Trabajo final Arqueología en Colombia

October 8, 2017 | Autor: Escobar Piedrahita | Categoría: Colombia, Arqueología, Valle Del Cauca, Canibalism
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Descripción

Trabajo final Arqueología en Colombia

Por: Santiago Escobar Piedrahíta

Fecha: 20 de septiembre de 2014


Introducción

Las sociedades prehispánicas tuvieron diversas maneras de representar el
poder que no siempre implicaban los ejércitos o los cacicazgos
militarizados que se describen en las crónicas de los españoles en el Nuevo
Mundo, estas representaciones muchas veces estuvieron relacionadas con los
llamados bienes de élite que tienen una carga simbólica de poder como su
nombre lo indica, entre estos bienes muchas veces se encontraron en el caso
de Colombia y diversas islas de las Antillas menores y mayores objetos
elaborados a partir de restos humanos, estos objetos guardaban en algunas
oportunidades relación con la antropofagia y la compleja concepción que
estas culturas tenían acerca de esta, del cuerpo y de cosmos en general,
este trabajo tratará de analizar las representaciones que tenía el
canibalismo en las culturas precolombinas y las relaciones en general que
estas guardaban con los conflictos entre diferentes grupos humanos además
de la mirada que los españoles tuvieron de esta situación en general;
comprender la relación entre estas tres variables podría llevar a tener una
visión más clara acerca de la mítica figura del caníbal y cómo esta tuvo un
papel crucial en la conquista de América, quizá de allí parta el interés
para realizar esta investigación.

El surgimiento del Caníbal

Tras la llegada de Colón a América los españoles establecieron contacto con
los Arawak, un grupo que habitaba las Antillas mayores y que se encontraban
en una disputa territorial con los Caribe, que ocupaban la región de las
Antillas menores sin ser autóctonos de estas, se habían expandido desde el
territorio continental, la palabra caribe significaba para el grupo que
llevaba su nombre osado o audaz, mientras que para los Arawak esta palabra
tenía un sólo significado: enemigo. 1 En el diario de Colón aparece en un
apartado del 23 de noviembre de 1492 el primer registro de la palabra
caníbales en la literatura occidental.

"[...] El Almirante navegó todo el día para la tierra, siempre al sur.
Sobre ese cabo se sobrepone otra tierra o cabo, que también va para el
este, y que aquellos indios que llevaba la llamaron de "Bohio". Decían que
era muy grande y que allá había una gente que tenía un ojo en la frente, y
otros que los llamaban de caníbales, de quién demonstraban tener mucho
miedo [...]"

La visión que los españoles tenían de las tierras desconocidas a las que
recién llegaban era mágica y supersticiosa por lo que muchas veces se
apresuraban en sus interpretaciones y describían monstruos o seres por el
estilo cuando veían un animal extraño, aunque el caso del canibalismo no
fue una de estas confusiones y años más tarde, cuando llegaran los
cronistas al continente registrarían cantidad de descripciones sobre los
procedimientos de estos seres que ellos consideraban influenciados por
presencias demoníacas.

Pedro de Cieza de Leon describe en sus crónicas a los nativos americanos
como seres despiadados, relata cómo sacrifican a los prisioneros de guerra
sin ningún remordimiento y en algunas oportunidades incluso ríen y cantan
mientras lo hacen, atribuye el origen de estos rituales al "Maligno"2, Fray
Bartolomé de las casas los describe como seres propensos a idolatría3 y en
general la percepción que se tiene de estos terrenos es de que están
influenciadas por entidades malignas, De las casas atribuye también esta
"condición de bestialidad"4 al clima de la zona y a "su propensión natural
al reconocimiento del ser superior, al consumir seres sagrados que mediarán
su relación con los dioses"5 .

El canibalismo en Colombia: zonas de interés

Hay diversos cronistas, entre ellos los citados en la parte anterior del
texto, que registraron el canibalismo en el territorio colombiano siendo
dos zonas las de principal interés: el suroccidente comprendiendo toda la
zona del Valle del Cauca hasta Popayán y de manera extensa en la amazonía
ni limitándose al territorio colombiano sino extendiéndose de manera aún
más amplia, hay qué tener en cuenta que todo este territorio formaba parte
de una gran unidad cultural durante la conquista y en los momentos previos
a esta que tenían cosmologías similares y compartían estilos de vida. En el
caso del amazonas se tenía una concepción del cuerpo y de la energía que en
él habita como parte de un sistema energético global del que hacían parte
animales, plantas, objetos y espíritus como lo plantea Dolmatoff en
Cosmología como análisis ecológico. El hecho de que estos objetos
estuvieran cargados de estas energías tenía diversas implicaciones en las
relaciones alimenticias y por lo tanto se necesitaba de ciertas técnicas de
preparación especiales tanto a la hora de cazar como de preparar los
alimentos para que estos perdieran su esencia y pudieran ser comidos sin
absorber el espíritu que se encuentra en ellos, de igual manera la guerra
era una entidad equiparable a la caza y no necesariamente separada de esta
por lo que las personas que eran devoradas pasaban por estos ritos que se
hacían alrededor del acto de alimentarse de igual manera.


La cosmología amazónica representan un cosmos organizado a partir de
relaciones predatorias que se derivan en la captura de nuevas sensaciones
de parentesco, cada muerte es una transformación que inicia, según los
casos, una nueva existencia o un renacimiento como categoría del ser.
Dentro de estas relaciones se concibe al ser como predador o presa teniendo
cada uno una parte de ambas; cada predación activa un ciclo de
transformación inevitable y compleja para el devenir del cosmos. 6 Dentro
de estas relaciones de predación de la que hacen parte los humanos hay un
claro ejemplo que es el de la comunidad Makuna, una vertiente de la familia
Tukana que tiene tres diferentes categorías ontológicas, los Yai (jaguares)
Masa (personas) y Wai (peces); dentro de cada una de estas categorías están
suscritos cada uno de los seres que existen a pesar de tener un nombre de
una especie específica, pues los jaguares representan la parte predadora de
todo ser, a su vez las personas son predadas por los jaguares pero predan
peces y por último los peces son meramente presas. Una persona puede llegar
a ser mayormente wai o mayormente yai de acuerdo a sus actitudes y
capacidades espirituales, de modo que aquí viene a lugar el Masa bari masa,
osea gente que come gente. 7

Estas distinciones ontológicas van de la mano de la marcada diferencia que
hay en el canibalismo amazónico entre el canibalismo guerrero o
exocanibalismo y el endocanibalismo; en cada una de estas prácticas está
marcada claramente la alteridad radical que representa la muerte para las
culturas amazónicas,8 en el primer caso, osea exocanibalismo, se está
consumiendo a un miembro de otra tribu muy probablemente enemiga en donde
se incorpora la alteridad de las demás tribus a la propia tanto a manera de
la creación de una identidad como en el caso de los Tupinambá o una
reivindicación de la identidad propia por medio de la venganza de los
propios muertos que han sido devorados por las tribus enemigos; de esta
manera al capturar al extranjero e incorporarlo a la comunidad propia
durante un tiempo a pesar de que se tiene la claridad de que en algún
momento será sacrificado, al final es devorado por toda la comunidad
reincorporando así las energías perdidas al momento de que la tribu enemiga
devorara al de la comunidad propia.


En el endocanibalismo por otra parte lo que está sucediendo se podría
asociar más a una antropofagia que a un canibalismo, teniendo en cuenta la
distinción entre ambas que plantea Cayón en la que "el canibalismo reconoce
una dimensión humana mientras que la antropofagia es simple alimentación" 9
aunque allí no se estaría hablando de una mera dimensión alimenticia se
estaría desconociendo la parte humana de la persona que se consume por
medio de las preparaciones que se le realizan, y es que cuando se habla de
endocanibalismo en la zona amazónica se está hablando de un consumo de
miembros del mismo grupo casi siempre orientado a manera de duelo y de
comprender que ahora ha pasado a formar uno con el cosmos, de modo que el
cuerpo humano se convierte mediante el acto de consumo en una pira
funeraria que opera el cambio definitivo y necesario, una destilación en la
que el organismo del devorador convierte todo lo que transita por el10; de
modo que desde el momento en que el cuerpo comienza a ser cortado se inicia
un proceso lento en el que se le separa de su condición humana11 lidiando
así con el duelo de esta manera, a su vez hay una revinculación de la
materia del que en un momento hizo parte de la comunidad con ella misma de
modo que de cierta manera se perpetua en su medio.

En el Valle del Cauca por otro lado el endocanibalismo no era algo común,
de hecho se podría decir que era un tabú, Trimborn dice que en esta región
el canibalismo no existía ente miembros de la misma tribu pues había una
profunda preocupación por el bienestar del cadaver. Los casos referidos en
los cronistas sobre señores que devoraban a sus esposas e hijos eran
errores conceptuales, pues las "esposas" en realidad eran esclavas ajenas a
la comunidad que muchas veces eran arrebatadas de su propias aldeas en
medio de los conflictos que muchas veces se hacían con este fin
explícito.12

Trimborn describe también en su libro Señorío y barbarie en el Valle del
Cauca la distribución geográfica que tuvieron los diferentes grupos
practicantes y no practicantes del canibalismo incluidos mapas en los que
muestra las maneras como eran sacrificadas las víctimas, cómo eran
preparadas y qué miembros de la tribu cumplían determinadas labores en
medio del proceso de preparación; se hace hincapié durante toda la lectura
a cómo el canibalismo en el Valle del Cauca se limitaba al caso guerrero;
aclara además que los pueblos caníbales se encontraban en una medida mucho
mayor al sur la Sierra de Abibe que al norte de esta. Respecto al papel que
cumplían las esposas e hijos de los señores en el canibalismo se aclara que
incluso a pesar de descender de estos sujetos que ocupaban una posición
elevada en los cacicazgos no eran considerados miembros de la comunidad en
sí al ser su madre ajena a esta, de esta manera el que se sacrificara y
comiera a los niños que descendían de los señores no comprende en sí mismo
una violación a las pautas sociales que se tenía en estas comunidades.13

Tanto en el Valle del Cauca como en la región de la amazonía era un
constante el conservar objetos relativos a las víctimas que por medio de
ciertos tratamientos y rituales pasaban a formar bienes de élite, esto será
discutido más adelante pero vale la pena mencionar que muchas veces los
dientes de los sacrificados, sus cráneos, pieles, huesos y la misma carne
que se consumía tenían una profunda significación espiritual en la que
representaban al sujeto que había sido sacrificado junto con su esencia por
llamarlo de alguna manera.

En la literatura histórica hay muchos ejemplos de descripciones de esta
zona como dominada por cacicazos militarizados en donde se encontraban en
un estado permanente de guerra total, estas crónicas son secundadas por los
trabajos arqueológicos y etnográficos de Dolmatoff en la zona.
Descripciones como esta relativa a las prisiones de madera en las que
engordaban a los enemigos en Jijón de Camaño abundan en la literatura sobre
el tema:


"Es gente desnuda y caribes y mayores carniceros que hay en todas las
indias, de suerte que los vivos son sepultura de los muertos, hase visto y
averiguado comer hermano y hermana y marido y mujer y aún hijo al padre. Es
costumbre entre ellos los que prenden a los enemigos, que todos los son
unos pueblos de otros, ponerlo en una prisión de madera a engordar, y el
día que lo han de comer lo sacan atado a la puerta principal del cacique o
indio principal y allí hacen ritos y ceremonias, cantando alrededor del que
luego han de comer, y cuando le parece al cacique o indio principal llegan
un anda? e otro indio que corta al indio ( .....) estando vivo y
prosiguiendo (...... ) haya sido tanto exceso como en esta villa, que se
han comido unos a otros en más cantidad de ocho mil indios"14

En esta cita de Crónica del Perú por Pedro de Cieza de León describen de
igual manera las jaulas de madera en la que engordaban a los prisioneros,
además corresponde a la misma región geográfica:

"Dentro de las casas de los señores tienen de las cañas gordas que de suso
he dicho, las cuales, después de secas, en extremo son recias, y hacen un
cercado como jaula, ancha corta y no muy alta, tan reciamente atada que por
ninguna manera los que meten dentro se pueden salir; cuando van a la
guerra, los que prenden pónenlos allí y mándales dar muy bien de dar de
comer, y de que están gordos, sacanlos a su plaza, que están junto a las
casas, y en los días que hacen fiesta los matan con gran crueldad y los
comen: yo vi alguna destas jaulas o cárceles en la provincia de Arma."15

Simbologías de poder

El conservar elementos de las presas tales como sus dentes o pieles
significa en sí estar cargando con su esencia y para poder llegar a
cargarlos de manera segura tienen qué ser sometidos a una serie de procesos
que de no ser llevados a cabo de manera efectiva podrían llevar a la
transformación definitiva del ser que los porta en la víctima, esto se da
debido a que en los rituales caníbales lo que se está llevando a cabo es
una absorción de las características vitales de la víctima para así
reincorporarlos al guerrero que le da muerte y lo consume16 de modo que
como plantea Vacas Mora en su artículo Cuerpos, cadáveres y comida "uno es
lo que come y cómo lo come."17

En las comunidades amazónicas practicantes de la antropofagia el guerrero
que captura y da muerte a la víctima pasa por un complejo ritual en el que
después de cantos y bailes sucede el sacrifico, tras este el guerrero que
lo llevó a cabo gana otro nombre y entre más nombres se tengan más
prestigio se tiene; estos nombres son representados por incisiones que se
les hacen en los brazos y cuyo número significa también el número de
nombres que se le ha dado al guerrero, las víctimas eran comidas por sus
captores y sus cráneos eran situados en picas alrededor de la aldea
constituyendo estas un gran orgullo para la misma pues representaba sus
cualidades como guerreros y el poder que estas ostentaban, tras este ritual
se entraba en un proceso de duelo en el que el guerrero pasaba el día
tirado en una hamaca disparando con su arco a un blanco que se situaba
expresamente con este fin para así dejar atrás el asesinato que acaba de
realizar, luego tiene qué pasar por un proceso de reinserción social en la
que vuelve a ser persona, pues se considera que después de realizar el
ritual el guerrero quedó en un estado mucho más cercano al del jaguar que
al del hombre.18

En los señoríos del Valle del Cauca hubo elementos importantes de la
estructura social ligados al canibalismo y las prácticas que se derivaban
de este, el deseo de subordinar al enemigo incluso en su muerte y
conservarlo como esclavo dio lugar al mito del cadáver viviente, las
calaveras se conservaban, sus pieles eran rellenas de ceniza y conservadas
de manera muy similar a como estuvieron en vida, tanto que hasta se les
ponían armas en las manos para representar los enemigos que fueron en vida
o en otras oportunidades las pieles eran convertidas de tambores,19 esta
era una práctica en la que la subordinación del muerto llegaba a un punto
bastante extremo pues su voz representada por medio del sonido del tambor
era utilizada para los propósitos guerreros de la comunidad que lo tenía,
el sonido de los tambores es también una constante en los trabajos de los
cronistas que describen cómo se aproximan los nativos a la guerra como en
este apartado de Fray Gaspar de Carvajal:

"...andaban entre esta gente y canoas de guerra cuatro o cinco hechiceros,
todos encalados y las bocas llenas de ceniza, que echaban al aire, en las
manos unos guisopos, con los cuales echaban agua por el rio a manera de
hechizos, y después que habían dado una vuelta a nuestros bergantines de la
manera dicha, llamaban a la gente de guerra, u luego comenzaban a tocar sus
cornetas y trompetas de palo y atambores y con muy gran grita nos acometía;
pero, como tengo dicho, los arcabuces y ballestas, después de de Dios, eran
nuestro amparo."20

La identificación de los señores con jaguares en el sentido de cazadores y
poderosos también es una constante en el Valle del Cauca como lo expresa
Pineda en su texto Los señores felinos y la servidumbre voluntaria , donde
plantea que la identificación de los señores con rasgos animales como las
garras del jaguar por medio de las largas uñas que tenían producto de no
cortarlas durante años o su pelo largo igualmente o las plumas de las
águilas con que se adornaban muestran una imagen del cacique como el
antropófago inmortal y se mitifica su figura de esta manera, además de ser
la persona poseedora de los bienes de élite extraídos de la víctima que era
sacrificada.21

La imagen de los señores como fuertes e inmortales también está presente a
la hora de disponer del cuerpo de estos, como ya se mencionó anteriormente
los planteamientos de Trimborn dicen que el respeto por el cuerpo de la
comunidad propia evitaba que existiera el endocanibalismo y esto se ve
reflejado claramente en el hecho de que al morir los señores fueran
disecados y enterrados con todas sus pertenencias y dos de sus esclavos que
eran sacrificados en el lugar en tumbas de las que la comunidad general
aparentemente no conocía la ubicación,22 estas afirmaciones etnográficas
hechas por los cronistas concuerdan con el registro arqueológico en el que
esta clase de enterramientos donde los cuerpos están acompañados de bienes
materiales que sugieren que se trataba de una persona de poder se pueden
encontrar en la región occidental de Colombia.

Canibalismo y guerra en la arqueología

Desde las investigaciones arqueológicas resulta difícil establecer si hubo
o no canibalismo en determinadas sociedades y poblaciones pero el estudio
de sus pautas poblacionales puede llevar a mostrar evidencias de conflictos
entre diferentes comunidades y el por qué de que estos hayan sucedido,
Carneiro defiende en varios artículos sus planteamientos sobre la manera
como se articulan las prácticas guerreras con los patrones de asentamiento
y distribución para concluir que la guerra como institución es una
propiedad exclusiva de los cacicazgos pues en los pueblos anteriores a
estos lo que existían era pequeños conflictos por las mujeres ente otros
mientas que una vez se desarrollaban los cacicazgos se trataba de guerras
formales por territorios fértiles principalmente, sin embargo
investigaciones como la expuesta en el libro Arqueología y guerra en el
Valle de Aburrá contradicen estos planteamientos ya que durante los
cacicazgos tardíos en la zona del Valle de Aburrá y el Valle del Cauca los
conflictos no estaban necesariamente orientados a la ocupación de tierras
fértiles23, de igual manera vale la pena mencionar que durante esta misma
época fue en la que llegaron los españoles, en ese momento la etapa de
cacicazgos tardíos se encontraba bajo desarrollo y fue interrumpida por el
proceso de conquista, sin embargo los planteamientos que hace Carneiro
acerca de la guerra siguen estando presentes en cuanto a la densidad
poblacional y la creación de aldeas capitales en las que se concentraba un
mayor número de personas en lugar de un patrón poblacional disperso en el
que no aparenta haber unidad alguna; estos patrones pueden ser vistos
mediante el estudio de los yacimientos arqueológicos que permiten
establecer el tamaño de las diferentes comunidades junto con sus prácticas
cotidianas y un cálculo aproximado de su densidad poblacional en base a la
acumulación de materiales que se presente alrededor de la zona.

En los estudios expuestos en el ya mencionado libro de Arqueología y guerra
en el Valle de Aburrá se menciona además que hubo diferentes etapas de
asentamiento que no necesariamente se desarrollaban de igual manera y en
todos los territorios, esto llega a ser bien sabido por los diversos
planteamientos de cantidad de antropólogos acerca de cómo la cultura no es
una única línea que avanza en una sola dimensión sino que existen miles de
procesos independientes, así que las diferentes pautas poblacionales que se
dan a lo largo de la región suroccidental colombiana no quieren decir
necesariamente que estos cacicazgos no existieran. Muchos cronistas
escriben que vieron aldeas desoladas por la guerra donde todo había sido
quemado y destruido, esto bien puede obedecer a una destrucción voluntaria
de las aldeas por parte de sus comunidades con el fin de desplazarse a un
nuevo territorio o bien puede formar parte del fenómeno denominado
"buffering zones" osea zonas desocupadas entre los asentamientos que
sugieren que al existir una rivalidad entre dos grupos humanos se crea una
separación ente ambos debido a la necesidad de permanecer unidos como
comunidad a la hora de defenderse de los ataques, pues lógicamente resulta
más fácil defender una aldea centralizada y con un considerable número de
habitantes que muchos caseríos dispersos con fuerzas no tan unificadas, de
manera que los planteamientos de Carl Henrik Langebaek, autor de dicho
libro, acerca de cómo el aumento de las densidades poblacionales y la
conformación de aldeas centrales como núcleos administrativos de los
pueblos no sólo forman evidencia acerca de procesos de complejización
social y surgimiento de cacicazgos sino que también pueden llegar a indicar
que existe un conflicto con comunidades vecinas, sin ser este
necesariamente por tierras fértiles.24

El hallazgo de restos de flechas y dardos en el Valle de Aburrá y la
presencia de lanzas en el Valle del Cauca junto con las representaciones
cerámicas de guerreros que se encuentran dispersas por todo este territorio
forman parte de la evidencia arqueológica que se tiene de las sociedades
que allí vivieron y plantean claramente la posibilidad de conflicto, sin
embargo puede que el poder que estas constituyeran como ya se expresó en lo
relativo a los señoríos viniera más de una construcción simbólica del poder
que de cacicazgos militarizados.

A pesar de que la evidencia de casos referidos específicamente al
canibalismo desde la arqueología es escasa por no decir inexistente en el
territorio colombiano o por lo menos el acceso a estos estudios no es para
nada sencillo en algunos lugares del planeta se han realizado estudios como
los de los Anzasi en el sudoeste de Estados Unidos, en el sudoeste de
Colorado se encuentra un yacimiento conocido como Cowboy Wash datado
alrededor de 1150 D.C en el que fueron encontrados los cuerpos de siete
personas de ambos sexos y edades variadas que fueron desarticulados,
descarnados y cocinados en el lugar. En una de las casas se encontró un
coprolito humano que contenía mioglobina, una molécula que se encuentra
únicamente en los músculos esqueléticos y cardíacos. Su presencia en el
coprolito sólo podía deberse a la ingestión de carne humana. 25

Así que este hecho constituye una evidencia clara y concisa de consumo de
carne humana por medio de humanos, sin embargo hay muchas evidencias que si
bien pueden ser refutadas sugieren esta práctica como lo son las marcas en
los huesos que los especialistas asocian con prácticas caníbales; son
estrías ocasionadas por el descarnamiento, fragmentaciones producidas al
extraer la médula ósea y trazas de calcinación debidas a la cocción.26


Influencias españolas en las prácticas caníbales

Una propuesta bastante interesante alrededor del tema del canibalismo es la
influencia que jugaron los españoles en esta práctica. La idea de que el
canibalismo no es más que una creación de los cronistas para justificar la
conquista y aniquilación de los pueblos nativos si bien no es cierta puede
tener algo de correcta, pues transmitir la imagen de los nativos como
bárbaros y peligrosos ayudó a que se le diera permiso a los colonizadores
de exterminar a los pueblos que habitaban el nuevo continente sin
remordimiento alguno. "En el libro primero de la recopilación de Leyes de
los Reinos de las Indias, Título primero De la Santa Fe Católica, figura la
Ley VII que en la actualidad no puede menos que causarnos asombro. Dice
así:

Ordenamos y mandamos a nuestros Virreyes, Audiencias y Governadores de las
Indias, que en todas aquellas Provincias.. prohiban expresamente con graves
penas a los Indios.. comer carne humana, aunque sea de los prisioneros, y
muertos en la guerra.. y haciendo lo contrario, los castiguen con mucho
rigor

Esta ley fue promulgada por Carlos V el 23 de junio de 1523. Fue referida
por la Emperatriz Gobernadora el 23 de agosto de 1538 y por el Príncipe
Gobernador en 1551. Casi treinta años entre una fecha y otra, lo que denota
la magnitud y persistencia del problema." 27 Esta cita demuestra demás cómo
el canibalismo fue una herramienta de dominación para conquistar,
evangelizar y esclavizar a los pueblos indígenas,28 sin embargo
planteamientos como el de Roberto Pineda en Malocas del terror defienden
que quizá el canibalismo haya sido una reactivación al máximo de los
símbolos de violencia propios de los indígenas como respuesta a la
violencia generalizada provocada por los españoles y a manera de respuesta
para amedrentar al enemigo y lograr militar y simbólicamente su derrota,29
este planteamiento también es desarrollado por Trimborn en Señorío y
barbarie en el Valle del Cauca que dice respecto a las descripciones de
cómo los indígenas apresaban a sus cautivos y los amarraban que quizá esta
práctica haya surgido ante la vista de que los españoles ataban sus
prisioneros, de modo que la tradición española de atar a los presos se
combinó con la nativa de cortarles la cabeza con un cuchillo de pedernal y
esta es retratada por los cronistas como la imagen del caníbal que hasta
hoy perdura.

Conclusiones

El canibalismo ha sido usado a lo largo de la historia como un indicador de
barbarie y salvajismo sin considerar los contextos sociales en los que se
llevaba a cabo junto con la cosmología de los pueblos y por supuesto su
particular relación con el medio ambiente, el no tener en cuenta estos
aspectos han llevado al terrible malentendido de concebir el canibalismo
como violencia extrema y carente de sentido muchas veces incluso asociada a
prácticas satánicas. Esta malinterpretación se evidencia constantemente en
la arqueología cuando los objetos son sacados de su contexto y observados
sin tener en cuenta todos los antecedentes que los rodean y así muchas
veces se tiene una concepción completamente equívoca del valor que tenían
los objetos, cosa que se puede evidenciar principalmente en los objetos
simbólicos como los bienes de élite como mencioné anteriormente en este
escrito en la parte de las simbologías del poder.

Dentro del canibalismo está suscrita toda una lógica de poder de una
sociedad que se vio obligada a desaparecer por los conquistadores, de esta
no quedan más que las crónicas parcializadas por una mirada occidental y
que juzga a la vez que procesa y unas cuantas evidencias físicas que
permiten imaginar lo que fue esta tierra en los tiempos pasados. Una
cultura propia que ha sido pisoteada ya por varios siglos y reemplazada por
una identidad impuesta y con la que nos identificamos a nosotros mismos
como inferiores es la razón de que sigamos considerando esta clase de
concepciones ajenas a las nuestras como simples evidencias del primitivismo
y la barbarie en lugar de preocuparnos por comprenderlas, es un rechazo de
la alteridad y una perpetuación del mito del mundo occidental como absoluto
y superior. A pesar de recoger principalmente elementos etnohistóricos a lo
largo del trabajo la intención de este ha sido principalmente la de
reivindicar los contextos y comprender que hay miradas diferentes a la que
durante tanto tiempo se nos ha inculcado, sólo de esta manera se logrará
una mirada clara y sin prejuicios de los restos materiales las culturas de
las que -aunque lo neguemos- descendemos en gran parte.


Referencias:

1: El nacimiento del caníbal: un debate conceptual, Yobenj Chicangana, pág.
5.

2:La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda, pág.
5.

3: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda, pág.
11.

4: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda, pág.
9.

5: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda, pág.
9.

6: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 7-9.

7: Gente que come gente, Luis Cayón, pág 21-23.

8: Gente que come gente, Luis Cayón, pág 19.

9: Gente que come gente, Luis Cayón, pág 3.

10: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 10.

11: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 10.

12: Señorío y barbarie en el Valle del Cauca, Hermann Ttrimborn pág 398-
406.

13: Señorío y barbarie en el Valle del Cauca, Hermann Ttrimborn pág 408-
409.

14: Malocas del terror, Roberto Pineda Camacho, Revista de antropología
Universidad de los Andes vol. 3 # 2, versión digitalizada, pág. 80.

15: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda,
pág. 5.

16: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 16.

17: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 19.

18: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda, pág.
3-4.

19: Los señores felinos y la servidumbre voluntaria, Roberto Pineda
Camacho.

20: La pasión por la guerra y la calavera del enemigo, Roberto Pineda,
página 1.

21: Los señores felinos y la servidumbre voluntaria, Roberto Pineda
Camacho.

22:Los señores felinos y la servidumbre voluntaria, Roberto Pineda Camacho.

23: Arqueología y guerra en el Valle de Aburrá, Carl Henrik Langebaek, pág
17.

24: Arqueología y guerra en el Valle de Aburrá, Carl Henrik Langebaek, pág
63-79.

25: No comerás a tu prójimo, Raúl A. Alzagoray
(http://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Futuro/01-03/01-03-10/nota_a.htm)
información acerca del coprolito tomada de El nacimiento del caníbal: un
debate conceptual, Yobenj Chicangana, pág. 15.

26: No comerás a tu prójimo, Raúl A. Alzagoray
(http://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Futuro/01-03/01-03-10/nota_a.htm)

27: La antropofagia en América en tiempos de la Conquista, Teresa Piossek
Prebisch, Revista de historia de América (Méxio) No. 123, ene-dic 1998,
pág. 8.

28: Cuerpos, cadáveres y comida, Victor Vacas Mora pág 4.

29: Malocas del terror, Roberto Pineda Camacho, Revista de antropología
Universidad de los Andes vol. 3 # 2, versión digitalizada, pág. 89.
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