Situación del sujeto-enunciador en la prensa gráfica: Análisis del artículo periodístico: “El problema indigenista” (El Comercio, 1933)

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Situación del sujeto-enunciador en la prensa gráfica: Análisis del artículo periodístico: “El problema indigenista” (El Comercio, 1933) 1

Introducción ¿Qué se entiende por situación de sujeto-enunciador en el análisis del discurso? ¿Qué posibilidades de operatividad ofrece la noción del sujeto enunciador al aplicar en un discurso periodístico? ¿Qué lecturas son posibles en la relación sujeto-enunciador y la comunicación? Buscaremos dar respuesta a estos interrogantes, desde un enfoque lingüístico, tomando la noción de “enunciación” como un concepto que, explica y hace posible el análisis del enunciado. También, la “enunciación” como la articulación compleja, que expone a los sujetos participantes en el discurso. Entenderemos la “enunciación” con Émile Benveniste (1977), y en esta categoría, “los deícticos”; que, corresponden al constructo teórico denominado “teoría general de la enunciación”. También, los trabajos de autores que han continuado el trabajo sobre los “deícticos”, como son: Karl Bühler (1979), con el modelo analítico denominado, "campo mostrativo", y de Klaus Heger (1974) los "mostrativos deíctico-personal". Lecturas que permiten operar la noción, "deíctico". Además, con Dominique Maingueneau, el concepto "situación de comunicación", con este autor articularemos los criterios que ubican al sujeto enunciador en el discurso comunicativo. A partir de estas categorías, proponemos este doble objetivo: uno, esbozar la noción “deícticos” y los criterios de la “situación de comunicación” para comprender la situación del sujeto enunciador, a partir de la categoría de la “teoría de la enunciación”, (Benveniste, 1977). Dos, operar con este marco conceptual aplicándolo en el artículo 1

Ensayo preparado por José Morán en FLACSO-Ecuador, para aprobar Análisis de discurso, enero de 2014.

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NARE, Nueva Acción Republicana, movimiento político de la coyuntura de Velasco Ibarra, denominado "consenso del Estado burgués-terrateniente", el retorno de los terratenientes al poder en

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periodístico, titulado “El problema indigenista”, emitido el 22 de agosto de 1933, por el periódico “El Comercio”. Recorrido conceptual La “teoría general de la enunciación” entiende la enunciación como una instancia entre lengua y habla; esta observancia permite a Benveniste (1977) tomar distancia de la lingüística tradicional de Saussure (2007 [1945]), por cuanto el binarismo lengua/habla, no permite analizar el lugar de locución, ni los modos de intervención de los enunciadores sobre los enunciatarios, y menos aún, la intervención del discurso en el sujeto y las subjetividades de estos. Entendemos por “enunciación” la siguiente definición: "poner a funcionar la lengua por un acto individual de utilización" (Benveniste, 1977: 83). La noción de “enunciación” ayuda a revisar los procesos del lenguaje, que pasan de una estructura general a un "acto individual de utilización". A decir de Benveniste, la “enunciación” se debe "considerársela como hechos del locutor, que toma la lengua por instrumento, y en los caracteres lingüísticos que marcan esta relación", entre locutor y la lengua (Benveniste, 1977: 83). La enunciación se constituye como “un pivote de la relación entre la lengua y el mundo” (Charaudeau, 2002: 210-211). La noción de “enunciación” permite comprender la transición del enunciado hacia el discurso. Benveniste (1977), arguye que el discurso es "el acto mismo de producir” enunciación, la actividad o el ejercicio de las funciones del lenguaje accionado en los enunciantes, y son los enunciantes vinculándose y siendo vinculados en la enunciación. Así, "la enunciación supone la conversión individual de la lengua en discurso" (1977: 83). "En la enunciación consideramos sucesivamente el acto mismo, las situaciones donde se realiza, los instrumentos que la consuman" (1977: 84). Es decir, el concepto “enunciación”, da cuenta de la estructura de elementos y la instauración de acciones que suceden en un enunciado. La enunciación ha sido objeto de múltiples debates, de estos destacamos dos: la “situación de enunciación” que se enfoca desde lo lingüístico que, “privilegia el polo del enunciador” (Charaudeau, 2002: 210-211). Y la situación de comunicación, que “sería el contexto efectivo de un discurso” (Charaudeau, 2002: 210-211). Esta explicación ayudará a comprender a los elementos que intervienen y están implícitos en el fenómeno de la enunciación. De estos nos interesa comprender la relación de la enunciación con el enunciado y del sujeto enunciador con la enunciación. Siguiendo el enfoque lingüístico, entenderemos por enunciado una unidad lingüística, que permite categorizar entre verdadero y falso, tiene una “secuencia verbal constitutiva”, tiene sentido, y depende de la vinculación del texto escrito, es el caso de un artículo de periódico. Si bien el enunciado es la acción de las producciones verbales, del instante, momentánea, es previo al análisis; es la noción de “enunciación” la que

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toma el complejo cuerpo del enunciado, con sus actores, la temporalidad, lo espacial, las subjetividades, etcétera, para volverlo analizable. Esto lo ubica en el equivalente al texto discursivo (Charaudeau, 2002: 214-215). También, la estructura del concepto de “enunciación” da cuenta de la compleja articulación de sujetos participantes del discurso. Subrayando de manera directa con Benveniste, la enunciación presupone la exposición del sujeto enunciador a causa del lenguaje; es el lenguaje actuado en el enunciador que, revela, lo constituye, y funda al sujeto, lo "constituye como sujeto porque el solo lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del ser". Este dar cuenta, de la realidad del sujeto, implica, también, la emergencia de la subjetividad: "Es ego quien dice ego", es un sujeto planteándose, afirmándose con un “yo”; y además, se plantea para un "tu". Por tanto, podemos señalar que ubicar al sujeto de la enunciación, en nuestro caso al sujeto enunciador podemos hacerlo detectando la subjetividad de este, por cuanto: "La subjetividad… es la capacidad de locutor de plantearse como sujeto" (Benveniste, 1958, 180-181). Este es el ejercicio al que nos dedicaremos, la de ubicar al sujeto enunciador, con la ayuda de los “deícticos”. La noción de los “deícticos”, hace referencia a la temporalidad y lo espacial; a decir de Charaudeau (2003) son “expresiones que remiten a un referente cuya identificación ha de ser operada necesariamente por medio del entorno espacio-temporal de su ocurrencia” (2003: 153), los deícticos ayudan a ubicar las referencias, “haciendo intervenir a los interlocutores, al momento de la enunciación o a objetos perceptibles” (Charaudeau, 2003: 154). Y en el análisis del discurso “simulan la instalación o la supresión de una distancia entre discurso enunciado y la instancia de su emisión” (Greimas y Courtés, 1982: 105), esto evoca pensar en el discurso, en sentido comunicacional, cuestión que trataremos más adelante. Los “deícticos”, son indicadores del sujeto enunciador; esto nos permite enfocarnos en el sujeto enunciador, situarlo. Conocer al sujeto enunciador implica el paso de la enunciación hacia el discurso, hace referencia al hablante, e inclusive ayudan a organizar el entorno discursivo. La noción de los “deícticos” ayudan a descubrir las marcas lingüísticas. Estas se caracterizan por el uso de los pronombres “yo”, “tu”, que, dicho sea de paso, el “yo” implicará la posición del locutor, será quien domina el discurso. Al ser un “yo”, implica un “tu” que, es obligado a la interacción. En el artículo que planteamos operar, tenemos el escenario dominado por el “yo”, en las siguientes frases: "[Yo] Asumo la responsabilidad del planteo del problema... [Yo] Asumo también la responsabilidad de indicar que esa desintegración se opera a base de odio… porque estamos en el error" (El Comercio, 1933). Si bien en estos ejemplos no se grafica el pronombre, aunque lo sobreentiende, el verbo está conjugado indirectamente con el pronombre “yo”. Esta noción permite conocer la individualidad del sujeto enunciador, : “asumo”, por tanto, hay un “yo” implícito. Además, se presenta la subjetividad, y remite hacia los

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interlocutores, es un “yo” dirigiéndose a un “tu”, en este ejemplo: "[Te] ¿He dicho del odio racial?". También este “yo” puede incluirse en un “nosotros”, aquí el ejemplo: “porque estamos en el error” (El Comercio, 1933). Los deícticos también evidencian la temporalidad y espacialidad, el “aquí” y “ahora”, que posibilita la relación del discurso con el tiempo y el espacio del enunciado. Los ejemplos mencionados dan cuenta de la temporalidad: “[Aquí y ahora] Asumo la responsabilidad…”; esta temporalidad puede ser hacia el pasado o hacia el futuro: "Abandonado a su yo, como el indio no ostenta personalidad, tiene que ser absorbido por el más fuerte y devorado por él" (El Comercio, 1933). La noción de los “deícticos” han sido desarrollados y puestos a operar por modelos y matrices por autores como Karl Bühler (1979), quien plantea el “campo mostrativo”, un modelo que operativiza los deícticos, con criterios específicos para detectar al sujeto enunciador. También, Klaus Heger (1974) con los criterios “mostrativo deícticopersonal”; estos dos autores son investigadores desde la perspectiva lingüística, que han continuado las argumentaciones de Benveniste. Sintetizamos los criterios que consideramos pertinentes para caracterizar la situación del sujeto enunciador, estos son: a) Ubicar la marca del pronombre “yo”, esto es, el sujeto que habla, la individualidad del enunciador. b) Observar el pronombre nosotros que, "incluye al yo enunciador”. c) “La aparición del locutor en su propio discurso”, esto marca, también el egocentrismo: verbos volitivos que apelan "efectos perlocutivos": verbos como querer, pedir, tener (conjugados en infinitivos). d) Estrategia manipuladora, las marcas de persuasión, (Hernández y López, 2002). Son criterios que aplicaremos en el análisis de nuestro trabajo. Los deícticos dan cuenta de la interacción de la enunciación, y las múltiples lecturas que permiten detectar al sujeto enunciador. Aquí, queremos subrayar la interacción que ejerce hacia un alocutor o enunciatario; nos interesa desarrollar este tema por cuanto el artículo de opinión fue emitida en un periódico de circulación masiva; bien podemos decir que es una expresión publicada. Esto nos obliga a relacionar el tema de la situación del sujeto enunciador con la comunicación, la prensa gráfica. Con este señalamiento tomamos un giro sociológico de la enunciación. Aquí, siguiendo el pensamiento de Dominique Maingueneau (2004), en específico sobre lo que este autor denomina, “situación de comunicación”. La "situación comunicativa" implica un discurso publicado, es decir, un enunciado emitido; esta exteriorización del discurso implica la materialización de la interacción o de intercambio. Esto es, al enunciar hacia un público, un grupo o un colectivo, hay una interacción de la expresión hacia el espacio externo del discurso, este puede ser un espacio público o privado. La situación de enunciación es una instancia, o la instauración de la dimensión comunicativa; supone la recepción de los discursos, estos

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pueden denominarse alocutorios, enunciatarios o simplemente receptores; además, significa la vinculación por códigos comunes, de quienes participan en la “situación comunicativa”. Además, se revela la “identidad de los participantes y de la ubicación que ocupan en el intercambio” (Charaudeau, 2003: 533), y da cuenta de los canales, o los medios de publicación, estos pueden ser medios convencionales o los alternativos. Para detectar al sujeto de enunciación nos valemos del modelo planteado por Maingueneau (2004), quien, plantea un conjunto de parámetros, a partir de la “situación de comunicación”, los mismos que sintetizamos a continuación: a) Una finalidad, el discurso busca modificar la situación del cual forma parte. b) Estatus, implica el lugar jerárquico del enunciador. c) Circunstancias apropiadas, responde al momento y lugar de constitución de un discurso. d) El medio, en nuestro caso la prensa gráfica. e) Uso de la lengua, estos pueden ser variedades geográficas, sociales (categorías sociales en el uso de la lengua) (Maingueneau, 2004). Como se ha dicho, este modelo contempla las posibilidades de analizar la comunicación. Enfáticamente incluye la noción de medio de comunicación y, teoriza la interacción de la comunicación con los soportes de publicación, y claro: “Un cambio de soporte material modifica radicalmente un género discursivo”, un texto escrito, de la prensa gráfica tiene una temporalidad diferente a las señales emitidas por frecuencia de radio; con esto queremos decir que, este artículo que proponemos analizar podría haberse emitido por la radio, sin embargo, no podríamos recuperarlo (Maingueneau, 2004). En cambio al ser texto escrito permite cierta estabilidad (temporal) para el análisis. Sobre el artículo periodístico El artículo titulado “El problema indigenista”, se emite en el periódico El Comercio en agosto de 1933, en la sección de opinión, firmado por Remigio Romero y Cordero. Este texto forma parte en el conjunto de la unidad de análisis de la tesis final de la Maestría. Además, este artículo fue citado por Mercedes Prieto en el texto, “Liberalismo y temor: imaginando los sujetos indígenas en el Ecuador postcolonial, 1895-1950” (2004). A decir de la autora, este artículo se editó en el contexto de la propuesta del proyecto de ley sobre comunidades. En síntesis era el debate sobre parcelar la tierra y mantener las haciendas o articular comunidades, pero externas a las haciendas. Romero fue políticamente un conservador, cuencano, que, “defendía a las comunidades de indios, pero alertaba sobre algunos contenidos específicos de la propuesta, especialmente en lo relativo a los derechos de propiedad” (Prieto, 2004: 156). El artículo está estructurado aproximadamente con mil trescientas palabras, diez y siete párrafos; ubicado en la parte central-derecha del periódico; a cuatro columnas. Solo una columna atraviesa todo el periódico. El tamaño del periódico es tabloide; la disposición de las columnas evidencias que, los textos estaban sujetos a una estructura rígida, muy

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poco espacio para jugar con el diseño. El tipo de letra corresponde a Time o quizá Arial, de 12 puntos. El título expresa: "EL PROBLEMA INDIGENISTA", el subtítulo: “PARA EL PROGRAMA "NARE". Podemos mirar desde el formato de redacción, esto es la estructura, se detecta una introducción, en el que se plantea el problema a tratar, un cuerpo del texto, las conclusiones y la firma del articulista. Situación del sujeto enunciador en el artículo: “El problema indigenista” Para analizar este artículo aplicamos los modelos de Bühler (1979) y Heger (1974), siguiendo los criterios descritos en párrafos anteriores (Hernández y López, 2002). Estos son: a) Ubicar la marca del pronombre “yo”, “tu”. El enunciador dirige su discurso PARA "el programa "Nare" 2 , conoce sobre este programa, es un “yo” que puede dirigir enunciados a manera de entrega de objetos. Está capacitado para realizar observaciones y cuestionamientos a un programa implantado por el Estado. "[YO/TE] ¿He dicho del odio racial? Indica a manera de pregunta el tema principal; es una manera de decir, conozco el problema, es "odio racial", voy a demostrarlo. Lo hace a manera de interrogante, casi ironizando a la vez. "[YO] Asumo la responsabilidad del planteo del problema en el concepto desintegralista anotado. [YO] Asumo también la responsabilidad de indicar que esa desintegración se opera a base de odio, del odio del blanco al indio…" Son cuatro apariciones del pronombre “yo”; lo ha hecho para fundamentar el problema a articular; y las dos ultimas marcas aparecen al final del artículo, lo utiliza para reivindicarse en el problema, y para presentar una solución. Para el sujeto enunciador hay un problema: odio racial, entre el indio y el blanco que, puede traer desintegración al país. b) Observar el pronombre nosotros, que "incluye al yo enunciador”. El yo aparece incluido en la primera persona del plural: "porque estamos en el error, tanto indios como blanco, de conceptuarnos dos castas, si no dos razas"; da cuenta de un tono conciliatorio al señalar: los indios y los blancos "estamos en el error", también el mirarse las castas como conceptos dominantes; el uso del nosotros aparece al final del artículo, cumple la función de conclusión, a manera de solución al problema del odio y de desintegración; es una invitación a incluirse en la solución que ha presentado un “yo”. c) "La aparición del locutor en su propio discurso", los verbos volitivos que apelan " efectos perlocutivos". 2

NARE, Nueva Acción Republicana, movimiento político de la coyuntura de Velasco Ibarra, denominado "consenso del Estado burgués-terrateniente", el retorno de los terratenientes al poder en 1933. (Quintero, 2005: 261-304).

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Estas marcas, si bien no aparecen junto a un pronombre en primera persona, se enuncian como determinantes, ya en el problema, o en la solución propuesta por el enunciador. Nos guiamos por los verbos en modo infinitivo: "destacar", "fomentar" (2, veces); "ver" aparecen en la introducción. Mientras que, "actuar", "delimitar", "actuar", "empotrar", "amparar" (2), "inventar", "conciliar" (2), "provocar", "causar", "determinar", "interrumpir", "inquirir" están en el desarrollo del artículo. Y, "repartir" "limitar" (2), "linderar", "indicar", "dejar", en la parte de la conclusión. Estas marcas buscan apelar volitivamente a los alocutores, el discurso busca efectos conciliatorios por parte del enunciador. El sujeto prefiere un sitio cómodo de enunciación; los verbos no son fuertes, drásticos o incitadores; todo lo contrario son verbos para consensuar, si bien tiene algunas observaciones, con respecto al programa estatal que se ha iniciado a aplicar en algunas haciendas. La parte de la conclusión del artículo es evidente el objetivo de conciliación, los verbos que aparecen son: "repartir" "limitar" (2), "linderar", "indicar", "dejar"; con los que se plantea limitar los terrenos para dar forma a comunidades de indios. Bien podemos decir que el problema (de la tierra) afecta al sujeto enunciador, afecta a sus intereses, que prefiere una salida conciliatoria. d) Estrategia manipuladora, las marcas de persuasión. Los modos de presentar el problema dan cuenta de la convicción del sujeto enunciador, "El problema indigenista en último análisis, no es sino el problema de desintegración de las nacionalidades americanas"; de manera similar en las argumentaciones: "En esa lucha había una de las más grandes dosis de odio, del odio racial" y "El ideal es el minifundio, la parcelación"; el artículo busca persuadir sobre el problema de indigenismo y las asistencias del Estado, y el actuar de este, por medio del programa Nare. Apela la integración. Podemos decir que, la desintegración como Estado ecuatoriano aumentaba con la presencia de los pueblos indios, con sus demandas de terrenos. Hay que evitar el odio racial y ubicar a los indígenas en territorios parcializados, junto a las haciendas o dentro de las haciendas; esto es un preludio hacia lo que se denominará el huasipungo, (un sistema de trabajo en condiciones serviles entre indígenas y los dueños de haciendas, dominante en los años treinta). e) Marcas sociales: Huellas de la ubicación social y cultural que deja el sujeto enunciador en enunciado. El enunciador dialoga con un enunciatario culto; hay un perfil muy académico en el artículo, tiene estructura, convicción en el contenido. Se ubica en el lado progresista, por la persuasión para finalizar el odio racial, conciliar; y plantea una solución: no ir hacia los extremos, más bien una reforma. Conoce temas políticos, el Programa "Nare", se supone, a partir del artículo, que es un programa de políticos dentro del Gobierno, para solucionar los terrenos para los indígenas. El cuestionamiento que hace el articulista a “Nare”, es sobre la intervención estatal en el problema de tierras para los indios desde una visión indigenista.

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En este contexto consideramos revisar los diálogos, temas y conceptos que el enunciador menciona en el artículo, esto nos permitirá revisar las identificaciones de la cultura del enunciador; encontramos estos: El indigenismo es el tema conceptual-político para debatir, el enunciador no está de acuerdo principalmente con las prácticas asistenciales del indigenismo: "Por lo demás, los partidos ecuatorianos, que, de cien años a esta parte se han sucedido en el Poder, tomaron el problema indigenista como un problema de educación, creyendo que únicamente la escuela podía resolverlo", y porque, el indigenismo ha causado el odio racial y la desintegración: "Este odio es la causa del problema indigenista y, consiguientemente, del problema de desintegración de las nacionalidades". Este problema lo hace aparecer desde el contexto histórico, los temas de mestizaje y odio racial se explican como productos de la conquista ibérica: "El ibero era superior al indio, el ibero superior a su propio hijo generado en vientre de india"; esta superioridad es productora de la radicalización, del odio entre blancos e indios (El Comercio, 1933). La problematización de este artículo expone el tratamiento del problema de la tierra, la dimensión política, la racialización, la historia colonial; son elementos que articulan en las premisas que expone el sujeto enunciador. También están las nociones de sindicalismo, con su variante cooperativista. Se reclama en el artículo, por haber incluido estas categorías en el programa gubernamental "Nare". El sujeto enunciador no está de acuerdo con este criterio cooperativista para aplicar en las comunidades indígenas; el enunciado expresa: "La finalidad, en este caso es un tanto sindicalista y se orienta, en cierto modo, a un cooperativismo, que indefectiblemente ha de actuar en el campo agrario" (El Comercio, 1933). De los sociólogos considera como los defensores del indigenismo, quienes amparan estos criterios moralistas del indigenismo: "No debe el sociólogo esconder las llagas públicas" (El Comercio, 1933). Además, podemos preguntarnos: ¿Qué criterios registra el sujeto enunciador acerca del objeto-sujeto indio en este enunciado? A manera de collage de textos, construimos los enunciados que hacen referencia al objeto-sujeto indio, articulado por el enunciador: El indio es "autóctona puro", por pertenencia, "natural del país", sin "sangre forastera". Sin embargo la conquista demostró que "El ibero era superior al indio…", este acontecimiento inauguró el odio del indio, este mantiene el antiguo odio peninsular "hoy en el odio del blanco". Todavía (1933) el indio no se conceptualiza como hombre: "Humanizado el indio en su concepto de hombre, es decir, aceptado en la especie, se quiere avalorarlo en el conglomerado". Están negados políticamente: "Ni el indio, ni los indios están capacitados para irrumpir con inconsciencia de masa, en el plebiscito en que se debaten ciertos principios y ciertas valorizaciones de hombres", por tanto necesitan una correcta tutoría (del Estado y no la asistencia del indigenismo), "La vida individual del indio, es decir su abandono a su yo, para el vivir inmanente, de él en él

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mismo, no es posible aún. Abandonado a su yo, como el indio no ostenta personalidad, tiene que ser absorbido por el más fuerte y devorado por él. De aquí la necesidad del sistema comunitario". Los indígenas son analfabetos en "lo económico, en lo jurídico, en lo político, en lo administrativo, en lo estatal". El indio pertenece a la tierra, y la tierra le pertenece: "… comunidades de indios a quienes se reconoce el derecho primordial a la tierra" (El Comercio, 1933). Emerge la idea que el indígena vive solamente en el sistema comunitario, en desmedro de lo individual, de lo privado. En este contexto también se expresa palabras como: "terratenentista", "gamonalismo", "feudal", "latifundio", que dan cuenta del sistema económico dominante. Estas enunciaciones, en el contexto del artículo, se enuncian para defender la parcialización de la tierra para el indígena, en latifundios; nada se dice sobre la transformación del sistema productivo hacendatario dominante en 1933: el concertaje. f) Valores ideológicos: Axiomas morales e ideológicos desde los cuales se realiza la enunciación. El artículo debate contra el indigenismo, lo responsabiliza del asistencialismo, y las metas no alcanzadas, sobre todo en la educación del indígena. Se inscribe como una figura que defiende a los indígenas, sobre las formaciones de las comunidades, por cuanto la individualidad del indio es imposible, sin embargo el sistema productivo, la propiedad de la tierra no está en cuestión; más bien es contrario al cooperativismo. El enunciador, se ubica como un consensuador, que busca conciliar en la disputa por el sistema de producción. Diremos con la ayuda del contexto de 1933, es la transición del sistema productivo en las haciendas, del concertaje al huasipungo. “El problema indigenista”: la comunicación de un discurso. Operaremos con los criterios de análisis propuesto por Maingueneau (2004), desarrollados en párrafos anteriores, que son: a) Una finalidad, el discurso busca modificar la situación del cual forma parte. b) Estatus, implica el lugar jerárquico del enunciador. c) Circunstancias apropiadas, responde al momento y lugar de constitución de un discurso. d) El medio, en nuestro caso la prensa gráfica. e) Uso de la lengua, estos pueden ser variedades geográficas, sociales (categorías sociales en el uso de la lengua) a) Finalidad, el discurso busca modificar la situación del cual forma parte. Los “deícticos” han situado al enunciador como el argumentador contra el indigenismo. Esto implica que esta corriente política era dominante en el contexto de 1933. En el artículo, el indigenismo aparece como la asistencia desde el Estado hacia los pueblos indios, y como el fracaso al intentar educar a los indígenas, y por buscar la individualidad, en seres humanos que funcionan en comunidad. El artículo busca, por tanto, presentar argumentos para rebatir estas políticas, apostar por la comunidad indígena, dentro del sistema de haciendas, sin cambiar las relaciones de trabajo y propiedad. De hecho, ¿para qué entregar la tierra como propiedad privada, a personas que prefieren la colectividad, lo 9

comunitario? Busca argumentar a favor del consenso social a través de la institucionalidad del Estado para solucionar la asignación de límites de terrenos para los indígenas; y no apostar al conflicto, evitar la desintegración; los indígenas están negados como sujetos políticos, "el indio no ostenta personalidad", ni es capaz de un movimiento masivo: "Ni el indio, ni los indios están capacitados para irrumpir con inconsciencia de masa"; esto en referencia a los criterios de sindicalismo y de cooperativismo que han surgido, y, del cual, en alguna medida el indigenismo es responsable. b) Estatus, implica el lugar jerárquico del enunciador. Se enuncia en el periódico El Comercio, para un contexto citadino. Se dirige a un público lector, con "capital lingüístico", conceptual y "Capital cultural" (Bourdieu). d) El medio El medio, es la prensa gráfica, el uso del texto escrito, medio de comunicación dominante en el contexto de 1933, en Ecuador es el inicio de la radio. El texto nos ha permitido obtener la información emitida hace ochenta y seis años; de alguna manera reclama la validación de documento, un producto cultural; constituyen una memoria de las cosas publicadas para la ciudad de Quito. De manera similar, el medio, la prensa gráfica, permite analizar al enunciador, y la situación de enunciación a la que fue objeto. e) Uso de la lengua, (categorías sociales en el uso de la lengua) Describimos algunos términos que están en des-uso, dan cuenta de la temporalidad, del vaciamiento de los significantes, y también del uso más restringido. Estas expresiones son: "natural" para referirse a una persona, y dar cuenta su origen, "criollo" para referirse a la descendencia de la cultura occidental, "amo", en referencia la propietario de terrenos, "concierto", sistema de trabajo, "terratenencia", "empotrar", "estentorismo " "linderar", "casta". Si bien, estas palabras pueden mantenerse activos en la lengua social, lo hace variando el significado; o, por otro lado, se evita el uso a propósito, por ejemplo “concierto”, “casta”, por el cambio en el sistema social y, de producción a los que hacia referencia, esto no significa que las prácticas desaparezcan, por ejemplo, no se habla de castas sociales en Ecuador, pero no por eso el sistema social es restringido y rígido al delimitar y diferenciar las clases sociales. Cierre De las operaciones que hemos realizado a partir de la noción de “situación del sujeto enunciador” queremos construir un perfil del sujeto enunciador, a manera de síntesis de lo que los conceptos nos han revelado.

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El sujeto enunciador está situado en el espacio conservador, político y social, en el contexto de emisión del discurso. Habla en tono consensuador, evita las ideas revolucionarias, muestra desacuerdo con los criterios de cooperativismo y del asistencialismo indigenista. Está capacitado o habilitado, académicamente, para hablar de temas estatales, de las implicaciones políticas y de las consecuencias sociales. Está habilitado políticamente para dirigir una propuesta para una institución del Estado; para hablar de política. Emite criterios para el “deber ser”, con infinitivos de manera abarcante, motiva a unirse en su planteamiento, en “el deber ser” como la posibilidad y la solución frente a la caótica desintegración. Sin embargo, evita descubrir su “ego”. El enunciador considera, quizá, como no decente, falta de cortesía y de educación, hablar en primera persona; prefiere menguar el uso en primera persona. La “situación de comunicación” da cuenta de la finalidad del enunciador que es el de argumentar contra el asistencialismo del Estado, por cuanto sigue la visión indigenista. Está preocupado por el tema de la delimitación de tierras para los pueblos indios, argumenta que es mejor mantener las comunidades indígenas, antes que formar comunas independientes. Indirectamente argumenta que no se debe tocar las tierra, de propiedad privada, más bien fortalecerlas con la parcelación al interior de las haciendas. Está muy interesado que en esta transición, las haciendas no se fragmenten. Esta finalidad lo enuncia a más de un sujeto enunciatario, se dirige a un colectivo de alucutorios, que se vinculan e interactúan en la enunciación. Elige el periódico El Comercio, escribe en un estilo formal, casi de orador; se dirige a los alocutores, que tienen el problema de la delimitación de la tierra; busca persuadir a los que son de criterio contrario, intenta convertir en enunciatarios. Esto da cuenta de la estrategia comunicativa que rige en el enunciador; es un anunciado que interpela los criterios de decisión de los alocutores, hay interacción mediado por el enunciado. Por otro lado, la noción de los “deíctico” permite enfocarnos en los actores que intervienen en el discurso, esta noción ha puesto en escena al enunciador, quién en algunos casos aparece de manera explícita, o en ocasiones subyace en el enunciado. A partir de la “situación de comunicación” se evidencia la acción del discurso en sentido comunicacional, esto es la finalidad, el tipo de discurso, y en específico el medio de comunicación. Esto nos lleva reflexionar sobre la estrategia comunicativa que, se visibiliza en la elección de las palabras, del momento histórico, y la elección del medio gráfico. La “situación de comunicación” implica que el discurso es vinculador que, busca el intercambio y la interacción de los enunciatarios, esto implica la persuasión del enunciador, interviniendo con una visión de mundo, en la realidad social.

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Anexo: “El Comercio” Quito, martes 22 de agosto de 1933 Artículo Página quinta.

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TRANSCRIPCIÓN El Comercio Martes 22 de agosto de 1933 EL PROBLEMA INDIGENISTA PARA EL PROGRAMA "NARE" El problema indigenista en último análisis, no es sino el problema de desintegración de las nacionalidades americanas. Para estas democracias se da el fenómeno de que (…) cuantitativamente más fuertes, quedan al margen de la vida civil y política, sojuzgadas por actividades minoritarias, hostiles y esclavizantes recargadas de desprecios y del odio racial. ¿He dicho del odio racial?…Cuando se produjo el mestizaje inmediatamente después del descubrimiento, la pugna que se preparó, para el periodo colonial fue la pugna entre el elemento peninsular y el criollo, en un certamen a muerte que culminó por la independencia, es decir, por el vaciamiento del europeo bajo el cuerpo del púgil americanos. En esa lucha había una de las más grandes dosis de odio, del odio racial. El ibero era superior al indio, el ibero superior a su propio hijo generado en vientre de india. Llegada la república, germinó e hizo destacar su individualidad el odio del descendiente de europeo, del mestizo, para el autóctona puro para el natural del país, para el hombre que no tenía en las venas ni una sola gota de sangre forastera. Este odio es la causa del problema indigenista y, consiguientemente, del problema de desintegrados de las nacionalidades. No debe el sociólogo esconder las llagas públicas. Pueden erguirse los resentimientos que se yergan. Pero es lo cierto que el odio antiguo del peninsular al criollo, asumiendo un aspecto propiamente racial, se ha trocado, hoy en el odio del blanco al indio, del amo al concierto, del latifundista al peón enclavado en una quiebra cualquiera de la terratenencia limitada. NARE ha puntualizado, en su programatización mínima, la necesidad de fomentar las comunidades indígenas. La finalidad, en este caso es un tanto sindicalista y se orienta, en cierto modo, a un cooperativismo, que indefectiblemente ha de actuar en el campo agrario. Humanizado el indio en su concepto de hombre, es decir, aceptado en la especie, se quiere avalorarlo en el conglomerado. Aquí se intenta ver el peligro de la compactación, en el sentido que los últimos sacudimientos políticos del Ecuador ha dado al agrupamiento destinado a la actuación de barricada. Pero desaparece el peligro si se tiene en cuenta que la colectivación indígena no entraña actitudes políticas, ni para la resistencia pasiva, ese acto paradojal de intervención pública por omisión. Ni el indio, ni los indios están capacitados para irrumpir con inconsciencia de masa, en el plebiscito en que se debaten ciertos principios y ciertas valorizaciones de hombres. La comunidad

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no implica precisamente la idea multitudinaria, en su irresponsabilidad proveniente del número y del anonimismo que encierra en si la organización de las muchedumbres. La comunidad en su esencia jurídica es un cuasicontrato con sitio y definición en los motivos institucionales de los códigos. Fomentar las comunidades indígenas, proclama NARE. Las comunidades existentes derivan de los privilegios concedidos por la [reyecia] a la nobleza indígena; de las concesiones acordadas al delimitar los ejidos, conforme al viejísimo principio "del jus pes cendi et lignandi"; de la dificultad en el modo de adquirir por sucesión para las particiones legales, una vez que la legislación republicana cobra un cierto aspecto de patriarcado, con marcadas características tribales. NARE, cuando llegue al desarrollo programático que anuncia, va a actuar en la periferia agraria. El ideal es el minifundio, la parcelación. Los condados latifundistas, con su tendencia al sistema feudal, tendrán que someterse a la reforma no por la violencia de medios más o menos drásticos, no por el ejercicio de funciones discutibles en su origen, no tampoco mediante convulsiones del orden social, en la que llamaríamos una iconoclasta del tradicionalismo, del consuetudinario en sus persistencias éticas, sino mediante la socialización del Estado, evocativamente realizada tal socialización. No es que NARE tuviera miedo a la actividad revolucionaria por lo que a la idea se refiere. Su programa mismo es una revolución por más que los prohombres del socialismo atenuado, que trata de desarrollarse en el medio ecuatoriano quieran empotrar NARE en el clericalismo, el gamonalismo y caso en el liberalismo cristiano superviviente. La proclamación del Estado sin religión oficial no puede ser de origen eclesiástico, ni puede amparar el gamonalismo la máxima forma de feudo terratenentista -el sociólogo moderno tiene que inventar palabras para el enunciado totalitario de su pensamiento- no puede amparar el moralismo un partido que (…) al latifundio colecta comunidades de indios a quienes se reconoce el derecho primordial a la tierra. Que las formas de acceso a la propiedad del suelo traten de ser menos bruscas para evitar crisis de la epilepsia social que el método de capacitación de la parcela procure conciliar los intereses del conde con los intereses del campesinado, sin provocar fricciones ni roces; que la práctica busque maneras y encuentre normas menos predispuestas a causar sangrías populares, no tiene todo eso nada de reprochable. (hace aparecer el discurso) La etapa declamatoria distintiva de cuanto partido nuevo intenta organizarse ha sido más controlada en NARE. La oratoria programática, el estentorismo verbal de las tendencias que asumen proporciones épicas demoliendo todo, blasfemando contra todo, han sido descartadas de NARE. Para qué el gesto tribunalicio, en horas en que es mejor llegar al pensamiento que a la emoción?… Desde luego se exigirá determinar cómo puede NARE conciliar el interés condal del latifundio con la parcelación, con la máxima parcelación agraria que demandan las necesidades rurales. En primer término, la extensión del territorio nacional y la densidad de su población dan la más insignificante de las fracciones de individuo por kilómetro cuadrado. Limitar la propiedad es lo antecedente. Pero limitarla racionalizando el marco en que la propiedad haya de encerrase. Linderar la tierra en relación directa con el lindero del individuo, con el lindero personal, mayor fracción de tierras. A la máxima

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potencia integral, el máximo de raciones territoriales. Aún así sobraría mucho espacio para la colonización agrícola, de que se hablará alguna vez e estas mismas páginas. El principio y las reglamentaciones han de consignarse en la legislación. La práctica no sería difícil. La tierra es del Estado ya no solamente el subsuelo, el aire y el mar territoriales. Así como el Estado reglamenta -ya aquí de… es repartir- sin convulsiones públicas el oro de las minas, los hidrocarburos, la pesca, la caza, así reglamentará y -por lo mismo- repartirá la tierra sea al individuo, sea al conglomerado. La vida individual del indio, es decir su abandono a su yo, para el vivir inmanente, de él en él mismo, no es posible aún. Abandonado a su yo, como el indio no ostenta personalidad, tiene que ser absorbido por el más fuerte y devorado por él. De aquí la necesidad del sistema comunitario. Se dirá que la tendencia … se orienta al gregario, al arrebatamiento social, al tropel civil y político? (aparece el locutor) Nada más falso: la comunidad es un cuasicontrato, un asunto de códigos. De ser la comunidad tropel, grey o rebaño, lo sería las compañías que contempla la legislación comercial, los gremios que prescribe los módulos policiales, todas las personas jurídicas que no son individuos, sino resultados de individuos. En último absurdo, sería rebaño, grey o tropel del Estado mismo. Lo gregario no existe cuando hay vínculos jurídicos entre los asociados y libertad individual para converger o no, en el agrupamiento consentido por la ley. Por lo demás, los partidos ecuatorianos, que, de cien años a esta parte se han sucedido en el Poder, tomaron el problema indigenista como un problema de educación, creyendo que únicamente la escuela podía resolverlo. A NARE le ha tocado la visión plena: el problema es de desintegración de la nacionalidad -en el analfabetismo, en lo económico, en lo jurídico, en lo político, en lo administrativo, en lo estatal. Asumo la responsabilidad del planteo del problema en el concepto desintegralista anotado. Asumo también la responsabilidad de indicar que esa desintegración se opera a base de odio, del odio del blanco al indio, porque estamos en el error, tanto indios como blanco, de conceptuarnos dos castas, si no dos razas, sin efectividad de acción alguna por parte del blanco hacia el meliorismo india, antes bien con disposiciones a dejar las tres cuartas partes de la población ecuatoriana en una absoluta situación de parias. Remigio Romero y Cordero.

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