Sobrevolando Guernica

September 1, 2017 | Autor: S. Álvarez Campero | Categoría: Political Economy, Second World War, Hiroshima and Nagasaki, Holocaust Shoah, Hiroshima Mon Amour
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Descripción

Santiago Álvarez Campero


Sobrevolando a Guernica

"Si hubiéramos perdido la guerra, hubiéramos sido procesados por crímenes de guerra", afirma Robert McNamara sin aspavientos ni rubor. Sin duda alguna, el que fuera Secretario de la Defensa de Estados Unidos durante las administraciones de Kennedy y Johnson tiene razón. ¿Qué clase de ley iba a ser capaz de regular, continúa McNamara, lo que por definición es arreglado por la fuerza, la economía y el poder? La referencia es obvia: las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki cuando la guerra estaba terminada.
La Segunda Guerra Mundial se acabó en 1943 y no en 1945. Tras la cruenta batalla de Stalingrado, se cerraron los tres frentes de combate de Hitler: Occidente (Gran Bretaña), Oriente (URSS) y Sur (norte de África). Roosevelt, Churchill y Stalin lo sabían bien. Tan es así, que en 1943 se reunieron en las conferencias de Teherán y Yalta para organizar el mundo de la postguerra, repartirse las zonas de influencia, fundar el que luego sería el Consejo de Seguridad de la ONU, etcétera. El último frente de la guerra, el del Pacífico, se cerró en agosto de 1945 con las bombas atómicas que el gobierno de Estados Unidos decidió lanzar sobre Hiroshima y Nagasaki, además de la oportuna declaración de guerra por parte de los soviéticos poco tiempo después. La destrucción fue total. En un instante, la temperatura aumentó a más de un millón de grados centígrados, lo cual creó una bola de fuego de casi 300 metros de diámetro. Después vino la famosa columna de humo en forma de hongo de aproximadamente 800 metros de altura y al menos 1500 metros de anchura. Media hora después empezó a caer una lluvia negra de material radiactivo. Según Hiroshima Mon Amour (1959), película dirigida por Alain Resnais y emblemática de la nouvelle vague francesa, la bomba atómica de Hiroshima mató a 200 mil personas e hirió a 80 mil en 9 segundos.
¿Cómo juzgar los crímenes de la guerra en la que uno participó con la misma ferocidad? ¿Bajo qué moral de posguerra pueden emitirse juicios sobre el valor intrínseco del ser humano? ¿Qué diferencia hay entre la Shoa europea y el embuste nuclear estadounidense? Probablemente ninguna.
Siguiendo a Adorno y con atención a McNamara, la acción estatal deliberada puede ser simplemente responsabilidad de todos y, por tanto, de nadie. Nadie sabe a dónde va el tren y, sin embargo, se mueve. Quizá pueda hablarse de una articulación política, moral y organizacional que da pie a estas tragedias humanas. El caso europeo es conocido: el orgullo herido alemán, el antisemitismo generalizado y la personalidad autoritaria de Hitler. La versión estadounidense es más interesante, pero igualmente entendible. El furor implacable es producto del poderío militar, la organización económica acelerada torno a la guerra, además de nociones demasiado estrechas, sino es que nulas, sobre la intermediación entre la política y la administración, entre la eficiencia y la justicia. El ataque sobre Hiroshima fue una oportunidad "óptima" para "experimentar" sus nuevos "productos". Antes de hablar de Viet Nam es importante examinar el fordismo, dice McNamara y otra vez tiene razón.
Los hombres que ciegamente se clasifican en colectividades se transforman a sí mismos en algo casi material, desaparecen como seres autónomos [¿les damnées de la terre?]. Ello se corresponde con la dispoción a tratar a los demás como masas amorfas. En La personalidad autoritaria encuadré a quienes se conducen así con el nombre de "carácter manipulador" y lo hice, por cierto, en una época en que no eran conocidos, ni mucho menos, el diario de Höss y los relatos de Eichmann. (…)Walter Benjamin percibía que los hombres que ejecutan, a diferencia de los asesinos de escritorio y de los ideólogos, actúan en contradicción con sus propios intereses inmediatos; son asesinos de sí mismos en el momento en que asesinan a los otros [recuérdese a Fanon equiparando la colonización con el nazismo que azotó a Europa: ¿cuándo se trata de barbarie?] (Adorno, "La educación después de Auschwitz", 1966)

Supposez une tête qui connaîtrait son propre corps, qui jugerait les blessures, mais par connaissance seulement, sans éprouver la douleur, vous concevez le chef de guerre tel qu'il est maintenant. (…) Que dire alors de ces comédiens vieux ou fatigués, qui, de la jeunesse des autres, faisaient arme et menace, et qui se donnaient le honteux plaisir de mépriser et d'insulter l'ennemi, sachant que d'autres paieraient ? (Alain, Mars ou la guerre jugé, 1921).
Funcionarios que se limitan a seguir órdenes, burocracias maquinales cual producción en banda, masas vueltas amorfas sea mediante cámaras de gas o en las cifras de bajas del enemigo y, por supuesto, el carácter manipulador del fascismo y del taylorismo. Nótese que la democracia liberal también arropa esta moral militar; el que el Estado pueda hacer solamente lo que tiene permitido y que las atribuciones legales de las burocracias racionales y científicas estén bien asignadas termina por no tener la mayor importancia. Los estilos son distintos en tanto la cultura y los procesos históricos son diferentes; no obstante, persiste la personalidad autoritaria, el desprecio por la vida ajena en plena complicidad (¿o armonía?) con el malestar de la civilización de Freud. Parafraseando a Proudhon, ahora es la guerra –acaso además del sufragio electoral– la asfixia de la conciencia pública. Otra vez, el avión y sus tripulantes despegaron sin tener mucha claridad sobre por qué y para qué arrasarán con Guernica. Apreciemos la profundidad de Alain:
Et c'est le plus grand désordre, lorsque la pensée fabrique des raisons pour la colère, et la justifie. Quand toutes ces forces, d'esprit et de corps, sont debout et déjà en marche, quelle franchise de soi à soi faudrait-il pour remonter à la première cause, à la futile première cause, et renvoyer honteusement ces brillantes raisons et ces fortes esquisses d'actions, tout enflammées et amoureuses d'elles-mêmes ? Quelle honte si l'on revenait au repos, après tant de promesses et de serments à soi, avant d'avoir versé un peu de ce sang qui bouillonne. Tant de bruit, et pour rien ? Qui ne rougirait, et c'est encore un effet du sang pressé et surabondant, qui ne rougirait de cette violence sans effets ? Mais n'ai-je pas bien décrit à la fois deux choses, la colère dans l'individu et la mobilisation dans la cité ? Colère toujours, et qui emporte, et qui va parce qu'elle va. Ne cherchez point ailleurs. Mars est poitrine et non ventre.
¿Cómo se cuentan la guerra las sociedades de la posguerra? Más vale que no tengan que elegir entre el olvido y la memoria, sugiere Joaquín Sabina. En el recuento de los daños me sales debiendo tantísimo amor, como cantase Gloria Trevi. ¿Qué hacen con sus muertos? ¿Sobrevive alguna "causa" a la cual ofrendarlos? ¿Cómo se vinculó el nazismo previo con el socialismo real y el capitalismo de siempre? Mientras tanto, del otro lado del Atlántico emergía la superpotencia, vencedora indiscutible de las guerras planetarias, por lo demás impúdica sobre el empleo innecesario de las bombas atómicas para rendir literalmente al pueblo japonés. ¿De dónde vino y a dónde fue a parar ese don't fuck with the queen en términos de Madonna? ¿Por qué tanta soberbia? Como diría mi abuela, con el orgullo no se come, aunque sí se cometen masacres. Y como dice Alain:
Je répéterai encore plus d'une fois que les causes profondes des guerres sont dans les passions, et presque toutes nobles. L'honneur national est comme un fusil chargé. Les conflits d'intérêts sont l'occasion des guerres ; ils n'en sont point la cause. Revenez donc toujours aux mœurs, aux jugements, et enfin à vos propres jugements, dont vous devez compte aux morts et aux vivants.
La conclusión de Hannah Arendt sobre los juicios de Eichman es certera, pero descansa en la voluntad individual:
Las condiciones del terror llevan a que la mayoría de la gente cumpla con lo esperado, pero algunas personas no y así se presenta la lección recibida de algunos países a los que se propuso la solución final, que podría ocurrir en la mayoría de los lugares, pero no sucedió en todas partes. Humanamente hablando, no se requiere más y nada más se puede pedir razonablemente para que este planeta siga siendo un lugar apto para la habitabilidad humana.
La lección es evidente y la sostuvo Alain en 1921: Il ne faut pas jamais laisser entendre, ni se permettre de croire que la guerre soit compatible, en un sens quelconque, avec la justice et l'humanité. Queda en nosotros, como en Hiroshima Mon Amour, anhelar una memoria más allá del consuelo, una memoria de sombras y de piedra; luchar todos los días con todas nuestras fuerzas contra el horror de ya no comprender el porqué de recordar.

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