Sentimientos y emociones guían las acciones

Las emociones constituyen la historia tanto como las conquistas, las revoluciones, las derrotas… son el detonante más potente de todos los acontecimientos, son el porqué de todas las causas y las causas de todas las consecuencias. Por amor se unieron los Reyes Católicos, por resentimiento comenzó la Segunda Guerra Mundial, por celos Juana se volvió loca, por miedo se creó la censura y por inquietud se avanzó en el conocimiento científico.
Aun así sigo oyendo: a veces hay que dejar los sentimientos a un lado, pero ¿cómo es posible hacer eso? La vida es sentimiento, no lo podemos evitar, cuando pensamos estamos sintiendo, cuando hablamos nuestras palabras transmiten sentimiento, ¿cómo íbamos a dejar fuera de juego algo que llevamos dentro, algo que nos constituye?
Aun así sigo viendo gente frustrada, desilusionada con la vida, simplemente por seguir a la masa y abandonar sus sueños. Cada persona elige el sentido que su vida toma, y la clave está en el sentimiento que le pongas a tu vida, tu ilusión, las buenas expectativas, el amor. ¿Influyen los factores externos? Claro que influyen, tal y como tú quieras que influyan en tu vida, los actos simplemente son actos, su importancia está en la emoción que cada persona ponga en ellos. Y los sentimientos no están valorados como lo que son, algo esencial, sino como un complemento que la mayoría de veces nos lleva por el mal camino, pero sin duda, al mundo venimos a aprender, y cuando nos equivocamos es para aprender del error, y si nos volvemos a equivocar es porque no aprendimos la primera vez. La gente que se cierra al amor después de una ruptura se está cerrando a la oportunidad de sentir. No significa que por dejarte llevar una vez por los sentimientos y que no salga como se esperaba, siempre vaya a salir mal. Aprendemos de la primera caída, nos levantamos y procuramos que no haya una segunda, pero no dejamos de andar. Sentir dolor, temor, odio, es algo común, tenemos que sentirlo para poder apreciar el amor, la felicidad, la seguridad. En el caso de que siempre sintiéramos estas últimas no las apreciaríamos tal y como lo hacemos. Todo el mundo quiere ser feliz, sentirse realizado, pero eso conlleva mucho trabajo, y es un trabajo que se basa en la motivación intrínseca. Valorar los sentimientos y sacar todo lo bueno y positivo de cada acción. Valorar los sentimientos; de ahí es de donde debemos partir, valorar la felicidad, y así buscarla en cada ocasión.
Y aun así sigo viendo que a la gente que fácilmente se emociona se le llama sensible, ¿pero no es eso algo bueno? Significa que sientes, que valoras la vida, que te emocionas, y en cambio da vergüenza emocionarse en público ¿no es así? Nos tapamos la cara o nos retiramos para que nadie nos vea, pero lo verdaderamente triste es no emocionarse, no sentir nada, ser pasivo ante la vida; A estos se les llama sosos, igual que a la comida sin sabor, igual que a una pared blanca o una camisa sin estampado. Y claro, es mejor ser pasivo que emocionarse y sentir, porque los pasivos pasan desapercibidos. Pero no venimos al mundo para pasar desapercibidos, venimos para hacernos notar, para sentir, para emocionarnos con cada cosa que pase por nuestra vida y al principio lo hacemos, cuando somos niños, que nada de lo que piense la gente nos importa, sentimos, disfrutamos de las pequeñas cosas y nos emocionamos con todo lo que vemos como si fuera la primera y la última vez. Nunca me cansaré de ver la emoción de los niños al ver o al hacer pompas de jabón, simples pompas de jabón, ¿y si cierras los ojos y cuando los vuelvas a abrir tu pompa ya no está? ¿No te culparías por no haber disfrutado de ella? No dejemos que nuestra vida sea esa pompa de jabón, aprovecha cada oportunidad para emocionarte, para disfrutar, para sentir. LETICIA SÁNCHEZ CASATEJADA.