Testimonios de la religiosidad romana al sur del Duero. Época altoimperial.

August 10, 2017 | Autor: V. Cabañero Martín | Categoría: Ancient History, History of Religion, Mitology
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IN DURII REGIONE ROMANITAS Homenaje a Javier Cortes Palencia/Santander 2012 Páginas 311-318

TESTIMONIOS DE LA RELIGIOSIDAD ROMANA AL SUR DEL DUERO. ÉPOCA ALTOIMPERIAL Testimony of Roman Religiousness to the South of the Douro in the Early Empire Víctor M. Cabañero Martín1 Pilar Fernández Uriel1

Culto privado. Culto público. Religiosidad. Sur del Duero. Household cult. Public cult. Religiousness. South of Douro River. En este artículo analizamos una serie de esculturas documentadas al Sur del Duero y a partir de ellas y de las evidencias epigráficas aportadas por la epigrafía, pretendemos avanzar en el escaso conocimiento de la religiosidad en este territorio durante el periodo Altoimperial. In this paper, we study a series of sculptures documented to the south of the Douro and, from them and the epigraphic evidence, we attempt to advance in the exiguous knowledge of religiousness in this territory during the Early Roman Empire.

INTRODUCCIÓN CONTEXTO GEOGRÁFICO E HISTÓRICO El territorio del espacio central de la cuenca del Duero en su vertiente Sur se compone de dos unidades diferenciadas. La primera está formada por el Sistema Central, de origen terciario, y su piedemonte, en el que afloran materiales calizos y granitos hercinianos. La segunda unidad tiene su origen en una cuenca endorreica sobre la cual se fueron depositando materiales terciarios y cuaternarios, y entre los cuales se elevan parameras calizas. Los ríos siguen trazados paralelos, en sentido Sureste-Noroeste, hasta desembocar en el Duero. Previo al avance romano se asentaban sobre este territorio tres etnias: vettones en el Suroeste, vacceos en el centro y arévacos en el Sureste. Los primeros contactos con las le-

1.

Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Departamento de Historia Antigua, C/ Senda del Rey nº 7, (28040) – Madrid. Correo electrónico: [email protected] y [email protected]

ISBN: 978-84-615-8964-7

giones romanas se produjeron en el año 193 a.C., con la incursión de Fulvio y Flaminio, pero no es hasta el año 151 a.C. cuando encontramos la primera noticia destacada: la toma de Cavca (Apiano, Iber., 51) por el cónsul Lúculo. En el proceso de conquista y consolidación desaparecerán núcleos indígenas como Ulaca o Sepúlveda, al tiempo que se fundan exnovo Duratón ¿Confluentia? y Avela. Segovia es mencionada (T.Livio, Fag., 91 y Floro, 2.10.20) en el marco de las Guerras Sertorianas. Pintia, Ravda y Septimanca tendrían parte de su territorio al Sur del Duero; las primeras son mencionadas por Ptolomeo (Ptolom. 2.6.49). Septimanca se cita en el Itinerario Antonino, si bien su ocupación data del siglo IV a.C. (Núñez Hernández y Churchin, 2004: 581-582). El proceso de municipalización parece desarrollarse en época flavia, siendo cuatro los núcleos que cuentan con evidencias del privilegio: Avela, principalmente tras el estudio de un ara votiva en el que se menciona el municipium (Rodríguez Almeida, 2003: 279-281); Cavca, con base en el Bronce de Montealegre; Duratón, donde se testimonian los únicos fragmentos de lex municipialis de la Meseta Norte (Del Hoyo,

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1995: 140-144) y Segovia, en base a la reconstrucción de las cartelas del Acueducto propuesta por Alföldy (1997: 19-26). LOS TESTIMONIOS RELIGIOSOS

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Una expresión de la romanización de esta zona al Sur del río Duero son determinados testimonios relacionados con el ámbito religioso. No son abundantes pero si significativos y elocuentes. Podrían clasificarse para su análisis en dos apartados: los que pueden aludir a la religiosidad familiar, dentro de la Domus y aquellos de clasificación más incierta que, pudiendo pertenecer también al ámbito religioso privado (Atis, Asklepios Apolo), no serían referentes de una devoción íntima dentro del hogar o incluso podría ubicarse en un contexto ornamental (Tritón). Dentro de la primera clasificación se incluyen dos figuras halladas de forma casual en el entorno de la antigua ciudad de Cavca (broncíneas) y en Duratón (una cabeza de terracota) que por su tamaño y representación iconográfica podrían considerase divinidades procedentes de un larario doméstico, espacio singular de la domus estaba dedicado al culto a los dioses protectores de la casa y de quienes la habitaban, de origen antiquísimo y donde se aprecia la devoción religiosa más íntima dentro del hogar con la actuación oficial del Pater Familias que se mantuvo a lo largo de la Historia de Roma. En el larario se ubicaban, además de las esculturas de divinidades determinadas del culto familiar (Lares Familiares, Lares Loci, Genius paterfamilias, Dii Penates y Dii Manes) otras deidades pertenecientes al gran panteón romano, siendo más frecuentes las figuras de Mercurio, Fortuna y Hércules, siguen, si bien en menor medida, Júpiter, Minerva, Venus, Marte, Esculapio y Apolo, además de divinidades de origen oriental como Attis, Isis, incluso algunas extrañas y de difícil identificación. Mercurio-Hermes Dos representaciones de esta divinidad se han hallado en este contexto geográfico que podrían haber formado parte de un larario y recibir culto doméstico. Hijo de Zeus y Maya,2 de personalidad compleja y polifacética, su ingenio,

2.

Etimológicamente, el nombre procede del término griego ermai con el que se designaban los mojones que jalonaban los caminos e indicaban los límites de las tierras. Por influencia italo-etrusca tomó el nombre de Mercurio (nombre derivado tal vez de los términos latinos merx y mercatura = comerciar). Según Tito Livio, tuvo un templo en el Aventino, consagrado en el 495 a.C., y sus fiestas se instauraron en los idus de Mayo (15 de mayo). Su forma era la de un pilar coronado por un busto itifálico, símbolo de fecundidad y prosperidad.

cualidades y capacidad para el comercio facilitaron su estima popular y su presencia como divinidad doméstica, tal vez porque, como heraldo de Júpiter era intercesor de los dioses y estaba vinculada con los difuntos como conductor de almas (psicopompo), acompañándolas al otro mundo según la interpretación de un texto de Horacio (Baratta, 2001: 191 y ss.; Ternes, 1985: 187 y ss.). La representación caucense presenta una conservación muy deficiente. Tiene numerosas concreciones que exigen una limpieza y tratamiento con urgencia. Carece de pierna derecha desde la rodilla y el pie izquierdo, así como ambas manos. Las facciones del rostro y el cabello, que posiblemente estaría ondulado en mechones, se encuentran muy borradas. Sin embargo esta figura puede ser reconstruida gracias a las numerosas representaciones de esta divinidad, es más, quizá sea la variante tipológica de la que poseemos una mayor cantidad de ejemplares extendidos a lo largo del Imperio (recordemos el ejemplar de Mercurio del Museo de Zúrich, Nº de Inventario 3468) (Cocis, 1994: 129-133; Höckmann, 1994: 469-48; Pellegris, 1996: 15-27, tav. 4-18). El dios está en actitud de reposo. Se cubre la cabeza con el pétasos, que tiene forma de casquete esférico, del que salen dos alas que presentan cierta inclinación. Su cabeza está algo ladeada a la derecha. Sujeta la clámide en el hombro izquierdo por una fíbula, que cae cubriendo el brazo izquierdo y parte de su espalda hasta las rodillas, en este brazo apoya el caduceo que sujeta en su mano, en la derecha, paralela al cuerpo porta el Marsupium de dimensiones variadas y forma ovalada. Posiblemente calzaría sandalias. La Península Ibérica cuenta con notables ejemplos, ya que Mercurio fue uno de los dioses que más se asimiló a divinidades locales, algunas portan el caduceo, como signo de prosperidad económica. De caracteres muy semejantes aunque de menor tamaño es el Mercurio del larario de Vilauba, villa romana de Vilauba, (Museu Arqueologic Comarcal de Banyoles, Gerona, Nº Inventario: 838/3), (Altura: 14’5 cm, altura del pedestal: 1 cm). En la misma clasificación se incluye el depositado en el MAN, procedente de la Colección Miró, (Nº Inventario: 33191) así como el denominado Mercurio de Zulema, hallado en la pedanía de Zulema, en Alcalá del Júcar, actualmente depositado en el Museo Arqueológico de Albacete. Una de las figuras mejor conservadas y más bellas de esta tipología es el Mercurio de Burriana o de Xilches, encontrado en la finca de L’Ater, Xilches (Castellón) y depositado en Museo Arqueológico Municipal de Burriana (Castellón). También sus medidas son algo mayores que el resto (altura: 21,6 cm) (Fernández Uriel, 2007: 277-300). La cabeza de terracota de Mercurio, procedente de Duratón que según Santiago Martínez Caballero, conser-

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Júpiter, Cavca

Mercurio,Villa de Pinar Nuevo, Cavca

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Asklepios, Villanueva de Gómez ¿villa?, Avela Mercurio, Duratón

Attis, Cavca

Apolo, Duratón Figura 1 - Manifestaciones escultóricas.

Tritón, villa de Magazos (Avela o Cavca)

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Figura 2 - Distribución de los hallazgos.

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vador del Museo de Segovia y co-director de las excavaciones realizadas en el yacimiento, fue hallado en el yacimiento de forma casual, pero dentro de un área de excavación definida y del espacio de la ciudad romana. Solo se ha conservado cabeza y cuello de la figura. Los rasgos faciales han sido elaborados con trazados muy escuetos y simples, logrando, sin embargo cierta belleza y serenidad en el rostro. Destaca la incisión recta que forma la nariz que divide en dos partes absolutamente simétricas el rostro y la pequeña boca conseguida con los dos trazos arqueados que delimitan los labios. Se aprecia el cabello en un flequillo que rodea la frente en bucles elaborados en finas estrías verticales paralelas sobre el que se coloca el pétasos. Siendo una figura sencilla, tanto por su dimensión como por el material realizado (terracota) sugieren que perteneciera a un larario modesto (Martínez Caballero y Prieto Vázquez, 2002:14). Júpiter Como divinidad suprema del panteón romano y padre de los dioses, hay importantes testimonios de su culto oficial en Hispania, pero, además, existen un notable número como salvador y padre supremo del Universo (Peaud, 1993: 203212; Delgado Delgado, 1993: 337-364; Vázquez Hoys, 1981: 165-176).

Aunque puede aparecer sedente, esta figura broncínea procedente de Coca pertenece a la variedad iconográfica de Júpiter en pie, desnudo y barbado, con abundante melena que enmarca el rostro y diademado. La clámide se sujeta en el hombro dejando ver las ínfulas, cayendo por la espalda y recoge uno de sus pliegues en el brazo. Porta los símbolos de su poder: el haz de rayos y el cetro. A su espalda o a sus pies se encuentra su animal, el águila con las alas abiertas o desplegadas, preparadas para alzar el vuelo (Marinescu y Barbulescu, 1997: 138-156). La figura broncínea de Coca presenta una buena conservación, destacando la acentuación de su anatomía muscular y la excelente factura de las facciones del rostro del dios a pesar de su tamaño, que permite calificarle como una pieza excepcional. Si bien carece del águila que se hallaría a sus pies, tiene restos de soldadura en la parte interior del pie derecho, que podría tratarse de la unión con el águila. Las plantas de los pies parecen más anchas de lo normal, y dado que no presenta bajo ellas ningún punto de apoyo, y que el resto de la figura parece estar realizado con una buena técnica, permite sugerir que de ambos pies salían los puntos de apoyo. Hay varios paralelos tipológicos directos de esta figura como que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, procedente de la Colección de Salamanca (Nº de Inventario 3158), y más concretamente el Júpiter de Baelo Claudia que

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luce melena en bucles y diademada. La clámide se sujeta en el hombro izquierdo cayendo en la espalda. Levanta el brazo izquierdo cuya mano posiblemente portaría en cetro. En la mano derecha, que extiende hacia delante, lleva el haz de rayos. Inclinado ligeramente hacia la derecha, su pierna izquierda algo ladeada. Al lado de su pie derecho esta su animal simbólico, el águila, con las alas desplegadas. (Fernández Uriel, 2007: 277). En estas estatuillas el dios Júpiter aparece en una posición de reposo y majestad. Intentan presentar un ligero movimiento, adelantando pie derecho. Dichas representaciones imitan el arte lisípeo y tiene como mejor modelo los Zeus de bronce de Evreux y de Florencia, en las que el dios aparece con similares caracteres. DIVINIDADES FUERA DEL CULTO FAMILIAR Las esculturas de mármol halladas identificadas con ciertas divinidades, compondrían el segundo grupo de testimonios que documentarían la religiosidad de este entorno geográfico. Asclepios de Villanueva de Gómez (Ávila) Hijo de Apolo y Corónide, según Píndaro (Pit, III, y Escol. A, 14; Hesíodo, Frag. 109-110, 147 -148), es un héroe salutífero. Aunque recibió culto público, la mayoría de sus representaciones iconográficas, como la que recogemos en este trabajo, son de carácter privado e, incluso, tal vez, representen a un médico con las atribuciones del dios (Trämer, 1896). La escultura que presentamos fue encontrada en la localidad abulense de Villanueva de Gómez, cercana a la villa de Arévalo de la que dista 19 km. Procedente del comercio de antigüedades, fuera de su origen no se han podido determinar otras circunstancias de su descubrimiento. Analizada magistralmente en un documentado artículo por A. Balil y J. A. Abásolo, cuya descripción reproducimos: “Se trata de una estatua en mármol blanco a la que le faltan la cabeza, manos, pies y prácticamente la totalidad de la serpiente dispuesta a la izquierda de la divinidad. En total lo conservado mide de altura máxima 0,77 m., siendo su anchura misma máxima 0,29 m. Conserva un pivote junto a la cabeza, a la altura del himation, que sirve de unión al extremo del cabello. La estatua va sobre pedestal según se deduce del orificio practicado en forma cuadrangular (11,5 cm. de facto) en la parte inferior de la misma: marcas de color gris negruzco aluden a restos de la grapa de plomo. La divinidad se representa de pie con el brazo diestro cruzado sobre el pecho y el izquierdo levemente adelantado. Según apunta-

mos, se acierta a reconocer parte del pelo, caído sobre la espalda. Viste himation que le cubre el hombro izquierdo dejando al descubierto hombro derecho, pectorales y pies. El manto cae oblicuo de la cadera derecha a la rodilla izquierda en disposición triangular. Los pliegues acusan un fuerte claroscuro por debajo del brazo y en los exteriores tanto en la cadera derecha como por delante de los muslos siendo la labra de los internos más suave. Descansa sobre la pierna derecha a la vez que se apoya en el bastón -de tipo corto- bajo la axila izquierda. Las piernas aparecen en posición cruzada. En la parte inferior hay restos de la serpiente que descendía por el bastón; sus escamas se disponen en abanico. La estatua iris colocada en hornacina o nicho, de ahí la somera labra de la parte posterior, sobre todo en la mitad inferior aun cuando sea claramente perceptible el ritmo descendente de los pliegues” (Balil y Abásolo, 1984: 6979). Aunque estos autores exponen hasta cinco variantes de representaciones de Asklepios sin duda basadas en iconografías desarrolladas en el mundo griego desde el siglo IV a.C., e imitadas en la Meseta desde la romanización, el de Villanueva no se adapta totalmente a ninguna, pareciendo una iconografía paralela al tipo Uffizi y a la variante del Museo de Tolosa analizado por (Balil, 1978; 1984; Mantuselli, 1958: 43; Mustilli, 1933: 92). No es posible contar con la cabeza, aunque posiblemente fuera barbudo y el Himation muestra sobre el abdomen la característica forma triangular. Es importante la disposición del brazo derecho que, según Balil y Abásolo, al cruzarse sobre el pecho, excluye que porte una pátera o sujete el bastón o la serpiente, a veces enrollada en el mismo. Podría fecharse en torno en la segunda mitad del siglo II d.C. Esta escultura ha sido elaborada para tener una visión frontal. La labra del lado derecho alcanza una mejor perfección en el trabajo realizado en el modelado de los paños y la plasticidad del volumen, en himation, brazo y hombro, la parte posterior de la escultura, en cambio, solo esta esbozada. Tal vez estuviera situada en una hornacina. Sin descartar su carácter ornamental, no se puede excluir su condición religiosa que permite una interpretación cultual y de posible devoción e inclinación a esta divinidad al que se le encomendaba la salud, vinculada a los gimnasios y los baños. Attis Attis es una divinidad vinculada a la mitología griega, lidia y frigia. Es el bello pastor amante de Cibeles y conductor de su carroza tirada por leones. Enloqueció por causa de la diosa, se castró a sí mismo. Cibeles se arrepintió e hizo

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renacer a Attis de un pino verde, renacimiento que se celebraba el 25 de Marzo, con la llegada de la primavera. (Heródoto, Hist. I, I.34-45. Estrabón, Geogh. XIII, 5.3; Catulo, poema LXIII)3. En Attis se encuentran ciertos elementos que claramente no son griegos y se reflejan en su iconografía como el pileus o gorro frigio, tocado flexible terminado en punta por la parte superior y con amplias caídas en los laterales. Es representado como un joven adolescente que también se corresponde a otras divinidades adolescentes como Mitra naciente, Ganimedes y Paris. La pequeña cabeza de mármol de 15 cm de altura, encontrada en 1990 en Los Azafranales (Coca), descontextualizada y carente de otra documentación que pueda relacionar su origen, fue analizada por Blanco García y Pérez González en un exhaustivo trabajo. Al encontrarse fracturada en la parte superior del cuello, no hay posibilidad de conocer cómo era la iconografía total de la pieza, simplemente, al estar sin modelar la parte de la nuca, permite suponer que tuviera solo una posición visual frontal. Esta pequeña cabeza se encuentra en excelente estado de conservación. Su rostro es de un varón adolescente de rasgos muy juveniles casi idealizados, de ovalo redondo y facciones de una gran belleza clásica. Destacan la suavidad del excelente trabajo de pulimento de sus mejillas, las pupilas marcadas suavemente y los mechones ondulados utilizando la técnica de trépano. Cubierto con el pileus o gorro frigio cuya cinta se recoge por detrás, la cabeza está ligeramente inclinada a su izquierda, sin que esto afecte a la clasificación tipológica o cronológica de la pieza. Es dato interesante que en el gorro haya restos de un pigmento anaranjado, pero según los autores no parecen restos de policromía y tal vez se trate de alteraciones químicas del mármol. La ligera inclinación de esta cabeza y la seriedad del rostro son datos que sugieren una iconografía muy concreta, la del Attis adulescens o Attis tristis o funerario como apuntan J. F. Blanco y C. Pérez, como la cabeza del Attis depositado en la Universidad de Sevilla (De la Bandera y Ruiz Bremón, 1992). El corpus iconográfico de Attis es ingente (Vermaseren, 1966: 21) y su iconografía bastante conocida, magníficamente descrita por P. González Serrano, si bien nuestro Attis no parece que tuviera su mano en el mentón como suele encontrarse en este tipo de representaciones.

3.

Están documentadas dos posibles inscripciones dedicadas a Cibeles en el municipio de Avela.

Tuvo una gran proliferación en Hispania a partir del siglo II d.C., coincidiendo con la expansión de su culto, no ya como paredro de la diosa frigia sino como emblema de reSurrección, con los símbolos de la pátera, la piña y la guirnalda (Bendala, 1981: 288; González Serrano, 1990: 209), por lo que podría tratarse de una pieza ubicada en un conjunto ornamental o funerario, fechado en torno al siglo II d.C., como sugieren J. F. Blanco y C. González. Apolo Hijo de Zeus y Leto, hermano gemelo de la cazadora virgen Àrtemis, es el dios de la luz y el sol; la verdad y la profecía, la medicina y la curación; la música, la poesía y las artes y maneja el arco con especial maestría (Graf, 2009: 50). Al Oeste de la localidad de Duratón, se encuentra una necrópolis visigoda y la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, para cuya construcción se reutilizaron elementos romanos como inscripciones funerarias y un torso de mármol, sacado del basamento de un altar barroco, destruido durante la última restauración que ya identificó A. Molinero en las excavaciones realizadas entre 1941 y 1959. El torso de mármol está fracturado a la altura del cuello. Es el torso desnudo de un joven tipo Kuros donde solo aparecen restos de unas ínfulas en el hombro derecho, y podría representar un princeps divinizado, al no ser por la correa del carcaj que cruza todo el torso desde el hombro izquierdo a la cintura en su lado derecho. Estilo Apolo de Belvedere, pero el manto no se envuelve en su cuello y su cinta se extiende de forma mucho más pronunciada como la que luce el Apolo de Leptis Magna, realizada en mármol y fechada en el siglo II d.C. (Museo de Tripoli). Este Apolo de Libia, no lleva carcaj, sino una lira, es un Apolo citaredo que carece de ínfulas en su hombro y destaca la larga melena rizada que cae por su espalda y que quizá luciera nuestro Apolo. APORTES EPIGRÁFICOS Y CONCLUSIONES Junto a estas imágenes, en el territorio se han documentado diversos epígrafes en soportes variados (aras votivas, estelas y paredes rocosas), con los que podemos completar el todavía pequeño conocimiento de la religiosidad Altoimperial de este territorio. Las aras votivas documentadas pertenecen, sobre todo, a los entornos de las civitates de Avela y Duratón. En la primera, se constatan dos inscripciones dentro del espacio urbano dedicadas a Júpiter (Rodríguez Almeida, 2003: nos 99

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y 136), que se completan con el hallazgo de otra en Vicolozano (Rodríguez Alemida, 2003: nº 139). De especial interés es la documentada en Narros del Puerto, donde R. Hernando (Hernando Sobrino, 2004: 3-16) propone la existencia de un santuario dedicado, además de a Júpiter, a los Lares Viales y a la local Ilurbeda. Además, también se testimonia una dedicatoria a las Ninfas (Knapp, 1992: nº 2), a la que Rodríguez Almeida une la dedicatoria a Minerva y a Maidvana (Rodríguez Almeida, 2003: nº 98). Dos posibles dedicatorias a Cibeles (Rodríguez Almeida, 2003: nos 58 y 138a) podrían indicar la existencia de un santuario a esta divinidad, aunque R. Hernando (Hernando Sobrino, 2008) considera que la interpretación de ambos epígrafes es errónea. Un altar dedicado a Velico (Rodríguez Almeida, 2003: nº 136) completa el ciclo abulense. Respecto a Duratón, tres son los epígrafes dedicados a Minerva (Santos et alii, 2005: nos 19, 20 y 21), dos a las Matres (Santos et alii, nos 18 y 19) y una a Fortuna Balnearis (Santos et alii, 2005: nº 16). Fuera de estas ciudades, la escasez es manifiesta: un ara sin teónimo en Segovia (Santos et alii, 2005: nº 64), otro dedicado a Júpiter en Riaguas de San Bartolomé (Santos Yanguas, Hoces de la Guardia, 1999) y uno más en Septimanca, dedicado a los Dioses Infernales Manes (Mañanes Pérez, 2002: 56-57). Completan esta rápida visión los testimonios que remiten a posibles santuarios rurales dentro del territorio de Duratón (Martínez Caballero y Mangas Manjarrés, 2010: 344-357), con dedicatorias a Bonus Eventus, Hércules, Diana, el más dudoso de Fuente Giriego con la inscripción Eburinianus y el de testimonio múltiple de Cueva de la Griega. La zona Norte de este territorio permanece casi en total silencio, salvo las tres figuras de Cavca y la inscripción de Septimanca. Pese a ello, comprobamos como en conjunto, Júpiter, con seis testimonios, es el dios más referenciado. Minerva, con tres menciones (cuatro si aceptamos la propuesta de Rodríguez Almeida), parece concentrar su culto en la civitates de Duratón. En el culto doméstico, el Mercurio de Cavca y la cabecita de Duratón, atestiguan el culto a esta divinidad, manifiesta en Hispania como ya señalamos en su estudio. La continuidad del culto a divinidades locales se atestigua en los epígrafes de Avela y en las inscripciones del territorio de Duratón (Matres, Bonus Eventus, Eburinianus, etc.), donde además, la posición de algunos de estos santuarios en las cercanías del castro del Hierro II de Sepúlveda, podría remitirnos a diferentes sincretismos, como el de Diana en su función de protectora de los bosques y la caza. Los cultos orientales tienen su manifestación en la cabecita de Attis testimoniada en Cavca, si bien debemos, por

prudencia, considerar este culto como propio del ámbito privado. Esto cambiaría en el caso de confirmarse la propuesta del santuario de Cibeles en Ávila. En definitiva, manifestaciones religiosas que apuntan a la introducción del modelo religioso romano durante el Altoimperio, al intento de buscar en el sincretismo la asimilación por la religiosidad romana de manifestaciones indígenas y por último, fruto del contacto entre los territorios del Imperio, a la llegada, desde el siglo II, de manifestaciones orientales. BIBLIOGRAFÍA Balil, A. (1978), Esculturas romanas de la península Ibérica (I), Studia Archaeologica 51, Valladolid. Balil, A. (1984), “Estatua de Saturno hallada en la villa romana de los Quintanares”, Actas del Ier Simposio de Arqueología Soriana, Soria, 325-340. Balil A. y Abásolo, J. A. (1984), “El Asklepios de Villanueva (Ávila)”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología L: 69-79. Baratta, G. (2001), Il culto de Mercurio nella Penisola Iberica, Barcelona. Bendala, M. (1981), “Las religiones mistéricas de la España romana”, La Religión Romana en Hispania, Madrid, 283299. Blanco García, J. F. y Pérez González, C. (1996), “Escultura de Attis en la submeseta Norte”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología LXII, 123-142. Cocis, S. (1994), “Mercurius. Représentations en bronze de la Dacie”, Akten der 10.Tagung über antike Bronzen, Freiburg, Forsch. und Ber. zur Vor- und Frühgesch. in B.-Würt. 45), Stuttgart, 129-133. De la Bandera Romero, M. L. y Ruiz Bremon, M. (1992), “Un nuevo Attis funerario de la Betica”, Habis 23, 159169. Delgado Delgado, J. A. (1993), “El culto a Júpiter, Juno y Minerva entre las elites béticas durante el Alto Imperio Romano”, Gerión 11, 337-364. Fernández Uriel, P. (2007), “Bronces de los lararios domésticos“, Metalistería de la Hispania Romana (C.Fernández Ibáñez ed.), Sautuola XIII, 277-300. González Serrano, P. (1990), La Cibeles nuestra señora de Madrid, Madrid. Graf, F. (2009), Apollo (Greek deity), Greece, Religious life and customs, Routledge. Hernando Sobrino, M. R. (2004), “Un santuario romano en Narros del Puerto, Ávila (Conventus Emeritensis)”, Ficheiro Epigráfico, Coimbra.

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