Venezuela se articula con un mundo cambiante (1930-1960)

Share Embed


Descripción

Venezuela se articula con un mundo cambiante (1930-1960) Ysrrael Camero La década de los treinta estuvo marcada por el impacto de la recesión mundial. El derrumbe del liberalismo no afectó únicamente a la economía, sino que tuvo impacto directo en la misma institucionalidad política liberal. Regímenes democráticos se derrumbaron, especialmente en Europa, dando pie al ascenso de fenómenos autoritarios. La aparición de estos regímenes llevó a la crisis final de la Sociedad de Naciones y al inicio de la II Guerra Mundial en 1939. La crisis económica de la década de 1930 tuvo un impacto político en América Latina, pero el signo de dicho impacto es irregular. Los años treinta y cuarenta se caracterizaron por la turbulencia económica, política y estratégica, por el ascenso de nuevos paradigmas y modelos económicos y políticos, así como la emergencia de los sectores medios, de movimientos nacional-populares, el surgimiento del militarismo moderno y de los partidos comunistas en la región. Es la crisis final de los restos de los regímenes oligárquicos decimonónicos, arrastrados no sólo por la convulsión política, sino también por los inmensos cambios económicos y sociales que la acompañaron. 1.

Venezuela en el escenario mundial y regional.

El lugar de Venezuela se venía transformando desde principios del siglo XX, no sólo por la presencia de la dictadura personal de Juan Vicente Gómez, quien desplazó a un internacionalmente denostado Cipriano Castro del poder en diciembre de 1908, sino por el peso que el petróleo empezaba a tener en su economía y posición internacional. La dictadura de Gómez representó el cierre del ciclo liberal decimonónico venezolano, y el establecimiento de las bases, económicas y sociales, del siglo XX. El gomecismo, como sistema político, se caracterizó por la creación y fortalecimiento de un Estado centralizado autoritario a través de la institucionalización de un Ejército Moderno con un marcado componente andino, la construcción masiva de caminos y la racionalización de la Administración y la Hacienda Pública, así como la reinserción económica y política del país en el capitalismo atlántico a través de las inversiones petroleras. La dilatada paz gomecista trajo consigo la aparición y

2

crecimiento de una nueva burguesía, vinculada al sector comercial importador y al capital extranjero. De esta manera, a pesar de que Venezuela era, en 1930, un país cuya población se dedicaba fundamentalmente a la agricultura, el petróleo se estaba convirtiendo en el factor determinante, no sólo del comportamiento general de la política, sino de su posicionamiento en el escenario geopolítico. En 1928 Venezuela ya era el principal exportador mundial de petróleo. Bajo el dilatado gobierno de Gómez, Venezuela alcanza una nueva inserción en el sistema capitalista mundial, derivado de la penetración de las inversiones extranjeras, principalmente británicas y estadounidenses, en el nuevo negocio de los hidrocarburos. Este factor estructural será determinante en la posición que Venezuela tomará en el escenario internacional. La cercanía con Estados Unidos no solo deriva de la inversión petrolera, sino también obedece a razones históricas, en la génesis del gomecismo jugó un importante papel el apoyo del gobierno estadounidense. A pesar de que Venezuela fue neutral ante la I Guerra Mundial, durante los últimos años de la conflagración la posición del gobierno se acercó a los países vencedores, lo que facilitó el ingreso del país en la Sociedad de Naciones (SDN). 2.

La política exterior del gomecismo.

En el Libro Amarillo, la Memoria y Cuenta que, con regularidad, presentan los Ministros de Relaciones Exteriores al Congreso Nacional, se expresan las grandes líneas de la política exterior durante el período. No tuvo Venezuela una posición internacional destacada durante el gomecismo, sumergida bajo el manto de la represión personal las posiciones de la diplomacia venezolana en el escenario internacional se caracterizarían por una gran prudencia y por su carácter profundamente conservador. Tres factores se proyectan como guías en dicha política exterior, tanto de las relaciones bilaterales como en el escenario multilateral, primero, la presencia de la inversión extranjera en el negocio de los hidrocarburos venezolanos, segundo, un anticomunismo que se expresaba en antisovietismo y, tercero, un alineamiento con Estados Unidos. Es importante destacar que, bajo la paz impuesta por la dictadura gomecista, se construyó una burocracia relativamente estable, este aspecto es evidente en la acción de

3

los funcionarios de la diplomacia y del servicio exterior venezolano. La política exterior durante los últimos años del gomecismo estuvo conducida por el abogado Pedro Itriago Chacín como Ministro de Relaciones Exteriores, quien contaba con la colaboración en el despacho de un cuerpo de funcionarios conservadores y conocedores de la política internacional, entre quienes se encontraban, por ejemplo, Santiago Key Ayala y Lisandro Alvarado. Diógenes Escalante y Caracciolo Parra Pérez, quienes tendrían un papel destacado en la política exterior venezolana luego de la muerte de Juan Vicente Gómez, se encontraban asimismo dentro del cuerpo diplomático a principios de la década de 1930. Bajo el Ministerio de Pedro Itriago Chacín se avanza tímidamente en la profesionalización del servicio exterior, dándole continuidad a los programas de actualización y promoción por méritos diseñados por Esteban Gil Borges durante su presencia como Canciller entre 1919 y 1921. 3.

Venezuela ante la recesión mundial.

El crac de 1929 afectó a la sociedad venezolana fundamentalmente como una economía agraria. La caída de los precios del café, producto de cuya exportación derivaba el ingreso de una parte importante de la población venezolana, descendieron de 265 Bs./oro los cien kilos en 1929 a 61 Bs./oro en 1935–6, similar fue la caída del cacao. En lo que se refiere al petróleo la caída de su precio fue menor, y su duración fue menos prolongada. El déficit presupuestario alcanzó los 50 millones de bolívares en 1931. De tal manera que la recesión de los años treinta trajo consigo el cierre de la larga crisis de la economía agraria, marcando también el inicio de un nuevo ciclo petrolero. Este cambio estructural tiene profundas implicaciones en las relaciones internacionales, no sólo en lo que se refiere a la política exterior, sino también en materia comercial. Entre 1930 y el fin de la Segunda Guerra Mundial la economía venezolana terminaría girando en torno al capital estadounidense, factor que ejercería un gran peso en la diplomacia venezolana. Durante el primer lustro de la década de los treinta la política exterior venezolana reflejó

un importante cambio de percepción dentro de la Cancillería, las acciones

evidenciaron una concepción cada vez más realista y de proyección activa, que se

4

manifestó en el escenario multilateral, tanto en la SDN como en las reuniones panamericanas. 4.

Estados Unidos: el Buen Vecino (1933–1939)

Estados Unidos se convierte en factor influyente en la política exterior de los países latinoamericanos, por lo que los cambios en la diplomacia norteamericana traen consigo una transformación en los patrones de funcionamiento de la política exterior de los países de la región. La debilidad económica relativa de Estados Unidos durante la recesión se vincula con un cambio sustancial en su política exterior frente a la región. La recurrente intervención directa, el big stick, retrocede frente a la noción, defendida por el nuevo Presidente Franklin Delano Roosevelt, de la Política del Buen Vecino, que consistió fundamentalmente en un mayor respeto a la soberanía de los países latinoamericanos junto con una separación entre la diplomacia estadounidense y los intereses de determinados grupos económicos internos, debilitados por la misma recesión. En el marco de dicha política de buena vecindad el gobierno estadounidense desarrollaría tres grandes líneas sobre el hemisferio, primero, la defensa y promoción continental de los valores liberales en materia política y económica, articulados con la suscripción de acuerdos comerciales, segundo, la facilitación de la comercialización de los productos estadounidenses a través de la creación de un Banco de Importación y Exportación y, tercero, la sujeción de los bienes y ciudadanos estadounidenses a la jurisdicción legal de los países en los que operan. Una de las primeras expresiones de la Buena Vecindad fue la declaración del Secretario de Estado de los EEUU, Corder Hull, en la VII Conferencia Interamericana, realizada en Montevideo en 1933, señalando que había sido superado el tiempos del intervencionismo, y que Estados Unidos se sumaba al principio de no intervención defendido por el resto del hemisferio. 5.

Los ejes transversales del período 1936–1958.

La muerte de Gómez marcó el inició de una profunda transformación estructural en la sociedad venezolana. Entre 1936 y 1958 varios ejes transversales recorrieron e influyeron poderosamente en el proceso histórico, determinando tensiones y conflictos,

5

que se expresaron asimismo en la articulación externa, especialmente en su política exterior. En primer lugar, observamos el enfrentamiento entre dos concepciones de la modernización, una fundamentalmente tecnocrática con rasgos autoritarios, en gran parte heredera del positivismo gomecista, y otra, el proyecto democrático, que articuló la transformación técnica con vocación industrializadora, con la creación de una República Liberal Democrática con marcado énfasis en la justicia social en un marco de plenas libertades públicas. Dos instituciones del siglo XX venezolano marcaron dichas tensiones, los partidos políticos democráticos modernos, y las Fuerzas Armadas. En segundo lugar, el peso creciente del petróleo en la economía, al ser por un lado la principal fuente de recursos para la construcción de un Estado en trance de modernización de la sociedad, ser el principal atractivo para las inversiones extranjeras y, finalmente, y convertirse en el recurso que cambió la posición geopolítica de Venezuela. En tercer lugar, y profundamente vinculado con el problema petrolero, las relaciones exteriores se encontraron cada vez más impactadas por el peso de Estados Unidos, no solo en el cuerpo general de las relaciones hemisféricas, sino al convertirse en el origen de la mayor parte de los capitales invertidos. Finalmente, las transformaciones dentro del sistema interamericano, cambiarían el marco general de la vinculación con el resto de los países americanos. Todos estos factores significaron una mayor articulación con escenario internacional, una apertura a un mundo cambiante, así como la modernización y profesionalización del servicio exterior, que se incrementó en tamaño y complejidad. 6.

El inicio de la transición: el gobierno de López Contreras

(1936–1941). En 1936 se inició un período de transición en Venezuela, caracterizado por el inicio de la modernización del Estado, tratando de escapar de la sombra de una dictadura que se extendió por más de 27 años. El gobierno de López Contreras tuvo que afrontar dicho proceso de transformación. El Programa de Febrero, anunciado el 21 de febrero de

6

1936, fue el primer plan de gobierno anunciado públicamente; el Plan Trienal de 1938 se convirtió en la concreción de dicho proceso, de la mano de un nuevo Estado petrolero. En el Programa de Febrero se encuentra una mención a las relaciones exteriores: “la política exterior es el exponente mejor de las energías económicas, intelectuales y morales de la Nación. En punto de relaciones exteriores, cumple al presente Gobierno laborar con asiduidad para mantener dignamente al país en las actividades de la vida internacional, ya sea por medio del desarrollo mutuamente provechoso del trato individual de Estado a Estado, o por una eficaz participación en los organismos internacionales de que Venezuela forma parte”. Pedro Itriago Chacín fue ratificado en el cargo pero, en 1936, en medio de la presión popular contra los principales exponentes del gomecismo, fue sustituido en el cargo por Esteban Gil Borges, quien ejerció un importante papel en la política exterior venezolana durante la totalidad del período de López Contreras. Esteban Gil Borges había nacido en 1879, se desempeñó como joven canciller entre 1919 y 1921, contribuyendo a la profesionalización y modernización del servicio exterior venezolano. Su retorno al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1936 estuvo marcado por tiempos convulsos, tanto en Venezuela como en el mundo. La Cancillería debió tomar posición frente al inminente conflicto bélico planetario que se inició en 1939, así como frente a la Guerra Civil Española, debió presenciar la crisis final de la SDN, así como negociar el Tratado de Reciprocidad Comercial con Estados Unidos y un nuevo tratado fronterizo y de navegación de ríos comunes con Colombia. a.

La Guerra Civil Española.

El estallido de la Guerra Civil Española tuvo un profundo impacto en el debate público venezolano, la posición de las organizaciones políticas reflejaba ideologías claramente defnidas. Las izquierdas, comprometidas con la agenda de transformación democrática en Venezuela, asumían la postura antifascista y apoyaban a la República Española. Las derechas, los sectores más conservadores, y los más vinculados con la Iglesia Católica mostraban sus simpatías con el bando nacional. En 1936, la posición del gobierno de López Contreras, conservador y anticomunista, coincidió con la de la mayoría de los miembros de la SDN, oponiéndose a

7

la solicitud del gobierno republicano español de condenar el alzamiento de los nacionalistas y otorgarle apoyo al legítimo gobierno de España. En 1937, mientras López Contreras reprime internamente a los movimientos de izquierda, la posición de apoyo al “Gobierno Nacional” es ratificada por Venezuela. b.

Venezuela: la salida de la Sociedad de las Naciones.

Venezuela había ingresado en 1920 a la Sociedad de las Naciones, la primera organización multilateral del siglo XX, luego de haber sido invitada a la Conferencia de Paz. La representación venezolana en dicho organismo fue ejercida por César Zumeta, Caracciolo Parra Pérez y Diógenes Escalante entre 1929 y 1931. Venezuela llegó a ocupar una representación en el consejo como miembro no permanente en 1930, correspondiéndole a César Zumeta, durante las 60 y 61 reuniones plenarias, ejercer la presidencia de las reuniones del Consejo. La decadencia de la SDN, evidente en 1931, se aceleró luego de 1936. Esteban Gil Borges, quien había sido Canciller en el momento de ingreso a la organización, había sostenido la conveniencia de permanecer en su seno, siendo defensor de una política multilateral activa para la defensa común de intereses comunes, así como de la necesidad de una asociación de Estados en una comunidad de naciones, en términos de libertad, de solidaridad y de cooperación. Pero, a lo largo de la década de los treinta, la Sociedad de Naciones había profundizado su crisis interna, siendo patente su inutilidad. Venezuela anuncia su retiro de la organización el 11 de julio de 1938. c.

La institucionalidad interamericana ante el conflicto bélico.

En materia de relaciones interamericanas, una de las principales labores del Canciller Gil Borges al asumir sus funciones en 1936 fue la preparación para asistir a la Conferencia Interamericana Extraordinaria para la Consolidación de la Paz, a realizarse durante ese año en Buenos Aires. Caracciolo Parra Pérez, Ministro Plenipotenciario en Londres, viajó a Buenos Aires como jefe de la delegación venezolana. El objetivo de la reunión era fundamentalmente político, alcanzar la definición de la posición común que debían asumir los países del continente americano frente a la crisis mundial. La importancia que el gobierno de Estados Unidos le otorgó a dicha reunión se evidenció en la asistencia personal del

8

Presidente Franklin D. Roosevelt, quien habló de la necesidad de que se adoptaran mecanismos de consulta para la defensa común frente a posibles agresiones externas al hemisferio. A pesar de que Venezuela había venido estrechando lazos con Estados Unidos, durante la reunión la delegación sostuvo una postura distinta a la norteamericana, al rechazar la división del mundo en bloques y solicitar la convocatoria a una conferencia especializada para considerar las reglas y conductas que regirían el ejercicio del principio de neutralidad frente a un probable conflicto europeo. A diferencia de EEUU, en 1936 Venezuela formaba parte de la SDN, y defendía principios que derivaban de dicha pertenencia. Finalmente, la Conferencia adoptó un pacto de consulta para lograr coordinar los distintos instrumentos y mecanismos para el mantenimiento de la paz. Para diciembre de 1938, al realizarse la VIII Conferencia Interamericana en Lima, las condiciones prebélicas se habían agravado. Venezuela propuso, ante la amenaza cierta del inicio de una nueva conflagración mundial, la creación de una organización unificada para la cooperación defensiva y de coordinación ante cualquier agresión contra el continente. A pesar de que la propuesta venezolana no fue acogida en su totalidad, se aprobó la creación de un mecanismo hemisférico de consulta. En los tiempos previos al estallido de la II Guerra Mundial las relaciones con Estados Unidos se harán cada vez más cercanas, este afianzamiento estratégico de las relaciones bilaterales obedecía, por un lado, a la convicción de que sería vital, para EEUU, el papel de Venezuela como abastecedor seguro de petróleo en un escenario de enfrentamiento bélico y, por otro lado, que Estados Unidos ejercería el carácter de potencia de primer orden en la seguridad hemisférica frente a posibles amenazas del bloque nazi-fascista. El activismo diplomático desarrollado por Esteban Gil Borges en las conferencias interamericanas realizadas entre 1938 y 1941, sería fundamental para el establecimiento de esta cercana relación.

9

d.

Tratado de Reciprocidad con los Estados Unidos (1939).

Las profundas transformaciones económicas mundiales posteriores al crac de 1929, y previas al estallido de la Segunda Guerra Mundial, influyeron en un cambio en el signo de la política comercial venezolana, lo que se reflejó en una activa diplomacia económica durante la gestión de Gil Borges. La firma de tratados comerciales bilaterales con países como Noruega, Colombia, Francia, Alemania, Dinamarca, Japón, Portugal, Italia, entre otros, es evidencia de una nueva visión emergente en materia económica y diplomática, que implica el abandono de los patrones ortodoxamente liberales, y se fundamenta en una política de promoción de Venezuela y en la búsqueda de un trato justo y recíproco para los productos venezolanos con los principales socios comerciales. Como parte de esta transformación se negocia un Tratado de Reciprocidad Comercial con Estados Unidos. La relación política y comercial era tradicionalmente cercana, marcada durante las décadas precedentes, y las postreras, por el peso del petróleo. La negociación del Tratado de Reciprocidad Comercial con Estados Unidos, que se inició en 1937, tenía como objetivo el establecimiento de un sistema de mutuas ventajas. Por medio de este Tratado, Venezuela abrió su mercado a las manufacturas estadounidenses, mientras que Estados Unidos garantizó el acceso del petróleo venezolano a su costa atlántica meses antes de que se iniciara la II Guerra Mundial. El tratado fue objeto de importantes críticas, y reflejaba las inmensas asimetrías entre las economías venezolana y estadounidense, mientras que Estados Unidos otorgaba concesiones efectivas sobre catorce productos, Venezuela llegó a otorgar concesiones sobre cerca de un centenar. Al momento de la firma del tratado cerca de noventa por ciento de las exportaciones venezolanas se limitaban al petróleo y al fuel–oil. Luego del debate en la Cámara de Diputados, donde recibió críticas por parte de los sectores de la oposición por la falta de equidad que reflejaba dicho acuerdo hacia el sector productivo venezolano, fue sancionado el 6 de julio de 1940.

10

e.

Tratado de Límites con Colombia (1941).

La negociación y firma del Tratado sobre demarcación de fronteras y navegación de los ríos comunes entre Venezuela y Colombia estuvo marcada por la polémica. El gobierno de López Contreras decidió poner punto final a las múltiples controversias y disputas que habían marcado las relaciones con Colombia en materia de delimitación fronteriza y navegación fluvial. Luego de la decisión arbitral del Consejo Federal Suizo en 1922, desfavorable para Venezuela, dilatadas negociaciones se habían desarrollado durante la gestión de Pedro Itriago Chacín al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores. El canciller Gil Borges le dio continuidad a las discusiones. El 17 de diciembre de 1939 se firmó en Bogotá un Tratado de no agresión, conciliación, arbitraje y arreglo judicial entre Colombia y Venezuela, que establecía la obligación de las partes de recurrir a los medios de solución pacífica de las controversias que pudieran generarse, así como señalaba la designación de una comisión permanente de conciliación. El 5 de abril de 1941 fue firmado en Cúcuta, el Tratado de demarcación de fronteras y navegación de los ríos comunes, entre los representantes del gobierno venezolano, encabezados por el canciller Esteban Gil Borges, y la representación colombiana, liderada por su Ministro de Relaciones Exteriores, Luis López de Mesa. Se celebró después un encuentro, en el puente internacional que une ambos países, de los Presidentes López Contreras y Eduardo Santos. El Tratado fue sometido a un fuerte debate en el Congreso. Recibió duras críticas al señalar que daba por terminadas todas las diferencias en materia de límites, y reconocía como definitivos los trabajos de demarcación de las Comisiones demarcadoras de 1901. Asimismo recibió críticas por el carácter prácticamente secreto de las negociaciones. El tratado finalmente fue aprobado el 17 de junio de 1941, con los votos salvados de los diputados Andrés Eloy Blanco, Pedro José Lara Peña, Rafael Caldera, Germán Suárez Flamerich, Ricardo Hernández Rovatti, Carlos Navas Spínola, y Navarro Méndez; y con los votos negativos de Guglielmi, MartínVegas, Julio De Armas y Pastor Oropeza. El nuevo Presidente de la República, Isaías Medina Angarita, ratificó el tratado el 21 de agosto del mismo año.

11

7.

Neutralidad activa ante la II Guerra Mundial (1939–1941).

El 1º de septiembre de 1939 Hitler invadió Polonia, dando inicio a la II Guerra Mundial. El gobierno venezolano dictó un decreto, el 4 de septiembre de 1939, declarando la estricta neutralidad de Venezuela en el conflicto. Posteriormente se promulgaron un conjunto de decretos reglamentando derechos y deberes derivados de dicha neutralidad. El sistema interamericano reaccionó rápidamente, del 23 de de septiembre al 3 de octubre se desarrolló en Panamá la I Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, para considerar el impacto de la guerra. Los países americanos escogen la neutralidad como posición común. La delegación venezolana, conformada por Santiago Key Ayala y Mario Briceño Iragorry, propone el establecimiento de una zona de neutralidad de trescientas millas en ambos océanos y la creación de un comité jurídico para regular y coordinar la neutralidad. Venezuela había mantenido una posición neutral durante la I Guerra Mundial, pero asumir dicha posición en 1939 tenía implicaciones distintas, al haber cambiado las condiciones del conflicto desde 1918. Venezuela sostuvo, en el Consejo Directivo de la Unión Panamericana y en la reunión de Panamá, la necesidad de que los países americanos realizaran, por consenso, una modificación de la política de neutralidad, dotándola de un sentido que se ajustara a los nuevos tiempos. La propuesta venezolana es aceptada, conformándose un Comité Interamericano de Neutralidad donde Venezuela tuvo un destacado papel. La neutralidad dejó de ser sinónimo de pasividad o aislacionismo, para convertirse en una neutralidad activa, en una política de solidaridad continental. La legislación venezolana para ordenar las condiciones internas del ejercicio de neutralidad se convirtió en modelo para el hemisferio. Desarrollándose la guerra aún en Europa persistía la amenaza de su extensión al continente americano. Esta posibilidad marcó el escenario de realización en La Habana de la II Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en 1940. Durante esta Conferencia Venezuela planteó que cualquier agresión de un estado no americano contra un estado americano sería considerado un acto de agresión contra todos los

12

demás países del continente. Este principio, adoptado por los países americanos, antecede a lo que sostendrá en 1947, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. 8.

La política exterior de Isaías Medina Angarita (1941–1945).

La transición venezolana no abrió cauces veloces al ejercicio efectivo de la democracia durante el gobierno de López Contreras. A pesar de la presión de los sectores democráticos por la elección del Presidente por votación universal, directa y secreta, la sucesión presidencial se ejecutó en el marco de la institucionalidad heredada del gomecismo, con lo que ella tenía de conservadora y autoritaria. De esta manera, el Ministro de Guerra y Marina de López Contreras, militar y andino, se convirtió en el nuevo Presidente. Pero sólo hasta allí todo transcurrió dentro del guión acordado. El Presidente Isaías Medina Angarita sorprendió, tanto a quienes temieron su ascenso como a quienes lo respaldaron. Con Medina la transición asumió una mayor velocidad, el talante liberal del nuevo Presidente se expresó en su acción política y en la vigencia plena de las libertades públicas. Caracciolo Parra Pérez, intelectual, historiador, educador y diplomático, fue Ministro de Relaciones Exteriores durante casi la totalidad del gobierno de Medina Angarita. Parra Pérez tenía una dilatada vida diplomática antes de ocupar el cargo de Canciller, experiencia que le fue muy útil al momento de asumir la responsabilidad de coordinar la política exterior venezolana en una coyuntura tan compleja. Durante su gestión le correspondió asumir la posición de Venezuela ante la II Guerra Mundial y participar en la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como inaugurar la diplomacia presidencial directa. La búsqueda de la solidaridad hemisférica, el fortalecimiento del sistema interamericano y de los vínculos de fraternidad entre las naciones americanas fueron política permanente durante el gobierno de Isaías Medina Angarita, no sólo en las reuniones multilaterales del sistema interamericano sino también en las visitas presidenciales a varias capitales del continente.

13

a.

Venezuela en el escenario de extensión y finalización de la II

Guerra Mundial (1941–1945). Isaías Medina Angarita asumió la Presidencia el 5 de mayo de 1941. Durante los primeros meses de su gestión se mantuvo la política de neutralidad activa que había sido proclamada por Venezuela en el seno del sistema interamericano. Será luego de que Estados Unidos reciba el ataque directo en Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, cuando la institucionalidad hemisférica se ponga en funcionamiento para incorporar a la mayoría de las naciones del continente a la II Guerra Mundial. Siguiendo la posición que fue propuesta por Venezuela en la Conferencia de La Habana de 1940, y que fue asumida por el resto de las repúblicas americanas en la Declaración XV de dicha conferencia, al convertirse la agresión a Estados Unidos en un ataque contra todo el hemisferio, se convocó una III Reunión de Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores, la cual se iniciaría en Río de Janeiro el 15 de enero de 1942. Se esperaba que la ruptura de relaciones con las potencias del Eje se concretara como una posición conjunta de las naciones americanas en dicha reunión, pero el Presidente venezolano acordó el rompimiento en la sesión del Gabinete del 30 de diciembre de 1941, anunciándolo públicamente el 1º de enero de 1942. El gobierno sustentó su decisión en los principios generales del derecho internacional así como en los pactos interamericanos suscritos en las conferencias de Buenos Aires en 1936, de Lima en 1938 y de La Habana en 1940. Hay que agregar la situación especial en la que se encontraba Venezuela al extenderse el escenario de la guerra al hemisferio: el carácter estratégico que tenía el petróleo venezolano para los Aliados la hacía susceptible al ataque de los submarinos alemanes cuya presencia ya era evidente en el Caribe. La ruptura de relaciones no implicó una declaración de guerra inmediata, pero conllevó una modificación de los instrumentos legales promulgados por López Contreras que regulaban la neutralidad activa, adecuando la legislación a la nueva situación. Incluso desde el momento en que Estados Unidos había entrado en la guerra las condiciones de la neutralidad venezolana se habían modificado sustancialmente, un

14

Decreto del 12 de diciembre de 1941 consideraba no aplicables las normas de neutralidad a los países americanos en guerra con países no americanos. Con el objetivo de conseguir una Declaración unánime de las repúblicas americanas la actividad desplegada por el Canciller Parra Pérez en la Conferencia de Río de Janeiro fue particularmente intensa, así como su cercanía política al Secretario de Estado de EEUU, Summer Wells. La reunión, que se extendió entre el 15 y el 28 de enero de 1941, adoptó una posición favorable a la ruptura de sus relaciones diplomáticas y económicas con Alemania, Japón e Italia, resolviendo además la creación de una Comisión Asesora para la Defensa Política y de una Junta Interamericana de Defensa. Nuevos hechos estrecharon aún más las relaciones entre Venezuela y EEUU, llegando a establecer una cercana colaboración militar. El 14 de febrero de 1942 Venezuela sufrió directamente el impacto directo del conflicto bélico, submarinos alemanes torpedearon 7 tanqueros que transportaban petróleo venezolano desde el lago de Maracaibo con dirección a las refinerías de Aruba y Curazao. El 19 de abril los alemanes atacaron las instalaciones de la Royal Dutch-Shell en la Bahía de Bullen, en Curazao. Estos ataques tuvieron importantes consecuencias, ante el peligro que implicaba el traslado de la guerra submarina a las aguas del Caribe venezolano se suspendió el transporte de crudo, lo que condujo una reducción de la producción petrolera, desde un tope de 228 millones de barriles producidos en 1941 a 148 millones de barriles en 1942, con la consiguiente reducción de los ingresos de divisas. Conforme se desarrolla la guerra, la importancia estratégica del petróleo venezolano para movilizar la maquinaria aliada se incrementa de manera sustancial, profundizándose los vínculos diplomáticos con las potencias occidentales, especialmente con EEUU. Dicha relación tendrá varios vasos comunicantes, Venezuela será proveedor confiable y seguro de hidrocarburos para la potencia americana, mientras que las importaciones y los capitales estadounidenses inundarán el mercado venezolano, lo que se consolidará al finalizar la guerra. En 1943 Venezuela se adhirió a la Carta del Atlántico, y en enero de 1944 Medina realizó una visita oficial de cuatro días a EEUU, reuniéndose con el Presidente Roosevelt y entrando en contacto, además, con representantes de sectores empresariales y

15

financieros. Durante toda la gira Medina ratificó la solidaridad venezolana con la defensa de los valores democráticos que encabezaba EEUU contra el fascismo. El gobierno había postergado la ocasión de declarar el estado de guerra contra Alemania, Italia y Japón, al considerar que el mínimo peso militar de Venezuela en el conflicto haría de esta iniciativa un gesto inútil que, además, rompería con la tradicional vocación pacífica venezolana. Sin embargo, para principios de 1945 la guerra ya se encontraba decidida a favor de los aliados, las conversaciones para configurar la institucionalidad de posguerra se encontraban avanzadas, la fundación de una organización internacional que sustituyera a la SDN se encontraba en la médula de la nueva arquitectura mundial, y la pertenencia a esta nueva organización requería la declaración de guerra contra el Eje. Las presiones se incrementaron sobre el gobierno venezolano. El Canciller Caracciolo Parra Pérez planteó en una reunión del consejo de ministros, el 8 de febrero de 1945, la conveniencia de proceder a la declaración de guerra para evitar la exclusión de Venezuela de la conferencia fundacional de la nueva organización mundial. El 15 de febrero de 1945 salió publicado en la Gaceta Oficial el reconocimiento de Venezuela del estado de beligerancia contra Alemania y Japón. Apenas cinco días después el gobierno venezolano se adhiere a la declaración de las Naciones Unidas, aprobada por el Congreso Nacional el 14 de junio. Un aspecto particular es digno de mención, el 14 de marzo de 1945 se realizó una reunión entre Diógenes Escalante, embajador de Venezuela en Washington, y Andrei Gromyko, embajador soviético en EEUU con el objetivo de, en el marco de la política aliada, establecer relaciones diplomáticas entre Venezuela y la Unión Soviética. Para Venezuela, la II Guerra Mundial representa una importante coyuntura ya que, por un lado, es la superación final de la tradicional relación que existía con Europa Occidental y, por otro lado, representa la cercana vinculación, política, económica y militar con EEUU como potencia hemisférica. b.

La diplomacia presidencial directa.

Un entramado internacional marcado por la confrontación bélica significó una gran presión diplomática sobre todo el sistema interamericano. Ante estos nuevos retos el

16

Canciller Parra Pérez empleó como uno de sus principales métodos de trabajo en las relaciones hemisféricas: el contacto personal directo, tanto Presidencial como entre los Ministros de Relaciones Exteriores. Las visitas presidenciales fueron precedidas por similar acción del Canciller Parra Pérez durante 1942, al finalizar la Conferencia de Río a finales de enero emprendió una visita oficial al Brasil, en junio visitó Estados Unidos y México y, entre octubre y noviembre viajó a Argentina, Uruguay, Chile, Ecuador y Panamá. En 1943 la Cancillería organizó una serie de visitas oficiales del Presidente Medina por los países bolivarianos, esta importante gira presidencial se realizó entre el 17 de julio y el 15 de agosto de dicho año, el Presidente venezolano visitó Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá. Antes de su periplo bolivariano el gobierno había recibido, durante 1942, la visita oficial del Presidente del Perú, Manuel Prado, en mayo, del Presidente Alfonso López de Colombia en octubre, y del Presidente ecuatoriano, Carlos Arroyo del Río en diciembre. En marzo de 1943 Venezuela recibió al Presidente Enrique Peñaranda de Bolivia y a Higinio Moriñigo, Presidente del Paraguay, en julio del mismo año, entre otros. La referida visita oficial del Presidente Medina a EEUU en enero de 1944 completó la agenda. c.

La diplomacia petrolera ante la Ley de Hidrocarburos de 1943.

Durante su gobierno Medina continuó con el proceso de modernización y fortalecimiento del Estado, la unificación del régimen de concesiones y de la legislación petrolera era uno de los asuntos pendientes que el gobierno decidió resolver, imponiendo a las compañías petroleras extranjeras la obligación de establecer en Venezuela su contabilidad, y abriendo la posibilidad de pechar el ingreso de las mismas compañías concesionarias hasta por la mitad de su renta. El carácter estratégico del petróleo venezolano durante la II Guerra Mundial le otorgó un mayor margen de maniobra al gobierno de Medina frente a EEUU en materia petrolera. La aprobación de la Ley de Hidrocarburos de 1943 se realizó en un momento en el cual el flujo petrolero venezolano era determinante para el triunfo del ejército aliado.

17

El gobierno medinista consideró que la reforma de la legislación petrolera debía ser fruto de un proceso de negociaciones y acuerdos, tanto con las compañías concesionarias como con los buenos oficios de la diplomacia de Estados Unidos, del Reino Unido y de Holanda, a través de la construcción de un conjunto de consensos entre los intereses en juego. A través de la acción del Procurador General de la República, Gustavo Manrique Pacaníns, el gobierno inició un conjunto de consultas con las empresas concesionarias, que posteriormente se extendió al exterior. El Procurador viajó a Washington en marzo de 1942, siendo invitado por el Departamento de Estado para exponer el resultado de sus gestiones con las petroleras. A pesar de los esfuerzos del gobierno se generaron roces y tensiones entre aquellas compañías extranjeras que pretendían mantener las condiciones ventajosas con las que habían contratado las concesiones y un gobierno convencido de la necesidad de cambiar y unificar el régimen por uno más equitativo y justo para el Estado venezolano. Dichas tensiones derivaron en un conjunto de litigios legales, aumentando con ello el nivel de tensión entre las compañías petroleras y el Estado venezolano. La confrontación causó preocupación en los gobiernos estadounidense y británico, ya que podía comprometer la posición internacional del gobierno venezolano frente al conflicto bélico. En medio de este difícil escenario el Presidente Medina se dirige directamente al Presidente Roosevelt, para que reciba al Procurador quien le informaría respecto al estado de las negociaciones. El gobierno estadounidense entró en contacto con las compañías petroleras y éstas reanudaron sus conversaciones con el Estado venezolano. Francis Corrigan, embajador de Estados Unidos en Venezuela, tuvo un importante papel en las conversaciones, tanto con el gobierno venezolano, como con las mismas empresas concesionarias petroleras. Luego de una importante polémica la nueva Ley de Hidrocarburos fue aprobada por el Congreso Nacional y promulgada el 13 de marzo de 1943.

18

d.

La fundación de la Organización de las Naciones Unidas.

Para 1944 la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial era prácticamente un hecho, por lo que el grueso de las preocupaciones de los dirigentes de las potencias victoriosas se dirigía en darle forma a un nuevo orden mundial que, en primer lugar, expresara la nueva correlación de fuerzas geopolíticas, en segundo término, evitara una nueva recaída en la violencia bélica, y en tercer lugar, abriera cauces a un nuevo modelo de desarrollo político, económico y social que se vislumbraba emergiendo por encima de las cenizas de la guerra. Este nuevo orden mundial tendría un cuerpo institucional político y económico. El aprendizaje del fracaso de la Sociedad de las Naciones fue un importante elemento para dar los primeros pasos en la constitución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En la Conferencia de Teherán, realizada entre el 28 de noviembre y el 1º de diciembre de 1943, Franklin D. Roosevelt propuso por primera vez la idea de constituir una nueva organización mundial. Entre el 22 de agosto y el 28 de septiembre se realizó la Conferencia de Dumbarton Oaks, en la que representantes de EEUU, la URSS y el Reino Unido redactaron un documento plasmando las ideas fundamentales sobre la nueva institución. El 8 de noviembre de 1944, Estados Unidos convocó una reunión de los representantes diplomáticos americanos para intercambiar opiniones respecto a dicho documento. Diógenes Escalante, como Embajador venezolano en Washington, respecto a las propuestas de Dumbarton Oaks, plasmó en un documento las objeciones e ideas de Venezuela, donde, entre otras cosas, se criticaba que la propuesta parecía marcar una regresión hacia un sistema de alianzas permanentes entre las grandes potencias, excluyendo los derechos y aspiraciones de las pequeñas y medianas naciones. Esta crítica al predominio de un pequeño grupo de países, así como la concentración de los poderes reales en el Consejo de Seguridad, se convertiría en una posición de principio de Venezuela hasta la realización de la Conferencia de San Francisco en 1945. Esta discusión también fue llevada al escenario del sistema interamericano. La Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz, llamada también Conferencia de Chapultepec, celebrada a partir del 21 de febrero de 1945, tuvo como

19

objetivo principal sentar las bases para la creación de una organización hemisférica que superara la Unión Panamericana y se ajustara a los cambios derivados del fin de la II Guerra Mundial, así como reflexionar sobre el papel del hemisferio en el nuevo orden mundial. Durante su intervención en la Conferencia, Caracciolo Parra Pérez sostuvo que en la organización mundial, sobre la que se conseguiría la paz futura, América Latina tendría un importante papel, agregando que, para evitar el retorno de los tiempos catastróficos se debía tomar en cuenta que el nuevo orden mundial tendría que sostenerse sobre los principios de la justicia y la igualdad entre los Estados, principios de una “democracia internacional” en la búsqueda de un equilibrio mundial establecido sobre bases sólidas. Los acuerdos de la Conferencia fueron recogidos en el Acta de Chapultepec y en la Declaración de México, reflejando varios de los aportes de la activa diplomacia venezolana. La defensa del mantenimiento de la institucionalidad del sistema interamericano fue una posición especialmente defendida por Venezuela en esta reunión, lo que asimismo se reflejaría en el seno de la primera reunión de las Naciones Unidas, realizada días después. Durante la Conferencia de San Francisco, realizada entre el 25 de abril y el 26 de junio de 1945, 51 estados suscribieron la Carta fundacional de la ONU. Caracciolo Parra Pérez, quien encabezaba la delegación venezolana, se dirigió a la plenaria de la Conferencia el 1º de mayo de 1945, abogando porque principios defendidos por Venezuela, que se habían convertido en parte sustancial del sistema interamericano, se incorporaran a la Carta de las Naciones Unidas, entre estos la igualdad absoluta entre los Estados, el respeto a la integridad territorial, el principio de no intervención, la obligación de recurrir a los medios pacíficos para la resolución de las controversias internacionales y el no reconocimiento de la anexión territorial sin el consentimiento previo y libre de la población interesada; igualmente abogó por una organización más democrática e igualitaria. El Ministro de Relaciones Exteriores ratifica la propuesta, debatida previamente en el seno de las reuniones interamericanas, de la creación de una Corte Internacional de Justicia. Finalizando la Conferencia de San Francisco, el gobierno venezolano suscribió, el 26 de junio de 1945, la Carta de las Naciones Unidas.

20

9.

El trienio octubrista: diplomacia, democracia y desarrollo

(1945–1948). Inmediatamente después de la caída de los regímenes fascistas parece crearse un breve momento de democratización. En el marco de estas profundas transformaciones mundiales y regionales, en Venezuela fue derrocado el gobierno de Isaías Medina Angarita por una confluencia de un partido político moderno, Acción Democrática (AD), con un sector de la oficialidad media de la Fuerza Armada, abriendo paso a un proceso de democratización acelerada y conflictiva. Son años de ruptura en Venezuela, ruptura política generacional y en materia de modelos y paradigmas. Con el ascenso de AD al poder se pone en práctica un programa democrático–reformista de izquierda nacionalista que se había generado como contrapoder entre la década de los treinta y los cuarenta. Los principales dirigentes de AD habían participado activamente en las luchas contra el gomecismo, diseñando el programa democrático de la izquierda no comunista en Venezuela, configurándose como la principal organización de oposición al lopecismo y al medinismo. Como organización tenía una concepción del sistema internacional que, partiendo de un antifascismo democrático originario, la llevó a apoyar a la República Española en el exilio, AD había desarrollado una tesis americanista que contribuyó a dar forma a la política exterior del Estado venezolano durante el trienio 1945–1948. El pensamiento internacional de AD había transitado diversas etapas, desde una posición interamericana contra la amenaza del totalitarismo, partiendo de una postura antifascista, entre 1941 y 1942, AD asumió, entre 1943 y 1945, posturas nacionalistas con rasgos latinoamericanistas. Existe una relación cercana entre el programa puesto en práctica entre 1945 y 1948 y su articulación externa, especialmente con América Latina. La política exterior desarrollada es la expresión internacional de este programa, de carácter democrático, reformista y modernizador, que hace de la “independencia económica”, del desarrollo en democracia y de la lucha por una América Latina integrada ejes centrales de su acción. Durante el trienio la diplomacia venezolana asume un carácter abiertamente programático, por ejemplo, como parte de su compromiso con la democracia la Junta

21

Revolucionaria de Gobierno no solo rompió relaciones con el régimen franquista, sino que además otorgó reconocimiento al gobierno de la República española en el exilio. Hubo avances en la modernización del servicio exterior durante el período, el 1º de abril de 1946 se promulgó el Estatuto de la Caja de Previsión Social del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el 27 de abril de 1946 se dictó el Estatuto del Personal del Servicio Exterior de los Estados Unidos de Venezuela, lo que permitía la creación efectiva de la carrera diplomática. La Comisión de Estudios Internacionales fue creada el 1º de julio de 1948, instalándose el 16 de septiembre. Hasta la toma de posesión del escritor, intelectual y dirigente Rómulo Gallegos como el primer Presidente de la República democráticamente electo, el 15 de febrero de 1948, las responsabilidades del Ministerio de Relaciones Exteriores estuvieron en manos del jurista Carlos Morales, quien ejerció el cargo como encargado en 1945, y de Gonzalo Barrios, uno de los más importantes dirigentes de AD. En febrero de 1948 Rómulo Gallegos designó como Canciller al destacado intelectual, Andrés Eloy Blanco, pero éste apenas duró nueve meses en el cargo, ya que Gallegos fue derrocado el 24 de noviembre. Viniendo de una acción de facto la primera preocupación del régimen octubrista fue lograr su reconocimiento internacional. El derrocamiento de Medina tomó por sorpresa a las principales cancillerías del mundo, la preocupación era evidente en el Departamento de Estado de Estados Unidos, debido al creciente papel que el petróleo venezolano tenía en la economía norteamericana. Un factor podía agregarse a dicha preocupación, AD había asumido una postura contraria al otorgamiento de nuevas concesiones petroleras durante la discusión en torno a la Ley de Hidrocarburos de 1943, lo que hacía temer una posible nacionalización. El nuevo gobierno despejó pronto las dudas, y el 29 de octubre de 1945, luego de un conjunto de consultas con varios países latinoamericanos, y con las principales compañías petroleras, Estados Unidos reconoció a la Junta Revolucionaria de Gobierno.

22

a.

Las

“buenas

compañías”:

promoción

y

defensa

de

la

democracia. El carácter programático de la política exterior desarrollada por la Junta Revolucionaria de Gobierno y bajo la Presidencia de Rómulo Gallegos se hace especialmente evidente en las acciones de promoción y defensa de la democracia. Las rupturas de relaciones con Rafael Leonidas Trujillo, dictador dominicano, y con el régimen dictatorial de Anastasio Somoza, se presentaron como parte de una política para cercar a los regímenes autocráticos del continente. En los distintos escenarios bilaterales y multilaterales el gobierno venezolano insistió en la necesidad de la construcción de un “cordón profiláctico” alrededor de los regímenes dictatoriales americanos, concebido como una manera de consolidar el sistema democrático. El término de “buenas compañías” para definir esta política fue utilizado por Andrés Eloy Blanco, con posterioridad esta posición será conocida como la Doctrina Betancourt. La política de aislamiento contra los regímenes autoritarios estuvo acompañada con un acercamiento a los regímenes democráticos de la región, especialmente a los gobiernos de Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás en Cuba, a la Revolución de Octubre guatemalteca y al Presidente Juan José Arévalo. De igual manera hubo un apoyo a movimientos democráticos regionales, con especial énfasis en el Caribe. En un contexto internacional que estaba mudándose con rapidez de la alianza antifascista a la política de bloques y bipolaridad, típica de la Guerra Fría, esta posición sostenida por AD chocaba contra la diplomacia anticomunista defendida por los sectores más conservadores de Estados Unidos. b.

Un nuevo modelo: las

relaciones internacionales

en la

Constitución de 1947. La democratización impulsada desde la Junta Revolucionaria se expresó en la realización de la Asamblea Nacional Constituyente de 1947, marcada por la hegemonía política de Acción Democrática. La Constitución sancionada el 5 de julio de ese año, de carácter programático, representó un importante salto cualitativo en materia de derechos políticos y democratización, consagrando la masificación del voto, expandiendo

23

la ciudadanía plena a analfabetos y mujeres, incorporando asimismo un conjunto de derechos sociales. En lo que se refiere a política internacional dicho texto consagra principios fundamentales que regirían las relaciones de Venezuela con los países del continente americano y con el resto del mundo. En el Preámbulo se establece constitucionalmente el compromiso de Venezuela con la paz y el progreso, con los métodos pacíficos para la resolución de los conflictos internacionales, el repudio a la guerra y al abuso del poder económico como instrumentos de política internacional, se proclama la defensa de la soberanía y el respaldo al principio de la autodeterminación de los pueblos y se reconoce el derecho internacional como regla para garantizar los derechos del hombre. Por primera vez en el constitucionalismo venezolano, el texto de 1947 contiene un capítulo dedicado a las relaciones internacionales, donde se establecen, entre otras cosas, principios destinados a la cooperación en materia de seguridad y defensa de la comunidad internacional, la obligación de la aprobación parlamentaria para otorgarle validez a los tratados internacionales, así como el carácter obligatorio de la inclusión en los acuerdos internacionales de una cláusula relativa al uso de las vías pacíficas para la solución de controversias. c.

El nuevo orden mundial y Venezuela.

Los años posteriores a la II Guerra Mundial fueron testigos de la reconstrucción de la economía internacional, incluyendo sus instituciones y las pautas del comercio exterior trastornadas por las incidencias de la Depresión de la década de los treinta y por la destrucción de la conflagración bélica. La incorporación de Venezuela al nuevo sistema internacional, nacido de las cenizas de la guerra, se encuentra en el centro de las acciones de la Cancillería durante el trienio. En el Libro Amarillo de 1946, presentado a la Asamblea Nacional Constituyente el 20 de enero de 1947 por el Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Morales, se destaca la incorporación de Venezuela al sistema de las Naciones Unidas, por medio de la ratificación de la Carta y del Estatuto de la Corte Permanente de Justicia Internacional, así como la adhesión a los Acuerdos de Bretton Woods sobre el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y de Fomento.

24

El sistema interamericano fue objeto de un especial énfasis en la diplomacia, en la presentación del Libro Amarillo, que Andrés Eloy Blanco realizó en 1948 ante el Congreso Nacional, señala que “el propósito esencial que guió la política exterior del país fue el de situar es un terreno de positivo y concreto acercamiento nuestras relaciones internacionales y el de estimular particularmente nuestro intercambio en todos los terrenos con las Repúblicas Americanas en que mantenemos representación política”. Venezuela sostuvo asimismo una posición vertical proclive a la autodeterminación de los pueblos, anticolonialista, acompañando activamente los programas de descolonización en el continente americano, incluyendo la independencia de Puerto Rico. La Conferencia Interamericana para el mantenimiento de la paz y la seguridad continental se realizó en Río de Janeiro entre agosto y septiembre de 1947. Esta reunión representa un hito fundamental dentro de la construcción del sistema de seguridad hemisférica de posguerra, y por ende, dentro de la transición de América Latina a la dinámica propia de la Guerra Fría, ya que durante su realización se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Si bien los principios de seguridad colectiva del TIAR habían estado presentes durante la II Guerra Mundial, la Guerra Fría le otorgaría un nuevo sentido, la amenaza comunista en un escenario de bipolaridad planetaria se convertía en la prioridad hemisférica. En esta reunión la delegación venezolana, presidida por el Canciller Carlos Morales, fue numerosa y activa. La participación de Rómulo Betancourt, encabezando la delegación venezolana en la IX Conferencia Interamericana, realizada en Bogotá del 30 de marzo al 2 de mayo de 1948, fue particularmente destacada. Esta reunión tuvo un carácter fundacional dentro del sistema interamericano. En dicha Conferencia fue creado el moderno sistema interamericano, con la Organización de Estados Americanos, que sustituyó a la antigua Unión Panamericana, y el Banco Interamericano de Desarrollo, que evidenció la emergencia de una nueva concepción de la economía en el continente. En Bogotá, como parte de una política de defensa de la democracia, Betancourt sostuvo la necesidad de aislar a los regímenes autocráticos del continente, así como señaló que el colonialismo debía extinguirse del hemisferio.

25

d.

La búsqueda del desarrollo: política exterior económica.

La articulación

existente entre el desarrollo

nacional y

las

relaciones

internacionales, en tiempos de redefinición de las estructuras e instituciones de la economía mundial, parece convertirse, para los responsables de la política exterior económica entre 1945 y 1948, en un ejercicio voluntario de proyección de una agenda democrática de desarrollo e industrialización para América Latina, la “independencia económica” no era una agenda exclusiva para Venezuela. Desde esta posición de latinoamericanismo y nacionalismo democrático partirán las líneas generales de la política exterior venezolana en la discusión que, en torno a las nuevas estructuras económicas internacionales y a las nuevas pautas institucionales del comercio internacional, se desarrollará entre 1945 y 1948. En lo que se refiere al nuevo sistema mundial, los escenarios de esta discusión van desde las nacientes Naciones Unidas, hasta la Conferencia sobre el Comercio y el Empleo realizada en La Habana entre 1947 y 1948; dentro del sistema interamericano el espacio de la discusión se desarrollará entre la Conferencia de Río de Janeiro y la IX Conferencia Internacional Americana, realizada en Bogotá en 1948. En el escenario económico americano Venezuela sostuvo, de manera especialmente activa, la necesidad de que se desarrollara un programa hemisférico, equivalente al Plan Marshall, para alcanzar el desarrollo pleno de las economías latinoamericanas. Esta posición motivó el rechazo de Estados Unidos, creando momentos de tensión en las discusiones económicas durante las reuniones del sistema interamericano. La noción nacionalista de “independencia económica” se puede relacionar, en su articulación externa, que le otorga patrones realistas de sustentabilidad, con la vocación latinoamericanista de la política exterior, lo que se expresa en la búsqueda de la unidad de los países democráticos de la América Latina en torno a una agenda de desarrollo que le permitiera participar de manera más autónoma y activa en el comercio internacional, incorporándose tanto en los procesos de industrialización como en la mejoría del nivel de vida de la población, rompiendo con la dependencia del comercio de materias primas. El apoyo que Venezuela le otorga a la labor de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), creada en 1948, y a la propuesta de crear una Corporación

26

Interamericana de Fomento puede ser entendida como evidencias de esa convicción. Otro enlace importante entre la política económica del trienio y su política exterior, en materia comercial, se encuentra ubicado en un rasgo de su política petrolera, señalado por Rómulo Betancourt en Venezuela, política y petróleo la “concurrencia de Venezuela como entidad autónoma, al mercado internacional de petróleo, vendiendo directamente sus ‘regalías’. En 1947 las Naciones Unidas convocan una conferencia especial para definir los nuevos patrones del comercio mundial, la Conferencia sobre el Comercio y el Empleo realizada en La Habana entre noviembre de 1947 y marzo de 1948, la Carta de La Habana pretendía definir las formas de la economía mundial, incluyendo, no sólo el GATT, sino también la Organización Internacional de Comercio. Venezuela participa activamente en dicha Conferencia, haciendo esfuerzos para preservar la unidad de los países latinoamericanos frente a los industrializados y defendiendo diversos instrumentos del Estado para proteger el sector manufacturero latinoamericano útiles para avanzar en una política de industrialización. Durante la IX Conferencia Internacional Americana emerge de un concepto desarrollo económico y un modelo de industrialización por sustitución de importaciones para los países latinoamericanos. Esta reunión generaría una importante discusión sobre el desarrollo americano y un Convenio Económico que podía determinar sus formas e instituciones. Tratando de superar las limitaciones de la redacción de dicho convenio, la Delegación venezolana apoya la convocatoria de una conferencia especial de carácter económico, donde se establecería un plan de fomento de “nuestras economías devastadas”, así como la creación de una Corporación Interamericana de Fomento con amplias facultades, acompañando igualmente la propuesta de creación del Banco Interamericano de Desarrollo. Venezuela suscribió el Convenio Económico de Bogotá con reservas, al igual que muchos países, señalando que no se aceptaría la preeminencia de los tratados o convenios internacionales sobre el texto de su Constitución ni se admitiría otra jurisdicción para las inversiones extranjeras, que la de sus propios tribunales.

27

Rómulo Betancourt, ante la elección de la ciudad de Caracas como sede de la X Conferencia, pronuncia un discurso de cierre. Reivindica dos ideas básicas de los documentos de Bogotá: la garantía del ejercicio de las libertades públicas y la reforma social “con definido propósito de realizar la justicia económica” y critica el Convenio Económico de Bogotá, al considerar “no se ha ido más allá de la formulación de normas legales y de enunciados teóricos”. En la política exterior diseñada entre 1945 y 1948 existe una articulación entre la unión económica, la política de diversificación industrial y de fomento económico, que confluye en el objetivo económico central, la búsqueda de la “independencia económica” tanto nacional como regional. Una expresión de la concepción latinoamericanista la podemos encontrar en las iniciativas grancolombianas, confluencia de políticas de los gobiernos de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela: la creación de la Flota Mercante Grancolombiana, la realización en Quito de la Conferencia Económica Grancolombiana el 24 de julio de 1948 y la firma de la Carta de Quito el 9 de agosto del mismo año. La denominación oficial de la Carta de Quito fue “Convenio para llegar al establecimiento de la unión económica y aduanera grancolombiana”, y creaba un sistema institucional, la Organización Económica Grancolombiana, que llevaría a la negociación posterior de un tratado de integración, dichas iniciativas serían infructuosas. Para Venezuela la noción de desarrollo económico emerge indisolublemente ligada a los procesos de industrialización por sustitución de importaciones y a la construcción de una democracia de masas, articulada a través de grandes organizaciones políticas policlasistas, del pueblo organizado, en un marco capitalista progresista donde la extensión de los derechos políticos y sociales a las masas se considera indispensable para alcanzar la configuración de una sociedad capitalista moderna que implica la independencia económica de las naciones. e.

El problema petrolero en la diplomacia octubrista.

Desde su fundación Acción Democrática había hecho de la política petrolera uno de los ejes fundamentales de su programa político de transformación económica de Venezuela. Para los fundadores del partido socialdemócrata una política de

28

modernización e industrialización de la economía venezolana pasaba por una mayor presencia del Estado en la explotación e industrialización del petróleo. Desde el Plan de Barranquilla de 1931, quienes luego serían fundadores de AD, habían sostenido que las concesiones petroleras otorgadas debían revisarse y que el Estado venezolano debía adueñarse progresivamente de la propiedad y gestión de dicha industria. El voto salvado de Juan Pablo Pérez Alfonso en la discusión en torno a la Ley de Hidrocarburos de 1943 marcó una pauta para la política petrolera futura del Estado venezolano. Estos precedentes determinaron una recurrente preocupación, tanto de las compañías petroleras extranjeras, concesionarias del petróleo, como de las distintas cancillerías de los países importadores del hidrocarburo durante todo el trienio. Rómulo Betancourt señala en Venezuela, política y petróleo que la política petrolera desarrollada durante el trienio, articulada con una política de desarrollo económico industrializador, podía resumirse en ocho simples fórmulas: la elevación de los impuestos dentro del capitalismo (1), la concurrencia autónoma de Venezuela en el mercado internacional del petróleo a través de la venta de sus regalías (2), el cese radical del otorgamiento de las concesiones petroleras a los particulares, lo que implicaba la creación de una empresa estatal de petróleo (3), la industrialización del hidrocarburo dentro del país, organizando una refinería estatal (4), la conservación del recurso (5), la reinversión de las utilidades en la economía agropecuaria (6), la mejora de los salarios y de las condiciones de vida de los trabajadores (7) y, lo que era núcleo fundamental, la inversión de lo que se obtenga por concepto de impuestos en la creación de “una economía diversificada y propia” (8). Cada uno de estos lineamientos tenía profundas implicaciones en las relaciones internacionales de Venezuela, y a esto tuvo que responder la política exterior venezolana. Desde octubre de 1945 se conformó una tensa relación triangular entre el gobierno adeco, las compañías petroleras extranjeras y el gobierno de EEUU, lo que se convirtió en un aspecto clave para entender la dinámica diplomática, política y económica de la primera gestión de Acción Democrática en el poder, como lo muestra Margarita López Maya en su obra EEUU en Venezuela: 1945–1948. A las iniciativas del gobierno seguían diversas reacciones y presiones de las empresas concesionarias sobre las representaciones diplomáticas de sus países de

29

origen, especialmente de EEUU, a lo que continuaban reuniones de representantes del cuerpo diplomático con autoridades del gobierno revolucionario. El sorpresivo decreto 112, del 31 de diciembre de 1945, que establecía un impuesto extraordinario sobre las rentas de las compañías petroleras provocó un flujo de comunicaciones que reflejó esta creciente tensión. Estos conflictos y conversaciones siguieron desarrollándose durante todo el período, mientras AD continuaba con la aplicación de su política modernizadora, el gobierno apoyaba a los sindicatos de los trabajadores petroleros para la firma de convenios colectivos, con aumento progresivo de los impuestos, hasta la aprobación del fifty–fifty en 1948. Los “Convenios Rockefeller” representan una parte interesante de las relaciones entre Estados Unidos, las empresas petroleras y el gobierno revolucionario. En el ímpetu de diversificar la economía, el gobierno impulsó la reinversión de una parte de las utilidades petroleras, por parte de las mismas compañías concesionarias, en otros rubros económicos. Como parte de esta política se crea la Corporación Venezolana de Economía Básica, promovida por el empresario y político estadounidense Nelson Rockefeller, agrupando los aportes de capital de la Creole, la Royal Dutch Shell y la Mene Grande, para la construcción de un conglomerado de empresas dedicadas al agro y la alimentación. Esta iniciativa levantó agrias polémicas con los sectores de la izquierda comunista. En el marco de la vinculación entre diplomacia, política petrolera y política económica, en septiembre de 1946 visita Estados Unidos una misión económica oficial, presidida por Juan Pablo Pérez Alfonso, en su carácter de Ministro de Fomento, acompañado, entre otros, por el Presidente de la Corporación Venezolana de Fomento, Alejandro Oropeza Castillo, con el fin de adquirir maquinarias para la modernización del agro venezolano. Durante la visita se reúnen con funcionarios del gobierno de Estados Unidos para promover la idea de reinvertir los beneficios del petróleo en la diversificación de la economía venezolana.

30

f.

Bajo el manto de la Guerra Fría: la democracia truncada.

En medio de crecientes tensiones entre civiles y militares, el 15 de febrero de 1948, Rómulo Gallegos, primer Presidente electo por el voto universal, directo y secreto de todos los venezolanos, tomó posesión de su cargo como Jefe de Estado. El acelerado proceso de democratización desarrollado por AD en el bienio precedente tuvo un carácter hegemónico que motivó la creciente preocupación de los sectores más conservadores, quienes presionaron a los militares para deponer a Rómulo Gallegos del poder. El discurso anticomunista fue utilizado por los sectores conservadores como instrumento para atacar a Acción Democrática. En julio de 1948, por invitación de Harry Truman, se inicia una gira de 11 días de Rómulo Gallegos por EEUU. A pesar del éxito de la gira, el gobierno de Estados Unidos no respaldó la recién instalada democracia venezolana cuando los militares derrocaron a Gallegos el 24 de noviembre de 1948. La política de la Guerra Fría tuvo un peso mayor que cualquier sensibilidad democrática dentro de la diplomacia estadounidense. El carácter programático y de ruptura democrática de la política exterior desarrollada por los gobiernos venezolanos entre el 18 de octubre de 1945 y el 24 de noviembre de 1948, es un antecedente importante para comprender las características de la política exterior desarrollada durante las cuatro décadas de la democracia. Muchos de los lineamientos de la diplomacia octubrista estarán presentes durante los gobiernos democráticos posteriores a 1958, especialmente en lo que se refiere a la promoción y defensa de la democracia en el continente. Principios generales de política exterior defendidos entre 1945 y 1948 se incorporarán posteriormente en el Programa Mínimo Común que acompañará al Pacto de Puntofijo de 1958 y en la Constitución de 1961. 10.

La dictadura militar y sus relaciones exteriores en el marco de

la Guerra Fría (1948–1958). A finales de la década de los cuarenta el escenario internacional se encontraba marcado por la bipolaridad de la Guerra Fría, el sistema interamericano se encontraba cubierto bajo un manto de la política anticomunista, promovida desde el gobierno de Estados Unidos, y el militarismo se reforzaba en diversos países del continente.

31

Dentro de los órganos de decisión de la diplomacia estadounidense se superaron los tiempos del “Buen Vecino” de Roosevelt, las tensiones existentes entre el Departamento de Estado y el Pentágono en materia de política hemisférica, parecían estarse decidiendo a favor de la posición anticomunista más reaccionaria, acrecentando la desconfianza frente a los movimientos democráticos de la región y propiciando un mayor apoyo a los regímenes de fuerza con rasgos anticomunistas. Este fue el contexto del derrumbe del gobierno de AD. La misma oficialidad media que había derrocado a Medina Angarita tres años antes decidió expulsar del poder a Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948, dando fin al breve experimento democrático e iniciando casi una década de dictadura militar. La década militar pasó por dos etapas claramente diferenciadas, entre el 24 de noviembre de 1948 y finales de 1952 el gobierno parece cubrirse tras un discurso de provisionalidad, incluso las autoridades militares señalan en diversas ocasiones su voluntad de retornar a Venezuela a un régimen democrático. Esta retórica de provisionalidad no impidió la generalización de la dura represión, del asesinato, la expulsión y censura contra la disidencia, la ilegalización de AD y del PCV, así como de la Confederación de Trabajadores de Venezuela. El proceso electoral del 30 de noviembre de 1952 dio inicio a una segunda etapa, marcada por el peso personal de Marcos Pérez Jiménez dentro de la estructura militar, y el impulso de un denominado Nuevo Ideal Nacional con que el dictador pretendía dirigir una modernización desarrollista desde el control de la institución armada, propiciando la construcción de un capitalismo de Estado con rasgos tecnocráticos y autoritarios, un pretorianismo militar que tendría una expresión exterior vinculada al anticomunismo impulsado por Estados Unidos. Entre el derrocamiento de Rómulo Gallegos en 1948 y octubre de 1952 el Ministerio de Relaciones Exteriores estuvo encabezado por Luis Emilio Gómez Ruiz, abogado de dilatada trayectoria diplomática, quien además era primo hermano de Carlos Delgado Chalboud, presidente de la Junta Militar de Gobierno asesinado en noviembre de 1950. Fue sustituido en 1952 por Aureliano Otáñez, quien ejerció el cargo de Canciller hasta 1956. José Loreto Arismendi, abogado, ocupó el cargo entre 1956 y 1958.

32

Finalmente, en medio de la crisis terminal de la dictadura Carlos Felice Cardot ejerció el cargo entre el 10 y el 23 de enero de 1958. El proceso de modernización del servicio exterior continuó durante la década militar, en aplicación del Estatuto promulgado en 1946, se establece la primera lista de funcionarios de carrera, clasificados por categoría, el 11 de octubre de 1951. Siguiendo el texto de Freddy Vivas Gallardo los fundamentos teóricos de la política exterior del pretorianismo conservador estuvieron vinculados con la retórica nacionalista militar, el acercamiento geopolítico al escenario internacional y el énfasis en un proceso industrializador guiado por la Fuerza Armada, con una creciente participación de capitales privados, nacionales o foráneos. a.

Del reconocimiento al cambio geopolítico de la

Guerra Fría. Siendo un gobierno de facto la primera preocupación de la Junta Militar fue alcanzar el reconocimiento internacional. Los gobiernos de Juan Domingo Perón en Argentina y de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, fueron los primeros en reconocer al nuevo gobierno. La prioridad del gobierno militar fue lograr el reconocimiento del gobierno estadounidense. El Presidente Rómulo Gallegos, expulsado de Venezuela con destino a Cuba el 23 de diciembre de 1948, a su llegada a La Habana hizo acusaciones directas contra el agregado militar estadounidense por su presencia durante la conjura militar, apelando también al gobierno demócrata de Harry Truman para que no reconociera al gobierno de facto instalado en Caracas. Por su parte, el gobierno militar venezolano mostraba a la política de AD como una potencial amenaza radical. Carlos Delgado Chalbaud, Presidente de la Junta Militar de Gobierno, denunció ante el gobierno estadounidense el “radicalismo” de la política petrolera de AD, asegurando que no solo se respetarían las concesiones petroleras existentes sino que se otorgarían nuevas. El gobierno estadounidense condicionó el reconocimiento al anuncio de la celebración de elecciones libres dentro de un plazo razonable. El 21 de enero de 1949 Estados Unidos reconoció al gobierno militar venezolano.

33

Varios casos marcaron los primeros días de las relaciones exteriores de la dictadura. El 1º de diciembre de 1948 Rómulo Betancourt logra refugiarse en la Embajada colombiana, otorgándosele posteriormente el asilo político. Betancourt saldrá hacia Estados Unidos el 23 de enero de 1949. Las tensiones generadas alrededor de los exiliados y asilados generó controversias con varios países de la región, llegando incluso a suspenderse las relaciones con Chile. La Junta Militar anuncia la reanudación de las relaciones diplomáticas con el régimen franquista de España el 4 de abril de 1949, que habían sido rotas por el régimen octubrista, y con la dictadura trujillista dominicana. b. El carácter pendular de la relación con Estados Unidos. El vínculo con Estados Unidos fue particularmente cercano, al articularse la política anticomunista promovida hemisféricamente desde Washington con la política autoritaria desarrollada por la dictadura militar durante el mismo período, pero esta vinculación tuvo un carácter más pragmático que ideológico. Dicha cercanía estratégica y geopolítica no impidió la recurrencia de coyunturas pendulares que marcaban una particular autonomía. Con ocasión del estallido de la Guerra de Corea, en junio de 1950, se afianzaron las relaciones entre el gobierno militar y Estados Unidos, al ratificarse el carácter estratégico del petróleo venezolano en el escenario de la Guerra Fría. En esa coyuntura Venezuela suscribió las medidas que contra el comunismo promovió Estados Unidos en el hemisferio americano, con el objeto de fortalecer la defensa continental frente a la amenaza externa o la infiltración interna. La doctrina de seguridad hemisférica promovida desde Estados Unidos se correspondió con la represión y persecución interna desarrollada por el gobierno militar. Posteriormente, durante el transcurso de la dictadura militar venezolana el ascenso de Dwight Eisenhower y del Partido Republicano a la Presidencia en 1952, señaló un afianzamiento de la política hemisférica anticomunista, y el inicio de la gestación de la doctrina de Seguridad Nacional. La conversión de la política hemisférica de Estados Unidos en una extensión de su política de seguridad nacional, caracterizada por una paranoia anticomunista evidenciada en el fenómeno macarthista, marcó las relaciones con América Latina.

34

Tres coyunturas son una muestra de una relativa autonomía frente a Estados Unidos. Con ocasión de una serie de motines que estallaron en Guyana Británica en octubre

de 1953

Venezuela

ratificó

su

tradicional posición

favorable

a

la

autodeterminación de los pueblos y contraria la existencia del colonialismo en América. En la reunión de los Jefes de Estado del hemisferio americano realizada en Panamá entre el 21 y el 22 de julio de 1956, el gobierno venezolano propuso la creación de un Fondo Económico Internacional de ayuda para el desarrollo de los países latinoamericanos, lo que contaría con la oposición del gobierno de Eisenhower. Finalmente, la aprobación de la Ley sobre mar territorial, plataforma continental, protección de la pesca y espacio aéreo en 1956, que ratificaba la posición venezolana de considerar las 12 millas náuticas como la anchura del mar territorial. c. La solidaridad entre dictaduras: la primera “internacional de las espadas”. En este contexto la generalización de los regímenes dictatoriales anticomunistas creó las condiciones para un nuevo marco de solidaridad intergubernamental entre los dictadores de la región, en su común reacción contra los movimientos democráticos. Las cercanas relaciones, tanto bilaterales como en el escenario multilateral, entre los gobiernos de Marcos Pérez Jiménez de Venezuela, Juan Domingo Perón de Argentina, Anastasio Somoza de Nicaragua, Rafael Leonidas Trujillo de República Dominicana, Manuel Odría de Perú, así como la particular relación con el dictador cubano Fulgencio Batista fueron objeto de recurrentes críticas. La relación con el Dictador Rojas Pinilla de Colombia fue menos cercana, más allá de la colaboración política en la persecución contra los exiliados, ya que dicho vínculo estuvo marcado por el amago de confrontación directa alrededor de los islotes de Los Monjes, que motivó el ejercicio de la soberanía venezolana de manera activa por las fuerzas militares. De igual manera, en el escenario de la confrontación regional caribeña de dictadura – democracia, los conflictos del régimen militar fueron recurrentes con los gobiernos democráticos de Carlos Prío Socarrás en Cuba, hasta su derrocamiento en marzo de 1952, y de José Figueres en Costa Rica, por dar éstos refugio a los exiliados venezolanos, quienes desarrollaban actividades políticas en búsqueda del retorno a la democracia.

35

La confrontación del gobierno perezjimenista contra José “Pepe” Figueres, Presidente de Costa Rica, provocó incluso una disputa coyuntural con Estados Unidos. En mayo de 1954, el gobierno venezolano, en colaboración con las dictaduras dominicana, nicaragüense y peruana, conspiró activamente para provocar el derrocamiento, tanto de Jacobo Arbenz, como de Figueres. El Secretario de Estado, John Foster Dulles, advirtió que postergaran cualquier iniciativa al respecto hasta la realización de la X Conferencia Interamericana en Caracas. El gobierno guatemalteco cayó meses después, mientras que Figueres completaría su período en el gobierno. Estados Unidos decidió, en desagravio, por la falta de apoyo en la iniciativa contra Figueres, otorgarle a Pérez Jiménez la “Legión del Mérito” en noviembre de 1954, entre otras cosas por su lucha anticomunista. d. La revisión del Tratado Comercial con Estados Unidos (1952). En agosto de 1952 se realizó una modificación del Tratado de Reciprocidad Comercial firmado con Estados Unidos en 1939. A grandes rasgos, se introdujeron tres cambios fundamentales de dicho acuerdo. En primer lugar, se modificó la lista nº1, eliminando algunos pocos productos que ya se producían o eran susceptibles de producirse en Venezuela, generalmente por las mismas compañías transnacionales, mientras se incluían otros 89 productos estadounidenses que entrarían libremente en Venezuela. En segundo lugar, se incluyó la Cláusula “de Escape”, que abría la posibilidad de establecer restricciones a las importaciones de algún producto que lesionara la producción interna de alguna de las partes. La “Cláusula de Escape” fue utilizada por Estados Unidos para restringir la importación del petróleo venezolano en años posteriores, debido a la fuerte presión que los petroleros de la Asociación Americana de Productores Independientes ejercían sobre su gobierno. Venezuela hizo uso de dicha cláusula, especialmente a partir de 1959, para establecer un esquema de protección al sector industrial nacional. El establecimiento de una política comercial proteccionista se compaginó, de esta manera, con una política de industrialización dirigida desde el Estado, enfocada en el desarrollo de industrias pesadas y semipesadas.

36

En tercer lugar, se alcanzó un nuevo trato para el petróleo venezolano, disminuyendo sensiblemente los aranceles de importación estadounidenses. Esta ventaja fue aprovechada principalmente por las compañías concesionarias extranjeras establecidas en Venezuela, quienes ampliaron de manera importante sus ganancias. e. La X Conferencia Internacional Americana (1954). La cercanía entre el gobierno militar venezolano y el republicano de Estados Unidos durante la dictadura se hizo evidente durante la realización de la X Conferencia Interamericana en Caracas en 1954. Esta reunión del sistema interamericano fue el escenario para legitimar la invasión y derrocamiento del gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala, dando fin a la Revolución de Octubre guatemalteca, que se había extendido por una década. La realización de la Conferencia de Caracas fue utilizada por el gobierno militar para mostrar la eficiencia técnica de la dictadura, así como la paz y la prosperidad que reinaban en la ciudad capital venezolana bajo el Nuevo Ideal Nacional. En esta Conferencia se aprobaron dos convenciones sobre asilo que marcaron pauta en el sistema interamericano, y dos resoluciones anticolonialistas, con el voto de la delegación venezolana, en correspondencia con la tradicional posición de Venezuela en apoyo al principio de la autodeterminación de los pueblos. f. El problema petrolero en la agenda exterior de la dictadura. Dos circunstancias motivaron la preocupación del gobierno venezolano sobre la explotación petrolera desde el inicio del gobierno militar. La caída de Rómulo Gallegos y los primeros meses del gobierno de facto coincidieron con una caída de los precios y de los volúmenes de exportación del petróleo, derivado de una sobreproducción mundial previa. El precio del barril de crudo descendió de 2,5 a 1,15 dólares entre noviembre de 1948 y junio de 1949, y hubo una reducción del 25% en el volumen de petróleo exportado a Estados Unidos en los primeros cuatro meses de 1949, respecto al mismo período del año precedente. Esta reducción se vinculaba a su vez con el inicio de la masiva explotación del petróleo del Medio Oriente, lo que impactaba sobre la posición estratégica de Venezuela ante Estados Unidos.

37

La Junta Militar de Gobierno respondió con varias acciones políticas, por un lado fortaleciendo su vínculo político y económico con Estados Unidos, anunciando un proceso de apertura petrolera en 1949, que culminó en la entrega de concesiones de 1956; en segundo lugar, desarrolló una activa diplomacia petrolera, que se expresó en el envío de una misión al Medio Oriente en 1949, el rechazo a la política de restricciones petroleras de 1950 y con la realización de la Primera Convención Nacional en 1951. La misión al Medio Oriente estuvo a cargo de Edmundo Luongo Cabello, Luis E. Monsanto y Ezequiel Monsalve Casado. Siguiendo el texto de Rivas Aguilar, el objetivo fundamental de esta iniciativa era establecer una vinculación directa con los países del Medio Oriente exportadores de petróleo, para convencer al liderazgo árabe de la mutua conveniencia de impulsar un diálogo transparente respecto al futuro del mercado petrolero, abriendo la posibilidad de crear un mecanismo conjunto de seguimiento y coordinación. El problema de las restricciones petroleras por parte de Estados Unidos, establecidas por la promulgación de la denominada Ley Simpson en 1950, también preocupó al gobierno venezolano, quien desarrolló una agresiva diplomacia en contra de su aplicación, contando con la activa y cercana colaboración de compañías petroleras norteamericanas, como la Creole y la Shell quienes rechazaron la iniciativa frente al Congreso estadounidense. La inauguración de la Primera Convención Nacional en 1951 tuvo como objetivo mostrar a los delegados petroleros la evolución y las posibilidades de la explotación de los hidrocarburos venezolanos. Delegados del Medio Oriente, miembros de los grandes carteles petroleros, de las denominadas siete hermanas, así como productores independientes asistieron a dicha Convención. En el marco de dicha reunión se potenció la apertura petrolera de Venezuela. Dos eventos reforzarían el carácter estratégico del petróleo venezolano frente a Estados Unidos, mejorando las condiciones para el ejercicio de una activa diplomacia petrolera venezolana. En primer lugar la Guerra de Corea, entre 1950 y 1953, volvería a mostrar a Venezuela como un vital aliado político y energético de la potencia estadounidense. En segundo lugar, la crisis del Canal de Suez en 1956 creó dudas

38

respecto a la estabilidad del surtido de petróleo del mundo árabe; durante dicha crisis Venezuela se fortaleció como una potencia petrolera segura y confiable, llegando a incrementar su producción en cuatrocientos mil barriles diarios. Ambas coyunturas fueron aprovechadas por Venezuela, generando una cantidad ingente de ingresos para el Estado venezolano y propiciando el acceso a capitales estadounidenses. La entrega de las concesiones petroleras de 1956 contrastó con la política sostenida por AD durante el trienio octubrista, y fue rechazada en carta pública de Juan Pablo Pérez Alfonso, quien consideró que perjudicaba el desarrollo autónomo de la economía venezolana. g. La dictadura hacia el aislamiento. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue el único escenario multilateral donde el gobierno militar enfrentó una importante resistencia, hasta retirarse de dicha organización en 1955. Desde 1950 las relaciones entre la Junta Militar de Gobierno y la OIT se había caracterizado por una creciente tensión, en mayo de ese año se emitió un primer memorándum de dicha organización protestando contra la persecución de la dictadura contra el movimiento sindical, debido a la disolución de la Confederación de Trabajadores de Venezuela en febrero de 1949 y de varios sindicatos petroleros en mayo de 1950. Las tensiones con la OIT fueron creciendo durante el lustro posterior, en gran parte avivadas por las continuas denuncias de varias organizaciones sindicales mundiales, tales como la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) y la American Federation of Labor, promovidas por la dirigencia sindical venezolana, que resistía en el exilio o en la clandestinidad contra la dictadura militar. Los eventos ocurridos alrededor de la realización de la V Reunión del Comité de la Industria Petrolera de la OIT en Caracas en mayo de 1955 fue el motivo de la expulsión de Venezuela. A esta reunión asistían representantes patronales, sindicales y gubernamentales de 16 países. Durante el discurso de Adrianus Vermelen, representante de los trabajadores, éste denunció la persecución y encarcelamiento contra los dirigentes sindicales, exigiendo su libertad. La reacción del gobierno fue ordenar su expulsión a

39

Curazao, lo que llevó a la no continuación de las sesiones de la reunión. El 3 de mayo de 1955 Venezuela se retiró de la organización. El derrocamiento de Juan Domingo Perón en Argentina, el 19 de septiembre de 1955, marcó el inicio de un cambio en el escenario internacional, adverso a las dictaduras. El gobierno venezolano decidió otorgarle el asilo territorial al líder argentino, mientras el nuevo gobierno austral iniciaba una presión continua sobre Venezuela para que expulsara a Perón del país. Estas presiones finalizarían en la ruptura de relaciones entre Argentina y Venezuela en julio de 1957. En noviembre de ese mismo año Chile rompió relaciones con el gobierno militar venezolano, luego de ser violentada la inmunidad diplomática del Agregado Civil de la embajada chilena. A principios de 1958 Venezuela había roto relaciones con cuatro países del hemisferio americano, Costa Rica, Uruguay, Chile y Argentina. 11.

La emergencia democrática (1958).

A mediados de la década de los cincuenta las dictaduras latinoamericanas parecen vivir tiempos de inestabilidad, mientras que los movimientos democráticos parecen tomar mayor fuerza, el mencionado derrocamiento de Perón en 1955, los asesinatos del dictador nicaragüense Anastasio Somoza en 1956, y de Castillo Armas en 1957, la caída de Gustavo Rojas Pinilla tras un acuerdo entre liberales y conservadores en Colombia, son acontecimientos que acrecientan la presión sobre la dictadura militar liderada por Marcos Pérez Jiménez en Venezuela. Los movimientos democráticos venezolanos habían desarrollado una intensa actividad en el escenario internacional contra la dictadura venezolana prácticamente desde el derrocamiento de Gallegos en 1948. Conforme las dictaduras latinoamericanas se debilitaban los escenarios internacionales se abrían a la disidencia democrática. El 2 de junio de 1957, en Nueva York, se reunieron el ex Presidente Rómulo Gallegos, Gonzalo Barrios, Rómulo Betancourt, líderes fundamentales de AD, con Jóvito Villalba e Ignacio Arcaya, dirigentes de Unión Republicana Democrática para coordinar esfuerzos conjuntos contra el gobierno militar de Pérez Jiménez y redactar un documento conjunto con COPEI. Esta política de unidad de las fuerzas cívicas y democráticas se expresó también internamente, con la constitución de la Sociedad

40

Patriótica para coordinar las acciones de la resistencia, que incorporó también al Partido Comunista de Venezuela. El aislamiento internacional del gobierno de Marcos Pérez Jiménez era creciente a fines de 1957. El gobierno militar se derrumbó el 23 de enero de 1958, pero una transición a la democracia estaba lejos de encontrarse asegurada, las dificultades políticas y económicas del año 1958 desembocaron en la firma de un acuerdo político entre las fuerzas democráticas, el Pacto de Puntofijo, el 31 de octubre, suscrito por los principales dirigentes de AD, COPEI y URD. Este pacto fue acompañado de un Programa Mínimo Común, suscrito por los candidatos presidenciales el 6 de diciembre, un día antes de los comicios presidenciales. En este Programa Mínimo Común se encuentran las líneas fundamentales de la política exterior del proyecto democrático, incluyendo la vocación latinoamericanista, los valores como la paz y la cooperación internacional, el apoyo al principio de la autodeterminación de los pueblos, la resolución pacífica de los conflictos, y la realización plena de la democracia dentro del sistema interamericano, entre otros. Estas líneas serían ratificadas en las disposiciones programáticas presenten en el texto de la Constitución de 1961.

41

Ministros de Relaciones Exteriores (1930–1960) Gobierno

Ministro de Relaciones Exteriores Juan Vicente Gómez (1908–1935) Pedro Itriago Chacín (1921–1936) Eleazar López Contreras (1936–1941) Pedro Itriago Chacín (1936) Francisco Arroyo Parejo (1936) Esteban Gil Borges (1936–1941) Isaías Medina Angarita (1941–1945) Caracciolo Parra Pérez (1941–1945) Gustavo Herrera (1945) Junta Revolucionaria de Gobierno (1945–1948) Carlos Morales (1945) Gonzalo Barrios (1945–1948) Rómulo Gallegos (1948) Andrés Eloy Blanco (1948) Junta Militar de Gobierno (1948–1952) Luis Emilio Gómez Ruiz (1948–1952) Marcos Pérez Jiménez (1952–1958) Luis Emilio Gómez Ruiz (1952) Aureliano Otáñez (1953–1956) José Loreto Arismendi (1956–1958) Carlos Felice Cardot (1958) Junta de Gobierno (1958–1959) Oscar García Velutini (1958) René De Sola (1959) Rómulo Betancourt (1959–1964) Ignacio Luis Arcaya (1959–1961) Marcos Falcón Briceño (1961–1964)

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.