Vida-muerte-regeneración y culto a la fertilidad: Aproximación a la cosmovisión de la cultura prehispánica huasteca

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Descripción

Jazmín Caraveo Tuñón
(Escuela Nacional de Antropología e Historia)


E-mail: [email protected]
[email protected]



Síntesis curricular


Nació el 14 de octubre de 1986 en la Ciudad de México. Realizó sus estudios
de licenciatura en arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e
Historia. Actualmente su trabajo de titulación "Cosmovisión de la cultura
prehispánica Huasteca: Vida-muerte-regeneración y culto a la fertilidad.
Interpretación simbólica de un grupo de esculturas huastecas" se encuentra
en proceso de revisión. Se encuentra interesada en la investigación
arqueológica enfocada a contextos funerarios y a la cosmovisión
mesoamericana por medio de un enfoque interdisciplinario.
Realizó el diplomado "Mesoamérica, diversidad y unidad de pensamiento"
(2012-2013) coordinado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de
la UNAM, así como ha realizado diversos cursos y seminarios sobre
epigrafía, arqueología, mitología y religión maya.
Trabajó y participó en el proyecto "Los entierros del área funeraria de
Tamtoc, S.L.P."(2010-2011), el "Proyecto arqueológico Valle del Río Súchil,
Zacatecas y Durango" (2010), así como realizó trabajos de excavación y
elaboración del informe del proyecto arqueológico "Origen y desarrollo del
paisaje urbano de Tamtoc, S.L.P" (2009).
Resumen:

La Huasteca ha llegado a ser ignorada o se le ha negado el valor que a
otras culturas mesoamericanas se les ha brindado. Quizás la razón de esta
falta de valor a su estudio se deba a la dificultad que ello conlleva,
empezando desde su definición cultural, étnica y geográfica. La cultura
huasteca es como un rompecabezas al que se le han extraviado piezas y que
para poder completarlo será necesario reconstruir tomando como modelos
piezas de otros rompecabezas.
Los huastecos tuvieron como base la agricultura y por ende en su
cosmovisión fue importante el ciclo vida, muerte y regeneración, inspirando
la realización de distintas expresiones plásticas como la escultura en
donde quedó plasmada la preocupación sobre la muerte así como la
importancia que le daban a la fertilidad de la tierra y su continua
regeneración.
Con el fin de adentrarse y dilucidar sobre la cosmovisión Huasteca
prehispánica, en este trabajo se buscará conocer la importancia que se le
dio al ciclo natural de vida-muerte-regeneración presente en la cosmovisión
de los grupos mesoamericanos y que se manifiesta en el pensamiento a través
del culto a la fertilidad. De manera particular, se centrará en las
esculturas huastecas compuestas por dos figuras- una figura principal
(anciano, encorvado, adolescente) y una secundaria (infante, infante-
bastón, esqueleto, rostro descarnado o cráneo)- las cuales se considera
buscan significar el ciclo natural vida-muerte-regeneración y por ende un
culto a la fertilidad.

Palabras clave: Huasteca; Escultura; Cosmovisión; Arte prehispánico;
Mesoamérica

Resume:

The Huastec has been ignored or has been denied the same interest as other
mesoamerican cultures. Perhaps the reason of this lack of interest in its
study is because of the difficulty involved, starting with its culture,
ethnic and geography definition. The huastec culture is like a puzzel that
has missed some pieces, to complete it will be necessary to reconstruct it
taking as models other puzzles.
The huastecs were based on the agriculture and therefore in their worldview
was really important the life, death and resurrection cycle that inspired
the creation of many plastic expressions like the scuplture where it was
captured the concern about death as well as the importance that had the
earth's fertility and its continues regeneration.
In order to penetrate and elucidate the pre-hispanic huasteca worldview, in
this paper it will be sought to know the importance given to the natural
cycle of life-death-regeneration present in the worldview of the
mesoamerican groups and that was manifested in their thought through the
fertility cult, In a particular way, we will focus on huastec's sculptures
composed of two figures-a leading figure (old man, hunched man, adolescent)
and a secondary (infant, infant-stick, skeleton, fleshless face or skull) -
which it is believed it signify the natural cycle of life-death-
regeneration and therefore a fertility cult.

Key words: Huastec; Scupture; Worldview; Pre-hispanic art; Mesoamerica


EN: Nuevas coordenadas del territorio huasteco desde la historia, la
arqueología, el arte y los rituales ISBN: 978-607-8500-20-8 [En
publicación]
Vida-muerte-regeneración y
culto a la fertilidad:

Aproximación a la cosmovisión de la cultura
prehispánica huasteca



El hombre al observar a la naturaleza en un constante ciclo de vida, muerte
y regeneración, ha construido diversos pensamientos mágico-religiosos con
los cuales explicar esta "eternidad" de la naturaleza así como para reducir
la incertidumbre que le produce su mortalidad humana. Relacionó fenómenos
naturales con deidades a las que dio nombre y poder al considerarlas
capaces de proveer o privar de bienes a cambio de respeto, ofrendas,
sacrificios, autosacrificios, rezos y plegarias. Es así como reconoció,
entre otros, dioses de la naturaleza causantes de las lluvias y sequías;
dioses de plantas alimenticias, mágicas o medicinales; dioses favorecedores
de la fertilidad de la tierra así como del mismo humano; dioses
involucrados en el eterno ciclo de vida, muerte y regeneración de la
naturaleza.
La tierra está constantemente generando vida en su superficie. Si se
observa detenidamente, este proceso de generación podría ser dividida en
dos grandes partes: la primera que implica la fertilidad de la tierra al
haber presencia de agua que favorezca la generación, el crecimiento y el
desarrollo de plantas y de otros organismos vivos; y la segunda en donde la
muerte de los organismos vivos así como el reposo de la tierra son
necesarios para permitir dar paso a la regeneración de vida, es decir, se
completa el ciclo regresando a la primera parte del proceso. Si la
naturaleza se desenvuelve en este eterno ciclo y el hombre es parte de
dicha naturaleza, entonces forma parte de la eterna regeneración de vida.
Al involucrarse en un ciclo eterno de regeneración el humano mitiga la
incertidumbre que su mortalidad le causa y que es tema recurrente en su
pensamiento.
Muchos pensarán "esas son sólo supersticiones religiosas" pero ¿A
caso la ciencia no es una creación más de los humanos para dar respuestas a
todo aquello que está fuera del entendimiento del hombre? Ha sido dicho
que, de acuerdo a la ley de la conservación, "la energía no se crea ni se
destruye, sólo cambia de una forma a otra" ¿No es ésta otra construcción
humana equivalente a las del tipo religioso en donde se busca dar sentido
a la existencia del hombre, así como se busca disminuir su miedo a dejar de
existir una vez llegue la muerte? A lo largo del tiempo y en diferentes
culturas, el hombre se ha encargado de crear una red de pensamientos y
creencias para dar sentido a su existencia, para explicarse y definirse
mediante lo que lo rodea, para darse un lugar en el universo y la
naturaleza, para sobrellevar su mortalidad así como las incertidumbres y
preguntas sin respuesta que rondan por su mente; pensamientos y creencias
que al volverse parte de la mentalidad humana quedan plasmadas en sus
expresiones artísticas como es el caso de la escultura. La cultura Huasteca
no ha sido la excepción.
Investigadores han propuesto que la Huasteca debe ser considerada
como perteneciente al área Mesoamericana (frontera nororiental) aún cuando
su incorporación a la misma se realizó en periodos tardíos. Los grupos
humanos asentados en la Huasteca llegaron a compartir elementos culturales
con grupos mesoamericanos caracterizados en gran parte por hallarse
estrechamente ligados a la agricultura (base de su subsistencia), alrededor
de la cual giró su pensamiento mágico-religioso. Siguiendo el pensamiento
mesoamericano y su creencia en un tiempo cíclico, los ciclos agrícolas,
como parte de los ciclos de la naturaleza, involucran la vida, la muerte y
la regeneración de los seres tanto mundanos como espirituales.


Problemática entorno al concepto "Cultura Huasteca"

La Huasteca es en sí un misterio para los investigadores que se interesan
en ella ya que encierra problemas y preguntas como las siguientes: ¿Qué es
la Huasteca? ¿Cuándo se formó? ¿Qué etnia fue la que la conformó y cuál era
su origen? ¿Qué expansión geográfica tuvo la Huasteca? ¿Cuáles son las
características culturales que la identifican? ¿Se puede hablar de una
cultura Huasteca?
El misterio que envuelve a esta región se debe, en parte, a que la
información proporcionada por cronistas se halla permeada en confusión; el
panorama cultural y etnolingüístico fueron registrados de acuerdo a los
fines que buscaban los conquistadores, evangelizadores y exploradores así
como de acuerdo a su cosmovisión, por lo que la poca información que se
puede obtener de los documentos que dejaron es ambigua, incompleta e
incluso repetitiva (Ochoa, 2001:13-56;). Por otro lado, los relatos que han
sido preservados desde época prehispánica por otros grupos mesoamericanos
así como los trabajos realizados por investigadores en época moderna, si
bien han aportado información importante para entender esta región, crean
más y más preguntas sobre la misteriosa Huasteca y la gente que la habitó.

Pero… ¿Qué es la Huasteca?

Existe una gran problemática para definir a la cultura huasteca, determinar
su extensión y el grupo étnico al cual debiera designársele dicha cultura.
Y es que, desde tiempos antiguos, en el área denominada Huasteca han
convivido diferentes grupos étnicos que, por su proximidad, han
intercambiado, compartido, asimilado e impuesto elementos culturales
diversos que hoy en día nos es casi imposible distinguir como
característicos de una etnia en particular; entre dichas etnias se hallan
los teenek[1] o también llamados huastecos, los pames, otomís, tepehuas,
totonacos y nahuas. Aunado a esto, la Huasteca puede ser delimitada de
acuerdo a sus características geográficas naturales o bien de acuerdo a
vestigios arqueológicos, datos históricos y datos étnicos actuales lo cual
da mayor dificultad para comprender qué es lo que se llama Huasteca: un
área geográfica con características naturales particulares, un área
delimitada de acuerdo a las características culturales de los grupos que la
han poblado pudiendo estos ser de distintas etnias o ambas opciones. En el
caso de este trabajo, se reconoce como Huasteca aquella área con
características naturales específicas en la cual se desarrollaron
diferentes grupos étnicos entre los cuales se hallan los teenek o
huastecos, considerados como los originarios de la cultura huasteca[2].

La Huasteca fue y es un área con características geográficas y
biológicas particulares que favoreció en gran medida el asentamiento de
grupos humanos los cuales hallaron en ella riqueza en recursos naturales,
riqueza que incluso la hizo ser reconocida como un paraíso terrenal, el
Tamoachan o Tlalocan[3]. Está ubicada en cinco de los actuales estados de
la República Mexicana (San Luis Potosí, Querétaro, Hidalgo, Veracruz y
Tamaulipas) y se le ha dividido en partes quedando de la siguiente manera:
huasteca potosina, huasteca queretense, huasteca hidalguense, huasteca
veracruzana y huasteca tamaulipeca[4]. Se limita de manera natural al este
con el Golfo de México y al oeste con la Sierra Madre Oriental; al norte de
Tamaulipas las áreas desérticas y al sur por asentamientos de grupos
totonacas desde el periodo clásico. Sus límites estaban señalados al norte
por el río Soto la Marina y al sur por el río Cazones, sin embargo, es
probable que existieran asentamientos huastecos en el exterior del área
antes delimitada. Es importante tomar en cuenta que las fronteras de la
Huasteca estuvieron en continua cambio debido a movimientos migratorios de
grupos humanos, conquistas así como a cambios climáticos. (Dávila, 2002:36;
Trejo, 1989:19).

Figura 1

Se les conoce como "huastecos" a aquellos grupos de habla teenek o
huasteco (lengua de la familia mayense), sin embargo, también son nombrados
como huastecas a los hablantes de lengua nahua, otomí, pame y tepehua que
viven o vivieron en el espacio que se ha nombrado como Huasteca (Dávila,
2002:33). Si bien se apunta a la etnia teenek como la propietaria y
precursora de la cultura huasteca, existe misterio respecto a este tema; lo
huasteco es una síntesis de diversidad cultural. En este sentido, Lorenzo
Ochoa y Gerardo Gutiérrez recalcaron que el nombrarse "huasteco" no
significa pertenecer exclusivamente a la etnia teenek de lengua mayense y
con ciertos rasgos culturales, sino que implica que se nació en el ámbito
de la Huasteca, es decir, se les nombra por igual a grupos nahuas, teenek,
mestizos y demás grupos étnicos de la región (Gutiérrez y Ochoa, 2002:77-
78). Por otro lado, diferencian dos grandes bloques en la Huasteca en donde
se incluye un área de amortiguamiento:

1. Tzabal teenek: núcleo conformado por una región de aproximadamente
25,000 km2 que definen como aquella tierra en donde se desarrollaron los
peliteenek ("hombres verdaderos" o "los verdaderos venados"[5] en
teenek).
2. Área de amortiguamiento: está compuesta por grupos que no hablan
teenek pero que en menor o mayor grado presentan elementos o
características de la cultura material dominante en el Tzabal teenek.
3. Panhuasteca: son 67,000 km2 que se compone de la suma del área de
amortiguamiento y el núcleo de hablantes de teenek, es decir, más el
Tzabal teenek. Es un área con gran interacción cultural que por medio de
contacto directo permitió la expansión de determinados usos y costumbres,
así como de elementos materiales propios del núcleo Tzabal teenek, sin
importar si los portadores fueron hablantes del teenek.


Figura 2

Para la delimitación de estos dos bloques, consideraron como
principal factor la lengua teenek dejando a la escultura y cerámica como
elementos secundarios para reforzar o poner en duda sitios que pudieran
haber sido habitados por grupos teenek. Gutiérrez y Ochoa recalcan que los
límites de un pueblo nunca son fijos, cambian de acuerdo a presiones
ejercidas por otros pueblos o por desórdenes internos (Ibid.:78-79).


La Huasteca ha sido considerada como perteneciente a Mesoamérica[6]
para los periodos Epiclásico y Postclásico, momento en el que comienza a
nutrirse de la ideología mesoamericana a la vez que contribuyó a enriquecer
la de muchos pueblos de dicha superárea; en periodos anteriores sus
expresiones guardan poca relación con el resto de las culturas
mesoamericanas. En la Huasteca, si bien se llegan a presentar los complejos
que caracterizan a las culturas pertenecientes a Mesoamérica[7], no se
desarrollaron a la par que el resto de las mismas. Es hasta el Postclásico
cuando se puede identificar un panteón con deidades mesoamericanas, por
otro lado, la aparición de sistemas de registro se encuentran en épocas
tardías y por lo general corresponden a ocupaciones mexicas en la Huasteca,
aunque los pectorales grabados en concha pueden ser considerados como una
forma de representación de narraciones mitológicas a manera de códices
(Ochoa, 1979:159-161).

Debido a este intercambio cultural así como su asimilación y
sincretismo, surge la dificultad de poder identificar que ideas y prácticas
son de origen huasteco y cuáles fueron adoptadas de otros grupos[8]. (Ibid,
1979:154; Ochoa y Gutiérrez, 1999: 91) Los totonacos y tepehuas, quienes
desarrollaron sus propias instituciones, dejaron repercusiones poco
perceptibles; los pames, grupo periférico avecinado a los huastecos en lo
que actualmente son los estados de Querétaro y San Luis Potosí, no
compartieron mucho de su cultura aun cuando cronistas asemejan en sus
escritos ciertas costumbres debido a la proximidad geográfica de los dos
grupos; los otomíes, que pudieron haber llegado a la Huasteca en los
últimos siglos del primer milenio y los primeros del segundo de nuestra
era, se dice jugaron un papel importante sobre todo en el aspecto
religioso; por último se hallan los grupos nahuas, de quienes se tienen un
mayor conocimiento de su lengua y cultura así como los intercambios y
adopciones de distintos elementos culturales con la Huasteca (Ochoa, 2007:
16-17).



La Escultura Huasteca


La escultura huasteca se halla diseminada en diversas colecciones o museos
alrededor del mundo dificultando su estudio, además de que la mayoría de
ellas fueron extraídas sin el cuidado arqueológico adecuado, es decir, se
carece de la información sobre el contexto en el cual fueron halladas y que
bien pudo haber aportado información cabal para entender muchos aspectos
sobre dichas obras. No es posible fechar con certeza las esculturas
huastecas pero, de acuerdo a Beatriz De la Fuente (1982), la mayoría fueron
ejecutadas a lo largo de dos o tres siglos del posclásico temprano, es
decir, en los siglos X a XII, esto de acuerdo a la presencia de motivos en
la escultura similares a los hallados en la cerámica, y por la repetición
del uso de ciertos motivos con lo que se puede determinar la
contemporaneidad de las esculturas. Por otro lado, de acuerdo a Lorenzo
Ochoa, las esculturas que se conocen de la Huasteca son manifestaciones del
periodo Clásico medio y el Postclásico. Aquellas piezas con aparente
influencia de Veracruz Central pueden fecharse como de los últimos años del
Clásico tardío o del Epiclásico, momento en el que aparece la temática
Ehécatl-Quetzalcoatl, esculturas de ancianos y representaciones de dioses
no mesoamericanos con indumentaria huasteca, mientras que aquellas con
características toltecas se pueden considerar del Postclásico, momento en
el que ya puede identificarse un panteón común con el resto de Mesoamérica.
Si bien existen piezas escultóricas que en cierto sentido se asocian a
esculturas del norte del Altiplano Central e incluso del Occidente, en
ellas no se pueden confrontar deidades mesoamericanas ni se les puede
identificar plenamente, sin embargo, se les ha enmarcado dentro de un culto
relacionado con la fertilidad. (Ochoa, 1979: 45-48)
Ha habido varias investigaciones y trabajos relacionados con la
escultura huasteca, la mayoría concuerda en la fuerte relación que dichas
piezas parecieran guardar con un culto a la fertilidad. De entre estos
trabajos cabe destacar el realizado por la historiadora Beatriz de la
Fuente y colaboradores, quienes describieron de manera física un gran
número de piezas escultóricas huastecas y reunieron datos sobre su
hallazgo, procedencia, localización actual, descripción material,
descripción formal, algunas interpretaciones dadas por investigadores y
referencias bibliográficas, con el fin de ordenar, clasificar y agrupar a
las esculturas en un catálogo que sirviera como herramienta para estudios
formales, iconográficos y comparativos futuros (ver De la Fuente y
Gutiérrez, 1980).
También deberá mencionarse a Silvia Trejo y su trabajo Escultura
Huasteca de Río Tamuín (1989), que tuvo como objetivo principal definir el
estilo escultórico de las piezas de la región de Río Tamuín ubicada al
sureste del actual estado de San Luis Potosí y que se halla en el área
delimitada para la cultura Huasteca. Su trabajo se centra en las
representaciones masculinas y de ellas concluye que muestran una clara
relación con la fertilidad agrícola al estar todas inspiradas en la forma
de un falo (Ibid, 1989:85). Por otro lado, agrega que esculturas como "La
Apoteosis" y "El Adolescente" son representaciones de la vida y la muerte.
Para obtener la vida nueva, ejemplificada por la imagen del infante que
porta "El Adolescente", es necesaria la muerte por sacrificio representado
en el esqueleto que lleva a cuestas la figura de "La Apoteosis" y que
enseña el corazón entre el tórax a punto de ser extraído. Esta relación con
la vida, la muerte y la fecundidad se complementan con una serie de diseños
incisos en los cuerpos de las esculturas que muestran vinculación con la
fertilidad agrícola y que, según Trejo, sugieren que las esculturas son
"advocaciones de un mismo numen, una divinidad de la vegetación, de la
vida, de la muerte y de la fertilidad, en sus dos aspectos opuestos y
complementarios" (Ibid, 1989:76-85)

Figura 3

En 1999 Lorenzo Ochoa y Gerardo Gutiérrez presentaron un artículo en
Anales de Antropología llamado "Notas en torno a la cosmovisión y religión
de los huastecos". En él, se buscó conocer la religión huasteca mediante el
estudio e interpretación de sus esculturas apoyándose en el análisis de
fuentes escritas de los siglos XVI-XVIII y etnografía Huasteca, con el fin
de explicar cómo se concibió la estructura del cosmos, el calendario, el
sacerdocio y ceremonialismo por los huastecos. Dentro de dicho trabajo, se
realizó la propuesta de una clasificación de la escultura en piedra,
llegando a identificar trece grupos escultóricos incluyendo las
representaciones en relieve (ver Ochoa y Gutiérrez: 1999: 157-162)
Marcia Castro-Leal Espino, dando continuidad a trabajos anteriores,
buscó en su tesis de doctorado Sentido y significado en la piedra. Análisis
semiótico de la escultura huaxteca prehispánica (2001), conocer las ideas
religiosas de los huastecos, sus maneras de expresarlas y descubrir la
manera en que los conceptos subyacen en las formas construidas de su
escultura. En sus trabajos, Castro-Leal hizo ver que las esculturas
huastecas abarcan aspectos presentados en el culto lunar mesoamericano
(luna-lluvia-fertilidad-mujer-serpiente-muerte-regeneración periódica) al
enfatizar figuras relacionadas con fertilidad-mujer-sangre-maíz y
regeneración periódica (Castro-Leal, 2001:128-146). Menciona que las
manifestaciones de la escultura huasteca están centradas en el tema
antropomorfo y ocasionalmente en elementos zoomorfos de manera completa o
en partes (saurios, serpientes, aves, monos, conejos y caracoles) así como
motivos vegetales (sobretodo el maíz y en especial el grano como contenedor
de nueva vida); hacen referencia al hombre, su supervivencia y continuidad
de la vida además de su aspecto sexual que conlleva como elementos
reproductores y su íntima relación con la naturaleza (Ibid.:396-397). Las
esculturas huastecas femeninas, de acuerdo a la investigadora, encarnan
valores primordiales como el origen y reproducción de la vida por
representar el ámbito protector y alimentador donde se desarrolla un feto y
que provee de lo necesario para su crecimiento; existe la analogía entre
vientre materno e interior de la tierra así como de leche materna con el
maíz. Algunas representaciones femeninas muestran ojos cerrados e incluso
costillas descarnadas lo que las une al concepto de la muerte, concepto que
en el pensamiento mesoamericano está unido a la tierra (es quien recibe a
los muertos) y por ende a la fertilidad (Ibid.:400). Marcia Castro-Leal
continúa con las esculturas masculinas, las cuales considera manifiestan,
más que nada, trabajos y acciones del mundo de los hombres como agricultor,
sacerdote y caminante. Sin embargo, las esculturas de ancianos presentan
características particulares que les dan el carácter de generadores de vida
debido a la presencia de un bastón o coa usado en la plantación de
semillas, o por la presencia de penes erectos (depositadores de semilla en
el vientre femenino) (Ibid:401-402).
Otra tesis referente a la escultura huasteca es la presentada por
Irad Flores García titulada Género y cosmovisión en la escultura huasteca
prehispánica (2007), en donde clasificó las esculturas de acuerdo al
género, forma del tocado o su ausencia, así como consideró como elementos
clasificatorios la presencia de una figura a cuestas, jorobados y la
presencia de barras o bastones en las manos; también tomó en cuenta la
vestimenta plasmada en las piezas. Concluye que la religión de los
huastecos debió estar orientada a establecer lazos con las fuerzas
sobrenaturales que favorecieran la generación de vida en la tierra.
Menciona que las esculturas no son el reflejo de la vida cotidiana de los
huastecos sino más bien fueron parte de una "(…) convención que se formó en
una cadena de experiencias vitales y por lo tanto dan constancia de la
existencia de una clase social que se encargaba de la vida política,
religiosa y ritual, bien definida y pensada" (Flores, 2007:144). Las
esculturas femeninas como las esculturas masculinas de personajes con barra
o bastón, representan un culto que requería de dichas imágenes para
propósitos rituales en donde adquirían cualidades de un ser, de depósitos
de fuerzas sobrenaturales, contenedores de esencia divina y ya no sólo una
mera representación. Por otro lado, las esculturas masculinas en muchos de
los casos pudieron haber sido retratos de gobernantes, sacerdotes,
guerreros o personas destacadas, e incluso pudieron haber sido utilizadas
para detentar poder o señorío en rituales donde se les agregara objetos
ajenos como orejeras, narigueras, espejos, estandartes, entre otros (Ibid:
134-136).
Recientemente Gerardo Familiar Ferrer presentó su tesis de maestría
en Estudios Mesoamericanos titulada Las representaciones de ancianos
encorvados de la Huaxteca: una propuesta de interpretación (2012). En dicha
tesis plantea la posibilidad de que las representaciones escultóricas de
encorvados, sean alusión al complejo rayo-trueno visto como elemento
fecundador y relacionado con el control de lluvias, a su vez enlazado con
el devenir del tiempo, los ciclos agrícolas y el orden cósmico;
representaciones de una de las deidades huastecas más importantes
(Familiar, 2012:9). De entre las esculturas huastecas, aquellas con postura
corporal encorvada o corcovada, fue el grupo representado mayoritariamente
quizás por la importancia que dichos personajes pudieron tener en la
cosmovisión. Se les identifica por ser representaciones de ancianos de
acuerdo a la presencia de arrugas faciales marcadas, prognatismo marcado,
columna vertebral y/o caja torácica saliente, boca desdentada, pliegues
bajo los ojos y prominente nariz aquilina y que se pueden hallar parados
sobre dos piernas semiflexionadas. Algunos muestran en la parte superior
del brazo un plumón con un signo calendárico u otro elemento, también
pueden tener el sexo descubierto u ojos entrecerrados. Pueden estar
apoyándose sobre un báculo (también identificado como bastón o coa por
otros investigadores) cuyo extremo opuesto se une a una plataforma en la
que descansa la escultura completa; el báculo puede ser sustituido por una
serpiente o un ser de menores dimensiones. Ocasionalmente estas esculturas
llevan sobre la espalda otra figura, ya sea un ser de menores dimensiones,
cráneo o un ser descarnado de cuerpo completo. Esta segunda figura suelen
ser representaciones antropomorfas pero lo hay también mixtos quizás
portando una máscara o yelmo con rasgos zoomorfos (Ibid.:19-24). En su
tesis, Gerardo Familiar explica que durante el Postclásico, en Mesoamérica
se encontraba bastante generalizada la creencia en seres ctónicos
responsables de las características del ciclo agrícola el cual, al igual
que la energía de la vida, son creadoras y destructoras "(…) pues
finalmente la vida se alimenta de vida; la generación que envejece y muere
debe ser sustituida por la joven que va pisándole los talones" (Ibid.:103).
La Huasteca no fue la excepción:

Considero que en la Huaxteca, las representaciones en piedra de
encorvados aluden a estos seres relacionados con las condiciones del
ciclo agrícola. Tanto el encorvamiento en la postura como la presencia
de pintura negra en ciertos ejemplares, sugieren una identificación
con los tlaloques, mientras que tanto el atributo de vejez como las
veinte representaciones con personajes sobre la espalda apuntan hacia
una correspondencia con los bacabes. Quizás los ejemplares mixtos
también nos remitan a estos últimos si es que la cabeza zoomorfa puede
ser interpretada como la de un tlacuache o zarigüeya, atributo propio
de los bacabes en su papel de cargadores de los destinos del año
entrante.
(Ibid.:107)
De esta manera, considera que las representaciones en piedra de
encorvados en la Huasteca, son representaciones de seres relacionados con
el ciclo agrícola como los tlaloques y bacabes. Menciona que los teenek de
San Luis Potosí creen en la existencia de cuatro hombres que se encargan de
cargar y separar al cielo de la tierra. Dichos hombre están colocados en
los puntos cardinales y murieron ahogados; al final de cada ciclo se
quiebran y son sustituidos por otros cuatro hombres que murieron en iguales
condiciones. Una vez fueron sustituidos se retiran al paraíso subterráneo
del Este de la deidad Muxi', el principal dios Maam (deidades encargadas de
traer lluvia) anciano, peligroso y poderoso que se reconoce por caminar
encorvado apoyándose sobre un bastón (Ibid.:108-110) Con respecto a la
presencia de una figura de menores dimensiones al frente como sustituto del
bastón, dice:
Los ejemplares que presentan una figura más pequeña al frente podrían
estar representando el resurgimiento de la fertilidad de la tierra a
través de una especie de renovación de la deidad, hecho que también
parece reflejarse en la sustitución anual de los cargadores del cielo.
(Ibid.:111)
Gerardo Familiar escribe que ver a las esculturas de este tipo sólo
bajo un carácter fálico es limitar su interpretación. Considera más
apropiado asociar dichas representaciones con la fertilidad agrícola y de
la tierra. Menciona como tentadora y lógica la asociación de los siguientes
conceptos complementarios y opuestos: la creación, la fertilidad agrícola y
la muerte (elemento necesario para la regeneración de la vida) (Ibid.:115).


El caso de un grupo de esculturas Huastecas

En mi trabajo de titulación para la Licenciatura en Arqueología intitulado
"Cosmovisión de la cultura prehispánica Huasteca: Vida-muerte-regeneración
y culto a la fertilidad. Interpretación simbólica de un grupo de esculturas
huastecas", he podido observar la notoria relación que guardan un grupo de
esculturas huastecas con cultos a la fertilidad así como la relación con el
concepto vida-muerte-regeneración. Se trata de esculturas caracterizadas
por tener dos figuras, una de mayores dimensiones que carga otra de menor
tamaño (infante, animal, esqueleto o cráneo) que invitan a pensar en una
posible relación con el concepto vida-muerte-regeneración así como en un
culto a la fertilidad.
La gran mayoría de las 40 esculturas que se analizan en el trabajo de
tesis, son representaciones de seres antropomorfos encorvados con rasgos
que denotan vejez, que tienen un bastón o coa entre las manos y que cargan
a una figura de menores dimensiones ya sea un ser antropomorfo, un ser
descarnado o un cráneo.

Figura 4



Otras esculturas incluidas en el análisis, se caracterizan por
presentar a un ser antropomorfo joven y erguido con un elaborado atuendo o
bien con la piel marcada con símbolos a manera de escarificaciones,
tatuajes o pintura corporal, cargando a la figura menor[9].
Estas representaciones han permitido a diferentes investigadores
realizar una serie de interpretaciones sobre su significado. Las
representaciones de encorvados han llevado a pensar en la representación de
deidades o fuerzas anímicas relacionadas con cultos a la fertilidad
mientras que la representación de personajes jóvenes y ataviados han
invitado a pensar en representaciones de sacerdotes o gobernantes denotando
poder y divinidad (Ver Trejo, 1989; Castro-Leal, 2001; Familiar, 2012).
En cuanto a las esculturas de encorvados, estos parecieran estar
relacionados con la creencia de los Maams, deidades más importantes de la
Tierra quienes están encargados de repartir la lluvia generadora de vida.
Se cree en tres Maams principales asociados con los puntos cardinales. El
Maam Muxi' es el líder de los tres, se asocia principalmente con el océano
y el Este aunque también se considera que la Sierra es su hogar. Por lo
general a Muxi' se le considera como un poderoso y peligroso anciano
encorvado sobre su bastón de ak' (mejor conocida como chaya de monte o mala
mujer). El Maam del Norte es un hombre que se sacrifica para renacer como
un dios inmortal. Al igual que el dios del tabaco, este Maam se encuentra
lisiado debido a un accidente sufrido durante su actividad como hacedor de
lluvia. El Maam del Oeste hoy en día llega a ser reconocido como San Pedro,
dado que dicho santo celebra su día en el mes de Diciembre cerca del
solsticio de invierno. Juntos, los tres Maam surcan el Cielo portando sus
machetes y hachas de piedra y regando el agua de lluvia desde sus jícaras
(xomon) (Alarcon, 1984:58-59).
En cuanto a la representación de un ser de menores dimensiones a
horcajadas de estas figuras encorvadas, podemos recurrir a otra creencia
teenek, en donde se piensa que Muxi' se convierte en un niño recién nacido
al inicio de cada año cuando el sol de nueva cuenta hace su recorrido lejos
del Sur en el horizonte y va envejeciendo conforme transcurren los días
hasta que en el solsticio de invierno se vuelve un hombre anciano que
eventualmente morirá y renacerá en el alba de la primera mañana del nuevo
año. Si bien para el humano la transformación de niño a anciano de la
deidad sucede en el lapso de un año, para Muxi' sólo ha transcurrido un
día; en el amanecer es un recién nacido y para el anochecer ya es un
anciano. (Ibid, 1984:59)
La explicación para aquellas representaciones de jóvenes en posición
erguida, no es la misma que la de ancianos encorvados. Pareciera más bien
que estas esculturas guardaran una estrecha relación con la creencia teenek
de considerar que el humano está constituido por tres partes: el corazón,
el alma y el espíritu. El corazón o ichiich[10], es la fuerza interna y en
él residen las emociones; el corazón puede estar triste, contento o
enojado, puede doler, estar cerrado o quemado. El ehatal (ehtalaab) da el
poder del discurso, se dice que es puro y tiene forma de un infante. Por
otro lado, el ts'itsiin (ts'itsiinlaab) reside en la parte superior de la
cabeza, representa el cumplimiento de la voluntad[11] y tiene forma de ave
que sale volando del cuerpo al encuentro de otros espíritus mientras
dormimos. Tanto el ehatal como el ts'itsiin pueden ser impuestos o
enajenados a un individuo por otras personas o espíritus, por otro lado el
corazón y el espíritu de una persona reflejan su estado de salud (Ibid,
1984:67-68). En este sentido podría considerarse la representación de
infantes como el ehatal de personajes de alto rango ya sean sacerdotes o
gobernantes que los ostentan para expresar su poder.
No deberá ser pasado por alto las representaciones de
escarificaciones, tatuajes o pintura corporal que dichas esculturas
muestran en la piel. De entre estos símbolos, el que más se repiten en
esculturas y cerámicas huastecas es aquel que se compone por un hexágono
elongado con puntos en su interior que de acuerdo a Joaquín Meade
representa una mazorca de maíz[12] (Meade, 1982). Ahora bien, existe otra
propuesta en donde dicho signo pudiera representar las alas de una mariposa
en su relación con el elemento fuego.
El fuego es purificador y es por medio de las cenizas que la vida vuelve a
germinar, como en la técnica de roza y quema. Además, de acuerdo a Nicola
Kuehne, en el pensamiento mesoamericano el dios del fuego se encuentra
relacionado con la centralidad, con la quinta dirección, con el ombligo del
mundo, con el lugar en donde confluyen las fuerzas del universo tanto del
plano vertical como del horizontal; es la conexión del cielo, la tierra y
el inframundo (Kuehne, 1993: 160). Kuehne identifica en la decoración de
piezas cerámicas huastecas representaciones de bastones de fuego, nubes de
humo y el fuego mismo como alas estilizadas de mariposas.

Figura 5

Figura 6

En la cosmovisión mesoamericana, la mariposa llegó a representar a la
deidad Itzpapálotl (mariposa de obsidiana), deidad chichimeca que se
encuentra relacionada con el desmembramiento de sacrificados así como con
rituales de fertilidad agrícola; en la escultura se le llegó a representar
como un ser con atavió de mariposa o águila así como también mediante un
ser fantástico de largas garras. Es una diosa de la tierra con fuertes
características nocturnas, mortuorias e incluso maléficas que fue
reconocida como dueña de los animales y a la que se le daba gracias por la
caza. Toma características agrícolas durante el postclásico-tardío en donde
se le conoce como diosa de la tierra-tzitzímitl[13]. Más adelante adquiere
características militares con la incorporación en el panteón mexica (Ojeda,
1986:15-17 y 87-92)

Figura 7

Una tercera interpretación de este símbolo, a mi parecer bastante
interesante, es la que da Patrick Johansson en su trabajo La imagen del
huasteco en el espejo de la cultura náhuatl prehispánica (2012) en donde
busca dar a conocer como fue construyéndose la imagen del huasteco a través
de la perspectiva de los grupos nahua convirtiendo al huasteco en arquetipo
de funciones rituales mientras la Huasteca es vista como lugar fundamental
y de origen para diversas culturas prehispánicas (Johansson, 2012:67). En
el desarrollo de su trabajo, Johansson va dando una serie de argumentos que
conectan al murciélago con la fertilidad y llega considerarlo como uno de
los numen principales para la cultura huasteca de acuerdo a la imagen que
conocemos por medio de los grupos nahuas así como por los usos y
costumbres, la filiación con los mayas y la importancia que tienen las
cuevas y el murciélago en la iconografía náhuatl referente a la Huasteca.
De entre los rasgos emblemáticos huastecos que relaciona con este mamífero
se encuentran los siguientes: los dientes afilados en punta; el conjunto
nariz/pico de ave con una protuberancia encima que suele verse en
representaciones de Ehécatl-Quetzalcóatl y guarda parecido con la nariz del
murciélago relacionada con la muerte por considerarse su instrumento; el
vínculo lingüístico entre la palabra teenek "agujereado" o "perforado"
ts'o'otz que recuerda al vocablo maya tzootz' para murciélago; deformación
craneana para buscar semejanza con la cabeza de algunas especies de
murciélagos; el motivo geométrico hexagonal enlongado podría ser la
representación iconográfica de alas del murciélago con círculos a manera de
ojos-estrella como representación que remite a la noche, además de que las
alas-membrana semejan un quechquemitl (vestimenta huasteca) en diversas
representaciones pictóricas; la estrella del amanecer chuntzel ot o Venus,
podría estar relacionada con el murciélago y Quetzalcóatl en su advocación
de estrella del atardecer, momento en donde los murciélagos salen de las
cuevas; el pectoral ehecacózcatl de Quetzalcóatl que en imágenes hace
pensar en un caracol y por ende se le relaciona con el aire y el viento, a
su vez guarda cierta semejanza con las alas de mariposa o de murciélago; la
raya en el rostro que atraviesa verticalmente el rostro de diversas
representaciones pasando por el ojo, la considera como una reproducción
mimética de la franja negra que algunos murciélago presentan; también se
menciona que el grito de guerra con el que se distinguía a los huastecos,
podrí haber sido imitación del "chillido" del mamífero; el comportamiento
en cuanto a desnudez, el culto al falo, la sexualidad y la capacidad
genésica pudo ser una reproducción mimética de la anatomía y función
polinizadora del murciélago siendo los vampiros el modelo a seguir de
guerreros quienes decapitaban a los prisioneros y se dice incluso bebían de
su sangre; por último, Johansson señala que la palabra teenek jol para
cueva y parecida a xol en náhuatl y -ot' "cuero" o "piel" u ot "estrella"
forman la palabra jolot(ot') nahuatizada xólotl para murciélago, es decir,
el gemelo de la deidad Quetzalcóatl no era un cánido sino un quiróptero y
lo relaciona directamente con las cuevas y el inframundo. Además, menciona
un mito náhuatl, posible metáfora de la polinización, en donde se narra
como el murciélago fue creado mediante la fecundación de una piedra por el
semen de Quetzalcóatl y fue a él quien los dioses ordenaron mordiese el
miembro femenino de la diosa Xochiquétzal el cual lavaron y de cuya agua
surgieron flores de mal olor; posteriormente, el murciélago volvió a tomar
lo arrancado de la diosa y lo llevó al Mictlantecuhtli donde se lavó de
nuevo y de esa agua salieron las flores que huelen bien (Johansson, 2012:
101-130).

A manera de conclusión, las piezas escultóricas huastecas que se
componen de dos figuras, una de mayores dimensiones y otra de menor tamaño
que es cargada por la primera, se puede dividir en dos grupos. El primero
de estos grupos es el que en la actualidad cuenta con un mayor número de
ejemplares. Se tratan de representaciones de seres antropomorfos encorvados
que suelen sostener entre sus manos un bastón o coa y que en la espalda
carga a otra figura de menor tamaño[14]. Muy probablemente estas esculturas
buscaban representar a la deidad Muxi' y su eterno proceso de nacer,
crecer, envejecer y morir, es decir, la representación de un año agrícola.
Su bastón le da identidad pues con el provocaba truenos para llamar a la
lluvia, es con el que se puede prender el fuego y conectar los distintos
planos del universo junto con sus energías además de que es el utilizado
para perforar la tierra y plantar las semillas. El segundo grupo se compone
de aquellas esculturas de jóvenes en posición erguida y que cuentan con un
rico atavío o con elaboradas escarificaciones, tatuajes o pintura corporal.
Se trata de la representación de sacerdotes o gobernantes que buscan
manifestar su poder y divinidad mediante el uso de signos relacionados con
el centro del universo, la fertilidad, la vida, la muerte y resurrección.
Se visten de dioses para detentar poder.
Aún continúa siendo un gran misterio la Huasteca y aún más la
historia y cultura de aquellos grupos que han vivido en ella. Los restos
arqueológicos y los pocos datos históricos con los que hoy en día contamos
no son suficientes para poder desgarrar ese velo de preguntas que nublan
nuestro entendimiento. Sin embargo, es a través del trabajo cuidadoso de
arqueólogos, etnólogos, etnohistoriadores, antropólogos, historiadores y
demás investigadores que poco a poco van generándose más piezas de ese gran
rompecabezas que es la Huasteca y que con el tiempo y la dedicación
necesaria nos permitirá tener un panorama más amplio de la misma.


Bibliografía

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[1] Los huastecos o teenek son un grupo perteneciente al tronco
lingüístico mayance el cual se separó hace unos 3500 años. (Ochoa, 1972:
149)

[2] Se desconoce quiénes fueron los habitantes originales de la Huasteca
para antes del 1000 a. n. e., sin embargo, muchos investigadores están de
acuerdo en que siglos antes ya habían arribado al área el grupo étnico
teenek, por lo que el desarrollo de las expresiones culturales huastecas
va de la mano con la presencia de este grupo étnico ( Ochoa, 2007:18-20)

[3] El área Huasteca se encuentra bañada por una serie de ríos, entre
ellos el Pánuco, que dan a la tierra circundante características favorables
para el cultivo. Además, cuenta con una gran diversidad biológica, gran
cantidad de cuerpo de agua como manantiales, lagos y lagunas y se ve
beneficiada por tormentas y "nortes" anuales.

[4] Algunos investigadores incluyen también al estado de Puebla dentro
de la Huasteca.

[5] Esta autoidentificación con el venado como animal tonal se observa
en otros grupos mesoamericanos como los kejaches del sur de Campeche y los
mazatecos del Edo. de México (Gutiérrez y Ochoa, 2002)

[6] Por Mesoamérica se entiende a aquella Superárea que "(…) por haber
sido poblada por una serie de grupos que tuvieron sus particulares procesos
de desarrollo, con una dinámica cultural propia y estar localizados en un
espacio geográfico en donde los ambientes naturales jugaron un importante
papel, ha sido dividida en áreas específicas, pero con una base cultural
común." (Ochoa, 1979:154). Hoy en día dichas áreas específicas son:
Occidente, Oaxaca, Altiplano Central, Maya, Costa de Golfo y Norte.

[7] Las culturas mesoamericanas presentan los siguientes componentes
culturales: Organización política compleja; tecnología encaminada a la
construcción de grandes empresas públicas de carácter hidráulico,
religiosas, civiles y militares; explotación intensiva de la agricultura;
formalización de una religión institucionalizada; comercio y economía
(mercados periódicos y centros de distribución, extensas redes comerciales
y tributación); centros planificados y urbanizados; sistemas de registro y
conocimiento (calendarios, escritura, numeración, astronomía, medicina,
entre otros); costumbres funerarias y étnicas. (Ibid, 1979: 158)

[8] Al tener vecindad con otros grupos como los de la sierra de
Tamaulipas y Veracruz Central, los huastecos compartieron similitudes
culturales de carácter étnico y físico como resultado de su fusión. (Ochoa,
1976:67)

[9] Este ser de menor tamaño ha sido identificado en algunas piezas como
un anuro, como es el caso de Joaquín Meade con la escultura de "El
Adolescente" (ver Meade, 1982: 16 pp.).


[10] La comida alimenta al corazón el cual puede ser frío o cálido
dependiendo de la edad y la personalidad del individuo (Ibid, 1984:67)

[11] Cualquier ser puede ser obligado a obedecer la voluntad del otro
mediante el ts'itsiin (Ibid, 1984:67).

[12] En base a este signo, Marcía Castro-Leal ha interpretado la
escultura del "El Adolescente" como la representación del maíz en sus
distintas etapas de desarrollo (ver Castro-Leal, 2001).

[13] Seres que despedazan y devoran a los dioses y hombres; reparten el
desmembramiento a las deidades principales para otorgar el alimento al
humano. Las tzitzimime, ixcuiname y toci eran seres de los aires que traían
lluvias, truenos y relámpagos (Ojeda, 1986: 42-43 y 89)

[14] Existen ejemplares en donde la figura de menor tamaño se convierte
en el bastón de la escultura o bien dicha figura se encuentra representada
mediante una calavera en la parte posterior de la escultura.
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