Sobre esa herencia llamada Cidade da Cultura

August 24, 2017 | Autor: P. Lizancos Mora | Categoría: Galician Studies, Peter Eisenman, Galicia, Cidade Da Cultura
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Descripción

SOBRE ESA HERENCIA LLAMADA "CIDADE DA CULTURA".
Pedro de Llano y Plácido Lizancos.
Arquitectos y profesores de la Escuela de Arquitectura de Galicia.

A Coruña, septiembre 2005
Publicado originalmente en A Nosa Terra, nº 1191. Vigo (España), 29.IX.2005



Muchos de los que hace tres meses pusimos toda nuestra ilusión en la
constitución de un nuevo gobierno gallego, lo apoyamos sin ninguna
vacilación y pusimos todas cuantas energías pudimos para que se produjera
el cambio, estamos hoy preocupados por una acción de este gobierno que, muy
a nuestro pesar, nos llena de inquietud.

Hablamos de lo relativo a la "Cidade da Cultura".
El proyecto cualificado como mausoleo del presidente Fraga y la inversión
considerada como máximo exponente del malgasto del presupuesto público por
el pasado gobierno es un elemento que ahora, para nuestra sorpresa, recibe
la consideración de "referencia para la cultura gallega del futuro".
El presidente de nuestro gobierno y la Conselleira de cultura se reunieron
días pasados con el arquitecto autor del proyecto resultando de ese
encuentro la anterior sentencia y la conclusión de que el faraónico
proyecto "va a seguir su camino". Estas afirmaciones se enuncian sin que se
sepa cual va a ser la utilidad y el costo definitivo de la obra y de su
equipamiento.

Se olvidan el Presidente y la Conselleira de que muchos hemos dicho y
demostrado que Galicia, carente de un gran número de servicios e
infraestructuras culturales, no puede permitirse gastar el ingente
presupuesto que se va a enterrar en la Cidade da Cultura ya que con él
podría estructurarse una malla cultural ejemplar para todo el país.
Tal vez no se pararon a considerar que si el ex presidente Fraga fue el
primer responsable de dilapidar lo hasta ahora invertido, del mismo modo el
nuevo gobierno también será responsable del que se haga de ahora en
adelante.
Pensemos, por ejemplo que, mientras que se afirma -con unos datos
hábilmente manejados por el gobierno- que la Cidade da Cultura supone hoy
una inversión de 374 millones de euros (sesenta y tres mil millones de
pesetas), con solo 3 millones de euros (quinientos millones de pesetas)
podría construirse un "taller cultural" en cada comarca gallega,
magníficamente equipado de medios y recursos humanos. Sería centros en los
que los usuarios no sólo recibirán información sino que, además podrán
participar activamente en el proceso creativo.

Hay que "rentabilizar el proyecto sin cuestionar a estas alturas su
existencia" afirma el presidente.
Es esta, una muy "cuestionable" opinión ante la que habríamos querido hacer
algunas preguntas, aun exponiéndonos a que estas tal vez puedan ser
calificadas como "impertinentes".
Se habla, alegremente, de "redefinición de los usos" a los que está
destinado el proyecto sin parar el proceso de su construcción. ¿Quizás para
nuestros gobernantes es posible definir arquitecturas sin conocer su futuro
destino?

Si no es así, ¿cómo es posible que se continúen las obras de un contenedor
arquitectónico sin conocer su función?
¿Conocen con total seguridad cual va a ser el presupuesto definitivo para
la construcción y el mantenimiento de este macro complejo institucional? En
este caso ¿está nuestro gobierno en condiciones de abordarlo?
¿Qué significa "rentabilizar" cuando nos referimos a un fastuoso proyecto
con unos costos disparatados?
¿Se pensó en un dato tan relevante para la definición de una arquitectura
como es la relación función/costo de la misma?
¿Cuáles van a ser las funciones que justificar un costo por metro cuadrado
muy superior al necesario para cualquiera de las previsibles actividades?

Desde esta perspectiva, ¿se pararon a pensar que, una vez definidas unas
nuevas posibilidades de uso, con el dinero que va a costar, por ejemplo, un
taller para actividades del colectivo de artistas plásticos incluido en el
complejo del Monte Gaiás podrían, acaso, construirse diez como él, sin
menoscabo de su calidad arquitectónica?

En el hipotético caso de que lo anunciado fuera su costo final. ¿Se
entiende lógica una inversión de 34 millones de euros (5.600 millones de
pesetas) para la construcción de una hemeroteca para Galicia?. Sabiendo que
la digitalización de este tipo de materiales puede comprimirlos
considerablemente. Así pues, ¿qué volumen de fondos van a ser guardados en
ella?
¿Se consideró lo que supondría el descabellado presupuesto necesario para
mantener la llamada Cidade da Cultura, invertido en el desarrollo de
nuestra cultura en el conjunto del país? Por ejemplo, ¿no sería más
importante crear con ese dinero un programa de actividades itinerantes que
recorrieran Galicia llevando la nueva cultura (teatro, música, cine, artes
plásticas?), realizada dentro y fuera de nuestra comunidad, permitiendo a
muchos profesionales de la cultura una actividad constante a la que, hoy,
se ven imposibilitados de llegar?

Contestando estas preguntas, tal vez no fuera necesario hacer una última
que muchos nos hacemos hoy por hoy: ¿son justificables los gastos
necesarios para a la construcción y el mantenimiento de un proyecto tan
absurdo como este en un país como el nuestro?

No basta con decirnos que se pretende que la Cidade da Cultura sea
"protagonista de una cultura abierta y plural", cuando el cuestionado
proyecto poco tiene que ver con un objetivo que sólo podrá ser alcanzado
desde la más rigurosa sobriedad.

El importante para un gobierno que muchos defendemos como el gobierno del
cambio es, como viene demostrando, por ejemplo, la consellería de en medio
Rural, actuar con sentido común y racionalidad política. Transformar las
cosas y no reducirse a acoquinadas actitudes limitadas a gestionar los
disparates del anterior gobierno.

Antes de tomar una decisión definitiva sobre qué hacer con la Cidade da
Cultura, resulta necesario paralizar las obras en curso en tanto que no se
haga una rigurosa auditoría que nos aclare, definitivamente, a dónde nos va
a llevar el presupuesto final de las mismas. Es imprescindible saber cual
va a ser el costo del metro cuadrado edificado para poder decidir si tiene
sentido o no la inversión que se va a realizar y qué otras propuestas de
desarrollo cultural podrían ser realizadas con esa inversión.

Eso es, en fin, lo que pensamos muchos de los que en su momento defendemos
la constitución del nuevo gobierno creyendo en un futuro distinto.

Se reflexionamos con honestidad -y creemos en la honra de nuestros
gobernantes- sobre lo que la Cidade da Cultura significa, tendremos, sin
duda, que plantearnos la necesidad de repensar el futuro de un disparate
arquitectónico sobre cuya más que dudosa calidad y sentido se han definido
ya un buen número de los más prestigiosos críticos mundiales de la
arquitectura.
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