Terror en Tasmania: tierra fértil para la novela gótica

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Terror en Tasmania: tierra fértil para la novela gótica

Mark Stephen Mullee

 

Mullee  1   Terror en Tasmania: tierra fértil para la novela gótica

Si la novela gótica en la tradición inglesa condensaba el pasado medieval en los espacios cerrados del castillo y el convento (López Santos 16), podemos confirmar que la novela gótica australiana, y todo inspirado en ella, encuentra sus coordenadas espacio-temporales por excelencia en la colonia penal. En la historia cruel y oscura del joven país, las remotas cárceles de la isla de Tasmania son la condensación de este cronotopo en el imaginario australiano. Este espacio herméticamente cerrado y sus ruinas han servido de inspiración para un nuevo género de cosecha propia, al cual se transfiere algunos temas y característicos de la novela gótica, pero mezclado con la realidad única y renovadora de Tasmania. No sólo el pasado colonial, sino el paisaje mismo hace a Tasmania tierra fértil para lo gótico, con representaciones en la ficción, el teatro, el cine, la pintura, la música, y la arquitectura—en fin, todo lo que en inglés se conoce bajo la etiqueta Tasmanian Gothic. Obras que se clasifica con esta etiqueta están permeado por una oscuridad y temor inspirados por la historia, geografía, y paisaje de la isla que antes se conocía como Van Diemen’s Land, nombre que se le quitaron para distanciarla de las asociaciones lóbregas. En este ensayo, intentamos demonstrar las fuentes del subgénero Tasmanian Gothic en la historia, topografía y cultura contemporánea de la isla, y sus confluencias con la tradición de la novela gótica traído desde Inglaterra. Usando como guía la “Teoría de la novela gótica” de Miriam López Santos, que a diferencia de la mayoría de teorías anteriores divide su análisis de la novela gótica entre la lógica narrativa y los motivos recurrentes, intentamos anclar este subgénero en su género de origen. Y en el proceso de dar ejemplos de obras que muestran este vínculo, esperamos a la

 

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misma vez ofrecer una pequeña panorama de la rica cosecha de terror que se puede encontrar en este último enclave del mundo, fortaleza de la imaginación gótica.

La colonia penal: cronotopo gótico por excelencia A pesar de su clima templado, y la tranquilidad típico inglés de sus pueblos y sus jardines con especias importadas, Tasmania tiene una naturaleza brutal1 y un paisaje de paladar muy oscuro, sobre todo en los remotos rincones de la isla donde construyeron el imperio británico sus infames cárceles. Marcus Clarke, en su descripción de la costa de Tasmania en la novela For the Term of His Natural Life— considerado el primer ejemplo de Tasmanian Gothic—hace muy claro la conexión entre estos ámbitos de las antípodas y los lugares preferidos por las novelas góticas ingleses, que se situaron por mayor parte “en ambientes latinos, en territorios a orillas del mediterráneo” (López Santos 16). Una larga descripción de la costa y sus peligros empieza la sección de la novela situada en Tasmania. El narrador se fija en los peligros de la costa, comparándola directamente con el mediterráneo, y imaginando la creación de la isla como un derrame de plomo líquido2: Viewed upon the map, the fantastic fragments of island and promontory which lie scattered between the South-West Cape and the greater Swan Port, are like the curious forms assumed by melted lead spilt into water. If the supposition were not too extravagant, one might imagine that when the Australian continent was fused, a careless giant upset the crucible, and spilt Van Diemen’s land in the ocean. The coast navigation is as dangerous as that of the Mediterranean (Clarke 158).                                                                                                                 1 La naturaleza de Tasmania, ahora estrictamente conservado, es una de los ejemplos más extensos de la vegetación original del supercontinente Gondwana, y vastos extensos de ella se reconoce como “patrimonio mundial” de UNESCO. 2 También es interesante notar que el periódico más importante de Tasmania se llama The Hobart Mercury, reforzando la asociación con otro metal “vivo,” y el temperamento volátil.

 

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Luego describe la península de Tasman como una pequeña Italia, señalando a sus lectores contemporáneos todos los lúgubres asociaciones con la península de Italia, uno de los espacios góticos por excelencia de la gótica inglesa3: …the mariner is suddenly checked by Tasman’s Peninsula, hanging, like a huge double-dropped ear-ring, from the mainland. Getting round under the Pillar rock through Storm Bay to Storing Island, we sight the Italy of this miniature Adriatic (158-159). Y si no estuviéramos ya convencidos de la naturaleza lúgubre en que nos encontramos al arrancar la historia, el autor sigue nombrando todos los topónimos que dejaban en su estela los navegantes franceses que medio siglo antes habían explorado la costa de la isla, sin entrar en el interior: D’Entrecasteaux Channel, Bruny Island, Recherche Bay. Son ecos de una presencia furtiva y ya desaparecida.

Espectro de genocidio Pero sin duda es otra desaparición, otro eco, que pesa mucho más en la conciencia colectiva de Australia: el genocidio de los aborígenes, que encontró quizás su forma más concentrada en la pequeña isla de Tasmania. En el entonces Van Diemen’s Land, el exterminio llegó a ser casi total. La destrucción de esas culturas, los tribus de Tasmania separados hace unos 10,000 años del continente de Australia, hace que uno imagine la violencia, pero a la misma vez la pérdida lo hace difícil pensar en imágenes concretas, causa quizás por la escasa literatura sobre esta época de historia,                                                                                                                 3 “Todos los miedos y temores de la sociedad aristocrática anglosajona, porque vieron en estos países no la luz grecolatina, sino la oscura e inquietante sombra de un paso tenebroso, Italia y España se convertirán entonces, dentro de esta imaginería, en espacios góticos por excelencia” (López Santos 16).  

 

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que es más una amputación que la “llaga abierta,” de que se suele hablar después una tragedia. En los primeros años de la colonia, la cultura aborigen fue desconocida, o suficientemente malinterpretado para dar inspiración a algunas leyendas e imágenes, pero la mayoría de los representaciones son de una presencia-ausencia, el brazo o la pierna fantasma de un amputado.

Convictos y Caníbales Una imagen que sí está muy concreta en la imaginación de tasmanos y australianos es la del bolter—un prófugo de las coloniales penales—y más preciso los convictos perdidos en el bosque que se vuelven caníbales. Entre los muchos casos de canibalismo que puntuaba la historia de Tasmania en la época colonial, la figura de Alexander Pearce destaca entre todos ellos por la enormidad de su historia—además por ser uno de los casos mejor documentados. Su verdadera historia ha inspirado varias obras de ficción, y en los últimos años dos películas de gran difusión: The Last Confession of Alexander Pierce (2008) y Van Diemen’s Land (2009). Pearce se escapó en el año 1822 del infame campamento de Sarah Island, donde los convictos servían sus sentencias talando los grandes pinos Huon4 del río Gordon, en condiciones bastantes crueles. Después de otros intentos, escapó con siete compañeros, pero lo capturaron más de cuatro meses después. Había vagado por las selvas frías impenetrables que separan la salvaje costa oeste de las poblaciones civiles del este, donde vivió algún tiempo como un ladrón de ganado. Cuando lo captaron, él admitió de haber comido a tres de sus compañeros, uno tras otro, para sobrevivir. Las                                                                                                                 4 Unos de los árboles endémicos más importantes de Tasmania, el pino Huon es un sobreviviente de Gondwana, el viejo supercontinente. Este árbol conocido por su madera perdurable y boyante puede vivir hasta los 3000 años. Desafortunadamente su madera fue muy valorado por la construcción de barcos, y los británicos talaban extensos regiones para construir su fuerza naval en el siglo XIX.

 

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autoridades no creyeron una historia tan extravagante, y le acusaron de mentir para esconder el paradero de los otros escapados. Lo mandaron otro vez a la cárcel, y se escapó otra vez con un compañero. Cuando lo capturaron de nuevo, hallaron trozos de ese otro hombre en sus bolsillos. Lo ahorcaron entonces a Alexander Pearce, y su historia sigue inspirando todo tipo de leyenda, junto a los innumerables otros bolters que nunca fueron encontrados, probablemente consumido ellos mismos por la selva fría, y cuyas historias nunca verán la luz.

Actores del relato Con el cambio de paradigma que está experimentando la sociedad australiana ya desde hace años, en lo cual se reivindica los antepasados traídos por fuerza al continente australiano como víctimas de un sistema cruel del imperio británico, vemos también un cambio de su representación en la literatura y el cine. En las películas arriba citadas, se presenta a Alexander Pearce con una mezcla de simpatía y terror, un hombre forzado por sus circunstancias en convertirse en monstruo. No sólo come sus compañeros cuando mueran—como en otros muchos historias de sobrevivientes—sino espera hasta que se caigan en sueño para matarlos con una hacha y comerlos. Muchos de los convictos mandados a Tasmania eran autores de delitos menores, o incluso eran presos políticos, mandados al extremo del mundo para aislarlos de la lucha republicana en Irlanda, por ejemplo. Sentencias para el robo5 eran muy frecuentes, los crímenes muchas veces motivados por la pobreza especialmente cruel de Inglaterra durante la revolución industrial, o la de una Irlanda rural sujetado                                                                                                                 5 Alexander Pearce, irlandés en un tiempo cuando el colonialismo británico ejercía una relación muy explotadora con la isla, fue mandado a Tasmania, al lado opuesto de la tierra, por el robo de seis pares de zapatos.

 

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al dominio colonial. Con las reconsideraciones del poscolonialismo viene también la reivindicación de sus víctimas, y en Australia está casi por desaparecido el estigma con que han vivido tanto tiempo los descendientes de convictos. Entonces es posible que en un único personaje pueda existir villano y héroe. Los “actores del relato” de la novela gótica que señala López Santos—el villano, la mujer fatal, la heroína, el caballero, y el narrador (9-15)—se mezclan y transforman en el Tasmanian Gothic. A menudo faltan muchos de estos personajes dentro del canon, por la historia tan única que vivía esta colonia británica. Faltan los actores, o en algunos casos son interpretados de maneras muy distintas. Si hay narradores, por ejemplo, son narradores poco tradicionales. Uno de los grandes éxitos de la literatura de Tasmania es la novela de Richard Flanagan, Death of a River Guide, en que el narrador se relata todo una vida mientras está ahorcando en un río en el interior de Tasmania. Prolifera también, por supuesto, los narradores engañosos, como la de Freycinet, una novela de Melanie Calvert que trata de otra muerte en la naturaleza, la desaparición de dos mujeres jóvenes en el parque Freycinet. El hecho de que esta novela ejemplar del Tasmanian Gothic toma para su título el topónimo Freycinet—un promontorio en la costa este de la isla y un parque icónico para los senderistas—es otro importante continuación de la larga tradición de la novela gótica en que “la gran parte de las novelas calificadas como góticas [llevan] por título el espacio donde se desarrollan.” (López Santos 17). En esta novela son dos desapariciones que desarrollan en este escabroso paisaje, ocurrencia en realidad demasiada frecuente en Tasmania. En una isla que queda en su mayoría salvaje, con un tercero de la isla inaccesible, son las desapariciones de turistas y senderistas que se convierten en uno de los escenarios más prolíficos para las películas de terror o de suspenso. En este caso, son dos chicas que desaparecen, y durante la búsqueda de

 

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ellas—o sus cadáveres—la protagonista sufre alucinaciones violentas en un bosque de híper-fertilidad: Now I too lie down. With my eyes closed I’m struck by the pungent, cinnamon smell of the bush. In the mottled firelight, I reach out, but not towards Julian. I reach away from him, on the other side, out into the shadows. My fingers find cushion-soft moss, knife-edge stones, brittle cracking leaves, damp loamy chocolaty dirt, whip-like ferns, all alive, overly alive, trying to consume and decompose me; to incorporate me into their own fecund, compost-like environment. I grasp a moist handful of the earth, and hold it tightly in my hand, curl my cold fingers around its life, and close my eyes. Aquí la tierra es otra protagonista más. La tierra puede tener su propia voluntad, recordando a los espacios psíquicos de cuentos como “La caída de la casa de Usher” de Poe. Cuando Calvert dice que Tasmania es “un lugar que se devora a sus habitantes” (Calvert), se sitúa en la larga tradición de la naturaleza devoradora de Tasmania y a la vez la de lo gótico.

Bestias de las Antípodas Tasmania es una tierra cuyo animal más icónico, el diablo tasmano, se distingue por devorar a su preso entero, huesos y pelo incluido. Actualmente las poblaciones de este animal emblemático sufren una crisis del cáncer de la boca, una triste epidémica que a pesar de todo nuestras simpatías ecológicas no puede sino aumentar la imagen de corrupción y crecimiento desbordado del diablo y la selva fría que lo creó. Si todo lo desconocido da temor, la fauna de Tasmania debió de haber consternado los primeros europeos en pisar su tierra. No sólo el diablo tasmano, sino todos los animales que evolucionaron en la aislación a este lado del línea Wallace, y doblemente aislado por el estrecho Bass, complicaron el orden de la naturaleza de

 

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entonces. Encontraron la equidna y el ornitorrinco, que según los conocimientos científicos era una cosa imposible: un mamífero que daba huevos, un animal acuático que tenía el pico como un pato y daba leche a sus criados. Si encontráramos algo así hoy, lo clasificaríamos como un monstruo de “fusión” según las clasificaciones de Ana Casas en “Las mil caras del monstruo” (6). De todos modos, deben de haberse dado cuenta, los colonos, de que allí las leyes de la naturaleza estaban abiertos a revisión. Y donde hay una nueva concepción de la naturaleza, o de la realidad, sale otra manera de interpretarlo, otro género para explorar sus posibilidades. Uno de los animales endémicos a Tasmania más interesantes, y que más que cualquier otro ha inspirado la literatura y el cine, es el tigre tasmano, una especia de marsupial que se extinguió al inicio del siglo XX, pero sigue vivo en la leyenda de Tasmania, donde muchos creen que todavía exista, como un tipo de yeti en las selvas frías.

Hechos reales No todos las fuentes del Tasmanian Gothic pertenece a la historia y la leyenda; algunas tienen, desafortunadamente, su origen en la realidad actual. Aunque la violencia de Freycinet está basada en verdaderos asesinados, y Alexander Pearce existió de carne y hueso, es otra cosa una obra de ficción basada en un crimen aislado o en una leyenda de hace dos siglos, que basarla en una reciente tragedia nacional. En el este de Tasmania se sitúa Port Arthur, sitio de las ruinas de otra colonia penal de Tasmania, en la península con forma muy improbable en el extremo sureste de la isla, esa “pequeña Italia” que describía Marcus Clarke. Como si no fuera suficiente para darlo mala fama toda la historia penal de este remoto y inaccesible trozo de tierra, en el año 1996 fue el escenario de la matanza de

 

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Port Arthur, en que Martin Bryant mató a 35 personas. Después de un asesinado motivado por razones personales, Bryant se fue a la cafetería del centro de interpretación de la vieja cárcel colonial, donde, después de comer en la cafetería, abrió fuego en los turistas y empleados allí reunidos. Dado a la aislación de la comunidad y la inaccesibilidad para las fuerzas de seguridad, siguió con la matanza a lo largo de unas horas, subiendo la pequeña península hasta que fue capturado en el istmo estrecho que se conoce como Eaglehawk Neck. De este topónimo viene el nombre de la reciente obra de Tom Holloway, Beyond the Neck, que es uno de las únicas obras que confronta a este episodio tan penoso en la vida de Tasmania. Tomando inspiración de la tradición del Tasmanian Gothic, Holloway intenta la tarea difícil de convertir una tragedia tan reciente en una obra que dé sentido a lo ocurrido.

Memoria de hechos demasiados reales Y no son sólo las tragedias y la violencia que ocurrieron en suelo tasmano las que informan las obras del Tasmanian Gothic, sino también la memoria de la violencia traído desde lejos. En la pequeña población que tiene Tasmania, consta muchos inmigrantes de Europa central, que vinieron en los años 50 para trabajar en los proyectos electrohidráulicos en las tierras altas de Tasmania. Con ellos trajeron la trama de la guerra en Europa, trama que complicaba su integración en la sociedad tasmana. Otra novela de Richard Flanagan, The Sound of One Hand Clapping, trata de este conflicto en dos personajes: un padre que intenta enfrentarse a las fantasmas de la violencia del mundo viejo—y una tragedia personal en este mundo nuevo de Tasmania—y su hija, ciudadana de una Australia moderna y multicultural. Aquí

 

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también el paisaje de los highlands tiene un papel primario en la novela, y una presencia opresora en que al final triunfa las fuerzas de la naturaleza.

Tierra de fuego y sequía En la novela de Flanagan, es el agua y su potencial enérgica y destruidora que da sentido a la historia, pero en Tasmania también el fuego es una fuerza potente en la conciencia de la población. Fue en el año 1967 que unos incendios arrasaron la isla de Tasmania, quemando mucho bosque virgen, llegando a las calles de Hobart, la capital, y dejando 62 muertos y dejando miles más sin techo. Los tasmanos recuerda el día como Black Tuesday. En Australia, como en partes de España y California, viven con la amenaza latente de que un incendio les quemen todo. Vivir tan cerca del lado destructivo de la naturaleza da otra perspectiva del medioambiente y informa la situación de una obra creativa. La naturaleza, en esta medida, da otra faceta al espacio narrativo en el Tasmanian Gothic.

Otras Coordenadas Y si el espacio narrativa conforma a la tradición de la novela gótica, también se ve un tiempo narrativo muy característico de esa tradición. En Freycinet, por ejemplo, el sueño mezcla con la realidad, y las alucinaciones atormentan la protagonistanarradora (en este caso escenas de un asesinado brutal mientras buscan una chica desparecida) y confunden todo tipo de cronología. Entramos en un tiempo narrativo insular, desconectado de la realidad, como en la novela gótica. Incluso en Freycinet se llega a cuestionar la realidad de lo que ha narrado: And I am left with the distinct impression that this is all a dream, all of it, and I am only an ordinary tourist visiting Freycinet, who has had a curious dream

 

Mullee  11   one long, dark night. As if all I have experienced here is only the echoed sliver of a very real and unbearably callous murder, and these visions and thoughts I have had are mere reverberations and splintered echoes of the madness of that abhorrent act. It’s a weird feeling of… unrealness. As if I am a mere figure in a dream, or a character in a painting or a novel, only an imagined, powerless creature myself.

Hemos visto como mucho de la lógica narrativa bebe directamente de los aguas, bastantes turbios, de la novela gótica. Los motivos recurrente de la novela gótica también recurren en su crías del Tasmanian Gothic. López Santos identifica entre ellos el miedo como principal eje de las novelas góticas, y citando a los teorías de Edmund Burke y H. P. Lovecraft y al prólogo de V. Molina-Foix de su novela El monje, muestra cómo del miedo viene lo sublime. Luego divide el miedo entre el miedo a la muerte y el miedo al dolor, lo cual subdivide entre el dolor físico y el dolor moral. Desde el sentido opuesto, llegamos a la conclusión que las obras del Tasmanian Gothic se revuelven en los mismos ejes de su predecesor, la novela gótica. La literatura se alimenta en la historia miedoso de la colonia penal, fijando en el peligro del viaje a Tasmania—miedo a la muerte—y la crueldad de las condiciones y de los capaces de los cárceles—miedo al dolor. Tratamientos de la vida en las colonias penales se fijan en los latigazos, el frío, y el labor duro de los campamentos—el dolor físico—y la historia de Alexander Pearce habla de un dolor moral en su tema central del canibalismo. Sobre el dolor moral López Santos dice que “las novelas góticas enfrentan al lector a temas prohibidos, temas tabú, logrando que este se identifique con el dolor moral padecido por los protagonistas. Se trata, en definitiva, de contenidos

 

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condenados y censurados que, frente a lo esperable, no suelen aparecer, por lo general, expuestos de manera evidente, sino que son tan solo insinuados por sus autores” (9). Identifique el incesto, la homosexualidad y el triángulo amoroso como tabús principales. Con los cambios sociales desde el siglo XIX hasta el XXI, afortunadamente podemos quitar la homosexualidad de esta lista de tabús en la literatura del Tasmanian Gothic. La adaptación cinematográfica de la historia de Alexander Pearce, Van Diemen’s Land, tiene una escena homoerótica entre dos de los hombres (ambos comidos al final por Pearce) que contribuye más a la humanización de los personajes que otra cosa. No es el dolor moral en este caso, sino el placer de que habla la homosexualidad para una audiencia contemporánea que la acepta por otra muestra del amor natural. Lo que sigue siendo un tabú muy fuerte en Tasmania, sin embargo, es el incesto. Por su aislación y su población bastante pequeña, el incesto siempre ha sido un cargo contra los tasmanos, un estereotipo despreciador, y fuente de chistes e insultos hechos por los australianos del mainland—el continente. Si en la novela gótica el incesto simbolizó una repulsa directa a las normas de racionalismo (López Santos 9), el supuesto incesto de Tasmania ha servido como un contrapuesto al resto de Australia, y su supuesto superioridad, derivada de la refinación europea. En esto yace también el peligro del Tasmanian Gothic, y algunos lo critican por la propagación de los tópicos de la isla. Algunos escritores tasmanos que tienen, como Richard Flanagan, una visión más sutil de la naturaleza de su tierra nativa, notan que Tasmania sirve como el “otro” para una Australia que quiere verse purificado por su pasado vergonzoso. “Tasmanian gothic performs a wider national duty of allowing mainland Australia to be figured as 'good' by dint of its othering of

 

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Tasmania as ‘bad’” (Bullock v). Igual que a los tejanos les da pena la imagen de Texas que tengan muchos del Texas Chainsaw Massacre, a muchos tasmanos les fastidia la imagen que da a su isla la estética de Tasmanian Gothic.

Terror en Tasmania Sin embargo, Tasmania ha inspirado una cantidad desproporcional de películas de terror. Una de ellas es Dying Breed, con una historia que combina, sorprendentemente, las leyendas de incestuosas poblaciones olvidados de tasmanos y la leyenda, inmensamente popular, del thyalicine, o el tigre tasmano. Quizás no hay leyenda que más ha inspirado la imaginación que la del thyalicine, animal que fue exterminado por la caza, y cuyo último individuo murió en el zoo de Hobart en 1933. Es un creencia bastante extensa, sin embargo, que el tigre tasmano siga vivo en las selvas frías—una leyenda que viene de la profunda pena de haber borrado este animal de la faz de la tierra, y—en su versión más interesante—de un profundo recelo de las compañías forestales, que algunos sospechan de suprimir evidencia de la existencia del thyalicine para evitar el paso de sus tierras a tierra protegida. De esta leyenda viene también la novela de Julia Leigh, The Hunter, y su adaptación al cine del mismo título (2011). The Hunter es una historia profundamente arraigado en el paisaje tasmano y todos sus fantasmas. En este caso el protagonista, un hombre solitario conocido sólo con la inicial M, tiene el cargo de encontrar y matar al último tigre tasmano. Con clara deuda al Moby Dick de Melville, su representación de un cazador obsesionado por un animal mítico y lleno de simbolismo, y la relación entre un hombre y la tierra, se puede leer la novela en el clave del ecocriticismo, como una novela “peculiarmente ecológica” (Brewer, “A Peculiar Aesthetic).

 

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La fruta del terror Todas las peculiaridades de Tasmania la ha convertido en un lugar por excelencia del gótico, su naturaleza representada en muchas obras del subgénero Tasmanian Gothic, con sus propios espacios y tiempos narrativos, y sus propios referentes en la historia y cultura local y única de la isla. Desde su geografía exótica y su toponimia bastante gótica, hasta su fauna que desafiaba toda clasificación y sigue inspirando todo clase de leyenda, esta pequeña isla al sur de la isla más grande del mundo se ha convertido en tierra fértil para la semilla del terror que llegó desde Inglaterra con los colonos y los convictos durante el apogeo de la novela gótica. Ahora somos testigos de la fruta del género—lectores y espectadores de su jugosa y deliciosa terror.

 

Mullee  15   Obras Citadas

Brewer, Scott. “‘A Peculiar Aesthetic’: Julia Leigh’s The Hunter and Sublime Loss.” Journal of the Association for the Study of Australian Literature, julio 2009, pp. 1-11. Bullock, Emily. “A Cultural Poetics of Tasmanian Gothic.” Tesis doctoral, Macquarie University, 2009. Abstract. Calvert, Melanie. “‘It’s a place that devours its inhabitants.’ Melanie Calvert on Tasmanian Gothic and her novel Freycinet.” www.readinainglesitting.com, accedido 10 mayo 2014. Casas, Ana. Las mil caras del monstruo. Barcelona: Bracket Cultura, 2012. Clarke, Marcus. For the Term of His Natural Life. www.planetpdf.com, accedido 10 mayo 2014 López Santos, Miriam. “Teoría de la novela gótica.” www.cervantesvirtual.com, accedido 10 mayo 2014. Vergis, Sharon. “Playwright Tom Holloway’s Island Gothic Finds Beauty and Sadness in Tasmania.” The Australian, 13 abril 2013.

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