Una ciudad en transición: el inicio de la Córdoba Islámica

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Descripción

Edita: Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236)

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[ monografías de arqueología cordobesa ] 2014

20. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; LEÓN, A. (Eds.) 2014: Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo, Monografías de Arqueología Cordobesa 20, Córdoba. 19. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F. (Eds.) 2010: El Anfiteatro Romano de Córdoba y su entorno urbano. Análisis Arqueológico (ss. I-XIII d.C.), Monografías de Arqueología Cordobesa 19 (2 vols.), Córdoba. 18. VAQUERIZO, D. (Ed.) 2010: Las Áreas Suburbanas en la ciudad histórica. Topografía, usos, función, Monografías de Arqueología Cordobesa 18, Córdoba. 17. RUIZ OSUNA, A. B. 2010: Colonia Patricia, centro difusor de modelos. Topografía y monumentalización funeraria en Baetica, Monografías de Arqueología Cordobesa 17, Córdoba. 16. RUIZ OSUNA, A. B. 2007: La monumentalización de los espacios funerarios en Colonia Patricia Corduba (ss. I a. C. - II d. C. ), Arqueología Cordobesa 16, Córdoba. 15. MORENO ROMERO, E. 2007: “Santa Rosa”. Un sector de la Necrópolis Septentrional de Colonia Patricia, Arqueología Cordobesa 15, Córdoba. 14. GUTIÉRREZ DEZA, M. I. 2007, Los opera sectilla cordobeses, Arqueología Cordobesa 14, Córdoba.

monografías de arqueología

cordobesa

Monografías de Arqueología Cordobesa (MgAC), que vio la luz por primera vez en 1994, es una serie de carácter temático publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, con la colaboración, en este caso, del Ministerio de Ciencia e Innovación, y del Servicio de Publicaciones de la misma Universidad. La dirigen Desi-

Vaquerizo, D.; Garriguet, J. A.; León, A. (Eds.)

Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo

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derio Vaquerizo Gil y Juan Fco. Murillo Redondo, y surge como instrumento para dar a conocer de forma monográfica propuestas de interpretación arqueológica desarrolladas por Investigadores de dicho Grupo,

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Monografías de Arqueología Cordobesa

que someten así, de manera periódica, su trabajo al juicio crítico de la comunidad científica internacional, así como temas de especial relevancia para el avance de la investigación arqueológica internacional, española y cordobesa.

13. LEÓN PASTOR, E. 2007: La secuencia cultural de la Corduba prerromana a través de sus complejos cerámicos, Arqueología Cordobesa 13, Córdoba.

11. VAQUERIZO, D.; GARRIGUET, J. A.; VARGAS, S. 2005: “La Constancia”. Una contribución al conocimiento de la topografía y los usos funerarios en la Colonia Patricia de los siglos iniciales del Imperio, Arqueología Cordobesa 11, Córdoba. 10. MONTERROSO, A. 2005: Ex teatro cordubensi. La vida del monumento y la producción de cerámicas africanas en el Valle del Baetis, Arqueología Cordobesa 10, Córdoba.

8. SALINAS, E. 2003: El vidrio romano de Córdoba, Arqueología Cordobesa 8, Córdoba. 7. SÁNCHEZ RAMOS, M. I. 2003: Un sector tardorromano de la necrópolis septentrional de Corduba, Arqueología Cordobesa 7, Córdoba. 6. MARTÍN URDIROZ, I. 2002: Sarcófagos de plomo de Córdoba y provincia, Arqueología Cordobesa 6, Córdoba.

4. SÁNCHEZ MADRID, S. 2002: Arqueología y Humanismo. Ambrosio de Morales, Arqueología Cordobesa 4, Córdoba. 3. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; MORENO, M. F.; LEÓN, A.; LUNA, M. D.; ZAMORANO, A. M.ª 1994: El Valle Alto del Guadiato (Fuenteobejuna, Córdoba), Arqueología Cordobesa 3 2. VAQUERIZO, D.; MURILLO, J. F.; QUESADA, F. 1994: Fuente Tójar, Arqueología Cordobesa 2 1. QUESADA, F.; MURILLO, J. F.; CARRILLO, J. R.; CARMONA, S.; QUESADA, F. 1994: Almedinilla, Arqueología Cordobesa 1

MINISTERIO DE CIENCIA E INNOVACIÓN

9 788499 271637

5. CÁNOVAS, A. 2002: La decoración pictórica de la villa de El Ruedo (Almedinilla, Córdoba), Arqueología Cordobesa 5, Córdoba.

Vaquerizo, D.; Garriguet, J. A.; León A. (Eds.)

9. CASAL, M. T. 2003: Los cementerios musulmanes de Qurtuba, Arqueología Cordobesa 9, Córdoba.

Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo

12. CASTRO DEL RÍO, E. 2005: El arrabal de época califal de la zona arqueológica de Cercadilla. La arquitectura doméstica, Arqueología Cordobesa 12, Córdoba.

Imagen de portada: Plano de la Colonia Patricia de época imperial, sobre una imagen de la Campiña de Córdoba (montaje E. Cerrato).

NÚMERO

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[ NUEVA ÉPOCA ]

Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo Vaquerizo D.; Garriguet, J. A.; León, A. (Eds.)

Córdoba, 2014

NÚMERO

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2014

[ NUEVA ÉPOCA ] Serie monográfica publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, en colaboración, en este caso, con su Servicio de Publicaciones.

DIRECTORES DE LA SERIE

Desiderio VAQUERIZO GIL Juan Fco. MURILLO REDONDO SECRETARIOS

José A. GARRIGUET MATA Alberto LEÓN MUÑOZ © De los Autores. © Edita: Servicio de Publicaciones, Universidad de Córdoba, 2014 Campus de Rabanales, Ctra. Nacional IV, Km. 396 14071 Córdoba www.uco.es/publicaciones [email protected] Montaje portada: Eduardo CERRATO CASADO. D. L. CO: 1.860/2014 I.S.B.N.: 978-84-9927-163-7 CONFECCIÓN E IMPRESIÓN:

Imprenta Luque, S. L. - Córdoba www.imprentaluque.es

La dirección de MgAC no se hace responsable de las opiniones o contenidos recogidos en los textos, que competen en todo caso a sus autores «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)»

Esta monografía recoge los resultados obtenidos en el marco del Proyecto de Investigación "De la urbs a la civitas: transformaciones materiales e ideológicas en suelo urbano desde la etapa clásica al Altomedioevo. Córdoba como laboratorio", financiado por la Dirección General de Investigación y Gestión del Plan Nacional I+D+I. Ministerio de Ciencia e Innovación. Gobierno de España), en su convocatoria de 2010 (Ref. HAR2010-16651; Subprograma HIST).

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ÍNDICE Córdoba, como laboratorio Pág. 11 / 40 Vaquerizo Gil, D., “Ciudad y territorio en el Valle Medio del Betis: apuntes al hilo de una realidad dual, pero esquiva” Pág. 41 / 54 Ruiz Bueno, M. D., “El entorno del decumanus maximus de Colonia Patricia Corduba: ¿evidencias de una remodelación urbanística hacia época severiana?” Pág. 55 / 68 Ruiz Osuna, A., “Monumentalización funeraria en ámbito urbano: vías de interpretación aplicadas a la Córdoba romana” Pág. 69 / 84 Delgado Torres, M.; Jaén Cubero, D., “Territorio y ciudad. El yacimiento arqueológico de Fuente Álamo, Puente Genil (Córdoba). Una reflexión” Pág. 85 / 104 Garriguet Mata, J. A., “Imágenes sin poder. Destrucción, reutilización y abandono de estatuas romanas en la Corduba tardoantigua. Algunos ejemplos” Pág. 105 / 120 Cerrato Casado, E., “El epígrafe funerario de Cermatius: ¿un testimonio arqueológico del primer cristianismo cordobés?” Pág. 121 / 136 Vázquez Navajas, B., “Algunas consideraciones acerca del abastecimiento y la evacuación de agua en la Corduba tardoantigua” Pág. 137 / 184 León Muñoz, A.; Murillo Redondo J. F.; Vargas, S., “Patrones de continuidad en la ocupación periurbana de Córdoba entre la Antigüedad y la Edad Media: 1. Los sistemas hidráulicos” Pág. 185 / 200 Blanco Guzmán, R., “Una ciudad en transición: el inicio de la Córdoba Islámica” Pág. 201 / 214 González Gutiérrez, C., “Hacia la ciudad islámica: de la percepción tradicional a la conceptualización arqueológica”

Varia Pág. 217 / 234 Romero Vera, D., “Dinámicas urbanas en el siglo II d.C.: el caso de Colonia Augusta Firma Astigi (Écija, Sevilla)” [ 7 ]

Pág. 235 / 250 Martín-Bueno, M.; Sáenz Preciado, J. C., “Valdeherrera, Bilbilis, Caesaraugusta: actualización de su conocimiento” Pág. 251 / 264 Andreu Pintado, J., “Rationes rei publicae uexatae y oppida labentia. La crisis urbana de los siglos II y III d.C. a la luz del caso del municipio de Los Bañales de Uncastillo (Zaragoza, España)” Pág. 265 / 282 Jiménez Salvador, J. L.; Ribera i Lacomba, A. V.; Rosselló Mesquida, M., “Valentia y su territorium desde época romana imperial a la antigüedad tardía: una síntesis” Pág. 283 / 292 Bermejo Meléndez, J.; Campos Carrasco, J. M., “El mundo tardoantiguo al occidente del conventus Hispalensis. La trasformación y ruptura del modelo clásico” Pág. 293 / 308 Schattner, Th. G., “Breve descripción de la evolución urbanística de Munigua desde sus comienzos hasta la época tardoantigua” Pág. 309 / 324 Rascón Marqués, S.; Sánchez Montes, A. L., “Complutum: de la ciudad clásica a la deconstruida a través de 700 años de historia” Pág. 325 / 338 Beltrán de Heredia Bercero, J., “Barcelona, colonia en la Hispania romana y sede regia en la Hispania visigoda” Pág. 339 / 354 Costantini, A., “Pisa. L’evoluzione della citta' e del suburbio tra Antichita' e Altomedioevo” Pág. 355 / 366 Bernardes, J. P., “Ossonoba e o seu território: as transformações de uma cidade portuária do sul da Lusitânia” Pág. 367 / 382 Lopes, V., “Mértola na Antiguidade Tardia” Pág. 383 / 414 Alba, M., “Mérida visigoda: construcción y deconstrucción de una idea preconcebida”

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Rafael BLANCO GUZMÁN Grupo de Investigación Sísifo (PAIDI HUM-236) Universidad de Córdoba ✉✉ [email protected]

RESUMEN: Recientes estudios arqueológicos sugieren importantes cambios sociales y materiales en los inicios de la Córdoba musulmana, entre finales del siglo VIII y principios del IX, característicos de una época de transición entre la ciudad tardoantigua y la islámica. El Arrabal meridional (Al-Rabad.), en la otra orilla del Guadalquivir, fue exhumado hace más de una década, desvelando uno de los más interesantes vestigios arqueológicos de la Córdoba emiral, un testimonio excepcional de la formación del urbanismo andalusí. Según las fuentes escritas y arqueológicas, este barrio se abandonó en el año 818, lo que hoy nos aporta una valiosa información arqueológica. Los sucesos que acontecieron en este barrio cordobés marcaron un punto de inflexión en la dinastía omeya y en la islamización de Qurtuba. Palabras clave: Córdoba, periodo emiral, dinastía Omeya, transición, información arqueológica, Al-H.akam I, arrabales.

A B S T R A C T: This paper focuses in the early days of Muslim Cordoba. Recent archaeological studies show us several elements that suggest important changes at the end of 8th and the beginning of 9th centuries: a time of transition between Late Antique and Islamic city. In the southern suburb, on the other side of the Guadalquivir, has been found the most interesting archaeological remains of Cordoba from the emiral period, that offer us an exceptional testimony of an early Andalusian urbanism. According to the archaeological and written sources, this quarter was destroyed by Al-H.akam I after a popular uprising in 818 and today brings a wealth of archaeological data. This important historical event marked a turning point in the Umayyad dynasty and the islamization of Qurtuba. urbs.

Monografías de Arqueología Cordobesa 20  Páginas 185-200  ISBN 978-84-9927-163-7

UNA CIUDAD EN TRANSICIÓN: EL INICIO DE LA CÓRDOBA ISLÁMICA

Key Words: Cordoba, Emiral period, Umayyad dynasty, transition, archeological data, Al-H.akam I, Sub-

Los cambios producidos a lo largo de la historia de la Humanidad a menudo se presentan rotundos y tajantes desde una visión historiográfica que prima lo político o lo militar: unas dinastías se imponen a otras, un pueblo sustituye al anterior; del día a la noche una región, un estado, una ciudad parece adentrarse súbitamente en una nueva era. Sin embargo, tales acontecimientos históricos, incluso los más drásticos, suelen tener un calado distinto en la realidad cotidiana, que a veces sigue unos procesos propios, más pausados y con una afección heterogénea de las transformaciones implementadas a nivel global o estatal. En este trabajo abordaremos una de esas transiciones, la que se produce de la ciudad tardoantigua a la islámica, todavía hoy demasiado desconocida, pero para la que empieza a existir una imporCiudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo  Córdoba, 2014

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tante información; y en la que Córdoba se erige –por su papel histórico, y por la documentación arqueológica y textual disponible– como referente fundamental dentro del Occidente islámico medieval.

LA CIUDAD ISLÁMICA Del mismo modo que la urbs clásica sería sustituida paulatinamente por la civitas tardoantigua, a ésta le sucederá la madı¯nat islámica. La transición de una a otra fue lenta y gradual (cfr. GUTIÉRREZ 2011, 365 y ss.), un proceso complejo y poliédrico que coincidió grosso modo con la islamización de la sociedad y el emirato omeya de al-Andalus (s. VIII-X) (cfr. ACIÉN 2008; AZUAR 2008; GUTIÉRREZ 2011). En primer lugar, es conveniente aclarar que asumimos plenamente el concepto de “ciudad islámica”, como un modelo distinto de urbanismo medieval provisto de unas peculiaridades productivas y sociales propias1, pero caracterizado especialmente por su vínculo directo a una religión concreta. Muchos autores rechazan categóricamente tal denominación por su relación con los presupuestos del orientalismo colonialista tradicional, y por considerar el modelo de mercado simple como el verdadero elemento unificador de estas mudun2 (cfr. LAPIDUS 1969b; AL-SAYYAD 1991; HANEDA, MIURA 1995), proponiendo otros términos como “ciudad oriental” o “ciudad árabe tradicional” (cfr. WIRTH 1982, 198)3. En rigor, el concepto de “ciudad islámica” es el que mejor se adecúa, al menos para al-Andalus. Al margen de las connotaciones negativas que tenía este término en los estudios orientalistas4, ¿no es islámica una ciudad que, a diferencia de otras, se desarrolla y regula desde el Corán y las Tradiciones? Realmente, la configuración conceptual y formal de la ciudad islámica, de su vida cotidiana, de sus espacios privados y comunes, es fruto de un Islam filtrado por los ulemas5. Las casas y calles (cfr. VAN STAEVEL 1995; 2000; 2001; 2008), las mezquitas o cementerios (cfr. GARCÍA SANJUÁN 2002b; CARBALLEIRA 2002), e incluso los aspectos comerciales y artesanales (cfr. CHALMETA 1973; 1991; GARCÍA SANJUÁN 1997; 2002a) estaban regulados, de una u otra forma, por el fiqh o la h. isba. Toda la ciudad islámica y quienes la habitaban estaban sometidos, al margen de su credo, a una normativa jurídica, económica y social enraizada de manera integral en el Islam, que inundaba y moldeaba la realidad diaria y la fisonomía de las mudun andalusíes. Por supuesto, esa “ciudad islámica” no se establece de manera inmediata tras el acceso al poder de un gobierno musulmán, sino cuando culmina el proceso islamizador y la urbe se rige en todos sus aspectos a través del Corán. Una vez conquistada la Península Ibérica, la población musulmana, todavía minoritaria, se adaptaría a lo existente. Durante el período de los walíes dependientes de Damasco, el fuerte cambio

1  Respecto a otros modelos, este tipo de ciudad destacaría por la hegemonía de lo privado, el modo de producción tributario o el pequeño mercado simple (ACIÉN 2008, 16 y ss.). 2  Según tales investigadores, el zoco sería el único elemento característico y, sin embargo, “parmi toutes les institutions des villes du Moyen Orient, celle qui a le moins de rapport avec l’Islam en tant que religion” (WIRTH 1982, 198).  3  Nos parece curioso que los mismos autores que critican el término “islámico” propongan el de “árabe tradicional” que, por ejemplo, excluiría las regiones bereberes u otomanas. Asimismo, el término “oriental”, más allá de su ambigüedad cronológica y geográfica, denota una ideología más propia de ese “orientalismo” rechazado. Realmente, la postura más cómoda sería estudiar cada ciudad individualmente, sin generalizaciones, exclusivamente desde su realidad particular (cfr. PANERAI 1989, 24); pero existen indudables puntos en común que, más allá de la terminología usada, obligan a una conceptualización general. 4  En estos trabajos era frecuente contraponer de manera peyorativa la “ciudad islámica” a la europea y a la grecorromana, el “caos” frente al prototipo de ciudad clásica ordenada: “the Islamic town did not represent an uniform type of civilized life as had the Greek or Roman town” (GRUNEBAUM 1955, 154). 5  En este sentido, consúltense algunos trabajos esenciales: GARCÍA-BELLIDO 1999; 2000; HAKIM 1986; 2008; NAVARRO, JIMÉNEZ 2007; FIERRO 2011.

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político-militar no supuso una separación contundente respecto a la ciudad heredada6. Aun cuando se producen algunos cambios en esta primera etapa7, el verdadero camino hacia la ciudad islámica no se iniciaría hasta el reinado de ‘Abd al-Rah.ma ¯n I en 756; destronada y masacrada su familia en oriente por los abasíes, instaura un nuevo emirato omeya occidental independiente en al-Andalus que impulsaría el proceso islamizador (cfr. GUICHARD 2013, 9). La progresiva islamización de al-Andalus, y de sus ciudades, tendrá dos pilares esenciales a partir de entonces: uno oficial, asentado en el propio Estado Omeya; y otro “extraoficial”, pero con un fuerte poder social: los ulemas (cfr. FIERRO 2011). De la interacción, a veces tensa, entre los gobernantes –en este caso, omeyas–, los ulemas –especialmente los juristas malikíes8– y la sociedad en su conjunto emanará la “ciudad islámica”. A grandes rasgos, tal y como reflejan los estudios realizados en algunos puntos de al-Andalus (cfr. GUTIÉRREZ 2013a, 243 y ss.), hay una evidente continuidad con el mundo visigodo en la primera mitad del siglo VIII, con algunos leves indicios de islamización. El momento clave de este proceso de aculturación social se encuentra entre la segunda mitad del siglo VIII y la primera del IX (cfr. GUTIÉRREZ 2011): se produce una progresiva imposición del ritual funerario islámico en los mismos espacios antes dominados por el cristiano, se experimentan importantes cambios en los asentamientos y la producción agrícolas, se ponen en marcha determinadas innovaciones tecnológicas importadas que afectan a los modos de producción o aparecen los primeros feluses, aunque asociados todavía a una gran cantidad de moneda tardoantigua (GUTIÉRREZ 2013a, 268 y ss.). En la segunda mitad del siglo IX al-Andalus muestra ya indicios de una sociedad con un alto grado de islamización, tanto en la cultura material como en los medios económicos y productivos, o en el ámbito funerario o doméstico9. Es a finales de esta centuria o principios de la siguiente cuando aparece bien definida la “casa-patio” (cfr. CASTILLO, MARTÍNEZ 1990; 1991; GUTIÉRREZ 2013b, 152), un significativo tipo de vivienda destinado a proteger la intimidad doméstica o h. urma, adaptado perfectamente a las necesidades de un habitante musulmán, y célula esencial de las ciudades “islámicas” (cfr. VAN STAEVEL 1995; GARCÍA-BELLIDO 2000; NAVARRO, JIMÉNEZ 2007). Este modelo de casa dominará absolutamente en las mudun de al-Andalus a partir del siglo X (cfr. ORIHUELA 2007), justo cuando se consolida “la homogeneidad política, social, religiosa y cultural de al-Andalus” (VIGUERA 2002, 46).

CÓRDOBA, LA FORMACIÓN DE UNA CIUDAD ISLÁMICA Madı¯nat Qurt. uba fue una de tantas urbes que sobrevivieron al Imperio Romano y que se adaptaron a las nuevas necesidades tras la conquista islámica. Los primeros pobladores musulmanes se asentaron sobre la urbe tardoantigua, que había ido difuminando desde el siglo III d.C. el trazado ortogonal

6  De acuerdo con S. Gutiérrez, “el 711 no es, per se, una cuestión arqueológica (…) poco o nada significa desde el punto de vista material”, pero sí es el comienzo de un cambio social progresivo “que condujo, 200 años más tarde, a una sociedad completamente distinta” (GUTIÉRREZ 2011, 370). 7  Por ejemplo, se levantan mezquitas desde los primeros momentos de la conquista (cfr. CALVO 2007) y se constata la convivencia de enterramientos cristianos y musulmanes en los mismos espacios funerarios, vinculados a un “proceso de conversión temprano” (GUTIÉRREZ 2013a, 243). 8  Según M. Fierro, el “enraizamiento de la escuela jurídica ma¯likí en al-Andalus fue de la mano del establecimiento del emirato omeya independiente (…). El ma ¯likı¯smo llegó a ser declarado “doctrina oficial” en el s. IV/X, cuando se produjo la adopción del título califal por Abd al-Rahman III” (FIERRO 2011, 143). 9  Según S. Gutiérrez (2013a, 245), el “siglo IX, sobre todo su segunda mitad, marca un proceso de homogeneización material que alcanza una difusión regional amplia: los nuevos repertorios formales, característicos del emirato, dominan los registros arqueológicos; se generaliza paulatinamente la moneda de plata, las estructuras domésticas ganan en complejidad (aparecen las primeras alcobas entendido por tal la segregación interna del testero de una crujía), la reorganización de los mercados permite la distribución de los primeros vidriados fabricados en talleres urbanos, que alcanzan incluso los poblados de altura que proliferan en el contexto de la primera fitna. La islamización religiosa es ya significativa y aparecen los primeros testimonios espontáneos que denotan arabización en el medio rural (graffiti, mezquitas rurales, etc.).”

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Rafael Blanco Guzmán

Lám. 1. Plano general de Qurt.uba en el siglo IX: Rus.a¯fa (1), Maqbarat Umm Salama (2), ocupación mozárabe en el espacio extramuros occidental (3), Medina, con Alcázar omeya y Mezquita Aljama en su sector meridional (4), barrios orientales de origen preislámico (5), el Arrabal mayor (al-Rabad.) (6), arrabales occidentales junto a Bala¯t. Mugı¯t (7), Maqbarat alRabad. (8) (a partir de MURILLO et alii 2010b, 529, Lám. 249).

altoimperial (MURILLO, CASAL y CASTRO 2004, 258, nota 6). En los primeros años tras la ocupación de la ciudad, una minoría dominante debió convivir con la población autóctona cristiana que, pese a estar desplazados del poder, seguirían manteniendo una mayor densidad poblacional. No debieron realizarse grandes modificaciones urbanísticas: se reutilizarían los espacios existentes y se compartirían determinados edificios (cfr. OCAÑA 1942; MARFIL 2000). Con el tiempo, las progresivas conversiones y la continua inmigración irían inclinando la balanza a favor de los musulmanes. Pese a que los cristianos no quedaron impasibles ante esta pérdida de poder en la urbe, el avance de la islamización en la topografía urbana era ya importante (cfr. GUICHARD 2013; ACIÉN, VALLEJO 1998; MURILLO, CASAL, CASTRO 2004; MURILLO et alii 2010b). La Medina cordobesa (Lám. 1.4) mantendrá en el período omeya el perímetro amurallado de época romana (ESCUDERO et alii 1999, 208). Para los primeros años había una escasa atención por la fortificación de la ciudad10, posiblemente por la seguridad existente tras la conquista, lejos de cualquier punto fronterizo (LEÓN, LEÓN, MURILLO 2008, 272-273). Las puertas, en su mayoría de origen romano, debieron ser un total de siete (cfr. OCAÑA 1935). Durante el periodo dependiente de Damasco, el interior de este trazado amurallado apenas sufriría modificaciones. Los nuevos pobladores optarían por asentarse en la mitad Sur, acaso la zona más ocupada en época visigoda. Simplemente se comprarían, expropiarían o alquilarían determinados edificios previos, más o menos adaptados. En la zona Norte el hábitat sería muy disperso antes de 10 � En las fuentes se indica, por ejemplo, que, de ser necesario, se reconstruya el puente en el año 719-720 (101h) con la “piedra” de la muralla (cfr. ARJONA 1989, 16, doc. 5).

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Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo  Córdoba, 2014

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la conquista musulmana hasta que, al menos desde el siglo IX, empezase a ocuparse con amplias residencias palaciegas (MURILLO, CASAL y CASTRO 2004, 261, MURILLO et alii 2010b, 527 y ss.). La continuidad con la ciudad visigoda caracteriza el devenir de Qurt. uba hasta el acceso al poder de ‘Abd al-Rah.ma ¯n I. Es a partir de entonces cuando se iniciaría verdaderamente su islamización (ACIÉN, VALLEJO 1998, 113 y ss.; GUICHARD 2013, 8 y ss.), con dos claros estandartes oficiales: el Alcázar y la Mezquita Aljama. Estos centros del poder político y religioso se asentaron también sobre sus predecesores de época tardoantigua, pero marcando de forma contundente el nuevo cambio que experimentaba la ciudad. Del Alcázar aún desconocemos bastante, aunque ya en algunos trabajos se le intenta dar forma11; su reconstrucción comienza en 785, un año antes de que se inicie la edificación de la Mezquita Aljama tras adquirir totalmente el antiguo espacio de culto cristiano (MURILLO, CASAL y CASTRO 2004, 261)12. En los sectores extramuros, determinados edificios previos reutilizados como Bala ¯t. Mugı¯t (cfr. RUIZ LARA et alii 2010), u otros nuevos como al-Rus. a ¯fa (Lám. 1.1)13, funcionarían como focos de atracción extramuros para las grandes masas de pobladores que arriban a Córdoba desde el reinado de ‘Abd al-Rah.ma ¯n I. Con el tiempo se irán creando arrabales a su alrededor (cfr. MURILLO et alii 2010a), a los que se va dotando de determinadas infraestructuras necesarias para la vida musulmana, como cementerios o mezquitas14. Es así como, ya bajo el emirato omeya, se va configurando extramuros buena parte de la posterior ciudad califal. Al Norte, entre al-Rus. a ¯fa y la Medina, se desarrollarían los barrios de Umm Salama y de Ba¯b al-Yah.u ¯d (cfr. ACIÉN, VALLEJO 1998; MURILLO, CASAL, CASTRO 2004); al Sur, el denominado en la historiografía como “Arrabal de Šaqunda” (Lám. 1.6) (cfr. CASTEJÓN 1929; LÉVI-PROVENÇAL 1982) será uno de los más tempranos y el primero en ser abandonado a inicios del siglo IX15. Tras la desaparición de este arrabal, acaso el de mayor extensión, incrementan su importancia otros sectores extramuros ocupados antes de la conquista musulmana por población cristiana. En especial, algunos barrios situados al Este de la Medina (Lám. 1.5) como Šabula¯r, Furn Burrı¯l o al-Buryˆ (MURILLO, CASAL, CASTRO 2004, 262). Pese a existir diversas hipótesis de su ubicación, es complicado identificarlos con exactitud a partir de la ambigua información que transmiten las fuentes. Tradicionalmente esta zona oriental ha sido concebida como un área dominada por el elemento cristiano; iglesias aún presentes en la Axerquía, como la de San Andrés o San Pedro, suelen asociarse a un origen preislámico16. En este sentido, el alminar omeya emiral conservado actualmente en la Iglesia de Santiago, quizás relacionado con una mezquita fundada por el emir Hiša¯m I (MARFIL 2010, 5859; GONZÁLEZ GUTIÉRREZ 2012, 151-157), ha sido puesta en relación con los primeros intentos 11 � Consúltense los siguientes trabajos: PAVÓN 1988a; 1988b, MONTEJO, GARRIGUET 1998; MONTEJO, GARRIGUET, ZAMORANO 1999; LEÓN, LEÓN, MURILLO 2008; LEÓN, MURILLO 2009. 12 � La evolución diacrónica del centro de poder civil y el religioso ha sido estudiada recientemente en LEÓN, MURILLO 2009. 13 � Esta almunia se sitúa también sobre una propiedad romano-visigoda previa de la que reutiliza algunos elementos hidráulicos, si bien recientes estudios geofísicos han demostrado que el edificio de ‘Abd al-Rah.ma ¯n I era de nueva planta, imitando el diseño del palacio de al-Zaituna en Siria: el primer emir andalusí buscaría de este modo legitimar el poder de su dinastía (MURILLO 2009; MURILLO et alii 2010a). 14 � Según P. Guichard, en estos inicios de la Córdoba islámica, la “poderosa “aristocracia de Estado” se dota de propiedades aristocráticas en la ciudad y sobre todo en sus alrededores, y esas ricas haciendas sirven como “puntos de partida” para barrios y arrabales en rápida expansión. (…) se produce una especie de “aglomeración” de familias poderosas alrededor de las cuales vino a agruparse, en función de ciertos mecanismos sociales de clientelismo y dependencia, toda una población sobre la que, evidentemente, no tenemos tantos datos” (GUICHARD 2013, 10). 15 � Es el más interesante para esta época de transición y el mejor conocido arqueológicamente, a él dedicamos un apartado específico. 16 � En el caso de San Pedro, se ha podido constatar arqueológicamente la presencia de enterramientos cristianos ad sanctos. Se ha supuesto que se trataba de la Basílica de los Tres Santos (MARFIL 2000, 135) que las fuentes ubicaban en el barrio de al-Buryˆ, tradicionalmente relacionado con el antiguo Vico Turris (CASTEJÓN 1929, 291-292).

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por islamizar una topografía oriental extramuros fuertemente cristianizada (ACIÉN, VALLEJO 1998, 115). Vemos bastante probable esta interpretación y pensamos que, además, tal mezquita pudo haberse erigido sobre una antigua basílica. Esta posibilidad la sustentamos únicamente, por ahora, en la tradición cristiana de estos arrabales surorientales, y, especialmente, en el alminar conservado: su orientación Norte-Sur o Este-Oeste (cfr. LÓPEZ, VALDIVIESO 2001) sería muy extraña para una mezquita levantada ex novo, sin embargo esta última iría acorde con un edificio de culto cristiano. De este modo, según un proceso de continuidad similar al de la Aljama (cfr. LEÓN, MURILLO 2009), el edificio preexistente pudo condicionar su orientación. Los arrabales occidentales sabemos que empiezan a desarrollarse muy temprano. En Cercadilla existía desde época emiral un importante foco mozárabe en torno a un centro de culto cristiano y un cementerio (Lám. 1.3) que tendrán continuidad hasta la caída del califato omeya (cfr. HIDALGO, FUERTES 2001; MURILLO et alii 2010b, 534). Las fuentes mencionan la presencia de un arrabal ¯N 2001, 289), en el que vivió probapróximo al Alcázar con una importante mezquita (IBN H.AYYA blemente el célebre y polifacético Ibn Firna ¯s (Ibid. 140). Es posible que pueda relacionarse arqueológicamente con el barrio emiral descubierto al Suroeste de la Medina (Lám. 1.7), en los terrenos del actual Parque Zoológico. En época tardoantigua es un sector de carácter periurbano o rural que, tras la conquista musulmana, deviene en un espacio urbano con áreas industriales. Durante el califato omeya se consolida y experimenta fuertes cambios en sus casas y calles, fruto del gran aumento poblacional que acontece en el siglo X (RUIZ LARA et alii 2008; 2010). Esta última excavación es un claro ejemplo de lo que debió ser la urbanización extramuros: una leve ocupación inicial ligada a la producción agrícola a la que seguirá una mayor densificación urbana a partir del siglo IX. De esa forma se iba configurando el esqueleto de la posterior megalópolis califal, en la que distintos hitos topográficos extramuros –como almunias o centros de culto– se erigieron como elementos de atracción poblacional (cfr. MURILLO, CASAL, CASTRO 2004, 267; MURILLO et alii 2010b, 532 y ss.).

EL ARRABAL MERIDIONAL, UN TESTIMONIO EXCEPCIONAL El Arrabal mayor de la ciudad17 estaba muy próximo a la Mezquita y al Alcázar, aunque separado de ambos por el río (Lám. 1.6). Las fuentes escritas recogen una abundante información sobre este barrio meridional cordobés –especialmente durante el reinado de al-H.akam I (p.e. ARJONA 1989; IBN ¯N 2001)–, a la que hemos de sumar los extensos y exhaustivos trabajos arqueológicos efecH.AYYA tuados durante los primeros años de este siglo18. De hecho, existe hoy más información arqueológica y textual para este barrio cordobés que para la mayoría de los núcleos urbanos del antiguo al-Andalus (LEÓN, CASAL 2013, 37). Durante el convulso reinado de al-H.akam I (796-822) las relaciones entre el pueblo cordobés y el gobierno omeya fueron muy tensas. El emir sofocó de manera cruenta varios conatos de rebelión en la ciudad19 e infligió un duro escarmiento a sus líderes, hasta que una gran parte del pueblo se alzó contra él en el denominado “motín del Arrabal” (818/202h). Según diversos autores andalusíes ¯N 2001, 55 y ss.), los rebeldes llegaron a asediar el propio Alcázar, pero un ardid (cfr. IBN H.AYYA final consiguió invertir la situación: parte del ejército cruzó el río por un vado, hizo acopio de refuerzos y atacó por la retaguardia a los rebeldes, incendiando sus casas en el Arrabal. Los vecinos que

17 � Recibió varios nombres, pero lo más frecuente es que las fuentes andalusíes lo mencionasen exclusivamente como “al-Rabad.”, desasido de cualquier calificativo. 18 � Este sector meridional de la ciudad fue excavado por un grupo de arqueólogos del antiguo Convenio entre la Gerencia Municipal de Urbanismo y la Universidad de Córdoba, bajo la dirección de M. T. Casal, y que hacen de esta zona la mejor estudiada de la Córdoba emiral (cfr. CASAL et alii 2005; CASAL 2008; LÓPEZ 2008; CASAL, MARTÍNEZ, ARAQUE 2009-2010). 19 � Desde inicios del siglo VIII, Al-H.akam también tuvo que hacer frente a otras muchas rebeliones en varios puntos de ¯N 2001, 29 y ss.). al-Andalus, como la Marca Superior, Mérida o Toledo (cfr. IBN H.AYYA

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participaban en el motín lo abandonaron para socorrer sus viviendas o huir, y el caos en las filas levantiscas fue aprovechado por el ejército para acabar con ellos. La matanza fue sonada, muchos autores cuentan por miles los muertos, algunos cientos fueron crucificados en la explanada frente al Alcázar, y muchos supervivientes exiliados (ARJONA 1989, 31). Al-H.akam, que a partir de entonces será conocido como “el del Arrabal”, ordenó destruir todo este barrio hasta los cimientos, con prohibición expresa de que esta zona volviese a ocuparse (IBN ¯N 2001, 63 y 132). H.AYYA Tan importante hecho histórico ha podido ser constatado arqueológicamente (CASAL 2008), siendo hoy un testimonio material excepcional para el estudio de este período de transición (cfr. LEÓN, CASAL 2013, 34; GUICHARD 2013, 13). La documentación arqueológica revela, efectivamente, un arrabal emiral abandonado con celeridad que presenta aún huellas del pasado preislámico, al tiempo que asimila nuevos elementos que anuncian una sociedad diferente (cfr. CASAL 2008), como se ha constatado también en otros núcleos andalusíes20.

Lám. 2. Cuenco, candiles y orza exhumados durante las excavaciones de Miraflores (CASAL et alii 2005, 216, lám. 4).

20 � En este sentido, destacan los casos intensamente estudiados de Mérida (cfr. MATEOS, ALBA 2001; 2013) y el Tolmo de Minateda (¿Madı¯nat Ylluh?) (cfr. GUTIÉRREZ 2011; 2013a; GUTIÉRREZ, CAÑAVATE 2010). ������������������������������������������������������������������ Para M. Acién, estos tres núcleos andalusíes muestran esa “transi-

ción”, pero con realidades distintas: “Saqunda, por lo que podemos ver hasta ahora, no llegó a adquirir la materialidad de un barrio islámico, debido a la brutalidad de la decisión política, mientras que Madinat Ylluh (…) y la otrora gloriosa Mérida no llegan a convertirse en ciudades islámicas porque se ruralizan”, pero no en el “sentido de la feudalización, sino en la de convertirse en qurà, en alquerías” (ACIÉN 2008, 22).

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Lám. 3. Planimetría de la Zona A del Arrabal, con vertederos destacados (CASAL, MARTÍNEZ, ARAQUE 20092010, 144, Lám. 1).

Por ejemplo, la cerámica recuperada en el Arrabal conserva todavía similitudes con la visigoda y no se hallan vidriados21, pero ya empiezan a observarse evidencias de un ajuar propiamente islámico (Lám. 2)22 adaptado a nuevos modos de vida y de alimentación (cfr. GUTIÉRREZ 2013a, 243-244), como dejan entrever también los ritos de sacrificio y la ausencia absoluta de cerdo (cfr. CASAL, MARTÍNEZ, ARAQUE 2009-2010, 176-177). El mismo proceso se observa en las cubiertas de sus edificios, los derrumbes muestran un dominio de la teja árabe, pero se documentan también pequeñas tegulae típicas de contextos tardoantiguos (CASAL 2008, 123; MATEOS, ALBA 2001, 157). Por su parte, las características y morfología de las viviendas registradas están aún lejos del hermético modelo imperante en las mudun andalusíes a partir del siglo X: la “casa-patio” (Lám. 3). En todo este sector no hay rastro alguno de letrinas, y los escasos pozos de agua registrados son comunitarios (CASAL 2008). De forma general, las casas exhumadas encajarían con lo que algunos autores denominan como “maison agglutinante” (BAZZANA 2011, 58 y ss.) o módulos agregados delimitando un “protopatio”; esto es, un paso previo a la “casa-patio” (Lám. 4.3): distintos módulos monocelulares se aproximan para definir una superficie amplia e irregular al aire libre con la que comunican en exclusiva,

Esta técnica no ha sido constatada en��������������������������������������������������� Córdoba hasta la segunda mitad del siglo IX (SALI-

21 �

NAS 2013). 22 � En general, el repertorio cerámico estudiado presenta unas características formales y decorativas que “recuerdan en algunas ocasiones a momentos cronológicos previos, periodo preemiral (s. VII - s. VIII). (…) A este hecho se une la aparición de formas nuevas típicamente islámicas, tales como los tabaq o tanûr” (CASAL et alii 2005, 211).

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el espacio existente entre ellos se cierra con tapias que marcan una distinción entre espacio interior y exterior 23. Es un primer intento de aislamiento, en el que el “protopatio”, a modo de preludio del patio clásico andalusí, se erige como centro neurálgico de varios módulos con distintos hogares (cfr. GUTIÉRREZ 2013b, 142 y ss.). En general, la planimetría publicada por ahora del Arrabal (Lám. 3 y 5) reflejaría un momento concreto de su vida, la imagen urbana final en el año 818/202h, probablemente fruto de un proceso de crecimiento progresivo24. Los estudios arqueológicos no muestran una complejidad estructural excesiva que infiera una restructuración importante de espacios comunes y privados25; pero es posible que la existencia de amplios solares sin edificar en este sector extramuros facilitase un crecimiento progresivo del barrio en horizontal, sin necesidad de afectar a los edificios previos26. El inicio de este arrabal se ha llevado a mediados del siglo VIII, según algunos datos aportados por las fuentes escritas (cfr. CASAL 2008, MURILLO et alii 2010b, 530). Desde un punto de vista arqueológico, la inexistencia de fases previas a época emiral en los extensas zonas excavadas y la gran amplitud del barrio

Según S. Gutiérrez, son “volúmenes independientes de funcionamiento asociado que se agregan demarcando un espacio central descubierto a modo de patio de imprecisos contornos («protopatio»). El perímetro de este espacio central no suele estar totalmente definido por los módulos edificados, que adoptan una disposición asociada similar a la propia del patrón anterior, sino que se delimita paulatinamente por tramos de cerramientos lineales (tapias) que terminan por limitar de forma física la circulación y uso del espacio abierto, privatizándolo.” (GUTIÉRREZ 2013b, 147). 24 � La morfología “semiregular” definida por estos espacios domésticos, sectores artesanales, adarves, calles y plazas, parece ser el resultado de una planificación “parcial”, acaso “mínima”, surgida de una iniciativa colectiva heterogénea y diacrónica (cfr. NAVARRO, JIMÉNEZ 2007, 64 y ss.; GUTIÉRREZ 2013b, 159). Eso explicaría que, pese a la cierta uniformidad orográfica de este sector urbano y a la corta vida del Arrabal, la trama guarde pocas semejanzas, por ejemplo, con el trazado ordenado y regular que vemos en muchos arrabales occidentales del siglo X, construidos rápidamente y también con una escasa ocupación temporal, pero con un mayor grado de planificación (cfr. CÁNOVAS, CASTRO, MORENO 2008; MURILLO et alii 2010a;b). 25 � Se han distinguido al menos cuatro fases constructivas en el Arrabal, si bien relacionadas generalmente con el recrecimiento de las mismas estructuras tras su destrucción por importantes crecidas del río (CASAL 2008; MURILLO et alii 2010b, 530-531). 26 � Identificar, en lo posible, las distintas fases evolutivas del Arrabal, es esencial para dilucidar su auténtica idiosincrasia y desarrollo. Este barrio es objeto central de una tesis doctoral iniciada recientemente por parte de la propia directora de las excavaciones efectuadas en Miraflores, María Teresa Casal, dirigida por el Prof. Dr. Alberto León y el Prof. Dr. Alberto Canto, que aportará interesantes y elocuentes resultados en este y otros aspectos. 23 

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Lám. 4. Tipología de viviendas en al-Andalus y sus procesos de complejización según S. Gutiérrez: módulo unicelular (1), módulos asociados (2), módulos agregados delimitando un «protopatio» (3), unidad modular compleja estructurada en torno a un patio (4) (GUTIÉRREZ 2013b, 145, Lám. 3).

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podrían ponerse en relación con una potente ocupación ex novo nutrida por población foránea, que llegaría a la capital andalusí durante los primeros años del emirato. Llama la atención que esos nuevos ciudadanos se ubicaran en este lugar concreto, en un meandro del Guadalquivir, en una lengua de tierra rodeada al Norte, Este y Oeste por el río (Lám. 1.6); esto es, en el sector más expuesto a sus crecidas y, por tanto, en el más peligroso de la ciudad27; debió existir una razón de peso para tan arriesgada localización28. Es probable que el origen del barrio cordobés guarde similitud con un interesante proceso observado para estos primeros tiempos en el Šarq al-Andalus, según el cual los núcleos construidos ex novo y al margen del control estatal se levantaban en llano y en “lugares próximos o en las riberas de los ríos (…), con el fin de aprovechar agrícolamente las crecidas”. Estas pautas de asentamiento perviven hasta el siglo X, cuando el desarrollo y extensión de nuevas tecnologías de irrigación importadas suponen “la desaparición de los antiguos sistemas de explotación por aprovechamiento de las inundaciones anuales de los grandes ríos” (AZUAR 2008, 92-93). Las fuentes escritas indican que, ciertamente, la mayoría de los habitantes de este arrabal se dedicaban a tareas agrícolas29. Tal hipótesis se vería refrendada además por la información arqueológica, al detectarse amplios espacios de almacenes con numerosas tinajas en sectores próximos al río (Lám. 5), muchas con roturas selladas con lañas de plomo que debieron conservar trigo o cualquier otro elemento sólido (CASAL, MARTÍNEZ, ARAQUE 2009-2010, 178), y que pudo ser cultivado en los lugares más expuestos a las avenidas fluviales. La especialización agrícola de este arrabal meridional explicaría también su protagonismo en las revueltas contra al-H.akam, motivadas fundamentalmente por la presión impositiva sobre los cereales (LEÓN, CASAL 2013, 35 y ss.). De este modo, la elección inicial de un sector inundable sería consecuencia de una agricultura ajena aún a los nuevos medios de irrigación, extendidos ampliamente en las siguientes centurias, que además coincide en el tiempo con un importante trasvase de población rural hispanorromana a determinados núcleos urbanos30. Este arrabal no abandonaría la producción agrícola hasta su desaparición, pero su paulatina densificación y su progresión hacia un nuevo concepto urbano irían complicando y diversificando su realidad interna inicial, aún por descifrar. La imagen textual y material de sus últimos años es la de un complejo barrio agrícola-artesanal, fundamentado en un mercado regulado por el zabazoque ¯N 2001, (s. a ¯h. ib al-su¯q), al menos desde inicios del siglo VIII (cfr. ACIÉN 2008, 20 y ss.; IBN H.AYYA 27 � De hecho, sus habitantes sufrieron trágicas crecidas cada tres o cuatro lustros, documentadas en el registro arqueológico y en las fuentes escritas, que arrasaron varias veces el barrio (CASAL 2008, 116). Al margen de la prohibición omeya, estas incómodas condiciones para el hábitat debieron favorecer que se mantuviera sin urbanizar tras la caída de esta dinastía, incluso después de la conquista cristiana, y prácticamente hasta el siglo XX. 28 � Hasta la fecha se ha explicado su ubicación exclusivamente por la proximidad de una almunia de los príncipes herederos en este sector meridional y por la cercanía del centro político-religioso de la ciudad tras la reconstrucción del puente por parte de Hiša ¯m I (MURILLO et alii 2010b, 530). Sin embargo, en esta época había disponibles otros sitios cercanos a la Aljama y al Alcázar o a diversas almunias, sin necesidad de quedar expuestos a ese riesgo y depender del estado del puente para una buena comunicación con el resto de la ciudad. 29  R. Dozy considera además que eran muladíes, o descendientes de éstos, “dedicados al cultivo de tierras propias o a trabajar como jornaleros en las de los árabes” (DOZY 1920, vol. 2, 52-53). 30  Según se ha estudiado en el centro peninsular, las aldeas “desaparecen a mediados de la octava centuria, y en el campo solamente pervivirán algunas granjas aisladas y distantes entre sí que conforman un patrón de poblamiento muy disperso. La desafección de una parte del estamento propietario a raíz de la conquista del 711 y la guerra civil entre facciones godas coincide (probablemente no por azar) con el traslado de una masa apreciable de población rural hacia algunos centros urbanos. Por estas fechas (segunda mitad del siglo VIII) recientes intervenciones arqueológicas revelan la proliferación de notables arrabales periurbanos (…). La política emiral, en vez de luchar contra ese fenómeno (la afluencia de población rural a la ciudad), sabría aprovecharse del mismo articulando nuevas formas de tributación que impulsaron una profunda reorientación económica del sistema en su conjunto, transformando desde sus cimientos el papel de unas ciudades que a partir de ese momento conocen un auténtico despegue como verdaderos mercados y centros productivos” (VIGIL-ESCALERA 2007, 245).

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Lám. 5. Planimetría del Arrabal. Zona C y Zona B (CASAL 2008, 114 y 115, lám., 4 y 5).

40 y ss.); es decir, disponía ya de un elemento importante en la configuración de la “ciudad islámica”: el pequeño mercado simple, su parámetro primordial según algunos autores (vid. supra). Las excavaciones realizadas en Miraflores han sacado a la luz numerosos espacios industriales-artesanales –acaso de carácter agroalimentario y metalúrgico–, con más protagonismo en algunas zonas próximas al río (Lám. 5), pero repartidos de forma general por todo el barrio (cfr. CASAL 2008). Los vestigios exhumados muestran, efectivamente, un gran mercado extramuros, con amplias calles y plazas31, en el que vivían los propios agricultores y artesanos dedicados a la explotación y venta de productos agrícolas, y a actividades contaminantes o molestas32. 31 � Las tiendas que conformaban el zoco estarían realizadas con materiales perecederos; no obstante, también existen indicios arqueológicos de algunas dependencias de obra abiertas exclusivamente a las calles principales y que pudieron tener esa misma función (LEÓN, CASAL 2013, 38). 32 � Tal y como indica F. Clément, en la ciudad islámica medieval “les artisans ou les commerçants d’un même corps de métier sont regroupés à quartier fixe en un marché (suq) (…). Ce souk

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En este barrio se asentaron también ulemas, especialmente desde la restauración del puente por Hiša ¯m I a finales del siglo VIII (GUICHARD 2013, 12; LEÓN, CASAL 2013, 35), que potenciaron el proceso de islamización de sus habitantes33. Esta importante élite religioso-intelectual tuvo un papel cardinal en los sucesos del Arrabal (FIERRO 2003, 212 y ss.) y, de forma general, en la historia de alAndalus (cfr. FIERRO 2011). Tras la destrucción del arrabal meridional, ‘Abd al-Rah.ma ¯n II imprimió un cambio sustancial en la dialéctica Estado-ulemas; reinvirtió la política llevada por su padre para “reparar” los daños ocasionados y hacerse con el favor de los alfaquíes y el pueblo; tal proceder le permitiría allanar su ascenso al trono y eludir nuevas revueltas y conspiraciones. Ya durante la enfermedad final de su padre deja muestras evidentes de sus intenciones. El conde Rabı¯’ b. Tudulf, mayordomo privado de Al-H.akam I, gobernador de los d- immíes, alcaide de la guardia especial conocida como “los mudos” y responsable directo de la destrucción total del Arrabal (IBN ¯N 2001, 63), era también el propietario de una alhóndiga junto a este maltrecho barrio, situaH.AYYA da “cerca del puente, palacio lujoso de yeso y ladrillos, que servía para expender vino y bebidas, (…) frecuentado por perdularios de todas partes, donde se cometían públicamente atroces pecados”. ‘Abd al-Rah.ma ¯n II, pese a los fuertes lazos que unían al conde Rabı¯’ con su padre, autorizó a la gente de Córdoba la destrucción de ese edificio, que “dejaron como suelo raso”. Al mismo tiempo, decretó crucificar a su propietario, conde de los cristianos, por “las malas acciones que había cometido contra los musulmanes, quienes a menudo habían denunciado el daño extremo que les hacía. Cayó sobre él, con el fin de ganarse la loa de éstos, y su crucifixión se hizo famosa por la aglomeración de la gente y el gran griterío de sus alabanzas a Dios por haberles quitado su azote” (Ibid.). Tras el cruento gobierno de su padre contra los propios musulmanes, ‘Abd al-Rah.ma ¯n II expuso de forma precisa y contundente su nuevo programa a los ulemas y al pueblo cordobés, antes incluso de acceder oficialmente al cargo. El motín del Arrabal marcó, pues, de manera irreversible, los designios de al-Andalus, y definió una nueva dialéctica entre omeyas y ulemas, entre Estado y sociedad, con notables repercusiones en el urbanismo de Qurt. uba y en el proceso islamizador de al-Andalus. Significó un antes y un después en la dinastía omeya: Al-H.akam I trató a los cordobeses con dureza, pero aún era un gobernante cercano a sus súbditos, pudo considerarse como una especie de primus inter pares; por el contrario, después del motín, su sucesor inició una importante etapa de islamización y acercó su política a los intereses del pueblo y los ulemas, pero al mismo tiempo comenzó a distanciarse físicamente de ellos (FIERRO 2003, 212): ‘Abd al-Rah.ma ¯n II “fue el primero que introdujo la pompa en el califato en ¯N en Alandalús, organizando el protocolo real y absteniéndose del roce con la plebe” (IBN H.AYYA FIERRO 2003, 212).

consiste en une rue, ou en un réseau de rues adjacentes, parfois en une cour, une placette ou un dégagement (rah. ba). Les grands marchés “de poussière” (al-aswa¯q li-l-guba ¯r), c’est-à-dire de plein air, réservés à la distribution des produits de la champagne et au négoce des animaux, sont situés hors les murs” (CLÉMENT 2006, 101). 33 � E���������������������������������������������������������������������������������������������������������������� n el Arrabal se han encontrado escápulas de bóvido trabajadas utilizadas para la docencia del árabe (CASAL, MARTÍNEZ, ARAQUE 2009-2010), acaso utilizadas para la “arabización” de los habitantes de este barrio.

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Ciudad y territorio: transformaciones materiales e ideológicas entre la época clásica y el Altomedioevo  Córdoba, 2014

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