UNA LUPA EXTRANJERA SOBRE LOS EJÉRCITOS FRANQUISTAS (I)

October 6, 2017 | Autor: Angel Viñas Martin | Categoría: History, Military History, Spanish History, Francoism
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Descripción

UNA LUPA EXTRANJERA SOBRE LOS EJÉRCITOS FRANQUISTAS (I)



Algunos lectores de este blog me han dicho que les interesa saber algo de
lo que expuse en Barcelona en una reciente conferencia sobre la UMD (Unión
Militar Democrática). Quise aportar datos acerca de cómo se veían en el
extranjero aquellas Fuerzas Armadas franquistas. Me interesé por este tema
investigando en busca de documentación para ese libro sobre la "hábil
prudencia" de Franco que no termino de cerrar. Desgranaré lo fundamental de
mi exposición en Barcelona en varios posts. Sin notas a pie de página.
Todas las intervenciones que se hicieron en la conferencia se publicarán el
año próximo.



En la abundante literatura sobre el franquismo ha existido siempre una
tensa controversia acerca del papel político de los militares. Hay autores,
en general en la derecha, que señalan que este papel no correspondió a la
institución armada sino a ciertos personajes dentro de ella. En tal
sentido, afirman, no cabe hablar de un "poder militar" y sí del "poder" de
determinados militares. Otros autores, por el contrario, destacan el papel
de las Fuerzas Armadas. Fue multifacético: cantera de personal político,
generadoras de ideas y actuaciones, reserva y complemento de los cuerpos de
seguridad y ultima ratio del sistema. Yo he añadido siempre los indicios
que se derivan, en términos operacionales, de los despliegues realizados a
lo largo de treinta años por el Ejército de Tierra. Casi siempre lo fueron
con la mirada puesta en el interior.

Las Fuerzas Armadas se convirtieron en el principal bloque de poder dentro
del magma que dio soporte a la dictadura. Se forjaron en una cruenta guerra
civil. La entendieron nada menos que como la manifestación concreta de un
combate planetario contra aquel enemigo por antonomasia de la civilización
cristiana que era el comunismo. Contribuyeron a mantener el "nuevo Estado"
sobre los escombros de un país golpeado y una gran masa de la población
sojuzgada. Los vencedores la creían capaz de volver a las andadas a la
primera ocasión. Como señaló Gabriel Cardona, la mentalidad que
desarrollaron se sintió muy

"poco preocupada por el perfeccionamiento profesional, [fue] muy
combativa políticamente y [estuvo] obsesionada por conservar la pureza
ideológica de la guerra, centrada en las virtudes militares de
disciplina, orden y jerarquía, junto a los valores anticomunistas,
nacionalistas y católicos".

Sociólogos y politólogos han cuantificado y analizado la metástasis
producida en los agigantados aparatos de seguridad del Estado. También han
examinado cómo los uniformados, profesionales de antes de la guerra o
"educados" en esta, se infiltraron por los más insólitos vericuetos de la
Administración y de la gestión gubernamental. Parcelas enteras de la
política pública quedaron bajo su control. Ocurrió tanto a nivel directivo
como en los escalones ejecutivos. En estos últimos militares y falangistas
(a veces combinando las dos características pero casi nunca "hermanados")
se desparramaron cual mancha de aceite.

En tales condiciones, y con millones de arreglos de cuentas pendientes,
hubiese resultado realmente sorprendente que quiénes habían alcanzado la
VICTORIA no intentaran difundir un ethos y una praxis muy específicos. Lo
hicieron en consonancia con añejos postulados del militarismo español.
También en base a la arrogante creencia en su supremacía sobre el poder
civil. Este no lo consideraban sino contingente y que no siempre había
representado los intereses permanentes de la PATRIA. Un especialista, José
Gómez Olmeda, describió tal talante en los siguientes términos:

"Las Fuerzas Armadas triunfan en un conflicto armado absoluto, en
el que al enemigo se le considera como la personificación del mal y el
objetivo de la contienda es destruirle tanto como sea posible (…) Una de
sus secuelas de mayor peso es la consolidación de la percepción de la
amenaza en el escenario nacional y el acento en la teoría del enemigo
interior".

Naturalmente esta teoría echaba raíces que llegaban hasta los comienzos de
la Restauración. La guerra civil añadió dos elementos novedosos: uno, la
eliminación de cualquier restricción constitucional o para-constitucional y
el segundo la necesidad de asentar, en último término, la nueva dictadura a
la sombra de las bayonetas.

Mientras duró la dictadura las embajadas extranjeras hicieron informes
sobre los más diversos aspectos de su comportamiento interno y externo.
Cualquier historiador digno de este nombre lo estudiará hoy combinando la
documentación con la generada por la Administración española. Por
desgracia, y para el tema militar, podemos afirmar que el actual Gobierno
del PP, con su cerval miedo a la historia, ha reforzado los candados a los
archivos militares del franquismo. En opinión del ilustre ministro de
Defensa las Fuerzas Armadas (FAS) están para otra cosa y para desclasificar
papeles. Menos mal. Que las FAS cumplan su papel técnico en un Estado
democrático es sumamente tranquilizador. También parece haber señalado el
distinguido Sr. Ministro que abrir los archivos puede crear cierta
incomodidad a países vecinos. Tendría toda la razón si supusiéramos que la
Francia de Vichy o el Tercer Reich puedan sentirse molestos. Sin embargo
los países que nos rodean (más Estados Unidos) llevan años abriendo sus
archivos y documentación sobre España sin tener en cuenta tales
significativos pudores por los cuales no le felicitamos.

En estos posts trataré de invertir la situación. Acudiré a los archivos
británicos y examinaré como se vieron en Londres y en la embajada en Madrid
el papel y los problemas de las FAS durante el franquismo. Por lo menos en
sus rasgos esenciales. Añadiré que si alguien se molesta, lo sentiré mucho
pero quien se pica ajos come. Para contrarrestar las opiniones foráneas
nada mejor que dejar de hacer el avestruz y sacar la ropa a la luz del día.
¿O es que por casualidad la ropa podría estar sucia?

No haré uso de documentos norteamericanos. ¿Por qué? Porque los
norteamericanos se imbricaron hasta los tuétanos en los rodajes del aparato
de disuasión franquista. No hicieron mucho caso de la pregunta que el
presidente Eisenhower se planteó en mayo de 1956 ante las vehementes
demandas españolas de que convenía modernizar a todo trapo el Ejército de
Tierra. ¿Para qué lo quieren?, expuso retóricamente. No serviría de cara a
un conflicto en el que se viese involucrada la OTAN. Eisenhower se dio a sí
mismo la respuesta: lo que los españoles necesitaban era "un pequeño
ejército competente -a good little army- para mantener estable el país".
Coincidía con Franco en esto último. No entendió, quizá, que el Caudillo,
aparte de arrendar la seguridad exterior y hasta cierto punto la soberanía
nacional, también clamaba por algo más que no fuera un escuálido plato de
lentejas.

Los británicos fueron más imparciales. El Reino Unido nunca destacó por su
beligerancia contra la dictadura. Ahora bien, por razones de política
interna tampoco se lió demasiado con ella. Es más, en ocasiones mantuvo un
pulso con la misma a causa de la encendida y periódica retórica franco-
falangista en torno a la recuperación de Gibraltar. Nunca les preocupó
demasiado la gritería en tal sentido. Sí se abstuvieron de suministrar a
las FAS durante años. Sabían que a la Armada no le hubiera venido mal, dado
el respeto que a sus cuadros superiores seguía inspirándoles la Royal Navy.
Lo que aquí nos interesa son, sin embargo, sus valoraciones sobre la
eficacia y papel de las FAS y, en particular, del Ejército de Tierra. A
ello se dedicarán los próximos posts.

(continuará)
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