Una revisión a la obra de Roberto Bolaño: tendencias, temas y conexiones

July 3, 2017 | Autor: Rebeca Orellana | Categoría: ROBERTO BOLAÑO, Poesia Chilena
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Descripción

Rebeca Orellana
Una revisión a la crítica sobre Bolaño: tendencias, temas y conexiones
La crítica y sus temas
A Roberto Bolaño se lo pelean tres países y una multitud de críticos.
Nacido en Chile en 1953, se trasladó a la Ciudad de México en los setentas,
donde inició su período de formación en el terreno de la poesía. En México
se asoció con algunos jóvenes de los talleres de poesía la UNAM y consiguió
formar el grupo de los Infrarrealistas, que se sentían próximos a Hora
zero, también en operación durante la misma época, y a la vez fueron
inspirados profundamente por la ética y estética de los beatniks
norteamericanos. Bolaño escribió un manifiesto y publicó sus primeros
poemas dentro de este movimiento. Tras una breve estadía en Santiago de
Chile, se vió obligado a regresar a México algunos meses después del Golpe
de Estado de Augusto Pinochet en 1973. Me parece interesante señalar que la
estadía generó algunas décadas después la brillante novela Estrella
distante, donde el narrador se encuentra en medio de la prisión, justamente
después del Golpe militar: "Por aquellos días, mientras se hundían los
últimos botes salvavidas de la Unidad Popular, caí preso... El hecho de
estar allí y no en la calle o en una cafetería o encerrado en mi cuarto sin
querer levantarme de la cama (y esta era la posibilidad mayor) me permitió
presenciar el primer acto poético de Carlos Wieder..."[1].
Entre los temas más destacados siempre figuran (con razón) la identidad,
marginalidad y la escritura. Con algo menos de razón, o quizás con una
dosis extra de fetichismo se habla frecuentemente del viaje, en términos de
mera recopilación autobiográfica, o como un simple motivo recurrente en sus
ficciones. El lector atento podrá darse cuenta tras la lectura de los
cuentos y poemas que la realidad es más compleja, ya que aunque no es
posible negar la importancia de la biografía en tanto material primario,
esta no es la dimensión más relevante: la riqueza de los textos mismos
exige atención a la forma y a las conexiones que se establecen entre las
obras. A mi parecer, uno de los temas transversales de la obra bolañiana no
se ha tratado con la seriedad que merece: la enfermedad. Vale la pena
mencionar que las aproximaciones realizadas hasta el momento recalcan el
hecho mismo de la enfermedad crónica, seria, con una especie de fervor
arqueológico, sin indagar en las huellas o resonancias que esta experiencia
vital articula en los textos mismos.
Asimismo, el tema de la "orfandad", relacionado al tema de la enfermedad,
propuesto por Rodrigo Cánovas para describir a la sensibilidad particular
de la generación de 1980 en Chile resulta pertinente para la revisión de la
obra de Bolaño, sobre todo porque permite establecer conexiones que algunos
han resuelto con la clasificación generalizante de "desencanto" al hablar
sobre la visión del autor respecto a la realidad política e histórica de
América latina. La orfandad histórica de la generación de 1980 en Chile se
refiere a la incapacidad de establecer un diálogo intergeneracional con los
antecesores, y a la actitud de autosuficiencia que los escritores y poetas
jóvenes debieron adoptar para sobrevivir.
Vemos que en el caso de Roberto Bolaño esta relación es aún más compleja
por los diferentes lugares en los que se formó, y teniendo en cuenta que no
se lo considera en muchas antologías de poetas chilenos o mexicanos cuando
se habla de este período. Para resumir brevemente las diferentes maneras en
que se articula la postura de orfandad impuesta o autoimpuesta, podemos
decir que mientras que en Chile la generación de 1980 aceptó tomar
elementos de su generación anterior y retrabajarlos, en el caso de la
escena juvenil mexicana se trató de un corte radical con la tradición, como
puede verse en el "Primer manifiesto infrarrealista", que Bolaño escribió:
"Repito:/ el poeta como héroe develador de héroes, como el árbol rojo caído
que anuncia el principio del bosque./ -Los intentos de una ética-estética
consecuente están empedrados de traiciones o sobrevivencias patéticas./-Y
es que el individuo podrá andar mil kilómetros pero a la larga el camino se
lo come. /-Nuestra ética es la Revolución, nuestra estética la Vida: una-
sola-cosa"[2]. El movimiento infrarrealista intentó romper con el estilo de
poesía que se venía cultivando en México y en varias ocasiones hubo
performances y disrupciones durante recitales poéticos, como ocurrió en el
caso de Octavio Paz.

El canon bolañiano y la crítica
Las novelas "totales" de Roberto Bolaño, esto es, 2666 y Los detectives
salvajes se adjudican centenares (quizá hasta miles) de artículos en
revistas prestigiosas y/o publicaciones norteamericanas e internacionales.
Sin ir más lejos, durante las celebraciones en honor a los diez años del
fallecimiento del autor se celebraron ponencias en España, México y Chile,
enfocadas a comentar las publicaciones póstumas (de las cuales podríamos
hablar en detalle por el mérito y altura de varias de ellas y la tibieza de
otras), las redescubiertas (como La pista de hielo y Una novelita lumpen) y
las canónicas. Hasta hace un par de años la cobertura analítica de las
novelas cortas y cuentos constituía un porcentaje lamentable. Sin embargo,
me parece que las obras "menores", sobre todo los poemarios (Los perros
románticos, Amberes y Tres), condensan los otros temas que desarrolla
Bolaño en la mayoría producción: la condición del migrante, el cultivo de
una voz personal, entre otros[3]. Desafortunadamente, aún perdura una
actitud negativa o indiferente hacia su obra poética. Como evidencia
podemos citar la escasa repercusión entre los diversos compendios de
estudios críticos publicados en menos de una década, compilados por Celina
Manzoni (La escritura como tauromaquia), Edmundo Paz Soldán y Gustavo
Faverón (Bolaño salvaje), y el pionero Territorios en fuga, compilado por
Patricia Espinosa. Algo que me atrevería a catalogar como "imperdonable" es
el particular desinterés por la obra que Bolaño consideraba como la más
importante de su producción. La Universidad desconocida no ha sido
analizada ni comentada y salvo una que otra reseña, simplemente no existe
material sobre el poemario al que el autor dedicó la mayor parte de su
tiempo, entre transcripciones de viejos cuadernos, correcciones y
recorrecciones que datan desde los años ochenta. El hecho de que el libro,
publicado póstumamente siguiendo las instrucciones del mismo autor, haya
contenido varios anexos así como una historia de la producción de los
poemas y las partes del poemario no ha logrado suscitar mucho interés.

El universo Bolaño
De todas formas, existen excepciones dentro de este universo analítico
unidireccional (o mejor dicho, "bidireccional"), como por ejemplo, el
artículo de Sonia Stainfeld, "Relaciones intertextuales en la obra de
Roberto Bolaño", que sitúa a las obras del autor chileno como parte de un
corpus interconectado. La reflexión previa sobre las relaciones que se
pueden trazar entre las obras de distinta épocas, así como sus tipos, se
concatena con el carácter (ampliamente descrito como) marginal y
fragmentario, dos rasgos que se han abordado en las obras de Bolaño desde
múltiples perspectivas. Partiendo por los elementos formales de los textos,
destacan los narradores y la manera en que construyen un universo
narrativo. En la evolución de las voces, que atraviesan un proceso de
madurez, es posible trazar una trayectoria hacia la complejización. Pasamos
del narrador sociópata de Consejos de un discípulo de Morrison a un
fanático de Joyce a la voz impersonal de la "Parte de los crímenes" de
2666, con dos o tres figuras brillantes entre medio (Bianca, de Una
novelita lumpen o el narrador de Estrella distante). Quizás el logro más
importante de su narrativa sea su capacidad de crear personajes autónomos,
verosímiles y variados. La forma en que el lector entra en diálogo con
ellos es principalmente a través de la admiración y la simpatía. Este
último rasgo que menciono se liga a la idea de orfandad en tanto que los
personajes representados (o autorepresentados, ya que muchos de ellos
ocupan además la función de narradores) intentan encontrar un rumbo o
luchan constantemente por la supervivencia. La mayoría de las veces este
deambular es acompañado por una sensibilidad particular de la voz
narrativa, que pese a no intentar generar lástima vincula irremediablemente
al lector con los personajes.
Uno de los mejores ejemplos proviene quizás de Una novelita lumpen, donde
Bianca construye su identidad en medio del caos y la lucha por surgir en
medio de las peores circunstancias. No es casualidad que en el caso de esta
novela los protagonistas sean dos hermanos huérfanos. Por ello, el sentido
de no pertenencia es importante para el tono de la narración y sin embargo,
la narradora prevalece pese a que no está segura de que el camino que toma
sea el correcto: "La voz de Maciste me condujo hasta una habitación en el
primer piso, iluminada por una débil bombilla semioculta en una esquina. Sé
que subí unos escalones, pero también sé que bajé unos escalones. La voz de
Maciste siempre iba por delante de mí, indicándome escuetamente el camino.
No sentí miedo"[4]. Como destaca Chiara Bolognese, los personajes sienten
una pulsión hacia el movimiento en su "búsqueda del equilibrio"[5].
Es cierto, la mayoría de los relatos tienen como protagonistas a personajes
que buscan obtener experiencias vitales o encontrar el sentido de sus
vidas, y también es verdad que muchos de ellos lo encuentran (o creen
encontrarlo) en la escritura. Pero también se debe recalcar que este viaje
de aprendizaje fuerza a madurar a las voces narrativas, y que ellas dejan
entrever un cierto desgaste. Tenemos entonces, por un lado, expuesta la
idea de que la tensión entre el triunfo y la derrota existe en estos
relatos (y aún más en los poemas) y que es algo que es imposible
reconciliar. Son dos aspectos de la vida misma que se traslucen de una
manera compasiva hacia los narradores y demás personajes.
En términos de la producción general del autor, uno de los aspectos
en que difiere la poesía de la narrativa del período es la dicotomía entre
lo privado y lo público: mientras en la narrativa se vive repliegue hacia
la construcción del individuo, la poesía se convierte en un propósito común
para lograr un fin trascendente, la construcción de la memoria e identidad,
colectiva e individual a la vez. Resulta algo extraño al principio
plantearlo en estos términos, porque se tiende a pensar en la poesía como
manifestación suprema de la interioridad o subjetividad, pero en el caso de
Bolaño los principios éticos, estéticos y políticos se transparentan en la
obra poética. Habrá objeciones, como la mención de los finales de Los
detectives salvajes o Amuleto, donde el mensaje parece estar enfocado en la
disolución de la invididualidad en pos de un proyecto colectivo. Pero si se
vuelve a mirar, el hecho de que la multitud de narradores en Los detectives
salvajes no construyan una verdad sino un sinnúmero de realidades no niega
el despliegue magistral de voces individuales y autónomas. El marco que
contiene a las voces es otra instancia en que se intenta construir una
identidad, a la vez que se intenta reconstruir la de Arturo Bélano y Ulises
Lima, es el impulso de escribirse el que predomina en el relato del poeta
García Madero: . De la misma manera, diría que la narración de Auxilio
Lacouturre en Amuleto apunta a la autoafirmación en medio de un contexto
caótico, más que a la exposición simplista de la violencia en términos
panfletarios.

Y aterrizando ya en el tema de la enfermedad, aunque se deja entrever que
las alusiones a la enfermedad son en efecto a un proceso fisiológico
concreto de degradación, los síntomas son más amplios que la dolencia del
cuerpo. En efecto, la corporalidad es importante en los relatos bolañianos.
Está presente en la expresión del ansia sexual que parece no tener fin, un
ansia que genera aún más desolación y enfermedad. Podríamos recordar al
spleen o a la melancolía del barroco para describir la caracterización de
estos personajes. Muchas veces (bueno, siempre) el deseo está acompañado de
la escritura y la lectura voraz de todo tipo de textos (pienso,
irremediablemente en dos ejemplos de las obras maestras, en el poeta García
Madero, de Los detectives salvajes y en los críticos de 2666).
El epítome de esta necesidad la encontramos en la voz de los poemas de La
Universidad desconocida. En varios de ellos se va dibujando un retrato de
la agonía del sujeto que se aferra a la lectura y escritura de su viaje
existencial. Rodrigo Fresán, autor argentino amigo de Bolaño, señala que la
relación entre la producción literaria de Bolaño y el tema de la enfermedad
es muy estrecho y fue el motor principal de la producción de la etapa
tardía del autor: "La constante amenaza del final resultó en el
alumbramiento de una de las obras más enérgicas de las que se tenga memora
dentro de la literatura en castellano"[6]. En la reseña que dedica a las
dos obras póstumas del autor, menciona el concepto del viaje, en forma de
persecusión de la literatura, como eje central de su obra.
En la extensión de la obra, que comprende parcialmente a los tres
anteriores poemarios, traza una línea donde es posible vislumbrar un
recorrido hacia la madurez. La voz se articula, construye y deconstruye a
sí misma constantemente desde un sitio complejo que no da por sentado las
categorías de identidad, nacionalidad o existencia. Ante la enfermedad y la
perspectiva de la muerte próxima, el hablante de los poemas inicia un
proceso de construcción del yo en base a procedimientos literarios. La
conciencia de muerte es, por esencia, un proceso individual. Está
relacionada con la percepción cultural de la muerte e influenciada por
ideología, pero de manera personal. Su foco es el individuo, y está
determinada por el sistema de creencias, gustos, opiniones y aprehensiones
de su depositario. La conciencia de muerte es la apreciación de la propia
mortalidad, lo que plantea el hablante en varios momentos de La Universidad
desconocida. Existe un innegable sentimiento de urgencia que acompaña a la
conciencia de muerte que se traduce en en símbolos, imágenes y metáforas
recurrentes y en un tono que oscila entre la resignación y la resistencia
frente a la muerte. Lo verdaderamente interesante de esta obra no es sólo
que plantea un conflicto que no llega a solucionarse (probablemente
perdería valor si se llegara a una síntesis abarcadora), sino también que
plantea una reconstrucción de un viejo tópico latino, peregrinatio vitae (o
la vida concebida como un viaje). El hablante genera una metáfora-madre que
sirve de hilo conductor de la obra y que además sirve para conectarla con
otras obras importantes del autor.
La muerte aparece mencionada directamente, como adjetivo o sustantivo, en
47 de 410 poemas. Cabe mencionar que su recurrencia textual se acrecienta a
medida que el tiempo avanza, paralelo a la estructura del libro (marcado
por la división en "partes"). Mientras que en la "Primera parte" los poemas
donde aparece mencionada la muerte son nueve, en la "Segunda parte" la
cifra asciende a 13. La "Tercera parte" cuenta con 25 menciones. Asimismo,
el hablante atraviesa por distintas etapas, desde la observación de la
muerte en la vida cotidiana (en tono de novela negra): "A simple vista uno
podía notar que no había muerto de un ataque cardíaco"[7], hasta la noción
de muerte: "Cualquiera es capaz de morir enuncia algo distinto a
'Cualquiera muere'"[8], y luego la activación de la conciencia de muerte:
"Llegará el día en que no hagamos/ Tantas cosas como ahora hacemos
juntos"[9]. Para ilustrar mejor este punto, será necesario realizar
ejercicios comparativos que demuestren el paso entre distintos niveles y
significados de la Muerte en el texto. Podemos establecer como tema central
al
proceso de cambios que se generan en el hablante frente a la posibilidad de
una muerte próxima, resultado de una enfermedad crónica[10].
Precisamente, para demostrar el cambio de actitud del hablante
frente al tema central, tomemos como ejemplo a poema "Post scriptum", de la
"Segunda parte": "De lo perdido, de lo irremediablemente perdido, sólo
deseo recuperar la disponibilidad cotidiana de mi escritura, líneas capaces
de cogerme del pelo y levantarme cuando mi cuerpo ya no quiera aguantar
más"[11].
En este poema se alude a la debilidad del cuerpo, pero no en función
de la enfermedad. La atención del hablante está en la escritura, en su
capacidad para perseverar como poeta, y en el "coraje". En las "Notas del
autor, sin título" se deja clara la procedencia y fecha de la parte en que
este está incluido: "Gente que se aleja" fue escrita "en 1980 mientras
trabajaba de vigilante nocturno"[12]. Si tomamos por detonante lírico la
situación contextual de producción de este conjunto de poemas, es decir,
las adversidades de la vida como inmigrante[13], veremos que dista de las
circunstancias posteriores a 1993, año del diagnóstico de la enfermedad, o
incluso de los últimos meses de vida del autor. Es evidente, entonces, a la
luz del detonante, el paso de preocupaciones contingentes (trabajo,
relaciones amorosas pasajeras, escasez de dinero, etc.) a otro tipo de
tribulaciones, de orden metafísico, bajo la perspectiva de la enfermedad.
Tomemos algunos poemas de la "Primera parte" como ejemplo, y
contrastémoslos con otros de la "Tercera".
En la sección "Nada malo me ocurrirá"[14], se agrupan los poemas
escritos por el autor entre 1978 y 1981, un período anterior a la
activación de la conciencia de muerte. Es posible observar, en el conjunto
de poemas, el tono liviano y anecdótico: "Todos los comercios hoy estaban
cerrados/y además sólo tenía 50 pesetas. . . "[15]. Este, como otros poemas
de su sección, tiene como ejes al dinero, a las ocupaciones del día a día.
El penúltimo poema, no titulado, de los "Nueve poemas", ahonda en la
relación entre el sueño como presagio de muerte, mediante la utilización
del símbolo de la espada. El temple anímico remite a lo inevitable. El
sueño aparece como un plano de la realidad al que sólo se accede mediante
la rendición del cuerpo, y por medio del recuerdo: "Volví en sueños al país
de la infancia. En el cielo/había una espada / azul. Una gran espada azul
sobrevolando /los tejados marrones y rojos de Quilpué. /Entré caminando,
con las manos en los bolsillos, y busqué /las viejas películas: el
riachuelo, el caballo, la plaza /cubierta de hojas, el porche de mi casa.
No vi/ a nadie. Hasta el Duque había desaparecido./De alguna manera intuí
que el pueblo había entrado /en una suerte de operación geométrica[16] sin
fin. La espada/ se reproducía en el cielo mas siempre era una e
indivisible"[17].
El tono del poema remite a la inevitabilidad del advenimiento de un
poder irrefrenable y supraterreno. La espada que pende sobre su ciudad de
infancia, "una e indivisible", es la muerte que acecha a los habitantes
desaparecidos no sólo en el momento del Juicio Final, sino también en
tiempos ordinarios: los hombres mueren a razón de una "operación geométrica
sin fin".
Esta actitud hacia la poesía es otro de los vínculos entre los poemas
de La Universidad desconocida, y la ética y estética romántica,
especialmente la concepción de la poesía como el único modo de conciliar la
razón con el sentimiento. La obra de arte, sobre todo si intenta capturar
lo sublime, transgrede los órdenes establecidos por la razón para develar a
la verdadera fuerza de la naturaleza (lo incognoscible, como la muerte),
sitúa al hombre autónomo, conciente respecto a su condición humana, frente
a sí mismo como un individuo moral[18]. De esta forma ayuda a otorgar
sentido a su existencia, una vez encontrado su lugar en el mundo.
Para terminar con el recorrido por el poemario, cabe mencionar al
poema "El Mar", que fue escrito durante la década de los 80[19], y que
cobra importancia debido a que reaparece en 1998, en Los detectives
salvajes.[20] El poema de Cesárea Tinajero, "Sión", sintetiza la relación
entre el tema de la enfermedad y la conciencia de muerte, o bien, su
despertar periódico. Se manifiestan en forma de "crispaciones" gráficas de
la línea, convirtiéndose así en el sustituyente pictórico de "una
premonición de que la calma se altera"[21]. Además, es posible observar la
presencia de un vehículo en su trayecto hacia la "tempestad" y establecer
lo que este viaje evoca para el hablante:

"(…) La línea recta me producía calma. La línea curva me inquietaba,
presentía el peligro pero me gustaba la suavidad: subir y bajar. La última
línea era la crispación. Me dolía el pene, el vientre, etc."[22].
La descripción de los síntomas psicosomáticos está emparentada con el
despertar de su conciencia de muerte. Se trata de los mismos síntomas que
Arturo Belano menciona a Amadeo Salvatierra en Los detectives salvajes, lo
que genera un vínculo entre las obras. Arturo Bélano y Ulises Lima analizan
la conexión entre el barco y la línea, mientras Amadeo Salvatierra hace
mención a "la superficie del mar que para los tiburones es la boca del
vasto infierno, [y] el barco sin vela que también puede ser un ataúd"[23].
Aquí aparece el eje vertical-horizontal como imagen, y el mar como símbolo
del paso entre el nivel terrestre y el nivel inferior, en toda su
connotación negativa. El barco sin vela representa al hablante incapacitado
para seguir el viaje, e inmediatamente se asocia a la imagen del ataúd,
sustituyente del fin del viaje, es decir, la muerte-naufragio.
El gráfico del poema "El Mar" establece tres momentos, que pueden ser
asociados a tres etapas de La Universidad Desconocida[24]. La línea recta,
la calma, representa a la primera parte de la obra, donde predomina el
presente. Construye imágenes por medio del lenguaje coloquial, y predomina
un tono nostálgico, ante el recuerdo de hechos pasados. El sentido de los
poemas puede ser interpretado a la luz de reiteradas alusiones a un "tú"
desconocido. Predominan: el testimonio de las viscisitudes de la condición
de inmigrante[25], el recuento de algunos desencuentros amorosos, y las
reflexiones acerca del oficio literario[26].
En segundo lugar, la línea ondulada representa las variaciones entre
los momentos donde la conciencia de muerte está activa, y cuando es
ignorada. La cronología del texto respalda esta interpretación. El conjunto
de poemas corresponde a dos períodos: el primero, entre 1980 a 1984, y el
segundo de 1993 a 1994, años posteriores al diagnóstico de su
enfermedad[27]. No es casual que el recurso de despersonalización y el uso
del punto de vista cinematográfico en los poemas pertenecientes a las
secciones "Gente que se aleja" (poemas publicados como Amberes, en 2002), y
"Prosa del otoño en Gerona" (poemas aparecidos en Tres) surjan en esta
etapa. Entre medio de la historia, narrada por un hablante enigmático que
utiliza elementos del género policial[28], aparecen indicios de que la
conciencia de muerte ha despertado en él.
En la tercera parte, correspondiente a la línea zigzagueante, consiste de
poemas escritos entre 1987 y 1994. Existe un mayor grado de dificultad en
la interpretación de estos poemas por el carácter de los símbolos y
metáforas propuestos. Asimismo, las imágenes son más complejas. Estas se
relacionan con otras de la misma sección para darle sentido al texto, y
requieren un trabajo de interpretación por parte del lector. Son textos que
alcanzan la autonomía, ya que están menos sujetos a referencias concretas y
desconocidas. Cuando existen referencias, están en función de la creación
de una atmósfera determinada, o van de la mano de un temple reflexivo, que
hace de los sucesos pasados su objeto poético.
Después de este largo recorrido por la obra de Bolaño y los temas más
comunes de la crítica que insisto en que es posible situar en primer plano
a las obras en su contexto de producción. Estos dos últimos años han sido
fecundos en la aparición de nuevas perspectivas, pero lamentablemente
existen todavía críticos y estudiantes que prefieren quedarse en la estampa
o la biografía del autor, sin vincularlas con la obra más allá de la
conexión anecdótica. Esperemos que una nueva generación sea capaz de
atravesar por el mar de artículos de este cariz y encuentren perspectivas
novedosas, porque el tema, me parece, está muy lejos de agotarse.
-----------------------
[1] Estrella distante. Barcelona: Anagrama, 2008, p.34.
[2] "Primer manifiesto." Manifiestos, Infrarrealismo.com. 1976. Web. 3 de
noviembre, 2013.
[3]
[4] Una novelita lumpen. Barcelona: Anagrama, 2009. 88.
[5] El viaje en la literatura hispanoamericana, 465.
[6] Bolaño Salvaje, p. 296.
[7] La Universidad desconocida, 136.
[8] La Universidad desconocida, 205.
[9] Ibid., 432.
[10] Estos cambios comienzan a manifestarse en los poemas posteriores a
1992, año en que el autor señala que se entera de que estaba gravemente
enfermo (Entre paréntesis 339). El año siguiente, 1993, marca el eje de
recurrencia e intensificación de elementos poéticos asociados a la muerte,
por ser el año en que el autor comienza el tratamiento de su enfermedad
(ver nota 3).
[11] Ibid., 242.
[12] Ibid., 433.
[13] Ver Blume, 150. Los poemas que contiene la parte titulada "Gente que
se aleja" fueron publicados anteriormente, bajo el mismo título, como
parte del libro Amberes en 2002. Jaime Blume hace una lectura en torno a la
condición del extranjero miserable en "Prosa del otoño en Gerona", en Tres
(2000). Ver Blume, Jaime, "Roberto Bolaño poeta" en Territorios en fuga.
Santiago: Territorios en fuga: Estudios críticos sobre la obra de Roberto
Bolaño. Comp. Patricia Espinosa. Santiago: Editorial Frasis, 2003.
149-166.
[14] Ibid., 129-152.
[15] Ibid., 131.
[16] La "operación geométrica" que menciona el hablante probablemente
sea la proliferación de "Millones y billones de muertos/ tantos como
estrellas hay en todas las galaxias", de la que habla Enrique Lihn en
Diario de muerte. Santiago: Editorial UDP, 2010.
[17] Ibid., 328.
[18] Schiller afirma que "lo estético muestra la posibilidad de un pasaje
desde la sensibilidad a la racionalidad", y es capaz de anular el carácter
negativo de la escisión entre ambos terrenos. Ver Pablo
Oyarzún:"Schiller: lo sublime y la revolución de la sensibilidad". Revista
de Teoría del Arte 9 (2003): 11-50.
[19] Ibid., 443.
[20] Los detectives salvajes. Barcelona: Anagrama, 1998.398, 421-424.
[21] Los detectives salvajes, 422.
[22] La Universidad desconocida, 204.
[23] Los detectives salvajes, 424.
[24] A su vez, pueden ser asociados a tres etapas de producción del
autor. Según nuestra interpretación, 1. La juventud, con obras que
pertenecen a la etapa infrarrealista (1970-1980); 2. la adultez, que
incluye el interés formal en la incursión en la narrativa; y 3. la madurez,
etapa centrada en la concreción del proyecto de "novela total." Si bien la
experimentación está presente en todas las etapas, y el corpus unido por un
eje central (temático y estilístico), a medida que pasa el tiempo, el tema
de la enfermedad y la muerte (presente en obras de las tres etapas) cobra
mayor relevancia, y se traduce en imágenes y metáforas con mayor poder
evocativo. Esta hipótesis, sin embargo, escapa a lo que concierne a esta
investigación, y será materia de un nuevo ensayo.
[25] Jaime Blume destaca la importancia de este tema y el del
desencuentro amoroso, así como la utilización del recurso cinematográfico,
en su ensayo "Roberto Bolaño poeta".
[26] Según Fresán, entre otros, se trata del eje central de la obra del
autor: "la persecusión y el alcance (…) de la literatura (…) de la
literatura como Génesis y Apocalipsis o Alfa y Omega". Bolaño salvaje, 295.
[27] La Universidad Desconocida, 459.
[28] La escena del crimen, la existencia de un sospechoso, la presencia
de un cadáver, y la de los policías o investigadores son elementos que
aparecen en La Universidad desconocida en muchas ocasiones: 170-173, 183,
186, 192-193, etcétera.
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