se daban en cada caso.8 Si bien Tláloc era la figura o deidad asociada a las montañas y a los rituales que en ellas se impartían, sabemos que la misma figura se desdoblaba en innumerables entidades que particularizaban cada lugar y por ende cada ritual y sus resultados. De igual modo, las cuevas descritas en este artículo se suman a los lugares asociados a prácticas rituales, entendidas aquí como interacciones con las entidades de la montaña, que difieren de las realizadas en las lagunas o en los picos. La presencia de material arqueológico en estos lugares, alejados de cualquier zona habitable e inmersos en una de las formas del paisaje más veneradas a nivel regional como el volcán, podría responder a la realización de pequeñas estaciones dentro de un proceso ritual que finalizaba en la cumbre o bien a lugares de ofrenda en sí mismos. En algunos casos la pronunciada pendiente que define a los picos o a ciertos sectores altos de la cresta, le da a cada lugar un toque de singular liminalidad, convirtiendo al mismo en una especie de umbral que separaba el afuera del 8

  Ver al respecto el artículo “Ofrendas que hablan, lagunas que escuchan: huellas de un paisaje comunicado y compartido”, de Silvina Vigliani, en este mismo volumen. •80•

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interior del cráter. En tal sentido, es posible que determinadas prácticas rituales que comenzarían con el ascenso al volcán, culminarían en la cresta y/o alguno de sus picos con la debida performance ritual para luego iniciar el regreso sin ingresar al cráter. Nuevamente, la diversidad de prácticas dependería de las motivaciones, los lugares, las tradiciones y experiencias previas, así como de los personajes involucrados en tales interacciones. Respecto al material observamos que la mayoría de la cerámica identificada representa el tipo Rojo sobre Bayo (Grupo E-0). Este grupo es seguido por el tipo Borde Rojo sobre Bayo (Grupo A-2). Ambos grupos fueron denominados anteriormente como tipo Rojo sobre Café (Vargas 1975: 221; Tommasi de Magrelli 1978: 107-110; Sodi Miranda y Herrera Torres 1991: 26-27), no obstante, en este artículo decidimos seguir la propuesta de la tipología de la cerámica posclásica del valle de Toluca de Michael E. Smith (2001, 2003, 2006). Otros grupos de la cerámica del “complejo cerámico matlazinco” (Smith 2006: 49) incluyen el Rojo Pulido y el Rojo Policromo Blanco (véase tabla 1). Según Smith (2006: 53) este material cerámico corresponde a los periodos Posclásico Medio y Posclásico Tardío (ca. 1100-1520 d.C.). Podemos concluir que el material cerámico recuperado es local, es decir, proveniente del valle de Toluca. En cambio, las navajillas prismáticas de obsidiana verde halladas en los sitios descritos, probablemente provengan del Cerro de las Navajas. De los sitios estudiados queremos destacar el Pico Sahagún y el Pico Heilprin Norte, ya que allí es donde se encontró la mayor variedad de tipos cerámicos. En ambos sitios aparecieron fragmentos de incensarios tipo “tapa de pay”, lo que sugiere una dinámica ritual importante. En otras palabras, y como mencionábamos al principio, es interesante ver que además de las lagunas, otros sectores como los altos picos eran lugares elegidos para celebrar ceremonias, que podían corresponder no solo a contextos oficiales sino también domésticos.9 Tanto Pico Sahagún como los picos Heilprin están situados en el límite visual entre el valle de Toluca y el cráter. Si consideramos que el grupo cerámico Rojo sobre Bayo, de alta representatividad en los picos mencionados, es compartido con los sitios de Calimaya, Teotenango, Tollocan y Calixtlahuaca, es posible que los participantes de los rituales subieran por las laderas norte y nororiente para la realización de las ceremonias. Al respecto, cabe notar que desde estos picos se puede apreciar una vista amplia de tales asentamientos. Recalcamos, además, que los incensarios “tapa de pay” tipo 260 y 9

  Véase la distinción entre tradición grande y tradición pequeña y su relación con los materiales arqueológicos en “Artefactos rituales de contextos públicos y domésticos en Calixtlahuaca” de Huster et.al., en este mismo volumen. Más allá de las lagunas

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brasero tipo 65 fueron encontrados en Calixtlahuaca (Smith 2006: 66-67) al norte del Nevado de Toluca. Sitio Cerro Tepehuisco Cueva del Agua Alero Grande Pico Sahagún Heilprin sur Heilprin norte Cueva del Cerro Prieto

Rojo sobre Bayo E-0

Sin decoración

Rojo Pulido

Rojo y Policromo Blanco

B

C-1

Incensarios

A-2

E-0 E-0 E-0, E-1 E-0 E-0, E-1

A-2

“tapa de pay”, tipo 260

A-2 A-2

B-0

“tapa de pay”, tipo 260 y brasero tipo 65

E-0?

Tabla1 . La gran cantidad de tiestos recolectados quedó muy erosionada, sólo se pudo estudiar su pasta sin poder analizar el acabado de superficie; siguiendo a Smith (2006: 49) se les asignó el código 0, por ejemplo E-0, B-0.

Finalmente, creemos que reconocer las diferencias y particularidades en los procesos que estudiamos en lugar de las similitudes, es fundamental para comprender mejor la dinámica y riqueza de la ritualidad prehispánica. Éste es un camino sumamente fértil para la investigación arqueológica de la alta montaña. Bibliografía Junco, Roberto y Silvina Vigliani 2010 Informe Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca, Subdirección de Arqueología Subacuática-INAH. Montero, Arturo 2005 Los símbolos de las alturas, tesis de doctorado en Antropología, ENAH, México.

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Silvina Vigliani • Stanislaw Iwaniszewski • Ricardo Cabrera

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2009 “Arqueoastronomía”, en Pilar Luna, Arturo Montero y Roberto Junco (coords.), Las aguas celestiales. Nevado de Toluca, Subdirección de Arqueología Subacuática-INAH, México, pp. 68-79. Sodi Miranda, Federica y Hugo Herrera Torres 1991 Estudio de los objetos arqueológicos de la cultura matlatzinca [Catálogo de las colecciones arqueológicas del Museo Nacional de Antropología], INAH, México. Smith, Michael E. 2001 “Postclassic Ceramics from the Toluca Valley in U.S. Museums: The Bauer and Blake Collections”, Mexicon, 23, 6, pp. 141-146. 2003 Tipología de la cerámica posclásica del Valle de Toluca: Versión breve mecanoscrito; www.public.asu.edu/~mesmith9 (Consultado en mayo-junio del 2013). 2006 Proyecto: Calixtlahuaca: Organización de un Centro Urbano Posclásico. Informe Técnico Parcial, Temporada de 2006. Report submitted to the Consejo de Arqueología, INAH www.public.asu.edu/~mesmisth9/Calix/Documents/Calix-Informe-2006.pdf (Consultado en mayo-junio del 2013). Tommasi de Magrelli, Wanda 1978 La cerámica funeraria de Teotenango. La cultura del Valle de Toluca, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, tomo 61, Gobierno del Estado de México, México, D. F. Vargas Pacheco, Ernesto 1975 “La cerámica”, en Román Piña Chan (ed.), Teotenango: El antiguo lugar de la muralla. Memoria de las excavaciones arqueológicas, Dirección de Turismo, Gobierno del Estado de México, tomo 1, pp. 189-265.

Más allá de las lagunas

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