Textos latinos en asturiano en la prensa española del siglo XIX

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Descripción

José María Maestre Maestre Manuel Antonio Díaz Gito Alberto Romero Ferrer (eds.)

Francisco Mariano Nipho El nacimiento de la prensa y de la crítica literaria periodística en la España del siglo XVIII

ALCAÑIZ – MADRID 2015

Francisco Mariano Nipho. El nacimiento de la prensa y de la crítica literaria periodística en la España del siglo XVIII; prólogo de José Mª Maestre Maestre, Manuel Antonio Díaz Gito, Alberto Romero Ferrer.Alcañiz: Instituto de Estudios Humanísticos; Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas; Cádiz: Universidad de Cádiz, Editorial UCA; Cáceres: Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones; Zaragoza: Universidad, Servicio de Publicaciones; Teruel: Instituto de Estudios Turolenses; 2015. XX, 493 p.; 24 cms. ISBN 978-84-00-09898-8 eISBN 978-84-00-09899-5 1. Nipho, Francisco Mariano 2. Prensa 3. Crítica literaria - Crítica literaria periodística 4. Ilustración I. Maestre Maestre, José Mª, ed. II. Díaz Gito, Manuel Antonio, ed. III. Romero Ferrer, Alberto ed. IV. Instituto de Estudios Humanísticos, ed. V. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ed. VI. Universidad de Cádiz, Editorial UCA, ed. VII Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones, ed. VIII. Universidad de Zaragoza, Servicio de Publicaciones, ed. IX. Instituto de Estudios Turolenses, ed. X. Título. OTRAS ENTIDADES COEDITORAS Y PATROCINADORAS

© INSTITUTO DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS y CSIC Coordinación editorial y premaquetación: Manuel A. Díaz Gito Portada y diseño: Olga Ramos Maldonado Ilustración de cubierta: Portada del “Plan del Diario” del primer periódico fundado por Francisco Mariano Nipho (reproducida a partir de la edición facsimilar publicada por el Ayuntamiento de Alcañiz en 1992 con la gentil cooperación de la Hemeroteca Municipal de Madrid). Maquetación: Jesús Serrano Cueto ISBN: 978-84-00-09898-8 eISBN: 978-84-00-09899-5 NIPO: 723-14-173-6 eNIPO: 723-14-174-1 D.L.: M-35457-2014 Imprime: Imprenta Kadmos (Salamanca)

Ramiro González Delgado

Textos latinos en asturiano en la prensa española del siglo XIX1

Si en el siglo XIX las literaturas clásicas (griega y latina) sirvieron de modelo para crear las historias de las literaturas nacionales modernas, las traducciones de los textos grecolatinos contribuyeron a dignificar la lengua a la que se vertían, sobre todo si estas lenguas eran minoritarias. En Asturias, los autores que emplean la lengua regional quieren que ésta tenga un mayor prestigio, se enriquezca y se valore: uno de los recursos con los que cuenta es verter al asturiano textos considerados modélicos, como los latinos.2 Pretenden demostrar que el asturiano no es una lengua de segunda fila y que es capaz de expresar literariamente lo mismo que las obras de una literatura que tiene el privilegio de ser universal y modélica. Así, autores universales entran a formar parte de una literatura local. Se comienzan a traducir poemas que ven la luz en periódicos y revistas de la época, aunque también encontramos alguna traducción en antologías o libros específicos. Esta comunicación presenta los primeros textos latinos traducidos a lengua asturiana, publicados en su mayoría en la Revista Asturias y La Ilustración Gallega y Asturiana. El autor escogido es Horacio y los traductores son Justo Álvarez Amandi y Juan María Acebal, que rivalizan por ser los primeros traductores del Beatus ille. En este momento, M. Menéndez Pelayo en su obra Horacio en España y A. Balbín de Unquera, desde la prensa de la época, planteaban la viabilidad del bable para traducir textos latinos. Acebal replicará. 1 [email protected]. Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación nacional FFI2010–14963 y en los grupos de investigación UCM 930136 (HLGE) y LAPAR (HUM002: financiado con los fondos FEDER a través del IV Plan regional I+D+I del Gobierno de Extremadura). 2 Recordemos en este sentido las palabras de M. J. Canellada (1988: 25): “La idea de enriquecer el asturiano con los logros geniales de los grandes poetas, me parece muy digna de aplauso”. También X. Gago (1987: 76): “Hai que traducir los grandes clásicos de les llingües europees, desde los griegos endelantre”. Recordemos que el propio X. Gago es también el traductor al asturiano de la obra de Safo (Poemes y fragmentos, Ed. Academia de la Llingua Asturiana, Uviéu 1985) y de Homero (Odisea, Trabe, Uviéu, 2007).

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Comienzo y rivalidad: el Beatus ille En el siglo XIX Horacio era un autor modélico y su poema Beatus ille (Ep. II), extenso elogio de la vida del campo, resultaba interesante para el mundo astur3 y ya contaba con traducciones en otras lenguas regionales de España: Francisco Pons lo había vertido al catalán4 y José García Mosquera al gallego.5 Así, era el texto idóneo para traducirlo al bable y se convertirá en el primer poema traducido de otra lengua al asturiano.6 La historia de las traducciones de esta oda es curiosa. En la primera edición de Horacio en España, Marcelino Menéndez Pelayo decía que no conocía ninguna traducción de Horacio al bable porque era ésta una lengua pobre para expresar “las exquisiteces de la poesía horaciana”. Cuando se entera Justo Álvarez Amandi,7 catedrático de Filosofía y Letras de la Universidad de 3

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Antes de las primeras traducciones, la literatura asturiana ya contó con la adaptación que de esta oda hizo el poeta y antólogo José Caveda y Nava: “La vida de la aldea” (1839), elogio de la vida rural desde una perspectiva moralizadora. La podemos leer en J. Caveda & F. Canella Secades (1887: 215–220). Anotamos unos versos para que se vean los ecos horacianos (112–122): “Gústolu yo tranquilu y sosegadu, | en tantu que baxando á la fontana, | bebe sos agües pures el ganadu, | (115) antes que les caliente la mañana. | Corre dempués á fartucase al pradu;| véolu yo pacer de bona gana, | y les oveyes reblincar llozanes, | y animáse col día les quintanes. | (120) Que ya atruenen el monte y carbayeres | el chirridu del carru, y los cantares | de los mozos que van á sos q’haceres”. M. Menéndez Pelayo (1885: I: 304) da noticia de esta traducción, aunque parece que la conoce de oídas, pues no dice dónde está publicada. Comenta que el traductor la “tradujo muy bien (según es fama)”. La traducción, en 82 versos y datada en 1858, aparece en la Gramática Gallega de Saco y Arce (Lugo 1868). M. Menéndez Pelayo (1885: I: 291) señala que se trata de “una versión muy apreciable”. Sobre traducciones de textos grecolatinos a lenguas minoritarias de España, cf. R. González Delgado (2005). Cf. R. d’Andrés (1992), B. Piñán (1993), X. Viejo Fernández (1997) y X. Martino Ruz (2003) para la historia de la traducción en la literatura asturiana. Justo Álvarez Amandi (Oviedo, 28/V/1839–19/II/1919) fue un hombre de enorme cultura humanística. Estudió Leyes, se licenció en Derecho y se doctoró en Filosofía y Letras. Cuanto todavía era estudiante, ejerció de profesor en diversas materias desde 1858 (Literatura Latina, Literatura Castellana, Lengua Griega, Historia Universal y Geografía). En 1866 ganó la cátedra de Retórica y Poética en el Instituto de Tapia, donde, además de profesor, fue también secretario del centro. El 5 de junio de 1876 lo nombran catedrático de Literatura Latina de la Universidad de Oviedo. Fue además catedrático de Metafísica y de Lógica Fundamental. En 1897 resultó electo decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Ejerció también como miembro del Ilustre Colegio de Abogados y como periodista (fue cronista religioso de Oviedo para El Carbayón y escribió sobre diversos temas: ciencia, literatura, bellas artes, sucesos... –firmaba muchos trabajos con pseudónimo, algunos sin identificar–). Destacamos especialmente sus obras Poetas y prosistas latinos: resumen de la literatura latina (s/d), Lecciones de literatura

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Oviedo, se pone a traducir esta oda para enviársela a Menéndez Pelayo.8 Antes de hacerlo, se la enseñó a su amigo Juan María Acebal,9 que se aprovechó de la idea, hizo una versión propia y la publicó en la Revista Asturias núm. XXVIII del 5 de agosto de 1878, datada el 11 de junio y bajo el título “Vite Rusticae Laudes” (sic), convirtiéndose así en la primera traducción al asturiano de un texto latino pagano publicada.10 Aparecerá de nuevo en La Ilustración

latina (Oviedo 1880) y Apuntes histórico-literarios sobre la antigua Grecia (Madrid 1881). Sobre su biografía, cf. C. Suárez (1936: 229–232). 8 Podemos leer la carta y la traducción de Álvarez Amandi en J. M. Martínez Cachero (1957: 261). La carta, fechada el 21 de agosto de 1878, dice: “Muy Sr. mío de toda mi estimación: Desde que vi en su libro sobre Horacio que el bable o dialecto de Asturias no figuraba allí por falta de traductores, formé empeño en verter a esa habla provincial la famosa oda segunda del libro V, con ánimo de remitírsela a Vd. y dedicársela, sin pretensiones de ninguna clase [...]. Hace ya bastantes semanas que mi traducción está hecha. Mas yendo a consultarla con el distinguido cultivador del bable D. Juan M.ª Acebal, ese señor se aprovechó de la idea, y dió a luz en la Revista de Asturias una traducción, que desde luego por su elegancia y soltura califico de muy superior a la mía. Si la mía tiene algún mérito, es desde luego el único de la fidelidad de la versión, hasta donde mis fuerzas y la dificultad de estas obras alcanzaron”. 9 Juan María Acebal (Oviedo, 8/III/1815–16/II/1895), “el príncipe de los poetas asturianos” según lo denominaron sus contemporáneos, fue un poeta que quiso hacer poesía culta en bable. Personaje muy católico, quizás estuvo marginado por su ideología carlista. Nos interesa de este autor el hecho de que ingresara como novicio en el convento de San Vicente de Oviedo, donde estudió latín hasta que una ley liberal de 1834 disolvió los noviciados. Pasó entonces al Colegio de los Jesuitas de San Isidro en Madrid, para hacer los estudios de Humanidades y Filosofía, que abandona un año más tarde, cuando el gobierno disuelve y expulsa esta orden religiosa de España. Regresa entonces a Asturias sin terminar sus estudios. Comienza con negocios industriales. Además de su actividad empresarial, Acebal se dedicó a escribir en periódicos, modelar bustos y desarollar trabajos filológicos. La mejor biografía del autor puede leerse en A. García (1995: 9–30). Cf. tamién C. Suárez (1936: 77–79), que ya señala: “El más culto y atildado de nuestros poetas en bable; el más académico de todos. Por esto y por su escasa fecundidad, no fué tan popular como otros” (p. 77). Sobre la poesía de Acebal, cf. J. M. Caso González (1982). 10 La traducción iba acompañada del siguiente comentario: “La traducción que el Sr. Acebal ha hecho de la oda de HoracioVitae rusticae laudes, revela un profundo conocimiento del idioma del Lacio y de nuestro provincial dialecto, á la par que demuestra una vez más las dotes poéticas que adornan al laureado autor de otras composiciones análogas. La traducción es fidelísima, expresiva, concisa, y de seguro que nuestros abonados la verán con singular complacencia; complacencia que en nosotros produce el deseo de que nuestro amigo nos favorezca en adelante con un concurso que le rogamos y que nos honrará” (Revista de Asturias, 5/VIII/1878, pág. 351). De esta revista hay una edición facsimilar moderna (Gijón 1995, tomo I: 1877–1888: 347). M. Menéndez Pelayo (1885: I: 296–298) y E. García Rendueles (1925: 72–73) –que parece seguir la versión publicada por el santanderino– toman su versión de este periódico.

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Gallega y Asturiana, tomo I, núm. 2 (20 de enero de 1879), p. 21,11 versión que reproduciremos aquí. Podemos afirmar que Juan María Acebal ha ido puliendo su traducción conforme va avanzando el tiempo. Cuando se publica en 1885 la segunda edición de Horacio en España, Menéndez Pelayo incluye las dos traducciones y antepone el siguiente comentario (1885: I: 296): Siguiendo el mismo instinto de parodia [que las fábulas mitológicas de Marirreguera], se han hecho en nuestros días, por alarde de ingenio y de facilidad en el manejo de un dialecto tan dulce, tan mimoso y tan pintoresco, los dos siguientes ensayos de traducción del Beatus ille horaciano, el primero por D. Juan María Acebal, y el segundo por D. Justo Álvarez Amandi, catedrático de la Universidad de Oviedo. Esta última es inédita, y su autor me la ha remitido en Mayo de 1878.

Con esta nota, el estudioso deja claro quién fue el primer traductor de Horacio al asturiano, aunque su publicación sea posterior. Pero, con estas palabras, Menéndez Pelayo se mantiene en su afirmación de las posibilidades de la lengua asturiana. Así, las dos traducciones de Horacio al asturiano son “alarde de ingenio y de facilidad en el manejo del dialecto” y, junto a las fábulas mitológicas de Antón de Marirreguera, un “instinto de parodia”. Veamos las dos versiones del Beatus ille: Dichosu el que en sin tratos nin contratos, Dichosu’l que, viviendo separtáu como antaño vivín, la reya mete De tóo lo que cansa la mollera, nes tierres de so pá, con armentíos Como fizo la xente d’otros tiempos, de suyo, en sin pagar usura y rentes. Cuida non más que de cavar la tierra 5 Que i vieno de so pá, llibre d’usures, Nin lu alteria el clarin como al soldau, nin cruxia i da el mar que gufa y fierve; Pos sos güés ayudau ‘n’a faena. nin al xuez nin palacios de los ricos Non lu fai alteriase co’l toquidu con pleitos va, nin á pisar les puertes. Que llama á los soldaos la trompeta; Empareya, eso sí, los altos álamos Nin el mar, cuando bufa tan furiosu 11 En este periódico la traducción aparece precedida de la siguiente nota: “El Sr. Menéndez Pelayo, en su erudita obra Horacio en España, dice: ‘No tengo noticia de que este poema haya sido trasladado nunca al bable o dialecto asturiano’. El deseo de suplir en parte tal vacío, me movió a hacer, sin pretensiones de ninguna especie, la siguiente traducción del Beatus ille, que es la oda más á propósito, por la materia de que trata. | Otros con más conocimientos completarán acaso lo que yo solamente puedo hacer de una manera imperfecta, y que tal cual les ofrezco á los lectores de La Ilustración Gallega y Asturiana” (p. 21). Es el texto que toma para su edición A. García (1995: 143–146). También contamos con un manuscrito de este poema que apareció entre los escritos de Acebal y que no se corresponde con ninguna de las versiones publicadas. Podemos leerlo en A. García (1995: 179–181). Cf. R. González Delgado (2004) que ofrece las tres traducciones con sus variantes textuales.

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co’les rames de parra que mas medren. 10 y corta, pa ensiertar de meyor casta, ramascos que non valen, co’l focete; o tisba la brañada de sos vaques que, lloñi, ’nun requexu pacen sueltes; o estruye y guarda miel en fresques xarres 15 o tosquila oveyaques que i enfermen. Y désque la Seronda ensiña hermosa p’el campu ya maúres les colleches, ¡con que gustu les peres ensiertaes, 20 y racimos bermeyos elli cueye, que á ti, Priapu, ofrez, y á ti, Silvanu, curiador de los finsos y les seves! Ya so un vieyu carbayu i petéz chase, ya enriba la herba espesa va tendese; 25 y ente el baxar del monte los regatos, los páxaros garliar ’n’es carbayeres, y gurgutar manando les fontiques, viéni la mermeyera sele, sele. En llegando’l inviernu co’los truenos, 30 chubascos, turbionáes y les ñeves, ya emburria xabalinos pa les trampes, de’quí y d’allí con perros y con pértigues, y engañando á los tordos traguilones, en forqueta sotíl pon sotíl rede, 35 o piesca en llazu, premios de so gustu, viaxera grulla ó la miedosa llebre. ¿A quién, andando ansí, les moliciones, que vienen co’l amor, no i se escaécen? Con una muyer fiel, que por so parte, 40 casa y fios queridos bien arregle, (como Sabina, ó la del xanu Apúliu perquemada con tantes soleyeres) qu’eche al benditu fuebu lleña seca, désque el home rendiu á casa allegue; 45 y corripiando reblincones cabres, yos esmuza les ubres qu’están llenes; y espicando á un barril vino del añu, viandes de casa tóes apareye... Non quixera nin cáscares llucrines, 50 nin rodaballu y éscaros con elles, mas qu’el inviernu crudu y tormentosu los echás pa isti mar del mar saliente.

Y mete’l resoplíu ‘n ’la pelleya; Nin i gusta con pleitos y camorres Andar pe los xuzgaos y l’audencia; Y á los palacios de los señorones, Que ‘stán tan altos, en xamas s’allega. Pero dacuando al álamu más altu Ata les rames llargues de la cepa, O mira desde loñi que ’n el práo Cuerren les vaques por ente la hierba; Ó con la foz cortando ramos ruinos Otros meyores en seguida enxerta; Ó la miel apertada del caxiellu Coye ‘n tarreños llimpios muy á presa, Ó porque ve quiciavis que ‘stá flaca, Se pon á tosquilar dalguna oveya. Y cuando pe los campos el otoño Apaéz arrodiada la cabeza De manzanes sabroses, ¡cómo entoncies Coye gozosu la ’nxertáa pera Y el recimu ’ncarnáu más que sangre, Pa ofrecételu á ti, dios de la güerta, Príapo, como á ti tamién, Silvano, Que de sebes y finsos lleves cuenta! D’elles de veces d’un carbayu vieyu El tirase á la sombra muncho presta, O si non, recostase descansáu Tamien da gusto so la grama ‘spesa; El agua de los rios mientres tanto Despeñándose vien de’l alta sierra; Los paxarinos canten en el monte, Quexándose d’amores machu y fema, Y fontes clares, al manar gorguten, Y sele’l sueñu así venir se dexa. Y dempués, cuando Xúpitre lo manda Que l’agua y ñeve del inviernu allega O saca los mastines, pa qu’escorran Al xabalín hacia la trampa puesta, O con vares delgaes sostién la rede Pa que los tordos al engañu vengan, Ó en trampa coye á gusto y con ganancia Llebre tiemblona, ó grulla forastera. ¿Quién del amor los cuidos y llaceries Non olvida, si ve casa tan güena?

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Non güelvo ya xintar marrueques pites. Igual que’l francolin de xonies tierres sábeme la aceituna recoida del árbol que dá tantes que averbenen; y malves, pa’l enfermu melecina; y del prau gustoses les agrietes; o cabritu q’al llobu se i repuñe, o cordera matada pa unes fiestes. Ente tanta bayura ¡cómo gusta ver pa casa entainar fartes oveyes! ¡Ver los güés que cansaos, cuellu baxu, el llabiegu voltiau á rastres lleven, y á los siervos, de casa rica ensamu, rodiáse cábo el llar resplandeciente! Non cabó de falar Alfiu usureru, que secute aldeanu diba fese, arrampla á mediu mes tóos sos cuartos pa dalos á ganancies al siguiente.

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Y, si al empar gobierna casa y fíos Una muyer homilde compañera (Cuala ye la Sabina, ó la casáa Co’l sufridu Pullés, qu’al sol pertuesta). Al ver venir al home fatigáu, La llume ‘nciende con curada lleña, Y, cierrando’l ganáo ‘n el corripu, Desacupái la ubre que ‘stá ’enllena, Y escancia vino dulce d’isti añu, D’aquel barril guardáu ’n ’a bodega, Y, con pan y compangu tóo de casa, En un istante preparói la mesa? Entoncies los mariscos del Llucrino Un milagru será que yo apeteza, Nin rodaballo, nin tampoco escaro, Si quiciavis á aquesti mar allega Porque dende les agües de Llevante El inviernu los únvia ’n ’a tormenta. La gallina que crien en Marruecos Nunca xamás se m’apetez comella; Ni el ponderáu francolín de Xonia Probalu al mió gaznate más i presta Que grandes aceitunes escoyides Del árbore ’n ’a rama más espesa; Ó, porque pe los praos la hay abonda, D’algunu d’ellos la sabrosa agrieta; Ó les malves q’ el cuerpu ’nfermu sanen; Ó de los Terminales la cordera; Ó’l cabritu arrincáu de les uñes Del llobu, que famientu lu coyera. Habiendo eses viandes ¡cuánto gusta Ver cómo cuerren una y otra oveya, Que dan vuelta pa casa, muy contentes De fartucase bien con pación tienra; Ver los gües que, colgando del piscuezu El llaviegu lu arrastren ya con flema; Y, el llar rodiando llimpiu los esclavos, Que son del amu la mayor riqueza! Un aldeanu diba ser d’afecho Alifo‘l usurerón, que tal dixera, Todu’l dineru recoyó ’n ’os Idus, Pa golver á prestallo ’n ’as Kalendas. Justo Álvarez Amandi

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En la versión horaciana al bable ambos traductores utilizan endecasílabos asonantados en los versos pares (romance heróico), aunque Álvarez Amandi tiene que emplear venticuatro versos más que el poeta latino. Acebal emplea en su traducción el mismo número de versos que el original y procura que cada verso de su versión se corresponda con un verso horaciano. Esto es un mérito enorme,12 pues las ampliaciones y simplificaciones no son tantas como en la traducción de Amandi. Se trata de dos buenas traducciones, aunque presentan algunas ampliaciones debidas a la interpretación que los traductores realizan para acercar la realidad del poema a la Asturias del momento (el viejo conflicto ‘traduttore tradittore’). Ya Álvarez Amandi consideraba superior la traducción de Acebal “por su elegancia y soltura”, según leemos en la carta que escribió a Menéndez Pelayo. Acebal, aunque no tuviera estudios universitarios terminados, era un personaje muy culto y el mismo Álvarez Amandi (1895) dice de él: Esa admiración y respeto no solamente se referían a las cualidades intelectuales del finado, que tanto le hicieron brillar en las letras, artes e industria, sino á su carácter moral [...]. Su vida, dedicada al trabajo y a la lectura, tuvo siempre por norma invariable la más acendrada fé y un espíritu piadoso, que buscaba en la Religión verdadera el único elemento sólido de la vida.

Lo que Menéndez Pelayo opinaba de la lengua asturiana (un dialecto de transición entre el gallego y el castellano, propio de gente ruda y que produce ternura, pero incapaz de expresar versos horacianos) y de las traducciones del Beatus ille fue contestado por E. García Rendueles (1925: 44) que, refiriéndose a las versiones de Acebal, apunta: Con sus traducciones de Horacio no puede sostenerse facilmente el escaso aprecio que hizo Menéndez y Pelayo de nuestro dialecto para la traslación de obras clásicas, cuando la versión asturiana no desmerece seguramente del célebre poeta venusino en comparación con otras procedentes de las comarcas dialectológicas de la península.

Aquí García Rendueles también se refiere a otras traducciones del Beatus ille a lenguas minoritarias de España que fueron muy bien valoradas y de las que las asturianas no desmerecen.13 12 Ya apuntó M. J. Canellada (1988: 27): “el traducir es oficio muy difícil y muy complicado, y más si se traduce verso. En la buena traducción, al genio poético del autor debe corresponder en el traductor un sentido total del equilibrio”. 13 Como señala M. Ramos Corrada (1996: 18): “Escritores abondo en llingua asturiana fueron víctimes d’esta presión y tresmisores incoscientes d’un emplegu diglósicu de la nuesa llingua; pero ési nun foi’l casu d’Acebal y ehí ta la so grandeza; na claridá qu’hebio

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Polémica en la prensa por traducir del latín al asturiano. Segunda traducción Cuando aparece esta oda de Horacio en La Ilustración Gallega y Asturiana, el señor Antonio Balbín de Unquera se suma a la opinión de Menéndez Pelayo, comentando que el Beatus ille “se prestaba al lenguaje de los pueblos labradores” y citando tres odas como difíciles de traducir al asturianu.14 Acebal, para demostrarle que se puede traducir al bable cualquier oda horaciana, traduce la primera que menciona (la oda I, 1: Maecenas atavis...) y la publica en La Ilustración Gallega y Asturiana del 18 de enero de 1881, acompañada de la siguiente nota:15 En el artículo titulado Cómo deben cultivarse los dialectos (número 28 del año pasado) recordaba el Sr. Balbín de Unquera las traducciones de Horacio debidas a la pluma del Sr. Acebal, y citaba entre otras las odas Maecenas atavis, Qualem ministrum y Quem divum aut heroa (sic), como más difíciles de traducir al dialecto asturiano, por el tono épico en que se hallan escritas. Pasados meses tuvo el Sr. Balbín la satisfacción de recibir carta del estudioso traductor, remitiéndole la versión que hoy insertamos, nueva prueba del talento del Sr. Acebal. Nuestros lectores aficionados á los estudios clásicos podrán juzgar de las condiciones del bable para tales obras, recordando las frases del original Attalicis conditionibus, Pulverem Olimpicum, rotis fervidis y otras que sólo explica la erudición antigua y el mayor entusiasmo lírico. De todos modos, el Sr. Acebal hace prodigios en tal empresa, y la Redacción, y el Sr. Balbín en particular, están reconocidos á su amistosa deferencia. de tener pa resistir la presión esistente y l’enfotu que punxo en facer una poesía na que la presencia de la realidá prósima, magar que parcializada ya idealizada, tuviere iguada poéticamente d’alcuerdu con dalgunes de les tendencies poétiques esistentes naquellos momentos en castellán, anque nun foren les más modernes”. 14 En el artículo “¿Cómo deben cultivarse los dialectos” de La Ilustración Gallega y Asturiana, nº 28 (1880), leemos lo siguiente: “... la poesía gallega y asturiana, pero sobre todo la última, tienen hasta ahora trazado un círculo muy estrecho del que no aciertan á salir; se resisten al teatro y muy principalmente á la poesía épica. Dignos de aplauso nos parecen los escritores asturianos que emprenden, como un digno colaborador nuestro, la traduccion de las odas de Horacio; pero si en vez de la titulada Beatus ille, que se presta al lenguaje de los pueblos labradores, hubiese intentado la misma obra respecto á las que comienzan Maecenas atavis, Quem virum vel heroa, ó Qualem ministrum, hubiera encontrado indudablemente mayores dificultades. El pueblo no ha tenido escritores que traten semejantes asuntos, y la lengua, por consiguiente, se resiste á ellos”. 15 La incluye en su antología E. García Rendueles (1925: 71–72), que ya en el prólogo comenta del bable que: “el ser rústico no lo hace incapaz de asuntos nobles y elevados, de hondos sentimientos, de verdades científicas e ideas abstractas, de acentos viriles y rasgos épicos como los prueban los poemas incluidos en este libro [...] y las poesías y traducciones horacionas de D. Juan María Acebal” (p. XIV). Podemos también leer el poema en A. García (1995: 147–148).

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¡Oh Mecenes, d’antíguu y de ral bierzu, Y mió dulce corona y el mió arrimu! Háylos que tienen gustu d’empolviase, Andando en carricoche al xuegu olímpicu; Y el regolver ’na tróque en sin raspiallu, Diendu á todu correr, y el trunfu dinnu Abasta pa facellos unos dioses Y dayos de la tierra el señoríu. Al un, si alzallu hasta el mayor emplieu Apórfia á tema el pueblu movidizu; Al utru, si pesllás dientro del so horru Les colleches del terrentoriu Libiu. Al contentu sallando lo’ sos eros Nin de munches riqueces col envizcu Farás, qu’,asustadizu navegante, Váiga pel Mirtu mar ni en barcu Cipriu. El mercader, de miéo al airón ábrigu, Qu’encrespa los cachones del mar d’Icaru, Apondera los campos y el sosiegu Del so llugar; desqué cóló el peligru, Elli, que de ser probe non tien vezu, Ígua de sos navios’l estropiciu. Haylo que non disprecia el vino aneyo, Nin del día pasar daqué, espurríu So un verde albórniu, ó de sagrada fonte Xunta al suave burbur del güeyu mismu. Munchos hay que yos gusten los soldaos; Del clarín con trompetes al toquíu, Y les guerres, de qué les probes madres Arrenieguen con todu el so sentidu. De so muyer dexando los falagos Pásalo el cazador al aire fríu, Qu’echen sos perros una córcia, ó fure Les recies redes xabalín corridu. A mín les yedres, que coronen sabios, Mécenme con los Dioses del Empiriu. El frescu rebollar, les sueltes dances De Sátiros y Ninfes en corillu Sáquenme d’isti mundu. Si so flauta Non me la niega Euterpe, y sin desvíu Polinnia me purriés la llira Lesbia, La que Safo tocó, y Alceu, y Píndaru. Algamará mió frente á les estrelles Si me cuntes como un poeta llíricu.

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El poema latino está compuesto en estrofas asclepiadeas. La versión que publica Acebal sigue la métrica utilizada en el Beatus ille: endecasílabos con rima asonante en los versos pares. La versión de Acebal sobrepasa en ocho los versos del original. Encontramos algunas ampliaciones que responden al gusto y adaptaciones del autor. A propósito de este poema, C. Díaz Castañón (1980: 332), después de citar las buenas palabras de García Rendueles a la traducción de esta oda, apunta: “Pero, poco verso y menos poesía hallamos en su versión de la Oda II de los Epodos o en su traducción de la Oda I del Libro I de Horacio”. La estudiosa cita del verso tercero al octavo del poema y es la única crítica negativa que encontramos de las traducciones de Acebal.16 Sin embargo, estamos ante una traducción valiosa que también adapta el mundo latino al asturiano. Así, Acebal no traduce los nombres propios que pueden resultar extraños a oídos de la gente. Por ejemplo omite la referencia personal de Attalicis condicionibus, que hacen refencia a Atalo, rey de Pérgamo, personaje conocido proverbialmente por su opulencia, y ofrece la sencilla traducción “munches riqueces” (v. 14); o no especifica la “marca” del vino cuando en latín se dice Massici. Los pequeños cambios en la traducción van en función de la métrica y no es una mala versión. De estas odas de Acebal, J. M. Caso comentó: “Son las suyas dos traducciones espléndidas, por la precisión y exactitud, por la conservación del espíritu horaciano, cosa tan difícil, y por el alto grado de actualidad que consigue”.17 Acebal no volvió a publicar ninguna oda de Horacio más. Sabemos que se ocupó también de la Oda I, 13 (Cum tu, Lydia), porque se encontró un manuscrito de la traducción, que permaneció inédito hasta 1989 y lleva por título “A Llidia”.18 En todo caso su autor la tradujo antes de 1887.

16 Sobre la crítica negativa de Díaz Castañón, comenta B. Piñán (1993: 51): “Col peculiar descuidu y falta de rigor que caracteriza esta obra de la estudiosa mierense, nun apaez nenguna alusión a la traducción d’Amandi que Canella recoyera na so antoloxía, pero que nun reproduz García-Rendueles”. Parece que el término que no gusta a Díaz Castañón, de los versos que cita, es el de “carricoche”. La autora se deja llevar por el significado castellano. Curriculum es un carro pequeño utilizado en las carreras y no tiene traducción exacta al castellano. El “carricoche”, como señala el profesor J. M. Caso González (1982: 46), es también el carro pequeño con dos ruedas para un solo caballo y como tal aparece en otra composición de Acebal. 17 J. M. Caso González (1987: 69). Este mismo autor (1982: 45) comentó que estas traducciones “no son inferiores a las que se han hecho en otras lenguas hispánicas”. 18 Podemos leer este poema en A. García (1995: 149–150), que ya lo había publicado en la revista Adréi, 4 (1989): 15–16. De él ya habló Canella en su reedición de la antología de Caveda (1887).

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Textos latinos en asturiano en la prensa española del siglo XIX

Conclusiones Las traducciones de Acebal en la prensa del XIX demuestran, desde una perspectiva sociolingüística, la capacidad y viabilidad del asturiano como lengua: no es un habla de rústicos y tiene estructura y vocabulario suficientes para ser lengua de cultura. Estos textos superaron la prueba: se vertió una obra latina culta a una lengua calificada de folclórica e intranscendente. Así, el bable, usado con el cuidado y rigor artísticos necesarios, es una lengua capaz de tratar cualquier asunto, incluso cuestiones elevadas y emociones intensas y sinceras. En época de Acebal, la poesía estaba mayoritariamente escrita en lengua castellana. La presencia del asturiano estaba admitida con carácter marginal, vinculada a una poesía de tipo festivo y costumbrista. Sin embargo, esta razón no impidió que Acebal y Álvarez Amandi escribieran en asturiano poesía culta gracias a sus traducciones latinas. El comienzo no deja de ser simbólico: el canto al mundo rural asturiano a través de la poesía horaciana y, en concreto, del Beatus ille. En relación con las adaptaciones que se hacen en la traducción, debemos tener presente que estamos ante culturas distintas, alejadas en tiempo y espacio, y que la traducción no siempre es fácil: los traductores tienen que hacer un esfuerzo constante de comprensión y reexpresan y reelaboran los versos horacianos para que sean comprensibles. Así, adaptan el mundo latino a la realidad asturiana para que la gente de Asturias entienda mejor el texto y no lo identifique como algo ajeno, sorprendiendo los poemas por su actualidad. Evidentemente, estas traducciones tienen una significación cultural importante: sirven de enriquecimiento cultural para Asturias y constituyen un instrumento imprescindible en esos primeros pasos de normalización y recuperación lingüística (son un buen referente estético, sociológico y cultural), formando parte de una literatura joven que está en proceso de construcción.19 Mientras estas traducciones surgen como reacción de orgullo lingüístico y de asturianía, existen otras traducciones de textos grecolatinos que responden a una funcionalidad utilitaria, para acercar y extender el mensaje religioso a 19 Sobre este asunto, señala I. Even-Zohar (1999:226): “... la literatura traducida viene a satisfacer la necesidad que tiene una literatura más joven de poner en funcionamiento su recientemente creada o renovada lengua con tantos modelos literarios como sea posible, a fin de conferirle capacidad como lengua literaria y utilidad para su público emergente. Puesto que una literatura joven no puede crear de inmediato textos de todos los tipos conocidos por sus productores, sí puede beneficiarse de la experiencia de otras literaturas, y de este modo la literatura traducida se convierte en uno de sus sistemas más importantes”.

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la gente de ámbito rural, normalmente sin formación (en lengua castellana). Evidentementente estos textos no aparecían en prensa y sí se publicaron en formato libro. Pero en el siglo XIX una cosa era traducir textos cristianos, con el apoyo de la Iglesia, y otra, textos paganos.20 Los textos que aquí analizamos son las únicas traducciones publicadas que encontramos de la literatura grecolatina a lengua asturiana en el siglo XIX. Estamos ante buenas versiones que tienen el mérito de estar hechas en verso y sus traductores leen el texto original, pues ambos tienen formación humanística y estudiaron latín en algún momento de su vida.

Bibliografía Álvarez Amandi, Justo. 1895. “El molde antiguo”, El Carbayón, 18 de febrero, Oviedo. Andrés, Ramón d’. 1992. “La traducción a la llingua asturiana”, Lletres Asturianes 45, pp. 21–34. Canellada, M.ª Josefa. 1988. “Observación sobre la traducción en asturiano”, Lletres Asturianes 28, pp. 23–29. Caveda, José & Canella Secades, Fermín. 1887. Poesías selectas en dialecto asturiano. Oviedo, [ed. facsimilar, A.LL.A., Uviéu 1987]. Caso González, José Miguel. 1982. “La poesía de Juan María Acebal”, Lletres Asturianes 2, pp. 42–51. ––––. 1987. “El espíritu asturianista de Caveda y de Canella”, Lletres Asturianes 26, pp. 67–74. Díaz Castañón, Carmen. 1980. “Literatura bable”, en Historia de las literaturas hispánicas no castellanas, ed. J. M. Díez Borque, Madrid, pp. 277–384. 20 Estas traducciones de textos cristianos al asturiano, en formato de libro, que encontramos en el siglo XIX, son todas de tipo religioso y están vertidas desde las lenguas clásicas: el Evanxeliu de San Matéu (1861), la bula Ineffabilis Deus sobre el dogma de la Inmaculada Concepción (entre 1863 y 1868) y el Magnificat in Lingua Asturiana (1887), pequeña oración que aparece en el Evangelio de San Lucas, traducidas todas ellas por el obispo Manuel Fernández de Castro –aunque hay dudas sobre la autoría del Magnificat–. Sólo la bula está escrita en latín. No podemos negar que la Iglesia del siglo XIX realiza un trabajo importante, pues comienza a contar con los primeros textos literarios sagrados en lenguas minoritarias con la finalidad de acercarse al pueblo, originando un movimiento encaminado a restaurar la lengua regional como lengua literaria e, incluso, normativizar la lengua escrita.

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Textos latinos en asturiano en la prensa española del siglo XIX

Even-Zohar, Itamar. 1999. “La posición de la literatura traducida en el polisistema literario”, en Teoría de los Polisistemas, ed. M. Iglesias Santos, Madrid, pp. 223–231. Gago, Xosé. 1987. “La tradución n’Asturies: problemes y perspectives”, en Lliteratura asturiana y futuru. Actes de la I Xunta d’escritores asturianos (Villamayor, 27–28–29 marzu 1987), Uviéu, pp. 53–77. García, Antón. 1995. Xuan María Acebal. Obra poética, Uviéu [edición, prólogu y notes]. García Rendueles, Enrique. 1925. Los nuevos bablistas. Las mejores poesías en dialecto asturiano de los poetas del siglo XIX, Gijón [ed. facsimilar, A.LL.A., Uviéu 1987]. González Delgado, Ramiro. 2004. “Les traducciones de Horacio al asturianu”, Lletres Asturianes 85, pp. 57–84. ––––. 2005. “Nacionalismo y regionalismo en la consideración de la literatura grecolatina durante el siglo XIX”, en La historia de la Literatura Grecolatina en el siglo XIX español: espacio social y literario, ed. F. García Jurado et al., Málaga, pp. 361–383. Martínez Cachero, José María. 1957. Menéndez Pelayo y Asturias, Oviedo. Martino Ruz, Xandru. 2003. “Dieciocho años de traducción al asturianu”, en Actes del I Conceyu Internacional de Lliteratura Asturiana, Uviéu, pp. 153– 161. Menéndez Pelayo, Marcelino. 1885. Horacio en España. Tomo I: Traductores y comentadores. Madrid [2ª ed. refundida]. Piñán, Berta. 1993. “La traducción poética al asturianu: del sieglu XIX a Fernán Coronas”, en Alcordanza del Padre Galo “Fernán Coronas”, Uviéu, pp. 47– 55. Ramos Corrada, Miguel. 1996. “La poesía asturiana nel XIX. D’Acebal a Cuesta”, Lletres Asturianes 60, pp. 7–18. Suárez, Constantino. 1936. Escritores y artistas asturianos. Índice bio-bibliográfico, vol. I. Madrid. Viejo Fernández, X. 1997. “La traducción y otros xéneros averaos na tradición lliteraria n’asturianu”, en Actos de la XVIII Selmana de les Lletres Asturianes dedicada a Manuel Fernández de Castro, Uviéu, pp. 30–57.

Ramiro González Delgado Universidad de Extremadura

ÍNDICE GENERAL

Dedicatoria de la Ciudad de Alcañiz a Sus Majestades los nuevos Reyes de España..........................................................................

VII

Carta-dedicatoria del Alcalde de Alcañiz a los Reyes de España. Juan Carlos Gracia Suso................................................................

XI

Respuesta de Sus Majestades los Reyes Don Felipe VI y Doña Letizia a la carta-dedicatoria del Alcalde de Alcañiz..................... Una nueva lectura de Nipho, doscientos años después. José M.ª Maestre Maestre, Manuel A. Díaz Gito, Alberto Romero Ferrer.......

XIII XV

I. Francisco Mariano Nipho, un alcañizano “fortuito”: nuevos datos sobre su biografía Don Francisco Mariano Nipho, hijo ilegítimo de don Sebastián Nipho Ruiz de Oribe: resolución del enigma de su firma como “Don Manuel Ruiz de Uribe” en el primer periódico diario español José María Maestre Maestre..................................................

3

II. Nipho, sus papeles periódicos y la literatura española Nipho, el ingenio de eruditas advertencias en certámenes y traducciones Isabel Carabantes de las Heras..............................................

83

Índice general

492

Nipho y el teatro: entre la teoría y la práctica David T. Gies......................................................................

99

Ideas sobre la sátira en el Cajón de Sastre de Nipho Felipe González Alcázar.......................................................

111

Nipho, entre Barroco e Ilustración Pilar Palomo.......................................................................

125

La literatura española de los Siglos de Oro en el Cajón de Sastre Antonio Pérez Lasheras.........................................................

137

Nipho en la batalla ilustrada contra el sainete Alberto Romero Ferrer..........................................................

151

Nipho y los comienzos de la crítica teatral en España Mª Dolores Royo Latorre......................................................

163

El Cajón de sastre de Nipho: ropería y gabinete de acciones ilustres para el gran Teatro del Mundo Ana Rueda..........................................................................

179

III. Literatura, opinión pública y periodismo en el siglo XVIII Lectores y noticias sobre bellas artes en los papeles periódicos españoles de la Ilustración Daniel Crespo Delgado........................................................

199

¿Travestismo literario en el siglo XVIII? El caso de La Pensadora gaditana (1763–1764) Scott Dale...........................................................................

217

La prensa dieciochesca española como agente de las Luces Philip Deacon.....................................................................

225

La crítica literaria en las Variedades de Ciencias, Literatura y Artes (1803–1805) Rosalía Fernández Cabezón..................................................

245

Los anuncios de novelas en la Gaceta de Madrid a finales del siglo XVIII: entre la publicidad y la crítica literaria María Jesús García Garrosa..................................................

259

493



Índice general

El Pensador y el sistema de exclusiones del espacio público ilustrado Ana Hontanilla...................................................................

277

La prensa en Cádiz a finales del XVIII: el Diario de Cádiz de 1796 Beatriz Sánchez Hita...........................................................

285

El Semanario erudito como prensa literaria El Sayed Soheim..................................................................

305

The Southern Star (La estrella del sur) como vehículo de propaganda Cecilia Suárez Cabal...........................................................

341

Literatura y poder político: Clavijo, Wall y el nacimiento, apogeo y desgracia del primer Pensador (1762–1764) Diego Téllez Alarcia.............................................................

361

Diálogo entre periodistas (1737–1770) Inmaculada Urzainqui........................................................

375

IV. Prensa del siglo XIX Textos latinos en asturiano en la prensa española del siglo XIX Ramiro González Delgado...................................................

421

Núñez de Arce, redactor de La Iberia Irene Vallejo........................................................................

435

La prensa literaria entre el gozne de los siglos XIX y XX: el modernismo Juan Domingo Vera Méndez.................................................

453

ÍNDICES................................................................................... Índice de nombres propios..........................................................

465 467

Índice General.............................................................................

491

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