¿Vamos a las PASO, por afuera o con lista de adhesión?: Estrategias de disidencia en el peronismo tras la reforma política (2011 y 2013)

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Descripción

Ponencia preparada para el XII Congreso Nacional de Ciencia Política, organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político y la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 12 al 15 de agosto de 2015.

Título de la Ponencia: “¿VAMOS A LAS PASO, POR AFUERA O CON LISTA DE ADHESIÓN?: ESTRATEGIAS DE DISIDENCIA EN EL PERONISMO TRAS LA REFORMA POLÍTICA (2011 y 2013)” Autor: Lic. Fernando Domínguez Sardou (Pontificia Universidad Católica Argentina/Universidad Nacional de San Martín, e-mail: [email protected]) SIMPOSIO: REFORMA POLÍTICA Y OBSERVACIÓN ELECTORAL Área Temática: Política Comparada Sub-áreas temáticas: - Política comparada y Reforma Política. - Partidos Políticos y Sistemas Electorales.

¿VAMOS A LAS PASO, POR AFUERA O CON LISTA DE ADHESIÓN?: ESTRATEGIAS DE DISIDENCIA EN EL PERONISMO TRAS LA REFORMA POLÍTICA (2011 y 2013) Lic .Fernando Domínguez Sardou (UCA/UNSAM) E-mail: [email protected] RESUMEN En los últimos años las diversas facciones del peronismo se separaron ocasionalmente del partido para competir por cargos en elecciones, sin dirimir internamente la selección de candidaturas. El presente trabajo intentará dilucidar si la introducción de la ley de Elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias repercutió en la manifestación electoral de las facciones del peronismo. Para ello, se compara lo ocurrido en procesos electorales anteriores con las elecciones de los años 2011 y 2013.

ABSTRACT In recent years diverse factions of the Peronist party occasionally split to compete for positions in elections, without settling the selection of candidates internally. This paper will attempt to determine whether the introduction of a new Simultaneous and Compulsory Primary election system affected the way Peronist factions compete electorally. To do this, this paper compares what happened in previous elections with elections of 2011 and 2013.

INTRODUCCIÓN. Un peronismo dividido y una reforma política. El Justicialismo no es un partido político homogéneo, sino que dentro del mismo, las diversas facciones1 tienen mayor relevancia pública que en el resto de los partidos. Particularmente, en las elecciones del 2007, las mismas adquirieron relevancia, ya que fue notoria su manifestación electoral: diversas facciones del peronismo compitieron electoralmente por los mismos cargos, sin dirimir dentro del Partido Justicialista las

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Entendiendo facción como “cualquier grupo relativamente organizado que tiene existencia dentro del contexto de algún otro grupo y el cual…compite con rivales por ventajas de poder dentro del grupo mayor del cual es parte” (Bettcher, 2005:340)

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candidaturas2. En muchos casos, después de las elecciones, estas facciones que se presentaban como partidos políticos distintos, apoyaron a sus otrora rivales, e integran nuevamente el mismo movimiento. Este fenómeno fue estudiado de modo extenso por Facundo Galván (2007, 2008, 2009, 2011), quién sostiene que el mismo, en líneas generales, se da fundamentalmente por un desacuerdo en el mecanismo de designación de los candidatos que integrarían las listas definitivas que se presentarían en elecciones(2007:4). Cuatro meses después de la derrota del oficialismo, liderado por Néstor Kirchner, a manos del peronista disidente Francisco de Narváez en 2009, el Poder Ejecutivo propició la sanción de la ley nro. 26.571, denominada “Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral”, la cual introduce varios cambios en el sistema electoral argentino, estableciendo un sistema de “Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias” (de aquí en adelante, P.A.S.O.): toda lista que quiera presentarse en elecciones para Presidente y Vice, Senadores Nacionales y Diputados Nacionales, deberá presentarse previamente en una elección y enfrentarse a los otros candidatos que se presenten por su partido o alianza. En caso de no tener contrincantes internos, de todos modos se deberá presentar a esta elección y participar en la misma, ya que se introdujo un umbral consistente en el tres por ciento (3%) de los votos válidos emitidos en el distrito para el cual se presentase. Aquel partido que no supere este umbral no podrá acceder a la elección general. Asimismo, la ley introduce variadas reformas en el sistema electoral, como la conformación de los padrones, el diseño de la boleta de sufragio, modificaciones a la ley de partidos políticos, y particularmente, el cambio radical de la financiación de las campañas y la difusión de las mismas por medios audiovisuales. Diversos autores, como Duverger (1957), Sartori (1976, 1994) y Lijphart (1987, 1992) le otorgan, en diversa medida, un rol clave al sistema electoral a la hora de moldear el sistema de partidos de un país. Si seguimos las premisas de las teorías institucionalistas de la elección racional, descriptas con sumo detalle por Pippa Norris (2004), y acorde con las propias conclusiones a las que arriba la autora (pp. 251-264) es evidente que la modificación de las reglas formales influye en el comportamiento 2

Ejemplos de esto son lo que se dio por llamar “listas colectoras” en la provincia de Buenos Aires, el “acople” en la provincia de Tucumán, o la pelea judicial por la denominación del frente que postuló a Alberto Rodríguez Saá a la Presidencia de la Nación.

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electoral, tanto de los votantes, como de los políticos, ya sea a la hora de definir estrategias electorales o, concretamente, a la hora de ejercer la representación política, ya que generan incentivos capaces de moldear y limitar el comportamiento político. Según la autora, todo esto se debe principalmente al comportamiento racional de los actores políticos. Sin embargo, en los diversos debates sobre la influencia de los sistemas electorales, excepto en aquellos estudios recientes sobre el caso uruguayo, en ningún momento, se hace referencia al mecanismo de selección de candidatos como algo determinante3. Para esto, basta ver algunos de los trabajos que hacen hincapié en esta cuestión, como el de Carlota Jackisch (1993), el de Dieter Nohlen (1994) o bien el de Giovanni Sartori (1994). Estas tres cuestiones nos llevan a preguntarnos si la reciente modificación del sistema electoral argentino repercutió en el comportamiento observado en los años recientes en los dirigentes peronistas. ¿Influyó la introducción de la Ley 26.571 en la manifestación electoral de las facciones del peronismo? ¿Se verifica en el caso del peronismo el postulado mencionado anteriormente que afirma que una modificación en las reglas electorales altera el comportamiento estratégico de las fuerzas políticas? La hipótesis sobre la que se trabajará es: “La introducción del sistema de elecciones P.A.S.O. redujo el número de facciones peronistas que se presentaron por fuera de la lista oficial del Partido Justicialista”. Para esto, se analizarán todas las candidaturas a nivel presidencial, de Senadores y Diputados Nacionales. La información respecto a las facciones disidentes en las elecciones del año 2011 y del año 2013, será obtenida a partir de datos suministrados por el Poder Judicial de la Nación y por la Dirección Nacional Electoral, y el “status de peronista disidente” será verificado principalmente con medios de prensa locales y nacionales. Para el análisis de facciones anteriores se utilizarán los trabajos de Facundo Galván (2007, 2011), en los cuales realiza estudios exhaustivos de las mismas en el período 1983-2009. Todo esto nos permitirá tener un acercamiento, de carácter exploratorio4, que nos permita establecer la relación existente

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Sí existe un importante debate sobre la introducción de internas abiertas como solución a la crisis de representación política en América Latina. Un buen ejemplo de esto son los trabajos de Adriana Gallo (2006, 2011). Sin embargo, estos no se enfocan en el carácter normativo de los mecanismos de selección de candidatos. 4 Aunque este trabajo es en gran medida una ampliación y continuación del trabajo ya presentado por el mismo autor (2013), al no haberse cumplido aún un ciclo electoral completo, y por ende no tener más de una experiencia de elecciones primarias generales y de elecciones primarias intermedias, seguimos considerando al presente trabajo con carácter exploratorio.

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entre la normativa electoral (en nuestro caso concreto, la reciente reforma política) y sus efectos sobre el comportamiento de las facciones peronistas (en particular, sobre la utilización de estrategias de disidencia), así como consolidar una metodología de estudio sobre esta temática que nos permita evaluar más acabadamente esta vinculación con el pasar del tiempo y los actos eleccionarios. El trabajo constará con una sección en la que se sintetizará el estado de la cuestión sobre facciones en el peronismo y sus disidencias electorales –incluyendo la cuestión del mecanismo de selección de candidatos-, una segunda parte en la que se sintetizará la teoría sobre la cual se trabajará a la hora de hablar de estrategias de disidencia electoral, una tercera parte en la que se explicará el nuevo sistema de P.A.S.O. y las modificaciones que éste introdujo en relación con el sistema anterior en cuanto refiera al objeto del presente trabajo; y una cuarta sección en la que se analizarán los casos de facciones que se presentaron en elecciones por fuera de la lista oficial del PJ. UN SISTEMA DE PARTIDOS FRAGMENTADO: SELECCIÓN DE CANDIDATURAS Y DISIDENCIAS Facundo Galván (2007) plantea que la representación de las facciones del peronismo en la arena electoral se da por “un desacuerdo respecto de los resultados del mecanismo oficial de nominación adoptado por el partido” favorecido por el sistema de partidos, la permisividad de la justicia electoral hacia las disidencias y la existencia de patrocinadores en las facciones, que les brindan los recursos organizativos necesarios como para poder competir (Galván, 2007:4). Así, el autor explica que en algunas ocasiones la lucha por el poder dentro del partido lo excede y traspasa las fronteras del mismo, revelándose en elecciones a cargos nacionales. Galván en este trabajo no solo intenta encontrar las causas que producen el surgimiento de estrategias de disidencia, sino también analizar la efectividad de estas estrategias. El autor, después de realizar un análisis de las distintas estrategias utilizadas entre 1983 y 2005, encuentra que los peronistas para solucionar la pugna interna en el armado de las listas, se han inclinado a nivel subnacional por un sistema de ley de lemas, y a nivel nacional por estrategias de disidencia. En síntesis, el autor, en este trabajo evalúa la efectividad de la estrategia faccional para comprobar que las estrategias de disidencia obedecen a un desacuerdo respecto de los resultados del 5

mecanismo oficial de nominación adoptado por el partido, alentadas éstas por el sistema de partidos existente, el bajo valor del sello del PJ, la permisividad de la justicia electoral hacia las disidencias, y la existencia de patrocinadores de las facciones. En gran medida, nuestro trabajo pretende ser continuador del estudio de Galván en tanto que busca analizar si hubo una modificación en el comportamiento de las facciones en el peronismo a partir de la introducción de un nuevo mecanismo de nominación, ya no adoptado por el partido, sino impuesto por la ley electoral vigente. En el mismo trabajo, el autor afirma que existieron tres corrientes de estrategias, que en distintos períodos históricos respondían a incentivos distintos: reemplazar las viejas prácticas de nominación de candidaturas en el peronismo, expresar discrepancias con la ideología de Menem y por último para enfrentar a las conducciones oficiales del PJ en las provincias que estuvieran opuestas al presidente Kirchner. Esto constituye un principio de análisis para el fenómeno observado en los años recientes. El mismo autor, en un trabajo posterior (2008), analiza el fenómeno de las facciones a nivel municipal haciendo énfasis en el análisis de la relación entre el acceso a recursos organizativos y los niveles de faccionalismo e informalidad en las prácticas organizativas partidarias a nivel municipal, ampliando de este modo el horizonte de factores que influyen en el desarrollo de estrategias faccionales de disidencia. Es fundamental el rol que adquiere en este trabajo el concepto creado por Angelo Panebianco (1982) de la figura del patrocinador. Según refiere Galván, el patrocinador o sponsor adquiere un papel central en el desarrollo de facciones a nivel municipal, ya que es el que brinda los recursos e incentivos materiales y simbólicos que permiten el desarrollo de las facciones5 (Galván, 2008:115). Otro aporte que realiza el análisis del autor es la mención de las “listas colectoras”, planteando la pregunta respecto de si consistió en una estrategia del PJ central para sumar más votos en las elecciones de 2007. Para nuestro trabajo, este texto presenta tres grandes falencias: se enfoca en la cuestión municipal exclusivamente, dejando de lado la temática provincial y nacional; no se centra en la cuestión de las facciones como estrategias; y por último, no analiza la influencia del sistema electoral en la nominación de candidatos.

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Esta cuestión también es mencionada como uno de los elementos que permiten el surgimiento de las facciones en el trabajo de Kim Eric Bettcher (2005)

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Galván, en un trabajo posterior (2011), analiza el rol partidario de los ejecutivos nacionales y provinciales peronistas, en el armado de las listas disidentes para competir en contra del PJ oficial en elecciones legislativas. Dicho de otro modo, retoma la idea de la figura clave del patrocinador. Las listas disidentes del peronismo crecen al amparo de patrocinadores –ya sean el Poder Ejecutivo Nacional, o los gobernadores de las provincias-. El autor observa que, pese a que “existe abundante evidencia para sostener a la literatura que hace hincapié en el papel jugado por los gobernadores como jefes provinciales del partido (…), hemos mostrado que existen importantes excepciones a algunos de sus postulados” (2011:77). Existieron casos, según el autor, en los cuales los gobernadores peronistas tuvieron que renunciar al sello oficial para impulsar a sus candidatos, y casos en los que no tuvieron poder de negociación durante el armado de listas, llevándolos a competir por fuera. Por otra parte, afirma que “los gobernadores no son los únicos actores que pesan durante el proceso de conformación de listas y candidaturas en el PJ en los respectivos distritos”, sino que también son relevantes el presidente de la Nación y otros gobernadores, que pueden desafiar el poder de un líder provincial. Steven Levitsky (2005) realizó un detallado estudio sobre las características organizativas del Partido Justicialista, en los niveles nacional, provincial y municipal, tanto en la organización formal como en la informal. El autor explica cómo a partir de la organización informal, en cierta convivencia con la formal, el justicialismo logró adaptarse a los cambios que se dieron a lo largo de las décadas del 80 y sobre todo del 90. El concepto más importante que tomamos del trabajo de Levitsky a este trabajo es la explicación que da respecto de los orígenes del fenómeno de faccionalización: las agrupaciones –informales en su mayoría- reemplazaron gradualmente el poder de los sindicatos, convirtiéndose así en el mecanismo de adaptación del peronismo a los cambios desarrollados en las décadas del 80 y 90, y gradualmente se convirtieron en el vehículo de ascenso en la carrera política dentro del peronismo. La importancia de estas organizaciones paralelas a la organización formal –a la cual, Levitsky le da poca importancia en la estructura organizativa del Partido Justicialista- está dada por el acceso a recursos que poseen las mismas, y desde allí generaron una modificación estructural en el justicialismo, que lo convirtió en un “partido clientelista”, con una 7

importante capacidad de adaptación frente a los cambios en el juego político. Otro aporte fundamental es la explicación causal que brinda de la manifestación electoral de las facciones peronistas –que será objeto del presente trabajo-: la falta de consenso entre los dirigentes del partido respecto de los mecanismos de nominación de candidatos (Levitsky, 2005:112-115). El autor considera que son consecuencia del bajo nivel de rutinización del Partido Justicialista el caos y la flexibilidad. En este contexto, el PJ tiende a sufrir crisis institucionales. Es así como Levitsky menciona que uno de los mecanismos de resolución de estos conflictos es el traslado de la interna a la elección general que es nuestro tema de estudio. Volviendo a la cuestión argentina, diversos autores analizan su sistema de partidos, haciendo hincapié en una territorialización o desnacionalización del mismo, hecho en el cual la fractura del justicialismo es un factor relevante (Calvo y Escolar, 2005; Cheresky –comp.-, 2006; Abal Medina –comp.-, 2011). Entre estos, Marcelo Leiras (2007) explica por qué se dio la fragmentación del sistema de partidos políticos en nuestro país. Realiza un análisis pormenorizado del funcionamiento de las condiciones de competencia, tanto inter-partidaria como intra-partidaria en los principales partidos políticos de la segunda mitad de la década del 90 y principio de la primera década del siglo XXI. Es importante para la perspectiva adoptada en este trabajo, la característica que el autor le da al juego político, el cual está integrado tanto por un escenario nacional, como por uno provincial y por uno municipal, dentro de los cuales hay repercusión mutua de las decisiones tomadas en cada uno de ellos. Este trabajo es clave para interpretar el fuerte rol que obtienen los líderes locales, y cómo interactúan los escenarios locales con la arena nacional, aunque enfatizando en la “desnacionalización” del sistema de partidos, y su fragmentación post crisis del 2001; así como también para comprender las cuestiones de baja institucionalización del peronismo, como aliciente para el desarrollo de estrategias faccionales de disidencia. Sin embargo, no es suficiente para comprender el mecanismo interno de selección de candidatos de los partidos, así como las pugnas que se dan internamente en los mismos por dicha razón. En línea con una de las principales causas que identifica Facundo Galván en los trabajos mencionados anteriormente, hay diversos estudios que indagan sobre la cuestión del reclutamiento y la selección de candidatos dentro de los partidos políticos. 8

En el caso argentino adquieren relevancia los trabajos de Miguel De Luca, Mark P. Jones y María Inés Tula (2002, 2003, 2008, 2009). Peter Siavelis (2005) también realiza un pormenorizado análisis del caso chileno, donde demuestra la influencia del particular “sistema binominal” a la hora del armado de listas electorales de candidatos a diputados y senadores. En sintonía con estos trabajos, Siavelis y Scott Morgenstern (2009) tratan de brindar un marco de análisis para el estudio de este tema en América Latina. Los autores plantean que las “reglas institucionales formales se combinan e interactúan con situaciones contextuales (como estructuras de competencia partidista) y variables de nivel partidista, lo cual puede influir de manera decisiva sobre los métodos de selección de candidatos” (Siavelis y Morgenstern, 2009: 88), y a su vez cómo esto puede influir en una determinada tipología de candidatos que los autores se encargan de analizar, tanto para la rama legislativa, como para la ejecutiva. Este estudio hace hincapié en la tipología de candidatos que presentan los partidos a elecciones, como consecuencia de una determinada metodología de reclutamiento y selección, en algunos casos determinada por reglas impuestas formalmente (por ejemplo, el sistema electoral, el federalismo del país, etc.), y en cómo influye esto sobre los procesos democráticos y la gobernabilidad. Sin embargo, no brinda una aplicación empírica del marco de análisis expuesto por los autores. En cuanto a lo atinente a nuestro trabajo, si bien analiza la vinculación entre las reglas formales y la selección de candidatos, no plantea el interrogante sobre qué ocurre cuando hay un desacuerdo entre los miembros del partido respecto a las candidaturas, del mismo modo que no lo realiza ninguno de los estudios mencionados en esta temática, dejando en evidencia la necesidad de realizar estudios respecto a esta cuestión; así como tampoco plantea que ocurre cuando las normas electorales establecen un mecanismo de selección de candidaturas, como ocurrió en Uruguay tras la reforma constitucional de 1997, o bien en la Argentina, a partir del 2010. Existe también un debate sobre el rol de las internas abiertas como solución a la crisis de representatividad. Adriana Gallo (2011) analizó esta temática, observando cinco internas abiertas presidenciales (en Argentina6, Chile, Colombia, México y 6

La introducción de las internas abiertas en Argentina –el caso de la Alianza en 1998-, tal como es considerada en el trabajo de Adriana Gallo, no será tenida en cuenta a los fines del presente trabajo debido a su carácter voluntario, y a no reflejar el carácter faccional del peronismo como un evento determinante en las mismas.

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Uruguay), confirmando su hipótesis: la introducción de este sistema “afecta la representatividad partidaria, en la medida que promueve la desunión de alguno de los vínculos entre los componentes constitutivos de la relación representativa”7. La autora afirma que, en estos casos, la introducción de internas abiertas respondió a tres argumentos –cuyo cumplimiento no pudo ser observado-: a) la necesidad de una participación electoral libre e igualitaria; b) la necesidad de una democratización interna partidaria; y c) la necesidad de candidaturas legitimadas. Cabe señalar que solo en el caso uruguayo, este mecanismo era obligatorio: en este caso si bien se observaron las mismas distorsiones mencionadas anteriormente –en particular el nexo entre el partido político respecto de sus líneas internas-, la introducción de las primarias no fue tan perjudicial como en otros países, debido principalmente a los elevados niveles de institucionalización partidaria, de valoración y apego a la democracia y de compromiso partidario por parte de la ciudadanía; así como también del incremento del escepticismo de la población, por el incremento de los costos del proceso electoral, y el estiramiento de las campañas (Gallo, 2011:248:50). Asimismo, también nota que la simultaneidad (característica compartida con el nuevo sistema argentino), pese a sus altos costos, pudo haber contribuido a evitar que este mecanismo sea tan nocivo como en otros países. Una importante diferencia, y que le otorga una particularidad al nuevo sistema argentino, es que en ninguna de las internas analizadas por la autora, el voto en estas elecciones tenía carácter obligatorio, como si ocurre en el nuevo sistema argentino. Daniel Buquet (2009) al analizar el proceso de selección de candidatos en Uruguay, examina la modificación constitucional vivida por ese país en el año 1997, que instauró un sistema de elecciones primarias obligatorias. El autor señala que no hubo grandes diferencias en cuanto al comportamiento de las facciones en relación con el sistema anteriormente existente, aunque se evidencia una gran diferencia con el caso argentino, como es la preexistencia de un sistema normado de selección de candidatos, como en cierta medida era, el Doble Voto Simultáneo, que regía la competencia interna de los partidos y se reflejaba en la oferta electoral. También en el caso uruguayo, Santiago Alles (2009) analiza la vinculación entre las reglas electorales y el sistema de partidos. Afirma que ambos factores presentan una 7

Siendo estas conexiones: el vínculo entre la ciudadanía y el partido político; el nexo entre el partido político respecto de sus líneas internas; o la relación entre el partido político y el representante electo.

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“relación interactiva” (Alles, 2009:113): inicialmente, los partidos predominantes instauraron un sistema electoral que incentivara la competencia bipartidista; luego, cuando se incorporó un tercer actor predominante (el Frente Amplio), las reglas fueron modificadas por otras más inclusivas, que redujeran los costos de una derrota. De este modo, el autor, vincula la modificación posterior del sistema de partidos uruguayo (de un bipartidismo a una “bipolaridad”) a la modificación de las reglas electorales. Es de crucial importancia para entender nuestro trabajo, rescatar una de las principales conclusiones del autor: “(…)a sabiendas que las reglas de juego condicionan la competencia política, los actores intentan establecer las reglas electorales que fortalezcan su propia posición política” (Alles, 2009: 141). El análisis de la literatura existente sobre el desarrollo de estrategias de disidencia en el peronismo, la relación entre las normas electorales –en particular, los mecanismos de selección de candidatos- y el desarrollo del sistema de partidos de cada país, y por último, la evolución reciente del sistema argentino en particular (temáticas distintas, pero interrelacionadas), nos lleva a pensar que existe una fragmentación en el sistema de partidos políticos de la Argentina, en particular en el peronismo, donde se desarrollaron diversos mecanismos para resolver desacuerdos internos respecto a la conformación de la opción electoral, y que, este esquema, puede verse alterado por la introducción de un nuevo sistema electoral, en particular cuando este incluye normativas sobre el proceso de selección de candidaturas. MARCO TEÓRICO. Las disidencias electorales como expresión de la lucha por el poder del peronismo. El peronismo en reiteradas ocasiones presentó estrategias electorales que incluían la presentación de candidatos en listas distintas de la oficial, e incluso el patrocinio oficial de varias listas. Es así como, de acuerdo a Galván (2007), podemos observar distintas modalidades en las cuales se observa la utilización de esta estrategia de disidencia: A) Lo que el autor llama “estrategia de ‘disidencia’” propiamente dicha, que es el caso en el que dirigentes de un partido deciden competir en elecciones con otro partido “máscara”, por fuera del suyo y compitiendo contra la lista

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oficial del mismo. Esta división, se produce sin intención de desligarse del partido oficial, y con la intención de regresar al mismo (Galván, 2007:9); B) La estrategia de “competencia simultánea”, que es aquella que sucede cuando los dirigentes deciden apoyar a más de una candidatura oficial. Esta estrategia es utilizada principalmente cuando existe un balance en la distribución de poder al interior del partido (Galván, 2007:10) C) La estrategia de desdoblamiento, que son aquellos casos en los cuales el Partido Justicialista abarcó más cargos que los que hubiera conseguido en caso de presentarse solamente con la lista oficial. Un ejemplo claro de esto son las elecciones a Senadores Nacionales de 2005, donde en provincias como Buenos Aires y La Rioja las tres bancas fueron obtenidas por candidatos peronistas. La gran dificultad en la identificación de esta estrategia se da porque sólo puede ser medida ex post del acto electoral, y solo pueden ser efectivos bajo sistemas electorales de lista incompleta (Galván, 2007:10). Las distintas estrategias que utilizarán los partidos para competir por el poder, dependen de las decisiones que toman los individuos y facciones que lo componen, y deben adecuarse a las reglas del juego político (Leiras, 2007:37). Es así como Facundo Galván (2007, 2009), considera siete factores que favorecen el desarrollo de estrategias de disidencia faccionales: la falta de consenso por parte de algunos dirigentes del PJ con los resultados obtenidos mediante el mecanismo de selección de candidatos planteado en la carta orgánica; la posibilidad de maximizar las chances electorales; la posibilidad de utilizar instrumentos legislativos existentes, o generados ad hoc que permitan resolver la interna partidaria en la elección general (denominado este factor por el autor como “Retoque Legislativo”), mediante la apelación a la Justicia Electoral para la aprobación del desdoblamiento partidario y su presentación a elecciones con varias listas (denominado “Retoque Jurídico”); la baja posibilidad de obtener sanciones, así como también la ausencia de normas dentro del Partido Justicialista que penalicen las estrategias de disidencia; el bajo costo de entrada, o dicho de otro modo, la facilidad de conformar partidos políticos; la posibilidad de acceso a financiamiento público; y la existencia de patrocinadores 12

El escaso nivel de institucionalización partidaria8, en cuanto a su organización burocrática (Levitsky, 2005:37), permite aflorar una fuerte organización informal en el Partido Justicialista, dentro del cual conviven diversas entidades (…) que tienen una organización y un comportamiento autónomos de las autoridades centrales del partido, que con el tiempo, se convirtieron en organizaciones partidarias alternativas, creando de hecho “partidos colaterales” que estaban en condiciones de competir por el poder dentro del propio peronismo(Levitsky, 2005: 150/1). Es así como, al aumentar el poder de estas organizaciones, la construcción de la carera dirigencial dentro del justicialismo se realiza dentro de las organizaciones informales, y son estas las que compiten por la nominación de las candidaturas (Levitsky, 2005:95). La ausencia de sanciones o la no aplicación de las mismas en caso de existir, por la escasa importancia que obtiene en este contexto el conjunto de reglas internas dentro del Partido Justicialista; conjuntamente con bajas barreras para la creación de nuevos partidos políticos, que pueden convertirse eventualmente en etiquetas electorales de “máscara”, crean el caldo de cultivo que favorece el desarrollo de estrategias faccionales que se revelan en las diversas elecciones, permitiéndole al peronismo una mayor flexibilidad que le facilita la posibilidad de adaptación a los diversos escenarios que se generan a partir del desacuerdo con el mecanismo de nominación de candidatos, y las listas que del mismo deriven. Asimismo, los elevados costos de una elección primaria hacen menos probable una realización de la misma para dirimir la lucha intrapartidaria por la nominación (De Luca, Jones y Tula, 2003:76). Estas últimas situaciones serían subsanadas con la incorporación de la ley 26.571, como veremos posteriormente. Considerando la definición de facción dada por Bettcher mencionada anteriormente, y teniendo en cuenta las tres modalidades explicadas por Galván (2007) de facciones dentro del PJ (disidencia, competencia simultánea y desdoblamiento) dentro de nuestro análisis, se realizará una comparación, partiendo de los datos expuestos en el texto antedicho y en un trabajo posterior del mismo autor (2011), entre la cantidad de facciones que se manifiesten electoralmente “por fuera de la lista oficial” 8

Entendiendo “institucionalización partidaria” según lo definido por Marcelo Leiras (2007:66), como las reglas que estructuran el partido como unidad organizacional, derivada ésta en gran medida de la Ley Orgánica de Partidos Políticos, que les exige a las agrupaciones que, para presentar candidatos en elecciones, se constituyan formalmente, adopten una organización reglada por una carta orgánica y obtengan judicialmente la personería jurídico-política

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previo a la reforma electoral, y con posterioridad a la misma. De este modo, podríamos establecer un principio de análisis, y dar una respuesta “exploratoria” a la pregunta de investigación planteada previamente. REFORMA POLÍTICA , UN CAMBIO QUE ALTERA LAS ESTRATEGIAS DE DISIDENCIA. En cuanto concierne a nuestro objeto de estudio, la ley 26.571, denominada “Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral”, introduce modificaciones en tres aspectos clave que tradicionalmente sirvieron de incentivo al desarrollo de estrategias de disidencia electoral: los requisitos para conformar un partido político y mantenerlo; el mecanismo de selección de candidaturas; y por último, el acceso a la financiación pública. Respecto a los requisitos para formar un partido político, la ley 26.571 introduce una serie de reformas que se traducen en una mayor dificultad para crear uno. Previo a la reforma, para crear un partido político, era necesario contar con la adhesión del 4 por mil de los inscriptos en el padrón electoral del distrito correspondiente. Con la introducción de la reforma, la creación tiene dos etapas: una de formación, en la que se requiere la adhesión del 4 por mil de los inscriptos en el padrón del distrito; y una segunda en la que se le otorga la personería definitiva, que requiere la afiliación del 4 por mil de los inscriptos en el padrón del distrito, en un plazo de 150 días. Para que un partido sea nacional, debe cumplir con estos requisitos en cinco o más distritos. (Título II, de la Ley 23.298, “orgánica de los Partidos Políticos”) Asimismo, respecto a la caducidad de los mismos, desde la reforma se puede dar por la no realización de internas partidarias por cuatro años consecutivos, la no presentación en dos elecciones nacionales consecutivas (previo a la reforma, era en tres elecciones), y no alcanzar en dos elecciones consecutivas el 2% del padrón electoral del distrito. También se introduce como elemento que lleva a caducar a un partido político el requisito de mantener el 4 por mil de los inscriptos en el padrón del distrito. Del mismo modo, un partido político nacional que no cumple con estos requisitos en cinco o más distritos, deja de ser nacional. Por otra parte, no podrán ser reconocidos los nuevos partidos políticos que presenten, entre sus afiliados, a ex afiliados de un partido político

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caduco, si es que estos representan el 50% o más del padrón del nuevo partido(arts. 7° ter, y arts. 49 a 54 de la Ley nro. 23.298, “orgánica de los Partidos Políticos”). Respecto a la modificación del mecanismo de selección, la Ley 26.571, en su Título II, introduce el mecanismo de elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Toda lista que quiera presentarse en elecciones para Presidente y Vice, Senadores Nacionales y Diputados Nacionales, deberá presentarse previamente en una elección, en la que todos los ciudadanos están obligados a concurrir a votar, y enfrentarse a los otros candidatos que se presenten por su partido o alianza. En caso de no tener contrincantes internos, de todos modos se deberá presentar a esta elección y participar en la misma, ya que se introdujo un umbral consistente en el tres por ciento (3%) de los votos válidos emitidos en el distrito para el cual se presentase. Aquel partido que no supere este umbral no podrá acceder a la elección general. Las precandidaturas a senadores y diputados tienen que contar con el aval de un 2 por mil del padrón electoral del distrito que corresponda, o el 2 por ciento del padrón de afiliados de su partido o alianza para poder presentarse en la primaria. Las precandidaturas presidenciales tienen que contar con el aval de un 1 por mil del padrón electoral, incluyendo a ciudadanos domiciliados en al menos cinco distritos, o bien el 1 por ciento del padrón de afiliados de su partido o alianza, domiciliados en cinco distritos. Cada partido o alianza tendrá su propia Junta Electoral que se encargará de proclamar los precandidatos y candidatos definitivos de cada partido, según los reglamentos y requisitos que los partidos y las juntas electorales fijen. De este modo, se introduce una instancia que permite la resolución dentro de la esfera de los partidos políticos, pero con organización estatal, de las discrepancias que puedan suscitarse dentro de los partidos políticos y alianzas por la nominación de candidatos. Por último, respecto al acceso a la financiación pública, el Estado Nacional girará a los partidos políticos el 50% del aporte de campaña correspondiente a las elecciones, y se distribuirá en partes iguales a cada lista participante de la primaria dentro de cada partido o alianza. Establece que el límite de gastos de campaña es del 50% del límite asignado para las elecciones generales. También se establece la asignación exclusiva –no pudiéndose comprar- de espacios gratuitos en televisión mediante sorteo. 15

En síntesis, todas estas medidas restringen la capacidad de acción de eventuales partidos “máscara” para el desarrollo de estrategias faccionales de disidencia, en tanto que, aumentan los costos para crear y mantener un partido político, y existe un mayor control en cuanto al acceso a la financiación pública. Asimismo, la introducción de las elecciones primarias, introduce el ahorro de la organización –no así del desarrollo de la campaña- de una elección primaria, en el sentido que De Luca, Jones y Tula (2003:76) consideraban inviable. Sin embargo, esta ley aunque prevé una solución para las “listas espejo”, no la prevé para el fenómeno de “listas colectoras”. Mustapic, Scherlis y Page (2011) definen a las “listas colectoras” como “el conjunto de listas de diversos partidos que presentan candidatos propios (diferentes) para una cierta categoría (por ejemplo, diputados nacionales) pero que adhieren a una misma lista de candidatos para otra categoría (por ejemplo, presidente) en la que no presentan candidatos propios.” Se denominan colectoras, puesto que el candidato del cargo superior “que recibe la adhesión de las distintas listas suma (colecta) votos de diferentes partidos sin necesidad de negociar y formalizar una alianza que los integre a todos, mientras que cada una de las listas colectoras

se

beneficia

del

“arrastre”

del

candidato

al

cargo

de

mayor

jerarquía”(Mustapic, Scherlis y Page, 2011:5). Ya que la ley 26.571 no establece restricciones para este tipo de listas, el decreto 443 del año 2011, en su art. 15 establece que “en el acta de conformación de las alianzas pueden establecerse acuerdos de adhesiones de boletas de diferentes categorías para las elecciones generales, con otras agrupaciones políticas no integrantes de la alianza, siempre que las listas a adherir resulten ganadoras en sus respectivas elecciones primarias”. Con esto, se deja explícitamente habilitada la posibilidad de presentar “listas de adhesión”, nuevo nombre formal de este fenómeno de listas colectoras, dejando así establecido legalmente la posibilidad para la participación de disidencias, pese a las innovaciones presentadas por la ley 25.671. COMPARANDO DISIDENCIAS (1983-2011) Como mencionara Facundo Galván (2007:21-2), hubo tres grandes corrientes de estrategias de disidencia entre 1983 y 2005: una en la década del 80, que se caracterizó por un intento de reemplazo de las “viejas prácticas de nominación de candidatos del 16

peronismo”; una en la década del 90, por disconformidad con la ideología del gobierno de Menem; y por último, una alentada por el entonces presidente Néstor Kirchner con la intención de enfrentar a los jefes distritales del PJ oficial que no adhirieron a su proyecto nacional. Según el mismo autor, para el 2005, aún no había señales de desaparición de esta corriente. De acuerdo con lo observado en las elecciones del 2007 y posteriores, esta corriente no solo no desapareció, sino que se afirmó al punto tal que no se quedó en un mero enfrentamiento distrital. El surgimiento de candidaturas presidenciales disidentes, tanto en las elecciones de 2007 (Alberto Rodríguez Saá) como de 2011(Rodríguez Saá nuevamente, y el ex presidente Eduardo Duhalde) configuraron una nueva corriente de utilización de estrategias de disidencia, incrementándolas si se comparan con todas las elecciones que las antecedieron (ver cuadros 1 y 2). En la mayoría de los casos donde se observaron estas estrategias a nivel legislativo desde 2007 al presente, la estrategia en sí está vinculada al acompañamiento a nivel nacional a uno de estos líderes alternativos. Galván (2011) ya confirmaba esta situación respecto a las elecciones de 2007. Sin embargo, hay otros casos en los cuales hubo disidencias alimentadas por otros factores. En 2007, en las provincias de Catamarca, Corrientes, Jujuy, La Pampa, Misiones, Salta, San Juan y Santiago del Estero, hubo listas disidentes que, siendo en muchos casos lideradas por reconocidos dirigentes peronistas, por diversas razones – fundamentalmente, la oposición al liderazgo provincial del partido-, fueron “por afuera” de la lista oficial, pese a respaldar la candidatura de Cristina Kirchner. En 2009, el conflicto por la cuestión de las retenciones al agro potenció a diversos grupos de miembros del PJ a disputarle el lugar al Kirchnerismo y enfrentarlo en las elecciones del mes de junio de ese año. Eso incluyó disidencias encabezadas por dirigentes de peso en el peronismo, como Ramón Puerta y Carlos Reutemann (Galván, 2011:76) A partir de la introducción del sistema de Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.) EN 2011, este escenario no ha cambiado demasiado. El número de estrategias de disidencia (Ver cuadro 2) no presentó cambios relevantes en relación con las elecciones de 2007.

Nuevamente, vemos, como señalara Galván (2011)

respecto al anterior comicio presidencial, que la cantidad de listas que “van por afuera” del PJ oficial aumenta, principalmente debido a la presencia de dos candidaturas 17

disidentes a la primera magistratura. Solamente en la provincia de Corrientes hay más de una candidatura dentro del PJ, y es poco relevante, debido al amplio dominio de la lista liderada por Fabián Ríos (quien obtiene el 53,5% de los votos válidos, sobre el 2,94% de los obtenidos por su contrincante, Alejandro Karlen). Sin embargo, hay un cambio en la conformación de las mismas. En varios distritos (Capital Federal, dentro de la alianza que acompañaba a Rodríguez Saá; Catamarca, Corrientes y Santiago del Estero, dentro del Frente Popular duhaldista), alguna de las candidaturas disidentes se dirime por el mecanismo de elecciones primarias establecido legalmente. En Chaco y Formosa son varias las listas peronistas disidentes que, utilizando diversos partidos “máscara”, acompañan al candidato Eduardo Duhalde; mientras que en La Rioja y Misiones, se puede observar una clara estrategia de desdoblamiento: más de una lista que apoyaba explícitamente al gobierno nacional fue por la búsqueda de las bancas en el Senado, con ciertas chances de lograrlo en ambos casos, si nos guiamos por los resultados de las elecciones primarias. Asimismo, la mayoría de las disidencias, fueron respaldadas por dirigentes de peso nacional. Un importante número de listas que acompañaban a Eduardo Duhalde fueron respaldadas por sindicalistas como Gerónimo Venegas o Luis Barrionuevo (esto pasó con la lista que se impuso en la primaria duhaldista en Catamarca; en Chaco; el partido “Fortaleza” en Formosa; y la lista del PRO en Santa Fe, encabezada por el sindicalista del plástico Vicente Mastrocola). Rodríguez Saá, por su parte, en la mayoría de las provincias, trabó alianzas con partidos y disidencias peronistas de raigambre local (por ejemplo, el Partido Demócrata de Mendoza, y el sector liderado por Roberto Basualdo en San Juan, respectivamente), mientras que para el resto del país –incluída la provincia de Buenos Aires-, pactó con el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, liderado por el piquetero Raúl Castells. Por otra parte, en varias provincias, se volvió a repetir la presencia de ex gobernadores (Humada y Puerta en Misiones) y dirigentes históricos (Alasino en Entre Ríos, y mismo Menem en La Rioja). Dentro del kirchnerismo, también se observa la utilización de estrategias de disidencia. En la provincia de La Pampa, el Partido Justicialista no participó de las elecciones a diputados debido a una puja por el armado de las listas. El oficialismo 18

nacional fue con el sello del Partido Humanista. Si bien inicialmente se dudó del apoyo del PJ provincial a esta candidatura, finalmente la acompañó en las elecciones primarias y generales9. En otras provincias, como Tierra del Fuego y Jujuy, por discrepancias con las cúpulas provinciales del PJ, se presentaron listas disidentes que también respaldaron a Cristina.10 Por último, en la provincia de Córdoba, el entonces candidato a gobernador José Manuel de la Sota intentó emular en cierto modo la candidatura del justicialismo en su provincia en 2009: el PJ presentó una lista para diputados nacionales sin apoyar a ningún candidato a presidente, mientras que el Frente para la Victoria volvió a presentar una lista alternativa, apoyando la candidatura de Cristina Fernández, liderada nuevamente por un intendente (Fabián Francioni, de Los Leones). Tras la realización de las elecciones primarias, el escenario presenta algunos cambios (Ver cuadro 2). Varias listas disidentes quedan afuera al no superar el umbral establecido del 1,5% de los votos válidos. Pero el hecho más relevante que se observa es la renuncia de varias de las candidaturas disidentes, en la mayoría de los casos, por no haber obtenido un caudal de votos significativo, o bien “para no restar votos a otra lista”(como ocurrió en el duhaldismo correntino con el Frente Federal, liderado por el dirigente provincial Gustavo Canteros, en favor de una lista encabezada por el dirigente autonomista José A. “Pocho” Romero Feris; y en Chaco, con la lista de Acción Chaqueña, apoyada por el dasnevismo, para apoyar a la lista del PPR, liderada por un reconocido sindicalista local; o en Misiones, con la lista liderada por el sindicalista Adolfo Velázquez, quién decidió apoyar al candidato del Frente para la Victoria). En Córdoba, la lista oficial del PJ, impulsada por de la Sota, decidió no presentarse a la elección general, y apoyar a la lista del Frente para la Victoria. En síntesis, en las elecciones generales, observamos que se limitó el uso de estrategias de disidencia principalmente al éxito obtenido en las elecciones primarias, al acompañamiento a algún candidato presidencial disidente, o al potencial éxito de una estrategia de desdoblamiento, según los resultados de las primarias –esto último se evidencia en Misiones, donde el Frente Renovador y el Frente para la Victoria, ambos kirchneristas, habían obtenido el primero y segundo lugar respectivamente; así como 9

No se la considerará disidencia a efectos prácticos, ya que incluyó finalmente el apoyo del PJ local. En el caso jujeño, la disidencia del “Frente Primero Jujuy” se da desde 2007, liderada por el Ing. Snopek. Sin embargo, para 2011, incorporó más dirigentes del PJ provincial, por discrepancias con la conducción llevada a cabo por el senador Fellner y el gobernador Barrionuevo. La principal dirigente de este grupo fue la diputada Carolina Moisés. 10

19

también en el caso de La Rioja, con las candidaturas del Frente para la Victoria y del Frente Popular Riojano, encabezado por Carlos Menem-. Asimismo, es también evidente que el umbral del 1,5% de los votos válidos limita la repetición de algunas estrategias de disidencia que no fueron exitosas. ¿CÓMO SE COMPORTARON LAS DISIDENCIAS EN LAS ELECCIONES DE MEDIO TÉRMINO? Cómo hemos señalado anteriormente, una de las claves para el desarrollo de disidencias con posibilidades de éxito tras la incorporación de las PASO era el acompañamiento a algún candidato presidencial disidente. Pero, ¿qué ocurre cuando – cómo los denomina Julio Burdman (2011)- el “alfa” de la lista no es un candidato presidencial? El rol del “patrocinador” nacional en términos de Panebianco que ocuparía el candidato presidencial no está presente. Sin embargo, el mismo Burdman nos brinda una base sobre los incentivos que pueden poseer los dirigentes justicialistas para encabezar una disidencia. El autor (2011) plantea que un alto porcentaje de los cabeza de lista en las elecciones legislativas de medio término “renuncia para ocupar otra posición que resulta más conveniente para su carrera personal o los intereses del partido”, posición que suele ser otra candidatura o un puesto ejecutivo. Vistas así, las candidaturas en estas elecciones intermedias sirven para que, los que el autor denomina “ranas”, salten a posiciones mejores. De este modo, las elecciones legislativas son utilizadas como mecanismo para posicionarse de cara a las elecciones generales siguientes. Entonces, los dirigentes contarían con un principal incentivo para “ir por afuera”: desafiar el poder de los líderes del partido para hacerse con las candidaturas a cargos ejecutivos dos años más tarde, sea a nivel nacional o subnacional. La principal disidencia mostrada en este último sentido es la encabezada en la provincia de Buenos Aires por el ex jefe de gabinete Sergio Massa. El Frente Renovador aglutinó a diversos dirigentes que, o bien ya formaban parte de proyectos disidentes anteriores (como por ejemplo, Felipe Solá), o numerosos intendentes que hasta ese entonces respaldaban al Frente para la Victoria (Darío Giustozzi, Sandro Guzmán, entre otros), y logra imponerse frente a la candidatura oficial encabezada por el intendente de Lomas de Zamora Martín Insaurralde. También en la provincia de Buenos Aires se presentan otras dos disidencias, la encabezada por Francisco de 20

Narváez –que pareciera tener el mismo “sentido rana” de la disidencia de Massa-, y el Partido “Fe”, liderado por el titular del sindicato de trabajadores rurales Gerónimo Venegas. Las disidencias con “finalidad rana” –es decir, quedar bien posicionados de cara a elecciones ejecutivas en 2015- se pudieron observar en varias provincias. En Chubut, el ex gobernador Mario das Neves se presentó mediante el Partido Acción Chubutense, obteniendo el triunfo. En San Juan, Roberto Basualdo hizo lo propio en el marco de una alianza más amplia con el sector de Rodríguez Saa, el bloquismo, y el Pro –quién obtiene el triunfo en las PASO-. También se observaron casos relativamente similares en Salta, con la candidatura de Juan Carlos Romero; en Catamarca, con la candidatura del sector de Luis Barrionuevo, y en La Rioja con Jorge Yoma. Mientras tanto, en otros casos, y en línea con el sentido del salto a otras categorías, las elecciones intermedias sirvieron para dirimir el poder dentro del peronismo provincial y su alineamiento con el gobierno nacional. En Santa Cruz, mientras que el oficialismo provincial presentó listas en el PJ, los sectores respaldados por la presidenta Fernández de Kirchner, presentaron su lista disidente, imponiéndose en las elecciones generales. En Tierra del Fuego, el PJ presentó al diputado Rubén Darío Sciutto, quién se enfrentaba a la lista disidente al PJ, pero con respaldo del gobierno nacional, de la actual gobernadora electa Rosana Bertone, quién se impuso. Sin embargo, estas “disidencias rana” no fueron los únicos tipos observados. La figura del patrocinador a escala nacional, también se observó mediante la presentación de listas vinculadas a disidentes nacionales. Entre estas se destacan las listas del partido “Es Posible” de los hermanos Rodríguez Saá, presente en ocho provincias, y las del Partido Fe de Gerónimo Venegas, presente en tres distritos. Por último, se observaron dos casos particulares de disidencia. En la provincia de Salta, que se elegían tanto Senadores Nacionales como Diputados Nacionales, el oficialismo –Frente para la Victoria- presentó una lista única para Senadores, pero para Diputados, hubo competencia simultánea, utilizando el mecanismo de “listas de adhesión” descripto anteriormente, enfrentándose la lista oficial del PJ –que contó con competencia en las PASO- a dos disidencias del peronismo (“Memoria y Movilización Social”, de Pablo Viel, y el “Partido de la Victoria” del intendente de Tartagal, Sergio 21

“Oso” Leavy), y un tercer partido aliado al gobierno provincial de Juan Manuel Urtubey, que no es de origen peronista. En este caso, los incentivos son claros: ante la escasa cantidad de bancas a repartir, los candidatos tenían una chance más para acceder a la banca si competían en las generales que si quedaban afuera en las PASO con la lista oficial del PJ, encabezada por la hija del intendente de la capital salteña, Evita Isa. Al mismo tiempo, un buen resultado electoral obtenido por su fracción, hubiera posicionado a sus líderes como “ranas dispuestas a saltar”, en el sentido mencionado por Burdman (2011) y que mencionáramos anteriormente. El otro caso particular de disidencia, fue la presencia de un caso de desdoblamiento en la provincia de Santiago del Estero. Si bien la lista oficial del PJ fue la del “Frente para la Victoria”, que encabezó el intendente de La Banda Héctor “Chabay” Ruiz, el oficialismo nacional respaldó al Frente Cívico por Santiago –proveniente del radicalismo provincial-, liderado por el gobernador Gerardo Zamora. El Frente Cívico presentó una sola lista para Diputados Nacionales, aunque dos listas al Senado acompañaron la candidatura a la cámara baja: por un lado, la lista oficial del Frente Cívico, y por el otro, el “Frente Popular”, encabezado por el dirigente del sindicato de empleados estatales –UPCN-, Gerardo Montenegro, que obtiene la banca por la minoría. Nuevamente, pese a la incorporación de las normas que limitan la presencia de candidaturas, en 2013 se observó todo el menú de opciones para las disidencias: estrategias de disidencia propiamente dicha, competencia simultánea y desdoblamiento. A las figuras de los patrocinadores nacionales observadas en 2011, se deben incorporar los patrocinadores provinciales, y la posibilidad hasta aquí no observada en elecciones primarias de que los líderes de las disidencias puedan actuar como “ranas”, buscando mostrar fuerza de cara a las elecciones ejecutivas a celebrarse dos años más tarde. CONCLUSIONES Si bien la hipótesis planteada en la introducción no se puede constatar aún por tratarse de pocas elecciones a ser analizadas, sí podemos hablar de una modificación en la conducta de las facciones disidentes del peronismo a raíz de la incorporación de la reforma política. El fenómeno observado por Galván (2007, 2011) a partir de las elecciones de 2007 se consolida: el rol de los ejecutivos, tanto nacional como provinciales, a la hora de negociar el armado de listas. La existencia de las elecciones 22

primarias, como se demuestra en el caso cordobés, agrega una eventual instancia extra de negociación: una arena electoral más en la cual las discrepancias sobre la nominación se pueden resolver, aunque sin renunciar a la posibilidad de llevar adelante una estrategia de disidencia. La imposibilidad de sobrevivir que presentaron algunas de las facciones frente a la participación en las elecciones primarias nos evidencia que la necesidad de tener un caudal de votos significativo es un freno a los incentivos que puede presentar la idea de “ir por afuera”. Por otra parte, los costos que hasta la introducción de la reforma política se ahorraban por la no realización de elecciones internas para dirimir las candidaturas, ahora son parcialmente sufragados por el Estado nacional, aunque para las disidencias, éstos aumentan, ya que tienen que afrontar dos elecciones. Es aquí donde retomamos una idea estudiada por Galván (2008, 2009, 2011): el rol clave del “patrocinador”. Sin embargo, vemos que en elecciones generales, esto se limita al alcance nacional del mismo. Para sostener el esfuerzo económico y simbólico de la estrategia de disidencia electoral, a lo largo de dos elecciones –la primaria y la general-, se hace necesario el respaldo de un dirigente de mayor rango. La mayoría de las disidencias que no estuvieron al amparo de un dirigente de alcance nacional –y cuyo objetivo no era el desdoblamiento-, como en el caso del Frente Federal correntino en 2011, o bien el del PJ cordobés, no han llegado a la elección general. Es así como, desde la introducción de la ley 26.571, podemos observar la consolidación del fenómeno observado desde 2007: se multiplican las estrategias de disidencia, pero fundamentalmente, con el respaldo de un dirigente de carácter nacional. En las elecciones intermedias, sin embargo, el panorama es distinto. Se amplían los incentivos para presentar listas disidentes. Los “patrocinadores” ya no son excluyentemente nacionales, sino que pueden haber dirigentes provinciales que decidan respaldar disidencias para mostrar su fortaleza. Fortaleza que, prácticamente todos los disidentes que no fueron al amparo de un patrocinador nacional, buscan medir de cara a las elecciones ejecutivas de 2015 o bien para obtener otro cargo, en línea con el fenómeno que retrataba Burdman (2011). De todos modos, la cantidad de disidencias disminuye en relación con la elección de 2011. Esto ratifica el concepto que indica que la incorporación de ciertos límites a partir de la Ley 26.571 limita el alcance de las “aventuras” de los disidentes. En una elección presidencial, asumir estos costos resulta 23

más simple para dirigentes locales, por poder ir junto a dirigentes nacionales. En elecciones intermedias, la ausencia de patrocinadores nacionales, hace que el esfuerzo tenga que ser encarado necesariamente por el disidente. A menos que este disidente pueda tener la fortaleza necesaria como para vencer en las elecciones, difícilmente intente “ir por afuera”, a menos que haya un “alfa”11 en la lista que lo ampare desde una categoría de mayor rango (como lo observado en el caso salteño). Es necesario para poder responder de modo concluyente a la pregunta de investigación y de ese modo, poder generalizar, analizar el devenir de esta temática a lo largo de las venideras elecciones a cargos nacionales, que incluyan el sistema de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. En algunos casos, pareciera haberse alterado el sentido de las disidencias: en lugar de volver al sello original, algunos dirigentes prefieren seguir batallando por el control del peronismo desde afuera del sello oficial, dejando al mismo de lado. Sin embargo, esto es comprensible dado a que, por lo general, el que controla el sello a nivel provincial, es aquel sector que detenta el gobierno de la provincia. Este fenómeno incluye a provincias que, a nivel nacional, conforman disidencias al PJ de orden nacional (Córdoba, San Luis), o bien provincias cuyo gobierno provincial, aunque respalda al gobierno nacional, no tiene la mejor de las relaciones con este (Santa Cruz). No hay dudas de que mediante la reforma política, varios de los factores que ayudan a concretar las estrategias de disidencia se han cambiado: el mecanismo de selección de candidatos, en gran medida, ya no está reglado por las cartas orgánicas de cada partido; los requisitos para la conformación y manutención de un partido político son mayores; los recursos económicos y simbólicos necesarios para presentarse a una elección son mayores. Pese a todo esto, nada parece haber cambiado la voluntad de muchos dirigentes peronistas de, a la hora de enfrentar una elección, seguir eligiendo ir por afuera del PJ para dirimir la lucha por el control del sello partidario.

11

Concepto extraído de Burdman (2011).

24

ANEXOS CUADRO 1 – Estrategias Generales de disidencia 1983-2009 Elección

Estrategias Generales (DIPUTADOS/SENADORES)

1983

0/0

1985

3/0

1987

8/0

1989

3/0

1991

10/0

1993

14/0

1995

1/0

1997

1/0

1999

3/0

2001

5/3

2003

9/1

2005

7/5

2007

24/8

2009

28/11

Fuente: Elaboración propia, en base a Galván (2007, 2011) y a datos de la Dirección Nacional Electoral.

25

CUADRO 2 – Estrategias de disidencia propiamente dicha y desdoblamientos en elecciones del año 2011. PROVINCIA

“DISIDENCIA” EN P.A.S.O.

“DISIDENCIA” EN ELECCION GENERAL

Bs.As.

2

2

Catamarca

1 (c/c)

1

Chaco

4

1

Chubut

1 (c/c)

1

C.A.B.A.

2 (c/c)

2

Córdoba

3

2

Corrientes

2 (c/c)

1

Entre Ríos

2

2

Formosa

4

2

Jujuy

3

3

La Pampa

2

2

La Rioja

2

1

Mendoza

2

2

Misiones

3

2

Neuquén

1

1

Salta

1

1

San Juan

2

2

San Luis

1

1

Santa Fe

3

3

Santiago del Estero

2 (c/c)

1

Tierra del Fuego

1

1

Tucumán

2

2

Río Negro

0

0

Santa Cruz

0

0

TOTAL

46

36

DESDOBLAMIENTO EN P.A.S.O.

DESDOBLAMIENTO EN ELECCION GENERAL

1

1

1

1

2

2

Referencia: “c/c”, significa que una de las disidencias que se presentó en ese distrito tuvo competencia en la elección primaria. Fuente: Elaboración propia, en base a datos de la Dirección Nacional Electoral

26

CUADRO 3 – Estrategias de disidencia propiamente dicha y desdoblamientos en elecciones del año 2013. PROVINCIA

“DISIDENCIA” EN P.A.S.O.

“DISIDENCIA” EN ELECCION GENERAL

Bs.As.

4

3

Catamarca

1

1

Chaco

-

-

Chubut

1

1

C.A.B.A.

2

-

Córdoba

2 (c/c)

1

Corrientes

1

-

Entre Ríos

-

-

Formosa

-

-

Jujuy

-

-

La Pampa

-

-

La Rioja

2

2

Mendoza

1

1

Misiones

2 (c/c)

2

Neuquén

-

-

Salta

2(a)

2(a)

San Juan

1

(b)

San Luis

1

1

Santa Fe

1

-

Santiago del Estero

2

-

Tierra del Fuego

1

1

Tucumán

2

1

Río Negro

-

-

Santa Cruz

1

1

TOTAL

27

17

DESDOBLAMIENTO EN P.A.S.O.

DESDOBLAMIENTO EN ELECCION GENERAL

1

1

1

1

Referencia: “c/c”, significa que una de las disidencias que se presentó en ese distrito tuvo competencia en la elección primaria. (a) Las disidencias solo se presentaron en la categoría “Diputados Nacionales”. (b) La disidencia formó parte de una alianza más amplia, presentando una lista en las PASO, y perdiendo las

27

mismas. Fuente: Elaboración propia, en base a datos de la Dirección Nacional Electoral

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