Trescientos años de la fundación de la Real Academia Española: de sus orígenes al siglo XXI

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Salvador Gutiérrez Ordóñez, Victoriano Gaviño Rodríguez Real Academia Española, Universidad de Cádiz

Trescientos años de la fundación de la Real Academia Española: de sus orígenes al siglo XXI RESUMEN En este capítulo se pretende hacer un recorrido histórico y crítico acerca de dos de las empresas que, desde la misma fundación de la Real Academia Española (RAE) en 1713, se propusieron sus miembros como prioridades de trabajo: la regularización de la ortografía y la codificación de la gramática de la lengua española (o castellana, según los tiempos). Junto con la redacción de un diccionario, estas dos serían las obras que en lo sucesivo servirían de guía para el recte loquendi recteque scribendi de los hispanohablantes.

ABSTRACT This chapter aims to give a historical and critical review about two of the companies whose members, since the founding of the Real Academia Española (RAE) in 1713, proposed as their work priorities: the regularization of orthography and the encoding of grammar of the Spanish language (or “Castilian”, according to the times). Along with writing a dictionary, these two would be the works that would henceforth serve as a guide for recte loquendi recteque scribendi of Spanish speakers.

1.

Las ortografías de la Real Academia Española

1.1 1.1.1

Escritura y ortografía La escritura

Existen dos hitos que han influido de forma poderosa en la especie humana: la aparición del lenguaje articulado y la invención de la escritura. El primero es la culminación de un largo proceso evolutivo de millones de años y constituye uno de los factores que explican la superioridad del hombre sobre el resto de las especies. El segundo es un hallazgo mucho más reciente en el tiempo y sin repercusiones biológicas, pero de gran transcendencia en la cultura. El lenguaje escrito ha permitido fijar las tradiciones, las leyes y leyendas, el pensamiento, la literatura, la religión, los acontecimientos, los contratos… Las manifestaciones orales se desvanecen y la memoria –tan limitada y subjetiva– no asegura ni su permanencia ni su objetividad. La lengua escrita ha permitido entregar intacto el cofre sagrado de la cultura a las generaciones que nos __________________________________________________________________________________________ María Luisa Calero et al. (eds.): Métodos y resultados actuales en Historiografía de la Lingüística, 325–348 © Copyright 2014 by Nodus Publikationen, Münster. ISBN 978–3–89323–020–4

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siguen. Su aparición sea considerada como el mojón que marca el inicio de la historia. En el inicio de sus Reglas de ortografía de la lengua castellana, recordaba E. A. de Nebrija la importancia de este descubrimiento:

1.1.2

Entre todas las cosas que por experiencia los ombres hallaron o por reuelación diuina les fueron demonstradas para polir y adornar la vida humana, ninguna otra fue tan necessaria, ni que maiores prouechos nos acarreasse, que la inuención de las letras (Nebrija 1517: 67).

La ortografía

El desarrollo de la cultura escrita generó en la Antigüedad dos orientaciones que adquirieron relevancia social y educativa: la caligrafía y la ortografía. La primera cuida la estética. La ortografía, aunque envuelta en un inevitable velo normativo, vela por la unidad en las representaciones, por la coherencia, adecuación, por la economía, por la estabilidad y permanencia de los sistemas gráficos… En conexión con la filología, las reflexiones ortográficas adquirieron solidez y nombre en la Grecia helenística y en la Roma imperial. Quintiliano le otorga carácter de ciencia: “Lo que los griegos llaman ortografía, nosotros lo denominaremos ciencia de la escritura correcta”.1

1.1.3

Principios de la norma ortográfica

Los criterios que fundamentan la norma lingüística han sido objeto de debate asimismo en Grecia y Roma. Cicerón defendía el modelo de los escritores consagrados (auctoritates), mientras que Horacio, más cercano a la realidad, defendía el poder omnímodo del uso, a quien declara árbitro, juez y norma del habla.2 Quintiliano amplía a cuatro los criterios3 en que se fundamenta la norma: ratio (hechos de carácter lingüístico como la analogía y la etimología), uetustas (tiempo), auctoritas (uso registrado en autores conocidos) y consuetudo (uso común o generalizado entre los hablantes).4 En la discusión sobre los criterios que fundamentan la norma ortográfica, estos principios se simplifican en dos: la etimología y el uso. Dada la función esencial del lenguaje escrito (representar por medio de caracteres la expresión oral),5 en la ortografía interviene de forma importantísima el criterio de la pronunciación.

1.1.4

Desajustes y actuaciones ortográficas

Las lenguas son instituciones sociales que poseen una genética evolutiva. Cambian en el tiempo y en el espacio, hecho que provoca una ruptura de la relación entre la expresión oral y la expresión escrita (en palabras de Nebrija, “la más fácil de corromper”). Esta es la primera causa de que se produzcan desajustes que van en contra de ideal 1 2 3 4 5

“[…] quod Graeci orthographiam uocant, nos recte scribendi scientiam nominemos” (Quintiliano, Institutio oratoria, Liber I, VII). “Multa renascentur, quae iam cecidere, cadentque / quae nunc sunt in honore vocabula, si volet usus, / quem penes arbitrium est et ius et norma loquendi” (Horacio, Arte poética, versos 70-73, p. 90). “Sermo constat ratione vetustate auctoritate consuetudine. Rationem praestat praecipue analogia, nonnumquam etymologia. Vetera maiestas quaedam et, ut sic dixerim, religio commendat” (Quintiliano, Institutio oratoria, 1.6.1). En el uso ortográfico confluyen los criterios de antiquitas, consuetudo y auctoritas (en la práctica, el uso ortográfico es el que se registra en los autores consagrados). “De manera que no es otra cosa la letra, sino figura por la qual se representa la boz” (Nebrija 1492: 111).

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ortográfico de correspondencia biunívoca entre fonemas y letras.6 Dado que la escritura es una convención, las modificaciones y ajustes entre en lenguaje escrito y el lenguaje hablado se realiza a través de instituciones que poseen el poder o la autoridad para proponerlos y tutelarlos. La primera reforma y gran unificación de la escritura castellana corresponde a la época de Alfonso X. Durante los Siglos de Oro la ortografía se ve influenciada por las reflexiones tipográficas surgidas tras la aparición de la imprenta. Por otra parte, la aparición de estudios sobre las lenguas vernáculas o vulgares desembocó en la publicación de gran número obras y tratados que se centran sobre la ortografía: sobre la naturaleza y valores de las letras, así como los principios que deben guiar la escritura y las posibles actuaciones para fijar la norma. Destacan los nombres de A. de Nebrija, A. Vanegas, B. de Busto, F. de Robles, J. de Valdés, los anónimos de Lovaina (1555 y 1559), C. de Villalón, M. Alemán, S. de Covarrubias, B. Jiménez Patón, G. Correas y otros muchos. Nebrija defendió paladinamente la primacía del criterio de pronunciación: “que assi tenemos de escrivir como pronunciamos, i pronunciar como escrivimos; por que en otra manera en vano fueron halladas las letras” (Nebrija 1492: 116). En esto se mostraba también fiel seguidor de Quintiliano, quien situaba este criterio a la altura del uso.7 A lo largo de los Siglos de Oro fueron muchos los autores que propugnaron laconveniencia de este principio. Mateo Alemán fundamenta asimismo en el uso la reforma ortográfica que preconiza en su Ortografía castellana de 1609.8 Y Gonzalo Correas lo defendió paladinamente: “eskrivamos komo se pronunzia, i pronunziemos como se eskriva”.9 Las propuestas reformistas basadas en la pronunciación provocaron reacciones a favor de los principios etimológico y del uso, o incluso de los tres (pronunciación, etimología y uso).

1.2 1.2.1

La Real Academia Española (1713-1844) Fundación

El 3 de agosto de 1713 se levanta el acta fundacional de la Real Academia Española. Un año más tarde, en octubre de 1714, es reconocida en Real Cédula firmada por el monarca Felipe V. Se crea a imitación de la Accademia della Crusca (Florencia, 1582) y de la Académie Française, fundada por el cardenal Richelieu en 1635 durante el reinado de Luis XIII. Al igual que sus predecesoras, la Real Academia Española persigue mantener el estado de pureza y esplendor alcanzado por la lengua en los siglos dorados y evitar el deterioro creciente que acompaña a todo período de decadencia. 6 7 8 9

“Escriuimos vna cosa y pronunciamos otra, contra el uso de aquello para que fueron halladas” (Nebrija 1517: 115-116). “Ego, nisi quod consuetudo obtinuerit, sic scribendum Quisque iudico, quomodo sonat” (Quintiliano, Institutio oratoria) (cit. por Esteve Serrano 1982: 20). “I pues la ortografía es un arte de bien escribir i es copia del bien hablar, en razón está puesto que se debe sacar todo traslado con toda fidelidad; que aquel retrato será mejor, que se pareciere más a su dueño” (cit. por Esteve Serrano 1982: 44). Cit. por Esteve Serrano (1982: 47).

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Inspirados por el lema “Limpia, fija y da esplendor” los primeros académicos abordan la tarea de condensar los principios y elementos esenciales de la lengua en tres códigos que habrán de convertirse en espejo del recte loquendi recteque scribendi: el diccionario, la ortografía y la gramática.

1.2.2

La ortografía en el Diccionario de Autoridades

Dado que las entradas lexicográficas siguen el orden del alfabeto, la elaboración del diccionario conduce necesariamente a los académicos a la adopción de acuerdos ortográficos.10 En la redacción de la segunda planta se asume como base el criterio etimológico: se observará “exactamente la ortografía de las voces, de suerte que no se oscurezca su primitivo origen, desterrando los abusos que en contrario se hallaren”.11 Sin embargo, la aplicación exacta de este criterio chocaba en muchos casos contra el uso inveterado:12 ¿cómo escribir ya en esos momentos hayer, chrysol, veer…? La idea de componer un tratado de ortografía como base del diccionario concluye con la aprobación en febrero de 1726, tras varios borradores, del Discurso proemial de la orthografía de la lengua castellana. Contra el criterio de la adecuación fónica entre escritura y fonética, aduce que no existe uniformidad en la pronunciación.13 Se inclina por dar preferencia al criterio etimológico, atemperado por las correcciones que a la largo del tiempo ha venido estableciendo el uso.14 A pesar de que las actuaciones renovadoras fueron escasas,15 el Diccionario de Autoridades constituyó “un momento importante en la historia de la ortografía española. Por lo pronto, logró una audiencia mucho mayor que la de los reformadores anteriores, creando así el supuesto necesario para fijar nuestra, hasta entonces, caótica escritura. El Diccionario fue el punto de partida de un proceso largo que, en ciertos aspectos, aún continúa abierto hoy” (Lázaro Carreter 1972: 51).

10 11 12 13

14

15

“En la primera guía del Diccionario, obra de Barcia, sólo se indicaba que lo que trabajan en esta obra debían dar “razón de la ortografía, y si se ofreciera alguna dificultad sobre ella desvanecerla” (Esteve Serrano 1982: 59). Cit. en Lázaro Carreter (1972: 46). “La puesta en práctica de este criterio planteó una serie de problemas de difícil solución, puesto que entraron en conflicto nuevas formas de escritura con las ya existentes, que habían recibido en muchos casos el espaldarazo valiosísimo del uso más autorizado” (Esteve Serrano 1982: 59). “Lo primero, porque no hai uniformidád en la pronunciación, respecto de la diversidad que se experimenta en el modo de hjablar y proferir muchas vocen entre los naturales de algunas Províncias, donde es común la léngua […]” (“Discurso proemial de la orthografía de la lengua castellana”, en Diccionario de autoridades, I, p. LXVII). “[…] el medio seguro y cierto para fijarla en el modo possible, es recurrir à los orígenes de las palabras, y examinar sus etymologías, atendiendo à las modificaciones con que el tiempo ha ido suavizando y templando el rigór que en lo antíguo se practicaba, y observando el estílo con que el uso ha ido sentando y estableciendo el modo de reducir al papél no pocos términos y palabras, diferentemente de lo que antes se hacía” (“Discurso proemial”, p. LXX). Se elimina la ç y se fijan los usos de las letras u y v (como vocal y consonante, respectivamente), así como el uso de i y y.

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1.2.3

Orthographia española (1741)

Recién terminada la publicación del Diccionario de Autoridades, la Academia decide preparar un tratado ortográfico.16 Aparece dos años más tarde. Con ella se inicia el denominado período reformista, que se prolonga hasta 1815.17 Tras la experiencia práctica que supuso la composición del Diccionario, y tal vez por la influencia de publicaciones que aparecieron entre 1726 y 1741,18 la Academia modifica el orden de los criterios que han de intervenir en la fijación de la norma ortográfica. Prevalece el principio fonológico,19 pero, cuando la situación lo requiere, se aplican también el criterio etimológico y el de uso:20 “Tres principios, ó tres raices pueden servir á la construcción, y disposición de las reglas de Orthographía: estos son la pronunciación, el origen, y el uso” (RAE 1741: 94). A pesar de esta modificación en la jerarquía de criterios, los cambios introducidos son mínimos. Se prima la escritura de j sobre x para el fonema fricativo velar sordo /x/ y se simplifica en algunos casos el grupo intervocálico ss.

1.2.4

Ortografía de la lengua castellana (1754)

La segunda edición del tratado ortográfico académico introduce modificaciones en la jerarquía de los principios. Sigue diferente orden en importancia (pronunciación, uso constante y etimología)21 y señala de forma expresa sus diferencias con el orden de criterios seguidos por el Diccionario y la Orthographia española (1741). Desde el punto de vista práctico, se reducen los dígrafos th y ph (lo que se refleja ya en el mismo título de la obra). Las ediciones posteriores siguen prácticamente inalteradas las normas sobre las letras de esta entrega. La Ortografía de 1763 suprime casi definitivamente la -ss- en posición intervocálica.

1.2.5

Ortografía de la lengua castellana (1815)

Con anterioridad a esta obra, el Diccionario de 1803 había introducido algunas decisiones ortográficas de gran calado:22 a) Se incluyen como letras del alfabeto los dígrafos ch y ll, error que continuó hasta la edición de 2010. b) Se elimina la h en el grupo ch cuando representa al fonema velar /k/ (Christo, choro). c) Se elimina del alfabeto la letra /k/. 16 17 18 19 20 21 22

La decisión fue tomada el 9 de septiembre de 1939. Durante este período se publican las ediciones de 1741, 1754, 1763, 1770, 1775, 1779, 1792, 1795, 1800, 1815, 1820 y 1826, si bien las que introducen modificaciones se reducen a tres: 1741, 1754 y 1815. Tal como las obras de Antonio Bordazar (1728) (apoyada por el Padre Feijoo), Carlos Ros, López de Velasco, José del Rey (cf. Esteve Serrano 1982: 63-68). “Las voces escritas, que se componen de letras, no son otra cosa sino signos que indican la pronunciación, pues, por lo escrito, sabemos como hemos de pronunciar” (RAE 1741: 95). “[…] en defecto de la pronunciación actúa como principio la etimología, siempre y cuando el uso constante no haya seleccionado una grafía distinta a la originaria”. “Tres Principios ó Fundamentos pueden servir á la formación de las Reglas de Ortografía. Estos son Pronunciación, Uso constante y Orígen” (RAE 1754: 2). Cf. García Santos (2006: 471).

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d) Se suprime el acento circunflejo (chîmera).

En la edición de la Ortografía de la lengua castellana (1815), aparte de aceptar las avanzadas por el Diccionario (1803), se incorporan las siguientes modificaciones:

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a)

b) c) d)

Reparto de la escritura del fonema /k/: ca, co, cu, que, qui. Muchas palabras de origen latino cambian la escritura: cuatro, cuaresma, frecuencia, grandilocuente, inicuo, etc. Reparto de la escritura del fonema /g/: g(a,o,u), g(üe,üi), gu(e,i). Se elimina el uso velar de la letra “x” (dixo  dijo). Se sustituye la vocal “y” por “i” en los diptongos (ayre  aire), excepto en posición final (rey, hoy, muy).

La Ortografía de 1815 se reeditaría prácticamente sin modificaciones en los años 1820, 1826, 1836 y 1840.

1.3 1.3.1

Las ortografías de la Real Academia Española desde 1844 hasta 1959 Voluntad reformista

En la edición de 1815, la Academia manifiesta abiertamente la necesidad de abordar nuevas reformas con el fin de adecuar la ortografía a la pronunciación. Pero la deja abierta: “pensando las ventajas é inconvenientes de una reforma de tanta trascendencia ha preferido dejar que el uso de los doctos abra camino para autorizarla con acierto y mayor oportunidad” (RAE 1815: XVII-XVIII). Sin embargo, no abordará esta aventura.

1.3.2

La reforma chilena

Sería precisamente uno de esos “doctos” a los que aludía de forma inespecífica quien, desde fuera de la Academia, sentaría las bases de una propuesta de reforma que derivó en cisma que duraría unos ochenta años. En 1823 Andrés Bello y Juan García del Río publican en la Biblioteca Americana Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la ortografía en América. En esencia, abordaban las cuestiones que se hallaban presentes en la conciencia de todos los ortógrafos que se guiaban por el principio fonológico: a) b) c) e) f)

Representar el fonema /x/ solo con la jota (jeneral, jirón) Representar el fonema interdental /z/ con zeta (zero, zieno, zapato) Eliminar las letras mudas: la h y la u tras g o q (gerra, qeso) Representar la vibrante múltiple siempre con rr (rrazón) Representar el fonema /k/ con la letra q (qasa, qopa).

En 1843 Domingo Faustino Sarmiento, presentó en la Facultad de Humanidades y Filosofía de Santiago de Chile su Memoria sobre la ortografía americana. Se propone una reforma semejante a la de Bello, pero adaptada a la pronunciación del continente, como escribir se, si en lugar de ce, ci. Tras varias propuestas y discusiones, se llegó a una reforma menos ambiciosa que se puede resumir en la frase: Soi un jeneral estranjero. La reforma se extendió parcialmente a otros países y tuvo efectos hasta el 12 de octubre de 1927. ___________________________________________________________________________ – 330 –

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1.3.3

La propuesta de la Academia Literaria

Una asociación madrileña de maestros (Academia Literaria i Científica de Profesores de Instrucción Primaria) toma en 1843 la iniciativa de proponer un sistema ortográfico basado exclusivamente en la pronunciación. La propuesta crea gran revuelo en la villa y corte que desencadena una reacción de la Corona. Isabel II, por Real Orden, impone como ortografía oficial las normas dictadas por la Real Academia Española.23

1.3.4

Prontuario de ortografía

En cumplimiento de esta disposición legal, el mismo año de 1844 la Academia publica el conocido Prontuario de ortografía.24 La redacción corrió a cargo de Martínez de la Rosa. Con este título, conoció sucesivas ediciones (1844, 1845, 1850, 1853, 1854, 1857, 1858, 1859, 1861, 1863 y 1866). Bajo la denominación Prontuario de ortografía castellana en preguntas y respuestas se editará en 26 ocasiones25 y como Prontuario de ortografía española en preguntas y respuestas en tres ediciones.26 Además de los Prontuarios, la Academia vierte su doctrina sobre la escritura correcta en capítulos destinados a la ortografía en las sucesivas ediciones de las Gramática. Algunas de ellas, como las ediciones de 1870 y 1880, tendrán importancia en la acentuación gráfica.

1.4 1.4.1

El sistema de acentuación

La acentuación gráfica se articula en un sistema de reglas constitutivas destinadas a informar al lector de la ubicación de las sílabas tónicas dentro de la secuencia. Frente al sistema de las letras, las normas que lo regulan no están marcadas por la etimología, ni siquiera por el de otras lenguas, ya que no existía en latín y cada lengua romance lo crea con bastante autonomía. Desde los primeros intentos de sistematización del uso de las tildes, las modificaciones afectaron a distintos ámbitos: a) b) c) d)

La naturaleza del acento prosódico de la lengua española. La determinación de las posiciones. Los tipos de acentuación gráfica (se llegaron a aplicar tres: agudo, grave y circunflejo). La fijación del uso de la tilde en las palabras tónicas.

En las primeras ediciones de la Ortografía, las que aportaron mayores novedades y cambios fueron las de 1741, 1754 y, especialmente, la de 1763, cuya doctrina se mantuvo invariable hasta 1870. En la novena edición de la Gramática (1870), se pro23 24 25 26

Esta oficialidad queda suspendida desde la caída de Isabel II en 1868 hasta la restauración de la norma legal realizada por Alfonso XII en 1875. Su título completo: Prontuario de ortografía de la lengua castellana / dispuesto de Real Orden para el uso de las escuelas públicas por la Real Academia Española con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su diccionario (1844, 1845, 1850, 1853, 1854, 1857, 1858, 1859, 1861, 1863 y 1866). Los años 1870, 1872, 1874, 1876, 1878, 1880, 1881, 1883, 1885, 1886, 1887, 1889, 1891, 1894, 1896, 1900, 1901, 1903, 1905, 1907, 1911, 1913, 1915, 1918, 1920 y 1923. Los años 1926, 1928 y 1931. El cambio del título trata de ajustarse al cambio sufrido por el Diccionario de la Academia, que en 1925 pasa a denominarse Diccionario de la lengua española en lugar de Diccionario de la lengua castellana.

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pone ampliar de forma desmesurada el número de binomios diferenciables mediante la tilde diacrítica. La Gramática de 1880 reduce el número de dichas oposiciones y fija las normas de acentuación que, con ligeras variaciones, se han de mantener hasta las Nuevas normas de 1952 y 1959, que sufrirán algunos cambios en la Ortografía de 1999 y, especialmente, la del 2010. Una vez fijadas las normas de la tilde para cada posición en la palabra, los aspectos que mayores debates y mayor número de reflexiones han provocado son: a) b) c) d) e)

1.4.2

Los diptongos y los hiatos La tilde diacrítica La acentuación en las expresiones compuestas Las voces extranjeras, entre ellas las latinas Las palabras con doble acentuación.

Hiatos, diptongos y triptongos

No presenta problemas de segmentación silábica la unión de una vocal cerrada y una abierta cuando la intensidad recae sobre la vocal cerrada: día, púa, mío, castúo, ríe, continúe... Sin embargo, han provocado discusiones las secuencias de dos vocales cerradas (ui, iu) y algunas de las formadas por vocales cerradas átonas y vocales abiertas, cualquiera sea el orden. La causa fundamental radica en este hecho: la articulación fonética de las secuencias vocálicas presenta inestabilidad en el habla y, además, se halla sometida a todo tipo de variaciones, especialmente las geográficas. El problema encontró solución en el concepto de diptongo ortográfico, propuesto por la Ortografía de 1999 y aplicado como norma en la Ortografía de 2010. Puede ser formulado así: A efectos ortográficos y cualquiera sea la realización fonética que se produzca en el habla, forman diptongo (o triptongo): a) b)

Toda secuencia de vocal cerrada átona y vocal abierta (átona o tónica). Toda secuencia de vocales cerradas que no sean idénticas (iu, ui).

La importancia de esta decisión es que se fundamenta, no en la fonética, sino en el principio de distintividad fonológica. No provocan modificación del significado las distintas formas de silabación: je.su.i.ta ~ je.sui.ta, te.nu.e ~ te.nue, fa.tu.o ~ fa.tuo, gui.on ~ guion, fi.e ~ fie, fi.ais ~ fiais…

1.4.3

Tilde diacrítica

La decisión de no tildar las palabras monosílabas se remonta a los primeros tratados ortográficos sobre el español. G. Correas propone algunos usos de acentuación gráfica, función para distinguir monosílabos homónimos: Con respecto a la no acentuación de los monosílabos propone algunas excepciones, motivadas por la necesidad de diferenciar en lo escrito voces homófonas muy usuales, tales como él, pronombre, frente a el artículo; sé, presente del verbo saber, frente a se, pronombre; dé, forma verbal, opuesta a de, preposición, etc. (Esteve Serrano 1982: 428).

Las primeras incorporaciones de la tilde diacrítica en la Ortografia académica se remonta a la de 1754, donde distingue tres binomios de monosílabos que oponen palabra tónica y palabra átona: dé/de, sé/se, sí/si. La lista de parejas de monosílabos se fue ___________________________________________________________________________ – 332 –

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ampliando hasta que en el primer Prontuario (1844) se propone diferenciar con tilde los interrogativos y exclamativos (algunos de ellos bisílabos: dónde, cuándo, cómo), frente a sus correspondientes relativos (que, quien, donde, cuando, como). La Gramática de 1870 propone diferenciar una nueva serie, que considera semejante a las de los interrogativos y relativos: la de los pronombres demostrativos (tónicos) frente a los adjetivos demostrativos (considerados átonos). La Gramática de 1870 incluye, acudiendo a la expresión “por costumbre” y sin manifestarse sobre su normatividad, otro binomio: el que opone el adverbio solo y su homófono adjetivo. Estas inclusiones rompen con un principio de la tilde diacrítica: la voluntad de diferenciar palabras tónicas de palabras átonas.

1.4.4

Nuevas normas de prosodia y ortografía (1952)

En 1951 la RAE encarga a Julio Casares una propuesta de reforma ortográfica acorde con los tiempos. El secretario cumple con el encargo27 y propone un informe en el que se preocupa especialmente de “examinar los casos más frecuentes de acentuación vacilante o contradictoria y a proponer posibles soluciones” (Casares 1952: 371). El estudio se aprueba y se publica en 1952 con el título Nuevas normas de prosodia y ortografía.28 Estas Nuevas normas se publican con carácter obligatorio en 1959.29 Constan de 25 normas en las que se resuelven numerosos casos problemáticos. Se elimina la tilde de los monosílabos vio, dio, fue, fui, así como la de las palabras llanas acabadas en oo, como Feijoo, Campoo. Se suprime la acentuación de las palabras extranjeras. Con respecto a la tilde diacrítica de los demostrativos y del adverbio solo la Academia adopta la vía salomónica de la opcionalidad.30

1.5

Ortografía de la lengua española (1999)

Es la primera obra académica publicada bajo inspiración panhispánica. Aunque declara que la Academia “no abdica del espíritu progresivamente reformista que alentó en ella desde sus comienzos” (RAE 1999, “Prólogo”: XVIII), prefiere centrarse en el consenso, en la unidad y en el acatamiento al grado de adecuación ya conseguido entre sonidos y letras. No obstante, introduce algunas novedades que se convertirán en semilla de renovación futura:

27 28 29 30

El informe se denomina Problemas de Prosodia y Ortografía en el Diccionario y en la Gramática, publicado en el BRAE, tomo XXXI, págs. 371-452 y tomo XXXII, págs. 7-26. Se presentan como normas de aplicación potestativa a partir del 1 de septiembre de 1952 hasta que la Academia decidiera imponer su obligatoriedad (cf. Esteve Serrano 1982: 452). En la portada aparece como subtítulo: “Declaradas de aplicación preceptiva desde el 1.º de enero de 1959”. Con ello no se respeta la propuesta de Casares, consistente en suprimir la tilde en los demostrativos (“En vista de lo expuesto, nuestra opinión se inclina a resolver las dificultades advertidas suprimiendo el problema, es decir, prescindiendo del uso de la tilde en los demostrativos” (Casares 1952: §52, p. 80). Razonaba la propuesta: “conviene poner de relieve que al régimen actual le falta el fundamento prosódico en que pretende apoyarse, porque no está probado que los demostrativos en función adjetiva sean palabras débiles. La observación más bien demuestra lo contrario” (Casares 1952: §52, p. 81). En el caso del adverbio solo, su propuesta es diferente: “Es cierto que el solo, nombre o adjetivo, y sólo adverbio, son voces igualmente fuertes. Lo que sucede aquí es que las ocasiones de anfibología son tan notorias y frecuentes que aconsejamos aconsejable trocar lo consuetudinario en preceptivo” (ibid.).

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a) Declara que ch y ll son dígrafos, aunque desde la cuarta edición del Diccionario (1803) vengan siendo considerados letras “por el hecho de que cada uno representa un solo fonema” (RAE 1999: 2). b) Formula un nuevo concepto de diptongo y de hiato, basado en criterio ortográfico, no fonético.31 Esta decisión tiene consecuencias directas en los llamados monosílabos ortográficos (fie, hui, riais, guion, truhan, Sion…), que hasta el presente, por ser considerados bisílabos, llevaban obligatoriamente tilde. La Ortografía (1999) permite la doble opción fie ~ fié, hui ~ huí, fiais ~ fiáis, guion ~ guión…, opción que parece una moratoria en la aplicación del nuevo concepto.

1.6

Ortografía de la lengua española (2010)

La Asociación de Academias de la Lengua Española se propuso muy pronto como objetivo la preparación de una próxima edición más amplia, más minuciosa, más razonada. Se encarga el proyecto de redacción de la nueva Ortografía al Departamento de “Español al Día” de la RAE, responsable del Servicio de Consultas y redactor en su día del Diccionario panhispánico de dudas (2005), que ya había aportado mayor explicitud en torno a problemas y cuestiones ortográficas. Los capítulos fueron enviados a todas las Academias. A partir de sus aportaciones se elabora un borrador que fue sometido al estudio, discusión y modificaciones de la Comisión Interacadémica. El texto definitivo fue aprobado por todas las Academias en Guadalajara (México) el día 28 de noviembre de 2010. La nueva Ortografía destaca frente a las anteriores versiones por su exhaustividad (alcanza unas 800 páginas), así como por la explicitud con que trata los diferentes problemas. Se evitan así los numerosos espacios de sombra y se resuelven numerosas dudas que en la práctica presentaban problemas a los usuarios. Aporta novedades dignas de reseñar: a) Realiza una propuesta de unificación del nombre de las letras para todo el mundo hispánico. b) Elimina del alfabeto los dígrafos ch y ll. c) Se propone evitar el uso de la letra q ante las letras a, o, o, presente en algunos extranjerismos. d) Se establece como norma no escribir con tilde los monosílabos ortográficos (hui, fie, fio, pio, fieis, pieis, guion, Sion, truhan…). e) Se separa la acentuación de los demostrativos y del adverbio solo de los casos de tilde diacrítica, pero se mantiene la optatividad de ponerla o no, incluidos los casos de posible ambigüedad.32 31

32

Frente a una concepción fonética (“Un diptongo es el conjunto de dos vocales que se pronuncian en una misma sílaba”, pág. 43), opone la dimensión ortográfica: “A efectos ortográficos, para que haya diptongo debe darse una de estas condiciones: a) Que se sucedan una vocal abierta (a, e, o) y una cerrada (i, u), o viceversa, siempre que la cerrada no sea tónica […]; b) Que se combinen dos vocales cerradas (i, u) distintas: ui, iu.” (pág. 43). “Sin embargo, puesto que ese empleo tradicional de la tilde diacrítica no opone en estos casos formas tónicas a otras átonas, formalmente idénticas (requisito prosódico que justifica el empleo de la tilde diacrítica), ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el

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f) Supresión de la tilde en la conjunción o entre cifras. g) Se dictan normas explícitas en el uso de las mayúsculas y de las minúsculas, tendentes en su mayoría a eliminar las mayúsculas no justificadas en criterios lingüísticos. h) Asimilación del uso del prefijo ex- (considerado tradicionalmente preposición) al de otros prefijos separables: excapitán ~ ex capitán general, anticarros ~ anti carros de combate, provida ~ pro derechos humanos, superbién ~ super de moda, viceministro ~ vice primer ministro. i) Asimilación de los latinismos y las locuciones latinas a los extranjerismos de cualquier procedencia. El año 2012 se publica la Ortografía básica de la lengua española y en el 2013 la Ortografía escolar de la lengua española, que no suponen un cambio normativo, sino simples reducciones para facilitar el uso diario o el aprendizaje escolar.

2.

Las gramáticas de la Real Academia Española

2.1

La Gramática en el ámbito de los trabajos de la RAE

Los trabajos sobre la Gramática han sido, en relación con otras empresas como la del Diccionario o la Ortografía, los de menor presencia a lo largo de la historia de la Academia. Lo fueron en sus comienzos y lo siguen siendo hoy, a pesar de no ser la materia sobre la que menos publicaciones haya realizado la institución: frente a las destinadas al Diccionario o la Ortografía,33 la Corporación ha sido la responsable de la publicación de 38 ediciones34 de su gramática, con los títulos de Gramática de la lengua castellana hasta la edición de 1920, de Gramática de la lengua española a partir de 1924,35 y de Nueva Gramática de la lengua española, firmada conjuntamente por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la lengua española y publicada recientemente en 2009:

33 34

35

adverbio solo y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación” (RAE 2010: 269). Las distinciones entre las distintas tareas no son del todo exhaustivas, pues los diccionarios académicos siempre han incluido informaciones gramaticales y ortográficas, y la propia Gramática, a partir de 1870, incorpora también en su libro la parte de ortografía. Quedan excluidos de este grupo de gramáticas académicas el Esbozo (1973) que, como bien sabemos, no es propiamente una gramática de la Academia, sino de su Comisión de Gramática, pues no fue sometida al pleno, así como las obras de Alarcos Llorach (1994) e I. Bosque y V. Demonte (1999), que no están firmadas por la institución, sino que constituyen encargos particulares. Con respecto a la cuestión del nombre de la lengua (castellana o española), cf. Gómez Asencio (2011: 2732).

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Salvador Gutiérrez Ordóñez, Victoriano Gaviño Rodríguez ___________________________________________________________________________

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Año

1771 1772 1781

Título

Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana

1796

Gramática de la lengua castellana

1852

Gramática de la lengua castellana

1854 1858 1862 1864 1865 1866 1867

Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana

1870

Gramática de la lengua castellana

1874

Gramática de la lengua castellana

1878 1880 1883 1885 1888 1890 1895 1900

Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana

Lugar de edición

Imprenta

Madrid

D. Joachin de Ibarra

Segunda impresion

Madrid

D. Joachin de Ibarra

Tercera impresion

Madrid

D. Joaquin de Ibarra

Madrid

Viuda de D. Joaquin de Ibarra

Madrid

Imp. de la Compañía de Impresores y Libreros del Reino

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta Nacional

Madrid

Imprenta de Miguel Ginesta

Madrid

Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra

Madrid

Imprenta y fundicion de Manuel Tello

Nueva edicion

Madrid

Gregorio Hernando

Nueva edición

Madrid

Gregorio Hernando

Nueva edicion

Madrid

Gregorio Hernando

Nueva edición

Madrid

Gregorio Hernando

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Datos de edición

Quarta edicion corregida y aumentada Quarta edicion corregida y aumentada Nueva edicion

Nueva edicion

Nueva edicion, corregida y aumentada Nueva edicion, corregida y aumentada

Viuda de Hernando y Compañía Viuda de Hernando y Compañía Viuda de Hernando y Compañía Hernando y Compañía

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Trescientos años de la fundación de la Real Academia Española ___________________________________________________________________________

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Año

1901 1904 1906 1908 1909 1911 1913 1916 1917 1920 1924 1928 1931

Título Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua española Gramática de la lengua española Gramática de la lengua española

1959

Gramática de la lengua española

1962

Gramática de la lengua española

2009

Nueva gramática de la lengua española

Datos de edición

Lugar de edición

Imprenta

Nueva edición

Madrid

Hernando y Compañía

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edicion

Madrid

Nueva edición

Madrid

Nueva edición, reformada Nueva edición, reformada Nueva edición, reformada Nueva edición, reformada Nueva edición, reformada Nueva edición, reformada, de 1931 Nueva edición, reformada, de 1931

Madrid Madrid Madrid Madrid

Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Perlado, Páez y Compañía (Sucesores de Hernando) Librería y casa editorial Hernando (S. A.)

Madrid

Espasa-Calpe, S. A.

Madrid

Espasa-Calpe, S. A.

Madrid

Espasa-Calpe, S. A.

Madrid

Espasa Libros, S. L. U.

Tabla 1. Gramáticas académicas oficiales.

La Academia ha publicado una gramática cada ocho años y medio aproximadamente, un dato que, sin duda, revelaría un trabajo y dedicación constantes de la institución en las tareas gramaticales pero que, en realidad, no lo es tanto si lo confrontamos con otra serie de informaciones no meramente cuantitativas y que apuntan a que la RAE siempre ha tenido de entre sus tareas la de la Gramática como la menos destacada, por detrás del Diccionario y también de la Ortografía. Basta con que pensemos en ___________________________________________________________________________ – 337 –

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el propio nacimiento de la institución,36 vinculado al propósito de la elaboración de su Diccionario de Autoridades, cuyo primer tomo sale a la luz en 1726, y que es finalizado en 1739; tras la culminación del proyecto del Diccionario, la institución se dedica a la elaboración de su primera Ortografía, que se publica en 1741. Los trabajos sobre la Gramática se ven continuamente paralizados y hay que esperar hasta 1771, cincuenta y ocho años después de la fundación de la RAE, para que la primera edición de la gramática académica vea la luz,37 con algunos periodos de silencios editoriales especialmente significativos desde entonces: uno de ellos es el que se produce entre los siglos XVIII y XIX tras la publicación de la cuarta edición de la gramática en 1796, que nos lleva hasta 1852 con la publicación de una gramática que no es sino una reimpresión decimonónica de la gramática de 1796 que la propia academia llevó a cabo simplemente por no tener cumplido el objetivo de una nueva gramática que se había propuesto para esa fecha. La siguiente edición se publica en 1854.38 El segundo periodo de silencio editorial se da entre los siglos XX y XXI, tras la publicación de la GRAE de 1931, y perdura, aunque con varias reimpresiones de esta obra, hasta la aparición de la reciente gramática académica de 2009. Esta circunstancia recibe además una consideración en el prólogo de esta última gramática, que confirma aún más el abandono de las tareas de la gramática en favor de otras empresas, en este caso, la de elaboración de su Diccionario: La Guerra Civil, que estalló un lustro después, paralizó considerablemente los proyectos de la Academia Española, obligada a concentrar los escasos recursos de que disponía en las tareas lexicográficas (RAE 2009: XXXIX).

Habría que unir a estas incidencias las escasas novedades gramaticales que las sucesivas ediciones académicas han ido incorporando en su libro, hasta el punto de que muchas de estas no son sino reimpresiones sin alteraciones de ediciones anteriores o nuevas ediciones con escasas modificaciones (cf. Fries 1989: 85). El resultado de todo esto es que ‒tal y como manifiestan J. J. Gómez Asencio y G. B. Garrido Vílchez (2005: 599)‒ la Academia, desde sus inicios hasta el día de hoy, solo ha publicado siete modelos de gramáticas, correspondientes a las ediciones de 1771, 1796, 1854, 1870, 1880, 1917 y 2009,39 siendo el resto de ediciones submodelos vinculados a cada 36

37

38

39

Tal y como reza en la información institucional de su propia página web (www.rae.es), la Real Academia Española nace con el objetivo de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”, que da sentido al conocido emblema formado por un crisol en el fuego con la leyenda Limpia, fija y da esplendor. Los académicos de la época no eran ajenos a las dudas y la escasa utilidad que parecía otorgársele a esta empresa, y de ahí que, entre las distintas disertaciones que se llevaron a cabo durante el periodo de gestación de esta primera gramática, contemos con algunas con títulos tan significativos como los siguientes: De las excelencias y vicisitudes de la Gramática Española, Discurso para vindicar a la Gramática de la baja estimación que de su utilidad e importancia hacen con injusticia algunos eruditos, Sobre el aprecio que se debe hacer del estudio de la gramática, Sobre las utilidades y excelencias que resultarían de la gramática (Taboada 1981: 79). Se trata de una época en la que –tal y como nos comenta R. Sarmiento (2006)– la institución es muy castigada por las circunstancias políticas e históricas de la época vividas en España, con continuas persecuciones y encarcelaciones a sus miembros, lo que llegó a paralizar en algunas ocasiones la actividad académica. El estudio de estos autores no se ocupa del siglo XXI y no habla, por lo tanto, del modelo que inicia esta nueva gramática de 2009.

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modelo anterior en fecha. Una pobre producción de su labor gramatical si tenemos en cuenta que el tiempo analizado es de tres siglos, pero comprensible dada la menor preocupación que estos asuntos siempre han despertado entre los hablantes de una lengua (quizás también entre parte de los académicos) frente a los referentes a la Ortografía o el Diccionario.40

2.2

La autoridad académica de la RAE y sus orígenes

Nos preguntamos ahora por el origen y las causas que a lo largo de la historia han contribuido al desarrollo de la autoridad académica de la RAE en materia gramatical y de su prestigio como organismo normativo de la lengua. Algunas de estas causas ya han sido mencionadas en la literatura sobre este tema; otras, menos frecuentes o nunca mencionadas, merecen, a nuestro juicio, una consideración en este apartado. Mucho se ha insistido en la casi permanente vinculación de la Academia con el poder y el apoyo legislativo como origen de su autoridad académica, y cierto es que esta ayuda ha sido una constante en la institución y ha contribuido a la consolidación del texto gramatical académico como canon gramatical: en primer lugar, se suele destacar, durante el reinado de Carlos III (1759-1788), la publicación de la Real Cédula del 23 de junio de 1768, en la que se hacía obligatoria la enseñanza de primeras letras, la gramática (latina) y la retórica en castellano, que abre un nuevo camino para la expansión de la academia; posteriormente, resalta especialmente el año 1780, fecha en la que Carlos III promulga una orden para que “en todas las escuelas del reino” se enseñe “a los niños su lengua nativa por la gramática que ha compuesto y publicado la Real Academia de la Lengua, previniendo que a ninguno se admita a estudiar latinidad sin que conste antes estar bien instruido en la gramática española”. Por último, la culminación del apoyo legislativo tiene una fecha significativa, 1857, en la que los textos académicos se convertirán en oficiales por medio del artículo 88 de la Ley de 9 de septiembre de 1857, que declara la Gramática y la Ortografía de la Academia Española como texto obligatorio y único para estas materias en las escuelas de enseñanza pública. Suponemos que ya por aquel entonces la difusión de los textos académicos es amplia y apenas necesitan empuje institucional para su difusión y repercusión, pero este apoyo es, sin duda, una ayuda para seguir reforzando y expandiendo su ideología tras un periodo de debilitamiento institucional que insta además a la Academia a acelerar su proceso de publicación de gramáticas. A partir de esta fecha, lleva a cabo ediciones oficiales del texto con una mayor regularidad en 1858, 1862, 1864, 1865, 1866, 1867, etc., con las que intenta contribuir al cumplimiento de la ley de Instrucción Pública.41 40

41

El propio I. Bosque (2013: 237) corrobora esta idea: “La Gramática ha tenido siempre menor presencia que el Diccionario entre las preocupaciones de los hablantes, incluidos desde luego los académicos, hasta el punto de que no han faltado voces, dentro y fuera de la Academia, que cuestionaran su interés como proyecto. Los que ponían, y aún ponen, en tela de juicio su misma legitimidad parecen conformarse con ver la gramática como un gigantesco ingenio que funciona por sí mismo, libre del control de nuestros pensamientos y de la intervención de nuestros deseos.” En relación con este aspecto, destacan las publicaciones del Epítome y del Compendio, impresos por primera vez en 1857 y editados continuamente a partir de esta fecha. Según los datos aportados por el marqués de Molins (1870: 245-246), director de la Academia entre 1857 y 1868, el número de total ediciones de la Gramática, el Epítome, el Compendio, la Ortografía y el Diccionario entre los años de 1850 y 1869

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Este apoyo legislativo en sí mismo no explica, sin embargo, la situación de autoridad académica de la institución, máxime si tenemos en cuenta que el apoyo real a la GRAE como texto oficial por medio de la Ley de Instrucción Pública (la conocida como Ley Moyano) se da en 1857, una fecha claramente tardía y posterior a la consolidación de la institución, que, con las diferentes ediciones de su Diccionario, Ortografía y Gramática, sienta las bases de su doctrina y llega a ejercer una notable influencia para el resto de gramáticos ya desde fechas anteriores. Es justo, por tanto, conceder una parte de este mérito a la propia labor desempeñada a la Academia a lo largo de los años. Tal y como menciona R. Sarmiento (1986: 215), estamos ante un modelo de proceder científico, que ha sabido concentrar su atención sobre un gran proyecto, más allá de las contingencias personales y temporales con las que ha convivido la institución. A pesar de su tardanza en la publicación de la primera gramática, el siglo XVIII termina viendo cuatro ediciones de esta, con las que consigue dominar no solo la actividad gramatical del primer tercio del siglo XIX español –como defiende R. Sarmiento (2006: 611)–, sino ya la de finales del XVIII, como pone de manifiesto el hecho de que desde finales de este siglo, especialmente desde 1780, la Academia sea, tras la tradición (entendida en un sentido amplio), la que “ocupa el segundo lugar en frecuencia de ocurrencias canónicas y, también, el segundo lugar en número de tratados que la citan” (Zamorano 2010: 436). Este nivel de recurrencia canónica en parte es fruto del poder que le otorga a la obra académica la legislación educativa, que la convierte en obra de obligada mención, pero al mismo tiempo está fortalecido por el trabajo de los propios académicos, así como la amplia difusión que alcanza la obra especialmente desde principios del siglo XIX con las distintas reimpresiones de la gramática de 1796 sin alteraciones de fechas, concretamente en 1800, 1802, 1817, 1822 y 1831 –de las que nos habla R. Sarmiento (1977: 89 y ss.), D. Fries (1989: 189), G. Rojo (2001: 35) y J. J. Gómez Asencio y G. B. Garrido Vílchez (2005: 596)– y, fundamentalmente, por la existencia de numerosas publicaciones contrahechas o copias encubiertas de esta gramática, cuyo destinatario principal era el público hispanoamericano,42 y que alcanzan a mediados del XIX una amplia trascendencia. De hecho, durante todo el siglo XIX se publican, especialmente en Francia, numerosas ediciones contrahechas (muchas a partir de la gramática académica de 1796) que tuvieron mayo-

42

es de 50, sumando un total de 1.154.500 ejemplares que vieron la luz en este corto espacio de tiempo: frente a las 24.500 ejemplares de la Gramática y los 16.000 del Diccionario, se imprimieron 114.000 ejemplares del Compendio, 796.000 del Epítome y 204.000 del Prontuario. Nada que ver con la desastrosa situación de precariedad económica que había padecido en las décadas anteriores, en las que la Academia apenas contaba con fondos para subsistir. Desde mediados de siglo XIX, todo vuelve a florecer y la pujante situación le permite desarrollar esta intensa actividad durante la segunda mitad de siglo (cf. Fries 1989: 86). En la época era normal el saqueo de textos de difícil acceso sobre los que existía cierta demanda y que las imprentas ponían así nuevamente en circulación. Hasta la Primera Guerra Mundial, los editores franceses, especialmente los parisienses, tenían un amplio mercado abierto (codiciado también por los norteamericanos y los ingleses) con Hispanoamérica, en una época en la que –como nos dice E. Roldán Vera (2003: 99)–, Hispanoamérica estaba entusiasmada con la importación de libros procedentes del viejo continente. A partir de la segunda década del siglo XIX, salen a la luz, por parte de impresores franceses, numerosas ediciones de la gramática académica que sirven para surtir a los hablantes del otro lado del Atlántico. Tal y como nos cuenta P. Fernández (1998), Francia se convierte en esta época en un importante emisor de libros exportados a América, que en este momento se halla bastante desvinculada de España como consecuencia de los procesos de emancipación. Para una mayor información al respecto de estas reimpresiones y ediciones contrahechas, cf. Gaviño Rodríguez (2010, 2012a y 2012b).

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ritariamente como destino tierras hispanoamericanas, lo que explica que apenas encontremos ejemplares de estas obras en bibliotecas o librerías de viejo españolas y sí, contrariamente, en bibliotecas americanas: Año

1812 1821

1821

1824 1825 1825 1826 1826 1832 1834

Título Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Grammaire Espagnole Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana Gramática de la lengua castellana

Datos de edición o autoría

Lugar de edición

Imprenta

Quinta edicion, corregida y aumentada

Palma

Imprenta de Brusi

Quinta edicion corregida y aumentada

Madrid et Paris

T. Barrois

Traduite en Français, enrichie de notes explicatives du texte augmentée de remarques detachées sur la langue espagnole de traités de la prononciation, etc par F. T. A. Chalumeau de Verneuil

Paris

Samson Fils

Lassalle 6ª edición

Nueva edition, corregida y aumentada por D. M. Nuñez de Taboada

9ª edición, corregida y aumentada

1851

Gramática de la lengua castellana

1853

Gramática de la lengua castellana

Cuarta edicion, corregida y aumentada

1855

Gramática de la lengua castellana

Nueva ed., corr. con esmero, aum. con el Prontuario de Ortografía compuesto de real órden por la misma Academia […] y con unas Nociones de Prosodia […], Paris, Librería de Garnier Hermanos.

1855

Gramática de la lengua castellana

Nueva edición, Paris, Bouret.

1864

Gramática de la lengua castellana

1864

Gramática de la lengua castellana

Madrid et Paris

Librería de Rosa

Paris

Masson

Paris

H. Seguin

Bordeaux

Lawalle

Paris

Baudry

Paris, Paris New York

Librería de Rosa Librería de Rosa, Bouret y Cia Imprenta Española

Paris, Rosa, Bouret y Cie Nueva ed., corr. con esmero, aum. con el Prontuario de Ortografía compuesto de real órden por la misma Academia […] y con unas Nociones de Prosodia […]

Paris / Méjico

Librería de Garnier Hermanos / J. M. Andrade

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Salvador Gutiérrez Ordóñez, Victoriano Gaviño Rodríguez ___________________________________________________________________________

1865

Gramática de la lengua castellana

Paris

1867

Gramática de la lengua castellana

Paris

1869

Gramática de la lengua castellana

Paris

1874

Gramática de la lengua castellana

Paris

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Título

1874

Gramática de la lengua castellana

1876

Gramática de la lengua castellana

1877

Gramática de la lengua castellana

1882

Gramática de la lengua castellana

1884

Gramática de la lengua castellana

Datos de edición o autoría

Lugar de edición

Año

Nueva ed., corr. con esmero, aum. con el Prontuario de Ortografía compuesto de real órden por la misma Academia […] y con unas Nociones de Prosodia […], Nueva ed., corr. con esmero, aum. con el Prontuario de Ortografía compuesto de real órden por la misma Academia […] y con unas Nociones de Prosodia […], Nueva edicion, ultimamente corregida y aumentada con el Prontuario de Ortografia Nueva edicion, ultimamente corregida y aumentada con el Prontuario de Ortografia Novísima edición, cuidadosamente revisada y considerablemente aumentada por D. Miguel de Toro Gómez

Imprenta Rosa, Bouret y Cie Rosa, Bouret y Cie Rosa, Bouret y Cie Rosa, Bouret y Cie

Paris

Librería de Garnier Hermanos

Paris

Librería de Garnier Hermanos

Paris

Bouret

Paris

Bouret

Paris

Librería Española de Garnier Hnos.

Tabla 2. Gramáticas académicas no oficiales (siglo XIX).

En un periodo de especial fragilidad para la Academia y sus miembros, la gramática de 1796, la segunda más perdurable de todas las gramáticas académicas, que fue objeto de críticas y voces que la tachaban de obsoleta y anticuada en su tiempo,43 alcanza una alta repercusión y distribución social, por medio de reimpresiones y copias extraoficiales casi anuales que se realizaban para satisfacer la demanda existente, y que la convierten en la de mayor influencia en el terreno gramatical, por encima de las doctrinas de otros autores de la época como Mata y Araujo (1805), Calleja (1818), V. Salvá (1988 [11830-81847]), J. Gómez Hermosilla (1835), D.A.M. Noboa (1839), P. Martínez López (1841), A. Bello (1981 [1847]), etc. La propia Academia, en el pró43

El propio A. Bello en su artículo “Gramática castellana. Artículo crítico sobre la Academia Española” (El Araucano, 1832) o V. Salvá (1988 [11830-81847]) son exponentes de estas críticas. Afirma este último lo siguiente: “Mas los sabios que han pertenecido en los sesenta años últimos a aquel cuerpo, distraídos por tareas más gratas y de mayor gloria, o faltos de constancia para reducir a reglas los principios de lenguaje que tan bien han sabido observar en la práctica, no han llenado hasta hoy los muchos vacíos de su Gramática, ni han encerrado en la Sintaxis todo lo que a ella pertenece, y se halla ahora esparcido por el libro desde la página duodécima” (Salvá, 1988 [11830-81847]: 74-75).

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logo de su Gramática de 1870, se complace de este influjo, al mencionar en su capítulo de “Advertencia” que, “desde 1739 no se ha publicado en nuestro país Diccionario, ni después Gramática, cuyos autores no hayan tenido muy á la vista el Diccionario y la Gramática de la Academia Española” (RAE 1870: XI). En último lugar, destacamos una última circunstancia, no mencionada hasta el momento como origen de esta influencia de la institución, pero que, sumada a las anteriores, culminan en conjunto este proceso. Acuñando terminología propia del terreno de la economía o la política, habría que hablar aquí de la causa del path dependence,44 que se crea desde el propio nacimiento de la RAE en 1713. Las decisiones del apoyo legislativo a la institución a lo largo de su historia, que a la postre ayudaron a fortalecer su predominio, dependían ya en buena parte de la propia creación, existencia y trayectoria de la Academia, de su quehacer hasta el momento, que crea un status quo propicio para el desarrollo de esta situación. Poco importa que en determinados periodos históricos las innovaciones gramaticales se hayan encontrado fuera de la Academia de la mano de otros intelectuales. Más allá de tales argumentos, la decisión de apoyar legislativamente los textos de la Academia ya están en ese momento dentro de una especie de dependencia que da la propia historia, que termina por ejercer influencia en unos autores y legisladores que, al igual que la propia Academia, tienen un recelo histórico a la innovación, una gran aversión a hacer cambios radicales, a empezar todo de cero, a repensar las cosas y hacer los ajustes necesarios, porque es mucho más sencillo basarse en la dependencia que te da la historia que luchar contra ella.

2.3

Influencias y fuentes de la gramática académica

La influencia que una institución como la RAE ha ejercido a lo largo de sus obras sobre el público en general es muy amplia. Desde muy temprano, con la publicación de su Diccionario, la Academia es seguida en sus principios, que son secundados de manera incuestionable, llegando a ser considerada desde muy pronto la institución que por excelencia regula el devenir de nuestra lengua. Todo lo que dice la Academia y aparece en sus obras del Diccionario, la Ortografía y la Gramática sirve de modelo para el hablante de a pie, sencillamente, porque lo dice la RAE. No sucede exactamente lo mismo entre los especialistas, que en su intento por mantener el debate científico con la institución, se sitúan, ya del lado de sus seguidores, ya del de sus detractores. Estos últimos, especialmente gramáticos u otros expertos lingüistas, critican generalmente a la Academia por diversos aspectos, algunos de los cuales podríamos aquí discutir pero que, por sí mismos, merecerían un tratamiento individualizado: ya hemos hablado, entre otros, de las pocas novedades presentes en las ediciones académicas, del escaso celo que los académicos han solido poner históricamente en el desempeño de sus funciones, y ahora toca el turno al siempre candente tema de la propiedad intelectual o las fuentes bibliográficas. En referencia a este aspecto, ya hemos mencionado el robo y saqueo que de la obra gramatical académica se producía ya a finales del XVIII. 44

Por medio de la expresión path dependence se alude frecuentemente en el ámbito de la economía al hecho de que muchas decisiones que uno toma en distintos ámbitos están fuertemente condicionadas por otras decisiones del pasado, incluso cuando las circunstancias que llevaron a tomar esas decisiones de antaño hayan perdido relevancia o vigencia: decisiones que no merecieron el menor análisis definen realidades que tienden a perpetuarse, de modo que se establece una dependencia de la historia.

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Tras la publicación de la Ley de 10 de junio de 1847 sobre la propiedad literaria, la RAE intenta proteger su obra a partir de la edición gramatical de 1854 a través de la advertencia de su propiedad exclusiva (“Esta Gramática es propiedad exclusiva de la Real Academia Española”, RAE, 1854), que será reproducida de manera idéntica o con algunas variantes en sucesivas ediciones en la anteportada de las gramáticas. Existían razones para la adopción de medidas que perseguían la protección literaria de sus obras, si bien poco se pudo luchar en aquella época con las numerosas copias que, más allá de nuestras fronteras, especialmente en Francia, seguían sucediéndose año tras año hasta bien pasada la segunda mitad del XIX. La Academia, dada su posición privilegiada, siempre ha sido objeto de copias y apropiaciones no autorizadas de su doctrina. Lo era en el siglo XIX y lo es, aunque en un escenario diferente, hoy día, en pleno siglo XXI. Pero, del mismo modo, también la Academia es señalada, especialmente en la actualidad, por no reconocer tampoco en sus obras la labor de aquellos especialistas de quienes recibe influencias o son fuentes de su trabajo: se da la paradoja de que esta misma Academia, que lucha por la propiedad intelectual de su obra, prescinde al mismo tiempo de citar las fuentes de su trabajo, obviando mencionar las influencias recibidas por otros especialistas (incluso las de algunos de sus propios académicos), que, sin duda, sirven para el fragüe del libro de Gramática. Curiosamente, la aparición de la advertencia de su propiedad en la edición de 1854 coincide con la última ocasión en que el libro de Gramática hace mención explícita a otros autores como fuentes declaradas de su trabajo. Aporta en este caso los nombres de Salvá y Bello (que sustituyen a los clásicos Nebrija, Correas y Jiménez Patón) como fuentes “que la Academia ha tenido presentes al ordenar esta nueva publicación de la suya, valiéndose de ellas en lo que ha juzgado oportuno” (RAE 1854: V). Más allá de la verdadera influencia que estos autores pudieran ejercer en esta obra, lo cierto es que, después de esta, ninguna otra edición de la gramática académica aporta fuentes de su trabajo, lo cual podría constituir un quebranto de la propiedad literaria correspondiente a otros autores. Esta situación llega hasta la actualidad, con la publicación de la última Nueva gramática de la lengua española, en la que exclusivamente aparece un complejo entramado organizativo de comisiones interacadémicas, comisiones académicas, comisión de armonización y una extensa nómina de colaboradores para una gramática de casi 4000 páginas cuyos planteamientos no aparecen vinculados a ninguna fuente declarada. Es evidente que la teoría gramatical vertida en el libro académico no se construye al margen del resto de estudios gramaticales o tendencias lingüísticas de la época. De hecho, la propia gramática acepta este hecho: A lo largo de tan extenso período, la Academia ha ido mejorando sus descripciones gramaticales, enmendando lo que consideraba revisable en ellas, ampliando lo que merecía más atención y calibrando también los trabajos que habían precedido sus quehaceres o realizando aportaciones paralelas a las suyas (RAE 2009: XXXIX).

No debe resultar fácil recolectar el número de fuentes de las que bebe un texto ingente como el que tenemos, con carácter renovador pero heredero, en parte, del proyecto global de Gramática de la Academia, pero quizás sea este uno de esos temas que la institución deberá afrontar en ediciones venideras. ___________________________________________________________________________ – 344 –

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2.4

El carácter (normativo o descriptivo) de la gramática

La gramática académica siempre ha tenido, en todas sus ediciones, un marcado carácter normativo, al que también le ha acompañado el aspecto descriptivo. Tal y como pone de manifiesto Gómez Asencio (2011: 87-88), desde muy pronto en el proyecto de gramática académica se advierte la presencia de un forcejeo entre estas dos tendencias. Resultaría difícil ahora cuantificar en datos cuánto de normativo y descriptivo tienen sus textos, si bien la filosofía, declarada o no, de la Academia siempre ha estado marcada por el aspecto normativo, con una voluntad clara de unificar la diversidad lingüística del español por medio de una perspectiva normativa basada específicamente en la norma peninsular. Desde la primera edición del libro de gramática, la de 1771, se afirma que el objetivo de la gramática es el de instruir a la juventud en los principios de su lengua, para que la hablen con propiedad y corrección; por otro lado, el propio término ‘gramática’ siempre ha sido definido como “Arte de hablar bien” y, con escasas variaciones, esa definición está presente en todas las ediciones gramaticales, hasta 1931 (“Arte de hablar y escribir correctamente”, 1931: 7). Hay, en efecto, un cambio de perspectiva en la edición de la última gramática de 2009, en la que aparece una nueva filosofía, la del panhispanismo y la norma culta policéntrica, que defiende la diversidad como norma de corrección. En ella aumenta el aspecto descriptivo de la obra, pero aún se conserva la perspectiva normativa, como se afirma en su primer capítulo: La presente gramática está concebida, por tanto, como obra a la vez descriptiva y normativa. Trata de describir las variantes gramaticales que se tienen por cultas en el mundo hispanohablante, caracteriza otras como populares y refleja asimismo, cuando se posee información suficiente, aquellas que están limitadas al registro coloquial. En la gramática se describen también las variantes morfológicas y sintácticas que pueden considerarse correctas en una determinada comunidad, aun cuando no coincidan por completo con las opciones favorecidas en otras zonas (RAE 2009: 8).

Si la gramática académica debe ser normativa, descriptiva o si ambas perspectivas deben conjugarse en este libro parece seguir siendo un debate abierto. I. Bosque (2013) defiende la compatibilidad y necesidad de las dos caras de su labor, la científica y la social. Ahora bien, independientemente de la fuerte influencia que pueda ejercer la RAE en el plano educativo, bien es sabido que las lenguas viven al margen de su intento de fijación en los propios usuarios, y que estos intentos por fijar, limpiar y dar esplendor hoy tienen difícil justificación salvo por la búsqueda legítima de las academias por conservar la autoridad lingüística otorgada desde antaño por sus sociedades. Una gramática que se limite a lo meramente descriptivo, esto es, a la descripción de cómo se expresan los usuarios de la lengua, sin imponer cómo deberían hacerlo, podría tener más aceptación entre especialistas, pero mucho menos repercusión entre sus usuarios. Y la gramática académica siempre ha tenido por destinatarios a todo tipo de público, tanto aquellos especialistas que esperan en la obra el análisis del sistema lingüístico como aquellos que solo necesitan su correcto uso, de ahí que la conjunción entre descripción y prescripción, o entre análisis y norma, sea una constante de todo el proyecto gramatical. ___________________________________________________________________________ – 345 –

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