Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria

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Descripción

TECNICAS ARQUEOLOGICAS Y ACTIVIDADES DE SUBSISTENCIA EN LA PREHISTORIA Laia Colomer Sandra Montón Raquel Piqué 1996 Madrid: ArcoLibros Editorial. ISBN : 9788476352182

Author’s Publishing version. INTRODUCCION LOS RESTOS OSEOS FAUNISTICOS LA IDENTIFICACION Y SUS PROBLEMAS LA CUANTIFICACION DE LOS RESTOS OSEOS LA OBTENCION DE LOS RECURSOS FAUNISTICOS LOS PATRONES DE CRIANZA ABASTECIMIENTO Y APROVECHAMIENTO A PARTIR DE LA FRECUENCIA DE LAS PARTES ESQUELETICAS EL APROVECHAMIENTO A PARTIR DEL ESTUDIO DE LAS MARCAS DE CORTES Y DE LAS FRACTURAS ANTROPICAS EL PROCESAMIENTO CULINARIO DE LOS RECURSOS FAUNISTICOS LA UTILIZACION DE LOS ANIMALES A PARTIR DEL ESTUDIO DE LAS PATOLOGIAS CONCLUSIONES

LOS RESTOS VEGETALES LA INCORPORACION DE LOS RESTOS VEGETALES AL REGISTRO ARQUEOLOGICO LA RECUPERACION DE LOS RESTOS VEGETALES LA INFORMACION APORTADA POR LOS RESTOS VEGETALES. CONCLUSIONES

LOS RESTOS CERAMICOS LA ARCILLA Y SUS COMPONENTES LA TRANSFORMACION DE LA ARCILLA EN CERAMICA LA MANUFACTURA CERAMICA TECNICAS PARA EL ESTUDIO DE LAS PASTAS CERAMICAS TECNICAS DE ANALISIS DE MANUFACTURAS CERAMICAS FUNCIONALIDAD DE LAS VASIJAS CERAMICAS CONCLUSIONES

CONCLUSIONES GENERALES BIBLIOGRAFIA ORIENTATIVA

Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 1

INTRODUCCION La mayoría de quienes nos dedicamos a la arqueología tenemos que desmitificar el carácter de nuestra profesión cuando la gente nos pregunta acerca de la misma. Se hace difícil convencer a nuestros entusiasmados interlocutores de que pirámides, templos, tesoros escondidos o intrépidas aventuras tipo Indiana Jones no son el pan nuestro de cada día y de que, por el contrario, una buena parte de nuestro trabajo transcurre tratando de analizar huesos de animales, de examinar fragmentos de cerámicas o de identificar distintos tipos de carbones. Ante tales afirmaciones, más de un rostro muda la expresión y, no sin cierto tono de incredulidad en alguna ocasión, vuelve a preguntar qué tiene que ver eso con la arqueología o qué es lo que podemos saber del pasado a partir de su estudio. Con este libro pretendemos desterrar esa incertidumbre y mostrar cómo los "detalles" de la investigación arqueológica constituyen la base de la interpretación histórica. Cualquier comunidad humana invierte gran parte de su tiempo en tareas relacionadas con el abastecimiento, el procesamiento y el consumo de los alimentos ya que de su éxito depende principalmente el mantenimiento del grupo. Consecuencia de estas actividades realizadas cotidianamente son una serie de residuos que, en el caso de muchas sociedades del pasado, constituyen los únicos elementos de información sobre las mismas. Mediante la excavación arqueológica contamos con restos de brasas, huesos, plantas, hogares, con utensilios de uso diario hechos de sílex, madera, hueso, cerámica, etc., que debemos analizar, estudiar e interpretar a fin de poder integrar la información obtenida en una interpretación de las formas de vida del pasado. Para ello, la arqueología ha desarrollado y aplicado diversas técnicas de análisis. En este libro hemos seleccionado las que abordan el estudio de tres de los objetos más importantes en una excavación: los huesos de animales, los restos botánicos y la cerámica. El hilo conductor lo constituirá el propio objeto arqueológico en cuanto objeto del que la sociedad se apropia. Aunque para cada material trataremos aspectos específicos, existen dos factores comunes que vertebrarán los diferentes apartados. El primero está relacionado con las formas de aprovisionamiento de los productos. En este sentido, el análisis de los propios objetos puede informarnos sobre el proceso de su obtención. Veremos como podemos proponer si los animales se cazaron, carroñearon o criaron o si los vegetales se recolectaron o cultivaron. En el caso de la cerámica, explicaremos qué métodos se Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 2

utilizan para conocer los lugares de extracción de las materias primas y qué pasos siguió su manufactura. El segundo aspecto está relacionado con el uso o aprovechamiento de los diferentes recursos. Veremos como a partir del estudio de los perfiles de edad y de las marcas dejadas por diferentes actividades sobre los huesos podemos plantear qué recursos se obtuvieron de los animales. Para los vegetales, explicaremos como el estudio de las semillas permite sugerir sistemas de cultivos o como se gestionó el uso del combustible. El análisis de las pastas cerámicas, junto con el estudio de las formas y dimensiones de las vasijas, nos informará si se destinaron a almacenar, cocer, distribuir y/o transportar alimentos. Como hemos apuntado, nos centraremos en aquellos usos más directamente relacionados con las actividades subsistenciales, aunque sabemos que la mayoría de los objetos analizados pudieron participar también en otras actividades sociales (rituales, relaciones de intercambio,etc.) y son por ese motivo también fuente de información histórica para estos aspectos. Dar cuenta de cada una de todas las posibilades informativas de los objetos arqueológicos, así como de todas las técnicas arqueológicas desarrolladas para ello, es tarea más exhaustiva de lo que nos proponemos. El presente libro da un émfasis especial en la descripción de aquellos restos arqueológicos que nos proporcionan información sobre un aspecto importante de las actividades subsistenciales y profundiza en las técnicas de análisis arqueológicas desarrolladas para estudiar los objetos que participan intensamente en dichas actividades. Su presentación aquí nos proporciona el nexo necesario entre los restos arqueológicas y las últimas interpretaciones históricas sobre aspectos de la vida cotidiana en la prehistoria.

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LOS RESTOS OSEOS FAUNISTICOS Los restos de los esqueletos animales (huesos, dientes y, en menor medida, astas y cuernos) constituyen uno de los materiales más frecuentes en las excavaciones arqueológicas. En su mayoría son residuos de diferentes actividades sociales del pasado, aunque también existen factores naturales que pueden aportar partes esqueléticas a los yacimientos arqueológicos. Pensemos, por ejemplo, en la acción de depredadores como ciertas rapaces y carnívoros, en el arrastre por la acción de corrientes fluviales o en el simple hecho de que algunos animales pueden haber muerto accidentalmente o haber construido sus madrigueras en los propios yacimientos, como ocurre con frecuencia con los conejos en la Península Ibérica. Por este motivo, si lo que nos interesa es la información sobre el aprovechamiento social de los animales en el pasado, primero debemos evaluar en qué medida la actividad humana ha originado las acumulaciones de huesos. Básicamente, los criterios utilizados están relacionados con el perfil de edad inferido a partir de dientes y huesos, el grado de deterioro de los mismos, los patrones de desarticulación y dispersión de los esqueletos, la proporción de las partes anatómicas halladas, los patrones de fragmentación y la presencia o ausencia de marcas antrópicas en las superficies óseas. Un buen resumen sobre estos agentes y la manera de reconocerlos lo tenemos en Blasco (1992). La mayor parte de los restos óseos aportados por acción humana nos ha llegado gracias a que no se destruyeron cuando los grupos humanos consumieron esos animales, bien porque se desecharon esas partes o, en menor medida, porque se utilizaron como materia prima para la fabricación de instrumentos. A pesar de su carácter de desecho o residuo constituyen un potencial de información importantísimo sobre los usos que recibieron y, por tanto, de reconocimiento de las prácticas sociales del pasado ya que, de una u otra forma, como veremos, quedaron plasmadas de modos diversos en ellos. Ahora bien, no debe olvidarse la probabilidad de que una serie de procesos hayan afectado a este material una vez que se abandonaron. Será necesario, por lo tanto, evaluarlos para no interpretar como sociales aspectos que no lo fueron. Estos procesos pueden afectar a los restos óseos en dos momentos diferentes: desde que se desecharon hasta que quedaron cubiertos por el sedimento arqueológico, y desde entonces hasta que los recuperamos en la excavación. Básicamente, existen tres factores principales que degradan los huesos antes de ser enterrados: las condiciones atmosféricas (por ejemplo, la acción del sol puede producir grietas); el Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 4

pisoteo a que se ven sometidos tanto por parte de personas como de animales y el mordisqueo de roedores y carnívoros. Además, la conservación de los huesos se ve afectada cuando están enterrados por la acción de corrientes de agua, raíces, insectos, por los movimientos de los suelos y el grado de acidez de los mismos. Supone un problema adicional el que estos factores no afecten por igual a todos los restos. Por ejemplo, los perros prefieren morder los huesos de los animales más jóvenes, por lo que su número puede quedar infrarrepresentado en el registro arqueológico. Por lo tanto, es necesario evaluar con cautela la actuación de estos diferentes procesos para, al menos, conocer los posibles sesgos a los que podemos enfrentarnos a la hora de realizar nuestras interpretaciones. Cabe citar, además, lo que podríamos denominar el sesgo arqueológico, que puede producirse tanto al recuperar como al analizar los materiales. Las posibilidades informativas de los restos óseos son múltiples y abarcan diversas esferas. Como ya hemos mencionado, nos centraremos aquí en la evidencia relacionada con las prácticas subsistenciales. En este sentido, veremos como podemos conocer los procesos de abastecimiento de los recursos faunísticos, su aprovechamiento, su procesamiento culinario y su consumo.

LA IDENTIFICACION Y SUS PROBLEMAS

Lo primero que podemos observar en el análisis de una muestra arqueofaunística son los animales que utilizó la comunidad estudiada. Para ello debemos identificar las especies presentes. Los esqueletos de los animales poseen elementos morfológicos diagnósticos que permiten diferenciarlos. La comparación del material óseo arqueológico con una colección de huesos de referencia lo más amplia posible, donde las diferentes especies se hallen representadas por edades y por sexos, facilita esta tarea. La identificación no está, sin embargo, exenta de problemas. El estado de fragmentación de muchos huesos (trozos de costillas, de vértebras, de ciertas partes del cráneo, de huesos largos pertenecientes a las extremidades, etc.) hace imposible su asignación a una especie concreta cuando no conservan los elementos diagnósticos. En consecuencia, únicamente resulta posible adscribirlos a categorías amplias del tipo "mamífero de talla grande". Por otra parte, la diferenciación entre determinadas especies resulta, a la vez, compleja. Este es el caso, entre otros, de la cabra y de la oveja. A pesar de que se han desarrollado criterios para Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 5

distinguir a nivel osteológico entre uno y otro animal, éstos se hallan en porciones del hueso que muchas veces no aparecen durante la excavación, por lo que debe recurrirse a la categoría más general de ovicápridos. Un problema parecido existe para distinguir entre especies salvajes y domésticas (lobo/zorro/perro; jabalí/cerdo; cabra salvaje/cabra doméstica, etc) pues los esqueletos son bastante similares y las partes que permiten diferenciarlos aparecen en escaso número en la mayoría de yacimientos. Esta cuestión cobra especial relevancia si pensamos que el predominio de especies salvajes o domésticas probablemente implicaba estrategias subsistenciales y organizaciones socioeconómicas distintas, pues no es lo mismo que los recursos faunísticos provengan de la caza, del carroñeo o de la cría. Para realizar esta distinción, se viene utilizando el criterio del tamaño de los huesos, pues se asume que los animales domésticos son de talla inferior (al menos durante la prehistoria). Sin embargo, existen ciertos factores que deben considerarse si se utiliza la osteometría como criterio. Debido a que la mayoría de especies presentan dimorfismo sexual, las hembras y los machos no son de idénticas dimensiones. Si a esto añadimos la posibilidad de que se practiquen técnicas ganaderas como la castración de algunos animales, a fin de incrementar su tamaño, la diferenciación entre machos domésticos y hembras salvajes se vuelve más compleja. Por ejemplo, por el tamaño de los huesos es difícil discernir entre un buey y una vaca salvaje. Este problema se agudiza cuando estudiamos la fauna de las fases iniciales del proceso de domesticación (como ocurre, entre otras, en algunas zonas del Próximo Oriente), ya que a los aspectos citados se suman otras variables: los cambios relacionados con la domesticación pudieron no surgir en las fases inmediatas de la misma, los posibles cruces entre animales domésticos y salvajes y, finalmente, la relación entre la reducción en el tamaño de las especies salvajes y el cambio climático que tuvo lugar entre el 10.000. y 9.000 aC en el Próximo Oriente. Recientemente, se están desarrollando nuevas técnicas para la resolución de estos problemas, como el estudio de las moléculas de ADN presente en los restos óseos. Resulta prometedor que con este método pueda reconocerse no sólo la especie concreta sino también su sexo. No obtante, esta técnica se halla todavía en un estadio incipiente y no contamos con una base de datos lo suficientemente amplia con la que comparar las secuencias del ADN obtenidas de los huesos arqueológicos.

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LA CUANTIFICACION DE LOS RESTOS OSEOS

Ya hemos visto que la identificación de los restos óseos nos indica qué animales se consumieron y/o utilizaron en el pasado. No obstante, muchas de las investigaciones tratan de evaluar también la importancia o el peso relativo que como recurso tuvo cada una de las especies determinadas, para lo que debe realizarse el recuento de las mismas. Sea cual sea el método empleado, debe quedar muy claro que únicamente podemos obtener frecuencias relativas, ya que debido a las alteraciones producidas en el registro arqueológico por el paso del tiempo resulta imposible averiguar el número exacto de animales que se aprovecharon. Aunque no existe un método de cuantificación unánimente aceptado, dos son los más empleados: el cálculo del número de restos identificados (NR) y el del número mínimo de individuos que para cada especie hay en la muestra (NMI). Ambos presentan, no obstante, una serie de problemas no siempre fáciles de resolver. Una revisión crítica de todos los métodos de recuento la tenemos en Ringrose (1993). Los principales inconvenientes del NR son: - La interdependencia, es decir, la posibilidad de que se contabilicen huesos que, en realidad, provengan de un único animal. Por ejemplo, si tenemos 30 huesos de un solo perro y diez huesos de tres cabras, el primero tendrá más importancia en los resultados finales. - La infrarrepresentación de aquellos animales que, matados o recogidos en otros lugares, se transportan parcialmente al yacimiento, ya que estarán representados por un número de restos menor que los que han muerto dentro de aquél. - La fragmentación, intencionada o no. Las frecuencias dependerán de la medida en que este factor afecte a las diferentes especies. Se aduce, por ejemplo, que los mamíferos grandes pueden quedar infrarrepresentados si sus diáfisis se parten en pedazos más pequeños que la de los mamíferos medianos o pequeños, con lo que puede resultar imposible identificar la especie concreta de la que se trata. - El número de huesos que configuran los esqueletos y el número diferente de huesos que es posible identificar en cada especie. Un caso conocido es el de las falanges, pues su número varía considerablemente entre unas especies y otras, con lo que los animales que tienen más pueden quedar sobrerrepresentados. Por ejemplo, los perros tienen un total de 56 falanges mientras que los caballos solo tienen 12. Por esta razón, Davis (1987) propone realizar operaciones aritméticas que Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 7

hagan equivaler el número de falanges entre las diferentes especies presentes. Para resolver el segundo problema, pueden contabilizarse únicamente aquellas partes que se puedan identificar para todas las especies. El cálculo del NMI, que a diferencia del NR no es directo, puede efectuarse de diferentes maneras. La más común consiste en contabilizar la parte anatómica más representada para cada especie teniendo en cuenta el lado del cuerpo. Por ejemplo, para una muestra con 6 húmeros izquierdos, 5 radios izquierdos, 3 radios derechos y cinco pelvis de perro contaremos seis perros. Evidentemente, pueden introducirse modificaciones relacionadas, sobre todo, con la edad y el tamaño de los huesos. Si se diera el caso, en la muestra anterior, que dos de los radios izquierdos fueran de individuos fetales, que los otros tres pertenecieran a individuos adultos y los del lado derecho a individuos jóvenes tendríamos ocho perros en vez de seis. Aunque el NMI se creó en parte para solventar los problemas del NR, como el de la interdependencia, tampoco los ha resuelto totalmente y ha añadido otros, como la sobrerrepresentación en los cálculos de las especies más raras, sobre todo cuando el total de huesos de la muestra es muy bajo. La elección entre los dos métodos depende del conjunto estudiado y de las preferencias de la persona que realiza la investigación. En ocasiones, para establecer comparaciones, se utilizan ambos métodos e incluso se añade un tercero: el cálculo del peso de los huesos de cada especie. Todos estos métodos permiten calcular proporciones entre las diferentes especies. Sin embargo, la mayor presencia de una especie no implica necesariamente una importancia económica más grande. Sabemos que en muchos yacimientos peninsulares los huesos más numerosos corresponden a los de conejo, hecho que no implica que ésta fuera la especie de mayor interés económico. Por ello, a veces, se han intentado establecer las proporciones de carne consumida a partir del cálculo del peso de los huesos para cada especie (asumiendo que existe una relación directa entre éste y el peso de la carne) y del NMI (asumiendo también aquí una correspondencia entre el peso del esqueleto y el del animal). De este modo, se pretende averiguar en qué proporción contribuía cada especie a la dieta de la comunidad estudiada. Sin embargo, hemos de pensar que los animales no son únicamente una fuente de alimentación cárnica y que pueden aprovecharse de maneras muy diferentes. Debemos valorar, por ejemplo, la posibilidad de que algunas especies se hayan explotado en vida (obtención de productos Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 8

lácteos, lana, etc) con lo que se habrán sacrificado en menor número que las destinadas a la obtención de carne y, por lo tanto, aparecerán en cantidades más pequeñas en el yacimiento excavado sin que su contribución económica haya sido necesariamente inferior.

LA OBTENCION DE LOS RECURSOS FAUNISTICOS

Una vez identificadas las especies presentes en un yacimiento arqueológico podemos preguntarnos cómo se obtuvieron. Tradicionalmente se asumía que los restos de animales salvajes eran fruto de la caza. Sin embargo, a partir de la década de los setenta, empezó a señalarse la posibilidad de que, sobre todo en los períodos más tempranos de la historia humana, los grupos de homínidos practicaran el carroñeo, es decir, recogieran los restos de animales que habían sido previamente cazados, consumidos y abandonados por otros depredadores (Binford, 1981). Desde entonces, se han realizado diversas investigaciones para intentar averiguar cómo se pueden discernir las dos actividades, caza y carroñeo, a partir del registro arqueológico. Sobre todo, se han establecido modelos a partir de tres aspectos principales: las frecuencias de las partes esqueléticas presentes, las marcas de cortes y los perfiles de edad de los animales representados en la muestra. Puesto que los animales carroñeados habían sido parcialmente consumidos por los depredadores que los cazaron, se supone que las partes que los seres humanos aprovecharían no serían las más nutritivas desde el punto de vista cárnico, sino las ricas en otras sustancias, como la médula. Por ello, los restos óseos presentes en los asentamientos serían los que proporcionasen mayor cantidad de tuétano. No es lo mismo incidir sobre un animal recien cazado que sobre otro previamente devorado por otros carnívoros, ya que en el primer caso se tendrán que realizar procesos que pueden ser innecesarios en el segundo (por ejemplo, el desollamiento). Por ello, las marcas de cortes dejadas sobre los huesos serán diferentes y estarán localizadas en lugares diferentes dependiendo del caso. El perfil de edad de la fauna del yacimiento estudiado ha sido uno de los criterios más utilizados. Para evaluarlo, es necesario conocer bien el comportamiento del animal estudiado. Uno de los trabajos más divulgados ha sido el de Klein (1982), quien tras estudiar los bóvidos de algunos yacimientos arqueológicos y paleontológicos de Sudáfrica constató la presencia de dos patrones demográficos: el catastrófico y el atricional. Se trata de dos modelos de mortalidad creados por la Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 9

ecología para el estudio de poblaciones estables (fig. 1). En el modelo catastrófico, el número de individuos identificados en la muestra ósea desciende al aumentar la edad de los mismos, al igual que ocurre en las poblaciones vivas. En la naturaleza, encontramos patrones similares a este modelo cuando algún tipo de catástrofe (epidemias, erupción volcánica,etc) provoca la muerte generalizada de manadas en un lapso de tiempo corto. En el patrón atricional hay una mayor representación de los individuos más jóvenes y de los más viejos. Las muertes (por enfermedes, depredación) se han ido produciendo a lo largo de un periodo de tiempo más largo y han afectado sobre todo a los .

Número de individuos

Número de individuos

individuos más débiles de las manadas (los más jóvenes y los más viejos).

0

Edad

Perfil catastrófico

n

0

Edad

n

Perfil atricional

Fig. 1 En los yacimientos sudafricanos, Klein interpretó que el patrón catastrófico era producto de batidas de caza porque, en otro caso, como por ejemplo la muerte accidental en masa de algún rebaño, hubiera sido improbable que los seres humanos hubiesen accedido al conjunto faunístico antes que otros depredadores hubieran consumido los animales más jóvenes (menos perdurables). Respecto al modelo atricional, consideró que, aunque en su análisis fuera resultado de actividades cinegéticas, en otros casos podía indicar la existencia de carroñeo. Todo dependía de la proporción de individuos muy jóvenes: si era inferior al 30%, y no había sido causada por una destrucción post-deposicional, podría interpretarse como carroñeo. Por su parte, la explotación de los animales domésticos pudo realizarse de diversas maneras e integrarse de modos muy diferentes en el ámbito de la economía de las comunidades prehistóricas. Sin embargo, los restos óseos no han servido tanto para inferir las diferentes estrategias de pastoreo (pastoreo nómada, sedentario, transhumancia) como para dilucidar cuales eran los objetivos de la explotación de los animales. Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 10

LOS PATRONES DE CRIANZA

Los animales domésticos proporcionan una gran cantidad de productos y usos. En vida, se puede utilizar la leche, la sangre, la lana, los excrementos, o bien se pueden emplear como medio de tracción y/o transporte. Una vez muertos, se puede aprovechar la carne, la grasa, la piel, los huesos, los cuernos, los intestinos, los ligamentos, la médula, la sangre, etc. Según se utilicen unos u otros productos, la composición de los rebaños, respecto a la edad o el sexo, puede variar y quedar reflejada en el registro arqueológico. En los rebaños de ovicápridos, por ejemplo, si se prioriza la adquisición de carne, los animales machos, con excepción de algunos que se dejarán para la reproducción, se sacrifican cuando han alcanzado el nivel óptimo de producción cárnica, que se sitúan entre el primer y el tercer año de vida. En el registro arqueológico, por lo tanto, tendremos una mayor representación de machos jóvenes y hembras viejas, que se sacrifican cuando ya no son aptas para la reproducción. Cuando se explotan los productos lácteos, la pauta de la edad ya no está tan clara, pues parece existir cierto grado de variabilidad entre los diferentes grupos sociales. Así, en algunas poblaciones, las crías se matan una vez establecida la lactancia, con lo cual abundan en la muestra arqueológica, junto con las hembras viejas y los pocos machos necesarios para la reproducción. Sin embargo, el número de crías no es tan abundante si éstas se destetan pronto, con lo que se puede continuar obteniendo leche sin necesidad de sacrificarlas. Si lo que se prioriza es la lana, los animales se matan cuando empieza a decaer la calidad de la misma, entre los cuatro y siete años, y los machos no necesarios para la reproducción se castran. Por lo tanto, en el registro tendremos un gran número de animales adultos. Ahora bien, hemos de tener en cuenta que posiblemente las prácticas subsistenciales de los pueblos prehistóricos no estaban dirigidas a la obtención de un solo producto, por lo que no es de esperar que estos modelos se encuentren siempre en estado puro. Para averiguar la edad y el sexo de los animales se han aplicado diferentes técnicas. No siempre es posible saber la edad y sexo de cada uno de los componentes de una muestra de fauna podemos, pues existen varios problemas que muchas veces impiden realizar la adscripción. Generalmente, la asignación de sexo se realiza en una proporción muy baja. Básicamente, se utilizan tres criterios: Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 11

- Diferenciación morfológica. Algunos elementos del esqueleto -ciertas partes del cráneo y de la pelvis y algunos dientes, principalmente- permiten identificar si un animal es macho o hembra. Desgraciadamente, estas zonas diagnósticas no siempre aparecen en las muestras analizadas. - Presencia o ausencia de determinados elementos. Existen partes esqueléticas que son características solo de uno de los dos sexos: cuernos en los cérvidos machos (con la excepción del reno), espolones en ciertos pájaros machos, etc. Debido al estado de la mayoría de las muestras, lo único que podemos afirmar con este criterio es la existencia segura de individuos machos, pero no la proporción respecto a las hembras. Por ejemplo, si en un conjunto en el que hemos encontrado tres astas derechas de ciervo, hemos determinado un NMI de 7 para esta especie, sólo podemos saber que tres de ellos eran machos, pero no podemos pensar que el resto eran hembras, pues pudiera ser que otras astas no se hubiesen conservado. - Tamaño. Debido al dimorfismo sexual de las especies, se asume que el tamaño puede indicarnos su sexo. Dentro del esqueleto, existen ciertas zonas que acusan más esta diferencia, como es el caso de los metapodios, que son más robustos en los machos. De todas maneras, pueden confudirse los animales que, respecto a su sexo, son más o menos robustos, por lo que si la muestra no es lo suficientemente grande, este criterio puede ser peligroso. La mayoría de las técnicas empleadas para la asignación de edad establecen criterios de comparación a partir del estudio de poblaciones actuales. En cualquier caso, debemos ser conscientes de que estos criterios pueden variar o haber variado en relación a los factores ambientales, al paso del tiempo, a los diferentes tipos de razas o a diferencias en la dieta, entre otras causas. Tampoco podemos olvidar, como ocurría en el caso anterior, que no siempre las partes anatómicas diagnósticas están presentes en la muestra. Entre los métodos más comunes se encuentran: - El grado de fusión de las epífisis. La mayor parte de las epífisis (los extremos de los huesos largos) están separadas de las diáfisis (el cuerpo de los mismos) cuando los animales nacen. Con el crecimiento, estas epífisis se van fusionando en momentos diferentes dependiendo del hueso y de que la epífisis sea proximal o distal (fig. 2). De este modo, pueden establecerse tres grandes grupos: huesos no fusionados, fusionados y en proceso de fusión. Así, en un conjunto donde los huesos de cerdo recuperados fuesen

siete tibias proximales derechas fusionadas, cuatro tibias distales

izquierdas no fusionadas y cinco radios proximales izquierdos no fusionados sabríamos que hay Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 12

siete individuos de más de tres años y medio, cuatro de menos de dos años y cinco de menos de un año. Aunque pueden establecerse matizaciones en función de la estructura y el tamaño de los huesos, vemos como, además de producirse algunos solapamientos, los grupos de edad identificados son bastante amplios. Este método se aplica fundamentalmente para los animales domésticos ya que carecemos de estudios sobre los tiempos de fusión de las epífisis para la mayoría de los animales salvajes. - Sutura de los huesos del cráneo. Al igual que las epífisis, los huesos del cráneo también se suturan a una edad determinada, con la ventaja adicional de que el proceso acaba más tarde. De este modo tenemos datos para un periodo mayor de la vida del animal. No obstante, los huesos de cráneo suelen aparecer muy fracturados por lo que es difícil determinar en qué estadio se encuentran las líneas de sutura. - El estudio de los dientes. Estos nos pueden informar de la edad de los animales de diferentes maneras: • erupción. Ya que la secuencia de erupción de los dientes es bastante fija para cada especie se puede precisar la edad de los individuos. Sin embargo, una vez han salido todos los dientes este método deja de ser útil. • desgaste. Una de las técnicas que estudia el desgaste de los dientes parte del principio de que existe una relación entre el grado de desgaste del esmalte y la dentina y la edad del animal. Se ha aplicado sobre todo al análisis de los animales domésticos. Uno de los estudios más conocidos es el de Payne (1973) quien, combinando este criterio con el de la erupción, estableció nueve grupos de edad para las mandíbulas de los ovicápridos (0-2 meses; 2-6 meses; 6-12 meses; 1-2 años; 2-3 años; 3-4 años; 4-6 años; 6-8 años; 8-10 años). Otro de los métodos basado en el desgaste de los dientes es el que relaciona la edad de los individuos y la altura de las coronas dentarias, que van decreciendo conforme aumenta la edad. Aunque se ha aplicado también a algunos animales domésticos como los caballos, se ha utilizado sobre todo para el estudio de los animales salvajes. • deposición del cemento en los dientes. Esta técnica consiste en contabilizar el número de capas de cemento que se depositan regular y estacionalmente cada año alrededor de las raíces de los dientes durante la vida del animal desde justo antes o en el momento de la erupción, pues existe una correlación entre el número de capas y la edad del animal. Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 13

Aunque se ha aplicado fundamentalmente para el estudio de la fauna salvaje, parece ser que también puede utilizarse para el estudio de la doméstica. Su principal ventaja radica en la obtención de una edad absoluta y no relativa como en los estudios de desgaste dentario, aunque su costo es mayor, e implica la destrucción del diente.

ABASTECIMIENTO Y APROVECHAMIENTO A PARTIR DE LA FRECUENCIA DE LAS PARTES ESQUELETICAS

Junto al estudio de la composición de los rebaños, también existen otras analíticas que nos informan sobre el consumo de los animales en las sociedades del pasado. Una de ellas consiste en averiguar las proporción de las partes esqueléticas existentes para cada especie. Con la excepción de ciertos animales que nos han llegado completos, la mayoría de las veces solo encontramos ciertas partes de lo que fue el esqueleto original. Si podemos determinar que la presencia de esas partes no es fruto de agentes no humanos, sino de las decisiones tomadas por los miembros del grupo estudiado, es posible obtener información sobre los procesos de consumo e incluso sobre diferentes estrategias de abastecimiento y aprovechamiento del animal. Este fenómeno se ha estudiado principalmente al comparar las especies presentes en muchos yacimientos paleolíticos. Sobre todo, al evaluar las frecuencias de restos de grandes mamíferos, se ha comprobado que estaban representados únicamente por unas partes determinadas, por lo que se ha inferido que, tras ser cazados o carroñeados, se transportarían en partes al asentamiento. También se ha dicho que, cuando se cazan animales para obtener pieles se produce como resultado una acumulación de falanges y metapodios. En cualquier caso, las causas de una representación esquelética determinada puede ser varias, aún cuando el agente sea únicamente humano. Por ello, es necesario evaluar en cada caso las manifestaciones concretas para poder dar una explicación adecuada.

EL APROVECHAMIENTO A PARTIR DEL ESTUDIO DE LAS MARCAS DE CORTES Y DE LAS FRACTURAS ANTROPICAS

Tras la muerte de un animal, empieza el aprovechamiento de una serie sustanciosa de recursos: carne, piel, cuernos, huesos, grasa, médula etc. Normalmente, se comienza desollando al animal, posteriormente se desarticula o desmembra, se extrae la carne, el periostio y después la Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 14

médula. Evidentemente, no es necesario que siempre se produzcan los mismos pasos. Por ejemplo, si un animal se aprovecha sólo por su piel, únicamente se procederá al desollado. Estas actividades pueden dejar señales sobre los huesos, que nos informan precisamente sobre su realización. Para interpretar las marcas como fruto de una u otra tarea han tenido gran importancia los paralelos etnográficos y la arqueología experimental (para saber cómo las poblaciones actuales realizan estas actividades y qué señales dejan sobre los huesos). Con la información obtenida se pueden aportar datos sobre las diferentes maneras de aprovechar las especies y observar qué diferencias existen en el yacimiento y entre yacimientos. Marcas relacionadas con el desuello. Se ubican principalmente en la cabeza y en las patas, que son los lugares donde existe un contacto directo entre la piel y el hueso. Por las marcas dejadas, puede incluso averiguarse si la piel se extrajo para su explotación, pues en este caso se separa casi en su totalidad y las marcas de cortes se encuentran alrededor de las falanges, alrededor de los cuernos o astas y en la zona del mentón. Marcas relacionadas con la desarticulación. La finalidad de esta actividad es desmembrar al animal en partes. A veces, se distinguen dos procesos en la desarticulación: primeramente el animal se separara en grandes partes -por ejemplo, para transportarse desde el lugar de la matanza al lugar de consumo- y, en un momento posterior, se descuartiza en porciones más pequeñas para el consumo o el alamacenamiento. Esta actividad incide principalmente en las articulaciones de los huesos y deja cortes profundos y cortos que se agrupan paralelamente. Aunque puede hablarse de tendencias generales en la desarticulación del animal, existe también un cierto grado de variabilidad a la hora de seccionar el animal, por lo que es interesante estudiar este aspecto detalladamente para poder establecer diferencias o afinidades entre grupos sociales. Señales relacionadas con la extracción de carne. La extracción de la carne puede realizarse tanto antes como después del cocinado. La mayoría de estudios, sin embargo, se han centrado en el análisis de la descarnación en crudo. Con esta actividad se relacionan dos tipos de marcas: las que se producen al ir separando la carne de los huesos en sentido longitudinal (las señales se disponen a lo largo del hueso y son poco profundas y no necesariamente paralelas) y las que se producen para separar la carne de los tendones de los extremos y arrancarla definitivamente (señales más cortas, profundas y oblícuas ubicadas en los Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 15

extremos de las diáfisis, concretamente en la zona de las inserciones musculares). Señales relacionadas con la separación del periostio. Una vez descarnado el hueso aún pueden producirse otras señales relacionadas con la extracción del periostio e incluso de los tendones, sobre todo cuando se quiere extraer la médula ya que así es más fácil fracturar los huesos. Esta actividad se reconoce al aparecer estriaciones finas y paralelas en el centro de los huesos largos. Señales de fracturas antrópicas. Una vez que los huesos se han descarnado puede continuar su aprovechamiento para extraer la médula y los nutrientes del tejido esponjoso o para utilizarlo como materia prima en la fabricación de utensilios. Para extraer la médula, resulta necesario fracturar el hueso. El principal problema al que nos enfrentamos es, como en otras ocasiones, asignar la fracturación a un agente humano. La mayoría de estudios realizados hasta el momento han analizado el proceso de fracturación de los huesos en estado fresco para extraer la médula. Este tipo de fractura tiende a ser de forma espiral o helicoidal. No obstante, es una clase de fractura que también pueden producir los carnívoros, por lo que deben considerarse otros indicios. Sabemos que la mayoría de las veces la fracturación humana se produce por percusión, hecho que provoca la presencia de pequeñas señales en la zona de impacto. Si en el punto de impacto no existen señales de mordisqueo y el diámetro del mismo es mayor que el que producen los dientes de los carnívoros se admite que el agente es humano.

EL PROCESAMIENTO CULINARIO DE LOS RECURSOS FAUNISTICOS

La etnografía nos ha demostrado que el procesamiento de alimentos es de radical importancia entre los grupos sociales y que es una actividad estrechamente vinculada a la cultura. Sin embargo, desde la arqueología no se ha considerado adecuadamente este aspecto, posiblemente porque pertenece a la esfera del denominado trabajo doméstico, realizado por las mujeres en las sociedades conocidas. Estas actividades son a menudo ignoradas o consideradas inadecuadas para resolver problemas históricos. No deja de resultar curioso que se haya despreciado este potencial de información cuando nos damos cuenta de que precisamente en nuestras sociedades contemporáneas la "cuisine" es un factor en gran medida cultural que nos permite apreciar diferencias clarísimas Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 16

entre sociedades. La atención prestada a los efectos que los diferentes métodos de cocinar (hervir, rustir, hornear, ahumar, etc) producen sobre los huesos ha sido escasa. Durante la cocción, los huesos pueden sufrir cambios en la apariencia de su superficie (textura y color), en su estructura morfológica, en su estructura cristalina y en su tamaño. Por ejemplo, cuando el hueso se hierve, adquiere un color amarillento o gris mate y su superficie es grasienta. En cambio, cuando se ruste, la superficie suele ser más brillante y, dependiendo de la temperatura y el tiempo de exposición, el color puede variar desde el marrón, pasando por el negro y el gris hasta el blanco, si está completamente calcinado. Ahora bien, que un hueso esté quemado no implica necesariamente que haya sufrido un proceso de cocinado, pues existen otros procesos, antrópicos y naturales, que pueden ocasionar los mismos resultados, como ocurre, por ejemplo, al quemar basura. Más indicativa es la presencia de señales de cremación en determinadas partes de los huesos. Algunas veces, es solo un extremo del hueso el que está quemado, señalándonos probablemente que esa es la parte no protegida por la carne que quedó directamente expuesta al foco de calor.

LA UTILIZACION DE LOS ANIMALES A PARTIR DEL ESTUDIO DE LAS PATOLOGIAS

No quisiéramos acabar esta exposición sin mencionar las posibilidades que puede ofrecer una técnica relativamente reciente para averiguar cómo se utilizaron ciertos animales. Nos referimos al estudio de las paleopatologías. Existen ciertas enfermedades y anormalías de los huesos que pueden relacionarse con las actividades que realizaron y las condiciones en las que vivieron los animales. Por lo tanto, si encontramos huesos con indicios de esas patologías podemos hipotetizar un posible uso en un sentido determinado. Una de las actividades que mayor incidencia tiene sobre el esqueleto es la tracción, que puede producir deformaciones en las articulaciones de las extremidades inferiores. Por ejemplo, se ha observado que cuando los caballos se usan como animales de tiro, a veces se fusionan el tarso y el metatarso. También la osteoartritis que padecen algunos caballos y bueyes puede relacionarse con esta actividad y es casi seguro que ésta es la causa de unas pequeñas lesiones registradas en el acetábulo de la pelvis (Baker, 1984).

CONCLUSIONES

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Hasta aquí hemos tratado una serie de técnicas que nos permiten averiguar qué animales se explotaron durante la prehistoria, mediante qué mecanismos y con qué finalidad. Hemos visto la posibilidad de discernir las proporciones de animales presentes o de averiguar cómo se realizó la apropiación de la fauna salvaje y cuáles fueron los patrones de crianza de la doméstica. Ello, junto a un análisis detallado de las propias trazas dejadas sobre los huesos en diferentes momentos (marcas de cortes, fracturas, señales de procesamiento culinario, indicios de patologías) permite obtener una visión más detallada de los patrones de uso y consumo. Aunque hemos tratado cada una de estas técnicas por separado, mimetizando así los pasos que sigue la investigación, debemos destacar que los resultados no pueden valorarse aisladamente, sino que se deben interrelacionar entre sí. Por ejemplo, si tras el estudio del perfil de edad para el ganado vacuno observamos un alto número de bueyes viejos (que han superado el nivel óptimo de obtención cárnica), lo que podría indicar su uso como animales de tiro, deberemos prestar atención a la posible presencia de patologías que nos corroboren esta actividad. Es decir, muchas veces, los resultados de las diferentes técnicas se refuerzan entre sí. No obstante, debemos advertir también sque existe una enorme brecha que existe en ocasiones entre el abanico de análisis posibles y su aplicación real a las muestras arqueológicas, pues un pésimo estado de conservación o un número demasiado bajo impiden utilizar muchas de las técnicas reseñadas o limitan el nivel de interpretación que se puede obtener.

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LOS RESTOS VEGETALES Los recursos vegetales probablemente fueron más utilizados durante la prehistoria de lo que permiten suponer las escasas evidencias de que disponemos. La naturaleza orgánica de sus restos hace que sean perecederos, por lo que se conservan en menor proporción que otros materiales. No obstante, hay ciertos factores que permiten su conservación: la composición y características de algunas partes de las plantas, la carbonización (intencional o accidental) de los mismos o su inclusión en medios acuáticos desprovistos de oxígeno (anaeróbicos) o en zonas extremadamente áridas. Por lo tanto, los restos vegetales que pueden recuperarse en contextos arqueológicos dependerán del medio en que se han conservado. Entre los más habituales tenemos: - Polen y esporas. Son cuerpos producidos por los órganos reproductores de las plantas. La cantidad y forma de los granos de polen está relacionada, sobre todo, con los mecanismos de dispersión (viento, insectos, aves, etc.), que también influyen en el volumen de polen que se deposita sobre el paisaje. Estos cuerpos se componen de una célula viva, una coraza interna, llamada intina, y una coraza exterior casi indestructible, llamada exina, que puede sobrevivir en ciertos tipos de sedimento durante miles de años. Los suelos ácidos y poco aireados, como los lechos lacustres y las turberas, preservan mejor los pólenes que los medios alcalinos. La forma, el tamaño y el relieve de la superfície de la exina son característicos de las familias vegetales y a menudo de los géneros que los producen, por lo que pueden ser identficados. El estudio de los granos de polen recibe el nombre de palinología. - Fitolitos. Son cuerpos silíceos que pueden encontrarse en hojas, inflorescencias, frutos y tallos de plantas. Se forman al depositarse en las células de la planta el sílice en estado soluble existente en el agua del suelo. Este mineral se absorve del suelo mediante las raíces y se transporta a toda la planta a través de los canales conductores de agua. No todas las plantas producen fitolitos, por lo que algunas de ellas serán invisibles en el registro arqueológico. Los fitolitos pueden tomar la forma de las células del tejido vegetal de la planta que los ha producido. No obstante, ya que una gran gama de plantas puede producir cuerpos silíceos similares, muchas veces no se puede llegar a identificar el género, sino solamente la familia o grupo de plantas. Algunos fitolitos pueden ser diagnósticos de la parte de la planta que los ha producido, lo que proporciona una información muy valiosa sobre el uso selectivo de ciertas porciones de la planta. Los fitolitos se conservan en casi Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 19

todo tipo de suelo. - Frutos y semillas. Su identificación se realiza a partir de caracteres morfológicos y métricos. Se conservan gracias a la carbonización y/o a su inclusión en medios o de extrema sequedad o anaeróbicos acuáticos. La paleocarpología es la disciplina que se ocupa del estudio de este tipo de restos. - Madera. La parte leñosa de árboles y arbustos también suele aparecer en contextos arqueológicos. Su estructura anatómica permite identificar el género y, a veces, la especie vegetal de la que procede. Las condiciones de conservación son idénticas que para los frutos y las semillas. El estudio de los restos de madera carbonizada recibe el nombre de antracología.

LA INCORPORACION DE LOS RESTOS VEGETALES AL REGISTRO ARQUEOLOGICO

Igual que ocurría con los huesos de animales, la presencia de restos vegetales en los yacimientos no siempre se debe a un agente humano, sino que puede tener otras causas, tanto de naturaleza orgánica como inorgánica. Sin duda, la mayoría de restos vegetales han sido aportados al yacimiento a partir de una serie de procesos de trabajo, básicamente la recolección y el cultivo de las plantas, que los ha transformado en recursos aprovechables. El que estos productos pasen a formar parte del registro arqueológico depende de diversos factores. En condiciones normales la materia orgánica sigue un proceso natural de descomposición que impide su conservación en los sedimentos. Generalmente, sólo aquellos restos que han sido carbonizados, voluntaria o involuntariamente, tienen probabilidades de perdurar hasta el momento de la excavación arqueológica. Excepcionalmente, un incendio accidental puede facilitar la conservación de restos vegetales aún no consumidos o aprovechados. El tueste o torrefactado de las semillas para su almacenaje o para el procesado alimentario también puede producir de manera involuntaria restos carbonizados. En la mayoría de los casos, no obstante, el factor que genera la mayor parte de los residuos vegetales carbonizados son las combustiones intencionales de leña. Como hemos dicho, los restos vegetales también pueden incorporarse por la acción de agentes no antrópicos. Durante la ocupación del asentamiento, factores físicos como el viento o la lluvia pudieron haber aportado pólenes desde largas distancias. El proceso natural de descomposición de las plantas silvestres que viven en los asentamientos también pudo producir Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 20

vestigios, como fitolitos o pólenes. Finalmente, las defecaciones de los animales pudieron contener, asimismo, restos vegetales. Un caso aparte son las intrusiones no contemporáneas a las ocupaciones, resultado de la acción de roedores, insectos y pequeños animales que excavan sus guaridas en el suelo. La diferenciación entre los restos aportados antrópicamente y los aportados por otras vías resulta vital para poder delimitar su potencial informativo. En el caso de los macrorrestos (maderas, frutos y semillas), la carbonización, el contexto donde se han encontrado o el haber sido trabajados son una señal inequívoca de su naturaleza humana. Para los restos microscópicos es más difícil establecer su origen. Hemos visto que hay procesos no antrópicos responsables de la presencia de polen y fitolitos en los sedimentos, pero también es posible que éstos hayan sido aportados, de manera accidental o voluntaria, por los grupos humanos. Por ejemplo, la paja utilizada como lecho para los animales, las ramas empleadas para la construcción o como elemento combustible, etc. pueden tener adheridas hojas y flores que, al descomponerse o carbonizarse, liberen fitolitos y pólenes, que se mezclarán con los de aportación no antrópica.

LA RECUPERACION DE LOS RESTOS VEGETALES

En los sedimentos arqueológicos podemos encontrar gran diversidad de restos vegetales si sabemos como buscarlos. Si bien algunos son perfectamente visibles a simple vista y, por lo tanto, se pueden recoger durante el proceso de excavación, otros requieren técnicas especiales de recuperación, ya que por su tamaño o morfología son más difíciles de ver durante este proceso. Un caso aparte son los microrrestos vegetales, para los que se necesitan sofisticadas técnicas de extracción. En general, para recuperar los restos vegetales de la mayoría de yacimientos arqueológicos es necesario tamizar el sedimento, ya sea en seco o con agua, con cribas de diferente tamaño de luz de malla. Con este método es posible la separación y recuperación de todo tipo de restos según su tamaño. Otra técnica utilizada es la flotación (Buxó, 1990), que permite separar los materiales a partir de su densidad. La inclusión de los sedimentos en un medio líquido hace que los restos más ligeros floten y puedan ser recogidos. El polen y los fitolitos se extraen del sedimento en el laboratorio, mediante tratamientos químicos adecuado. Si bien es posible cribar la totalidad del sedimento de una excavación, generalmente sólo se Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 21

puede flotar o tratar en el laboratorio una muestra representativa del conjunto. Con este fin es necesario realizar un muestreo de las diferentes áreas delimitadas en el yacimiento. Ello es relativamente fácil cuando se conservan vestigios detectables durante la excavación (fosas, muros, áreas de combustión, etc.). No obstante, muchas veces no se evidencian estas áreas durante el proceso de excavación. Por ello se hace imprescindible realizar recogidas sistemáticas en toda la superficie, ya que los mismos restos recuperados pueden ayudar a caracterizar a posteriori, a partir del estudio de su articulación espacial (distribución, disposición y asociación) (Wünsch, 1991), áreas de actividad.

LA INFORMACION APORTADA POR LOS RESTOS VEGETALES.

La información que podemos obtener a partir de los restos vegetales es muy variada, al igual que los usos que probablemente recibieron los materiales de los que proceden. Sin duda, las plantas proporcionarían alimento (recolectado o cultivado), energía calórica y lumínica y materia prima para la fabricación de útiles diversos. De hecho, antes de la generalización del uso de cerámicas, metales, etc, la madera y los subproductos de origen vegetal eran las materias primas más utilizadas, juntamente con la piedra y los subproductos de origen animal. Ciertas fibras vegetales se utilizaron para la confección de tejidos y cuerdas mientras que las ramas de ciertos árboles y los tallos de algunas plantas, para la de canastos y cestos. La madera sirvió para manufacturar un gran repertorio de instrumentos de uso doméstico, para construir viviendas, etc. Hasta la generalización del uso del carbón mineral, el gas y el petróleo, la leña fue indudablemente el combustible más importante para producir la energía calórica y lumínica necesaria para el desarrollo de las actividades de subsistencia. Esta potencialidad de usos puede reconstruirse a partir del registro dependiendo del tipo de vestigio vegetal que haya perdurado y del contexto en que lo haya hecho. Los restos vegetales permiten también obtener información sobre las condiciones medioambientales existentes durante la formación del registro. Ya que los grupos humanos obtienen del medio ambiente circundante los recursos necesarios para la producción de bienes de consumo, la reconstrucción del paisaje y de las condiciones paleoambientales nos permitirá, en primera instancia, valorar la oferta de materias naturales para cada período estudiado. Para ello, y debido al carácter antrópico de los yacimientos arqueológicos, algunos paleobotánicos prefieren sondear Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 22

sedimentos próximos al yacimiento, pero sin indicios de actividad humana, con el objeto de eliminar posibles distorsiones de carácter cultural. Reconstruyendo el paisaje: la potencialidad del medio. Debemos tener presente que la potencialidad del medio ambiente como fuente de recursos está condicionada por la organización social y el desarrollo tecnológico de los grupos humanos. Por ejemplo, determinar que en el medio existen plantas que actualmente se aprovechan no implica que también se hayan utilizado en el pasado. El tipo de relación que han establecido los grupos humanos con los recursos vegetales ha variado a lo largo de la historia, pasando de la apropiación directa al control sobre la reproducción (agricultura y silvicultura), hecho que ha permitido el incremento de la capacidad de sustentación del grupo. Todos los datos obtenidos a partir de los análisis de los restos vegetales se pueden utilizar para reconstruir el paisaje y las condiciones paleoclimáticas. Cada uno de los análisis tiene sus ventajas e inconvenientes. La palinología permite, mediante la cuantificación de los tipos de polen identificados, establecer las fluctuaciones de la vegetación en el pasado. Aunque presenta ciertos problemas, como la posibilidad de que los pólenes hayan recorrido largas distancias (con lo que pueden aparecer especies pertenecientes a medios muy alejados), el número variable de polen producido por cada especie, la dificultad de establecer una identificación precisa a nivel de especie, etc., continúa siendo el instrumento más fiable para estudiar los cambios de la vegetación en el pasado. Los análisis de fitolitos reflejan mejor las condiciones locales ya que se liberan donde muere la planta, pero presentan la desventaja de que no se puede llegar a una identificación del género o especie en la mayoría de los casos. Los carbones nos permiten reconocer los componentes arbóreos y arbustivos del paisaje. No obstante, dado su origen antrópico, tan sólo están representadas aquellas especies utilizadas por los grupos humanos, hecho que puede conllevar imágenes incompletas o sesgadas del entorno. Otro problema que presenta la antracología es el de la cuantificación de los restos. El número de fragmentos de carbón o el volumen de los restos estará condicionado más por el volumen de leña quemada que por el volumen presente en el entorno, por lo que es difícil evaluar la importancia en el paisaje de las especies identificadas. No obstante, el análisis de los carbones permite establecer los patrones de utilización de las maderas durante la ocupación de los asentamientos y vincular los Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 23

cambios que se producen en estos patrones a posibles cambios en el paisaje, ocasionados bien por la misma presión de la población sobre el medio o bien por causas externas al grupo (cambios climáticos). En general, la interpretación de los datos desde una perspectiva paleoambiental se realiza a partir de la agrupación de las plantas identificadas según sus requerimientos ecológicos actuales (humedad, temperatura, grado de insolación, etc). No obstante, para inferir las condiciones medioambientales del pasado no podemos utilizar de manera mecánica los criterios empleados actualmente para caracterizar a la comunidadesvegetales. Hay que tener en cuenta que en general no pueden hacerse estimaciones de la importancia de las especies a nivel cuantitativo, aspecto básico en la definición de las comunidades de plantas actuales. Otra limitación deriva de la dificultad de una identificación específica de los restos, ya que pueden corresponder a un mismo género especies con requerimientos ecológicos diferentes. Establecer las causas de las fluctuaciones en la cobertura vegetal del paisaje es otro de los retos de las técnicas arqueobotánicas aplicadas a la reconstrucción paleoambiental. La presencia de ciertas especies pioneras pueden apuntar a un cambio del bosque hacia formaciones más abiertas, pero no a las causas de la epansión o regresión de ciertas especies. la correlación de los datos con curvas de paleotemperaturas obtenidas en los sedimentos oceánicos o bien la documentación de la intensificación de técnicas de cultivo y pastoreo, por ejemplo, pueden ayudar a dilucidar estas casuas. Los cambios en el paisaje se pudieron producir como consecuencia de cambios en las condiciones ambientales, pero la presión antrópica sobre el entorno (tala para la adecuación de tierras, intensificación de cultivos y pastoreo, aprovechamiento de todo tipo de recurso, etc.) puede haber jugado un papel decisivo en ciertos momentos de la historia de la vegetación. Economía forestal. Aprovechamiento de la madera como combustible y materia prima. Los carbones vegetales, uno de los restos que se conservan con mayor asiduidad, son a menudo el único testigo directo de la utilización de recursos vegetales durante la prehistoria. Su estudio se ha centrado tradicionalmente en los aspectos paleoclimáticos y paleobotánicos (Ros, 1988). Sin embargo, pensamos que, sobre todo, deben contemplarse como una expresión material más de las actividades humanas, ya que indican la naturaleza de los combustibles. Son el resultado de los procesos de combustión (localizados en las áreas de combustión) necesarios para la realización de diversos trabajos que se llevaron a cabo dentro del asentamiento (cocción de los Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 24

alimentos, preparación de materias primas para su uso, técnicas de conservación de alimentos, etc.) . Dada la importancia de la leña como fuente de energía se puede asumir que la búsqueda del combustible vegetal se convierte en un trabajo imprescindible para la subsistencia del grupo. La necesidad de la leña es cotidiana y el volumen requerido está relacionado con el trabajo a realizar. La disponibilidad y accesibilidad de la leña probablemente será determinante para su recolección, aunque el aprovechamiento de los recursos forestales puede estar regido también por criterios relacionados con las propiedades físicas y químicas de la madera. Es decir, el material utilizado es tanto un reflejo del medio como de las estrategias de aprovisionamiento de combustible implementadas por el grupo. Las estrategias de recolección de combustible y el grado de transformación del entorno vendrán determinadas por diferentes variables, como por ejemplo el tipo de asentamiento, la duración de la ocupación y el tamaño del grupo. Los requerimientos energéticos serán muy diferentes dependiendo de si el grupo es reducido o amplio, de si se trata de una ocupación de pocos días o de un asentamiento sedentario, etc. Parece ser que las estrategias de recolección de leña no están condicionadas por la ley del mínimo esfuerzo, según la cual se tenderá a invertir el menor trabajo posible en la obtención de este recurso. En el caso de que la ley del mínimo esfuerzo condicionase la recolección, esta no sería selectiva y se realizaría en proporción directa a la presencia en el entorno de las especies. Nos parece más probable que la recolección de este combustible venga condicionada por las necesidades y preferencias del grupo, tal y como reflejan ciertos estudios etnográficos. Para Shackleton y Prins (1992) el grado de selección del combustible doméstico depende de la cantidad de madera presente en el entorno. Si la madera abunda se recogen las especies preferidas, a diferencia de lo que ocurre en caso contrario, cuando se aprovecha cualquier especie disponible. Así mismo, en el caso de asentamientos estables la explotación continuada del entorno para la obtención de combustible, la conversión de terrenos para su uso agrícola, la adecuación de bosques para conseguir pastos, etc. pueden producir alteraciones en la cobertura vegetal que impliquen cambios en el patrón de aprovisionamiento de combustible. La identificación de carbones para establecer qué maderas se utilizaron constituye el paso previo para este tipo de investigación. Para identificar los taxones (unidad de clasificación en Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 25

biología) se observa la estructura anatómica de la madera carbonizada con la ayuda del microscopio de luz reflejada. Cuando la madera se carboniza únicamente se produce un encogimiento de las fibras con la consiguiente reducción de tamaño, pero no se originan alteraciones importantes en su estructura anatómica, por lo que la mayoría de caracteres que permiten la identificación continúan siendo observables. El estudio de la anatomía de las maderas carbonizadas permite atribuir los restos a nivel de género, aunque no siempre es posible llegar a una identificación más específica debido a la similitud anatómica existente entre especies del mismo género. En algunos casos ni siquiera podemos diferenciar géneros del mismo grupo o familia, como por ejemplo sucede con ciertas rosáceas o leguminosas. Otro problema radica en la imposibilidad de poder determinar si una especie ha sido cultivada o no. Si bien a nivel cualitativo el análisis nos proporciona la lista de especies utilizadas, es más difícil establecer el significado de los restos a nivel cuantitativo. No sólo no podemos atribuir los fragmentos a individuos (un fragmento no equivale a un árbol), sino que debido a los procesos de combustión tampoco podemos hacer una estimación del volumen inicial de leña quemada para cada especie. Podemos asumir, no obstante, que las especies más utilizadas son las que generan un mayor número de residuos, aunque debemos tener en cuenta factores distorsionadores. Por ejemplo, en el caso de las áreas de combustión, los restos pueden pertenecer al último fuego prendido y, por lo tanto, más que reflejar un patrón en el uso de los combustibles ser consecuencia de un acto puntual. Se han desarrollado diferentes métodos para obtener datos a nivel cuantitativo y estimar así la importancia de las especies utilizadas. Uno de los sistemas más habituales consiste en contabilizar el número de fragmentos para cada taxón identificado en un mismo nivel estratigráfico y establecer la relación proporcional existente. En el mismo sentido se puede proceder con el peso de los restos. El significado de esta relación proporcional entre especies no es claro. Si consideráramos que la recolección viene regida por la ley del mínimo esfuerzo, la relación proporcional entre taxones se interpretaría como un reflejo de la importancia de su presencia en el paisaje, del mismo modo que las variaciones observadas a lo largo de una secuencia se interpretan como un reflejo de los cambios de la cobertura vegetal. No obstante, si asumimos la existencia de estrategias de aprovisionamiento generadas por los grupos humanos, no hay que desestimar el papel de las Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 26

preferencias del grupo y la posibilidad de que los cambios observados puedan obedecer a cambios en el patrón de explotación del entorno. Contrastar los datos obtenidos con la de los taxones en las diferentes muestras analizadas puede ayudar a establecer mejor el patrón de aprovisionamiento del combustible. En este caso se daría más importancia al hecho de que el taxón esté representado en el mayor número de muestras. La redundancia en la utilización equivaldría a una mayor importancia del recurso utilizado, mientras que una presencia muy grande en una sola muestra obedecería más bien a un hecho puntual. A parte del patrón de aprovisionamiento del combustible los restos de carbón pueden ayudarnos a averiguar la gestión de este tipo de recurso en el interior del asentamiento. Las áreas de combustión pueden proporcionarnos datos sobre el uso diferencial del combustible, aunque es difícil establecer se causa si no se dispone de otras evidencias arqueológicas asociadas. Las propiedades físico-químicas de las distintas especies de madera hacen que unas sean más adecuadas que otras para ciertos usos. Por ejemplo las que generan más humo serán más aptas para el ahumado de alimentos, mientras que para la obtención de luz serán mas apropiadas las que producen llamas. Ello no significa que se pueda interpretar mecánicamente la función para la qual ha sido destinada la madera tan sólo a partir de su identificación, deben considerarse sobre todo las evidencias arqueológicas a que está asociada. La madera se utilizó también como materia prima para manufacturar diversos instrumentos de trabajo. A través de su estudio podemos conocer también las especies utilizadas, valorar el aprovechamiento de las cualidades físicas de las mismas (flexibilidad, densidad, dureza, etc.) y valorar la tecnología utilizada para trabajarla. No obstante, es raro encontrar este tipo de objetos ya que en condiciones normales no se conservan si no es por la carbonización, que es en si mismo es un proceso destructivo del que probablemente solo quedarán pequeños fragmentos. El estudio de la economía forestal puede ser abordado de manera más completa en los yacimientos anegados por el agua que se encuentran en las cercanías de los lagos ya que la materia orgánica se conserva sin carbonizar. Por ello es habitual encontrar diferentes objetos de madera: postes y tablas utilizados en la construcción, recipientes de uso doméstico (vasos, tazas, platos..), instrumentos de trabajo agrícola (mangos de hoces, de hachas, etc.) y todo tipo de objetos. Debido a su buena conservación es posible estudiar la tecnología empleada para su manufactura. También los instrumentos utilizados para su elaboración pueden ser identificados a partir de las huellas Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 27

distintivas que dejan sobre los objetos. Mediante experimentaciones actuales se pueden reproducir estas marcas para inferir los procesos de trabajo y los intrumentos utilizados. Además a partir del estudio de los anillos anuales de crecimiento de los árboles se pueden datar los fragmentos de madera (dendrocronología) y obtener información sobre las condiciones climáticas durante el crecimiento del árbol (dendroclimatología). A través de estas técnicas se puede también establecer la gestión del bosque y las fases de cosntrucción de los poblados, un ejemplo de ello lo tenemos en los yacimientos palafíticos del centro de Europa. Obtención y procesamiento de otros productos vegetales. Además de la leña, los grupos humanos del pasado necesitaron muchos otros recursos vegetales para poder subsistir. Probablemente recolectaron o cultivaron frutos, cereales, tubérculos, raíces, fibras vegetales -con las que elaborar tejidos y cuerdas-, tintes naturales -fundamentales para la ornamentación y el vestido-, tallos y ramas de algunas plantas -para la manufactura de canastos y cestos. Sin duda, la lista de recursos y la manera de obtenerlos es larga y variada La identificación de los micro y macrorestos vegetales de los contextos arqueológicos nos proporciona información sobre estas actividades y sobre el procesado y consumo de los alimentos. Ya que estos restos son un producto directo de las actividades relacionadas con la subsistencia del grupo, permiten identificar los procesos de trabajo implicados en su obtención y preparación. Mientras algunos tipos de cultivo no transforman la morfología y biometría de las plantas cultivadas respecto a las silvestres, otros sí presentan modificaciones y puede ser perfectamente identificados a partir de los restos. La identificación de plantas cultivadas permite constatar la introducción de cultivos y seguir su evolución. También ciertas técnicas agrícolas pueden documentarse a partir del registro arqueobotánico, como por ejemplo la altura de la siega según la talla máxima de algunas especies de malas hierbas que acostumbran a acompañar a los cultivos y que también se documentan en los registros arqueológicos. No obstante, debemos apuntar que, en general, la reconstrucción del sistema de cultivo es especialmente difícil, ya que la utilización de técnicas agrícolas diferentes no necesariamente genera diferencias visibles en los restos. Diversos estudios etnográficos han permitido constatar que los diferentes estadios del procesado de los vegetales pueden ser deducidos a partir de los residuos que generan (Hastorf, 1988). Por ejemplo la presencia de paja, espiguillas o malas hierbas juntamente con el grano puede indicar que éstos solo se han procesado parcialmente mientras que Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 28

las muestras de grano limpio indicarían cultivos ya preparados para su alamacenamiento o consumo. Mediante la constatación de las diferentes fases de procesamiento podemos establecer también distintas áreas de actividad en el asentamiento. El análisis de los fitolitos permite identificar a veces la parte de la planta de que proceden (raiz, tallo o flores) con lo que también puede informar sobre la técnica de siega o la trilla. De todos modos, no siempre es posible establecer las áreas de actividad y los procesos de trabajo desarrollados, debido una vez más a la deficiente conservación de los restos vegetales, aunque también es posible que muchos de estos procesos se realizasen en el exterior del asentamiento. Aunque la reconstrucción de la dieta ha sido uno de los aspectos en que más se han centrado los estudios arqueobotánicos, esta no es la única información que nos pueden aportar sobre la relación existente entre los grupos humanos y las plantas. Por ejemplo, podemos conocer mejor la estacionalidad de las ocupaciones pues tanto los frutos como los cereales se recogen en unos periodos del año determinados, aunque tambièn debemos tener en cuenta la posibilidad de almacenamiento de algunos de estos productos.

CONCLUSIONES

El estudio de los restos vegetales recuperados en los yacimientos arqueológicos, además de aportar datos para el conocimiento de las condiciones medioambientales durante la ocupación de los asentamientos, nos puede ofrecer una amplia gama de información sobre los procesos de trabajo implicados en las actividades de subsistencia de los grupos humanos en el pasado. El aprovisionamiento de combustible, la recolección de plantas silvestres, técnicas agrícolas y tipos de cultivos, el procesado de las plantas para su consumo, etc... son algunas de las actividades inferidas a partir de los restos de plantas y de su interrelación con otras categorías arqueológicas. Para una mayor comprensión del significado de los restos vegetales es imprescindible tener en cuenta la naturaleza de los restos recuperados en contextos arqueológicos. En primer lugar es necesario intentar discriminar entre aportes antrópicos y no antrópicos, así como establecer las causas que han favorecido la preservación de los restos. Excepto en el caso de pólenes y fitolitos, la carbonización accidental o intencional es el factor principal en la preservación de los restos de plantas en contextos arqueológicos, a ello hay que añadir el hecho de que lo que nos llega son los residuos o desechos no aprovechables de las diferentes actividades realizadas en el interior de los Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 29

asentamientos. Ello implica que muchas de las actividades desarrolladas en relación con las plantas no quedarán evidenciadas en el registro arqueológico. Otro de los problemas más significativos que plantean los restos arqueobotánicos es la cuantificación de los restos y su significado en cuanto al volumen e importancia de los diferentes recursos utilizados. A pesar de las limitaciones de las técnicas por separado creemos que la contrastación de los diferentes datos obtenidos permite un acercamiento a las relaciones establecidas entre los grupos humanos y las plantas.

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LOS RESTOS CERAMICOS Los restos cerámicos hallados en una excavación constituyen también uno de los artefactos más importantes a nivel cuantitativo. Su estudio ha configurado uno de los núcleos fundamentales de investigación desde el inicio de la disciplina arqueológica. Las propias cualidades de este material, que le confieren una amplia capacidad de perduración, y el hecho de haberse convertido en un instrumento de trabajo de extenso uso desde su aparición favorece el que encontremos este material en yacimientos desde el 7000-6400 a.C. Por este motivo, la cerámica se ha considerado en muchas ocasiones como la fuente de información histórica más valiosa. La cerámica y su evolución estilística han servido, por ejemplo, para proponer episodios cronológicos, movimientos poblacionales, intercambios comerciales y rituales religiosos. El aspecto que queremos enfatizar en este libro y, de hecho, la razón fundamental de la existencia de la cerámica en comunidades prehistóricas es su carácter de instrumento de uso cotidiano. Sirvió para transformar, almacenar, cocer, distribuir y transportar alimentos. De hecho, son pocos los grupos humanos que, conociendo estas propiedades de la cerámica, no la hayan utilizado, por lo menos hasta su substitución por el plástico o el acero inoxidable en época reciente.

LA ARCILLA Y SUS COMPONENTES

En términos artesanales, la cualidad del barro o arcilla como elemento constructivo se debe a dos particularidades físicas únicas: su maleabilidad, es decir, su capacidad de ser transformado con la adición de agua, y su posibilidad de conservar la forma adquirida, que se consigue en el proceso de endurecimiento. Si éste se realiza mediante el secado o una cocción inferior a 600ºC, el barro puede volverse a transformar al añadirle agua de nuevo. Por el contrario, si la cocción es superior a 600ºC el proceso resulta irreversible y el barro se convierte en cerámica. Adquiere así la resistencia adecuada para actividades como el almacenamiento de líquidos, el cocinado de alimentos o el transporte de productos. En términos de su composición física, la arcilla es una roca sedimentaria compuesta por dos tipos de minerales: los arcillosos o plásticos, que le proporcionan las características especiales de plasticidad, y los no arcillosos, que son producto de la propia composición geológica de la zona y que acompañan a la arcilla por efectos de la erosión de la corteza terrestre (Millot 1979). Se trata de Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 31

lo que en términos arqueológicos se denomina desgrasante. Su determinación sirve para caracterizar el tipo de arcilla prehistórica y para delimitar el área de extracción de este material. Según sea el desgrasante, la pasta de arcilla utilizada para la fabricación de cerámica tiene características diferentes. Por ejemplo, la presencia de cuarzo disminuye la plasticidad; la mica facilita la absorción de agua y regula la contracción durante el secado; el feldespato aumenta la temperatura de cocción, mientras que los óxidos de hierro confieren una coloración rojiza a la pieza. En ocasiones, para mejorar la pasta cerámica pueden añadirse como desgrasante elementos minerales o no minerales. Este sería el caso, por ejemplo, de restos vegetales, que facilitan la porosidad al tiempo que controlan la maleabilidad del barro. En términos generales, las arcillas utilizadas para realizar cerámica siempre se modifican, ya sea para mejorar su plasticidad o para disminuirla. La caracterización de la calidad de la pasta cerámica prehistórica permite observar dichas alteraciones y valorar el trabajo invertido.

LA TRANSFORMACION DE LA ARCILLA EN CERAMICA

Ya hemos mencionado que la arcilla puede trabajarse añadiéndole agua. Tras la modelación de la pieza deseada se inicia el secado de la misma para su posterior cocción. El secado de una vasija se consigue mediante la evaporación por capilaridad del agua presente en la arcilla, lo que provoca la aproximación de las capas arcillosas. Este movimento, denominado contracción, reduce el volumen de la pieza entre un 10 y un 25%. Las condiciones ambientales, así como la presencia de los aditivos vegetales y minerales, que al ser más angulosos e irregulares que los plásticos mejoran la capilaridad del cuerpo cerámico, son factores importantes para conseguir un secado regular y evitar la fractura de las piezas durante esta fase. La exposición de las vasijas de arcilla a temperaturas superiores a ±600ºC modifica sus condiciones físicas y químicas. A partir de este momento la arcilla se transforma en cerámica. El aspecto final de las piezas horneadas varía según las temperaturas alcanzadas, el tiempo y la atmósfera de cocción y, finalmente, la reacción calórica de cada uno de los componentes minerales. A partir de los 1000-1200ºC las estructuras cristalinas de los minerales arcillosos se pierden irremediablemente. Se produce entonces la formación de productos de nueva estructura y la progresiva vitrificación de los mismos. Con la acción del calor, determinados componentes minerales se van transformando. Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 32

Aplicando métodos físico-químicos es posible determinar en qué nivel de transformación se halla el mineral y, por lo tanto, averiguar qué temperatura de cocción se ha aplicado. Por ejemplo, una muestra con contenidos de carbonatos cálcicos no alterados nos indicará que ha estado cocida a temperaturas no superiores a los 800-850ºC. Cuando se detecten neo-minerales como la cristobalita sabremos que la cocción habrá alcanzado como mínimo los 1400ºC. La atmósfera de cocción se identifica a partir de la coloración de las piezas. Por atmósfera de cocción se entiende las condiciones en que se combinan el carbono y el oxígeno del aire durante la cocción de las piezas de barro. Cuando existe una abundante presencia de oxígeno durante toda la cochura y se produce la oxidación del hierro presente en la matriz arcillosa, tenemos lo que se denomina atmósfera oxidante. El resultado es una característica tonalidad roja anaranjada de la pieza. En cambio, cuando por falta de oxígeno en el horno se necesita absorber el oxígeno presente en la arcilla para poder realizar la combustión tenemos una atmósfera reductora. Este oxígeno procede del óxido de hierro existente en las arcillas, que al convertirse en óxido ferroso se oscurece hasta alcanzar tonalidades negras. Ambos procesos, y este es un dato importante a recordar, sólo se producen al alcanzarse temperaturas superiores a los 900ºC. Este comportamiento cromático del hierro era bien conocido en la antiguedad y se utilizó, por ejemplo, para obtener la característica cerámica de figuras negras y figuras rojas de la Grecia clásica. Mediante la apertura/cierre y la alimentación con leña húmeda del horno se conseguía en una sola cocción la sucesión de las atmósferas oxidantes y reductoras, hecho que proporcionaba los característicos colores negros y rojos al engobe de las vasijas griegas. También se pueden conseguir coloraciones oscuras a temperaturas inferiores a 900ºC aun sin controlar la calidad de la atmósfera. Son producto de lo que se denomina "carbonatación" u oxidación incompleta, debido a la permanencia en las vasijas cerámicas del humo desprendido por la combustión. La presencia, por ejemplo, de vapor de agua procedente de la leña húmeda puede ser uno de los elementos que favorezcan este proceso. El vapor de agua a temperaturas superiores a 500ºC se disocia en oxígeno e hidrógeno, los cuales reaccionan con el carbono de la atmósfera potenciando un ambiente falto de oxígeno y lleno de humo ("reductor") para la combustión. Si no existe una ventilación apropiada, el carbono se "deposita" en las porosidades de la cerámica y le confiere coloraciones negras o grises. En otros casos, la imposibilidad de un consumo completo de la materia orgánica (desgrasante vegetal) presente en el cuerpo cerámico crea los mismos Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 33

cromatismos oscuros. Los tradicionales núcleos negros de ciertas pastas cerámicas son ejemplo de ello.

LA MANUFACTURA CERAMICA

Hasta aquí hemos explicado los procesos físicos mediante los que la arcilla se transforma en cerámica. Ahora situaremos esta transformación en el ámbito del trabajo artesanal. Las características de una vasija, es decir, su forma, sus dimensiones y su decoración son el producto final de una detallada secuencia de elaboración artesanal, donde se combinan materias primas, el uso de unas técnicas determinadas de manufactura y cocción y los objetivos perseguidos por el grupo. El proceso de manufactura se inicia con la selección y preparación de las materias primas específicas: barro, desgrasante, agua y combustible. El primer paso consiste, evidentemente, en la extracción de arcilla de los depósitos naturales. Los alfareros suelen tener un buen conocimiento de la situación y características de las áreas de extracción próximas a su zona de residencia, pudiendo valorar cuál de ellas elegir en función del tiempo que se ha de invertir en su búsqueda y del tipo de vasija que se desea realizar. Más adelante detallaremos qué análisis físicos y químicos se han desarrollado para dilucidar el lugar de extracción de las materias primas para vasijas prehistóricas. Seguidamente se realiza la preparación de la arcilla mediante la limpieza de impurezas partículas grandes de rocas o restos de plantas- y la posterior inclusión del desgrasante. El acondicionamiento de las arcillas naturales puede identificarse fácilmente en arqueología mediante el uso del binocular, que nos permite realizar una descripción detallada de las pastas cerámicas. El color de las pastas, así como la identificación y la distribución de las inclusiones no-plásticas basta para comprender cómo se trabajaron las arcillas naturales en el pasado. Las posibilidades de dar forma cerámica a la arcilla son muy diversas, aunque a grandes rasgos diferenciamos entre las hechas a mano y las hechas a torno. Dentro de las primeras quedan incluidas un variado número: el moldeado, el urdido (tiras de barro, o adujas, colocadas concéntricamente para dar formar a una vasija), la técnica de la paleta y el yunque, etc. Ello no significa que para cada pieza se utilice un sólo procedimiento de manufactura, pues comúnmente se combinan diversas de las técnicas mencionadas según la parte del cuerpo que se realize. Por ejemplo, para las paredes inferiores (especialmente si son esféricas) suelen utilizarse moldes, Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 34

mientras que el cuerpo superior se moldea a base de adujas. La misma combinatoria existe durante la ejecutación de las acabados (pulidos, bruñidos, raspados, incisiones, excisiones, gravados, impresiones y estampados) y las decoraciones (pinturas, decoraciones plásticas, engobes, barnizados, esmaltados y vidriados). La determinación de estas técnicas de manufactura se realiza a través de los trazos dejados por las mismas sobre el barro, como veremos más adelante. El último paso dentro de la cadena de confección de cerámicas lo configura el secado y la cochura de las vasijas. El horneado varía dependiendo del conocimiento tecnológico. En general pueden utilizarse fuegos abiertos o hornos especialmente construidos para ello. En el primer caso se construyen piras donde se apilan alternativamente cerámicas y ramas, con lo que las piezas cerámicas están en contacto con la fuente de combustión. Como resultado tenemos cocciones imperfectas, comúnmente ennegrecidas y que nunca superan los 800ºC de temperatura. La utilización de hornos permite un control más perfecto de las condiciones de cochura. Existen dos tipos de estructuras de cocción cerámica: los hornos simples donde el contacto entre el ramaje y las piezas aún es directo y los hornos de doble cámara donde las vasijas se hallan en una zona separada de la fuente de combustión.

TECNICAS PARA EL ESTUDIO DE LAS PASTAS CERAMICAS

Gracias a la aplicación de técnicas diversas podemos hoy en día caracterizar de modo detallado las pastas cerámicas y conocer así los elementos que constituyen la arcilla, las temperaturas a que ha estado sometida y las posibles zonas de extracción. También podemos descubrir los procesos implicados en la manufactura de las piezas e incluso su funcionalidad. Fundamentalmente, se aplican técnicas físico-químicas (arqueometria) procedentes de otras ramas del saber científico. Las técnicas utilizadas se dividen en dos grandes grupos: las de carácter óptico y las de carácter químico. Las primeras determinan la estructura cristalina de los minerales arcillosos y de los desgrasantes, mientras que los análisis químicos proporcionan la composición de los minerales y de los elementos traza (aquellos elementos que existen en ínfima proporción y son únicos e irrepetibles en cada una de las arcillas). Se trata de dos vías distintas pero complemetarias. De hecho, una investigación arqueológica en profundidad agradece la combinación de ambas. Las técnicas ópticas permiten individualizar y, por lo tanto, reconocer los componentes mineralógicos de la arcilla. El detalle de la información proporcionada depende de los instrumentos Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 35

utilizados. El microscopio estereoscópico o binocular permite aproximarnos a las características mineralógicas de las pastas de la superficie cerámica e, indirectamente, al grado de consistencia y a la particularidad estructural del cuerpo cerámico: el grado de pulido de la pieza (si no existe revestimiento); el número, dimensión y forma de las inclusiones no plásticas; la calidad y nivel de depuración de la pasta; el grado de consistencia o porosidad de la superficie y las características del revestimiento externo de las paredes (engobes, barnices, vidriados, etc.) cuando está presente. Para profundizar en el conocimiento de la estructura interna de la pasta cerámica es necesario realizar análisis petrográficos de láminas finas. El proceso comprende la extracción de una lámina de 0,03 mm. de grosor del fragmento cerámico seleccionado, que se observa a través del microscopio con un dispositivo que polariza la luz y permite identificar los minerales según sus propiedades ópticas. Esta analítica facilita el conocimiento de las características y disposición de los desgrasantes de las pastas cerámicas, pero no estima su cuantificación objetiva, por lo que no es posible conocer la proporción de los minerales presentes. Aún así, es uno de los procedimientos más utilizados y, proporcionalmente a la sencillez de su preparación, ofrece buenos resultados. Su aplicación es importante para investigar la tecnología de las cerámicas prehistóricas ya que permite determinar cómo se mezcló la pasta cerámica a partir de los tipos y la distribución de las inclusiones, así como las temperaturas de cocción si se examinan detalladamente ciertos elementos clave como el quarzo, el feldespato, etc. La difracción de rayos X (o XRD) se utiliza para la determinación de minerales cristalizados o de minerales neo-formados por efecto de las altas temperaturas de cocción. Este procedimiento analítico permite también evaluar la temperatura máxima alcanzada durante la cochura, siempre que haya sido superior a los 800ºC, aunque no se puede determinar ni cuánto duró el tiempo de combustión ni cuánto el del máximo calórico. Esta técnica consiste en bombardear una muestra, previamente reducida a polvo, con rayos X monocromáticos. Estos rayos son difractados de forma diferente por cada sustancia según su composición cristalina, lo que permite identificar los distintos componentes minerales de la matriz cerámica (Bishop eet alii, 1982). La necesidad de responder con precisión a las cuestiones planteadas desde la arqueología sobre la procedencia de las muestras cerámicas propició el desarrollo de las modernas analíticas químicas. De esta manera ha sido posible apuntar no sólo áreas de influencias e intercambio comercial, sino también determinar grados de especialización, diferenciar manufacturas distintas Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 36

para piezas estilísticamente idénticas y establecer subdivisiones tipológicas según las características químicas de los compuestos cerámicos. A diferencia de los estudios ópticos antes mencionados, los análisis químicos permiten no sólo detectar los elementos mayoritarios de las pastas cerámicas, sino también los minoritarios y los elementos traza, razón por la cual su precisión es mucho mayor. Metodológicamente todos los análisis químicos participan de la medición y la calibración de las reacciones químicas que producen los elementos de la muestra cerámica cuando son activados calóricamente o por bombardeo de rayos X. De entre los análisis más comunes cabe destacar la espectometría, que identifica cualitativa y cuantitativamente un elemento mediante la medición del carácter y la intensidad de las ondas electromagnéticas que el mismo emite o absorve en condiciones experimentales. La espectrometría de emisión calórica u óptica mide la onda emitida por los electrones de los átomos de metales que componen los minerales excitados mediante la emisión de energía térmica. Esta técnica sólo puede utilizarse para minerales de excitación inferior a 2000ºC. Para metales que se activan a temperaturas superiores es más aconsejable la espectometría de absorción atómica (o AAS), aunque tiene la desventaja de medir solo un elemento por cada emisión atómica, encareciendo y dificultando el análisis para muestras con altos grados de diversidad minerológica. La realización de los anteriores metódos de espectometría implican la destrucción de la muestra. Este no es el caso de la espectometría de rayos X (o XRF) si la muestra a analizar es de dimensiones reducidas. Este procedimiento posee un ámbito de medición calórica que profundiza unos 20-200 µm la pared de la cerámica. Esto significa que es un examen especialmente útil para determinar la composición de las aplicaciones en las superfícies cerámicas, como pinturas, engobes, esmaltes o vidriados. Otro grupo importante de analíticas son las de medición por activación de los núcleos del átomo (NAA). Estos análisis determinan la naturaleza de los minerales cerámicos mediante la radioactivación de sus isótopos por bombardeo atómico. Permiten medir gran parte de los elementos de la tabla periódica de modo que la determinación de los materiales y su concentración es más exacta. Su gran auge viene dado por el alto grado de fidelidad en la determinación de los elementos traza. Es por ello que, si se pueden costear económicamente, son de gran utilidad para la ubicación de procedencias cerámicas (Bishop et alii, 1982). Para concluir, queremos destacar que la aplicación de los métodos químicos es más Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 37

adecuada para las cerámicas realizadas a torno, donde los índices de presencia de desgrasante son tan bajos que no distorsionan la anlítica empleada. Debemos recordar también que, ya que uno de los intereses principales consiste en determinar áreas de extracción de las materias primas, el mismo tipo de análisis que se realize para las muestras arqueológicas debe efectuarse para las muestras geológicas. Así, tendremos muestras de referencia geológicas con las que comparar los datos arqueológicos y, de este modo, podremos asumir o desechar hipotéticos puntos de extracción de materias primas. La temperatura de cocción de las piezas cerámicas se puede determinar fácilmente, bien a través de procedimientos ópticos ayudados por la difracción de rayos X, o mediante determinaciones químicas precisas. Para ello resulta suficiente la simple detección de aquellos componentes mineralógicos afectados por ciertas temperaturas. No obstante, ninguna de estas técnicas nos informa sobre las atmósferas de cocción durante la combusión de las vasijas cerámicas. Para ello resulta necesario realizar pruebas de re-cocción y documentar los cambios cromáticos que aparecen durante este proceso. Se trata de recocer las muestras arqueológicas en un horno de atmósfera oxidante a temperaturas de 700-750ºC. Si al proceder a esta segunda combustión las muestras de color oscuro adquieren un tono rojo-anaranjado, propio de la oxidación, podremos asumir que las cerámicas fueron cocidas originariamente a temperaturas no superiores a 900ºC y que su coloración ennegrecida era producto de carbonataciones y no de atmósferas reductoras.

TECNICAS DE ANALISIS DE MANUFACTURAS CERAMICAS

Para poder caracterizar globalmente la artesanía cerámica en la prehistoria necesitamos estudiar el proceso de su manufactura. Actualmente es posible especificar con gran detalle los pasos seguidos para realizar las cerámicas a través del estudio de las señales de trabajo dejadas sobre las piezas y mediante la xerografía y la radiografía de rayos X, técnicas estas últimas todavía en proceso de experimentación. Cada acción efectuada sobre el barro durante la manufactura de la vasija queda "impresa" en el mismo y permanece tras su cocción. Se trata, por ejemplo, de observar elementos como la unión de las distintas tiras de barro utilizadas por la técnica del urdido, las impresiones de las cestas empleadas como soporte de las bases, las líneas de unión de las diferentes partes que componen una ánfora romana, la dirección del torneado y su velocidad, las estrías dejadas por las manos o por Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 38

cualquier otro instrumento para homogenizar las superfícies antes de bruñirlas, decorarlas, etc. La constatación de estos indicios en los fragmentos arqueológicos permite determinar las técnicas seguidas por cada ceramista y la combinación de las mismas, lo que facilita la caracterización la manufactura cerámica durante la prehistoria (Rye, 1981). Recientemente se han desarrollando nuevos métodos para determinar las técnicas de manufactura cerámica. De entre ellos cabe destacar la radiografia de rayos X y la xeroradiografía. Mientras la primera crea una imagen en película a base de contrastes entre áreas claras y oscuras, la xerografía crea una imagen electroestática con mayor calidad y detalles de contrastes. Ambas técnicas sirven para documentar visualmente diferencias en la composición, densidad volumétrica, textura y color de la pasta cerámica, generadas por las partículas de desgrasante, porosidades y fracturas. Una lectura de estos rasgos en términos de manufactura cerámica permite entreveer la cualidad del amasado de la pasta, la uniones de adujas mediante la situación de las porosidades, las dimensiones de las adujas o de los pedazos de barro añadidos, la dirección del torno a través de la ordenación del desgrasante, etc. Así pueden interpretarse los mecanismos de formación de las vasijas cerámicas (Alexander y Johnston 1983).

FUNCIONALIDAD DE LAS VASIJAS CERAMICAS

De entre los variados usos de la cerámica, uno de los más comunes es el de contenedor, principalmente de alimentos. Como tal, puede cumplir cuatro grandes propósitos: el almacenamiento, el procesado, la distribución y el transporte. A diferencia de los contenedores de otro material como, por ejemplo, los cestos, en la cerámica se pueden guardar tanto líquidos como sólidos y cocinarlos cuando sea preciso. Todo ello es posible gracias a las características de la cerámica, que le vienen dadas por su forma y por la propia composición de sus materias primas. Será, pues, a partir del análisis e interpretación de estos aspectos como atribuiremos funcionalidades a las distintas piezas cerámicas. El criterio más utilizado hasta el momento ha sido el de la forma, asumiendo que las formas del pasado tenían los mismos usos que las del presente. De hecho, las clasificaciones y descripciones morfológicas ocupan un tiempo importante de la investigación. La mayoría se basan en los contornos y proporciones de las piezas. Se habla así de perfiles abiertos y cuerpos ovoides anchos, por ejemplo. A estas denominaciones geométricas se le Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 39

añaden referencias funcionales que, como decimos, atañen directamente a dicha forma. Así, por ejemplo, las tinajas son formas cerradas que sirven para contener líquidos; las formas abiertas, al facilitar el manejo del contenido de la vasija desde el exterior, se utilizan como ollas, mientras que las formas con cuello o jarras son las más apropiadas para el vertido de líquidos. Si a las descripciones morfológicas les añadimos procedimientos matemáticos de medición para establecer proporciones, como las relaciones entre diámetros y alturas, las categorías que se establecen, denominadas morfometrías, constituyen una descripción tridimensional de la pieza, con lo que la relación entre forma y función se establece de manera más ajustada. Mediante los índices de proporción obtenidos podemos delimitar entre una fuente y un plato, un vaso y un cuenco o una jarra, un jarrón y una tinaja. De la misma manera, podemos también establecer el volúmen de los cuerpos cerámicos. Dependiendo del volumen de la pieza se ha inferido que algunos recipientes servirían para almacenar los excedentes agrícolas de una comunidad prehistórica, e incluso se ha calculado, en función de la capacidad de los contenedores cerámicos de cada hogar, el número de individuos que coexistirían bajo la misma unidad doméstica. De ahí que hayan podido delimitarse los distintos usos sociales de los hábitats prehistóricos a partir de los usos inferidos de las vasijas cerámicas que contienen. No obstante, se ha sugerido también que la determinación de funciones no se especifica exclusivamente por la forma y la metría de las vasijas cerámicas, sino que existen variables de tipo técnico y de composición estructural de la arcilla que también entran en juego (Rice 1987). Mediante la elección y manipulación de las materias primas y desgrasantes se imprimen en la vasija final unas propiedades físicas determinadas que, en grado variable de interrelación, facilitan el uso de la pieza en una determinada dirección. Estas propiedades, derivadas de la composición, trabajo y cocción de la cerámica, son: el grosor, el comportamiento térmico y la permeabilidad y porosidad de las paredes. El grosor de la pieza, por ejemplo, es importante en el proceso de la cocción, ya que las paredes delgadas permiten una mejor conductividad calórica, facilitando el cocinado y el ahorro de combustible. La manipulación de las propiedades termales de la pieza mediante el desgrasante mejora la resistencia de la misma a la acción del fuego mientras se cocina. El grado de permeabilidad y porosidad de la pieza también está relacionado con su uso. Una cerámica de arcilla muy porosa puede resultar contraproducente, por su permeabilidad, para almacenar líquidos, pero un mínimo grado de porosidad permite la conservación en estado frio de los mismos por efecto de Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 40

la evaporación. Asímismo, los tratamientos de la superfície cerámica (espatulados, bruñidos, revestimientos, vidriados, etc.) o incluso las decoraciones plásticas pueden reducir los efectos de estas propiedades. Si bién es poco común el hallazgo de recipientes cerámicos con productos alimentarios en su interior, últimamente se está desarrollando una línea de investigación para determinar qué contuvieron las vasijas. Se trata de la identificación de residuos orgánicos (fosfatos, polen, sales, resinas, carbohidratos, grasas animales y aceites vegetales) en las porosidades y fondos de los vasos cerámicos. Para ello se utiliza la cromatografía de gas y la espectrometría de masas (Evershed et alii, 1991), que permiten identificar algunos ácidos, lípidos, colesteroles y triglicéridos residuales que se encuentran en las porosidades de las cerámicas. En función del tipo de elementos detectados, de su cantidad y proporción podemos obtener una idea del tipo de sustancia que contuvo el recipiente. Aún así, los resultados de estos análisis deben de tomarse con precaución, pues las cerámicas arqueológicas suelen estar recubiertas por suelo orgánico y verse afectadas por procesos posdeposicionales. Por ello, las sustancias orgánicas de las cerámicas no necesariamente provienen de los materiales que contuvieron. Sólo un muestreo y análisis de los suelos adyacentes permite corregir las lecturas de las muestras.

CONCLUSIONES

Llevar a cabo una investigación arqueológica que analize las cerámicas desde el desarrollo de las técnicas mencionadas aquí, permite extraer conclusiones relativas a las actividades de subsistencia cotidiana de un grupo humano en la prehistoria. Las técnicas que permiten la caracterización física de las pastas evidencian las modificaciones en las arcillas naturales. Esta información junto a una detallada descripción de los conocimientos y procedimientos de manufactura y cocción de las vasijas cerámicas, permite de determinar el grado de especialización artesanal que cada comunidad disponia, y nos permite de determinar el grado de organización social respecto a dichas tareas artesanales. Por su parte, los estudios mencionados relativos a la capacidad de contención y la determinación de los posibles productos contenidos en los recipientos cerámicos, abren campos de interpretación de las funciones de las vasijas cerámicas. El numero de vasijas y los usos que se hicieron de ellas permiten determinar las actividades que se llevavan a cabo en dicha comunidad. Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 41

Necesidades funcionales y producciones cerámicas son pues elementos interrelacionados que agrupados en una investigación arqueológica nos informan sobre parte de aquellas actividades de subsistencia básica de los grupos humanos.

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TECNICAS ARQUEOLOGICAS Y ACTIVIDADES DE SUBSISTENCIA El objetivo principal de la investigación arqueológica es la reconstrucción de las actividades socio-económicas de los grupos prehistóricos. Para ello se han desarrollado diversas técnicas de análisis que permiten, a partir de los restos materiales hallados en las excavaciones arqueológicas, determinar las diversas actividades sociales a partir de la naturaleza y la función en el pasado de los objetos. En este libro presentamos un número importante de técnicas arqueológicas que nos aportan información relativa a las activivades básicas de subsistencia de los grupos humanos. Se ha tratado toda una serie de técnicas que nos permiten averiguar qué animales se explotaron durante la prehistoria, mediante qué mecanismos y con qué finalidad. A través del estudio de los restos vegetales obtenemos información sobre el aprovisionamiento de combustible, la recolección de plantas silvestre, las técnicas agrícolas y el procesado de las plantas para su consumo. Asimismo, conocemos las técnicas que nos posibilitan el estudio de artesanías prehistóricas y la determinación de los usos de las vasijas cerámicas. Así, las explotaciones ganadera y agrícola-forestal y la posesión de vasijas cerámicas se presentan como vértices importantes para la comprensión de los procesos de trabajo implicados en las actividades de subsistencia cotidianas: sus fuentes de alimentación, el aprovechamiento del medio para la obtención de materias primas, y la elaboración de artefactos para el procesado y almacenaje de alimentos. Restos vegetales, faunísticos y cerámicos que no han perecido a lo largo de los años son las evidencias arqueológicas que nos indican sobre dichos procesos de trabajo. Las técnicas arqueológicas aquí descritas resultan pues un excelente ejemplo de como el estudio de los objetos arqueológicos son la base para las interpretaciones históricas. Aún así, una comprensión en profundidad de las tareas de subsistencia en la prehistoria precisan de la interrelación de las técnicas presentadas aquí con las existentes para cada una de las parcelas informativas en arqueología. Ya señalamos que los resultados procedentes de los diversos análisis no deben valorarse aisaladamente, sino en su conjunto. Sin duda, la información sobre aprovechamiento de fauna, vegetales y cerámica viene ampliada al considerar otros aspectos arqueológicos como pueden ser la indústria lítica (por ejemplo, talla y huellas de uso), la Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 43

paleoantropologia o estudio de los restos humanos (por ejemplo, dieta y enfermedades padecidas), la micromorfología o estudio de la estructura interna del suelo (por ejemplo, diferenciación entre zonas de cultivo y de pastoreo), la arquitectura de elementos domésticos (por ejemplo, hogares, silos, banquetas), etc... Las técnicas presentadas en este libro son una muestra importante del potencial informativo de los restos arqueológicos. La existencia de este interés por los nuevos aspectos proporcionados por las técnicas está en consonancia con las últimas tendencias de la investigación arqueológica. Existe un interés desde la disciplina por evidenciar aspectos de la vida del pasado que anteriormente quedaban marginados, como son aquellos relativos a las tareas diarias alrededor de la subsistencia y el mantenimiento de los grupos humanos. En este sentido, la aplicación de las técnicas presentadas en este libro es una via para evidenciar las posibilidades analíticas de la disciplina para dilucidar tales actividades y poder así enriquecer la interpretación histórica.

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SOBRE LAS AUTORAS Laia Colomer i Solsona. (Barcelona, 1967). Licenciada (1990) y doctorada (1995) en Arqueología Prehistórica por la Universitat Autònoma de Barcelona.. Pràctiques socials de manufactura ceràmica. Anàlisi morfomètriques i tecnològiques al sudest de la península Ibèrica, 2200-1500 cal ANE. Actualmente desarrolla investigaciones sobre tecnología cerámica para diversos yacimientos arqueológicos de la península Ibérica desde la Rijksuniversiteit voor Leiden (Paises Bajos). Beca MEC. Autora de diversas publicaciones. Ha participado en varios proyectos de investigación. Sandra Montón i Subías. Barcelona, 1965. Licenciada el 1988 por la Universitat de Barcelona. El 1993 se doctoró en Arqueología Prehistórica por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente realiza su actividad científica en la University of Cambridge (Inglaterra), como becaria Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 47

de investigación en huesos. de animales muertos hace muchos años. Ha estudiado la fauna de diversos yacimientos de la península Ibérica. Ha participado en varios proyectos de investigación. Raquel Piqué i Huerta . Nació en Barcelona, 1964. Es licenciada en Historia por la Universitat Autònoma de Barcelona, donde actualmente lleva a cabo su labor docente. Ha participado en diversos proyectos arqueológicos en Cataluña, Ecuador y Argentina como responsable de los estudios arqueobotánicos. También ha analizado maderas y carbones de numerosos yacimientos tanto prehistóricos como de épocas más recientes. Dicha labor científica se ha plasmado en diversas publicaciones especializadas nacionales y extranjeras.

Author’s Publishing version. Reference: L. Colomer, S. Montón & R. Piqué 1996. Técnicas arqueológicas sobre actividades de subsistencia en la prehistoria. Madrid: ArcoLibros Editorial 48

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