Un hecho de política cultural: Argentina en la República Mundial de la Edición

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ARGENTINA PÁIS DE INVITADO DE HONOR. FERIA DEL LIBRO DE FRANKFURT, 2010

UN HECHO DE POLÍTICA CULTURAL: ARGENTINA EN LA REPÚBLICA MUNDIAL DE LA EDICIÓN 1 Alejandro Dujovne2 y Gustavo Sorá3

Los grandes festejos del Bicentenario argentino que tuvieron lugar a lo largo y ancho del territorio nacional encontraron su correlato internacional en la Feria de Frankfurt. Ciertamente, la presencia de la Argentina como país invitado de honor en la edición 2010 de la Feria le permitió desplegar un conjunto de imágenes de su cultura en uno de los principales escenarios literarios y editoriales a nivel mundial. Todos los años, desde 1988 en adelante, cuando Italia fuera convocada a ocupar ese lugar, un país, una región cultural (p.e. mundo árabe) o incluso una cultura nacional subestatal, como fue el caso de la cultura catalana en 2007, es invitado a la Feria. Esta invitación resulta una oportunidad privilegiada para poner en escena y exponer al mundo una serie de representaciones de la cultura nacional, fundamentalmente, aunque no sólo, literaria, así como contribuir a potenciar el mercado editorial propiciando su inserción en el mundo. La exposición argentina marcó el retorno de la atención internacional sobre América Latina después de 16 años. Brasil fue invitado de honor de la Feria de Frankfurt en 1994 y previamente lo había sido México en 1992. Para comprender el marco que confiere significados a la exposición de la Argentina, es preciso pensar qué es la feria del libro Frankfurt.

Artículo publicado en Magdalena Faillace (coord), 2010, “Argentina país invitado de honor Feria del Libro de Frankfurt 2010”, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio y Culto, Buenos Aires. Págs. 218-223 2 Doctor en Ciencias Sociales. Becario Post-doctoral de CONICET – Instituto de Desarrollo Económico y Social. 3 Doctor en Antropología Social. Investigador de CONICET – Universidad Nacional de Córdoba. Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “Argentina en Frankfurt. Posición y condición de la nación en el mercado internacional de bienes simbólicos”, dirigido por Sorá y financiado por CONICET (PIP 2010-2012). 1

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La feria del libro de Frankfurt La Feria del libro de Frankfurt es la más importante del mundo. Se trata de un evento legitimado como umbral de una tradición literaria inmemorial que desde mediados de los años 1950 se ha consagrado como un polo de institucionalización del mercado alemán así como del mercado editorial internacional. La edición 2010 de la Feria contó con 7.539 expositores provenientes de 111 países; se realizaron 3.000 eventos y, en los cinco días de duración, asistieron 279.325 personas. Si bien las ferias de libros en Frankfurt datan desde 1462, la actual responde a una secuencia de eventos de un tipo singular que se iniciaron en 1949, año de conmemoraciones sobre Goethe. Alfred Grade, uno de los fundadores e la feria, recordó la primera exposición como una “demostración político-moral”.4 Se trataba de una apuesta central entre los diversos proyectos que buscaban transformar las imágenes sobre la cultura alemana después de las atrocidades de la guerra. ¿Pero por qué una feria alemana devino el centro de las influencias más poderosas en el mundo del libro? El trabajo de reinserción de la cultura alemana fue realizado a partir de una excepcional apertura hacia el exterior. Desde el primer momento la Feria de Frankfurt se presentó como un lugar cuyo objetivo central sería la comercialización de libros editados en diversas lenguas. El número de extranjeros en esa feria aumentó año a año. Si en la primera feria de 1949 sólo asistieron 205 expositores alemanes, en 1954 ya lo hacían 524 alemanes y 534 extranjeros.5 Hacia el final de esa década, los editores anglosajones eran la mayoría entre los contingentes de naciones extranjeras, transformando progresivamente a la Feria de Frankfurt en la mayor feria internacional de editores de lengua inglesa. Especialmente los estadounidenses tomaron Frankfurt como la plaza más estratégica para comercializar derechos de edición y traducción. Para racionalizar este crecimiento la Cámara de Libreros y Editores Alemanes creó en 1964 la Austellungs und Messe-GmbH (AuM), una institución especialmente Enrico Filippini: “Notti bianche al Jimmy's Bar”. La República, Roma, 12/9/76. Artículo compilado en “Internationale Presseberichte zum Schwerpunkt-Thema Lateinamerika der 28 Frankfurter Buchmesse”, Ausstellungs-und Messe-GmbH das Börsenverein Pressereferat, Frankfurt 1976. 5 En 1963 expusieron 750 alemanes y 1.431 extranjeros. En 1973, 952 alemanes y 2.885 extranjeros; en 1983, 1.616 alemanes y 4.274 extranjeros, en 1992, 2.168 alemanes y 6.68 extranjeros. (Weidhaas, Peter, “Why Frankfurt?”. Logos, vol 4, nº 3, 1993). 4

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dedicada a la organización de la Feria. A partir de entonces el mercado alemán se dotó de una estructura institucional de mercado sin parangón, racionalizando el crecimiento del mercado nacional y las relaciones internacionales. Los alemanes también hicieron de Frankfurt un lugar de consagración literaria. Para ello fue creado, entre otras manifestaciones, el Premio de la Paz. En tal sentido se convirtió en un espacio decisivo para la difusión de la nueva literatura de post-guerra (Grass, Updike, Sarraute, Goytisolo, Per Olof, Witold Gombrowicz), del despertar occidental a los escritores más brillantes del bloque oriental (Tendriakov, Szabo, Bruno Schulz), pero también para el descubrimiento de la literatura latinoamericana (García Marquez, Cortázar, Vargas Llosas, Rulfo). Hacia finales de los años 1960, la tensión entre los objetivos culturales y económicos de la feria alcanzó un pico. Como lugar de Alta Cultura, en 1968 la feria pasó a ser espacio de diversas manifestaciones contra-culturales. El propio Daniel Cohn-Bendit, uno de los líderes del mayo francés y actual euro-diputado, se hizo presente en las manifestaciones de aquel año. Pequeños editores culturales por entonces organizaron una contra-feria en Mainz, ciudad próxima de Frankfurt, lugar de nacimiento de Gutemberg y sede de la invención de la imprenta de tipos móviles. Hasta ese momento la feria creció en silencio como espacio profesional para la transacción de derechos. A partir de entonces atrajo la atención del periodismo. Los militantes y el eco de la opinión pública demandaron una reacción de los organizadores, frente a la amenaza de la “best-sellerización” de la feria por la fuerza de los intereses anglosajones y de la neutralidad frente a la exhibición de editores o autores de países denunciados políticamente, como Rusia y España. En este contexto, Peter Weidhaas fue elegido como Director de la feria en 1973. Bajo su conducción durante 30 años, la feria se volvió más receptiva al pulso de las transformaciones y los problemas políticos y culturales en el mundo. Desde su llegada al mando de la feria, Weidhaas promovió diversas acciones para controlar el predominio comercial de los best-sellers “a la americana” y las críticas de la opinión pública. Entre otros aspectos, se destaca la creación de un espacio especializado para la prensa internacional, a cada año más numerosa, y la organización de temas-focales sobre cuestiones que permitieran canalizar la

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atención político-cultural sobre la feria. “América Latina: un continente desconocido”, fue el primero de dichos temas en 1976. Esta apertura, junto a otros cambios, le permitió reafirmar su centralidad en el espacio internacional de la cultura. Por ejemplo, si bien el boom de la literatura latinoamericana comenzó en los años 1960 en Francia y Estados Unidos, el mismo eclosionó en el mercado editorial alemán y de este en escala trasnacional a partir del evento latinoamericano en la feria de Frankfurt de 1976.6 Para comprender el alcance de la centralidad internacional de la feria de Frankfurt, basta fijar la mirada en el circuito mundial de ferias. El número y la relevancia internacional y regional de cada una de ellas, nos permite constatar de inmediato que para ocupar esa posición de preeminencia durante tanto tiempo, Frankfurt ha logrado no sólo concentrar sino seguir acumulando con éxito un gran volumen de los más diversos recursos materiales y simbólicos.7 La única feria que por momentos pareció poder disputarle la centralidad a Frankfurt fue la de Londres, posibilidad que en los últimos años perdió fuerza. Peter Weidhaas explica que uno de los secretos del éxito del evento radica en que no existiera una idea fija acerca de lo que Frankfurt debía ser. Siempre le prestó atención a los desarrollos que estaban teniendo lugar con los expositores, qué necesidades tenían y qué intereses anunciaban.8 En este sentido, la AuM se erigió en una maquinaria que constantemente transforma la configuración de la feria en función de innovaciones tecnológicas o apuestas económicas y culturales que En esa ocasión la Argentina estuvo representada por Manuel Puig y Julio Cortázar. Ante la presencia del autor de Rayuela, el embajador argentino del gobierno de facto visitó tres veces a Peter Weidhaas para persuadirlo de sacar del programa a un autor “terrorista”. Ante la negativa del director de la feria, un grupo de tareas irrumpió en el departamento de Weidhaas y atacó su auto. Él y su mujer cordobesa pasaron a constar en listas negras y articularon la salvación de autores y editores perseguidos como Eduardo Galeano y Daniel Divinsky. 7 Veamos por caso a los integrantes de la Conferencia de Ferias Internacionales del libro, formada por 21 de las más importantes a nivel mundial: tres en Asia (Tai Pei, Beijing y Seúl) dos en Medio Oriente (Abu Dhabi y Jerusalén), siete en Europa (Bologna, Budapest, Frankfurt, Leipzig, Londres, Praga y Tesalónica), cuatro en América Latina (Bogotá, Buenos Aires, Guadalajara y San Pablo) una en Estados Unidos (Nueva York), una en el Norte de África (Cairo), una en el África Subsahariana (Ciudad del Cabo) y una en el subcontinente indio (Nueva Delhi). Esta unión, que no agota al conjunto de ferias del libro, presenta parte del sistema mundial en el cual cada una ocupa un lugar diferenciado en relación a la lengua y a la geografía en la que se inserta. 8 Peter Weidhaas, “Good vibes from Frankfurt. A report on the state of the art” http://www.interbookfairs.com/index.php?option=com_content&view=article&id=89&Itemid=61 6

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aseguren su preeminencia internacional. Ejemplo de ello es el modo en que en la última feria se decidió presentar las últimas propuestas tecnológicas para la edición. Si bien no es la primera vez que los nuevos dispositivos y servicios electrónicos están presentes en los pabellones de la feria, en esta ocasión se decidió instalar seis espacios diferenciados dentro de distintos pabellones llamados “hot spots” que se concentraban, cada uno de ellos, en una dimensión específica de la tecnología aplicada a la producción y comercialización de obras. De este modo se procuraba acercar a los editores de libros tradicionales, en papel, a los nuevos desarrollos tecnológicos, contribuyendo a orientarlos dentro de la gran incertidumbre que domina el mercado del libro en la actualidad respecto a su futuro inmediato. Cuestión crucial para espacios editoriales como el argentino cuya gran masa de editores no tiene un contacto directo con todas las versiones del libro electrónico, ni, por el momento, se ve acosado por su presencia. Hot Spots, alta tecnología en la Feria

Espacio y tiempo de la feria La Feria guarda una espacialidad y una temporalidad específicas cuya consideración ayudan a precisar mejor su singularidad. El evento se desarrolla todos los años en el enorme predio de ferias de la ciudad, cuyo diseño y dimensiones nos recuerdan más a un gran aeropuerto que a un sitio destinado a esta clase de eventos. Por caso, para ir de un pabellón a otro podemos recorrer los largos pasillos a través de cintas transportadoras o tomando uno de los tantos colectivos gratuitos que recorren las

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calles del predio conectando los distintos pabellones. Así, si bien tenemos la posibilidad de hacerlo a pie, ésta no resulta una alternativa recomendable si pretendemos dirigirnos a un pabellón no contiguo, sobre todo si somos uno de los tantos editores que corren al ritmo de una abarrotada agenda de reuniones. Los pabellones ocupados por esta edición de la Feria fueron seis, entre los 11 posibles, uno de ellos destinado a la exhibición de la Argentina en tanto país invitado. En los cinco restantes, algunos de ellos de hasta tres plantas, se encontraban los siguientes sectores: internacional (compuesto por representantes estatales y empresariales de muchos países ordenados por región y afinidad idiomática); de habla inglesa; alemán; general (ordenado por temas: ficción y no ficción, infantiles, comics, religión, turismo y culinaria); de ciencia y educación; y de agentes literarios. Vistas de los pasillos de la Feria

A su vez la Feria se organiza a partir de una primera gran división temporal. Los primeros tres días están orientados sólo a los profesionales (editores y agentes literarios), mientras que la cuarta y quinta jornada el evento abre sus puertas al público en general. Esta división del tiempo define dos dinámicas muy distintas así como dos modos claramente diferenciados de uso del espacio. Durante el primer tramo el corazón de la feria reside en el pabellón 8, destinado a editores de lengua inglesa. El número de profesionales que se aglutinan y el ritmo febril con que se mueven de un lado a otro dentro de este sector establecen una clara distancia

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respecto a los pabellones de otras lenguas, menos concurridos y con una cadencia más relajada. De hecho, durante estos primeros tres días, el flujo de personas que alimenta al conjunto de la Feria proviene mayoritariamente de ese pabellón adonde los editores de todo el mundo acuden a comprar derechos y a intentar, sin demasiadas chances, vender algún título. Esta primera impresión, evidente hasta para el menos atento de los observadores, revela la existencia de dos grandes mundos editoriales definidos por la posesión diferencial de poder económico y comercial. Por un lado tenemos al más dinámico y poderoso espacio editorial de habla inglesa, mientras que, por el otro, al resto de las lenguas y países. Aunque dentro de este segundo grupo encontramos diferencias notorias entre países e idiomas con mercados más sólidos, como el alemán, el francés y el español, y otros, en el extremo opuesto, muy precarios, como los africanos –con la excepción de Sudáfrica-, algunos árabes y tal vez ciertos países balcánicos.9 Plano de la Feria

Pabellón 6 Halls 6.0 y 6.1 Editores Internacionales

Pabellón 5

Hall 6.1 Agentes literarios Hall 6.2 Centro de prensa

El stand argentino se encuentra en el Hall 5.1

Editores Internacionales

F.1 Invitado de Honor. Argentina

Pabellón 8 Editores Internacionales Lengua inglesa

Pabellón 3. General Lengua alemana

Ejes de poder económico comercial.

Un ejemplo de poder notable es el de Random House: las dimensiones de su stand, la organización del anglosajón y Los pabellones espacio dividido en sectores en función de los distintos sellos que componen el grupo (18 aunque alemanes ocupan el lugar central, mientras solo se vendían allí los de habla inglesa), así como los grandes estandartes que dan la bienvenida al que los Pabellón 4 . General espacios editoriales en otras stand: nómina de premios Nobel, Pulitzer y Booker que integran su catálogo, así como dos grandes Lengua alemana, educación lenguas, incluido el mercado pantallas con fotos de los autores contemporáneos en lengua inglesa más reconocidos. Otro ejemplo y académicos en español, detentan una significativo del tono del pabellón es el stand de Harper Collins. Casi 50 mesas de negocios ensecundaria. un posición amplio espacio. A diferencia de otros pabellones donde la fuerza de los grupos empresariales convive con la presencia y el impulso estatal, o directamente con otros donde el Estado es el factor dominante, en el pabellón 8 la presencia del Estado o de sociedades editoriales es menor frente al claro dominio de los grandes grupos editoriales. 9

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El otro sector que tiene una intensa vida durante los primeros tres días es 6.2, donde trabajan los agentes literarios. A diferencia del resto de los sectores que componen los pabellones, el área destinada a los agentes literarios es un sector restringido al que sólo pueden acceder los propios agentes y las personas citadas por ellos. Allí no hay grandes stands de sellos editoriales ni de países. LitAg, como se denomina a esta área, es un amplio espacio con centenares de mesas asignadas a los distintos agentes que funcionan como pequeñas oficinas, una al lado de la otra, donde agentes y editoriales negocian autores y obras. Si bien el sigilo es lo que prima en las negociaciones y acuerdos, es muy probable que haya sido en ese espacio donde, este año, tuvo lugar uno de los acontecimientos más trascendentes del mercado de lengua castellana, y tal vez por su magnitud del mundo editorial en su conjunto. Nos referimos al cambio de manos de 54 obras de Borges, incluyendo aquellas firmadas en coautoría: Random House Mondadori vendrá a reemplazar de ahora en más a Emecé y Alianza como sellos emblemáticos de las ediciones de este autor. El responsable de este traspaso fue el poderoso agente norteamericano Andrew Wylie.

Hall 6.2 Centro de Agentes Literarios y Scouts

María Kodama en la Feria

El inicio del cuarto día da comienzo a una nueva etapa de la feria. Mientras el público local ingresa para de inmediato abarrotar el pabellón de habla alemana hasta hacer prácticamente imposible caminar, el resto de los pabellones pierden su intensidad.

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Contraste que se percibe de modo particularmente agudo en el caso del anglosajón. De hecho, se puede observar cómo a partir del cuarto día los empleados de los grandes grupos editoriales de lengua inglesa que hasta el día anterior colmaban las mesas de negociación de sus stands procurando cerrar buenos tratos comerciales, se encuentran atareados empacando libros. Un fenómeno similar se observa en el sector de agentes literarios. Sólo unos pocos de los muchos que habitaron ese espacio los primeros tres días continúan allí, acudiendo a las últimas citas pautadas. De esta manera, del tercer al cuarto día, la feria pasa de ser un evento internacional de profesionales de la edición, a convertirse en un gran acontecimiento cultural del libro para el público alemán. La presencia argentina La representación argentina en la Feria fue organizada y dirigida por una comisión especial de la Cancillería encabezada por la embajadora Magdalena Faillace y con presencia de las dos entidades gremiales de la edición, la Cámara Argentina del Libro y la Cámara Argentina de Publicaciones. Su acción contó con el decisivo apoyo político de las máximas autoridades nacionales, expresado no sólo en el volumen de recursos asignados, que permitió, por ejemplo, que participaran de la Feria 56 escritores argentinos,

sino también en la presencia misma de la

Presidenta de la Nación y de algunos de sus ministros y funcionarios en la apertura del evento. La especial participación argentina puede ser observada en dos planos. El primero de ellos es el de los modos en que se organizó y materializó la presentación de la cultura nacional en Alemania, y el segundo el de la experiencia Presencia argentina. Vista externa del Forum, pabellón que alojó a la exposición Argentina: “Cultura en Movimiento”.

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concreta de los profesionales de la edición argentinos que concurrieron al encuentro. Considerar los modos en que se presentó la cultura argentina para, entre otras cosas, intentar comprender la relevancia y los efectos culturales de ser el país invitado, supone contemplar una temporalidad y una espacialidad más amplias que las referidas previamente. En efecto, si bien es innegable que desde el punto de vista de los profesionales de la edición lo más importante sucede dentro del predio durante los cinco días oficiales del evento, en cierto sentido la feria desborda ese marco. Una de las manifestaciones de ello es, por caso, la decisión de las librerías de la ciudad de estar en sintonía con la Feria consagrando sus vidrieras a la literatura del país invitado. Así, desde varios días antes del comienzo oficial del evento resultaba un hecho habitual para los transeúntes toparse tanto con afiches dedicados a la Argentina pegados en toda la ciudad, como con vidrieras exponiendo la literatura argentina traducida al alemán.10 Vitrina dedicada a la Argentina en librería de Frankfurt

Promoción de la exposición argentina en afiches callejeros

Otra de las manifestaciones de la forma en que la participación argentina trascendió los límites de la Feria fue la serie de eventos y exhibiciones organizados, impulsados o respaldados por la comisión organizadora. A la par de las más de 50 actividades Otra dimensión extra-feria que merecería un análisis sociológico detallado, es la sociabilidad entre agentes del mundo del libro en coktails, agasajos, cenas y encuentros festivos que se realizan en los principales hoteles de la ciudad. Esas son las instancias de sedimentación de amistades, redes y alianzas, vínculos antropológicos no contemplados por la racionalidad del mercado que tienen decisivos efectos para cerrar negocios y definir estrategias profesionales. 10

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realizadas entre el pabellón argentino y el stand editorial, donde los escritores convocados y los editores abordaron distintos aspectos de la literatura y la tarea editorial en el país, se llevaron a cabo fuera del espacio y de los días de la Feria, en un plazo de cinco meses, al menos 36 muestras en museos y centros culturales de las ciudades de Frankfurt, Berlin y Wiesbaden. Estas exhibiciones cubrieron tanto expresiones específicamente vinculadas al libro, como por ejemplo la muestra “Vanguardia literaria argentina, 1920-1940”, como de fotografía, historia, arte plástico, vida judía en el país, diseño, etc. Asimismo, se organizaron numerosos paneles dedicados a la literatura, la política y la cultura argentina en diferentes centros urbanos. En marzo de 2010, por ejemplo, Argentina estuvo presente en la Feria del libro de Leipzig con 12 actividades. El elevado número de notas dedicadas a la presencia argentina en y alrededor de la Feria en los medios alemanes, alrededor de 5.500 en la prensa escrita, la radio y la televisión, constituye un buen indicador del impacto positivo de esta participación.11 En tal sentido, todos los medios de porte así como los especializados prestaron especial atención a la presencia argentina. A la par de las mesas redondas, muestras artísticas y exposiciones, la comisión organizadora creó y puso en marcha el Programa Sur, proyecto que tuvo por objeto contribuir a la difusión de la literatura argentina en el mundo mediante subsidios a la traducción de obras de autores nacionales publicadas en castellano a cualquier idioma requerido. Es muy probable que, por su novedad en la historia de las letras hispanoamericanas así como por sus efectos de largo plazo en el posicionamiento internacional de la literatura argentina, el Programa Sur sea la inversión más significativa del abanico de propuestas planeadas por la representación argentina. Su éxito puede apreciarse, por caso, en el volumen de solicitudes de subsidio presentadas que llevaron a sucesivas ampliaciones del plan original, que pasó de 20 libros iniciales a alcanzar los 300 títulos por un monto aproximado a los 800.000 dólares. De hecho, parte importante de las notas periodísticas sobre literatura argentina tomaron como tema central las nuevas traducciones que realizadas. “Tango, fútbol, carne - y mucha literatura: un viaje por el título argentino de la Feria

"The most literary Guest of Honour appearance for years", notas de prensa, sitio web de la Feria, 9 de octubre de 2010, http://de.book-fair.com/fbf/journalists/press_releases/fbf/. 11

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del Libro de Frankfurt” subtitula Der Tagesspiegel un artículo en el que recorre algunos de los títulos traducidos haciendo hincapié en algunos tópicos como la dictadura y la historia de los judíos en el país.12 El arco de obras traducidas comprende autores clásicos de la literatura argentina del siglo XIX y del XX y escritores contemporáneos jóvenes, así como también una gran amplitud de géneros siendo una mayoría la ficción. Tal es su importancia en el ámbito de las letras argentinas, que autores y editores coinciden en resaltar la importancia de que este Programa continúe más allá del año 2010 para convertirse en una política cultural de largo aliento. El otro gran aspecto que es preciso tener en cuenta al tratar la participación argentina es la experiencia concreta de los profesionales de la edición argentinos que concurrieron al encuentro. A diferencia de otros años en los que el número de editores que asistían apenas si pasaba la decena, este año la Feria contó con poco más de cien sellos editoriales locales. Esta notable ampliación constituye de por sí un hecho altamente auspicioso. Sin embargo, tal como lo expresan los editores con más años de experiencia en este evento, el secreto de un buen desempeño comercial no reside en la participación aislada sino en la continuidad de la presencia. En este sentido, todos coinciden en señalar que si bien las reuniones de negocios que se agendan de antemano o durante el propio encuentro son cruciales pues es en ellas donde se establecen los acuerdos, es un error pensar que el número de reuniones se traduce de forma necesaria en mayores ventas. En todo caso las posibilidades de realizar y sostener buenos negocios en un ámbito internacional como Frankfurt, esto es, tanto compras como ventas, es el resultado de un vínculo construido y cimentado en el tiempo con editores de otros países. Pero la experiencia de Frankfurt también se manifiesta en un hecho menos tangible que en la firma de un acuerdo de compra o de venta de derechos. Esto es, al aprendizaje de modos de pensamiento acerca de la profesión distintos así como de una mayor sensibilización ante tendencias y procesos internacionales en el mercado editorial. Uno de los editores entrevistados con más de un lustro de asistencia a la feria, lo decía de modo muy claro, en Frankfurt “se aprende a ser editor en las charlas 12

“Tiger springen durch die Träume”, Der Taggerspiegel, 7 de julio de 2010

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con editores de otros países porque se aprende los modos en que piensa los libros, se entiende qué pasa en los mercados de Europa, se identifican libros interesantes que luego ayuda a no distraerse o perderse en la maraña de títulos que conforman la Fin de feria: escritores, editores, representantes de Cofra y del Estado argentino en comunión

feria.”

Un hecho de política cultural La exposición de la Argentina en la feria del libro de Frankfurt representó el hecho internacional más conspicuo entre las celebraciones del bicentenario y una ocasión extraordinaria de colectivización de intereses editoriales y literarios. Desde 1960, cuando los primeros editores argentinos se animaron a ir a Frankfurt a ver qué era aquello que estructuraba el mercado internacional, se sucedieron oleadas de acciones individuales y de la Cámara Argentina del Libro para crear condiciones para que un día nuestro país centre el foco de interés de la edición y de la circulación literaria internacionales. El desafío de estar allí abrió conflictos y contradicciones

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entre agentes de los distintos polos que configuran los escenarios editorial y literario argentinos: comercial y cultural; grandes grupos y editores independientes; CAL y CAP; autores de gran reconocimiento internacional y nuevas promesas literarias nacionales; organismos estatales de cultura y entidades de representación de la actividad privada. Unos asentaron perfiles de internacionalización que venían gestando con gran esfuerzo a través de viajes anuales a Frankfurt. Otros sufrieron rituales de iniciación que demarcarán un antes y un después. En Frankfurt todos “aprenden” y se empapan de doctrinas, reglas y astucias para editar y producir literatura a la altura de los ciudadanos de las repúblicas mundiales de las letras y de la edición. La comunidad de argentinos que fueron atraídos por la ocasión fue significativa desde un punto de vista estadístico pero fundamentalmente cualitativo. Los que dominan las fuerzas del mercado editorial y del campo literario jugarán de distinto modo después de pasar por Frankfurt. Una de las novedades mayores de este efecto de sistema, es la aparición del Estado nacional como agente promotor, regulador, dinamizador. A diferencia de los casos mexicano, brasileño y español, la edición argentina ha demarcado históricamente una parcela considerable del espacio iberoamericano del libro sin apoyo en políticas públicas de cultura. Es por ello que el Programa Sur es visto por los agentes argentinos y extranjeros como la síntesis de una fuerza de promoción de la cultura argentina antes inexistente. Este nuevo parámetro, sin embargo, dependerá de las posibilidades de que la colectividad (editorial y literaria; privada y pública) generada por el evento frankfurtiano no estalle por la fuerza de las divisiones agonísticas que tantas veces desfiguró nuestra cultura nacional. Si la política entró en escena para concretar un hecho costurado por la acción institucionalizante de agentes del sector privado como Isay Klasse o Ana María Cabanellas, las políticas de cultura parecen la alternativa indispensable para asegurar el salto cualitativo que pudo haber llegado a dar la Argentina en el escenario internacional de la cultura.

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