Teresa de Ávila dentro del Renacimiento europeo.

August 18, 2017 | Autor: Victoria Meneghetti | Categoría: Modernism, Renacimiento, Historia Moderna, Inquisición, Historia de la Iglesia católica
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Descripción

Santa Teresa de Ávila y el Renacimiento: un estudio sobre el “Libro de la Vida”

Victoria Meneghetti

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Índice Índice ............................................................................................................................................. 0 Prólogo, introducción .................................................................................................................... 2 Contexto religioso de Europa en el renacimiento......................................................................... 3 Biografía ........................................................................................................................................ 8 Descripción de la Obra ................................................................................................................ 11 Estructura y descripción de la obra ............................................................................................. 11 Cuerpo ......................................................................................................................................... 14 Espacio y Tiempo......................................................................................................................... 21 Intercambio ................................................................................................................................. 25 Otredad ....................................................................................................................................... 28 Género......................................................................................................................................... 31 Elementos renacentistas ............................................................................................................. 37 Conclusión ................................................................................................................................... 39 Bibliografía .................................................................................................................................. 41 Fuente ......................................................................................................................................... 41

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Introducción El Renacimiento fue una época de gran conmoción espiritual, de grandes pensadores, de quiebre pero a la vez de fortalecimiento para la Iglesia y de expresión de una libertad del hombre que hasta entonces no había existido. Dentro del marco de la Iglesia, que hasta dicho entonces vivía la peor crisis de su historia, me resulta ampliamente interesante el estudio de las figuras que, uniéndose a Ella, se dedicaron a luchar con su vida para apoyar su renacimiento. San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús entre otros, formaron un bastión inexpugnable contra el avance del protestantismo y significaron un fortalecimiento substancial para la Iglesia. Me surgieron las siguientes preguntas a la hora de realizar este trabajo: ¿verdaderamente qué se encuentra detrás de estos santos, de Teresa fundamentalmente, que les dio fuerza tan extraordinario que fueron mucho más allá de su tiempo, trascendieron en él y hoy siguen latentes? ¿Por qué fue un personaje como Juana de Arco quemada en la hoguera y Teresa de inmediato declarada Santa? ¿Pudo haber sido una bruja? ¿Influye su sangre judía en su carácter o en los principios de igualdad y democracia que les enseñaba a sus hermanas? Se procurará responder a estas cuestiones a lo largo de este proyecto a la vez que se analizan los elementos requeridos siempre dentro del marco de una contextualización histórica y religiosa que el tema merece.

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Contexto religioso de Europa en el renacimiento

El siglo XV fue un período que significó muchos cambios para la humanidad. Estos cambios produjeron modificaciones en las estructuras sociales, políticas, culturales, artísticas, económicas y religiosas. En el plano religioso ha de contextualizarse esta introducción, pues es la significativa a la fuente a analizar. La Iglesia de Roma había comenzado ya, en los siglos XIV y XV a tener un desprestigio importante y creciente. Su enriquecimiento material; la falta de dirección espiritual hacia sus fieles; la progresiva secularización de la vida social impuesta por el humanismo renacentista; la relajación moral de las costumbres del bajo clero; y las prácticas abusivas en cuanto a las indulgencias y a las simonías produjeron un fuerte desprestigio del papado y de la Santa Sede. A fines de la edad media, la Iglesia Occidental sufría un período de gran desconcierto y decadencia que favoreció el desarrollo del gran cisma de occidente entre los años 1378 y 1417. Esto fue provocado por el traslado de la sede papal a Aviñón de 1305 a 1370 y por la elección simultánea de tres pontífices. La reforma protestante en sí, se desató con la proclamación de las 95 tesis de Martín Lutero el 31 de Octubre de 1517, luego de producirse el anuncio de una indulgencia papal a cambio de la donación de fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma. La Reforma Protestante iniciada por Lutero no fluyó por un cauce único sino que fueron varios los grupos que siguieron por caminos distintos e irreconciliables. Pero es cierto que todos estaban unidos por su oposición a la doctrina y a la disciplina de la Iglesia Romana. Martín Lutero, un monje agustino, sintió, basándose en un texto de la epístola de san Pablo a los romanos, que la salvación de Dios se comunicaba mediante la fe, y no a través de las obras que vienen de la naturaleza humana corrompida por el pecado original. Además criticó la Institución eclesial y por ende, la descalificación de la autoridad del sumo pontífice alegando al principio de solo lectura. Este implicaba que la Biblia podía ser interpretada individualmente pues todos podían recibir la luz del Espíritu Santo. En base a dichos principios eliminó gran parte de los sacramentos e introdujo el sacerdocio universal. Con el apoyo de la reciente invención de Gutenberg, la difusión de su mensaje, fue eficaz y muy rápida. En muy poco tiempo sus tesis habían recorrido gran parte de Alemania y otros países de Europa. Muchos como Calvino y Enrique VIII la aplicarán luego agregando modificaciones.

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Lo importante de la Reforma en sí fue la ruptura que significó para Roma y las adhesiones para un bando u el otro. La Contrarreforma fue el renacimiento católico romano del siglo XVI que surgió en respuesta a la Reforma Protestante iniciada ya. Sus principales fines fueron los de eliminar los abusos dentro de ella y reaccionar eficazmente contra el protestantismo. Dicha reacción puede decirse fue lenta y desarticulada. Carlos V, emperador de Alemania y rey de España y Nápoles se vio influenciado por las consecuencias políticas de la Reforma protestante. Su rivalidad con la corona francesa impidió la alianza entre los reinos que se mantenían más cercanos a la Iglesia Romana. A pesar de ello y de las muchas dificultades que hubo en torno a la celebración del Concilio de Trento, realizado en tres etapas: 1545-1549; 1551-1552; 1562-1563, se logró el resultado esperado. Este significó el deseo de atajar la propagación del protestantismo y conducir de una manera armónica y oficial, una reforma católica. La primera convocatoria del Concilio por parte del papa Paulo III reunió grandes grupos de teólogos expertos, nombró cardenales nuevos y dignos e impulsó la creación de órdenes religiosas nuevas como las ursulinas, las carmelitas descalzas de Santa Teresa de Jesús y la Compañía de Jesús de San Ignacio de Loyola. Además restablecieron el tribunal de la Inquisición en 1542. Pablo IV logró eliminar el espíritu mundano de la corte pontificia, obligando a los obispos a renunciar a sus múltiples prebendas y regresar a sus diócesis. Pero su carácter lo llevó a una postura de total intransigencia para con los mismos príncipes, que podían ayudarlo en la pacificación de la cristiandad y en la implementación de reformas. Pío IV en cambio, más moderado y conciliador, logró la paz entre las potencias cristianas y concluyó el Concilio. Finalmente podría decirse que, a grandes rasgos, las principales medidas que tomó el Concilio fueron las siguientes. En primer lugar se decidió que los obispos debían presentar capacidades y condiciones éticas intachables; se ordenaron crear seminarios especializados para la formación de los sacerdotes y en esta materia se confirmó la exigencia del celibato clerical. Además se impuso, en contra de los protestantes, la necesidad de la existencia mediadora de la institución de la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, con el fin de lograr la salvación del hombre. Se reafirmó así toda jerarquía eclesiástica, siendo el Papa la autoridad máxima. Se ratificó la validez de los siete sacramentos y la necesidad de alianza entre la fe y las obras que, sumadas a la influencia de la Gracia Divina, llevaban a la salvación.

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Los santos y la Virgen fueron reivindicados al igual que la Misa, y se afirmó la existencia del purgatorio. Para cumplir sus mandatos, se creó la Congregación del Concilio, dándose a conocer sus disposiciones a través del “Catecismo del Concilio de Trento”. Podría decirse que la Iglesia volvió a encausarse a sus verdaderos fines, o al menos, solidificó sus bases primordiales. No menos significativa fue la existencia en dicho período de contrarreforma, de personajes ilustres que influyeron en el renacimiento de la Iglesia Romana. Entre ellos se encuentra San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En lo referente a los santos, su influencia es crucial para la Iglesia, pues es en ellos en dónde muchos cristianos reivindican su fe, en la existencia de seres semejantes que vivieron, encontraron a Dios y predicaron su mensaje a lo largo y ancho de sus vidas. Teresa de Jesús fue posteriormente declarada por Pablo VI, el 27 de septiembre de 1970, Doctora de la Iglesia. Esta denominación, entre otras que obtuvo, como las de santa y patrona de España, hace que llame mucho la atención su figura. Esto porque su contexto no le significó favorable en ningún sentido. En el plano de lo antes mencionado, fue muchas veces considerada herética y bruja por sus visiones divinas. Desde el punto de vista cultural, en su siglo, la figura predominante era la del hombre. La mujer no cumplía roles destacados en ningún sentido pues estaba limitada respecto al ejercicio intelectual del hombre. Teresa en cambio, ha sido considerada incluso un “hombre barbado”, pues su destreza y carácter fueron más allá de las consideraciones que se le podían atribuir a una mujer y más aún, a una monja. E incluso a sus hermanas, una vez consolidada su reforma les enseñaba que debían ser como “hombres barbados”. Teresa y el renacimiento “El siglo, arrebatado en un delirio de fría razón, fue desafiado por una monja española, que se elevó a la grandeza sobrehumana en el embeleso de las visiones eternas.” I El poder de la Iglesia había sido sacudido cruelmente. En el año de la muerte de Teresa, Lutero proclamó su cisma. Calvino hizo de Ginebra una segunda Roma, la sede oficial del protestantismo. Las viejas formas de la piedad dogmática habían perdido mucho de su rigor bajo el embate de la ciencia y de los otros medios de secularización. En defensa del catolicismo

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FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de Espasa-Calpe Argentina, 1948.

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empuñaban los reyes las armas y los predicadores populares trataban de fortalecer la fe por todos los medios. En el Concilio de Trento, los cardenales, obispos y teólogos se reunieron para establecer una nueva codificación del dogma católico. Un ejército de disciplinados soldados de Dios fue dirigido por Ignacio de Loyola en la gran batalla decisiva contra las fuerzas de la Reforma. Santa Teresa “puso por escrito lo que había aprendido en la soledad de su celda, más allá del caos del tiempo y del espacio, más allá del dogma y la demostración racional, más allá de su propia comprensión y de la percepción de sus sentidos. Escribió sobre las visitas de su Señor y sobre Su voluntad.”II La Iglesia en decadencia, sacó de ella nuevas energías, una vitalidad nueva que provenía de las más hondas profundidades de la experiencia de la fe, desde la verdadera fuente de toda piedad, desde el contacto directo con Dios. Para la Iglesia de esta época, Cristo se había convertido en un rótulo alegórico, en un objeto de creencia y en un tema para debates teológicos. Por medio de Teresa, la Iglesia supo, una vez más, de Cristo como una realidad viviente, del Cristo a quien los discípulos vieron en el camino a Emmaus, el Cristo en quien había empezado la fe de la Iglesia, conforme a cuyo espíritu había sido renovada por San Francisco de Asís. Teresa fue una monja que nada poseía más que la ropa que llevaba puesta. Decidió fundar un convento nuevo, por inspiración divina y convicciones propias. Era una visionaria que en el otro mundo, el del más allá, se sentía como en su propia casa, y en este, debió llevar a cabo severas luchas contra duras realidades. Disputas contra hombres astutos, monjas celosas, y principalmente contra los eclesiásticos intrigantes, además de contra la ligereza y la inconstancia del mundo. Se trató de una mujer que, cuando comenzó la reforma, se encontraba ampliamente desgastada por las enfermedades que tuvo. Además se trató de una mujer del siglo XVI español, que vivía en una edad y en un país en el que las mujeres estaban excluidas de toda actividad pública y por sus hazañas se comprometió ante la entera opinión pública. Una monja de la orden carmelita de la Regla Mitigada fue lo bastante intrépida como para romper con las formas monásticas que, desde su institución hacía un siglo, habían sido concebidas como costumbres sagradas. Y todo ello lo realizó sin quebrantar su voto de obediencia absoluta.

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FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948.

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Viajó en su carromato sin detenerse por dificultosos caminos y en todas direcciones por toda España. Traficaba y negociaba, arreglaba y organizaba, y en medio de todos los peligros, esta mujer, conservaba el valor, la actitud optimista y el corazón alegre de una persona que le gusta enfrentar las adversidades. “El genio de esta santa mujer supero todas las dificultades, toda la confusión y pérfida del mundo. En fin, España, el país donde las mujeres eran consideradas incapaces de grandeza, se enorgulleció de haber dado al mundo, en la persona de Teresa, a una de las más grandes mujeres de todos los tiempos; y la Iglesia, que se había opuesto a sus aspiraciones, anuló, por consideración a ella, una costumbre establecida y la admitió sobre todo, a causa de su reforma de la orden carmelitana, en la comunidad de los santos.”III

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FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948.

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Biografía Teresa de Cépeda y Ahumada nació en Ávila el 25 de Marzo de 1525 y murió en Alba de Tormes el 4 de Octubre de 1582. Al día siguiente, entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días, de manera que la fiesta de la santa fue fijada el 15 de Octubre. Fue una monja carmelita que por profundo y directo vínculo con Dios y un espíritu de época, de reforma, transforma la antigua Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, descalzándola y creando así las Carmelitas descalzas. Juan de la Cruz, su principal discípulo, será el primer fraile carmelita descalzo que inaugurará un nuevo camino dentro de la rama masculina. Es una de las tres doctoras de la Iglesia junto con Santa Teresita del niño Jesús, y santa Catalina de Siena. Víctima de fuertes martirios físicos, enfermedades, persecuciones desde la Iglesia misma, sospechas del Tribunal de la Inquisición, funda desde la inspiración divina y la final aprobación de la Santa Sede, 17 conventos reformados. Fue beatificada el 24 de abril de 1614 por Pablo V. En 1617 fue proclamada Patrona de España. Canonizada el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV. El 27 de septiembre de 1970 el pontífice Pablo VI le reconoció el título de Doctora de la Iglesia. Su abuelo, don Juan Sánchez de Toledo había apostatado de la religión católica. Los Reyes católicos, a través del Tribunal de la Inquisición, habían anunciado un edicto de gracia por el que los apostatas podían reconciliarse con la Iglesia católica. Don Juan se acogió a esta posibilidad y debió cumplir la penitencia que le impusieron: asistir cada viernes, durante 7 semanas, a la procesión de los reconciliados de iglesia en iglesia en Toledo, con el sambenitillo y sus cruces a sus espaldas. Con Don Juan se reconciliaron también sus hijos, entre ellos Alonso, el padre de Teresa. Pensando el abuelo don Juan, mercader sagaz, intuitivo, certero que en Toledo sería mal visto, tanto por católicos como por judíos, emigró con su familia a Ávila, donde se estableció como mercader de tejidos, y cambió su apellido de Toledo, judío, por el de Cépeda de su esposa, por lo que vino a llamarse don Juan Sánchez de Cépeda, apellido que, Teresa hereda junto con el dinamismo inquieto, la intuitiva sagacidad y la esplendidez hidalga y generosa de su abuelo. El padre de Teresa, don Alonso de Cepeda, se casó con doña Catalina del Peso que falleció dejando a su esposo con dos niños pequeños. Al quedar viudo con 27 años se casó en segundas nupcias, con doña Beatriz de Ahumada, y de este matrimonio nació Teresa.

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Su madre muere cuando ella tiene apenas 14 años de edad y fue criada por su piadoso padre. Luego de pasar un periodo de vanidades, por ella descrito, en su adolescencia su padre la envía al convento de monjas Agustinas en Ávila para ser educada. Al poco tiempo enferma gravemente y su padre debe retirarla del monasterio. A causa de ello permanece por un tiempo con su padre y en algunas ocasiones con otros parientes como lo es su tío Don Pedro, quien la relaciona con las Cartas de San Jerónimo que la introducen en la oración. Este será su primer acercamiento voluntario a la vida religiosa y posteriormente tomará la decisión definitiva. Su padre no consiente su pedido al principio razón por la cual debe abandonar en secreto la casa paterna. Parte con su amiga Juana, hacia el Convento Carmelita de la Encarnación, en Ávila. El mismo contaba en dicho entonces con 140 monjas. Finalmente su padre la descubrió y le permitió continuar y Teresa tomó el hábito carmelita. Al año siguiente de su profesión comienzan sus convalecencias físicas y enfermó gravemente. Más de una vez estuvo muy cerca de la muerte e incluso una vez la dieron por muerta y narra que despierta con velas y cera en sus ojos. Trató con la torpeza de sucesivos médicos y curanderos hasta que tuvo una parcial recuperación por intercesión de San José. Pero de todos modos, a partir de aquel momento, y a lo largo de su vida, su salud fue muy delicada. Fue precisamente en estos años de letargo en que, comenzó a practicar la oración mental. Además su estado de gracia le permitió ver lo que era la influencia que ejercía sobre las monjas el locutorio. En él las conversaciones que tenía con los visitantes eran siempre sobre temas mundanos y sentía ella la hacían indigna de los gracias que Dios le concedía por medio de la oración. Esto la llevó a abandonar esta práctica. De todos modos, Dios había comenzado a visitarla con visiones intelectuales y locuciones internas. Esto llevó a que su entorno, e incluso a sus confesores, la consideraran una bruja. La proveniencia de las visiones eran vistas como obra del maligno. Por ello le decían que las rechace. Pero de todos modos, Dios había comenzado ya a obrar maravillosamente en su alma. Toda la ciudad de Ávila se vio inquietada por las visiones de esta monja. Se les encargó a San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara y luego a varios dominicos como Pedro Ibáñez y a varios jesuitas y otros religiosos seculares, discernir la obra de Dios en ella y guiarla por camino seguro. Es notable en ella el hecho de que, a pesar de que a lo largo de la vida le costó la entendieran sus confesores, siempre se sometió a la rigurosidad de los sacramentos y a la Iglesia. Incluso sus últimas palabras fueron “Al fin muero, hija de la Iglesia”. Esto determinó que, a pesar de haber sido denunciada al Tribunal de Inquisición como bruja y herética, se creyera inmediatamente en su santidad. Pues en la fidelidad a la Iglesia esta la prueba más segura.

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Los relatos contenidos en su autobiografía conforman una de las biografías espirituales más importantes, comparables sólo con las “Confesiones de San Agustín”. Al periodo descrito en su Obra pertenecen también las extraordinarias manifestaciones, como la transverberación del corazón que experimentó, sus desposorios espirituales y su matrimonio místico. Luego de muchos problemas y oposiciones, Santa Teresa logró fundar el convento de Monjas Carmelitas Descalzas de la Antigua Observancia de la regla de San José de Ávila el 24 de agosto de 1562. Cuatro años después recibió la visita de Juan Bautista Rubeo Rossi, el General de los Carmelitas, quién no solo aprobó lo que ella había hecho, sino que también le dio licencia para fundar otros conventos, de frailes y monjas. Casi de inmediato, fundó un convento de monjas en Medina del Campo en 1567, Malagón y Valladolid en 1568, Toledo y Pastrana en 1569, Salamanca 1570, Alba de Tormes 1571, Segovia en 1574, Beas y Sevilla en 1575 y Caravaca en 1576. En el “Libro de las Fundaciones” ella relata la historia de la construcción de los conventos. Todos, en su mayoría, fueron fundados a pesar de existir grandes oposiciones, pero con la ayuda manifiesta del Cielo. Por todos los lados a los que iba se encontraba con almas generosas que querían abrazar las austeridades de la regla primitiva del Carmelo. Luego de conocer a Antonio de Heredia, prior de Medina, y a San Juan de la Cruz, empezó su reforma de los frailes el 28 de noviembre de 1568. Los primeros conventos fueron los de Duruelo en 1568, Pastrana en1569, Mancera y Alcalá de Henares en 1570. Con el apoyo de Felipe II, el 22 de junio de 1580 fue canónicamente establecida la provincia de carmelitas descalzos. Teresa, ya de anciana y de salud muy débil, continuó realizando fundaciones, en Villanueva de la Jara y Palencia en 1580, Soria en 1581, Granada y Burgos en 1582. Abandonó este último lugar a finales de julio y, deteniéndose en Palencia, Valladolid, y en Medina del Campo, llegó a Alba de Tormes en septiembre. Sufriendo fuertes dolores corporales y de salud ya debilitada debió allí guardar cama. Fallece allí el 4 de octubre de 1582. Luego de algunos años su cuerpo fue trasladado a Ávila, pero luego fue nuevamente trasladado a Alba, dónde aún se conserva incorrupto. Su corazón, el cual muestra las marcas de la transverberación, está también expuesto para ser venerado por los creyentes.

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Descripción de la Obra Teresa de Jesús, al libro de la Vida en sí, lo llamó “El Libro de la Misericordia del Señor”. El objetivo es el de poner de manifiesto la presencia y la acción de Dios misericordioso en su vida: por esto, la obra recoge a menudo el diálogo de oración con el Señor. Se trata de una autobiografía escrita en el año 1562 por Teresa de Jesús a pedido de su confesor. El fin era el de objetivar el aura de misterio que envolvía a la Santa. Su impulso creador, su fuerte carácter y sus logros eran causados por sus arrobamientos extáticos a la misma vez que los justificaban. Teresa a la hora de escribir el porqué de sus éxtasis místicos, recurre a su infancia y comienza a relatar su vida, pues se trató de la historia de su vida. Su vida se centró en el encuentro con Dios y ello significa una conversión que implica indefectiblemente el relato de su vida entera. El libro abarca el lapso de su vida comprendido entre sus seis y cuarenta años de edad. El centro del mismo será en torno a Dios, cómo se le presenta, su conversión y cómo llega a los arrobamientos extáticos que le significaron un contacto sensible con Dios. Abarca relatos de su infancia, el ingreso al primer monasterio en Ávila, su conversión, sus enfermedades, sus experiencias místicas, el impulso creador y en base a influencias de otros santos, el tratadillo de oración magistral. Además relata el impulso reformador y la erección del convento de San José. A continuación se presentará en rasgos muy generales, una breve descripción estructural y descriptiva de la Obra.

Estructura y descripción de la obra o

Capítulos 1-10: Comienza con la descripción de su infancia acaecida entre los 6 y los 14 años de edad. Ella y su niñez, las primeras lecturas y la fuga, prácticas piadosas. Pérdida de la madre y acogida en la Virgen (12 años). Adolescencia (1529-32): dentro y fuera del hogar. Las lecturas de caballerías, los primos, vanidades del mundo. Decisión del padre de llevarla al colegio de monjas agustinas (colegio de las jóvenes doncellas abulenses). Dedica estos capítulos a las jornadas que preceden y preparan su vida mística: el hogar, la vocación religiosa, su fatigoso enfrentamiento con la oración, la conversión (c.9), los primeros destellos de su vida mística.

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Capítulos 11-22: Se trata de 12 capítulos no más narrativos, suspende el relato, sino doctrinales. Presenta los grados de oración como otros tantos para la escalada interior:

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desde la elemental oración ascética de la meditación, hasta las altas manifestaciones de la vida mística. Teresa ha creído necesario ese largo paréntesis doctrinal, para que el lector entienda, o no se sorprenda del relato que va a seguir. Tratadillo de oración magistral. Se trata de una enseñanza de cómo hacer oración. Nuestra alma es descrita como un huerto. Este debe ser sembrado y regado. La alegoría principal es el agua, que es una representación de la oración. Esta cumple el rol del regar el huerto con el fin de que crezcan las flores, las virtudes. Como toda tierra fértil ha de ser regada y Teresa quiere demostrar que todos pueden hacerlo. Luego de esto viene el hortolano a pasear en ella y se acuna y deleita hachón esas flores, que simbolizan las virtudes que crecen a raíz de la oración. Para ello propone cuatro maneras de regar el huerto, de rezar que son directamente proporcionales al vínculo con Dios. A medida que avanzan, disminuye la dificultad y aumenta la cercanía para con Dios. El primer paso es comparado con sacar agua de pozo, luego con una noria, luego agua del río, y finalmente, el agua cae como agua de lluvia.. Ella considera se encuentra ya, con agua de lluvia que le permite experimentar los fenómenos místicos. Comienza la narración de los mismos. o

Capítulos 23-31: A partir del capítulo 23 “vida nueva”. Relata el proceso de experiencias místicas, su historia profunda , que le cambiaron la vida. Experiencia mística de Teresa: es la experiencia de la acción de Dios y de su presencia, en una gradación de vivencias que culminan: por un lado en la unión de su alma con Dios, y por otro en su misión de fundadora, que la hará líder de un grupo selecto. Narra su experiencia positiva. Cuenta cómo tras ese proceso de oración que consiste en regar el huerto del alma, la lleva a Dios. Manifiesta la importancia de una vez empezado el proceso, de en ese camino, tratar con gente de oración. Luego cuenta cómo aprovechó después que comenzó a obedecer a los sacerdotes (siempre fiel a la Iglesia) en el Cáp. 24. Continúa en el 25 refiriéndose a las “hablas interiores” que surgen a partir del cuarto grado de oración, como agua de lluvia. 28 narra la primera aparición del Señor. 29 Responde a los que la contradecían: sacerdotes por ejemplo que no la querían confesar.30 narra como San Pedro de Alcántara, que antes no la comprendía, comienza a entenderla pues, comenzó a vivir lo mismo.31 tentaciones interiores y exteriores del demonio.

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Capítulos 32-36: Reforma. Cinco capítulos que narran la erección del nuevo Carmelo, de San José.

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Capítulos 37-40: Otros cuatro capítulos finales que vuelven a narrar vivencias místicas al día, no ya con mirada retrospectiva y evocativa.

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Barruntando el desenlace inminente de su vida, que de hecho no será tan fulminante como ella espera Hasta el final, ya consolidada como cristiana fuerte, fundado San José, iniciada la Reforma, vuelve a contar las mercedes y efectos místicos que le regaló el Señor y los efectos que le quedaron. 38 le mostró algunos secretos del Cielo. Gran Merced. 39 Más visiones. 40 Se acaba la síntesis de su vida. “Sea para la gloria del Señor, Amén”. Terminará: “De esta manera vivo ahora, señor y padre mío”; dialogando por última vez con uno de los destinatarios del escrito.

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Análisis de los elementos

Cuerpo Teresa es considerada un fiel testigo de Jesús resucitado. Esta elección la convirtió en una mujer nueva, capacitada para testificar con su vida lo que había visto y oído. El mensaje que aportó Teresa a la Iglesia de su tiempo fue el de la imperiosa necesidad de orar desde lo más profundo del corazón, como camino para amar y llegar a Cristo, en una época en que predominaba la oración mental fruto de la devotio moderna. Los teólogos escolásticos oficiales de entonces carecían de este don. En una atmósfera hostil, en que el sólo el pensamiento de buscar la interioridad era peligroso por miedo al alumbradismo y erasmismo, Teresa se abre camino y ofrece con contundencia el mensaje que Dios le daba en aquel momento, para aquel momento. Y en medio de la tormenta se abrió camino. La santa de Ávila es una mística en todo su ser, pensar y actuar. Este misticismo que la inunda la hizo vivir su vida con los pies en la tierra pero los ojos en el Cielo. Su centro era Cristo crucificado y por tanto, todo cuanto la llevara a él, a su amada Cruz, era bienvenido. Para el cristianismo el cuerpo es consecuencia del Pecado Original. Por la desobediencia de Eva y la acción de Adán se pierden todos los beneficios que estos seres casi perfectos tenían. Le abren las puertas al mal y desatan el Pecado. Luego de varios pactos que realizó Yahvé con hombres, cumplió su promesa de venir a esta tierra como Verbo encarnado en hombre. La Nueva Alianza que marca Jesucristo pasa a ser la Sangre derramada en la Cruz por los pecados del hombre, con el fin de volver a abrirles las puertas del Cielo a los hombres. Desde entonces, el sacrificio de la Cruz es ampliamente importante en la vida de un cristiano pues es allí en dónde se encuentra Jesús mismo pues es, el mensaje que dejó. Por ello es que muchos santos, me atrevo a decir la gran mayoría, sufrieron mucho en vida, pues significó un abrazo a la Cruz enviada por Dios, para que por medio de Ella, llegasen a Él. Santa Teresa de Jesús no se sale de este esquema. Más bien lo define. No en vano, por su vida y obra, se la considera Doctora de la Iglesia. Su vida fue una sucesión de días de letargo y noches de dolor. Muchos médicos y curanderos la vieron pero no hallaban respuesta ni causa a sus pesares. En determinado momento, por obra de San José, es curada momentáneamente. Pero es allí dónde ella comprende que de eso se trataba: la Cruz que Dios le enviaba. Y de hecho, fue a raíz de su

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enfermedad que comenzó su verdadera conversión, cómo comenzó a orar y posteriormente a tener los arrobamientos extáticos y experiencias místicas. Por lo tanto, puede decirse con firmeza y sin lugar a dudas, que el cuerpo es para Teresa el lugar físico dónde sucede todo lo referente a la humanidad y consecuente al pecado original: el placer y la vanidad, el tiempo, el afecto, el dolor, los límites, la humillación, la purificación, el castigo, el olvido. En el renacimiento la religión se vuelve menos formal. El cuerpo es dónde se encuentra el alma. A través del alma, del interior de cada uno, se da el encuentro con la divinidad. Allí el hombre es perdonado y amado. Esta mentalidad característica de la época se ve claramente en Teresa. El cuerpo es dónde ella se encuentra consigo misma y con Dios, el lugar dónde suceden las enfermedades que poco a poco la irán expiando de sus pecados y alejando del mundo. En el cuerpo y a través de él es que comienza su acercamiento a Dios. Se analizará el cuerpo como lugar de encuentro con la divinidad. Dice René Fulop-Miller “casi toda su vida fue una sucesión de días de sufrimiento, de noches de dolor y de letargos semejantes a la muerte”IV. La enfermedad, en Teresa, no se manifestó sólo en la purificación, sino que hizo a todos sus sentidos y a su cuerpo entero más receptivos, más sensitivos y prontos para las experiencias suprasensibles. “Su enfermedad abrió una brecha en las murallas corporales de su existencia y, a través de ella, pudieron introducirse fuerzas superiores”V. Teresa dice, “de cuando en cuando, un sentimiento de la presencia de Dios me penetraba inesperadamente, de suerte que no podía de ningún modo dudar o que Él estuviese dentro de mí, o que yo fuese enteramente absorbida por Él”VI. Esta sensación llegó a ser, cada vez más, la fuerza decisiva en la vida de Teresa, y culminó, por último, en ese estado de maravilloso embeleso, que ningún ser engendrado puede alcanzar por medios puramente creados. Pues este estado de existencia se encuentra fuera del dominio de los sentidos. “Teresa vio en él lo que ningún ojo puede ver; oyó lo que ningún oído puede escuchar, y penetró lo que ningún entendimiento puede sondear.”VII Del mismo modo que la marea es anticipada por grandes movimientos de las aguas y los dolores del parto preceden a los nacimientos, de conformidad con la misma ley misteriosa, los

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FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948. V

FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948. VI

DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948. (todas las citas de esta página fueron tomadas del mismo autor)

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espasmos físicos señalan frecuentemente el comienzo de una nueva formación espiritual en una forma más elevada de existencia. Así la flaqueza es la marea que retrocede en las vidas de los hombres y anuncia la venida de la pleamar de Dios; y del mismo modo, en las vidas piadosas y seglares, la santidad y la grandeza nacen a menudo a través de las fatigas del dolor y la enfermedad. El gran poeta Novalis se preguntó: “¿No es la mejor enfermedad con frecuencia el principio de lo mejor de los hombres?” Lo mismo que Teresa, el despreocupado y alegre hijo del mercader Juan Bernandone fue separado, por la enfermedad, de sus enredos mundanos y guiado en su camino para llegar a ser San Francisco de Asís “il Poverello”. El caballero Iñigo de Oñez, cuya vida había sido consagrada a las vanidades del mundo, comprobó, en el curso de su penosa segunda convalencia, que las ambiciones mundanas son de ningún valor y trocó sus designios mundanos por las miras celestiales de su nueva vida, por medio de la cual se convirtió en San Ignacio de Loyola. Del mismo modo que Teresa, muchos santos se prepararon en la total oscuridad de una noche de enfermedad y dolor para su viaje a lo largo del resplandeciente camino hacia las glorias celestiales. El apóstol Pablo, que contempló a Dios en una visión, soportaba sus debilidades como “una espina en la carne”. Santa Hildegarda de Bingen, antecesora espiritual de Teresa en el siglo XII, escribió una vez: “Por espacio de casi una vida luché contra visiones que el Señor me enviaba, hasta que el divino azote me arrojó por último en mi lecho de enferma. Entonces, incitada por mucho sufrimiento, comencé a escribir y mientras proclamaba mi visión, recuperé mi fuerza y me levanté de mi lecho”. Para muchos grandes profetas, reformadores y fundadores de nueva fe, el dolor y el sufrimiento fueron un gran don de la gracia divina. Mahoma, el que conquistó el cielo para los infieles, sufrió del mismo modo que Teresa durante toda su vida un mal tan grave como los ataques epilépticos. Pero lo que había comenzado como insoportable tortura, se convirtió al cabo en bendición y, de aquí en adelante, cada nuevo ataque fue portador para él de nuevas revelaciones y de una gracia nueva. En épocas en que se concebía la grandeza como grandeza en la fe, la enfermedad engendró santos, profetas y fundadores de nuevas creencias: “el dolor llegó a ser una tensión angustiosa que podía ser libertada en al obra creadora y la materia extraña de la enfermedad

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obraba como un doloroso estimulante, semejante al grano de arena que se introduce en la ostra y se convierte en el principio y núcleo de la perla.”VIII Para el poeta Alfredo Musset la enfermedad significó la inspiración, y Heine, que pasó muchos años de su período creador como un cadáver viviente en su “colchón-sepulcro”, la ensalzó como el primer móvil de toda creación. “El poder fecundo del dolor se manifiesta en las vidas de un gran numero de hombres creadores y la biografía de casi cada genio es un tratado sobre la ligazón entre el sufrimiento y las realizaciones.” Los inmortales “Pensées” de Pascal se destacan sobre un oscuro fondo de interminables enfermedades. Detrás de los barrotes de su celda, en medio de espantosos ataques y prolongados períodos del más profundo letargo, Augusto Comte construyó la estructura de pensamiento de su filosofía positivista. Vicente van Gogh escribió en carta a su hermano: “cuando más me siento lacerado, débil y enfermo, tanto más llego a ser un artista; pues, por efecto de la enfermedad, consigo en abundancia pensamientos para mi obra”. Una enfermedad, muy semejante a aquella en la cual se arraigó la santidad de Teresa, dio a Dostoievski el bendito poder para producir sus más grandes obras. Quien examinase la historia de la enfermedad y de la producción de Dostoievski, bien podría tomarla por una historia del sufrimiento y santidad de Teresa. “Una enfermedad extraña e intolerable me ha turbado siempre”, escribe él. “Muchas veces sentía que debía en un momento morir, y después me sobrevenía algo que era semejante a la muerte verdadera: un ataque que comúnmente terminaba en un estado de letargo”.Aunque Dostoievski sufrió grandemente con estos ataques durante toda su vida, tuvo conciencia de la fuerza creadora implícita en ellos y aludió a los mismos como su “enfermedad sagrada”. “En tales momentos siento como si el cielo hubiese descendido a la tierra para devorarme. Vosotros, hombres de buena salud, no podéis juzgar qué sentimientos de bendición puede comunicar tal enfermedad. No daría la bendición de un tal segundo por todos los goces de la vida”IX. En Teresa fue igual. Sufrió grandes ataques desde muy chica, y por largo tiempo procuró ser curada hasta que, tras ver a una gran cantidad de médicos y curanderos, vio que esa era la voluntad de Dios para con ella y fue dónde lo encontró, descubrió en la enfermedad una sagrada Cruz, la abrazó y abrió un nuevo capítulo de su vida inundado por la presencia mística de Dios.

VIII

FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948. (todas las citas tomadas del mismo libro) IX

FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948.

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Por ello, cuando el cielo bajó a la tierra en sus visiones, cuando el Señor le hablaba en Su revelación, el significado profundo de todo su sufrimiento llegó a hacerse manifiesto. Dice Teresa “Mas fue tan sutil y yo tan ruin, que todas mis determinaciones me aprovecharon poco, aunque muy mucho los días que serví a Dios, para poder sufrir las terribles enfermedades que tuve, con tan gran paciencia como Su Majestad me dio”X. “(…)y tan gastada, porque caso un mes me habían dado una purga cada día, estaba tan abrasada, que se comenzaron a encoger los niervos, con dolores tan insoportables, que día ni noche ningún sosiego podía tener.”XI “Todos los pasé con gran conformidad, gran alegría; porque todo se me hacía nonada comparado con los dolores y tormentos del principio. Estaba muy conforme con la voluntad de Dios, aunque me dejase así siempre.”XII “Pues como me vi tan tullida y cuál me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del cielo para que me sanasen”XIII “Que no vivo yo ya, sino que Vos, Señor mío, vivís en mi”XIV “Bendito seáis por siempre, que aunque os dejaba yo a Vos, no me dejasteis Vos a mi tan del todo, que no me tornase a levantar, con darme Vos siempre la mano. Y muchas veces, Señor, no la quería, ni quería entender como muchas veces me llamabais de nuevo”XV Se nota aquí el progreso espiritual de Teresa en cuanto a su conversión y cómo va asumiendo su cruz y amándola. Poco a poco, Teresa fue convirtiendo su alma hasta llegar a la unión perfecta con Dios. Destacable resulta el hecho de cómo esta mujer se abandonó plenamente a la voluntad de su creador. Puso en Él toda su confianza, sus esfuerzos, su amor, sus planes, su vida entera. Incluso cuando ya estaba en el abismo que separa a la vida de la muerte, y sus hermanas rezaban por su salud, ella les rogaba rezaran para que Dios se la llevara. El cuerpo es en Teresa también el recipiente del alma. Podría incluso denominarse canal de gracia a través del cual se genera el contacto entre el alma y Su Creador. Resulta interesante aquí destacar como ella es característica de su tiempo. Martín Lutero y su posterior reforma

X

(Cáp. IV) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

XI

(Cáp. VI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

XII

(Cáp. VI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

XIII

(Cáp. VI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

XIV

DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

XV

(Cáp. VI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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protestante significaron un ahondamiento en el interior del individuo. En lo profundo del hombre es dónde se encuentra con Dios. Allí es amado y principalmente perdonado. Obviamente no está demás aclarar el hecho de que esta mentalidad significó una desintitucionalización de Roma y de varios de sus sacramentos. Pero más allá del detalle, Teresa, dentro del cristianismo exploró su interior y descubrió el significado de la oración. Es a través de la misma, que se da una experiencia religiosa individual por la cual el sujeto llega a la unión con la divinidad en un acto perfecto de amor. Para Teresa, cuando llega a su plenitud con Dios, el cuerpo parece ser la cárcel del alma pues lo relaciona con la vida misma y ya no la desea, pues desea liberar su alma para unirse del todo con Dios. “¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, haber de tornar a tratar con todos, a mirar y ver esta farsa de esta vida tan mal concertada, a gastar el tiempo en cumplir con el cuerpo, durmiendo y comiendo! Todo la cansa, no sabe cómo huir, vese encadenada y presa. Entonces siente más verdaderamente el cativerio que traemos con los cuerpos y la miseria de la vida. Conoce la razón que tenía San Pablo de suplicar a Dios le librase de ella; da voces con él; pide a Dios libertad, como otras veces he dicho; más aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que parece se quiere salir el alma del cuerpo a buscar esa libertad, ya que no la sacan.”XVI Esta sensación de cautiverio que parece tiene el alma de Teresa dentro de su cuerpo se ve claramente en una de sus poesías. “Vivo y

sin

vivir

tan

en

alta

mí,

vida

espero,

que muero porque no muero. (…) Esta

divina

del

amor

ha

hecho

y

en

que

a

causa

ver

a

que

muero

¡Ay,

mi

¡Qué

mi en

tal mi

porque

larga duros

cautivo,

pasión prisionero,

no

es

vivo,

corazón;

mí Dios

qué

yo

Dios

libre

y

XVI

prisión,

muero.

esta

estos

vida! destierros,

(Cáp. XXI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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esta en

cárcel, que

estos

el

Sólo

alma

esperar

está la

me

causa

dolor

que

muero

porque

XVII

hierros metida! salida tan no

fiero, muero.”XVII

DE JESÚS, Teresa, Poesías.

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Espacio y Tiempo En la vida singular de esta santa, cuya santidad fue impuesta por Dios, los acontecimientos naturales se encuentran entrelazados con los sobrenaturales. En ella lo mundano y lo celestial establecieron un contacto como si fuera un recipiente de la exuberancia de Dios. En Teresa nos encontramos con un habitante de los dos reinos, el cielo y la tierra, que fueron para ella un solo hogar, y que se mueve de aquí para allí desde los límites materiales de una pequeña ciudad española hasta el espacio de la eternidad. La campana del convento daba las horas, pero se callaba para Teresa, el tiempo cesaba, la eternidad la rodeaba. Dice René Fullop MillerXVIII: “El contraste entre lo natural y lo sobrenatural, que tan sorprendentemente se manifiesta en la existencia dual de Teresa, aparece intensificado, además por la época de progresiva secularización en que nació. El siglo de Teresa (…) fue el despuntar de un nuevo período. En el espacio de pocas décadas las energías expansivas de la actividad moderna acrecentaron la dimensión de la tierra. La América del Norte había sido descubierta poco antes, conquistado México por Hernán Cortés y atravesado el istmo de Panamá; Magallanes había navegado en torno de la extremidad meridional del Nuevo Mundo y descubierto las Filipinas. La tierra comenzaba a tomar forma de una esfera y los tesoros que los conquistadores llevaban a la patria desde ultramar aumentaban las riquezas del Viejo Mundo. Esta tendencia de secularización ejerció su hechizo también sobre los esfuerzos espirituales del hombre. Hizo que no mirara ya en el interior de sí mismo, sino en derredor suyo. La tierra, el aquí y lo actual, había ocupado el lugar de los cielos lejanos. El siglo XVI veía el mundo como la tangible realidad de bienes conquistados, continentes descubiertos, océanos surcados y tesoros logrados para el goce sin cuidados (…) un mundo de la ciencia. Y esta época, cuando el mundo exterior llevaba a cabo tales triunfos gloriosos en todas sus esferas, fue cuando Teresa obtuvo triunfos no menos gloriosos en el mundo interior: un mundo sin espacio y, sin embargo, más extenso; sin oro ni bienes, y no por ello menos rico; sin conquistas, pero no obstante ello el en posesión de mayor seguridad; sin tiempo, pero de más duradera perduración; sin forma tangible, pero no por eso menos verdadero que el recién conquistado globo terrestre.”

FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de EspasaCalpo Argentina, 1948. XVIII

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Teresa y el renacimiento como espacio

Los conquistadores había visto la América, la India, Panamá; ella había visto el infinito. Naves cargadas de oro regresaban a Europa; ella volvía a la tierra, desde las visiones del reino de los cielos, cargada de bienaventuranza, tesoro que ningún buque podría transportar. A un mundo dominado por el poder, ella opuso su mundo interior, conquistado con impotente arrebato y gobernado por una tan completa destitución de sí mismo, que era el fundamento de su reino de Dios. Su verdad era una antítesis de la nueva verdad científica. La percepción de los sentidos era el camino de los hombres de ciencia; la visión fuera de la esfera de los sentidos era el camino de Teresa para la certeza: el sentimiento inmenso, su restricción y la experiencia mística suministraba la prueba. Un mundo tangible y uno de visiones se enfrentaban entre sí como rivales. Copérnico había explorado el universo por medio de cálculos astronómicos y llegado a la conclusión de que el sol es el centro de nuestro mundo. La tierra había sido desestimada. Era un simple satélite y no más el centro de la creación. Teresa había explorado el universo del alma por medio de sus visiones extáticas y llegado a la conclusión de que el centro esencial, alrededor del cual giran los soles y la tierra, se encuentra en las profundidades del alma humana. En comparación con el descubrimiento copernicano del sol como el centro de la creación, Teresa descubrió la astronomía del alma y halló a Dios, el creador del sol de los soles, en el alma del hombre. Y este era el alfa y el omega de todo lo que existe. Kepler, contemporáneo de Teresa, descubrió las leyes de la gravedad para los cuerpos materiales; ella, en cambio, los descubrió para el alma. El primer reloj de precisión había sido construido poco antes. La carrera del tiempo comenzaba a ser medida en minutos y por primera vez, las campanas de la Iglesia sonaban cada cuarto de hora. Teresa experimentó la indivisibilidad del tiempo que no transcurre, porque la eternidad es su medida. “Santa Teresa puso por escrito lo que había aprendido en la soledad de su celda, más allá del tiempo y del espacio, más allá del dogma y la demostración racional, más allá de su propia comprensión y de la percepción de sus sentidos.”XIX

FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral Calpo Argentina, 1948. XIX

de Espasa-

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En el artículo sobre el tiempo de Norbert Elias, “Sobre el tiempo”XX, este se pregunta, refiriéndose al tiempo “¿Cómo puede medirse algo que los sentidos no pueden percibir?” y dice “No es difícil ver que los relojes son instrumentos que los hombres producen por las exigencias de la convivencia y utilizan para fines bien definidos.” Más allá de lo que luego plantea el autor, dicha pregunta sirve para la interpretación de mi fuente. ¿Qué es el tiempo? ¿Es una simple medida? ¿Es objetivo? ¿Es real? ¿Con que juicio decimos que Teresa es una simple mística que no sabe dilucidar el tiempo en el que vive y el espacio en el que reside? En este sentido, por más que todo lo dicho sobre Teresa pueda alejarnos racionalmente de ella, nosotros también vivimos sujetos, según la concepción de Tiempo de Elias, a una construcción social que va más allá de la percepción de nuestros sentidos. Dice el autor “(…) el concepto tiempo que en una sociedad determinada y con la ayuda de un modelo sensible formado por sonidos, puede comunicar de un hombre a otro la imagen mnemotécnica, experimentable, aunque no perceptible a los sentidos”.XXI Dice además “(…) así en el reloj, el acontecimiento cuatridimensional que es un movimiento en el espacio y el tiempo, se agrega una quinta dimensión, característica de la comunicación entre los hombres”.XXII Esta quinta dimensión, en Teresa, en su obra y en su vida, es una característica de comunicación pero con Dios. A través de sus experiencias místicas, de eternidad, en dónde el tiempo humano pierde sentido y el espacio se desfigura, ella se encuentra con Dios a través de una comunicación basada en oración. Así ella luego comunica esto, a través de su obra a los hombres, sus monjas en orden de prelación, y luego todos aquellos dispuestos a conocer sobre ella. Lo que quiero afirmar, en base al texto de Elias, es que puede que todo lo dicho de ella suene extraño a nuestros sentidos. Pues lo es, ¿pero no estamos nosotros, viviendo bajo un contexto similar en lo que refiere al tiempo? ¿Son el calendario, los meses, los días, las horas y los minutos la realidad del infinito tiempo? ¿Lo comprendemos realmente? Yo por lo menos no, va más allá de la percepción de mis sentidos pero lo necesito para, como dice Elias vivir en sociedad. Teresa por su parte, lo necesita para llevar a cabo su misión, aunque no fuera consciente de ello.

ELIAS, Norbert, “Sobre el tiempo”, Fondo de cultura económica México-MadridBuenos Aires, 1989 XX

XXI

ELIAS, Norbert, “Sobre el tiempo”, Fondo de cultura económica México-Madrid-Buenos Aires, 1989

XXII

ELIAS, Norbert, “Sobre el tiempo”, Fondo de cultura económica México-Madrid-Buenos Aires, 1989

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Intercambio En lo que viene al caso de esta fuente el intercambio podría decirse es una relación de reciprocidad. Un dar y recibir, que implica, en este caso, y para el análisis de mi fuente, un emisor y un receptor. La vida de Teresa fue un intercambio. El intercambio en su libro de “La Vida” puede denotarse en distintos ámbitos como con su familia, amigos, lo que ella llama el mundo, monjas de distintos monasterios, reyes con los que se enviaba correspondencia como Felipe II, con el Sumo Pontífice, obispos, sacerdotes y confesores, pero principalmente, en lo que refiere a la fuente, se ha de destacar su intercambio con Dios, pues fue, el centro de su vida y en torno al cual giraron todos los intercambios que realizó. “…venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios, que en ninguna manera podía dudad que estaba dentro de mí u yo toda engolfada en Él (…) suspende el alma de suerte que toda parecía estar fuera de sí: ama la voluntad, la memoria me parece está casi perdida, el entendimiento no discurre, a mi parecer, mas no se pierde; mas, como digo, no obra sino está como espantado de lo mucho que entiende, porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa ninguna cosa entiende”XXIII. La oración aparece como mecanismo de intercambio entre el alma y Dios. “que son estos gozos de oración (…)”. Se trata de un canal de gracia a través del cual, cada alma puede comunicarse con su Creador por simple voluntad de hacerlo. Teresa enfatiza mucho en este hecho pues, como mencionado anteriormente, la misma había perdido importancia por circunstancias contextuales. Para muchos, tanta interioridad era sospechosa. Además fue una interioridad que llegó a encuentros místicos como la transverberación, entre otros. Siempre de manera didáctica, explica cómo todos pueden lograr lo que ella. Crea en “Vida” lo que se llama Tratadillo de Oración Magistral en el que presenta cuatro grados de oración. Por medio de ellos, el alma puede llegar a una unión con Dios. Explica que el alma es como un huerto y el agua que ha de regarlo es la oración. En él, explica cómo ha de regarse dicho huerto. Primariamente es muy dificultoso pero luego, cae como agua de lluvia. Entonces manifiesta que ha de ser como quien comienza en un huerto en “tierra muy infrutuosa que lleva muy malas yerbas, para que se deleite el Señor. Su Majestad arranca las malas yerbas y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con la ayuda de Dios hemos de procurar, como

XXIII

DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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buenos hortolanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan (…)”XXIV Lo que trata de enseñar la santa es que Dios se comunica con la persona a través del alma por medio de la oración. Ella describe y luego explica detalladamente cómo ha de ser dicha oración de manera de alcanzar “los favores de Dios”. Este es un intercambio constante que se da a lo largo y ancho del Libro de La Vida. Pero también más allá de su libro, ese intercambio interior de su alma con Dios es una constante que se da a lo largo de su vida. “Si pensaba en algún paso, le representaba en lo interior”. Por tanto, puede afirmarse que, más allá que su vida como la de cualquier persona fue un intercambio, el más notorio y trascendente fue el que tuvo con Dios mismo. Lo que no implica que no haya tenido variaciones, caídas, conversiones sucesivas, noches oscuras. Pero puede considerarse con certeza que Dios significó el centro de todo intercambio que Teresa realizó en su vida. Me surgió a la hora de analizar este tema la cuestión de ¿Cuál es el límite que separa al misticismo de la brujería? ¿Qué hace que sea considerada firmemente una mística si a Juana de Arco la quemaron y luego canonizaron? En la entrevista realizada a las Carmelitas descalzas se me respondió esta pregunta. En la historia de la Iglesia siempre hubo místicos, visionarios, iluminados, apariciones de la Virgen María, santos e incluso de Jesucristo mismo. Claro que en muchas ocasiones fue a consagrados pero muchas veces las manifestaciones sobrenaturales de intercambio sensible fueron con laicos también. Por ello la medida que posee la Iglesia para denotar desde el comienzo la veracidad es una y muy simple. Jesucristo mismo instituyó la Iglesia. Le dio la llave del reino de los cielos a San Pedro y le dijo que sobre él la edificaría. Y así fue. Desde entonces, la Iglesia se considera como creada directamente por Dios y con un representante directo como lo es el sumo pontífice, sucesor de Pedro. Más allá de las fallas que puedan llegar a tener por los claros errores cometidos por los hombres, la Institución supera la esfera humana.

Por ello la fidelidad a la misma es

prácticamente un dogma de fe. A la hora de analizar el tema de las revelaciones tanto privadas o públicas entonces, es lo primero que se estudia. Pues, si verdaderamente las revelaciones provienen de Dios, y Él mismo instituyó la Iglesia, jamás iría en contra de sus estructuras. Por ello, cualquier desobediencia realizada en pos de las determinaciones por las jerarquías tomadas, es rechazada.

XXIV

(Cáp. XVII) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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Por ello, las visiones de Teresa fueron automáticamente validadas. Pues a pesar de estar viendo al Cielo en la tierra, siempre se sometió a la misma. Jamás abandonó ni uno de los sacramentos, aún cuando en confesión los sacerdotes la acusaban de herética. Por tanto, de acuerdo con esta medida, la santa de Ávila es indudablemente una mística y no bruja. Además sus escritos son considerados de tal riqueza que la ubicaron en el sitio de Doctora de la Iglesia, Esto implica que su doctrina es estimada como netamente católica apostólica romana. Por ello, se la cita en las celebraciones, se la estudia en los seminarios. Otro de los elementos que hace ver su santidad y contacto con Dios son los frutos de su trabajo. Hoy en día las carmelitas descalzas existen por todo el mundo, muchos con su capacidad al máximo. Viven la Regla de Teresa como cuando la creó. Desde el hábito hasta los modos de oración. Desde la estructura externa hasta la forma en que están organizados los locutorios. Los conventos calzados, según Isabel, priora del convento descalzo del Prado, están en vías de extinción.

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Otredad En la vida de Teresa hubo muchos otros. Dependiendo del período de su vida en el que se encontraba, dependía el otro que la enfrentaba. En su infancia inocente narra ella que una vez huyó de su casa junto con su hermano Rodrigo. Su valiente fin era el de “morir descabezados por Cristo” en las luchas contra los moros. Su aventura fue rápidamente descubierta por su tío quien los llevó de vuelta a casa de sus padres. Pero se denota aquí el primer otro en su vida: los moros. Por tanto se puede decir que la religión cristiana era lo que consentía como propia, innata y natural. Este espíritu aventurero lo mantendrá a lo largo de su vida y la idea de lucha también pues le significó una constante desde su adolescencia. En su adolescencia, ella describe haber vivido una época vanidosa. Desencadenada por un profundo interés en las malas lecturas y las novelas de caballerías Comienza así poco a poco, a preocuparse por sentirse y verse hermosa. Se inquietaba por los atuendos que utilizaría y los perfumes que la embellecerían. Llegó incluso a enamorarse y pasar amenos ratos en compañía de sus hermanos y primos. En este momento de su vida, el mundo pasa a ser su yo, pues se encuentra inmersa en él. Toda la doctrina y valores que se le habían inculcado como parte de la moral cristiana puede considerarse pasan, en este momento de su vida, a ser un otro. Es por dicha razón que su padre decide enviarla al convento de monjas Agustinas de Ávila. Un convento al que asistían muchas las niñas jóvenes aristocráticas que incluso iban con su criada al mismo. En esta época si en determinada edad las jóvenes no se encontraban casadas, la segunda opción virtuosa a llevar a cabo, era la de ingresar en un monasterio. En este momento de su vida, ella no deseaba ser religiosa y más aún cuando había sido introducida allí por voluntad de su padre y no propia. Pero de todos modos, comienza su conversión sin siquiera notarlo. Aquí aún el mundo no es otro, sino más bien ella misma. Una Teresa que lucha internamente por aprender a orar, una Teresa que comienza a hacerse consciente de lo que son las vanidades del mundo, pero a la vez no está segura de que su vocación sea la vida religiosa. Comienzan durante dicha estadía sus espasmos físicos y por dicha razón es sacada por su padre del convento. En época de pleno discernimiento sobre cual era su vocación espiritual le llega, por medio de su Tío Pedro, el libro de las “Cartas” de San Jerónimo que poco a poco, la lleva a decidirse por la vida religiosa. Empieza aquí su interés por la oración y su conversión. A esta materia su padre le responde que no mientras él viva. Por tanto, el otro en este momento de su vida pasa a ser su padre.

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Teresa tenía una joven amiga, Juana Suárez del convento carmelita de la Encarnación de Ávila. Con ella crean un plan y Teresa se escapa de la casa de su padre y huye con Juana hacia este convento carmelita. Tras verla bien y feliz allí su padre decide avalar su decisión y la joven profesa sus votos. Un año después de profesar sus votos, Teresa enferma nuevamente y su padre vuelve a sacarla del convento. Muchos médicos y curanderos la ven pero no hallan respuesta a sus males. Es durante este tiempo que conoce el “Tercer abecedario espiritual” del Padre Francisco de Osuna que marcará otro inicio clave en su conversión y aprendizaje de oración. Unos años después recobra su salud y vuelve al convento. De vuelta en la Encarnación, y según ella por descuido de su alma y justificación por su estado débil de salud, vuelve a perderse en el mundo. En dicho convento había alrededor de 150 monjas y uno de los principales problemas, que luego Teresa vio y modificó en su reforma, era el tema de los locutorios. Pasaban las jóvenes religiosas demasiado tiempo allí. En tiempos en los que no había mucha actividad ni diversión social, visitar a las jóvenes en los monasterios era una importante. En los locutorios, las jóvenes de enteraban de todo lo que sucedía en derredor suyo, en el mundo, el murmullo, en la sociedad y su ruido e incluso recibían e intercambiaban regalos. Esto comenzó a ver Teresa la alejó del ejercicio espiritual de la oración y la hizo indigna de recibir las Gracias que Dios le estaba enviando. Por tanto, en este momento de su vida, el locutorio, como representación del mundo pasa a ser su otro protagonista, y su peor enemigo pues la tentaba a volcarse a él. Podría analizarse este punto desde el la perspectiva de una dualidad existente en la joven Teresa. Una dualidad cuyas partes le exigen la totalidad de su esencia para la realización de sí. Estas son su cuerpo, que la llama a la vida del mundo, y su alma, que es atraída intensamente por Dios a su presencia. Por tanto, creo en estas instancias de su vida, su peor enemigo, su otro era ella misma. Era aún carne débil, estaba dentro de la vida religiosa, pero se dejaba llevar por la del mundo. Cuando hubo estado afuera del monasterio, Dios la llamaba fuertemente. Por ello, en estos momentos dificultosos de su vida, su peor otro fue ella misma, su inseguridad y falta de certeza respecto a sus metas y convicciones concretas. Además tras lo que fue una aparente muerte, que llevo incluso a que le pusieran cera en los ojos, y luego de mucho misticismo en torno a su persona, su figura resultaba muy interesante tanto para los que sospechaban de ella como para los que querían ver a la monja que había vuelto de la muerte.

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Luego, dos acontecimientos marcarán la total conversión de su alma. Ellas son en primer lugar la lectura del libro “Confesiones” de San Agustín y el llamamiento a la penitencia tras contemplar fuertemente la imagen de un cristo dolido y sangrante. Es allí que el mismo Jesucristo le dice “no quiero que converses más con hombres en el locutorio sino con ángeles”. A partir de este momento, Teresa se siente fuertemente atraída hacia la pasión de Cristo pues tras verlo como lo vio le preguntó ¿porqué se encontraba allí? En la cruz, y Cristo le contestó que por sus charlas en la sala. Por ello, desde este momento, y ahora para siempre, dedicaría su vida a Dios. El mundo, el diablo y todas sus implicancias pasan a ser su otro, y uno muy difícil de vencer pues la molestan y hacen tropezar todo el tiempo. Pero por su unión mística con Dios, fueron pequeños tropiezos que la llevaron a lograr realizar grandes hazañas. Prosigue su vida, y luego de consolidada su fe, entregada totalmente a Dios, comienza luego con la Reforma, el otro ha de ser el Carmelo “calzado” pues de descalza de ellos pasando a ser otra cosa. En todo su recorrido y hazaña por toda España fundando conventos, hubo muchos otros. Pero ha de haber uno que resume todos, y ha de ser el más importante: el mundo que principalmente estaba en reformas, Lutero, Calvino y la expansión del mismo. Ella se consolida dentro del bloque de la Iglesia y dedica su vida y actúa de acorde a ella. Siempre fiel y nunca otro para ella muere diciendo “al fin muero hija de la Iglesia”.

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Género Teresa de Jesús es una Santa muy española y esto se ve en su carácter franco, directo. Teresa convertida después de mucho batallar en esta tierra en santa, nació, vivió y murió como una mujer de su siglo y de su época. A los 40 años, luego de estar 20 en el Carmelo de Ávila de la Encarnación, Dios se apoderó de ella. Su conversión fue, en torno a la imagen de un Cristo doliente. A raíz de ello decidió cambiar su vida y la de los demás. Guiada por Dios se lanza a la Reforma de la Orden Carmelitana, tanto femenina como masculina junto con San Juan de la Cruz para recobrar la pureza y la austeridad de los orígenes. Estas mismas causaron varias sospechas de la Inquisición. Era una mujer infatigable, se le ve ir y venir a lo ancho de la geografía española para fundar conventos según el espíritu de la Reforma por ella iniciada, siempre fiel a la Iglesia y al espíritu del Concilio de Trento, de manera que ayudó no sólo a la renovación carmelita sino que también, a la renovación de la Iglesia, formando con otros santos, un bastión contra el protestantismo que se había desatado ya en Europa.

Era una mujer muy práctica que

sabía lo que valía la confianza en Dios, pero también valoraba en justa medida el dinero para llevar a cabo las obras de Dios. Solía decir “Teresa sin Cristo no es nada. Teresa y Cristo ya es algo. Teresa, Cristo y dos maravedíes es imparable”.XXV Mujer de profunda vida mística que hablaba en relación de amistad con Dios en la oración era capaz de enfrentarse con Él para preguntarle por qué la hacía sufrir tanto. Y Cristo le respondía que “así era la forma en que trataba a sus amigos”. Y Teresa le respondía, “Ahora veo Señor porque tienes tan pocos amigos”. Teresa de Jesús es una fuerte mujer que resume lo que es el potencial femenino en una época dónde el genero destacado era el masculino. La creación, la política, la estabilidad, la guerra y la paz e incluso la religión eran determinadas por hombres. Este hecho el claramente ilustrado en el cuadro de Da Vinci: “El hombre de Vitruvio”. Toda su vida se puede considerar una lucha: contra ella misma, el mundo, Dios, el diablo, los Tribunales de Inquisición, las malas lenguas que la acusaban de brujerías y también luchó contra una era en dónde el hombre era el centro del universo. El hombre era la medida de todas las cosas. El hombre en tanto, aparece como el creador del lenguaje y el que da forma al mundo, a aquel que puede conocer verdaderamente. El hombre asume entonces el lugar de creador desde un punto de vista de una estrategia lingüística. Dice en el libro de la Vida: “Mas para siervos de Dios, hombres de tomo, de letras y entendimiento (…)”XXVI XXV

www.catholic.net (Cáp. XI) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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De aquí llegamos a uno de los elementos renacentistas que es el desplazamiento cultural cuyo fin es adaptar la especie humana a una nueva realidad compuesta por la caída de Constantinopla, el bloqueo Otomano en Oriente, el descubrimientos de medios técnicos, de América, la imprenta de Guttemberg, etc. Por tanto se dará un desplazamiento del hombre en genérico a una élite masculina, cultural, discursiva, de la forma de percibir el mundo, y lo que viene al caso, de la mujer. El renacimiento fue un movimiento de desplazamiento cultural realizado por una élite masculina que pertenece a la cultura intelectual dentro de la cual la mujer es excluida de la creación discursiva del universo. “(…) escribo con libertad; de otra manera sería con gran escrúpulo, fuera de decir mis pecados, que para esto ninguno tengo; para los demás, basta ser mujer para caérseme las alas, cuantimás mujer y ruin”.XXVII

Artículo de Joan F. Cammarata “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”XXVIII

Establece que en el siglo XVI es clara la inferioridad de la mujer. El sexo femenino, para ellos, se asume que tiene deficiencias mentales y físicas. Recomienda que las mujeres, que tienen pobreza de razón y una blandura de mente, es lógico se excluyan del sacerdocio junto con los hermafroditas, monstruos y dementes. Esto forma parte de los argumentos intelectuales de los eruditos que por la deficiencia natural femenina, justifican la exclusión de la mujer de la jerarquía eclesiástica y de la educación teológica. La mujer es segregada del orden social y simbólico. Al quedarse así excluida de dicho sistema, queda fuera del sistema patriarcal, y por ende es marginal, negativa, inferior y silenciosa. Esta postura de situar a la mujer fuera de la representación se ve hasta en la voz narrativa. Por tanto, el discurso místico es el único género en el cual la mujer actúa y habla de una manera pública. (Cita p.245) “Parece ha querido el Señor declarar estos estados en que se ve el alma, a mi parecer, lo más que acá se puede dar a entender. Trátelo vuestra merced con persona espiritual que haya llegado aquí y tenga letras: si le dijere que está bien, crea que se lo ha dicho Dios; y téngalo en mucho a Su Majestad; porque, como he dicho, andando el tiempo, se holgará mucho de entender lo que es, mientras no le diera la gracia (aunque se la de de gozarlo) para XXVII

(Cáp. X) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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Artículo: CAMMARATA, Joan F. “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”, 1992

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entenderlo. Como le haya dado Su Majestad la primera, con su entendimiento y letras lo entenderá por aquí.”XXIX La sociedad limita la expresión de la mujer a un espacio interno o psicológico. “Por ello la experiencia mística femenina es el único espacio que elude la racionalidad de la lógica patriarcal.”XXX Al escribir desde una posición de exclusión cultural Santa Teresa de Ávila tiene que adaptar el discurso tradicionalmente masculino a la articulación del deseo femenino para poder definir su totalidad de placer o éxtasis. La Santa describe su éxtasis en una visión de subordinación frente a Dios. Esto le abre un espacio dónde sí puede existir su éxtasis dentro del discurso tradicional. El acto de escribir requiere el coraje de perderse en la vida, la naturaleza, para permitir el acceso a la mente. El acto de Teresa de escribir es el resultado de su muerte a la vida mundana, material que le permite el acceso al conocimiento de Dios. El conocimiento místico va más allá de su sexo por trascender las limitaciones femeninas. Dice el autor del artículo que a la mujer por lo general se le asocia con la aguja y al hombre con la pluma para demostrar que el discurso femenino es un acto silencioso y de un lenguaje oral. El discurso escrito pertenece a los hombres. Santa Teresa escribe específicamente para su propio sexo como un diálogo comunicativo cuyo fin es el de crear un vínculo entre la escritora y sus hermanas. Santa Teresa insiste en que escribe en obediencia a sus confesores y para la edificación de sus hermanas. Parece en realidad, según esta línea de análisis que, sus escritos son el resultado de la intención de una mujer que necesita expresarse. Los hombres letrados, a los que ella nombra todo el tiempo, disculpándose por sus faltas o ignorancia van a leer sus palabras, juzgarlas y tal vez quemarlas. Preparada para las críticas, la santa defiende los derechos intelectuales de la mujer al comentario. Dice Teresa “Que tampoco no hemos de quedar las mujeres tan fuera de gozar las riquezas del Señor. De disputarlas y enseñarlas, pareciéndoles aciertan, sin que lo muestren a letrados, eso sí”.XXXI

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(Cáp. XVII) DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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Artículo: CAMMARATA, Joan F. “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”, 1992 XXXI

DE JESÚS, Teresa, “Conceptos del Amor de Dios” ( 490 )

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Teresa era una mujer astuta, prudente y política que reitera constantemente las creencias ortodoxas sobre las insuficiencias de la mujer y la erudición de los hombres. Les recuerda que es mujer, silenciosa y que solo los hombres son los intérpretes legítimos de la Sagrada Escritura. Su discurso femenino se basa una negación constante de sus éxitos, aceptación de sus culpas y también guarda las restricciones de discusión aceptable. Al escribir con un propósito específico, para un público limitado y con sus propias palabras llenas de símbolos y metáforas, Santa Teresa creo un género único, nuevo, en que se mueve de la confesión a una activa pedagogía mística. En muchas ocasiones se muestra como protectora y defensora de sus hermanas contra restricciones mismas dentro de la Iglesia por ejemplo que no se obligue a sus monjas a cantar. En otra ocasión, la Santa expresa su angustia por las mortificaciones de bofetones que se hacen las monjas en el convento de Malagón. Le avisa a la Madre María de San José, Priora de Sevilla, “En ninguna manera mande ni consienta que se de una a otra (que también diz que pellizcos), ni lleve con el rigor las monjas que vio en Malagón, que no son esclavas, ni la mortificación ha de ser sino para aprovechar”XXXII. Del mismo modo afirma el valor de la mujer en su Camino de Perfección, una obra didáctica en que anima a sus hermanas para que tengan una fuerza varonil en sus vidas espirituales. Declara que no es justo rechazar un espíritu valiente y virtuoso aunque sea de mujer. En estos casos, Teresa toma el papel de defensora de la dignidad y el valor de las mujeres en sus conventos y apoya su derecho de ser tratadas con respeto. La Santa constantemente reitera su lealtad a la Iglesia, incluso sus últimas palabras fueron “Al fin muero, hija de la Iglesia”.Por ello se hace cargo de cualquier error suyo por causa de su ignorancia o a su género. Este hecho que afirma su estado inferior de mujer y una profunda humildad puede recordarnos de su linaje de cristiana nueva. Su abuelo paterno, Juan Sánchez de Toledo, un judío converso, fue perseguido por la Inquisición en 1485 por ser judaizante. Santa Teresa crea su reforma y sus escritos en un contexto social que sospecha de cristianos nuevos y que somete todas las actividades al Tribunal de la Inquisición. La Santa les ruega a los que leen su Libro de La Vida que la copien para que no se reconozca su letra y que se la devuelvan con todo el recaudo posible.XXXIII No se sabe si su represalia se debe a la Inquisición, a la cual fue delatada en 1574, o si surge de la idea que una mujer no puede escribir cosa de valor. Su Libro de la Vida no llega a publicarse hasta 1588 pues pasó por el examen cuidadoso de teólogos y de la Inquisición.

XXXII XXXIII

DE JESÚS. Teresa , “Cartas” 1576:908 DE JESÚS, Teresa. “Cartas” (23 de Junio 1568: 743)

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A diferencia de otros Órdenes religiosos de esta época, Teresa no prepara estatutos contra la admisión de cristianos nuevos al Orden. Ignorando el prejuicio de limpieza de sangre, abre los conventos a todos e incluso acepta ayuda financiera de los conversos. Se dice que puede que su herencia conversa sea la que provoca la equidad en ella al recomendarles a sus hermanas que se refranen de jactarse de su linaje ilustre “…la que fuere más tome menos a su padre en la boca: todas han de ser iguales”.XXXIV El espíritu independiente de la joven Teresa la hace resistir la idea del matrimonio a la vez que la idea de una vida religiosa, que eran las únicas alternativas para una chica virtuosa. La perspectiva renacentista de la sujeción femenina al hombre, aprobada por San Pablo seguía vigente. Esto le recuerda a la esposa que debe ser agradecida que Dios le haya dado un hombre para gobernarla porque como la cabeza adorna el cuerpo, el príncipe la ciudad, así, de esta manera, el esposo adorna a la esposa y ella debe obedecer siempre, cuando les mande e incluso cuando no. Se afirma que la dominación masculina se aplica a lo dicho y a lo no dicho. Para una mujer de carácter independiente como Teresa, el matrimonio podría ser considerado como algo muy restrictivo. Por ello incita a las mujeres virtuosas que temen a la vida religiosa a tomar la decisión pues la religión les proporciona en los confines del convento una autonomía que se les niega en la sociedad para poder sobreponerse a las limitaciones de ser mujer. Santa Teresa apunta las características negativas de la mujer como deficiencias inherentes de su género, y, por lo tanto, reitera las opiniones del Renacimiento, su tiempo, en cuanto a los poderes más limitados de la razón de la mujer. En una época en que las energías intelectuales de las mujeres se ven limitadas por lo que llaman poderes meditativos, o contemplativos, las hace buenas para la devoción pero malas para la disciplina intelectual. Santa Teresa hace constantes referencias a las debilidades de la mujer: es ignorante, débil, frágil, inconstante, etc. Filippo Sega, Nuncio del Papa, critica a Santa Teresa por la vida pública que lleva en los años de las fundaciones, “femenina inquieta, andariega, desobediente i contumaz, que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino i Prelados: enseñando como maestra, contra lo que San Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñan”XXXV.

XXXIV

DE JESÚS, Teresa.“Camino de perfección” (Cáp. XXVII)

XXXV

Artículo: CAMMARATA, Joan F. “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”, 1992

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La Santa responde al mandato de Dios y se sobrepone a las restricciones culturales para llevar a cabo sus papeles de reformadora, fundadora, madre superior, maestra espiritual, escritora, defensora y mujer de negocios para las Carmelitas. A pesar de sus protestaciones de ser mujercilla sumisa, obediente y humilde, Santa Teresa realiza sus dones espirituales, intelectuales y administrativas. En 1970, el Papa Pablo VI la nombra primera Doctora de la Iglesia en reconocimiento de sus trabajos en la vida activa con los triunfos de éxtasis en la vida contemplativa.

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Elementos renacentistas Ya se mencionó contexto renacentista, en la categoría de cuerpo, el encuentro de la divinidad con el alma en la intimidad y el desplazamiento cultural y la centralidad del género masculino. En lo que refiere a modernidad y renacimiento el aspecto religioso puede resumirse en una palabra: Reforma. La reforma, a mi entender implica cambio de lo ya existente, renovación de lo vigente. En “La Reforma” de Jean Delumeau, se ve claramente las condiciones espirituales de los fieles. Las personas vivían con miedo. El pecado Original parecía haber desplazado la muerte y Resurrección de Jesucristo. El miedo al infierno, la falta de posibilidades de alcanzar la salvación, el problema con los sacerdotes y las indulgencias, entre otras cosas, exigían por parte de la Iglesia un cambio, una respuesta. Esto se ve claramente, en lo que refiere a la muerte, en el libro de Delumeau, en el canto fúnebre de aquella época, el Dies Israe, compuesto a fines del siglo XIV: “¡Que pavor para el pecador, Cuando sobrevendrá nuestro Señor Para escrutarle todo con rigor! ¡Ay! ¿Qué excusa alegar? ¿Para mí, que patrón invocar Cuando los más santos deberán temblar? ¡Día formidable el que el hombre en duelo Se levantará de su féretro Para el proceso de su orgullo!”XXXVI En el Dies Israe el hombre aparece absolutamente solo frente a su Juez, y ni la Virgen ni los santos acuden a ayudarle. La doctrina luterana de la justificación por la fe, dice Delumeau, fue la respuesta a ese poema desgarrador. El hombre del renacimiento era pesimista, no veía la manera de librarse del pecado original. Y la Iglesia parecía no dar respuesta. Por ello será que se va a dar una Reforma y una transformación de la cristiandad. Uno de los elementos se verá en la “Devoti Moderna” que se basa en una religiosidad de tipo interior en la cual el individuo se encuentra con la divinidad sin intermediarios. Esto se ve claramente en Teresa, que aunque dentro de la Iglesia, es una clara reformista. Ella encontrará a la divinidad dentro de la intimidad de su alma. XXXVI

DELUMEAU, Jean. “La reforma”,Barcelona, Nueva Clio, 1967

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Además realiza la reforma de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo descalzándose de ellas, inaugurando así, las Carmelitas descalzas. Reforma la actual manera en la que funcionan los carmelos: veía que eran grandes, de mucha cantidad de monjas, y mucho tiempo para el locutorio. Además el tema de género de hombre renacentista es algo contra lo que ella lucha toda su vida. Es un elemento renacentista el factor cambio, reforma. Aunque pueda que fuese mujer y ello no fuera del todo renacentista. Fue, a pesar de mujer, una iluminada de Dios, que recibió un nuevo carisma y para imponerlo luchó por muchos años. Siempre fuel a la Iglesia arduos trabajos pasó.

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Conclusión Teresa, a lo largo de este estudio realizado, se me presentó como una mujer ejemplar. Una mujer que en una época que la contradecía supo superar todas las dificultades: por un lado del creciente protestantismo; dentro de la misma Iglesia las confusiones con bruja; dentro de los carmelitas de los que luego se descalzó; dentro de una sociedad cuyo único genero capacitado para crear, reformar y realizar todo tipo de actividad pública era el hombre; dentro de su condición familiar pues su abuelo era un judío converso. En respuesta al protestantismo, no se opuso, sino que simplemente desde su lugar, también planteó una reforma que era necesaria. Dentro de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo logró separarse, pues la reforma por dentro era imposible, y siguieron ambas ramas. Aunque hoy en día la calzada se encuentra en vías de extinción. Respecto a la época de predominio masculino, más que una mujer fuerte, se consideró un “hombre barbado” pues su carácter, fortaleza, ideales y vinculaciones la situaron muy por encima de las diferencias. Y respecto a su sangre judía, una vez realizada su reforma decidió enseñarles a sus hermanas principios de igualdad en todo aspecto, siendo ella, de raíz aristócrata. Las preguntas planteadas en la introducción fueron respondidas a lo largo del trabajo. Hay una que constituye una de mis principales conclusiones luego de terminado este proyecto. Se trata de la que se pregunta sobre cual es el motor que mueve a Teresa en todo lo que fue su vida y obra. Cualquier persona que se introduce dentro de ella puede ver claramente que la respuesta es muy simple y se trata de Dios. Pues hay dos opciones dentro de lo que ella significa y estas son: o una verdadera convicción y entrega a Dios o que estuviera verdaderamente desequilibrada mentalmente. Pues son las dos únicas razones que pueden mover a una persona desde lo más profundo de sí a morir por una causa. Pero, otra de mis preguntas, la que refería a cual es el límite que separa al misticismo de la brujería, concluye la anterior. Las respuestas encontradas fueron dos: la fidelidad a la Institución de la Iglesia y los frutos que de sus obras se ven. Hoy en día se ve, de manera latente, y como si hubiese sido creada hoy, la obra de Teresa. Los conventos carmelitas descalzos, viven la Regla de Teresa tal y cual ella la proscribió hace largo tiempo ya. El mundo cambió, las circunstancias en todo sentido se transformaron, pero su teoría sigue viéndose intachablemente en la práctica. Tuve la oportunidad de conocer dos conventos carmelitas descalzos de mujeres, uno en el Prado de Montevideo y el monasterio “San Bernardo” en Salta, Argentina. Además de uno de frailes descalzos, en carrasco,

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Montevideo. Fue impresionante: los hábitos, los locutorios, la devoción al patrón de Teresa, San José, el conocimiento pleno de la regla teresiana, la estructura de los mismos, entre otras. Además, Teresa fue la primera de una gran sucesión de Teresas que a lo largo de la historia, influenciadas por ella, marcaron nuevos rumbos dentro de los marcos por la primera marcada: Santa Teresita del Niño Jesús de Lisieux, Santa Teresa de los Andes de Chile, Santa Benedicto de la Cruz de Alemania Llegando a la actualidad, me gustaría concluir este trabajo con una frase dada por el actual pontífice Benedicto XVI. “Queridos hermanos y hermanas, santa Teresa de Jesús es verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todo tiempo. En nuestra sociedad (…) santa Teresa nos enseñan a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción, nos enseña a sentir realmente esta sed de Dios que existe en nuestro corazón, este deseo de ver a Dios, de buscarlo, de tener una conversación con Él y de ser sus amigos. Esta es la amistad necesaria para todos

y

que

debemos

buscar,

día

a

día,

de

nuevo.

Que el ejemplo de esta Santa, profundamente contemplativa y eficazmente laboriosa, nos impulse también a nosotros a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a esta apertura a Dios, a este camino de búsqueda de Dios, para verlo, para encontrar su amistad y por tanto la vida verdadera; porque muchos de nosotros deberíamos decir: .”XXXVII Queda claro ya, el porqué fue proclamada doctora de la Iglesia, pues su vida y obra son aplicables a todo tiempo y circunstancia, y en el presente sigue viva dentro de la religión cristiana, tan latente como en el siglo XVI.

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 2 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI para la audiencia general, y que dedicó a la santa española Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia.

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Bibliografía general y específica o DELUMEAU, Jean. “La reforma”,Barcelona, Nueva Clio, 1967 o FÜLOP-MILLER, Rene. “Teresa de Ávila: La santa del éxtasis”, Buenos Aires, Colección Austral de Espasa-Calpo Argentina, 1948. o ELIAS, Norbert, “Sobre el tiempo”, Fondo de cultura económica MéxicoMadrid-Buenos Aires, 1989 o PEERS, E. Allison. “El misticismo español”, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina S.A., Segunda edición 1947 o LÓPEZ RUBIO, José. “Entrevista con la Madre Teresa de Jesús”,Madrid, Editorial católica S.A., 1982 o Artículo: MARTI BALLESTER, Jesús, “Teresa de Jesús: Fundadora y orante” o Artículo: CAMMARATA, Joan F. “El discurso femenino de Santa Teresa de Ávila, defensora de la mujer renacentista”, 1992 o www.catholic.net o http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=453 o http://mediateca.cl/900/historia/universal/europa/documento/renacimie nto/peforma1.htm o http://www.slideshare.net/jotaelece/reforma-y-contrarreforma-religiosapresentation o http://www.kalipedia.com/historia-peru/tema/reformacontrarreforma.html?x=20070717klphisuni_187.Kes Fuente o

DE JESÚS, Santa Teresa, “Libro de la Vida”, Barcelona, Atalaya, 1995

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