Vida material y sociabilidad de casa entre los grupos aristocráticos de la Castilla bajomedieval. Una aproximación a partir de la documentación testamentaria (fin. s. XIV-princ. s. XV)

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Descripción

NEUS PUIG I AMAT MONTSE VIADER I CROUS (Eds.)

La vida quotidiana a l’Edat Mitjana

Actes del IV Seminari d’Estudis Medievals d’Hostalric (20-21 de novembre de 2014, Hostalric)

La vida quotidiana a l’Edat Mitjana

Actes del IV Seminari d’Estudis Medievals d’Hostalric (20-21 de novembre de 2014, Hostalric)

AJUNTAMENT D’HOSTALRIC Hostalric 2015

Aquesta publicació no pot ser reproduïda, ni totalment ni parcialment, ni enregistrada en, o transmesa per, un sistema de recuperació d’informació, en cap forma ni per cap mitjà, sia fotomecànic, fotoquímic, electrònic, per fotocòpia o per qualsevol altre, sense el permís previ de l’editorial.

© Els autors, 2015 © D’aquesta edició: Ajuntament d’Hostalric, 2015 ISBN: 978-84-406-1803-8 Dipòsit legal: Gi-1453-2015 Maquetació i impressió: Indústria Gràfica Montserrat, s.a.

ÍNDEX PRESENTACIÓ.............................................................................................................................................................. 5 PRÒLEG............................................................................................................................................................................ 7 PONÈNCIES:

Jordi Bolòs i Imma Sànchez-Boira La casa i els seus objectes. Una aproximació feta a partir de les fonts escrites i de les fonts iconogràfiques....................... 13 Carles Vela Aulesa Llarga vida a tot! El mercat de vell a Barcelona a la baixa edat mitjana.................................................................................... 33 Rosa Alcoy Pedrós Vida quotidiana i art: reflexions, temes i línies de recerca iconogràfica (segles xiv-xv)...................................................... 55 Teresa Vinyoles Vidal Històries d’amors i desamors........................................................................................................................................................... 74

COMUNICACIONS:

Alejandro Martínez Giralt Néixer i créixer en una família noble medieval: els joves Cabrera............................................................................................. 87 Aina Palarea Marimon Els nivells de vida a la Catalunya baixmedieval: proposta d’estudi a partir dels inventaris post-mortem de la notaria d’Amer (1388-1408).......................................................................................................................98 Novella Dalmau, V., Blanco-Lapaz, À., Saña Seguí, M. Producció ramadera i dieta al castell de Montsoriu entre els segles XII i XV............................................................... 113 Gemma Font, Josep Maria Llorens, Joaquim Mateu, Sandra Pujadas, Jordi Tura La vida quotidiana al castell de Montsoriu a la Baixa Edat Mitjana................................................................................ 125 Pau Turón Izquierdo Sant Esteve de Caulès: evolució del massís de l’Ardenya-Cadiretes des de l’època romana fins a l’edat mitjana (Resultats preliminars)................................................................................................................................................................. 134 Joan Molla Callís i Esther Loaisa Dalmau Construcció i alimentació pagesa a la parròquia de Sant Martí de Calonge.................................................................. 143 Mònica Maspoch Oller Vida quotidiana en la decoració dels embigats de l’arquitectura domèstica medieval catalana.......................... 153 Alba Barceló Plana Imatges de la quotidianitat a les haggadot catalanes il·luminades: l’Àpat Pasqual............................................................... 166 Maria Laura Palumbo El mueble y los objetos cotidianos en la pintura catalana del primer Gótico Internacional............................................... 176 Elvis Mallorquí Garcia Ballestes en mans de pagesos. La participació a l’exèrcit de la població rural del bisbat de Girona, 1200-1350............ 181 Víctor Muñoz Gómez Vida material y sociabilidad de casa entre los grupos aristocráticos de la castilla bajomedieval. Una aproximación a partir de la documentación testamentaria (fin. s. xiv-princ. s. xv)........................................... 197 Roberto J. González Zalacain Vida cotidiana en Tenerife a raíz de la conquista. Fusiones, innovaciones, restricciones................................................... 209

VIDA MATERIAL Y SOCIABILIDAD DE CASA

VIDA MATERIAL Y SOCIABILIDAD DE CASA ENTRE LOS GRUPOS ARISTOCRÁTICOS DE LA CASTILLA BAJOMEDIEVAL. UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DE LA DOCUMENTACIÓN TESTAMENTARIA (FIN. S. XIV-PRINC. S. XV) Víctor Muñoz Gómez Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas Universidad de La Laguna / Universidad de Valladolid

Las formas de sociabilidad que afectaban a la aristocracia en el Occidente del final de la Edad Media y, más en concreto a la de este cuerpo social en la Corona de Castilla durante esta época, ha merecido una atención historiográfica ni mucho menos desdeñable en las últimas décadas. No es algo que deba extrañarnos, en la medida en que el conocimiento de las interacciones sociales operadas por estos sectores aristocráticos a través de toda una serie de prácticas, conceptos, estructuras organizativas, discursos y representaciones se ha mostrado como la vía necesaria para discernir en qué consistía el ejercicio y la reproducción de un determinado modelo de dominación social capitalizado por la aristocracia durante la Baja Edad Media. Un modelo, por otra parte, que, como ha quedado evidenciado, tenía como pilar fundamental el ejercicio efectivo del poder señorial sobre tierras, individuos y comunidades humanas1. Si en este trabajo me interesa atender a algunos aspectos relacionados con la materialidad cotidiana sobre los que se constituía el poder social de la aristocracia castellana bajomedieval, me parece de particular valor epistemológico llamar la atención sobre un concepto que permite enmarcar aquélla de manera coherente: el de casa. Las evidencias con que contamos para la Castilla del final de la Edad Media nos muestran el manejo polisémico de este término a la hora de reconocer las distintas estructuras de sociabilidad político-económica en el seno de las parentelas aristocráticas, además de la evolución de sus significados. Así, al menos pueden distinguirse tres acepciones diferentes para casa. Por un lado, su comprensión como espacio físico. Por otro lado, como conjunto de personas ligadas al servicio de un señor y situadas en condición de dependencia respecto a éste. Finalmente, en su sentido más amplio, como abstracción del sustrato material, humano e ideológico del linaje, de un modo casi sinónimo a este concepto antropológico manejado para el estudio del parentesco bajo premisas de lazos de parentesco agnaticios y la herencia preferente de primogenitura2. Dejando a un lado la primera acepción del término casa, los estudios al respecto han mostrado cómo esta última significación, a razón del manejo del mismo en la documentación y los textos literarios, resultaba poco usual antes del siglo XVI en los territorios de la Corona de Castilla. Precisamente, el concepto más habitual de casa entre los siglos XIV-XV era el segundo al que me he referido y que tiene que ver con ese entorno humano vinculado en términos de dependencia, cohabitación, patronazgo, servicio y retribución a la autoridad de un señor. No me resisto a establecer una relación directa entre esta evidencia y la definición de oeconómica, de “casa grande”

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y de paterfamilias por parte de Otto Brunner, la cual nos dota de un recurso conceptual de primer orden para integrar las dimensiones parentelares, de dependencia clientelar, económicas, políticas y mentales en torno a las que se armonizaba la organización social de la aristocracia y su ejercicio del poder en la sociedad feudal. Si esa noción de oeconómica abarcaba a …la totalidad de las relaciones y las actividades humanas en la casa, la relación de hombre y mujer, de padres e hijos, de señor de la casa y servidumbre (esclavos) y el cumplimiento de las tareas puestas en la economía doméstica y agraria,3 dos ejes clave sostendrían esta perspectiva. De una parte, esa idea de “casa grande”, bajo la cual se definiría el ente englobador del conjunto de patrimonios materiales y de individuos afectados por estas relaciones de interdependencia social y de producción, detracción económica y redistribución. De la otra, aquélla de “paterfamilias”, que remite a la persona que, en calidad de padre, señor, dueño y patrón de la “casa grande” ejercía una autoridad rectora de mando y organización sobre todos esos bienes materiales y seres humanos integrados en ella4. De este modo, el factor material y el humano quedan puestos de manifiesto como inseparables a la hora de analizar el poder señorial en la sociedad feudal. Mi intención en estas páginas, pues, pasa por atender a algunos de los aspectos que caracterizaban al sustrato material de los vínculos asimétricos que ligaban a las personas cobijadas en esas “casas grandes” aristocráticas de la Castilla del final de la Edad Media. Unos vínculos que – acaso resulte ya casi ocioso precisarlo – iban más allá de los puros lazos del parentesco y afectaban a distintas categorías de dependencia personal y clientelar respecto a ese “paterfamilias” propias de la sociedad feudal de la Baja Edad Media castellana – podemos hablar de criados, vasallos, hombres de, acostados, etc. En la medida en que este seminario está dedicado a los aspectos de vida cotidiana, deseo poder concentrarme en cuestiones, pues, que nos ilustran sobre la cotidianeidad de esas relaciones entre señores y sus dependientes, sobre su efectuación práctica en el día a día, ligada normalmente a una cohabitación directa en los mismos espacios entre señores y criados, y sobre los objetos y bienes de otra consideración que se veían envueltos en el mantenimiento de esas interdependencias asimétricas. Relaciones personales, afectos y compromisos, intercambios de servicios, regalos y recompensas, acceso compartido a ajuares domésticos, serán el objeto de mi atención. Para ello les propongo concentrarnos en un estudio que las circunstancias hacen que no sea más que aproximativo a partir de documentación testamentaria datada entre el final del siglo XIV y las primeras décadas del siglo XV. No creo necesario aquí extenderme en exponer las oportunidades que nos brinda, en su riqueza, la documentación testamentaria para el estudio del patrimonio señorial, las estructuras organizativas, las prácticas sociales o el horizonte mental de la aristocracia bajomedieval castellana – hecho, por otra parte, sobradamente evidenciada por no pocos estudiosos5. Recientemente tuve la ocasión de tratar estos asuntos, subrayando en esa ocasión la potencialidad de los testamentos y de los inventarios post-mortem de cara al estudio cuantitativo y cualitativo de las afinidades (clientelas)

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señoriales6. Paso pues, a presentarles la muestra sobre la que decidí trabajar. Se trata de los testamentos e inventarios de bienes – cuando no de los dos documentos – relativos a seis personajes que se hallaron integrados en el entorno clientelar del infante Fernando “el de Antequera”, regente de Castilla desde 1406 y rey de Aragón y Sicilia desde 1412, a saber: - los testamentos de Pedro Suárez de Quiñones, adelantado mayor de León, merino mayor de Asturias y mayordomo mayor del infante (otorgados entre 1398-1402) (Doc. 1)7 - el de Gonzalo Rodríguez de Ledesma, montero mayor del infante y rey de Aragón (testamento dado en 1420) (Doc. 2)8 - el testamento (Doc. 3)9 e inventario post-mortem (Doc. 4)10 de Juan de Guzmán, señor de Valdenebro (testamento e inventario fechados en 1420) - el testamento de Fernán Gutiérrez de Vega, su repostero mayor y ujier de armas (Doc. 5)11, y el inventario de bienes personales la mujer de éste, María Rodríguez de Escobar (Doc. 6) (otorgados en 1435)12 - el inventario de bienes de Álvaro de Ávila, mariscal del rey de Aragón (levantado entre 1436-1437) (Doc. 7)13 Esta selección aporta no poca diversidad. Sólo en el caso de Pedro Suárez de Quiñones nos encontramos ante un señor del nivel más encumbrado de la aristocracia de Castilla, con una implantación señorial de primer orden en el reino de León y en Asturias, además de con una notable influencia en la Corte14. Mientras, el resto de los personajes pueden ser reconocidos como señores de rango intermedio o pequeño, con una proyección señorial circunscrita a ámbitos comarcales más restringidos, ya en distintas áreas de la Tierra de Campos, ya en territorios de las extremaduras de Castilla y de León, si bien su servicio al infante Fernando y luego a su segundogénito el infante Juan de Aragón, rey de Navarra desde 1425, les permitió un importante incremento de su patrimonio y de su influencia social15. La diversidad social dentro de la aristocracia a partir de ejemplos de un área no sólo extensa sino que entonces era la más poblada y políticamente significativa de la Corona de Castilla16, entiendo, pueden permitir algunas de las observaciones que puedan extraerse de este estudio bien pueden proponerse con carácter general para todo el grupo social en el ámbito castellano durante esta época. La primera impresión que puede extraerse del análisis de estos documentos es el grado de detalle con que se procedió en ellos a la consignación de mandas destinadas al mantenimiento del personal integrado en la casa señorial, la liquidación de deudas con estos servidores o a la compensación de los servicios recibidos de su parte por el testador. Si consideramos también la presencia de estos parientes, criados y dependientes entre los testamentarios o entre los testigos de los actos jurídicos de otorgamiento de testamento y levantamiento de los inventarios de bienes, disponemos de aquí de una información de primer orden sobre las formas de vinculación entre clientes y señores, el nivel de formalización de estas relaciones de servicio y dependencia y el grado de proximidad y confianza

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establecido entre señores y criados. Incluso, hay que reseñar que, pese a que somos conscientes de que acceder al número total de personas ligadas a estas fidelidades de casa de forma precisa no es posible a través de estos documentos, sí nos facultan, en todo caso, para una valoración cualitativa de los efectivos con que contaban estas estructuras. Podemos observar esta primera tabla para comprobar el número de individuos consignados en la documentación analizada para cada uno de los testadores. Hemos considerado la diferenciación entre miembros de la parentela del testador y miembros de su afinidad señorial, tratándose en su mayoría de criados dependientes pero recogiéndose en este apartado a amigos, aliados, compañeros dentro del entorno de fidelidad hacia el infante Fernando o incluso a sus propios señores si había lugar a que estos fueran citados. Como vemos, el número de individuos citado se mueve entre 16 y 38, no siendo posible reconocer patrones de distribución de este personal ni en relación a la calidad social del testador ni por lo que respecta a discernir alguna proporción entre parientes y afines presentes.

De hecho, resulta significativo comprobar cómo la enumeración más detallada de personajes vinculados a su entorno en estos documentos corresponde al caso de Juan de Guzmán, señor de Valdenebro quien, precisamente, fue el menos poderoso de los personajes que aquí se analizan. En el resto de los casos existen referencias genéricas a los … omes de pie e moços de pie… (Doc. 2) o a los … escuderos de tierra, con escuderos de quitaçiones, con omes de pie, acemileros, collaços, rapaçes e esclaruos… (Doc. 4,) que estaban o vivían con el señor en el momento de su finamiento, normalmente para que se cumpla con el pago de lo que se les debiera hasta la fecha o bien para que los testamentarios y el principal heredero del señor tomaran cargo de estos hombres dependientes. Esto nos habla de la extensión de toda una serie de vínculos clientelares cada vez más extensos y complejos, en muchos casos mucho más tenues, entre los niveles apenas intermedios de la aristocracia castellana de la época y que ya podía alcanzar a algunas pocas decenas de individuos. Además, la minuciosa relación de los vínculos sociales mantenidos al final de su vida por Juan de Guzmán nos coloca de algún modo ante un umbral inferior de la extensión efectiva de los entornos relacionales de estos pequeños señores de importancia local y comarcal en la Castilla del tránsito

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entre los siglos XIV y XV y que no superaría los 50 individuos en total. Es más, el manejo de este ejemplo nos ayuda a observar la familiaridad de los lazos de interdependencia manejados por los sectores más modestos de la aristocracia, en la medida en que, de esos 38 personajes citados en los documentos referidos a Juan de Guzmán, con 31 de ellos puede discernirse un vínculo directo no circunstancial sino estable y con cierta durabilidad al menos en el tiempo. Por tanto, puede resultar un caso ejemplificativo para comprender el resto de los aquí tratados. Podemos, pues, reconocer, en primer lugar, a una parentela estrecha, alejada de la perspectiva amplia que podríamos manejar del linaje y que nos aproxima más a una cierta idea de familia nuclear a la que se suman un número muy restringido de colaterales próximos, en la que aparecen la viuda, los vástagos del testador y unos pocos parientes de éstos (algunos hermanos, primos, tíos y sobrinos del testador, cónyuges de estos parientes e incluso los amos y hermanos de leche del testador)17. Hablamos en todos los casos analizados de no más de dos decenas de individuos y que gracias a su vínculo con la casa liderada hasta entonces por el señor comparecen bien como herederos de sus patrimonios señoriales, bienes raíces y muebles – hijos y colaterales –, bien como encargados del cumplimiento de lo dispuesto en el testamento para la ejecución de las diferentes mandas como mansesores o para el ejercicio de la tutela de los hijos menores de edad18. La presencia de la viuda, además, está ligada, como es bien sabido, al reconocimiento de sus derechos sobre sus propios bienes aportados al matrimonio y sobre los gananciales adquiridos por la pareja durante su vida en común. Una muestra, si se quiere indirecta, de ello puede localizarse en el inventario de las joyas que pertenecieron a María Rodríguez de Escobar, viuda de Fernán

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Gutiérrez de Vega, realizado tras su muerte en 1435, poco después de la de su esposa, y que recoge toda una serie de alhajas y otras piezas en metales preciosos. Puede contrastarse esta enumeración en el sentido que indicamos con la evidencia divergente en el resto de testamentos e inventarios de bienes analizados, específicamente los de Juan de Guzmán, Gonzalo Rodríguez de Ledesma y el mariscal Álvaro de Ávila (Ver tablas 3 y 4 para los inventarios de Juan de Guzmán y el mariscal Álvaro de Ávila). En ellos se recogen de forma detallada los ajuares de cámara y de mesa, ropas de cama, mantelerías, mobiliario doméstico y revestimientos para las cámaras, equipamientos de cocina y también las piezas de vajilla de plata, de uso común por la familia señorial pero que son comprendidos claramente como un patrimonio a gestionar por el señor. Mientras, como bienes

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propios del “paterfamilias” se refieren sus monturas – caballos y mulas – bestias de carga y las armas ofensivas y defensivas de la armería señorial – no todas usadas por él mismo, como veremos –, además de algunas joyas como collares, cuentas de oro, piedras preciosas o perlas. Efectivamente, lo que no aparece en estos inventarios en ningún caso son los bienes privativos de la esposa del señor y que ella gestionaba particularmente, entre los cuales han de considerarse justamente también sus vestidos o sus joyas. Por otra parte, ya en segundo lugar, contamos en esta documentación con un determinado número de personas afines, no superior a 25-30. Entre ellos destacan distintos criados, escuderos, pajes, mozos y servidores o incluso vasallos y oficiales señoriales – caso de los de Pedro Suárez de Quiñones19, de Fernán Alfonso, despensero de Gonzalo Rodríguez de Ledesma, o Alfonso Fernández, capellán de éste (Doc. 2), o de Abraham Abogado, judío, vecino de Grajal, mayordomo de Fernán Gutiérrez de Vega (Doc. 5) – y que son manifiestamente significados en los testamentos a cuenta de su vida en común junto al señor. A ellos se les reconoce el pago de retribuciones

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adeudadas pero también la entrega de determinados bienes del testador en recompensa por la continuidad del servicio a él prestado y de cara a su establecimiento futuro tras la muerte de su señor, muy en particular para ayuda para su matrimonio. Dentro de estas recompensas, cabe decir que su naturaleza era sumamente variada, tocando a patrimonios y derechos señoriales y cantidades de dinero en metálico de una cierta cuantía. Éstos podían llegar a ser superiores a los 5.000-10.000 maravedís para los criados de un señor de la importancia de Pedro Suárez de Quiñones, pero siendo más habituales en el resto de los casos, tratándose de señores más modestos, de bienes de cuantías más modestas. Hablamos de cantidades de dinero líquido entre los 5.000 y unos pocos cientos de maravedís, de cabalgaduras, armas y piezas de arnés defensivo o incluso, más raramente, alguna prenda de vestir que pertenecía a la cámara de su señor. Respecto al armamento citado, cabe señalar, además, que en muchos casos estos criados ya estaban utilizándolo en vida de su señor pese a que esos objetos perteneciesen a éste, como se detalla para muchos de los criados de Juan de Guzmán y Fernán Gutiérrez de Vega con la entrega de caballos, cotas, bacinetes, brazales, manoplas y fojas20. Pero también encontramos, dos situaciones más a tener en cuenta por lo que se refiere a estos afines a la casa señorial. En primer lugar, el reconocimiento de la influencia de algunos de esos criados y vasallos dentro de la estructura de ejercicio del poder señorial, en paralelo a la de los parientes consanguíneos en tanto entre ellos se designaba a una parte de los testamentarios encargados del cumplimiento de las últimas voluntades del testador o incluso de asumir la tutela

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de los hijos menores junto a la viuda, al hijo mayor o algún pariente próximo de especial relevancia. Véase como ejemplos de ello el caso de Luis González, notario, criado de Gonzalo Rodríguez de Ledesma (Doc. 2)21; o el de Gonzalo Muñoz de Madrigal, vecino de Mayorga, y Fernán González de Villapadierna, criados de Fernán Gutiérrez de Vega. En este caso último, ellos fueron junto a don Alfonso de Urueña, abad del monasterio de San Pedro de la Espina – lugar donde Fernán Gutiérrez dispuso su enterramiento y la dotación de una capilla funeraria ricamente engalanada para acoger los restos de sus padres y hermanos y, por ende, de su linaje22– los que recibieron carta de poder de su señor para poder disponer su testamento, dejándose en este caso de lado a cualquier pariente, incluida su mujer o sus dos hijos mayores, Lope de Vega y Fernando de Vega, para los cuales se habían formado sendos mayorazgos (Doc. 5). Ambos casos ilustran cómo, dentro de ese marco de sociabilidad de casa propio de los grupos aristocráticos, la defensa de derechos e intereses del conjunto de personas vinculadas a esa casa y de la propia continuidad de ese marco formalizador e institucionalizador de relaciones de poder señorial que era la casa, más allá del beneficio particular o colectivo del sólo grupo de parientes, podía perfectamente privilegiar a ciertos criados y afines especialmente próximos y de confianza. Por supuesto, como venimos viendo, por encima de las parientes femeninas pero también por encima de muchos de los parientes masculinos, colaterales y entendidos como demasiado jóvenes. El segundo lugar, es preciso atender a la presencia entre estos personajes vinculados al señor y citados en sus testamentos e inventarios de bienes no sólo de dependientes sino también de compañeros y allegados e incluso de sus propios patrones y señores. En la medida que integrados en amplios entramados clientelares al servicio de grandes señores, los miembros de la aristocracia de rangos inferiores e intermedios se van a ver afectados por la sociabilidad de casa de los patrones a los que a su vez prestan servicio y fidelidad. Así, estas relaciones asimétricas, de un sentido no equitativo o de un tenor más horizontal de solidaridad, alianza y comunidad respecto a otros clientes de su señor, van a afectar a la organización de sus propias casas y a los equilibrios de poder internos en el seno de las mismas. Buen ejemplo de ello puede obtenerse de las referencias en el testamento de Juan de Guzmán a las deudas contraídas con Fernán Gutiérrez de Vega durante sus años de servicio militar con sus propios hombres y equipos en Sicilia entre 1415-16 durante el ejercicio como virrey en este reino del infante Juan de Aragón en nombre de su padre, el rey Fernando I (Doc. 3). O, en un tenor similar, en el testamento de Pedro Suárez de Quiñones, en el llamamiento a su propio señor, el infante Fernando, y a Alfonso Enríquez, miembro de la parentela regia, entonces canciller mayor del infante y hacia el que Pedro Suárez reconoce un vínculo de amistad, para que tomen amparo de sus parientes y sus criados y de su mismo heredero, su sobrino Diego Fernández de Quiñones (Doc. 1). Estamos pues ante un reconocimiento implícito de subordinación respecto a un señor que involucra a los herederos del testador en el mantenimiento en el futuro de esa dependencia clientelar de su casa respecto a esos magnates. En términos similares actuó Juan de Guzmán respecto a su primo, el adelantado mayor de Castilla Diego Gómez de Sandoval. Es a él quien reconoce como

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su señor y al nombró como uno de sus testamentarios y como tutor de sus hijas y sucesoras, María e Inés, junto con su esposa Inés de Merlo (Doc. 3). En esta decisión acaso pesó más la posición de poder social en el reino de Diego Gómez y la dependencia clientelar hacia éste que el vínculo de parentesco consanguíneo – por más que este factor pudiera haber influido en la familiaridad de la relación entre ambos aun considerando la diferencia de jerarquías dentro de la misma. Para ir concluyendo, a partir de los ejemplos documentales seleccionados hemos podido observar algunos de los reflejos de la vivencia cotidiana que, en el momento de la muerte del señor, evidenciaba esa sociabilidad de casa en torno a la que se desenvolvía el ejercicio de hegemonía social de la aristocracia en la Castilla bajomedieval. El deceso del “paterfamilias” de esa “casa grande” señorial y los acontecimientos de disposición de sus últimas voluntades y de traspaso generacional de su liderazgo a su heredero eran un momento fundamental en la vida de las parentelas aristocráticas. Sin duda, un instante clave de definición de los vínculos de pertenencia a esa estructura compleja que era la casa señorial, en la que unos de los aspectos más significativos a concretar era la reactualización de los lazos de relación entre las personas que formaban la familia señorial, tanto parientes como dependientes u otros afines. Así, en la Castilla bajomedieval, de un modo no muy distinto a como ocurría en otros lugares del Occidente medieval, la consignación de funciones de cara al cumplimiento de las últimas voluntades, el traspaso de patrimonio a los herederos o la entrega de recompensas, habitualmente en dinero o en forma de objetos con evidente valor utilitario o simbólico (ropas, armas o monturas que fueron de su antiguo señor, llamativamente) a los criados por la continuidad – a menudo durante décadas – del servicio suponen actos explícitos a través de los cuales esas relaciones de interdependencia asimétrica alrededor de la casa señorial toman efecto. En definitiva, aun sin ser el único aspecto a tener en cuenta ni poder dejarse de lado factores de interés material y económico, la lógica de don-contradón, que sostenía cotidianamente la bidireccionalidad de los vínculos de fidelidad y servicio y de patronazgo y retribución entre señores y dependientes, mostraba en situaciones como las aquí estudiadas toda su fuerza. La fuerza de unos vínculos con un claro trasfondo material cuya manifestación y reactualización se dirigía, efectivamente a garantizar la perpetuación de las estructuras de dominación sobre las que la aristocracia de la época basaba su poder social23. NOTAS

1. Vinyoles, Teresa, 1. Respecto a esta definición, fuertemente vinculada a la noción de “dominium” evocada por A. Guerreau, vid. A. Guerreau, Le féodalisme, un horizon théorique. París, Le Sycomore, 1980 (ed. castellano, Barcelona, Crítica, 1984, p. 179-184; J. Morsel, L’aristocratie médiévale. La domination sociale en Occident (Ve-XVe siècle). París, Armand Colin, 2004 (ed. castellano, Valencia, Universitat de València, 2008), p. 170-222, en especial p. 174-184. El debate, no obstante, respecto a la formulación de las relaciones de poder señorial se ha movido en otras ópticas, más fijadas en categorías estructurales y que basculaban entre las tradiciones historiográficas de corte más institucionalista y las propuestas de renovación planteadas desde finales de los años sesenta del siglo XX. Algunos títulos relevantes a este respecto pueden ser J. Mª. Monsalvo Antón, «Historia de los poderes medievales, del Derecho a la Antropología (el ejemplo castellano: monarquía, concejos y señoríos en los siglos XII-XV)», en C. Barros Guimeráns (ed.), Historia a Debate. Medieval, Santiago de Compostela, Historia a Debate, 1995, p. 81-149, en concreto, p. 89-91 y 105-111; P. Iradiel Murugarren, «Señoríos jurisdiccionales y poderes públicos a finales de la Edad Media», en XXIII Semana

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VIDA MATERIAL Y SOCIABILIDAD DE CASA de Estudios Medievales. Estella, 22-26 de julio de 1996: Poderes públicos en la Europa Medieval: Principados, Reinos y Coronas, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1997, p. 69-116, en concreto p. 84-98, 101-111; Mª. C Quintanilla Raso, «La renovación nobiliaria en la Castilla bajomedieval. Entre el debate y la propuesta», en La nobleza peninsular en la Edad Media. VI Congreso de Estudios Medievales. Fundación Sánchez-Albornoz, León, Fundación Sánchez-Albornoz, 1999, p. 255-295; Mª. C. Quintanilla Raso, «El estado señorial nobiliario como espacio de poder en la Castilla bajomedieval», en J. I. de la Iglesia Duarte, (coord.), Los espacios de poder en la España Medieval. XII Semana de Estudios Medievales. Nájera 2001, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2002, p. 245-314. Para una observación más pormenorizada, V. Muñoz Gómez, “Reflexiones en torno a la sociedad feudal y la dominación señorial en la Corona de Castilla durante el final de la Edad Media”, en V. Muñoz Gómez (ed.), Hacer Historia desde el Medievalismo, San Cristóbal de La Laguna (en prensa). 2. A. Mª. Framiñán Santas, A. Presedo Garazo, «Estructuras de parentesco de la nobleza gallega en 1350-1600: una primera valoración», Obradoiro de Historia Moderna, vol. 24 (2005), p. 109-140, en concreto p. 115-121. A partir de ejemplos gallegos de época bajomedieval, no obstante, los resultados son extrapolables a toda la Corona de Castilla, bebiendo en su aproximación a las terminologías antropológicas del parentesco directamente de las advertencias de R. Lane Fox y A. Guerreau-Jalabert sobre la necesidad de un manejo preciso del mismo y adecuado a los objetos históricos analizados. 3. O. Brunner, «La “casa grande” y la “oeconomica” de la Vieja Europa». Prismas. Revista de historia intelectual, vol. 14 (2010), p. 117-136, en concreto para esta cita p. 119 (Disponible en: http://www.scielo.org.ar/scielo. php?script=sci_arttext&pid=S1852-04992010000200001&lng=es&nrm=iso; consultado en 2-IX-2014). La primera versión en castellano de este trabajo apareció en Nuevos caminos de la historia social e institucional. Buenos Aires, Editorial Alfa, 1976, p. 88-99). 4. Estos planteamientos fueron introducidos en España para el análisis del régimen señorial y el rango social aristocrático en la Baja Edad Media y la Alta Edad Moderna a partir de los trabajos de Ignacio Atienza Hernández, fundamentalmente en I. Atienza Hernández, «Pater familias, señor y patrón: oeconomía, clientelismo y patronato en el Antiguo Régimen», en R. Pastor (comp.), Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1990, p. 411-458. 5. El elenco de obras a citar resulta difícil de abarcar. Basta citar aquí algunos ejemplos pioneros como los de M.-C. Gerbet, La Noblesse dans le Royaune de Castille. Etude sur ses structures sociales en Estrémadure de 1454 à 1516, París, 1979, p. 323-330; o I. Beceiro Pita, R. Córdoba de la Llave, Parentesco, poder y mentalidad. La nobleza castellana siglos XII-XV, Madrid 1990, p. 231-250; u otros ejemplos de desarrollo del análisis a partir de estas fuentes y que llegan hasta hoy en día, como los de M. Cabrera Sánchez, Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media, Córdoba 1998, p. 353-393; o M. Á. Ladero Quesada, “Los Guzmán, señores de Sanlúcar, en el siglo XIV”, Historia. Instituciones. Documentos, 36, 2009, p. 229-250, en concreto, p. 238-250; H. Urcelay Gaona, “«Que se llame y tenga apellido y las armas de los Sarmientos». El testamento, fuente privilegiada para el estudio de las bases de reproducción de la nobleza medieval”, en C. González Mínguez, I. Bazán Díaz (eds.), La muerte en el nordeste de la Corona de Castilla a fines de la Edad Media, Bilbao, 2013, p. 103-122. 6. V. Muñoz Gómez, “Domésticos, casa y «afinidad» señorial en la Castilla bajomedieval: ¿una historia sin registros?”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 44-1, 2015 (en prensa). 7. Marqués de Alcedo y de San Carlos, Los merinos mayores de Asturias (del apellido Quiñones) y su descendencia. Apuntes genealógicos, históricos y anecdóticos, 2 vols., Madrid, 1918-1925, Vol. II, 14, p. 20-33; C. Álvarez Álvarez, Catálogo del archivo de los condes de Luna, León, 1977, p. 36-37, docs., 32-35. Esta documentación fue trabajada en profundidad en C. Jular Pérez-Alfaro, “La participación de un noble en el poder local a través de su clientela. Un ejemplo concreto de fines del siglo XIV”, Hispania. Revista española de Historia, 185, 1993, p. 861-884. A efectos prácticos, citaremos desde aquí cada uno de los documentos de forma numérica, correspondiendo éstos al Doc. 1. 8. Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque (ACDAlburq), Ledesma, Cª. 242, leg. 3, nº 3. Es copia dada en Ledesma, 6 de febrero de 1452 del original, otorgado en Ledesma el 30 de mayo de 1420. 9. Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro (BRAH, Salazar), M-62, f. 236-239 r. Fue otorgado en Guadalajara, el 24 de febrero de 1420. 10. BRAH, Salazar, f. 239 v.-245. Se levantó en Valdenebro, 1 de julio de 1420. 11. ACDAlburq, Grajal, Cª. 196, leg. 4, nº. 3, 1435-1436. Se deduce su datación en 1435 en la medida en que la esposa de Fernán Gutiérrez de Vega, María Rodríguez de Escobar, aparece como uno de los testamentarios, habiendo noticia por el posterior inventario de las joyas de ésta que, efectivamente, en septiembre de ese año ya había fallecido ella también. 12. Archivo Municipal de Mayorga, Cª. 469, Carp. 8. Redactado en Mayorga, 21-IX-1435. 13. Archivo Histórico Nacional, Nobleza, Parcent, Cª. 209, nº. 20. Se trata de un testimonio del inventario de 1752, habiéndose realizado el levantamiento del inventario de bienes entre el 9 de noviembre de 1436, en Flores, aldea de la

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Víctor Muñoz Gómez tierra de Ávila, y el 12 de enero de 1437, en la ciudad de Ávila, lugares, entre otros, donde el difunto mariscal poseía diferentes importantes bienes. 14. C. Álvarez Álvarez, El condado de Luna en la Baja Edad Media, León, 1982, especialmente p. 76-83. 15. Respecto a Gonzalo Rodríguez de Ledesma y sus sucesores, F. Hernández González, Raíces de la villa de Sobradillo, Salamanca, 1999, p. 35-39, 60-70, 127-128, 205-210; J. L. Martín Martín, S. Martín Puente (coords.), Historia de Ledesma, Salamanca, 2008, p. 177-199. En cuanto a Álvaro de Ávila, A. Franco Silva, “Los señoríos de Peñaranda de Bracamonte y Fuente el Sol”, en G. del Ser Quijano (coord.), Historia de Ávila. III Edad Media (Siglos XIV-XV), Ávila, 2006, p. 390-407. Sobre los Fernán Gutiérrez de Vega y sus descendientes, Idem, Grajal de Campos, un señorío leonés en la baja Edad Media, Cádiz, 2001. No existen, sin embargo, trabajos que se hayan ocupado expresamente de los Guzmán que se hicieron con el señorío de Valdenebro. 16. Para la consideración del espacio dentro de los territorios de Castilla comprendidos entre las ciudades de Burgos y Toledo como el centro político de la Corona en la primera mitad del siglo XV, F. de P. Cañas Gálvez, “La itinerancia de la Corte de Castilla durante la primera mitad del siglo XV”, e-Spania. Revue interdisciplinaire d’études hispaniques médiévales et modernes, 8, 2009 (disponible en http://e-spania.revues.org/18829; consultado el 10-XI-2014). 17. Así, dentro de esos parientes de Juan de Guzmán citados en los documentos 3 y 4 tenemos a: su mujer Inés de Merlo; las dos hijas de ambos María e Inés; su primo Nuño Ramírez; Teresa, hija su tío Juan Ramírez; su hermano Alfonso de Guzmán y sus hermanas Juan de Guzmán, mujer de Íñigo López de Orozco, señor de Beleña, Mayor Coronel y María Ramírez de Guzmán, monja en el monasterio de las Huelgas de Burgos; Diego Gómez de Sandoval, adelantado mayor de Castilla, citado como su señor y su primo; y por fin Aparicio Martínez, su amo, y Juan González de Valdenebro, bachiller, hijo de Aparicio Martínez y por tanto hermano de leche de Juan de Guzmán. 18. Así, en este mismo caso, fueron señalados por testamentarios de Juan de Guzmán su viuda, su primo el adelantado mayor de Castilla, su primo Nuño Ramírez y su amo y el hijo de éste, además de uno de sus criados llamado, Gonzalo Gómez de Zumel. En cualquier caso, la tutela de sus hijas la otorgó a su mujer Inés de Merlo y a su primo el adelantado (Doc. 3), por más que el cumplimiento de la testamentaría, en último término, quedase en manos de la viuda y del amo Aparicio Martínez (Doc. 4). 19. C. Jular Pérez-Alfaro, “La participación de un noble…”, p. 866, donde se consignan en forma de tabla el conjunto de los legatarios, entre los que se puede citar, entre otros, a Gutierre Delgadillo, a su contador Fernán Martínez, a Luis Gómez de Benavides, a Álvar Díez de Miranda, tenente de Tineo o a toda una serie de parientes de caballeros que murieron sirviéndole en la batalla de Aljubarrota. En general, sobre las retribuciones a estos criados, remitimos al susodicho trabajo. 20. Véase la tabla 5 para ejemplos de estas mandas a criados y otros afines en la documentación relativa a Juan de Guzmán, Gonzalo Rodríguez de Ledesma y Fernán Gutiérrez de Vega. 21. Ya citamos los ejemplos en el caso del testamento de Juan de Guzmán (ver notas 17 y 18). Para el testamento de Gonzalo Rodríguez de Ledesma, entre los testamentarios tenemos a su segunda mujer y viuda Berenguela Gómez y a su hijo mayor Ruy González, entre los parientes, además del citado Luis González, notario, su criado, y Juan Rodríguez, doctor de Salamanca. A su vez, la tutoría y curaduría de los siete hijos tenidos con Berenguela Gómez quedan para ella y su hijo del primer matrimonio Ruy González. Sin embargo, en caso de desavenencias en el cumplimiento del testamento, se señala que queden por testamentarios sólo su hijo y el notario Luis González, quienes asumirían la tutela de esos hijos de Gonzalo Rodríguez y Berenguela Gómez en caso de que ella volviese a contraer matrimonio (Doc. 2). Este tipo de situaciones que limitaban los derechos legales de las mujeres viudas en favor de los parientes varones del grupo familiar eran, por otro lado, normales dentro del derecho castellano de la época y motivos de no pocos conflictos que daban lugar a pleito judicial habitualmente (véase al respecto R. J. González Zalacain, La familia en Castilla en la Baja Edad Media: violencia y conflicto, Madrid, 2013, p. 258-271). El ejemplo que podemos observar aquí muestra cómo, dentro de ese marco de sociabilidad de casa propio de los grupos aristocráticos, el reconocimiento de derechos en beneficio del grupo de parientes pero en realidad del conjunto de personas vinculadas a esa casa, como estructura de relaciones de poder señorial, podía perfectamente privilegiar a ciertos criados y afines especialmente próximos y de confianza. Por supuesto, como venimos viendo, por encima de las parientes femeninas pero también por encima de muchos de los parientes masculinos colaterales y más jóvenes. 22. Sobre la construcción y remodelaciones de la capilla funeraria de los Vega, vid. A. García Flores, J. C. Ruiz Souza, “La capilla de los Vega en el monasterio de San Pedro de la Espina (Siglos XV-XVII)” Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, 9, 1999, p. 77-92. 23. Pese al paso del tiempo, resulta inexcusable remitir a las lecturas ya clásicas de M. Mauss, Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques, París, 1925; y de M. Godelier, L’enigme du don, París, 1996.

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