Tradición clásica y culturalismo en la poesía de Miguel Ángel Velasco

August 22, 2017 | Autor: F. Díaz de Castro | Categoría: Twentieth Century Spanish Poetry, Spanish poetry, Contemporary Spanish Poetry, Miguel Ángel Velasco
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Descripción

TRADICIÓN CLÁSICA Y CULTURALISMO EN LA POESÍA DE MIGUEL ÁNGEL VELASCO FRANCISCO DíAZ DE CASTRO

Universidad de las Islas Baleares

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obra de Miguel Ángel Velasco (Palma de Mallorca, 19632 010) figura como una de las más destacadas y personales de 11 generación. Conocido desde muy joven por sus dos primeros ldnos, Sobre el silencio y otros llantos (1980) y Las berlinas del sueño ( 1•JK 2) , que obtuvieron respectivamente un accésit al premio AdoA

" ·" ' y el premio mismo, a partir de entonces el poeta guardaría un silencio de quince años hasta la publicación de El sermón del 1r·mo, en 1995· El intenso irracionalismo de sus inicios dejaría paso 1 p.1nir de entonces a una escritura de carácter elegíaco y reflexivo, 111 .1ip,ada en la tradición clásica y atenta a la andadura musical del ¡11 ll'111a y a la claridad del verso. lJna de sus constantes, sin embargo, sería la apoyatura amplísi111 ,1 e n el mundo de la cultura, aspecto este al que se refieren las pái " ·" siguientes. Ya en los poemas de Sobre el silencio y otros llantos, •p11 Vdasco escribiría a los quince años, sorprende, por encima del • 111 •H 1c.: r juvenil de sus versos, su riqueza imaginativa, el buen domi111 n de su instrumento verbal y, sobre todo, la puesta en evidencia Id l; l'.t n bagaje de lecturas del joven poeta, que tiende puentes a 11 l.11 ivo

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muy distintas tradiciones y que establece un territorio intertextual muy eficaz para el logro de una voz poética propia, una voz todavía por lograrse pero claramente prometedora en su precocidad. A la altura de 1979 estos poemas casi adolescentes se sitúan con claro carácter epigonal en la atmósfera de la estética novísima ya en declive por entonces. Del esteticismo novísimo interesan a Velasco, ante todo, el planteamiento irracionalista del discurso y el componente culturalista. Del primero, la libertad imaginativa que le brinda la recuperación de la tradición surrealista y que será también la base retórica de Las berlinas del sueño. El culturalismo, por su parte, muestra una sugestiva variedad de referentes y se integra naturalmente a su imaginario conceptual. Desde la sugerencia sentimental del título, Sobre el silencio y otros llantos, se presenta el espacio emocional que se va amplificando en las tres partes sucesivas del libro: «Sobre el silencio» abre la reflexión en torno a la insuficiencia del lenguaje y el sentido de la poesía. «Ütros llantos» amplía el territorio del libro a la consideración de la soledad y el vacío interior de un personaje deshabitado que, en «Poemas urbanos», amplía los elementos anecdóticos al tiempo que intensifica los recursos irracionalistas para terminar con una «recuperación de la palabra» negada al principio del libro, cerrando así el ciclo. Ya destaca aquí la cantidad y variedad de los referentes culturalistas, que abarcan desde un cierto elemento medievalista -«el salve de olifantes y trompetas/ perdidos en el alba», entre otros, del «Poema para ofender al sol»-, a la mención literaria en el poema «Sueño» -«un nuevo mar/ de ofelias muertas/ en do~de un coro de olas/ repite una eterna sonrisa ... »- o a la cita surrealista de Tristan Tzara que sirve de epígrafe al poema «Tras el infanticidio de un .astro ... »: «La campanas suenan sin razón y nosotros también».

Es, sin embargo, el referente clásico el que establece la base in1ertextual en el libro desde el comienzo, con la paródica invocación i 11 icial a la musa, en «Musa infiel» -«Maldita musa!/ huyes cuando más te necesito,/ sales descalza para no despertarme/ y te vas sin dejar una frase que justifique tu ausencia (... )»-y con su retorno al final del libro en el poema «Reconciliación»: «Ahora volvemos a est.lr juntos/ -hace tiempo me despedí de la estatua-/ y tus prolongados juramentos de fidelidad/ me abruman,/ pero algo me dice/ que quizá un día repitas tu aventura/ y me abandones (...)». El tono de humor ligado al irracionalismo surrealista opera aquí distanciando los elementos sentimentales y aprovechando · el juego intertextual p;ua rendir un muy variado homenaje a la cultura clásica: alguna frase en latín, el juego surrealista de «Encuentro (Café Gijón)» -«El 11{1mero pi/ es una nueva Venus de Milo»-, varios motivos homérit os como la referencia al episodio odiseico de las sirenas -«Aguardo que una boca me grite:/ deprisa! Es hora de amarrarte al mástil» («Iniciación al silencio»)- o al héroe de la Ilíada en el ya citado "Poema para ofender al sol»: «Al ofrecer cuatro muros/ y un mar/ torno premio,/ olvidaron los dioses/ la indiferencia de un manojo 1 lt: brújulas/ y el punto vulnerable/ de todo pequeño Aquiles». De la 111i1 ología griega Velasco toma también la referencia al mito de Íca1n para el despliegue imaginativo del poema «Segunda tentativa», 11110 de los más interesantes del libro, como muestran los primeros vt·isos: «Ícaro buscó bajo las piedras,/ bajo las ostras,/ entre los rui1 lm a luz/ o a mentir noches,/ y entre tantos idiomas de sal/ o enre.l.1dc.:ra/ buscó plumas/ tantos siglos rotos, (... )/ la cera se moldea,/ o,r 1cconstruye en el fondo,/ junto a llaves/ y los anillos extraviados,/ ¡111110 al tiempo inagotable,/ arena libre,/ reloj incontenible,/ vidrio 1 011 vertido en polvo (... )».

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A partir del esteticismo y el onirismo ostentados en el título de Las berlinas del sueño (r979-r98r), Velasco extrema las técnicas irracionalistas, toma protagonismo el ámbito de los sueños y las referencias cultas se multiplican. A la riqueza imaginativa que consolida este primer tiempo poético se añade una mayor operatividad del conglomerado culturalista que el poeta utiliza con mayor soltura que en el libro anterior. Así, en la conclusión de la primera parte, «Trono de sal», el breve poema «Imposible diálogo de Michelangelo Buonarroti con la estatua de Moisés» se sitúa, con guiño al nombre del poeta, en la tradición del monólogo dramático:

Si en el Moisés de Miguel Ángel el poeta materializa la imposibilidad de franquear las barreras entre vida e ideal artístico, en el poema «Acechan las estatuas», en el que de pasada se menciona a Henry Moore, Velasco subraya la inquietud que propone su presencia a la luz del extrañamiento: «acechan sus gestos/ como agujas olvidadas debajo de la piel/ no es a fuerza de gestos que está cincelada su presencia,/ es a base de intensa incertidumbre,/ alguien no recordó/ que debían ser estatuas simplemente,/ y fueron algo más,/ algo más de agonía».

l .as referencias a las diversas artes enriquecen el culturalismo de 1t· libro con mayor amplitud de referentes que el anterior (Miguel 11gd, Richard Wagner, Odilon Redon, etc.). Por otra parte, el , 11"110 regusto romántico que no puede obviarse en estos poemas 1111llribuye a mantener la intensidad sentimental que el humor su111 .tlista busca equilibrar. En el proceso de aprendizaje poético de \e l.1sco este segundo libro evidencia un rápido progreso a pesar 1l1 .1 lgunas inevitables ingenuidades conceptuales y expresivas. Por 111 1.1 parte, algunos referentes literarios adquieren mayor peso en n tc libro, aunque también abundan en los poemas las simples men1ll lllcs heterogéneas a diversas épocas y culturas, que sirven en todo 1 1'º' por su mera presencia, para mantener el tono y el decorado 1.qc1 icista y culturalista del conjunto. Entre los elementos clásicos q1.11ecen las sirenas -«qué le digo de aquella sirena que sembró l~" íoro en mi aliento»- o el conglomerado «Musas como ménades d, vo radoras de indefensos orfeos,/ frías e inmóviles,/ aguardando l 11k·gada casi imperceptible./ Tras el gesto impasible ocultaban col111 t llos/ afilados como adioses pronunciados a solas». Así, en el nivel ¡111 1.1 mente referencial el culturalismo funciona mediante la acu1111 il.1ción de elementos heterogéneos que se suceden en los poemas: S1gl1 ido, las naumaquias, Merlín, el caballero del cisne, Shakes1" .11e, el vampiro, D'Artagnan, el arte de la cetrería, los cowboys, I; ... 111dios americanos, Caballo Loco, Cleopatra, un drakkar en el I "11 11 o danés de Haithabu, etc., componen un desordenado mosaii 11 e le referentes, muy en la tradición novísima, que abarrotan con 11 ltl'lcrogeneidad el ambiguo ámbito onírico por el que transitan l 1 . lwrlinas del sueño propuestas en el título. V.1rios poemas, sin embargo, desarrollan de otra forma y más en 1111.f 1111d idad algunos motivos literarios diversamente relacionados

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Declina el cincel con el dolor del sol Un llanto de luz segundo ariete reclama vida -a un trono de sal increpando-: olvida la piedra sueña sangre músculo hueso

álzate surge sin lengua de mármol sin pulmón de mármol fonema de mármol no Marmóreo corazón Dolida rótula.

con el tema del conjunto, como el titulado «El hombre es el sueño de una sombra», que se apoya en la cita de Píndaro para desplegar un inquietante panorama onírico y concluir con dicha cita: «hoy sé que soy soñado/ por una sombra/ que me sueña sin calma». Más interesantes son las presencias literarias que se acumulan en la tercera parte del libro, «Abarcando un ciprés con la mirada». El primer poema es un curioso «Homenaje a Samuel Taylor Coleridge» que concluye con una cita de Gérard de Nerval: Dormita el joven con el gesto encantado, le nació un lirio en la sien

y ahora teme los copos de nieve sobre el techo, ningún humano debe requerirle, acaso tan sólo el alabastro de las lámparas o los candelabros sin veneno. Con la quietud por cómplice recuerda algunos cuerpos

y pronuncia en voz alta varios versos solemnes como retando al aire. Aprendió a abrazar un ciprés con la mirada mientras el céfiro encerrado en un cofre se agitaba inútilmente entre la oscuridad. Sabe que el agua y las palmeras en medio del desierto componen un oasis y sabe que el cielo puede llover gotas de láudano sobre los entreabiertos labios de una estatua. De pronto se enreda su memoria en el mágico ribete del cortinaje

y es entonces cuando, lejos de todo lo vivido, se agranda su indolencia y a un batelero entre la niebla le musita: Allí, donde veas brillar las luces de la isla de Roddah. 34

~ombina Velasco el doble homenaje a Coleridge, op1omano

1demás de gran poeta, con la cita de Gérard de Nerval con la que t' derra el poema y que corresponde a su narración Haschisch. Se 11 .ita de los primeros momentos en el que la alusión a la experien1 i.1 de las drogas psicodélicas, tan decisiva en los libros posterio1n, aparece en la poesía del autor y se asocia, en Las berlinas del 111tño, al visionarismo de las imágenes. De hecho todo el poema ¡111ede leerse como una ensoñación de opio situada en el escenario 1 lc-I relato de Nerval y descrita en línea con el desbordamiento 1111 ,1ginativo del autor de la «Balada del viejo marinero». Otra in11 1esante alusión al ensueño inducido la hallamos en la extensa dt-.,cripción visionaria del poema «Polidamna» -«( . . .) Descifro un 111111or de astros apacibles cabalgando en mi piel/ y nada acude 11 desmentirlo/ pues tus labios lo afirman suspirando.// Tu amor e~ 1111 a dársena de azul y de murmullos/ y se mece tu nombre 1I LOmpás de los juncos del Nilo./ ¡Con qué dulzura escancias 11 nepente de tus besos! (... )»- en la que destaca la referencia del 1111 il o: Polidamna remite a un episodio de la Odisea (IV, 219) en • 1 que Helena intenta calmar el dolor de Telémaco diluyendo en 11 vi no una droga llamada nephentes, a base de opio, que le había 1'111 rc.;gado Polidamna, esposa del egipcio Ton. El referente clásico , I, es te poema se identifica tan solo con la mención del nombre l 11l1damna, con escasa relevancia en la Odisea pero que permite 1 Vcl.1sco unir culturalismo y paraísos artificiales sin que quede e;. pi ft.ita la relación y obligando al lector a identificar determina,¡, 1\ nombres. Algo semejante sucede en el poema «Ümar Khyyam JI 1111 o a la fuente de Selsebil», en el que, aparte del elogio del vino ,,¡ erotismo que convocan los versos citados en el epígrafe, la 1111 11¡ ió n de la fuente de Selsebil, así como la de la ciudad de Merv 1

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Miguel Ángel Velasco nació en Mallorca en 1963. De precoz vocación poética, a sus primeros escarceos líricos los favoreció un riguroso azar con tempranas distinciones, lo que le llevó a recibir el Premio Adonais a los dieciocho años. Circunstancia ésta de la que se repondría a lo largo de una década de abstinencia editorial. Mientras tanto concluye una licenciatura en letras y dos años de doctorado en filosofía. A pesar de lo cual continuará con su aprendizaje en el arte del verso, dedicación que comparte, durante una prolongada estancia en los montes de Hoyo de Pinares (Ávila) con la atención al mundo físico y a la química ceremonial. Se reincorpora a la publicación con El sermón del fresno en 1995 (... ).

remiten, muy a lo novísimo, a un episodio de la vida de Khayyam en el que la eclosión de un movimiento fundamentalista religioso en 1095 hizo que el hedonista y no muy religioso poeta tuviese que escapar hacia la Meca. Todos estos textos sitúan suficientemente la base culturalista de la poética de Miguel Ángel Velasco desde sus orígenes. Que unos poemas como los de sus dos primeros libros, compuestos antes de los veinte años, se presenten tan nutridos de referencias cultas de todo tipo -literarias, artísticas, históricas- pone de manifiesto la intensa actividad intelectual del jovencísimo poeta que devora libros y comienza a experimentar con diversas drogas y que, a pesar del peligroso éxito temprano, guardará desde entonces un silencio apenas roto por alguna entrega semejante en tono y técnica a las anteriores, como Perico/oso sporgersi (I982I985) -premio Ciudad de Melilla 1985, publicado en 1986-, y que

se prolongará hasta diez años más tarde para volver a la poesía con muy distinta voz y con otros intereses estéticos, más afines a

l 11 icia, pues, El sermón delfresno un segundo tiempo en la poesía . 11 Vdasco marcado por la busca de un verso riguroso y una expre11111 dara que no excluye una gran riqueza de imágenes, un gran . 111111 inio del ritmo del lenguaje y sobre todo una nueva intensidad 1

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