Un exclusivo cementerio femenino

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Sábado 6 de diciembre de 2014 l Heraldo de Aragón

CULTURA &OCIO

/-$(*)$* l El estudio sobre los restos óseos y brazaletes de bronce de la necrópolis de El Cabo, en Andorra (Teruel), revela que allí se podría haber enterrado solo a mujeres jóvenes en el siglo VII antes de Cristo. En caso de confirmación, sería un descubrimiento único en España

Un exclusivo cementerio femenino E

l estudio del pasado continúa arrojando información sorprendente sobre las antiguas civilizaciones que poblaron Aragón. Un equipo de especialistas ha investigado, durante más de tres años, los materiales hallados en la necrópolis de El Cabo, en Andorra (Teruel), y la teoría que ha aventurado es interesante: los cuerpos allí enterrados a finales del siglo VII antes de Cristo podrían corresponder exclusivamente a mujeres jóvenes (de entre 20 y 30 años) y de alto nivel social, como se deduce por los ajuares metálicos que han aparecido junto a los restos óseos. Una idea que, de confirmarse, significaría un descubrimiento único en la Península Ibérica. El arqueólogo José Antonio Benavente, gerente del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, pone de manifiesto que «nos encontramos ante un caso muy poco corriente de necrópolis de género, que hasta ahora no se había podido documentar ante la ausencia de estudios antropológicos asociados a estudios de ajuares. Los resultados plantean cuestiones de aspecto cultural o ritual de difícil explicación por el momento». La conocida como necrópolis de El Cabo –aunque su datación sería anterior a este poblado ibérico– está compuesta por tan solo seis tumbas planas empedradas de planta circular, que aporta una información tan novedosa que justifica que se le haya dedicado una completa monografía. La publicación, que se editará próximamente en la revista ‘Al-Qannis’ del Taller de Arqueología de Alcañiz, ha sido coordinada por los ar-

Vista aérea de la necrópolis de El Cabo junto a la explotación minera a cielo abierto de Corta Barrabasa, ahora en fase de restauración. C. PIAZUELO

queólogos José Antonio Benavente, Salvador Melguizo y Raimon Graells, en colaboración con Alejandra Balboa, Fernando Galve y José Ignacio Lorenzo. En opinión de Melguizo, «ha servido para conocer cómo eran los enterramientos en la primera Edad del Hierro», una época en la que la costumbre funeraria era incinerar a los fallecidos y enterrar las cenizas en urnas cerámicas dentro de los túmulos. Una sorpresa «Cuando empezamos a estudiar los materiales nos dimos cuenta de

la relevancia de esta necrópolis» y, tras la investigación de ajuares, característicos de sepulturas de mujeres, y de los frágiles huesos «vimos que resultaba singular que todas fueran femeninas». Raimon Graells afirma que podía significar que «las mujeres allí enterradas pertenecieran a un grupo marginado o, al contrario, que tuvieran gran prestigio dentro de la sociedad», lo que quedaría demostrado por sus valiosas piezas de joyería. «El hecho de que fuera una necrópolis femenina –menciona el arqueólogo José Ignacio Lorenzo– sería un caso excepcional». En es-

te sentido, tal y como añade Graells, «hay que ser prudentes, pero sería un caso único en la península». Para confirmar al 100% esta hipótesis, sería necesario «hacer nuevos estudios de necrópolis cercanas de grandes yacimientos que tienen un potencial muy importante para la historia de la región. Nuevas preguntas necesitan nuevas interpretaciones». Benavente apunta que «a pesar de las dificultades actuales, este estudio abre nuevas vías de trabajo y amplía el conocimiento sobre la Edad del Hierro». E. PÉREZ BERIAIN

Joyas de mujer y fragmentos óseos minúsculos La cremación alcanzó una temperatura superior a 700 grados, lo que demostraría «una organización social importante» ZARAGOZA. «La técnica de la cremación fue exhaustiva: se realizó a más de 700 grados». Algo inusual en ese periodo, «de manera que ningún fragmento de los huesos supera los ocho centímetros, y la mayor parte es inferior a un centímetro». Los restos óseos pertenecerían a jóvenes porque «estaban todavía en periodo de formación y no había signos de artrosis». El antropólogo José Ignacio Lorenzo, que ha estudiado al detalle los mate-

riales localizados en la necrópolis de El Cabo de Andorra, pone de manifiesto que este sistema «requiere una organización social importante» porque «hace falta avivar el fuego durante muchas horas con madera de alto poder energético». Esta misma idea apunta el historiador Raimon Graells, desde el Museo Central Romano Germánico, de Maguncia, en Alemania, quien reconoce que aquella sociedad «se preocupó por la cremación desde el principio hasta el final, recogiendo los restos con cuidado». «Se aprecia –indica– una inquietud por que los cuerpos tuvieran una sepultura especial. Es un ritual practicado con mucho interés para que este proceso estuviera bien hecho».

Algunos brazaletes. MUSEO DE TERUEL

Restos óseos incinerados. I. LORENZO

Para Graells, en aquella pequeña área geográfica ubicada en Andorra se hallaron «ornamentos personales de joyería y vestuario, como brazaletes, collares rígidos, fíbulas (imperdibles para ropa) y algún tipo de cadenilla o colgante que completarían los elementos que hemos documentado. Hay un fragmento de un objeto que no hemos sabido interpretar, que sería más complejo, y podría formar parte de un cetro, por ejemplo». Junto a los enterramientos se encontraron ajuares metálicos femeninos pertenecientes a mujeres «de un alto estatus», añade Lorenzo. Todos los objetos metálicos localizados en la necrópolis de El Cabo están depositados en el Museo de Teruel. E. P. B.

HISTORIA

ANTERIOR AL POBLADO DE EL CABO La necrópolis estudiada está próxima al poblado ibérico de El Cabo, de Andorra, que fue excavado y, antes de su destrucción definitiva, trasladado al parque de San Macario, donde se reconstruyó en un parque arqueológico. La excavación de la necrópolis de El Cabo se realizó en dos campañas en los años 2005 y 2006, que fueron dirigidas por los arqueólogos José Antonio Benavente y Fernando Galve, con financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón. Dichos trabajos incluyeron la consolidación de las estructuras y puesta en valor del yacimiento, que forma parte de la Ruta Iberos en el Bajo Aragón. La investigación de los ajuares metálicos confirmó que este enterramiento es 200 años anterior que el poblado de El Cabo (del siglo V a. C.). Podría pertenecer a otro asentamiento junto a la Val de Ariño. HA

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