Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros de Castro (Parte I) (setiembre 2015)
Descripción
30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de …
CEI
PRESENTACIÓN
COMITÉ EDITORIAL
CONVOCATORIA
LICENCIA CC
CONTACTO
Publicaciones recientes SOBRE OBJETOS QUE FLOTAN EN EL COSMOS. CRÍTICA AL PERSPECTIVISMO AMERINDIO DE EDUARDO VIVEIROS DE CASTRO (PARTE I) / SERGIO MORALES INGA CÍRCULO DE ESTUDIOS INTERDISCIPLINARIOS ● DOMINGO, 20 DE SEPTIEMBRE DE 2015
RESUMEN El perspectivismo amerindio es una corriente antropoló gica fundada por el etnó logo brasilero Eduardo Batalha Viveiros de Castro durante la dé cada de los 90´s, principalmente dedicada al estudio de los mitos amazó nicos, que ha cobrado gran in팇갇luencia y recibido importantes crı́ ticas en los ú ltimos añ os. Atendiendo a sus fundamentos teó ricos, epistemoló gicos y metodoló gicos este texto edi팇갇ica una crítica interna cuyo objetivo es develar algunas ló gicas presentes en su corpus proposicional y que a su vez nos permita aprehender su construcció n como postura autó noma. La relevancia o justi팇갇icació n de este ejercicio crı́ tico recae no solamente sobre el tratamiento de lo mitoló gico sino tambié n sobre el futuro de la antropologı́ a como disciplina cientı́ 팇갇ica, de la comparació n como ejercicio metodoló gico, de la epistemologı́ a de la ciencia social y de la ciencia en general como discurso occidental y conocimiento exacto. En esta primera parte se pasará revista a sus marcos teó ricos, a sus conceptos má s importantes y a sus distinciones respecto otros esquemas de pensamiento.
Palabras clave: antropologı́ a, perspectivismo, Eduardo Viveiros de Castro, estructuralismo, postestructuralismo.
INTRODUCCIÓN: TRATAMIENTOS METODOLÓGICOS El perspectivismo amerindio es una corriente antropoló gica fundada durante la dé cada de los 90´s por el etnó logo brasileñ o Eduardo Batalha Viveiros de Castro, doctor en antropologı́ a social por el Museo Nacional, con desempeñ o en el E✀ cole des Hautes E✀ tudes en Sciences Sociales y en el Laboratoire d´Ethnologie et Sociologie Comparative de la Universidad de Parı́ s X, principalmente dedicada al estudio de los mitos amazó nicos, que ha cobrado gran in팇갇luencia y recibido importantes crı́ ticas en los ú ltimos añ os. Atendiendo a los fundamentos teó ricos, epistemoló gicos y metodoló gicos del perspectivismo, lo que se tiene entre manos es un texto tripartito que mediante la realizació n de una crítica interna (Ver Morales 2014c y 2014d) tendrá por objetivo develar algunas ló gicas presentes en su corpus proposicional las cuales nos permitirá n aprehender su construcció n como postura autó noma. En este primer texto (parte I) atenderemos a los marcos teó ricos del perspectivismo, a sus principales conceptos como tambié n a las distinciones respecto otros esquemas de pensamiento similares; en el segundo (parte II) se recogerá n las reformulaciones epistemoló gicas y metodoló gicas del perspectivismo para la antropologı́ a; y, en el texto 팇갇inal (parte III) atenderemos a las in팇갇luencias y crı́ ticas que esta postura ha posibilitado y recibido en y desde distintos sectores acadé micos. La justi팇갇icació n y relevancia de este ejercicio crı́ tico recae no solamente sobre el tratamiento de lo mitoló gico sino tambié n sobre el futuro de la antropologı́ a como disciplina cientı́ 팇갇ica, de la comparació n como ejercicio metodoló gico, de la epistemologı́ a de la ciencia social y de la ciencia en general. De forma paralela, esta lectura crı́ tica develará aquellos recursos que nos permitan observar có mo se construye una postura teó rica, tomando en cuenta sus premisas, argumentos, proyecciones, cercanı́ as y distanciamientos respecto ciertos enfoques teó ricos que le sirven de base como tambié n atenderemos sus in팇갇luencias y crı́ ticas en el pensamiento antropoló gico
REDES SOCIALES
contemporá neo[1]. Un punto esencial de mi breve recorrido acadé mico es la actividad crı́ tica. El objetivo que me
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … puse a su nombre es hacer que esta retome su sitial fundamental en el desarrollo cientı́ 팇갇ico (como lo procuró Karl Popper en sus añ os mozos) con el 팇갇in de recuperarla ya que la
posmodernidad no solamente asoló a las disciplinas cientı́ 팇갇icas sino tambié n al ejercicio
crı́ tico, el cual pereció convertido en aquellas predicaciones apocalı́ pticas que decretaban la muerte de la ciencia. La metó dica que propongo se ejerce enlazando la actividad crı́ tica con mi modo de ver la epistemologı́ a (absolutamente má s metodoló gica que 팇갇ilosó 팇갇ica); es má s, lo
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que desde hace tiempo llamo crítica epistemológica o interna es un impulso dirigido hacia dicho objetivo. De tal forma, en este artı́ culo se presentará un ejercicio de aprehensión crítica
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que parte de la postura‑objeto tomando, de ser posible, la mayor cantidad de variables en juego para ası́ evitar promover una imagen sesgada o distorsionada de su constitució n. No obstante, si alguien sospecha que este tipo de observació n crı́ tica es algo novedoso le pedirı́ a repensar tal intuició n. Es má s que probable que la crítica interna que he venido
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realizando, y que iré perfeccionando con el tiempo, sea algo “nuevo” en nuestras ciencias sociales contemporá neas o que lo sea en los té rminos de discusió n que aquı́ propongo, sin
Apuntes de Responsabilidad Social
embargo, es algo bastante comú n en otro tipo de ciencias en las cuales la presentació n clara y
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coherente de los marcos epistemoló gicos y metodoló gicos de una investigació n abra el paso a su posible crı́ tica y/o replicació n. Dado que en nuestro estilo de ciencia social latinoamericana hemos aprendido a silenciar, y en algunos casos a anular completamente, los aspectos
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epistemoló gico y metodoló gico de una investigació n, lo que debemos hacer es recuperarlos,
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dar a conocer su funcionalidad, para luego diseñ ar una crı́ tica que parta de esos criterios. Esto
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generará no solamente que el crı́ tico sea lo su팇갇icientemente cuidadoso en tomar en
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consideració n tales elementos sino que tambié n posibilitará que el investigador, al momento
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de realizar algú n estudio, confı́ e, de una vez por todas, en estos componentes.
Miñano
De lo que se trata 팇갇inalmente es de meterse en la cabeza del mismo acadé mico y seguir su
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lı́ nea de pensamiento (si es que la tiene) con la mayor exactitud y rigurosidad posible, tanto
sanmarquina o falta de rigor? / Raúl
en té rminos de razonamiento silogı́ stico como de exposició n textual y, por qué no, echando
Rosales León
mano de aquellos recursos metodoló gicos que acusamos a otros no tener para que ası́ el
Sobre objetos que vuelan en el cosmos.
ejercicio crı́ tico siquiera valga la pena. De este modo, la crı́ tica ascenderá desde las usuales
Crítica al perspectivismo amerindio de
chantas sumadas a las tı́ picas agresiones (actitud usualmente dispuesta por aquellos
Eduardo Viveiros de Castro* / Sergio
epistemó logos o 팇갇iló sofos, muy de siglo XX, que se creen dueñ os de la verdad) hacia una
Morales Inga
realizació n concreta que en sı́ misma ostente el esfuerzo, la rigurosidad y la cienti팇갇icidad de su elaboració n. Si criticamos en otros la aparició n de imposturas metodoló gicas, dadas bá sicamente por la incongruencia en los fundamentos epistemoló gicos, no pretendamos creer que el ejercicio crı́ tico se abstiene de tales responsabilidades. Aprehender crı́ ticamente no quiere decir escuchar pasivamente ni rivalizar radicalmente. Veremos hasta dó nde es posible evitar trastocar la fuente a travé s de la crı́ tica. Juzguen los lectores si ambos ejercicios son en efecto satisfactorios para lo que aquı́ se propondrá .
Excurso: El perspectivismo antes del perspectivismo Atender al perspectivismo antes del perspectivismo es una empresa necesaria dado que la mayorı́ a de crı́ ticas que uno puede hallar van dirigidas hacia el perspectivismo ya consagrado, aquel espé cimen desvergonzado que extrapola, copia, pega, entrecita, reinterpreta y transgrede todo cuanto esté a su alcance. Por tal razó n, considero esencial conocer qué hacı́ a un autor antes de ser el autor dado que las posturas teó ricas no aparecen de la nada ya que necesitan, al menos, un retazo inspirador, algo que les abra la puerta de la imaginació n teoré tica y les permita estar en el plató por su팇갇iciente tiempo para ver si la empresa rinde utilidades. El perspectivismo no es ajeno a este escenario. En el añ o 1977, Viveiros publicarı́ a junto a Ricardo Benzaquem de Araujo un artı́ culo llamado “Romeu e Julieta e a origem do Estado”, el cual tenı́ a como objetivo “veri팇갇icar qual a funçã o e o signi팇갇icado” (Viveiros y Benzaquem en Velho 1977: 137) del concepto de amor desde la lectura de Romeo y Julieta de William Shakespeare y El príncipe de Maquiavelo. Bá sicamente, los autores persiguieron la elaboració n de una “psicologı́ a do amor” (Ibı́ d. 161) que permitiese problematizar “como incorporar […] o componente afetivo e/ou individual na aná lise das relaçõ es sociais” (Ibı́ d. 133). En ese texto tambié n se pusieron en juego temá ticas que son hoy familiares del fenó meno perspectivista, como las relaciones sociales, la complementariedad, la comprensió n antropoló gica y el aná lisis estructural mediante dualidades (familias Capuleto‑Montecchio), entre otros, como tambié n referencias a la antropologı́ a de Alfred Radcliffe‑Brown, Louis Dumont y Victor Turner. Sin embargo, dirá n los autores, en una muestra de honestidad acadé mica que Viveiros parece haber olvidado, que: A utilizaçã o de textos literarios como material de aná lise antropoló gica debe ser feita com cuidado, ou pelo menos com ressaivas iniciais. O antropó logo corre sempre o risco de transformar tais textos ou em documentos etnográ 팇갇icos, ou em mitos, coisas que, em principio, nã o sã o. (Ibı́ d. 131)
No obstante, por otra parte, como quié n olvida lo apenas dicho, los autores destacan que en sus elaboraciones “E✀ possivel especular” (Ibı́ d. 160), lo cual permite comprender có mo desde muy temprano Viveiros se permite re팇갇lexionar de manera particular, pues algunos de los conceptos que se usaron en ese artı́ culo van desde “posiçõ es conectoras” (Ibı́ d. 147), “estrutura processual" (Ibı́ d. 147), “simetria inversa” (Ibı́ d. 147), “funçõ es dominantes” (Ibı́ d.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … 148), etc., los cuales no estuvieron debidamente fundamentados. En 1979, Anthony Seeger, Roberto DaMatta y Eduardo Viveiros de Castro publicaron un artı́ culo titulado “A construçã o da pessoa nas sociedades indı́ genas brasileiras”, texto fundacional para para la posterior antropologı́ a amazó nica por su particular estilo retó rico[2], en el cual se destacó la importancia de la noció n de cuerpo‑persona para la comprensió n de las sociedades amazó nicas. La idea implicaba el reconocimiento de un proceso especı́ 팇갇ico que fue titulado por sus autores de distintas maneras: “construçã o da pessoa” (Seeger et al. 1979: 3), “produçã o social de pessoas” (Ibı́ d. 4) o “fabricaçã o de corpos” (Ibı́ d. 10). En otro texto publicado en ese mismo añ o, Viveiros, esta vez en referencia a la construcció n del cuerpo en la sociedad xinguana, nombrarı́ a a dicho fenó meno bajo los de “fabricaçao cultural” (Viveiros 1979: 43), “tecnologı́ a de elaboraçao do corpo” (Ibı́ d. 45) o “idioma de corporalidade” (Ibı́ d. 45), ya que “As mudanças corporais assim producidas sã o a causa e o instrumento de transformaçoes em termos de identidade social” (Ibı́ d. 40), no obstante, extrapoları́ a sus conclusiones hasta a팇갇irmar, proposició n ultraculturalista mediante, que la “natureza humana é literalmente fabricada, modelada, pela cultura (Ibı́ d. 41). De esta manera, Viveiros concebirı́ a al cuerpo de forma simbó lica, no mediante la determinació n de una 팇갇isiologı́ a semió ticamente tratada (Barbieri 2008) sino como “corporalidade enquanto idioma simbó lico focal” (Seeger et al. 1979: 3), como “matriz de signi팇갇icados sociais, e objeto de signi팇갇icaçã o social” (Ibı́ d. 10) o como “idioma de substâ ncia” (Ibı́ d. 14) los cuales “se estruturam en termos de idiomas simbó licos” (Ibı́ d. 10) y conforman un “simbolismo corporal como linguagem bá sica da estrutura social” (Ibı́ d. 16) pues se tratarı́ a de “principios que operam ao nivel da estrutura social” (Ibı́ d. 3). Lo anterior conllevó a que los autores caracterizaran a las sociedades amazó nicas como promotoras de cierto idealismo al señ alar que Amé rica del Sur “vem conhecendo uma sé rie de estudos resolutamente colocados no polo epistemoló gico oposto” (Ibı́ d. 7). Este reconocimiento, a su vez, acompañ a la crı́ tica que los autores realizan hacia los esfuerzos previos de comprender el fenó meno del cuerpo por tratarse de “Modelos inadequados […] que nã o consideram a dimensã o categorial‑simbó lica como formadora do praxis” (Ibı́ d. 10), los cuales instauran un “empirismo sociologizante que de팇갇ine a organizaçã o social como uma questã o de gente de carne e osso se movimentando” (Ibı́ d. 10), proponiendo ası́ , en cambio, considerar las propuestas de Marcel Mauss, Louis Dumont, Carneiro da Cunha y hasta Clifford Geertz[3]. Sin embargo, má s allá del infortunio de mencionar a Geertz en pro de una inexistente propuesta metodoló gica (Reynoso 1995a), considero que el planteamiento de Viveiros y compañ ı́ a de팇갇iende, má s allá del legado postestructural y de una supuesta renuncia al empirismo, cierto tipo de realismo etnoló gico leve y de fá cil digestió n, algo que contrastará ampliamente con lo que el mismo Viveiros postuları́ a varios añ os despué s. Tras atestiguar brevemente el estado de la cuestió n antes del perspectivismo, podemos llegar a tres ligeras conclusiones: (i) se gestó y promovió un rechazo de la e팇갇icacia explicativa de la estructura social en pro de aproximaciones cuasisimbolistas las cuales, inexplicablemente, pretendı́ an conservar la capacidad estructurante del cuerpo simbó lico; (ii) el concepto de cuerpo se convertirı́ a en el primer concepto perspectivista en ser tratado; y, (iii) el postestructuralismo, aunque no del todo evidente, se dejaba ver como funcional para esta clase de re팇갇lexiones otorgá ndoles su novedoso y despreocupado estilo cuasisemió tico y retó rico má s apegado a lo literario que a lo cientı́ 팇갇ico. Este tipo de indeterminació n conceptual, relativa no solo a claridad de팇갇initoria sino tambié n a construcció n argumentativa, es algo que caracterizará el posterior fenó meno perspectivista cuyas cicatrices se dejan ver desde temprano. Posteriormente, Viveiros tendrı́ a una importante participació n a travé s de exploraciones etnográ 팇갇icas que serı́ an constitutivas de sus 팇갇ines (Viveiros 1986 y 1992b) pues, má s allá de situarlo en el mapa de expertise antropoló gico, le prestarı́ an el material empı́ rico necesario para las formulaciones perspectivistas que llegarı́ an poco despué s.
LAS TEORÍAS DEL PERSPECTIVISMO AMERINDIO Las influencias teóricas más relevantes del perspectivismo son básicamente dos, el estructuralismo de Claude LéviStrauss y el postestructuralismo de Gilles Deleuze, no obstante, son muchas las corrientes de pensamiento que también lo alimentan en diversos puntos de su argumentación y con diferenciado nivel de participación. Aquellas, como se verá a continuación, pueden estar hasta en polos opuestos del espectro epistemológico. Personalmente, siempre me he opuesto a la popular noció n de “marco teó rico” si de investigaciones empı́ ricas se trata. Las usuales (en algunos casos obligatorias) referencias a la teorı́ a sirven para que, en té rminos antropoló gicos, una investigació n basada en un amplio despliegue etnográ 팇갇ico no quede reducida a un agotador ejercicio de transcripció n y ordenamiento textual sino que pueda ostentar cierta aura de teorizació n. Este procedimiento es constante no solo entre aprendices sino tambié n entre investigadores de toda edad y jerarquı́ a, inclusive caracteriza a algunas posturas teó ricas de amplia fama y alcance. De esta forma, el perspectivismo ha sometido la idea en torno a un tratamiento claro y directo de eso que muchos llaman “marco teó rico”, transformá ndolo en una serie de cuajos bibliográ 팇갇icos donde distintos autores son coaligados para enunciar una misma idea ası́ provengan desde epistemologı́ as contradictorias entre sı́ . No importa si eres estructuralista, postestructuralista,
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … fenomenó logo, interpretativista, constructivista o sisté mico, todos será n reunidos en un solo pá rrafo para construir el famoso “marco teó rico”, aquel instrumento que nos proveerá de aquellas abstracciones que no sabemos darle a nuestras exploraciones. Dado que las referencias teó ricas del perspectivismo son radicalmente distintas, me veré obligado a ordenar sus argumentos para que nuestra aprehensió n crı́ tica sea posible. De todas formas, no se supone que el desmontaje de un marco teó rico adquiera dimensiones tan con팇갇lictivas.
1. Un Lévi‑Strauss disociado y el estructuralismo dualista Como el mismo Viveiros lo a팇갇irma en repetidas ocasiones, la principal postura que le sirve de impulso teoré tico (Viveiros 1998, 2000 y 2003b) es el estructuralismo de Claude Lé vi‑Strauss el cual, in팇갇luenciando ampliamente la antropologı́ a brasilera de la segunda mitad del siglo XX (Viveiros en Miceli 1999), llegarı́ a al etnó logo brasilero mediante la formació n recibida por Luiz Costa Lima cuando era un joven estudiante de sociologı́ a (Bull 2014). Por esta razó n, Viveiros dirı́ a que “Lé vi‑Strauss m’a converti à l’anthropologie” (Viveiros 2008a: 37 y 2009: 196) o fue “quien me enseñ ó que habı́ a indios en Brasil” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 224). No obstante, lo que Viveiros propondrı́ a es una imagen muy particular tanto de la obra estructuralista como la de su creador. Apenas iniciado el siglo XXI, Viveiros señ aları́ a “à “dupla personalidade” de Lé vi ‑Strauss: de um lado, fortemente racionalista, cienti팇갇icista, intelectualista, e, de outro lado, esteta, artista, bricoleur, surrealista” (Viveiros 2009: 13). En otras palabras, la obra del maestro francé s “aponta sempre para duas direçõ es: uma aponta para o passado, outra aponta para o futuro […]. Tem uma coisa meio retró grada, antiga, tradicional, muito racionalista, forma lista; e tem uma outra direçã o de onde ainda tem muita coisa a ser tirada” (Ibı́ d. 26). En relació n a ese primer Lévi‑Strauss caracterizado por “uma concepçã o racionalista de ciencia” (Ibı́ d. 28), Viveiros dirı́ a tambié n: No primeiro Lé vi‑Strauss você vê , claramente, um estruturalismo muito durkheimiano, em que o conceito de estrutura social é muito presente; pouco a pouco, o conceito de estrutura vai deixando de ser seguido pelo adjetivo “social”, e a pró pria palavra “estrutura” vai se tornando menos frequente. (Ibı́ d. 14)
De igual forma, en el coloquio “Lé vi‑Strauss: un siglo de re팇갇lexió n”, celebrado en Mé xico el añ o 2008[4], Viveiros insistirı́ a en los siguientes argumentos; por un lado, (i) ver “la personalidad teó rica de su autor como dividida (pero no opuesta) en dos gemelos eternamente desiguales” (Viveiros 2008b: 50 y 2010: 214), y, por el otro, (ii) en torno a la reinvenció n de las ciencias humanas: “del propio Lé vi‑Strauss habrı́ a que decir que no só lo las refundó , con el estructuralismo, sino que las “infundó ” virtualmente, al señ alar el camino hacia un posestructuralismo, o en otras palabras, hacia una antropología de la inmanencia” (Viveiros 2008b: 50 y 2010: 22). Dicho de otro modo, Lé vi‑Strauss “refundó la antropologı́ a” (Viveiros 2008b: 50 y 2008c: 130) o “reinventó la antropologı́ a” (Viveiros 2008a: 35 y 2009: 194) con tal nivel de relevancia, pues a pesar de tildarlo como “uma espé cie de outsider” (Viveiros 2009: 194), dirı́ a que “Lé vi‑Strauss est le grand mé diateur de l’anthropologie du XXe siè cle” (Viveiros 2008a: 34 y 2009: 194), o sea, “Ele foi o Boas e o Malinowski francê s. Foi quem deu à antropologia francesa sua verdadeira dimensã o teó rica e institucional” (Viveiros 2009: 194)
[5]. Y por si fuera poco, Viveiros inclusive considera que aquellas exploraciones etnográ 팇갇icas llevadas a cabo por Marcel Mauss, Marcel Granet, Paul Rivet, Maurice Leenhardt y Marcel Griaule, “n’avaient pas la puissance thé orique ni la largeur de vue de Lé vi‑Strauss” (Viveiros 2008a: 34 y 2009: 194), por tal razó n, “se pode dizer que só houve verdadeiramente antropologia francesa depois de Lé vi‑Strauss” (Viveiros 2009: 194). Es el “decano de nuestra disciplina” (Viveiros 2010: 23), es el “antropó logo má s interesante del siglo XX” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 242). No debemos sorprendernos si, luego que Viveiros observara la “personalidad teó rica” de Lé vi‑ Strauss dividida en dos, de pronto esta lectura dualista se traslape a otras á reas no muy lejanas pues Viveiros llegarı́ a a sugerir la existencia de “um estruturalismo maior […] e um menor” (Viveiros citado en Lagrou y Belaunde 2001: 14), idea que añ os despué s cuajó , sin anestesia, en la propuesta de “dos estructuralismos” (Viveiros 2008b: 50, 2008c: 134 y 2010: 214). Dicho de otro modo, el etnó logo brasilero declararı́ a que “la obra de Lé vi‑Strauss colabora activamente, y desde sus comienzos, con lo que parecerá participar en su subversió n futura” (Viveiros 2010: 214)[6]. Sin embargo, manifestando sus pretensiones, Viveiros dirá que “el problema que sea plantea para mı́ no es el de ampliar el estructuralismo en extensió n, sino el de interpretarlo en intensidad, es decir, en una direcció n postestructural” (Viveiros 2010: 68‑69), lo cual persigue una “reevaluació n histó rico‑teó rica del proyecto estructuralista” (Ibı́ d. 90), una “lectura a contrapelo del estructuralismo” (Ibı́ d. 139)[7]. Es má s, en menció n al dicho de Lé vi‑Strauss “«ce n’est pas tout»” (Viveiros 2008c: 130), sobre la interminabilidad del aná lisis mı́ tico al cual Viveiros rotula como la “perpetua inconclusión del aná lisis estructural” (Viveiros 2008b: 49), el mismo dirı́ a que: la razó n de esa inconclusió n es la multiplicidad virtual de todo objeto determinado por el aná lisis estructural, en la medida en que este objeto es siempre un estado particular de un sistema de transformaciones cuyos lı́ mites son radicalmente contingentes, y de팇갇inibles ú nicamente en forma relacional. La “in‑terminabilidad”, en los dos sentidos
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … (sin 팇갇in o té rmino, y sin posibilidad de determinació n unı́ voca de lo que es un té rmino y una relació n), del aná lisis mı́ tico es un principio fundamental de las Mitológicas, enunciado de inmediato al inicio de Lo crudo y lo cocido: el cará cter abierto, intensivo, iterativo, en nebulosa, poroso, “conexionista” de los sistemas mı́ ticos que reconstruye. “Eso no es todo”, entonces, porque nada es todo, en ningú n momento se alcanza una totalizació n. “Eso no es todo” proyecta un concepto de estructura (y una concepció n del aná lisis) que no privilegia ninguna voluntad de clausura, completamiento, compacidad. Con “eso no es todo” comenzamos a vislumbrar la posibilidad de un Lé vi‑ Strauss posestructuralista. (Ibı́ d. 49)
Aquellos “estados” del discurso estructural son: (i) el eje de las sucesiones, es decir, “la idea de que hay diferentes fases que jalonan la obra lé vistraussiana” (Viveiros 2010: 217), y, (ii) el eje de las coexistencias, o sea, “la idea de que esa obra enuncia un doble discurso” (Ibı́ d. 217) – opció n elegida por Viveiros pues se preguntará si es posible delinear “¿Un estructuralismo sin estructuras? Digamos […] un estructuralismo preocupado por otra noció n de estructura, má s cercana al rizoma de Mil mesetas” (Ibı́ d. 225). Dicho de otro modo, lo que deberı́ a proponerse es un “estructuralismo con otra noció n de estructura que la de Las estructuras elementales” (Viveiros 2008b: 56). Es má s, no su팇갇iciente con dos Lévi‑Strauss y dos estructuralismos, Viveiros propondrı́ a que: tal vez deberı́ amos decir que hay dos usos diferentes del concepto de estructura en la obra de Lé vi‑Strauss: como principio trascendental de uni팇갇icació n, ley formal de invariancia, y como operador de divergencia, modulador de variació n continua (variació n de variació n). La estructura como combinatoria gramatical cerrada y como multiplicidad diferencial abierta. En verdad, las dos estuvieron siempre presentes en la obra de Lé vi‑Strauss, pero su peso relativo cambia a lo largo del tiempo. (Viveiros 2008b: 56 y 2010: 225)
Y es que para Viveiros el estructuralismo “ha ido revistié ndose gradualmente de un ropaje cada vez má s analó gico, má s pró ximo a las 팇갇luxiones diná micas que a las permutaciones algebraicas” (Viveiros 2008b: 51 y 2010: 215). No obstante, lo problemá tico aparece cuando, en relació n al concepto estructural de transformació n, el etnó logo brasilero indica que este “ya no es una operació n ló gica y algebraica, sino esté tica y diná mica” (Viveiros 2010: 215 y 2008b: 51), mientras que, en otro texto del mismo añ o, a팇갇irmarı́ a prá cticamente lo contrario al reconocer que dicho concepto pasó “d’une opé ration algé brico‑combinatoire, devient un processus topologique et morphodynamique” (Viveiros 2008c: 134). La misma idea, mediante formalismos inclusive, lucirı́ a ası́ : nos encontramos frente a una misma estructura virtual, cuya fó rmula canó nica, que pre‑desconstruye el analogismo toté mico del tipo A/B=C/D [A es a B como C es a D], y el dualismo diná mico, que corroe la paridad está tica de las oposiciones binarias, serı́ an solamente dos actualizaciones. (Viveiros 2008b: 56)
A este nivel, hay que reconocer que esta lectura doble implica un claro desquite frente a los argumentos del mismo Lé vi‑Strauss pues aquel dirı́ a que “la insistencia del maestro francé s en la unidad de inspiració n de su obra no debe impedirnos proponer, como buenos estructuralistas, una lectura de esa obra en clave de discontinuidad” (Viveiros 2010: 217). Sin embargo, esta tiene un claro objetivo pues “la idea es buscar los elementos post‑ levistraussianos que se encuentran en el propio Lé vi‑Strauss” (Viveiros 2013a: 265), los cuales se inscriben, sospechosamente, en un lenguaje postestructural: En Lé vi‑Strauss hay una inquietud y una cierta tentativa de no cerrar todo, de dejar un espacio para lo iné dito, lo asimé trico, lo imperfecto, lo nuevo, en sus estructuras siempre deja un espacio para eso. Y ese espacio fue enormemente ampliado, desde el punto de vista conceptual, por Deleuze. (Ibı́ d. 265‑266)
A estas alturas, si no hemos tenido su팇갇iciente con que la lectura dual del estructuralismo se inscriba en té rminos dudosos, esta no solo implica dividir en dos alguna cosa sino tambié n el tomar partido por alguna de sendas opciones. Para el caso de Viveiros, siguiendo su razonamiento, luego de decretar un estructuralismo en dos bajo la metá fora del gemelo (Viveiros 2008b y 2010), en un inteligente esfuerzo por asolapar su movida, el etnó logo brasilero se a팇갇iliarı́ a a aquella opció n que guarda má s relació n con su estilo argumentativo, casi especulativo, pues como observamos, no re팇갇iere ninguno de los textos que en su momento representaron el epı́ tome estructuralista (Lé vi‑Strauss 1987 y 2004) salvo en ligeras menciones (Lagrou y Belaunde 2001) (Viveiros 2010: 139, 218), optando ası́ por esa “segunda voz del discurso antropoló gico de Lé vi‑Strauss” (Viveiros 2010: 220). No debemos sorprendernos, pues, si tal corresponde con una entrada netamente postestructuralista. Un punto clave a tomar en cuenta serı́ a reconocer que esta lectura dual tiene como cointé rprete/mediador a Patrice Maniglier, antropó logo francé s, a quien Viveiros rotula en repetidas ocasiones como “uno de los má s originales comentaristas de Lé vi‑Strauss que conozco” (Viveiros 2008b: 53, 2008c: 133 y 2010: 91). Dirı́ a Maniglier: Una estructura […] está siempre entre dos: entre dos variantes, entre dos secuencias de un mismo mito, o incluso entre dos niveles en el interior de un mismo texto… La unidad no es pues la de una forma que se repitirı́ a idé ntica a sı́ misma en una variante
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … y en la otra, sino de una matriz que permite mostrar en qué una es precisamente una transformació n real de la otra…, y la estructura es rigurosamente coextensiva a sus actualizaciones. Es por eso que Lé vi‑Strauss insiste en la diferencia entre estructuralismo y formalismo, diferencia que se tiende obstinadamente a descuidar. (Maniglier citado en Viveiros 2010: 224‑225)
En efecto, Viveiros dirı́ a que “La lectura que Maniglier hace de la antropologı́ a de Lé vi‑Strauss re팇갇leja una in팇갇luencia esencial, discreta, pero perfectamente explı́ cita, de la 팇갇ilosofı́ a de Deleuze” (Viveiros 2010: 91). Es mas, “la antropologı́ a estructural, a팇갇irma Maniglier sin inmutarse, es “a la vez empirista y pluralista”, y la 팇갇ilosofı́ a que subtiende es, “en todo sentido, una 팇갇ilosofı́ a prá ctica”. ¡Un Lé vi‑Strauss empirista, pluralista y pragmá tico…! Finalmente alguien lo ha dicho” (Ibı́ d. 91). Sin embargo, no fue por Maniglier por quien Viveiros incursionó al postestructuralismo pues fue é l mismo quien planteó tal lectura deleuziana de Lé vi‑Strauss, no solo por leerle de tal forma (efecto posible de tener un planteo claro), sino por a팇갇irmar que serı́ a el mismo Lé vi‑Strauss quien contiene en sus propios planteamientos la dote postestructural llegando al lı́ mite de tildarlo como el “fundador del postestructuralismo” (Viveiros 2008b y 2010: 22, 229)[8]. Esta lectura dual no es, hoy por hoy, un bien especı́ 팇갇icamente viveirosiano pues ya se deja ver expresamente en toda clase de in팇갇luencias donde, literalmente, ese primer Lévi‑Strauss era un cientı́ 팇갇ico y el segundo, prá cticamente un poeta: Depois de anunciar nas suas obras dos anos 40 e 50 um ambicioso programa de pesquisa que previa o uso de programas informá ticos, modelos matemá ticos ou fó rmulas canô nicas, depois de citar a fonologia como um exemplo para a aproximaçã o da antropologia ao padrã o metodoló gico das ciê ncias naturais, depois de se apresentar, em suma, como um arauto do positivismo, ele produz uma obra que é , cada vez mais, chamada de “poé tica”, e louvada bem no pró prio manifesto do pó s‑ modernismo. (Calavia Sá ez 2002: 24)
Todo el planteamiento es presentado por el mismo Viveiros de forma sinté tica mediante el señ alamiento de etapas de desarrollo (Viveiros 2010: 217), las cuales pueden ser esquematizadas tal como se señ ala en Cuadro N° 1.
Cuadro N° 1: Etapas de desarrollo en la obra de LeviStaruss
Fase pre‑estructuralista Las estructuras elementales del parentesco (1949) “breve momento estructuralista” (Viveiros 2010: 218) El totemismo en la actualidad (1962) El pensamiento salvaje (1962) Fase post‑estructuralista Mitológicas (1964‑1971) La vía de las máscaras (1979) La alfarera celosa (1985) Historia de lince (1991)
Como se observa, los textos que conforman las Mitológicas ostentan una ubicació n estraté gica: inaugurar la Fase post‑estructuralista de la obra lé vistraussiana. A este respecto, Viveiros dirá que las “Mitológicas […] foram a primeira tentativa de apreender as sociedades do continente em seus pró prios termos” (Viveiros en Miceli 1999: 147) (¿punto de vista nativo?) pues, en aquella obra, Lé vi‑Strauss “demonstrava como era possivel a um pensamento articular proposiçõ es complexas sobre a realidade a partir de categorias muito pró ximas da experiencia concreta” (Viveiros 2002a: 478). De este modo, las obras que conforman las Mitológicas son continuamente mencionadas por Viveiros (Viveiros 1992a y 2008b) (Lagrou y Belaunde 2001) (De Menezes Bastos y Rial en Sztutman 2008) no solo como punto de partida de sus particulares re팇갇lexiones, mediante la sugerencia de que es preciso “reler As estruturas elementales do parentesco á luz de universo simbó lico mapeado pelas Mythologiques” (Viveiros 1992a: 189), sino tambié n como eje de su posterior planteamiento pues “La discordancia o tensió n creativa entre los dos “estructuralismos” contenidos en la obra de Lé vi‑Strauss es internalizada de modo especialmente complejo en las Mitológicas” (Viveiros 2008b: 58 y 2010: 233), má s especı́ 팇갇icamente, “entre el primero y el segundo tomo” (Viveiros 2010: 215) (Ver tambié n Viveiros 2008b: 51). En otras palabras, es “con las Mitológicas que la inversió n del orden de las voces se completa” (Viveiros 2010: 220), es donde se “unı́ a el rigor cartesiano con la verba rabelesiana” (Ibı́ d. 32). No obstante, tal obra no solo se caracteriza por ser locus del punto de quiebre estructuralista sino tambié n porque “Las Mitológicas son un verdadero tratado de sociologı́ a indı́ gena, en el sentido autoral de la palabra” (Viveiros 2008b: 59) (nuevamente, ¿punto de vista nativo?),
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … porque “las Mitológicas son ante todo un aná lisis de mitos hecho por Lé vi‑Strauss, con una pretensió n de tipo psicoló gicocognitivo” (Viveiros 2008b: 59), porque “las Mitológicas son tambié n un estudio de etno‑sociologı́ a, es decir, de antisociologı́ a” (Viveiros 2008b: 59) o, 팇갇inalmente, porque “les Mythologiques comme le «mythe de la mythologie» et la connaissance anthropologique comme une transformation structurale de la praxis indigè ne” (Viveiros 2008c: 131) –rol protagó nico percibido inclusive por quienes reseñ an la labor perspectivista (Barbosa de Almeida 2003) (Sztutman 2009). A todo esto, Viveiros dirı́ a que “El movimiento de la demostració n de las Mitológicas, en efecto, es el de una conectividad heterogené tica generalizada” (Viveiros 2008b: 54), para lo que sea que esto signi팇갇ique. Pero, a todo esto, ¿por qué la preferencia? Segú n el mismo Viveiros, “he preferido trabajar con las Mitológicas y no con Las estructuras elementales del parentesco, porque la verdad me interesaba mucho má s el pensamiento indı́ gena que la organizació n social” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 233). Por eso dirı́ a tambié n que lo que buscaba a travé s de tal obra era “uma recuperaçao nã o‑durkheimiana da problemá tica de As estruturas elementares do parentesco” (Viveiros en Miceli 1999: 147). Dicho de un modo peculiar, si añ os antes a팇갇irmó que “Se onde se lê geometria puser‑se antropologia, as implicaçõ es sã o ó bvias” (Viveiros 2007b: 101), hoy dirá que “Estos mitos eran como Las estructuras: una mezcla de pornografı́ a, matemá tica, surrealismo total, conexió n con la naturaleza, tropicalismo” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 224). Es en las Mitológicas donde Viveiros indica que el estructuralismo muestra los cimientos del futuro perspectivismo postestructural pero fue tambié n en tales obras donde el mismo Lé vi‑Strauss empezaba a mostrar sı́ ntomas de debilidad metodoló gica los cuales traerı́ an consigo discusiones en torno a la cienti팇갇icidad de su pensamiento; efecto que hoy hace que nos cuestionemos sobre las bases epistemoló gicas del perspectivismo.
2. La cienti㐰〼icidad del estructuralismo y el nacimiento el perspectivismo. Traer a colació n las discusiones sobre la cienti팇갇icidad del estructuralismo es importante dada la relació n esta que guarda con la con팇갇iguració n epistemoló gica del perspectivismo. De tal forma, serı́ a oportuno advertir que si Viveiros con팇갇iaba en la racionalidad del estructuralismo de pronto tambié n crea en su cienti팇갇icidad. Y ciertamente es lo que ocurre. Viveiros confı́ a tan acrı́ ticamente en la cienti팇갇icidad del estructuralismo que terminó reconocié ndolo como “uma ciê ncia exata do espı́ rito humano” (Viveiros citado en Lagrou y Belaunde 2001: 13), como “Una verdadera mecá nica de 팇갇luidos” (Viveiros 2010: 147) y como expositora de un “lenguaje hidrá ulico energé tico” (Ibı́ d. 148) –para lo que sea esto que signi팇갇ique. Es má s, dirı́ a Viveiros que “Las estructuras elementales del parentesco es un libro fuertemente cargado de matemá ticas, de formalismos, de logicismos” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 223), por tal razó n, “todo es perfectamente ló gico, todo es comandado por una ló gica impecable” (Ibı́ d. 226). Para el etnó logo brasilero, la cienti팇갇icidad del estructuralismo era asimilable a la de la matemá tica o la fı́ sica: Recurriendo a una alegorı́ a matemá tica, se podrı́ a decir que el modelo de transformaciones estructurales del totemismo es el aná lisis combinatorio, mientras que el instrumento necesario para explorar el “reino de la continuidad” (Lé vi‑Strauss) establecido por las metamorfosis intensivas del sacri팇갇icio remitirı́ a má s bien a algo del orden del cá lculo diferencial (Viveiros 2010: 147)
Sin embargo, que no se crea que solamente Viveiros participa del negocio pues el mismo Lé vi‑ Strauss habı́ a defendido a rajatabla la cienti팇갇icidad de su estructuralismo, con un é nfasis que no podrı́ amos tildar de humilde, cuando a팇갇irmó que “el estructuralismo está tratando […] de tornar a las ciencias sociales un poco má s cientı́ 팇갇icas, aun cuando sus practicantes está n muy advertidos que las ciencias sociales está n limitadas como ciencia” (Lé vi‑Strauss 1979: 16) o cuando dijo que “La ciencia tiene apenas dos manera de proceder: es reduccionista o es estructuralista” (Lé vi‑Strauss 1986: 30). Este reconocimiento es bastante curioso, pues diez añ os antes de que el estructuralismo fuere el epı́ tome cienti팇갇icista de las ciencias sociales, Lé vi‑Strauss dirı́ a que “entre é stas y las ciencias exactas y naturales no se podrı́ a establecer ninguna verdadera paridad: estas ú ltimas son ciencias, y las primeras no lo son” (Lé vi‑Strauss 1967: 57) y que “Si se las designa […] con el mismo té rmino es só lo en virtud de una 팇갇icció n semá ntica y una esperanza 팇갇ilosó 팇갇ica que todavı́ a no ha encontrado con팇갇irmació n” (Ibı́ d. 57). Mientras leı́ a la obra de Viveiros me topé con un artı́ culo del antropó logo Carlos Reynoso titulado “Seis nuevas razones ló gicas para descon팇갇iar de Lé vi‑Strauss” (1990), en el cual se ejercı́ a una crı́ tica interna a las nociones fundamentales del estructuralismo, (i) oposició n binaria, (ii) có digo, (iii) estructura, (iv) sistema, (v) grupo de transformació n y (vi) modelo, como tambié n, trataba aquellas crı́ ticas anteriormente hechas al estructuralismo desde otras miradas. ¿Qué es lo que este texto, el cual considero de lectura má s que obligatoria para quien todavı́ a le preste alguna con팇갇ianza al estructuralismo, nos deja como enseñ anza en relació n a nuestra crı́ tica? Sencillo, cada uno de esos seis elementos que sostuvieron al estructuralismo en sus mejores añ os en realidad no son conceptos cientı́ 팇갇icamente delimitados, son, siendo optimistas, metá foras mal empleadas. Vayamos por partes.
Sobre la noció n de (i) oposició n binaria, Reynoso nos dice que: Es ostensible que bajo la categorı́ a comú n de "oposició n binaria", Lé vi‑Strauss
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … subsume toda una serie de relaciones y operaciones que no son en sı́ opositivas, o que por lo menos no lo son en igual grado y en el mismo sentido: tales serı́ an, entre otras, la diferencia, la ausencia, la negació n, la simetrı́ a, la asimetrı́ a, la inversió n, la enantiosis, la transformació n, la permutació n, el cambio de valencia. (Reynoso 1990: 5)
En otra parte, el crı́ tico tambié n aclara que el ejercicio lé vistraussiano de binarizació n no guarda relació n alguna con la informá tica, de donde aun se cree que tales efectos provienen. La noció n de oposició n binaria se revela tan esencial al juego estructuralista que serı́ a el mismo Viveiros quien, de todo el bagaje conceptual del maestro francé s, la rescate mediante su propia de팇갇inició n: “una oposició n binaria es cualquier cosa menos un objeto simple, o simplemente doble, o siquiera simplemente un objeto; tal vez ni siquiera [...] una oposició n” (Viveiros 2008b: 48 y 2013a: 5). No obstante, má s allá de que tal de팇갇inició n vaya en son de crı́ tica o de apologı́ a, no se sabe si Viveiros ensaya de팇갇iniciones, si las tantea o si pretende presentarlas ası́ como las muestra, las cuales, como claramente se aprecia para quien persigue cierta coherencia, má s que encuadrar los lı́ mites del panorama terminan muy por el contrario en el limbo de la inde팇갇inició n. Si Lé vi‑Strauss, segú n la lupa de Reynoso, no sabı́ a establecer ni de팇갇inir correctamente una oposició n binaria, no pretendamos que quienes siguen al maestro a pie juntillas de pronto aprendan qué es una oposició n binaria, una estructura o un sistema. En relació n a la noció n de (ii) có digo, Reynoso nos dirı́ a de forma muy clara que “Lé vi‑Strauss suele hablar de "có digos" con la má s tranquila indiferencia respecto del nivel de tipi팇갇icació n en el que supuestamente los có digos se despliegan” (Reynoso 1990: 8). Si alguien ya empezó a creer que hasta el momento la cosa está grave, en realidad, lo mejor del asunto es lo que viene a continuació n pues, en relació n a la noció n de (iii) estructura, la impostura lé vistraussiana se revela aun má s chocante de lo que, sorprendentemente, pocos previeron: AI contrario de lo que Lé vi‑Strauss parece presumir, el conjunto de las oposiciones, aun suponiendo que se trate de un conjunto acotado (que claramente no lo es), no se traza, ni revela, ni constituye una "estructura". Semá ntica y epistemoló gicamente, esta es quizá la paradoja má s chocante: he aquı́ que estamos ante un estructuralismo que no ha podido determinar, en el universo de lo que analiza, ninguna estructura reconocible como tal conforme a cualquier de팇갇inició n vigente. […] El estructuralismo levistraussiano no ha establecido jamá s lo que los autores de habla inglesa llaman un pattern, una pauta, una con팇갇iguració n, una estructura; en toda su bú squeda no ha elucidado nunca ni el má s vago per팇갇il de una forma; cuando mucho, ha desenvuelto una secuencia de oposiciones al azar, sin comienzo, sin 팇갇in, y sin una regla que precise los enclaves de sus articulaciones (Ibı́ d. 9)
Esta aclaració n simple pero contundente me hizo recordar una ané cdota que vivı́ en el Taller de epistemologı́ a de las ciencias sociales, cuyo dictado tuve a cargo, especı́ 팇갇icamente en la sesió n dedicada a la epistemologı́ a estructuralista, la cual tuvo como blanco de nuestro razonamiento la supuesta de팇갇inició n de estructura otorgada por Lé vi‑Strauss en el famoso artı́ culo “La noció n de estructura en etnologı́ a” (Lé vi‑Strauss 1987) como tambié n en otro texto llamado “Los lı́ mites de la noció n de estructura en etnologı́ a” (Bastide et al. 1971). No está demá s decir que tuvimos amplias “di팇갇icultades” para enlazar la de팇갇inició n lé vistraussiana de estructura, relativamente correcta en el papel (su designació n como modelo, su distinció n de las relaciones sociales, su problemá tica epistemoló gica, su cará cter de sistema, su pertenencia a un grupo de transformaciones, su capacidad de predicció n (!), su holismo explicativo, su relació n con las estructuras de comunicació n, con la diná mica social, y/o estructuras de subordinació n, la diacronı́ a y la sincronı́ a, la bidimensionalidad, etc.) junto con las ejempli팇갇icaciones empı́ ricas brindadas por el mismo. Por tal razó n, no estarı́ a demá s advertir que en Lé vi‑Strauss pudo existir no solamente una pretensión cienti㤠ㄭicista hinchada, ampulosa y autocontemplativa sino tambié n una pretensión estructuralista – impostura que se torna escandalosa para quien rotula su propio enfoque como “estructuralismo”. Lo mismo sucede, por si no nos hemos dado cuenta ya, en el perspectivismo de Viveiros pero con un mayor atrevimiento dadas las diferencias contextuales, lo estrafalario de su tratamiento, lo laberı́ ntico de sus recorridos y lo insano de sus soluciones, las cuales no solo enmarcan la peculiar cienti팇갇icidad (si cabe el té rmino) del perspectivismo sino tambié n las denuncias de caducidad impuestas a las corrientes antropoló gicas precedentes. Luego de lo contemplado, serı́ a Viveiros el que declare que “Uma estrutura é apenas um certo arranjo, ou orquestraçã o, de transformaçõ es” (Viveiros 2012b: 163), de팇갇inició n que considero ampliamente imprecisa, no obstante, a pesar de ello, se buscarı́ a proponer “una reconcepció n de la estructura como “transformalista”, es decir, ni formalista al estilo de Propp, ni transformacional en el sentido de Chomsky” (Viveiros 2010: 224 y 2008b: 55). Esta clase de imposturas generan elaboraciones que rozan fá cilmente la ilegibilidad: Las estructuras se cierran, pero el nú mero de estructuras, y de vı́ as por donde cerrarlas, está abierto: no hay una estructura de estructuras, en el sentido de un nivel 팇갇inal de totalizació n estructural, ni una determinació n a priori de los ejes semá nticos
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … (los có digos) movilizados en estructura. (Viveiros 2008b: 49)
En otra parte del texto y en torno a los conceptos de (iv) sistema y (vi) modelo[9], Reynoso nos dice que “Las estructuras no son modelos. […] Naturalmente, lo que se llama "modelo" en un marco teó rico puede recibir el nombre de "estructura" en otro” (Reynoso 1990: 12), mientras que, por otro lado: Las estructuras no "presentan cará cter de sistema”, sino que má s bien los sistemas […] poseen real o idealmente una estructura, de팇갇inida por las invariantes relacionales que se revelan al cabo de una serie de transformaciones; se pueden postular […] diferentes estructuras y niveles estructurales en el interior de un sistema representado en un modelo. (Ibı́ d. 13)
Luego de tanto recorrido vale aclarar que el trip crı́ tico reynosiano a travé s las fallas tectó nicas del estructuralismo desemboca en las Mitológicas, aquella obra que se revela como el sitial idó neo de las imprecisiones lé vistraussianas má s insidiosas pues el crı́ tico nos dirá que “el mé todo ha llegado a ser en el momento de clausura de las Mitológicas: una especie de 팇갇ilosofı́ a heterogé nea que esgrime el rigor de las matemá ticas, pero que opera y sobrevive gracias a la ambiguedad de la retó rica” (Ibı́ d. 4). Apreciaciones todas espeluznantes para cualquiera que crea aun en la cienti팇갇icidad del estructuralismo y, menció n especial, para quienes aun sobrevivan bajo el empollado estructuralista. No leı́ yo aquı́ una crı́ tica fragmentaria, antojadiza o quizá s una que se limite solamente a esos seis aspectos. Sucede que el estructuralismo es esos seis aspectos. Esta es la razó n por la cual considero que Pedro Gó mez Garcı́ a, autor de diversos textos donde se aprecia el bien estructuralista (Gó mez 1981, 1983, 1988a, 1988b y 2010), en su artı́ culo “Claude Lé vi‑Strauss. Vida, obra y legado de un antropó logo centenario” (2010), evita responder con mayor consistencia y sinceridad la crı́ tica de Reynoso, pues termina a팇갇irmando, a tono resignado, que “Lo má s probable es que las crı́ ticas excesivas acaben desautorizá ndose a sı́ mismas” (Gó mez 2010). No creo que el texto de Reynoso evoque algo de talante excesivo, suponiendo claro que Gó mez lo leyó y comprendió correctamente. La excesiva rigurosidad crı́ tica en ciencias sociales no es algo reprochable ya que sucede todo el tiempo en otros campos del saber, a menos que segú n Gó mez evitar lo excesivo se limite a la construcció n de crı́ ticas tı́ midas hacia quienes creen que nos hacen un favor bajo la pretensió n de renovar la agenda. Veo muy blanda una insinuació n de este tipo. Intuyo que no es la lecció n que la obra de Reynoso intenta dejarnos ni tampoco la mı́ a, como ya debe sospecharse. Teniendo en cuenta, 팇갇inalmente, que tales nociones trasuntadas por Reynoso son las sostenı́ an el aparente edi팇갇icio cientı́ 팇갇ico del estructuralismo, tras las crı́ ticas queda poco material por recuperar, de esta forma, sus intereses mecanicistas como tambié n sus pretensiones cientı́ 팇갇icas deberı́ an ya pasar a formar parte del panteó n antropoló gico. Si bien Reynoso mantuvo cierta cautela en torno a la profundidad crı́ tica de sus cuestionamientos, personalmente creo que, sumadas las crı́ ticas que tambié n reunió a modo de un estado de la cuestió n, no hacemos mal en reconocer que el estructuralismo en su totalidad puede ya descansar tranquilamente mientras nosotros, los mortales, estaremos en la obligació n de recordar el legado brindado pues si no nos ponemos al dı́ a en té rminos de progresió n epistemoló gica, las generaciones má s jó venes (y las que no) todavı́ a percibirá n cierta luz de esperanza y aire fresco cada vez que caiga entre sus manos un libro del maestro francé s.
La razó n que me hace citar aquel texto en en este apartado es porque lo que Reynoso encontró en el estructuralismo hace ya má s de 20 añ os, yo lo encuentro en el perspectivismo amerindio hoy: cienti팇갇icidad aparente, metá foras matemá ticas mal empleadas, lenguaje antojadizo, epı́ tetos curiosos, analogı́ as impú dicas teñ idas con un aura new age, estilo pomposo repleto de guiones, pre팇갇ijos “post”, paré ntesis, nú meros enteros, en fracciones y hasta negativos, etc., y todo bajo la rú brica de un “marco teó rico” y su respectivo basamento epistemoló gico, sin embargo, serı́ amos inocentes si creyé semos que el asunto queda ahı́ . El perspectivismo no solo tiene fundamentos dé biles y vespertinos sino que tambié n comete el error de todo estructuralista: con팇갇iar en su aparente cienti팇갇icidad. No obstante, el error del perspectivismo contiene una má s profunda paradoja: no solo confı́ a ingenuamente en la aparente cienti팇갇icidad del estructuralismo sino que se distancia de ella por esa misma razó n, de ahı́ su notoria preferencia por las Mitológicas y de ahı́ su incursió n postestructural. Esto se torna má s oscuro todavı́ a si entendemos que la inspiració n del perspectivismo, su razó n de ser, descansa en una paradoja: el perspectivismo se constituye epistemoló gicamente como rechazo al cienti팇갇ismo mecanicista del estructuralismo (de ahı́ su referencia al postestructuralismo) sin embargo, recurre tambié n a terminologı́ a cientı́ 팇갇ica. Si le seguimos la pista a Viveiros llegaremos a un absurdo; si é l se considera estructuralista pero enarbola banderas por las Mitológicas, obra cali팇갇icada por é l mismo como post‑ estructuralista, entonces Viveiros no es realmente un estructuralista sino un postestructuralista. Y no es para menos pues la aleació n del perspectivismo resultante de una doblemente errada lectura del estructuralismo tambié n se per팇갇ila hacia el 팇갇iló sofo postestructuralista Gilles Deleuze (la segunda cara de su proyecto personal) como tambié n hacia vertientes postestructuralistas y posmodernas presentes en antropologı́ a. El
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … perspectivismo no solo lee antojadizamente al estructuralismo sino que ademá s repite sus errores, es una potenciació n de sus vicios, un estructuralismo al cubo. Y es quizá s por esta especie de potenciació n que Viveiros reconoce al perspectivismo como un progreso respecto del estructuralismo: La idea de una amerindianizació n del estructuralismo es, en mi opinió n, esencial para que la reanudació n de la herencia intelectual de Lé vi‑Strauss se haga en la forma de un progreso epistemoló gico, es decir, polı́ tico, y no de un retorno nostá lgico a un pretendido rigor cientı́ 팇갇ico que la antropologı́ a posmoderna habrı́ a abandonado. (Viveiros 2008b: 60)
En otras palabras, el perspectivismo implica el rescate de esa agencia nativa presente en el estructuralismo (Viveiros en Miceli 1999), una “progressiva “etnologizaçã o” […] do escopo analı́ tico da antropologia estrutural” (Viveiros citado en Lagrou y Belaunde 2001: 12). Uno comprende ahora, para bien o para mal, por qué Viveiros admitirı́ a que “une des questions les plus fascinantes que pose l’é tude de l’oeuvre lé vi‑straussienne est celle de la structure et de la dynamique internes de sa conceptualité ” (Viveiros 2008c: 134) pues, aceptando que la interpretació n que une a Lé vi‑Strauss y a Deleuze representa “un matrimonio contra natura” (Viveiros 2010: 242), de lo que se trata 팇갇inalmente es de “conectar a crı́ tica dos fundamentos metafı́ sicos do colonialismo, empreendida […] pela antropologia de Lé vi‑Strauss, com a crı́ tica dos fundamentos colonialistas da metafı́ sica, empreendida pelo pó s‑estruturalismo 팇갇ilosó 팇갇ico” (Viveiros 2012b: 155‑156). No obstante, vincularse hacia tal implicarı́ a deshacernos de toda pretensió n cientı́ 팇갇ica mani팇갇iesta en todos aquellos recursos metodoló gicos que grandes avances le han otorgado a la ciencia social, mermando ası́ la validez cientı́ 팇갇ica obtenida en los ú ltimos decenios. Y es que la superació n del estructuralismo no serı́ a gratis, de hecho, adviene con la advertencia de su caducidad en té rminos mucho má s rudimentarios que los mismos crı́ ticos del estructuralismo, claro está : Pois o mé todo estrutural é muito adequado para descrever permutaçõ es discretivas e esquemas proposicionais, e menos e팇갇iciente quando se trata de analizar seqü ê ncias de açõ es e processos transformativos, que remetem antes à continuidade que à descontinuidade, antes à irreversibilidade que à reversibilidade, que pertencem mais ao pó lo do sacrifı́ cio do que ao pó lo do totemismo, nos termos de O pensamento selvagem. (Viveiros citado en De Menezes y Rial en Sztutman 2008: 64)
Esta vez como justi팇갇icá ndose y en referencia a Maniglier: l’anthropologie lévi‑straussienne projette une «philosophie à venir» (Hamberger 2004: 345) positivement marqué e du sceau de l’interminable et du virtuel (Maniglier 2000), et partant, radicalement é trangè re aux appropriations transcendantalistes que tentent encore d’en faire les prê tres de l’Ordre [s]ymbolique et les porte‑paroles de l’Universel. (Viveiros 2008c: 131) (é nfasis mı́ o)
Tal superació n es en su totalidad obra y creació n del mismo Viveiros, quien inteligentemente preparó el terreno no solo detectando una que otra falla presente en el corpus estructuralista sino generando toda una lectura que podemos decir, con toda claridad, le subvierte para generar una imagen tergiversada y completamente personalista pero ú til para emprender el camino propio desde lo derruido. Viveiros, al mismo tiempo que construyó al perspectivismo, no solo lo vistió como crı́ tica hacia el estructuralismo sino como su total superació n y no solo respecto a determinadas posturas antropoló gicas sino, como veremos luego, en torno a toda la antropologı́ a en general. Tal como lo hizo el mismo Lé vi‑Strauss en sus añ os mozos. Má s allá de que se declare como estructuralista (Viveiros 1992a y 2002a), inclusive hablando de “my structuralist habitus” (Viveiros 2012a: 93), está bastante claro que el má s interesado en desaparecer al estructuralismo de la faz de las “teorı́ as” antropoló gicas es el mismo Viveiros. Quizá s por eso dirı́ a, añ os despué s, “yo siempre he escogido traicionar a Lé vi‑ Strauss” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 238), es decir, “Lo ad ‑ miro porque ha sido mi maestro, he aprendido antropologı́ a con é l, pero no creo que sea perfecto o que haya dicho todo, tampoco creo que todo lo que ha dicho es perfecto” (Ibı́ d. 242). A este punto, queda por decir que si algo ha de proyectar el estructuralismo es cualquier cosa menos 팇갇ilosofı́ a y lo dijo el mismo Lé vi‑Strauss asumiendo, claro está , que no todo lo que dijo haya sido correcto pero si perseguimos una lectura objetiva, como la que Viveiros supongo que persigue, no estarı́ a mal hacerlo respetando las fuentes. Lé vi‑Strauss dirı́ a mediante una amplia cuota de autocomplacencia: Soy un cientı́ 팇갇ico y en esto mi desacuerdo con Sartre es bastante profundo, porque a pesar de todo é l piensa –[…]‑ que la 팇갇ilosofı́ a es la que tiene jurisdicció n sobre la ciencia, mientras que yo por el contrario considero que esta ú ltima es la que tiene jurisdicció n sobre la 팇갇ilosofı́ a. (Lé vi‑Strauss citado en Caruso en Lé vi‑Strauss 1976: 80)
¿Cuá l es esa “팇갇ilosofı́ a por venir” que proyecta el estructuralismo segú n Viveiros? El etnó logo brasilero dirá : “Al de팇갇inir las Mitológicas como el mito de la mitologı́ a y el conocimiento antropoló gico como una transformació n de la praxis indı́ gena, la antropologı́ a lé vistraussiana proyecta una 팇갇ilosofı́ a por venir: El Anti‑Narciso” (Viveiros 2010: 239) (Ver tambié n Viveiros
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … 2008b: 60‑61). Esta idea, como veremos má s adelante, será el eje que lo revolucione todo. Dicho de otra forma: Las relaciones que constituyen las narrativas amerindias, má s que formar totalidades combinatorias en distribució n discreta, en variació n concomitante y tensió n representacional con los realia socio‑etnográ 팇갇icos, ejempli팇갇ican en un grado que podrı́ a decirse de verdadera ejemplaridad los principios de “conexió n y heterogeneidad”, “multiplicidad”, “ruptura asigni팇갇icante” y “cartografı́ a” que Deleuze y Guattari contrapondrá n a los modelos estructurales en nombre del cé lebre concepto de “rizoma”: rizoma, el concepto mismo de la antiestructura, el emblema del posestructuralismo. (Viveiros 2008b: 54)
Si el té rmino estructuralismo postestructuralista les suena confuso o en el peor de los casos, contradictorio, les advierto que para entender al perspectivismo será necesario abandonar la ló gica má s sencilla pues es ciertamente eso, a mi decir, lo que Viveiros construye cuando dice que “La obra de Lé vi‑Strauss, desde muy temprano, contiene un subtexto o un contratexto posestructuralista” (Viveiros 2008b: 56, 2008c: 134 y 2010: 229) o, en un curioso ejemplo, cuando a팇갇irma que en Lé vi‑Strauss existe “un estructuralismo […] subquá ntico. De todos modos, los antropó logos siempre han practicado la teorı́ a de las cuerdas, quiero decir de las relaciones” (Viveiros 2010: 230). Esta clase de desplazamientos retó ricos entre una postura y otra, que en otro tipo de investigaciones cientı́ 팇갇icas pasarı́ an por sintomá ticas, son caracterı́ sticas para el caso del perspectivismo amerindio. La indeterminació n de si realmente estamos frente a una variante estructuralista o de una variante postestructuralista es un hecho constante que, espero, no sea leı́ do como muestra de buena salud metodoló gica –como intuyo ha sucedido todo este tiempo. La indeterminació n, poca clari팇갇icació n, nubosidad o como quiera que se le llame, en torno a señ alamientos metodoló gicos o epistemoló gicos, no deberı́ a, bajo ninguna razó n por má s esté tica que se muestre, ser señ al de frescor teó rico sino todo lo contrario. En un texto de mi colega Mario Sá nchez Dá vila, la confusió n en torno a la clari팇갇icació n teó rica del perspectivismo es un bien ciertamente apreciable: ¿un estructuralismo sin estructuras? Mejor todavı́ a: un (post)estructuralismo preocupado por otra noció n de estructura. Un (post)estructuralismo que reconoce la existencia de innumerables estructuras y que no admite la existencia de una estructura de las estructuras. Un (post)estructuralismo que ya no está obstinado cerradamente en la bú squeda de estructuras elementales, sino que está abiertamente preocupado por la bú squeda de elementos estructurales. Un (post)estructuralismo que no piensa la sociedad y la cultura a partir de las estructuras, sino que piensa las estructuras a partir del estudio de la sociedad y la cultura. Un (post)estructuralismo (un neo‑lé vi‑straussismo o, si se pre팇갇iere, un lé vi‑straussismo no ortodoxo) que supera la dicotomı́ a oposicional entre las teorı́ as objetivistas de las prá cticas sociales determinadas por estructuras sociales y agencialidad neutralizada del sujeto visto como soporte y las teorı́ as subjetivistas de las prá cticas sociales determinadas por acciones individuales. (Sá nchez Dá vila 2013: 197‑198)
Por má s que se esté de acuerdo o no con las premisas perspectivistas es imperativo notar la terrible confusió n que nos rodea. ¿Se trata de una postura estructuralista, postestructuralista o N.A.? Aquı́ he podido notar este incidente dado que estas lı́ neas constituyen una aprehensió n crı́ tica, no obstante, ¿sucederá igual con aquellos perspectivistas declarados que no tienen intenció n crı́ tica alguna? ¿Se habrá n preguntado lo mismo que yo al leer a Viveiros? Nuevamente, intuyo que no. Quizá s por todo esto Viveiros dirı́ a que “el estructuralismo es como el totemismo; no ha existido nunca” (Viveiros 2010: 217).
3. La 㐰〼iloso㐰〼ía postestructural de Gilles Deleuze: la multiplicidad y sus extravíos. Una de las ideas comunes sobre el perspectivismo es que el postestructuralismo le in팇갇luenció de forma tardı́ a transformá ndolo en lo que actualmente es, no obstante, como ya hemos visto, sus relaciones con esta forma de pensamiento son visibles desde siempre. Si alguien sospecha que las exageraciones argumentativas han terminado al dejar atrá s la in팇갇luencia estructuralista valga decir que se equivoca ya que el postestructuralismo no es el mal menor, en realidad, es el elemento que inicia y completa al perspectivismo como postura autó noma. Lo que Viveiros propone, bá sicamente, es realizar un “aprofundamento de um diá logo possı́ vel entre Deleuze e a antropologia” (Viveiros 2007b: 96), es “restablecer cierta conexió n entre la antropologı́ a y la 팇갇ilosofı́ a pasando revista nuevamente a la problemá tica transdisciplinaria que se ha constituido a un lado y a otro de la imprecisa frontera entre estructuralismo y postestructuralismo” (Viveiros 2010: 24) –efecto que rotula una “sı́ ntese sociogené tica de intereses contraditó rios” (Viveiros 2007b: 110). Y, como si se tratase de un patró n, si Viveiros vistió al estructuralismo como postestructural, ahora vestirı́ a al postestructuralismo (de Gillez Deleuze y Felix Guattari) como expositor de una superació n estructural, especialmente cuando a팇갇irma que “Diferença e repetição e Lógica do sentido, pode ser visto como um projeto de desterritorializaçã o sistemá tica do estruturalismo” (Viveiros 2007b: 94) o que “El Anti‑Edipo es efectivamente un libro antiestructuralista” (Viveiros 2010: 124) (Ver tambié n Viveiros 2007b: 110), es la “obra mais radicalmente consistente, do ponto
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … de vista conceitual, e mais consistentemente radical, do ponto de vista polı́ tico, produzida na 팇갇iloso팇갇ia da segunda metade do sé culo XX” (Viveiros 2007b: 92). En un tono má s elegante: Esses dois livros, com efeito, marcam ao mesmo tempo a expressã o mais so팇갇isticada do estruturalismo 팇갇ilosó 팇갇ico e sua mais ousada radicalizaçã o, sua torçã o teó rica até um ponto de ruptura. Tal ruptura se tornará explı́ cita com o Anti‑Édipo, livro que foi um dos principais eixos de cristalizaçã o de um pó s‑estruturalismo em sentido pró prio, isto é , um estilo de pensamento que se desenvolveu como magni팇갇icaçã o dos aspectos mais inovadores do estruturalismo em relaçã o ao que “vinha antes”, mas també m como abandono (muitas vezes barulhento) de seus aspectos mais conservadores. (Ibı́ d. 94)
Ya no se trata simplemente de entender a la estructura como un rizoma sino de “reconceituar a estrutura como multiplicidade rizomá tica” (Viveiros 2012b: 154). Lé ase, reconceptualizar, no leer ni interpretar, ni traducir ni comprender. Reconceptualizar, es decir, volver a de팇갇inir tal concepto sin el riesgo de que su de팇갇inició n original quede en el olvido o se tergiverse completamente hasta volverse irreconocible. Ası́ , Viveiros se abrirı́ a camino a travé s de las referencias al postestructuralismo mediante uno de sus conceptos má s importantes, la noció n de multiplicidad[10], especı́ 팇갇icamente cuando a팇갇irmó que El Anti Edipo “expone e ilustra una teoría de las multiplicidades, sin duda el tema deleuziano que ha tenido la mayor repercusió n en la antropologı́ a contemporá nea” (Viveiros 2010: 100 y 2007b: 97); es má s, “el futuro de la noció n maestra de la antropologı́ a, la noció n de relació n, depende de la atenció n que la disciplina sepa prestar a los conceptos de diferencia y de multiplicidad” (Viveiros 2010: 180). Dirı́ a, entonces, Viveiros que lo que persigue es elaborar: Una teorı́ a posestructuralista de la relacionalidad, es decir, una teorı́ a que respete el compromiso “infundamental” del estructuralismo con una ontologı́ a relacional, no puede ignorar la serie construida por la 팇갇ilosofı́ a de Gilles Deleuze, el paisaje poblado por las 팇갇iguras de Leibniz, Spinoza, Hume, Nietzsche, Butler, Whitehead, Bergson y Tarde, ası́ como por las ideas de perspectiva, fuerza, afecto, há bito, acontecimiento, proceso, prensió n, transversalidad, devenir y diferencia. (Ibı́ d. 180‑181)
Lo central de esta discusió n es dar cuenta de las estrafalarias de팇갇iniciones que el mismo Viveiros da sobre dicha noció n, la cual no aparecerı́ a de forma elaborada hasta despué s de entrado el siglo XXI. De plano, Viveiros dirı́ a que “La multiplicidad es un sistema formado por una modalidad de sı́ ntesis relacional distinta de una conexió n o conjunció n de té rminos. Se trata de la operació n que Deleuze llama síntesis disyuntiva o disyunción inclusiva” (Viveiros 2010: 105 y 2007b: 99‑100) y cuyo objetivo es edi팇갇icar una “antisociologı́ a de las multiplicidades” (Viveiros 2010: 99 y 2007b: 96). Sin embargo, tal concepto no va a gozar de una de팇갇inició n que podrı́ amos tildar de canó nica o guı́ a pese a que es el mismo Viveiros quien destaca su nuclear importancia. En un margen aproximado de 3 añ os, Viveiros logra de팇갇inir la noció n de multiplicidad de diferentes maneras que, si nos ponemos rigurosos, pueden llegar a ser hasta divergentes. En un amplı́ simo pá rrafo realmente desconcertante que muy probablemente nos quite el sueñ o un par de dı́ as, Viveiros nos dice que: La multiplicidad no es algo má s grande que la unidad, algo ası́ como una pluralidad o una unidad superior; má s bien es algo como menos que uno, obtenido por sustracció n […]. Toda multiplicidad esquiva la coordinació n extrı́ nseca impuesta por una dimensió n suplementaria (n+1: n y su “principio”, n y su “contexto”, etc.); la inmanencia de la multiplicidad es autoposició n, anterioridad al contexto mismo. Las multiplicidades son tautegó ricas, igual que los sı́ mbolos wagnerianos que, poseyendo su medida interna propia, “se representan a sı́ mismos” (Wagner, 1986). Una multiplicidad es un sistema de n‑1 dimensiones (Deleuze y Guattari, 1980: 13, 27, 31) en el que Uno opera solamente como lo que es preciso sustraer para producir el mú ltiplo que entonces se crea por “destrascendencia”; mani팇갇iesta “una organizació n propia del mú ltiplo en cuanto tal, que no tiene ninguna necesidad de la unidad para formar un sistema” (Deleuze, 1968; 236) Las multiplicidades son, ası́ , sistemas cuya complejidad es “lateral”, refractaria a la jerarquı́ a o a cualquier otra forma de uni팇갇icació n trascendente, una complejidad de alianza má s que de 팇갇iliació n, digá moslo para anticipar el argumento central de este ensayo. Como se forman en el lugar y en el momento en que lı́ neas intensivas abiertas (lı́ neas de fuerza y no lı́ neas de contorno, Deleuze y Guattari, 1980; 621) conectan elementos heterogé neos, los rizomas proyectan una ontologı́ a fractal que ignora la distinció n entre “parte” y “todo”. Una concepció n de la complejidad má s bien barroca que romá ntica, como señ ala Kwa (2002). En realidad, la multiplicidad es el cuasi‑ objeto que viene a reemplazar las totalidades orgá nicas del romanticismo y a las asociaciones ató micas de la Ilustració n que parecı́ an agotar las posibilidades de que disponı́ a la antropologı́ a; por lo tanto, la multiplicidad invita a una interpretació n completamente diferente de los megaconceptos emblemá ticos de la disciplina, Cultura y Sociedad, hasta el punto de volverlos “teó ricamente obsoletos” (Strathern et al., 1996 [1989]. (Viveiros 2010: 103‑104 y 2007b: 98‑99)
Má s allá de las tı́ picas y predecibles proposiciones a medias, frases entrecortadas, elipsis
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … disfuncionales, notaciones matemá ticas, comillas insinuadoras y adjetivos realmente extrañ os para el tema que trata, sumado al descuido sintá cticamente estraté gico y propositivo de otorgarle a una noció n que no ha comprobado su e팇갇icacia en té rminos antropoló gicos (Reynoso 2014 y 2015) el logro de reinterpretar la disciplina entera (una reinterpretació n con sabor a reforma), podrı́ amos disgregar las proposiciones que encontramos en este tipo de pá rrafos para dar cuenta de su cantidad de incorrespondencias. La multiplicidad como tal, a decir del mismo Viveiros, conlleva una de팇갇inició n que se expresa de formas feroces. Prá cticamente en una misma pá gina de texto, para Viveiros “Una multiplicidad es diferente de una esencia, las dimensiones que la componen no son ni propiedades constitutivas ni criterios de inclusió n clasi팇갇icatoria” (Viveiros 2010: 102 y 2007b: 98), “La multiplicidad es el modo de existencia de la diferencia intensiva pura” (Viveiros 2010: 102 y 2007b: 98) y “La multiplicidad es ası́ el metaconcepto que de팇갇ine cierto tipo de entidad cuya imagen concreta es el “rizoma”” (Viveiros 2010: 102 y 2007b: 97), enlazando ası́ , mediante la acostumbrada falta de elaboració n conceptual, la multiplicidad con el rizoma. A este respecto, espero el lector optimista no piense que se trata de caracterı́ sticas o propiedades conjuntas ya que, en realidad, se tratan de inde팇갇iniciones amontonadas que pasan por conformar de팇갇iniciones de apariencia compleja. Viveiros dirá , en referencia a la nueva menció n, que: Un rizoma no se comporta como una entidad y tampoco de팇갇ine un tipo; es un sistema reticular a‑centrado formado por relaciones intensivas (“devenires”) entre singularidades heterogé neas que corresponden a individuaciones extra sustantivas, o a acontecimientos (las “ecceidades”). Ası́ una multiplicidad rizomá tica no es realmente un ser, sino un agenciamiento de devenires, un “entre”, una difference engine, o má s bien el diagrama intensivo de su funcionamiento. (Viveiros 2010: 102‑103 y 2007b: 98)
Má s allá del “rizoma como sistema reticular a‑centrado”, fó rmula que en sı́ misma y dentro del texto no signi팇갇ica ni funcionaliza nada, y su traslape, mediante un descontinuado y aparente conector de consecuencia (“Ası́ ”), hacia algo llamado “multiplicidad rizomá tica”, observamos que la clase de comprobaciones formales para tal tipo de argumentació n simplemente no existen. No obstante, uno encuentra la razó n de tales inexistencias pues apenas un par de añ os despué s Viveiros darı́ a (por 팇갇in) la de팇갇inició n má s bá sica y usual de la noció n de multiplicidad, no por lo bien elaborada sino porque despué s de toda la retó rica anterior se llega a cierta claridad al de팇갇inir a “la multiplicidad como un tipo de pluralidad” (Viveiros 2010: 58). Como se observa, tal de팇갇inició n prescinde de todo cará cter té cnico y hasta de toda retó rica postestructural previamene elaborada por el mismo Viveiros, para dejarnos 팇갇inalmente con la versió n má s simple, coloquial, no obstante, igualmente equivocada. A este nivel, parece que Viveiros pertenece a ese grupo inde팇갇inido de pensadores, dentro del cual podrı́ amos mencionar tambié n a Alfred Schutz o al Pierre Bourdieu de Meditaciones pascalianas, cuya fama les invita a escribir pá rrafos y pá ginas completas de modo confuso y/o mı́ stico para que despué s, apenas en un par de lı́ neas, expliquen en lenguaje sencillo qué es lo que realmente quisieron decir. Pienso que si esa clase de acadé micos se ahorrase tanta re팇갇lexió n banal en pro de un lenguaje sencillo, claro y comprensible muchos textos tendrı́ an mucho menos hojas de las que realmente ostentan. No su팇갇iciente con lo que acabamos de ver, la noció n de multiplicidad sufrirı́ a una progresió n conceptual, esta vez ya no hacia la noció n de rizoma sino hacia la de devenir: O conceito de devir designa uma relaçã o cuja apreensã o é di팇갇icultosa dentro do quadro analı́ tico do estruturalismo, no qual as relaçõ es funcionam como objetos ló gicos molares, apreendidos essencialmente em extensã o (oposiçõ es, contradiçõ es, mediaçõ es). Devir é uma relaçã o real, molecular e intensiva que opera em um registro outro que o da relacionalidade ainda apenas epistê mica do estruturalismo. A sı́ ntese disjuntiva do devir nã o é possı́ vel segundo as regras dos jogos combinató rios das estruturas formais; ela opera nas regiõ es longe do equilibrio habitadas pelas multiplicidades reais. […] um devir é um movimiento que desterritorializa ambos os termos da relaçã o que ele estabelece, extraindo‑os das relaçõ es que os de팇갇iniam anteriormente para associá ‑los atravé s de uma nova “conexã o parcial”. (Viveiros 2007b: 116)
De otra forma: Produçã o e devir: dois movimentos distintos, cuja relaçã o seria preciso determinar. Ambos envolvem a natureza, ambos sã o intensivos e pré ‑representativos; em certo sentido, eles sã o dois nomes de um só movimento:o devir é o processo do desejo,o desejo é a produçã o do real,o devir e a multiplicidade sã o uma coisa só , o devir é um rizoma,e o rizoma é o processo de produçã o do inconsciente.Mas em outro sentido — “sentido” també m no sentido de direçã o — eles nã o sã o, de팇갇initivamente,o mesmo movimento: entre a produçã o e o devir, o trajeto não é o mesmo nos dois sentidos. (Ibı́ d. 117‑118)
Má s allá de producció n, proceso, cosa, rizoma y otros, devenir es tambié n una alianza: Todo devir é uma aliança. O que nã o quer dizer, repita‑se, que toda aliança seja um
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … devir. Há a aliança extensiva, cultural e sociopolı́ tica, e há a aliança intensiva, anti‑ natural e cosmopolı́ tica. Se a primeira distingue 팇갇iliaçõ es, a segunda confunde espé cies, ou melhor, contra‑efetua por sı́ ntese implicativa as diferenças contı́ nuas que sã o atualizadas, no outro sentido (o caminho nã o é o mesmo nos dois sentidos), pela sı́ ntese limitativa da especiaçã o descontı́ nua. (Ibı́ d. 119)
En el texto mencionado, Viveiros logra acuñ ar, en referencia a la noció n de devenir y de manera similar a lo sucedido con la de multiplicidad, tantas de팇갇iniciones sean posibles sin importar siquiera la sintaxis gramatical pues, como se aprecia, producció n, devenir, pre‑ representació n, proceso, cosa, rizoma, inconsciente, en 팇갇in, son todos combinados en pá rrafos indigestos supuestamente destinados a otorgar cierta claridad pero su falta de ló gica argumentativa, en aparente bú squeda de una radical polisemia, no pinta ni cuaja nada. Es como si Viveiros redactara sus investigaciones teniendo al lado, a modo de diccionario de un sinó nimos y antó nimos, El Anti‑Edipo para ver qué palabra calza mejor al momento de la redacció n. A estas alturas, ya no creo que sea necesario elaborar lo que por sı́ mismo, exposició n mediante, se deja en evidencia. Luego de tanto, mediante la ya conocida falta de correspondencia proposicional, Viveiros a팇갇irmarı́ a que “Si no hay entidad sin identidad, no hay multiplicidad sin perspectivismo” (Viveiros 2010: 103 y 2007: 98), que “Comparar multiplicidades ‑sistemas de comparaçã o em si mesmas e de si mesmas‑ é determinar seus modos caracterı́ sticos de divergirem, suas distâ ncias internas e externas” (Viveiros 2007: 101) o que “A comparaçã o de multiplicidades ‑ em outras palavras, a comparaçã o enquanto produçã o de multiplicidade (ou “invençã o da cultura”)” (Ibı́ d. 102), revelando ası́ , otra vez en lenguaje sencillo, que “A noçã o de multiplicidade é a chave” (Viveiros en citado Barcelos Neto et al. 2006: 181), má s allá de que a nivel demostrativo su fundamento no aparezca. Finalmente, el etnó logo brasilero se preguntará “¿Qué podrı́ a hacer el papel de variedad para la antropologı́ a?” (Viveiros 2010: 107‑108), pasando ası́ , subrepticiamente, de multiplicidad a variedad, la cual es entendida como pluralidad. De esta forma, mediante este acto de encaletamiento y disfrazado conceptual, que advino desde el postestructuralismo deleuziano y la geometrı́ a riemanniana, es relativamente sencillo inferir cual será la utilidad que adquirirá para la disciplina: La multiplicidad deleuziana es el concepto que parece describir mejor no só lo las nuevas prá cticas de conocimiento propias de la antropologı́ a, sino tambié n los fenó menos de las que estas se ocupan. Su efecto es ante todo liberador. Consiste en hacer pasar una lı́ nea de fuga entre los dos dualismos que forman de alguna manera los muros de la prisió n epistemoló gica en que está encerrada la antropologı́ a (Viveiros 2010: 100 y 2007b: 97)
Con el correr del tiempo, Viveiros insistirı́ a a travé s de enormes pá rrafos realmente ilegibles: O perspectivismo nã o a팇갇irma a existê ncia de uma multiplicidade de pontos de vista, mas sim a existê ncia do ponto de vista como multiplicidade. Só existe “um” ponto de vista, aquele que os humanos compartilham – como o â nus – com quaisquer outras espé cies de seres: o ponto de vista da cultura. O que varia é o correlativo objetivo do ponto de vista: o que passa pelo nervo ó tico (ou o tubo digestivo) de cada espé cie. Em suma, o perspectivismo nã o supõ e uma Coisa‑em‑Si parcialmente apreendida pelas categorı́ as de entendimento pró prias a cada espé cie. Nã o creio que os ı́ ndios imaginem que exista uma coisa‑em‑si que os humanos veem como sangue e onças como cauim; nã o se trata de substâ ncias autoidê nticas diferentemente categorizadas, mas de multiplicidades imediatamente relacionais do tipo sanguecauim, barreiromaloca, grilopeixe. Nã o existe um “X” que seja sangue para uma espé cie e cauim para a outra: o que existe é imediatamente um sanguecauim, uma das singularidades caracterı́ sticas da multiplicidade humanonça ou jaguaromem. O que de㤠ㄭine essas multiplicidades perspectivas é sua incompatibilidade. Um humano e uma onça nã o podem ser gente no mesmo momento; é impossı́ vel experimentar sangue como cauim sem já ‑ter‑virado onça. O perspectivismo a팇갇irma que cada espé cie vê a si mesma como gente; contudo, a팇갇irma també m que duas espé cies nã o podem ver uma à outra como gente ao mesmo tempo. Cada espé cie tem de ser capaz de nã o perder de vista (por assim dizer) o fato de que os outros veem a si mesmos como gente e, simultaneamente, sã o capazes de esquecer este fato, ou seja, de “deixar de vê ‑lo”. (Viveiros 2011a: 898)
Tal como se observa, se sigue vinculando conceptos que vistos ló gicamente en solitario tendrı́ an poco en comú n, no obstante, tampoco se trata de que cobren cierto sentido cuando se les junta sino de que tal reunió n implica má s un derroche imaginativo que un proceso de desarrollo conceptual que cualquier mortal pueda luego replicar a ver hasta dó nde camina la cosa; ¿podrá alguien replicar estos argumentos supuestamente guiados por una ló gica deductiva segú n lo señ aló el mismo Viveiros? ¿Podrá alguien siquiera entender de qué trata el asunto? Lo curioso es que, como veremos luego, la capacidad aplicativa del perspectivismo para tener algo que decir sobre cualquier cosa, inclusive má s allá de “lo amerindio” (por problemá tica que suene la etiqueta), es realmente envidiable. Sin embargo, apuesto que en esta clase de discursos la aplicabilidad potencial depende má s de los vacı́ os argumentativos,
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … de lo que no se dijo, que en buena ciencia cumplen el papel de limitar las aplicabilidad de algú n marco, que en sı́ permitirla a diestra y siniestra sin ningú n tipo de cautela. Lo que podemos ir concluyendo sobre la noció n de multiplicidad es que se le otorga un signi팇갇icado má s literal que té cnico, uno investido má s de una apabullante retó rica 팇갇ilosó 팇갇ica u pseudocientı́ 팇갇ica má s cercana al misticismo cuá ntico que a los planteos formales que contribuirı́ an a la naturaleza del concepto al que el mismo Viveiros re팇갇iere. El etnó logo brasilero comprende a la multiplicidad como variabilidad o hasta pluralidad sin comprender que tal concepto tiene una de팇갇inició n estrictamente clara (Reynoso 2015), sin embargo, forma parte integrante y elemental de aquello que 팇갇inalmente podemos llamar perspectivismo amerindio como tal, per se, el constituido, el cerrado, el completo. Como hemos podido atestiguar, Viveiros realiza un desplazamiento desde su versió n particular del estructuralismo inclinado hacia su versió n particular del rizoma. Inclusive nos dice que “el desafı́ o que yo vengo plateá ndome desde hace algú n tiempo es el de có mo releer las Mitológicas a partir de todo lo que Mil mesetas me ha “desenseñ ado” sobre la antropologı́ a” (Viveiros 2010: 69) ya que “Deleuze fue el 팇갇iló sofo con quien yo sentı́ má s a팇갇inidad desde el punto de vista de mi proyecto intelectual” (Viveiros 2013a: 266). Vemos tambié n el abandono de aquellos procesos epistemoló gicos que caracterizarı́ an la formalizació n de estructuras y, que a decir verdad, está n má s que ausentes en el rizoma (Deleuze y Guattari 2002) (Reynoso 2014 y 2015). Ahora podemos comprender por qué Viveiros a팇갇irmó que la multiplicidad (o la variedad o la pluralidad, no se sabe bien) tenı́ a como objetivo liberar a la antropologı́ a de la “prisió n epistemoló gica” pues esta clase de argumentos parecen estar a favor de cualquier planteamiento que permitan establecer especulaciones sin ningú n tipo de regulació n metodoló gica ni gramatical por má s bá sica que sea. Planteamiento (afı́ n al postestructuralismo de Lé vi‑Strauss y la preferencia por Deleuze) y retó rica posibilitan tal destino.
4. Postestructuralismo, perspectivismo y ciencia social. Casi al 팇갇inal de todo el recorrido, uno se pregunta ¿por qué insistir en Deleuze? Si ya Reynoso desmontó la rizomá tica (Reynoso 2014) y, en un magno ejercicio de producció n intelectual, hizo lo mismo un añ o despué s con las antropologı́ as postestructuralistas que le rendı́ an culto (Reynoso 2015), ¿por qué todavı́ a se les toma en cuenta como referentes productivos? Serı́ a el mismo Viveiros quien nos darı́ a pistas sobre ello. A novidade da 팇갇iloso팇갇ia de Deleuze foi logo percebida pelas mú ltiplas polı́ ticas contraculturais que emergiram de 68, pela arte experimental e pelos movimentos de minorias, em particular por algumas correntes do mais importante de todos eles, o feminismo. Nã o muito mais tarde, ela foi incorporada ao repertó rio conceitual de novos projetos estraté gicos de antropologia simé trico‑re팇갇lexiva, como os science studies, e foi reivindicada por algumas disquisiçõ es in팇갇luentes sobre a dinâ mica do capitalismo tardio. (Viveiros 2007b: 93)
Viveiros declara que, en su apelació n por el postestructuralismo, su generació n se hallaba “insistindo romanticamente […] que um outro mundo é possı́ vel” (Ibı́ d. 92), ideal que no solamente movı́ a a los seguidores del postestructuralismo sino tambié n a los de la posmodernidad, los cuales solı́ an situarse, en algunas ocasiones de forma pedante, por encima de la razó n, la ciencia, la epistemologı́ a y la metodologı́ a (Reynoso 1991). Este es el motivo por el cual parecı́ a que construı́ an argumentos faltos de toda coherencia y será la circunstancia por la cual esto siga ocurriendo. Aquı́ en Latinoamé rica, polı́ tica vence por sobre razó n. Quizá s por lo anterior James Williams dirı́ a, en una lectura relativamente actual, que “el postestructuralismo no se centra principalmente en el modelo de la ciencia […]. En su lugar, este modelo es criticado y tratado, incluso a veces ignorado en favor de modelos má s esté ticos” (Williams 2005: 15), motivo por el cual dirı́ a que el “Postestructuralismo es práctica” (Ibı́ d. 6). Recué rdese que los postestructuralistas eran 팇갇iló sofos o literatos quienes, por lo general, tenı́ an una imagen contestarı́ a frente la ciencia; Foucault, por ejemplo, a팇갇irmaba que “es inú til decir que las "ciencias humanas" son falsas ciencias; [pues] no son ciencias en modo alguno” (Foucault 2007: 355), efecto que Viveiros aparentemente continua al decir que “as ciê ncias sociais, na ideologia o팇갇icial, sã o ciencias provisó rias, precá rias, de segunda classe" (Viveiros citado en Sztutman, Nascimento y Marras en Sztutman 2008: 40), sin embargo, paradó jicamente tambié n reconocerı́ a a la antropologı́ a como una ciencia pese a que el discurso perspectivista no se caracteriza por su pulcritud metodoló gica sino, como espero hayamos podido apreciar, por todo lo contrario. Ahora se entiende por qué Viveiros a팇갇irmarı́ a que “A relevâ ncia para a antropologia da obra de Deleuze e Guattari é no mı́ nimo tã o grande quanto a de pensadores como Michel Foucault ou Jacques Derrida” (Viveiros 2007b: 92) pues “Os livros que escreveram sã o obras complexas, de leitura difı́ cil, que requerem um preparo 팇갇ilosó 팇갇ico considerá vel” (Viveiros citado en Cesarino y Cohn en Sztutman 2008: 165). Como se observa, las claves de su pensamiento radican má s en un sentimiento de añ oranza polı́ tica que sobre la posibilidad de crear conocimiento 팇갇iable que, de facto, pueda subsanar cuestiones concretas, sin embargo, esta sana inspiració n, que acondiciona el aspecto polı́ tico del perspectivismo, no puede ser motivo de crı́ tica. Lo que sı́ puede observarse es que, bajo la inspiració n que sea, Viveiros enarbola conceptos té cnicamente incorrectos, construye
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … argumentos ló gicamente imposibles y arma proposiciones metodoló gicamente insostenibles, aun recurriendo a la ciencia, má s allá de las usuales y ausentes comprobaciones. Esto genera que me pregunte hasta qué punto es posible dejarse llevar por un ideal polı́ tico si es que este va a distorsionar y tergiversar la ló gica investigativa en su totalidad[11]. En relació n a este in팇갇lujo entre 팇갇ilosofı́ a y ciencias sociales, Viveiros mencionarı́ a tambié n otros aportes de acadé micos franceses estrechamente vinculados al postestructuralismo. En principio, está n las referencias al conocido Michel Foucault (Sztutman 2008), al psicoanalista francé s Jacques Lacan (Sztutman 2008) como tambié n al 팇갇iló sofo Jacques Derrida (Sztutman 2008) (Viveiros 2010) (Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014) en referencia a su, tildado por Viveiros “mé todo de deconstrucció n” (Viveiros 2010: 87), a pesar que el mismo Derrida habı́ a rechazado tal atribució n metodoló gica hace mucho tiempo (Derrida 1997). Má s allá , encontramos menciones al giro lingü ı́ stico (Viveiros 2007b y 2010), a Ludwig Wittgenstein (Viveiros 2012a), menciones conjuntas a lo que se conoce como French theory (Viveiros 2007b y 2010) en relació n a aquel pensamiento francé s posguerra (Cusset 2008) y, por si fuera poco, a aquel 팇갇iló sofo que podrı́ amos tildar de ser el padre del pensamiento francé s del siglo XX, es decir, a Martin Heidegger (Sztutman 2008) (Viveiros 2012b). Ya a este nivel (aunque a decir verdad desde hace mucho) la exé gesis etnoló gica perspectivista ha devenido casi en su totalidad en un debate meramente bibliográ 팇갇ico muchas veces aburrido cuyo entrecruzamiento mediante referencias etnográ 팇갇icas y 팇갇ilosó 팇갇icas, desgastadas por la usanza y de procedencia dudosa, delibera en busca de un insight que ilumine, trastocando, la oscura imaginació n de esta nueva forma de hacer antropologı́ a. Puede que el perspectivismo sea una corriente postestructuralista pero Viveiros se ha formado cientı́ 팇갇icamente y habla desde el locus de una disciplina cientı́ 팇갇ica, por tanto, se espera que sus re팇갇lexiones se vean iluminadas mı́ nimamente por tal campo. Que haya elegido las in팇갇luencias postestructuralistas es otro tema que no lo exenta de crı́ ticas –que no se crea que porque uno se autodenomina postestructuralista, a pesar de a팇갇irmar que hace ciencia, no le van a caer las observaciones. Recordemos, pues, que aquella importante crı́ tica elaborada por el teó rico social Jon Elster a la French theory, a la que acusó de obscurantista (Elster 2013), estuvo dirigida hacia aquellas corrientes antropoló gicas y socioló gicas que se dejaron in팇갇luenciar por aquel estilo de pensamiento entre los que se encuentran Bruno Latour, Pierre Bourdieu, Michel Foucault, Jacques Lacan, Alain Badiou y, nada má s y nada menos que, Lé vi‑ Strauss. Es má s, Elster tildó el tratamiento lé vistraussiano de la mitologı́ a amerindia como “impenetrable y falto de validez intersubjetiva. […] má s cercano a la numerologı́ a o a la astrologı́ a que a la ciencia” (Elster 2013: 4), acusació n que de seguro se referı́ a a las Mitológicas, obra criticada por unos pero usada por Viveiros y compañ ı́ a como eje teoré tico de sus planteamientos. Quizá s por esto Reynoso dijo que: Es sorprendente que Viveiros no solo reconozca esa deuda intelectual sino que dé por sentada la correcció n del aná lisis estructural del mito, un simulacro de mé todo en el que el grueso de la comunidad antropoló gica nunca pudo creer verdaderamente y que a esta altura del siglo ya carece de toda credibilidad fuera de la corriente principal de la antropologı́ a francesa y del alumnado levi‑straussiano en Brasil, Mé xico y quié n sabe dó nde má s (cf. Bartolomé 2014; Já uregui y Gourio 1986: passim; Perrin 2012: 547‑548). Una revisió n apretada de la producció n de Descola y de Viveiros nos revela que, en efecto, la crı́ tica que la antropologı́ a anglosajona en pleno ha formulado a la analı́ tica estructuralista (desde Marvin Harris a Clifford Geertz, desde Adam Kuper a Terence Turner [1990], desde Paul Shankman a Edmund Leach, desde Stanley Diamond hasta David Schneider, desde Morris Freilich hasta Jose Rubio Carracedo, desde Joanna Overing hasta Jonathan Hill) ni siquiera fue tomada en cuenta. Raro concepto este de lo que debe ser una antropologı́ a crı́ tica y re팇갇lexiva. (Reynoso 2015: 262)
Estoy má s que seguro que si Elster volviese a elaborar su crı́ tica el perspectivismo amerindio estarı́ a incluido en esa nueva lista. Bajo ese mismo talante, má s o menos, se han escrito todas las crı́ ticas a las que atenderemos posteriormente, incluida esta. Ya a este nivel me pregunto, si lo que se busca es hacer ciencia ¿por qué dejarse in팇갇luenciar por aquellos paradigmas que peor se desenvolvieron en el plano cientı́ 팇갇ico justamente porque sus realizadores no eran cientı́ 팇갇icos ni buscaban serlo? Má s allá de mis especulaciones en torno al tema, algunas preguntas quedan simplemente en el vacı́ o. Quizá s, si algú n allegado a Viveiros se cruza con estas lı́ neas y quiere hacerle esta pregunta, o algunas otras que hayan sido inspiradas por este texto, estarı́ a del todo agradecido pues hasta ahora todas las entrevistas que he podido leer, que no han sido pocas (Sztutman, Nascimento y Marras en Sztutman [1999] 2008) (Lagrou y Belaunde 2001) (De Menezes Bastos y Rial en Szutman [2002] 2008) (Moura en Sztutman [2002] 2008) (Royoux en Sztutman [2004] 2008) (Dı́ as Jr. et al. en Sztutman [2006] 2008) (Goldman et al. en Sztutman [2006] 2008) (Barcelos Neto et al. 2006) (Cesarino y Cohn en Sztutman [2007] 2008) (Belaunde 2007b) (Belaunde en Sztutman 2008) (Sztutman y Marras en Sztutman 2008) (Ferná ndez Bravo 2012) (Lambert y Barcellos 2012) (Viveiros 2013a) (Bull 2014), solo han cumplido papeles rotundamente apologé ticos, poco inteligentes y nada cuestionadores, asemejá ndose má s al periodista mediocre y temeroso que se rinde ante la convenida investidura de su interlocutor contribuyendo a que este continue en su cumbre.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … 5. Entre posmodernidad y complejidad. Desde hace un tiempo atrá s se ha identi팇갇icado a la posmodernidad como una é poca donde las ideas de las teorı́ as de la complejidad y el caos habrı́ an encontrado un sitial idó neo. Se dice que la primera piedra la pudo haber lanzado el 팇갇iló sofo francé s Jean‑Francois Lyotard, quien mediante algunas referencias hacia la complexity science, en su famoso texto La condición posmoderna (1986), de팇갇inió a la “ciencia posmoderna como investigació n de inestabilidades”. Luego, Gilles Deleuze habrı́ a repetido el plato en relació n al concepto de multiplicidad (Deleuze y Guattari 2002) (Reynoso 2014 y 2015) como tambié n, actualmente, el 팇갇iló sofo Edgar Morin a travé s del llamado “pensamiento complejo” (Morin 2009)[12]. El escá ndalo en torno a una posible posmodernidad compleja hizo que muchos le prestaran cré dito a esta clase de menciones a las ciencias de la complejidad convirtié ndola en una de las tantas modas acadé micas que existen y perduran hasta la actualidad. A este respecto, el epistemó logo argentino Rolando Garcı́ a dijo: “Pocas veces en la historia de la ciencia se ha hecho tanta utilizació n abusiva de té rminos que se introdujeron en la ciencia de una manera muy precisa, pero cuya extrapolació n ha dado lugar a mitos y so팇갇ismas de todo tipo” (Garcı́ a 2005). Si hace rato dije que las teorı́ as del marco teó rico del perspectivismo amerindio eran variadas y epistemoló gicamente distantes, pues bien, si no ha sido su팇갇iciente con lo anterior podemos decir 팇갇inalmente que hemos llegado a tal punto. Dado que el perspectivismo amerindio descendiente teó ricamente del postestructuralismo de Deleuze, las referencias metafó ricas y disfuncionales hacia las ciencias de la complejidad son continuas y radicales. De igual manera que con el concepto de multiplicidad, una mejor crı́ tica a esta clase de atribuciones cienti팇갇icistas el lector las puede hallar en otra parte de manos de un experto en el tema de antropologı́ a y ciencias de la complejidad (Reynoso 2006, 2014 y 2015), de modo que aquı́ solamente atenderemos a destacarlas para develar uno que otro truco. Y es que para el caso del perspectivismo las metá foras hacia la teorı́ a de sistemas y las ciencias de la complejidad estuvieron presentes en su retó rica mucho antes de que esta se autonomice. Los ejemplos má s icó nicos son aquellas tempranas aproximaciones en torno a los llamados “sistemas amazó nicos de parentesco” (Viveiros 1992a), el cual le valió un debate con Françoise Hé ritier‑ Augé y a su “thé orie des systè mes semi‑complexes” (Viveiros 1993: 117), la cual es descrita por Viveiros como “une gé né ralisation de la formule patrilaté rale de Levi‑Strauss” (Ibı́ d. 122) pues “la semi‑complexité est structurellement ré ductible au sché matisme é lementaire” (Ibı́ d. 128). En otras menciones, Viveiros hablará de “processus stochastiques” (Ibı́ d. 133) y hasta de una “caracté risation lé vi‑straussienne de la semi‑complexité (et de la complexité )” (Ibı́ d. 133), muestras que desde muy temprano nos darı́ an pistas sobre el tipo de lectura al que serı́ a sometido el estructuralismo. Luego, se habları́ a de una “complejidad amazó nica” (Viveiros y Fausto 1993) la cual se inscribı́ a en té rminos de “semi‑complexe” (Ibı́ d. 143), de “une vé ritable complexité ” (Ibı́ d. 143), de “principes complexes” (Ibı́ d. 153), entre otras notaciones. En lo relativo a la antropologı́ a posmoderna (Reynoso 1991), a la cual Viveiros harı́ a referencias desde muy temprano, se encuentran las menciones a la antropologı́ a dialó gica, la cual gesta un “dialogic complex” (Viveiros 1992b: 285), como tambié n temá ticas relacionadas a la polifonı́ a y coautorı́ a etnográ 팇갇ica (Viveiros 1992a), estilos que en ese tiempo tenı́ an cierta audiencia. Apenas unos añ os despué s, este tipo de menciones propiciaron un debate, con agresiones de por medio, con Francoise Hé ritier‑Augé y E. Copet‑Rougier en el cual se acusó a Viveiros de tener una “dé marche «idé ologique»” (Hé ritier‑Augé y Copet‑Rougier citados en Viveiros 1994: 181), de haber realizado una “«lecture hâ tive, simpli팇갇icatrice et biaisé e»” (Ibı́ d. 181), de ostentar un “usage «spé cieux» du langage” (Ibı́ d. 181) y de confundir entre “«modè le» et «diagramme»” (Ibı́ d. 181). Crı́ ticas que, al no estar ciertamente aisladas del estilo metodoló gico de lo que posteriormente se conocerı́ a como perspectivismo, bien podrı́ amos utilizarlas como referencia crı́ tica. Tiempo despué s, Viveiros mencionarı́ a a Stuart Hall, quien si bien no era posmoderno promovió el discurso postestructural en estudios culturales (Hall 2010)[13], en menció n a esa deuda que tiene la antropologı́ a en torno a los pueblos que estudia (Viveiros en Miceli 1999), discusió n que posteriormente se convertirı́ a en un pilar de los futuros replanteos epistemoló gicos del perspectivismo. Sin embargo, como lo ha demostrado Reynoso (Reynoso 2015), estas referencias metafó ricas a las ciencias de la complejidad se extienden hacia otros antropó logos citados tambié n por Viveiros, como Marilyn Strathern, quien tambié n recurre al empleo metafó rico de conceptos extraı́ dos de la sisté mica y la complejidad (Strathern en Godelier y Strathern 1991) (Strathern 2011) (Sztutman 2011) (Guimarã es, Oliveira y Harayama 2012) (Reynoso 2015), y Roy Wagner, famoso por The invention of culture, texto que constituye una muestra de constructivismo cuasiradical donde la siempre bienvenida cultura, el enigmá tico self, la por poco inú til sociedad, el infaltable lenguaje y hasta la antropologı́ a como disciplina no son má s que invenciones (Wagner 1981) (Reynoso 2015), y por “The fractal person” (Wagner en Godelier y Strathern 1991), breve artı́ culo basado en las exploraciones de Donna Haraway y la misma Strathern donde se extrapola la noció n de fractalidad –tambié n constantemente discutida por este tipo de antropologı́ a: I shall re‑entitle the concept as that o the fractal person, following the mathematical notion of a dimensionality that cannot be expressed in whole numbers. I shall not be concerned whith the degree of fractality here, the terms of the ratio or fraction, but simply de팇갇ine the concept of a fractal person in contrast to singularity and plurality.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … Although the idea of fractality may appear abstract, it is in fact no more so than singularity or plurality, or statistical analysis. […] A fractal person is never a unit standing in relation to an aggregate, or an aggregate standing in relation to a unit, but always an entity with relationship integrally implied” (Wagner en Godelier y Strathern 1991: 162‑163).
Segú n Viveiros, Wagner “foi um dos primeiros antropó logos que soube radicalizar a constataçã o de uma equivalencia entre o antropó logo e o nativo” (Viveiros 2002b: 128), razó n por la cual la retroantropología de Wagner es una referencia continua en el perspectivismo (Viveiros 2002b, 2004b, 2007b, 2010 y 2011b) postulando, inclusive, hasta una “semió tica de Roy Wagner” (Viveiros 2007b: 106). Si atendemos una de las re팇갇lexiones wagnerianas preferidas por Viveiros observaremos que comparten cierto estilo de redacció n: El nú cleo de todo conjunto de convenciones culturales es una distinció n simple entre los tipos de contextos, los no‑convencionalizados o los de la convenció n misma, que deben ser deliberadamente articulados en el curso de la acció n humana, y los tipos de contextos que deben ser contra‑inventados en cuanto “motivació n”, bajo la má scara convencional de lo “dado” o de lo “innato”. Naturalmente […] no hay má s que dos posibilidades: un pueblo que practica deliberadamente una forma de acció n diferenciante, contra‑inventará invariablemente una colectividad motivante [la sociedad y sus convenciones] como lo “innato”, mientras que un pueblo que practica deliberadamente una forma de acció n colectivizante contra‑inventará una motivació n diferenciante. (Wagner citado en Viveiros 2010: 31‑32)
Tambié n se incluirı́ a a la lista, menciones continuas a la antropología simétrica de Bruno Latour (Viveiros 2003a, 2007b, 2010, 2011a, 2012b) (Sztutman 2008), a quien Viveiros reconoce como el inventor del concepto de red (Barcelos Neto et al. 2006: 180), lo cual muy probablemente le llevó a decir que “a noçã o de rede é completamente refratá ria a qualquer diferença entre central e perifé rico […] nã o tem nem centro nem periferia, só pontos de adensamento” (Barcelos Neto et al. 2006: 180) o que “Una red es una perspectiva, un modo de inscripció n y de descripció n” (Viveiros 2010: 103)[14]. De esta forma, para Viveiros, “La persona fractal de Wagner, las conexiones parciales de Strathern, las redes socioté cnicas de Callon y Latour son algunos ejemplos antropoló gicos muy conocidos de multiplicidades chatas” (Viveiros 2010: 105 y 2007b: 99), por tal razó n, estos acadé micos “poderiam ser rotulados de pó s‑estruturalistas (antes que, por exemplo, de pó s‑modernos)” (Viveiros 2007b: 94) –a팇갇irmació n que bien podrı́ a ser cierta pero que, en té rminos de planteos metodoló gicamente correctos, no hay ró tulo que valga. No contento con esa aclaració n, Viveiros los reconocerı́ a como los “antropó logos mais inovadores nas ú ltimas duas dé cadas” (Ibı́ d. 94). Especı́ 팇갇icamente: No caso de Wagner, elas parecem ser puramente virtuais, fruto de uma “evoluçã o aparalela” (no sentido de Deleuze) ou uma “invençã o” (no sentido de Wagner) independente; nem por isso sã o menos reais, ou menos surpreendentes. Em Strathern, as conexõ es sã o parciais (et pour cause), ou indiretas; mas a antropó loga de Cambridge compartilha com Deleuze uma teia de termos conceitualmente densos, como multiplicidade, perspectiva, dividual, fractalidade. Sob diversos aspectos, Strathern é o antropó logo mais “molecularmente” deleuziano, dentre os trê s citados. No caso de Latour, as conexõ es sã o atuais e explı́ citas, “molares”, constituindo um dos alicerces da infraestrutura teó rica deste pensador; ao mesmo tempo, há porçõ es signi팇갇icativas da obra de Latour alheias ao espı́ rito da 팇갇iloso팇갇ia deleuziana. (Ibı́ d. 94)
No su팇갇iciente con mencionar a tales antropó logos, Viveiros realizarı́ a menciones al teó rico clá sico Gabriel Tarde (Sztutman 2008) (Viveiros 2012b y 2013a), al que llamó de distintas formas: “ultraleibniziano” (Viveiros 2007b: 101), “microssoció logo” (Viveiros 2011a: 911) o “soció logo molecular” (Viveiros 2010: 108); ró tulos que terminan por hacer referencia a la complejidad al a팇갇irmar que “La ontologı́ a fractal (“existir es diferir”) y el sociologismo sin fronteras de Tarde culminan en su “psicomor팇갇ismo universal”: todo es personas, “pequeñ as personas” […], personas en personas” (Viveiros 2010: 109 y 2007b: 102), como tambié n a Gregory Bateson, propuesto por Reynoso como un aceptable ejemplo de complejidad antropoló gica (Reynoso 2006 y 2015), a quien Viveiros rotuları́ a como “esse grande entre os grandes da antropologia” (Viveiros 2012b: 152). Y es que la preferencia por el postestructuralismo es tal que Viveiros se mostrarı́ a en desacuerdo con el ró tulo de “'antropologia das sociedades complexas'” (Viveiros 2002a: 489) ya que existe la indeterminació n de saber “que tipo de produçã o você quali팇갇icaria como digna do tı́ tulo "antropologia das sociedades complexas"?” (Ibı́ d. 489) y a팇갇irmando inclusive que “veria o trabalho de Foucault como mais representativo de uma autê ntica antropologia das sociedades complexas que, par exemplo, a estudo de Raymond Firth sobre a parentesco em Londres” (Viveiros 2002a: 490) (Viveiros citado en Sztutman 2008: 45‑46). Uno aquı́ ya comprende, pues, que su objetivo principal sea “(re)aproximar a “etnologia indı́ gena” da “antropologia das sociedades complexas”” (Viveiros citado en Barcelos Neto et al. 2006: 181), má s allá de que tal 팇갇inalidad no se haya concretado en lo má s mı́ nimo dado el amplio desconocimiento existente en torno a cuestiones bá sicas sobre epistemologı́ a de las ciencias sociales, metodologı́ a de la investigació n y ciencias de la complejidad.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … Es má s, en el breve y poco conocido mani팇갇iesto titulado “Simetria, reversibilidade e re팇갇lexividade” (Viveiros s/f), Viveiros señ aları́ a de forma aun má s abierta y descontrolada tales 팇갇ines: a oposiçã o entre sociedades “simples” e “complexas” representa apenas mais uma forma de enunciar a dicotomia que marcou nã o só a histó ria da antropologia mas do pensamento ocidental como um todo. A separaçã o entre sociedades simples e complexas era resultado da aplicaçã o nã o problematizada de crité rios de complexidade‑simplicidade derivados da auto‑biogra팇갇ia de alguns povos (das sociedades do "velho mundo") tomados por universais e autoevidentes (a complexidade era assim, por exemplo, de팇갇inida por certos avanços particulares em certas té cnicas de certa agricultura). Nã o existem sociedades simples ou complexas, mas essa inexistê ncia nã o remete para uma “complexidade” generalizada (“todas as sociedades sã o igualmente complexas...”), que aboliria nã o só todas as diferenças mas a si mesma. A complexidade nã o corresponde a propriedades do objeto, mas a um certo ponto de vista: basta prestar atençã o a um coletivo qualquer para que sua complexidade venha à luz. Essa complexidade é sempre especí㤠ㄭica, singular, correspondendo as formas de socialidade a arranjos particulares de elementos e processos muito gerais. Princı́ pio que permite ultrapassar as armadilhas da identidade absoluta e do relativismo generalizado e retomar, em novas bases, à s questõ es mais clá ssicas da antropologia: em lugar de escolher entre o particular e o universal, trata‑ se de determinar singularidades, entendidas como combinató rias locais (o que nã o signi팇갇ica diferença absoluta e irredutı́ vel) de linhas de força difusas (o que nã o signi팇갇ica universalidade absoluta).
Con el correr del tiempo, Viveiros usarı́ a los adjetivos de “cosmological complex” (Viveiros 2004a: 479), de “The subjecti팇갇ication of human enemies is a complex ritual process” (Ibı́ d. 479), de “fractales in팇갇initamente complejos (Viveiros 2008b: 59) (Viveiros 2010: 235), de “duplicaçã o complexa” (Viveiros 2007b: 114) o a팇갇irmarı́ a que “Con el mito, las fronteras entre permutació n sintá ctica e innovació n semá ntica, desplazamiento ló gico y condensació n morfogené tica, se volvieron má s tortuosas, má s contestadas, má s complicadas: má s fractales” (Viveiros 2008b: 52); menciones que no logran concretar el planteo que se busca y que hablan má s bien del estilo perspectivista de hacer antropologı́ a en extremo descuidado e desinteresado con los conceptos que utiliza. Estas referencias metafó ricas a las ciencias de la complejidad hechas por Viveiros y compañ ı́ a ocasionan que, en un afá n de pertenencia, antropó logos má s jó venes participen de esta clase de imposturas. Por ejemplo, John Kelly, en referencia a una “teoria perspectivista” (Kelly 2001: 100, 101) y con el objetivo de “sugerir conexõ es mais que apresentar verdadeiras descobertas” (Kelly 2001: 96), intentó combinar las posturas de Strathern y Viveiros con las nociones de fractalidad, sistema, regularidad, patrones, determinismo, caos y demá s nociones que fueron hasta esquematizadas. Para Astrid Ulloa, en menció n a Bruno Latour, Gisli Palsson, Tim Ingold y Viveiros de Castro: El pensamiento posmoderno replantea las nociones modernas al hacer é nfasis en la diferencia, la pluralidad, la fragmentació n y la complejidad. Lo posmoderno implica pensar en organismos, reintegració n con la naturaleza, materia activa, incertidumbre, caos, complejidad, probabilidad, interpretació n, relatividad del tiempo y el espacio, entre otros, lo que afecta a las ciencias naturales y a la teorı́ a social. Las nuevas perspectivas cientı́ 팇갇icas permiten cuestionar las verdades modernas, universales y estables e introducir un diá logo entre las diferentes ciencias, lo que ha llevado a la crı́ tica de las categorı́ as universales tales como progreso, desarrollo, gé nero y naturaleza. De esta manera, concepciones monistas, dualistas e hı́ bridas coexisten; sin embargo, la actual visió n de interrelació n con la naturaleza ya no se centra en el concepto de articulació n con la divinidad externa. (Ulloa 2001: 194)
Para Mauro Barbosa de Almeida, “Viveiros de Castro nã o é desconstrucionista, e menos ainda um pó smodernista” (Barbosa de Almeida 2003: 163) ya que: a atraçã o pelo modo de pensar e, em particular, pelas metá foras matemá ticas de Viveiros de Castro, em que há mé tricas, á lgebras de Boole, fractais – termos que, como se passa com a linguagem transcendental de Kant, també m usada aliá s de modo generoso no livro, sã o “obscuros mas cô modos”. (Ibid. 161)
Para Renato Sztutman, “a complexidade como antı́ doto a todo esforço de simpli팇갇icaçã o – esforço realizado pelas ciê ncias experimentais modernas, sobretudo aquelas que trabalham no interior de laboratorios” (Sztutman 2011: 238). Y para Oscar Calavia Sá ez, este tipo de importuras “contesta nã o apenas o universalismo da antropologia modernista mas també m o relativismo da antropologia crı́ tica pó s‑moderna” (Calavia Sá ez 2012: 15). De forma similar, Ernst Halbmayer dirı́ a que: This issue of complexity refers to the conceptualisation of beings and animals as well as to the idea of environment, life or the world in Amerindian cosmologies. The issue of complexity also refers to the question of perspective, per ception and one’s “point of view” and its theoretical implications. (Halbmayer 2012: 12)
Mas allá de que esta clase de metá foras esté n indefectiblemente mal aplicadas y
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … contengan una percepció n bastante pobre y ortodoxa de la ciencia moderna, es necesario notar que, por un lado, empiezan a tornarse numerosas y funcionales a esta clase de retó ricas conformando un estilo disciplinar y, por el otro, que son terriblemente actuales. Muchos podrı́ an pensar que el asunto en torno a la posmodernidad es un asunto cerrado o que ostenta buenos añ os de antigü edad encima pero cuando uno pasa revista a esta clase de planteamientos se da cuenta que la hoguera sigue prendida. Esto ocasiona que haya quienes todavı́ a sigan creyendo que la posmodernidad es un ideal 팇갇iable y que expresa, en justa medida, las nociones de las ciencias de la complejidad por má s que consistan en meras sugerencias metafó ricas, má s parlanchinas que té cnicas, má s oscuras que funcionales y que, de seguro, se repetirá n por varios añ os má s (Kelly 2001) (Ulloa 2001) (Barbosa de Almeida 2003) (Sztutman 2011) (Calavia Sá ez 2012). Puede que el posmodernismo como escuela de pensamiento haya efectivamente desaparecido pero aun muchos continuan invocando su nombre por lo que, personalmente, considero que estos son tan vı́ ctimas como aquellos. El posmodernismo sigue vivo en tales muestras solo que se ha masi팇갇icado tanto y disfrazado de formas tan sutiles que, a simple vista, parece muerto. Luego de todo lo atestiguado es posible observar una cosa; por má s que Viveiros insista en que fue el estructuralismo de Lé vi‑Strauss su in팇갇luencia teó rica y epistemoló gica má s importante, podemos decir, con su팇갇icientes elementos probatorios, que esta solo le otorga su punto de partida al cumplir el requisito má s bá sico: ser una postura conocida. Muy por el contrario, aquella forma de pensamiento que realmente edi팇갇ica la mayor parte de los conceptos perspectivistas y que guı́ a la calidad de sus argumentaciones y planteamientos es, como lo hemos apreciado, el posestructuralismo de Gilles Deleuze. De tal forma, ya conociendo sus fundamentos epistemoló gicos y/o teó ricos podremos ahora dar cuenta de las ló gicas que atraviesan sus elaboraciones conceptuales má s importantes.
LA GÉNESIS CONCEPTUAL DEL PERSPECTIVISMO TEMPRANO. 6. De las perspectivas al perspectivismo amerindio. Si bien las nociones de “punto de vista” o “perspectiva” fueron mencionadas anteriormente mediante una exploració n etnográ 팇갇ica (Viveiros 1992b), el tratamiento teoré tico rotulado como perspectivismo llegarı́ a recié n en 1996, mediante un artı́ culo titulado “Os pronomes cosmoló gicos e o perspectivismo amerı́ ndio”. En tal texto (i) la noció n de mito realizarı́ a su primera aparició n consistente, junto a otros conceptos igual de importantes y desempeñ ando roles protagó nicos que no habrı́ an de abandonar, y (ii) donde tambié n se 팇갇ija el ró tulo de perspectivismo amerindio de forma autó noma en relació n a otros esquemas de pensamiento[15]. Por tales motivos, podrı́ amos a팇갇irmar que tal texto representa su primer hito fundacional. Viveiros postuları́ a el perspectivismo amerindio in팇갇luenciado por la etnografı́ a de Kaj Arhem sobre la ecosofı́ a makuna, a travé s de la noció n “qualidade perspectiva” (Viveiros 1996a: 115), por las exploraciones de A. Gray, mediante la idea de “relatividad perspectiva” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 37)[16], por las investigaciones de Tâ nia Stolze Lima en los tupı́ (Stolze Lima 2007) y por el caso del relativismo juruna (Sztutman 2008). El perspectivismo amerindio comprendı́ a ası́ el hecho de que “numerosos pueblos del Nuevo Mundo […] comparten una concepció n segú n la cual el mundo está compuesto por una multiplicidad de puntos de vista” (Viveiros 2010: 33), dicho de otro modo, la cosmologı́ a amerindia “imagines a universe peopled by different types of subjective agencies, human as well as nonhuman, each endowed with the same generic type of soul, that is, the same set of cognitive and volitional capacities” (Viveiros 2004b: 6), el cual consiste en “not a plurality of views of a single world, but a single view of different worlds” (Viveiros 2004b: 6). Dicho de forma má s elaborada: si hay una noció n particularmente universal en el pensamiento amerindio, es la de un estado originario de indiferenciació n entre humanos y animales, descrito por la mitologı́ a […].Las narraciones mı́ ticas está n pobladas de seres cuya forma, nombre y comportamiento mezclan inextricablemente atributos humanos y no‑humanos, en un contexto comú n de intercomunicabilidad idé ntico al que de팇갇ine el mundo intra‑ humano actual. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 40‑41) (Viveiros 1996a: 118 y 2004a: 464) (Viveiros en Alliez 2002: 179)
Para profundizar aun má s en la de팇갇inició n del fenó meno perspectivista hacemos bien en notar que Viveiros declara, desde temprano, que su postura tiene que ver con “con팇갇iguraciones relacionales, perspectivas cambiantes, en resumen, puntos de vista” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 38) (Viveiros 1996a: 116) –de ahı́ el nombre de perspectivismo. Pero ¿qué es una perspectiva? La perspectiva es algo menos que se tiene, algo que se posee, y mucho má s algo que tiene al sujeto, que lo posee y lo lleva […], es decir, que lo constituye como sujeto. “El punto de vista crea al sujeto” –esta es la proposició n perspectivista por excelencia, la que distingue el perspectivismo del relativismo o del construccionismo occidentales, que a팇갇irman, por el contrario, que “el punto de vista crea al objeto. (Viveiros citado en Belaunde 2007b: 52‑53) (Viveiros citado en Sztutman 2008: 118‑119)
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … En otro lado, Viveiros dirá bá sicamente que “las perspectivas son fuerzas en lucha, má s que “visiones de mundo”” (Viveiros citado en Belaunde 2007b: 54) o que “un punto de vista no es otra cosa que una diferencia” (Viveiros 2010: 55); introduciendo el tema de la alteridad como esencial a sus propó sitos. El truco esencial del perspectivismo es el reconocimiento de “lo que para nosotros es sangre, para los jaguares es cerveza; lo que para las almas de los muertos es un cadá ver podrido, para nosotros es mandioca fermentada” (Ibı́ d. 53‑54). Sin embargo, lo que hasta el momento hemos apreciado es relativamente sencillo pues las posteriores aseveraciones viveirosianas traspasará n, por mucho, la ló gica creativa y clara que caracterizaba al perspectivismo en sus primeros añ os llegá ndose a puntos febriles; por ejemplo, cuando Viveiros ensaya una pregunta formulada a modo de proposició n causal: “¿Por qué los animales (u otros seres no‑humanos) se ven como humanos? Precisamente, sugiero, porque los humanos los ven como animales, vié ndose a sı́ mismos como humanos” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 53) (Viveiros 2010: 50‑51 y 2012a: 102). Como observamos, la respuesta es una contrapregunta: los animales se ven como humanos porque los humanos los ven como animales. Sin embargo, lo peor de este tipo de evasiones es que dicha proposició n, de ser correcta, deberı́ a ostentar equivalencia proposicional entre sus componentes (antecedente y consecuente) pero tal caracterı́ stica simplemente no existe, razó n por la cual, no se puede concluir de tal manera. Lo que sı́ existe es una ausencia de ló gica que termina por suplantar inferencias por má s bá sicas que sean. En otro ejemplo: Cada espé cie, ao se ver como humana, vê as demais, isto é , o mundo, como nó s, aqueles que nos apreendemos como humanos, o vemos. Toda espé cie vê o mundo do mesmo jeito. Só há um ponto de vista, o ponto de vista da “humanidade”. O que muda é o ponto de vista deste ponto de vista (Viveiros citado en Ferná ndez Bravo 2012)
En otra parte: The idea of creation/invention belongs to the paradigm of production: production is a weak version of creation but, at the same time, is its model. Both are actions in—or rather, upon and against—the world. Production is the imposition of mental design on inert, formless matter. The idea of transformation/transfer belongs to the paradigm of exchange: an exchange event is always the transformation of a prior exchange event. There is no absolute beginning, no absolutely initial act of exchange. Every act is a response: that is, a transformation of an anterior token of the same type. Poiesis, creation/production/invention, is our archetypal model for action; praxis, which originally meant something like transformation/exchange/transfer, suits the Amerindian and other nonmodern worlds better. (Viveiros 2004a: 477)
Tales puntos de vista, en menció n a la posició n que ocupan los seres mitoló gicos, parecen cobrar vida propia cuando Viveiros a팇갇irma, sin ningú n tipo de recelo, que solo “basta existir para poder ser pensado como […] sujeito, e portanto para se pensar como sujeito, isto é , como sujeito de uma perspectiva” (Viveiros citado en Belaunde en Sztutman 2008: 118) y rotulando, de una forma pomposa, a la relació n entre puntos de vista como “relació n de dislocació n re팇갇lexiva” (Viveiros 2010: 60). A este respecto, no queda duda alguna de que existan sociedades amazó nicas las cuales, segú n su mitologı́ a, conciban un “mundo” plagado de seres que trascienden la 팇갇igura de lo humano, sin embargo, el proceso de conceptualizació n en el cual tal caracterı́ stica es señ alada, identi팇갇icada y aprehendida como un punto de vista, se revela como problemá tico y oscuro en su tratamiento. Viveiros, en torno a qué es un punto de vista, no nos brinda soluciones satisfactorias sino má s bien enredos. En una entrevista realizada a Viveiros en el añ o 2002, Flavio Moura le preguntó có mo es que se llevó a cabo el ejercicio de generalizació n que le permitió pasar de las perspectivas al perspectivismo, a lo que el etnó logo brasilero respondió lo siguiente: o procedimento usual... Ou seja: (1) uma familiaridade prolongada com os materiais etnográ 팇갇icos; (2) o pressentimento da presença de um complexo de sentido recorrente; (3) um pouco de induçã o e de criatividade; (4) a formulaçã o de um modelo teó rico simpli팇갇icado; (5) sua aplicaçã o dedutiva a casos diferentes dos que serviram de ponto de partida, com (6) a conseqü ente complexi팇갇icaçã o do modelo e extensã o de sua capacidade descritivo‑explicativa. (Viveiros citado en Moura en Sztutman 2008: 77)
Tales pasos, má s allá de que esté n explicados de forma sencilla, inclusive bajo riesgo de simpli팇갇icació n, conservan curiosamente el ritmo normal de cualquier investigació n cientı́ 팇갇ica, má s aun cuando, en un aparente giro sospechosamente deductivista, Viveiros declara muy popperianamente que “nã o se trata de comparar para generalizar; devo antes generalizar ‑ isto é , construir hipó tesis‑ para depois comparar” (Viveiros citado en De Menezes Bastos y Rial en Sztutman 2008: 65). Curiosa menció n esta de la hipó tesis para quien se revelará enemigo de la proposicionalidad deductiva –como se verá en las siguientes partes del texto. De esta forma, Viveiros traerı́ a a colació n la famosa constrastació n deductiva: In this case, cultural translation is not a process of induction (팇갇inding the common points in detriment to the differences), much less a process of deduction (applying a priori a principle of natural uni팇갇ication to cultural diversity in order to determine or decree its meaning). (Viveiros 2004b: 20)
Los 6 pasos anteriormente descritos por Viveiros podrı́ an recrear, de forma bá sica, la
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … construcció n de una hipó tesis deductiva (Popper 1980), sin embargo, má s allá de que la pregunta de Moura a Viveiros en torno a la generalizació n sea correcta, la respuesta brindada es del todo ajena. El etnó logo brasilero, está má s que claro, no tiene como objetivo la construcció n de una teorı́ a perspectivista en sentido estricto ya que, haciendo a un lado lo que bien podrı́ an decir sus defensores y hasta é l mismo, la estructura ló gica del perspectivismo en de팇갇initiva no es la de una teorı́ a bajo ninguna de팇갇inició n existente (Parsons 1968) (Bunge 1999) (Hempel 2003). Ademá s, la pregunta en torno a una generalizació n, como lo es la existencia del perspectivismo, no se responde con informació n relativa a la construcció n de una teorı́ a. Puede que toda teorı́ a contenga en su nú cleo una generalizació n pero no toda generalizació n adquiere inmediatamente un cará cter teoré tico. Aquı́ Viveiros confunde estrepitó samente una cosa por otra pues todo a lo que re팇갇iere en esos puntos tiene que ver con la construcció n de una teorı́ a (material empı́ rico, hipó tesis, deducció n, inducció n y hasta un curioso ¿“complexi팇갇icaçã o do modelo e extensã o de sua capacidade descritivo‑ explicativa”?), má s allá de que no signi팇갇iquen nada en solitario como tampoco de forma conjunta. Dado que es Viveiros quien re팇갇iere tales nombramientos hubiera sido bueno que los aclarase pues estos importantı́ simos ı́ tems metodoló gicos de팇갇inen el cará cter teoré tico (y cientı́ 팇갇ico) del perspectivismo. En todo caso, los lectores de ciencias sociales esperamos una correcció n de tal propuesta que, de ser elaborada correctamente, podrı́ a revolucionar las ciencias antropoló gicas. La chance es tentadora. Mi propuesta es que estamos situados en un terreno tan arrasado por lo que podrı́ a llamar un perı́ odo post‑posmodernidad, caracterizado por una cró nica infertilidad respecto los 팇갇ines de la ciencia biosocial, que ya necesitamos otra clase de resguardos. Puede que un problema metodoló gico se resuelva aplicando metodologı́ a pero un problema relativo a la cienti팇갇icidad de nuestras disciplinas se soluciona diseñ ando una epistemologı́ a mucho má s apegada a criterios metodoló gicos y té cnicos que a exploraciones en ontologı́ a o 팇갇ilosofı́ a como todavı́ a pretenden algunos –perspectivismo incluido. Esta puede ser la razó n por la cual Viveiros, a pesar de tener alguna noció n bá sica de lo que es un diseñ o metodoló gico termina argumentando lo que argumenta mediante esos giros argumentativos que hasta el momento no hacen má s que multiplicarse sin brindar ningú n suelo concreto.
7. El lugar esencial del mito. Como ya se pudo observar, el mito, sin lugar a dudas, es el concepto má s importante de todo el edi팇갇icio argumentativo perspectivista dado que es en é l donde se registran y codi팇갇ican las perspectivas. No obstante, (i) la manera có mo Viveiros de팇갇ine al mito y (ii) có mo destaca la relació n perspectiva‑mito se lleva a cabo mediante continuos ejercicios de imaginació n cuasimatemá tica que no logrará n cuajar del todo. Por ejemplo, cuando Viveiros dice, de forma tı́ mida en lı́ neas ubicadas casi al 팇갇inal del texto, que “A modo de conclusió n, yo constato que el perspectivismo amerindio reconoce un lugar, que se puede cali팇갇icar de geomé trico, donde la diferencia entre los puntos de vista está a la vez anulada y exacerbada” (Viveiros en Alliez 2002: 192) (Viveiros 1996a: 135). Sin embargo, varios añ os despué s, ese “lugar geomé trico” pasó má gicamente de probable conclusió n a de팇갇inició n canó nica inicial, al a팇갇irmar (ahora sin ningú n condicional) que “El perspectivismo amerindio tiene, pues, en el mito su lugar geomé trico” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 40‑41) (Viveiros 2010: 49). A pesar de las dubitaciones mostradas por Viveiros, del “por ası́ decir” que me deja mucho que desear en torno a sus aseveraciones, de las muestras de seguridad conceptual que no se comprueban por referencias que le sirvan de apoyo y de no saber có mo ni en qué momento la diferencia entre puntos de vista es al mismo tiempo anulada y exacerbada (¿son siquiera posibles ambos efectos?, ¿diferencia exacerbada y anulada por quié n o qué ?), lo que hasta el momento ha quedado claro es que el mito, a pesar de no ostentar claridad conceptual, sı́ ostenta peso de팇갇initorio pues se revela como central y fundamental en el edi팇갇icio perspectivista. Aparentemente, a Viveiros poco le interesa si sus propios conceptos, planteamientos o argumentos se encuentran debidamente fundamentados sea por material etnográ 팇갇ico o por formalizaciones correspondientes a necesidades metodoló gicas. Si alguien cree que aquel perspectivismo dubitativo es deuda contemporá nea aquı́ dejamos en claro que, en relació n a conceptos que son estructurantes del fenó meno perspectivista, estos se han mostrado oscuros desde siempre. En torno a la de팇갇inició n de mito, Viveiros dirı́ a que: El mito, punto de partida universal del perspectivismo, habla de un estado del ser en el que los cuerpos y los nombres, las almas y las acciones, el yo y el otro se interpenetran, sumergidos en un mismo medio pre‑subjetivo y pre‑objetivo. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 41) (Viveiros 1996a: 135) (Viveiros en Alliez 2002: 192)
Mediante referencia a Roy Wagner: Mythology is a discourse on the given, the innate. Myths address what must be taken for granted, the initial conditions with which humanity must cope and against which humanity must de팇갇ine itself by means of its power of “convention”” (Viveiros 2004a: 478)
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … Como se observa, el mito no solo es el “lugar geomé trico” de las perspectivas sino su “punto de partida universal”, “lo dado”, “lo innato” o un “macroobjeto historicamente coerente” (Viveiros 2007b: 123), referencia ú ltima que parece gestada ya no bajo recurrencias a una retó rica postestructuralista sino bajo la usanza de una argumentació n que podrı́ amos tildar de realista. Sin embargo, que no se crea que el perspectivismo contempla tal alternativa dado que, como veremos luego, su planteamiento epistemoló gico es cualquier cosa menos eso. Ası́ : En suma, el mito propone un ré gimen ontoló gico comandado por una diferencia intensiva 팇갇luyente que incide sobre cada uno de los puntos de un continuo heterogé neo, en que la transformació n es anterior a la forma, la relació n es superior a los té rminos y el intervalo es interior al ser. Cada sujeto mı́ tico al ser pura virtualidad, “ya era antes” lo que “será a continuació n”, y es por eso que no hay nada actualmente determinado. Por lo tanto, las transformaciones intensivas introducidas por la especiació n (lato sensu) postmı́ tica –el pasaje de lo continuo a lo discreto que constituye el gran (mi)tema de la antropologı́ a estructural‑ se cristalizan en bloques molares de identidad interna in팇갇inita […] Esos bloques está n separados por intervalos externos, cuanti팇갇icables y medibles, puesto que las diferencias entre las especies son sistemas 팇갇initos de correlació n, de proporció n y de permutació n de caracteres, del mismo orden y de la misma naturaleza. (Viveiros 2010: 48‑49) (Ver tambié n Viveiros 2007a: 91‑92)
¿Diferencia intensiva 팇갇luyente?, ¿intervalo interior a ser?, ¿especiació n postmı́ tica?, ¿bloques molares de identidad interna in팇갇inita?, ¿intervalos cuanti팇갇icables y medibles? Tras lo leı́ do vale aclarar que si alguien descubre en Viveiros atisbos de claridad argumentativa, estos solo aparecen cuando tal declaració n haya sido precedida por todo un amasijo de sustantivos y adjetivos sin sentido, pues de esta forma Viveiros posiblita que esas “clari팇갇icaciones” no esté n basadas en ninguna epistemologı́ a realista u objetiva. En otra parte dirı́ a Viveiros que “Los espı́ ritus son cuantitativamente mú ltiples, in팇갇initamente numerosos; son la estructura molecular fundamental de las formas animales morales” (Viveiros 2007a: 104‑105), aumentando ası́ su registro de metá foras no solo formalistas sino cuanti팇갇icadoras. A este nivel nó tese que mientras otros autores utilizan recursos estilı́ sticos para que la lectura no se torne demasiada plana, Viveiros hace lo contrario pues, por necesidad, se ve obligado a aplanar la lectura para que no se sienta muy volá til. Ya nos iremos acostumbrando a observar este tipo de polarizaciones argumentativas, adverbios en exceso y frases incrustadas que poco ayudan a esclarecer los puntos del autor si es que no lo oscurecen. Es de notar que con el tiempo pareciese que Viveiros radicalizara sus de팇갇iniciones no para hacerlas má s auté nticas sino para exagerarlas en formalismos los cuales, de a pocos, condimentan al perspectivismo. A este nivel, cabe preguntarse ¿qué lleva a cabo las re팇갇lexiones viveirosianas? ¿Qué las inspira? Segú n Viveiros, la de팇갇inició n del mito “fue motivada por las abundantes referencias en la etnografı́ a amazó nica” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 38) (Viveiros 1996a: 116‑ 117 y 2004a: 466) (Viveiros en Alliez 2002: 177), ejercicios que cali팇갇ica de “intuiciones etnográ 팇갇icas só lidas” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 50) (Viveiros 1996a: 125) (Viveiros en Alliez 2002: 184), sin embargo, aclararı́ a que es necesario que “profundicemos en ella […] a riesgo de hacerlo en una direcció n un poco diferente de la que Lé vi‑Strauss tenı́ a en mente” (Viveiros 2010: 46). Má s allá del intento de construcció n conceptual, presiento que el impulso propio que rige la retó rica viveirosiana puede llegar a extremos. Ni Lé vi‑Strauss, quien tambié n solı́ a citar a fı́ sicos y matemá ticos de rato en rato, llegaba a tales exageraciones. El discurso mı́ tico consiste en un registro del movimiento de actualizació n del presente estado de cosas a partir de una condició n precosmoló gica virtual dotada de transparencia perfecta, un “caosmos” en el que las dimensiones corporales y espirituales de los seres todavı́ a no se ocultaban mutuamente. (Viveiros 2010: 46) (Ver tambié n Viveiros 2007a: 91)
O, en un ejemplo de ló gica apretujada má s una dosis de silogismos a medio camino donde las premisas y la inferencia son imposibles de identi팇갇icar, Viveiros dice que “El mito no es historia, porque la metamorfosis no es un proceso, “no era todavı́ a” un proceso y “no será jamá s” un proceso; la metamorfosis es anterior y exterior al proceso del proceso, es una 팇갇igura […] del devenir” (Viveiros 2010: 46) o tambié n cuando a팇갇irma que “Si el mito es traducció n, es porque sobre todo no es representació n, porque una traducció n no es una representació n, sino una transformación” (Viveiros 2010: 224 y 2008b: 55). Veamos ahora otra pregunta que encauza el problema del perspectivismo se revela sencilla y plausible: “Si los animales son gente ¿por qué no nos ven como gente? ¿Por qué […] el perspectivismo?” (Viveiros 2004: 48). Sin embargo, por má s que Viveiros analiza el mito y durante todo su tratamiento se encuentra dentro del mismo, no lo aclara; señ alar esto es importante porque la respuesta má s sencilla a por qué el perspectivismo debiera ser: la existencia del mito. Este hace que las perspectivas sean lo que son. Viveiros lo encuentra, lo analiza y es ahı́ donde halla a las perspectivas pero esto nunca se sabe ya que asciende desde el mito hasta la cosmologı́ a, la epistemologı́ a y la ontologı́ a a pesar de que sigue dentro del mito. O es que el mito es algo demasiado extenso de contener o es que en algú n momento el
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … objeto de discusió n simplemente se difumina ante la irresistible retó rica.
Finalmente, valdrı́ a aclarar que Viveiros no solamente está en bú squeda una de팇갇inició n de mito que sobrepase la realizada por Lé vi‑Strauss (o que la contravenga) sino que le imputa al mismo maestro la presentació n de una “de팇갇inició n perspectivista del mito” (Viveiros 2008b: 55 y 2010: 223), la cual devela “las tensiones internas al pensamiento de Lé vi‑Strauss acerca de la mitologı́ a americana” (Viveiros 2008b: 49). Aparentemente, la mentada cara postestructuralista de Lé vi‑Strauss empieza, segú n Viveiros, por la noció n má s bá sica del perspectivismo: el mito. Esta clase de acercamiento/rechazo hacia el estructuralismo, mediante los con팇갇lictivos planteos de la noció n de mito, concepto importante para ambos etnó logos, se materializarı́ a en otro ejemplo viveirosiano que sobrepasarı́ a toda ló gica: La mitologı́ a, en 팇갇in, es una multiplicidad abierta, una “multiplicidad a n–1”, para usar el concepto de Deleuze y Guattari, o dirı́ amos mejor a “M‑1”, en homenaje al mito de referencia, M1, el mito bororo que, como se constataba de inmediato, era só lo una versió n invertida y atenuada de los mitos jê que lo seguı́ an (M7–12). El “mito de referencia” es un mito cualquiera, un mito “sin referencias”, un m‑1, como todos los mitos. Porque todo mito es una versió n de otro mito, todo otro mito se abre hacia un tercero y un cuarto mitos, y los n‑1 mitos de la Amé rica indı́ gena no expresan un origen ni apuntan a un destino: no tienen referencia. (Discurso sobre los orı́ genes, el mito es precisamente lo que esquiva el origen.) El “mito” de la referencia deja el lugar al sentido del mito, al mito como má quina de sentido: un instrumento para convertir un có digo en otro, proyectar un problema sobre un problema aná logo, hacer “circular la referencia” (como dirı́ a Latour), contra‑efectuar el sentido en forma anagramá tica. (Viveiros 2008b: 54) (Ver tambié n Viveiros 2010: 222)
Esta clase de tratamientos son tan particulares que basta exponerlos para que sean aprehensibles crı́ ticamente. Quizá s por ello, aunque en son de felicitació n, Oscar Calavia Sá ez dirı́ a que “a mitologia oferece uma mediaçã o entre o mito e a 팇갇iloso팇갇ia” (Calavia Sá ez 2002: 23), sin embargo, si leemos atentamente, no se trata de una de팇갇inició n 팇갇ilosó 팇갇ica del mito (una de las tantas) sino, valga la aclaració n, de una de팇갇inició n canó nica donde mito convive con estructuralismo, postestructuralismo, etnologı́ a, geometrı́ a fractal, la cuestió n del sentido y, por si fuera poco, su capacidad instrumental, en un desolado compendio de verborragia 팇갇ilosó 팇갇ica tan insó lito que imposibilita su tratamiento crı́ tico ordenado. Esto es algo que Dimitri Karadimas habı́ a previsto cuando indicó que “This question may seem unfair as everything is possible in myths, but a certain logic of narration needs to be respected, at least to prevent a slide into complete absurdity” (Karadimas 2012: 36). Como lo advertimos en un inicio y como lo aclaramos ahora, para evitar suspicacias, los argumentos perspectivistas se revelan a sı́ mismos tan enredados e ilegibles que el sistematizarlos para su aprehensió n crı́ tica fue un ejercicio de constante frustració n que se presenta no solamente en lo relativo a este singular concepto sino tambié n frente a todo argumento perspectivista. En lo que respecta a la amplia citació n que acabamos de leer, solo sugeriré que lo encuentro problemá tico, por decir lo menos, si es que se quiere entablar alguna relació n amical con la claridad argumentativa, el establecimiento pertinente de objetivos, la delimitació n de un problema como su tratamiento y demá s cuestiones tan bá sicas que me da vergü enza mencionarlas. Dejaré que el lector saque sus propias conclusiones.
8. Del cuerpo simbólico al cuerpo perspectivista y viceversa. La noció n de cuerpo tambié n forma parte del nú cleo duro del perspectivismo al lado de las nociones de mito y perspectiva, sin embargo, a diferencia de estas, aquella sı́ se revela como autó noma en el juego de la conceptualizació n. Una razó n de esto podrı́ a ser que el cuerpo estarı́ a muy cerca de ser el concepto bá sico má s trastocado de la ló gica viveirosiana donde con팇갇luyen no solo etnologı́ a y simbolismo sino tambié n postestructuralismo y posmodernidad en un ejercicio retó rico de ligazó n evidentemente forzada de fuentes que nada tienen que ver. Esto conlleva a que las diferencias de planteamiento y de팇갇inició n entre aquel cuerpo simbólico, propuesto por Viveiros a 팇갇inales de los añ os 70 (Seeger et al. 1979) (Viveiros 1979) y esta nueva de팇갇inició n que llamaremos cuerpo perspectivista no dejan de ser en extremo distantes y, en algunas partes, hasta contradictorias. Para el perspectivismo temprano el concepto de cuerpo es esencial. Desde 1996, en aquel texto fundacional, su de팇갇inició n se revela especı́ 팇갇ica: Lo que estoy llamando cuerpo […] no es sinó nimo de 팇갇isiologı́ a distintiva o de anatomı́ a caracterı́ stica, sino un conjunto de maneras o modos de ser que constituyen un habitus. Entre la subjetividad formal de las almas y la materialidad sustancial de los organismos, existe ese plano central que es el cuerpo como haz de inclinaciones y capacidades, y que es el origen de las perspectivas. Lejos del esencialismo espiritual del relativismo, el perspectivismo es un manierismo corporal. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 56) (Viveiros 1996a: 128) (Viveiros en Alliez 2002: 187) (Viveiros 2004a: 475) (Viveiros 2010: 55) (Viveiros 2012a: 113‑114)
La idea central del cuerpo perspectivista lo de팇갇ine como “conjunto de maneras o modos de ser
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … que constituyen un habitus”, como “haz de inclinaciones y capacidades que es el origen de las perspectivas”, ideas que ciertamente son claras y, hasta cierto punto, novedosas, sin embargo, tambié n se de팇갇ine el cuerpo como aquel “lugar donde emerge la diferencia” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 61), como “el conjunto de los há bitos y de los procesos que constituyen los cuerpos es el lugar de emergencia de la identidad y de la diferencia” (Viveiros en Alliez 2002: 188) (Viveiros 1996a: 130), como “sede y el instrumento de la disyunció n referencial entre los “discursos” (los semiogramas) de cada especie” (Viveiros 2010: 57), como “conjunto heterogê neo e relacional de afetos, antes que uma substâ ncia dotada de atributos” (Viveiros citado en Ferná ndez Bravo 2012), el cual conforma, 팇갇inalmente, “un ethos, un ethograma” (Viveiros 2010: 55). A este respecto, dudo que Viveiros utilice estadı́ stica para fundamentar la noció n de habitus tal como Pierre Bourdieu solı́ a hacerlo, por el contrario, esta parece una aproximació n de tinte wacquantiano que utiliza conceptualizació n cientı́ 팇갇ica de modo aparente, mezclá ndola con etnografı́ a y retó rica impresionista (Morales 2014d)[17]; apreciació n que con팇갇irmo porque en otra parte Viveiros emplea metá foras sisté micas para de팇갇inir al cuerpo como “a system of affectual dispositions” (Viveiros 2012a: 135) (Ver tambié n Viveiros 2004b: 9), de팇갇inició n que, a su decir, es má s conveniente que las ideas de “the body as ef팇갇icacious form” (Viveiros 2012a: 135) o “as a material morphology” (Viveiros 2004b: 9). Todas las variadas de팇갇iniciones anteriores son presentadas mediante la fó rmula bá sica para el cuerpo perspectivista, “O ponto de vista está no corpo” (Viveiros citado en Ferná ndez Bravo 2012), que delata la importancia del concepto de cuerpo. No obstante, a pesar de las novedades argumentativas, se sigue sin tomar en consideració n aquellos elementos fenotı́ picos que inspiran la biosemió tica (Barbieri 2008), pues Viveiros aclara proponer “uma idéia não‑biológica de corpo” (Viveiros 2002b: 140), es decir, “No me re팇갇iero aquı́ a las diferencias 팇갇isioló gicas” (Viveiros 2010: 55). Nuevamente, el cuerpo sin el cuerpo. A pesar de las de팇갇iniciones y trayendo una idea que se pretendı́ a olvidada, la noció n de cuerpo todavı́ a juega un papel central dentro de la con팇갇iguració n de las sociedades amerindias pues Viveiros señ ala que “the body is the great differentiator in Amerindian ontologies” (Viveiros 2012a: 117), que “The body, as the site of differentiating perspective” (Viveiros 2012a: 122), que “The human body can be seen as the locus of the confrontation between humanity and animality” (Ibı́ d. 122) o que “The body is the subject’s fundamental expressive instrument and at the same time the object par excellence” (Ibı́ d. 122), formulando inclusive la posibilidad de un “body knowledge” (Ibı́ d. 77). No obstante, vale apreciar que este rescate de la noció n de cuerpo se inscribe má s desde una ló gica postestructural que desde apreciaciones etnográ 팇갇icas capaces de plasmar categorı́ as organizacionales. El cuerpo siguió igual de importante pero ahora mediante formulaciones menos claras; he aquı́ al cuerpo perspectivista. Quizá s un punto nuevo de esta propuesta es su acento, no necesariamente implı́ cito, un tanto constructivista. Dirı́ a Viveiros que: el é nfasis amerindio en la construcción social del cuerpo no puede ser tomado como culturalizació n de un sustrato natural, sino como producció n de un cuerpo distintivamente humano, entié ndase, naturalmente humano. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 61) (Viveiros 1996a: 130 y 2012a: 121) (Viveiros en Alliez 2002: 189) (é nfasis mı́ o)
Como se observa, si antes Viveiros decı́ a literalmente que la naturaleza era modelada por la cultura, ahora má s bien rescatarı́ a, bien podrı́ amos decir reducirı́ a, “O carater performado mais que dado do corpo” (Viveiros 1996a: 132 y 2002a: 390) (Ver tambié n Viveiros en Alliez 2002: 189) (Ver tambié n Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 62), a lo que harı́ amos bien en aclarar lo siguiente: En las primeras ediciones del texto el té rmino que se utilizó fue “performado” (Viveiros 1996a: 131 y 2002a: 390), mientras en las posteriores se cambió a “preformado” (Viveiros en Alliez 2002: 189) y “elaborado” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 62), no obstante, creo que es posible señ alar que se trata de irresponsables variaciones editoriales má s que de un cambio conceptual realizado por el autor ya que es Viveiros quien citó en dos ocasiones el té rmino “performado” (Viveiros 1996a y 2002a) que nos trae a la memoria la noció n de performatividad de Judith Butler. Si alguien duda que la 팇갇iló sofa norteamericana tenga algo que ver con el perspectivismo habrı́ a que señ alar que es el mismo Viveiros quien citará a Butler en consideració n de cuá les serı́ an sus inspiraciones teoré ticas y 팇갇ilosó 팇갇icas má s cercanas (Viveiros 2010: 180‑181). Como habremos de recordar, el planteamiento butleriano sobre la performatividad contiene una amplia dote fenomenoló gica la cual hace uso de metá foras teatrales y dramatú rgicas en torno a problemá ticas tan poco metafó ricas y dramá ticas como lo son el cuerpo y el gé nero (Butler 1998). ¿Será acaso el perspectivismo una variante fenomenoló gica? El perspectivismo como tal comparte plenamente una carilla fenomenoló gica por lo que tales referencias, tanto explı́ citas (Viveiros 1996a: 132, 2002a: 390, 2009: 144 y 2010: 180‑181) como implı́ citas (Viveiros en Alliez 2002: 189) (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 62), hacia Butler no deben ser sorpresa para nadie, sobre todo si ocurren durante los añ os noventas, contexto posmoderno de activa presencia butleriana. Es má s, ya existen diversas lecturas crı́ ticas que buscan resaltar exclusivamente el aspecto fenomenoló gico del perspectivismo amerindio (Heurich 2007) (Cayó n 2008) (Citro y Gó mez 2013) (Silla 2014). Viveiros, como buen
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … postestructuralista, no dejarı́ a escapar a las argumentaciones butlerianas las cuales llevan ya varios añ os alimentando esta clase de discursos, sin embargo, muchos de sus seguidores tendrı́ an razones de sobra para ocultar tal muletilla. Volviendo al tema, la ú nica conclusió n plausible a la que Viveiros llegó fue a la de reconocer al cuerpo como una “ropa‑má scara” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 64) (Viveiros 1996a: 133) (Viveiros en Alliez 2002: 190), como ““ropas” somá ticas animal” (Viveiros 2007a: 91) o “clothing” (Viveiros 2004a: 465, 476 y 2012a: 48, 133, 135, 138), de팇갇iniciones con las que Viveiros parece estar de acuerdo pues aclarará que “no hay duda de que los cuerpos son desechables e intercambiables, y que tras ellos está n las subjetividades formalmente idé nticas a lo humano”(Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 65) (Viveiros 1996a: 133 y 2012a: 138) (Viveiros en Alliez 2002: 191), sin embargo, luego dirá que “No se trata tanto de que el cuerpo sea una especie de ropa, como de que una ropa sea un tipo de cuerpo” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 64) (Viveiros 1996a: 133) (Viveiros en Alliez 2002: 190). Aquı́ , muy a pesar que se traten o no de ropajes, las extrapolaciones no dejan de ser cada vez má s oscuras recayendo, esencialmente, en una de팇갇inició n simbolista del cuerpo que no se aleja tanto de sus primeras producciones (Seeger et al. 1979) (Viveiros 1979) –no sin pasar antes, claro está , por unos cuantos giros caracterı́ sticos del formado perspectivismo: Los animales ven de la misma forma que nosotros cosas distintas de lo que nosotros vemos porque sus cuerpos son diferentes de los nuestros. No me estoy re팇갇iriendo a las diferencias de 팇갇isiologı́ a […] sino a los afectos, inclinaciones o capacidades que singularizan cada tipo de cuerpo; lo que é ste come, có mo se mueve, có mo se comunica, dó nde vive, si es gregario o solitario... La morfología corporal es un signo poderoso (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 55‑56) (Viveiros 2004a: 474‑475) (é nfasis mio)
Lé ase, “morfologı́ a corporal” (Ver tambié n Viveiros 2010: 55) como “signo poderoso”. Viveiros, sin renunciar de facto a una lectura simbolista, hace uso de constantes adherencias postestructuralistas que solo para los despistados pasarı́ an por nuevas. De forma extendida: Como argumento importante a favor de la idea de que el modelo de cuerpo son los cuerpos animales, recordarı́ a que no hay prá cticamente ningú n ejemplo, en la etnologı́ a y en la mitologı́ a amazó nicas, de animales "vistié ndose" de humanos, esto es, asumiendo un cuerpo humano como si fuera una ropa. Todos los cuerpos, incluido el humano, son concebidos como vestimentas o envoltorios; pero nunca se ve a los animales vistiendo un ropaje humano. Lo que se encuentra son humanos vistiendo ropas animales y volvié ndose animales, o animales desvistié ndose de sus ropas animales y revelá ndose como humanos. La forma humana es como un cuerpo dentro del cuerpo; es el cuerpo desnudo primigenio, el "alma" del cuerpo. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 62) (Viveiros 2012a: 122‑123)
En otra parte, llegamos a de팇갇iniciones del cuerpo que intentan, desde muy temprano, sumar y sumar cada vez má s referencias ası́ produzcan pá rrafos cuya redacció n trastoca hasta la ló gica má s simple: Siguiendo la analogı́ a con la serie pronominal (Benveniste 1966a, b) se ve que entre el yo re팇갇lexivo de la cultura (generador del concepto de alma o espı́ ritu) y el él con valor impersonal de la naturaleza (marcador de la relació n con la alteridad corpó rea), hay una posició n que falta, la del tú, la segunda persona, o el otro tomado como otro sujeto, cuyo punto de vista sirve de eco latente al del yo. Creo que este concepto puede ser de ayuda en la determinació n del contexto sobrenatural. Contexto anormal en el cual el sujeto es capturado por otro punto de vista cosmoló gico dominante, donde él es el tú de una perspectiva no‑humana, la Sobrenaturaleza es la forma del Otro como Sujeto, implicando la objetivació n del yo humano como un tú para este Otro. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 66) (Viveiros 1996a: 134‑135) (Viveiros en Alliez 2002: 192)
Todo el proceso descrito, mediante citaciones a Karl Marx (Ver tambié n Viveiros en Alliez 2002) y Marcel Mauss (Viveiros 2004a: 478), es rotulado como “perspectivismo somá tico” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 62) (Viveiros en Alliez 2002: 189) (Viveiros 1996a: 131 y 2012a: 122) o, en un intento de con팇갇luir con cierto estilo de investigaciones contemporá neas en torno al cuerpo (Morales 2014d), como embodiment (Viveiros en Miceli 1999). Má s allá , Viveiros destaca “la importancia de toda una economı́ a de la corporalidad” (Viveiros 2010: 32) mediante la a팇갇irmació n de que “el perspectivismo es un manierismo corporal” (Ibı́ d. 55), revelando ası́ , tal como lo hemos apreciado aquı́ , la importancia del cuerpo para el perspectivismo como postura autó noma. No obstante, la gran mayorı́ a de estos argumentos tratan al cuerpo sin el cuerpo, es decir, enuncian cali팇갇icaciones sobre el cuerpo cuando nada má s se tomó en consideració n su aspecto simbó lico sumado a una retó rica postestructural ciertamente despreocupada. Má s allá de que Viveiros intente dejar de lado las de팇갇iniciones setenteras del cuerpo simbólico agregá ndole giros retó ricos y hasta referencias gramaticales (de ahı́ lo de “pronombres cosmoló gicos”), la de팇갇inició n esencial de cuerpo sigue siendo de tinte explı́ citamente simbó lico aunque de dientes para afuera el perspectivismo se revele como una postura antisimbolista, antihermené utica y hasta antiposmoderna. Puede que Viveiros haya recalcado realizar un “intenso uso semió tico del cuerpo” (Viveiros en
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 61) que incluya referencias a Ferdinand de Saussure o perseguido “uma verdadeira antropo‑semiologia” (Viveiros en Sztutman 2008: 63), tanto en objeto (ya que se habla del cuerpo) como en mé todo (ya que se habla de las teorı́ as del signo), sin embargo, en sus textos brilla por su ausencia menció n alguna hacia la semiologı́ a, la semió tica, la biosemió tica o, en todo caso, la teorı́ a literaria. Nombres como los de Julia Kristeva, Mijaı́ l Bajtı́ n, Umberto Eco, Roland Barthes o Paul Ricoeur, inclusive estos ú ltimos muy allegados al estructuralismo lé vistraussiano (Barthes 1993) (Lé vi‑Strauss y Ricoeur 1997) (Ricoeur 1997), no se trabajan de forma que podamos a팇갇irmar que existe un componente semioló gico importante que estructure las proposiciones perspectivistas. Peor aun hablar de la semió tica ló gica o las teorı́ as semá nticas de Jerrold Katz o Jerry Fodor. A lo mucho que se llega es a menciones tı́ midas que no toman en consideració n la totalidad del planteamiento pues se menciona continuamente el adjetivo de “simbó lico” sin que se trate, ni siquiera crı́ ticamente, ninguno de los planteamientos semió ticos. ¿Qué clase de elaboració n semioló gica es la que se persigue sin los distintos aportes de la semiologı́ a misma? A este respecto, algo que tambié n debe llamarnos la atenció n es el nulo espacio que Viveiros le dedica al ritual, bajo la escandalosa a팇갇irmació n de que “Lé vi‑Strauss que no se interesó por los ritos, sino por los mitos” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 236), aun cuando el mismo maestro destacó su vital importancia (Lé vi‑Strauss 1956). Para considerarse estructuralista, Viveiros ha leı́ do muy poco o muy mal a Lé vi‑Strauss. Como se apreció , el cuerpo simbólico gestado en los añ os 70´s no di팇갇iere, en esencia, del cuerpo perspectivista, ya que ambos son de팇갇inidos mediante referencias cuasisemió ticas las cuales componen el nú cleo duro del concepto pues, má s allá de toda la argamasa retó rica de la que hemos sido testigos privilegiados, Viveiros dirı́ a que “O antropó logo que primeiro efetivamente tematizou a questã o da corporalidade na Amé rica do Sul foi Lé vi‑Strauss, nas Mitológicas” (Viveiros citado en Sztutman, Nascimento y Marras en Sztutman 2008: 29). No obstante, lo que paradó jicamente tienen en comú n ambos tratamientos es que no hayan logrado cuajar ningú n planteamiento claro en torno al cuerpo amerindio, ni en los añ os 70´s ni en la actualidad, ya que Viveiros no se decidió ni por lo simbó lico ni por lo fenomenoló gico‑ postestructural dejando ası́ al perspectivismo, y a sus conceptos má s bá sicos, en el limbo de la indecisió n teoré tica.
Excurso: Sobre espíritus, químicas y oscuridad editorial. Un punto esencial en torno a la noció n de cuerpo es su distinció n respecto a los conceptos de espı́ ritu y alma. En un inicio dirı́ a Viveiros que “las nociones que traducimos por “espı́ ritu”se re팇갇ieren a una multiplicidad virtual intensiva” (Viveiros 2007a: 88), sin embargo, má s adelante, estas de팇갇iniciones conformará n, por si fuera poco, argumentos bastante extrañ os. Un ejemplo de ello es cuando Viveiros, en una muestra de curiosa redacció n, que ya no solo trasunta la matemá tica sino hasta la quı́ mica o la gené tica, que: Spirit or mind is our great differentiator: it raises us above animals and matter in general, it distinguishes cultures, it makes each person unique before his/her fellow beings. The body, in contrast, is the major integrator: it connects us to the rest of the living, united by a universal substrate (DNA, carbon chemistry) which, in turn, links up with the ultimate nature of all material bodies—so there is something like a “modern participation,” which is physical participation. In contrast to this, Amerindians postulate a metaphysical continuity (a.k.a. “primitive participation”) and a physical discontinuity between the beings of the cosmos, the former resulting in animism, the latter in perspectivism: the spirit or soul (here not an immaterial inner substance but rather a re팇갇lexive form—no “interiority”) integrates, the body (not an extended material organism but a system of intensive affects—no “exteriority”) differentiates. (Viveiros 2012a: 116‑117)
Como tambié n: bodies are not things, souls are not representations; by the same token, both body and soul are not things (for there are no anti‑things, i.e., representations), and they are not representations either (for there are no anti‑representations, i.e., things). Body and soul are, precisely, perspectives: the body is the site of perspectives; the soul, that which the point of view has put in the subject position. (Viveiros 2012a: 125) (é nfasis mı́ o)
El autor dice que los cuerpos no son cosas y las almas no son representaciones y que, por el mismo motivo, cuerpo y alma no son cosas ni tampoco representaciones, ni anti‑cosas ni anti‑ representaciones, entonces, son perspectivas. ¿Alguien má s notó la falta de correspondencia entre dichas premisas? A este respecto, Viveiros, en un claro ejemplo de có mo la exagerada retó rica puede llegar a confundirse con las erratas editoriales, dirá en cuatro oportunidades distintas que: (a) “As “almas” amerı́ ndias, humanas ou animais, sã o assim categorı́ as perspectivas, deı́ ticos cosmoló gicos cuja aná lise pede menos uma psicologı́ a animista ou uma ontologia substancialista que uma teoria do signo ou uma pragmá tica epistemoló gica” (Viveiros 1996a: 126)
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … (b) “As almas ou subjetividades amerı́ ndias, humanas ou nã o‑humanas, sã o assim categorias perspectivas, deı́ ticos cosmoló gicos cuja aná lise pede menos uma psicologia substancialista que uma pragmá tica do signo” (Viveiros 2002a: 372‑373) (c) “Las “almas” amerindias, humanas o animales son ası́ las categorı́ as perspectivas, los deı́ cticos cosmoló gicos de los que el aná lisis requiere, menos una sicologı́ a animista o una ontologı́ a substancialista que una teorı́ a del signo o una pragmá tica epistemoló gica” (Viveiros en Alliez 2002: 185) (d) “Las almas o subjetividades amerindias, humanas o no humanas, son, pues, categorı́ as relativas, deı́ cticos cosmoló gicos cuyo aná lisis requiere una pragmá tica del signo má s que una psicologı́ a sustancialista” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 51) A lo que es posible realizar las siguientes observaciones: (i) En (a) y (c) Viveiros rechaza el planteamiento de una psicologı́ a animista como tambié n de una ontologı́ a substancialista, (ii) en (b) y (d) Viveiros rechaza el planteamiento de una psicologı́ a substancialista, (iii) en (a) y (c) Viveiros propone una teorı́ a del signo y como tambié n una pragmá tica epistemoló gica, y, (iv) en (b) y (d) Viveiros rechaza el planteamiento de una pragmá tica del signo. Si caemos en cuenta de que tales textos corresponden a un mismo texto base, podemos estar de acuerdo en que la responsabilidad de tanta marañ a expuesta en el esquema numerado recae sobre el mismo Viveiros pues (a) y (b) fueron ediciones publicadas en portugué s (no han sido traducidas al españ ol y no hay error editorial que no haya pasado previamente por la revisió n del mismo Viveiros) y, paradó jicamente, son estas las que a pesar de su continuidad temporal divergen en un grado considerable. Los pares (a) y (c) y (b) y (d) son proposicionalmente similares pero (a) y (b) no lo son: como se puede observar, en (a) Viveiros propone que el aná lisis de los pronombres cosmoló gicos depende menos de una “psicologı́ a animista” y de una “ontologı́ a substancialista” y má s de una “teorı́ a del signo” (¿simbolismo?) o una “pragmá tica epistemoló gica” (!). En (b) Viveiros propone, en cambio, que dicho aná lisis depende menos de una “psicologı́ a substancialista” que de una “pragmá tica el signo”. ¿Alguien má s se percató de los elementos comunes? ¿A qué se debe el cambio? En (a) “psicologı́ a animista” y “ontologı́ a substancialista” parecen haberse fusionado en (b) “psicologı́ a substancialista”; mientras que por otro lado, en (a) “teorı́ a del signo” y “pragmá tica epistemoló gica” paracen haber hecho lo correspondiente en (b) “pragmá tica del signo”. psicología animista + ontologı́ a substancialista = psicología substancialista teorı́ a del signo + pragmática epistemoló gica = pragmática del signo Parece que para la nueva edició n (b) solo fue necesario cambiar el orden de los té rminos pues serı́ a demasiada coincidencia que mediante una profundizació n del tema de pronto las nuevas ediciones tuvieran tanto parecido conceptual con lo que se hizo añ os antes. Que se haya pasado de “psicologı́ a animista” y “ontologı́ a substancialista” a “psicologı́ a substancialista” y de “teorı́ a del signo” y “pragmá tica epistemoló gica” a “pragmá tica del signo” es demasiada coindicencia. Realmente no sabemos qué pasó aquı́ . Má s parece que Viveiros hubiere tomado y fusionado los té rminos “psicologı́ a animista” y “ontologı́ a substancialista” en “psicologı́ a substancialista” y de igual forma con los otros pues los té rminos que está n ahı́ son prá cticamente los mismos ¿Puede esto explicarse má s por profundizació n investigativa que por apuros retó ricos que para muchos han pasado ampliamente desapercibidos? ¿O será que, por sugerencia reynosiana (Reynoso 2015), Viveiros usa determinados software para escribir sus textos? Tanto para sus seguidores como para sus crı́ ticos ¿qué es lo que han estado leyendo que nadie ha dado cuenta de esto? Dada la “similitud” que exhiben tales premisas optaré por a팇갇irmar que se trata de cambios apresuados de ú ltimo minuto que pasaron entre sus pasivos lectores como un supuesto desarrollo conceptual, sin embargo, el problema mayor no es ese. Lo complicado del asunto radicará en saber cual es la edició n que “valga” 팇갇inalmente dado que los té rminos de (a) y (b) son, a pesar del parecido, rotundamente distinto. Que nadie dude que, para lo que sea que signi팇갇iquen, “psicologı́ a animista” es algo distinto de “psicologı́ a substancialista” e igualmente con “pragmá tica epistemoló gica” de “pragmá tica del signo”[18]. Se trata de ró tulos (?) distintos má s allá de que, como se observa, Viveiros no lo aclare bajo ninguna referencia bibliográ 팇갇ica que nos permitiese saber de qué habla. De esta forma, el perspectivismo parece consistir má s una especie de intermedio indecidible que una postura delimitada. A este nivel, parece que algunos (o probablemente todos) los cambios argumentativos y desarrollos conceptuales que sufrió el perspectivismo a lo largo del tiempo se explican má s por una evidente falta de alternativas sumado a un forzado intento de autonomizació n teó rica por descarte que por su habilidad original de crear esquemas plausibles de interpretació n o explicació n. Despué s de lo que acabamos de apreciar, el horizonte es realmente tenebroso. Sin embargo, muy a pesar de todo lo que hemos visto, la importancia argumentativa de dichos conceptos (cuerpo, alma y espı́ ritu) se mantiene en relació n a eso que Viveiros llama lo occidental cuando a팇갇irma que “For the Europeans, the ontological diacritic is the soul […]. For the Indians, it is the body” (Viveiros 2004b: 8), que “no regime da modernidade clá ssica, o corpo não tem sentido” (Viveiros en Sztutman 2008: 102), que “Bodily metamorphosis is the Amerindian counterpart to the European theme of spiritual conversion” (Viveiros 2004a: 476 y 2012a: 125), que “O corpo é o novo nome do espı́ rito” (Viveiros 2009: 201) o que, de
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … manera ciertamente insó lita, “O cerebro é o nome moderno do espı́ rito” (Ibı́ d. 201). Uno a este nivel ya no sabe si lo que acontece en las proposiciones perspectivistas es falta de ló gica de la argumentació n, un pobre tratamiento metodoló gico o un simple desconocimiento de las normas gramaticales, aunque es muy probable que se trate de todas las anteriores.
9. El juego imposible de las distinciones perspectivistas. Un punto crucial de una postura teó rica cualquiera es que goce de una de팇갇inició n canó nica. Dado que el perspectivismo se encontraba en pleno proceso de autonomizació n era necesario poder distinguirlo de otros esquemas similares propuestos en estudios a팇갇ines. El problema arranca cuando las variadas distinciones que establece frente al multiculturalismo, al naturalismo, a la representació n y al relativismo son poco claras, confusas y forzadas. Considero importante, por consiguiente, conocer estos eventos.
“O perspectivismo não é um multiculturalismo”[19]
Para diferenciar al perspectivismo del llamado multiculturalismo, Viveiros sugiere, en primer lugar, crear el té rmino multinaturalismo: Mientras que é stas [las concepciones multiculturalistas] se basan en la implicació n mutua entre la unicidad de la naturaleza y la multiplicidad de las culturas ‑la primera garantizada por la universalidad objetiva de los cuerpos y de la sustancia, la segunda por la particularidad subjetiva de los espı́ ritus y del signi팇갇icado‑, la concepció n amerindia supondrı́ a, por el contrario, una unidad del espı́ ritu y una diversidad de los cuerpos. La cultura o el sujeto serı́ an aquı́ la forma de lo universal; la naturaleza o el objeto, la forma de lo particular. Esa inversió n, quizá demasiado simé trica para ser algo má s que una especulació n, tiene que desarrollarse en una interpretació n de las nociones cosmoló gicas amerindias fenomenoló gicamente rica, capaz de determinar las condiciones de constitució n de los contextos que se podrı́ an llamar "naturaleza" y "cultura". Recombinar, por tanto, para a continuació n des‑sustancializar, pues las categorı́ as de Naturaleza y Cultura, en el pensamiento amerindio, no solo no tienen los mismos contenidos, sino que tampoco poseen el mismo estatuto de sus aná logos occidentales; estas categorı́ as no señ alan regiones del ser, sino con팇갇iguraciones relacionales, perspectivas cambiantes, en resumen, puntos de vista. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 38) (Viveiros 1996a: 116) (Viveiros en Alliez 2002: 176‑177) (Ver tambié n Viveiros 2004a: 466, 2010: 34 y 2012a: 46).
Si completamos los extremos de esta enredada argumentació n y ordenamos las premisas es posible elaborar el siguiente esquema: MC: 1 naturaleza:
Universalidad objetiva (cuerpo‑sustancia)
n culturas:
Particularidad subjetiva (espı́ ritu‑signi팇갇icado)
“inversió n simé trica y especulativa” MN: 1 cultura:
Universalidad subjetiva (espı́ ritu‑signi팇갇icado)
n naturalezas:
Particularidad objetiva (cuerpo‑sustancia)
Como puede apreciarse, y para no ser má s que una “especulació n”, el multinaturalismo es cualquier cosa menos el “inverso” del multiculturalismo ni mucho menos está dotado de simetrı́ a pues un concepto no es esa clase de ítem que uno podrı́ a tildar de ostentar simetrı́ a. Son conceptos, no objetos mensurables. Nó tese tambié n, a travé s de las citaciones, la importancia de este planteamiento conceptual cuya permanencia se deja ver a travé s del tiempo: aparece en el añ o 1996 para perdurar hasta el añ o 2012 sin prá cticamente ninguna variació n. Hablamos de má s de 15 añ os de está sis conceptual. A este nivel llama mi atenció n la rapidez con la que se emiten juicios de alto calibre sin má s fundamento que la simple sospecha para simular encuentros conceptuales y hasta para caracterizarlos de determinadas maneras pues en otro ejemplo similar, donde abundan silogismos partidos, elipsis inconclusas y frases incrustadas, Viveiros nos dice: A diferença essencial deste “perspectivismo” para com o nosso “multiculturalismo” é que a variaçã o de ponto de vista nã o afeta apenas o “modo de ver” um mundo que seria objetivamente exterior ao ponto de vista e maior que qualquer ponto de vista possı́ vel, um mundo ontoló gica ou epistemologicamente in팇갇inito. Em primeiro lugar, o “mundo” perspectivista é um mundo composto exaustivamente por pontos de vista: todos os seres e coisas do mundo sã o sujeitos em potencial, os seres que “vemos” portanto sã o sempre seres que “vêem”, aquilo que experimentamos é sempre um sujeito de uma experiê ncia posı́ vel: todo “objeto” é um tipo de “sujeito”. Em segundo lugar, a diferença entre as espé cies nã o é do tipo de uma diferença de “opiniã o” ou de
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … “cultura”, mas uma diferença de “natureza”: é uma diferença no modo como cada espé cie é experimentada pelas outras, ou seja, como corpo, como conjunto de afetos sensı́ veis, de capacidades de modi팇갇icar e ser modi팇갇icado por agentes de outra espé cie. O mundo visto por outra espécie não é o mesmo mundo visto diferentemente, mas um “outro mundo” visto da mesma maneira. (Viveiros en Ferná ndez Bravo 2012)
Para Viveiros “el multinaturalismo perspectivista es una transformació n en doble torsió n del multiculturalismo occidental” (Viveiros 2010: 58), para lo que sea que signi팇갇ique el té rmino, por tal motivo, “nã o é possı́ vel ser ao mesmo tempo perspectivista e multiculturalista. Nem é desejá vel” (Viveiros citado en Ferná ndez Bravo 2012) puesto que, a secas, “sã o incompatı́ veis” (Ibı́ d.). Puede que la incompatibilidad conceptual sea un efecto que se da entre aquellos elementos que pertenezcan a marcos conceptuales distintos y estos, a su vez, a epistemologı́ as diferenciadas pero esta incompatibilidad sumada a la anterior asimetrı́ a, sin tratamiento previo, es realmente algo duro de digerir. Aquı́ las preguntas caen por si solas; si no fue la ló gica deductiva o al menos cierto orden argumentativo ¿qué motivó que Viveiros agrupe tales elementos de esa forma? ¿Bajo qué criterios se establecen las distinciones perspectivistas? ¿Bajo qué de팇갇iniciones se establecen sus propios conceptos y sus caracterı́ sticas? Preguntas que cobran sentido sobre todo si el mismo autor aclara, inconclusió n mediante, que “A palavra multinaturalismo é uma provocaçã o, mas ao mesmo tempo é totalmente sé ria” (Viveiros citado en Royoux en Sztutman 2008: 112). Esta clase de imprecisiones cró nicas má s que ser criticadas, han sido ampliamente referenciadas. Para mencionar un caso, Adolfo Chaparro, en un texto enteramente 팇갇ilosó 팇갇ico acompañ ado por unas pocas ejempli팇갇icaciones etnoló gicas (a modo de material empı́ rico de soporte) pró ximo al reduccionismo cultural, Viveiros es alineado junto a pensadores como Hobbes, Habermas, Lyotard, Leibniz, Deleuze, Guattari y el infaltable Foucault para discutir la problemá tica relació n entre multiculturalismo y perspectivismo (Chaparro 2004) –discusió n que, valga decir, tampoco encuentra aquı́ ni en ninguna parte una salida viable. Como se observa, es muy probable que la cosa siga igual a pesar del tiempo y las crı́ ticas. Muchas posturas teoré ticas contemporá neas no se han visto fortalecidas por su coherencia metodoló gica sino por su habilidad para esquivar, a consciencia, toda clase de crı́ ticas.
Perspectivismo y naturalismo. Philippe Descola, al igual que Viveiros, pertenece a esa generació n de antropó logos ampliamente in팇갇luenciada por el estructuralismo de Lé vi‑Strauss y dedicada a los estudios amazó nicos. No pretendemos discutir aquı́ su postura, planteamiento que en sı́ mismo se revela amplio y problemá tico (Descola en Descola y Pá lsson 2001) (Descola 2003, 2014a y 2014b) (Descola en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004) (Bartolomé 2014) (Reynoso 2015), sin embargo, considero necesario y su팇갇iciente señ alar, con el 팇갇in de identi팇갇icar la autonomı́ a del perspectivismo, su particular distinció n respecto de las argumentaciones viveirosianas. Dirá Viveiros: El lector habrá advertido que mi "perspectivismo" recuerda la noció n de "animismo" recientemente recuperada por Descola (1992,1996) para designar el modo de articulació n de las series natural y social que serı́ a simé trico e inverso al totemismo. A팇갇irmando que toda conceptualizació n de los no‑humanos se re팇갇iere siempre al á mbito social, Descola distingue tres modos de "objetivació n de la naturaleza": el totemismo, donde las diferencias entre las especies naturales sirven para organizar ló gicamente el orden interno de la sociedad, esto es, donde la relació n entre naturaleza y cultura es de tipo metafó rico y está marcada por la discontinuidad intra e interserial; el animismo, donde las "categorı́ as elementales de vida social" organizan las relaciones entre los humanos y las especies naturales, de팇갇iniendo ası́ una continuidad de tipo sociomó r팇갇ico entre naturaleza y cultura basada en la atribució n de "disposiciones humanas y caracterı́ sticas sociales a los seres naturales" (id. 1996:87‑88); y el naturalismo, tı́ pico de las cosmologı́ as occidentales, que supone una dualidad ontoló gica entre naturaleza ‑á mbito de la necesidad‑ y cultura ‑á mbito de la espontaneidad‑, regiones separadas por una discontinuidad metonı́ mica. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 45) (Viveiros 1996a: 120) (Viveiros en Alliez 2002: 180) (Viveiros 2012a: 84‑85)
Pero, má s allá de su acostumbrada peculiar retó rica y en consulta de un importante concepto para este estilo antropoló gico, ¿qué es el totemismo para Viveiros? Totemism seems to me a phenomenon of a different order from animism and naturalism. It is not a system of relations between nature and culture as is the case in the other two modes, but rather of correlations. Totemism is not an ontology, but a form of classi팇갇ication—it would not belong, therefore, to the category of “modes of identi팇갇ication,” but rather to that, left vacant by Descola, of “modes of categorization.” The totemic connection between the natural and the social series is neither social nor natural—it is purely logical and differential. By the same token, this connection is not metonymic and hierarchical as is the case with animic and naturalist modes of relating and de팇갇ining nature and culture—it is a metaphoric and equipollent relation. (Viveiros 2012a: 88)
El tratamiento del totemismo hecho por Viveiros se engancha con sus crı́ ticas hacia Descola,
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … especı́ 팇갇icamente al señ alar que “La teorı́ a de Descola es un ejemplo má s de la insatisfacció n generalizada con el é nfasis unilateral en la metá fora, en el totemismo y en la ló gica clasi팇갇icatoria que marcarı́ a la imagen lé vi‑straussiana del pensamiento salvaje” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 45); crı́ tica que en esos té rminos solo aparece en la ú ltima edició n del texto (Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004) y cuya tendencia llegarı́ a a su punto á lgido añ os despué s cuando Viveiros a팇갇irmó que “it is clear that many of Descola’s points are already present in Lé vi‑Strauss” (Viveiros 2012a: 85). Dicho de otro modo: Descola appears to adopt an institutional reading of totemism, whilst Lé vi‑Strauss had taken it as a mere example of the global style of the savage mind; the cognitive form exempli팇갇ied by totemism is considered by Lé vi‑Strauss as much more important than the contingent conceptual and institutional contents to which it is applied. (Ibı́ d. 88)
Justamente en base a estas crı́ ticas fue que Latour anunciarı́ a, pomposamente, “un debate entre dos de los mayores y má s brillantes antropó logos” (Latour 2009: 1). Por otro lado, esta vez en relació n al animismo, otro concepto importante en estas discusiones, Viveiros dirá que: El animismo se puede de팇갇inir como una ontologı́ a que postula el cará cter social de las relaciones entre las series humana y no‑humana. El intervalo entre naturaleza y sociedad es en sı́ social. El naturalismo se basa en el axio‑ma inverso: las relaciones entre naturaleza y cultura son en sı́ naturales. En efecto, si en el modo animista la distinció n naturaleza/cultura es inherente al mundo social, pues humanos y animales se encuentran inmersos en el mismo medio socio‑có smico (y en ese sentido la naturaleza forma parte de una so‑cialidad englobante), en la ontologı́ a naturalista la misma distinció n es in‑herente a la naturaleza (y en ese sentido la sociedad humana es un fenó meno natural entre otros). Para el animismo, el polo no‑marcado es la sociedad; para el naturalismo, la naturaleza: estos polos funcionan, respectivamente y contrapuestos, como el momento de lo universal de cada modo. Animismo y naturalismo son, por lo tanto, estructuras asimé tricas y metonı́ micas (lo que los distingue del totemismo, estructura metafó rica y simé trica). (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 46) (Viveiros 1996a: 121, 2002a: 364 y 2012a: 86) (Viveiros en Alliez 2002: 181)
En relació n a su distinció n respecto el perspectivismo, Viveiros señ ala: Esa doble torsió n, materialista y especulativa, aplicada a la representació n usual, psicologista y positivista, del animismo, es lo que hemos llamado “perspectivismo”, en virtud de sus analogı́ as […] con las tesis 팇갇ilosó 팇갇icas asociadas con esa etiqueta segú n podemos encontrarlas en Leibniz o en Nietzsche, en Whitehead o en Deleuze. (Viveiros 2010: 33)
Es en esta citació n donde empiezan los problemas. Má s allá esa doble torsió n materialista y especulativa, de las referencias a Leibniz y compañ ı́ a, y de los formalismos en torno a estructuras simé tricas o asimé tricas que no encuentran una justa y necesaria fundamentació n como para saber con exactitud qué clase de distinció n se gesta entre una cosa y otra, Viveiros cali팇갇icarı́ a al perspectivismo de ser el “corolario etno‑epistemoló gico” (Viveiros 1996a: 122) del animismo pues “O perspectivismo amerı́ ndio nã o é um tipo de tipologia […]; ele nã o é uma “forma de classi팇갇icaçã o primitiva”” (Viveiros citado en Belaunde en Sztutman 2008: 119‑120) o dirá que “el perspectivismo no es un subtipo de animismo en el sentido de Descola […] sino un concepto; por otra parte, no es un tipo de tipo, sino un concepto de concepto” (Viveiros 2010: 60‑61). De esta manera, Viveiros intenta alejarse del enfoque tipoló gico de Descola, sin embargo, prá cticamente a contrapelo de todo lo dicho antes, dirá que tanto animismo como perspectivismo guardan relaciones de complementariedad: “if animism af팇갇irms a subjective and social continuity between humans and animals, its somatic complement, perspectivism, establishes an objective discontinuity, equally social, between live humans and dead humans” (Viveiros 2012a: 128). Visto panorá micamente: Esta torsió n asimé trica del animismo perspectivista ofrece un contraste interesante con la simetrı́ a que muestra el totemismo. En el primer caso, una correlació n de identidades re팇갇lexivas (un humano es para sı́ mismo como un determinado animal es para sı́ mismo) sirve de sustrato a la relació n entre la serie humana y la serie animal; en el segundo, una correlació n de diferencias (un humano di팇갇iere de otro humano como un animal de otro animal) articula estas dos series. Una correlació n de diferencias produce una estructura simé trica y reversible, mientras que una correlació n de identidades produce la estructura asimé trica y pseudoproyectiva del animismo. Esto ocurre, creo, porque lo que el animismo a팇갇irma, despué s de todo, no es tanto la idea de que los animales son semejantes a los humanos, sino la de que ellos ‑ como nosotros‑ son diferentes de sí mismos: la diferencia es interna o intensiva, no externa o extensiva. Si todos tienen alma, nadie es idé ntico a sı́ mismo. Si todo puede ser humano, nada es humano inequı́ vocamente. La humanidad de fondo vuelve problemá tica la humanidad de forma. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 53‑ 54) (Viveiros 2012a: 103)
Si le pareció incomprensible no se preocupe que no está solo, pues este fragmento me hizo recordar los mejores añ os del Sokal hoax (Sokal y Bricmont 1999) (Otero 1999), no
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … obstante, parte de esta ilegibilidad no radica en problemas de forma sino de fondo. Observemos có mo Viveiros presenta al “animismo perspectivista” (fó rmula en sı́ complicada) como una “estructura asimé trica y pseudoproyectiva” sin demostrar, en lo má s mı́ nimo, por qué eso serı́ a lo que es. Como ya todos sabemos, a팇갇irmar que algo funciona como estructura o que ostenta un cará cter estructural no depende del estilo literario ni de a cuá ntos giros se someta la argumentació n; su identi팇갇icació n correcta requiere, para empezar, un enfoque completamente distinto al presentado por Viveiros, má s formal dados los señ alamientos de raigambre matemá tica e inferencial que, de todas maneras, vaya má s allá de las imposturas observadas. Aquı́ vemos nuevamente có mo se transgrede toda norma bá sica de la investigació n ‑ya formal si se habla de estructuras‑ y de la epistemologı́ a má s sencilla. Con todas estas “imposturas intelectuales” a la mano, llama mi atenció n que Viveiros haya declarado en una entrevista que: “lo que me gustaba verdaderamente era la fı́ sica moderna, la fı́ sica cuá ntica, la teorı́ a de la relatividad, la geometrı́ a no euclidiana” (Viveiros citado en Fujigaki, Martı́ nez y Salazar Gonzá lez 2014: 221). Pero la cosa no queda ahı́ . Si a Lé vi‑Strauss le tomó centenares de pá ginas (Lé vi‑Strauss 1971, 1987, 2004 y 2009) para de alguna forma ‑hoy sin duda alguna insostenible‑ presentar al estructuralismo tal como se le conoció en sus buenas é pocas, a Viveiros solo le basta unas cuantas pá ginas, giros de estilo y buenas intenciones para cali팇갇icar un fenó meno similar. Esta clase de retó rica, iniciada por Lé vi‑Strauss, es reproducida por perspectivistas posteriores con mayor atrevimiento que el mismo Viveiros. Por ejemplo, para José Antonio Kelly el perspectivismo “pode ser visto como uma transformaçã o estrutural do totemismo e que, por essa razã o […] tem uma ı́ ntima relaçã o com a fó rmula canô nica do mito (FCM) de Lé vi‑Strauss” (Kelly 2010: 137). Ası́ , mediante fó rmulas, como si de pronto formalismos ocasionales como estos fueran el epı́ tome de una ciencia correcta[20], la cosa queda ası́ : Uma transformaçã o estrutural do totemismo exigiria aplicar uma ‘dupla torçã o’ a essa con팇갇iguraçã o, do tipo que aparece no ú ltimo elemento da FCM: Fx(a):Fy(b)::Fx(b):Fa‑ 1(y). Primeiro, os termos devem substituir as relaçõ es. Isso constitui uma inversã o de 팇갇igura e fundo, correspondendo à torçã o na FCM na qual ‘y’ em Fy(b) passa de uma funçã o a um termo em Fa‑1(y) sobre o qual se aplica uma funçã o. (Ibı́ d. 139)
Y es ası́ que a travé s de ejemplos de desprolijidad metodoló gica al 팇갇iel estilo de un extremadamente sobrevalorado Lé vi‑Strauss, Viveiros recurre al mismo tipo desesperado de auxilio formalista para lo cual los conceptos de estructura, metá fora o sistema llegan bien. La caracterizació n perspectivista del animismo (y del naturalismo) como “estructuras metonı́ micas y asimé tricas” o del totemismo como “estructura metafó rica y simé trica” son un buen ejemplo de lo que se prolonga en la argumentació n viveirosiana, al reconocer, nuevamente que “Animism, interpreted as human sociality projected onto the non‑human world, would be nothing but the metaphor of a metonymy” (Viveiros 2012a: 90‑91) o que “Amerindians postulate metaphysical continuity and physical discontinuity. The metaphysical continuity results in animism; the physical discontinuity […], in perspectivism” (Viveiros 2004a: 475). Y cuando todos pensamos que el asunto no da para má s, Viveiros nuevamente nos sorprende: O perspectivismo é o nome que demos a uma elaboraçã o culturalmente caracterı́ stica do chamado “animismo”, o nome clá ssico para a atitude cosmoló gica que consiste em recusar a descontinuidade psı́ quica entre os diferentes tipos de seres que povoam o cosmos, imaginando todas as diferenças inter‑especı́ 팇갇icas como um prolongamento horizontal, analó gico ou metonı́ mico das diferenças intra‑especı́ 팇갇icas (e nã o, como é o caso do totemismo, como sua repetiçã o “vertical”, homoló gica ou metafó rica). A espé cie humana deixa de ser um domı́ nio separado e passa a de팇갇inir o “universo de discurso”: todas as diferentes espé cies aparecem como modalidades ou modulaçõ es do humano. (Viveiros en Ferná ndez Bravo 2012)
Como sea, tanto animismo como perspectivismo comparten una misma idea base que el mismo Viveiros reconoce cuando a팇갇irmó que “To say […] that animals and spirits are people is to say that they are persons; and to personify them is to attribute to nonhumans the capacities of conscious intentionality and social agency that de팇갇ine the position of the subject” (Viveiros 2004a: 467) pues, al 팇갇in y al cabo, “subjecti팇갇ication is, of course, what perspectivism is all about” (Ibı́ d. 477). Es decir, en té rminos de distinció n y autonomizació n conceptual, no importa realmente si se trata de estructuras, sistemas o metá foras ya que no solo el animismo postula la “subjeti팇갇icació n” de los seres mı́ ticos sino tambié n el perspectivismo, es má s, Viveiros los reconoce y rotula como ontologı́ as amerindias. No obstante, el alcance del perspectivismo serı́ a mucho mayor al del animismo porque ahı́ donde este se detiene para recordarse a sı́ mismo que sus formulaciones versan sobre asuntos cosmoló gicos que forman parte de un proceso investigativo que intenta ser, al menos, coherente con una ló gica cientı́ 팇갇ica, el perspectivismo olvida toda clase de fundamento para seguir su propio rumbo. De esta forma, el perspectivismo vendrı́ a a ser como un animismo exagerado, un animismo al que se le olvidó que formaba parte de una investigació n empı́ rica y que, por tal razó n, má s que aprehender una realidad explicá ndola mediante sus marcos debı́ a aceptarla tal y como venı́ a mediante algú n leve recurso 팇갇ilosó 팇갇ico.
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“Una perspectiva no es una representación”[21] Otra de las distinciones sobre las que se sostiene el perspectivismo es frente a la noció n de representació n. Es conocida la tradició n de que los má s importantes teorizadores del concepto de representació n advengan de la psicologı́ a social experimental de Ginebra o de la epistemologı́ a gené tica de Jean Piaget y que actualmente el concepto haya migrado hacia 팇갇ilosofı́ a postestructural, antropologı́ a posmoderna y estudios culturales donde el recurso de la modelizació n experimental, que servı́ a para fundamentar su aplicació n (o de nociones similares como subjetividad, percepció n o cognició n sociales), haya sido terriblemente abandonado para que, en su lugar, estas se lleven a cabo mediante intuiciones má s literarias o esté ticas que operativas. Desde temprano, Viveiros, intentando desligar al perspectivismo de tales in팇갇luencias, propondrı́ a una sugerencia que podrı́ a sencillamente aclarar todo el asunto: O relativismo (multi)cultural supõ e uma diversidade de representaçõ es subjetivas e parciais, incidentes sobre uma natureza externa, una e total, indiferente à representaçã o; os amerı́ ndios propõ em o oposto: uma unidade representativa ou fenomenoló gica puramente pronominal, aplicada indiferentemente sobre uma radical diversidade objetiva. Uma só “cultura”, mú ltiplas “naturezas” — o perspectivismo é um multinaturalismo, pois uma perspectiva não é uma representação. Uma perspectiva nã o é uma representaçã o porque as representaçõ es sã o propriedades do espı́ rito, mas o ponto de vista está no corpo. (Viveiros 1996a: 128)
Esta idea, para ediciones posteriores, sufrirı́ a un cambio importante, y tal como se observará en las citaciones, será n estas lı́ neas las que se mantendrá n a travé s del tiempo: El perspectivismo no es un relativismo, sino un multinaturalismo. El relativismo cultural, un multiculturalismo, supone una diversidad de representaciones subjetivas y parciales, que inciden sobre una naturaleza externa, una y total, indiferente a la representació n; los amerindios proponen lo opuesto: una unidad representativa o fenomenoló gica puramente pronominal, aplicada indiferentemente sobre una diversidad real. Una sola "cultura", mú ltiples "naturalezas"; epistemologı́ a constante, ontologı́ a variable, el perspectivismo es un multinaturalismo, pues una perspectiva no es una representació n. Una perspectiva no es una representació n porque las representaciones son propiedades del espı́ ritu, pero el punto de vista está en el cuerpo. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 55) (Viveiros en Alliez 2002: 186) (Viveiros 2004a: 474, 2010: 55 y 2012a: 112)
La primera proposició n “El perspectivismo no es un relativismo, sino un multinaturalismo”, que abre la idea posterior, no aparece en la primera edició n del texto y el té rmino “relativismo (multi)cultural” es cambiado al de “relativismo cultural” al que se le identi팇갇ica tambié n como “multiculturalismo”, no obstante, esto no es lo má s grave del asunto. Por un lado, un punto problemá tico es que Viveiros de팇갇ina al multiculturalismo como una “diversidad de representaciones subjetivas y parciales” pues no deja prueba alguna de qué le haya permitido inferir tal de팇갇inició n y, por otro lado, la proposició n “el perspectivismo es un multinaturalismo, pues una perspectiva no es una representació n” supuestamente adquiere el cará cter de ser una inferencia pero obsé rvese có mo no hay correspondencia alguna entre premisas. En los mismos té rminos de Viveiros, el perspectivismo podrı́ a ser una representació n dado que ambos conceptos no se contraponen. No obstante, para Viveiros sı́ má s allá de que mediante estos silogismos incompletos y constantes en su argumentació n sean los que sustentan cada paso que el autor da. En otro ejemplo que atañ e a la misma problemá tica, el autor nos dice que: O mito nã o é o que ele representa, mas o que escolheu nã o representar, isto é , outro mito que ele resolveu transformar em vez de copiar. Essa frase é muito sutil porque é uma representaçã o negativa: a má scara nã o representa. Transformar é o contrá rio de representar. Portanto, representar seria o contrá rio de transformar, seria copiar, produzir o idê ntico. Seria como se a representaçã o pura fosse uma có pia, e a transformaçã o fosse a antirrepresentaçã o. E✀ como se toda signi팇갇icaçã o fosse uma transformaçã o, e nã o uma representaçã o, como se fosse uma teoria nã o‑representativa da signi 팇갇icaçã o. Porque o que essa má scara signi팇갇ica é a outra má scara. Quando se olha essa má scara, o que se vê é a outra má scara, que nã o está lá . (Viveiros en Lagrou y Belaunde 2001: 30)
Obsé rvese nuevamente el mismo efecto ¿por qué “transformar” serı́ a lo contrario de “representar” si son conceptos que no se contraponen? Una representació n bien podrı́ a ser una transformació n y viceversa dado que son nociones que, por decirlo de alguna forma, no se rechazan. Sin embargo, Viveiros declara, sin mostrar ninguna prueba metodoló gica de clari팇갇icació n conceptual, que “transformar es lo contrario de representar”. A esto sú mese la cantidad de proposiciones inmersas en este pá rrafo que bien podrı́ amos enlistar cada que tengamos oportunidad para ası́ apreciar la cantidad de frases incrustadas que no solo di팇갇icultan la lectura sino que imposibilitan la existencia de coherencia interna. Pareciera que el objetivo de Viveiros es confundir a sus lectores má s que darles claridad pues rozando esos
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … conocidos excesos se a팇갇irma que los espı́ ritus ostentan “no‑iconicidad y no‑visibilidad” (Viveiros 2007a: 93) y que por tal razó n “son imá genes no‑representacionales, “representantes” que no son representaciones” (Ibı́ d.: 93). Es decir, en el colmo de toda ló gica humanamente aprehensible, los espı́ ritus, que bá sicamente conforman perspectivas, son representaciones antirepresentacionales. Viveiros dirá : Ni tipos, ni representaciones. Lo que estoy sugiriendo, en suma, es que los conceptos amazó nicos de “espı́ ritu” no designan una clase o gé nero de no‑humanos sino una cierta relació n de vecindad oscura entre lo humano y lo no‑humano, una comunicació n secreta que no pasa por la redundancia (la “comunidad”), sino por la disparidad (la “incomunidad”) entre ellos (Ibı́ d. 94)
Como se observa, nuevamente Viveiros establece distinciones a팇갇irmativas sin mayor prueba que la de su propia convicció n al decir que las perspectivas no son “ni tipos ni representaciones, ni clases ni gé neros” sino “relaciones de vecindad oscura”, como si una alternativa fuera naturalmente opuesta de la otra o como si algunos retazos de poesı́ a fueran a darnos esa claridad conceptual que desde hace rato nos hace falta. En consecuencia, mediante un intensivo ejercicio de descarte: Un espı́ ritu en la Amazonı́ a es menos una cosa que una imagen, menos un té rmino que una relació n, menos un objeto que un acontecimiento, menos una 팇갇igura representativa trascendente que un signo de un fondo inmanente universal –el fondo que emerge a la super팇갇icie en el chamanismo, en sueñ os y en alucinaciones, cuando lo humano y lo no‑humano, lo visible y lo invisible cambian de lugar. Un “espı́ ritu” amazó nico, en 팇갇in, es menos que un “espı́ ritu” por oposició n a un cuerpo inmaterial que una corporalidad diná mica intensiva, la cual, como Alicia, no cesa de crecer y engerse al mismo tiempo: un espı́ ritu es menos que un cuerpo […] y má s que un cuerpo […]. En suma, una transcorporalidad constitutiva, y no una negació n de la corporalidad: un espı́ ritu es algo que solamente tiene muy poco cuerpo en la medida en que posee demasiados cuerpos, capaz como lo es de asumir diferentes formas corporales. El intervalo entre dos cuerpos cualesquiera en vez de un no‑cuerpo o un ningú n cuerpo. Pero si los conceptos amazó nicos de “espı́ ritu” no son rigurosamente entidades taxonó micas, sino nombres de relaciones, movimientos y acontecimientos , entonces es probablemente igualmente improbable que nociones tales como “animal” y “humano” sean elementos de una tipologı́ a está tica de gé neros del ser o macro‑ formas categó ricas de una clasi팇갇icació n “etnobioló gica”. (Ibı́ d. 94‑95)
Má s allá de todo, uno se pregunta qué entenderá Viveiros por “transformació n” y por “representació n” dado que se da el lujo de oponerlas. No hace falta ser experto para saber que transformació n implica el cambio de estado de una cosa y que para que se hable de representació n tiene que existir alguna cosa representable y algú n sujeto capaz de dar cuenta de dicho efecto. En resumen, para no aburrir a los lectores má s de lo que Viveiros me tiene a mı́ , hubiese sido mucho mejor que el etnó logo brasilero consultara y sistematizara una bibliografı́ a, al menos bá sica, sobre la temá tica pero este ejercicio metodoló gico, usual hasta para estudiantes del primer añ o de pregrado, no aparece. Viveiros no sistematiza tal concepto, no existe un estado de la cuestió n ni algú n tratamiento bá sico sino que se le toma tal como aparece y se le somete a toda clase de 팇갇lexiones argumentativas tan violentas sin que siquiera se le de팇갇ina, y dado que es Viveiros quien remite a tal concepto una y otra vez, uno no halla justi팇갇icació n razonable. Repito, es Viveiros quien remite a tales y quien les da la importancia requerida. De un tiempo atrá s, los tratamientos conceptuales no se elaboran con el 팇갇in de ser replicados sino con el objetivo de ser memorizados y recitados, por tal razó n, qué importa qué rayos sea una representació n, un imaginario, una cognició n o hasta una percepció n con tal de que se lea bien en el texto, suene bonito a la enunciació n y se asuma un cará cter proposicionalmente a팇갇irmativo. A este nivel, las proposiciones viveirosianas no pasan de ser lastimeras pues cuando parece que nos quedamos sin alternativas, Viveiros nos dice, en un intento de crı́ tica a Arhem, que: is the Amerindian perspectivist theory in fact asserting a multiplicity of representations of the same world, as Aက rhem maintains? It is suf팇갇icient to consider ethnographic evidence to perceive that the opposite applies: all beings see (“represent”) the world in the same way—what changes is the world that they see. (Viveiros 2012a: 107 y 2004a: 471‑472)
Má s adelante: For Amerindians, lions, or rather jaguars, not only can talk, but we are perfectly able to understand what they say ‑they “speak of” exactly the same things as we do‑ although what they mean (what they are “talking about”) is another matter. Same representations, different objects; same meaning, different reference. This is perspectivism. (Viveiros 2012a: 112)
Como se observa, se acepta claramente que el perspectivismo tiene que ver 팇갇inalmente con representaciones (“This is perspectivism”), es má s, si citara aquı́ todas los pá rrafos en los cuales Viveiros habla de “representaciones” me faltarı́ a espacio ya que es un concepto ampliamente mencionado en sentido a팇갇irmativo, quizá s sin darse cuenta que lı́ neas despué s
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … va a rechazar tal a팇갇irmació n. Realmente el colmo. Sin embargo, vale notar que, en el primer texto, entrecomilla esa palabra como si no quisiera aceptar tal efecto del todo, pues lı́ neas despué s en ese mismo texto, haciendo caso omiso de la ló gica, el etnó logo brasilero aclararı́ a que “The point, in short, is that perspectives do not consist in representations (visual or otherwise) of objects by subjects, but in relations of subjects to subjects” (Ibı́ d. 77), es decir, el perspectivismo no tiene nada que ver con representaciones sino con relaciones, alternativa que anteriormente ya habı́ a dado por rechazada (¿entonces?) pues, en otra parte, Viveiros propone abandonar el concepto de representació n al señ alar que “O perspectivismo nã o é assim uma teoria da representaçã o (da natureza pelo espirito), mas uma pragmá tica dos afetos corporais” (Viveiros citado en Ferná ndez Bravo 2012). Es má s, por curioso que parezca, muchas lecturas posteriores donde se cita al perspectivismo de Viveiros tratan el asunto de las perspectivas como si estas fuesen de facto representaciones o como si, al menos, tuvieran que ver con ellas (Calavia Sá ez 2002 y 2012) (Calavia Sá ez en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004) (Calavia Sá ez y Arisi 2013) (Sá nchez Dá vila 2013). Si ni el mismo fundador sabe establecer una distinció n clara entre una cosa y otra, no exijamos que quienes le citen lo hagan bien. Tal como hemos atestiguado, las idas y vueltas con contradicciones a lı́ neas (o palabras) de distancia en referencia a la sola distinció n que Viveiros establece entre perspectivismo y representació n son curiosas, extravagantes y anecdó ticas pues, hasta donde pudimos apreciar, las perspectivas (por ende, el perspectivismo) pueden ser representaciones dado que se habla de cosas representables y de sujetos que las aprehenden. Viveiros fracasa en su intento de distinguir su esquema de otros similares, quizá s, por no haber hecho su tarea correctamente y exponer qué era una representació n del modo debido. En efecto, uno es dueñ o de su redacció n, retó rica y fraseo, sin embargo, creo necesario mantener algunos criterios bá sicos que en este caso guardan má s relació n con la coherencia argumentativa que con cuestiones de estilo. De pronto, el perspectivismo empieza a hacerse cada vez má s peligroso, ensimismado y olvidadizo de sus propias de팇갇iniciones, pretensiones y salud.
“El perspectivismo no es un relativismo”[22] Una vez llegados a este lı́ mite, y en defensa de las crı́ ticas hechas hacia su postura, Viveiros anunciarı́ a que el perspectivismo no guarda relació n alguna con el relativismo: O perspectivismo nã o é uma forma de relativismo. Seria um relativismo, por exemplo, se os ı́ ndios dissessem que para os porcos todas as outras espé cies sã o no fundo porcos, embora pareçam humanos, onças, jacaré s etc. Nã o é isso que os ı́ ndios estã o dizendo. Eles dizem que os porcos no fundo sã o humanos; os porcos nã o acham que os humanos sejamos no fundo porcos. Quando eu digo que o ponto de vista humano é sempre o ponto de vista de referê ncia quero dizer que todo animal, toda espé cie, todo sujeito que estiver ocupando o ponto de vista de referê ncia se verá a si mesmo como humano ‑ nós inclusive. (Viveiros 2002a: 485)
Como se observa, má s allá de que no quede muy claro, la distinció n respecto del relativismo se da porque mientras que Viveiros considera que este trabaja en té rminos de pareceres (”el puerco parece humano pero, en el fondo, es puerco”), mintras que el perspectivismo trabajarı́ a en té rminos de esencia (“el puerco no parece humano, lo es, dado que ostenta un punto de vista”); en consecuencia, lo que cambiarı́ a es el mundo que ven. Sin embargo ¿es realmente ası́ ? ¿Es correcto que el relativismo trabaja, tal como lo deja sospechar Viveiros, en té rminos de pareceres? ¿En contra de qué relativismo se pronuncia Viveiros, có mo y por qué ? Con el 팇갇in de ordenar las argumentaciones y elaborar nuestra crı́ tica, el perspectivismo busca alejarse del relativismo mediante tres estrategias: (i) las referencias a Alfred North Whitehead, a quié n se le asocia con la noció n de puntos de vista (Ver Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 58)[23], y a John Searle, en relació n a los universos relacionales (Ver Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 59) (Ver tambié n Viveiros 2004a); (ii) la a팇갇irmació n de que “El perspectivismo no es un relativismo, sino un relacionalismo” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 57) ya que se trata de “una ontologı́ a ı́ ntegramente relacional en la cual las sustancias individuales o las formas sustanciales no son la realidad ú ltima” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 59)[24]; y, (iii) la a팇갇irmació n de que “perspectivism is not relativism as we know it ‑a subjective or cultural relativism‑ but an objective or natural relativism ‑a multinaturalism” (Viveiros 2004b: 6). Sin embargo, estas estrategias se revelan forzadas má s que naturales al procedimiento distintivo. Es a este nivel en el que se empiezan a percibir algunas inconsistencias, por ejemplo, cuando Viveiros reconoce que, dentro de esta ontologı́ a relacional que constituye el perspectivismo, “Los hechos brutos no son construidos, los hechos institucionales sı́ ” (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 59), admitiendo ası́ al constructivismo (aliado del relativismo) dentro de las argumentaciones perspectivistas. Y es que ciertamente el impasse entre perspectivismo y constructivismo es problemá tico, sea porque Latour, una de las in팇갇luencias má s importantes de Viveiros, ha trasuntado ampliamente esa perspectiva (Latour y Wolgar 1995) (Valderrama 2004) (Loredo2009) (Reynoso 2015), sea porque los mismos perspectivistas vinculan dicha postura al constructivismo (Sá nchez‑Criado y Blanco 2005) (Cayó n 2008)[25], ignorando lo que el mismo Viveiros quiso decir en primera instancia e imposibilitando aun má s la supuesta distinció n. Por ejemplo, para Astrid Ulloa, en menció n a Bruno Latour, Gisli Palsson, Tim
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … Ingold y Viveiros de Castro, “las conceptualizaciones sobre la naturaleza como construcciones sociales empiezan a ser consideradas importantes y productivas” (Ulloa 2001: 189). Todo esto muy a pesar de que Vincent Hirtzel haya dicho que uno de los textos de Viveiros, La inconstancia del alma salvaje, buscase “formuler une dé 팇갇inition aussi bien anticonstructiviste qu'antinaturaliste de la discipline” (Hirtzel 2004: 281). Que se puede esperar, pues, de los perspectivistas si ni el perspectivista mayor, el lı́ der de escuela, tiene las cosas claras. Viveiros no demuestra fá cticamente que el perspectivismo no trate de construcciones porque, ciertamente, no hay forma de probarlo: estamos hablando de cosmologı́ as las cuales Viveiros aprehende objetualmente a pesar de que declara que no son objetos ni construcciones. Sin embargo, que el autor a팇갇irme, con la autoridad que el tratamiento de su tema le otorga, que tal proceso no es una construcció n no hace que tal deje, en efecto, de serlo pues má s que a팇갇irmaciones categó ricas se necesitan pruebas que fundamenten las cali팇갇icaciones. Lo que Viveiros tiene entre manos, 팇갇inalmente, se resume de la siguiente forma: Es imposible reducir el perspectivismo a un tipo de relativismo construccionista (que de팇갇inirı́ a todos los hechos como de tipo institucional y concluirı́ a que son culturalmente variables). Lo que tenemos aquı́ es un caso de universalismo cultural cuya contrapartida es un relativismo natural (tomo la expresió n de Latour 1991:144). A esta diferencia frente a nuestra asociació n de la naturaleza con lo universal y de la cultura con lo particular es a lo que yo llamo multinaturalismo. (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 60)
Idea cuya exposició n fue sutilmente retocada en otro texto del mismo añ o: Constructionist relativism de팇갇ines all facts as institutional and thus culturally variable. We have here a case not of relativism but universalism ‑cultural universalism‑ that has as its complement what has been called “natural relativism.” And it is this inversion of our usual pairing of nature with the universal and culture with the particular that I have been terming “perspectivism.” (Viveiros 2004a: 474)
Como se observa en los pá rrafos, el té rmino “multinaturalismo” cambió al de “perspectivismo”, no obstante, su entrecomillado deveları́ a que aú n la idea no terminaba de cuajar. De ser ası́ , entendemos por qué la “imposible reducció n” del perspectivismo al relativismo, mostrado en el primer pá rrafo, se abandona en el segundo texto por una versió n menos confrontacional y exacta. Y es que a Viveiros le va a costar mucho esfuerzo (de creatividad retó rica) encontrar esa clave que le permita 팇갇inalmente distinguir a cabalidad el perspectivismo del relativismo. El autor fuerza la argumentació n para distanciar tales elementos sin dar cuenta de que en ese proceso de supuesta distinció n usa los mismos conceptos que el planteo relativista imprimié ndoles, al igual que con las distinciones anteriores, un cará cter má s autoritativo que probado. La perspectiva es algo menos que se tiene, algo que se posee, y mucho má s algo que tiene al sujeto, que lo posee y lo lleva […], es decir, que lo constituye como sujeto. “El punto de vista crea al sujeto” –esta es la proposició n perspectivista por excelencia, la que distingue el perspectivismo del relativismo o del construccionismo occidentales, que a팇갇irman, por el contrario, que “el punto de vista crea al objeto. (Viveiros en Belaunde 2007b: 52‑53) (Viveiros citado en Belaunde en Sztutman 2008: 118‑119)
No obstante, ¿qué es el relativismo en sı́ para Viveiros? Como diria Deleuze, o relativismo é a idé ia de que a realidade é relativa, e a relatividade é a idé ia de que o relativo é que é verdadeiro. Que a verdade do relativo é a relaçã o. O que signi팇갇ica que nã o há nã o‑relaçã o nesse sentido especı́ 팇갇ico. Isso de algum modo conecta esses trê s autores, Latour, Strathern, Wagner (alé m de Deleuze, Guattari e outros de quem gostamos). (Barcelos Neto et al. 2006: 187)
En otra parte, Viveiros parece má s bien aceptar que el perspectivismo es un tipo de relativismo, es má s, dirı́ a que es un “verdadero” relativismo: Um verdadeiro relativismo ‑isto é , um perspectivismo‑, nas palavras de Gilles Deleuze, nã o a팇갇irma “a relatividade do verdadeiro, mas a verdade do relativo”. Ou seja, um relativista de verdade a팇갇irma a relação, a pertença universal recı́ proca; seu adversario “absolutista” (como lembra Bruno Latour, o contrario de um relativista só pode ser chamado de absolutista) a팇갇irma ao contrá rio o privilé gio do absoluto, do separado, do em‑si, da Substâ ncia, da propriedade intrı́ nseca ‑ já ia acrescentando: de Deus e da propriedade privada.” (Viveiros citado en Royoux en Sztutman 2008: 90)
Lı́ neas despué s, Viveiros, mediante silogismos cuyas proposiciones se hallan ló gicamente tan poco conectadas que podrı́ an ser descompuestas en premisas independientes, dirı́ a, sin embargo, que los amerindios no tienen nada que ver con el relativismo: AᄀԀ primeira vista, os ı́ ndios parecem fazer o contrá rio. E✀ a cultura que é 팇갇ixa, no sentido de que há apenas uma “cultura”, e que o que varia sã o os corpos que incorporam essa cultura, que dã o a essa cultura expressõ es diferenciadas. Poderı́ amos acrescentar que nã o se pode fazer as duas pernas avançarem ao mesmo tempo, senã o o compasso cai. Portanto, os ı́ ndios nã o sã o relativistas. Com certeza. (Ibı́ d. 109)
La notació n de “cultura como expresió n diferenciada” guarda un sentido que podrı́ a ser
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … normal en relació n a los planteos perspectivistas, sin embargo, la conexió n de esa idea con la premisa 팇갇inal “por tanto, los indios no son relativistas” no evidencia ninguna relació n ló gica a pesar de la presencia del conector de consecuencia “por tanto”. Como ya deberı́ amos tener claro, las proposiciones viveirosianas siempre se plasman en té rminos de consecuencia, correlació n o hasta causalidad, criterios que van acorde con todo planteo metodoló gico coherente, sin embargo, no se ha dejado muestra de ello a pesar de los recursos estilı́ sticos. Una vez revisados los intentos viveirosianos por distinguir al perspectivismo del relativismo harı́ amos bien en desmentir tales estrategias que dejamos lı́ neas atrá s. En primer lugar, (i) má s allá de las citaciones a Whitehead y Searle, ¿contra qué tipo de relativismo batalla el perspectivismo? Es má s que probable que sea el relativismo posmoderno su principal enemigo pues cabe recordar que el té rmino relativismo (tal como Viveiros lo instaura) adviene de “relació n”, bá sicamente de aquella idea que declara que no existen verdades absolutas sino verdades relativas (relacionadas) a su locus especı́ 팇갇ico. A esto sú mese que, en ciencias sociales, fueron los hermeneutas y constructivistas quienes promovieron esta idea mediante elaboraciones cuasiepistemoló gicas (Flores‑Galindo 2009). En segundo lugar, (ii) el té rmino “relacionalismo” propuesto por Viveiros no aclara el panorama puesto que vendrı́ a a expresar subrepticiamente lo mismo, tanto por in팇갇luencia como por planteo propio, pues a 팇갇in de cuentas se tratarı́ a de relaciones que, se quieran o no, podrı́ an derivar en relativismos. En tercer lugar, (iii) la a팇갇irmació n de que el perspectivismo no es un “relativismo subjetivo y culturalista” sino un “relativismo objetivo o natural” (un multinaturalismo) tampoco expone una razó n su팇갇iciente para distinguir una cosa de la otra dado que el relativismo no tiene que ver con de팇갇iniciones primarias sino con un efecto que, por lo general, aparece al 팇갇inal de la argumentació n, tiene que ver con su resultado. No importa si se trata de relaciones, posturas, puntos de vista o perspectivas; si el resultado al que se llega es el mismo al que promueve el discurso relativista podemos sostener con elementos de juicio su팇갇icientes que se trata de un relativismo comú n y corriente. Dado que estas lı́ neas conforman un intento de aprehensió n crı́ tica, serı́ a insu팇갇iciente decir que Viveiros no logra que el perspectivismo se distinga probadamente del relativismo ya que la de팇갇inició n que maneja de este es ciertamente particular; el relativismo enemigo del perspectivismo no es solo el relativismo posmoderno: es el relativismo posmoderno y occidental. La clave de esta a팇갇irmació n radica en la distinció n entre el “relativismo subjetivo y culturalista” (la versión occidental del relativismo: relativismo occidental) del “relativismo objetivo o natural” (la versión amerindia del relativismo) al que el perspectivismo se alinea y que harı́ amos bien en llamar relativismo amerindio –ró tulo al cual uno llega rá pidamente a pesar que el mismo Viveiros lo evite para que ası́ la distinció n entre perspectivismo y relativismo pase por agua tibia mediante el ró tulo de multinaturalismo. En pocas palabras, ¿es el perspectivismo distinto del relativismo per se? No; es distinto del relativismo occidental, o sea, de aquellos planteamientos que Viveiros leyó quien sabe dó nde pues no lo señ ala. El perspectivismo se aleja de aquel relativismo unipersonal que Viveiros concibe, a travé s de su lectura e imaginació n 팇갇ilosó 팇갇ica, como occidental, es decir, como radicalmente distinto. He aquı́ la intrı́ nseca, esencial y estructurante relació n entre una postura y su autor. Se supone que una postura teó rica cualquiera debe construirse mediante datos objetivos y marcos metodoló gicos consistentes y veri팇갇icados pero ¿qué sucede cuando un planteamiento teó rico se construye mediante aquellos retazos bibliográ 팇갇icos de lo que su autor fundador creyó ver o entender de alguna cosa? ¿Qué sucede cuando el perspectivismo tomó como punto de partida una imagen distorsionada de marcos teó ricos ajenos promovida por las lecturas sesgadas de su creador? ¿Qué sucede cuando lo que un autor termina usando como premisas fundamentales está mal elaborado? En una entrevista realizada en el añ o 2013, el mismo Viveiros señ aları́ a, a modo de defensa, que “el relativismo es subjetivista ya que piensa que cada uno ve el mundo de una manera” (Viveiros 2013a: 275), razó n por la cual es distinta del perspectivismo pero esta vez mediante un argumento completamete novedoso, ensayando ası́ un tipo de respuesta que podrı́ a poner punto 팇갇inal a toda nuestra duda: Hay una frase importante de Whitehead que me ayudó a diferenciar perspectivismo de relativismo. E✀ l dice, “la expresió n ‘mundo real’ es como las palabras ayer y mañ ana, ellas dependen de donde uno está ”. Ayer y mañ ana no es algo subjetivo; hoy es 30 de agosto, entonces ayer, para quien está aquı́ hoy, es perfectamente objetivo. Pero si usted estuviera en diciembre, ayer va a ser otra cosa. Es decir, la referencia varı́ a, es algo relativo, pero no es subjetivo. Entonces Whitehead dice que el “mundo real” es una expresió n del mismo orden que ayer y mañ ana. Se trata de una a팇갇irmació n profunda, con varias implicaciones. E✀ l no está diciendo que sea subjetiva, que dependa de la opinió n de cada uno, sino que está diciendo que depende de la posición de cada uno. ¿Posició n dó nde? En la realidad. Pero la posició n en la realidad varı́ a, y la realidad varı́ a conforme cambiemos la posició n dentro de ella, no estamos nunca fuera de ella. E✀ se es el punto. Cada uno ve el mundo de una manera, pero cada uno ve el mundo de una manera interior al propio mundo. Este ver el mundo dentro del mundo es lo que yo llamo perspectivismo, y es distinto al relativismo que supone diferentes culturas girando por fuera de la naturaleza. (Ibı́ d. 275)
Como se puede apreciar claramente, la noció n de “relativismo objetivo” cobra aquı́ un rol
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … protagó nico ya que el perspectivismo vendrı́ a a ser ese relativismo objetivo que no depende de opiniones sino de posiciones ajustables a la realidad, en ese caso, ¿qué es la realidad? El mismo Viveiros dirı́ a que “The real world is the abstract space of divergence between species as points of view. Because there are no points of view onto things, things and beings are the points of view themselves (as Deleuze would say […])” (Viveiros 2004b: 11)[26], es decir, “Nã o há , pois, vá rias maneiras de “ver”, há somente uma. O que varia é o pró prio mundo, nã o o modo de vê ‑lo” (Viveiros en Sztutman 2008: 98). Entonces, ¿qué quiere decir eso de “no existen varias maneras de ver el mundo, sino uno, pues lo que varı́ a es el propio mundo”? ¿Acaso esa ú ltima premisa cancelatoria no expresa, en resultado, un relativismo expreso e inevitable el cual de팇갇iende que esos mundos mú ltiples está n indefectiblemente relacionados a sus perspectivas? ¿Estamos, pues, tan alejados de un posible relativismo? Personalmente, no creo que estemos a sus espaldas sino dentro de é l. El relativismo occidental y el perspectivismo amerindio no se distinguen porque uno es subjetivo mientras el otro es objetivo o porque uno se a팇갇iance en la mente mientras el otro lo hace en el cuerpo, se supone que deberı́ an distinguirse porque, al 팇갇inal, uno no busca entablar relaciones en la argumentació n pero resulta que esto ocurre (en perspectivista, relacionar las perspectivas a su realidad) y má s aun si ese supuesto plano de objetividad descansa en data extraı́ da de narraciones mı́ ticas; ¿alguien sabe atendiendo a qué pruebas Viveiros fundamentó que el perspectivismo amerindio no es subjetivo? Má s allá de Whitehead, sı́ , a mitos. Pero disculpen la atrevida insinuació n, una cosa es ciencia y otra cosa es mitologı́ a. Deberı́ amos tenerlo claro. Pero para establecer distinciones tan radicales como las de Viveiros el requisito en extremo fundamental es sostener que la ciencia es tan narrativa como la mitologı́ a (relativismo episté mico –otro relativismo má s que se suma a los planteos perspectivistas) para que ası́ ambas se de팇갇inan como visiones sobre la realidad pero, disculpen nuevamente, ¿acaso la ciencia no ha demostrado que ostenta elementos su팇갇icientes como para determinar cual es la realidad ulterior? Por má s extrañ os que suenen mis argumentos es Viveiros quien nos ha traı́ do hasta este punto. Y es que el perspectivismo borra peligrosamente la lı́ nea entre la realidad (tal y como la conocemos) y la realidad esbozada por la mitologı́ a al punto de equipararlas para luego, dado que supuestamente son la misma cosa, se pueda despreciar la ciencia y, junto con ella, todo lo occidental. Esto conlleva a que no solamente se subvierta la naturaleza de la realidad sino tambié n la epistemologı́ a con la conocemos. Ahora comprendo las palabras que con cierta ironı́ a compartió Oscar Espinosa de Rivero, antropó logo especialista en estudios amazó nicos de la Ponti팇갇icia Universidad Cató lica del Perú , quien publicó un artı́ culo sobre la comprensió n de las movilizaciones indı́ genas (caso Bagua especı́ 팇갇icamente) tomando al perspectivismo como referente principal justamente sobre el asunto de la percepció n indı́ gena de la realidad (Espinosa de Rivero 2009), cuando, en una conferencia celebrada hace unos añ os en dicha casa de estudios, admitió que la respuesta que recibı́ a de parte de otros colegas antropó logos al contarles que trabajaba con poblaciones amazó nicas era, si la memoria no me falla, “qué bueno encontrar antropó logos que todavı́ a trabajen con indı́ genas”. Al parecer, el perspectivista necesita tres requisitos bá sicos para operar: relativizar la ciencia, ignorar que el mito es un artefacto limitado y, no un nativo inocente que crea en sus mitos, sino un etnó logo que pueda inventarse tal nativo y, de paso, todo el juego perspectivista. Cuando Viveiros distinguió al perspectivismo como “inverso” del multiculturalismo encontró una premisa problemá tica, cuando la distinguió de la representació n encontró una contradicció n, cuando la distinguió del animismo se topó con la imposibilidad y en este caso, cuando la distingue del relativismo, empiezan a sonar las alarmas. Cuando las ciencias sociales hablaron de multiculturalismo lo hicieron porque era evidente que el cuerpo no cambiaba radicalmente (algo que la gené tica y la epigené tica empezaron a desmentir) sino má s bien las conformaciones sociales, cuando los psicó logos sociales de Ginebra trataron el tema de la representació n social lo hicieron desde modelos experimentales, cuando Descola habló del animismo lo hizo desde un basamento epistemoló gico mı́ nimamente empı́ rico, sin embargo, cuando Viveiros distingue y autonomiza su perspectivismo de todos los casos anteriores parece importarle poco las bases epistemoló gicas pues, ignorando que está tratando con mitos, se trastocan los lı́ mites de la coherencia proposicional llevando tales distingos a sus extremos. A mi decir, el perspectivismo es una representació n animista y relativista donde su particularidad gené tica implica el desconocimiento de toda ló gica coherente consigo mismo y el abandono de su propia razó n de ser, donde se fuerza su radical distinció n llegando a polos argumentativos que no cuajan con lo que el mismo autor pretende si es que le seguimos la lı́ nea de pensamiento, la aprehendemos crı́ ticamente y la llevamos a sus extremos probatorios. Es abandoná ndose a sı́ mismo cuando el perspectivismo se distingue de los demá s esquemas de pensamiento, es cuando en vez de privilegiar los modelos teoré ticos se privilegia la voz del nativo al punto de convertirlo en la ú nica prueba factible de verdad y donde los ú nicos elementos teorizadores, aquellos que buscará n cierta objetividad, no advienen de una epistemologı́ a realista sino de una 팇갇ilosofı́ a cuya validez no ha sido comprobada ni aquı́ ni en ningú n otro lado. Para que el perspectivismo exista como postura autó noma y diferenciada es necesario que Viveiros trastoque toda ló gica coherente, todo marco anteriormente tratado y todo planteamiento mı́ nimamente consistente para que ası́ ,
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … desde esos escombros derruidos por la retó rica postestructuralista se levante y sea capaz de llevarlo todo a su extremo hasta olvidarse que, en un inicio, fue la claridad propedé utica el piso que alguna vez guió sus re팇갇lexiones. Este alejamiento sistemá tico no es un ruido ajeno, es su gé nesis, su carta de presentació n y, por si fuera poco, su epistemologı́ a.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … 2004. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Exchanging perspectives. The transformation of objects into subjects in amerindian ontologies”. Common Knowledge. 2004a, Vol. 10, n.3, pp.463‑484. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Perspectival anthropology and the method of controlled equivocation”. Tipití. Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America. 2004b, Vol. 2, n.1, pp.3‑22. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “La selva de cristal: notas sobre la ontologı́ a de los espı́ ritus amazó nicos”. Amazonía Peruana. 2007a, Tomo XV, n.30, pp.85‑110. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Filiacao intensiva e aliança demoniaca”. Novos Estudos. 2007b, n.77, pp.91‑126. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Claude Lé vi‑Strauss vu par Eduardo Viveiros de Castro”. La lettre du Collège de France. Claude Lé vi‑Strauss. Centiè me anniversaire. 2008a, pp.34‑37. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Claude Lé vi‑Strauss, fundador del pos‑estructuralismo”. Revista de Antropología. 2008b, n.6, pp.47‑61. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Note critique a Claude Lé vi‑Strauss, OEuvres. Gallimard, «Bibliothè que de la Plé iade», 2008. E✀ dition é tablie par Vincent Debaene, Fré dé ric Keck, Marie Mauzé et Martin Rueff”. Gradivha. 2008c, n.8, pp.130‑135. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Claude Lé vi‑Strauss por Eduardo Viveiros de Castro”. Estudos avançados. 2009, Vol. 23, n.67, pp.193‑202. VIVIEROS DE CASTRO, Eduardo. Meta㤠ㄭísicas caníbales. Líneas de antropología postestructural. Buenos Aires: Katz Editores, 2010. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “O medo dos outros”. Revista de antropologia. 2011a, Vol. 54, n.2, pp.885‑917. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Zenos wake”. Common Knowledge. 2011b, Vol. 17, n.1, pp.163‑165. VIVIEROS DE CASTRO, Eduardo. “A indianidade é um projeto de futuro, nã o uma memoria do passado”. Prisma jurídico. 2011c, Vol. 10, n.2, pp.257‑268. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Cosmological perspectivism in Amazonia and elsewhere. Manchester: Masterclass Series 1, HAU: Network of Ethnographic Theory, 2012a. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “”Transformaçã o” na antropologia, transformaçã o da “antropologia””. Mana. 2012b, Vol. 18, n.1, pp.151‑171. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Immanence and fear. Stranger‑events and subjects in Amazonia”. HAU: Journal of Ethnographic Theory. 2012c, Vol. 2, n.1, pp.27‑43. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. “Economic development and cosmopolitical re‑involvement: From necessity to suf팇갇iciency”. En: Lesley Green (Ed.). Contested ecologies. Dialogues in the South on Nature and Knowledge. South Africa: HSRC Press, 2013. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. La mirada del jaguar. Introducción al perspectivismo amerindio. Buenos Aires: Tinta limó n Ediciones, 2013a. VIVEIROS DE CASTRO, Eduardo. Radical dualism: A meta‑fantasy on the square root of dual organizations, or a Savage homage to Lévi‑Strauss. 100 Notes–100 Thoughts/100 Notizen–100 Gedanken. Documenta Series, n.056, 2013b.
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … [1] Vale aclarar que aquı́ no se tiene como objetivo presentar al perspectivismo de forma
expositiva. Para ello el lector podrá encontrar otras referencias que parten de sus mismos promotores (Stolze Lima 2007) (Martı́ nez 2007) (Sztutman 2008) (Kelly 2010) (Rocha Pansica 2012) (Franco Martins 2012) (Pacini 2012) (Silla 2014) (Halbmayer 2012). [2] Dirı́ a que constituye uno de los primeros escalones, sino el primero, que fundarı́ a
posteriormente un nuevo estilo de hacer antropologı́ a amazó nica. [3] Quié n imaginarı́ a que el mentado punto de vista del nativo se convertirı́ a posteriormente en el punto de vista del nativo amerindio. Parece que Geertz pudo ser una in팇갇luencia importante para el futuro perspectivismo a pesar que no se le destaca como corresponde, sin embargo, varios añ os despué s, Viveiros terminarı́ a esbozando argumentos anti‑interpretativistas y anti‑hermené uticos: mientras que antes del perspectivismo Viveiros habló de “um esforço metó dico de superinterpretaçao” (Viveiros 1992a: 181), pasados los añ os advertirı́ a que “o etnó logo nã o interpreta nada; ele relaciona interpretaçõ es” (Viveiros citado en Moura en Sztutman 2008: 78). [4] El cual derivó en la publicació n del texto Lévi‑Strauss: un siglo de re㤠ㄭlexión (2010),
coordinado por Marı́ a Eugenia Olavarrı́ a, Saú l Millá n y Carlo Bon팇갇iglioli, y editado por Juan Pablos Editor y UAM‑Iztapalapa en Mé xico D.F. [5] Má s allá de lo que se diga en torno a la relació n entre estructuralismo e historia, para
Viveiros “Lé vi‑Strauss é um homem obcecado pela histó ria” (Viveiros 2008a: 35 y 2009: 195) y má s allá de lo que se diga en torno a la distinció n entre naturaleza y cultura, segú n Viveiros “para Lé vi‑Strauss essa oposiçã o aparece menos como um ponto de chegada do que como um instrumento para seguir adiante” (Viveiros 2009: 196). [6] Razó n por la cual le llamó “un estructuralismo en desequilibrio perpetuo” (Viveiros 2008b:
50). [7] A esto Viveiros le llamó “iluminar o lado escuro do estruturalismo” (Viveiros citado en De Menezes Bastos y Rial en Sztutman 2008: 65). [8] Curiosamente, en relació n a la obra Tristes trópicos, Viveiros dijo: “C’est postmoderne
avant l’heure” (Viveiros 2008a: 35 y 2009: 194). [9] Por motivos de espacio, tratamiento y delineamiento de mi esquema crı́ tico opté por dejar
de lado la discusió n en torno a punto (v) grupos de transformació n. [10] Si bien tal concepto, originario de la geometrı́ a de Bernhard Riemann, ya ha sido
considerado crı́ ticamente en otro lado (Reynoso 2015), dados mis limitados conocimientos en geometrı́ a diferencial, en vez de rea팇갇irmar de forma lerda lo que ya se dijo de manera ó ptima, me limitaré solamente a presentar aquello que considero lo má s resaltante y plausible de crı́ tica en relació n al concepto de multiplicidad y su pertinencia con el perspectivismo. [11] Algo similar podrı́ amos decir de los famosos “estudios de gé nero” en la actualidad. [12] Como es usual en estos tó picos posmodernos, casi todos los referentes son de
procedencia francesa. [13] Vale aclarar que el postestructuralismo postulado por Hall era radicalmente distinto al
impugnado por Viveiros. [14] A inicios de los añ os 90´s, Viveiros habı́ a dicho “é preciso raciocinar em rede e nã o em linha” (Viveiros 1992a: 181). [15] La importancia de tal texto se evidencia en que fue posteriormente editado y publicado
en tres oportunidades: en un texto compilatorio del mismo Viveiros (Viveiros 2002a), en un compendio dedicado a la obra de Gillez Deleuze (Alliez 2002), que tempranamente revelaba ser su fuente de inspiració n, y en una compilació n sobre antropologı́ a amazó nica (Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004). [16] Vale aclarar que la menció n a A. Gray no se encuentra en las dos versiones primeras del
texto (Viveiros 1996a) (Alliez 2002) sino que consiste en un agregado que aparece posteriormente (Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004). [17] En las conclusiones de aquel texto (Morales 2014d) analogué la relació n Bourdieu‑
Wacquant con la de Lé vi‑Strauss‑Viveiros de forma provocativa sin pensar que, tras reescribir este artı́ culo, tendrı́ a a mi disposició n má s elementos probatorios.
[18] En otra parte Viveiros buscará “privilegiar a pragmá tica sobre a semá ntica” (Viveiros 2007b: 95). [19] (Viveiros 2011a: 897) [20] Tan absurdo como pensar que la cuanti팇갇icació n en ciencias sociales va a salvarla de caer
en el hoyo de la improductiva acienti팇갇icidad, encuentro que la utilizació n de formalismos es igual de innecesaria pues, a decir verdad, este tipo de cosas no sirven ni aportan en nada a menos que no venga sostenida por una epistemologı́ a y una metodologı́ a que les dé sentido. ¿Acaso se nos viene otra moda acadé mica? [21] (Viveiros en Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004: 55) (Viveiros 1996a: 128) (Viveiros en Alliez
2002: 186). [22] (Viveiros citado en Belaunde 2007b: 55) (Viveiros 2004a: 471 y 2002b: 129) (Viveiros
citado en Belaunde en Sztutman 2008: 38, 123). [23] La referencia a Whitehead no se encuentra en las dos primeras ediciones del texto
(Viveiros 1996a) (Alliez 2002), consistiendo en un agregado presente solamente en la ú ltima edició n (Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004). [24] Las ideas de “relacionalismo” y “ontologı́ a ı́ ntegramente relacional” no se encuentran en
las dos primeras ediciones del texto (Viveiros 1996a) (Alliez 2002), consistiendo en agregados presentes solamente en la ú ltima edició n (Surrallé s y Garcı́ a Hierro 2004).
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30/6/2016 Sobre objetos que flotan en el cosmos. Crítica al perspectivismo amerindio de Eduardo Viveiros De Castro (Parte I) / Sergio Morales Inga | Patio de … [25] En el caso del texto de Luis Cayó n (Cayó n 2008) la vinculació n con los constructivismos
es má s que evidente. Lo paradó jico es que, segú n declara el autor, el mismo Viveiros tuvo acceso al artı́ culo antes de su publicació n, al cual colaboró con algunas sugerencias. [26] En otra parte, quié n en referencia a qué , Viveiros dirı́ a que “Real reality is the (still virtual) province of cosmologists, the theorists of quantum gravity and superstring theory” (Viveiros 2004a: 484) (Ver tambié n Viveiros 2012a: 153). 45 Twittear
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ETIQUETAS: ARTÍCULOS, EPISTEMOLOGÍA, PERSPECTIVISMO, SERGIO MORALES, VIVEIROS DE CASTRO
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