Sobre la \"potencia\" de España | On the \"power\" of Spain

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Descripción

Sobre la “potencia” de España José Manuel Morales Tamaral Publicado en H-Spain. Study of Spanish History and Culture [16 de diciembre de 2014] (https://networks.h-net.org/sobre-la-%E2%80%9Cpotencia%E2%80%9D-deespa%C3%B1a)

La contextualización es un ejercicio implícito en la tarea del historiador. El esfuerzo por ubicar cualquier objeto de estudio dentro de un marco amplio de corrientes historiográficas y factores condicionantes aumenta cuando se abordan las relaciones entre Estados, sociedades o culturas diversas. Una de las variables que la historia de las relaciones internacionales ha de considerar es la estructura del sistema de potencias existente en el periodo cronológico seleccionado. Si además dirigimos la mirada hacia un Estado concreto crece la necesidad de explicar adecuadamente el lugar que éste ocupa en relación con el resto de poderes internacionales, pues los consensos y disensos entre ellos alimentan y frenan al mismo tiempo su acción. En este sentido, llama la atención constatar que cuando nos referimos a la inserción de España en la jerarquía de potencias europeas y/o mundiales pasamos de puntillas sobre el tipo de potencia que es con respecto a los demás actores con los que entabla relación. ¿Ha sido o es España una potencia media o de segundo orden? La acusada tendencia de la historiografía hacia el presentismo, la indefinición conceptual y las connotaciones pesimistas implícitas al estudio de la política exterior de la España contemporánea influyen, a mi juicio, en la respuesta. La fotografía simboliza el inicio de la más reciente y más influyente homologación de España entre sus colegas europeas. Es innegable que a finales de los años 80 del pasado siglo España se convertía en una “potencia media” bien integrada en el sistema internacional de la posguerra fría. Con la activa participación de España en la gestación de la Unión Europea y su relativo protagonismo en escenarios relativamente alejados de sus intereses –Operaciones de Mantenimiento de la Paz en el seno de la ONU, mediación en el conflicto palestino-israelí, etc.– se inauguraba una etapa dorada en las relaciones España-Europa que

consagraba el final del aislamiento español. Sin embargo, ésta no era la primera vez que España formaba parte de un “experimento” multilateral. Ahí está su agitada experiencia como miembro no permanente del Consejo de la Sociedad de Naciones durante buena parte del periodo de Entreguerras. ¿Puede considerarse entonces que España fue “potencia media” con anterioridad a 1986? Algunos trabajos así lo creen. Tal es el caso de Middle Powers in International Politics (London, MacMillan Press, 1984), excelente obra del politólogo Carsten Holbraad. Aunque fue escrita bajo el impacto de la explosión de las potencias descolonizadas en los años 50 y 60 del siglo XX, el autor apuesta por analizar la evolución histórica de las potencias medias sin perder de vista el sistema internacional del que siempre depende su margen de acción, inserto normalmente en escenarios locales de importancia para las grandes potencias. Solo así se pueden observar las oportunidades y las dificultades, las amenazas y los incentivos que inciden en la trayectoria de las potencias medias. Es interesante observar cómo España aparece en los tres órdenes de la sociedad internacional contemporánea con los que el autor contextualiza y construye su relato: el concierto diplomático de Viena, la rivalidad moderada de mediados del siglo XIX y la rivalidad intensa previa a la Segunda Guerra Mundial. Los resultados conseguidos por España fueron desiguales en cada caso, pero no cabe duda de que su dimensión geoestratégica impide a España mantenerse aislada de lo que ocurre en el Mediterráneo, en Europa y en el mundo. A pesar de que España es una potencia que desde el siglo XIX ha buscado su acomodo entre las grandes porque se percibe –y de hecho es– algo más fuerte que las pequeñas potencias, no está extendida la noción de potencia media aplicada al caso español. El término estrella para la historia de la política exterior de la España contemporánea es “potencia secundaria”. Esta caracterización que no deja de tener su lógica en el sistema de 1815, en el que las grandes establecieron durante un siglo una clara distinción entre ellas y el resto. Pero cuando el término se lleva más allá de la Primera Guerra Mundial, ello no deja de encerrar, como se decía, un cierto pesimismo latente, pasando de abordar la presumible “potencia” española a hacer lo propio con su “impotencia” y oscureciendo los logros que España pudo alcanzar en ciertas coyunturas. En definitiva, ¿ha sido España una potencia media o simplemente ha estado comprometida y anulada en medio de las grandes? Dependiendo del periodo al que se dirija la mirada del historiador, la respuesta se inclinará a un lado u otro de la balanza. E incluso cabe la posibilidad de que la opción más correcta pase por aplicar otros conceptos a la potencia española. Pensemos en España como “frontera”, entendida ésta como un espacio geográfico e intangible en el que tienen cabida las transferencias, los intercambios y las

iniciativas particulares y oficiales desplegadas por un amplio número de actores. Quizá sirva la noción de “potencia fronteriza” para superar las limitaciones o problemáticas que llevan consigo otros conceptos, para romper cronologías tradicionales e incluso para superar prejuicios. El debate está servido. Detalle fotografía: El presidente del Gobierno, Felipe González, firma el Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea en el Salón de Columnas del Palacio Real, el 12 de junio de 1985, ante la atenta mirada del rey Juan Carlos I. Fuente:http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/UnionEuropea/Pa ginas/EspUE.aspx

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