Sistema de partidos subnacional e interacciones entre niveles. La emergencia de la Alianza-Nuevo Morón en el contexto de competencia política del conurbano bonaerense, 1997-2003
Descripción
Sistema de partidos subnacional e interacciones entre niveles La emergencia de la Alianza-Nuevo Morón en el contexto de competencia política del conurbano bonaerense, 1997-2003.
Juan Andrés Miño Asesora temática: Melina Perbellini Marzo 2012
Sistema de partidos subnacional e interacciones entre niveles La emergencia de la Alianza-Nuevo Morón en el contexto de competencia política del conurbano bonaerense, 1997-2003.
Juan Andrés Miño Asesora temática: Melina Perbellini
Tesina de grado para obtener el título de Licenciatura en Ciencia Política Facultad de Trabajo Social-Universidad Nacional de Entre Ríos.
Marzo 2012
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“Sólo quiero apuntar que la primer tesis de Weber –según la cual ‘todo sistema de dominación trata de establecer y cultivar la creencia en su legitimidad (…)’ no implica necesariamente que un sistema de dominación sea incapaz de sobrevivir sin dicha creencia. (…) Lo que importa para la estabilidad de cualquier régimen no es la legitimidad de ese particular sistema de dominación, sino la presencia o ausencia de opciones preferibles” Adam Przeworski (1994:85)
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Agradecimientos Como en todo ejercicio intelectual, la autoría de este trabajo es colectiva. De él participan innumerables ideas, aportes, críticas, comentarios y perspectivas que lo enriquecen. Están aquí contenidas también viejas discusiones irresueltas, lealtades e inquietudes personales que dan motivos para estudiar los temas aquí tratados. Finalmente, se encuentra presente el esfuerzo de muchas personas que hicieron posible el recorrido hasta acá y animaron a repensar los caminos futuros. Melina Perbellini, con sus comentarios y sugerencias contribuyó significativamente a discutir el tema que trabajamos y a profundizar sobre el mismo. Su asesoría imprimió en este trabajo una guía impecable, un acompañamiento constante y una dedicación plena para que todo salga bien. Cintia Pinillos, en cada charla como en cada clase, promovió el interés por investigar la dimensión subnacional en la región y por buscar en esa agenda temas que devienen apuestas por mejorar la democracia. Alfredo Busmail, con su lectura detenida y sugerencias oportunas fortaleció la perspectiva de este trabajo. Fue un compañero incansable en el difícil proceso de terminar la carrera, y no dudo de que será un gran profesional. Diego Reynoso, trabajó generosamente para ampliar las posibilidades profesionales futuras de quienes tuvimos la suerte de conocerlo y nos incentivó a ir por ellas. Finalmente, la dedicación y el trabajo diario de todo el equipo de gestión de la FTS, de la coordinación de la Licenciatura en Ciencia Política, en especial a Cristina Díaz y Diego Gantus, que construyeron el espacio necesario y agradable para que sus estudiantes nos podamos formar, crecer y proyectar.
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Índice Dedicatoria……………………………,….……………………..……………………..………………………………………….………… Agradecimientos……………………………………………...………..…………….……………………………………….…………… Introducción…………………………………………………………...………………………………………………..……….……………
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CAPITULO I: El estudio sobre partidos y sistemas de partidos
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1.1 El estudio de los sistemas de partidos ……………………………………….…………………………………….….….… 1.2 Innovaciones conceptuales en el estudio de sistemas de partidos latinoamericanos…..…….….……
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CAPITULO II: La Competencia política en sistemas de partidos federalizados
Pág. 26
2.1 Sistema de partido federalizado e interacciones entre niveles…..…….……..……………….………..………
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CAPITULO III: Territorialización del voto y desnacionalización de la competencia partidaria en Argentina
Pág. 36
3.1 Características de la dimensión subnacional en Argentina…………………………………………..…….……… 3.2 Competencia política en la Provincia de Buenos Aires y en el Conurbano…......……...….….….………
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CAPITULO IV: Estrategia metodológica
Pág. 45
4.1 Operacionalización…………………………………………………………………………….………………….……………………
Pág.
CAPITULO V: Interacción entre niveles y competencia política en los sistemas de partidos nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de Morón entre 1997 y 2003
Pág. 53
5.1 El sistema de partidos Argentino antes de 1997…………………………..…………………….......…….….……… 5.2 Interacción entre niveles entre 1997-2003……………….……………………….…………………..…………..……… 5.2.1 Tendencias en las elecciones de 1997………………...………….…………………………………….……….. 5.2.2 Tendencias en las elecciones de 1999…………………..…………………………………………………….…… 5.2.3 Tendencias en las elecciones de 2001…………………....………………………………………………………. 5.2.4 Tendencias en las elecciones de 2003…………..……..………………...………………………………………… 5.2.5 Recapitulando………………………...………….……....……..…………………………….………..……………………
Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág. Pág.
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CAPITULO VI: Competencia política en el sistema de partidos de Morón 1997-2003
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6.1 Elecciones municipales en la Provincia de Buenos Aires……..….……………………………………….………… 6.2 La emergencia de la Alianza en Morón….……….………………………..……………………………………..………… 6.3 La Alianza en el Concejo Deliberante……………..…....……..…………………………………………….…...………… 6.4 El gobierno de la Alianza y la conformación del Nuevo Morón 1999-2003……………………….…………
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Conclusiones……………………………………………………...………………………………...………………….………… Bibliografía……………….………………………………..…………………………………………………………….………… Anexos…………………………..……………………...………………...………………………………………………….…….
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Introducción El fin de los regímenes autoritarios en América latina reencontró a los estudios políticos con la preocupación por la democracia. Pensar en este nuevo horizonte inauguró además una serie de debates respecto a las instituciones que hacen más democráticas a la representación y a la competencia partidaria. Los estudios sobre los partidos y sistemas de partidos rápidamente se convirtieron en una línea primordial en el programa de investigación democrática. La institucionalización de los sistemas de partidos, el ritmo de cambio y las dificultades para la agregación de intereses pasaron a ser inquietudes centrales de los investigadores políticos latinoamericanos, preocupados por el mejor funcionamiento de los nuevos regímenes (Munck 2007). Dentro del estudio de la democracia y de los sistemas de partidos, ha cobrado creciente interés la dimensión subnacional para entender los fenómenos políticos. Es que un importante sesgo analítico para comprender el real funcionamiento de la política latinoamericana tiene que ver con esconder bajo los promedios nacionales la importante heterogeneidad subnacional (Snyder 2009). Voltear la mirada hacia lo que sucede en los sistemas de partidos subnacionales, al modo en que el poder político está distribuido al interior de una región (Calvo 2004), puede ayudarnos a comprender y explicar con mayor profundidad elementos que hacen a la democracia en un nivel nacional. Estudiar la competencia política en la dimensión subnacional contribuye al entendimiento de las condiciones de surgimiento de opciones políticas innovadoras, capaces de introducir cambios en algún sentido en las formas de representación política, y de incorporar nuevos grupos, valores o intereses. En la instancia local pueden experimentarse proyectos políticos novedosos que desde allí logren proyectarse hacia niveles de mayor visibilidad, competir en la política nacional, y confrontar con las elites políticas (Suárez Cao y Freidemberg 2010). 6|P ági na
La investigación sobre la dimensión subnacional cobra más relevancia cuando nos referimos a países con estructuras federales. Allí, los poderes de gobierno subnacionales – sean estados o provincias, municipios o alcaldías- detentan una existencia formal reconocida, amplios poderes y recursos en torno a cuya conquista se organiza la competencia política (Gibson y Suárez Cao 2010). Este trabajo contribuye a producir hipótesis, aclarar problemas, y sugerir explicaciones provisorias de la articulación compleja entre arenas de competencia democrática nacional y subnacionales. Para ello, nos introducimos en el análisis de un caso en perspectiva que pone a prueba los desarrollos teóricos. Particularmente, estudiamos las condiciones estructurales que hicieron posible el surgimiento de la Alianza-Nuevo Morón en el sistema de partidos de Morón, Provincia de Buenos Aires, entre 1997 y 2003, en el contexto político del conurbano bonaerense. El cordón poblacional que rodea a la Ciudad de Buenos Aires representa un 20% del voto nacional, y un 65% del total provincial. Esta región constituye el principal bastión electoral del Partido Justicialista bonaerense. Si en la Provincia de Buenos Aires el 60% de los Intendentes son afiliados al Partido Justicialista, en el conurbano bonaerense la correlación es de 3 de cada 4 Intendentes, y la extensión de sus mandatos suele ser de un 50% más que la del resto de los Intendentes de los municipios de la provincia (Leiras 2007). Con estas particularidades regionales, parece interesante preguntarse cómo fue posible la alternancia en un sistema de partidos, que al igual que el de sus equivalentes regionales, estuvo gobernado durante más de una década por el Partido Justicialista. La AlianzaNuevo Morón fue capaz de vencer al justicialismo por primera vez en las elecciones para concejales de 1997, de resultar electo en la intendencia en 1999, y -pese a perder nuevamente en las elecciones de medio término de 2001 contra un Partido Justicialista regional, provincial y nacionalmente fortalecido-, convalidar y continuar desde 2003 un proyecto político exitoso que logra permanecer durante varias gestiones.
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La lectura que esta investigación prioriza es la de analizar los casos subnacionales desde una óptica que considera las especificidades locales atravesadas por procesos de mayor alcance. En este sentido, una de las principales contribuciones de este trabajo tiene que ver con indagar cómo y bajo qué condiciones los procesos de competencia nacional, provincial y local se influyen recíprocamente, presentando mayores o menores congruencias en los distintos procesos electorales. Además de la relevancia que este estudio puede tener para el fortalecimiento de la teoría sobre sistemas de partidos subnacionales, se entiende que la pregunta por la competencia política en sus distintas escalas puede ser un interesante aporte para la reflexión y la acción, tanto académica como política, para el mejoramiento de nuestra democracia.
Planteamiento del problema Este trabajo presenta como tema de estudio a los sistemas de partidos a nivel subnacional, y sus articulaciones, tanto horizontales con otras subunidades, como la vertical con el nivel nacional. En particular, estas articulaciones se pondrán a prueba en un análisis de caso en perspectiva comparada. El problema que guía esta investigación puede resumirse en la pregunta sobre cómo fue posible la emergencia de un partido nuevo, la Alianza-Nuevo Morón, en el sistema de partidos de Morón (Provincia de Buenos Aires) entre 1997 y 2003, tras 12 años sin alternancia y en el contexto político del conurbano bonaerense, principal núcleo de poder del Partido Justicialista. Una serie de preguntas específicas desagregan aquella de mayor nivel: ¿Cómo fue posible la alternancia en un sistema de partidos gobernado durante 12 años por el Partido Justicialista en el contexto del Conurbano bonaerense? ¿Qué elementos de la competencia política en el sistema de partidos nacional pudieron incidir para que esto suceda? ¿En qué condiciones políticas de la gestión del Partido Justicialista en Morón se produjo el triunfo de la Alianza-Nuevo Morón? ¿Cuán importante fue la influencia de la 8|P ági na
competencia en los sistemas de partidos provincial y nacional sobre la continuidad del gobierno de la Alianza-Nuevo Morón? La hipótesis que orienta esta investigación es que el descrédito del gobierno del Partido Justicialista en Morón es condición necesaria pero no suficiente para su reemplazo electoral. Se necesita además que emerja en la dinámica del sistema de partidos una opción preferible, esto es, un actor altamente competitivo que pueda vencerlo. La congruencia del sistema de partidos local con los sistemas provincial y nacional, junto a la situación política del gobierno local, posibilitaron la emergencia de la Alianza-Nuevo Morón en el sistema de partidos de Morón en 1997. En cuanto a la segunda parte de nuestro problema, en tanto el gobierno local de la Alianza-Nuevo Morón pudo mantener una situación política favorable, la influencia nacional y provincial fue amortizada. De esta manera, este estudio se propone analizar las condiciones que hicieron posible la emergencia de un partido nuevo en una instancia subnacional y en el contexto del conurbano bonaerense. Esto hace necesaria una serie de objetivos específicos de investigación, los que pueden ser sintetizados del siguiente modo: -Describir los cambios en el sistema de partidos nacional a fines de la década del 90’. -Describir las características de la competencia política en el sistema de partidos de la Provincia de Buenos Aires y las tendencias electorales en el Conurbano Bonaerense entre 1997 y 2003. -Analizar las influencias de las articulaciones electorales entre los sistemas de partidos nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de Morón, que posibilitaron la emergencia de la Alianza-Nuevo Morón en 1997. -Analizar las condiciones políticas del gobierno local que posibilitaron la alternancia partidaria en Morón en 1999. -Analizar la influencia de los sistemas de partidos nacional y provincial sobre la continuidad del gobierno de la Alianza-Nuevo Morón en 2003. 9|P ági na
Dividiremos el trabajo del siguiente modo. En el primer capítulo revisamos los desarrollos teóricos sobre el estudio de los sistemas de partidos.
Allí,
en
un
primer
apartado,
dejamos
planteadas
las
primeras
conceptualizaciones, las principales dimensiones de análisis y las perspectivas epistemológicas clásicas respecto de este tema. En un segundo apartado, indagamos sobre las innovaciones que los investigadores latinoamericanos han propuesto para comprender en mayor detalle las competencias políticas en los sistemas de partidos de esta región. En un segundo capítulo, nos detenemos a analizar en extenso la dimensión subnacional en el estudio de la competencia política en sistemas de partidos federalizados. Allí explicamos la relevancia de la interacción entre niveles como una variable fundamental para comprender la competencia política subnacional. En el tercer capítulo revisamos las investigaciones que antecedieron a nuestro estudio para tener una mirada más amplia sobre los rasgos estructurales del periodo. Recorremos para ello una serie de investigaciones que dan cuenta de la territorialización del voto y la desnacionalización de la competencia partidaria en la Argentina reciente. Posteriormente detallamos nuestra estrategia metodológica en el capítulo cuatro. Allí describimos los propósitos metodológicos de nuestra investigación como un estudio de caso en perspectiva comparada. En los capítulos cinco y seis analizamos en particular nuestro caso de estudio. En el capítulo cinco analizamos la competencia política en los niveles nacional, provincial y local, poniendo a jugar una dimensión interactiva entre niveles, comparando sus dinámicas, actores y congruencias. Aquí consideramos a la región del conurbano bonaerense como control, tomando al municipio de Morón en sus articulaciones horizontales. Por su parte, en el capítulo seis nos detenemos a analizar los elementos diferenciales de la competencia local que puedan ayudarnos a comprender el rol de las tendencias nacionales y
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provinciales en el nivel local, junto a las coyunturas que revalorizan las interacciones propiamente sistémicas. Finalmente concluimos con una síntesis de las explicaciones sugeridas en este trabajo, señalando particularmente aquellas que puedan servir a futuro como posibles líneas de investigación en estudios de mayor alcance, ya sean comparados o estadísticos.
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I. El estudio sobre partidos y sistemas de partidos En las últimas décadas, la experiencia política latinoamericana se reencontró con la opción democrática. Esta conquista devino prontamente también una preocupación central de los cientistas políticos y sociales que la asumieron como un eje central de un extendido programa de investigación. Una de las dimensiones fundamentales de la democracia tiene que ver con los mecanismos que contribuyen a la institucionalización de la competencia, la agregación de intereses, la elección y la representación política. Es en esta línea que el estudio de los partidos y de los sistemas de partidos adquiere relevancia. Los partidos políticos constituyen en las democracias modernas la principal forma de mediación Estado-sociedad y de representación política entre ciudadanos-gobernantes (Bobbio 2001). En otros términos, estos contribuyen significativamente a la representación de la sociedad en el Estado y al gobierno del Estado sobre la sociedad (Malamud 2003). Las funciones que los partidos desempeñan en el marco de las democracias van desde la articulación de reglas de juego político, la estructuración del voto, el encuentro y agregación de intereses y su consecuente canalización por vía institucional (Alcántara Saez y Freidemberg 2001), la reducción de los costos de información (Mainwaring y Scully 1996), hasta la construcción de consenso sobre opciones de políticas públicas (Stokes 1998). En opinión de Manuel Alcántara Sáez y Flavia Freidemberg, las democracias contemporáneas no pueden operar sin el concurso de los partidos, por lo que en ellas, asumen las tareas de articular la competencia electoral, y crear un universo conceptual que orienta a los ciudadanos en cuanto a la comprensión de la realidad política (2001: 3). 12 | P á g i n a
Un rasgo distintivo de los partidos políticos sobre otras organizaciones, es para Maurice Duverger (1957) su interés por ejercer el poder público. La limitación a este tipo de características definitorias ha sido cuestionada por su
incapacidad de permitirnos
distinguir operativamente grupos de presión de grupos que se especializan para competir por el poder (Abal Medina 2002). En este sentido, en una propuesta más estrecha, Giovanni Sartori (1980) define a un partido con tres premisas: 1) los partidos no son facciones, sirven a fines colectivos y desempeñan ciertas funciones; 2) son partes integrantes de un todo social que se define por su pluralidad y que no es monolítico, y 3) los partidos son conductos de expresión de exigencias populares. Sartori agrega a su conceptualización un , la necesidad de una etiqueta oficial que distinga a los partidos que manifiesten expresamente mediante mecanismos institucionales su voluntad de competir organizadamente por el poder en un régimen democrático. En nuestra investigación nos vamos a concentrar especialmente en los sistemas de partidos. Analizar esto supone referirnos a las formas en las que los partidos que operan en torno a una instancia estatal se vinculan entre sí. Pese a estar emparentados, el estudio de partidos y sistemas de partidos ofrecen dos focos de análisis distintos (Abal medina 2002). En opinión de Alan Ware analizar sistemas de partidos supone algo más y algo menos que estudiar los partidos concretos. Por un lado, supone más en tanto el foco esta puesto en el análisis de las interacciones conflictivas y cooperativas que tienen lugar entre los partidos. Por otro lado, supone menos, en el sentido de que posiblemente muchas actividades y acciones internas y externas desplegadas por los partidos no tengan una importancia directa para comprender la forma en la que opera el sistema (1996: 35). En este capítulo abordaremos las principales contribuciones sobre el estudio de los sistemas de partidos. Para ello, lo dividiremos en dos partes. En el primer apartado retomaremos los planteos más clásicos y las discusiones fundantes respecto de este tema. En el segundo apartado, veremos algunas contribuciones e innovaciones recientes sobre 13 | P á g i n a
los sistemas de partidos, teniendo en especial consideración aquellas construidas a partir del estudio de la experiencia política latinoamericana.
I.1 El estudio de los sistemas de partidos El estudio de los teóricos clásicos sobre sistemas de partidos, entre los que encontramos las investigaciones de Maurice Duverger, Giovanni Sartori, Gianfranco Pasquino o Alan Ware; puede estructurarse a partir de una serie de debates fundamentales que recorrerán fuertemente los desarrollos posteriores. Estos debates pueden ser enunciados según los siguientes ejes: 1) qué es un sistema de partidos, 2) por qué difieren entre sí (o cuáles son sus determinantes últimos) y - en los casos en que la pregunta anterior no es respondida con explicaciones unicausales-, 3) cuáles son los elementos que influyen en su dinámica. En este último punto las respuestas han girado sobre el número de partidos relevantes (fragmentación) y sobre el grado en que la variable ideológica moldea estructuras más o menos centrifugas (polarización). Un elemento adicional que tendrá relevancia en los estudios latinoamericanos tiene que ver con la magnitud del cambio en el caudal electoral de los distintos partidos entre elección y elección (volatilidad). De los tres puntos enumerados, la cuestión de qué entender –en principio- por sistema de partidos representa un nivel de menor disidencia. En relación a los desarrollos teóricos más clásicos, existe relativo acuerdo en referir al sistema de partidos como una estructura derivada de la competencia y cooperación entre distintos partidos políticos organizados en relación a una instancia de disputa común, que puede ser el control de los poderes ejecutivo o legislativo de acuerdo a si los sistemas políticos son presidenciales o parlamentarios (Duverger 1957, Sartori 1980, Ware 1996, Pasquino 2004). Una vez que asumimos esta definición como punto de partida, encontramos un aumento de las disidencias. Pese al acuerdo conceptual de base, los elementos que cada autor presente como relevantes volverán sobre la definición del sistema de partidos y lo 14 | P á g i n a
resignificarán. Con esto queremos decir que mucho de lo que cada teórico incorpore como dimensión relevante tendrá consecuencias y derivados importantes sobre lo que se entienda por sistema de partidos. Es allí donde se jugará en gran medida el sentido de la definición de base. En cuanto a por qué difieren entre sí los sistemas de partidos, es tal vez Ware (1996) quien mejor haya reseñado las principales diferencias de los enfoques en debate. Para Ware, las más influyentes teorías sobre partidos y sistemas de partidos desarrollaron sus planteos revalorizando un enunciado central como , considerando con más importancia factores sociológicos, institucionales o competitivos. Esta diferenciación realizada por Ware nos va a ayudar a distinguir y a tomar posición entre los principales supuestos epistemológicos que permean el debate, quedándonos con un conjunto de explicaciones posibles para nuestro fenómeno y apartando otras alternativas. Entre aquellos trabajos que se sustentan en factores sociológicos se
presenta la
existencia de partidos políticos sustentados en las distintas fracturas de la estructura social, sean estas clivajes culturales o clases sociales. Las instituciones y los sistemas de partidos serían en parte reflejo y en parte mediadoras del conflicto social desatados por esa estructura. Entre este tipo de explicaciones se encuentra el clásico trabajo de Lipset y Rokkan “Party Systems and Voter Alingnementes: Cross National Perspectives” de 1967. Para estos investigadores la dinámica política depende y se origina en los problemas fundamentales de la sociedad moderna, y la forma en la que estos se resolvieron. Para ellos, estos conflictos dieron lugar a la conformación de grupos y coaliciones sociales antagónicos que evolucionaron en cuatro líneas de disputa social de la que derivan los partidos y las identidades partidarias: centro-periferia, iglesia-estado, campo-industria y propietariotrabajador (en Ware 1996:288). En un segundo término se ubican las explicaciones de tipo institucional, para las que la lucha política se encuentra mediatizada por los escenarios institucionales en los que
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tienen lugar, resaltándose particularmente el valor estructurante de los sistemas electorales (Ware 1996:37). Entre estas explicaciones se encuentra la perspectiva de Duverger, quien tomando en consideración el sistema de partidos británico, entiende que un elemento fundante y con gran poder explicativo del comportamiento del sistema político reside en el sistema electoral, particularmente en el modo de repartición de los escaños, sea éste proporcional o mayoritario. Duverger concluye que el sistema de mayoría simple a única vuelta favorece el bipartidismo (1957: 232). Esta hipótesis es conocida por la literatura especializada como Ley de Duverger. Más recientemente, Josep Colomer (2004) pone a prueba esta hipótesis y encuentra que – a la inversa de lo que sostiene Duverger- es el número de partidos el que puede contribuir a explicar la elección de los sistemas electorales, más que al revés. Para Colomer, el sistema electoral vigente es producto de un equilibrio inducido estructuralmente por los actores políticos que lo preceden. El autor, no niega que los sistemas electorales ofrecen incentivos positivos y negativos para la creación y duración de partidos políticos, sino que por tener estas importantes consecuencias en este sentido, cabe suponer que son elegidos por los actores existentes en su propio interés ( 2004: 2). En el tercer grupo de enfoques propuestos por Ware encontramos a aquellos modelos teóricos que entienden que un componente principal para el funcionamiento de los sistemas de partidos se encuentra en la misma competencia partidaria. Esto es, en tanto variante del modelo institucional, analiza la importancia del voto en la configuración del sistema de partidos con cierta autonomía de la lectura sobre el sistema electoral o el modo de distribución de cargos1. Dentro de esta línea de investigación pueden encontrarse las perspectivas de Sartori y del mismo Ware.
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Revisando el esquema de Ware, Juan Manuel Abal Medina (2002:53) realiza una clasificación de enfoques similar, pero en este último grupo introduce una distinción entre enfoque competitivo y enfoque partidista. En el primero ubica la teoría de Downs, quien acentúa la relación entre políticos y preferencia de los votantes. En el segundo grupo ubica a Sartori, quien sostiene que los partidos son una pieza central en la explicación del sistema y que estos no son solo objetos sino sujetos del proceso, y por tanto tienen un rol
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Para Sartori un partido no puede entenderse por fuera de la interacción en un todo plural. Para él, la relación entre un todo y una parte es constitutiva, pues “si se concibe la comunidad política como un todo pluralista, entonces lo que hace falta es un todo formado por partes en plural: un todo de partes, y de hecho resultado de la interacción de sus partes” (1980:53). Según Sartori, la relación entre partidos está moldeada por un cierto equilibrio de la cercanía y la separación que se obtiene en un proceso de competencia electoral democrática. Por su parte, Ware agrega que según esta lectura los partidos son concebidos como “actores con intereses propios que responden a la lógica de la situación en la que se encuentran; una lógica presidida por la necesidad de competir por los votos” (Ware 1996: 37). Para el modelo competitivo, los cambios en el sistema de partidos derivan de los propios éxitos y fracasos relativos de los actores en disputa. Los sistemas de partidos serían entonces el resultante directo de un estado de situación de la competencia. En nuestro trabajo nos vamos a centrar en el enfoque competitivo, entendemos que este brinda –como veremos a lo largo de este apartado teórico- mayor capacidad explicativa por considerar una gama amplia de variables influyentes en la explicación de los procesos políticos. Particularmente, esta perspectiva tiene la ventaja de permitir un esquema interpretativo donde el conflicto político es el elemento central de explicación de sus propios alcances y consecuencias. Consideramos que un esquema que admita la competencia efectiva no puede dejar de considerar a la incertidumbre como inherente a ella, esto es, no puede fijar sus límites de antemano. Por ello, priorizaremos una lectura centrada en la competencia política y en las configuraciones del voto para comprender los patrones de permanencia y cambio de los sistemas políticos.
estructurante. Adoptamos la clasificación de Ware porque nuestro objetivo no consiste en estudiar las distintas teorías y sus diferencias dentro de un mismo enfoque, sino sólo marcar los principales elementos que distinguen las perspectivas. Una distinción como la que propone Abal Medina exige un nivel de profundización que nos parece poco pertinente en este lugar.
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La tercera pregunta sobre la que dijimos versó la teoría sobre sistemas de partidos tiene que ver con las variables que influyen en la estructura de interacción partidaria. Aquí dos elementos fueron ampliamente considerados en el estudio de los sistemas de partidos. Nos referimos al nivel de fragmentación del sistema y al grado de polarización ideológica. La idea de fragmentación del sistema hace mención a la medida en la que el poder está distribuido o disperso en el sistema, esto es, la cantidad de partidos que operan en un sistema determinado. Para Sartori, esta única forma de medición nos alerta ya sobre las habilitadas entre los partidos (Sartori 1980). La fragmentación fue trabajada por la literatura especializada a través del problema del número de partidos que cuentan en un sistema. Cuando, en su clásico trabajo, Duverger (1957) dividía a los sistemas de partidos en unipartidistas, bipartidistas o multipartidistas, según cuenten uno, dos o más actores a partir de un criterio estrictamente absoluto, introducía ya una primera aproximación a la dispersión del poder en el sistema. Para él, la forma de escrutinio orienta en el mismo sentido a toda la estructura de la competencia de un país. Su acción es preponderante sobre el número, la dimensión, la alianza y la representación (1957:232). Sin embargo, la introducción del problema del número de partidos fue revisitado y complejizado por desarrollos posteriores. Prontamente comenzó a considerase no sólo la existencia de los partidos sino también su importancia relativa. Una revisión de este esquema fue realizada por Sartori (1980), quien además de reafirmar la importancia del criterio numérico para el estudio de los sistemas de partidos, enunció la necesidad de alguna norma para contabilizar sólo a los partidos que fueran relevantes en la competencia. De este modo, Sartori estableció un umbral de irrelevancia que los partidos deberían sortear para poder ser tenidos en cuenta: poseer a) potencial de gobierno y/o potencial de coalición o b) capacidad de chantaje. Sartori establece así un criterio cualitativo de acuerdo a la capacidad que los partidos detenten para conformar un gobierno o ser parte de una coalición gobernante, pero también contabiliza como relevantes a aquellos partidos que pudieran ejercer poder de 18 | P á g i n a
presión sobre el sistema, el gobierno o los demás partidos, como el caso de aquellos que puedan desestabilizar el régimen político (Sartori 1980). Entendemos que esta forma de destacar los partidos que tienen relevancia en el sistema aún cuenta con limitaciones para considerar el peso específico de cada partido. Si bien supera a la clasificación de Duverger por agregar un criterio relativo y no absoluto, no queda del todo claro dónde establecer en cada caso el umbral de irrelevancia sin presentar resultados ampliamente debatibles2. Otras de las modalidades posibles en la medición de la fragmentación partidaria es el Número Efectivo de Partidos Electorales de Laakso y Taagepera. Estos autores establecieron un índice que mide cuantitativamente el peso de cada partido de acuerdo a su resultado electoral (Mainwaring y Scully 1996). Este instrumento ha sido ampliamente utilizado en los estudios más recientes sobre nuestro tema y representa un interesante instrumento para este trabajo. El esquema clasificatorio de Sartori inaugura además el debate sobre la incorporación de un segundo criterio, la ponderación ideológica. Para este teórico, la introducción de la ideología es un paso adelante para comprender no sólo el mero , sino la del sistema (1980:162). Encuentra en la combinación juegos esperables que imponen características estructurales disímiles a la competencia. Esta segunda variable podría reflejar la distancia ideológica en un continuo izquierda-derecha existente entre los distintos partidos y que muchas veces puede ser un factor explicativo de la misma fragmentación del sistema (1980).
2
Es importante notar que la posible desventaja del modo de contar de Sartori que señalamos es defendida como beneficiosa por Gianfranco Pasquino, para quien frente a una “escuela de pensamiento matematizadora, que se empeña en la presentación de fórmulas abstrusas de conteo sin conocer nada de los partidos reales” (2004:188), es necesario utilizar un ‘criterio cualitativo’ dado por la disponibilidad a entrar en coalición, el poder de intimidación o chantaje, la distancia ideológica y la existencia de partidos antisistema.
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La relevancia de la ideología estaría dada por su poder de explicar la forma de actuar de un partido3. Los sistemas pueden caracterizarse por poseer mayor diversidad o mayor similitud de ideologías en juego, entonces, mayores o menores disidencias esperables (Ware 1996). A partir de estas dos variables -fragmentación y polarización-, Sartori crea una tipología analítica de los sistemas de partidos que ha ganado buena adhesión. La fragmentación del sistema suma un criterio numérico de partidos relevantes, mientras que la dimensión de polarización toma relevancia en la distinción entre competencias políticas limitadas (baja diferenciación ideológica) y extremas (amplias diferencias ideológicas). Sartori distingue siete clases de sistemas de partidos, a los que ordena en competitivos y no competitivos. Entre los primeros se ubica a los sistemas de partidos predominante, bipartidista, de pluralismo limitado, de pluralismo extremo y de atomización. Entre los sistemas de partidos no competitivos se describe a los sistemas de partido único y de partido hegemónico. Esta clasificación complejiza el tradicional esquema de Duverger al menos en tres sentidos. Por un lado, en la incorporación de la variable ideológica, que da razones para la distinción entre pluralismo limitado y extremo. En un segundo sentido, dividiendo a los 3
La cuestión de la ideología ha sido un tema densamente debatido en el marco de la teoría política. Una de las contribuciones más significativas sobre este punto fue realizada por Robert Michels (2008), quien puso en cuestión que la ideología cumpliera un papel tan destacado en el comportamiento político. Para él, incluso los partidos más revolucionarios, una vez insertos en la lógica del sistema político responden a una dinámica donde los intereses de la organización ocupan el primer plano. Para Michels los fines para los que es construido el partido pasan a un segundo plano cuando entran en tensión con las propias necesidades de reproducción de la organización, la que se vuelve un fin en sí mismo. Desde otro lugar, Max Weber (2008) ha sostenido que toda lucha política implica primariamente lucha por el poder y el control de los cargos públicos, independientemente de que se persigan fines altruistas o hedonistas. Ha puesto en cuestión que los lazos entre votantes-gobernantes se establecen a partir de la simpatía ideológica, pudiendo vincularse a partir del carisma, la tradición o la autoridad racional. Por su parte, Duverger (1957) mencionó los efectos psicológicos que los juegos políticos tenían sobre la decisión de los ciudadanos, donde con reglas de mayoría simple, estos podían sentir que votando terceros partidos desperdiciaban su voto y favorecían así una disputa bipolar. Estas referencias muestran cómo la cuestión ideológica requiere de una problematización ad hoc que resulta de vinculaciones complejas y difícilmente simplificables. Aunque admitamos que algunos o todos los partidos políticos actúen de acuerdo a ideología, sería difícil argumentar que eso se traslade inmediatamente al comportamiento de los votantes. Por esto, prescindiremos de la dimensión ideológica, y nos limitaremos a señalar la existencia de elementos discursivos o líneas de política pública que pudieran incentivar especialmente el voto.
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sistemas unipartidistas, donde ve necesario distinguir aquellos sistemas de un solo partido, de aquellos otros hegemónicos y predominantes. Este últimos por ejemplo pertenecen al bloque de sistemas competititivos. Por su parte, introduce el sistema de partidos atomizado como una categoría residual donde por la alta fragmentación ya no interesa el número de partidos en juego, sean estos diez o veinte (1982:158). En la bibliografía sobre sistemas de partidos más clásica, un problema general tuvo que ver con pensar en términos de estructuras, y por tanto suponer cierta estabilidad en la competencia de partidos. Tal vez por la propia historia política de los países desde donde esto fue pensado, y tomando en gran consideración los sistemas británico y estadounidense, ocupó más lugar la preocupación por el cambio del sistema que por el cambio de la competencia al interior del sistema. Esta competencia interna se esperaba, lógicamente, relativamente estable y sólo sería relevante cuando conllevara cambios sistémicos. Sin embargo, la competencia política latinoamericana puso en jaque en este punto la capacidad explicativa de la teoría europea. No sólo por la intermitencia democrática y la (Sartori 1980:289), sino por su alta volatilidad y su amplio dinamismo. El problema de la fluctuación de votos entre elección y elección llevó a diferentes investigadores a indagar la utilidad de la teoría clásica para los sistemas de partidos latinoamericanos, y -a partir de este desafío-, crear categorías que escapen del viejo estereotipo –creado a la luz de aquella matriz- de que los partidos y sistemas de partidos locales son excesivamente pragmáticos, clientelistas, personalistas, volátiles, poco cohesionados, y en definitiva, débiles (Coppedge 2000a:109). A continuación analizaremos algunas revisiones e innovaciones en el estudio de los sistemas de partidos latinoamericanos.
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I.2 Innovaciones conceptuales en el estudio de sistemas de partidos latinoamericanos Luego de los recientes procesos de democratización en América Latina, el estudio sobre partidos y sistemas de partidos ha cobrado renovado interés. Sobre la base de aquella matriz clásica, distintas investigaciones se han preocupado por revisar y crear categorías conceptuales con mayor poder explicativo de la experiencia latinoamericana. Algunos trabajos han resaltado que las carteristicas más destacadas de los sistemas de partidos latinoamericanos han sido la fragmentación y la volatilidad (Coppedge 2000a) y que esto tiene que ver con que el mecanismo principal de cambio en los sistemas es el reemplazo de unos partidos por otros, más que la renovación interna. Solo algunos partidos logran adaptarse a lo que los contextos dinámicos exigen (Coppedge 2000b). En este sentido, el desafío del análisis de los sistemas de partidos latinoamericanos fue revisar los desarrollos teóricos clásicos intentando dar cuenta de estas realidades, aspirando además a escapar al viejo estereotipo según el cual la característica más relevante de los sistemas latinoamericanos serían su poca coherencia y su debilidad (Coppedge 2000a). Con esta pretensión, en las últimas décadas la investigación en Latinoamérica ha consolidado un vasto programa de investigación sobre la democracia y la competencia política en la región. Aquí notamos tres innovaciones que trajeron consecuencias para la investigación posterior, y que por sí mismas, o por sus programas derivados, contribuyen a nuestro trabajo. Una primera innovación refiere al grado de institucionalización del sistema. Esta variable propuesta por el trabajo de Mainwaring y Scully (1996) intenta evaluar y conceptualizar el grado y las razones de aquella supuesta debilidad de los sistemas
de partidos
latinoamericanos.
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Mainwaring y Scully (1996) encontraron que la manera en la que se estudian los sistemas de partidos latinoamericanos no ha sido completamente adecuada, e intentaron introducirse en esta discusión a partir del concepto de institucionalización del sistema de partidos. Estos autores argumentan que un sistema de partidos institucionalizado es clave para la consolidación y la estabilización democrática, preocupación que ha signado la discusión en el subcontinente en las últimas décadas. La noción de institucionalización supone un proceso en el cual una práctica u organización se hace ampliamente conocida y establecida. En tanto esto es logrado, es esperable que los actores desarrollen expectativas, orientaciones y conductas basadas en la seguridad de que ella va a permanecer en el futuro (Mainwaring y Scully 1996:3). Entonces, para considerar un sistema de partidos democráticamente institucionalizado deben cumplirse cuatro condiciones: 1) estabilidad de las reglas y de la naturaleza de la competencia entre partidos; 2) raíces más o menos estables en la sociedad, o implantación social; 3) actores políticos que concedan legitimidad al proceso electoral y a los partidos políticos; e 4) importancia dentro del sistema de los partidos políticos como organizaciones por sobre los impulsos de sus líderes (Mainwaring y Scully 1996). En este sentido, sostienen que la importancia de la institucionalización tiene que ver con que allí en donde el sistema está más institucionalizado, los partidos son los actores clave que estructuran el proceso político, mientras que en sistemas incoativos la política democrática es más errática, suele ser más impredecible y por momentos más ingobernable. Esta categoría aporta a la vez que un elemento de juicio y comparación más certero, una guía hacia el desafío de consolidación democrática. Si bien la institucionalización es una importante innovación en el estudio de sistemas de partidos, y para nosotros una condición necesaria en nuestro objeto, nos ocuparemos más de los procesos desatados una vez que ella está suficientemente lograda.
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Por otro lado, una segunda propuesta innova sobre las características que debería tener el estudio de los sistemas de partidos latinoamericanos dado su alto nivel de volatilidad. Coppedge (2000a) sostiene que la alta volatilidad pone en jaque nuestra capacidad para generalizar sobre los sistemas de partidos. En este sentido, la descripción debería evitar las afirmaciones sobre supuestas características inherentes e invariables. Por el contrario, entiende que sus mismas estructuras sistémicas cambian sin que esto implique crisis, como un producto agregado de la misma competencia política. Esta innovación tiene importantes implicancias a nivel metodológico, supone que para atender la variabilidad electoral es necesario un cambio en el foco de análisis, no tomando ya al sistema de partidos como una unidad sino a cada elección en un periodo de tiempo determinado. Para Coppedge, si las elecciones individuales y no los países son las unidades de análisis, el valor de los parámetros es conocido con mayor grado de certidumbre dado que la varianza para una única elección es cercana a cero (2000a). Otros desarrollos procurarán mirar otras particularidades del sistema que hasta el momento no habían sido suficientemente estudiadas. Una tercera innovación de relevancia intenta desdecir la idea de que los sistemas de partidos de la región son poco cohesionados, y que esto es un rasgo deficitario en la institucionalización del sistema. Nos referimos a los estudios que a partir del reconocimiento del fenómeno de territorialización del voto estudiaron la variable nacionalización del sistema de partidos. Jones y Mainwaring (2003) introdujeron los conceptos de nacionalización y desnacionalización del sistema de partidos. Estos conceptos hacen referencia al grado en que las configuraciones del voto se distribuyen de manera desigual en el territorio. La introducción de esta problemática excede incluso su propio campo de acción y habilita profundizar sobre el lugar que la competencia subnacional tiene en la estructuración del proceso político nacional. Así, la premisa que comenzará a surgir a partir de estos estudios es que los procesos políticos no se manifiestan homogéneamente en todo el territorio y que es necesario construir herramientas teóricas y metodológicas capaces de aprehender 24 | P á g i n a
estos cambios a nivel subnacional (Snyder 2009). Como derivación de esto, se incorporara la dimensión del federalismo al estudio de la competencia política. Esta variable y sus derivaciones en el estudio de sistemas subnacionales y federalizados será objeto de análisis en el próximo capítulo, en tanto adquieren un papel protagónico en nuestra investigación.
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II. La competencia política en sistemas de partidos federalizados La literatura especializada ha consolidado un vasto desarrollo teórico y metodológico para el estudio de los sistemas de partidos. Incluso, como vimos anteriormente, estos avances han sabido valerse de las experiencias latinoamericanas para construir enunciados con mayor poder explicativo de estas realidades. La atención prestada a las dimensiones de fragmentación y polarización (Sartori 1980; Ware 1996;) o la institucionalización del sistema (Mainwaring y Scully 1996; Mainwaring y Torcal 2005) ha consolidado un piso ineludible que habilitó interesantes programas de investigación empírica. En esta línea, recientes investigaciones de la competencia política en los sistemas de partidos latinoamericanos han estudiado configuraciones del voto que dan cuenta de un proceso novedoso de menor nacionalización y mayor territorialización. Los estudios de Jones y Mainwaring (2003), Calvo y Escolar (2005), Leiras (2007, 2010), Gibson y Suárez Cao (2010), Suárez Cao y Freidemberg (2010) o Abal Medina (2011) han elaborado categorías analíticas que refieren a la nacionalización/desnacionalización del sistema de partidos para pensar en estos procesos. La categoría de nacionalización del sistema de partidos hace referencia a la variación de los patrones de votación entre las distintas unidades políticas subnacionales y de éstas con el patrón nacional (Jones y Mainwaring 2003). En los sistemas altamente nacionalizados el porcentaje electoral que obtiene cada partido, y éste en el resultado final, muestra un patrón equilibrado; mientras que en sistemas desnacionalizados la variabilidad entre subunidades moldea regiones muy disimiles. Para Jones y Mainwaring la nacionalización o la desnacionalización del sistema de partidos tiene consecuencias significativas en las dinámicas de competencia entre partidos políticos. Puede esperarse que en el caso de una nacionalización alta, la competencia entre partidos sea similar en la esfera nacional y en la subnacional, como en las distintas 26 | P á g i n a
subunidades, y que los partidos políticos utilicen similares estrategias de competencia. En cambio, en el caso de un sistema desnacionalizado, las desigualdades entre subunidades políticas podrían imprimir una lógica donde los partidos con mejores performances en una provincia sean competidores menores en otra; alcanzándose regiones electorales muy diferentes dentro de un mismo país (2003: 64). Para Leiras (2010), la dinámica que adquiere la competencia partidaria depende de una estructuración bivariable entre nacionalización horizontal (todas las subunidades políticas entre sí) y vertical (las unidades subnacionales respecto del patrón nacional). De acuerdo a cómo se combinen estos valores pueden moldearse cuatro tipos distintos de sistemas de partidos: nacionalizado, federalizado, segmentado y disperso. Un sistema nacionalizado corresponde a altos valores de nacionalización horizontal y vertical. En un sistema de estas características, los partidos obtienen porcentajes similares de votos en las distintas subunidades. En un sistema de partidos segmentado, los partidos suelen obtener votos similares en todos los distritos para las elecciones nacionales, mientras se acentúan las diferencias para cargos locales. El término hace referencia a la relativa homogeneidad para la competencia en un mismo nivel y desacoples entre sistemas de distintos niveles, lo conforman un sistema de capas estratificadas de competencia. Un tercer sistema -definido como federalizado-, corresponde a una tipología donde existe discontinuidad geográfica y continuidad entre niveles. Esto es, que los partidos políticos compitan en cada subunidad con lógicas relativamente autónomas, donde no estén presentes todos los partidos nacionales o que su proporción y marco de alianzas varíe. Por último, un formato de sistema disperso sucede cuando distintos partidos compiten en los distintos niveles y distritos. Esta absoluta disgregación suele ser poco factible y puede conllevar conlleva a dinámicas nacionales altamente inestables. Estos estudios nos aportan la preocupación por un abordaje más complejo y completo de la competencia política, enfocando con especial atención el plano de la dimensión 27 | P á g i n a
subnacional en la estructuración de la dinámica de partidos. En este sentido, entendemos que el estudio del ámbito subnacional muestra elementos diferenciales que nos permiten profundizar el conocimiento sobre la competencia política. Nos parece que el descenso en el nivel subnacional puede contribuir a revisar la naturaleza desigual de la competencia partidaria y brindar mejores perspectivas para comprender el funcionamiento de los sistemas de partidos nacionales (Calvo 2004; Pinillos, Perbellini, Fernández, Ruíz 2011) Por ello, este punto nos exige una revisión más profunda del modo y de las variables significativas que influyen en la interacción entre niveles de sistemas de partidos. En las mediciones de Jones y Mainwaring sobre 17 países4, los países federales tendieron a obtener puntuaciones más bajas, lo que podría indicar un componente relevante a atender. Según las conclusiones de este estudio, el federalismo podría indicarnos incentivos especiales para que los partidos se organicen y compitan en las unidades subnacionales por la conquista de gobiernos locales, generando patrones mayormente diferenciados a lo largo del territorio (2003). En el apartado siguiente analizaremos algunos avances teóricos en el estudio de los sistemas de partidos federalizados que pueden darnos pistas interesantes para comprender la dinámica política subnacional.
2.1 Sistema de partidos federalizado e interacciones entre niveles Los recientes procesos de territorialización del voto en los sistemas de partidos latinoamericanos contribuyeron a moldear categorías analíticas como las de nacionalización/desnacionalización del sistema de partidos, que revalorizan el estudio de los sistemas subnacionales para la comprensión de la competencia política. Como concluyó el estudio de Jones y Mainwaring (2003), el federalismo podría indicarnos la 4
Se trata de 15 países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Perú, Uruguay y Venezuela) junto a Canadá y Estados Unidos. Se tomaron en consideración todas las elecciones de la Cámara Baja, con las que se elaboró un Índice de Nacionalización de los Partidos, inversión del coeficiente de Gini.
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existencia de incentivos para la competencia subnacional con relativa autonomía de la competencia nacional. Veamos aquí algunos aportes sobre cómo el federalismo configuraría dinámicas particulares de disputas políticas y podría permitir configuraciones complejas. Josep Colomer (1999) sugiere que el federalismo es un tipo de , donde se establecen funciones descentralizadas entre los gobiernos regionales y el gobierno central. Entre ellos se establece un tipo de relación independiente o no subordinada, que supone además distintos medios de coordinación y cooperación multilateral. El federalismo como forma de gobierno tiene a su vez implicancias electorales. En un juego de disputa en dos o tres niveles, cuando el gobierno se encuentra dividido verticalmente, puede reducirse el número de perdedores ya que se permite la conformación de distintas mayorías en diversos ámbitos institucionales. En este tipo de competencia, los perdedores nacionales pueden surgir como ganadores locales (Colomer 1999:42). La división entre distintas instancias de competencia no implica desacoples radicales. Por el contrario, el federalismo presenta una serie de dispositivos de vinculaciones entre niveles que amplían o reducen los efectos centrífugos de la competencia. Algunos de ellos pueden ser la competencia por las cámaras legislativas nacionales o las leyes electorales que permiten u obligan a la realización de elecciones simultáneas o no simultáneas (Colomer 1999). Según Colomer, la realización de elecciones no concurrentes permite a los partidos locales específicar los temas de la agenda política local, aumentando las chances de una situación de voto dividido. Por el contrario, “el voto divido es más difícil cuando las elecciones son concurrentes, las campañas se superponen, la agenda política se encoge y la información disponible se concentra en un número más pequeño de temas” (1999:44).
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Las problemáticas que hasta aquí describimos justifican pensar en sistemas de partidos con relativa autonomía en instancias distintas de la nacional. Entendemos junto a Abal Medina que puede hablarse de sistemas de partidos a niveles diferentes del nacional siempre que existan distintas organizaciones partidarias que compitan regularmente entre sí para acceder a posiciones de poder formal en un ámbito institucionalmente determinado, sea este local, nacional o regional (2002:51). Esto es, puede hablarse de sistemas de partidos subnacionales siempre que la competencia política se organice en torno a la conquista democrática de instituciones locales, sean estas provinciales o municipales. Estas instancias de gobierno son un elemento característico de los países federales. Pese al interés actual sobre esta instancia, el estudio de la competencia subnacional ha sido un tema tradicionalmente relegado en la investigación sobre partidos y sistemas de partidos, por lo que la literatura especializada ofrece pocas e incipientes herramientas de análisis. Para Gibson y Suárez Cao esto es así porque los abordajes tradicionales sobre estos temas son producto de una reflexión nacional, de la que deriva también el supuesto de que estos sistemas son incompletos o meros reflejos de la estructura de competencia nacional (2010:5). Coincidimos con Gibson y Suárez Cao (2010) en su definición de sistema de partidos federalizado como aquel en el cual opera más de un sistema de partidos delimitado territorialmente. Como el sistema de partidos nacional está organizado para la conquista de las instituciones nacionales, los sistemas de partidos subnacionales se organizan en torno de las instituciones subnacionales. Las interacciones entre ambos sistemas pueden ser más o menos congruentes. En el marco de los sistemas de partidos federalizados, una fuente adicional que influye sobre la competencia política –tanto nacional como subnacional- está dada por lo que podemos renombrar como interacciones de segundo orden5, esto es, el impacto de las vinculaciones entre los sistemas.
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Hacemos referencia con esto a las interacciones entre sistemas de distintos niveles: nacional, provincial y municipal. Optamos por esta etiqueta para diferenciarlo de las interacciones propiamente sistémicas entre
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Según Gibson y Suárez Cao, en sistemas federalizados es común que varios partidos políticos operen simultáneamente en sistemas de distintos niveles, pudiendo convertirse en un componente principal en la conformación de patrones de separación o vinculación en algún momento dado. Otros posibles factores de enganche pueden ser la especificidad institucional -formal e informal-, los flujos de comunicación o la disposición de los recursos (2010:10). La dinámica de competencia entre niveles no es necesariamente homogénea, los partidos políticos compiten y cooperan no sólo al interior de un sistema, sino también en múltiples niveles en un mismo momento. De aquí se deduce que incluso un mismo partido pueda cumplir diversos roles en los distintos niveles, en tanto oficialismo u oposición simultáneas, lo que incluso pueden afectar la coordinación entre niveles (Suárez Cao y Freidenberg 2010). A partir de los nuevos desarrollos teóricos sobre sistemas de partidos multinivel, Suárez Cao y Freidenberg (2010) elaboraron una tipología de estas estructuras de competencia de acuerdo a dos dimensiones. Por un lado, la interacción preponderante de los niveles en el sistema (congruentes/incongruentes), y por otro la naturaleza de las organizaciones partidarias en disputa. A los polos que conforman esta segunda variable los llamaron sistema de partidos partidizado/despartidizado, en referencia a si los partidos sobresalientes eran tradicionales o no tradicionales. Del cruce de estas dimensiones surgen cuatro tipos de sistemas de partidos multinivel, del que se esperan dinámicas diferentes: congruente partidizado, congruente despartidizado, incongruente partidizado, e incongruente despartidizado. La dinámica congruente o incongruente expresa las tendencias de mayor similitud o disparidad que generan las competencias en los distintos niveles, mientras que el polo partidizado/no partidizado muestra las capacidades del sistema para ser permeable a la renovación política. Este segundo polo indica qué tan capaz han sido los partidos nuevos partidos, característica central y distintiva de toda estructura de competencia política, y de cada uno de los niveles por separado.
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de confrontar y/o vencer a las viejas elites políticas, lo que refiere a cierta transformación del sistema político. El énfasis puesto en ambas dimensiones se orienta a distinguir los escenarios donde han surgido y pueden surgir nuevos actores que busquen integrarse, cooperar y confrontar con las viejas elites; y en un sentido más amplio, cómo éstos han sido y pueden ser capaces de proyectarse desde lo municipal hacia niveles de mayor visibilidad, y competir en la política nacional (Suárez Cao y Freidenberg 2010:4). En este punto, las investigadoras señalan nuevos motivos para considerar la dimensión subnacional. La utilidad de estos estudios radica en las posibilidades analíticas y comparativas, y puede aportarnos una primera aproximación y categorización de la vinculación entre sistemas de distintos niveles. Sin embargo, nos falta ver más sobre los modos de influencia reciproca entre niveles. Tal vez este punto sea el de menor desarrollo y de más reciente estudio. En un reciente trabajo, Juan Manuel Abal Medina y María Celeste Ratto (2011) indagan sobre cómo interactúan los distintos niveles de competencia partidaria en sistemas de partidos federales. Ellos proponen que la lógica sistémica puede ser bien entendida si se adopta un modelo de abajo hacia arriba, donde las posibilidades de injerencia del sistema de partidos nacional está condicionada por la permisividad de los sistemas de partidos subnacionales. Para ellos, es la dinámica local la que permite o rechaza la influencia del sistema de partidos nacional. En su planteo, Abal Medina y Ratto retoman la conceptualización de Stefano Bartolini (2002) sobre la competencia democrática. Para Bartolini (2002) la mayor competencia de partidos políticos tiene efectos reforzadores de la democracia. Sin posibilidades reales de que los partidos en el gobierno pierdan las elecciones - esto es, sin posibilidades reales de alternancia-, la democracia se
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empobrece. Para este autor, las democracias difieren según ofrezcan mayores o menores condiciones de posibilidad para la competencia. En este sentido, sostiene cuatro condiciones básicas de la competencia electoral: la contestability o apertura electoral; la availability o el grado de predisposición y no cautividad de los electores para votar a distintos partidos en distintos momentos; la decidability o diferenciación de las opciones políticas; y la vulnerabilidad (vulnerability) de los partidos en el gobierno, o lo que es igual al riesgo latente de su reemplazo electoral. Abal Medina y Ratto entienden entonces que apertura (contestability) y democracia se superponen, y que la primera de estas constituye una 6 para la competencia democrática (2011:90). Enfocan su atención como factor de apertura en las leyes electorales subnacionales que favorecen o desfavorecen la presencia de mayores opciones políticas. A esto llaman 7 (2011:92). Sin embargo, al margen de la gravedad duvergeniana encuentran que en los regímenes pluralistas provinciales, a diferencia de los de representación mayoritaria, la influencia del sistema de partidos nacional tiene efectos multiplicatorios sobre el número de partidos efectivos que operan en el sistema. En su trabajo, demuestran en el caso argentino 6
En este punto es oportuno aclarar que cuando Abal Medina y Ratto (2011) se refieren a la competencia como parecen hacerlo no en el sentido de meras posibilidades legales de participación en una elección sino a una participación significativa resultante del proceso electoral, esto es, con una cuota electoral significativa. La utilización del Número Efectivo de Partidos (NEP) como unidad de medición, que considera a los partidos por su peso electoral, así parece indicarlo. Un aporte similar puede encontrarse en Sartori (1992) cuando distingue entre competencia y competitividad. Para Sartori la competencia es una regla de juego, mientras que la competitividad es una cualidad de la competencia, una posibilidad efectiva, un riesgo siempre latente de triunfo. 7
Nótese aquí que los autores aplican para la instancia subnacional un análisis condescendiente con la ley de duverger (1957), la cual encuentra en los sistemas electorales claves para comprender el número y dinámica de la competencia de los partidos políticos. A este tipo de análisis Ware (1996) los denominó , dado que la explicación radica en los mecanismos y reglas formales como mediadores del conflicto político. Como los planteos de Duverger sólo consideraban la escala nacional, la innovación que Abal Medina y Ratto introducen es reconocer y aplicar esta ley en cada uno de los ámbitos por separado y ver el grado en que logran ejercer su influencia a partir de la interacción entre niveles. En su estudio, encuentran en la forma de representación mayoritaria o proporcional un factor de permisividad o rechazo de la influencia nacional, lo que es igual a mayor o menor influencia de la ley de Duverger.
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reciente cómo la interacción entre sistemas tiene efectos positivos sobre el número de opciones electorales competitivas en la instancia subnacional, suavizando la gravedad duvergeniana, cuando las instituciones provinciales así lo permiten. La conclusión a la que arriban es que, cuando el sistema electoral subnacional es mayoritario, la dinámica endógena del sistema rechaza cualquier posible influencia nacional, mientras que cuando el sistema electoral es proporcional, las fronteras del sistema subnacional son permeables a la influencia nacional, permitiendo efectos contaminantes entre distintos niveles de elección (Abal Medina y Ratto 2011:92). Este resultado ofrece una interesante capacidad explicativa en nuestra investigación. La utilización de una perspectiva de , donde son elementos subnacionales los que posibilitan o rechazan las influencias nacionales y el reconocimiento de una forma particular de interacción entre sistemas que aumenta la competencia en los ámbitos subnacionales, encuentran en nuestra investigación un correlato que merece ser aprovechado. Adoptamos esta perspectiva aunque -como sostuvimos en el capítulo anterior- optamos por poner mayor énfasis al análisis del voto en la estructuración de la competencia, con menor ponderación de los factores institucionales subyacentes como las leyes electorales o el sistema de distribución de los cargos. Creemos que existen, más allá de éstos, elementos específicos de la competencia política que tienen que ver con los partidos (su credibilidad, agenda, opciones y propuesta de políticas, implantación social, etc.) y las coyunturas realmente en juego en el corto plazo que pueden ejercer una influencia importante. Ponderamos una lectura que dé lugar también a factores de cortes más competitivos que institucionales como sostuvimos a partir de la clasificación de Ware (1996). Pensamos, como sostuvo Coppedge, que una “focalización puramente institucional nos limita a un análisis de sistemas de partidos que han sido previamente filtrados, destripados y separados de la carne y sangre de la política -ideología, personalidades, intereses, ideas,
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plataformas, slogans, imágenes, temas- en síntesis, la sustancia de la competencia política” (2000:111) Tomando en consideración el estudio de Abal Medina y Ratto (2011) sostenemos que siempre que el sistema de partidos subnacional sea permeable, el sistema de partidos de mayor nivel cumplirá un rol destacado. Sin embargo, revisaremos las causas de esta permeabilidad, dado que si el sistema electoral no cambia no deberían darse tendencias significativas a favor de la permeabilidad o impermeabilidad. Si esto no se cumple, es posiblemente que deba ampliarse el universo de las causas que influyen en este fenómeno. Por otro lado, el enunciado deberá ser controlado teniendo en consideración nuestro objeto de estudio. La pregunta que guía esta investigación no consiste ya sólo en cómo inciden ciertos factores en la competencia, sino también que condiciones hacen posible la alternancia. Si bien para que exista alternancia debe haber competencia efectiva, nuestra hipótesis es que ésta no es suficiente.
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III. Territorialización del voto y desnacionalización de la competencia partidaria en Argentina En el capítulo anterior vimos que la competencia política en sistemas de partidos federalizados presenta particularidades que deben
ser atendidas. Una de estas
dimensiones tiene que ver con las formas en las que se configuran las relaciones entre los sistemas subnacionales y el sistema nacional de partidos, y que éstas pueden derivar en interacciones más congruentes o más incongruentes, esto es, más nacionalizadas o más desnacionalizadas. En este capítulo veremos las principales tendencias que en este sentido, diversos investigadores han notado en la competencia política argentina reciente, particularmente nos referimos a la desnacionalización del sistema de partidos y la territorialización de la disputa política y al rol que la Provincia de Buenos Aires tiene allí. Dividiremos el capítulo en dos apartados. En el primero, analizamos las características estructurales de la dimensión subnacional en Argentina, mientras en el segundo nos referimos exclusivamente a los estudios que dan cuenta de cómo este proceso tiene efectos en la Provincia de Buenos Aires, concluyendo en una dinámica más nacionalizada que lo que sucede en el resto del país. La importancia de este capítulo está dada por su utilidad como marco contextual o de referencia para poder introducirnos en nuestro caso de estudio y dotarlo de sentido en relación al proceso nacional.
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3.1 Características de la dimensión subnacional en Argentina El sistema de partidos federalizado de Argentina está compuesto por 24 subunidades políticas8 que configuran cada una un sistema de partidos subnacional. Todas ellas organizan sus normas a partir de una constitución, eligen a sus gobernantes por voto popular cada cuatro años y se convierten en distritos de referencia para la elección de los legisladores nacionales cada dos años. Sin embargo, las bases de organización de la competencia subnacional varían significativamente a lo largo del territorio. Todas las subunidades poseen poderes judiciales autónomos, ejecutivos provinciales con magnitud, organización y recursos diferentes, y poderes legislativos con organizaciones distintivas. En cuanto a los poderes legislativos, dieciséis subunidades poseen legislaturas unicamerales, mientras sólo ocho detentan cámaras legislativas bicamerales y todas estas poseen diferencias significativas en cuanto a la forma de elección, conformación, y competencias exclusivas de cada cámara (Reynoso 2011). Además de las diversidad en la organización institucional, las diferentes facultades de los Gobernadores en materia de regulación electoral -como las posibilidades u obligaciones de fijar elecciones simultáneas o no simultáneas-, junto a la diversidad de regímenes electorales provinciales9 vuelven a la heterogeneidad un rasgo sobresaliente del sistema (Calvo y Escolar 2005).
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Nos referimos a las 23 provincias argentinas (Buenos Aires, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero, Tierra del Fuego, Antártida e Islas Del Atlántico Sur, y Tucumán), y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 9 La diversidad de regímenes electorales va desde la capacidad u obligación de los Gobernadores para fijar elecciones concurrentes o no concurrentes, la organización de elecciones en municipios, el uso de boleta sábana horizonal, el uso de leyes de lemas, el uso de un sistema de repartición proporcional o mayoritaria de las bancas, incluidas la existencia de cláusulas de gobernabilidad. Para la elección se usan distritos únicos, departamentales y por sección electoral de múltiples distritos (Provincia de Buenos Aires), y los mandatos fijos de los Gobernadores pueden combinarse con mandatos legislativos de renovación total cada cuatro años o renovación parcial cada dos. Sobre la diversidad de regímenes electorales subnacionales en Argentina puede consultarse el trabajo de Calvo y Escolar (2005).
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Estas unidades subnacionales poseen una importante autonomía y ocupan un espacio central en la estructuración de la competencia política nacional. En Argentina, sólo la Presidencia de la Nación se elige considerando todo el territorio nacional; tanto las bancas de las cámaras legislativas nacionales como las gobernaciones se eligen en arenas de competencia provinciales. Esto sugiere que la satisfacción de los intereses de los partidos en la escala provincial es condición del alcance de los objetivos nacionales (Leiras 2007). Además, el sistema fuertemente federalizado hace depender de los líderes regionales la administración territorial del partido. Los líderes provinciales controlan la composición y el orden de las listas de legisladores nacionales, dirigen las campañas electorales e incentivan el respaldo de los electores, y frecuentemente son socios estratégicos de los candidatos presidenciales en las contiendas internas. Muchas veces, el sistema nacional de partidos argentino puede funcionar como la agregación de sistemas de partidos locales, y los partidos como verdaderas confederaciones de poderes territoriales (Benton 2002). En líneas generales, en los últimos años, los sistemas de partidos subnacionales de Argentina parecieron reforzar algunas de estas tendencias estructurales del federalismo y avanzar hacia una dinámica más autónoma de la competencia política nacional. Entre 1983 y 2003 la competencia nacional comenzó a caracterizarse por una mayor desnacionalización. Mientras a principios de los ochenta la diferencia promedio entre el sistema de partidos nacional y lo obtenido en las provincias era de un 10%, para mitad de la década del noventa esta diferencia se ubicó en un 30% (Calvo y Escolar 2005). Entonces, si uno de los rasgos sobresalientes de la incipiente democracia en 1983 era su alto nivel de nacionalización, podemos sostener que este corto período de tiempo se caracterizó por un gradual y continuado proceso de desnacionalización de la competencia, consolidando mayormente un sistema federalizado incongruente (Mutti 2009). El estudio de Calvo y Escolar (2005) trabajó con sobrada atención este punto. Ellos sostienen que el proceso de competencia en las dos últimas décadas estuvo caracterizado por una creciente diferenciación del voto entre provincias (volatilidad regional), una cada 38 | P á g i n a
vez mayor volatilidad entre elecciones (volatilidad temporal) y un aumento de fragmentación nacional que condujo a una virtual desaparición del tradicional bipartidismo. En tanto, este proceso convivió con un fortalecimiento de los sistemas de partidos provinciales que comenzaron a funcionar como refugios de la estabilidad partidaria. Los autores muestran cómo en 2003, en un marco de amplia fragmentación partidaria con un NEP superior a 4 en el orden nacional, el NEP de las provincias argentinas se encontraba en promedio en 2.8, y que en un panorama de marcada volatilidad interelectoral sólo en 4 de las 24 subunidades los oficialismos perdieron las elecciones para cargos ejecutivos. Para Leiras (2007), el hecho de que el NEP afecte en distinta medida la competencia nacional y la provincial es un dato que documenta que ambas dinámicas responden a patrones distintos. Para él la del voto experimentada en Argentina refiere a la conjunción de dos fenómenos. Por un lado, la , implica que el voto para los mismos cargos nacionales se distribuye desigualmente entre los partidos en las distintas provincias. Esto es, en algunas provincias los votos se distribuyen entre pocos partidos mientras que en otras lo hacen entre muchos. La disgregación refiere a una medida de fragmentación. Como consecuencia de esto, la dinámica de competencia en los sistemas de partidos provinciales difiere cada vez más entre sí (Leiras 2007). Por otro lado, la hace referencia a la medida en que el patrón nacional se corresponde con los patrones locales. No importa la forma en la que el sistema esté fragmentado, sino el grado en que cada partido adquiera una proporción similar del voto. Ambos fenómenos no son mutuamente necesarios, pues, puede moldearse, por ejemplo, un escenario donde el sistema esté desnacionalizado, pero en las distintas arenas provinciales los votos se repartan entre un número similar de partidos efectivos (Leiras 39 | P á g i n a
2007). Es decir, la respuesta de los electores sería disímil en los casos subnacionales y el patrón nación, pero la competencia sería producto de un sistema similarmente fragmentado. Este fenómeno de territorialización tiene dos implicancias básicas. Por un lado, contribuye a aumentar la diferencia entre las competencias partidarias provinciales, principalmente porque debilita la capacidad de los partidos nacionales para atender juegos tan disímiles y por tanto, de articular una estrategia nacional. En segundo lugar, porque deja en evidencia que las consecuencias del cambio en el sistema nacional deben ser buscadas en esas dinámicas subnacionales. Para Leiras (2007), el proceso de territorialización resulta de la coincidencia entre la disgregación y la desnacionalización del sistema de partidos, esto es, de la fragmentación desigual y de la distribución desigual del voto en los distintos subsistemas en relación al sistema nacional. Si ambos fenómenos pueden coexistir, es porque los cambios producidos en las provincias sucedieron en distintas medidas. Si respondieran de modo similar, entonces no estaríamos ante un escenario territorializado. La investigación de Leiras documenta cómo este cambio ocurrió de modo diferente en las distintas subunidades y en los distintos partidos. Una tendencia general muestra cómo la incidencia de los cambios fue mayor en las provincias con mayor cantidad de electores y afecto especialmente a los partidos con base en los distritos más grandes, principalmente la rama bonaerense, porteña y santafesina del radicalismo, el Frepaso y Acción por la República. Según da cuenta Leiras, todos estos partidos obtuvieron mejores rendimientos en la Ciudad de Buenos Aires y los municipios del conurbano y en líneas generales entraron en el ocaso luego de experiencias de coalición con partidos como la UCR o el PJ (Leiras 2007: 29). Las variables que según algunos analistas influyeron en la desnacionalización del sistema de partidos argentinos son disímiles, resaltándose en la bibliografía aspectos como la revalorización política provincial derivada de la descentralización de funciones del nivel nacional al subnacional (Leiras 2010), los déficits de articulación interna de los partidos 40 | P á g i n a
políticos para consolidar espacios nacionales (Leiras 2007), la creciente diferenciación de las competencias locales inducidas por las reformas políticas subnacionales 10 (Calvo y Escolar 2005), o la impermeabilidad de la competencia local derivada de elementos del sistema electoral como la representación mayoritaria (Abal Medina y Ratto 2011). A los fines de este trabajo, nuestra mirada estará enfocada en las consecuencias que esta dinámica trajo aparejada en la competencia local más que las variables que la desencadenan. Si bien las investigaciones seleccionadas llegaron a mostrar con suficiente respaldo empírico la influencia de estas variables, poco se ha escrito aún sobre el grado en que estas variables influyen diferencialmente y sobre cómo se vinculan entre sí. En este sentido, la tendencia a la desnacionalización será tomada como un dato. Pensamos que la adopción de este criterio puede conducirnos mejor a una mirada más selectiva de nuestro tema de interés y a evitar excesos que puedan llevarnos a explicaciones sobredeterminadas no controladas. En el apartado siguiente veremos cómo esta dinámica nacional se manifestó en la Provincia de Buenos Aires.
3.2 Competencia política en la Provincia de Buenos Aires y en el Conurbano Los estudios vistos anteriormente concluyeron que la competencia no es homogénea a lo largo del territorio y que en los últimos años el sistema fededalizado de Argentina asistió a un marcado proceso de territorialización de la política. En consecuencia, se hizo cada vez más presente un sistema incongruente donde altos niveles de volatilidad y fragmentación partidaria nacional conviven con relativa estabilidad subnacional.
10
En el periodo 1983-2003 se contabilizan 33 reformas constitucionales y 45 reformas electorales sustantivas, sin contabilizar la introducción de enmiendas parciales en el sistema de votación, particularmente las leyes de lemas en 10 provincias argentinas entre 1987 y 1991 como estrategia de Gobernadores del PJ ante la pérdida de las presidenciales de 1983 frente a la UCR. Ver Escolar y Calvo (2005).
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Ante esto, cada provincia comenzó a adoptar patrones diferenciados en relación a las demás y en su vinculación con el sistema de partidos nacional. La mayor incongruencia en los patrones nacional y provincial no obstante difiere de la vinculación en la competencia provincial-municipal. En este terreno se encuentran relaciones más estables y menos diferenciadas. La autonomía política y electoral de los municipios se encuentra mayormente permeada por la competencia provincial (Calvo y Escolar 2005). Esta tendencia, nuevamente refuerza el destacado protagonismo de la arena provincial y su interés para el estudio de la competencia nacional. La Provincia de Buenos Aires representa el principal distrito electoral nacional, con aproximadamente el 37% del total nacional. Este porcentaje le otorga un peso significativo en el cálculo de la estrategia de la competencia nacional de los partidos. Es por esto que para Calvo y Escolar, en la Provincia de Buenos Aires se produce una articulación congruente entre la política nacional con la provincial e incluso con la municipal. Para ellos, el arrastre de una arena sobre la otra es mutuo, cambiante en el tiempo y de intensidad variada, coincidente con el peso electoral del distrito en las categorías nacionales (Calvo y Escolar 2005). Por este motivo, la Provincia de Buenos Aires tiende a verse mayormente influida por la dinámica política nacional. En tanto, la fragmentación que se produce en el orden provincial difiere del ámbito nacional, presentándose mayor número de terceras fuerzas provinciales (Calvo y Escolar 2005). La Provincia de Buenos Aires es un escenario generalmente nacionalizado aunque intervienen más actores en la disputa provincial. La provincia está dividida en 134 municipios o partidos11 y sólo ocho secciones electorales. A partir de estas divisiones en secciones se organiza la elección de representantes para las cámaras legislativas. Esto implica que la relación promedio entre unidades electorales 11
La Provincia de Buenos Aires se organiza administrativamente en 134 distritos colindantes integrados por más de una ciudad. Cada una de estas subunidades son llamados por la legislación provincial “partidos” y están gobernados por un municipio. En el marco de este trabajo, y a los fines de evitar confusiones con los partidos políticos, nos referiremos a las unidades administrativas y a las divisiones políticas indistintamente como municipios.
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(secciones) y unidades políticas (municipios) es de 17 municipios por sección. Por ello, el acceso a la competencia provincial exige a las agrupaciones una cooperación a escala supralocal, y facilita así la vinculación entre la escala local y provincial (Leiras 2007). Los poderes locales bonaerenses12 están compuestos por un ejecutivo integrado por un Intendente elegido por voto popular cada cuatro años en elecciones simultáneas a las de diputados y senadores provinciales y con
posibilidad de reelección indefinida; y un
legislativo que se renueva por mitades cada dos años, en muchos casos junto a las elecciones para legisladores nacionales (Escolar, Minvielle y Castro 2005). La regulación de la simultaneidad de los procesos electorales depende de las facultades del Gobernador, y con ello se lo dota de un poder para administrar el arrastre de votos entre niveles (Calvo y Escolar 2005). Pese a la división por secciones –la instancia formal-, en la competencia política bonaerense se ha destacado el rendimiento diferencial del conurbano bonaerense13 respecto del resto de la provincia. En el cordón poblacional que rodea la Ciudad de Buenos Aires, la extensión promedio de los mandatos de los Intendentes alcanzan un valor superior en un 50% al de sus pares del interior, 2.55 contra 1.7 promedio (Leiras 2007). Además, el Partido Justicialista bonaerense ha conducido el gobierno provincial interrumpidamente desde 1987, y encuentra en el conurbano el principal bastión electoral, donde un 60% de sus Intendentes son afiliados a este partido (Leiras 2007). También, por sus particularidades de desigualdades socioeconómicas y con amplios sectores en condiciones de indigencia y pobreza, las intervenciones de recursos nacionales 12
Pese a la introducción de la autonomía municipal en la reforma de la Constitución Nacional Argentina de 1994, la actualización de la Provincia de Buenos Aires no la incluyó en sus artículos, por lo que los municipios bonaerenses se organizan por la Ley Orgánica de Municipios dictada por los poderes provinciales. 13 Entendemos por conurbano bonaerense a los 24 municipios cercanos a la Capital Federal: Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, General San Martín, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, San Miguel, Tigre, Tres de Febrero y Vicente López. La ley 13473 del año 2006 introdujo seis partidos a esta clasificación, sin embargo por el periodo que analizamos sólo consideramos a los 24 partidos originales.
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y fundamentalmente provinciales mediante planes y programas focalizados restan capacidad a los actores políticos locales para controlar el gasto público en relación al Poder Ejecutivo Provincial (Escolar y Pírez 2001). Es en este marco de particularidades políticas de la Provincia de Buenos Aires y especialmente de las posibilidades de despliegue de los procesos políticos en el contexto del conurbano que emprendemos nuestra investigación.
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IV. Estrategia metodológica Esta investigación se enmarca en un enfoque cuali-cuantitativo, por lo que se detiene la mirada sobre la medida, dimensiones y características del problema estudiado (faz externa) y su contenido específico (faz interna). Esta integración de enfoques está destinada a aumentar las capacidades intelectuales y prácticas del investigador para cumplir con los objetivos de investigación (Bericat 1998:113). En tanto consideramos que la dinámica política es explicada por la interacción entre partidos en un sistema, y por las interacciones verticales con sus instancias nacionales, prescindimos del valor que para los protagonistas adquieren los acontecimientos políticos. En este sentido, nos interesan aquí las configuraciones sistémicas en las que nuestro problema tiene lugar más que el modo en el que los actores piensan su condición en ellas. Sin negar que esto último tenga importancia, por ejemplo, en la motivación del voto o en la toma de decisiones, el nivel de abstracción en el que nos ubicamos es el de las tendencias electorales y no el de las apropiaciones y significados dados por los protagonistas. Entendemos, siguiendo a Sartori (1980) y a Ware (1996), que en las interacciones entre los partidos en el sistema puede haber interesantes elementos que expliquen la dinámica política, y en tanto esto, observarlas implica necesariamente una distancia mayor con los actores como unidades de análisis. Nuestra propuesta metodológica se articula en torno a una investigación de tipo explicativa (D’ Acona 1998), dado que se pone a prueba en el caso una serie de articulaciones entre variables, motivadas teóricamente para explicar las condiciones de posibilidad de la emergencia de la Alianza-Nuevo Morón. Específicamente, el diseño de este trabajo se enmarca metodológicamente en un estudio de caso en perspectiva comparada. Esto es así al menos por dos razones.
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En primer lugar, porque asumimos la inquietud enunciada por Lijphart (1975), para quien cuando se analiza un único caso es necesario hacerlo prestando especial atención al contraste con la teoría. Si se toma esta tarea como relevante, se podrá evitar el , esto es, el estudio de un único caso in vacuo, que simplemente desconoce las categorías de análisis pertenecientes a la teoría y que entonces producen nuevos conceptos y explicaciones fabricadas ad hoc, sin capacidad de viajar más allá del caso estudiado (Sartori 1994). El estudio de un único caso sin más, está destinado a permanecer como un unicum aislado y estéril (Pasquino 2004). En segundo lugar, porque una de las principales contribuciones de este estudio tiene que ver con producir hipótesis, aclarar problemas, y sugerir explicaciones preliminares. Una de las funciones del estudio de caso en perspectiva comparada es someter los desarrollos teóricos a la contrastación empírica, de donde pueden obtenerse enseñanzas comparables que puedan servir a posteriori como generalizaciones en estudios de mayor alcance, de tipo comparado u estadístico. Por esta razón, aunque no basta un caso para confirmar o rechazar una generalización, el análisis de caso en perspectiva comparada y la comparación son búsquedas complementarias que se refuerzan mutuamente (Sartori 1994). En términos más generales, el estudio de caso en perspectiva comparada contribuye a fortalecer el desarrollo del subcampo de la política comparada, por medio del descubrimiento por vía inductiva y la construcción de teorías con base empírica (Collier 1994). Nuestra investigación utiliza como técnica de relevamiento de información más importante el análisis documental. Esta técnica consiste en indagar en la información registrada en documentos preexistentes, sobre los que se aplican una serie de operaciones tendientes a representar su contenido de modo distinto del original y así facilitar su lectura o clasificación. Estos productos del análisis pueden ser resúmenes o tablas de indexación bajo palabras clave. Es importante distingir esta técnica del análisis de contenido, pues en la primera se trabaja sobre la clasificación-indexación de la 46 | P á g i n a
información de los documentos, mientras que en la segunda se trabaja sobre el análisis categorial (Bardin 2002). Como fuente de información principal, se relevan actas electorales del periodo 1997-2003 para cargos ejecutivos y legislativos nacionales, provinciales, y de Morón; y se contrastan las tendencias observadas en el caso estudiado con las tendencias electorales en los 24 municipios que componen el conurbano bonaerense. Se analizaron 118 actas electorales en el periodo14. Con la información relevada se elaboran matrices de datos, gráficos y tablas comparativas referidas a los resultados de elecciones presidenciales de 1999 y 2003; para Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en 1999 y 2003, para Diputados Nacionales en 1997 y 2001 (tendencias generales), y legisladores provinciales en 1997 y 2001 (tendencias totales provinciales); sobre tendencias electorales en los partidos del conurbano bonaerense entre 1997 y 2003; elecciones para Intendente de Morón en 1999 y 2003, y Concejales en 1997 y 2001. A modo de complementación, se recurrió a analizar fuentes de información pública, como noticias periodísticas, comunicados partidarios y un balance oficial de la gestión municipal entre 1999 y 2009. La selección y clasificación de estos documentos puede consultarse en anexos. Además, a los fines de profundizar sobre la recolección referida a nuestro caso se recurrió a entrevistas semiestructuradas a informantes clave. Como técnica de recolección, la entrevista aporta riqueza informativa, proporciona al investigador la posibilidad de
14
Nos referimos a 4 actas electorales nacionales correspondientes a las elecciones legislativas de 1997 y 2001, y a las elecciones presidenciales de 1999 y 2003. Para el caso de las actas de 1997, 1999 y 2003 se recurrió a información disponible en el Ministerio del Interior de Argentina. Para las elecciones de 2001, ante faltante de datos en este lugar, se accedió a la información disponible en Political Database of the americas de Georgetown University. Para el caso de las actas electorales subnacionales, estas fueron relevadas de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires. Se utilizaron para el caso de las elecciones provinciales, 2 actas de las elecciones ejecutivas de 1999 y 2003, y 16 actas de las elecciones legislativas provinciales de 1997 y 2001, las que debieron procesarse para ver tendencias provinciales (ver anexo). Además se utilizaron las 4 actas correspondientes a las elecciones locales consideradas, junto a 92 actas de los 23 municipios del conurbano restantes sobre las mismas elecciones ejecutivas y legislativas.
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clarificar datos, y repreguntar en el marco de un diseño flexible, personalizado y directo; a la vez que el diálogo con el entrevistado aporta un contrapunto cualitativo que enriquece los datos cuantitativos (Sautú, Boniolo, Dalle y Elber 2005). Se realizaron entrevistas a dos informantes clave, el 29 de febrero de 2012, en Morón, Provincia de Buenos Aires. Allí, se consultó a actores involucrados en el proceso de surgimiento de la Alianza-Nuevo Morón en el periodo estudiado. Se trata de Damián Aguilar, actual Jefe de Gabinete municipal, y Juan Le Bas, actual Presidente del Honorable Concejo Deliberante de Morón. Ambos se desempeñaron como colaboradores del concejal Martín Sabbatella entre 1997 y 1999, y conformaron el equipo de éste una vez que asumió en la Intendencia en 1999. Las entrevistas abordaron la competencia política en Morón entre 1997 y 2003, y contribuyeron significativamente a reconstruir la dinámica política local en el periodo.
4.1 Operacionalización En nuestra perspectiva, el desarrollo teórico cumple un rol fundamental como guía de la observación del caso. Los aportes teóricos trabajados en el capítulo anterior han sugerido: -Que la competencia política se estructura a partir de la interacción entre partidos. En los
sistemas
se
encuentran
claves
para
comprender
la
dinámica
política
–y
consecuentemente, sus resultados- con relativa autonomía de la actividad desplegada por los partidos. -Que de la estructura de competencia y de la configuración del voto consecuente resultan (en cantidad y calidad) una serie de partidos relevantes que caracterizan el momento. Es en la interacción donde los partidos adquieren mayor o menor relevancia en la disputa. -Que el federalismo imprime un sello distintivo a la competencia política. Allí conviven tres arenas de disputa en torno a diferentes instancias de gobierno: nacional, provincial y local.
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-Que la influencia de la competencia entre niveles presenta distintos factores de enganche, entre los cuáles los más evidentes son los sistemas electorales y de representación política, la simultaneidad o no de los procesos electorales, y los partidos políticos. -Que para comprender la dinámica de los sistemas subnacionales es necesario atender a una interacción de segundo orden, esto es, una interacción entre niveles de competencia, de la que pueden resultar configuraciones de mayor o menor congruencia a lo largo del tiempo. -Que una forma de articulación posible entre niveles es que la injerencia del sistema de partidos nacional sobre el subnacional esté condicionada por la permisividad o no de los sistemas de partidos subnacionales, y que cuando esta injerencia es posible, tenga efectos sobre el número de opciones electorales competitivas en la instancia subnacional. De acuerdo a estas contribuciones teóricas, y focalizando los esfuerzos hacia los objetivos, preguntas e hipótesis expuestas inicialmente, distinguimos cuatro dimensiones de análisis, de las que se desprenden cinco variables a considerar. La primera dimensión es la referida al sistema nacional de partidos. Allí observamos la variabilidad en el sistema a fines de los 90’. Aquí utilizamos datos resultantes del análisis de actas electorales. Para contextualizar, recurrimos a fuentes de información pública. La segunda dimensión atañe al sistema de partidos de la Provincia de Buenos Aires entre 1997 y 2003. La variable allí observada tiene que ver con los cambios en la competencia política. Para ello utilizamos datos resultantes del análisis de actas electorales. Para contextualizar, recurrimos a fuentes de información pública. Una tercera dimensión observa al conurbano como contexto político. Allí se observan las principales tendencias locales en la región, por lo que nos sirve como punto control de las presentes en nuestro caso. Trabajamos fundamentalmente con actas electorales.
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La cuarta dimensión indaga específicamente sobre el sistema de partidos de Morón. Aquí se distinguen las variables cuatro y cinco, referidas a los cambios en la competencia política, y a las condiciones políticas de los partidos locales gobernantes en el periodo 1997-2003. Para un primer análisis se recurre a análisis resultante de actas electorales, mientras que se reconstruye la dinámica política local con fuentes de información pública y entrevistas a informantes clave. Para nuestro análisis utilizamos como unidad de análisis a cada elección en particular, como sugirió Coppedge (2000a). Además nos valemos de instrumentos como el Número Efectivo de Partidos Electorales (NEP) de Laakso y Taagepera y el Índice de Congruencias (IC) de Gibson y Suárez Cao. Para medir la volatilidad utilizamos el índice de Pedersen. En nuestro marco teórico sostuvimos que tanto el criterio de Duverger (1957) como los requisitos de capacidad de coalición y de chantaje de Sartori (1980) presentan limitaciones para considerar con amplia magnitud el peso específico de cada partido, en un caso por considerar solo un criterio absoluto, en el otro por dificultarnos la definición sobre donde establecer en cada caso el umbral de irrelevancia. En este trabajo nos parece más apropiada en relación a nuestros objetivos la utilización del Número Efectivo de Partidos Electorales (NEP). El índice resulta útil para el cálculo de la cantidad de partidos que operan en un sistema, considerando su tamaño a partir del resultado de una única elección, lo que lo hace compatible con la unidad de análisis propuesta por Coppedge (2000a). Su medición se obtiene elevando al cuadrado el porcentaje en elecciones de cada partido, sumando todas las cifras obtenidas y dividiéndolo por 1.00. Ello puede ser graficado en la siguiente fórmula, donde pi indica la sumatoria de los porcentajes electorales de cada partido:
NEP= 1/∑ pi2 Por su parte, anexamos un criterio cualitativo ad hoc de este índice para distinguir no solo cuántos son los partidos efectivos, sino también cuáles son. La importancia de incorporar 50 | P á g i n a
esta información tiene que ver con el modo en que se estructuran las interacciones entre niveles de competencia de un mismo partido en las distintas instancias, para las cuáles los partidos sirven como factores de engache de los sistemas (Gibson y Suárez Cao 2010). Este dato es relevante en tanto nos permite distinguir situaciones donde la competencia entre niveles es similar y los partidos protagonistas son los mismos, de aquellas donde la competencia es similar, pero los partidos son disímiles. Para distinguir a los partidos relevantes del sistema consideramos el número de partidos efectivos, y separamos a los partidos con mayor caudal electoral hasta agotar aproximativamente el valor del NEP. Esto es, si existen 3.6 partidos efectivos, consideramos los cuatro partidos con mayor caudal electoral. En este sentido, la innovación consiste en traducir la expresión matemática en lo que hace a su cualidad. Por otra parte, una vez argumentada la existencia de sistemas de partidos subnacionales con dinámicas distintas a las propias de la competencia nacional, pero con interacciones complejas compatibles con una multiplicidad de variables, se vuelve un desafío adicional encontrar elementos de medición capaces de captar la variabilidad entre patrones nacionales y subnacionales. En este sentido, una unidad de medición útil a este fin ha sido una de las más importantes contribuciones del estudio de Gibson y Suárez Cao (2010). El summary measure of congruence, traducido por nosotros como Índice de Congruencias (IC). El IC tiene por fin establecer un indicador de la congruencia o incongruencia en la competencia partidaria del sistema de partidos federalizado. Para su construcción se parte, como insumo estadístico básico, del Número Efectivo de Partidos de LaaksoTaagepera. Este índice se compone de tres mediciones que expresan a su vez distintos aspectos del sistema. Se calcula la diferencia promedio o relativa entre el sistema nacional y la media de los sistemas subnacionales, la diferencia promedio que existe entre las distintas unidades subnacionales, y finalmente se calcula el valor total del IC del sistema.
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La diferencia entre sistema de partidos nacional-subnacional se obtiene como la diferencia promedio o relativa entre el NEP del sistema nacional y la media aritmética del NEP de todos los sistemas subnacionales. La medida de divergencia entre el sistema de partidos nacional y un sólo sistema de partidos subnacional se puede calcular mediante la diferencia promedio entre el NEP nacional y el subnacional. Estos resultados se expresan en valores entre 0 y 1. Por otro lado, la medida de divergencia horizontal entre sistemas de partidos subnacionales se calcula a partir de la varianza del NEP subnacional, esto es, como una medida de dispersión. El IC, que representa la congruencia total del sistema de partidos federalizado, se expresa como la suma entre la diferencia nacional-subnacional y la varianza subnacional. El Índice de Congruencias expresa valores cercanos a cero para sistemas de partidos congruentes y niveles lejanos a cero para incongruentes. Dado que en nuestro trabajo nos referimos a solo una instancia subnacional provincial, utilizamos de este índice exclusivamente las dos primeras herramientas componentes y no calculamos el IC total del sistema nacional –que requiere considerar la dinámica de todas las provincias- pues obtendríamos conclusiones que no hacen a nuestro objeto. Finalmente, utilizamos el índice de Pedersen para medir la volatilidad de los sistemas y de los partidos. Este índice es utilizado por Mainwaring y Scully (1996) para señalar el nivel de variabilidad electoral del sistema en dos momentos determinados. Se calcula por la sumatoria de las diferencias tanto positivas como negativas de todos los partidos del sistema, y luego se divide por dos.
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V. Interacción entre niveles y competencia política. Los sistemas de partidos de Argentina, Provincia de Buenos Aires y Morón entre 1997 y 2003 En los capítulos anteriores hemos notado que el desarrollo teórico sobre nuestro tema ha propuesto distintas dimensiones de análisis para la comprensión de la competencia política. Entre ellas vimos que el federalismo imprime a la competencia características peculiares a considerar. En esta línea, resulta relevante atender las interacciones que entre los sistemas de partidos de distintos niveles tienen lugar, entendiendo que éstas imprimen a la competencia subnacional condicionamientos y oportunidades disímiles (Gibson y Suárez Cao 2010, Suárez Cao y Freidemberg 2010). Notamos también que existen distintos factores de enganche de las interacciones entre sistemas, siendo los más importantes los partidos políticos que compiten en más de una arena a la vez, y la simultaneidad de los procesos electorales. De acuerdo a cómo influyan estos factores, y en términos más generales, al modo en que se vinculen estos niveles, pueden resultar patrones más o menos congruentes, según la competencia política local sea más o menos permeada por la competencia nacional y provincial (Gibson y Suárez Cao 2010, Suárez Cao y Freidemberg 2010, Abal Medina y Ratto 2011). Por otro lado, existe acuerdo en que, para entender la dinámica dentro de un sistema, más que el accionar de los partidos por separado, es necesario mirar la interacción conflictiva y cooperativa entre ellos (Sartori 1980, Ware 1996). Atendiendo a estos dos procesos elaboramos nuestra hipótesis de investigación. Entendemos que las condiciones que hacen posible una experiencia política como la de la Alianza-Nuevo Morón pueden explicarse a partir de cómo la propia dinámica local es permeada por las disputas de los niveles de mayor alcance. Ambos procesos, tanto la
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propia competencia local, como la influencia nacional y provincial, son relevantes y ofrecen incentivos distintos. Entendemos que las condiciones políticas locales en las que los actores protagonistas disputan el control de la instancia estatal ofrecieron puntos de conflicto que pudieron revitalizar la oposición al gobierno local y otorgarle crecientes cuotas de relevancia electoral. A su vez, cuando esta condición está presente, las lógicas nacional y provincial se vuelven más decisivas en la disputa, en tanto refuerzan las chances electorales del partido gobernante en declive -dotándolo de un sustento externo- o beneficia a uno o algunos sectores opositores. Como enunciamos oportunamente, nuestro interés está puesto en reconocer variables explicativas capaces de dar cuenta de este tipo de casos, y que a futuro pueda servir como insumo para una generalización en estudios comparados y/o estadísticos de mayor alcance. A continuación nos detenemos a analizar nuestro problema de investigación. El desarrollo es dividido en dos capítulos. Nótese que hacemos referencia a un proceso simultáneo, y que la diferenciación en distintos planos refiere meramente a una cuestión analítica que sigue una línea de comprensión lógica y no de diacronía temporal, espacial o de cualquiera otra naturaleza. En este capítulo nos detenemos brevemente sobre las más importantes características de la competencia política en Argentina luego del retorno democrático de 1983, y posteriormente continuamos sobre el modo en el que los sistemas de partidos nacional, provincial y nacional interactúan en el periodo que va desde 1997 a 2003. En tanto hayamos analizado las principales tendencias del sistema en el periodo, estas nos permiten descender desde un terreno más firme sobre nuestro caso de estudio. En el capítulo posterior volvemos y nos detenemos más sobre los elementos específicos de la competencia política en Morón en el mismo periodo, y analizaremos allí las condiciones específicas que terminaron por definir la alternancia local. 54 | P á g i n a
5.1 El sistema de partidos argentino antes de 1997 Durante buena parte del siglo XX, y antes de la transición democrática de 1983, las lógicas políticas en Argentina presentaron una disputa inestable, con recurrencia de crisis, salidas anticipadas de gobiernos y golpes militares. Dos principales partidos, generados en coyunturas sociales críticas, verdaderos big bangs políticos (Cavarrozzi y Casullo 2002) -la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ)- fueron protagonistas de la conflictiva vida política, junto a la presencia activa de grupos pre y extrapartidarios. Una vez producido el retorno democrático, fueron estos partidos quienes asumieron el desafío por las expectativas de la sociedad civil en la nueva democracia. En los años posteriores a la transición a la democracia, los partidos políticos y particularmente aquellos que resultaron electos, debieron hacerse receptores de una serie de reclamos estructurales de los nuevos regímenes. Por un lado el desafío estuvo puesto en la institucionalización y legitimación de las reglas de juego democráticas 15; mientras que por otro debieron asumir las expectativas -no siempre correspondidas- de que la democracia tuviera como correlato necesario la mejora de las condiciones económicas y sociales. La forma en la que estas expectativas fueron atendidas por los primeros gobiernos democráticos es para Cavarozzi y Casullo (2002), Abal Medina y Suárez Cao (2002a), al igual que para Juan Carlos Torre (2003), un factor influyente en la forma en la que se comportó el sistema político en estos años. En Argentina a las elecciones presidenciales de 1983 las ganó la UCR, con el candidato Raúl Alfonsín y debió correr con el riesgo por los problemas estructurales del derrumbamiento de la matriz Estado-céntrica, la inflación y el déficit fiscal (Cavarozzi y Casullo 2002). En estas, por primera vez en sufragios limpios y sin proscripción, el PJ fue vencido, refutando la “ley de hierro” de la política previa según la cual se creía que el 15
Hacemos referencia con reglas de juego democráticas a una definición procedimental mínima, esto es, a la existencia de elecciones competitivas, la participación política amplia de partidos políticos y otras formas de acción colectiva, combinada con la existencia de garantías efectivas para las libertades civiles, incluida la libertad de expresión, reunión y asociación (Collier y Levitsky 1998). A esto puede sumarse el requisito del control civil de las fuerzas armadas y de seguridad, condición indispensable para la estabilidad y continuidad democrática en América Latina (Karl 1991)
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peronismo era el genuino e inmediato representante de la voluntad popular (Torre 2003, Abal Medina y Suárez Cao 2002a). Tras la derrota electoral de 1983, el Partido Justicialista vivió un periodo de intensos movimientos partidarios mediante las pretensiones de la “Renovación Peronista”. Como describe Mustapic (2002), el grupo encabezado por Antonio Cafiero generó un importante movimiento político que logró en 1987 obtener el triunfo frente al oficialismo en las elecciones legislativas nacionales y en la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Con estos pasos y los desaciertos del alfonsinismo en el gobierno, el PJ volvió a cosechar la expectativa de triunfo. Tras perder las elecciones internas, la renovación cedió la candidatura presidencial ante Carlos Menem, quien tiempo después resultó triunfante en elecciones generales frente al candidato radical Eduardo Angeloz (Mustapic 2002). Las primeras cuatro elecciones nacionales indujeron a los analistas a pensar en la configuración de un sistema que tenía como protagonistas relevantes a dos partidos -el PJ y la UCR- y que la distancia ideológica entre ellos no generaba problemas sustantivos para encausar el conflicto político por vía democrática, esto es, la competencia política se caracterizaba por un bipartidismo moderado. Por primera vez se producía una competencia entre dos partidos donde la UCR obtuvo el triunfo en las presidenciales de 1983 y legislativas de 1985, mientras el PJ lo hizo en las legislativas de 1987 y las presidenciales de 1989. Además, por primera vez se producía efectivamente la alternancia pacífica en el gobierno. Sin embargo, esta dinámica bipartidista no fue más que una situación contingente que no se mantendría en el tiempo. La concentración del voto del PJ y la UCR fue, progresiva y sostenidamente, disminuyendo en elecciones presidenciales y legislativas, a medida que la importancia de terceras fuerzas se acrecentaba. Entre 1983 y 1995, la concentración de los votos de los dos principales partidos decreció desde un 92% del total hasta un 67% en 1995 (Torre 2003). Según muestra Juan Carlos Torre (2003), esta tendencia de declive del bipartidismo no afectó por igual a los dos partidos en juego. Para Torre, la dinámica de competencia en el
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periodo 1983-1999 es explicada fundamentalmente por el comportamiento del polo noperonista, el que contribuyó en mayor medida a la volatilidad electoral. De este modo, comenzaba a suceder en el sistema de partidos nacional otro fenómeno inédito, la configuración de un pluralismo limitado, que implicó la ampliación de los actores relevantes en disputa sin una distancia ideológica extrema (Abal Medina 1998). Un factor importante para el debilitamiento de las tendencias bipartidistas tuvo que ver con que el acuerdo entre las dos fuerzas mayoritarias, conocido como “Pacto de Olivos”, dejó un espacio vacante para otras fuerzas, quienes se hicieron acreedoras del lugar de expresión del rechazo al momento. Este lugar comenzó a ser ocupado por el Frente Grande16 (luego FREPASO), que se ubicó como el principal denunciante del “pacto bipartidista” (Abal Medina 1998b). Por primera vez en la política argentina, un tercer partido se posicionaba con chances reales de competir electoralmente frente a los dos tradicionales partidos. En un acelerado proceso, el Frente Grande logró un crecimiento desde 2.5% en las elecciones legislativas de 1993 –su debut electoral- a un 12% obtenido en las elecciones constituyentes de 1994, y un 29% en las presidenciales del año siguiente. Con este último resultado, se ubicó en un segundo lugar, relegando a la UCR por primera vez a una tercera posición por más de diez puntos porcentuales.
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El partido Frente Grande (FG) surgió a propósito de las elecciones legislativas de 1993 por iniciativa de un grupo de legisladores de extracto peronista conocido como el “Grupo de los Ocho”. El FG reunió a grupos políticos de perfil izquierdista alejados del Partido Justicialista -como Carlos “Chacho” Álvarez o Germán Abdala- disconformes con las políticas implementadas por Carlos Menem. De él participaron también militantes de recientes experiencias de izquierda democrática como el Partido Intransigente y de organismos de derechos humanos, y grupos de la izquierda tradicional como el Partido Comunista. Tiempo después, el FG integró el Frente País Solidario (FREPASO) con los partidos Socialista Popular y Socialista Democrático, y con el Partido PAIS, de ex militantes peronistas, conducido por el entonces Senador Nacional José Octavio Bordón. El Frente Grande primero, y el FREPASO después lograron vincular en un mismo espacio a las principales figuras del progresismo y la izquierda democrática argentina y consolidar una de las principales experiencias de rechazo a las políticas neoliberales implementadas por el gobierno de Menem. Su presencia en el escenario político articuló un discurso que hacía bandera de la lucha contra la corrupción y la necesidad de transparencia en el manejo de los asuntos públicos. Sobre la experiencia del Frente Grande/FREPASO pueden consultarse los trabajos de Juan Manuel Abal Medina (1998a, 1998b, 2006), o Damián Corral (2007).
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En este contexto, de surgimiento del FREPASO y del paso de una dinámica bipolar entre radicalismo y justicialismo hacia la conformación de un pluralismo limitado (Sartori 1980), se llevan a cabo las elecciones legislativas nacionales de medio término de 1997.
5.2 Interacción entre niveles entre 1997-2003 En este apartado analizamos las características de la interacción vertical entre los niveles nacional, provincial y local. Además, a modo de control, contrastamos el caso de Morón, en sus vinculaciones horizontales, con el resto de los partidos del conurbano bonaerense. Se toma aquí a cada elección como unidad de análisis en el momento definido entre 19972003, tal como sugirió Coppedge (2000a). También nos valemos del Número Efectivo de Partidos Electorales (NEP) descrito en el capítulo metodológico, y los índices de Congruencia de Gibson y Suárez Cao (2010), y de Volatilidad de Pedersen, explicados en el mismo lugar.
5.1.1 Tendencias en las elecciones de 1997 En la Argentina de la década del ’90, dos acontecimientos dotaron a la dinámica de partidos de rasgos inéditos. Por una parte, el surgimiento del Frente Grande/FREPASO no sólo amplió la oferta política hasta allí bipolar, sino que dotó de importancia a actores políticos relegados de la esfera nacional, tales como el Partido Socialista en la Capital Federal, o la izquierda democrática en la Provincia de Buenos Aires. Por otro lado, la conformación de una coalición de dos partidos con peso propio debe ser entendida como un dato novedoso y de sobrada trascendencia en la configuración de la política argentina. De cara a las elecciones de 1997, el surgimiento de la Alianza Por la Justicia, el Trabajo y la Educación, conformada por la UCR y el FREPASO, constituyó un acontecimiento de relevancia. Dos fuerzas opositoras con significativos rendimientos 58 | P á g i n a
electorales constituyeron una coalición electoral capaz de capitalizar la crítica al gobierno en ejercicio y proponer una alternativa con posibilidades reales de disputar la máxima magistratura nacional. Si bien puede afirmarse que el surgimiento de la Alianza volvía a centrar la disputa en dos opciones electorales, no es menos cierto que la conformación de una coalición electoral de partidos relevantes sólo es posible en un escenario de pluralismo limitado (Sartori 1980). En las elecciones nacionales de 1997, la Alianza Por la Justicia, el Trabajo y la Educación presentó por primera vez a sus candidatos en una elección que prometía revertir la mayoría legislativa del PJ y avanzar en la carrera presidencial de 1999. En tanto, dentro del Partido Justicialista, la elección sirvió para mostrar las diferencias entre el Presidente, Carlos Saúl Menem, y el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, quien sostenía que en el resultado de esa elección se jugaba su propia carrera presidencial17. La Provincia de Buenos Aires se convirtió en el centro de la disputa, donde el PJ bonaerense apostó todas sus cartas, y la Alianza respondió con una de las máximas figuras del FREPASO, Graciela Fernández Meijide. En esta elección, el Partido Justicialista mostró debilidades para mantener la preferencia de los electores, ante una coalición opositora que logró capitalizar el rechazo al momento. Finalmente la Alianza logró imponerse con un porcentaje en el total nacional de 36.60% contra 36.33% del Partido Justicialista. Si consideramos los porcentajes de la UCR y el Frepaso en aquellos lugares donde la Alianza no alcanzó un acuerdo electoral, el porcentaje de la fuerza aumenta 9 puntos porcentuales, conformando un resultado global más holgado respecto del PJ. A partir de estos datos, el cálculo del Número Efectivo de Partidos Electorales (NEP) indica que la disputa política se centró en 3.7 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo). Para comprender cabalmente este dato debemos notar que, al considerar cuáles son estos 17
En septiembre del año 1997, Eduardo Duhalde, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, sostenía que las elecciones legislativas eran una especie de primarias para las presidenciales de 1999, e incluso aventuraba a proponer a Jorge Remes como su Ministro de Economía. Ver por ejemplo http://edant.clarin.com/diario/1997/09/21/t-01402d.htm
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partidos relevantes, encontramos que el cálculo hace mención a la Alianza, el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical y el Frepaso18. Esto implica que para considerar el enganche entre sistemas no podemos perder de vista que la elección giró en un número limitado de partidos. Por su parte, en la Provincia de Buenos Aires las elecciones legislativas provinciales se realizaron en un mismo acto electoral que las elecciones a legisladores nacionales. Aquí, la Alianza triunfó sobre el PJ por 7 puntos porcentuales, concentrando entre ambas fuerzas el 90% de los votos válidos emitidos. En esa elección, el sistema de partidos provincial contaba con una dinámica de 2.4 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo), es decir, la Alianza y el Frente Justicialista Bonaerense, correlatos locales de los actores de disputa nacional. En tanto, en Morón el sistema de partidos local giró en torno a la elección de concejales y consejeros escolares. La dinámica fue muy similar a la elección provincial, contando con 2.3 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo), siendo éstos la Alianza y el Frente Justicialista Bonaerense. Allí, la Alianza se impuso sobre el Frente Justicialista Bonaerense por una diferencia mayor que en los otros dos niveles, 57.08% contra 31.34%. La concentración de votos entre ambas fuerzas llegó al 88%. Estas mismas tendencias se comprueban en el total del conurbano bonaerense, donde el NEP promedio fue similar al patrón provincial, 2.68 (ver tabla 3 en anexo), con una desviación estándar baja, alrededor de 0.37 puntos, lo que indica que el promedio refleja una baja dispersión de la serie considerada. Por su parte, el Índice de Congruencias de Gibson y Suárez Cao indica que la congruencia entre el sistema nacional y el de la Provincia de Buenos Aires rondó en un 0.35 sobre 1.00, mientras que entre la dinámica provincial y local fue de 0.04. En ambos casos, se trata de elecciones congruentes (ver tabla 6 en anexo).
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La repetición de sellos partidarios obedece a que la UCR y el FREPASO no lograron conformarse en coalición en algunos distritos provinciales, los que en el sistema electoral sirven de distritos de base para la elección de legisladores nacionales, y son contabilizados en las actas electorales como partidos distintos.
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En los tres niveles se repite una situación donde el gobierno está en manos del Partido Justicialista y el principal actor opositor es la Alianza. Además, en los tres casos esta última obtiene la mayoría de votos e invierte la correlación de fuerzas en las legislaturas. En este sentido, podemos ver cómo las elecciones legislativas de 1997, considerando los tres sistemas de partidos en torno a sus respectivas instancias de disputa (Legislaturas nacional, provincial y municipal) respondieron a lógicas muy sinérgicas en cuanto a la cantidad de actores en disputa y que en los tres casos éstos fueron los mismos partidos. Esto sugiere que para el caso de Morón nos encontramos ante una elección congruente con la lógica nacional y fundamentalmente con la provincial. Es importante notar también que el cálculo de la congruencia casi perfecta del sistema de partidos de Morón respecto al provincial no puede ser replicado automáticamente en el resto de los partidos del conurbano bonaerense. En esta misma elección, la congruencia entre el conjunto del conurbano y el sistema de partidos provincial fue menor que en el caso de Morón, ubicándose en 0.11/1.00. Si bien, la lógica sigue siendo congruente, su nivel es menor. Esta menor congruencia se explica considerando que en 10 de los 24 municipios del conurbano el PJ obtuvo el triunfo sobre la Alianza, en tanto que ésta ganó en las legislativas locales de 11 municipios, mientras que en los tres restantes obtuvieron mayor caudal partidos políticos vecinales.
5.2.1 Tendencias en las elecciones de 1999 En las elecciones nacionales de 1999, los argentinos se enfrentaron a renovar la máxima magistratura nacional, gobernadores de varias provincias19, legisladores nacionales y provinciales e intendentes. En la Provincia de Buenos Aires y sus municipios, estos actos se dieron de modo simultáneo.
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El calendario electoral se abrió con las elecciones a Gobernador de la Provincia de Córdoba en diciembre de 1998, y se extendió hasta noviembre de 1999. El 24 de octubre se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, y en simultáneo 6 de las 24 instancias subnacionales eligieron cargos ejecutivos. Se trata de las provincias de Buenos Aires, Chubut, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa y Mendoza.
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En esta elección, el PJ presentó en la candidatura nacional la fórmula Duhalde-Ortega, quienes luego de una intensa interna partidaria conmovida por los intentos rereleccionistas del Presidente Menem; se enfrentaron a los candidatos de la Alianza, De la Rúa-Alvarez. Por su parte, la fórmula de la Alianza fue resuelta en elecciones internas abiertas en las que el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, perteneciente a la UCR, se impuso sobre la candidata del FREPASO, Graciela Fernández Meijide. En la elección nacional, una tercera candidatura de relevancia fue la de Domingo Cavallo, ex Ministro de Economía del gobierno menemista, propuesta por el partido Acción por la República. En las elecciones nacionales del 29 de octubre, la fórmula De La Rúa-Alvarez (48.37%) venció a los candidatos Duhalde-Ortega (38.27%), y Cavallo-Caro Figueroa (10.22%). En esta elección, el valor del NEP rondó los 2.6 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo). Esta reducción puede ser atribuida a la diferencia en la forma de elección de Presidente en distrito único y a la de legisladores nacionales por distritos provinciales. Los partidos relevantes fueron entonces tres, ampliándose la oferta electoral. Además de la Alianza y la Concertación Justicialista, se sumó a la disputa un tercer actor de relevancia, Acción por la República. Pese a esta ampliación de la oferta partidaria, el cambio en las preferencias de los votantes respecto de la elección de 1997 fue baja. A nivel nacional, la volatilidad electoral rondó el 11 por ciento respecto a la elección anterior. En la Provincia de Buenos Aires -territorio principal del candidato Duhalde, que hasta entonces se desempeñaba como Gobernador-, la competencia partidaria giró en torno a 3 partidos efectivos, la Alianza, la Concertación Justicialista y Acción por la República. Este pequeño aumento del NEP en relación con la instancia nacional indica que la diferencia entre los tres partidos fue menos que en aquella instancia, y que un tercer actor fue más competitivo que a nivel nacional.
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Si bien Acción por la República obtuvo un buen rendimiento electoral en la categoría presidencial, decidió no llevar candidato propio a Gobernador, e incluyó en su boleta la adhesión a la candidatura de Carlos Ruckauf, de la Concertación Justicialista. Por su parte, la Alianza presentó la candidatura de Graciela Fernández Meijide, quien había encabezado la exitosa lista de diputados que en 1997 venció al PJ bonaerense. En la provincia, la Alianza logró mantener buena parte de las preferencias de los votantes en relación a la elección anterior. Los índices de volatilidad dan cuenta de un valor de 14.66% (ver tabla 9 en anexo), muy inferior a la volatilidad entre 1995-1997, que giró en un 44%. Sin embargo, pese al triunfo de De la Rúa sobre Duhalde en el nivel nacional, en la provincia, el candidato Ruckauf logró vencer a Fernández Meijide. En esta elección, si bien la Alianza obtuvo en la provincia un porcentaje mayor de votos (41,36%) que la Concertación Justicialista (37,44%), los 422.110 sufragios sumados por la lista de adhesión de Acción por la República, y los 367.542 de la lista de la UCEDE sumaron más de 10 puntos porcentuales de diferencia, balanceando el triunfo a favor de Carlos Ruckauf y Felipe Solá. En tanto, en Morón la volatilidad respecto de la elección anterior rondó niveles similares al nacional y provincial, un 12,01% (ver tabla 10 en anexo), mínima modificación si consideramos que en el período 1995-1997 los niveles de variación alcanzaron a un 53,41% de las preferencias. Es interesante señalar aquí que mientras en el nivel nacional los niveles de preferencias de la Alianza entre elección y elección se mantuvieron constantes, tanto en la Provincia de Buenos Aires como en Morón, la volatilidad para esta fuerza fue negativa en torno a los 7.3 y 8.7 puntos respectivamente (ver tablas 9 y 10 en anexo). En ambos casos, los partidos beneficiados por el cambio de preferencias fueron la UCEDE y Acción por la República, mientras que el PJ mantuvo constante su caudal. Estos dos partidos electorales, en la Provincia de Buenos Aires, adhirieron a la candidatura justicialista, por lo que sus votos fueron computados a esta fórmula.
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Además, los 2.8 partidos efectivos en Morón son coincidentes con los de los demás niveles: Alianza, Concertación Justicialista y Acción por la República. Esta cantidad de NEP es similar a la obtenida en su relación horizontal por el total de los municipios del conurbano, que se ubicaron en un promedio de 2.85 y una desviación estándar de 0.52 (ver tabla 3 en anexo). En el caso de Morón, en esta elección triunfó el candidato de la Alianza, Martín Sabbatella. Esta situación se replicó en 5 municipios más del conurbano (San Martín, Vicente López, Lomas de Zamora, Quilmes y Avellaneda). En tanto en San Isidro y en Esteban Echeverría ganaron partidos vecinales. El Partido Justicialista logró ser electo en los restantes 15. Si vemos los niveles de congruencia en esta elección notamos que la vinculación entre el sistema de partidos nacional y el provincial es de un 0.13/1.00, y el de la provincia y Morón un 0.06/1.00. En tanto, la relación entre la provincia y el conurbano bonaerense es de un 0.03/1.00 (ver tabla 5 en anexo). Las distintas formas de medición descritas hasta aquí indican una situación de alta vinculación y coordinación entre sistemas. En este sentido, podemos sostener que la dinámica política entre los sistemas nacional, provincial y local, tanto como de este último en sus relaciones horizontales, han respondido a un patrón nacionalizado, como indicaron Jones y Mainwaring (2003). Como es típico en este tipo de configuraciones, los partidos políticos son los mismos en las distintas instancias de competencia y obtienen parecidas cuotas del voto (Leiras 2010), lo que explica la similar fragmentación de la oferta electoral. Estos motivos nos llevan a pensar que el triunfo de Sabbatella en Morón no puede ser bien comprendido si no consideramos estas relaciones horizontales y verticales. Un mismo patrón movilizó el voto en las tres instancias y generó ganadores simultáneos en todas ellas. Entonces, el triunfo de la Alianza a nivel local está fuertemente vinculado con el proceso nacional y provincial. Las configuraciones congruentes entre niveles expresan una importancia destacada de la influencia nacional sobre los niveles subnacionales. Sin embargo, tampoco podemos dejar 64 | P á g i n a
de considerar que este tipo de configuración se da en el marco de sistemas de partidos federalizados, tal como lo definieron Gibson y Suárez Cao. Una particularidad de este tipo de estructuras es que la competencia se organiza en torno a distintas instancias, y que, pese a que el resultado pueda ser más o menos congruente en un momento dado, esto no está asegurado. Es por ello que entendemos a estas tendencias como condiciones de posibilidad del triunfo de la Alianza en Morón, pero rehusamos entenderlas como determinantes. Hasta aquí podemos ver que el desarrollo de la Alianza a nivel provincial y nacional tuvo un fuerte impacto en la política moronense, particularmente en la elección ejecutiva de 1999, donde las congruencias fueron muy altas. Sin embargo, como vimos, la alta congruencia en el conjunto del conurbano implicó la alternancia sólo en 8 de los 24 distritos considerados. Esto indica entonces que las lógicas congruentes pueden aumentar la competitividad local aunque no aseguran la alternancia en elecciones ejecutivas. Es en este punto donde las particularidades locales toman relevancia.
5.2.3 Tendencias en las elecciones de 2001 Al poco tiempo de la asunción de la Alianza en el gobierno, el Vicepresidente renunció a su cargo acusando al Presidente de promover el pago de coimas en el Senado de la Nación 20. Ese sería el principio del derrotero que llevaría a De La Rúa a la renuncia en diciembre de 2001 en un clima de movilizaciones sociales intensas y crisis económica mayúscula. Meses antes de ese desenlace, en octubre de ese año, el Gobierno de la Alianza debió enfrentarse a elecciones de medio término para renovar la mitad de las bancas de la legislatura nacional.
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Carlos Álvarez presentó su renuncia indeclinable como Vicepresidente de la Nación en octubre del año 2000, diez meses después de asumir en el cargo. En un escenario de acusaciones por corrupción vertidas por referentes del Frepaso sobre el gobierno de De La Rúa, el Vicepresidente se limitó a decir que “da mucha vergüenza que un joven de dieciséis o diecisiete años sienta que la política es similar al delito”. Ver http://edant.clarin.com/diario/2000/10/07/p-00315.htm
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En octubre de 2001, el PJ volvería a obtener el triunfo en las elecciones legislativas de medio término, recuperando el lugar protagónico que había perdido ante la Alianza en 1997, después de 10 años obteniendo la mayor cantidad de votos. Además, esta elección se caracterizó por lo que se conoció como “voto bronca” por la cantidad de votos blancos, impugnados y nulos que marcaron la elección21. El contundente rechazo electoral fue coincidente con el desarrollo de la recesión y las desafortunadas políticas de gobierno en materia económica y social (Torre 2003), que culminaron con la salida anticipada del Gobierno de De La Rúa en el marco de una extendida crisis. Según el cálculo del número efectivo de partidos, en las elecciones de octubre las opciones políticas se multiplicaron, llegando a 4.9 (ver tabla 1 en anexo), entre las que se cuenta al Partido Justicialista, la Alianza, el ARI -fundado por la ex radical Elisa Carrió-, y dos agrupaciones de izquierda que vieron reforzado su caudal electoral, el Polo Social y la Izquierda Unida. La volatilidad registró cambios de un 30% en la preferencia de los votantes respecto de la elección presidencial de 1999. Por su parte, en la Provincia de Buenos Aires la fragmentación aumentó incluso por encima de la media nacional, llegando a contabilizar 5.6 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo), entre los que se encuentra como relevantes -en sintonía con la arena nacional- al Partido Justicialista, a la Alianza, al Polo Social y a la Izquierda Unida, y se suman sólo en la instancia provincial los partidos PAUFE y Socialista. La volatilidad fue de niveles cercanos al 36% respecto de la elección anterior (ver tabla 11 en anexo). En Morón, la fragmentación fue aún mayor que en los dos anteriores niveles, un 6.7 partidos efectivos (ver tabla 1 en anexo). Dentro de los partidos relevantes se cuenta al Partido Justicialista, la Alianza, el Partido Socialista, el Polo Social, el PAUFE, y se suman -a diferencia de los relevantes en el nivel provincial-, el Partido Humanista y la Unión Vecinal de Morón. Al igual que la fragmentación, la volatilidad respecto a la elección anterior
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En las elecciones legislativas de octubre de 2001, un segundo elemento característico estuvo dado por el alto porcentaje de abstención, de votos blancos y nulos. La suma de estos dos últimos se ubicó en un segundo lugar después de los candidatos justicialistas. El voto nulo en la elección fue de 12.5%, blanco 9.4% mientras que un 27% de los electores habilitados no concurrieron a sufragar.
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superó ampliamente a los niveles provincial y nacional, alcanzando un valor de 43.24% del total de votos válidos emitidos, esto es, una diferencia promedio superior al 20% respecto de la provincia, y un 43 por ciento superior a la volatilidad nacional (ver tabla 10 en anexo). En esta elección puede verse que las tendencias fueron preponderamente negativas tanto para la Alianza como para el PJ. En este último caso, el triunfo se explica mejor por la pérdida de votos de la Alianza que por una suma de adhesiones significativas respecto de la elección anterior. Si analizamos la volatilidad electoral por partido vemos que la Alianza registra un cambio negativo de preferencias entre la elección de 1999 y la de 2001, cercana al 25% en todos los niveles; mientras que el PJ registra muy bajos niveles de variación en las órbitas nacional (0.87%) y provincial (0.88%); mientras que en el nivel local, aun alcanzando el triunfo sobre la Alianza, llegó a perder más de 9 puntos porcentuales en relación a la elección anterior (ver tabla 10 en anexo). Por otro lado, pese a su derrota general, la suerte de la Alianza en los distintos niveles fue dispar. A nivel nacional, el triunfo del PJ superó al rendimiento de la Alianza por 15 puntos porcentuales, mientras que en la provincia esta victoria fue más acentuada, ubicándose en 20 puntos de diferencia. Sin embargo, en Morón la distancia entre la Alianza y el PJ sólo registró una diferencia de 4%. Los más de 36% de sufragios perdidos por la Alianza y el PJ respecto de la elección anterior se explican fundamentalmente por los más de 44.641 22 votos blancos o nulos, un 24% del total de los votos emitidos (equiparable a un 36% de los votos válidos). Estas tendencias nos indican que en las órbitas nacional y provincial, pero fundamentalmente en el ámbito local, el rechazo a la Alianza –que se había visto beneficiada por capitalizar la oposición al PJ- no implicó una revalorización de este último. Por el contrario, su caudal electoral no varió –o varió negativamente- respecto de la elección de 1999. Es en esta situación en la que la Alianza mostró sus déficits para cumplir
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Para dimensionar la importancia, considérese que el triunfador de la elección, el PJ, obtuvo un volumen de 37.691 votos en esa elección.
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las expectativas de los ciudadanos, y el PJ no pudo proponer una respuesta renovada respecto de la elección de 1999, donde puede entenderse mejor el considerable aumento de la fragmentación. La fragmentación en el periodo responde a una lógica donde la crisis de la Alianza impacta más en las instancias subnacionales consideradas que en la instancia nacional. En esta situación, en la instancia local el panorama es más incierto respecto de quienes fueron los ganadores y perdedores, pues, al mayoritario caudal de votos blancos y nulos se suma que ninguno de los dos partidos más relevantes de la elección anterior logra superar el 27%, y que la diferencia entre uno y otro es de 4 puntos. En el conurbano, el número efectivo de partidos promedio fue de 5.50, por lo que Morón se ubicó incluso por encima de la media regional. También es importante notar que la desviación estándar aumentó a 1.41, lo que implica que las diferencias en la competencia entre municipio y municipio fueron mayores (ver tabla 3 en anexo). A nivel regional, el PJ resultó triunfante en las elecciones legislativas locales en 21 de los 24 partidos del conurbano. Solo en Vicente López triunfó la Alianza, mientras que en San Isidro y Tigre vencieron los partidos vecinalistas gobernantes. En cuanto a la congruencia entre sistemas, la diferencia en la competencia nacional y provincial fue de 0.12/1.00, mientras que la diferencia entre la competencia provincial y local fue de 0.16/1.00. Aunque con mayor diferencia que en las elecciones anteriores, la dinámica siguió siendo muy congruente (ver tabla 5 en anexo). Notamos aquí que en las últimas dos elecciones legislativas, el patrón local es mas similar al patrón provincial y menos equiparable con al patrón nacional. El patrón provincial parece ubicarse en el medio entre el patrón local y el patrón nacional. Esto puede indicar que el resultado provincial tiene una influencia significativa sobre la competencia local, mientras la relación entre lo nacional y lo local aparece mediada, tal como sostuvieron Calvo y Escolar (2005).
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Esta conclusión puede parecer obvia, sin embargo, es necesario destacar que en la elección de 1999 las interacciones entre el sistema de partidos de Morón y la región del conurbano bonaerense fueron más similares a la competencia nacional que lo que fue la competencia provincial en relación a la nacional. Esto es, en 1999 tanto en Morón como en la media de municipios del conurbano fue un sistema y una región más nacionalizada que lo que fue la Provincia de Buenos Aires.
5.2.4 Tendencias en las elecciones de 2003 Luego de la renuncia de De la Rúa en diciembre de 2001 y ante la ausencia de un Vicepresidente, una mayoría legislativa permitió la continuidad institucional mediante un gobierno provisional de coalición avalado por miembros del PJ, la UCR y el FREPASO y encabezado por el Senador Nacional por la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde. Este gobierno continuó a cargo del Poder Ejecutivo hasta las elecciones que en 2003 eligieron al sucesor de De la Rúa (Mustapic 2005). Las elecciones nacionales de 2003 se realizaron en actos no simultáneos respecto de la Provincia de Buenos Aires, las que se realizarían meses después. En la elección presidencial el NEP fue similar a la elección anterior, 5.6 partidos efectivos, pero los partidos que la protagonizaron variaron (ver tabla 2 en anexo). Aquí los partidos que cuentan como relevantes fueron el Frente Para la Lealtad y el Frente Para la Victoria, y el Movimiento Popular que llevaban como candidatos a los peronistas Menem, Kirchner y Rodríguez Saá respectivamente; el ARI y RECREAR que postulaban la candidatura de los ex radicales Carrió y López Murphy; mientras que Izquierda Unida postulaba a Walsh. Dada la significante cantidad de partidos que se incorporaron, junto a la dispersión de las opciones justicialistas, la volatilidad nacional alcanzó niveles próximos a los 50%, muy distintos a los conseguidos en las elecciones de 2001 (Ver tabla 8 en anexo). Como resultado, ningún candidato presidencial logró superar el umbral de votos necesarios para consagrarse en primera vuelta, presentándose una situación de ballotage 69 | P á g i n a
inédita en la política nacional. Sin embargo, la renuncia del candidato más votado en la primera vuelta –el ex Presidente Carlos Menem- al que hubiera sido el primer ballotage de la democracia argentina, dejó al candidato Néstor Kirchner en situación de asumir el Poder Ejecutivo en mayo de 2003. Por su parte, las elecciones en la Provincia de Buenos Aires se concretaron meses después, el 14 de septiembre. Aquí el escenario presentó un tope a la fragmentación nacional, ubicándose el NEP muy por debajo del nacional, en 3.6 (ver tabla 1 en anexo). Los partidos relevantes en el sistema provincial fueron el Partido Justicialista, el Frente Popular Bonaerense, el ARI y la Alianza Izquierda Unida-Partido Socialista. En este caso, la menor fragmentación puede entenderse por el alineamiento del PJ en la candidatura del entonces Gobernador Felipe Solá, quien se había hecho cargo de la gobernación tras la renuncia de Carlos Ruckauf para asumir la cancillería durante la presidencia provisional de Duhalde. Aquí la volatilidad fue similar a la de la elección pasada, en torno a un 37%, y el PJ gobernante logró aumentar 6 puntos sobre su última elección. Como inversión de la elección pasada, en el sistema de partidos de Morón la fragmentación fue menor que en los otros dos niveles. 3.6 partidos efectivos disputaron la Intendencia, entre los que se cuenta el Partido Justicialista, el Frente Popular Bonaerense, el ARI-Frente Progresista de Morón y el frente vecinalista Nuevo Morón. En esta elección, la volatilidad fue alta, en torno al 56.26%, que se explica por la emergencia de este último partido (ver tabla 10 en anexo). En las dos últimas elecciones las interacciones entre sistemas de partidos cambiaron, desde un patrón muy congruente a otro con diferencias más acentuadas en cuanto a la cantidad y calidad de partidos, como al modo en que se reparte el voto. En este sentido resulta relevante la perspectiva de Calvo y Escolar (2005), quienes entienden que ante el desmoronamiento del sistema nacional de partidos en 2001, las provincias y municipios comenzaron a funcionar como refugios de la estabilidad, y de allí las mayores diferencias entre niveles.
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El derrumbe de la Alianza en la elección de 2001 y la salida anticipada de su gobierno poco después no implicó necesariamente el mismo rumbo a nivel local. En el caso de Morón, si las tendencias nacionales y provinciales favorables a esta experiencia en 1997 y 1999 beneficiaron a su correlato local, una vez que ésta se disolvió, la respuesta de este espacio fue refugiarse en torno a un nuevo partido. Como veremos, el Nuevo Morón, hizo fuerte hincapié en un modelo de gestión, y con ello intentó independizar a la instancia local de la competencia nacional y provincial. Si ponderamos el nivel de competencia local, el Nuevo Morón representó en términos políticos la continuación del proyecto que encabezó el Intendente Martín Sabbatella en 1999, y que ahora era reelecto por un porcentaje superior al 50% y con más de 30 puntos respecto de la opción representada por el Partido Justicialista. Ubicando a la Alianza y Nuevo Morón en una misma línea, podemos ver que respecto de la elección de 2001 donde la primera obtuvo un porcentaje de votos de 22.67%, la candidatura de Nuevo Morón elevó este piso con la considerable cifra de 31 puntos sobre la marcación anterior. En tanto, el PJ en Morón obtuvo 3.72 puntos menos que en 2001, continuando con una pérdida sostenida desde 1997. Esto, junto al análisis de la volatilidad del resto de los partidos que se presentaron a la elección, indica que el Nuevo Morón logró capitalizar para sí gran parte de aquel altísimo porcentaje de votos blancos y nulos, pasando éstos de un 24% sobre el total de votos emitidos (equivalente al 36% de votos válidos) en 2001, a un 6.80% sobre votos emitidos, analogables al 7.30% de votos válidos, en 2003. También es notoria en esta elección la dificultad del Partido Justicialista moronense de articular una propuesta electoral coincidente con el nivel provincial. Mientras que Felipe Solá obtuvo a nivel provincial 43.32% y una diferencia de más de 30 puntos respecto a su segundo; y en el municipio de Morón el candidato a Gobernador fue votado por el 42,02% de los electores, el candidato a Intendente local recibió un magro 22,98%, lo que indica que el corte de boleta en su perjuicio fue cercano al 20%. A nivel regional, el Partido Justicialista logró obtener 17 de los 24 municipios del conurbano, 7 más de los obtenidos en la elección de 1999, entre los que recuperó tres de 71 | P á g i n a
los seis perdidos ante la Alianza en la elección anterior. Estos fueron Quilmes, Avellaneda y Lomas de Zamora en el sur de la Capital Federal. En tanto, San Martín y Vicente López derivaron, al igual que Morón, en experiencias vecinales, resguardado en la instancia local un proceso que originalmente era acompañado con un proyecto partidario de mayor alcance. En estos dos casos, San Martín con Honestidad y el Frente Comunal de Vicente López -al igual que el caso del Nuevo Morón-, devinieron fuerzas sin referencias nacionales y nucleadas en torno a un modelo de gestión. A diferencia del caso de Vicente López, la particularidad de Morón está dada por la relevancia que otrora detentó el Partido Justicialista y que no se replica allí. En Vicente López, desde 1987 ejercía la Intendencia el radical Enrique García, en 2003 reelecto con un partido vecinal. Por su parte, en San Martín, el Intendente Ricardo Ivoskus, logró llegar a la intendencia en 1999 luego de la destitución de un Intendente justicialista, aunque su adscripción a la Alianza se originó por ser parte integrante de la UCR, con vínculos mayores a nivel provincial y nacional que en el caso de los municipios que comandó el Frepaso, es decir, Morón, Avellaneda y Lomas de Zamora. En 2003, en el conjunto del conurbano, el NEP promedio fue de 4,36, ubicándose por encima del registrado en Morón, y la desviación estándar marco 1.15, lo que indica una serie mas heterogénea entre municipio y municipio en comparación con las elecciones de 1997 y 1999, aunque menor que en 2001 (ver tabla 3 en anexo). Por otro lado, la congruencia en la competencia política bonaerense y el total nacional se ubicó en un 0.35/1.00, mientras que entre Morón y la provincia fue de 0.19/1.00. Esto indica que la incongruencia entre la competencia nacional y la local fue de un valor de 0.48/1.00; con creces, la más amplia del período. Sin embargo, la diferencia entre la dinámica nacional y el promedio del conurbano no fue tan amplia como la de Morón, y se ubicó en un 0.22/1.00, mientras que la relación entre el conurbano y la provincia fue similar a la de Morón, ubicándose en un 0.17/1.00 (ver tabla 6 en anexo).
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Como sostuvieron Gibson y Suarez Cao (2010), los mismos partidos políticos compitiendo en los distintos niveles son importantes factores de enganche de los sistemas. En esta elección, la congruencia en Morón registra sólo la cantidad de partidos efectivos, sin considerar qué partidos son los relevantes. En este punto, es importante notar que considerando los partidos relevantes en esta elección notamos que la dinámica local fue distinta a la nacional y provincial. El triunfo del Nuevo Morón rompió con la tendencia de partidos ganadores simultáneos en las tres instancias. Mientras a nivel nacional y provincial el Partido Justicialista triunfó en las elecciones ejecutivas, estas tendencias fueron rechazadas en la instancia local donde el partido gobernante fue reelecto con una diferencia muy significativa. Se plantea una situación donde el Partido Justicialista, en función de oficialismo a nivel nacional y provincial, convive con un PJ moronense en el rol de partido opositor. Aquí cobra importancia la presencia de un nuevo partido relevante, sin enlaces con las instancias nacional y provincial. En este sentido, la disputa de los actores principales se enfoca también a favorecer o desfavorecer el engache de los sistemas. Mientras el PJ apela a valerse de su candidato provincial y a referenciarse con el entonces Presidente Kirchner, el Nuevo Morón apela a la revalorización de la instancia local por sobre las demás y promueve el corte de boleta masivo. En buena medida la alineación o desalineación de la competencia entre niveles responde a lo que los partidos en tanto sujetos (Sartori 1980) logran como conquistas políticas. Claro está, las posibilidades de triunfo de un partido, así como su capacidad para imponer una u otra configuración entre arenas está sujeta a los mismos enunciados de la competencia sostenidos por Sartori, Ware o Pasquino. En 2003, el sistema de partidos de Morón adquirió características distintivas a los demás niveles. La importancia política del Nuevo Morón logró imponer una nueva matriz de interpelación electoral centrada en las opciones locales. Ante esto deducimos la existencia de elementos inherentes a la competencia en el sistema que produjeron un aislamiento relativo de los demás niveles. Si esto es así, entonces tenemos que sostener que el 73 | P á g i n a
modelo de arriba hacia abajo argumentado por Abal Medina y Ratto (2011) está justificado.
5.2.5 Recapitulando Las tendencias analizadas hasta aquí nos llevan a destacar algunas importantes características de la competencia en el periodo. Vimos que entre 1997 y 2001 la congruencia entre los sistemas nacional, provincial y local fue importante, y que en los tres momentos la competencia conllevó la disputa de los mismos partidos en las distintas instancias. Así, la Alianza obtuvo la victoria en las elecciones de 1997 en el nivel nacional, en la Provincia de Buenos Aires, y en Morón. Por su parte, el triunfo se replicó en 1999 en las órbitas nacional y local, en tanto en la Provincia de Buenos Aires aunque logró el mayor porcentaje de votos en la provincia, y valores equivalentes a las de las otras arenas, la lista de adhesión de un tercer partido nacional, provincial y localmente relevante (Acción por la República) terminó balanceando el triunfo a favor de la Concertación Justicialista. Por su parte, el PJ triunfó ampliamente en la provincia de Buenos Aires como en el nivel nacional, y con menor diferencia, en el nivel local en 2001. Por su parte, en el conurbano bonaerense las congruencias durante el periodo fueron altas, con especial énfasis en las elecciones de 1999 y 2001. A medida que la fragmentación partidaria aumentó en las instancias nacional y provincial, también lo hizo en la dinámica local. Por otra parte, a medida que esto sucedió, la divergencia horizontal entre los partidos que componen esta región aumentó, lo que indica dinámicas crecientemente heterogéneas. Además, en tanto las elecciones locales fueron legislativas o ejecutivas, las posibilidades de triunfos de partidos distintos a los gobernantes crecieron Mientras en las elecciones ejecutivas las derrotas de los oficialismos se redujeron, en las elecciones legislativas locales fueron más posibles. En 1999, en su peor rendimiento electoral, el PJ retuvo 15 de 74 | P á g i n a
las 24 intendencias de la región, mientras que en la elección de 2003 triunfó en 17 de ellas. Estas variaciones son más amplias en las elecciones legislativas del periodo, donde la derrota de este partido en 14 de los 24 distritos en 1997, contrasta con la victoria en 21 de ellos en 2001. En ambos casos las victorias legislativas locales acompañan las tendencias nacional y provincial. Considerando la articulación horizontal de Morón con la región del conurbano, notamos que en la elección de 1999, solo en 6 de los 24 partidos se produjo el triunfo de la Alianza. Esto indica que debemos restarle crédito a una interpretación automática de las victorias nacional y provincial como determinantes locales. En la elección de 2003, Morón mostró un desacoples con la instancias nacional, provincial y regional, refugiándose en una disputa con características locales. De esta disputa resultó triunfante un actor estrictamente local, el Nuevo Morón, que fue capaz de hacer frente al arrastre electoral entre niveles y romper las tendencias de refuerzo mutuo. Para el caso de Morón, vimos que, salvo en 1997 donde la congruencia provincial-local fue casi perfecta, los otros tres momentos presentaron particularidades a atender. Nos referimos a la alternancia en Morón en 1999 entre el PJ y la Alianza; al impacto significativamente menor de la derrota de la Alianza respecto a las otras dos instancias en 2001; y la presencia de una dinámica propiamente local a partir de 2003. Entendemos que esta lectura de las vinculaciones entre sistemas indica tendencias importantes en el periodo que no pueden desconocerse. Esto es así en tanto permitieron a la Alianza posicionarse en Morón en 1997 y disputar la intendencia en 1999 en condiciones beneficiosas. Sin embargo, existen también diferencias en la forma en las tendencias supralocales impactan en los municipios del la región. Ante esto, sugerimos que los elementos que permiten mayor o menor permeabilidad de estas tendencias deben buscarse en la competencia local (Abal Medina y Ratto 2011). A continuación nos detenemos a analizar la competencia política en el sistema de partidos de Morón en el mismo periodo que estas tendencias están presentes. 75 | P á g i n a
VI. Competencia política en el sistema de partidos de Morón 1997-2003 En el capítulo anterior hemos señalado que los modos en los que los sistemas de partidos de Morón, nacional y provincial interactuaron dan cuenta de importantes patrones de congruencia durante buena parte del periodo considerado. Vimos que durante la elección legislativa de medio término de 1997, las dinámicas local y provincial tuvieron una congruencia casi perfecta en torno al 0.04/1.00. En tanto, en las elecciones ejecutivas de 1999 la congruencia respecto a la dinámica nacional en Morón y en el resto de los municipios de la región del conurbano fue más nacionalizada de lo que fue el total de la Provincia de Buenos Aires. Por otra parte, en las elecciones legislativas de 2001 el impacto de la crisis de la Alianza fue menor que en las otras dos instancias, aunque la fragmentación fue significativamente mayor. Finalmente vimos que en 2003 el sistema de partidos de Morón derivó en una competencia con características locales. En este capítulo nos detenemos en detalle en las particularidades de la competencia local en el período. Como sostuvimos, la dinámica política subnacional puede resultar un componente fundamental para explicar los momentos de mayor o menor permeabilidad de la influencia nacional y provincial.
6.1 elecciones municipales en la Provincia de Buenos Aires Antes de analizar estrictamente la competencia política en Morón, nos detenemos rápidamente a describir algunos aspectos institucionales del régimen electoral municipal que tienen importancia sobre ella. Aunque sostenemos que las reglas en las que el juego político tiene lugar no pueden ser un factor determinante para explicar la dinámica de los sistemas de partidos, entendemos que allí pueden encontrarse incentivos y oportunidades de los que los partidos -en tanto sujetos de la acción política- se apropian y hacen jugar. El régimen electoral regula la incertidumbre inherente a todo comportamiento político, 76 | P á g i n a
imprime mayores o menores costos a los actores y ofrece en líneas generales los senderos por donde es probable que se encause el conflicto. La Provincia de Buenos Aires se divide política y administrativamente en 134 municipios, que se reorganizan en función de las elecciones provinciales en 8 secciones electorales. Estas secciones son los distritos básicos sobre los que se eligen diputados y senadores Provinciales. Morón integra la sección 1, junto a otros 23 municipios del oeste de la Provincia de Buenos Aires. Esta sección elige sólo a 15 diputados y 8 senadores. Como sostuvo Marcelo Leiras, esta división por secciones exige a las agrupaciones políticas una cooperación a escala supralocal para poder acceder a la competencia provincial, lo que promueve la vinculación entre las escala locales y la provincial (Leiras 2007). Los municipios de la Provincia de Buenos Aires no tienen autonomía reconocida, por lo que la totalidad del régimen electoral municipal se regula por normativa provincial, particularmente por la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, Ley orgánica de Municipalidades de la Provincia de Buenos Aires (Decreto-ley 6769/1958) y leyes modificatorias, y la Ley electoral Nº 5109 y modificatorias (Ver tabla 17 en anexos). Es el Gobernador quien está obligado a convocar a elecciones, con lo que de hecho se lo dota de la facultad para fijar la fecha de realización dentro de cierto límite. Como sostuvieron Calvo y Escolar (2005), esta cláusula otorga al titular del ejecutivo provincial de un poder para administrar el arrastre de votos entre niveles. Según se desprende del análisis de la normativa electoral, los municipios de la provincia están compuestos por un Poder Ejecutivo unipersonal elegido directamente por los ciudadanos del distrito, con posibilidades de reelección indefinida. Además cuentan con un Poder Legislativo colegiado unicameral, el Concejo Deliberante, compuesto por un máximo de 24 concejales de acuerdo a la población del municipio. Tal es el caso de Morón.
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El mandato de los concejales dura, al igual que el del Intendente, cuatro años y no tiene límites en cuanto a la reelección. La elección del cuerpo legislativo se renueva por mitades cada dos años, permitiendo modificar la composición a mitad de mandato de un Intendente, rever las presidencias de las comisiones y las autoridades del cuerpo. Según fija la Ley Orgánica de Municipalidades, las elecciones a concejales de medio término se realizan en el mismo acto en el que se eligen representantes provinciales en la sección electoral, lo que favorece la conformación de listas sábanas horizontales y un arrastre electoral desfavorable para los partidos exclusivamente locales, incentivando nuevamente a la regionalización de los partidos. En contrasentido, en las elecciones ejecutivas, la lista de concejales se elige mediante boleta sábana vertical con la candidatura a Intendente, por lo que cada dos años queda vedada la posibilidad de corte de boleta entre estas categorías. Por otro lado, el mecanismo de distribución que rige en todos los órganos legislativos provinciales y locales es el principio de proporcionalidad por coeficiente electoral (sistema de proporcionalidad del mayor resto), por lo que no existe cláusula de gobernabilidad. Los concejos deliberantes en la Provincia de Buenos Aires están explícitamente facultados para la conformación de comisiones investigadoras de delitos contra el patrimonio público, la suspensión y destitución de los intendentes en funciones. Sólo para este último caso se necesita una mayoría especial de dos terceras partes de los miembros del concejo. En este sentido, el Concejo Deliberante posee importantes poderes de sanción.
6.2 La emergencia de la Alianza en Morón Desde el retorno democrático en 1983, el municipio de Morón acompañó el despliegue de la política nacional. En el primer periodo 1983-1987, el Poder Ejecutivo estuvo a cargo del Intendente radical Norberto García Silva. Por su parte, ante la primera derrota del gobierno de Raúl Alfonsín en las elecciones legislativas y ejecutivas provinciales de 1987,
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el PJ logró posicionar a su candidato, Juan Carlos Rousselot, como nuevo Intendente de Morón. A finales de la década del ’80, Rousselot fue uno de los dirigentes que acompañó el surgimiento del movimiento político del Gobernador de La Rioja, Carlos Menem, quien tras vencer a la Renovación Peronista se ubicó como candidato del PJ a la Presidencia en 1999, y luego de vencer al candidato radical Angeloz, como Presidente de la Nación. Ya desde un comienzo, los vínculos entre el Presidente Menem y el Intendente de Morón fueron importantes. La Intendencia de Rousselot estuvo atravesada por desprolijidades institucionales y recurrentes acusaciones de corrupción. Por estos motivos, en el año 1989 fue destituido por primera vez por el Concejo Deliberante, acusado por manejos irregulares en una adjudicación, sin licitación pública, de un ambicioso plan de cloacas. Sin embargo, en las elecciones locales de 1991 logró -a la cabeza del Partido Justicialista-, triunfar en las elecciones y volver conducir la intendencia. Durante la segunda Intendencia de Rousselot, la Ley Provincial 11.610 del año 1994, acotó la jurisdicción del Municipio de Morón, y de esta división resultaron dos municipios más, Hurlingham e Ituzaingó, al oeste del actual Morón. Al margen de las esperables reducciones del presupuesto municipal derivadas de la coparticipación y recaudación, en el plano electoral, la división del partido implicó la reducción del padrón electoral en un significativo 45%. Sin embargo, la fortaleza del Partido Justicialista no se vio comprometida. En 1995, Rousselot volvió a ganar con un 41% de los sufragios, acompañando las tendencias nacional y provincial. En estas elecciones, al igual que a nivel nacional, un tercer partido, el Frepaso, desplazó a la Unión Cívica Radical a un tercer lugar, cambiando la dinámica bipolar por esquema de pluralismo limitado. La conformación del Frepaso en Morón surge en un proceso paralelo con la conformación de este mismo partido en el país y la provincia. Sus primeros pasos se remontan al año 79 | P á g i n a
1993, cuando grupos políticos locales conforman el Frente Grande, primero como un frente electoral y luego como partido. En él confluyen el Partido Comunista, el Encuentro Popular, el Frente de la Justicia Social (FREDEJUSO), el Nuevo Espacio Progresista, y un grupo de jóvenes que le daría un sello distintivo al espacio. Este sector de jóvenes era parte de la agrupación Convocatoria Joven, que comenzó a organizarse a instancias del debate en torno a las consecuencias sociales y políticas del avance del neoliberalismo en Argentina. Es allí donde se nuclea a jóvenes con una activa participación en la militancia estudiantil. La participación de esta agrupación no sólo incorpora una línea joven al Frente Grande, sino también cumple un rol decisivo en su conformación. En torno a este grupo juvenil se seleccionó a quienes con posterioridad ocuparon espacios destacados en la experiencia política, como concejales, Presidentes del Concejo, secretarías, direcciones y en la propia Intendencia. Incluso hoy, muchos de los cuadros políticos de primera línea encuentran sus orígenes en aquel momento. Dentro de este grupo, puede distinguirse a Martín Sabbatella, quien como vemos cumplirá un rol fundamental. Sabbatella, desde los años ‘80 participaba en la conformación de centros de estudiantes secundarios, como Presidente del centro de Estudiantes del Colegio Nacional “Manuel Dorrego”, y luego como titular de la Federación de Estudiantes Secundarios de Morón. Luego de la alianza entre Álvarez y Bordón a nivel nacional, y cuando el Frente Grande comienza a adquirir el nombre de Frepaso, Sabbatella será elegido coordinador local del nuevo partido. De cara a las elecciones de 1997, a nivel nacional y provincial, el espacio de Chacho Álvarez y la UCR discutían la conformación de una coalición electoral. En tanto, en Morón, el Frepaso rechazaba cualquier tipo de acercamiento con la UCR local. En este sentido, valiéndose del discurso que había dado inicio a la experiencia política y que se había revalorizado luego del Pacto de Olivos; acusaban tanto al PJ como a la UCR de convertirse en estructuras vacías de contenido que no expresaban en ningún sentido la transformación política. Tiempo después, en las instancias nacionales, el Frepaso y la UCR 80 | P á g i n a
acordaron la conformación de la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación. A nivel local este acuerdo coaccionaría una cercanía frágil que prontamente se vería socavada. En aquellas elecciones, los ciudadanos de Morón se aprontaban a renovar la mitad de los integrantes del Concejo Deliberante. Nuevamente, en sintonía con la política provincial y nacional, la Alianza triunfó, registrando a su favor el 57.08% de los votos contra los 31.34% obtenidos por los candidatos justicialistas. Con ello, la composición del Concejo Deliberante se balanceaba a favor de la oposición, que no dudó en reclamar la Presidencia del cuerpo, la que quedó para el referente frepasista Juan José Pissano. Entre los concejales electos por la Alianza, el tercer lugar fue para los jóvenes, por quienes asumió Martín Sabbatella. Como vimos las elecciones provincial y local de 1997 tuvieron una congruencia alta entre los tres niveles de competencia, la que se comprueba también en el resto de los partidos del conurbano. Esto indica que la dinámica local ha sido nacionalizada (Jones y Mainwaring 2003). Por su parte vimos en el capítulo anterior que en el conjunto de los partidos del conurbano los triunfos de partidos distintos a los gobernantes han sido posibles en las elecciones legislativas de medio término. Podemos sumar aquí que el sistema de boleta sábana horizontal con las elecciones provinciales y nacionales promueve la vinculación entre niveles. Es por ello que entendemos que la Alianza en Morón en 1997 se benefició de aquellas tendencias para posicionarse localmente.
6.3 La Alianza en el Concejo Deliberante Durante el recorrido hasta aquí, hemos visto que la política moronense ha seguido un recorrido similar a la política nacional y provincial, sea en el rendimiento electoral de los distintos partidos, o en las importantes presencias y vinculaciones de un mismo partido en distintas instancia de competencia. Allí notamos que en la elección legislativa de 1997 la
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congruencia entre las instancias provincial y local fue casi perfecta según surge del cálculo del IC. A nivel local, la victoria de la Alianza –al igual que en el resto de las instancias- implicó una situación donde el Intendente en ejercicio perdía la mayoría en el Concejo Deliberante, y consecuentemente la presidencia y el control del órgano legislativo. Como vimos más arriba, en la Provincia de Buenos Aires, la normativa municipal dota de importantes poderes a los cuerpos legislativos para controlar y eventualmente sancionar al Intendente municipal. Entendemos que esta cláusula, junto a la elección de medio término, amplían las posibilidades del juego político y ofrecen mayores incentivos para la competencia política. Si quienes ocupan la mayoría en el Concejo Deliberante fueron electos en una boleta sábana vertical y responden al Intendente, existen altas probabilidades de que las sanciones sean poco habituales. En tanto, si las elecciones de medio término son por ley obligatoriamente simultáneas con la elección de legisladores provinciales, aumentan las chances de posicionar a partidos opositores en instancias donde la sanción política pueda ser eventualmente ejercida. Esto puede aumentar la competencia política en tanto dota a partidos no oficialistas de poderes de sanción. En este sentido proponemos entender el momento político en Morón con posterioridad a las elecciones de 1997. Allí, una oposición que en los últimos años se ocupó de acusar al Intendente Rousselot de desprolijidades institucionales, de corrupción en el manejo de los fondos públicos y de arbitrariedad en el ejercicio del poder, lograba posicionarse en la instancia institucional capaz de investigar estos actos y eventualmente sancionarlo. Por un lado, la Alianza contaba con una presencia significativa en el Concejo, lo que le permitiría controlar la realización de licitaciones públicas, los estados contables y luchar contra la corrupción e informalidad de la que acusaba al gobierno local y que formaba parte de su agenda. Además, la Presidencia del cuerpo les permitía instalar muchos de los temas de debate esperados.
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Efectivamente, en 1998, producto del trabajo de tres comisiones investigadoras, el Intendente Rousselot fue suspendido por mal manejo de los recursos públicos. Las causas por las que se lo investigó tuvieron que ver con irregularidades en la concesión del servicio de recolección de residuos a la empresa Orange, la concesión a la empresa Estacionar S.A para el control del tránsito vehicular y el uso de parquímetros; y un proyecto de autopista sobre el Arroyo Morón. Una de estas comisiones logró llevar al recinto los resultados de la investigación y sancionar a Rousselot por faltas graves, negligencias reiteradas y haber causado un perjuicio al patrimonio municipal por un monto cercano a 12 millones de dólares. Estas irregularidades -que continuaron judicialmente e implicaron la condena de Rousselot23-, constituyen un dato objetivo sobre la culpabilidad del Intendente. Ahora bien, tomando esto como base, y considerando que los recursos que tienen injerencia en la arena política no necesariamente son más útiles o efectivos por ser reales, nos interesa ver cómo este proceso fue posible. Entendemos que el paso entre corrupción y suspensión no es automático, sino que está sujeto a correlaciones de fuerzas que lo hagan efectivo. Independientemente de los marcos institucionales que la habilitan y le dan sustento, la sanción es producida políticamente. De lo visto hasta acá podemos concluir que, en este nuevo momento, el Concejo Deliberante fue el escenario privilegiado del conflicto político. Una primera lectura podría suponer entonces que con la presencia de una nueva mayoría legislativa, se planteó un juego cerrado en torno a dos únicos actores antagónicos, la Alianza y el PJ. Por el contrario, muchos de los elementos que influyeron sobre la producción de la sanción a Rousselot y sus consecuencias posteriores se explican mejor por los procesos que la elección de 1997 desató al interior de cada una de estas fuerzas.
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En septiembre del año 2000, el Tribunal Oral N° 4 de Morón encontró culpable a Rousselot de desvío irregular de fondos públicos, por lo que se lo condenó a un año de prisión en suspenso y tres años de inhabilitación para ocupar cargos públicos. Ver http://edant.clarin.com/diario/2000/09/21/s-04601.htm Consultado: 6-03-2012
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Por una parte, desde la elección de diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires de 1997, el Gobernador Duhalde trabajó sobre su propio posicionamiento de cara a las futuras elecciones presidenciales de 1999, donde el actual mandatario tenía vedada la posibilidad de reelección. La disputa al interior del Partido Justicialista tendría como uno de los escenarios destacados a la Provincia de Buenos Aires, y particularmente al conurbano bonaerense, que concentra una importante porción del voto provincial y nacional y en la que el Partido Justicialista tiene una fuerte injerencia. Si el plan era encabezar la lista provincial en 1999, Duhalde debía asegurar su liderazgo. Como vimos, Rousselot pertenecía a la línea del Presidente Menem desde el enfrentamiento con la Renovación Peronista encabezada por el bonaerense Antonio Cafiero por la candidatura presidencial de 1989. Desde aquel momento, la comunión entre el Intendente de Morón y el Presidente Menem era cercana, a tal punto que Rousselot era en 1997 uno de los pocos Intendentes del conurbano que no respondía a Duhalde y que formaba parte de la mesa Menem Conducción en el PJ nacional. En este contexto, Rousselot representaba un potencial obstáculo para el proyecto duhaldista24. Por otro lado, en la interna justicialista local, un segundo sector interno con cercanos vínculos con el Gobernador Duhalde procuraba alzarse con la conducción del PJ moronense y aumentar su cuota de poder. En este sentido, luego de la derrota local frente a la Alianza en 1997, el Partido Justicialista de Morón quedó visiblemente fracturado entre quienes seguían la conducción nacional de Carlos Menem y local de Rousselot, y aquellos vinculados al Gobernador Duhalde y que se nucleaban en torno a la llamada Lista Verde, cuyo referente máximo era Horacio Román. Este dirigente pertenecía al núcleo de poder del Gobernador, y se desempeñaba como Senador Provincial por la primera sección electoral desde 1985, fecha desde la que presidía la comisión de Justicia y Seguridad de la Cámara Alta. 24
En marzo del año 1999, Rousselot detenido acusó a Eduardo Duhalde por la destitución y denunció que ella deriva de la pelea que dividió a menemistas y duhaldistas en el PJ local. Además sostuvo que los motivos tienen que ver con su posición al lado del Presidente Menem. Ver http://edant.clarin.com/diario/1999/03/26/t-01001d.htm y http://www.lanacion.com.ar/131875-elarresto-de-rousselot-ahondo-la-crisis-del-pj Consultados: 6-03-2012
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En estas condiciones, las voluntades de los concejales cercanos al justicialismo duhaldista sumaban apoyos para la destitución. Entre ellos, una concejala de este grupo –Marina Cassese- fue nombrada para integrar la comisión investigadora que logró la destitución de Rousselot, junto a un miembro de la UCR, Mirta Felice, y un miembro del Frepaso, Martín Sabbatella. Este último ocupó la presidencia de la comisión investigadora. Por otro lado, la posibilidad de destitución de Rousselot generó tensiones al interior de la misma Alianza. Mientras los concejales que pertenecían al Frepaso junto a los tres concejales que respondían al duhaldismo preparaban la sesión que destituiría al Intendente, la UCR Morón resolvía en un plenario que sus concejales voten en contra de la destitución y a favor de Rousselot, impidiendo la mayoría necesaria para concretar la sanción. La discusión sobre la destitución de Rousselot se produjo a fines de octubre de 1998. En simultáneo, a nivel nacional se preparaban para poco menos de un mes las internas abiertas donde la Alianza definiría la candidatura presidencial entre De la Rúa y Fernández Meijide. Esa elección resolvería además las candidaturas a la Intendencia local. En ese clima intenso, la posición del radicalismo local entorpecería las negociaciones entre las dos fuerzas y requeriría la intervención del Presidente de la UCR en la Provincia de Buenos Aires, Enrique García, quien manifestó en un comunicado público su enérgico repudio a la “actitud mezquina y calculadora (de) los ediles radicales moronenses” y anunció que “quienes participaron en el plenario del comité distrital de Morón y los concejales que avalaron con su voto la vergonzosa decisión, serán sometidos al Tribunal de Disciplina, para que su actitud no quede impune ante la ciudadanía”25. Como una paradoja de las simetrías, poco tiempo antes, el Frepaso nacional acusaba al gobierno de Fernando De La Rúa de corrupción en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La acusación de corrupción no sólo estructuraba el discurso contra las gestiones de Menem y Rousselot, sino que comenzaba a dividir las aguas al interior de la Alianza. 25
Hacemos referencia al comunicado del Comité Provincial de la UCR Provincia de Buenos Aires, del 29 de octubre de 1998. El mismo puede encontrarse en http://ucr.org.ar/notas/noticias/repudio-al-proceder-deediles-radicales-de-moron. Consultado: 6-03-2012
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Finalmente, el Concejo Deliberante logró los acuerdos para suspender al Intendente de sus funciones por 90 días, y en los primeros meses de 1999, ante acuerdos para destituirlo definitivamente, Rousselot renunció. El Concejo aceptó la renuncia y la justicia decidió su arresto. Estos acuerdos fueron posibles con el apoyo de los concejales del Frepaso y del justicialismo duhaldista. Poco tiempo antes de la votación, este último bloque fue ampliado ya que algunos ex russelotistas se sumaron a el. Ante la destitución de Rousselot y según los mecanismos contemplados normativamente, asumió la titularidad del ejecutivo municipal el Concejal justicialista Guillermo Crespo, del bloque duhaldista en el Concejo. De este proceso notamos que el Concejo Deliberante se convirtió en la instancia central de la competencia política. Esta competencia no estuvo dada por una disputa entre la Alianza y el Intendente Rousselot, sino que reunió además elementos de la propia interna justicialista a nivel nacional y provincial que influyeron decididamente. Por su parte, la competencia mostró también las debilidades de la Alianza a nivel local para centrar su acción en un interés común. A poco de andar, la misma interna por capitalizar el potencial futuro, como el caso la candidatura a la Intendencia, afectó la marcha. De la interna abierta de la Alianza a nivel nacional resultó como ganador el precandidato radical Fernando De la Rúa. Sin embargo, a nivel local el triunfo fue de Fernández Meijide, con lo que, por acuerdos partidarios, la candidatura a Intendente le correspondía al Frepaso. Este partido decidiría que el candidato sería quien llevaría adelante las negociaciones políticas en el Concejo Deliberante como jefe del bloque del Frepaso y Presidente de la comisión investigadora que encontraría culpable a Rousselot, Martín Sabbatella. Como vimos en el capítulo anterior, en esta elección la Alianza triunfaría también en el nivel local por 49% de los votos, sobre los 32% obtenidos por el candidato justicialista e Intendente interino, Guillermo Crespo. La Alianza asumiría por primera vez luego de 12 años de gobierno justicialista la intendencia del Municipio de Morón, uno de las 6 que obtendría la Alianza en el conurbano bonaerense. 86 | P á g i n a
La elección de 1999 consagró el triunfo de la Alianza en Morón. Este triunfo encontró sintonías importantes entre los sistemas provincial y local, al igual que nacional y local. El triunfo de la Alianza sobre el candidato justicialista por más de 15 puntos porcentuales, marcó que la competencia en Morón fuera más decididamente nacionalizada de lo que fue incluso la disputa por la Gobernación, esto es, tanto la fragmentación como la preferencia de los votantes locales fueron muy similar a las acontecidas en el nivel nacional (Leiras 2010). Entendemos que en la situación desatada por la suspensión y renuncia del Intendente Rousselot, pueden encontrarse elementos locales diferenciales que influyen sobre las posibilidades de alternancia. La crisis de un gobierno, el reemplazo por un Intendente interino, junto a la feroz interna al interior del partido gobernante bien pueden convertirse provisoriamente en una variable sensible. Por otra parte, esta crisis se produjo en una instancia en que la oposición avanzaba con fuerza en los tres niveles. Como producto y como consecuencia, se encontraban una situación de crisis del gobierno local y una opción que valía como alternativa. Argumentamos que la existencia de un proceso de crisis es acentuado y resuelto en tanto existe una opción política alternativa. En este sentido, es probable que la dinámica nacional haya ejercido una influencia decisiva al proponer una opción alternativa. Entendemos que además de la crisis del partido gobernante, para su reemplazo electoral se necesita de la emergencia de un actor altamente competitivo que pueda vencerlo. Es a partir de las interacciones entre sistemas, y la influencia de la competencia nacional sobre la subnacional donde entendemos que esto fue posible. Analicemos ahora el periodo que va de 1999 a 2003, donde la Alianza en Morón asumió la tarea de dar forma a un nuevo gobierno municipal. De allí podemos evaluar los modos en los que los sistemas de partidos nacional y provincial ejercen influencia sobre las posibilidades de continuidad del gobierno local.
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6.4 El gobierno de la Alianza y la conformación del Nuevo Morón 1999-2003 El triunfo de la Alianza a nivel nacional generó expectativas de una transformación en sentido progresista, que en buena medida comenzó a gestarse con la experiencia del Frente Grande en 1993. Sin embargo, la experiencia transitó en un corto y complicado derrotero que culminó con la renuncia de De la Rúa dos años después, en el marco de una crisis económica y social extendida. A poco tiempo de andar, el Vicepresidente Carlos ‘Chacho’ Álvarez renunció a su cargo rol como Presidente del Senado acusando al Presidente de fomentar el pago de coimas en la Cámara Alta. En este punto, las relaciones del Presidente con la Alianza en Morón se enfriaron. Por su parte, el Gobierno de Sabbatella debió tomar la iniciativa en un municipio acostumbrado a la gestión de Rousselot. Por entonces, la Alianza decidió trabajar sobre una agenda de gobierno26 que recuperara el rol del Estado municipal en la planificación y gestión. Entre otras políticas llevadas a cabo, el municipio recurrió a la recuperación de una importante cantidad de maquinaria en estado de abandono en las instalaciones de la entonces Secretaría de Servicios Públicos, se intervino la Dirección de Tránsito y se redireccionó la Dirección de Inspecciones Generales a la órbita del Programa de Verificación Integral. Además, en un contexto nacional y provincial en que la obra pública no constituía una prioridad, en Morón se multiplicaron las obras de bacheo y pavimentación. Al momento de asumir, la Alianza encontró un municipio con una deuda pública consolidada de casi 20 millones de pesos, y con serias irregularidades en los manejos administrativos. Ante ello, se denunció judicialmente a funcionarios de la gestión anterior
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Para la reconstrucción de las principales iniciativas del periodo se recurrió al informe oficial de rendición de cuentas “Morón 10 años después. Apuntes de la gestión de gobierno 1999-2009”, y a entrevistas realizadas en febrero de 2012 a Damián Aguilar (actual Jefe de Gabinete del Municipio de Morón) y a Juan Le Bas (Actual Presidente del HCD de Morón).
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por malversación de caudales públicos y falsificación de documentos. El Programa de Verificación Integral encontró un desvió de fondos públicos a una caja del Abasto Municipal, junto a recibos y comprobantes de pago mellizos. En este sentido, y teniendo como antecedentes las acusaciones de corrupción al Gobierno de Rousselot desde el Concejo Deliberante, la nueva gestión concentró sus esfuerzos en una línea política vinculada a la transparencia y a la lucha contra la corrupción 27. Así, se creó en el primer año, además del mencionado Programa de Verificación Integral, la Oficina Anticorrupción, el boletín “El Municipio” destinado a la difusión continua de informes de gastos, obras e información pública, y se firmó un Convenio con la Sindicatura General de la Nación para la capacitación de agentes municipales en auditoría interna y gestión comunal. Además, otras de las innovaciones de la Alianza tuvieron que ver con el fomento a la participación ciudadana, incluso como instancia de contralor. En el año 2000, se instrumentaron foros vecinales de seguridad, espacio de reunión, debate y toma de decisiones en torno a esta temática; y un consejo asesor en materia de políticas para la tercera edad integrado por miembros de los centros de jubilados. En esta última línea, el dato más destacado tuvo que ver con el mecanismo de elaboración participativa de normas en la confección de pliegos de bases y condiciones para la licitación del servicio de recolección de residuos. De este proceso resultó una convocatoria a licitación nacional e internacional que logró un ahorro de 35% respecto del contrato anterior, cuestionado por la comisión investigadora que suspendió a Rousselot en 1998. En este sentido, el fortalecimiento del rol estatal, la participación ciudadana y los mecanismos de transparencia en la gestión implementados constituyen los pilares centrales sobre los que el gobierno de la Alianza fortalece su estrategia política local.
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La agenda de transparencia y lucha contra la corrupción le valió a Sabbatella el reconocimiento público del diario estadounidense Wall Street Journal quien tituló dedicado a este tema como “Una lucha en solitario contra la corrupción en Argentina”; así como el reconocimiento de las ONG’s Poder Ciudadano (capítulo local de Transparencia Internacional), y CIPPEC. En 2008 Sabbatella recibió el Premio Konex en la categoría Administradores Públicos.
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En la campaña de 2001, el Gobierno de Sabbatella plebiscitaba su gestión. Bajo el eslogan En Morón la Alianza cumplió llamaba a los ciudadanos a acompañar el rumbo iniciado. Estas políticas no bastarán para que en 2001 la Alianza gane en las elecciones de medio término en las que se renovaron concejales locales. El PJ se impondrá al igual que a nivel nacional y provincial. Sin embargo, como vimos, en Morón el impacto de la derrota fue significativamente menor que en los demás niveles, cercana a 4%. Por su parte, el PJ local tampoco se vio beneficiado, perdiendo incluso 9 puntos en relación a la elección anterior. Mayoritariamente los moronenses votaron en blanco o anularon su voto. La implicancia política que trajo aparejada esta elección en el Gobierno de Sabbatella fue la de la virtual desaparición de la Alianza a nivel local. La UCR quitó su apoyo al Intendente y votó la Presidencia del cuerpo legislativo local para el concejal Juan Horacio Zabaleta, miembro del PJ. La crisis de la Alianza a nivel nacional en 2001 y la nueva mayoría en el Concejo Deliberante local reactivaron las expectativas del PJ de volver a la Intendencia. En tanto, el sindicato municipal organizó distintas instancias de protesta, con corte de calles y quema de neumáticos en Morón Centro. En condiciones similares, el Intendente frepasista de Lomas de Zamora era destituido por una mayoría justicialista por mal desempeño de sus funciones. Aunque en Morón sólo uno de los 24 concejales respondía fielmente al partido, las distintas propuestas de destituir a Sabbatella no prosperaron. Nuevamente, las tensiones entre la UCR y el Frepaso local terminaron en una fractura, donde el control de los concejales en el primer grupo se contrarresto con la renuncia a su antiguo partido de muchos de los funcionarios radicales que formaban parte del gobierno de Sabbatella. En este contexto surge el partido vecinal Nuevo Morón, signado por la defensa de una experiencia de gobierno en torno a la que se organiza. La estrategia del gobierno de
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Sabbatella fue profundizar las políticas que venía desarrollando, entablando mayores vinculaciones con diversos sectores sociales. En este sentido, y como respuesta a la crisis económica y social de 2001, se elaboraron una serie de políticas para afrontarla. En principio, se creó un Concejo de Emergencia que organizó la ayuda social y la distribución de alimentos junto a ONG’s, empresarios, sindicatos, asociaciones educativas, dirigentes políticos y religiosos. Luego esta instancia se institucionalizaría como Concejo de Emergencia Económico y Social, incorporando a miembros del Concejo Deliberante para coordinar las distintas políticas sociales y la cobertura de necesidades básicas. En materia productiva, se creó el Concejo de Economía Social y Solidaria, integrado por cooperativas, mutuales y clubes de trueque para desarrollar proyectos de economía social alternativas a la crisis. El municipio estimuló la microproducción familiar y colaboró en la logística de comercialización en los barrios. Se revisó el esquema tributario, incrementando las tasas a bancos, AFJP, y grandes superficies comerciales, mientras se redujo la tasa de seguridad e higiene un 50% para los microemprendedores, y se instrumentó la tarifa social diferencial en la tasa de agua para familias con necesidades insatisfechas. En cuanto a la transparencia, el Gobierno Municipal hizo público el listado actualizado de beneficiarios de planes sociales –número que llegaba a 4800-, y fundamentalmente se convocó a ONG’s como Poder Ciudadano y el CIPPEC para que auditen y controlen la gestión municipal. En materia de participación ciudadana se estableció un “barómetro municipal”, que consistió en un sistema de elaboración y selección de información referida a las demandas de la población mediante un sistema de encuestas y consultas permanentes a los vecinos del distrito, con muestras de 400 casos telefónicos mensuales; y se estableció el primer Centro de Gestión Comunitaria, puntapié inicial de un plan de descentralización.
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Algunos datos resultantes del Barómetro Municipal pueden sernos de utilidad para sopesar el impacto de estas políticas. Según muestra Hilario Moreno (2004), entre marzo de 2001 y noviembre de 2002, la evaluación de la gestión fue positiva, oscilando entre un 43% de mínima y un 51% de máxima, y una variación de la evaluación negativa entre un 16% la máxima y un 5% la mínima. Allí Moreno nota que las principales variables explicativas de la buena imagen de la gestión tienen que ver la honestidad, el boletín “El municipio”, la atención a los vecinos, el servicio de limpieza, y el cuidado de plazas y parques, entre otros. Esta línea de políticas, las distintas instancias de participación ciudadana y vinculaciones con reconocidas ONG’s, personalidades de la cultura, movimientos sociales, y de derechos humanos, le valieron al Nuevo Morón un discurso que revalorizaba la instancia local y la gestión municipal. Es con este discurso que se enfrentan a una elección sin referencia provincial ni nacional. Slogans como “otra forma de ser, otra forma de gobernar”, la diferencia es que él te puede mirar a los ojos” o “la diferencia es que él gobierna” (Moreno 2004), fueron utilizados para reafirmar la instancia local por el partido gobernante. En el 2003, el Nuevo Morón, ya sin la UCR como aliada, vuelve a ganar con la candidatura de Sabbatella en la Intendencia de Morón. En esta elección, la congruencia entre la competencia provincial y local, y la competencia local y nacional fue menor. En opinión de Rocío Annunziata (2006), el Nuevo Morón logró que los ciudadanos del municipio dieran prioridad a lo local, y se expresaran mediante una actitud activa en un extendido corte de boleta a favor de este partido. Los motivos que indujeron a esta resolución estarían en el liderazgo de Sabbatella, quien logró encarnar una imagen de transparencia frente a un pasado de corrupción justicialista. Por nuestra parte, analizamos que, mientras que en el contexto del conurbano en 2003 la importancia del PJ creció decididamente, la presencia y el éxito del Nuevo Morón lograron dotar a la dinámica política de un contenido específicamente local. En tanto esto, el PJ no pudo valerse del importante caudal obtenido por su candidato a Gobernador para 92 | P á g i n a
aumentar el rendimiento electoral. Para hacer posible esto, fue el voto ciudadano el que tuvo que acomodarse a la ingeniería electoral, lo que se refleja en un corte de boleta cercano al 38% del electorado, y un 15% más votando solo en las categorías locales. Entendemos que la línea de políticas llevadas a cabo por el Nuevo Morón en el gobierno es decisiva para comprender la dinámica del periodo. Sostuvimos anteriormente que la crisis del gobierno de Rousselot terminó por aumentar la relevancia de la influencia supralocal. En contraposición, las exitosas políticas del gobierno de Sabbatella minimizó la importancia de las tendencias provinciales y nacionales, y logró articular una matriz territorializada. A partir de estos dos momentos deducimos que la situación política del partido local gobernante puede ser un elemento central para comprender los momentos de mayor o menor influencia externa. Entendemos que la dinámica política local es la variable más importante que explica el desenvolvimiento del conflicto político en el sistema. Sin embargo, ella no es aislable de las tendencias provinciales y nacionales. En buena medida, los partidos se valen de estrategias de enganche entre sistemas que les aportan refuerzos mutuos. Es por ello que adoptamos un modelo de abajo hacia arriba (Abal Medina y Ratto 2011), donde es el sistema local el principal factor para entender la mayor apertura o clausura relativa respecto a aquellas tendencias. Vimos que en las elecciones de 1997 y 1999, la política local en Morón estuvo caracterizada por una suerte de crisis del gobierno del PJ. En aquel contexto, la Alianza supo valerse de las tendencias favorables a nivel provincial y nacional para consolidar su posición en la arena local y erigirse como una opción preferible al PJ. Según esta explicación, si las tendencias nacional y provincial no hubieran tenido estas características, posiblemente el gobierno en crisis podría haber encontrado un respaldo en ellas para mantener su cuota electoral. En el mismo sentido, la Alianza en los niveles nacional y provincial se encontraba sumergida en la crisis del gobierno de De La Rúa, lo que afectó la dinámica política local.
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Sin embargo allí vimos que algunos logros en materia de gestión del Gobierno Municipal pudieron hacer frente a la política nacional y reducir el margen de derrota. En 2003, el Nuevo Morón influyó en la conformación de una dinámica más localizada, y es posible que eso tenga que ver con que cambió su propio modo de interpelación al electorado. Ante la falta de referencias nacionales y provinciales, la estrategia estuvo centrada en recrear una instancia re-valorizada, un espacio local que convocaba ser privilegiado por sobre los demás. La idea de gestión local comenzó a articular un espacio que antes era reservado a la idea de un proyecto nacional. Pensamos que el modo en que lo nacional y provincial influye en la instancia local, no sólo depende de las leyes que lo regulen (Abal Medina y Ratto 2011)
o del poder de
administrar el arrastre entre niveles reservados a una autoridad (Calvo y Escolar 2005), sino también de la capacidad de los actores relevantes de imponer una modalidad nacionalizada o territorializada. Es posible que debamos considerar en alguna medida a estas configuraciones como productos de la disputa por alinear o desalinear las competencias políticas entre niveles. Quiénes sean los actores relevantes y cómo logren interpelar al electorado ofreciendo opciones preferibles -y en términos más generales en qué coyunturas estos actores devienen relevantes- son dimensiones que no podemos dejar de observar.
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Conclusiones En este trabajo indagamos sobre la competencia política en el sistema de partidos de Morón entre 1997 y 2003. Específicamente nos ocupamos de las condiciones que hicieron posible la emergencia de una nueva opción política, la Alianza-Nuevo Morón. Esta experiencia logró vencer al justicialismo en el contexto del conurbano bonaerense, uno de los más importantes bastiones electorales de este partido, y consolidar un gobierno exitoso. Propusimos que para entender la dinámica política local que desembocó en el triunfo de la Alianza en el periodo, debemos considerar dos procesos simultáneos. Por un lado, las propias características de la competencia y cooperación entre los partidos del sistema, y por otro, las interacciones del sistema de partidos local con los sistemas provincial y nacional. Allí nos introdujimos en la discusión sobre las variables que hacen posible la congruencia o la territorialización de la política local respecto de los demás niveles. Argumentamos que las tendencias supralocales, si bien importantes, no pueden considerarse como determinantes de la dinámica local. El impacto desigual en los distintos municipios de la región sugirió para nosotros que éste estaba condicionado por la permisividad de elementos propios de la competencia local. Para poner a prueba este enunciado analizamos en profundidad la competencia en el sistema de partidos de Morón en perspectiva comparada. Nuestra explicación se justifica en un modelo de abajo hacia arriba, según el cual son las características de la dinámica política local las que permiten la influencia de la competencia nacional, y consecuentemente pueden impedirlas. Una de las variables explicativas de la influencia nacional tiene que ver con la debilidad de los partidos locales gobernantes. Entendemos que en tanto la debilidad de estos sea mayor, la influencia externa se vuelve más decisiva. Si ésta es favorable al partido local gobernante, es posible que refuerce externamente su posición. En cambio, si las 95 | P á g i n a
tendencias nacional y provincial son negativas, puede que un actor opositor se beneficie de ello. En este sentido, en 1997, el gobierno local, acusado de corrupción y mal manejo de los fondos públicos, ofreció elementos de conflicto que revitalizaron a la oposición y le otorgaron crecientes cuotas de relevancia electoral. En tanto, cuando el partido local gobernante no es suficientemente fuerte para asegurar por su cuenta la competencia en el territorio, las tendencias nacionales encuentran en las particularidades electorales bonaerenses mecanismos abiertos para manifestarse. Las elecciones de medio término simultáneas facilitan el arrastre entre niveles y aumentan las chances de posicionar a partidos opositores en la disputa local. En nuestro caso de estudio, entre 1997 y 1999, la política moronense tuvo como eje central al Concejo Deliberante. Allí la Alianza, junto al PJ -dividido por el control político del partido tras la derrota-, logró investigar y sancionar al Intendente Rousselot por las maniobras de corrupción de las que lo acusaban. En este sentido, entendimos que las tendencias provinciales y nacionales dieron a la Alianza local la oportunidad, primero de posicionarse como una alternativa competitiva, y luego de hacer la diferencia en la competencia local. Una vez que la Alianza accedió al gobierno a partir de 1999, tuvo que afrontar embates negativos de los niveles nacional y provincial. Mientras en estos planos la Alianza se derrumbó, en el nivel local, la experiencia continuó bajo el rótulo de Nuevo Morón y se refugió en torno a una experiencia de gobierno. En las elecciones de 2003, el sistema de partidos local adquirió características distintivas de los demás sistemas. La relevancia de un partido vecinal impuso una nueva modalidad de interpelación electoral que convocaba a revalorizar lo local. El nuevo partido local gobernante no sólo articuló un discurso político, sino que también creó redes de organizaciones territoriales, movimientos sociales, de derechos humanos, incorporó a dirigentes de otras fuerzas políticas locales; e implementó un novedoso paquete de políticas públicas. Apelando a privilegiar la gestión local, el Nuevo Morón logró 96 | P á g i n a
un aislamiento relativo de las tendencias nacional y provincial e imprimió a la dinámica política un componente propio. En este sentido, las alineaciones entre sistemas están sujetas a la competencia de los actores locales. En el marco de relaciones conflictivas y cooperativas en el sistema subnacional, los partidos disputan –cuando no hay acuerdo sobre ellas- si las condiciones de la competencia deberán ser más nacionalizadas o territorializadas. Es en la dinámica local donde se compite por alinear o desalinear las tendencias políticas entre niveles. Que una u otra cosa resulte dependerá de las mismas dimensiones de la competencia por el control estatal, de quiénes sean los actores, de sus intereses, recursos y su peso relativo. El alcance nacional, provincial o local de los actores en juego, su relevancia, su posición ante la alineación o desalineación de la competencia, las particularidades institucionales que promueven o impiden el arrastre entre niveles, se proponen como elementos importantes para entender los procesos de nacionalización o territorialización de la competencia. Por su parte, la efectividad política del partido local gobernante para mantener el control territorial puede bloquear las injerencias negativas supralocales, mientras que su debilidad electoral relativa aumenta las chances de los partidos opositores de verse beneficiados por las tendencias nacional o provincial. En investigaciones comparadas o estadísticas futuras deberán probarse estos elementos. Es conveniente dejar planteado que aquí se analizó la emergencia de un partido político en un escenario local y provincial nacionalizado, donde las interacciones entre sistemas son fluidas. Es probable que las posibilidades de surgimiento de partidos nuevos en provincias con dinámicas regionalizadas encuentren una relación muy indirecta con este tipo de explicaciones, y que las tendencias nacionales ofrezcan pocas oportunidades de favorecer a actores opositores locales. En este sentido, es necesario explorar más las particularidades de las relaciones nacional-provincial, y provincial-local por separado. En términos más generales, y en un sentido paralelo a la investigación sobre las posibilidades de la alternancia en el nivel subnacional, resulta interesante indagar las condiciones que dificultan a opciones políticas nuevas disputar efectivamente el acceso al 97 | P á g i n a
gobierno. Es en la dimensión subnacional donde pueden gestarse nuevas experiencias políticas que sumen a la renovación de líderes políticos y equipos de gestión, que puedan transformar en algún sentido los intereses y valores representados, y que a partir de allí se proyecten a instancias de mayor visibilidad. Es por esto que el estudio de los mecanismos que promueven o dificultan el surgimiento de opciones políticas resulta una importante línea para comprender en profundidad las posibilidades de cambio en la competencia democrática nacional.
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103 | P á g i n a
Anexos
104 | P á g i n a
Número Efectivo de Partidos (NEP)
Tabla 1
Número Efectivo de Partidos Electorales (NEP) 1997-2003 1997 3,7 2,4 2,3
Nacional Provincia de Buenos Aires Morón
1999 2,6 3 2,8
2001 2003 4,9 5,6 5,6 3,6 6,7 2,9
Elaboración propia en base a datos de escrutinio definitivo Ministerio del interior y Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
Gráfico 1
105 | P á g i n a
Tabla 2
Partidos relevantes Partidos relevantes Nacional
Buenos Aires
Morón
Alianza Partido Justicialista UCR 1997 FREPASO
Alianza Frente Justicialista Bonaerense
Alianza Frente Justicialista Bonaerense
Alianza Concertación Justicialista 1999 Accción por la república
Alianza Concertación Justicialista Unidad Bonaerense
Alianza Concertación Justicialista Acción por la República
Partido Justicialista Alianza ARI Polo Social Izquierda Unida
Partido Justicialista Alianza Partido Socialista Polo Social Izquierda Unida PAUFE
Partido Justicialista Alianza Partido Socialista Frente Polo Social Unión Vecinal de Morón Partido Humanista PAUFE
Frente para la Lealtad Frente para la Victoria Recrear Frente Mov. Popular ARI Izquierda Unida
Partido Justicialista Frente Popular Bonaerense ARI Izquierda Unida-Partido Socialista
Nuevo Morón Partido Justicialista Frente Popular Bonaerense ARI-Frente Progresista de Morón
2001
2003 Elaboración propia en base a datos del Ministerio del Interior, la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires y "Political Database of the americas" de Georgetown University (2012)
106 | P á g i n a
Tabla 3
Número de Efectivo de Partidos conurbano Legislativas 1997
Ejecutivas 1999
Legislativas 2001
Ejecutivas 2003
Almirante Brown
2,5
2,65
4,12
4,89
Avellaneda
2,51
2,57
6,37
4,75
Berazategui
2,5
2,67
5,39
3,75
Esteban Echeverría
2,88
2,91
7,78
4,53
Ezeiza
2,58
2,49
3,87
3,97
Florencio Varela
2,74
3,49
4,31
5,03
General San Martín
2,48
3,1
8,03
4,88
Hurlingham
2,5
2,83
5,73
5,25
Ituzaingó
2,46
2,39
6,39
4,48
José C. Paz
2,94
4,85
3,53
4,3
La Matanza
2,52
3
4,82
3,92
Lanús
2,4
2,74
5,78
3,5
Lomas de Zamora
2,51
2,88
7,37
5,18
Malvinas Argentinas
2,55
2,63
3,92
5,36
Merlo
2,96
2,7
3,8
4,49
Moreno
3,86
3,06
4,41
5,38
Morón
2,3
2,86
6,72
2,9
Quilmes
2,49
2,73
5,72
7,98
San Fernando
2,87
2,6
5,53
4,13
San Isidro
2,52
2,64
6,94
2,76
San Miguel
2,99
2,45
3,82
3,49
Tigre
3,52
3,01
4,08
2,16
Tres de Febrero
2,46
3,06
6,45
3,61
Vicente López
2,3
2,01
7,22
3,98
Media Desviación estándar
2,68 0,37
2,85 0,52
5,50 1,41
4,36 1,15
Elaboración propia en base a datos de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
107 | P á g i n a
Gráfico 2
Gráfico 3
Gráfico 4
108 | P á g i n a
Índice de Congruencia (Gibson y Suarez Cao) Tabla 4
Nacional Nacional Provincia de Buenos Aires Morón
1997
Nacional 1999
Nacional Provincia de Buenos Aires Morón
2001
Nacional Provincia de Buenos Aires Morón
0 0,04 Provincia de Buenos Aires
0 0,13 0,07 Nacional
0 0,06 Provincia de Buenos Aires
0 0,12 0,26 Nacional
Nacional Provincia de Buenos Aires Morón
2003
Provincia de Buenos Aires
0 0,35 0,37
0 0,16 Provincia de Buenos Aires
0 0,35 0,48
0 0,19
Elaboración propia en base a valores del NEP (2012)
Conurbano Tabla 5
1997
1999
2001
2003
Nacional Provincia de Buenos Aires Conurbano
Nacional Provincia de Buenos Aires 0 0,35 0 0,27 0,11
Nacional Provincia de Buenos Aires Conurbano
Nacional Provincia de Buenos Aires 0 0,13 0 0,1 0,03
Nacional Provincia de Buenos Aires Conurbano
Nacional Provincia de Buenos Aires 0 0,12 0 0,1 0,02
Nacional Provincia de Buenos Aires Conurbano
Nacional Provincia de Buenos Aires 0 0,35 0 0,22 0,17
Elaboración propia en base a valores del NEP (2012)
109 | P á g i n a
Tabla 6
Congruencia entre sistemas 1997-2003 1997 Nacional-BS AS 0,35 Morón-Nacional 0,37 Morón-BS AS 0,04
1999 0,13 0,07 0,06
2001 0,12 0,26 0,16
2003 0,35 0,48 0,19
Elaboración propia en base a valores del NEP (2012)
Gráfico 5
110 | P á g i n a
Tabla 7
Índice de Congruencia conurbano 1997-2003 1997 1999 Nacional-conurbano 0,27 0,1 BS AS-conurbano 0,11 0,03
2001 0,1 0,02
2003 0,22 0,17
Elaboración propia en base a valores del NEP (2012)
Gráfico 6
111 | P á g i n a
Tabla 8
Volatilidad en elecciones nacionales 1997-2003 Legislativas 1997 Partido diferencia Alianza
0
PJ
8,6
UCR
9,83
FREPASO
26,43
Acción por la republica
0
Ejecutivas 1999 Partido diferencia Alianza
11,7
Alianza
25,27
Concertación Justicialista
1,94
PJ
0,87
Acción por la república
Izquierda Unida
Alianza opositora
0,42
Fuerza Republicana
0,93
Democrata
1,32
Frente Partido Nuevo
1,3
Democrata Progresista
0,92
Desarrollo y Justicia
0,45
Alz. PAL-PDP-UCEDE
0,45
Mov. Pop. Neuquino
0,25
Mov. Pop. Fueguino
0,06
U.ce.de
1,41
OTROS
Legislativas 2001 Partido diferencia
6,42
0,8
Acción por la república
8,38
ARI
7,2
Polo Social
4,1
Izquierda Unida
2,9
Fuerza Republicana
0,7
Democrata Progresista
0,8
Mov. Pop. Neuquino
0,4
U.ce.de
Ejecutivas 2003 Partido diferencia
UCR
2,34
ARI
6,85
Izquierda Unida
1,98
F. P/la lealtad/UCEDE
24,45
F. P/la victoria
22,24
3
OTROS
112 | P á g i n a
VOLATILIDAD DEL SISTEMA
26,18
Alianza Frente de resistencia
0,3
Alianza Social Cristiana
0,28
Obrero
0,6
Obrero
0,72
Socialista Autentico
0,23
Socialista Autentico
0,26
De los Trabajadores socialistas
0,23
De los trabajadores socialistas
Humanista
0,7
Humanista
2
Humanista
2,15
PAUFE
2
Autodet. Y Libertad
1
Demócrata de Mza.
0,9
Renovador de Salta
0,6 Recrear
16,37
Alz. F. Mov. Pop/Unión y Libertad
14,11
Tiempor de cambio/UP
0,33
Unidos o dominados
0,2
MID
0,25
Demócrata Cristiano
0,25
Modin
0,16
Socialista
1,12
PPR
0,22
Conf. Que se vayan todos
0,67
11,6
0,47
30,29
47,33
Elaboración propia en base a datos disponibles del Ministerio del Interior y de Political Database of the americas" de Georgetown University (2012)
113 | P á g i n a
Tabla 9
Volatilidad en elecciones Provincia de Buenos Aires 1997-2003 Legislativas 1997 Partido diferencia
Ejecutivas 1999 Partido diferencia
Legislativas 2001 Partido diferencia
Alianza
48,66
Alianza
7,3
Alianza
26,36
Frente Justicialista Bonaerense
15,31
Concertación Justicialista
3,93
PJ
0,88
Obrero
0,6
Del Obrero
Obrero
1,2
Partido Socialista Autentico
0,48
Mov. Por la dignidad y la indep.
0,37
Humanista Ecologista
0,81
Frente del Pais
18,64
Acción por la República
2,66
Izquierda Unida
1,33
2
Ejecutivas 2003 Partido Diferencia PJ
6,76
Del Obrero
1,31
Partido Socialista Autentico
1,24
Partido Socialista Autentico
0,54
Humanista Ecologista
1,59
Humanista
0,3
Humanista
2,5
Acción por la República
3,16
Acción por la República
4,08
Izquierda Unida
5,2
Partido Socialista
8,6
UCEDE
0,42
Alz. Izquierda Unida-PS
UCEDE Nacional Constitucionalista
5,07 0
Unidad Bonaerense
7,8
De los trabajadores socialistas
0,3
Renovador
9,58
0
Por el socialismo y el trabajo
0,6
Frente de resistencia
0,27
De los trabajadores socialistas
0,7
Renovador popular
0,8
Polo Social
7,8
PAUFE
5,1
De los trabajadores socialistas
0,6
Polo Social para la Victoria
7,25
114 | P á g i n a
Volatilidad en elecciones Morón 1997-2003
Progreso social
0,32
Popular Bonaerense
0,4
Laborista de la Pro. Bs As
0,59
Democrata Concervador
0,06
Frente Grande
0,2
PPR
0,7
Mov. Popular de la reconquista
0,4
Frente Compromiso Social
0,9
Frente Vecinalista Provincial Frente Plantense
VOLATILIDAD DEL SISTEMA
44,73
14,66
Popular bonaerense
11,16
Mov. Popular de la reconquista
0,08
ARI
8,35
MID
0,53
UCR
8,97
Democrata cristiano
0,47
Mov. Por la Justicia Social
0,1
Mov. Vecinalista Provincial
0,49
RECREAR
3,94
F. Cambia Bs as
0,72
Acción Federalista por Bs As
12,39
2 0,6
35,9
37,41
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
115 | P á g i n a
Tabla 10
Volatilidad en elecciones Municipio de Morón 1997-2003 Legislativas 1997 Partido diferencia
Ejecutivas 1999 Partido diferencia
Legislativas 2001 Partido diferencia
Alianza
57,08
Alianza
8,28
Alianza
26,18
Frente Justicialista Bonaerense
9,46
Concertación Justicialista
0,82
PJ
9,46
Acción por la república
2,7
Acción por la República
3,37
Acción por la República
4,27
Obrero
1,22
Obrero
0,4
Del Obrero
Socialista Autentico
0,44
Mov. Por la Dignidad y la Indep.
1.05
Humanista Ecologista
1,17
Frente del Pais
33,19
Izquierda Unida
1,57
Humanista
UCEDE
0,23
5,12
Nacional Constitucionalista
0
De los trabajadores socialistas
0
Renovador
0
Mov. Por el socialismo y el trabajo
1,15
F. de la Resistencia
0,36
Unidad Bonaerense
4,3
2
Ejecutivas 2003 Partido diferencia PJ
3,72
Del Obrero
2,07
Socialista Autentico
1,8
Socialista Autentico
2,52
Partido Humanista
2,61
Humanista Ecologista
2,51
Izquierda Unida
6,41
Izquierda Unida-PS
13,53
UCEDE
3,03 Nacional Constitucionalista
0,22
De los trabajadores socialistas
0
Partido Socialista
9,11
Frente Polo Social
7,37
Polo Social
7,19
Unión Vecinal de Morón
4,18
Unión Vecinal de Morón
3,43
PAUFE
3,8
116 | P á g i n a
Progreso Social Popular Bonaerense
VOLATILIDAD DEL SISTEMA
53,41
12,01
0,47 0
Popular Bonaerense
6,36
Laborista de la Prov. De Bs As
0,54
PPR
0,7
PPR
0,63
Mov. Pop. P/reconquista
0,39
Mov. Pop. P/reconquista
0,39
FREPEBA
0,5
F. Compromiso Social
1,03
Des. Acción Comunal
2,63 Nuevo Morón
53,31
Frente Popular Bonaerense
6,36
UCR
1,46
Democrata Cristiano
0,31
Autentico
0,07
Voluntad p/intgrac. Y el Desarrollo
0,54
Mov. Vecinalista Provincial
0,12
Acción Federalista Por Bs As
2,75
ARI
3,73
Frente por la lealtad
1,31
43,24
56,26
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
117 | P á g i n a
Tabla 11
Volatilidad de Pedersen 1997-2003
1997
1999
2001
2003
Nacional
26,18
11,6
30,29
47,33
Bs As
44,73
14,66
35,9
37,41
Morón
53,41
12,01
43,24
56,26
Elaboración propia en base a datos disponibles del Ministerio del Interior, de Political Database of the americas" de Georgetown University, y de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
Gráfico 7
118 | P á g i n a
Tabla 12
Triunfo en elecciones por Municipios (conurbano) Legislativas locales 1997
Ejecutivas locales 1999
Legislativas locales 2001
Ejecutivas locales 2003
Almirante Brown Avellaneda Berazategui Esteban Echeverría Ezeiza Florencio Varela General San Martín Hurlingham Ituzaingó José C. Paz La Matanza Lanús Lomas de Zamora Malvinas Argentinas Merlo
FREJUBO Alianza FREJUBO FREJUBO FREJUBO FREJUBO Alianza Alianza Alianza FREJUBO FREJUBO Alianza Alianza FREJUBO FREJUBO
Conc. Just. Para el Cambio Alianza Conc. Just. Para el Cambio Unión Vecinalista Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio Alianza Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio Alianza Conc. Just. Para el Cambio Conc. Just. Para el Cambio
PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ
PJ PJ PJ Unión Vecinalista de E.E. PJ PJ San Martín con Honestidad PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ PJ
Moreno Morón Quilmes San Fernando San Isidro
FREJUBO Alianza Alianza Alianza Alianza
Conc. Just. Para el Cambio Alianza Alianza Conc. Just. Para el Cambio Fte. Por San Isidro
PJ PJ PJ PJ A. V. San Isidro es distinto
PJ Nuevo Morón PJ PJ A.V. San Isidro es distinto
Fte. Por San Miguel Acción Comunal del P. de Tigre
Conc. Just. Para el Cambio Acción Comunal
PJ Acción Comunal
Frente Popular Bonaerense Acción Comunal del P. de Tigre
Alianza UCR
Conc. Just. Para el Cambio Alianza
PJ Alianza
PJ Frente Comunal
San Miguel Tigre Tres de Febrero Vicente López
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
119 | P á g i n a
Tabla 13
Triunfos en elecciones ejecutivas y legislativas locales entre 1997-2003 (absoluto) Legislativas locales 1997
Ejecutivas locales 1999
Legislativas locales 2001
Ejecutivas locales 2003
PJ
10
15
21
17
Alianza
11
6
1
0
otros
3
3
2
7
Partidos
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
Tabla 14
Triunfos en elecciones ejecutivas y legislativas locales entre 1997-2003 (relativo) Partidos
Legislativas locales 1997
Ejecutivas locales 1999
Legislativas locales 2001
Ejecutivas locales 2003
PJ
42%
62,50%
87,50%
71%
Alianza
46%
25%
4%
0%
otros
12,50%
12,50%
8%
29%
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
Gráfico 8
120 | P á g i n a
Gráfico 9
Partido gobernante en municipios conurbano 1999
1 Almirante Brown 2 3 4 5 6
7 General San Martín
Avellaneda 8 Hurlingham Berazategui 9 Ituzaingó Esteban Echeverría 10 José C. Paz Ezeiza 11 La Matanza Florencio Varela 12 Lanús
13 Lomas de Zamora Malvinas 14 Argentinas 15 Merlo 16 Moreno 17 Morón 18 Quilmes
19 San Fernando 20 21 22 23 24
San Isidro San Miguel Tigre Tres de Febrero Vicente López
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
121 | P á g i n a
Gráfico 10
Partido gobernante en municipios conurbano 2003
1 Almirante Brown 2 3 4 5 6
7 General San Martín
Avellaneda 8 Hurlingham Berazategui 9 Ituzaingó Esteban Echeverría 10 José C. Paz Ezeiza 11 La Matanza Florencio Varela 12 Lanús
13 Lomas de Zamora Malvinas 14 Argentinas 15 Merlo 16 Moreno 17 Morón 18 Quilmes
19 San Fernando 20 21 22 23 24
San Isidro San Miguel Tigre Tres de Febrero Vicente López
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
122 | P á g i n a
Tabla 15
Cálculo de porcentaje legislativo en Provincia de Buenos Aires28 BS AS legislativas provinciales 1997 Partidos PO PSA M. por Dig y la Indep. PHE Frente del País Acción por la republica ALIANZA Fte. Justicialista Bonaerense Izquierda Unida Contados
Segunda 2552 4368 4965 2273 5717 5643 170699 148819 3584 348620
Diputados Tercera Sexta Capital (LP) Primera 32760 3843 3163 28963 20448 2666 2689 18666 43693 4450 3668 53143 29050 3411 3157 27387 26039 2231 2384 21375 46855 13985 12833 76853 1081014 183282 160717 1098441 1021186 153786 108017 919920 37232 3005 3288 32669 2338277
370659
299916 2277417
Senadores Cuarta Séptima 2536 1748 2116 0 3483 2341 1823 1231 2222 1045 6287 2630 169279 85144 140278 70020 2475 1247
Quinta 5205 7742 7511 5105 5678 14871 335419 229776 5712
330499
617019
165406
Votos totales por partido
Porcentaje general
80770 58695 123254 73437 66691 179957 3283995 2791802 89212
1,2 0,87 1,82 1 1 2,66 48,66 41,37 1,33
6747813 99,91
Votos validos
348620
2338277
370659
299916 2277417
330499
165406
617009
6747803
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
28
Para el cálculo del total de porcentaje debe considerarse el rendimiento en las dos cámaras ya que la Constitución de la Prov. De Bs As convoca a elecciones cada dos años intercalando los distritos. La mitad de las secciones electorales eligen senador, la otra mitad diputados. Sirvió de insumo para realizar las matrices anteriores
123 | P á g i n a
Tabla 16
BS AS elecciones legislativas provinciales 2001 Partidos PJ Progreso Social UCEDE Acción por la república De los trabajadores socialistas Humanista Mov. Popular bonaerense Laborista de la Pro. Bs As Demócrata Conservador Frente Grande PAUFE Del obrero PSA PPR Mov. Popular de la reconquista Frente Renovador Popular Frente Compromiso Social PS Izquierda Unida Alianza Polo Social Frente Vecinalista Provincial Frente Plantense Contados Votos validos
Diputados
Senadores
Segunda Tercera Sexta Capital (LP) Primera Cuarta Quinta Séptima 98176 805107 76428 72992 642788 85427 136613 39552 305 5903 1144 1231 6328 611 1495 395 13905 91624 10472 11179 85464 8968 21600 5778 4841 23839 4904 4806 40997 4633 7384 1744 2522 24600 2060 3171 21993 0 3535 0 5284 69458 6850 7752 66382 3018 12997 2005 0 7741 717 3448 7122 0 2108 0 754 19723 763 1487 7111 1223 803 51 3315 0 0 13133 0 9965 64204 8043 6750 167910 6148 10087 0 4039 56961 4715 5112 54832 3394 8755 2756 8529 24174 2424 24838 1273 5409 0 2244 10236 2685 1372 13694 1236 4933 1191 2594 8913 1318 8516 427 178 0 2043 18817 2090 1230 13935 2832 3199 612 921 23026 3030 2111 17526 1963 4420 503 34748 146595 23727 27538 142800 31545 47801 6776 9150 117639 6408 9880 111933 5686 15190 3893 59367 223712 68794 237612 62476 107738 38770 18397 169319 27594 18705 126048 15830 31309 10730 0 32176 21076 5308 40011 0 9987 0 30707 277784 1943767 277239 277784 1943767 277239
229230 1837840 236690 435541 229230 1837840 236690 435541
114756 114756
Votos totales por partido 1957083 17412 248990 93148 57881 173746 21136 31915 3315 13133 273107 140564 66647 37591 21946 44758 53500 461530 279779 798469 417932 108558 30707 5352847 5352847
Porcentaje general 36,56 0,32 4,65 1,74 1 3,2 0,4 0,59 0,06 0,2 5,1 2,6 1,24 0,7 0,4 0,8 0,9 8,6 5,2 15 7,8 2 0,6 99,66%
Elaboración propia en base a datos disponibles de la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires (2012)
124 | P á g i n a
Tabla 17
Legislación electoral municipal Provincia de Buenos Aires Poder Ejecutivo Documentos composición
Constitución
unipersonal (Art. 190)
elección
atribuidas por la constitución a la ley (Art 191)
Ley orgánica de Municipalidades de la Provincia de Buenos Aires (Decreto-ley 6769/1958) y modificatorias
Directa. En el mismo acto en que se elijan los senadores y diputados (Art. 4)
Ley electoral. Nº 5109 y modificatorias
elegido directamente por el pueblo por simple mayoría de votos (Art. 117)
Concejo Deliberante duración de los mandato
no fija
reelección indefinida (Art. 3)
composición
elección
Colegiado. No Renovable por podrán ser menos de mitades cada dos seis ni más de años. En simultaneo veinticuatro, de con las elecciones a acuerdo a cantidad diputados y de habitantes (Art. senadores 190) provinciales (Art. 190) Fija cantidad de concejales según cantidad de habitantes, cuyo máximo es de 24 concejales para municipios de más de 200 mil habitantes (Art. 2). Tal es el caso de Morón
Directa. En el mismo acto en que se elijan los senadores y diputados (Art. 4)
duración de los mandatos
distribución de bancas
poderes para sancionar al intendente
Cuatro años.
Fija principio de proporcionalidad y deja a la ley electoral determinar el mecanismo (Art. 60) Suspensión del intendente en funciones; conformación de comisiones investigadores de delitos contra el patrimonio público; destitución. Para esto último se necesita una mayoría especial de dos terceras partes de los miembros del concejo (Art. 247 a 253)
reelección indefinida (Art. 3)
sistema proporcional con coeficiente electoral (sistema proporcional del mayor resto)
Elaboración propia (2012) en base a legislación electoral disponible en la Junta Electoral de la Provincia de Buenos Aires.
125 | P á g i n a
Tabla 18
Documentos de información pública seleccionada (Noticias periodísticas y comunicados partidarios) Fecha
1997
1998
tema
Fuente
22 de agosto
Pcial. campaña Alianza (lanzamiento)
http://edant.clarin.com/diario/1997/08/ 22/t-01501h.htm
27 de octubre
Pcial. triunfo de Alianza
http://edant.clarin.com/diario/1997/10/ 27/t-00201a.htm
27 de octubre
Pcial. derrota del PJ
http://edant.clarin.com/diario/1997/10/ 27/t-01101a.htm
29 de octubre
Pcial. interna PJ
http://edant.clarin.com/diario/1997/10/ 29/t-02001d.htm
12 de noviembre
Morón. Conflicto plan cloacal del oeste
http://www.lanacion.com.ar/80595violencia-en-moron-por-la-aprobacionde-un-plan-cloacal
21 de septiembre
Ncional. Campaña PJ
http://edant.clarin.com/diario/1997/09/ 21/t-01402d.htm
29 de noviembre
Morón. Conflicto plan cloacal del oeste
http://edant.clarin.com/diario/97/11/29 /e-05801d.htm
11 de mayor
Pcial. interna PJ
http://edant.clarin.com/diario/1998/05/ 11/t-00801d.htm
26 de mayor
Pcial. interna PJ
http://edant.clarin.com/diario/1998/05/ 26/t-01301d.htm
Agosto
Morón. Juicio a Rousselot
http://www.starbacks.ca/Athens/3107/r ouse.htm
23 de octubre
Morón. Juicio a Rousselot
28 de octubre
Morón. Juicio a Rousselot
24 de diciembre
Morón. Juicio a Rousselot
24 de diciembre
Morón. Juicio a Rousselot
29 de octubre
Morón. Juicio a Rousselot. Comunicado UCR Prov. Bs As
10 de mayo
Pcial. PJ bonaerense
http://www.lanacion.com.ar/137900aplastante-triunfo-de-los-duhaldistaspara-las-intendencias
18 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
http://www.lanacion.com.ar/131619rousselot-se-va-pero-las-acusacionessiguen
1999
http://www.pagina12.com.ar/1998/9810/98-10-23/pag18.htm http://www.lanacion.com.ar/115815suspenderian-hoy-a-rousselot http://www.lanacion.com.ar/122529volvieron-a-suspender-a-rousselot-enmoron http://edant.clarin.com/diario/1998/12/ 24/e-03401d.htm http://ucr.org.ar/notas/noticias/repudioal-proceder-de-ediles-radicales-demoron
126 | P á g i n a
2000
2001
2002
http://edant.clarin.com/diario/1999/03/ 17/t-01001d.htm
17 de marzo
Candidatura de Ruckauf
19 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
20 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
23 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
http://www.lanacion.com.ar/132253rousselot-podria-ser-candidato
23 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
http://edant.clarin.com/diario/1999/03/ 23/t-00701d.htm
25 de marzo
Morón. Juicio Rousselot
http://edant.clarin.com/diario/1999/03/ 25/t-01401d.htm
26 de marzo
Morón. Juicio a Rousselot
3 de abril
Morón. Juicio a Rousselot
http://edant.clarin.com/diario/1999/03/ 26/t-01001d.htm http://www.lanacion.com.ar/133569nadie-atiende-a-los-vecinos-de-moron
10 de abril
Morón. Juicio a Rousselot
15 de abril
Morón. Juicio a Rousselot
30 de abril
Morón. Juicio a Rousselot
25 de octubre
Nacional. Triunfo de De La Rua
http://edant.clarin.com/diario/1999/10/ 25/t-00401h.htm
25 de octubre
Nacional.Triunfo de Ruckauf
http://edant.clarin.com/diario/1999/10/ 25/t-03201h.htm
26 de octubre
Pcial. Triunfo del PJ
26 de octubre
Pcial. eleccion en conurbano
http://www.pagina12.com.ar/1999/9910/99-10-26/pag09.htm http://edant.clarin.com/diario/1999/10/ 26/t-00801d.htm
15 de noviembre
Morón. entrevista a Sabbatella
http://www.pagina12.com.ar/1999/9911/99-11-15/pag12.htm
21 de septiembre
Morón. Condena a Rousselot
7 de octubre
Nacional. renuncia de Chacho Alvarez
http://edant.clarin.com/diario/2000/09/ 21/s-04601.htm http://edant.clarin.com/diario/2000/10/ 07/p-00315.htm
5 de enero
Destitución intendente Lomas de Zamora
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpa is/1-486-2002-01-05.html
11 de enero
Destitución intendente Lomas de Zamora
8 de diciembre
Destitución intendente Lomas de Zamora
1 de junio
nota sobre políticas de transparencia en Morón en Wall Stret Journal (traducida)
http://edant.clarin.com/diario/1999/03/ 19/e-04010d.htm http://www.lanacion.com.ar/131875-elarresto-de-rousselot-ahondo-la-crisisdel-pj
http://www.lanacion.com.ar/134394rousselot-fue-liberado-y-no-quisohablar-sobre-duhalde http://edant.clarin.com/diario/1999/04/ 15/t-00602d.htm http://www.lanacion.com.ar/136771para-rousselot-hay-una-mafia-judicial
http://www.lanacion.com.ar/365775reponen-a-di-dio-como-intendente-delomas-de-zamora http://www.lanacion.com.ar/456905abandonaron-sus-cargos-29-intendentesen-un-ano
http://www.nuevomoron.org.ar/interior es/prensa/wall.htm
127 | P á g i n a
2003
23 de septiembre
Elecciones Morón
21 de septiembre
Elecciones Morón
http://edant.clarin.com/diario/2003/09/ 12/p-01701.htm http://edant.clarin.com/diario/2003/09/ 21/p-01601.htm
S/D
campaña Nuevo Morón
http://www.nuevomoron.org.ar/interior es/prensa/rouss.htm
S/D
campaña Nuevo Morón
http://www.nuevomoron.org.ar/interior es/prensa/lista.htm
S/D
campaña Nuevo Morón
S/D
triunfo de Nuevo Morón
21 de septiembre
elecciones conurbano
http://www.nuevomoron.org.ar/interior es/prensa/delia.htm http://www.nuevomoron.org.ar/triunfo. htm http://edant.clarin.com/diario/2003/09/ 21/p-01601.htm
128 | P á g i n a
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