Salvador Ávila: el Cacique de Merchán

October 17, 2017 | Autor: J. Cardenas-Herrera | Categoría: Educación
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Descripción

SALVADOR ÁVILA: EL CACIQUE DE MERCHAN
(In Memoriam)

Por: John Jairo Cárdenas, Michael Ávila, Armando Cárdenas y Andrés Cárdenas

El pasado fin de semana, en el municipio de Sutamarchán (Boyacá) amigos y familiares despedimos a Salvador Ávila, nuestro hermano, pero no sólo lo despedimos a él sino a todos los personajes que representó a lo largo de toda su vida: El maestro Michael, El Cacique Ramayá, José Reinaldo el Llanero, El Gitano de la Suerte, Parmenio y Agripina, Joao Santos do Brasil, Salvador Infante, El Gaucho y Zacarías Amon Ra, por señalar solo los más recordados. Cada personaje se inspiró en una región, unas costumbres y una tradición diferente, tanto del país: indígenas, llanera, boyacense, paisa, costeña; como fuera del país: brasilera, gitana, argentina. Representados con diversos atuendos, dialectos e implementos que nos hacían vivir cada personaje efecto necesario de la inagotable creatividad que Salvador mostró a lo largo de toda su vida.

Tenía 14 años cuando llegó a la fría Bogotá, un sutano que no estaba acostumbrado a la vida urbana, eran los años 70 y en la calles desfilaban hippies con pelos largos y jóvenes que hablaban de revolución, quizás este ambiente nuevo enriqueció su espíritu libertario, emprendedor, visionario, independiente, creativo y lo marcaría para toda la vida en la búsqueda de ser un individuo libre con sensibilidad por lo popular.

Salvador tuvo la capacidad de aprender como muy pocos y en las duras calles bogotanas pondría a prueba el conocimiento adquirido en su niñez por sus abuelos Anadelina y Arturo e iniciaría un trabajo artístico de producción de barcos construidos en improvisados talleres callejeros en pleno centro de Bogotá y mientras los construía le enseñaba a la gente los componentes de un barco de vela: popa, proa, quilla, mástil, timón, casco, entre otros; más la historia misma del barco que se inspiraba en la historias de la Niña, la Pinta y la Santa María en los que llegó Colón a estas tierras; Salvador sin duda alguna fue no sólo uno de los pioneros de las ventas callejeras en Bogotá sino de una forma particular de hacerlo en donde la publicidad popular aparecía como la estrategia para llamar la atención del transeúnte a través de historias de los productos vendidos y de todo un arsenal de argumentos para que el ciudadano del común parara un momento y se interesara por aquél personaje, de vestimenta excéntrica, que ofrecía perfumes, peluches, juguetes, ropa y posteriormente curas para el alma. Lo anterior en un momento en el que el trabajo de ventas en la calle bogotana no era muy usual.

A partir de este trabajo Salvador acumuló capital para fundar dos de sus primeras empresas: la primera dedicada a la producción de dulces y la segunda a la producción de peluches y artesanías. Todos los diseños con los que trabajaba eran creación propia y respondían a la moda del momento. Esta creatividad no se quedó en Bogotá pues regresó A Sutamarchán, en donde montó dos negocios memorables: "La fonda Cacique de Merchan" allí declamaba poesía, dedicada a sus abolengos boyacenses, en el marco de un escenario indígena que replicaba una maloca; también cantaba y hacía demostración del orgullo que tenía de ser boyacense. Estas actividades transcurrían bajo las estrelladas noches de Sutamarchán, pero su creatividad le impedía quedarse quieto y hacía que bajo el sol espléndido de la tierra del mejor clima del mundo, desarrollara su gran talento artesanal, que exhibía en un quiosco diseñado por él mismo y montado en pleno parque municipal, con autorización de la Alcaldía, hecho que desde entonces no se ha repetido.
Con la experiencia adquirida a lo largo de los años y gracias a su espíritu aventurero y explorador se lanzó a la conquista de otros territorios, más allá de las fronteras como Costa Rica, Panamá, Perú, Brasil, Chile y Argentina, donde desarrolló nuevos talentos como periodista, locutor, comentarista deportivo y social e incluso ingresó al mundo de la farándula de estos países siendo registrado en noticieros, primeras planas de periódicos, programas de televisión entre otros, lo que le permitió conquistar a una de las presentadoras más importantes de la televisión nacional peruana. Contamos estas anécdotas no para alardear de los logros de la familia, sino para mostrar un ejemplo de lo que nuestra cultura popular es capaz de hacer, sin necesidad de escuelas, colegios, universidades, pues la educación es mucho más que la escuela y está en las calles, en las plazas, en los bares, en los parques y Salvador, con una inteligencia excepcional, siempre supo aprender del tendero, del yerbatero, del vendedor de la plaza, del vigilante, del habitante de calle, buscaba el conocimiento en las entrañas del saber popular, y que no se encuentra en los beneméritos edificios de colegios y universidades sino en las dinámicas y siempre móviles calles de nuestras ciudades latinoamericanas.

Gracias a la experiencia adquirida en medios, empezó un trabajo para tratar de ofrecer alternativas a algunas de las principales problemáticas sociales de nuestro tiempo: traumas, estrés, depresión, enfermedades extrañas y rebeldes, problemas de amor, complicaciones sentimentales y de mala suerte en general. La solución a todos estos problemas, y que es la enseñanza más grande que nuestro hermano nos deja es: cualquier cosa es posible a través de la fé y el poder de la mente: ¡Yo puedo!, ¡lo estoy haciendo! ¡lo logré!. Si repetimos esto a diario, en cualquier actividad cotidiana, podremos decir al final de nuestros días, tal y como lo hizo Salvador: ¡Vive y muere libre!

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