Un Madrid que muere. Perfil socioeconómico de la Gran Vía antes de su construcción

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UN MADRID QUE MUERE. PERFIL SOCIOECONÓMICO DE LA GRAN VÍA ANTES DE SU CONSTRUCCIÓN



Santiago de Miguel Salanova Universidad Complutense de Madrid

Introducción El simbólico piquetazo de Alfonso XIII sobre la Casa del Cura el 4 de abril de 1910 supuso el principio del fin de una de las zonas más representativas del Madrid antiguo. Habían comenzado las obras de la Gran Vía tras medio siglo de indecisión respecto a la remodelación del centro urbano madrileño, desde que se planteara en 1862 la Prolongación de la calle de Preciados y su enlace con Alcalá 1 . Se perdía con esta reforma gran parte de lo que había sido el núcleo de la clase media madrileña, al producirse el derribo de 358 fincas, la desaparición de 19 calles, la reforma de otras 32 y la edificación de 83 nuevos inmuebles 2 . Se daba así luz verde a un proceso de gentrificación que afectaría tanto a los jornaleros que en cierto modo habían predominado en esta zona y que se vieron impelidos a desplazarse al mísero extrarradio, ∗

Este texto ha sido posible por la concesión de una beca del programa FPU del Ministerio de Educación, y forma parte de las actividades del Grupo de Investigación UCM Historia de Madrid en la edad contemporánea, nº de ref.: 941149, compuesto por Luis E. Otero Carvajal (Dir.), Gutmaro Gómez Bravo, José Mª López Sánchez, Rubén Pallol Trigueros, Rafael Simón Arce, Fernando Vicente Arrabal, Borja Carballo Barral y Nuria Rodríguez Martín. 1 Son numerosas las publicaciones a que ha dado lugar la Gran Vía, muchas de ellas referidas a su proceso de ideación y construcción. ALONSO PEREIRA, J. R. y NAVASCUÉS PALACIO, P., La Gran Vía. Noventa años de la Historia de Madrid, Madrid, Comunidad de Madrid, 2001; RUIZ PALOMEQUE, M. E., «El trazado de la Gran Vía como transformación de un paisaje urbano», en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, 1977, Tomo XIV, pp. 347–358; RUIZ PALOMEQUE, M. E.: «Transformaciones urbanas en el casco antiguo, 1876 – 1931», en BAHAMONDE MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L. E. (eds.): La sociedad madrileña durante la Restauración 1876–1931, Madrid, Alfoz-Comunidad de Madrid-UCM, vol. 1, 1989, pp. 77–102; ALONSO PEREIRA, J. R., «En torno a la Gran Vía», Villa de Madrid, 69 (1980), pp. 19–28; DEL CORRAL, J.: La Gran Vía. Historia de una calle, Madrid, Sílex, 2002; BAKER, E.: Madrid cosmopolita. La Gran Vía, 1910 – 1936, Madrid, Marcial Pons, 2009. 2 LÓPEZ SALLABERRY, J. y ANDRÉS OCTAVIO, F.: Memoria del proyecto de saneamiento parcial denominado Reforma de la prolongación de la calle de Preciados y enlace de la plaza del Callao con la calle de Alcalá, Madrid, Imprenta Municipal, 1907.

1 ISBN: 978‐84‐9860‐636‐2 

como a artesanos y pequeños comerciantes, que no tuvieron más remedio que cerrar sus pequeños talleres para desplazarse a los barrios colindantes 3 . El nuevo espacio no tardó en quedar ocupado por bancos, oficinas, cines, bares y grandes almacenes y tiendas con las que se buscaba la conquista del cliente a través de lujosos escaparates donde se exponían productos relacionados con las nuevas formas de ocio 4 . Las viviendas de los nuevos edificios fueron entregadas a los sectores más pudientes de la nueva capital en gestación, si bien el carácter anteriormente residencial de este espacio urbano fue reemplazado por otro de signo laboral. A lo largo del presente artículo se buscará dibujar el mapa social de esta zona incidiendo en aspectos demográficos, laborales y económicos a partir de las herramientas ofrecidas por el Padrón Municipal de Habitantes de Madrid de 1905 y de las diversas metodologías y técnicas concretas que la nueva historia social, la microhistoria, la antropología cultural, la demografía histórica y la historia de la vida privada aportan a una revitalizada y enriquecida historia urbana.

Perfil demográfico de la zona de estudio En sintonía con el resto de la ciudad, las calles transformadas con la apertura de la Gran Vía manifestaban una relativa superioridad de la población femenina. Sobre el conjunto de las 10.473 personas empadronadas en esta zona en 1905, el 55,52% eran mujeres y el 44,48% varones (ver gráfico 1). Unas cifras muy próximas a las apuntadas en el Censo de Población de 1900 para toda la capital (54,13% de mujeres y 45,87% de

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El proyecto de la Gran Vía mostraba en sus contenidos el influjo de la transformación urbanística desarrollada en París por Georges Eugéne Haussmann: SUTCLIFFE, A.: The autumn of central Paris: the defeat of town planning, 1850-1870, London, Edward Arnold, 1970; GAILLARD, J.: Paris, la ville (1852-1870), Paris, Éditions l’Harmattan, 1997; HARVEY, D.: Paris, capital of Modernity, New York, Routledge, 2003. 4 La transformación de la gran avenida en el punto de encuentro de las principales novedades cinematográficas en: BAKER, E.: «La Cinelandia de la Gran Vía madrileña, 1926-1936», Ayer, 72 (2008), pp. 157-181.

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varones) 5 . Esta ligera supremacía se ha relacionado con la feminización del servicio doméstico madrileño, si bien este factor es universal para los diferentes distritos y barrios de la urbe. La demanda de mano de obra femenina por parte de las familias más opulentas de esta zona, para las cuales disponer de servicio en sus hogares era un signo externo de prestigio social, es una realidad, pero no hay que perder de vista a las viudas pensionistas o propietarias que se presentaron en esta área, muy superiores a los varones que se encontraban en dicho estado civil, las cuales se encargaban de los comercios al producirse la muerte de sus cónyuges o regentaban casas de huéspedes, o a aquellas inmigrantes que acompañaron a sus esposos desde diferentes puntos del país 6 .

Gráfico 1: Pirámide de población antigua Gran Vía (1905) más de 80 70-74 60-64 50-54 40-44 30-34 20-24 10-14 0-4 800

600

400

200

0 Mujeres

200

400

600

800

Hombres

Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

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Datos obtenidos del Censo de Población de 1900. Tales argumentos ya eran expuestos por Javier Ruiz Almansa en su estudio demográfico del Madrid de la primera mitad del siglo XX: RUIZ ALMANSA, J.: «La población de Madrid: su evolución y crecimiento durante el presente siglo (1900-1945)», Revista Internacional de Sociología, 14 (abril-junio 1946), pp. 389-411.

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Si se realiza un análisis de la población en función de la edad se aprecia en primer término la debilidad de la población infantil en la base de la pirámide (7,27% de la población total), lo que refleja una reducida tasa de natalidad. Será este tramo de edad el único en el que la población masculina supere a la femenina en el conjunto de la zona (387 niños de menos de cinco años frente a 372 niñas en la misma condición). A partir de los 15-19 años, la pirámide experimenta un ensanchamiento que alcanza su cenit entre los 20 y los 24 años y que mantiene valores elevados en los grupos venideros, principalmente para el caso femenino.

Gráfico 2: Edad de llegada de inmigrantes al área de estudio (1905) 800 700 600 500 400 300 200 100 0 0-5

6-10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 41-45 46-50 51-55 56-60 61-65 MÁS DE 65 Mujeres

Varones

TOTAL

Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

Entre los 15 y los 24 años encontramos al grueso de la población, con un porcentaje sobre el total del 24,05%, el cual, hasta los 44 años, crece hasta alcanzar el 52,18%. Un comportamiento demográfico que se explica por el hecho de que será a estas edades cuando los inmigrantes lleguen al centro de Madrid para labrarse un futuro profesional, principalmente en el pequeño comercio como dependientes y en trabajos

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escasamente cualificados para el caso masculino y en el servicio doméstico para el caso femenino (ver gráfico 2). En otros casos, menos frecuentes, llegaron gentes capacitadas para abrirse un hueco en los puestos mejor remunerados del sector profesional (profesionales liberales, empleados de dependencias ministeriales, empleados de banca, etc). A partir de los 25 años la población analizada inicia un paulatino descenso, más acusado para el caso de los varones que para las mujeres, lo que implica una tasa de mortalidad más elevada para los primeros y una esperanza de vida más alta para las segundas. En lo referente al estado civil, el análisis padronal revela una preponderancia de la población soltera (57,44%) sobre la casada (31,24%) y la viuda (11,33%). En el caso masculino, los casados no rebasan el número de solteros hasta alcanzar los 29 años, adelantándose así a la mujer a la hora de contraer matrimonio en dos años. Mención aparte merece la primacía de mujeres viudas sobre hombres en dicha situación civil (80,67% frente al 19,33%), lo que refleja nuevamente una mayor mortalidad entre los segundos. La viudedad era la nota dominante para todas aquellas mujeres que sobrepasaban los 45-50 años de edad, dato que cobra aún más fuerza al observar que la franja comprendida entre los 35 y los 65 años englobaba al 71,55% de las viudas. El estudio realizado confirma asimismo la atracción que ejercía esta zona sobre variados contingentes poblacionales 7 . Sólo un 39,12% de sus habitantes habían nacido en la capital, comportamiento que adquiere mayor relevancia si tenemos en cuenta que de todos los oriundos madrileños, el 55,81% tenían menos de 19 años (ver gráfico 3). 7

CARBAJO, M. F.: «La inmigración a Madrid (1600-1850)», REIS, 32 (1985), pp. 67-100; SITJÁ MORA, N.: «La inmigración a Madrid a mediados del siglo XIX: una primera aproximación», en VI Congreso de la Asociación de Demografía Histórica, Granada, 2004. A nivel general: SILVESTRE, J.: «Viajes de corta distancia: una visión espacial de las emigraciones interiores en España, 1877-1930», Revista de Historia Económica, XIX/2 (2001), pp. 247-286 y SILVESTRE, J.: «Permanent and temporary internal migrations in Spain, 1877-1936: determinants and labour market impact», University College Dublin Working Paper, 02/21, 2002.

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Muchos de ellos eran hijos de anteriores generaciones de inmigrantes que, una vez asentados en la urbe, habían decidido tener descendencia. Madrid era, desde hacía décadas, la provincia española que contaba con una mayor proporción de nacidos en otras provincias distintas a aquella en la que residían y la zona devastada posteriormente con la construcción de la Gran Vía no era en este sentido una excepción 8 .

Gráfico 3: Procedencia población residente en la antigua Gran Vía (1905) 4,66%

2,04%

39,12%

39,78%

14,39%

Madrid (capital)

Madrid (resto provincia)

Resto de España

Extranjeros

Provincias limítrofes

Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

El hinterland de Madrid, conformado por pueblos de la misma provincia y por otras limítrofes (Cuenca, Ávila, Guadalajara, Segovia y Toledo), mostraba una destacada representación (14,39% de la población las provincias limítrofes y 4,66% de la población de la provincia de Madrid), favorecida por la menor distancia que separaba sus tierras con respecto a la capital, haciéndose así el desplazamiento menos costoso, no sólo desde un punto de vista económico, sino también a nivel social, pues muchos

8

Respecto al comportamiento migratorio hacia otras zonas de Madrid a principios del siglo XX véase: PALLOL, R.: El Madrid moderno: Chamberí (el Ensanche Norte), símbolo del nacimiento de una nueva capital, 1860-1931, (Tesis Doctoral), Madrid, UCM, 2009, pp. 552-562

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tenían la oportunidad de volver a sus lugares de origen con cierta regularidad o incluso regresar definitivamente si la suerte no les había acompañado 9 . Son estos los llamados movimientos de corta distancia, predominantes en anteriores décadas pero que habían perdido peso con respecto a los de larga distancia tras los avances producidos en los transportes y en las comunicaciones. Dentro de las provincias limítrofes, Guadalajara llevaba la voz cantante con un 6,49% del conjunto total de inmigrantes residentes en la zona, seguida de cerca por Toledo (6,01%) y Segovia (5,48%), y, ya a mayor distancia, por Ávila (2,90%) y Cuenca (2,13%) 10 . El grueso de la representación de estas regiones lo conformaba la población femenina, desplazada a la capital para trabajar en el servicio doméstico. El resto de provincias muestra un elevado porcentaje de un 39,78% (4.117 habitantes), lo que pone de manifiesto la mayor incidencia que poco a poco iban teniendo los movimientos migratorios de larga distancia. Especialmente relevante es la representación asturiana (7,16% de los inmigrantes llegados a la antigua Gran Vía), y lucense (3,90%). No lejos de esta última provincia aparecen Burgos (3,81%) y León (2,73%), situadas a una distancia tolerable con respecto a la capital, lo que explica su elevado porcentaje. Más alejadas, aunque con cifras a tener en cuenta, provincias de la cornisa cantábrica, con especial mención a Cantabria (2,60%). A nivel historiográfico, el comportamiento de estas zonas se ha calificado como poco sorprendente, pues ya fue una constante a lo largo del Madrid decimonónico. En estos casos la inmigración de generaciones precedentes se había convertido en un factor crucial a la hora de elegir la capital como destino preferencial. Es el conocido como 9

Sobre el trasvase de población desde el hinterland a la capital: CARBALLO, B., GONZÁLEZ, D., PALLOL, R., SAN ANDRÉS, J. y VICENTE, F.: «Al calor del moderno Madrid. La capital y su hinterland, hacia la recomposición de la red urbana del interior (1860-1885)», en NICOLÁS MARÍN, M. E. y GONZÁLEZ, C. (coords.): Ayeres en discusión: temas claves de Historia Contemporánea hoy, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2008. 10 El caso de Guadalajara constituye la principal línea de investigación en: SAN ANDRÉS, J.: Guadalajara, 1869-1884. El lento despertar de un prolongado letargo, Madrid, UCM, 2007.

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“efecto llamada”, esto es, el reclamo de familiares y paisanos por parte de los inmigrantes pioneros, a través de los cuales se genera una reserva potencial de forasteros para años venideros 11 .

Gráfico 4: Origen de la población en la antigua Gran Vía (1905)

Leyenda

Muy alta (+ 8%) Alta (6-7,9 %) Media alta (4-5,9 %) Moderada (2-3,9 %) Baja (1-1,9 %) Muy baja (0-0,9 %) Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

Las provincias vascas y Navarra muestran un porcentaje de habitantes secundario en comparación con las provincias que más abastecen a Madrid (Guipúzcoa y Navarra con un 1,78%; Vizcaya con un 1,20% y Álava con un escaso 0,87%), 11

GARCÍA ABAD, R.: «La decisión de emigrar y el papel de las redes migratorias en las migraciones a corta y a media distancia», Scripta Nova: revista electrónica de geografía y ciencias sociales, 5/94 (2001). Blanca Sánchez Alonso señala también, como características fundamentales de estos desplazamientos, la continuidad y la difusión de la información de los primeros emigrantes a otras generaciones: SÁNCHEZ ALONSO, B.: Las causas de la emigración española: 1880-1930, Madrid, Alianza Editorial, 1995, pp. 205 y 206.

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mientras que en Aragón se reduce ostensiblemente el envío de contingentes poblacionales, con la única pero notable excepción de Zaragoza (2,40%), si bien la zona del Bajo Aragón mostraba un reducido número de paisanos (Teruel con un 0,67% y Huesca con un 0,50%). Barcelona, el núcleo poblacional más fuerte del país en cuanto a capacidad de atracción junto a Madrid, contó en este espacio con una escasa delegación de 65 personas (1,01%) 12 . Esta exigua cifra responde a las características que mostraba el inmigrante barcelonés, más inclinado a abandonar su zona de origen si el puesto laboral que le esperaba en su destino podía depararle un mayor progreso social y económico. Un comportamiento lógico si se tiene en cuenta que, para desarrollar un trabajo poco cualificado y escasamente remunerado, sólo tenía que mantenerse en la propia capital si había nacido en ella o desplazarse unos pocos kilómetros si formaba parte de alguno de los pueblos de los alrededores. Este factor explica el insignificante porcentaje de catalanes procedentes de las tres provincias restantes en el área urbana analizada. Finalmente, en la zona levantina resulta aplastante la superioridad de los grupos procedentes de Valencia (1,76%) y Alicante (1,65%) sobre los llegados de Castellón (0,33%), mientras que en el sur, sólo Sevilla (2,09%), Jaén (2%) y Granada (1,56%) abastecen de forma notable a los barrios concentrados en esta zona, mostrando el resto de provincias andaluzas una ausencia casi total (ver gráfico 4). Será en décadas posteriores cuando la zona meridional desplace contingentes poblacionales hacia el centro de la Península con mayor regularidad.

12

Para la inmigración a Bilbao: GARCÍA ABAD, R.: Historias de emigración. Factores de expulsión y selección de capital humano en la emigración a la Ría de Bilbao (1877-1935), Bilbao, Universidad del País Vasco, 2005. El caso de Barcelona en: OYÓN, J. L.: La quiebra de la ciudad popular, Barcelona, Ediciones el Serbal, 2008, pp. 21-61.

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Estructura socioprofesional de la antigua Gran Vía La construcción de la Gran Vía fue una experiencia altamente traumática para los humildes vecinos de las calles desaparecidas y modificadas 13 . Los propietarios de las fincas afectadas por el proyecto declararon no oponerse a aquel siempre y cuando se realizase de forma beneficiosa para el vecindario, cumpliéndose los requisitos dictaminados por las leyes en cuanto a ejecución de las obras y expropiación de los inmuebles. Sin embargo, consideraban «una gravísima cuestión de derecho que afectando a la propiedad urbana en general, por los precedentes que sienta, lesiona enormemente los intereses de los que suscriben, como los de todos los demás que han de ser expropiados» 14 . Los mencionados vecinos, en especial los de la calle de San Miguel y alrededores, urgidos por la inminencia de los derribos, llegaron a solicitar al Ayuntamiento que las obras comenzaran por otra sección, entrando así en disputa con habitantes de otras calles, sobre todo comerciantes e industriales 15 . Como último recurso, estas gentes se aferraron a sus hogares con gran tenacidad, convirtiendo cada mudanza en un duelo, en un drama familiar o en una liquidación forzosa. La zona analizada se convirtió así en «un valle de lágrimas, un conjunto ensordecedor de gritos, y un pataleo como de tablado de cante flamenco, interpretado por inquilinos de todos los matices: incógnitos, industriales, comerciantes y matriculados» 16 . En 1924, concluido el primer tramo de la Gran Vía y muy avanzado ya el segundo, la prensa describía el paisaje social que había arrastrado la flamante avenida. 13

La prensa de la época se hizo eco de casos extremos como el de María Monteserín, portera del número 6 de la calle de la Reina, que sufrió un ataque de enajenación mental por la terrible impresión que le causó la noticia de que iba a ser demolido el inmueble en el que se residía, siendo ingresada en el Hospital Provincial. En: El siglo futuro, jueves 31 de marzo de 1910. 14 AVM (Archivo de Villa), Secretaría, 15-303-12. Expediente comprensivo de instancia de varios propietarios de fincas, dirigida al Excmo Sr. Ministro de la Gobernación, y Real Orden del indicado Ministerio de 27 de marzo declarándose incompetente para dictar resolución (29 de enero de 1910 a 22 de agosto de 1912). 15 El eco de la construcción, 1 de enero de 1910. 16 MÉNDEZ, F.: «!Falta el rabo!», Nuevo Mundo, 7 de abril de 1910.

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Una calle que irrumpía por un barrio que había sido «el refugio de la depauperada clase media del siglo XIX» y que durante décadas hizo las veces de:

Albergue de una clase social que podía representar, como ninguna otra, la vida de parte del siglo anterior. Allí vivían apiñados unos con otros, sin sol y sin aire, las familias venidas a menos, los funcionarios intermitentes que sufrían resignados al turno de los partidos, las viejas pensionistas, los jubilados, los que vivían sin saber de qué, esperando siempre el día de mañana: toda esa masa enorme de gente que no encontraba ocupación en una capital burocrático, sin industria ni comercio 17 .

La zona sobre la que posteriormente se levantaría la Gran Vía, sin llegar a un estado menesteroso, era de las más modestas del casco antiguo, definida por algunos de los precios de alquiler más bajos de aquel y por pequeños establecimientos comerciales basados en el internado y el régimen familiar. Era el descrito por Emilio Carrere como «barrio latino matritense», inundado de callejones y chiscones en los alrededores de la notable calle Ancha de San Bernardo. Desde las páginas de La Esfera se señalaba respecto a este enclave urbano:

Y, en efecto, los últimos vestigios de la bohemia literaria estaban allí, confundidos con los estudiantes de las míseras casas de huéspedes, cerca de las sombrías librerías de viejo. Calles obscuras, estrechas, retorcidas, de irregular empedrado. Cafetines de visillos (...) Perfiles judaicos tras los mostradores de las librerías de lance, polvorientas, en penumbra (...) De todo ello, borrado, destrozado, surge la Gran Vía. Desde ella, Madrid se asoma a los horizontes mundiales. Calle amplia, escaparates lujosos, altos edificios – reminiscencias neoyorquinas – terrazas alegres, casas de modas, hoteles, anuncios luminosos, trepidación continua de 17

La Esfera, 29 de noviembre de 1924.

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automóviles... Toda una nueva decoración – escenario de revista – que echa paletadas de olvido sobre el viejo telón del sainete. 18

¿Cuáles eran los grupos sociales que dominaban este espacio urbano a principios del siglo XX? ¿A qué se dedicaban y cuál era su extracción social? El análisis padronal de la población potencialmente activa de esta zona refleja en primera instancia la sobrerrepresentación que ofrece la categoría definida por la nomenclatura “sus labores”, que responde al subregistro laboral que definía a la población femenina en estos años y que provoca, como consecuencia, una distorsión importante a la hora de analizar el trabajo femenino en esta época, 19 ya extendido en los albores del siglo XX aunque todavía escasamente remunerado respecto al que desarrollaba el varón 20 . Ello explica que el porcentaje de mujeres ubicadas en dicho sector profesional sea del 69,60% sobre el total de las que declaran profesión, la mayoría de ellas casadas cuya casilla laboral en el registro únicamente señalaba «sus labores» 21 . Comenzando con la población activa masculina, sobre el total de 3.580 habitantes analizados destacan especialmente tres grupos profesionales (ver tabla 1). El más numeroso es el que engloba a empleados, funcionarios y dependientes de comercio (23,41%). Entre ellos abundaban los dependientes del pequeño comercio característico de esta zona, con un porcentaje del 34,90% sobre el total de esta categoría profesional.

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La Esfera, 14 de mayo de 1927. Los errores cometidos por los censos estadísticos para la clasificación profesional femenina en: SOTO, Á.: «Cuantificación de la mano de obra femenina (1860-1930)», en La mujer en la Historia de España (siglos XVI-XX). Actas de las Segundas Jornadas de Investigación Interdisciplinaria, Madrid, Seminario de Estudios de la Mujer en la UAM, 1984, pp. 279-298. 20 ARBAIZA, M.: «La “cuestión social” como cuestión de género. Feminidad y trabajo en España (18601930)», Historia Contemporánea, 21 (2000), pp. 395-458; ARBAIZA, M.: «La construcción social del empleo femenino en España (1850-1935)», Arenal: Revista de Historia de Mujeres, 9/2 (2002), pp. 215239. 21 Esta situación vino provocada por la limitación que legislativamente pesaba sobre la mujer en la España de la Restauración: MUÑOZ, P.: Sangre, amor e interés. La familia en la España de la Restauración, Madrid, Marcial Pons, 2001, p. 209; y NASH, M.: «Mecanismos de subalternidad. Discursos de género en la construcción de la sociedad contemporánea», en Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos, Madrid, Alianza Editorial, 2004, pp. 27–62. 19

12

Contaban con una situación laboral que ofrecía grandes similitudes respecto a la que presentaban criados y sirvientes, al estar sometidos a un régimen de internado en los establecimientos de sus jefes percibiendo reducidos emolumentos por duras y largas jornadas laborales 22 . En muchas ocasiones ni siquiera se les pagaba, sino que desarrollaban su oficio a cambio de techo y comida. Su sueldo anual podía llegar desde las 50 pesetas en los casos más sangrantes, que solían corresponder casi siempre a mancebos que empezaban a trabajar en la tienda con apenas catorce o quince años, hasta las 1.000 pesetas en los más destacados. Por regla general, su paga oscilaba entre las 300-600 pesetas, lo que acaba por determinar un salario anual medio para este grupo de trabajadores de 519,20 pesetas. Otros dependientes de comercio señalaban su jornal en el padrón por día trabajado, siendo la media recibida en esta zona de 1,80 pesetas/día. Nuevamente, los ejemplos ofrecidos por el padrón ofrecen vacilaciones, con casos que van desde 25 céntimos hasta 5 pesetas diarias.

22

NIELFA, G.: Los sectores mercantiles en Madrid en el primer tercio del siglo XX: tiendas, comerciantes y dependientes de comercio, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1985 y NIELFA, G.: «Las estructuras comerciales en Madrid, 1900–1931: el minifundismo comercial», en: BAHAMONDE, Á. y OTERO, L. E. (eds.): La sociedad madrileña..., vol. 1, pp. 429–458; NIELFA, G.: «El mundo asociativo de los dependientes de comercio: sociedades de carácter gremial en Madrid, 18871931», Melanges de la Casa de Velázquez, nº 22, 1986, pp. 373-400.

13

Tabla 1: Estructura profesional de la población mayor de 14 años (1905) Profesión Profesionales liberales, titulados y artistas

Hombres 212

% 5,92

Mujeres 16

% 0,33

Total 228

% 2,70

Propietarios y rentistas

49

1,37

52

1,07

101

1,19

Artesanos y trabajadores cualificados

352

9,83

111

2,28

463

5,48

Grandes industriales y banqueros Pequeño comercio

64

1,79

0

0

64

0,75

262

7,32

60

0,80

322

3,81

838

23,41

159

3,26

997

11,80

Empleados, funcionarios y dependientes de comercio Agropecuarios Jornaleros y trabajadores no cualificados Iglesia y militares

4 811

0,11 22,65

0 66

0 1,35

4 877

0,05 8,72

142

3,97

7

0,14

149

10,38

Servicio doméstico

89

2,49

797

16,36

886

10,48

Sus labores

148

4,13

3.390

69,60

3.538

41,86

Sin oficio conocido

421

11,76

66

1,35

487

5,76

Pensionistas, retirados y 188 5,25 147 3,02 335 3,96 jubilados Total 3.580 100 4.871 100 8.451 100 Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

Entre el resto de participantes de la categoría profesional analizada destacan los empleados (30,07%), entre los que se encontraban aquellos que trabajaban en el servicio de ferrocarriles (Madrid-Zaragoza-Alicante, Madrid-Cáceres-Portugal y Ferrocarril del Oeste), en dependencias ministeriales, en el sector bancario, en compañías de seguros, en los servicios de comunicaciones o en el Ayuntamiento de Madrid. La profesionalización que caracterizaba a este grupo con respecto al anteriormente analizado queda corroborada con el análisis de sus salarios anuales, siendo la media obtenida de 1880,40 pesetas. El grueso de los empleados que conforman este grupo contaban con un salario situado entre las 1.000 y las 3.000 pesetas anuales (69,4% del conjunto de empleados analizados), si bien se ofrecían algunos casos especialmente llamativos de habitantes que podían llegar a ganar hasta 7.500 pesetas, como ocurría en

14

el caso del veterano empleado del Ministerio de Hacienda Tomás Fernández Lagunilla, de 48 años y residente en el número 19 de la calle de San Miguel 23 . Respecto a los demás integrantes de esta categoría profesional destacan profesores de 1ª enseñanza y maestros de instrucción pública, comisionistas, viajantes de comercio, peluqueros, escribientes, guardias municipales, de seguridad y de parques, porteros y conserjes y camareros de cafés y restaurantes. A escasa distancia del grupo socioprofesional analizado en las últimas líneas se encuentra el conformado por jornaleros y trabajadores poco cualificados (22,65%). Los oficios dentro de este ramo se definían por escasos salarios y penosas condiciones laborales, siendo en su mayoría desempeñados por inmigrantes 24 . Entre los estudiados, y salvando a los que se registran únicamente bajo el término “jornalero” (aludiendo a la forma en la que son retribuidos), destaca la presencia de trabajadores de la construcción y de aprendices del pequeño comercio. La mayoría de los concentrados en este sector percibían entre 2 y 3 pesetas diarias por su labor (2,27 pesetas de media), si bien encontramos situaciones especialmente destacadas de trabajadores que no llegaban a percibir una peseta diaria. En el mejor de los casos, los jornaleros que vivían en esta zona podían disponer de 4 pesetas diarias por el oficio ejercido. Con sueldos de esta categoría y teniendo en cuenta el coste de la vida en el Madrid de principios del siglo XX, se puede asegurar el ejercicio de otros oficios por parte de otros integrantes de sus familias que no aparecen mencionados en el padrón pero que daban ingresos extra básicos para la subsistencia.

23

AVM, Estadística, Padrón del Distrito Centro, hoja nº 28.900. FERNÁNDEZ, A.: «Niveles de vida del proletariado madrileño (1883-1903)», en VV.AA.: El reformismo social en España: la Comisión de Reformas Sociales: actas de los IV Coloquios de Historia, Córdoba, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1987, pp. 163-180. 24

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Fig. 1. Grupo de jornaleros trabajando en las obras de pavimentación de la calle de Alcalá, 1900

En cuanto al resto de categorías, destaca la todavía notable presencia de artesanos y trabajadores cualificados (9,83%), que responde a la existencia en esta zona de pequeños talleres artesanales en los que zapateros, carpinteros y sastres desarrollaban su labor cotidiana. A la altura de 1905 encontramos en las calles de esta área urbana un nutrido compendio de zapateros de composturas y cortadores de botas, 25 sastres y carpinteros de taller, aunque también había destacadas representaciones de tapiceros, cerrajeros, electricistas, tipógrafos, vidrieros y pintores. Su salario se aproximaba a las 3 pesetas diarias (2,73), aunque podía balancearse desde la peseta diaria hasta las 5 en los mejores casos.

25

La representatividad de los zapateros dentro del grupo de artesanos se perdería con la aparición del zapato elaborado a máquina: NADAL, J.: «La transición del zapato manual al zapato “mecánico” en España», en NADAL, J. (ed.): La cara oculta de la industrialización española: la modernización de los sectores no líderes (siglos XIX y XX), Madrid, Alianza Editorial, 1994, pp. 321-339.

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Gráfico 5: Estructura profesional de los inmigrantes con dos o menos años de residencia en la antigua Gran Vía (1905) 11,00%

6,70% 8,13% 2,39%

33,50%

38,28%

Profesionales liberales y titulados

Artesanos y trabajadores cualificados

Pequeño comercio

Empleados, funcionarios y dependientes

Jornaleros y trabajo no cualificado

Servicio doméstico

Elaboración propia a partir de los datos del padrón municipal de 1905, AVM, Estadística.

Por detrás de artesanos y trabajadores cualificados quedan, en primer lugar, los propietarios de los pequeños comercios de la zona (7,32%), entre los cuales la mayoría eran comerciantes nacidos no en la capital, sino en distintas provincias españolas (85,05%) siendo mayoritarios los asturianos (18%), seguidos por leoneses y por varones inmigrantes procedentes de las provincias limítrofes. Mucho menor en comparación con este sector es el que representan grandes comerciantes e industriales (1,79%), donde se sitúan aquellos que poseían comercios declarando una contribución industrial superior a las 500 pesetas anuales. Se trataba de establecimientos definidos por una mayor calidad en los productos vendidos, si bien estos eran inferiores a los que predominaban en la zona, dedicados en la mayoría de las ocasiones a la venta de productos de primera necesidad.

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Para finalizar, señalar la reducida presencia de profesionales liberales y titulados (5,92%), entre los cuales se hallan abogados, médicos, actores, periodistas, farmacéuticos, ingenieros y catedráticos de universidad. Algunos se aproximaban a la notable cifra de 10.000 pesetas anuales por su labor desempeñada, como en el caso del madrileño José Piernas Hurtado, catedrático de universidad que percibía 9.750 por ejercicio anual. En cuanto a la población femenina, al margen de la desproporcionada cifra de mujeres encasilladas en la categoría “sus labores”, destaca su representación en el servicio doméstico (16,36%), donde ejercían fundamentalmente como criadas para todo pero también como cocineras, ayas, asistentas, institutrices, amas de gobierno o de llaves y nodrizas 26 . Al estar su oficio al margen de cualquier legislación laboral, contaban con unas condiciones de trabajo y de vida absolutamente inapropiadas, con larguísimas jornadas, escasa remuneración (en muchas ocasiones, como ocurría con los dependientes, se les pagaba en concepto de casa y techo), reducidas y antihigiénicas habitaciones en las que dormir, inexistente tiempo libre y indefensión ante sus amos. Sólo las nodrizas y las sirvientas especializadas (institutrices, amas de gobierno, amas de llaves) contaban con ciertos privilegios y con un salario más alto, llegando en algunos casos a aproximarse a las 1.000 pesetas anuales. Sin embargo, la media del salario anual para el resto de sirvientas apenas rebasaba las 200 pesetas anuales (202,50), cobrando la mayoría de ellas entre 180 y 300 pesetas.

26

SARASÚA, C.: Criados, nodrizas y amos: el servicio doméstico en la formación del mercado de trabajo madrileño, 1758-1868, Madrid, Siglo XXI de España, 1994; SÁNCHEZ, M. C.: «Aproximación al estudio del trabajo de la mujer en el servicio doméstico del Madrid de finales del siglo XIX», en: VARA, M. J. y MAQUIEIRA, V. (coord.): El trabajo de las mujeres, siglos XVI-XX: VI Jornadas de Investigación Interdisciplinaria sobre la Mujer, 1996, pp. 219-230; MIRÁS, Jesús: «Rasgos básicos y transformaciones en el servicio doméstico en una ciudad periférica. A Coruña, 1900-1960», Cuadernos de Historia Contemporánea, nº 27, 2005, pp. 197-221.

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Fig. 2. Familia de la alta sociedad madrileña y niñera en el Paseo del Prado, 1907

Cabe señalar las trabas que este trabajo ofrecía en términos de estado civil. Las casadas tenían un acceso prácticamente vedado a este oficio, salvando casos como el de las nodrizas, cuya estancia en las casas de las familias más acomodadas tenía un carácter estacional. Una cuestión que se aprecia al analizar el padrón de 1905 para esta zona, donde las casadas sólo contaban con una representación de un 4,01%, las viudas con uno algo más alto (11,29%), y el restante 84,70% quedaba para las solteras, lo que evidencia como eran éstas últimas las más demandadas a la hora de ejercer labores del servicio doméstico en las casas madrileñas. Al margen del servicio doméstico destaca, si bien en una proporción mucho más reducida, la presencia de la mujer en la categoría “empleadas, funcionarias y dependientas de comercio” (3,26%), donde figuran como porteras de inmuebles, dependientas de comercios, empleadas del servicio de casas de huéspedes, y, en algunos casos, como profesoras de instrucción pública, siendo éstas las que contaban con un salario más elevado (1.500-3.000 pesetas anuales). 19

En otras categorías, destacar su labor como artesanas o trabajadoras poco cualificadas (2,28%), donde eran mayoritarias las modistas (35,7%) y las costureras (33,9%), si bien también aparecen registradas en el padrón municipal como sastras, cigarreras, cordoneras, peinadoras, bordadoras o camiseras 27 . A continuación se encuentra la categoría profesional que define al trabajo poco cualificado, cuyo porcentaje del 1,35% se debe a la inclusión dentro de aquella de 36 prostitutas y pupilas que se hallaban en las calles de estos barrios. La presencia de casas de lenocinio en esta zona explica su elevada representación, siendo allí víctimas de todo tipo de agresiones y maltratos por parte de los clientes y de sus propias amas. Se encontraban refugiadas estas mujeres en los pecaminosos establecimientos que de este tipo se encontraban en las calles que posteriormente se verían reformadas o desaparecidas con la construcción del tercer tramo de la Gran Vía. Uno de los recónditos callejones más proclives al desarrollo de tal actividad era la calle de Ceres, de la que ofrecieron detalladas reseñas escritores de la época como José Gutiérrez Solana, que describió el aspecto interno de las céntricas mancebías de la capital en su Madrid callejero:

En las mancebías se siente tocar los organillos, y se baila dentro. Los gritos de las pendencias con el delirio de la borrachera, el ruido, los insultos y los gritos de terror de las pupilas se sienten más claros; se abre con estrépito una de estas puertas y tiran a la calle una gorra o un sombrero, y al poco rato arrojan a un borracho, que baja rodando la estrecha escalera, y de un empujón queda tirado en medio de la calle, de espaldas, como un pelele, con la cabeza boca abajo; después se cierra la puerta y echan la tranca 28 .

27

NÚÑEZ, A.: «Las modistillas de Madrid, tradición y realidad», en BAHAMONDE, Á. y OTERO, L. E.: La sociedad madrileña... op. cit., vol. 2, pp. 435-450; CANDELA, P.: Cigarreras madrileñas: trabajo y vida (1888-1927), Madrid, Tecnos, 1997; SARASÚA, C.: «El oficio más molesto, más duro: el trabajo de las lavanderas en España de los siglos XVIII al XX», Historia social, 45 (2003), pp. 53-75. 28 GUTIÉRREZ, J.: Madrid callejero, Madrid, Trieste, 1984, p. 40.

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El padrón de 1905 proporciona algunas pistas sobre las mujeres dedicadas a esta actividad, la mayoría de las cuales eran analfabetas, de escasa edad y procedían, por lo general, de otras provincias españolas e incluso del extranjero. En algunos casos, nos encontramos con inmuebles que cuentan con mancebías en todos sus pisos. La razón de que en un edificio aparezcan varias habitaciones clasificadas como tales, a pesar de estar vacías, pudo deberse a la conocida pretensión de las patronas de burlar las normas de higiene escondiendo a las pupilas enfermas o a aquellas que no estaban matriculadas en los pisos superiores 29 . La prensa de la época da buena cuenta del tipo de vida que llevaban estas mujeres:

Esta tarde se presentó en la Delegación del distrito de Centro, llorosa y acongojada, una joven de dieciocho años, llamada Dolores Costunero Baille, habitante en la calle de Mesonero Romanos, número 24, casa de lenocinio, denunciando las tropelías que con ella había cometido un amigo excéntrico. De buenas a primeras se empeñó en hacerle, por capricho, un corte en el cuello con una navaja que empuñó, dando por seguro que ella accedería gustosa. Pero en vista de que se negaba a ello, la maltrató, la golpeó y acabó por cortarla el cabello, en compensación al desaire. El visitante impúsola silencio con amenazas de muerte, esgrimiendo furiosamente la navaja, y salió de la habitación. A continuación penetró en la estancia otro individuo, segunda edición del primero, y poco más o menos cometió con la desventurada joven las mismas herejías. Uno y otro, después de tales excesos, se retiraron sin abonar cantidad alguna que indemnizara a la víctima de aquellas atrocidades 30 .

29 30

DEL MORAL, C.: El Madrid de Baroja, Madrid, Sílex, 2001, pp. 141-161. Heraldo de Madrid, 30 de septiembre de 1902.

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Finalmente encontramos en esta zona mujeres dedicadas al pequeño comercio (1,23%), la mayoría de ellas viudas que regentaban los establecimientos que sus maridos dejaban a su muerte, y propietarias (1,07%), muchas identificadas como tales a partir de la utilización del Anuario Bailly-Bailliere. Insignificante es, por último, la representación de la mujer dentro de la categoría socioprofesional de mayor prestigio social y económico (profesionales liberales), entre las cuales cabe destacar casos de artistas del teatro o de profesoras pertenecientes al Conservatorio de Música y Declamación.

Conclusión La información proporcionada por el Padrón Municipal de Habitantes de Madrid de 1905 nos permite ofrecer una imagen de la zona arrasada con la construcción de la Gran Vía muy distinta a la que décadas más tarde reflejaría la nueva avenida, símbolo de la modernización y del cosmopolitismo alcanzado por la capital con anterioridad a la Guerra Civil. Un espacio definido por un carácter residencial muy similar, desde un punto de vista demográfico, a otros enclaves urbanos del Ensanche y, principalmente, a la parte meridional del casco antiguo. Una franja que, si bien con menor intensidad que la periferia, seguía ejerciendo una notable atracción sobre inmigrantes llegados de todas las provincias con el anhelo de prosperar con las oportunidades que teóricamente mostraba la gran capital pero que acababan ejerciendo los puestos laborales peor remunerados y considerados socialmente. Y finalmente un paisaje urbano definido por el densificado caserío madrileño característico del interior de la ciudad, donde se amalgamaban casas que todavía conservaban un cierto aroma a miseria, dispuestas sobre calles mal empedradas, sucias y angostas. Argumentos todos ellos que no dudaron en aprovecharse para emprender la remodelación del centro urbano madrileño,

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perdiendo la zona estudiada toda su esencia vital y transformándose en un área laboral de gran bullicio vespertino pero también de marcada soledad nocturna.

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