Un nuevo fragmento de escultura colosal en Augusta Emerita

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UN NUEVO FRAGMENTO DE ESCULTURA COLOSAL EN AUGUSTA EMERITA* A NEW FRAGMENT FROM A COLOSSAL SCULPTURE IN AUGUSTA EMERITA JOSÉ MARÍA MURCIANO CALLES** / TRINIDAD NOGALES BASARRATE / RAFAEL SABIO GONZÁLEZ***

RESUMEN En el presente artículo se analiza un nuevo fragmento de escultura colosal de época romana en la ciudad de Mérida, consistente en parte de una bota del tipo conocido como mulleus. El fragmento fue localizado en los fondos en reserva del Museo, como consecuencia de la reordenación de los mismos. El artículo analiza la historia del ejemplar y, tras su detallada descripción, ofrece los paralelos al mismo, concluyendo su posible integración, junto a otros dos fragmentos ya publicados antes por uno de los autores, en una escultura que superaría los 4 metros de altura, una de las mayores de la Hispania romana. Palabras clave: Escultura colosal, bota, mulleus, teatro romano, Mérida.

SUMMARY In this paper we present a new fragment of a Roman colossal sculpture in the city of Mérida. This piece consists in a mulleus boot, and it was located in the reserve funds of the Museum, as a result of its reorganization. The article discusses the history of the piece, and after its detailed description, it offers the parallels, concluding with the possible integration with other two fragments already published earlier by one of the authors, in a sculpture that would exceed 4 meters in height, one of the biggest in Roman Hispania.

* Proyecto PRIO9A 140: Arte Romano en Extremadura I. Creación de modelos en el occidente hispano. Consejería de Empleo, Empresa e Innovación del Gobierno de Extremadura. Proyecto HAR2009-08727: Programas decorativos en Lusitania romana: origen y evolución. Ministerio de Economía y Competitividad. Grupo de Estudios del Mundo Antiguo (EMA), HUM-016. Consejería de Empleo, Empresa e Innovación del Gobierno de Extremadura. ** http://orcid.org/0000-0003-0107-9825 *** http://orcid.org/0000-0003-2370-7511

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1. INTRODUCCIÓN El objeto del presente artículo es dar a conocer un nuevo fragmento de escultura colosal procedente de la ciudad de Mérida. Éste ha sido localizado gracias a la labor de revisión de los almacenes del Museo Nacional de Arte Romano (en adelante MNAR) emprendida durante el año 2011, siendo identificado como parte de una bota y más concretamente como los laterales y parte del talón de la misma. Con anterioridad, uno de los autores 1 dio ya a conocer varios fragmentos procedentes de las excavaciones practicadas en el Teatro Romano de la ciudad a comienzos del Siglo XX. Entre ellos, los más destacados se correspondían con una bota y una mano de una escultura de gran formato que se identificó con una posible representación colosal, bien de un emperador, bien de la Dea Roma, datada posiblemente en el Bajo Imperio. El nuevo fragmento que ahora se presenta podría suponer una aportación más a dicho conjunto o, si no es ese el caso, el testimonio de la presencia de más de una escultura colosal en la antigua capital de la Lusitania (volveremos sobre esta cuestión más adelante). En cualquier caso, su publicación se estima de justificado interés para la comunidad científica, dado el reducido corpus de esculturas colosales en el contexto hispánico y la posible significación histórica de los ejemplares localizados. El artículo va a ser dividido en una primera parte en la que se tratará la historia del ejemplar, seguida de una segunda en la que se ofrecerá una descripción sistemática de la pieza. Un tercer apartado se centrará en el análisis de ésta desde varias perspectivas: sus paralelos peninsulares y extrapeninsulares, su posible cronología, las dimensiones estimadas de la figura a la que perteneció y su posible emplazamiento original. Finalmente y a modo de resumen, se expondrán las conclusiones del trabajo. 2. HISTORIA DEL EJEMPLAR Como hemos explicado en la presentación, el ejemplar que damos a conocer fue localizado en el último trimestre de 2011 en los almacenes del MNAR, durante el transcurso de una revisión y organización de los mismos emprendida con la acción conjunta de los departamentos de Documentación y Conservación del Museo. El contexto de dicha labor se halla enmarcada dentro del sistemático volcado de los fondos museográficos de la institución en la base de datos DOMUS2, promovida por el Ministerio de Cultura con vistas a la mejor gestión y, en última instancia, al acceso público del total de las colecciones custodiadas en los museos españoles a través de la red3. La pieza se encontraba en el Almacén de Piezas de Gran Formato del Museo, enclavado en la Cripta del edificio, en espera de la construcción de unos modernos almacenes en el futuro edificio destinado a exponer las colecciones tardoantiguas y medievales del MNAR. Más concretamente, se situaba en la Estantería 12, compartiendo su ubicación con una serie de fondos para los que se estimaba una

(1) NOGALES BASARRATE, T., “Estatua colosal en el teatro de Augusta Emerita”, Anas, 19-20, 2006-2007, págs. 223252. NOGALES BASARRATE, T., “Culto imperial en Augusta Emerita: imágenes y programas urbanos”, en NOGALES, T.; GONZÁLEZ, J. (eds.), Culto Imperial: política y poder, Roma, 2007, págs. 471-479. (2) Agradecemos desde aquí la colaboración del equipo que desde hace años lleva acometiendo la labor de volcado sistemático de las piezas del Museo a la citada base de datos: Mari Luz Creus, Luis Fallola, Ana Osorio, Ana Rodríguez y Rocío Sardiña. (3) Remitimos al lector al portal CERES (www.ceres.mcu.es), donde se ofrece ya una gran cantidad de fondos volcados desde algunas de las principales colecciones museísticas de España.

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incierta interpretación por su estado fragmentario y mal estado de conservación. En función de la combinación de unos roleos vegetales con una garra animal, la pieza llamó la atención de José María Murciano y Rafael Sabio y, tras su consulta a Trinidad Nogales y José Luis de la Barrera, se determinó su segura identificación con el fragmento de una bota de escala colosal. La pieza, siglada con el número de inventario CE19330, proviene según el Libro de Registro del Museo del llamado “Pozo de la Comunidad”, en la zona sur de la ciudad y, más concretamente, en la Carretera de Don Álvaro, declarándose expresamente su proximidad a la Plaza de Toros (vid. Lámina I,1). Según información oral de Ana Rodríguez Azcárraga, dicho pozo es el que se encuentra ubicado en la Glorieta de Teresa Jornet, conservándose en la actualidad en el interior de la rotonda. La pieza fue entregada al Museo por Ángel Vivas García el 8 de enero de 1972, dándole el por aquel entonces director de la institución, D. José Álvarez Sáenz de Buruaga, un donativo de 200 pesetas en concepto de gratificación. La pieza debía de encontrarse empotrada en algún tipo de fábrica, y como testigo de ello se ha mantenido hasta el presente adherida a una de sus caras una costra de cal producto del revoco de la misma, tal y como se recordará en la descripción. Debió de ser tras su extracción de la fábrica referida cuando Ángel Vivas la localizara, procediendo a entregarla al Museo, como hizo en tantas otras ocasiones con materiales de lo más variado, las más de las veces procedentes de vertederos como el de las Tenerías o el de Puente de Hierro. 3. DESCRIPCIÓN El fragmento de escultura se corresponde a parte del pie, calzado con bota (vid. Láminas II,1-4 y Láminas III, 1-2). Ha perdido la mitad inferior del talón y la puntera, así como el empeine y el extremo superior de la pieza, conservándose la mitad superior del talón y los laterales. En general, en la pieza se observan dos planos superpuestos. El plano superior, que muestra mayor relieve, se inicia en el lateral izquierdo con restos de un pliegue semicircular. En la zona del talón continúa con los restos de dos grandes pliegues simétricos: el de la izquierda presenta una terminación semicircular en su extremo inferior, mientras que el de la derecha se interrumpe poco antes de concluir de un modo que se presupone similar. Ambos pliegues reciben un tratamiento liso, a excepción de un segundo pliegue menor contenido en ellos, realizado con una línea incisa, y que se desarrolla paralelo a su trazado. Dichos pliegues menores se conservan casi en su integridad en el pliegue mayor de la derecha, mientras que en el de la izquierda apenas se percibe parte de su arranque, debido a un desprendimiento en su superficie. Por último, en el lateral derecho, el registro finaliza con una garra animal, de la que se conservan dos dedos completos y parte de un tercero. En cuanto al plano inferior, y comenzando por el lateral izquierdo, desde la puntera al talón, se observan en primer lugar restos de una campanilla seguida de dos extremos de cintas onduladas; a continuación emergen de la parte superior de la pieza tres campanillas engarzadas unas con otras, junto a las cuales hay una protuberancia semi esférica correspondiente al hueso del tobillo. Por debajo de estos motivos se desarrolla un roleo, conservado en parte, que contiene restos de un motivo vegetal indefinido. Un grupo de hojas, también difíciles de definir, surgen del roleo para avanzar bajo las cintas hacia el extremo correspondiente a la puntera.

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En el lateral derecho se aprecian, en un registro superior, dos extremos de cintas onduladas, seguidas de una campanilla. Por debajo, en esquema similar al del lateral ya descrito, se observan dos roleos, unidos por sendas hojas lanceoladas y con grupos de hojas también lanceoladas en su interior: en el más próximo a la puntera se conservan hasta tres, y otras cinco agrupadas radialmente en el más próximo al talón. El roleo más próximo a la puntera está acogido así mismo por dos hojas que emergen del tallo unido al segundo roleo. La composición se cierra en su extremo inferior con restos de una banda lisa en posición horizontal. El área correspondiente al empeine está fragmentada, de modo que adopta una superficie lisa sobre la que se superpone una costra de revoco encalado. 4. ANÁLISIS ICONOGRÁFICO Y PARALELOS De la observación de la pieza se desprende que nos hallamos ante un tipo de calzado del conocido en la Antigüedad con el nombre de mulleus, caracterizado precisamente por hallarse cerrado y ornado en su parte superior por una piel de felino en la que se hacían visibles del mismo, bien sus garras, bien su cabeza, bien una combinación de ambas extremidades. Según estudia Goette, esta ornamentación aparece siempre, independientemente de si la bota es alta hasta la pantorrilla o termina justo encima del tobillo. También los detalles de la bota pueden variar: puede estar o no atada por una correa a lo largo del empeine, y a veces deja ver los dedos de los pies como unas sandalias4. Este tipo de calzado suele aparecer asociado a representaciones bélicas o cinegéticas, portándolo figuras mitológicas vinculadas a tales temáticas. Entre ellos se contarían dioses como Marte, Diana o Baco, y otros personajes del universo mítico como Silvano y algunos genios y lares. Paralelamente y próximo a su carácter bélico, la detentan figuras de emperadores en esculturas thoracatas, así como más excepcionalmente algunos personajes privados en sarcófagos en los que se muestran escenas de caza5. El tipo concreto ante el que nos encontramos se caracteriza además por mostrar una marcada profusión de elementos ornamentales en forma de roleos, que redundan en la idea de la riqueza del personaje al que pertenecía. Según añade Goette, generalizando y hasta lo que sabemos hoy día, la forma de la bota varía en los distintos formatos artísticos y a lo largo de la época imperial: durante el gobierno de Augusto nos encontramos por primera vez con las patas y cabeza de animal, pero también con una forma simplificada, con correas de cuero, probablemente como consecuencia del reducido formato de las imágenes, cuando no es posible añadir muchos detalles. Desde época claudia hasta el periodo antonino (y especialmente en época de Adriano) las botas de piel de león se representan muy a menudo. Más tarde, la figuración del cuero y las patas se realizará sólo en raras ocasiones: se efectuarían en cambio simples adornos como hojas hechas con los bordes dentados6. La estatua thoracata de Cherchel, posiblemente Augusto, es quizás el ejemplar que ofrece la mejor calidad en la representación con la reproducción más compleja de todos los detalles de esta bota de piel: en ella se precisan la parte superior de cuero suave, la impresión de los dedos de los pies y los tobillos y los ricos adornos de flores de loto, palmetas y hojas de acanto7.

(4) GOETTE, H. R., “Mulleus - embas - calceus. Ikonografische Studien zu Römischen Schuhwerk”, Jahrbuch des Deutschen Archäologischen Institut, nº 103 (1988), págs. 401-402. (5) GOETTE, H. R., Op. Cit., págs. 411-422. (6) GOETTE, H. R., Op. Cit., pág. 423. (7) GOETTE, H. R., Op. Cit., pág. 403.

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Respecto a la escala del ejemplar original, en la Península Ibérica no son muchos los restos de esculturas verdaderamente colosales localizados hasta el momento. La escultura de escala mayor a la real encuentra cierta difusión sin duda, y buen ejemplo de ello serían en la ciudad de Mérida los togados hallados en el conocido como Pórtico del Foro. Pero no así aquellos ejemplares en los que, como en el nuestro, la proporción de la escala respecto al original es destacadamente superior a la media, alcanzando en pie dimensiones superiores a los tres metros de altura, y que son los que vamos a considerar a continuación. Comenzando por la provincia tarraconense, en la capital de provincia apenas han sido hallados unos muy parciales restos de estatuas que evoquen una dimensión auténticamente colosal. Koppel incluía en su trabajo sobre la escultura de Tarraco tres fragmentos de mano que habrían pertenecido a esculturas que superarían los 3 m. de altura8. Más recientemente, en las excavaciones del interior de la Catedral de Tarragona apareció, junto a otros materiales, un fragmento de dedo pulgar de pie de 10 cm. de anchura. Los autores que lo publican reconocen que a partir de dicha falange es imposible conocer el tamaño completo de la estatua a la que pertenecería, pero sí aventuran su identificación con una escultura colosal de Augusto ubicada en el recinto de culto imperial de la capital de provincia9. En la provincia Bética destaca especialmente por su estado de conservación la representación colosal del emperador Trajano hallada en Baelo Claudia y conservada en el Museo de Cádiz10, que alcanza los 3,30 m. de altura. Otro ejemplar destacado es la estatua thoracata de bronce también conservada en el Museo de Cádiz11, la cual, careciendo de cabeza y parte de las piernas, mide 2,8 cm.: con estos datos, podemos tener la certidumbre de que en origen el ejemplar hubiese superado los 3 m. de altura. Igualmente imponente debió de resultar el conjunto al que perteneció la cabeza de Augusto hallada en Itálica y conservada en el Museo Arqueológico de Sevilla12: con sus 73 cm. de altura, debió de integrarse en una estatua que, de pie, hubiese medido unos 4 m. de altura. Aunque más fragmentariamente pero también en la provincia Bética, en la ciudad de Málaga existe un pie de grandes proporciones, ricamente decorado 13 . Este ejemplar, sin embargo, ha sido propuesto, no como fragmento de una escultura colosal, sino como una pieza completa que habría servido como exvoto dedicado a Serapis. Asociado con más certeza a una escultura de cuerpo entero se encontraría el fragmento de mulleus hallado en el Augusteum de Itálica y que Antonio Peña vincula a una estatua que podría haber alcanzado los 3,20 m. de altura14. (8) KOPPEL, E. M., Die Römischen skulpturen von Tarraco, Berlín, 1985, nº cat. 42, 262 y 263. (9) NOGALES BASARRATE, T., art. cit. 2009 (nota 1), pág. 505; MAClAS, J.M., MENCHON, J.J., MUÑOZ, A. Y TEIXELL, I., “Excavaciones en la catedral de Tarragona y su entorno: avances y retrocesos en la investigación sobre el culto imperial”, en NOGALES, T. y GONZÁLEZ, J. (eds.) Op.cit., págs.- 783-784, fig. 11. MACÍAS SOLÉ, J. M.; MUÑOZ MELGAR, A.; TEIXELL NAVARRO, I.; MENCHON BES, J., “Nuevos elementos escultóricos del recinto de culto imperial del Concilium Provinciae Hispaniae Citerioris”, en AAVV, Roma y las provincias: modelo y difusión. XI Congreso Internacional de Arte Romano Provincial, Mérida, 2011, págs. 873-886, pág. 882. (10) Tiene asignado el nº inv. 9540. LEÓN ALONSO, M.P., Retratos romanos de la Bética, Sevilla, 2001, nº 92, págs. 302305. GARRIGUET, J. A., “Grupos estatuarios imperiales de la Bética: la evidencia escultórica y epigráfica” en AAVV, Actas de la IV Reunión sobre escultura romana en Hispania, Lisboa, 2004, nº 30, págs. 20-21. (11) Tiene asignado el nº inv. 4584. PICARD, G., “Une statue d’Imperator Romain à Gades”, Comptes Rendus de l‘Academie des Inscriptions et Belles-Letres, París, 1965, págs. 181-190. (12) Tiene asignado el nº inv. 133. LEÓN, M.P., Op. Cit., nº 74, págs. 248-251. (13) RODRÍGUEZ OLIVA, P., “Representaciones de pies en el arte antiguo de los territorios malacitanos”, Baetica, nº 10 (1987), págs.189-209. (14) PEÑA JURADO, A., “Reflejos del Forum Augustum de Itálica”, en NOGALES, T.; GONZÁLEZ, J. (eds.), Culto Imperial: política y poder. Roma, 2007, págs. 328-330, nº 4.

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En contraste con la Bética y sobre todo con la Tarraconense, sin duda el mayor conjunto de esculturas colosales de la Península Ibérica se concentra en la provincia Lusitania. Conservada en el Museo Nacional Machado de Castro y procedente de Conimbriga, tenemos constatada una cabeza colosal de Augusto15 que mide 45 cm. de altura, debiendo haber alcanzado por lo tanto asociada a un cuerpo entre los 3,2 y 3,6 metros de altura. En el convento de Cristo en Tomar (Santarém) otra cabeza de Augusto, retallada sobre una previa de Calígula, mide en torno a 60 cm. con el cuello, y posiblemente perteneció a un conjunto para el que Rodrigues Gonçalves calcula la cifra total de 4,2 metros de altura16. Una tercera cabeza de Augusto, en este caso procedente de la antigua ciudad de Myrtilis, la actual Mértola, mide 51 cm. de altura, pudiendo haber alcanzado integrada en su cuerpo en torno a los 3,6 metros de altura17. En el criptopórtico de la antigua Aeminium (Coimbra) se ha localizado una notable concentración de cabezas colosales de entre finales de la época julio-claudia y comienzos de la época antoniniana, todas ellas conservadas en el Museo Nacional Machado de Castro: una de Agripina Mayor de 52 cm., y a partir de la cual Rodrigues Gonçalves calcula nuevamente una cifre de en torno a 3,6 metros para su conjunto18; otra de Domiciano que mide 55 cm. de altura, con la que pudo asociarse según Rodrigues Gonçalves a una estatua de aproximadamente 3,8 metros 19 ; y una de Trajano de 51 cm. de altura que junto a su cuerpo alcanzaría, siguiendo al referido autor, en torno a los 3,6 metros de altura 20 . Cerrando la nómina de la Lusitania portuguesa, debemos reparar finalmente en un fragmento de pie calzado con un mulleus como el del ejemplar que ocupa nuestro artículo, que debió de pertenecer según nuestro cálculo a una escultura en torno a 3,1 metros de altura 21 . El mencionado pie se conserva en el Museo Regional de Beja, habiéndose asociado a la antigua ciudad de Pax Iulia y datándose hacia la época del emperador Claudio. Volviendo nuevamente sobre Mérida, el referente de la escultura colosal cuenta con algunos ejemplos significativos. En primer lugar se encuentra el conocido como Grupo de Eneas22, del que a partir de la cintura de la figura principal, se puede restituir una altura máxima para la misma de en torno a más de 4 m. Uno de los componentes del grupo, la figura de Ascanio, calza además mullei, aunque con una menor carga ornamental que el ejemplar que aquí se presenta. En cuanto a representaciones de mullei en Augusta Emerita, hay que recordar igualmente el fragmento de escultura hallado en el nº 27 de la Calle Marquesa de Pinares23, este sí decorado profusamente, por lo que se encuentra más cercano a nuestro objeto de estudio.

(15) Tiene asignado el nº inv. 388. RODRIGUES GONÇALVES, L. J., Escultura romana em Portugal: um arte do cuotidiano, 2 Vols. (colección Studia Lusitana, nº 2), Mérida, 2007, nº 2, págs. 74-77. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. (16) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 3, págs. 77-79. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. (17) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 1, págs. 71-74. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. El ejemplar se conserva en la actualidad en el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa (inv. 994.9.2), al igual que parte del cuerpo al que perteneció (inv. 994.9.4). (18) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 7, págs. 84-86. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. (19) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 13, págs. 94-97. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. La pieza tiene asignado en el Museo el nº inv. 409. (20) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 14, págs. 97-100. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. (21) RODRIGUES GONÇALVES, Op. Cit., nº 38, págs. 146-147. Vid. en dicha obra la bibliografía anterior. (22) Los distintos fragmentos se conservan en la actualidad en el MNAR: los correspondientes a la figura de Eneas con el nº de inventario 33676, y Anquises con los nº de inventario 33675, 33112, 34597. La figura de Ascanio pertenece a la colección del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, con el nº de inventario 34432. TRILLMICH, W., “Reflejos del programa estatuario del Forum Augustum en Mérida”, en AAVV, Actas de la II Reunión sobre escultura romana en Hispania, 1996, págs. 95-113. (23) Publicada la noticia en Foro. Boletín Informativo del Consorcio de Mérida, nº 39, abril 2005.

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También unas dimensiones colosales se puede presuponer que tuvo la figura interpretada como un Bárbaro24, que a partir de su cabeza se puede calcular que alcanzó como mínimo una altura superior a los 3 m. Más dudas nos plantea respecto a su escala una cabeza interpretada también como esclavo bárbaro, dado que su formato es algo menor25. En fin, y más relacionado con el ejemplar que nos ocupa, con unas muy destacadas dimensiones destacaríamos otros dos fragmentos asociados a una escultura colosal que debió de alcanzar los 4 m.: uno consistente en una mano con una esfera y el otro en una bota muy similar a la que nos ocupa, tanto por sus dimensiones como por su ornamentación26. 5. CONTEXTO DEL HALLAZGO En los aledaños del lugar de hallazgo del ejemplar han sido localizados toda una serie de materiales arqueológicos también custodiados en los fondos del Museo. El más próximo a las circunstancias de nuestra pieza es el fragmento de escultura con el nº inv. 14154, entregado al Museo por el mismo Ángel Vivas el 27 de marzo de 1972 y en este caso procedente de la antigua fábrica “El Gavilán”, actual centro universitario de Mérida. El fragmento en cuestión consiste en la mitad izquierda de un rostro femenino de tamaño también colosal, el cual fue interpretado por Trinidad Nogales Basarrate como parte de una posible máscara teatral quizá integrada en el recinto monumental del teatro romano27. Sobre las consecuencias de esta teoría volveremos más adelante. Ampliando el contexto de hallazgo del ejemplar, debemos señalar que éste se sitúa a las afueras de la urbe romana (Lámina I,1), en el sector oriental de la misma, y más concretamente próxima a la conocida como Casa del Mitreo. Igualmente, en los aledaños del mismo, se encontraba una extensa área de necrópolis que actualmente se subdivide en sectores conocidos bajo las denominaciones de Los Columbarios y Los Bodegones, en virtud de los más llamativos monumentos que las presiden respectivamente. La calzada que surgía de este sector de la ciudad y se prolongaba paralela al río, actualmente perpetuada en la carretera de Don Álvaro, articularía un extenso conjunto de asentamientos rurales de los que se han hallado restos dispersos como los localizados en Cantarranas28. Pero también, y conforme se aproximaba a la ciudad, esta misma calzada pareció servir de eje vertebrador a instalaciones industriales. Entre estas últimas se encontraría un taller de vidrio estudiado por Jeniffer Price29 o el taller de producción cerámica, especializado en la elaboración de paredes finas y terracotas, más recientemente analizado por Germán Rodríguez Martín y José Manuel Jerez Linde.

(24) La pieza tiene asignado en el MNAR el nº inv. 24422. Según Trillmich, los cabellos y el torques lo identifican con un bárbaro occidental de iconografía gala. Vid. TRILLMICH, W., “El modelo de la metrópoli”, en AAVV, Hispania Romana: Desde tierra de conquista a provincia del Imperio. Madrid, 1997, págs. 131-141, págs. 131-141 y ficha nº 146. NOGALES BASARRATE, T., "Imperialismo Romano: Iconografía al servicio del poder. Modelos romanos, provinciales y de Augusta Emerita", MM 52, 2011, págs. 424-426, fig. 4. (25) La pieza tiene asignado en el MNAR el nº inv. 8228. Vid. nota supra. (26) Vid. nota 1. (27) NOGALES BASARRATE, T., Espectáculos en Augusta Emerita (Monografías Emeritenses, nº 5), Badajoz, 2000, pág. 60, lám. XXV, C. (28) Noticias en RODRÍGUEZ MARTÍN, G., Lucernas del Museo Nacional de Arte Romano (Mérida). Monografías Emeritenses, 7. Mérida, 2002, pág. 232. Este autor, junto a José Manuel Jerez Linde, realizó un estudio en extenso sobre dicho taller, todavía en prensa. La noticia también aparece en GIJÓN GABRIEL, E., Las terracotas figuradas del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. Cuadernos Emeritenses, 24. Mérida, 2004, pág. 50. (29) PRICE, J.; y LANG, J.: “Iron Tubes from a Late Roman Glassmaking Site at Mérida (Badajoz), in Spain”. Journal of Archaeological Science. Amsterdam, 1975 (págs. 289-296).

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En fin, cabe reparar en que desde un punto de vista más global, el antiguo pozo de la Comunidad, situado como estaba en la parte oriental de la ciudad, tampoco se ubicaba lejano al sector ocupado por dos de los grandes edificios de espectáculos de la ciudad romana, el Teatro y el Anfiteatro, resultando viable la vinculación de ciertos materiales hallados en la zona con piezas originarias de dichos edificios en función de su desplazamiento a un punto próximo para su empleo como material de acarreo. 6. CONCLUSIONES Una importante cuestión a tratar para cerrar el presente artículo es la determinación de la asociación entre nuestro ejemplar y los otros fragmentos identificados como parte de una estatua colosal emeritense30. No es fácil concluir si la pieza objeto de nuestro estudio formó parte o no de la misma escultura en la que se integraron la otra bota y la mano publicadas por uno de los autores del mismo años atrás. Comparando los fragmentos de ambas botas, podría pensarse que guardan una escala similar, correspondiéndose la una al empeine, y el nuevo fragmento a la parte inferior de la bota. Su superposición parece marcar una relación de anchura casi exacta. Sin embargo, ambos fragmentos no parecen casar entre sí. Otro determinante que condiciona su vinculación sería su estilo ornamental: los dos presentan un tipo de decoración semejante, basada en roleos vegetales. Ahora bien, en el nuevo fragmento, los motivos decorativos parecen tener menos relieve y detalle que en el anteriormente publicado, siendo su labra algo más plana e imperfecta. Ello podría deberse a que los motivos de ambos fragmentos se encontraban situados en diferentes puntos de la bota: uno en una zona más visible, como era el frente del pie, y el otro en una zona más oculta y de peor acceso visual, como era su lateral y el talón, donde de hecho casi no se han definido los motivos. Y es que en puntos de menor visibilidad, las piezas escultóricas tienden a una menor definición, como ocurre en el paradigmático ejemplo de la Ceres del Teatro emeritense. Otro hecho que refuerza esta sugerencia es que en el ejemplar objeto de este estudio, el relieve de los roleos es más marcado en uno de los laterales que en otro, atribuyéndose el lateral con un menor relieve a aquel que se hallara enfrentado al otro pie, de peor acceso visual que el frente opuesto. Por ende y como nuevo factor en contra, el tipo de ornamentación parece el propio de este tipo de piezas y cabría valorar, en base a otros paralelos, la posibilidad de que constara en dos ejemplares dentro de una misma ciudad. Fuera de estas cuestiones y acudiendo a la lógica contextual del conjunto de los fragmentos, en principio parece extraña la existencia en una simple capital de provincia de más de dos ejemplares con una escala colosal como la que detentan nuestros fragmentos, en los que coincidan tanto dimensiones como tipo de ornamentación. La escultura romana parece obedecer a unos patrones más o menos estándares incluso para su colosalismo, y a unas series de 2,7 m. parecen seguir otras de 3,5 m. para verse ambas superadas por una más extraña y singular, de en torno a 4 m. Nuestro ejemplar parece poder enclavarse dentro del tercero de los grupos más que en el de los 3,5 m. y, por supuesto, se halla muy lejana a la del togado o la Ceres del teatro romano, inferiores ambos a los 3 m. de altura. Y es que, a partir de los fragmentos anteriormente publicados, ya Nogales Basarrate atribuyó una altura de como mínimo 4 m. a la supuesta estatua en la que se integraran, de considerarse que ésta hubiese ido de pie. (30) Vid. Nota 1.

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En atención a todo lo expuesto, que en una ciudad ajena a la misma capital del Imperio se concentren varias esculturas colosales con un estilo, ornamentación y escala similares resulta sin duda llamativo. Como excepción a ello podría acudirse a un hallazgo tan excepcional como el producido en la antigua Aeminium, en cuyo foro se concentra un conjunto de hasta tres esculturas imperiales. Las tres comparten una misma cronología y estilo, así como una escala parecida, al estimarse que su altura pudiese oscilar entre los 3,6 y los 3,8 m. Pero es un ejemplo aislado, y su escala, aún así, tampoco puede equipararse a la de nuestro ejemplar. Al referir una altura de 4 m. para la escultura, nos estamos refiriendo a su altura dispuesta de pie, como habíamos dicho. Ello es lógico para restituir el canon empleado. Pero hemos de advertir que no necesariamente debemos hallarnos ante una escultura de pie, barajando ya con anterioridad Nogales Basarrate que los fragmentos de la bota y la mano publicados por ella pudiesen haber correspondido a una escultura sedente. Una justificación a tal hipótesis la determinaría el hecho fundamental de que en el fragmento del empeine de la bota, que pertenece a un pie tallado en un bloque independiente al del resto de la estatua, tal y como deja ver su remate superior, no exista rastro alguno de una espiga metálica que permitiese su fijación a la pierna, y a través de ella al resto de la estatua. De haber ido ésta de pie, ello hubiera hecho inviable su sostenimiento. Además, la posición del empeine parece marcar un cierto desplazamiento, de modo que podría indicar que se correspondía a una pierna extendida. Y es que, en las esculturas sedentes, los paralelos iconográficos nos muestran que, por cuestiones de estética, solía disponerse un pie adelantado y el otro retranqueado. Si el nuevo fragmento se correspondiese al pie opuesto de una misma estatua, este determinante vendría a incidir en la explicación de la diferencia de labra en los motivos de la bota. La cuestión de la posición nos llevaría inexcusablemente a la de la identificación de la escultura. El tipo de calzado, como hemos podido ver anteriormente, se asocia a divinidades y emperadores con indumentaria militar. Tenemos bien determinado que el colosalismo, a una escala como la que estamos hablando, fue empleado, al menos en lo que se refiere a las provincias hispanas, como propaganda política, lo cual excluye en principio a las divinidades para aproximarse a la figura del emperador y su imagen. Existen representaciones de emperadores sedentes, y así nos lo muestra una moneda de Constantino en cuyo anverso aparece una estatua del emperador sentado, con un pie adelantado y el otro retranqueado, y además con una esfera sobre una mano apoyada en una de las piernas, sobre la que se eleva la figura de una Victoria alada: una imagen elocuentemente similar a la que parecen ir componiendo los fragmentos ya conocidos de la escultura colosal emeritense, en la que incluso la esfera aprehendida por la mano muestra restos de un vástago de metal sobre el que bien pudiese haber ido inserta la base de la Victoria. Sin embargo, también sabemos de una figura sedente de innegable connotación propagandística cuya imagen se propaló por el Imperio en una posible escala colosal: la de la dea Roma. Una buena representación pictórica de la divinidad es la conocida como dea Barberini31. Y, de hecho, existe en la misma Mérida una placa de bronce incisa en la que se nos muestra a esta diosa-personificación en una imagen frontal, sentada sobre un trono, con un pie más adelantado que el otro y con

(31) NOGALES BASARRATE (2006-2007), pág. 240.

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el orbe en una de sus manos, aunque sin ninguna figura por encima del mismo32 (vid Lámina IV,1). En cuestión de datación, los ejemplos aludidos nos llevan al Bajo Imperio, a la época constantiniana. Y fue éste en efecto un periodo dado al colosalismo. Pero antes de él y como hemos indicado, ya lo hemos visto manifestarse desde época julioclaudia y con especial intensidad en la Península Ibérica hasta época antoniniana. Estilísticamente, la ornamentación detentada por los dos fragmentos de bota parece hallarse presente más en época antoniniana que en época julio-claudia o flavia. Y, en cualquier caso, parece ausentarse drásticamente ya en las esculturas bajoimperiales de la misma capital del Imperio, en las que, en un ejemplo como el de la escultura colosal de Constantino del Capitolio 33 , o en el más tardío coloso de Barletta, el calzado representado no muestra ornamentación alguna, ni tan siquiera la garra de felino. El propio Goette hace referencia a este fenómeno34. La superposición de una figura a la esfera podría haber justificado su ligero achatamiento y la rugosidad de su superficie, orientadas a la mayor estabilidad de la figura superpuesta. Y la calidad de la labra del dorso de la mano está en contradicción con lo que conocemos de la escultura constantiniana en la capital lusitana. El estilo bajoimperial en las provincias occidentales, hasta lo que sabemos, ha perdido ya la configuración anatómica canónica. Ejemplo de ello en la propia Augusta Emerita lo constituyen el conocido como “relieve de Maximino Hercúleo”35, el “relieve de los guerreros”36 o algunas de las últimas estelas-retrato talladas en la ciudad, como un fragmento conservado en el MNAR37. La misma reforma constantiniana del Teatro deja como testimonio una serie de tableros y cornisas que, a la hora de intentar mimetizar el estilo previo, manifiesta una capacidad técnica inferior a la fase decorativa precedente. Finalmente y para referirnos a la posible ubicación de nuestra estatua, debió sin duda de estar relacionado con algún área monumental. Lo más próximo al lugar de hallazgo es el recinto conformado por Teatro y Anfiteatro (600 m. aprox.), mostrándose algo más distante el Foro colonial (900 m. aprox.), y ya manifiestamente lejanos el Foro provincial y el Circo (más de un km.). Los fragmentos anteriormente publicados, fueron hallados en las excavaciones del Teatro romano y, en consecuencia, Nogales Basarrate ya propuso su posible emplazamiento en un punto situado entre el Teatro y el Anfiteatro, un lugar estratégico con vistas a su exposición pública. Analizando los datos ya ofrecidos y de entender que el nuevo fragmento perteneció a la misma estatua que los anteriores, dicho emplazamiento continúa resultando razonablemente próximo al lugar en el que la pieza apareció acarreada.

(32) La pieza tiene asignado en el MNAR el nº inv. 37129. Tiene unas medidas totales de 8,3 cm. de altura por 8 cm. de anchura y procede del recinto de la Alcazaba emeritense. (33) NOGALES BASARRATE, T. Op. Cit. pág. 238. (34) GOETTE, H. R., Op. Cit., pág. 423. (35) La pieza tiene asignado en el MNAR el nº inv. 37028. (36) La pieza tiene asignado en el MNAR el nº inv. 696. (37) NOGALES BASARRATE, Trinidad, El retrato privado en Augusta Emerita, vol. 1 y 2, Badajoz, 1997, nº 84, lám. LXXXV A-B y LXXXVI A-C. Actualmente tiene el nº inv. DO2011/1/2.

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LÁMINA I

1. Señalización del lugar del hallazgo de la pieza, en un plano de la ciudad de Mérida, con expresión del trazado murario y vías romanos. (Elaboración de José María Murciano, a partir de datos facilitados por el Consorcio de la Ciudad de Mérida).

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LÁMINA II

1. Cara lateral izquierdo (fotografía Lorenzo PlanaArchivo Fotográfico MNAR).

2. Cara lateral derecho (fotografía Lorenzo PlanaArchivo Fotográfico MNAR).

3. Cara frontal (fotografía Lorenzo Plana-Archivo Fotográfico MNAR).

4. Cara posterior (fotografía Lorenzo Plana-Archivo Fotográfico MNAR).

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LÁMINA III

1. Dibujo de la cara lateral izquierda (elaborado por Rafael Sabio).

2. Dibujo de la cara lateral derecha (elaborado por Rafael Sabio).

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LÁMINA IV

1. Placa de bronce con representación de la Dea Roma (fotografía Archivo Fotográfico MNAR.)

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