\"Sapientia, uxor perfecta. Fidelitas en la portineria del Real Colegio de España\" Congreso internacional Domus hispanica: el Real Colegio de España en la Historia del Arte. Real Colegio de España.

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Descripción

  II Congreso Internacional de Historia del Arte y Arqueología Domus hispanica: el Real Colegio de España en la Historia del Arte 21 de abril del 2015 / Sesión de tarde Real Colegio de España, Bolonia

SAPIENTIA, UXOR PERFECTA

Fidelitas en la portineria del Real Colegio de España Laura María Palacios Méndez

     

Becaria FPU, Departamento de Historia del Arte II (Moderno) - UCM

(Lám. 1) Buenas tardes a todos. Antes de nada querría agradecer al comité científico que invitado a participar en el presente congreso sobre el Real Colegio de España en la Historia del Arte, y especialmente al Dr. Manuel Parada que, conociendo el asunto de la tesis que estoy desarrollando en la actualidad, me dio a conocer los frescos que nos dan la bienvenida a esta institución en su portería y que son el objeto de esta ponencia. De él son además las fotos de los frescos que hoy les muestro. (Lám. 2) En el comienzo del siglo XVI muchos son los colegios mayores en Bolonia, y muchos los que se fundan nuevos, pero entre todos ellos destacó el Real Colegio de España1 que quiso en estos años evidenciar su prestigio y ser digno ejemplo del auge hispano que supuso la gestación y desarrollo del Imperio carolino. Dentro de su interés por manifestar su grandeza y poder, se llevaron a cabo unos programas de reformas que, manteniendo el complejo arquitectónico de la domus trecentesca, tuvieron por objeto actualizar su aspecto; reformas necesarias por otra parte tras los grandes daños sufridos en 1511 por la ocupación de las tropas francesas2. Es en este contexto en el que se configuró la actual portería del Colegio de España. (Lám. 3) Los frescos que aquí se encuentran se realizarían hacia 1530, como apuntó el Dr. Álvaro Pascual3, sin embargo no creo que fuera meramente para embellecer el edificio para recibir a Carlos V a propósito de su doble coronación, sino para disuadirle para obtener privilegios aprovechando su estancia. Como apreció el Dr. Parada cabe la posibilidad de que la portería no fuese realizada con tal uso en su origen, sino que pudo haberse configurado como una entrada como correspondería a un espacio cubierto con una singular bóveda de cañón perpendicular al cortile que le dota de marcada direccionalidad y pompa. Esta hipótesis encajaría perfectamente con la idea de hacer un programa iconográfico (Lám. 4) donde se materializase un estrecho vínculo de la institución con el monarca, del cual si bien no obtuvieron ningún privilegio especial frente a los colegios mayores de la península, sí venían a reivindicar cómo era el único espacio hispano dentro de los Estados Pontificios desde el que se defenderían los intereses de la monarquía, un espacio de colaboración con el Papa, un centro en el que se formaría una élite que nutriría las filas de su burocracia4. Así, según entrara el colegial (Lám. 5), encontraría dentro de un águila bicéfala el busto de Carlos V tal como lo recordaba en su reciente estancia para la coronación -como dijo el Dr. Pascual5- y en un lado el busto de perfil con un casco que debió ser memorable y que llevó el monarca hasta las puertas de la ciudad el

                                                                                                                1 Sobre los colegios mayores de Bologna: SORBELLI, Albano, Storia della Università di Bologna. Il Medioevo (Secc. XI-XV), v. I, Nicola Zanichelli Editore, Bologna, 1940, pp. 225-228. 2 GONZÁLEZ-VARAS, Ignacio, Dietro il muro del Collegio di Spagna, CLUEB, Bolonia, 1998, pp. 73-78, 81-95. Esta monografía constituye el principal estudio realizado hasta la actualidad sobre el Real Colegio de España de Bolonia. 3 PASCUAL, Álvaro, “Jasón, Medea, la historia de los Argonautas y los frescos del Real Colegio de España en Bolonia”, en MÍNGUEZ, Víctor, RODRÍGUEZ, Inmaculada (coords.), Visiones de pasión y perversidad, Fernando Villaverde Ediciones, Madrid, 2014, pp. 31-32. Este artículo constituye la primera publicación que trata sobre los frescos de la portineria. 4 Sobre la política desarrollada por el colegio en el albor del Imperio carolino véase nota 2. 5 PASCUAL 2014, p. 31.

 

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  día de su entrada, el 5 de noviembre de 1529, con un águila por cimera6. Al otro lado estaría (Lám. 6) Gil de Albornoz, el fundador al que debía reconocimiento incondicional y eterno y que además en este momento, tras la biografía que hizo Sepúlveda, reforzaría el discurso imperial al ser considerado un ejemplo y un precedente de la presencia hegemónica de España en Italia7. Junto a él, el rector, velando siempre por el desarrollo de su institución y el cumplimiento de los estatutos. (Lám. 7) De este modo el colegial al entrar recordaría siempre que gracias a Gil de Albornoz tuvo acceso a los estudios superiores que le permitirían entrar en la selecta red de profesionales al servicio de su emperador; ambas figuras como una suerte de alfa y omega de su recorrido universitario. Sin embargo la figura principal que funde y nutre el discurso de la portería es aquella que une estos retratos (Lám. 8). Como podemos ver se trata de una bella figura femenina que porta una serie de atributos y que, por si no la reconocíamos, viene acompañada de una filacteria y de un libro abierto que nos esclarece su identidad. Los principales elementos que determinan a esta figura son (Lám. 9) que lleva un cetro, el libro y se encuentra sobre las nubes; unos elementos que nos llevan directamente a la Consolación de la Filosofía de Boecio, texto muy tratado en los Studia y con numerosas ediciones (de hecho en la biblioteca del colegio hay un ejemplar de 1497). Lamentándose en la cárcel se le aparece una mujer que, entre otras cosas, (Lám. 10) “traía en su diestra mano unos libros; su mano izquierda empuñaba un cetro”8, y en seguida la reconoció (Lám. 11) “vi que no era otra sino mi antigua nodriza, la que desde mi juventud me había recibido en su casa, la misma Filosofía”9 y sin dudarlo le preguntó (Lám. 12)“¿Y cómo… has abandonado las alturas donde moras en el cielo, para venir a esta soledad de mi destierro?”10. Era una iconografía común (Lám. 13) que ya citó Mâle11 con los ejemplos de las catedrales Laon y Sens, aunque además hay múltiples ejemplos de manuscritos iluminados y un singular grabado de 1504 de la escuela de Durero para el libro de Conrad Celtis Quatuor libri amorum. (Lám. 14) ¿Entonces si era una iconografía tan conocida por qué necesita más elementos e incluso una filacteria? Porque probablemente no nos encontremos sencillamente ante la Filosofía. Así pues continuemos. Recopilando (Lám. 15), tenemos una dama que lleva un vestido rojo ceñido con un cinturón y un seno que no sólo está descubierto sino que además por si no nos hemos dado cuenta lo señala, y los textos de la filacteria y el libro. Los dos primeros puntos son los que conciernen a la tesis que realizo en la actualidad y los que llamaron la atención del Dr. Parada para darme a conocer el conjunto, se trata de dos elementos que son propios de la iconografía de la verdadera amiga, que en este tiempo es sinónimo (al menos ideal) de la Esposa. Sin querer entrar en demasiados pormenores baste para demostrar esta identificación con las siguientes palabras de Francesco Barbaro de 1416 (Lám. 16) “Regresamos ahora al amor y caridad que debe existir entre el marido y la esposa, cuya grandísima dignidad e inmensa eficacia (como demuestran muchos doctísimos hombres) expresa y representa la imagen de la verdadera amistad”12 o de Alberti poco después (Lám. 17) “puede el amor entre la esposa y el marido considerarse grandísimo…y tal unión se dice ser la verdadera amistad. No me extiendo en detallar cuanta utilidad se extrae de esta amistad conyugal”13. Su digamos traducción pictórica nos la brinda Ripa en su descripción de la Amistad (Lám . 18) “Mujer vestida de blanco, aunque con sencillez; mostrará un poco el hombro izquierdo, junto con el pecho desnudo. Con la diestra señalará su corazón…llevando en la cabeza una corona de mirto y flores... con el pelo suelto. Lleva bajo el brazo izquierdo un blanco perrillo, abrazándolo estrechamente, y en la diestra mano un ramo de flores”14, elementos que si bien no encontramos todos en una sola imagen de una

                                                                                                                6  CADENAS

Y VICENT, Vicente de, Doble coronación de Carlos V en Bolonia, 22-24/II/1530, Hidalguia, Madrid, 1985, p. 99.

 GONZÁLEZ-VARAS 1998, p. 81.

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BOECIO, Anicio Manlio Severino, Consolación de la Filosofía, Libro I, I, 25.

 BOECIO, Anicio Manlio Severino, Consolación de la Filosofía, Libro I, III, 4-6.  

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BOECIO, Anicio Manlio Severino, Consolación de la Filosofía, Libro I, III, 6-8. MÂLE, Émile, The Gotic Image. Religious Art in France of the Thirteenth Century, Harper & Brothers Publishers, New York, 1958 (1ª ed. francés 1913), pp. 90-93. 12 BARBARO, Francesco, Prudentisimi et graue documenti circa la elettion della moglie, Gabriel Giolito, Venezia, 1548 (1ª ed. latín 1416), f. 39r. 13 ALBERTI, Leon Battista, (ROMANO, Ruggiero ed.), I libri della famiglia, Einaudi, Torino, 1994 (escritos en 1433-1434, 1440), p. 93. 14 RIPA, Cesare, Iconología, v. I, Akal, Madrid, 2007 (ed. 1613 Siena / 1ª ed. 1593), pp. 84-86. 11

 

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  recién desposada15, si que encontraremos todos si cotejamos algunos de estos cuadros. Se trata de una serie de atributos que definen a la novia como una mujer preparada para el matrimonio, no sólo como madre sino también como amada, como amiga. Del mismo modo que en el retrato masculino que haría pareja, se muestra a ambos contrayentes como personas llenas de virtud (cada uno siguiendo las directrices sociales impuestas sobre su género) ya que, según Aristóteles en su Ética a Nicómaco, la amistad sólo es posible entre personas virtuosas16. En nuestro caso el elemento que delata el contexto marital es ese pecho descubierto señalado, como señaló Verheyen17, algo usual en esta iconografía en el primer tercio del siglo XVI a lo que habría que añadir que posteriormente se asentará en la retratística sólo con la mano sobre el pecho señalando el corazón con esa postura que destaca el número dos, de la unión (Láms. 19 y 20). Se trata de un gesto que tienen estas imágenes en común con el contexto sacro (Lám. 21) ya que es símbolo de lealtad, en el primer caso hacia el marido y en el segundo hacia Dios, aunque también se puede entender dentro del ámbito político del vasallaje. Este hecho hace que resulte muy interesante que (Lám. 22) en la actual portería del Colegio de España esta figura que estamos analizando una la institución con Carlos V, pues además de todo lo que significa por sí misma incide en el vínculo de fidelitas que quiere resaltar y aumentar el colegio con el emperador, tanto hacia él como hacia todo visitante y colegial les está mostrando el pilar de su política. Volviendo al análisis de este gesto, a lo largo del siglo XVI incluso será muy común que se reduzca sólo a la indicación del dos (Láms. 23 y 24), sin necesidad de señalar el pecho. Por otro lado nos queda el vestido rojo ceñido con el cinturón, que era el típico atuendo de la novia y que encontramos de forma común en cuadros no sólo de novias sino de madres de familia, (Lám. 25) un color que hace directa referencia a uno de los pilares del matrimonio: la caridad. (Lám. 26) Tras exponer la dualidad iconográfica de esta imagen que se mueve entre la Filosofía y la Esposa virtuosa, se estarán preguntando si al final les voy a decir quién es esta señora. Bueno como era de esperar la clave que nos revela su identidad y que vincula estos dos campos, son los textos que la acompañan (Lám. 27): “Yo la amé y la busqué desde mi juventud” del Libro de la Sabiduría 8, 2, a ésta misma se refiere Salomón tras haberla presentado en el capítulo 7 y continuaría (Lám. 28) “traté de tomarla por esposa y me enamoré de su hermosura.”. A lo que ella le responde con el texto de su libro (Láms. 29 y 30) “Yo amo a los que me aman y los que me buscan ardientemente, me encontrarán” en este caso la fuente es Proverbios 8, 17. Ambos capítulos completos conforman una maravillosa simbiosis en la que en primer lugar tendríamos la declaración de amor del filósofo, es decir, del amante de la sabiduría, en la que describe a su amada en cuya amistad se encuentra el gozo honesto. La respuesta estaría en los Proverbios donde la misma Sabiduría se describe y declara su correspondencia siempre que el amor sea sincero. De este modo lo que en un principio parecían dos campos diversos, el saber y el matrimonio, podemos comprobar cómo tradicionalmente estaban fundidos en una única realidad que el colegial verá claramente ante sus ojos con símbolos de la cultura visual del momento, con un fresco donde se le exhorta a no buscar en estos años de juventud a otra mujer que a la Sabiduría. En este punto, es interesante comprobar (Lám. 31) cómo la escalera que vimos en las representaciones de la Filosofía para subir a alcanzarla en este caso no está, y es porque por encima de las Arte Liberales que encarnan cada escalón, el origen y medio que garantiza el éxito en este camino es el amor, el desear ardientemente alcanzarla, y ¿qué mayor amor que aquél que une a los amantes-esposos, a los amigos? Así que ya tenemos el nombre de la dama en cuestión (Lám. 32), Sapientia, uxor perfecta ¿pero quién es la

                                                                                                                15 Sobre la consideración de que este tipo de cuadros muestran a recién desposadas son fundamentales las siguientes publicaciones, sobre las cuales he fundamentado mis investigaciones: VERHEYEN, Egon, “Der sinngehalt von Giorgiones »Laura«”, Pantheon, Munich, (mayo-junio 1968) III, pp. 220-227; POZZOLO, Enrico Maria dal, “Il lauro di Laura e delle «maritate venetiane»”, Mitteilungen des Kunsthistorischen Institutes in Florenz, 1993 (XXXVII) 2/3, pp. 257-292; GENTILI, Augusto, “Amore e amorose persone: tra miti ovidiani, allegorie musicali, celebrazioni matrimoniali”, Amor Sacro e Amor Profano, Electa, Milano, 1995, pp. 82105. 16 “Pero la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud… de manera que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es algo estable… es evidente que sólo los buenos pueden ser amigos por sí mismos, pues los malos no se complacen en sí mismos, a menos que surja algún provecho” (ARISTÓTELES, (ed. PALLÍ, Julio, Ética a Nicómaco, Gredos, Libro VIII1156b-1157a, pp. 221-223). En general el estagirita trata sobre la Amistad en: ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, Libros VIII y IX. 17 VERHEYEN 1968, p. 223.

 

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  Sabiduría? ¿y por qué no podemos llamarla Filosofía o Ciencia?. Vayamos por partes, en el contexto cristiano que nos encontramos debemos recordar que con san Agustín la idea estoica de Cicerón en sus Oficios de que la sabiduría es la ciencia de las cosas divinas y humanas, se reduce a que la sabiduría es el conocimiento de las cosas divinas; mientras que la ciencia sería el conocimiento de las cosas creadas18. Pero ya que según la primera carta a los Corintios de Pablo Dios había hecho ignorancia el conocimiento de este mundo, sólo alguien podía ser sabio a través del conocimiento del sumum bonum 19, de Dios, lo cual sólo era posible a través de la iluminación/revelación divina y llevaba al hombre a la felicidad, un regalo de la gracia20. Uno se convierte en sabio no por ninguna luz natural sino por una iluminada participación de la luz divina. Con Alejandro de Hales, en su Suma teológica, pasaríamos a que hay una ciencia cuyo objeto es la Primera Causa llamada sapientia; y otra centrada sólo en las causas creadas que debe ser llamada scientia21. Pero, en esta recuperación de la Metafísica de Aristóteles, sería Aquino quien establecería que si bien el conocimiento de Dios es la sabiduría, ésta bien puede alcanzarse por revelación, la teología, o a través de la razón humana, la metafísica. Aunque el conocimiento de los teólogos es más noble y más extenso, pues nos enseña cosas de Dios que no pueden ser conocidas por nadie más que Dios mismo22. La Metafísica, la sabiduría humana, se centraría en conocer a Dios como primera causa a través de sus criaturas con la razón, de tal modo que llevaría a la perfección intelectual dirigiéndola hacia el conocimiento de la verdad. Su función es un juicio “perfecto y universal” de todas las ciencias menores23 y en este grado la encontramos (Lám. 33), bajo la apariencia de la Filosofía según Boecio, como señora de todas las Artes Liberales. No es extraño que se encarne en la Filosofía ya que ese conocimiento era el que se impartiría en el arte homónima dentro de la Universitas artistarum, de hecho la Filosofía se impartió desde antiguo en Bologna y en el siglo XV experimentó, junto al resto de los estudios de artes frente a los de derecho, un mayor reconocimiento, honor, que se tradujo en unas enseñanzas más profundas y de mayor duración. Un arte que estaba intrínsecamente unido de hecho a la Medicina, hasta el punto que los estudiantes pasaban de una cátedra a la otra, y finalmente se doctoraban «en medicina y filosofía». Si bien el siglo XVI sería el punto de partida de un desarrollo mucho mayor de los estudios de medicina, matemáticas y de las ciencias naturales, en el caso concreto de la filosofía, contando con la excepción que supuso el gran Pietro Pomponazzi, su sucesor desde 1528 Boccadiferro centró su lectura en textos de la física de Aristóteles y la medicina24. Teniendo en cuenta por tanto el contenido de estos estudios y que los doctores del Colegio de España lo serían de Teología y Derecho, no considero que podamos decir que estamos particularmente ante la Filosofía. ¿ Y qué le falta a ésta para ser Sabiduría? Si bien el concepto de Sabiduría regresó fuertemente con Nicolás de Cusa a las consideraciones de san Agustín -manteniendo que la sabiduría es Cristo y por tanto la sabiduría es para el hombre el conocimiento limitado del Propio Cristo, de tal modo que el hombre finito es sabio en la medida que puede saber y amar una forma infinita25-, el cambio clave que nos acerca hacia nuestra Sapientia, uxor perfecta, es el cambio que se origina en los escritos de Petrarca (Lám. 34): la activa humildad. El mismo aretino diría “Una cosa es hablar sabiamente, otra muy distinta vivir sabiamente; una cosa es llamarse a uno mismo sabio, otra ser realmente un hombre sabio”, es decir, la búsqueda de la sabiduría es inseparable de la virtud y de este modo la sabiduría se convierte en cívica, y no solitaria, está más preocupada en la acción virtuosa que en el conocimiento de la verdad26. Así lo continuarán figuras como Coluccio Salutati y Leonardo Bruni, pero en este contexto cabe destacar particularmente por la cercanía de su obra al fresco que nos atañe, al valenciano Juan Luis Vives (Lám. 35) con su Introducción a la Sabiduría publicado en

                                                                                                               

RICE, Eugene F., The Renaissance Idea of Wisdom, Greenwood Press, Westport, 1973 (1ª ed. 1958), pp.4-5. I Corintios, I, 19-24. En: RICE 1973 (1958), p. 3. 20 Ibidem, p. 5. 21 Ibidem, p. 15. 22 Ibidem, p. 16. 23 Ibidem, p. 17. 24 SORBELLI 1940, pp. 237-243; SIMEONI, Luigi, Storia della Università di Bologna. La Etá Moderna (1500-1888), v. II, Nicola Zanichelli Editore, Bologna, 1940, pp. 33-34, pp. 55-58 25 RICE 1973 (1958), pp. 19-27. 26 Ibidem, pp. 30-35. 18 19

 

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  en latín por primera vez en 152427. Este maravilloso texto nos explica cómo el hombre es cuerpo y ánimo, el cuerpo debe ser esclavo del ánimo, y éste por su parte se divide en una parte inferior que tenemos en común con las bestias y que es la que atañe a las pasiones (como la envidia, la ira, la congoja…). La parte superior del alma es la Mente o Entendimiento, que es la parte del ser humano que le semeja a Dios y se divide en razón, juicio, ingenio y voluntad. Su desarrollo es el ascenso hacia la Sabiduría. Por su parte el Ingenio es el vehículo para el conocimiento de las cosas y su utilidad, es decir de la scientia. A través del verdadero estudio (en el que se aunarían todos) de esta ciencia, se llega a “el premio dellos”28: la filosofía. Ésta, sirviéndose de la ciencia conocida por el ingenio, es capaz de sofocar las pasiones del ánimo y permitir al hombre (frente a las bestias) actuar moralmente. Calmadas las pasiones el hombre es libre de las cosas terrenales y puede centrarse en el desarrollo de la parte superior del alma, la Mente y por tanto en que “seamos semejantes a Dios y a los angeles”29. Ese es el camino hacia la Sabiduría, un camino que no se puede acabar en esta vida pero que le da sentido a ésta, de tal modo que el camino es el fin en sí mismo del hombre y lo que le convierte en hombre como tal. Se trata de la vía de la virtud que se avanza siguiendo el ejemplo de vida virtuosa de Cristo, que es al mismo tiempo la Sabiduría y el medio para alcanzarla, la única forma de ser felices. (Lám. 36) Esta es la figura ante la que nos encontramos, una imagen cuyo mayor semejante es el dibujo de Botticelli del Canto XXX del Purgatorio, en el que tras el anuncio (Lám. 37) "Veni, sponsa, de Libano"30, (Lám. 38) aparece Beatrice, con su cetro y su libro, rodeada de las Virtudes, de las que es señora, y los santos, aquellos que antes la alcanzaron. De este modo en la cumbre de la montaña del Purgatorio, en el acceso al Paraíso, tras el tan edificante como duro ascenso de Dante hacia la Sabiduría, la alcanza, (Lám. 39) alcanza a su ferviente amada. (Lám. 40) Sin embargo esto sólo es Comedia, la más bella forma de experimentar cómo buscar la sabiduría que es en definitiva ser congruente con la propia definición del hombre, que no es sino cumplir con el fin para el que fue creado por Dios. Aun con todo hay que ser conscientes de que Dios no es concebible para la Mente humana. No se puede alcanzar Su conocimiento pleno, sólo caminar hacia él. No podemos ser sabios, sólo amantes de la Sabiduría.

 

                                                                                                                27 Se trata de una obra clave y de gran interés, en el siguiente párrafo resumo la información dada en: VIVES, Juan Luis (ASTUDILLO, Diego, trad. castellano), Introduction a la Sabidvria, Amberes, Casa de Juan Steelsio, 1551, ff. 1-37. 28 Ibidem, f. 21v. 29 Ibidem, f. 22v. 30 Cantar de los Cantares, 4, 8; y ALIGHIERI, Dante, “Purgatorio”, Comedia, escrito entre 1301-1321, Canto XXX, 11.

 

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