Selfie for ever: la edad de oro de la egolatría

Las cualidades que poseen los dispositivos móviles han contribuido a fomentar la moda del autorretrato. Estas actitudes suponen nuevas formas de contemplar situaciones y compartirlas, por el hecho de recrear acontecimientos, no sólo como elemento de recuerdo sino como actividad para ser comentada a través de las redes. El papel de la fotografía en el siglo XXI ha cambiado no sólo como soporte tecnológico sino como función social. El concepto de registro obedece a una nueva retórica en el que la estética co-mienza a persuadirse a favor del propio acontecimiento. Todo ello lleva a refle-xionar sobre cómo se mediatizan los acontecimientos, cuál es el valor que presenta la imagen fotográfica y cómo la manipulación y descarte de imágenes determina una elección personal de extenuación. El presente texto trata de reflexionar sobre los cambios que están suce-diendo en las manifestaciones de la vida cotidiana en la auto-representación de la persona, a través de los dispositivos fotográficos que ya son, tal como predijo Marshall McLuhan (1996), extensiones del propio cuerpo. Por otra parte, se trata de establecer cómo en determinadas épocas se estipula cierta jerarquía de la visión y cómo, a su vez, comienzan a ejercerse nuevos criterios estéticos en la concepción de la imagen que pueden encuadrarse dentro de lo que se denomina " estética eudemonológica " , término acuñado por el pensa-dor Schopenhauer (2007) para describir el estudio de la vida feliz de las per-sonas. El siguiente texto no pretende buscar un objetivo preciso sino exponer una serie de principios reflexivos que sirvan como variables a futuras investigaciones y análisis más delimitados, retomando algunos elementos clave de la teoría de la comunicación y de la representación audiovisual.