Sobre la IA y el aprendizaje

August 26, 2017 | Autor: Mi Habilitador | Categoría: Artificial Intelligence
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Descripción

SOBRE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y EL APRENDIZAJE

Sobrevivimos a la cárcel del lenguaje (Wittgenstein) como si habitáramos un mundo ajeno cuyo trazo nos hubiera sido impuesto premeditadamente, desde afuera, por alguna inteligencia a la cual no nos quedara más remedio que emular; como si la mera existencia del mundo nos compiliera, compulsivamente, a hablar; como si hubiéramos sido colocados en él por alguna razón. Como si, como si… estuviéramos condenados a pensar (Descartes). Tal vez por eso nos chocan tanto términos tales como el de inteligencia artificial, pues condensan una paradoja y reflejan una imagen de nosotros mismos que preferimos no mirar, pues, volteemos a nuestro alrededor: ¿Acaso este mundo que hemos hecho, o lo que hemos hecho del mundo, es natural? Pareciera que más bien no tiene caso ni siquiera hacerse esta pregunta; el lenguaje nos pone trampas a cada paso, simulando un sentido del cual frecuentemente carece (Wittgenstein: Diario Filosófico, Tractatus) pero sin embargo, lo interesante es que tales conceptos nos asombren (Sobre la Certeza) ¿por qué?; ¿qué hay en ellos que produce una especie de espasmo mental?; tal vez la respuesta pueda mostrarse, más que decirse (Diario Filosófico, 11.10.14) mediante la misma inteligencia artificial. Para darnos una idea de la gravedad del asunto, supongamos que un día nuestra propia creación nos pregunta: "¿Quién soy?", de tal manera que nosotros quisiéramos contestar: "Tú eres una inteligencia artificial", y así como Wittgenstein, quisiéramos llegar a proposición completamente analizada, que en este caso sería de la forma: la inteligencia artificial es… para lo cual tendríamos que decidir (otra vez) entre dos principales avenidas de opciones monádicas (Leibniz) con sistemas abiertos o cerrados; obviamente, la explosión semántica, que se vuelve evidente en términos tales como éste (que en realidad ocurre en todos) se viste de un ropaje paradójico y/o contradictorio, que salta a la vista y nos explota en la cara, como la vieja mentira gastada de Thomas, haciéndonos brincar del susto y resbalar por el desfiladero del significante (Lacan) hacia una especie de triturador mecánico: el principio de recursividad del lenguaje: su capacidad de hablar solo, o de sólo hablar (solipsismo) para bordear lo cual debemos tomar el camino regio (Freud) de hacer conocido lo

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desconocido (o consciente lo inconsciente) que para decirlo en términos de moda, sería el de la globalidad (sentido contextual). En otras palabras, necesitaríamos un sistema experto (consciente de sí) no para contestarla, sino para apuntar un sentido en su misma formulación; un sistema interactivo, que obviara (penosamente) a cada paso, una parte de la respuesta, al tratar de especificar qué es realmente lo que queremos saber (contestar). Como se ve, lo que pasa es que debajo de esta pregunta hay otra, la Pregunta Fundamental, la del Ser (Aristóteles) que tradicionalmente ha sido políticamente manipulada, desde su traducción del Tratado del Alma original (Brentano) por ser un verbo copulativo, lo cual abre una pequeñísima fisura que se torna en un pozo insondable que nos traga, pues puede ser llenada por cualquier cosa (que en esencia es lo que sea quien pregunte) pues como le decía el gato de Cheshire a Alicia, cuando le cuestionaba, perdida, sobre qué camino tomar: "eso depende en mucho de a dónde quieras ir", lo cual nos remite a la paradoja del conocimiento, que es la del aprendizaje (Platón) posible sólo a partir del saber que no se sabe (aprendo a partir de que sé que no sé). Lo molesto de términos tales como el de inteligencia artificial es que parece comprometernos, obligarnos a tomar un punto de vista (standpunkt) para poder hablar de él, a nosotros, que lo que menos queremos saber es que el mismo hecho de que nos lo preguntemos nos ubica ya de por sí en el fondo de la trampa: nos recuerda que estamos ahí. Lo que nos molesta, es su ingenuidad; nos exaspera, tal y como lo hacen nuestros propios hijos cuando comienzan a preguntar: "¿y por qué, tal y tal?; tarde o temprano nos hartamos y decimos: "porque sí…": les aventamos el sistema (cerrado) encima, el mismo que nos atrapó, desde antes de nacer, desde que nos pusieron un nombre y sentimos un sobresalto cuando lo oímos mentar. Hablamos desde ese lugar (Lacan). Preguntar por el Ser saca a relucir nuestra miseria intelectual. Dios no piensa, en todo caso, es1 (Kant). ¿Qué podemos decir?, ¿Que necesitamos de aun otra inteligencia para poder contestar; o que el robot esta defectuoso, y lo debemos reprogramar? En todo caso, fallamos. Wittgenstein recomendaba guardar silencio sobre 1

"Cuya intuición se dice ser intelectual mas no sensible, y para quien no habría ninguna diferencia entre pensar algo y percibirlo. Kant habla muy poco de esta misteriosa idea pero, aparentemente, la toma de la visión de que para Dios, pensar algo es crearlo, de tal manera que nunca podrá haber ningún problema de identidad entre lo que sea el pensamiento de Dios y lo pensado por Él; Dios nunca podrá equivocarse, lo cual es suficiente para alzar serias dudas acerca de si podría inteligiblemente decirse de Él, que piense o sepa algo, en lo absoluto." (Walker, 1982, pág.30).

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lo que no se puede hablar (Tractatus) pero también, más tarde, aceptó que siempre se puede decir algo… esperemos que en este intento de decirlo, se muestre:

Dada la naturaleza misma de la pregunta, sería necesario, en primer lugar, abordarla con los sistemas que tradicionalmente han dado mejores resultados en el tratamiento automático del lenguaje natural, sistemas tales como el de los traductores, en principio, con acceso a enormes bancos de datos, y de los oráculos (como el YAHOO2) o máquinas de búsqueda (search engines) capaces de restringirla (acotarla) mediante la interacción con el consultante (como en ASK JEEVES). Estos sistemas parten de una aproximación relacional hacia el lenguaje natural en la forma de redes semánticas por su "comprobada capacidad para capturar el componente esencial del significado" (Evens 1988, pág. 29) lo cual no es novedoso. La primera red semántica registrada es el árbol de Porfirio (árbor porphyriana) hecho por Porfirio de Tiro (232/233 -ca. 304) para ilustrar el tratado aristotélico sobre las categorías, en respuesta a la disputa medieval sobre los universales (otra vez la política) en donde presenta una relación jerárquica (lógica-ontológica) de los conceptos, que va desde el género más general o supremo, hasta lo individual, y en donde cada concepto presenta (otra vez) dos caras (género y especie) que ha servido de base para todas las taxonomías posteriores. Una red semántica es una declaración o representación gráfica, más o menos formal, del conocimiento, entendido aquí como el "conocimiento de lo conocido o conocimiento racional" (Trillas 1988, pág. 15) mediante una serie de patrones de nodos y arcos interconectados que puede guiar a sistemas automáticos para simular el razonamiento (Sowa, 2002). Existen seis grandes tipos de redes semánticas, que representan diversos intentos de interpretación, que van desde el lingüístico hasta el psicológico, a través de formulaciones lógicas. Sin embargo, para escoger el modelo (o la combinación de modelos) más conveniente, sería necesario también considerar las posibilidades que se han intentado en la inteligencia artificial de aproximación al léxico que usan a la semántica relacional, los métodos de construcción de léxicos relacionales, así como la naturaleza de las relaciones semánticas, los aspectos

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involucrados en el diseño de modelos relacionales, y las maneras en que las relaciones

que tal visión produciría, tanto en el modelo, como sobre las propiedades matemáticas

Comentario [AC1]: Página: 1 Lo cual requiere, para Wittgenstein, de algún criterio de distribución y clasificación. En este caso, se trata de distribuir una clase en subclases, como por ej. una configuración arbórea seguiría un principio de ramificación. Así, dados dos niveles (la configuración más simple) a, b, la relación aRb (se lee ‘a es predecesor de b’, y ‘b es sucesor de a’ ) cumpliría los siguientes postulados: Una relación R entre A y B (conjuntos) es un subconjunto de AxB, donde: AxB es el producto cartesiano de A y B (como conjuntos) AxB= a,b  p(p(aUb)  a  A, b  B (a, b) = a1, a, b   p (A) A a=p (A) a  P (AUB) a,b  A U B a,b  P (AUB) a, a,b  P (P(AUB)).

de las relaciones, pues "es cuando los conceptos subyacentes salen a la luz hasta

Por ejemplo ( la relación)

incluir narraciones y argumentos expositorios, cuando podemos encontrar toda una

A=a,b , B= 0,1,2 R= (A,0), (a,1), (b,0)

interactúan (lo cual sirve pragmáticamente en el sentido de ilustrar las relaciones del tipo aRb de las que hablaba Wittgenstein para definir al mundo). En cuanto a la construcción del léxico (Corpus Lexicon) los modelos relacionales funcionan de manera especialmente natural en aplicaciones de preguntas y respuestas, lo cual nos llevaría, además, a la necesidad de establecer claramente qué relaciones tendrían un carácter lógico (derivadas de la abstracción de las palabras mismas) o no (producto de la abstracción de propiedades físicas) determinando la naturaleza de las relaciones mediante los paradigmas de intensión-extensión (el conjunto de cosas que el término nombra frente al conjunto de atributos que implica) sin perder de vista todos los efectos

multitud de nuevas relaciones" (Evens 1988, pág. 23) y podemos presenciar la

Decimos que a  A está relacionado con b  B si (a,b)  R

explosión semántica, y ocurre el aprendizaje.

Notación: aRb. Ejemplo: R= (n,2n)  n  =Naturales R= (0,0), (1,2), (2,4),… 2R4, 3R6,… A. Relación de Orden (parcial)

Hechas todas estas consideraciones, es evidente que terminaríamos con un sistema altamente complejo, con un sistema experto, capaz de modificarse a sí mismo, es decir, de aprender. Un sistema capaz de tomar decisiones no sólo respecto a cómo

Debe cumplir:

obtener información, sino también capaz de decidir cuál es pertinente, es decir, de

1.-  a  A, (a,a)  (reflexiva)

juzgar. Deberá poder reorganizarse para incluir nuevas categorías útiles en el proceso

2.-  a,b  A; (a,b)  R y (b,a)  R  a=b (antisimétrica)

de adquisición de nueva información, sobre la base de la antigua, y ajustar sus

3.-  a, b, c  A (a,b), (b,c)  R  (a,d  R) (transitiva) además, si:

esquemas conforme los nuevos descubrimientos de relaciones semánticas lo demanden, como si comprendiera lo que aprende, como si hablara. No está claro si las

recordar todo lo que leen. El lenguaje es un proceso basado en la memoria, un medio

4.-  a,b  A pasa 1 de: (a,b)  R ó (b,a)  R ó a=b  es una relación de orden total.

por el cual los pensamientos en una memoria son transferidos a otra, por eso hay que

B. R es una relación de equivalencia si:

aprender las lenguas, nadie nace hablando. Sin embargo, el lenguaje también puede

1.-  a  A, (a,a)  R

ser tomado como la codificación de los datos sensoriales, todas las metáforas lo

2.-  a,b  A, (a,b)  R  (b,a)  R (simetría)

máquinas comprenden el lenguaje, pero lo que sí queda claro es que son capaces de

3.-  a,b,c  A, (a,b); (b,c)  R  (a,c)  R (transitiva)

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Siglas en inglés de "Yet Another Heuristically Organized Oracle" (Aún Otro Oráculo Organizado Heurísticamente).

C. aRb Son las clases de Relación: ...

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demuestran, la lengua evoca situaciones perceptuales, es decir, es depósito individual y social de la percepción, pero al mismo tiempo, construye esa percepción, significa la red semántica máxima, aún más grande que el Internet; está viva, cambia, y sin embargo lo sorprendente es que siempre diga lo mismo y el ser humano sea básicamente igual, en todas partes, en todos los tiempos. Vemos el lenguaje. De todos es conocido el hecho citado por McLuhan sobre la desorientación de los ciegos de nacimiento cuando los primeros transplantes de córnea, pues no sabían qué ver, por eso Wittgenstein decía que era una cárcel, nos mantiene iguales a nosotros mismos. Desde que nacemos, nuestros padres y maestros nos enseñaron "Mira ése es un gua-gua", etc., y seguimos repitiendo esa descripción del mundo, sea lo que sea lo que para nosotros sea eso, y nos ponemos de acuerdo, no en el significado de las cosas, sino en el modo de vivir, pues el modo de vivir es lo que le da el sentido a las cosas (Wittgenstein) es por eso que no hay aprendizaje si no hay un cambio de comportamiento. El aprendizaje es lo que estremece al Ser, lo aniquila, para que surja otro, no la reforma que en todo caso lo adorna. Si no, ¿cómo es posible que las mismas cuestiones se sigan debatiendo en filosofía durante miles de años?; no hemos aprendido nada. Creo que la solución a todos estos aparentes conflictos sólo puede provenir de la conciencia, o para decirlo pragmáticamente, del conocimiento de la propia existencia, entendiendo esta no en el sentido solipsista (el Ser en sí) sino como punto de articulación entre la reflexión y la práctica, es decir, la acción. Ser es un verbo intransitivo copulativo. Proviene del verbo latino sedere que quiere decir estar sentado, pero también introducirse. En griego, la concepción también posee dos lados; uno estático, que le viene dado no sólo a partir de que se orienta en los objetos que le son aspectos o espectáculos (como el de ser ésto o aquello) sino también de la cristalización impuesta por el concepto mismo. El concepto, en efecto, es inmóvil (idéntico a sí mismo); no varía “No se esfuerza, no vive. Es lo que ya es y nada más…” (Ortega 1957, pág. 278). Pero el Ser en los griegos, aún poseyendo esa fijeza hipostasiada del concepto de “existencia afuera”,  , es –consiste, en el acto de realizar su esencia, de ejecutarla. Este lado del Ser aparece oficialmente formulado en la idea aristotélica del Ser como actualidad:   (energeía ón); el Ente como

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operante. Ser es la primera y más auténtica operación; es estar siendo desde adentro, es estar haciendo o sosteniendo, en el ámbito ontológico, la subversión del sujeto (Lacan). El Ser de Aristóteles tiene la valencia de un verbo activo, por lo tanto, no nos es dable acotar la peculiaridad del ser humano como Ente cuyo Ser consistiría en “irle en ello su propio ser”; en un “estar problemático de su propio existir…” (Ortega, op. cit., pág. 278) pues quien invoca lo indecible, de lo cual “conviene más callar” (Tractatus, 7) desde más allá de la “cárcel del lenguaje” hasta nuestro mundo cotidiano, ha de hacerlo como una estrategia en la lucha, que para él ha de ser un compromiso ético, contra la naturaleza engañosa del lenguaje. Cuando Wittgenstein habla, va en pos de un asombro sostenido que permita ver que lo profundo (o como diría en el Diario Filosófico 17.6.15, “lo duro” que siempre “he tenido en mente” ) está aquí, frente a nuestros ojos “Lo inexpresable ciertamente existe, se muestra” (Tractatus 6.522) y no hay nada oculto por descubrir, ya que creer que lo importante está aún por develarse (the best is yet to come) es parte de una mitología que nos mantiene presos y nos lleva a “una de las ideas filosóficas más perniciosas: la de que el pensar es un proceso que ocurre adentro de la cabeza, en un espacio totalmente cerrado (privado) con un carácter oculto.” (Zettel, 605-6) en un cerebro que, de todos modos, no podemos ver (Sobre la Certeza) y trata de obtener, con lo que se dice, una precisión sólo posible a partir de un estado de alerta constante, de tensión estructural, que posibilita la permanente disposición al cambio de la propia manera de pensar (modi res considerandi) que para él, es lo único que hace de la filosofía una ocupación moralmente aceptable.

Por ello, busquemos una salida digna citando el poema de Dylan Thomas, ahora que es el aniversario de su muerte, para que alumbre, con todo el esplendor de su explosión semántica, al menos una pequeñísima parte de aquella inmensidad que queda más allá de aquí, nuestra querida cárcel del lenguaje:

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I have longed to move away From the repetition of salutes, For there are ghosts in the air And ghostly echoes on paper, And the thunder of calls and notes. I have longed to move away but am afraid; Some life, yet unspent, might explode Out of the old lie burning on the ground, And, crackling into the air, leave me half-blind. Neither by night's ancient fear, The parting of hat from hair, Pursed lips at the receiver, Shall I fall to death's feather. By these I would not care to die, Half convention and half lie.

-Dylan Thomas

ALDO CASTELLANOS SÁNCHEZ 10/20/03

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BIBLIOGRAFÍA

Aristóteles: Tratados de Lógica. (estudio introductivo, preámbulos y notas de Francisco Larroyo) Edit. Porrúa, México, 1977. Brentano, Francisco: Psicología (traducción del alemán por José Gaos) Revista de Occidente, Madrid, 1935. Descartes, René: Discurso del Método. Meditaciones Metafísicas. (Estudio introductivo, notas al texto y análisis de Francisco Larroyo) Editorial Porrúa, México, 1981. Lacan, Jacques: Seminario (editado por Editorial Paidós en 21 tomos) Barcelona, 1981. Leibniz, Gottfried: Monadología (traducción de Manuel Fuentes Benot) Editorial Aguilar, Buenos Aires, 1975. Ortega y Gasset, José: La Idea de Principio en Leibniz y la Evolución de la Teoría Deductiva, Revista de Occidente, Madrid, 1957. Platón: Diálogos (estudio preliminar de Francisco Larroyo) Editorial Porrúa, México, 1981. Schank, Roger: Dynamic Memory. Cambridge University Press, NY, 1982. Sowa, John: Semantic Networks (publicado en http://www.jfsowa.com/pubs/semnet.html en 2002). Trillas, Enric: La Inteligencia Artificial. Editorial Debate, Madrid, 1998. Walker, C.S. Ralph: Kant; the Arguments of the Philosophers, Routledge & Kegan Paul, London, 1982. Walton Evens, Martha (editor): Relational Models of the Lexicon; representing knowledge in semantic networks. Cambridge University Press, NY, 1988. Wittgenstein, Ludwig: Diario Filosófico (1914-1916); traducción de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera. Editorial Planeta-De Agostini, México, 1986. Sobre la Certeza. Traducido por Josep Lluís Prades y Vicent Raga, editorial Gedisa, Barcelona, 1988. Tratactatus Lógico-Philosophicus; traducción de Jacobo Muñoz e Isidoro Reguera. Alianza Editorial, Madrid, 1991. Zettel. Traducido por Octavio Castro y Carlos Ulises Moulines. Editado por la UNAM, México, 1985.

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