Rutas por Museos y Colecciones de Paleontología: Castilla-León y Aragón

November 6, 2017 | Autor: A. Delgado Buscal... | Categoría: Paleontology, Cultural Heritage
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Descripción

Rutas por Museos y Colecciones de Paleontología CASTILLA-LEÓN ARAGÓN Ángela Delgado Buscalioni

Instituto Geológico y Minero de España 2005

Serie: Guías. Museos de Paleontología.

DELGADO BUSCALIONI, Ángela Rutas por Museos y Colecciones de Paleontología: Madrid, Castilla-La Mancha / Ángela Delgado Buscalioni; Isabel Rábano, coord.-Madrid: Instituto Geológico y Minero de España, 2005 132 págs.; 22,5 cm.-(Guías Museos de Paleontología; 1) ISBN 84-7840-570-4 1. Colección. 2. Museo Paleontología. 3. Libro guía. 4. Comunidad de Madrid. 5. Comunidad Castilla-La Mancha. I. Instituto Geológico y Minero de España, ed. II. Isabel Rábano, coord. III. Guías Museos de Paleontología 56.061.6(460.27+28)

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.

Coordinación: Isabel Rábano Textos: Ángela Delgado Buscalioni. Profesora de Paleontología del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid Textos de Introducción a la Geología: Mª Antonia Fregenal Martínez. Profesora del Departamento de Estratigrafía de la Universidad Complutense de Madrid Ilustraciones: Ángela Delgado Buscalioni, Miguel García Ramos Cartografía Geológica: Instituto Geológico y Minero de España Diseño y Maquetación: Equipo Franja Impresión: P. G. Pamadís ISBN: 84-7840-571-2 (Colección) ISBN: 84-7840-570-4 NIPO: 657-05-010-4 Depósito Legal: © Instituto Geológico y Minero de España

A todos aquellos hombres y mujeres que participan en la difusión y conservación de nuestro rico patrimonio en fósiles. A mis amigos y a mi familia. A mis compañeros, pues sin su trabajo y su generosidad esta guía habría sido imposible. A mi madre, Ángela.

ÍNDICE

De qué trata y a quién va dirigida esta guía ...........................................7 Los museos..........................................................................................11 Cómo utilizar la guía.............................................................................23 La escala del Tiempo. Tabla Cronoestratigráfica ...................................26 Museos de Castilla - León ....................................................................29 Museo Provincial Arqueológico de Burgos (Exposición Temporal de Atapuerca .................................................................36 Aula Arqueológica y Paleontológica “Emiliano Aguirre”....................49 Museo Municipal de Villadiego (Pintura, Paleontología y Etnografía) ....................................................................................56 Museo de Arqueología y Paleontología de Salas de los Infantes........61 Sala de las Tortugas de Salamanca.................................................66 Yacimiento de Ambrona...................................................................75 Sitio Paleontológico del “Cerro Pelado”, Yacimiento de Layna .....................................................................81 Aula de Paleontología Villa del Río...................................................86 Otros museos de Castilla - León......................................................87 - Colección “Adrián Martínez Tierno”, Soria ................................87 - Aula de Interpretación de Verdeña ............................................87 Museos de Aragón................................................................................89 Dinópolis .........................................................................................96 Parque Cultural del Maestrazgo.....................................................108 - Mas de las Matas...................................................................108 - Parque Geológico de Aliaga ....................................................115 Museo Paleontológico de Galve .....................................................120 Yacimiento de Bueña.....................................................................128 Parque Cultural del Río Martín.......................................................131

Yacimiento de Murero ...................................................................141 Museo Paeontológico de la Universidad de Zaragoza ....................146 Otros museos de Aragón ...............................................................151 - Museo Municipal de JOSA......................................................151 - Museo Paleontológico de Albarracín .......................................151

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DE QUÉ TRATA Y A QUIÉN VA DIRIGIDA ESTA GUÍA El conocimiento de la naturaleza, el turismo rural, el senderismo y la búsqueda de rutas históricas comienza a ser algo habitual en la formación integral de las personas, y por eso cada vez existen más guías y textos especializados sobre estos temas; en cambio, los aficionados y amantes de los fósiles carecían de una guía sencilla que les permitiese localizar los museos y las aulas de paleontología de España. Con este libro el Museo Geominero inicia una colección de guías que reúne los 75 museos y colecciones de fósiles que podéis visitar en las diversas autonomías de nuestro país. He procurado que sea ahí donde aprendáis a disfrutar de la observación de los fósiles y de su conocimiento. No encontraréis aquí un catálogo descriptivo de fósiles, con sus nombres científicos y la relación de ejemplares maravillosos; he creído más didáctico que sean los fósiles quien os muestren cómo ha sido la vida en la Tierra, los momentos más impresionantes de la historia remota de nuestra península o los cambios que ha experimentado su geografía, su clima y los animales y las plantas que la han habitado desde hace más de 500 millones de años hasta la actualidad. Ya sabéis que la Paleontología es la ciencia que estudia los fósiles; pues bien, viajando por los museos viajaremos también en el tiempo y conoceremos mejor la paleontología y la geología de nuestro país. Para elaborar estas guías he recorrido muchos museos y he observado cómo los visitantes se fascinan con los fósiles. Algunas de las preguntas que se hacían me han sido útiles para la guía. En particular, quisiera dedicar esta guía a los padres y madres de familia que tienen la inquietud de transmitir a su prole la sensibilidad ante lo natural, y a las niñas y niños que mostraban un brillo de sorpresa y entusiasmo constantes en sus ojos. Cuando yo era niña, solía correr detrás de los guías en los museos; ahora no es frecuente encontrar un guía uniformado

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como los de entonces, con gorra de plato, que al final del recorrido esperaba ser reconocido y valorado por los visitantes. Era, y es, una profesión difícil, pues el público es amplio, diverso y exigente. Esta guía de viajes por el tiempo quiere emular el savoir faire de quienes ejercen la profesión de conducir a la gente por los espacios y universos evocados por los objetos naturales que han sido recogidos y custodiados por los humanos, a veces durante siglos. Esta guía, quiero resaltarlo, no es para expertos, sino para un público "simplemente" sensible y entusiasta de la naturaleza, que esté interesado por la vida del pasado y al que le guste viajar. Está dirigida a familias y a personas que disfruten visitando pequeñas localidades en busca de paisajes excepcionales o pequeños museos y aulas que divulguen conocimientos de la naturaleza y de los fósiles. Pretende también ser una guía didáctica de introducción a la paleontología, de modo que encontraréis información básica en el CD adjunto acerca de los fósiles y sobre el origen y la evolución de las plantas y animales. He pensado también en el uso que podrían darle los docentes a esta guía, así que incluyo reseñas sobre las actividades que realizan los museos. He intentado hacer una búsqueda exhaustiva para que dispongáis de las referencias de todos o casi todos los museos de paleontología de España. La experiencia me dice que la demanda de cultura de la naturaleza en nuestro país es muy grande y que gracias a la presión del público se abren cada vez más centros dedicados a las ciencias naturales. Como profesional de la paleontología me gustaría ver que esos centros progresan, y cuando digo "progresan" no sólo me refiero a mejorar la difusión y divulgación de su patrimonio natural, sino también a que se consoliden como centros que protegen el patrimonio de todos, catalogando y conservando adecuadamente los materiales fósiles que guardan. Estas guías manifiesta expresamente su respeto por todos estos centros, sabiendo que son muchos los que asumen con entusiasmo la responsabilidad de hacer de la cultura de la naturaleza algo activo. Espero que también a ellos les sea de utilidad este trabajo, como estímulo para alcanzar sus objetivos. En comunidades como Cataluña, Aragón, Valencia y La Rioja, donde la riqueza paleontológica y la afición por las

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ciencias naturales es grande, el número de pequeños museos es sin duda mayor que en otras, y algunos comienzan a tener recursos e infraestructuras que garantizan su perdurabilidad, contando, además, en sus plantillas, también con profesionales. En general, veréis que los museos de paleontología son muy jóvenes en nuestro país, y no ha sido tarea fácil localizar algunas de las colecciones. El tipo de gestión que tienen es muy variopinta; la gran mayoría dependen de los Ayuntamientos y no se hallan siquiera registrados o catalogados a escala provincial o autonómica. Es probable, por ello, que algunas colecciones no aparezcan aquí, a pesar de nuestros esfuerzos. Se han omitido, eso sí, las colecciones particulares que no son visitables y aquéllas cuyos fondos proceden de la expoliación intencionada de yacimientos; tampoco se incluyen las que tienen como finalidad el comercio de fósiles con el único objetivo del provecho personal de un individuo, ni aquéllas cuyo recolector oculta la procedencia de los fósiles y evita que sean catalogados y documentados. Quiero, con ello, defender la idea del patrimonio paleontológico como bien común y como legado cultural. Los fósiles pueden ser objetos bellos –muchos así lo creemos–, y pueden ser tratados como obras de arte de la naturaleza. Pero, sobre todo, los fósiles son indispensables para conocer la historia de nuestro planeta y nuestra propia historia. Los fósiles son los únicos documentos de origen orgánico capaces de transmitirnos información desde el pasado al presente. Dicho de otro modo, un fósil es un médium, como los de las pelis, que nos comunica con acontecimientos de hace millones de años. A estos mensajeros de tiempos antiguos hay que respetarlos y no olvidar que sólo la colaboración de todos –los que los encuentran, los que los custodian, aquellos que nos los muestran y los que los estudian para descifrar sus mensajes– nos permitirá comprender mejor nuestra historia. Acepto correr el riesgo de despojar a la ciencia paleontológica y a la geología de pesadas definiciones y arduos nombres para acercar los fósiles al público en general. En la búsqueda de un discurso simple, claro y quizá esquemático, probablemente haya cometido alguna imprecisión; espero que

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no sean muchas, y espero también que aquellos compañeros que vean sus ideas reflejadas a lo largo de la guía no se sientan defraudados. Después de dejar unas páginas escritas para que los aventureros comiencen su singladura, quiero decir que me encantaría recibir las impresiones de aquellos que sigan las recomendaciones aquí propuestas. Para quienes deseen hacer críticas, comentarios o sugerencias, os dejo la siguiente dirección cibernética: [email protected]

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LOS MUSEOS Definir en detalle qué es un museo no es algo fácil, primero porque la definición depende de las características y el desarrollo de cada sociedad; en segundo lugar, porque también hay definiciones jurídicas de la expresión "bienes de interés museográfico", y, tercero, porque no es lo mismo hablar de museos de arte, bien conocidos en nuestra cultura, que de paleontología, palabra para muchos desconocida. En algunas de las legislaciones sobre museos de las autonomías españolas se define lo que es un museo y se diferencia a éstos de las colecciones museográficas. Podemos encontrar, por ejemplo, esta definición: "Son museos las instituciones o centros de carácter permanente, abiertos al público, que reúnen, conservan, ordenan, documentan, investigan, difunden y exhiben de forma científica, didáctica y estética conjuntos y colecciones de valor histórico, artístico, científico, técnico o de cualquier otra naturaleza cultural, para fines de estudio, educación o contemplación. Un museo debe de tener fondos, y éstos estar reflejados en un Libro de Registro, un Inventario y un Catálogo, a fin de contar con una documentación exhaustiva de nuestro patrimonio histórico." Ya veréis que en nuestro país existen muy pocos museos dedicados al estudio de los fósiles, y de las ciencias naturales en general, que cumplan todos los requisitos de la definición anterior. En cambio, es mucho más frecuente que os encontréis con lo que legalmente se conoce como colecciones museográficas. Las colecciones museográficas son conjuntos estables de bienes culturales conservados por una persona física o jurídica que, sin reunir todos los requisitos propios de los museos, se exponen al público para su contemplación de forma permanente, coherente y ordenada. Muchas de estas colecciones actualmente son gestionadas por los municipios. Ahora bien, en esta guía se utiliza indistintamente el término "museo", para hacer más fluida la lectura. Esta situación de pocos museos y muchas colecciones permite averiguar cómo se han ido formando las colecciones de fósiles que existen en nuestro país, y clasificarlas de acuerdo con las razones y los fines que les dieron origen.

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Los museos y sus creadores La creación de museos y colecciones de historia natural, plantas, animales, minerales, rocas y fósiles es algo muy antiguo en nuestra cultura. Ya en Grecia existieron colecciones que eran tratadas y custodiadas como verdaderos tesoros. En Roma proliferaron las colecciones privadas y se potenció el comercio de objetos artísticos y naturales. Formaba parte del buen gusto y del placer por la vida el tener colecciones raras, originales, y se valoraban los objetos por su antigüedad. Muchas de las colecciones que vais a visitar guardan ese espíritu: los objetos expuestos son tratados como elementos estéticos que guardan historia. Cada fósil es un objeto precioso y preciado por su rareza y forma parte de una conjunción extraña entre lo natural y lo mitológico.

El primer coleccionismo Algunos de los fondos de los museos creados a partir de colecciones privadas delatan el carácter de quienes las fueron acopiando a lo largo de toda su vida. El entusiasmo de esas personas refleja parte de sus creencias respecto de los fósiles. En algún caso, prevalece en la colección la fascinación por lo desconocido, el asombro por cómo se ha podido formar un objeto particularmente extraño, como un insecto hallado en ámbar, por ejemplo, o una huella o un coprolito (hez fósil en que se ha conservado parte de la digestión que tuvo un animal de hace millones de años). Ese interés es algo natural en los seres humanos, y del mismo modo que hoy algunas personas lo tienen muy vivo, los humanos de hace más de 50.000 años también lo compartían. En su libro Fósiles y Hombres, el paleontólogo francés Eric Buffetaut cuenta que durante las excavaciones arqueológicas en las cuevas de Arcy-sur-Cure, en Borgoña, se descubrió en un nivel del Paleolítico Medio una colección de fósiles compuesta por un coral y un caracol llevados a la cueva por un neandertal. Los fósiles, pues, han despertado siempre la curiosidad de los humanos y han estado en la base de numerosas leyendas y mitos. La leyenda del "Gigante", por ejemplo, hunde sus raíces en la paleontología y, de hecho, la "gigantología" se consolidó como una rama de esta ciencia durante los siglos XVII y XVIII. Los

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escritos acerca de los fósiles del "Barranco de las Calaveras" o "de las Maravillas", en la localidad de Concud, próxima a Teruel, atestiguan el fuerte debate que en un momento hubo en torno a la presencia de gigantes en España. El debate lo protagonizaron el benedictino Feijoo y el franciscano Torrubia. Torrubia defendía la existencia de gigantes en Concud basándose en la tradición oral de los indígenas centroamericanos, que sólo ponían nombres a aquello que conocían, y la palabra "quinametin" significaba gigante, así que, si existía la palabra, debía existir "la cosa". Torrubia citaba los trabajos de otros gigantólogos europeos que describieron los restos de Teutobocus, rey de los teutones derrotado por Mario, cónsul romano. Feijoo, por su parte, interpretó los huesos del Barranco de las Calaveras como los restos de una batalla. El Barranco de Concud está, ciertamente, lleno de huesos cuya edad se remonta a hace unos 7,5 millones de años. Su peculiar y rica asociación de fósiles (rinocerontes, jabalíes, antílopes, caballos primitivos, ciervos y el perro más antiguo de que se tenga noticia) lo hacen merecedor de la atención prestada por estos y otros estudiosos. Muchos de los museos cuyas colecciones guardan este sabor "misterioso y mítico" se han formado a partir de la recolección de fósiles hallados en el entorno geológico más próximo. Esta tarea la suele iniciar una única persona, instruida o no pero que, en general, trabaja aislada. Conocer sus historias es toda una experiencia, creedme. Actualmente se está intentando que colecciones así reunidas sean catalogadas e inventariadas, pues corren el riesgo de que en el futuro se pierdan o desaparezcan. Algunas comunidades autónomas están potenciando ayudas para ello, o bien conceden una serie de privilegios fiscales a aquellos coleccionistas que ceden sus colecciones a una institución pública, pero estas acciones son aún insuficientes y hay que trabajar más en esta dirección con el fin de organizar y estructurar el rico patrimonio paleontológico y geológico que tiene España y sus comunidades.

Las colecciones virtuosas Otro tipo de colecciones son aquellas creadas por "coleccionistas virtuosos", que seleccionan con sumo cuidado las piezas, recreándose en "lo precioso" del objeto fósil. Este tipo de museos y colecciones conservan el espíritu de los anti-

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guos Gabinetes de Historia Natural de los siglos XVI y XVII. Pretenden mostrar el fósil en toda su integridad, es decir, mostrar que son realmente objetos "preciosos" que nos enseñan qué organismos existieron en el pasado. Para ello buscan el mejor ejemplar, aquél en el que podamos apreciar todas sus partes, cada detalle de su anatomía, y procuran que esté siempre perfectamente preparado y limpio. En este tipo de colecciones, que sin duda son muy ilustrativas, existe un cierto sentido de "orden natural" que podríamos rastrear hasta el Renacimiento y que consiste en creer que los seres pueden ser exhaustivamente ordenados y catalogados. Fue precisamente en el Renacimiento cuando se crearon los Gabinetes de Historia Natural con el fin de sistematizar los objetos, ordenándolos según las analogías que se encontraban entre aquéllos hallados en la Tierra y los del macrocosmos, procurando así reunir la totalidad de la Naturaleza en un único sistema . De acuerdo con este sistema de pensamiento, los fósiles eran considerados representaciones petrificadas de otros objetos, por ejemplo astros u órganos. Eran comunes términos como Priapolitos o Histerolitos para denotar las piedras con forma de órganos masculinos (priapo) o femeninos (útero). Pero esta tradición no se ha agotado del todo, pues algunos de los términos que utilizamos en la actualidad para referirnos a determinados fósiles proceden de costumbres arraigadas en la historia natural renacentista. Nombres como "ammonites" o "belemnites" se han seguido usando desde hace tres siglos para identificar, en el lenguaje corriente, las extrañas formas de algunos fósiles. Un coleccionista "virtuoso" siempre acabará mostrando la colección que tanto esfuerzo, y muy probablemente dinero, le habrá costado, convirtiendo su muestra en una "Raroteca" o en el "Thesaurus fossilium" del Manierismo renacentista. Estos museos, ubicados probablemente en los lugares más insólitos y bellos, estarán siempre bien ordenados, tendrán etiquetas con el nombre de la especie a la que el fósil pertenece y los coleccionistas más ilustrados habrán comenzado a hacer un catálogo documentado de sus colecciones, algo necesario para la transmisión del saber.

Colecciones enciclopédicas A diferencia de los museos y colecciones que hemos mencionado, los museos enciclopédicos se gestan con la colaboración de

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muchas personas, y su orden obedece al saber científico de la época en que se crean. En estas instituciones los fósiles son el legado dejado por el tiempo, y como tal es un documento que hay que custodiar. Este privilegio, estar cerca del saber y custodiarlo, creó la élite cultural que correspondió en sus orígenes, fundamentalmente a la Corte y a la Iglesia. La raigambre de las órdenes religiosas en las ciencias naturales españolas es profunda. Uno de los primeros naturalistas españoles, el Padre José de Acosta (1540-1600) era jesuita. Nacido en Medina del Campo y de origen judío, Acosta estudió en Alcalá de Henares y viajó a Perú. Sus estudios sobre la fauna de las Indias son los primeros que intentan explicar por qué los animales y las plantas de aquellas regiones eran diferentes a los europeos. Acosta combinó argumentos geográficos, biológicos y teológicos, y sus escritos influyeron en las observaciones que Darwin realizara en su viaje a las Indias. Éste y otros jesuitas españoles, especialmente después que fueron expulsados de España, en 1767, contribuyeron al mejor conocimiento de la historia natural y humana de Hispanoamérica en la Europa ilustrada. Jesuitas, escolapios, benedictinos y franciscanos participan activamente en los estudios de la historia natural de España; además del padre Acosta, ya se han destacado las figuras de Torrubia y Feijoo. Estas órdenes religiosas han jugado también un importante papel en la historia de la paleontología española, y su relevancia científica se extiende hasta el tercio final del siglo XX. Muchos de estos religiosos llegaron a la paleontología defendiendo los principios del cambio orgánico o "transformismo" que promulgaba la teoría de la evolución. Aún se pueden visitar algunas colecciones en los centros docentes de estas congregaciones, que, además, mantienen en vigor la paleontología participando activamente en los descubrimientos científicos. La primera colección enciclopédica de importancia fue la del Real Gabinete de Historial Natural de Madrid, fundado en 1752 por Fernando VI a propuesta del Marqués de la Ensenada y que hoy es el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Este tipo de centros tiene un poder "sacralizador" de los objetos naturales, donde sólo los expertos pueden comprender su orden,

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sus nombres y su significado. El discurso de la historia natural se aleja del gran público y si uno no maneja su jerga no puede más que observar y maravillarse del trabajo realizado por otros. La ciencia natural del siglo XVIII quería encontrar un lenguaje que fuese capaz de denominar lo visible y que le permitiera comparar los seres entre sí. Ese intento queda reflejado en los cientos de términos especializados que sirven para describir animales y plantas (por ejemplo, pigostilo, pigidio, gena, pleura, braquia, pistilo, bráctea, etc.), términos que para muchos no significan más que supercalifragilístico espiralidoso, estribillo de una canción que cantaba Mary Poppins en la película protagonizada por Julie Andrews. Sin embargo, para los especialistas, esos nombres hablan de la forma, la cantidad, el tamaño o la manera en que se distribuyen los elementos en el espacio. La utilización de estos términos que describen la anatomía de los organismos fue decisivo para poder comparar y ordenar a los seres entre sí, de un modo sencillo. Así detrás del nombre Tyrannosaurus rex, hay un análisis profundo de las diferencias y semejanzas que existen entre este animal (un dinosaurio) y los demás. La posibilidad de ordenar la naturaleza poniendo nombre a las especies nos ha servido como referente para reflexionar sobre la vida en el pasado, y cómo podrá ser ésta en el futuro. Esta disciplina se conoce con el nombre de Taxonomía y su saber le llega al público a través de los nombres latinizados de las especies. Esta es la razón por la que cada fósil tiene una etiqueta donde aparecen su nombre, su procedencia y su antigüedad. En algunos sitios podemos ver la serie de ejemplares a partir de los cuales se realizó la primera descripción de una especie; a esos lugares se les llama "tipotecas".

Los museos didácticos Entre los museos de más reciente creación cada vez surgen más los museos didácticos, en los cuales el público desempeña un papel protagonista. Sin duda estos museos aparecen en sociedades mejor formadas, con mayores recursos y más tiempo de ocio. En teoría, estos museos tienen una estructura más compleja y más dinámica que los tradicionales, pues necesitan de una mayor infraestructura y de recursos humanos para poder mantener las exposiciones, las actividades que promueven y, en general, las iniciativas educativas que diseñan para los diversos

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públicos. A partir del siglo XIX y, por supuesto, en el XX, el museo se "democratizó", puesto que se socializa la cultura. La iniciativa de estos nuevos museos surge en Estados Unidos y provoca la creación de una verdadera trama museológica que se engrana en instituciones internacionales y que ya no restringe la noción de museo a la sola idea de guardar y proteger una colección. Para poner en marcha y mantener museos de este tipo se necesitan instituciones sólidas y una administración pública comprometida con la cultura, de modo que, lamentablemente, por ahora no hay muchos en nuestro país. Si vais a uno de estos museos, observaréis que los objetos naturales que se exponen son pocos. El fósil que se muestra está seleccionado porque forma parte de un contexto más general que también se expone, sea una idea, una actividad o una analogía. Se busca así presentar una mejor relación entre los objetos. Hay que intentar comprender en estos museos cuál es la historia, el discurso que debemos seguir, qué elementos y en qué direcciones preferentemente debemos mirar, para sacar el máximo provecho a nuestra visita, pues a veces incluso se persigue la complicidad entre el objeto y el observador, para que así se sienta involucrado y aprenda mejor. Un museo didáctico tiene que animar a que se produzca esa complicidad. Por ello, uno de los avances en este sentido fue la idea de ilustrar pictóricamente los museos paleontológicos, introduciendo grandes murales que representen retazos de la vida del pasado a modo de clichés fotográficos. Algunos de nuestros museos siguen esta tradición, que comenzó en Estados Unidos hacia 1950, cuando famosos ilustradores como Charles Knight comenzaron a llenar los huecos de nuestra imaginación. La riqueza y la diversidad del pasado más remoto quedó espléndidamente plasmada en los murales del Museo Pebody, de Yale. Pero los ilustradores y maquetistas españoles no van a la zaga, y sus obras están dejando huella en el mundo nacional e internacional de la representación paleontológica. A veces, buscando una comprensión sencilla e inmediata de los hallazgos paleontológicos y científicos, se crean modelos. Los modelos explican la relevancia de determinados hallazgos mediante el uso de reconstrucciones, programas de

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ordenador, holografías o grandes maquetas de tamaño natural, o la mecánica que existe detrás de un acontecimiento natural, como por ejemplo el crecimiento de las plantas. Ahora bien, no es fácil encontrarlos, puesto que requieren de expertos y personal especializado, y a veces se trata de técnicas muy costosas. No obstante, algún ejemplo encontraréis en las visitas que aquí os recomiendo. Es importante que, como visitante, uno se deje seducir por las imágenes que desvelan el pasado, mirarlas proyectadas en el tiempo, pues es ahí donde se reconocen los avances de la ciencia. Las imágenes son las interpretaciones y explicaciones sobre un tema. Lamentablemente, los museos suelen retirar de sus exhibiciones las reconstrucciones, los dioramas y las pinturas que consideran pasadas de moda. Y digo "lamentablemente" porque la comparación entre el antes y el ahora de las reconstrucciones es muy ilustrativa del saber paleontológico. Un porcentaje muy alto de los museos de España están dedicados a los dinosaurios y a la evolución humana; tener la posibilidad de comparar las reconstrucciones que se han hecho a lo largo de la historia es entrar en la propia historia de nuestras creencias: de los dinosaurios lentos y torpes, fieros y sangrientos pasamos a concebirlos como animales estilizados, ágiles, inteligentes y sociales. Y en la esfera de lo humano, de los neandertales morenos, barbudos, peludos y bárbaros a los humanos de piel blanca, con costumbres sociales sofisticadas. El papel que desempeñan estos museos en nuestra sociedad ha de ser activo y activado, pues si bien tenemos la oportunidad de visitar pequeñas colecciones paleontológicas con bellos ejemplares, los museos didácticos, por sus capacidades económicas y técnicas, pueden poner en relación y en reacción mundos muy diversos. Estos museos han de incitar a la reflexión, rompiendo esquemas prefijados, y han de educar nuestra sensibilidad hacia la historia y las ciencias, ya que no dejan de ser manifestaciones humanas tan atractivas como la música o el deporte.

Los parques naturales, geológicos y culturales Algunas comunidades autónomas están desarrollando un nuevo ámbito para conservar, mostrar y potenciar su patrimonio. Como podréis seguir en las guías, algunos de los centros que se pueden visitar forman parte de rutas establecidas den-

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tro de un Parque Natural, un Parque Geológico o un Parque Cultural. Estas figuras se han creado para abarcar áreas extensas de un territorio cuyos paisajes sean de una belleza singular, ya sea por su flora o por su fauna, o bien porque contengan formaciones geológicas o paleontológicas que merezcan una atención especial. En estos lugares, los yacimientos geológicos y paleontológicos son considerados "Monumentos Naturales y Culturales", lo que, por una parte, resalta su interés científico, educativo y turístico, y, por otra, establece un nexo entre la historia de la tierra y la historia del hombre. El desarrollo de estos territorios ha favorecido a aquellas zonas con escasos recursos tecnológicos que han visto en los Parques un nuevo modo de ganarse la vida, relacionado con un turismo que busca valores en la naturaleza y que incentiva el respeto por la cultura tradicional y natural. En estos ámbitos encontraréis a personas muy concienciadas de la labor que realizan, que tratan de llevar adelante iniciativas de muy diversa índole para potenciar la oferta cultural y crean, por ejemplo, rutas arqueológicas, etnológicas, senderos, etc. Conviene, si vais a uno de estos lugares, que recopiléis todo tipo de información acerca de lo que ofrecen, pues su oferta es variada y asequible. Normalmente encontraréis exposiciones y colecciones dedicadas a la geología y a la paleontología local o regional, en lo que se denominan Aulas o Centros de Interpretación, que no museos, pues sus fondos son más bien escasos. Muchos de estos centros ofrecen visiones interesantes por la sencilla razón de que podemos contemplar los fósiles en el contexto en que fueron hallados y en su lugar de procedencia, situación de gran potencial didáctico que a veces está poco explorada o mal gestionada. La creación de este tipo de parques es una iniciativa reciente que está cuajando pero que requiere de la colaboración y la buena voluntad de muchos estamentos: ciudadanos, ayuntamientos, asociaciones culturales, patronatos, diputaciones y los propios licenciados y profesionales. En parte, podríamos hablar de una nueva visión de lo que es la cultura gestionada y animada desde dentro, en busca de un proyecto global, con grupos y redes de cooperación. En este modelo, la conciencia y la protección del patrimonio se convierten en algo colecti-

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vo, en una custodia compartida. El resultado, en consecuencia, debería ser una relación más dinámica con la cultura y con los bienes naturales y culturales, pues se invita a los visitantes a que participen activamente. En muchos de estos centros encontraréis que la visita es guiada y que existen actividades que son muy populares. El éxito de estas iniciativas dependerá de que los grupos que las impulsan vayan formando un verdadero tejido en acción, no sólo en la defensa de sus intereses puntuales, sino en la consolidación de una cultura más próxima a la naturaleza.

Los museos tecnológicos y temáticos En este apartado me referiré a dos tipos muy distintos de museos. Unos son los temáticos relacionados con los fósiles, que suelen ser museos dedicados a la minería del carbón, y los otros son los grandes Museos de las Ciencias. En ambos casos nos alejamos mucho de donde comenzamos, pues aquí los fósiles se muestran como ejemplos de grandes discursos e ideas procedentes de aspectos humanos, científicos y tecnológicos muy diferentes. En los museos de minería el desarrollo científico está vinculado a la búsqueda del carbón, y el estudio de los fósiles tiene por único objetivo el saber si existe este combustible y qué calidad tiene. El carbón es un producto derivado de la fosilización de los abundantes restos vegetales que se produjeron en remotos pantanos de aguas estancadas. Algunos de estos museos han cuidado notablemente sus exposiciones y son lugar de encuentro entre varios mundos: el científico, el técnico, el social propio del mundo minero y el del visitante. Los Museos de las Ciencias, por su parte, son algo más complejo, aunque los fósiles se utilizan también con objetivos muy puntuales. Estos grandes museos suelen recibir a un público muy numeroso y a veces distan poco de los centros de atracciones. Aquí, los visitantes, de un modo lúdico, disfrutan de los objetos que se exponen, de su funcionamiento. Son lugares en los que la técnica parece hacerlo todo posible y que supuestamente nos acercan a bosques tropicales, minas o desiertos. Son las catedrales de nuestro mundo tecnológico y científico, construidas por grandes corporaciones o para gloria de nuestras administraciones políticas. Su prestigio

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puede llegar a ser grande y desarrollar una labor educativa importante en nuestras sociedades, pero para ello requieren del dinamismo de propuestas que mantengan a estos museos vivos en tanto que museos.

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CÓMO UTILIZAR LA GUÍA Cuando pensamos cómo debía ser este libro, tuvimos como referencia las guías de viajes, pues de algún modo el espíritu práctico y teórico que lo anima se acerca mucho a la idea de un viaje por la Península, pero también a lo largo del tiempo. La guía está organizada por comunidades autónomas, agrupadas en 5 volúmenes, cada uno dedicado a la paleontología de comunidades autónomas próximas geográficamente. El lector encontrará una explicación breve sobre la geología de cada comunidad junto con la descripción de sus museos. Todos éstos cuentan con una ficha previa con direcciones, horarios, localización, si disponen de visitas guiadas, además de un breve resumen sobre sus características y sobre el entorno histórico y natural donde se ubican. Un código simple permite saber si el museo alberga una colección extensa de fósiles o si está dedicado específicamente a un grupo paleontológico. Así el código “Eras Geológicas” se refiere a la antigüedad geológica de los restos de la colección. De este modo, “desde 600 millones de años (m.a.)” sería la máxima antigüedad referida, y el lector podrá comprobar en la escala del tiempo, que aparece en el CD o en la página 27, de qué Era o Periodo se está hablando. “Registro Fósil”, por su parte, es un indicador de la diversidad de la colección, la calificación de “completo” atiende a que el museo o la colección contienen fósiles de un gran número de grupos biológicos. En caso de colecciones específicas se indica el tipo de fósiles que el visitante va a encontrar. Por último, cada guía contiene un CD donde, de un modo resumido y gráfico, el lector podrá acudir para documentarse sobre la historia geológica de la Península, con mapas de cómo fueron cambiado los perfiles geográficos de esta a lo largo del tiempo geológico. Un espacio del CD está dedicado a los fósiles más abundantes y se describe las características más relevantes de éstos, y a modo de curiosidad, el lector podrá encontrar en qué momento se producen los grandes cambios de la vida en la Tierra, descritos a partir de preguntas simples como:

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¿Cuándo se conquista la tierra firme?, o ¿Cuándo aparecieron las bacterias? ¿Cuándo apareció el sexo?, etc. El contexto geológico y geográfico de los museos. Antes de hablaros de los museos de cada comunidad, os presentamos los dominios geológicos más importantes que la componen, en breves reseñas elaboradas por la geóloga María Antonia Fregenal. Se incluyen también mapas geológicos y geográficos, donde hallaréis los logotipos de los museos y el trazado de las rutas principales para acceder a ellos por carretera. Puesto que muchos museos muestran la riqueza paleontológica de su zona, ésta dependerá de la antigüedad y el origen de las rocas y de las formaciones que hay en el entorno. En cualquier caso, combinando el mapa geológico y la situación del museo podréis tener una idea previa de lo que os vais a ir encontrando. Las fichas de cabecera. La información relativa a la localización (logotipo, dirección, teléfonos, página web) de cada museo se consigna en las cabeceras. Se os proporcionan, además, datos sobre si es fácil o difícil el acceso, los horarios y las ofertas didácticas y de ocio. Se añade también si el centro tiene interés local (si se ocupa de la historia y la naturaleza de la zona), geológico (si se ocupa más de la geología que de la paleontología) o museológico (si la historia del museo es particularmente interesante). Finalmente, para ayudaros a elaborar una ruta por si queréis visitar otros lugares y monumentos de las respectivas localidades o cercanos a ellas, se recogen algunas características del entorno natural e histórico en que se halla emplazado cada museo. En el margen inferior de la ficha, encontraréis los siguientes iconos que representan el interés del museo o de la zona donde se ubica: paleontológico, geológico, histórico, paisajístico, huellas, arqueológico, minero, senderismo.

Interés paleontológico

Interés arqueológico

Interés geológico

Huellas

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Interés histórico

Interés paisajístico

Minería

Sendero

Visita guiada

La clasificación. Si la colección, además de estar simplemente ordenada, se completa con paneles, modelos, maquetas y montajes que ayuden didáctica y estéticamente al museo, se valora con una estrella ( ). Si existen piezas únicas que sean relevantes o asociaciones fósiles especiales, la colección será señalada con un rombo ( ). La información de cada museo. He procurado contextualizar los fósiles dentro de cada museo, destacando si pertenecen a un yacimiento importante, si tienen detrás una historia particular o si por su excelente preservación son buenos guías para aprender algo sobre la evolución. No se trata, por lo tanto, de describir exhaustivamente todos los fósiles, sino más bien de subrayar lo que podemos conocer a través de ellos, sin dejar de compararlos con los organismos vivos y aprovechando algunos especímenes para relataros descubrimientos que han determinado la historia de la paleontología española. A esto se dedican sobre todo los recuadros que acompañan al texto principal.

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LA ESCALA DEL TIEMPO Rutas por periodo geológico. Un modo de utilizar la guía sería recorrer la Península en busca de periodos geológicos específicos. No es muy práctico, ciertamente, pero si alguien desea, por ejemplo, visitar los museos con fósiles del Triásico –y tiene tiempo para ello–, puede darse un buen paseo desde Alcover (Tarragona) a Requena (Valencia), y de ahí a Santiesteban del Puerto (Jaén). En todo caso, esta opción me permite introducir algo que siempre va a estar presente en esta guía: la referencia temporal. La escala del tiempo nos sirve para conocer la edad, los millones o miles de años que tienen unos fósiles o unos sedimentos, pero también es un modo de ordenar los acontecimientos que ha vivido el planeta. La escala del tiempo siempre se lee de abajo hacia arriba, de lo más antiguo a lo más moderno. En la escala hay varias subdivisiones, la mayor corresponde a las Eras. La Era “primaria” es el Paleozoico, la “secundaria” es el Mesozoico y la “terciaria” es el Cenozoico, que llega hasta nuestros días. La otra división que se utiliza a lo largo de la guía son los periodos. A cada Era le corresponden una serie de periodos; al Mesozoico, por ejemplo, le corresponden los periodos Tríasico, Jurásico y Cretácico. Finalmente, se incluye también una escala más pequeña, que son las épocas. Hay varias épocas por periodo. El Plioceno y el Mioceno son épocas del periodo Cenozoico. En la figura se representa una escala de tiempo a la que seguramente tendréis que acudir muchas veces.

299 Ma

HOLOCENO

PLEISTOCENO

CARBONÍFERO

PALEOCENO

SUPERIOR Malm

SENONENSE NEOCOMIENSE

GUADALUPIENSE

CISURALIENSE

NEOPROTEROZOICO

INFERIOR

LOPINGIENSE

PÉRMICO

PRÍDOLI LUDLOW WENLOCK

LLANDOVERY 443 Ma

SUPERIOR

MEDIO INFERIOR SUPERIOR MEDIO

INFERIOR 542 Ma

PROTEROZOICO

TRÍASICO

199 Ma

251 Ma

INFERIOR

488 Ma

INFERIOR Lías

MEDIO

MEDIO

416 Ma

MEDIO Dogger

SUPERIOR

SUPERIOR

CÁMBRICO

CRETÁCICO

145 Ma

JURÁSICO

M E S O Z O I C O

INFERIOR

359 Ma

DEVÓNICO

55 Ma

MISSISSIPPIENSE

SILÚRICO

EOCENO

SUPERIOR

PENNSYLVANIENSE

ORDOVÍCICO

OLIGOCENO 34 Ma

P A L E O Z O I C O

MIOCENO

F A N E R O Z 0 I C O

NEÓGENO

5 Ma

23 Ma

PALEÓGENO

C E N O Z O I C O

PLIOCENO

65 Ma

PALEOZOICO

ÉPOCA

0.01 Ma

1.8 Ma

F A N E R O Z 0 I C O

PERÍODO

ÉPOCA

ERA

EÓN

PERÍODO CUAT.

ERA

EÓN

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EDIACÁRICO

600 Ma

CRIOGÉNICO 850 Ma

TÓNICO 1000 Ma

MESOPROTEROZOICO 1600 Ma

PALEOPROTEROZOICO 2500 Ma

ARCAICO Tabla cronoestratigráfica.

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MAPA GEOLÓGICO DE

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LEYENDA CUATERNARIO NEÓGENO PALEÓGENO JURÁSICO-CRETÁCICO PÉRMICO-TRIÁSICO

Escala 1:4.000.000

CARBONÍFERO CÁMBRICO-DEVÓNICO PROTEROZOICO ROCAS VOLCÁNICAS NEÓGENO-CUATERNARIO COMPLEJO BASAL DEL VULCANISMO CANARARIO CRETÁCICO-PLIOCENO ROCAS PLUTÓNICAS HERCÍNICAS

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MUSEOS DE

CASTILLA - LEÓN Exposición itinerante de Atapuerca, Aula Arqueológica y Paleontológica “Emiliano Aguirre”, Museo Municipal de Villadiego, Museo de Arqueología y Paleontología de Salas de los Infantes, Sala de las Tortugas de Salamanca, Yacimiento-Museo de Ambrona, Sitio Paleontológico de Cerro Pelado, Aula de Paleontología Villar del Río, Colección A. Martínez, Soria, Aula de Interpretación de Verdeña.

Es la

R. Eb ro

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erga R. Pisu

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611 Cervera de Pisuerga

LEÓN Astorga

Miranda de Ebro Villadiego

BURGOS Atapuerca

Ibeas ón Salas de nz la los Infantes r A R. Lerma 234 Aranda de Duero VALLADOLID

PALENCIA

N-VI

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630

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N-VI

SALAMANCA

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Ambrona Medinaceli Torralba

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ÁVILA

630

Si por un momento nos permitiesen abarcar todo el territorio de la Comunidad de Castilla-León a vista de pájaro, suspendidos en el cielo, lo que veríamos sería la extensa altiplanicie de la meseta coloreada de tonos amarillentos, ocres, anaranjados, grises y pardos, labrada de hendiduras por las que discurren el Duero y sus afluentes y todo ello completamente rodeado de cordones montañosos de colores y litologías variadas. Estaríamos contemplando los 55.000 km2 que ocupan las rocas y sedimentos cenozoicos que rellenan la cuenca del Duero, la unidad geológica que en extensión ocupa la mayor parte de Castilla-León, y a su alrededor, siguiendo el sentido de las agujas del reloj y comenzando por el noroeste, las cumbres de la Cordillera Cantábrica, la Cordillera Ibérica y el Sistema Central.

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En la Cuenca del Duero y su prolongación en la Cuenca de Almazán, en la provincia de Soria, se encuentran las rocas sedimentarias más modernas de esta comunidad. Formada después de la orogenia Alpina, sus sedimentos de relleno son el producto de la erosión de los cordones montañosos adyacentes a ella y de la sedimentación de los materiales erosionados en amplios sistemas fluviales y lacustres a lo largo de todo el Cenozoico (Terciario y Cuaternario). La mayor parte del relleno de esta Cuenca del Duero que aflora es del Neógeno (Mioceno), aunque el Paleógeno aflora extensamente en el suroeste de la cuenca en las provincias de Zamora y Salamanca y en una pequeña franja al norte de la Cuenca de Almazán, justo al sur de la ciudad de Soria. En las rocas continentales del Eoceno de la provincia de Zamora se han descubierto restos de las biotas de reptiles de esa época, que se encuentran expuestos en la Sala de las Tortugas en Salamanca. Peces, cocodrilos y tortugas que habitaron antiguos ríos y lagos en un tiempo en el que el clima era cálido y húmedo. También en la Sala de las Tortugas se exponen restos de mastodontes y tortugas gigantes, animales de gran talla pertenecientes al Mioceno medio y superior, especialmente abundantes en los márgenes de la cuenca junto a otras faunas de grandes vertebrados, fundamentalmente mamíferos, algunas de las cuales se pueden ver en el Museo Municipal de Villadiego en Burgos. Respecto a los cordones montañosos que circundan la extensa Cuenca del Duero, si viajásemos rodeándola, comenzando por la provincia de León, empezaríamos por atravesar en la Cordillera Cantábrica las rocas paleozoicas de la zona Asturoccidental Leonesa del Macizo Ibérico. Atravesaríamos la terminación de las antiguas rocas precámbricas del Antiforme del Narcea y pasaríamos nuevamente al Domino o Zona Cantábrica, para cruzar la Región de Pliegues y Mantos con sus característicos devónicos arrecifales y parte de la Cuenca Carbonífera Central con su asociada actividad minera. En este punto en la provincia de Palencia, surgen dos nuevas regiones geológicas también formadas por rocas paleozoicas marinas

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de ambientes más profundos que las de las otras regiones del Dominio Cantábrico: la unidad del manto del Esla y la Unidad del Pisuerga-Carrión. El final del ciclo hercínico en la Cordillera Cantábrica está representado por una sucesión de sedimentos formados después de la orogenia Hercínica, que temporalmente se sitúan al final del Carbonífero y que aparecen dispersos por el territorio, apoyándose físicamente sobre las rocas paleozoicas previas y que están formados por areniscas, conglomerados y lutitas marinas someras en la parte inferior, pero en su mayor parte formados en ambientes continentales fluviales y lacustres. Estos materiales afloran bien en el norte de las provincias de León y Palencia, por ejemplo en el entorno de las localidades de La Robla, en León, y de Guardo, en Palencia. En la localidad de Verdaña (municipio dependiente de Pisuerga de Cervera, Palencia), un aula de interpretación muestra los fósiles de raíces y troncos de árboles de un bosque carbonífero. La unidad del Pisuerga-Carrión está rodeada por el este y el sureste por los depósitos Triásicos que afloran en el noreste de Palencia y con mayor extensión en Cantabria, y cuyos conglomerados, areniscas y arcillas fluviales confieren al paisaje su característico tono rojizo. Estas sucesiones triásicas, inicio del ciclo alpino, son muy parecidas a las que aparecen en otras cadenas montañosas mesozoicas de la Península Ibérica (ver descripción detallada del Triásico de Castilla-La Mancha volumen 1 de esta serie). En el noreste de Palencia afloran también con cierta extensión las calizas, margas, areniscas y arcillas de origen lacustre del Cretácico Inferior, que alcanzan su máximo desarrollo en Cantabria. Estos sedimentos se formaron en el margen septentrional o borde cantábrico de la Placa Ibérica, en la zona que hoy se corresponde aproximadamente con toda la mitad oriental de la Cordillera Cantábrica. En esta misma cuenca y en ambientes de plataformas carbonatadas muy cálidas se formaron durante el Cretácico Superior las calizas y dolomías que se pueden contemplar configurando el paisaje del norte de la provincia de Burgos. Hacia el sur, estos Cretácicos llegan a

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ponerse en contacto con los terciarios del extremo más occidental de la Cuenca del Ebro (ver Aragón, y los volúmenes 3 y 4 dedicados a La Rioja y Cataluña), en lo que se conoce como el corredor de la Bureba, que separa la Cordillera Cantábrica de la Cordillera Ibérica y enlaza las cuencas del Duero y el Ebro. De esta última y aún dentro de la provincia de Burgos reconoceremos parte del sector de Cameros-La Demanda. Este sector de la Ibérica que se reparte entre La Rioja y las provincias de Burgos y Soria, está compuesto por un extenso macizo de rocas paleozoicas (La Demanda) rodeado de estrechas franjas de afloramientos triásicos y jurásicos de litologías y características en general similares a los de otras zonas de la Ibérica (ver Aragón y volúmen 1 dedicado a Castilla-La Mancha). Al sur y al este de la Demanda se disponen los 9000 m. de rocas continentales de edad Cretácico Inferior que rellenaron la antigua cuenca sedimentaria de Los Cameros. Esta extraordinaria acumulación de sedimentos de litologías variadas (conglomerados, areniscas, calizas, arcillas, yesos) tuvo lugar en ambientes fluviales, zonas pantanosas, lagunas y lagos salobres y carbonatados más o menos alejados de la influencia marina, y en marismas y llanuras más próximas a las costas. Los Cameros son muy populares por contener restos abundantes de los grandes protagonistas del Mesozoico, los dinosaurios, siendo especialmente abundantes las huellas y rastros de locomoción, como los que se pueden ver en los yacimientos de Bretún y Santa Cruz de Yanguas en la provincia de Soria, aunque la mayor concentración de yacimientos con huellas se encuentran en La Rioja (ver volúmen 3). La rica fauna de dinosaurios encontrada en Cameros puede ser admirada en el Museo Municipal de Salas de los Infantes. Si continuamos viajando hacia el sur por la provincia de Soria saldremos de la Ibérica para encontrarnos nuevamente con los terciarios continentales de la Cuenca de Almazán, una zona de topografía plana y con los característicos tonos pardos, amarillentos y anaranjados que presentan muchas de las cuencas terciarias de la Península. Próximos a esta Cuenca se localizan dos yacimientos, Layna y AmbronaTorralba. Ambos corresponden al final del Cenozoico,

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Plioceno y Pleistoceno. Ambrona es un yacimiento clásico, con un museo donde se exponen los fósiles cuaternarios de elefantes y grandes mamíferos. El paisaje volverá a cambiar cuando, pasada la Cuenca de Almazán, volvamos a encontrarnos nuevamente, al sur de Soria, con los accidentes orográficos de la Rama Castellana de la Cordillera Ibérica ya descrita (ver volúmen 1, Castilla La Mancha) y su entronque con el Sistema Central. Este sistema, que pertenece al Macizo Ibérico, es también un cordón montañoso que actualmente divide las dos mesetas. Está formado fundamentalmente por rocas graníticas y por rocas metamórficas y durante gran parte del Mesozoico fue tierra elevada, ya que durante el Cretácico Superior la subida que registró el nivel del mar fue tan grande que llegó incluso a invadir parcialmente la zona dejando depósitos sedimentarios de esta edad a ambos lados del actual Sistema. Estos sedimentos cretácicos afloran hoy en la Comunidad de Madrid, adosados al flanco sur del Sistema Central y en la provincia de Segovia en su flanco norte. Son areniscas y sobre todo calizas y dolomías formadas en ambientes litorales y de plataformas marinas carbonatadas someras. En la provincia de Segovia, asociados a estos depósitos hay yacimientos en los que aparecen restos de dinosaurios y de unos cocodrilos que resultaron ser muy abundantes durante el final del Cretácico en toda Europa. Si seguimos el Sistema Central hacia el oeste veremos que se entronca con la Zona Centroibérica del Macizo Ibérico o Hespérico, cuyas características rocas metamórficas y sus cuarcitas y pizarras de origen marino afloran extensamente en las provincias de Salamanca y Zamora, llegando a enlazar, en la provincia de León, con la Zona Astur-occidental leonesa. No podemos abandonar Castilla-León sin habernos acercado a la estrella paleontológica de esta Comunidad, el yacimiento de Atapuerca, situado en la sierra que lleva el mismo nombre en Burgos. Este yacimiento está asociado a los sedimentos del relleno

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cuaternario de un sistema de cuevas que se produjo como consecuencia de los procesos de alteración y disolución de los carbonatos del Cretácico Superior, una vez que éstos quedaron expuestos. En las localidades de Ibeas del Juarros y de Atapuerca se ha creado una cierta infraestructura para poder atender y organizar visitas a este famoso lugar. En Ibeas de Juarros, además, podréis visitar el Aula de paleontología "Emiliano Aguirre". Estos sistemas de cuevas generalmente asociados a grandes macizos montañosos de rocas calcáreas se denominan sistemas kársticos. Actualmente en la Cordillera Cantábrica, por ejemplo, y asociado a las calizas y dolomías del Carbonífero y del Cretácico existe un extenso sistema kárstico que sigue siendo activo y que goza de gran popularidad entre los aficionados a la espeleología. Durante la formación del yacimiento de Atapuerca es posible que estas cuevas que hoy se encuentran a cierta altura se encontraran próximas a los cauces de los ríos que estaban funcionando en ese tiempo, ya que la red fluvial actual se desarrolló después y ha sufrido un gran encajamiento; esto es que los cauces han tenido un gran poder erosivo y han ido profundizando sus valles progresivamente, dejando depósitos antiguos de terrazas colgados actualmente a gran altitud.

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EXPOSICIÓN ITINERANTE DE ATAPUERCA BURGOS: Atapuerca - Burgos Eras Geológicas: Entre 1m.a. a 300.000 años Registro fósil: Grandes mamíferos y humanos. Clasificación: Interés:

Esta exposición es temporal, su punto de partida fue el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Se muestran los hallazgos más espectaculares de Atapuerca, incidiendo también en la reconstrucción del paisaje, de la fauna y de la flora:

todo lo que rodeó a los humanos neandertales y al Homo antecessor. En Agosto de 2000, el Ayuntamiento de Burgos convocó un concurso para levantar el futuro Museo de la Evolución Humana, donde se alojarán y expondrán los fósiles del yacimiento de Atapuerca, pero mientras tanto puede apreciarse la muestra que se expone en este Museo itinerante de Atapuerca. En las proximidades a Burgos, hacia el Este, está la localidad de Ibeas de Juarros, propietaria de los yacimientos. En esta pequeña localidad se ha acondicionado el Aula "Emiliano Aguirre", que alberga maquetas e información sobre el yacimiento y sus hallazgos.

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El yacimiento de Atapuerca se ha convertido en un hito de la paleontología en nuestro país, y su hallazgo más deslumbrante, los restos humanos más antiguos de Europa, el Homo antecessor, es ya un mito social. Atapuerca es un yacimiento del Pleistoceno con gran cantidad de información sobre la evolución de los humanos y de los ecosistemas de la Península Ibérica desde hace 1 millón de años hasta hace aproximadamente 300 mil. La sierra donde se sitúan los yacimientos está a unos 15 km. de Burgos; tiene una altitud aproximada de 1.000 metros y la roca caliza que la forma son los restos de un antiguo mar de entre 80 y 100 millones de años, es decir, del Cretácico Superior. En esta roca caliza se comenzó a modelar una compleja trama de cuevas y se formó un karst (para la definición, ver el Aula Museo de Sorbas, Almería en el volumen 5 de esta serie) hace tan sólo 6 millones de años. Los huecos dejados por la disolución de la caliza y excavados por corrientes de aguas quedaron expuestos, y comenzaron a servir de abrigo a grandes mamíferos y a humanos. De hecho, fue un especialista en osos el Dr. Trinidad Torres quien dio cuenta de este lugar, pues junto con numerosos dientes de osos halló restos de humanos. Tres son los yacimientos que tienen mayor envergadura en Atapuerca: Galería, Gran Dolina y Sima de los Huesos. La documentación gráfica sobre el modo en

que se excavan estos yacimientos y la reconstrucción en maquetas a escala 1:1 de la exposición itinerante

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nos sobrecogen. Las excavaciones que se realizan al aire libre son obras monumentales que escalan, mediante andamios, unos 20 metros. La Sima de los Huesos es, podríamos decir, toda una aventura, pues en este caso se requiere hacer un descenso de 12 metros por angostos pasajes. Cualquier excavación requiere de utillajes diversos, pero la extracción y el transporte del sedimento de la sima tiene una complejidad mucho mayor. En la maqueta podemos ver todo lo que se utiliza: plomadas, andamios, tablas, piquetas, jalones, palas, pinceles, lápices, cuadernos, un artilugio casero para medir la profundidad a la que se excava, etc. Es la aventura, el riesgo y el entusiasmo de un gran equipo humano que busca a otros humanos: más que una excavación se trata de un gran rescate. La información que se puede extraer del material fósil hallado en Atapuerca es muy amplia, por eso requiere de numerosas disciplinas para su estudio. La exposición nos muestra cómo es posible recuperar información sobre la ecología de la Sierra de la Demanda en el Pleistoceno, el paisaje vegetal y la fauna que hubo, la edad concreta de los restos y el

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Los hallazgos de Atapuerca se deben al trazado de una trinchera de ferrocarril que la empresa inglesa The Sierra Company Limited realizó a principios de 1900 para comunicar cuencas mineras y transportar carbón. La trinchera seccionó la Sierra, dejando a la luz las galerías del karst que se habían rellenado con sedimentos del Pleistoceno y que contenían los restos de las sucesivas ocupaciones que habían sufrido. La excavación consiste, pues, en extraer el relleno de las galerías: cantos de calcita y brechas arcillosas con numerosos huesos que son preparados, lavados y restaurados para su estudio.

modo en que se han conservado, además de datos sobre los restos de humanos, sus utensilios y las actividades que realizaban. Puesto que una de las cualidades de esta exposición es que muestra el trabajo en equipo y la coordinación de muchas de las especialidades de la paleontología, señalaré dos aspectos: el primero, cómo se consigue la información, y, en segundo término, cuál es la importancia de algunos de los descubrimientos que aquí se han hecho. La exposición tiene dos recorridos paralelos: las faunas y ecosistemas del Pleistoceno y los grandes descubrimientos realizados sobre la evolución humana. Conviene prestar atención a ambos, pues Atapuerca tiene una buena colección de fósiles: aproximadamente 25.000 restos han sido catalogados ya.

Las edades de Atapuerca En muchas ocasiones se nos pregunta a los paleontólogos cómo podemos conocer a ciencia cierta la edad de un yacimiento. El caso Atapuerca reúne todos los elementos con los que se puede trabajar en esta ciencia para conocer la edad de un fósil. Algunas de las técnicas explicadas en la exposición y que se han utilizado para saber la edad de este yacimiento son muy sofisticadas, como el análisis magnetoestratigráfico; otras, por contrapuestas, sorprenderán casi igualmente al visitante: ¡la foto de un diente de ratón! La magnetoestratigrafía se basa en el comportamiento del campo magnético terrestre, que es como un gran imán. En un imán, bien lo sabréis, hay dos polos, uno de los cuales señala el Norte –y esto nos lo indica cualquier brújula. Pues bien, los terrenos y sedimentos ricos en elementos capaces de imantarse (como el hierro que se encuentra en la arcilla, por ejemplo) se orientarán

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atraídos por el gran imán terrestre, como la aguja de nuestra brújula. Pero si bien actualmente el Norte de la Tierra coincide con el polo negativo, no siempre ha sido así, pues a lo largo de la historia terrestre se han producido cambios en la posición de los polos del imán. Esta alternancia produce un bandeado que se basa en la variación de capas con orientación como la actual (polaridad normal) y capas con la orientación contraria (lo que recibe el nombre de polaridad inversa). Es como el código de barras de un producto, y el código de barras de Atapuerca es semejante al de otras localidades del Pleistoceno Inferior y Medio.

Arvícola. La evolución de MImomys a la rata de agua (Arvícola) viene caracterizada por la aparición de molares de crecimiento contínuo y la desaparición de las raíces. Este cambio sucedió “exáctamente” hace 800 a 600.000 años.

Entonces, ¿por qué recurrir a un ratón? La cuestión es simple, ningún método es infalible, de modo que hay que utilizar otra fuente de información. Mimomys es un ratón muy conocido para los que estudian a los humanos, pues su registro es crucial sobre todo en los yacimientos con restos prehistóricos. Estos ratones son de origen asiático, pero hace unos 5 millones de años comenzaron a colonizar Europa y América. Distintas oleadas migratorias se fueron produciendo a lo largo del Plioceno y del Pleistoceno, en coincidencia con los momentos de máximo enfriamiento climático. En el transcurso de sus viajes la dentición de estos pequeños roedores se fue modificando, de modo que podemos tener un buen indicador temporal si estudiamos la forma de sus dientes. El Mimomys de Atapuerca ha servido para saber la antigüedad nada menos que de los depósitos de Homo antecessor.

Los animales y las plantas de Atapuerca Uno de los cráneos que más sorprende a los visitantes de esta exposición es el de un enorme rinoceronte hallado en la Gran Dolina. El ecosistema de Atapuerca estaba compuesto por grandes y pequeños mamíferos (había hamsters, lirones, puercoespines y castores, por ejemplo), pero las especies variaron muy poco a lo

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largo de la historia de Atapuerca, lo que indica una cierta estabilidad ecológica y un clima más benigno que en el resto de Europa.

Rinocerontes, bisontes, panteras y tigres “dientes de sable” en la Península. Con la entrada del Pleistoceno Inferior se produce una renovación de las faunas que habitaban Europa. Los ciervos y los bóvidos del Terciario terminal son reemplazados por otros herbívoros rumiantes de origen asiático. Junto con estos rumiantes entraron algunos carnívoros como los “perros etruscos”. Pero el movimiento de faunas no sólo procedía del Este (a fin de cuentas Europa puede considerarse como un apéndice de Asia), sino también del Sur, de Africa. Desde este continente llega a Europa un número notable de carnívoros: hienas gigantes, un tigre mediano de los de “dientes de sable”, un caballo, hipopótamos y perros salvajes. Una sabana de herbáceas con clima cálido es el escenario de estas faunas, donde los superdepredadores, tigres y perros salvajes, produjeron grandes cúmulos de carroña que aprovecharon las hienas y los propios humanos. A los primeros viajeros del cuaternario los encontramos muy bien documentados en el Museo de Orce, en Granada. Durante el Pleistoceno Medio se produce un reflujo de inmigrantes asiáticos que alcanzan la Península Ibérica. Aparecen los primeros caballos modernos, la hiena manchada actual, el jabalí, una serie de especies de osos. También los felinos son sustituidos por el león y el leopardo. A estos recién llegados podemos verlos en la exposición de Atapuerca, en Ibeas de Juarros, Burgos, y en el Museo al aire libre de Ambrona, en Soria. Al final del Pleistoceno, hace unos 30.000 años, se recrudecen los climas fríos y hasta la Península llegan los gigantes del hielo: mamuts, rinocerontes lanudos y el ciervo megaloceros. Podéis echar un vistazo a esta fauna en el Museo Municipal de San Isidro, en Madrid, y en el Museo de Gibraltar.

Uno de los carteles de la exposición que puede pasar inadvertido es el dedicado a la vegetación y al paisaje de la Atapuerca prehistórica. La información es

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muy densa, pero merece la pena pararse a ver qué contiene con cierto detalle. Los estudios en paleontología sobre la vegetación son muy escasos, puesto que difícilmente podemos tener documentación directa sobre ella. Ahora bien, si bien una hoja u otro resto vegetal fosiliza en condiciones muy particulares, el polen, en cambio, es muy resistente, y gracias a su estudio se puede documentar la vegetación de una zona. Extraer polen es una labor tediosa, así que conviene apreciar el esfuerzo realizado en estos estudios. Los pólenes de árboles y arbustos hallados son bien conocidos por los que gustan de los paseos por el campo: acebuchales (olivos silvestres), pinos, hayas, olmos, nogales, abedules y quejigos. A pesar de que existe una alternancia de vegetación más abierta a otra más boscosa a lo largo de la historia de Atapuerca, no parece que haya habido cambios drásticos en el paisaje, de modo que casi se podría decir que la sierra gozaba de un microclima particular. Los paleobotánicos saben bien desde cuándo podemos relacionar la vegetación del pasado con la actual. Según nos dicen, en los últimos 20.000 años los tipos de bosques y de vegetaciones de la Península no han cambiado, y que ya existía la zona de los bosques y de las faunas atlánticas, mediterráneas y, finalmente, la zona formada por un amplio territorio interior de transición. Atapuerca se sitúa en la zona húmeda, atlántica, pero se han recogido restos también de vegetación mediterránea. De modo que el clima cambiaba en momentos de gran benevolencia climática. Esta encrucijada, ayudada también por un paisaje cambiante con roquedales, valles, cimas y arroyos, favoreció que en la sierra se diese una fauna muy diversa. El uso de la vegetación por los humanos es otra de las curiosidades que merece la atención del visitante. Muchas de las plantas y semillas que se recolectaban forman parte de nuestro acerbo gastronómico y también de la tradición herborista de la medicina natural. Entre ellas, la rubia, el ruibarbo, la acedera, el viburno, la ortiga, el plantago o zaragatona, las cuales, además

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de ser comunes en las boticas naturales, en algunos sitios se siguen utilizando para cocinar. Plantas medicinales utilizadas por los humanos primitivos. La Rubia se utilizaba para cálculos en la vejiga y el riñón, y para la incontinencia. El Rumex (ruibarbo, acedera) contiene vitamina C, y era utilizada para enfermedades de la piel. El Plantago ortiga les era útil para contu- rubia siones, hemorragias y picaduras, pues es un antibiótico natural. La Ortiga servía para el reumatismo y las contusiones. El Olmo, contra la diarrea, las hemorroides y las heridas de lenta cicatrización. Finalmente, consumían Rosáceas, escaramujos y majuelas, ricas en Vitamina C. Algunas de las plantas frecuentes en los ambientes del cuaternario de la Sierra de Atapuerca.

Humanos y más humanos No es gratuita la utilización repetitiva de este título, pues en Atapuerca hay dos tipos de hombres: Homo antecessor y los Homo heilderbergensis (un preneandertal). A lo largo de la exposición los visitantes encontrarán referencias a la evolución de los humanos, pero conviene diferenciarlos porque los dos hallazgos rellenan partes diferentes del puzzle de la evolución. Los fósiles cuaternarios guardan el secreto de la evolución humana, un asunto intrincado y complejo. Los descubrimientos que se han realizado recientemente en paleontología humana nos indican que no podemos hablar de la evolución del hombre moderno sin hablar también de otros grupos humanos que desaparecieron durante el cuaternario, no hace más de 30.000 años, es decir, unas 300 generaciones. Los

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hombres modernos (Homo sapiens) no estaban solos hace esos miles de años, otra especie de humanos convivió con ellos, los neandertales. La evolución de los humanos siempre se ha narrado como la aventura de una especie. Memorias de África sería el comienzo, pues todos venimos de ese continente austral. El comienzo del peregrinar de nuestra especie desde los confines africanos se ha considerado tradicionalmente una aventura en solitario, la gran proeza de avanzar a pesar de la adversidad. En cambio, muchos plantean ahora la posibilidad de que los primeros viajes fuesen en el seno de las grandes comunidades de mamíferos que también se desplazaban hacia el Norte. Los primeros hombres, los grandes tigres y las hienas moviéndose en grupo. La mezcla de faunas de algunos de los yacimientos que podemos visitar sugiere este supuesto. Si visitáseis el Museo de Orce, Granada, veríais los restos de esta primera migración y colonización humana, la más antigua que conocemos en Europa (del Pleistoceno Inferior, hace unos 1,8-1,6 millones de años). Evidencias de este “primer hombre” existen también en otros puntos de Europa, por ejemplo en el Cáucaso. Estos primeros hombres serían el equivalente del africano Homo ergaster, que en Asia y Europa da lugar a la especie Homo erectus (el famoso Hombre de Java pertenece a esta especie). En cambio, los testigos dejados en la península de este protohombre (ya sea Homo ergaster ya Homo erectus) son aún muy vagos. La paleontología humana es un rompecabezas de restos dispersos en muchos y lejanos lugares. Atrapar una especie que está en continuo movimiento como la humana es difícil, y sólo poseemos un “flash de foto fija” cuando aparece un fósil. A pesar de todo lo que se ha hablado de la evolución humana, aún existen grandes lagunas, especialmente si consideramos que el proceso de humanización fue rápido. Desde la primera incursión de los protohu-

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Evolución humana y montaje fotográfico usando el tríptico de la exposición itinerante de Atapuerca. Los cambios más recientes en la evolución humana comienzan hace unos 2 millones de años con Homo ergaster (cuyos restos sólo se han descubierto en Africa) y Homo erectus (cuyos restos proceden de yacimientos eurasiáticos). En la base, reconstrucción de una estampa cotidiana del hombre de Java. Los restos de Homo antecessor hallados en Atapuerca, se suponen transcendentales para resolver el origen del linaje de los neandertales (en recuadro) y cuando estos divergieron de Homo sapiens. En el recuadro, se representan los cráneos de Homo heidelbergensis y de un neandertal más reciente procedente de los depósitos hallados en Gibraltar.

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manos en Europa y Asia (hace de 2 a 1,8 millones de años), la siguiente fotografía se encuentra en España, en Atapuerca. La riqueza de la Península Ibérica en cuevas cársticas ha hecho que la paleontología humana tenga en nuestro país gran importancia, pues muchos de los yacimientos cuaternarios (del Pleistoceno Medio) se han generado por acumulaciones en cuevas. El siguiente testigo de la oleada africana es Homo antecessor, nuestro ancestro de hace un millón de años. Homo antecessor es un nudo en la evolución de grupos humanos, pues por un lado a partir de él, se propone que se diferenciarían Homo sapiens y los neandertales. Para que el visitante comprenda la importancia de este hallazgo debe hacerse una idea del “antes” y el “después” de su descubrimiento. Para resumir en una frase su importancia, digamos que el descubrimiento de Atapuerca pone a los paleontólogos en la pista de lo que tienen que buscar. Con el hallazgo de Homo antecessor se abre un nuevo capítulo en la paleontología humana. Homo antecessor es un hombre europeo de origen africano que llegó a Europa y dejó un descendiente hace un millón de años: a Homo heilderbergensis. En cambio, en África, su lugar de origen, la especie antecessor debió diferenciarse en los humanos modernos (H. sapiens), tal vez mucho más tarde en el tiempo. Según este esquema, la nueva tarea que habría que emprender para verificar que los hallazgos de Atapuerca están bien interpretados es buscar a Reconstrucción Homo antecessor en África, pues Homo heilderberde Neandertal. gensis y los neandertales son sólo europeos. Si bien los restos de Homo antecessor son interesantes desde la perspectiva de la evolución humana, no son espectaculares como fósiles. Los cráneos y man-

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Uno de los textos con figuras editados para la exposición temporal sobre la evolución humana que se puede visitar en el Museo de las Ciencias de CastillaLa Mancha (Cuenca) (Dibujos de Israel M. Sánchez y Mauricio Antón, del catálogo "El rey de los monos", Consejería de Educación y Cultura de Castilla- La Mancha).

díbulas de los neandertales son mucho más excitantes. Intenten hacer un ejercicio mental de poner carne sobre esos huesos: un pómulo saliente, una cara ancha, una mandíbula casi cuadrada y muy alta, una cara larga y una frente huidiza, una fosa nasal ancha. Todo indica que estos parientes humanos eran vigorosos y con rasgos faciales muy marcados. La imagen que se nos ha proporcionado de los neandertales siempre estuvo distorsionada. La interpretación de los primeros huesos hallados en Alemania dibujó a un humano torpe y brutal, indigno de ser nuestro pariente. Los huesos de las piernas que se descubrieron tenían artrosis, así que se pensó que eran incapaces de andar erguidos. Uno de los cráne-

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os hallados en Croacia tiene marcas de corte, así que se pensó que estos humanos habían tenido originalmente hábitos caníbales. Siempre envueltos en un hálito de duda y misterio, pues no se conoce aún la causa de su desaparición (hace sólo 30.000 años), a los neandertales se les considera hoy un grupo humano independiente del nuestro, mucho más diferente de lo que podamos imaginar con las variedades étnicas que hay en la actualidad. Los rasgos de los cráneos de los neandertales más avanzados y su código genético indican que somos estirpes humanas independientes, primos como el perro y el chacal, pero no del mismo linaje. Lo más apasionante de este grupo humano es que, al igual que nosotros, tuvieron cultura y tecnología. Su intelecto fue capaz de aprender de los avances técnicos de la estirpe de los humanos. Durante unos miles de años, los neandertales fueron los únicos habitantes humanos establecidos en Europa. Hace unos 40.000 años (en el Paleolítico Superior), se produjo una oleada de la estirpe humana africana que volvió a adentrarse en Europa desde el Este. Estos humanos son los modernos cromañones, cuyo rastro puede seguirse desde Asia hasta la Península Ibérica. No deja de especularse si nuestros parientes venidos de África pudieron llegar a cruzarse con los humanos neandertales europeos produciendo híbridos entre las dos estirpes, puesto que convivieron durante 10.000 años. En la Península Ibérica, los humanos modernos se asentaron en las zonas del Norte (especialmente en Cantabria), mientras que los neandertales se confinaron en el Sur. Hasta donde sabemos, el último neandertal vivió en Andalucía hace unos 33.000 años: restos de esos últimos pobladores se han hallado en Gibraltar, en la cueva de Zafarraya. Curiosamente, a pesar de ubicarse próximos a la costa africana, nunca se ha encontrado vestigio alguno de su paso al continente africano. De los hombres de cromañón nos quedan restos de su cultura y utensilios. Toda la rica prehistoria de la

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Edad de piedra (hace entre 30.000 y 10.000 años), con pinturas como las de Altamira, forman parte del legado cromañón. Los restos de su cultura, tecnología y enterramientos han de visitarse en museos arqueológicos, pues su estudio supera ya los límites de la paleontología.

Los utensilios humanos Si observamos la secuencia temporal de los distintos modos de fabricación de herramientas podremos comprobar la dinámica de la mente humana en el uso y la elaboración de objetos. El tiempo entre una innovación de diseño y otra es cada vez más reducido, y si en relación al tiempo colocásemos a continuación de las herramientas de piedra las de metal y las tecnológicas donde se incorpora la física de ondas y de la materia y la uniésemos con una línea nos daría una gráfica ascendente con mucha pendiente, pues estos inventos han sucedido en muy poco tiempo. La evolución temprana de la humanidad se estudia también a través de los utensilios, pues los materiales utilizados, el trabajo que tienen, las funciones para las que parecen haber sido hechos y el lugar en que son hallados nos proporciona relevante información. En la exposición podemos ver cómo los artefactos humanos se hacen cada vez más elaborados, obedeciendo a una planificación detallada de las funciones que han de cumplir. Tres modos diferentes de hacer se proponen en la exposición, cuyos nombres corresponden al olduvayiense, achelense y musteriense. Los tres modos tienen registro en Atapuerca, así que se pueden seguir los cambios introducidos en el uso de herramientas por los humanos.

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AULA ARQUELOGICA Y PALEONTOLOGICA "EMILIANO AGUIRRE" BURGOS: Asociación cultural Amigos del Hombre - Ibeas de Juarros 947 43 04 73 - 947 42 14 62 Eras Geológicas: 800.000 años Registro fósil: Humanos Clasificación: Interés:

Desde Ibeas de Juarros y desde el municipio de Atapuerca se organizan visitas guiadas a los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, donde se han descubierto los fósiles mejor conservados de neandertales a escala mundial. La expedición a los yacimientos se complementa con una visita al Aula "Emiliano Aguirre", que nos introduce en los descubrimientos mas relevantes.

En torno a los yacimientos, sobre la carretera de Logroño (en dirección al pueblo de Atapuerca), podemos ver un Hospital de peregrinos y Monasterio de estilo románico-gótico en San Juan de Ortega. Atapuerca es también lugar con dólmenes neolíticos, y su riqueza arqueológica ha influido para que se construya un parque arqueológico en sus proximidades, donde se podrán realizar las actividades que hacían los hombres prehistóricos de la Sierra de Atapuerca. Existen dos horarios en el Aula "Emiliano Aguirre", de invierno: sábados, domingos y festivos de 11 a 14; de verano (de Julio a Septiembre): de 10 a 14 y de 16 a 20. El Museo permanece cerrado los Lunes y Martes, y el último fin de semana de cada mes. Podéis concertar visitas guiadas al yacimiento: salen cada hora desde las 10 de la mañana a las 13 horas, y por la tarde desde las 16 a las 19 horas. La visita en el Aula es guiada.

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Los grandes descubrimientos realizados en Atapuerca son muy recientes, mas no por ello el camino recorrido en las investigaciones, en la protección de los yacimientos y en la difusión ha sido corto. Desde que, en 1991, Atapuerca es declarado Bien de Interés Cultural, comienzan una serie de iniciativas de gestión, tanto locales como de la propia Junta de Castilla y León, para poner al servicio del público y de los investigadores la infraestructura necesaria para el estudio y la difusión de la evolución humana. En muy poco tiempo Atapuerca caló –con toda razón– en el mundo científico, pero no solamente en este ámbito, pues ha llegado a convertirse en un lugar casi mítico y muy popular. Durante el verano del 2001, por ejemplo, nada menos que más de 1000 personas visitaron diariamente las excavaciones.

Dr. Emiliano Aguirre.

Los yacimientos se encuentran entre los términos municipales de Ibeas de Juarros y de Atapuerca. Ibeas fue pionera en el montaje de un Aula de Interpretación de Arqueología y Paleontología. Inagurada en 1993, el Aula está dedicada al primer paleontólogo que reconoció el valor científico de Atapuerca, el célebre paleomastólogo (que estudia a los mamíferos) de prestigio mundial Emiliano Aguirre.

Los yacimientos que pueden visitarse y su entorno Cerca de los yacimientos, sobre la carretera de Logroño, San Juan de Ortega y Agés (en dirección al pueblo de Atapuerca), pasa el camino de Santiago. Un hospital de peregrinos y monasterio de estilos románico y gótico se puede visitar en San Juan de Ortega, poblado que lleva el nombre de un alumno de Santo Domingo de la Calzada. Ya en Atapuerca, encontraréis un curioso monumento: un mojón de piedra caliza que rememora la batalla acontecida en 1054 entre Castilla y Navarra. Pero Atapuerca es también lugar de dólmenes neolíticos, y su riqueza arqueológica ha influido para

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que se construya un parque en sus proximidades, en el que se pueden imitar las actividades que los hombres prehistóricos realizaban en la sierra que lleva también el nombre del pueblo. Trazado de las cuevas que horadan la Sierra de Atapuerca, y donde se ubican los principales yacimientos del Pleistoceno.

Los yacimientos que se pueden visitar son los que se encuentran al aire libre. En horario de visitas se puede recorrer la trinchera del antiguo ferrocarril, donde están las cuevas del Elefante, de la Galería y la Gran Dolina, así como la Sima de los Huesos. Un camino en alto, alternativo y situado a la izquierda de la entrada, nos desvía del trazado. Este recorrido se utiliza cuando el equipo de investigación está trabajando en los yacimientos que se ubican a lo largo de una trinchera de ferrocarril que nunca llegó a ser funcional. El Elefante: En este yacimiento se han descubierto los restos de ocupación humana más antiguos, de hace más de un millón de años, pero también es muy rico en grandes mamíferos, como caballos, rinocerontes, hipopótamos, cabras, bisontes y ciervos gigantes. Galería: Este hueco está relleno de sedimentos que datan de hace entre 400.000 y 200.000 años. En los niveles más bajos de la Galería se han encontrado abundantes restos de industria lítica y animales, mientras que en los superiores se han hallado huellas de zarpas de osos. Gran Dolina: En el frente de Gran Dolina trabaja actualmente el grueso del equipo de investigación. En este corte se encontraron, en 1995, los restos de Homo antecessor, durante un sondeo para recoger sedimen-

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Cueva de la Gran Dolina.

Entrada de la Sima de los Huesos.

to de hace 780 mil años de antigüedad. En Gran Dolina se han rescatado evidencias que nos permiten caracterizar los cambios climáticos que hubo en Atapuerca durante el Pleistoceno, hace entre 780 mil años y 350 mil. Sima de los Huesos: Este recinto se encuentra a 12 metros de profundidad, y se comunica al exterior a través de un tubo de apenas 2 metros de diámetro. En la sima se han encontrado cerca de 3.000 fósiles humanos en un área reducida de 4 m2 y 1 metro de profundidad. La edad de los descubrimientos oscila entre 320 mil a 200 mil años.

El Aula Emiliano Aguirre Es muy recomendable visitar este Aula, ya sea antes o después del recorrido por los yacimientos. Las personas encargadas han estado o están involucradas en las excavaciones, y son buenas conocedoras de su historia y de sus hallazgos. Además de guiar la visita al Aula, también se encargan de dirigir las expediciones a los yacimientos, y durante los meses de mayo y junio organizan conferencias junto con el equipo de investigación de Atapuerca. El Aula Emiliano Aguirre es pequeña, pero está muy bien aprovechada y bien documentada. Una maqueta a la entrada nos muestra la extensión de los yacimientos en superficie y en profundidad, y así es fácil comprender cómo la Sierra de Atapuerca estaba formada por una serie de cuevas horadadas en caliza por las que circulaba el agua, algunas de las cuales son de gran profundidad, como la “sima de los huesos”. Estas fisuras se agrandaron por la acción de las corrientes de aguas subterráneas. En algunas de estas se produjeron

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derrumbamientos, abriéndose así las entradas que se conocen en la actualidad. Estos huecos se rellenaron de sedimento conservando una muestra de la fauna y flora del cuaternario en la Península. La acumulación de restos paleontológicos en abrigos rocosos, cuevas, simas o dolinas indica una acción intensa de grandes carroñeros, carnívoros como las hienas, los osos o los propios grupos humanos que utilizaron estos reductos resguardados para su actividad y subsistencia. En el Aula podréis conocer los hallazgos más relevantes de los yacimientos de la Sierra, que los responsables de la visita os contextualizarán, señalando cuál de las piezas descubiertas ha tenido una importancia clave para el debate sobre la evolución humana. La pieza más antigua de industria lítica procede de la Sima del Elefante de hace un millón de años.

Fragmentos de huesos de esqueleto humano.

Resto de mandíbula adolescente.

Dos son los lugares que se resaltan: uno es la Gran Dolina y, el otro, la Sima de los Huesos. En la Gran Dolina se descubrió, en julio de 1994, el “estrato Aurora” llamado así en honor de una de la investigadoras del equipo, uno de los 11 niveles de esta cueva, en el que se halló una asociación extraordinaria de restos fósiles. Los descubrimientos de este estrato se cifran en 200 piezas de industria lítica humana, 86 restos de fragmentos de huesos de esqueletos humanos y 30 dientes aislados. En total, los investigadores contaron que debieron descubrir restos de 6 individuos. A partir de los dientes se pudo conocer su edad, niños de 3 a 4 años, adolescentes de entre 11 y 14 años y adultos de alrededor de 20 años.

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Cuando a un paleontólogo se le pregunta qué prefiere, si descubrir algo nuevo o conocer algo en profundidad, la respuesta dependerá del estado de conocimiento que se tenga en ese momento de los fósiles en cuestión. En el caso de los fósiles humanos, curiosamente lo que sabemos de ellos lo conocemos a partir de muy pocas piezas. Atapuerca es, por eso, un lugar especial, pues la cantidad de restos hallados supone nada menos que el 85% de los restos conocidos en todo el mundo que correspondan al Pleistoceno Medio. Los restos descubiertos en la Gran Dolina eran nuevos, y con ellos supimos de un humano que era desconocido hasta ese momento. Se trata de Homo antecessor, un fósil de hace 780 mil años (si queréis seguir su historia e importancia, visitad la exposición temporal sobre evolución humana y hallazgos de Atapuerca). En Gran Dolina también se descubrieron los vestigios más antiguos de canibalismo en la evolución humana. El hallazgo de huesos humanos con marcas de cortes, golpes y fracturas con morfología semejante a la que los proRecreación realizada por Mauricio Antón de el posible canibalismo que realizaban estos individuos.

pios humanos producían en otros animales, se estableció el debate sobre si nuestros ancestros eran caníbales porque realizaban determinados rituales (como comer de los muertos durante el enterramiento), o bien eran aún animales carroñeros que aprovechaban todo tipo de cadáveres, incluidos los humanos, para alimentarse. El otro lugar en que os debéis detener es el yacimiento de la Sima de los Huesos, que nos ha permitido saber algo más sobre otro momento de la historia de

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los humanos, ya que los restos encontrados son de preneandertales, nuestros parientes hermanos en la evolución. Más de 30 individuos han sido localizados en este yacimiento, y ese número tan elevado hallado en un mismo nivel no hace sino suscitar preguntas: ¿Cómo se ha producido esta asociación? ¿Es algo casual o tiene que ver con el modo en que se comportaban los humanos neandertales, es decir, se trata de un rito, de un lugar fijo para los entierros, etc.? Algunos paleontólogos, como el propio Emiliano Aguirre, han interpretado esta concentración de cadáveres como los restos de una catástrofe fortuita de una de las poblaciones de Atapuerca. Un grupo de humanos que se refugiaban en el portal de la cueva, y que quedaron atrapados por un deslizamiento de ladera. Homo Antecesor. Restos de individuos infantiles.

Los cráneos completos son los fósiles más famosos del yacimiento de la Sima de los Huesos, y cuando los paleontólogos cercanos se refieren a ellos lo hacen con nombres cariñosos como “Miguelón” o “El Sordo”. El nombre de este último se debe a que uno de los cráneos muestra, en efecto, una patología, y el individuo que era su dueño casi con seguridad era sordo. Cada cráneo es un documento único de la evolución de los humanos, y éste en particular nos hace preguntarnos cómo podía alguien sobrevivir durante años a una discapacidad como esa si no era siendo cuidado por sus semejantes. Al parecer, nuestro parientes humanos también cuidaban a sus enfermos. Atapuerca está interrogando continuamente a los fósiles sobre la evolución humana. La familiaridad de las personas que trabajan ahí con los primeros humanos (Homo antecessor) y con los preneandertales es tan grande que los tratan como a exploradores que hubieran quedado atrapados en la Sierra. De hecho, el calificativo "antecessor" significa "el explorador".

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MUSEO MUNICIPAL DE VILLADIEGO (PINTURA, PALEONTOLOGÍA Y ETNOGRAFÍA) BURGOS: Vega y Arco de la Coral - Villadiego 947 36 17 00 Eras Geológicas: Entre 169 y 15 m.a. Registro fósil: Organismos marinos, tortugas gigantes. Clasificación: Interés:

Villadiego es un municipio con estructura medieval declarado conjunto Histórico-Artístico por su conservación. La Plaza Mayor porticada y los Arcos de acceso a la ciudad, así como

sus Iglesias góticas, hacen de este municipio un lugar con encanto. Su cocina es otra buena justificación para parar y pedir el típico lechazo de la tierra. Existen además una serie de rutas históricas y naturales previstas que podéis solicitar desde el Museo. Los fósiles no son muy abundantes, lo más notable es el esqueleto de una tortuga terrestre gigante. Villadiego se localiza al norte de Burgos, se puede acceder con facilidad por Olmillos de Sasamón. Desde el norte, se accede por Escalada y por Aguilar del Campo. El Museo se puede visitar con guía, abre sábados, domingos, festivos y vacaciones de 12 a 14 y de 18 a 20. Entre semana las visitas se realizan en grupos con previa cita. La parte de etnología del museo es muy rica y está montada con detalle y orden.

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La localidad de Villadiego aparentemente está situada en un lugar alejado de todas las rutas, pero esto es sólo apariencia, pues los fines de semana está llena de paseantes que vienen a disfrutar de un municipio armónico, muy castellano y con buena comida. Muchos asociarán el nombre de este municipio con un dicho relativamente popular: "tomarse las de Villadiego", que tiene relación con las persecuciones de los judíos en la Edad Media, pues al parecer los judíos acuñaron esta frase porque Villadiego era el único lugar donde se les acogía y no podían ser detenidos. Además de disfrutar de la ciudad y de sus bellos edificios e iglesias, Villadiego cuenta con un museo, no demasiado pequeño, donde se pueden admirar las costumbres tradicionales de la Castilla rural. La sección de etnografía está muy bien documentada y expuesta con cariño y buen gusto, aprovechando los espacios de una casa rural. No sólo los objetos están bien seleccionados, hay que señalar también el bienhacer de la persona encargada de las visitas, que incita al público a recordar los cientos de nombres que se han perdido en el trasiego de una cultura rural rica en instrumentos y herramientas a la pobre cultura urbana, donde el funcionalismo ha minimizado el número de objetos cotidianos. La sección de paleontología comparte un pequeño espacio con la sección de pintura en el "Arco de la Cárcel", edifico de planta rectangular de finales del siglo XV que fue la entrada norte del municipio. No hay muchos fósiles expuestos, y la mayoría han sido recogidos en los alrededores de Villadiego, pero como la colección procede de un naturalista local se exponen también ejemplares de otras localidades de España, buscando tener una representación de todas las épocas. Como en muchos otros museos locales, la recolección de fósiles es fruto del lugar estratégico donde se encuentra el municipio, y Villadiego es un lugar

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Esponja fósil y sección. Las flechas señalan la trayectoria del agua. La banda señalada y más oscura corresponde a la región donde se encontrarían las cámaras para filtrar.

de transición. Si entrásemos desde el norte a la localidad, cruzaríamos por afloramientos del Jurásico marino y del Cretácico continental, que conforman el borde sur de Cantabria. Estos montes delimitan las cuencas de los ríos Duero y Ebro. De entre los ejemplares expuestos de estos dos periodos de la Era secundaria, el mejor conservado es una esponja. Ya podéis ver que no se trata de un animal extraño, pero pocas veces se puede apreciar en detalle el interior de una esponja fósil, y la que tenemos expuesta muestra las cavidades y canales que tuvo el animal en vida. Ahora bien, Villadiego propiamente dicho se asienta sobre terrenos del terciario, formados por la cuenca por la que circula en la actualidad el río Duero. La gran tortuga que se expone es la atracción del municipio, y corresponde al Mioceno. En la actualidad, cuando oímos hablar de tortugas gigantes inmediatamente pensamos en las tortugas marinas, que trágicamente se encuentran en peligro de extinción, aunque aún podemos verlas en la península, especialmente en las costas de levante, de Cádiz o de Canarias (la tortuga boba o la tortuga verde, por ejemplo). En cambio, las que podemos ver aquí en Villadiego corresponden a otro grupo de tortugas adaptadas a la vida exclusivamente en tierra y que se conocen como testudos. Estos testudínidos gigantes ya no existen en

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Europa, desaparecieron hace unos pocos millones de años, cuando el clima comenzó a tener grandes desequilibrios y comenzaron las glaciaciones. Pero antes de que ello ocurriera, fueron muy frecuentes en las faunas terrestres miocenas (hace unos 10 millones de años). Estos poderosos animales de hábitos solitarios y que ramoneaban plantas, habitaron las zonas abiertas de praderas junto con mastodontes y otros grandes mamíferos. Hoy en día, en España, la tortuga mora y la tortuga mediterránea serían representantes vivos de este linaje. Ambas formas se parecen a la tortuga de Villadiego en el caparazón abombado y son fundamentalmente vegetarianas, aunque complementan su dieta con invertebrados y carroña. Caparazón reconstruido de la tortuga terrestre gigante Testudo expuesta en Villadiego.

Las cuencas del Duero y del Tajo son muy ricas en el registro de testudínidos gigantes (no olvidéis que en Salamanca hay una sala llamada Sala de

FALTA PIE DE FOTO

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las Tortugas y que en los Museos Provincial de Ciudad Real y de Sabadell se exponen ejemplares completos). El tamaño del caparazón de estas tortugas es de aproximadamente 2 metros y llegan a pesar unos 250 kilos. No es fácil determinar la edad que alcanzaban, pero sabemos que las tortugas son muy longevas (pueden vivir hasta 80 años) y que, además, a diferencia de los mamíferos, crecen de por vida, aunque, eso sí, muy lentamente. El museo emociona, pues nos engancha principalmente con el modo de vida de nuestros antepasados. En cuanto a la pinacoteca, tiene piezas curiosas y de calidad. La parte de paleontología está aún poco documentada, pero estoy segura de que los locales se sienten muy orgullos de su tortuga gigante.

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MUSEO DE ARQUEOLOGÍA Y PALEONTOLOGÍA DE SALAS DE LOS INFANTES BURGOS: Ayuntamiento - Salas de los Infantes 947 38 00 21 Eras Geológicas: Entre 150 y 65 m.a. Registro fósil: Peces, cocodrilos, dinosaurios, tortugas Clasificación: Interés:

Salas de los Infantes es uno de los municipios que forman parte de un enclave que se extiende por la Sierra de la Demanda con bellos parajes, monumentos históricos y restos arqueológicos. En Salas destaca la Iglesia de Santa María la Mayor del siglo XV, donde además hay restos de un tronco fósil. Los municipios de la Sierra de la Demanda han reunido su oferta cultural manteniendo una serie de museos: de las Ferrerías en Barbadillo de Herreros, Musicología en Santo Domingo de Silos, del Oso en Hortigüela. El horario excepto lunes es de 10 a 14 y por la tarde de 4,30 a 7. Sábados y domingos de 10 a 14. La entrada el miércoles es gratuita. La Sierra de la Demanda, junto con la Sierra de Neila y el Valle del Arlanzón, constituye una amalgama muy interesante para recorrer desde el punto de vista de la historia (Monasterio de Silos), la arqueología (necrópolis altomedievales) y la paleontología. Esta Sierra es también Parque Nacional, por su riqueza de bosques de hayas, robles, acebos, abedules y pinos. Podréis encontrar también lagunas de origen glaciar formadas durante el cuaternario y una serie de sendas a recorrer entre montañas. No dejéis de recoger información previamente en el Patrimonio de Turismo de la provincia de Burgos (www.patroturisbur.es) o información turística de la Sierra (www.sierradelademanda.com). La zona tiene una buena oferta de turismo rural y de hoteles. En ruta, podéis visitar el Museo de Arqueología y Paleontología.

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Salas recibe su nombre de los siete infantes de Lara, que protagonizaron una trágica leyenda: allá por el 1300, los infantes fueron mandados asesinar por su tía, quien luego envió a su padre, preso en Córdoba, las cabezas cortadas de sus siete hijos. Salas de los Infantes forma parte de uno de los municipios de la comarca rural de Sierra de la Demanda. También la Sierra de Atapuerca (y sus yacimientos) forma parte de la misma comarca. Estamos, pues, en una zona rica en restos fósiles y arqueológicos. La afición en Salas de los Infantes por los fósiles es muy antigua, y su museo es el resultado de 25 años de excavaciones realizadas por el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.), que ha ido canalizando sus actividades hacia la creación de un museo municipal y hacia el estímulo constante de la paleontología en la zona. Y aunque son un grupo reducido, han sabido organizar, por ejemplo, varias Jornadas Internacionales de Paleontología en esta localidad. En Salas se han hallado restos que documentan la ocupación de sus sierras durante el Pleistoceno (Atapuerca es la más famosa), y se han encontrado también restos de industria lítica. Arqueológicamente, Salas tiene un registro muy continuo, puesto que se han hallado unas bellas puntas de lanza y varias hachas de la época de Bronce, y hay restos de interés de la época de Hierro (siglo V a. C.), cuando era ocupada por pobladores celtíberos de la tribu de los Pelendones. Hasta la época romana se tiene buen registro de la ocupación humana en Salas, y en el Colectivo se han ido recopilando los yacimientos hallados en el municipio y en el resto de la comarca. El Museo ofrece la posibilidad de ver la reconstrucción de un dolmen megalítico o de ver cómo era una vivienda celtíbera. Salas de los Infantes es una localidad con fósiles que pertenecieron a los grandes reptiles de la Era Secundaria o Mesozoico, al igual que las localidades que pudimos ver en La Rioja, Teruel y Castellón (ver Museos de las localidades de Enciso, Galve, Mas de las Matas y Morella en los volúmenes 3 y 4 de esta

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serie). En cambio, los restos del Cretácico Inferior corresponden a los de las localidades de la parte más oriental del Macizo Ibérico. Un abundante registro de huesos aislados de distintos tipos de dinosaurios, de cocodrilos, tortugas e incluso de peces forman los fondos del Museo de Salas. Los dinosaurios son el “núcleo principal” de la exposición: piezas del esqueleto articuladas, grandes huesos de las extremidades, dientes aislados y algún

Filogenia de dinosaurios mostrando la diversidad morfológica que éstos alcanzaron en su evolución 5 de los 9 linajes(*) de la figura se han hallado en el Cretácico Inferior de Sala de los Infantes.

hueso curioso forman su colección. Una gran variedad de formas y especies se han descubierto. Entre ellas, destacan los carnívoros, reconocidos por su particular dentición de bordes aserrados, junto con herbívoros pertenecientes a los grandes iguanodontes y a los saurópodos, pero también pequeños hypsilofodontes, además de los extraños dinosaurios cuadrúpedos y acorazados como los ankylosaurios y los estegosaurios. Ya veis que se ha conseguido rescatar una gran diversidad. Una maqueta recrea a modo de diorama una escena “a ojo de pájaro” de un día de hace unos 120 millones de años. En ella se han representado los organismos descubiertos en niveles que corresponden a antiguos lagos o cauces de ríos de lo que los geólogos denominan los pisos Hauteriviense y Barremiense. Los paleontólogos tenemos cierta fama de que nos inventamos todo. Tal vez esta impresión se deba a que cuando se

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reconstruye el pasado se procura una estampa hiperrealista, una postal completa, de lo que había. Muy posiblemente, al querer mostrarlo todo hagamos que las cosas sean menos creíbles, pero cuando se reconstruye un paisaje es porque se tienen evidencias fósiles suficientes para asegurar que aquello fue un bosque de coníferas. En este recorrido por la paleontología de Sierra de la Demanda, no podéis dejar de visitar los troncos fósiles del municipio de Hacinas; una breve parada en el centro del municipio bastará para encontrarse con unos excelentes troncos fósiles de coníferas. Tronco de conífera del Cretácico, hace unos 120 millones de años en el municipio de Hacinas.

Los troncos de Hacinas fueron llevados desde el yacimiento al municipio en 1976. Existen varios yacimientos de árboles fósiles en esta zona, cuyas edades oscilan en torno a los 120 millones de años, es decir que coexistieron con los dinosaurios. Algunos ejemplares descubiertos miden hasta 10 metros de longitud. Las plantas fósiles de esta zona tienen continuidad con las de Cameros (en La Rioja), formadas por helechos arborescentes, benetitales y coníferas. Para aquellos que estén buscando algún resto de

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dinosaurio que jamás hayan visto en otro museo o exposición, en el Museo de Salas de los Infantes podrán encontrar abundantes restos de un dinosaurio terópodo muy particular: Baryonyx. Dinosaurios parecidos a otros animales: el caso de Baryonyx. Los paleontólogos, cuando estudian a algunos animales que se “camuflan” o “imitan” a otros, suelen tener ciertos problemas para llegar a la certidumbre de lo que son realmente. Aquellas partes casi idénticas entre sí, decimos que son convergentes, y que su semejanza posiblemente se deba a que ambas se utilizarán con el mismo fin. Por ejemplo, Baryonyx es un dinosaurio cuando se estudia su esqueleto y sus extremidades, pero si se estudia su cráneo, resulta que tiene rostro de cocodrilo. Con Baryonyx nos encontraremos dos veces más en esta guía: en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y en el Museo Municipal de Mas de las Matas, en Teruel. Es curioso este animal, pues “imitó” a los cocodrilos modernos antes de que éstos existiesen: Baryonyx es unos 33 millones de años más joven que el primer cocodrilo moderno que haya existido. Para ser precisa, Baryonyx estaba imitando a ciertos reptiles parientes lejanos de los cocodrilos, conocidos genéricamente como fitosaurios. Estos reptiles eran ictiófagos, es decir, se alimentaban de peces (ictio = pez; así, por ejemplo, ictiosaurio = reptil pez). Uno de los rasgos preeminentes de Baryonyx es su gran garra en forma de hoz. La combinación de un cráneo para cazar peces y una garra tremendamente grande ha hecho suponer a algunos paleontólogos que Baryonyx sacaba los peces del agua con su garra como hacen los osos. Pero entonces, ¿para qué quería un rostro semejante?

Comparación entre el cráneo del cocodrilo Goniopholis (en recuadro) y el dinosaurio carnívoro Barionyx. En el círculo se puede apreciar la garra.

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SALA DE LAS TORTUGAS DE SALAMANCA SALAMANCA: Facultad de Ciencias, Universidad de Salamanca 923 29 44 50 Eras Geológicas: 50 m.a. Registro fósil: Tortugas y cocodrilos Clasificación: Interés:

Se trata de una de las exposiciones que mejor reflejan la riqueza de los yacimientos terciarios de la Cuenca del Duero. Fósiles de Palencia, Zamora y Salamanca están representados en la exposición. Por otra parte se trata también de una de las mejores colec-

ciones para estudiar y comprender la diversidad de las faunas de reptiles y mamíferos durante el Eoceno. Esta exposición se ha trasladado, y aún no tiene una ubicación precisa y estable. Conviene solicitar información previa. Actualmente se encuentra en la Facultad de Ciencias Geológicas. Su visita se concierta en la conserjería directamente.

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La Sala de las Tortugas reúne una extraordinaria colección de lo que fue la rica fauna de grandes vertebrados que vivieron hace unos 40 millones de años, lo que significa que estamos hablando del Eoceno. La exposición se encontraba en un lugar histórico dentro de las dependencias del viejo edificio de la Universidad de Salamanca, al lado del aula donde impartió su docencia el mismo Fray Luis de León, así como Miguel de Unamuno, quien por otra parte llegó a ser rector de esta Universidad. Podría introducir con detalles las peculiaridades de la colección, pero pronto la exposición actual será remozada e irá a parar a un lugar aún no determinado, así que solamente resaltaré aquello que tiene mayor relevancia. La exposición fue montada como parte de la celebración del V Centenario; nada extraño en esta ciudad que tuvo, y tiene, grandes lazos con Hispanoamérica. A raíz de esto se editó un libro dedicado a los fósiles de Castilla y León, en el que se reunieron los conocimientos que se tienen sobre las tortugas, los peces, los cocodrilos y los mamíferos de las muy numerosas localidades y yacimientos descubiertos en esta Comunidad. Esta colección y exposición es, sin duda, la que mejor representa el Eoceno en la Península. En algún punto de estos recorridos por los museos de paleontología de España os decía que perderse en el Eoceno habría sido estar dispuestos a vivir una aventura entre bosques tropicales con vegetación estratificada de árboles dispuestos a distintas alturas, en zonas próximas a ríos y a áreas de inundación. Una selva con palmeras, herbáceas y plantas trepadoras. ¿Os lo imagináis? En la actualidad, estos bosques siguen existiendo en zonas con unas temperaturas y un grado de humedad relativamente elevados (18 a 25ºC), pero entonces estaban muy extendidos. El registro fósil de algunos yacimientos alemanes ha dejado vestigios de vegetación eocena, e incluso se han hallado restos de bosques de esta época en el Ártico. Muchos de los yacimientos eocenos se encuentran en los terrenos a ambos lados del río Duero. La aso-

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ciación de fósiles mejor conocida corresponde a tortugas y a cocodrilos. Pero como podréis ver en la exposición, la riqueza de estos lugares ha proporcionado fósiles de muy diversos tamaños. Uno de los cocodrilos hallados pertenece a una especie muy parecida a las "babas" o caimanes de Venezuela. El tamaño de este cocodrilo (conocido como Diplocynodon) no sobrepasaría 1 metro y medio de longitud total. Este cocodrilo forma parte de los ancestros de los aligatores y caimanes que habitan en la actualidad en climas subtropicales. En los mismos cursos de agua que corrían por estos llanos hace 40 millones de años habitaron también dos grupos bien diferentes de tortugas: trionícidos y pelomedúsidos. Los trionícidos son las tortugas blandas, que han perdido los huesos de la periferia y las placas córneas del caparazón. Estas tortugas han vivido principalmente en los continentes del norte; son animales feroces y muy voraces, capaces de cortar con su pico el hocico de un cocodrilo joven, o el dedo de una persona. En los numerosos yacimientos descubiertos entre las provincias de Salamanca, Palencia y Soria se han observado dos tipos de asociaciones. En una dominan el cocodrilo Diplocynodon y las tortugas trioníquidos y pelomedúsidos; en la otra, las tortugas caretoquélidos y un cocodrilo parecido al que vive hoy en el Nilo. A veces, este tipo de coincidencias (que un tipo determinado de cocodrilos y de tortugas se reúnan y prefieran unos ambientes concretos y no otros a lo largo de un gran río) se produce también en la actualidad en el Níger, en el Nilo o en el Amazonas. Las tortugas de la Sala de las Tortugas. Aquí tenemos una gran representación de tortugas fósiles de todas las épocas -la mejor de toda España-, cuyo rango en tiempo ocupa varias centenas de millones de años: desde el Jurásico hasta la actualidad. El comienzo de este intervalo corresponde casi con el origen de las tortugas, que surgieron durante el Triásico terminal, hace unos 210 millones de años. Lo más familiar de una tortuga es su caparazón, y quizá nos resulte tan familiar que no nos preguntemos cómo se ha formado, a fin de cuentas el hombre ha

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utilizado también escudos para su protección. Ahora bien, los escudos humanos se construyen con elementos externos a nosotros mismos. En el caso de las tortugas, el caparazón es el producto de la interacción entre las costillas, que se han desplazado hacia el exterior soldándose al esqueleto externo, y las capas de células que determinan la formación de los tejidos que forman la piel, donde en algunos casos queda cubierta por huesos. De modo que los caparazones son el producto de mezclar elementos externos e internos del animal. El caparazón de las tortugas es doble, ventral y dorsal, y cuando lo observamos atentamente podemos ver que existen una serie de escudos coloreados. Estos escudos no fosilizan, pues están formados por piel endurecida; sin embargo, pueden llegar a dejar su impresión en las placas óseas fosilizadas, a modo de líneas que a veces son muy nítidas. Otra curiosa condición que reconocemos en las tortugas es la movilidad de su cuello, que les permite esconder la cabeza en el caparazón. Los linajes de tortugas se diferencian en dos grandes grupos: aquellas que pueden ocultar la cabeza y el cuello entre los hombros mediante un movimiento vertical (cryptodira), y aquellas que pueden ocultarse moviendo el cuello en horizontal (pleurodiras). Caparazón visto dorsalmente de una tortuga Neochelys descubierta en asociación con restos de cocodrilos diplocinodontes. Esta tortuga pertenece al grupo de los trionícidos. Estas tortugas poblaban Europa hace millones de años, en la actualidad son pocas especies; algunas proceden de América, otras de Asia y Africa. Son tortugas de cuello largo y de caparazón óseo recubierto de una piel blanda. Debajo del caparazón descansa un fragmento de mandíbula de cocodrilo. En la actualidad también sucede esta asociación entre trionícido y cocodrilo, por ejemplo a lo largo del río Nilo.

La recreación de una fauna única Un bosque no es un lugar muy adecuado para fosilizar, de modo que sólo en determinadas condiciones en las que existe una cuenca de sedimentación, como un río, un lago o una serie de charcas, se producen acumula-

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ciones que nos permiten reconocer su diversidad. Los cocodrilos modernos y las tortugas se encuentran asociados a los cursos de agua, y tal vez por esta razón su registro fósil sea tan abundante en estos yacimientos. Cientos de dientes, placas de cocodrilos y de tortugas, se han descubierto en numerosas localidades. Pero entre la fauna que habitó los cauces de los ríos, destacan los delicados huesecillos con los que se ha montado para la exposición la reconstrucción de una perca (Vixperca). Las percas viven hasta cierta edad en cardúmenes, mas una vez adultas los abandonan y se convierten en animales solitarios, voraces cazadores que actúan en un determinado territorio. La asociación percas, cocodrilos y tortugas existe en la actualidad en el río Nilo. En las selvas eocenas también habitaron mamíferos (si queréis tener una imagen del paisaje y algún detalle más sobre su temperatura, ver el apartado dedicado al Museo de Sabadell, en Barcelona volumen 4 de esta serie). Se han descubierto fósiles pertenecientes a un conjunto de pequeños mamíferos entre los que destacan: una serie de especies ya extintas de perisodáctilos (grupo formado en la actualidad por tapires, rinocerontes y caballos), algunos artiodáctilos (grupo que en la actualidad lo forman cerdos, hipopótamos, camellos, ciervos, jirafas y bóvidos), además de primates, roedores y unos carnívoros ya desaparecidos que se conocen con el nombre de creodontos. La época eocena se caracteriza por el continuo incremento en la variedad y en el número de mamíferos. El número de sus familias, comparadas con las existentes en el Cretácico aumentó aproximadamente desde 20 a más de 100, produciéndose la llamada “radiación” de los mamíferos, pues es en el Eoceno cuando aparecen todos los linajes (o grandes grupos) principales que se conocen en la actualidad. La composición de algunos grupos ha cambiado notablemente desde entonces hasta la actualidad. De entre los perisodáctilos, por ejemplo, en el eoceno había familias que no han dejado descendientes que lleguen hasta el presente, como los lofiodóntidos y los paleo-

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téridos. Los lofiodontes pertenecen al grupo más próximamente emparentado con los actuales tapires; son animales herbívoros que comen vegetación blanda y suculenta. Los tapires habitan actualmente en regiones de montaña y selvas de Asia y Sudamérica. Tal vez lo más representativo de su naturaleza física sea su trompa móvil, y lo más curioso de su conducta sean sus hábitos de animal solitario, más parecido en ese sentido a los rinocerontes que a los caballos. Los lofiodontes del Eoceno tuvieron una morfología más diversa, modificando sus proporciones y sus tallas, pues si un tapir mide hoy 60 centímetros, algunos lofiodontes alcanzaron más de 2 metros de longitud. Los paleotéridos son perisodáctilos (que incluye a los actuales rinocerontes, tapires y caballos) que habitaron las selvas del Eoceno. En la fotografía se compara la mandíbula de un paleotério descubierto en los yacimientos del Duero con el expuesto en el Museo de Paleontología de Sabadell, Cataluña (ver volumen 4 de esta serie).

Los paleotéridos, por su parte, hay que imaginarlos como pequeños asnos de patas cortas y anchas, y con pezuñas que dejan notar cinco dedos. El esqueleto de un ejemplar completo se halla montado en el Museo de Sabadell, Barcelona (ver volumen 4 de esta serie). En las selvas eocenas también había primates, los primeros que podemos decir con certeza que lo eran. Se les reconoce por la dentición, y son muy numerosos los dientes aislados que tenemos de primates, pero nuestras muelas no son nada sofisticadas en comparación con las de un tigre o una cabra, y mucho menos con las de un elefante. Son más bien corrientes, una serie de cúspides poco marcadas, pero en general muy parecidas a las muelas de los mamíferos más primitivos. De modo que cuanto más atrás nos adentramos en la evolución de los primates, más difícil es distinguirnos de otras primeras especies de mamíferos que aún no se consideran verdaderos primates. Esta es la razón

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por la que todavía tenemos algo de incertidumbre sobre cuándo fue el pasado más remoto de nuestros parientes, que debió situarse hacia el final de Cretácico (65 millones de años), comienzo del Paleoceno. Los "verdaderos primates", es decir, aquellos que identificamos sin ninguna duda como nuestros parientes, se han encontrado, pues, en los sedimentos del Eoceno de yacimientos como los de la cuenca del Duero. Las evidencias de los primeros primates “verdaderos” proceden de varias cuencas de época semejante, que en España están localizadas en el área del Pirineo de Cataluña y Huesca (ver Museo de Sabadell, volumen 4 de esta serie). Estos primeros primates, que se agrupan fundamentalmente dentro de los adapiformes, nos recordarían a los actuales lemúridos de Madagascar, o a los lorises y bushbabies de Asia y África. Los esqueletos más completos que se conocen proceden desde luego del yacimiento de Messel, en Alemania. Es en este material donde se han reconocido los rasgos que caracterizan a un primate verdadero: su cara corta, la pérdida del sentido del olfato a favor de la visión, y especialmente las manos y los pies prensiles, diríamos que "ver y tocar son nuestros gustos preferidos". Las manos de un primate han perdido las garras, que son sustituidas por uñas, y las yemas de los dedos tienen terminales nerviosas formadas por almohadillas sensibles. Además, el dedo pulgar ha cambiado de plano y tiene mayor capacidad de movimiento. Todo ello deriva en explorar nuevas estrategias de socialización, pues surgen una serie de novedades en la evolución que darán origen a la compleja estructura social de los primates superiores y del hombre.

Mejor que un "parque de aventuras" Cuando los paleontólogos excavan los yacimientos eocenos realizan un trabajo muy parecido al de los naturalistas del siglo pasado que recorrían la Amazonia colectando ejemplares de la fauna y de la flora que hasta entonces no habían sido nunca vistos. Por ejemplo, el naturalista francés D'Orbigni trajo de su viaje al

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Amazonas 100.000 ejemplares que incorporó a las colecciones de los museos de Europa, y en el registro fósil eoceno se dan estas extraordinarias sorpresas de lo nunca visto. Si hubiese que decir por qué, habría que señalar dos situaciones especiales. Primero, como ya vimos, la gran diversificación de los mamíferos, y, segundo, la especial configuración geográfica de Europa durante esta época, así como de sus faunas.

Reconstrucción en vida y a la carrera del cocodrilo Iberosuchus del Eoceno de la Península Ibérica. Este animal tendría el porte de un león, y la disposición de sus extremidades y esqueleto posibilitaban que este animal caminase erguido. Su cráneo y dientes indican que sería un activo cazador (Dibujo de Raúl Martín).

Una verdadera aventura sería poder viajar en el tiempo y “aterrizar” en los yacimientos del Duero con uno de nuestros modernos mapas. No reconoceríamos nada. Llegaríamos a los aledaños de un gran brazo de mar y estaríamos rodeados de ríos cuyas aguas posiblemente corrieran en dirección opuesta a como lo hace en la actualidad el Duero. Lo mismo nos sucedería si con una guía bien documentada quisiéramos reconocer las plantas y los animales de esos parajes. La impresión habría sido semejante a la confusión de ver un gran álbum de fotos de animales donde, sobre la misma página, se hubiesen pegado las plantas y los animales de muchos lugares distintos del planeta, es decir, una colección de cromos mal colocada. Desde el punto de vista de los especialistas, los yacimientos eocenos están registrando la heterogénea diversidad de unos ambientes con animales que, o bien tienen unas características únicas, o bien llegaron como inmigrantes de otros continentes. Entre los animales extraños hallados en estos yacimientos destaca especialmente un cocodrilo, el Iberosuchus o cocodrilo ibérico. En la exposición se pueden ver dientes aislados de este animal, y notaréis que son afilados y serrados como los de un dinosaurio carnívoro. En cierto modo, este animal tenía el tamaño y la postura de un león. Sus ojos miran frontalmente en lugar de hacia los lados, y como los cocodrilos en general, debió ser capaz de moverse a gran velo-

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cidad, pudiendo incluso galopar. Estos cocodrilos hacían el papel de gran carnívoro en estos ecosistemas, pues los mamíferos carnívoros del Eoceno (los creodontos) eran de talla pequeña a media. Los continentes son las Arcas de Noé donde habitan los animales, y los paleontólogos estamos acostumbrados a seguir su deriva mirando no sólo los animales, sino también las plantas y su evolución. Cuando encontramos una especie que en principio no corresponde porque no se conoce ninguna especie pariente, pensamos que su presencia se debe a un pulso de migración. Pues bien, eso es lo que sucede en el Duero: nadie esperaba que entre su fauna apareciera un cocodrilo de hábitos terrestres, o los primates, o algunos roedores. Si tuviésemos una representación fidedigna de los contornos de mares y continentes, podríamos mirar un paleomapa, pero esto aún no es del todo posible, de modo que la tarea de saber de dónde vienen estos animales, cuándo pasaron y por dónde, es una larga empresa que aún está por realizar. A pesar de que algunos datos sugerían que su procedencia era Sudamérica, ahora todo comienza a apuntar a que proceden de África, algo quizá más razonable, aunque, de todos modos, ¿por dónde pasarían?

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YACIMIENTO MUSEO DE AMBRONA SORIA: Yacimiento en Ambrona 975 22 13 97 Eras Geológicas: Pleistoceno 400.000 años Registro fósil: Grandes mamíferos e industria humana Clasificación: Interés:

Ambrona y Torralba son dos pequeños municipios muy próximos a Medinaceli. El yacimiento de Torralba se descubrió en 1888 con la instalación de la vía férrea. Ambrona era conocido como la Loma de los huesos. Las lomas circundan el valle del río Mansegal, un afluente del Jalón. El Museo-yacimiento permite ver la excavación tal como se realizó en 1963 y a pie de yacimiento se levanta una peque-

ña Aula con piezas relevantes. El yacimiento está bien señalizado, desde la autovía Madrid-Zaragoza el desvío a Torralba se halla en la salida 145, antes de Medinaceli. Se puede pedir información del yacimiento en las oficinas de Turismo de la Junta de Castilla-León. El Museo-yacimiento tiene un horario amplio, de mañana abre de 10 a 14, pero su horario de tarde se ajusta según la estación del año a las horas con luz solar. Lunes y martes está cerrado. Existe la posibilidad de visita en grupo previa solicitud. La entrada es gratuita en fin de semana y para niños, mayores de 65, jubilados y estudiantes. Un responsable organiza el recorrido y explica la visita. Si os dirigís a Soria, en el Museo Numantino se exponen también restos de las excavaciones de Torralba y Ambrona.

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El Museo de Ambrona es peculiar porque se trata de un lugar paleontológico al aire libre en el que se pueden ver los fósiles como en una excavación, antes de que sean extraídos. Aquí podemos hacernos una idea más o menos clara de algunas de las actividades que realizan los paleontólogos, pues además de ver cómo es una excavación, nos invita a descubrir, analizando la disposición de los huesos, el modo en que murieron o fueron arrastrados los cadáveres. En el Museo se explica el yacimiento y cómo se produjo la asociación de grandes huesos que tenemos delante: qué animales son, de qué parte del cuerpo se trata, si están o no articulados, si se encuentran fragmentados, etc. Este museo de campo fue construido durante las excavaciones de 1963, a iniciativa del paleontólogo Emiliano Aguirre, y se amplió en 1973. A la vista se dejaron los restos excavados, para que paleontólogos de todo el mundo pudieran discutir cómo y por qué se acumularon así los restos, lo que os da una idea de la importancia de estos yacimientos. Ahora bien, también tenéis la posibilidad de ver las piezas preparadas y montadas en una aula museo contigua y disfrutar de la reconstrucción a tamaño natural de un elefante de gran tamaño de una especie ya desaparecida. El yacimiento clásico se conocía como de Torralba y Ambrona, y su antigüedad oscilaba entre 400.000 y 250.000 años. En este intervalo de tiempo del Pleistoceno Medio ya existía ocupación humana en la Península (ver Atapuerca, Museo de Orce y Museo Municipal de Madrid en el volumen 1 de esta serie). Las primeras excavaciones fueron dirigidas por un naturalista del siglo XIX, el Marqués de Cerralbo, quien al ir en busca de restos celtíberos descubrió algo mucho más antiguo. En 1912 se dio a conocer la existencia del yacimiento y se mostraron los primeros restos, pero no

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fue hasta 1960 cuando se realizaron las primeros trabajos paleontológicos en profundidad, bajo la dirección del norteamericano Clark Howell. Este investigador desarrolló campañas con un equipo multidisciplinar integrado por geólogos, paleontólogos y arqueólogos, y España se convertía, junto con África, en un lugar estratégico para el estudio de la evolución humana. TorralbaAmbrona vino a ser algo parecido a lo que ahora es Atapuerca, y era citado en todas las enciclopedias dedicadas a la evolución humana.

Industria lítica Achelense. Bifaces Achelenses de Torralba. Estos bifaces se hallaron asociados a restos de elefantes, caballos y otros grandes mamíferos.

A pesar de que al principio el objetivo era la búsqueda de restos humanos, sólo se encontraron restos –eso sí, abundantes– de industria lítica de tipo Achelense. Pero a cambio se hallaron numerosos restos de grandes mamíferos. Los huesos de elefantes y de caballos salvajes son los que más abundan, aunque también se han recogido restos de bóvidos y ciervos. Durante un tiempo se pensó que estos yacimientos se habían producido en el lugar donde los humanos cazaban elefantes. El argumento era que, puesto que el paisaje de Torralba-Ambrona debió ser boscoso en la época, los humanos primitivos, reunidos en grandes grupos de batida, dirigían a los animales de gran porte como los elefantes a un lugar determinado para cazarlos y despedazarlos con sus herramientas líticas. Los arqueólogos pensaron que las asociaciones de herramientas y cadáveres eran indicio claro de que se hallaban ante un lugar de caza. En la actualidad, sin embargo, no se cree que exista una relación directa entre huesos y artefactos líticos, ni tampoco que exista tanta relación entre las localidades de Torralba y Ambrona.

Los fósiles de Ambrona A pesar de que el lugar se conoce desde hace más de 100 años, aún se sigue excavando anualmente. Muchos de los primeros datos recogidos en las campañas de

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Montaje a partir de la reconstrucción del elefante del cuaternario que se levanta en los aledaños del Yacimiento-Museo de Ambrona, Soria. Junto a Elephas antiquus, otros grandes mamíferos han sido también descubiertos, como el toro salvaje uro, caballos, y restos de rinocerontes que habitaron en Europa durante el Cuaternario perteneciente a Stephanorhinus.

Reconstrucción de elefante antiguo en el Centro de Interpretación, Parque del Sudeste, Arganda, Madrid.

Cerralbo, Howell y Emiliano Aguirre hoy en día están siendo revisados. Para empezar, no se trata de un único yacimiento Torralba-Ambrona, sino de dos bien diferenciados en el tiempo y en su formación. Torralba es de edad intermedia entre los dos niveles que ahora se conocen del yacimiento de Ambrona (Inferior y Superior). En esta sucesión, que abarca unos miles de años, se sabe que el elefante emblema de Ambrona desaparece hacia el final y sólo permanece el caballo.Elephas antiquus era de tamaño mayor que los elefantes actuales, pues el macho podía sobrepasar los 4 metros y medio de alzada. Un acercamiento al elefante reconstruido os permitirá tener una idea de cómo se pudieron sentir nuestros parientes, los hombres primitivos (véase también la reconstrucción en Arganda, Centro de Interpretación Parque del Sudeste, volumen 1, Madrid). La zona mejor conocida corresponde al nivel inferior de Ambrona (el más antiguo). Este yacimiento está compuesto por sedimentos de ríos y charcas. En torno del museo se pueden ver las zanjas que dejan los paleontólogos en sus excavaciones, zanjas que se denominan catas y que pretenden localizar el nivel fosilífero. Catas con sedimento margoso en una zona pedregosa han hecho aflorar los huesos de un elefante adulto-senil que prácticamente conserva todos sus huesos desarticulados. En el museo de campo existe otra acumulación de varios elefantes jóvenes y adultos.

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Como os decía, los paleontólogos se inclinan ahora a pensar que no existe una relación directa entre los grandes elefantes, bóvidos y ciervos hallados y la industria recolectada en este yacimiento, es decir, que estos animales no fueron cazados por el hombre. Los depósitos con fósiles se encuentran separados entre sí por espacios vacíos, y esto podría indicar que también los separan miles de años. Lo que ahora se sostiene es que cada asociación o "lentejón" de huesos se formó en charcas independientes, o que fueron arrastrados por arroyos en momentos diferentes. No queda claro si el hombre llegó a intervenir, como un carroñero más, removiendo los huesos. En el aula museo de Ambrona se pueden ver, ya preparados, restos de los cráneos de elefantes. También, las astas de bóvidos que aquí se han encontrado, así como de grandes uros (toros salvajes) y ciervos. Además, resLos molares de elefantes. Los elefantes muestran una serie de líneas transversas en sus muelas, pues en su superficie se alternan las tres sustancias que forman un diente: el duro esmalte, la ordenada dentina y el cemento. En el elefante, las crestas están formadas por el Mandíbula de elefante. esmalte. Dichas crestas se disponen formando unas serie de isletas en la superficie del molar. Las isletas o crestas anteriores siempre están más desgastadas que las posteriores. Esta condición tan particular no sucede por el modo en que mastican, sino por el modo en que estos animales reemplazan o mudan sus muelas. El mecanismo de reemplazamiento de las muelas es único en los elefantes y sus parientes (Anancus, Mamuthus, Elephas, etc.). Las muelas se cambian secuencialmente, de modo que las nuevas emergen detrás de las que están en uso y las empujan hasta que se incorporan en un lugar funcional, mientras que el antiguo sitio se pierde o se reabsorbe. A medida que la nueva muela va empujando, va siendo funcional y se desgasta, así que siempre la parte delantera estará más desgastada que la trasera. Otra de las peculiaridades de los elefantes es que el número de muelas que reemplazan a lo largo de su vida es un número fijo (6 en Elephas), así que una vez que el juego completo se ha desgastado, mueren de inanición. Pero tranquilos, que esto sucede muy tarde, pues el último reemplazamiento se produce a los 40 años.

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tos de macacos, liebres, lobos, hienas, leones, linces y rinocerontes. La forma dominante es el elefante antiguo, y en la exposición se pueden apreciar algunas mandíbulas y molares completos. En éstos podemos distinguir con claridad cómo las muelas de los elefantes son unos elaborados artefactos, semejantes a los ralladores de pan que actualmente utilizamos. El aula museo está bien documentada con paneles y las piezas fósiles que se exponen son de calidad, así que podemos decir que Ambrona es un lugar mágico que bien merece una breve visita. Yacimiento de Ambrona donde se han respetado los restos fósiles descubiertos en el lugar. La mayor parte de los restos corresponde a elefantes. La dispersión de los elementos y sus distribución ha sido comparada con la producida a partir de cadáveres de los mamíferos actuales.

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SITIO PALEONTOLÓGICO DE "CERRO PELADO", YACIMIENTO DE LAYNA SORIA: Ayuntamiento - Layna Eras Geológicas: Plioceno 3 m.a. Registro fósil: Mamíferos, aves, reptiles Interés:

Layna es un pequeño municipio del margen suroriental de Soria, que pertenece a la Cuenca de Calatayud. Layna está próximo a Medinaceli, de Medinaceli a Layna se pasa por unas antiguas salinas entre suaves lomas. A las afueras del municipio se halla el

yacimiento. El sitio está protegido dentro de la Red de Plan de Espacios Naturales de Castilla-León. El lugar está cercado, y no existe un Aula ni Centro de información en la localidad, aunque se está estudiando la posibilidad de crear una. En la localidad se conoce la ubicación del sitio paleontológico. El yacimiento se sigue excavando anualmente.

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El yacimiento de Layna es un espacio natural protegido. Esto puede parecer curioso, pues si nos asomamos al yacimiento veremos sólo un área reducida, cercada, donde no hay plantas exóticas ni un paisaje de belleza singular. Al contrario, el lugar es árido y está ubicado entre campos de labor. Entonces, ¿por qué es un espacio protegido? El secreto está en su historia, que es la historia natural de nuestra Península durante el Plioceno, hace unos 3 millones de años. Este lugar ha sido uno de los sitios más frecuentados por los paleontólogos de nuestro país. Desde 1960, varias generaciones de estudiosos se han formado y han trabajado ahí diversos temas: la fauna, la formación del yacimiento, la reconstrucción de los ecosistemas e incluso los cambios que han ido sufriendo los propios fósiles hasta nuestros días. Layna es un lugar bien documentado y bastante conocido, y el curioso puede encontrar algunos de sus fósiles expuestos en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid (volumen 1 de esta serie), donde, además se localiza toda la información. En la actualidad se sigue trabajando en el yacimiento y es posible que en un futuro próximo el visitante pueda encontrar en la propia localidad un lugar para documentarse; de momento, sólo encontrará, como he dicho, un cerco en medio de un campo de labor. Al llegar a Layna seguramente os llamará la atención el color de su suelo, pues se trata de una arcilla de un rojo carmín muy intenso. Este suelo, es de una gran riqueza en fósiles y su color nos proporciona datos sobre el clima que dominó durante el Plioceno: más cálido que el actual, con estaciones secas y húmedas muy marcadas. Layna tuvo en aquellos tiempos un clima semejante al de las mesetas tropicales de África, pues era una sabana con abundantes hierbas y matorrales y algunos árboles. El fuerte contraste entre estación árida y húmeda es lo que da al suelo el color rojo de hierro oxidado, y de hecho es frecuente que en estos suelos aparezca una costra de hierro.

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Vista del yacimiento de Layna, mostrando la naturaleza de su sedimento, y en recuadro inferior el color peculiar de sus fósiles.

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Los paleontólogos también saben leer en el interior de los huesos, cuál ha sido el destino de un fósil desde que quedó enterrado hasta que lo recuperamos. Los huesos en Layna se enterraron a poca profundidad, en un medio encharcado; después, se cementaron en un ambiente muy saturado de agua y sales y, antes de ser finalmente descubiertos, estuvieron de nuevo expuestos al aire. Por eso el color y el aspecto de los fósiles de Layna es tan peculiar. En Layna se ha producido una gran acumulación de fósiles. Por una parte, se han descubierto fósiles enterrados en las arcillas rojas que se depositaron en el pantanal, pero también se han encontrado otros que se acumularon en las cavidades y fisuras de los roquedales que circundaban la sabana. Aquí se han

En Layna se han encontrado restos de lagartos varanos. En la fotografía el varano gigante que vive en la Isla de Komodo, que puede llegar a alcanzar hasta 3 metros de longitud total.

encontrado restos de lagartos que en la actualidad habitan en la isla de Komodo (Indonesia) y en el Nilo; se trata de un lagarto Varano que puede llegar a alcanzar más de 1 metro de longitud. La fauna de

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reptiles es abundante, formada por lagartos, serpientes y tortugas, y al igual que la que pudimos ver en el Museo Provincial de Ciudad Real (del yacimiento de las Higueruelas, en el volumen 1 de esta serie), también se han encontrado anfibios y aves, animales que ocuparon los espacios encharcados de la zona, espacios de aguas tranquilas y con abundante vegetación en la superficie. Pastando en las sabanas húmedas habría équidos hipariones, gacelas, pequeños ciervos, rinocerontes, jabalíes y un bóvido de talla parecida a la de los toros actuales. Parte de la acumulación de huesos se debe a un proceso al que me he referido en el apartado dedicado al Museo de Orce, de Granada (volumen 5 de esta serie). En aquella zona fueron las hienas y los leopardos quienes acumularon las carcasas de los animales, pero en Layna, el mayor acumulador de huesos fue ¡el puercoespín! Este animal, que vive en madrigueras o en las grietas de los peñascos, se alimenta de raíces y bulbos extraídos del suelo, de cortezas y también de frutas, pero junta los huesos para roerlos y así desgastar sus dientes, que tienen un crecimiento continuado a lo largo de toda su vida. El puercoespín y algunos carnívoros acumulaban presas y huesos en las cuevas que formaron el antiguo paisaje de Layna. Ahora bien, muchos pensarán que los yacimientos paleontológicos se forman exclusivamente por grandes avenidas de tierras o por el depósito, durante miles y miles de años, de finos lodos, pero pocos habrán pensado que un yacimiento puede formarse también por la acumulación de restos en fisuras, grietas y pequeños vanos que todo sistema de cuevas tiene. En esas fisuras se pueden acumular, por ejemplo, egagrópilas, que son restos de animales ingeridos y posteriormente regurgitados por las aves. Algunas de estas egagrópilas proceden de aves como las lechuzas. Layna es uno de esos yacimientos donde restos conservados de este modo tan particular dan información sobre la pequeña fauna de microvertebrados (roedores, pequeñas liebres y reptiles) que ahí existió.

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Los grandes depredadores del momento eran, aquí como en Orce, las hienas (en Layna hay más de un tipo), pero no podemos olvidarnos de los linces, de los Cráneo en vista dorsal del perromapache Nyctereutes que habitó la Península Ibérica durante el Plioceno hace unos 3 millones de años.

guepardos, de los osos ni, por supuesto, de uno de los carnívoros más abundantes entonces: Nyctereutes. Este cazador de la talla de un zorro, también conocido como perro-mapache, dominó en las faunas pliocenas, pero actualmente sólo vive en los bosques de Asia oriental. Un precioso cráneo de este carnívoro se puede contemplar en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. (volumen 1 de esta serie). La Península hace 3 millones de años sería un mundo con una diversidad parecida a la de las sabanas, cuya composición ha sido comparada con las que actualmente existen en Tanzania, Kenia, Uganda y la India.

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AULA DE PALEONTOLOGÍA VILLAR DEL RÍO SORIA: Oficina de Turismo de Garray y Villar del Río. 608 90 13 09 Eras Geológicas: Jurásico-Cretácico 140-130 m.a. Registro fósil: Dinosaurios y huellas Clasificación: Interés:

El Aula de Paleontología se halla dentro de la Ruta de las Icnitas, en las Tierras Altas de Soria. El puerto del Oncala es el paso hacia las Tierras Altas de la Sierra con un paisaje árido alterado por los fríos y hielos. Las rocas de caliza son del Jurásico y del Cretácico, y en los pequeños valles de ríos encañonados se encuentran los pequeños municipios de las Tierras Altas. Si entramos desde Soria, la ruta de las icnitas comienza su señalización en Garray con un dinosaurio a pié de carretera. Hay que prever que el Puerto de Oncala no esté cerrado por hielos o nieve. Oncala, es un pequeño municipio donde se ubica el Museo de los Tapices. Pasado Oncala hay que decidir qué ruta tomar: hacia Santa Cruz de Yanguas o directamente a Villar del Río. En ambas direcciones encontraremos dinosaurios reconstruidos a pié de carretera. En Villar del Río, se encuentra el Aula de paleontología, que prepara actividades con niños y proporciona medios para recorrer los yacimientos auspiciados por pastores; conviene contactar telefónicamente e informarse previamente. Desde allí podemos ir a Bretún, el primer lugar donde se hallaron huellas de dinosauros en la zona. Villar del Río tiene una veintena de habitantes, pero en verano se multiplican por cien, uno puede alojarse en casas rurales en Yanguas y en Villar del Río si piensa pasar unos días. No dejen de visitar en el recorrido la localidad de Yanguas con importantes restos arquitectónicos y de aspecto señorial. La visita desde Soria la ruta de los dinosaurios es hacia La Rioja. Siguiendo la ruta de los dinosaurios (ver Enciso y Arnedo, en La Rioja, volumen 3 de esta serie).

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OTROS MUSEOS DE CASTILLA - LEÓN COLECCIÓN “ADRIÁN MARTÍNEZ TIERNO”, SORIA SORIA: Santo Angel de la Guarda, 1 - Soria 975 22 17 29 Eras Geológicas: Desde 500 m.a. Registro fósil: Animales marinos Interés:

FALTA

Se trata de una colección privada visitable, por lo que habréis de pedir cita previa. No tiene, por lo tanto, horario estipulado. Esta colección alberga especialmente fósiles marinos de todas las partes del mundo. Entre los fósiles mejor representados están los trilobites, grupo biológico ya extinto que dominó los mares del Paleozoico, con una buena muestra de ejemplares excepcionalmente conservados. Otro de los grupos bien representados y que no es fácil de encontrar en colecciones y museos de paleontología son los crustáceos, la colección de Adrián Martínez contiene ejemplares de diversas localidades mundiales. La exposición está bien cuidada y su estilo recuerda al de un clásico gabinete de historia natural.

AULA DE INTERPRETACIÓN DE VERDEÑA PALENCIA: Ayuntamiento - Cervera de Pisuerga Eras Geológicas: 305 m.a. Registro fósil: Bosque petrificado Interés:

El Aula se abre sobre unas antiguas explotaciones para extracción de carbón. Es difícil contactar con la localidad. Sobre una pared vertical aparecen restos de los aparatos radiculares e impresiones de troncos de un bosque del Carbonífero de plantas licofitas primitivas. El bosque que estaba instalado en las finas arenas de un delta desapareció debido a una catástrofe provocada por la brusca entrada del mar.

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MAPA GEOLÓGICO DE

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LEYENDA CUATERNARIO NEÓGENO PALEÓGENO JURÁSICO-CRETÁCICO PÉRMICO-TRIÁSICO

Escala 1:2.500.000

CARBONÍFERO CÁMBRICO-DEVÓNICO PROTEROZOICO ROCAS VOLCÁNICAS NEÓGENO-CUATERNARIO COMPLEJO BASAL DEL VULCANISMO CANARARIO CRETÁCICO-PLIOCENO ROCAS PLUTÓNICAS HERCÍNICAS

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MUSEOS DE

ARAGÓN Dinópolis, Parque Cultural del Maestrazgo (Museo Municipal de Mas de las Matas y Parque Geológico de Aliaga), Museo Paleontológico de Galve,Yacimiento Paleontológico de Bueña, Parque Cultural del Río Martín,Yacimiento Paleontológico de Murero, Museo Paleontológico delaUniversidad de Zaragoza, Museo Municipal de Josa y Museo Paleontológico de Albarracín.

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Aragón es una de las comunidades autónomas 330 que poseen un patrimonio 230 Jaca paleontológico más 240 extenso, pues tiene una Ejea de los gran abundancia de fósiHUESCA Caballeros Barbastro les y, además, su registro Monzón 240 R. abarca un espectro de Eb ro Tarazona edades geológicas suFraga mamente amplio. De ZARAGOZA A-2 211 330 hecho, podemos en-conCalatayud 232 Caspe trar recogida la evolución Murero Ariño Alcañiz Daroca de la ma-yor parte de los Alacón Mas de grupos biológicos, desde Montalbán las Matas Castellote la "explosión" de esAliaga Bueña Galve pecies animales que hubo 420 en el Cámbrico, hace más TERUEL Albarracín de 500 mi-llones de años, 234 hasta la actualidad. Esta va-riedad en el registro implica que han aflorado rocas cuyos tiempos geológicos son muy distintos, y por eso Aragón es una comunidad con una geología compleja y magnífica que da lugar a paisajes de gran belleza que nadie debería dejar de visitar. Varias unidades geológicas configuran Aragón: los Pirineos, la Cordillera Ibérica y la depresión, valle o cuenca del Ebro, junto con una serie de cuencas terciarias, fundamentalmente las de Calatayud-Daroca y Teruel.

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De la Cordillera o Cadena Pirenaica, en Aragón se encuentra el que todos conocemos como Pirineo aragonés, que ocupa toda el área septentrional de la comunidad y que goza de una gran popularidad turística, especialmente por su agreste orografía. Considerada en su totalidad, la Cordillera Pirenaica es una cadena montañosa que recorre 425 km. en sentido longitudinal a lo largo del País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Su anchura oscila desde algo menos de 100 km. a los 150 km. que alcanza en la provincia de Lérida. Al igual que otras cadenas montañosas de la Península Ibérica levantadas durante la orogenia Alpina, los Pirineos se formaron por la colisión de la Placa Ibérica con Europa, y están formados por un enorme volumen de rocas cuyas edades abarcan desde el Precámbrico (más de 600 millones de años de antigüedad) hasta el Paleógeno (que corresponde a la Era terciaria). Todas estas rocas tienen una naturaleza muy variada, de modo que podemos encontrar rocas metamórficas, rocas ígneas y rocas sedimentarias originadas en ambientes marinos o continentales muy diversos. Durante todo el Mesozoico y parte del terciario se habían ido acumulando en los márgenes de la Placa Ibérica sucesiones de rocas que, a consecuencia de la orogenia Alpina, pasaron a constituir las cordilleras que hoy rodean casi completamente el Macizo Ibérico, y que son, además de la Pirenaica, la Cordillera Cantábrica, la Ibérica, la Cordillera Costero-Catalana y la Bética. El Pirineo está dividido en varias unidades estructurales, o conjuntos geológicos, que ocupan una serie de posiciones geográficas concretas, disponiéndose en bandas de dirección Este-Oeste limitadas por accidentes tectónicos importantes, que en general pliegues, fallas o cabalgamientos. La banda central se conoce como la Zona Axial, y en ella afloran los materiales más antiguos (cámbricos y paleozoicos), formados por rocas metamórficas y plutónicas, granitos esencialmente, y rocas sedimentarias, todos estos materiales proceden del ciclo hercínico. Al norte de la Zona Axial se dispone la Zona Norpirenaica, situada enteramente en territorio francés y formada por

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materiales mesozoicos y terciarios. Al sur de la Zona Axial se encuentra lo que geográficamente se conoce como el Prepirineo, al que también se ha llamado Zona Surpirenaica. El Prepirineo está constituido por rocas sedimentarias mesozoicas y paleógenas, formadas en un amplio abanico de ambientes, mayoritariamente litorales y marinos, desde costas y plataformas someras a ambientes profundos, ya que durante todo ese tiempo la zona estuvo bañada por el Atlántico. En esos ambientes marinos se acumularon rocas de litología variada, desde areniscas y conglomerados a calizas, margas y arcillas. Del extenso registro fósil del Pirineo aragonés merecen la pena destacarse los restos de dinosaurios de Arén (Huesca), que pertenecen a un grupo conocido como hadrosaurios y que se exponen en el Museo de la Facultad de Geología de la Universidad de Zaragoza. También son muy populares las llamadas "calizas de alveolinas", un conjunto de rocas sedimentarias paleocenas y eocenas ricas en restos de estos foraminíferos (organismos unicelulares), así como de otros animales vertebrados y plantas. Ahora bien, en la zona del Pirineo aragonés no existe por el momento ningún museo de geología o paleontología. Las colecciones de fósiles del Paleozoico, Mesozoico o Eoceno pirenaicos las podréis ver en el Museo de la Universidad Zaragoza, en el Museo del Seminario Conciliar de Barcelona y en el Museo Valentí Masach de Manresa, donde encontraréis también una buena colección de ejemplares de fósiles de animales invertebrados marinos del Eoceno. La mayor parte de los museos y aulas de paleontología que se pueden visitar en el resto de Aragón están organizados en torno a los fósiles paleozoicos y mesozoicos de la Cordillera Ibérica, esa gran unidad geológica en la que se incluye la mayor parte de la provincia de Teruel y la zona meridional de la provincia de Zaragoza. La Cordillera Ibérica es una cadena montañosa que se extiende desde Burgos hasta Valencia, ocupando una amplia franja de dirección Noroeste-Sureste, siendo ésta la orientación de muchas de las sierras que componen la cadena y de una enorme cantidad de sus estructuras geo-

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lógicas. Es lo que se conoce como la directriz o la dirección ibérica. La Rioja, Castilla-León, Aragón, CastillaLa Mancha y Valencia son las comunidades autónomas entre las que se reparte este cordón montañoso, que se levantó, como hemos dicho, al mismo tiempo que los Pirineos, durante la orogenia Alpina. Las rocas que forman la Cordillera Ibérica son, en su mayor parte, mesozoicas, con algunos retazos de rocas paleozoicas. En función de su estructura geológica y de los materiales que afloran, se puede dividir en varios dominios: 1) la Ibérica Noroccidental o Sector de Cameros y la Demanda, 2) la Ibérica Nororiental o Sector del Maestrazgo y enlace con la Cordillera Costero-Catalana, 3) la Rama Aragonesa, 4) la Rama Castellana y 5) el Dominio de Albacete y enlace con el Prebético. La Rama Aragonesa son los primeros afloramientos ibéricos que encontramos en la provincia de Zaragoza si viajamos hacia el sur desde el valle del Ebro. La Rama Argonesa alberga en su interior la cuenca terciaria de Calatayud-Daroca. Si cruzamos hacia el este la cuenca de Teruel, llegamos al Maestrazgo, que se reparte entre las provincias de Teruel y Castellón, en la Comunidad Valenciana. Al oeste habrá quedado la Rama Castellana. En Aragón, el Paleozoico de la Cordillera Ibérica está bien representado a ambos lados de la cuenca de Calatayud. Compuesto por pizarras, cuarcitas, areniscas, conglomerados y calizas, todas ellas formadas en ambientes marinos y costeros, llega a ser muy fosilífero en algunos puntos. Es destacable, en este sentido, el Cámbrico de Murero, en donde encontraréis paneles explicativos con los fósiles descubiertos a pie de yacimiento. Son, sin embargo, las rocas mesozoicas las que constituyen la mayor parte de la Cordillera, y resultan especialmente relevantes desde el punto de vista paleontológico los extensos afloramientos de calizas y dolomías jurásicas formadas en litorales y grandes plataformas marinas muy someras y cálidas. El Rincón de Ademuz, la Sierra de Albarracín, la Sierra Menera y la Sierra Palomera están en buena parte formadas por rocas de esta edad. Los documentos fósiles

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procedentes de ellas pueden verse en el Parque Geológico de Aliaga, en el Museo Paleontológico de Albarracín, en el Museo Municipal de Mas de las Matas y, como algo excepcional, podéis visitar el yacimiento señalizado en la localidad de Bueña. El Cretácico Inferior de Aragón, principalmente de Teruel, es mundialmente famoso por sus amplios afloramientos y numerosos yacimientos en los que se han encontrado abundantes restos de dinosaurios, razón por la que se ha creado el centro Dinópolis, uno de los mayores espacios en España dedicados a exponer, montados, esqueletos completos de dinosaurios. Otro lugar idóneo para visitar el mundo de los dinosaurios es el Museo Paleontológico de Galve, aunque también podéis encontrar restos interesantes en Alacón (Parque Cultural del Río Martín) y en Mas de las Matas (Parque Cultural del Maestrazgo). El Cretácico Inferior está aquí constituido por rocas formadas en los ambientes continentales que se instalan en esta región una vez que el Tethys, que había invadido la zona durante todo el Jurásico, se retira. Zonas aluviales y lacustres, marismas y llanuras litorales serán el contexto en el que se formen series de rocas de litologías variadas, calizas, arcillas, areniscas y conglomerados, que afloran magníficamente en el Parque Geológico de Aliaga, en el Maestrazgo. Hacia el final del Cretácico Inferior se dieron las condiciones necesarias para que se formara otro de los fenómenos geológicos que hoy caracterizan a Aragón: los depósitos de las cuencas mineras de Teruel. Localidades como Aliaga, Andorra y Ariño contaron, o aún poseen, importantes minas de carbón de explotación a cielo abierto. Estos depósitos de carbón se produjeron a consecuencia de la acumulación de una enorme cantidad de restos vegetales en áreas de marismas pantanosas sobre las que crecía una densa cubierta vegetal. Para comprobar la importancia de los restos fósiles vegetales, entre los que incluso se han conservado restos de ámbar, podéis visitar los troncos depositados en el Museo Municipal de Mas de las Matas (procedentes de la localidad de Castellote),

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o los que se exponen en el Museo Paleontológico de Galve y en el Parque Cultural del Río Martín, recogidos en sus respectivas zonas de la provincia de Teruel. Durante el Cretácico Superior, el mar del Tethys invadió completamente no sólo esta región, sino la mayor parte del lugar que hoy ocupa la Cordillera Ibérica, depositando grandes masas de carbonatos, calizas y dolomías formadas en ambientes de plataformas marinas cálidas. En ese tiempo, el mar llegó a alcanzar cotas de subida que no han vuelto a repetirse, y no se retiraría hasta el final del Cretácico, cuando, a causa de la orogenia Alpina, comienza a producirse el levantamiento de la Cordillera. La Cuenca del Ebro es el tercer gran dominio geológico que encontramos en Aragón, y una unidad paisajística netamente diferente. Drenada actualmente por el río Ebro y abierta al mar Mediterráneo, está limitada al norte por los Pirineos, al suroeste por la Cordillera Ibérica y al noreste por el cordón de la Cordillera Costero-Catalana, de modo que ofrece una planta con geometría triangular. Esta cuenca se rellenó de materiales sedimentarios exclusivamente Cenozoicos (terciarios y cuaternarios), que se depositaron después de que concluyera la orogenia Alpina y que obviamente ya no han sido afectados por deformaciones tectónicas orogénicas. Se extiende por las comunidades de Castilla-León, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña. En Aragón, la mayor parte de las rocas que afloran en la depresión del Ebro son oligocenas y miocenas, todas de origen continental, formadas en ambientes lacustres y aluviales (abanicos aluviales y sistemas fluviales). En estos ambientes se acumularon calizas o arcillas y limos, y también grandes espesores de areniscas y conglomerados. Estos sedimentos proceden de la erosión de los relieves circundantes generados durante la orogenia, es decir de la erosión de los Pirineos, de la Cordillera Ibérica y de la Cordillera Costero-Catalana. Las otras dos cuencas a que nos hemos referido, la cuenca de Calatayud-Daroca y la cuenca de Teruel, también están rellenas de sedimentos continentales terciarios, y

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tienen abundantes restos fósiles, entre los que dominan los mamíferos del Mioceno. Estas dos cuencas ocupan también franjas bastantes extensas a lo largo de las provincias de Zaragoza y Teruel; nunca estuvieron conectadas con el mar y sus sedimentos se formaron en ambientes aluviales y lacustres. Sus yacimientos están siendo actualmente catalogados y sus fósiles se pueden visitar en Dinópolis (Teruel) y en el Museo de la Universidad de Zaragoza. Algunas de estas ricas zonas fosilíferas se incluyen en las rutas que han sido diseñadas en torno a Dinópolis. Dos centros están propuestos en estas rutas: Concud (muy cercano a la ciudad de Teruel) y Mora de Rubielos. Lo más relevante de Concud es la abundancia de fósiles de mamíferos y cómo éstos se han conservado en lo que se ha denominado "el barranco de las calaveras". Mora de Rubielos está situado en una pequeña fosa terciaria localizada al este de la cuenca de Teruel. Se trata de un yacimiento cuyos restos fósiles más importantes son insectos y plantas, que se han conservado en rocas de origen lacustre. Más de 1000 restos han sido ya estudiados y se han descubierto especies que eran desconocidas en el mundo hasta ahora.

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DINÓPOLIS TERUEL: Polígono Los Planos (carretera de Valencia) - Teruel 902 44 80 00 Eras Geológicas: Registro fósil: Invertebrados y vertebrados marinos, dinosaurios y mamíferos Clasificación: Interés:

Teruel es una de las provincias con mayor riqueza paleontológica de la Península, es también, una ciudad con una arquitectura única mudejar y una historia que queda patente en una visita al rico Museo provincial de Arqueología de la ciudad. Dinópolis cuenta así

con una exposición de 9.000 m2 con fósiles excelentes, esqueletos montados de dinosaurios procedentes de muchos lugares del mundo, grandes mamíferos y una muestra de la paleontología de Teruel. La visita a Dinópolis requiere de su tiempo, de 2 a 3 horas como mínimo. Es un centro donde, por una parte, se plantean actividades de recreo relacionadas con la paleontología (recorrido en Raid, una película en tres dimensiones, excavaciones simuladas), y por otra, es también un amplio museo dedicado a todo tipo de fósiles, pero especialmente a dinosaurios. El horario de atención es de 10 a 20 horas.

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El espacio que recrea Dinópolis, en Teruel, es singular, algo a lo que no estamos acostumbrados: 9.000 m2 de exposición dedicados a la paleontología para disfrutar de los fósiles y de sus bellas formas. Dinópolis nos propone descubrir los restos de organismos del pasado. No es sencillo resumir lo que podéis ver en Dinópolis durante las aproximadamente 3 horas que dura su recorrido, ni tampoco transmitir una única sensación o una sola idea para acompañar la visita. Sin embargo haré por resaltar aquellos aspectos más soberbios y espectaculares de las exposiciones que podéis recorrer. En Dinópolis, el pasado da comienzo con un cúmulo de sorpresas. El espacio inicial que sirve de recepción muestra una serie de imágenes que inciden en la sorpresa de descubrir lo que ha estado oculto en la tierra: los fósiles, desvelándonos, tras su rescate, la belleza del pasado más remoto. La visita está en parte guiada por una serie de animaciones y animadores que intentan hacernos cómplices de ese “rescate", en un discurso que relaciona anecdóticamente y a veces algo infantil, la ciencia con la aventura de conocer y de descubrir. Esta parte del recorrido está cronometrada y se requiere tener paciencia, pues las actividades se organizan por turnos y en grupos. La publicidad lanzada por Dinópolis ha desvelado alguna de sus actividades, como por ejemplo el viaje a bordo de un coche enrejado que nos lleva a través del tiempo con modelos animados, efectos especiales, sonidos y espacios oscuros en los que no sabemos qué va a suceder. Se trata de un paseo cronológico desde el Cámbrico, hace unos 500 millones de años, hasta el final del Cretácico, es decir, hasta hace unos 65 millones de años, momento en el que los dinosaurios se extinguen. Este paseo anuncia el intervalo temporal en el que se ha especializado Dinópolis, pues, como su nombre indica, la clave de sus exposiciones son los dinosaurios. A continuación, entramos a un área con una estructura más convencional, semejante a la de un

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museo de paleontología tradicional. Aquí, cada cual puede disponer de su tiempo como guste para contemplar las piezas que se muestran. La primera sala está dedicada a los mares, y en ella la tenue iluminación sigue jugando un papel emocional, como en toda la exposición. Ahí se muestran ejemplares excepcionales de todo tipo de invertebrados marinos; quizá las mejores piezas (por lo bien conservadas y preparadas) pueden verse aquí. Algunos de los ejemplares proceden de los mejores yacimientos del mundo.

La Sala del Mar o las visiones del Capitán Nemo Son artrópodos los crustáceos, los insectos, las arañas y los trilobites. Como veis, un conjunto muy dispar de seres que en la actualidad suman más de un millón de especies. Repasemos ahora otro grupo, los moluscos. Los moluscos agrupan a gasterópodos, bivalvos, cefalópodos, rostroconchas, monoplacóforos y poliplacóforos, una gran variedad de cuerpos, aunque su número de especies en la actualidad sea mucho menor, unas 200.000.

Esta parte del recorrido os parecerá más estimulante si la visitáis con un guía que os valore la calidad de lo que estamos viendo. Es imposible en esta guía relatar la biología e historia de los organismos que se exponen en cada vitrina. En la Sala del Mar se han reunido una extensa representación de animales con esqueletos mineralizados: esponjas, arqueociatos, corales, artrópodos, equinodermos. Moluscos, braquiópodos, briozoos, hemicordados y cordados. En fin, veis que esta sala es propícia para comprender que el mundo animal es extraordinariamente versátil en diseños corporales y también en el número de especies. Con todo, ahora que habéis echado un ojo, os situáis en el centro, y pensad que todos estos grandes grupos aparecieron de golpe, súbitamente. Algo que se ha venido a llamar "la gran explosión del Cámbrico", cuando hace 500 millones de años dio comienzo la biodiversidad de todos los animales pluricelulares -los metazoos-. La “Sala del Mar" finaliza con una serie dedicada a los animales vertebrados. Los visitantes podrán admirar la majestuosidad de algunos titanes marinos, como el reptil Elasmosaurus. La contemplación de las maquetas de tamaño natural son una experiencia sumamente agradable, aunque para los fetichistas del terror recomendamos la mandíbula del tiburón más grande jamás conocido: Carcharodon. Puesto

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Esqueleto montado del reptil marino de cuello largo Elasmosaurus

que uno de los objetivos cuando se planearon estas exposiciones fue localizar los animales de talla más espectacular, nos podemos seguir haciendo pequeñitos ante un bello molde de tortuga marina de varios metros de longitud. Los reptiles marinos: Durante la Era secundaria, un grupo de reptiles (ictiosaurios, plio y plesiosaurios, así como los notosaurios) se diversificaron y especializaron como activos nadadores. Estos reptiles son los equivalentes a las ballenas, delfines, manatíes, focas y leones Ictiosaurio marinos de la actualidad, mamíferos adaptados a la vida del mar. En el esquema podéis seguir cómo se han sucedido en el tiemplesiosaurio po los reptiles y los mamíferos marinos. Muchas veces habréis oído decir que "la función crea el órgano", lo que en este caso querría decir que "para nadar se necesitan remos". Cuando se comparan animales marinos reptiles y mamíferos apreciamos que todos ellos han desarrollado un diseño semejante en manos y pies, que les proporciona una superficie continua, casi plana, como palas de remos. Los huesecillos de las manos en estos animales se multiplican, e incluso en ocasiones aumenta el número de dedos. En la exposición hay tres reptiles marinos: un ictiosaurio, un plesiosaurio y un cocodrilo talatosuquio; encontradlos para compararlos. Quizás el cuerpo del ictiosaurio os recuerde el de un delfín, o el de un gran atún; estos reptiles modificaron incluso sus

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tejidos blandos con repliegues de la piel, formando aletas dorsales y caudales parecidas a las de los tiburones modernos. Los tiburones y las rayas: Son peces fascinantes que ocupan un lugar destacado en el conjunto de animales que más pavor provocan, incluso a las gentes que nunca los han visto en las costas. Tiburones, dinosaurios, osos de las cavernas y mamuts son los grupos emblemáticos de la paleontología. Ciertamente, cuando uno lee que el tiburón peregrino es una especie que lleva a las crías en el interior durante más de 2 años y que durante ese tiempo los fetos practican el canibalismo intrauterino ¡hasta que sólo queda un superviviente!, se nos ponen los pelos de punta. Además, este tiburón puede llegar a alcanzar los 15 metros de longitud y habita en el Atlántico Norte (desde Noruega hasta Madeira) y en el Mediterráneo. En Dinópolis hay una buena colección de estos peces del grupo de los llamados Neoseláceos, es decir, tiburones y rayas tal y como los conocemos en la actualidad. Los mecanismos de alimentación, especialmente el modo en que reemplazan sus baterías de dientes, así como la constitución de sus pieles (formadas por dentículos) y sus aletas, ha hecho que sea un grupo muy diverso en número de especies con formas corporales muy dispares. Los tiburones y las rayas actuales se diversificaron hacia el Triásico (hace uno 200 millones de años). En los yacimientos, el elemento más común son los dientes, pues estos animales pueden producir cientos a lo largo de su vida, dientes que además tienen varias capas de un esmalte único. Algunos autores piensan que la diversificación de los tiburones y las rayas está relacionada con la aparición de los peces modernos, los teleósteos, que sirvieron de presas "fáciles" en los mares someros en los que inicialmente habitaron.

FALTA PIE DE FOTO

Caminando entre dinosaurios La sala siguiente está dedicada a los dinosaurios. Ni qué decir tiene que uno de sus mayores atractivos es ver los más de diez esqueletos de estos grandes rep-

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Seríamos injustos si no apreciáramos el trabajo invertido en esta sala: nada menos que tres años de dedicación de los cinco especialistas responsables. Montar un esqueleto con más de 250 piezas sueltas, construir varios armazones para las extremidades, el cuello, la cabeza y la cola, situar las piezas en el espacio para que parezcan verosímiles y produzcan sensación de movimiento es todo un alarde de dedicación e ingenio. (ver también volumen 3 de ésta serie dedicado a Asturias, los montajes de dinosaurios en el MUJA).

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Pérez- Moreno, B. Terópodos en : Dinosaurios, Editorial Martínez Roca, Madrid. 2000.

tiles terrestres. Los esqueletos que se han montado proceden de diversos lugares del mundo, porque en España no se han descubierto ningún gran dinosaurio con huesos articulados como los que vais a ver en la exposición. Es posible que no nos sorprenda, pero ¿cómo coloco la cola de un Tyrannosaurus rex, tersa en horizontal, o baja, arrastrándola por el suelo, o quizá hemos de girarla un poco, pero hacia dónde? Todas estas cuestiones tienen que estar resueltas cuando se va a montar un esqueleto, y sus soluciones forman parte del estudio de la biomecánica del animal. Cuando vamos a hacernos unas plantillas para nuestros zapatos, los especialistas nos hacen andar por unas superficies que reproducen la carga de nuestros pies, y así son capaces de saber si tenemos la columna torcida en tal o cual parte. La sabiduría de estos especialistas se debe a que han comprendido a la perfección la relación entre nuestros huesos y sus movimientos. ¿Pero cómo trabajar con animales que ya no existen? Esta es, sin duda, una de las partes más atractivas de la paleontología: reconstruir el movimiento de los organismos. En Dinópolis hay que estar atento a esto, pues alguno de los esqueletos se ha montando intentando mostrar precisamente cómo se movían estos animales. Reproduzco aquí un párrafo1 del capítulo que el libro Dinosaurios dedica a los Terópodos, para que os hagáis una idea de lo complejo que ha podido ser el montaje del Tyrannosaurus rex: La columna vertebral es prácticamente horizontal, con una curvatura característica en forma de S en el cuello para elevar la cabeza sobre el nivel del dorso y mejorar la visibilidad. Esta posición (…) se combina con la aparición de dos zonas bien definidas en la cola, en la que aparecen dos tipos diferentes de vértebras separadas por el llamado punto de transición. De esta forma nos encontramos con una zona próxima al cuerpo con gran movilidad, y una zona terminal muy rígida, que podría ser utilizada como estabilizador dinámico durante la carrera, especialmente en bruscos cambios de dirección y velocidad.

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Stegosaurus.

Seguramente que a partir de esta lectura el visitante estará más motivado para preguntarse el cómo y el porqué de los montajes que tiene delante. Stegosaurus y Brachiosaurus son quizá los dinosaurios más conocidos por el público. Intento aquí ser portavoz de las preguntas más habituales sobre estos dinosaurios. De los estegosaurios, lo que más llama la atención son sus placas óseas en forma de grandes puntas de lanza, así como su pequeña cabeza. En los albores del estudio de los dinosaurios, uno de los temas que más fascinaba era el tamaño de sus cabezas en comparación con sus cuerpos, y fue precisamente en Stegosaurus donde se llevaron a cabo esos estudios. Se pensó que una masa cerebral tan pequeña no podía coordinar los movimientos de un animal tan grande, y que por lo tanto necesitaba de otro cerebro. Se interpretó que estaría en la zona de las caderas, justo en la cavidad de la médula, pero hoy ya se ha descartado la existencia de este “doble cerebro”.

Esqueleto montado del dinosaurio estegosaurio. En el recuadro, se muestra la relación entre el cráneo y una de sus placas.

Las placas de los estegosaurios han sido otro tema de debate en paleontología, pues hasta hace muy poco no se había encontrado ningún esqueleto completo con placas articuladas. Así pues, las placas se colocaban en el exterior del esqueleto sujetas en la

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base y cubiertas por piel. La fila de placas se dispondrían en una línea única, o por el contrario en pares enfrentando las placas, o bien en pares alternándose y tumbadas con las puntas hacia afuera. Ahora sabemos que las placas se sitúan por pares alternándose, ¿pero qué función tienen? Las placas óseas que vemos son un rasgo común y frecuente en dinosaurios y en cocodrilos. Estas placas no son pasivas, lo que quiere decir que no se trata de huesos macizos, sino que su contenido mineral se pone en circulación gracias a que se encuentran irrigadas por una serie de vasos sanguíneos. Estos huesos “activos” tendrían, según algunos paleontólogos, la función de controlar la temperatura del cuerpo, lo que no es poca cosa teniendo en cuenta el gran volumen del animal. Cada ejemplar en la exposición tiene una pequeña historia paleontológica detrás, pero seguramente que una de las preguntas que os haréis será: ¿cómo han conseguido reconstruir el esqueleto de Brachiosaurus, cuyo cuello aparecería por la ventana de mi casa que está en un tercer piso, pues mide 12 metros de altura? Animales con cuellos largos: Una de las grandes diferencias entre los mamíferos y los reptiles es que estos últimos pueden mostrar un número variable de vértebras en el cuello. El plesiosaurio al que nos hemos referido puede tener más de una docena de vértebras en el cuello. De hecho, el número de vértebras que un plesiosaurio puede tener en ese sector de su anatomía oscila ¡entre 13 y 76! Poder modificar el número de vértebras del cuello es una cualidad propia de reptiles y de aves. En los dinosaurios y sus parientes remotos, el número de vértebras del cuello puede oscilar entre 9 y 19. Por ejemplo, los saurópodos, parientes del Brachiosaurus, suelen tener entre 11 y 19, y las aves pueden tener hasta 20. En los mamíferos, los cambios en la longitud del cuello se producen por alargamiento de las vértebras; muy pocas veces se modifica su número, que es 7, aún en los mamíferos de cuello largo, como son los camellos, las llamas, los okapis y las jirafas. De todos estos animales, los estudios han demostrado que el que ha tenido más capacidad para mover el cuello en todas las direcciones, enroscarlo, girarlo y serpentear con él son los plesiosaurios acuáticos, que fácilmente nos recuerdan al monstruo del lago Ness.

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Animales con cuellos largos. A la izquierda, dos de los dinosaurios saurópodos de cuellos más largos (1 al 14 vértebras). A la derecha, ejemplo de mamífero, siempre con 7 vértebras cervicales.

2

ver Buffetaut, E. 1992. Fósiles y Hombres, Plaza y Janés

Dinópolis es el tercer lugar en el mundo donde se puede contemplar completo Brachiosaurus. El esqueleto verdadero está en Berlín, y una copia existe en Tokio. Para reconstruir el ejemplar que vemos ha habido que calcar los huesos sobre el original montado en Berlín. Toda una obra de ingeniería que se acerca notablemente al espíritu de aventura de Dinópolis. Si uno sondea en la historia de Brachiosaurus, la recolección de sus huesos es, además, una de las mayores hazañas de la paleontología de vertebrados2. Las excavaciones las realizaron científicos alemanes en una de sus, por entonces, colonias africanas: la actual Tanzania. El yacimiento de Tendaguru era riquísimo en huesos, pero los paleontólogos no convencieron al gobierno de que les proporcionase fondos (¡cómo no!) así que promovieron una suscripción popular, y fueron las donaciones de profesores universitarios, banqueros, empresarios y aristócratas las que permitieron sufragar por tres años las excavaciones. La abundancia era tal, que la mano de obra de excavadores llegó a 500 personas; fue necesario organizar un gran campamento para descubrir 185 toneladas de fósiles y realizar un total de 4.300 cargamentos en barco desde África hasta Alemania. Nunca se ha repetido una hazaña semejante.

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La Era de los Mamíferos Un espacio dedicado a los mamíferos, que constituyeron la fauna dominante después de los dinosaurios, cierra el recorrido expositivo de Dinópolis. En esta última sala se presenta también la rica biodiversidad en mamíferos de la provincia de Teruel, que abarca un largo lapso de tiempo desde el Aragoniense al Plioceno. China es una de las partes del mundo más rica en fósiles de todas las épocas. De China son los yacimientos con restos de los primeros dinosaurios con plumas como Sinosauropteryx. En Europa se conocieron los fósiles chinos gracias a las compras que se realizaban de cargamentos que iban dirigidos a la farmacopea china, pues los fósiles del cuaternario y del terciario eran, y son, utilizados para preparados médicos.

Muchos de los grandes mamíferos que pueden contemplarse en esta sala proceden del Mioceno, de yacimientos chinos, como el rinoceronte Chilotherium. Los rinocerontes, se originaron durante el Eoceno, hace unos 50 millones de años. Sus fósiles más antiguos proceden de América del Norte y de Asia, pero a lo largo del Terciario se expandieron y diversificaron por Europa y África. En España se han descubierto rinocerontes en la mayoría de los yacimientos del terciario, e incluso se tiene registro de rinocerontes lanudos, un equivalente a los mamuts lanudos de la época de los hielos (ver Museo de San Isidro, en Madrid, volumen 1). Aunque todos los rinocerontes que conocemos hoy en día tienen cuernos, uno o dos encima del hocico, algunas de las especies extintas pudieron no tener cuernos, como el rinoceronte chino. Los cuernos no tienen un núcleo óseo, sino que están fabricados del mismo material que la piel y las pezuñas, y sólo se apoya en los huesos nasales. Los primeros rinocerontes eran del tamaño de un carnero, así que a lo largo de la evolución su talla se ha ido incrementando; de hecho, entre los mamíferos terrestres más grandes de los que se tenga noticia se cuentan dos rinocerontes: Indricotherium y Baluchitherium. El primero midió 5 metros de altura y pesó unas 30 toneladas; el segundo, procedente de Asia, midió unos 4 metros.

Las rutas paleontológicas de Dinópolis Dinópolis tiene previsto extenderse y proporcionar a los visitantes la posibilidad de recorrer los mejores yacimientos de la provincia de Teruel. Las rutas

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Animales en peligro de extinción. Cuando miremos los esqueletos de algunos de estos mamíferos también debemos pensar que hoy en día algunos de ellos están a punto de extinguirse por la acción del hombre. Por ejemplo, los rinocerontes, de los que actualmente se conocen 5 especies (el de Java, Sumatra, indio, blanco y el rinoceronte negro), se distribuyen puntualmente en el sur de Asia y África. Por cierto, que los rinocerontes blancos no son blancos: su nombre se debe a una deformación del término del afrikaans "weit", que significa ancho (wide). Las pieles de algunos rinocerontes carecen de pelo, pero son gruesas, a veces con grandes pliegues y gránulos. Algunas de estas especies cuentan con sólo 60 supervientes, y la que más, con 10.000. Los rinocerontes son prácticamente irrecuperables y si no se interviene, acabarán extinguiéndose. Cráneo de rinoceronte actual, se muestra en la fotografía los dos cuernos de queratina.

seleccionadas pasan por Albarracín, para mostrar los yacimientos del Jurásico marino. Su paisaje y la tradición en el estudio de sus faunas ha hecho de esta localidad un enclave estratégico para los paleontólogos, donde además está el Museo de Paleontología de Albarracín. Las otras localidades elegidas son famosas por sus descubrimientos en dinosaurios: Galve, Mas de las Matas y Peñarroya de Tastavins. Los yacimientos catalogados son de edad Cretácica. En esta guía se tratan el Museo de Galve y Parque del Maestrazgo (que incluyen las localidades de Mas de las Matas y de Castellote). Peñarroya es un bonito municipio donde se ha encontrado el fósil articulado de un gran dinosaurio saurópodo. Se trata de una nueva especie, Tastavinsaurus, de la que se conoce un gran número de partes esqueléticas. El municipio ha gestionado dónde emplazar el aula dedicada a este dinosaurio. El recorrido cuenta también con los yacimientos de Rubielos de Mora y Concud, muy conocidos por sus fósiles de plantas, insectos y mamíferos del terciario.

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En Rubielos de Mora vereis uno de los mejores registros de insectos fósiles del Terciario. Los insectos son artrópodos hexápodos. El término artrópodos hace mención a las patas articuladas de este grupo de animales, que agrupa a Myríapoda y Chelicerata junto a Hexápoda y Crustácea y Trilobites. Los grupos con registro fósil más repreasentativo son: hexápodos, crustáceos, euryptéridos (extintos), xiphosura y trilobites (extintos).

En Concud la asociación descubierta es una de las mejores de que se tenga noticia en Europa. Se han descrito por vez primera una serie de especies: un bóvido, un cérvido y el can más antiguo conocido, Canis cipio de una antigüedad de entre 9 y 5 millones de años. Dinópolis es un lugar ante el que no podemos quedarnos indiferentes; estoy segura de que su visita ha de dejar huella en los más jóvenes.

Localidades incluidas en la ruta de Dinópolis debido a su rico patrimonio paleontológico.

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PARQUE CULTURAL DEL MAESTRAZGO MAS DE LAS MATAS Y CASTELLOTE TERUEL: Ayuntamiento de Mas de las Matas y Grupo de Estudios Masinos. Las Escuelas, 2 - Mas de las Matas 978 848112 - 978 84880 Eras Geológicas: 200 a 100 m.a. Registro fósil: Invertebrados marinos, dinosaurios, cocodrilos, peces y plantas Clasificación: Interés:

Mas de las Matas y Catellote son dos de las localidades reunidas en el Parque cultural del Maestrazgo. Castellote es conjunto histórico-artístico con un castillo templario y, en su casco urbano, existen elementos góticos y palacios nobles. El Museo de Mas de las Matas consta de varias salas, de arqueología y paleontología. Se puede visitar también el molino harinero y una almazara de aceite del siglo XVII. La oferta al aire libre se desarrolla alrededor del río Guadalope, existen senderos clasificados de gran recorrido para aquellos que deseen un paseo por sus hoces desde La Algecira a Villarluengo. Mas de las Matas tiene fácil acceso desde la carretera de Madrid-MontalbánAlcorisa N-211. Desde Alcorisa hay una desviación a Mas de las Matas y Castellote. El Museo de Mas muestra una buena colección de restos paleontológicos y arqueológicos. Se abre a diario de 9,30 a 13,30, los festivos hay que concertar la visita con antelación. Los grupos tienen precios especiales. La zona de Matarraña pertenece al Maestrazgo, tiene un bello paisaje especialmente en primavera y en otoño. Se ha creado una gran mancomunidad turística formada por 41 municipios, que incluyen a Galve (Teruel) y San Mateu (Castellón) (para documentarse ver www.maestrazgo.org, o bien las oficinas de turismo). El Parque cultural ha procurado una buena infraestructura de alojamientos (de turismo rural: [email protected] y servicios hoteleros [email protected]).

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El término de "Maestrazgo" se refiere a lo que ha quedado de las ricas y poderosas órdenes militares españolas que crecieron durante el medioevo en áreas muy extensas como el Campo de Calatrava (Ciudad Real), en Mérida o en esta zona entre Teruel y Valencia. Dice Pío Baroja: "El Maestrazgo es una comarca aislada; en realidad, independiente de Valencia y de Aragón; es como una plataforma alta, erizada de montes como conos truncados, verdaderos castillos naturales, limitada por los antiguos reinos de Cataluña, Aragón y Valencia y extendida hasta el Mediterráneo. El Maestrazgo es un país seco, árido, frío; pero, sin embargo, tiene recursos para su población. Es un país de guerrilleros...". Y es que en el siglo XIX, con las guerras carlistas, el Maestrazgo adquirió renombre, pues ahí se hizo fuerte el general Cabrera, apodado "El Tigre del Maestrazgo".

La provincia de Teruel cuenta con dos Parques Culturales: el del Río Martín y el del Maestrazgo. En el caso del Parque Cultural del Maestrazgo, son 47 los municipios que lo componen, en un área que engloba 10 conjuntos artísticos, 615 emplazamientos arqueológicos, 70 yacimientos paleontológicos inventariados y 49 puntos de interés geológico. Además, se han recuperado los espacios naturales en torno al río Guadalope y a sus afluentes: Val del Jarque, Pitarque, Guadalopillo, Bordón y Bergantes. Sin duda, el equipo de gestión del Parque, así como los municipios, están realizando una ímproba labor para dar a conocer la riqueza de la zona, con numerosas oficinas de turismo, carteles, mesas de información, etc., que os facilitarán la organización de vuestro viaje. El Parque Cultural del Maestrazgo nace de un proyecto de desarrollo rural integral acogido a la iniciativa comunitaria y autonómica. En esta zona se han creado varios proyectos dedicados a la geología, la paleontología, la arqueología, la naturaleza y la arquitectura del Maestrazgo. Uno de esos proyectos, dedicado a la arqueología, tiene gran éxito, pues se ha instalado en las "Grutas de Cristal", un museo, Museo de Molinos, donde se expone uno de los hallazgos más relevantes de la arqueología aragonesa, una mandíbula de un cromañón adulto, de unos 30 años. Los primeros estudios vinieron a afirmar que se trataba de el resto humano más antiguo encontrado en Aragón (de unos 30.000 años de antigüedad), pero, aunque se le ha concedido gran publicidad al hallazgo, la realidad es que está por probar su antigüedad, y los historiadores están más por creer que el resto no pasa de los 2000 años. Vinculado a la riqueza ecológica y paisajística, tenéis el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Villarluengo, y si os gusta la arquitectura, el Centro de Interpretación del Patrimonio Arquitectónico del Maestrazgo de Mirambel. La extensión y belleza del Maestrazgo permite que nos confeccionemos distintas

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rutas. Una de las posibilidades es dirigirse al Maestrazgo de Castellón y visitar, por ejemplo, los Museos de Morella y de San Mateo (ver Comunidad de Valencia en el volumen 4 de ésta serie). A continuación os doy una explicación más extensa de los puntos de interés paleontológico y geológico de la zona.

El Museo Municipal de Mas de las Matas y el paraje de Castellote. Castellote fue el núcleo principal de una encomienda que en la baja Edad Media reunió a varias localidades, entre las que se incluía Mas de las Matas. Esta encomienda se conoce desde el siglo XII y más adelante pasó a formar parte de la Orden de los Maestres. Castellote percibía las ganancias de los "treudos", forma de propiedad compartida cuyas cargas pagaban los campesinos. Hacia 1600, las aldeas que formaban la encomienda reclamaron su independencia y en Castellote –cuyo centro histórico aún hoy nos da idea de la grandeza que tuvo en otro tiempo– hubo una revuelta, pues se resistía a perder poder y jurisdicción. Hoy, las localidades se han vuelto a unir en la Mancomunidad Portal del Maestrazgo para mostrarnos su patrimonio. Respecto del nombre de Mas de las Matas, conviene saber que remite a un tipo de construcción propio de esta zona de Teruel. El "mas" (palabra catalana) es un conjunto de edificaciones acopladas al espacio que las rodea y al modo de vida de sus habitantes

El Museo de Mas de las Matas es resultado de la importante labor realizada colectivamente por jóvenes y entusiastas científicos que han creado el Grupo de Estudios Masinos y a quienes apoya el municipio, mediante la subvención de varios proyectos de investigación y una revista. En esta localidad, además, se han recuperado el molino harinero y la almazara de Jaganta. El Museo se ha creado con una infraestructura de cierta envergadura, pensando en el futuro, pues tiene un horario bien establecido y cuenta con personas que trabajan en la catalogación de los fósiles que constituyen la base de sus colecciones. Estas colecciones, que nacieron de donaciones de aficionados a la Paleontología, se han ido incrementando en los últimos tiempos por

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los trabajos de investigación que se llevan a cabo en esta rica zona de la Cuenca Media del río Guadalope. En la actualidad, los fondos poseen unos 1.000 ejemplares. La sobriedad y sencillez exterior del edificio no se corresponde con la dedicación con que se montan las exposiciones en este museo. Junto a la sección de Paleontología, hay una sección muy bien documentada de Arqueología y una de Bellas Artes de carácter local. Además, el público tiene a su disposición unos folletos que, en el caso de la Paleontología, dan una información general de los ambientes donde se conservaron los fósiles, los cuales abarcan un intervalo de tiempo entre los 200 y los 100 millones de años de la actualidad, es decir, entre el Jurásico y el Cretácico. Toda el área del río Guadalope y sus alrededores posee un gran interés geológico y paleontológico, por la gran cantidad y calidad de afloramientos de edad jurásica. La zona ha sido elegida por numerosos científicos para conocer cómo se han ido sucediendo en detalle los ambientes y las faunas durante el final del Jurásico, y algunos de sus yacimientos son referentes "clásicos". Dichos ambientes corresponden a sedimentos de origen marino, pues el mar invadió toda esta zona hace unos 180 millones de años, y durante 60 millones de años Teruel fue una extensa llanura cubierta de agua.

Los ammonites son las “estrellas” paleontológicas de ésta zona.

Las "estrellas" paleontológicas de esta zona son los ammonites, no sólo por su abundancia, sino por su belleza y también por sus especiales características. La particularidad de este mar, y su aislamiento respecto de los demás mares de Europa en esta época, dio lugar a unas asociaciones particulares de ammonites (ver Museo del Mediterráneo en Elche). De nuevo, veréis fósiles que corresponden a organismos, como esponjas, corales, braquiópodos y conchas de bivalvos. De los ejemplares expuestos, buscad los artrópodos,

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pues en pocas ocasiones podréis contemplar restos fósiles de crustáceos del tipo de las "cigalas y langostas" del Cretácico Inferior. Crustáceos del Cretácico. En pocas ocasiones se exponen restos de crustáceos, en parte porque su registro fósil era un puzzle. Los nuevos descubrimiento que se han realizado sobre los crustáceos más primitivos, y en nuestro país los del yacimiento de Las Hoyas, en Cuenca (ver Museo de la Ciencia de Castilla-La Mancha volumen 1 de esta serie), están permitiendo afinar nuestro conocimiento sobre la evolución de este grupo de artrópodos. El ejemplar de la exposición, denominado Mecochiridae, es un decápodo de la misma familia que las formas más habituales de nuestras costas y ríos: cangrejos, cangrejos ermitaños, langostas, cangrejos de río y otras especies con formas de gamba. La evolución de estos grupos comenzó en el Devónico Superior (hace unos 350 millones de años), pero la gran diversificación se produjo en los mares del Jurásico. Algunos autores piensan que una explosión considerable en la variedad de formas y nuevas especies se produjo en coincidencia con la diversificación de los peces teleósteos modernos. Al parecer Los decápodos modificaron sus diseños corporales para evitar así ser depredados, acortando el cuerpo y escondiéndose en conchas abandonadas, como el cangrejo ermitaño. Cangrejo decápodo de agua dulce del yacimiento de Las Hoyas denominado Austrapotamobius, que tiene representantes actuales. En Mas de las Matas podréis ver otros decápodos, en este caso marinos.

Cada vitrina tiene un panel explicativo sobre los rasgos más notables de la anatomía y ecología de los grupos biológicos a los que pertenecen los fósiles. Cada ejemplar, a su vez, está identificado por su nombre científico, en una ficha de color según su antigüedad. Todo un detalle ha sido incluir también en las vitrinas algunas fotos realizadas con microscopía de alta definición, que acompañan al material expuesto. En el centro de la sala de exposiciones os llamarán la

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atención unos troncos montados de pie sobre unas arenas, que reconoceréis con facilidad por su inconfundible aspecto vegetal. El montaje simula los hallazgos de un yacimiento próximo a Mas de las Matas, que se encuentra en el término municipal de Castellote. Los fósiles de los troncos se pueden visitar en el lugar donde se descubrieron. Hay folletos que indican cómo llegar al yacimiento, el sitio está preparado para los visitantes y cuenta con paneles que documentan los hallazgos, aunque debo decir que no es fácil llegar, pues hay que salir del municipio unos 6 kilómetros por una pista forestal. Los restos consisten en cuatro troncos de entre 1,5 y casi 5 metros de longitud. La posición en la que se encuentran, junto con los detallados estudios que se han hecho de sus leños, han servido para reconstruir su historia. Este análisis casi detectivesco que realizamos los paleontólogos nos permite retrotraernos a situaciones que, vistas desde la actualidad, nos parecerán casi de Las mil y una noches. Montaje con restos de los troncos fósiles descubiertos en Castellote y atribuidos a sequoias. Los troncos han dado información sobre el clima que hubo hace unos 105 millones de años.

Secuoya

Los troncos fósiles pertenecieron a grandes árboles del tipo de las coníferas y, más concretamente, a una especie relacionada con las actuales secuoyas. Hoy en día, las secuoyas se localizan en zonas de alta latitud, de climas fríos y húmedos, con fuertes cambios de una estación a otra, como ocurre en Canadá. En cambio, durante el Cretácico las coníferas y las secuoyas vivieron en un clima subtropical, húmedo y cálido. Cuando se han rastreado en las secciones del tronco fósil las líneas de los anillos de crecimiento, no se han podido

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diferenciar claramente, lo que nos indica que debieron haber vivido en un clima sin estaciones. Como sabéis, los anillos de los árboles van cambiando de grosor según las condiciones climáticas: estacionalmente en climas tropicales y anualmente en climas templados. Como podréis ver en el propio museo, los troncos están sobre arena. Los estudios sobre el tipo de sedimento donde se encontraron los fósiles indica que se conservaron en un canal de río. Los paleontólogos suponen que en torno al cauce, en una región parecida a un estuario, no muy lejos de la línea de costa, debieron crecer frondosos bosques hace 105 millones de años. El estudio en detalle de su estructura interna, mediante cortes muy finos, ha revelado que los troncos ya estaban muertos cuando fueron arrastrados, y habían perdido sus capas más externas. Atrapados por el canal, se atravesaron, quedando paralelos entre sí, y esa es la posición que tienen en el yacimiento. Los fósiles de restos vegetales que se exponen en Mas de las Matas superan en cantidad a muchos otros museos, pues veréis también semillas del mesozoico. Un gran número de estos hallazgos proceden de las minas de lignito que se encuentran en las proximidades de Mas, donde se han encontrado restos de troncos e incluso de ámbar. Para quienes estéis echando de menos los vertebrados, os diré que al fondo hay una serie de vitrinas donde se exponen restos fósiles de reptiles que habitaron esta zona en el Cretácico Inferior. Ya podríais consideraros especialistas si acaso habéis recorrido también los museos de Galve o de Morella. En todos habréis visto que los dinosaurios son los restos más abundantes, especialmente los del herbívoro Iguanodon. Ahora bien, tal vez la particularidad de los hallazgos de Dientes de tiburón. Mas de las Matas radica en la abundancia de restos de placas de tortugas, dientes aislados de peces, tiburones, cocodrilos y de pequeños dinosaurios llama-

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dos barionícidos. Los huesos del cráneo de los barionícidos descubiertos en Inglaterra parecen indicar que eran dinosaurios disfrazados de cocodrilos: cuerpo de dinosaurio y cabeza de cocodrilo (ver Museo Paleontológico y Arqueológico de Salas de los Infantes en Burgos, para más información acerca de este dinosaurio). PARQUE GEOLÓGICO DE ALIAGA TERUEL: Centro de Interpretación de la Minería y Geoparque - Aliaga 978 77 11 03 Eras Geológicas: 210 a 4 m.a. Registro fósil: Triásico-Plioceno animales invertebrados marinos. Restos jurásicos y cretácicos Clasificación: Interés:

Desde un punto de vista paisajístico y geológico el enclave de Aliaga es único. Aliaga creció en los años 50 gracias a la explotación minera de carbón. Esta fuente económica ha decaído recientemente, y el paisaje integra los restos de la minería con una soberbia geología. En el Aula de interpretación de Santa Bárbara se muestra la riqueza minera y paleontológica de Aliaga. Los fósiles de Aliaga se pueden ver a pie de yacimiento, in situ, algo que resultará de interés. El parque geológico de Aliaga se puede visitar con guía. La duración de la visita es de unas dos horas, aunque puede ser más corta. Las visitas guiadas se conciertan, y los grupos pueden ser de hasta 25 personas. Existen también guías didácticas publicadas, elaboradas para profesores de primaria y secundaria. El centro de interpretación de Santa Bárbara se halla a la entrada de Aliaga, su visita es independiente a la del Parque, si se desea. Este pequeño museo nos introduce en la paleontología de los fósiles marinos del jurásico y de los terrestres del Cretácico.

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A Aliaga se llega desde Hinojosa por una carretera que pasa entre los cortes de uno de los afluentes del Guadalope: Val de Jarque. Esta es la parte más occidental del Maestrazgo, y en torno a este espacio natural del Val algunos municipios han promovido actividades culturales muy imaginativas. Al pasar por Hinojosa de Jarque habréis visto, por ejemplo, algunas esculturas modernas al aire libre, que se integran en el paisaje agreste del entorno. La iniciativa del Ayuntamiento consiste en atraer a jóvenes creadores plásticos cediéndoles espacios para la realización de sus obras. Antes de llegar a Aliaga, en el barrio de Santa Bárbara os encontraréis con los esqueletos de edificaciones que se dedicaron a la minería del carbón y a la Central Térmica. Entre los años 50 y 70 del siglo XX, éste era un centro neurálgico orientado al aprovechamiento energético del carbón, y el pueblo llegó a tener unos 1500 habitantes gracias a esta actividad. Una visita al centro de interpretación de la minería Santa Bárbara os hará comprender el funcionamiento y la utilidad de este entramado arquitectónico, del que aún quedan restos de tendidos de cables, vagonetas, torretas y un embalse. Con el tiempo, las minas de la zona ya no pudieron suministrar las toneladas de carbón combustible que se necesitaban para hacer funcionar la Central Térmica y cerraron en 1982. Hoy, Aliaga tiene algo más de una centena de habitantes, pero el pueblo mantiene el porte de haber sido un centro muy activo entre los siglos XIX y XX, con minas, molinos de harina y telares. Su centro histórico, además, cuenta con una iglesia del siglo XVII y una famosa ermita a la vera del río Guadalope. Aliaga cuenta también con un castillo árabe que se refortificó en 1838, pues este municipio resultó ser una plaza carlista controlada por el propio "Tigre del Maestrazgo". El Parque Geológico de Aliaga está documentado al detalle (tal vez excesivamente especializado). Un

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geólogo profesional, el Dr. J. L. Simón, fue su promotor, y los muy enamorados de la geología pueden adquirir la extensa guía que está a la venta en el centro de visitas. El Parque tiene una extensión de aproximadamente 7 kilómetros y se desarrolla en torno a 11 puntos de interés. Aunque está bien señalizado, conviene disfrutar la riqueza geológica de esta zona con la ayuda de un guía que nos enseñe "el idioma de las piedras". No dudéis, pues, en hacer la visita guiada, ya que no se tiene fácilmente oportunidad en nuestro país. En cada uno de los puntos de interés encontraréis paneles y mesas de interpretación –construidas, por cierto, en baldosas de cerámica–, frente a bellas panorámicas. En ellos se resalta el "movimiento" del paisaje, es decir, la deformación de las rocas a causa de los movimientos del interior de la Tierra. Esas deformaciones se denominan estructuras tectónicas y, dependiendo de la elasticidad y plasticidad de las propias rocas, pueden ser pliegues –cuando los materiales tienen cierta plasticidad–, o fallas –cuando el material es frágil. Tanto los pliegues como las fallas abundan aquí. Alguno querrá –y no podrá– imaginar qué fuerza es necesaria para plegar la corteza terrestre, pues ni entre las historias épicas o míticas existe un titán capaz de ello, ni Hércules ni el gigante Kumbarkan, por mencionar sólo a dos. Únicamente la presión de un continente contra otro puede producir semejantes plegamientos. Los que veréis en Aliaga ocurrieron hace unos 70 millones de años, cuando África comprimió la corteza terrestre al chocar contra Europa y formar, así, las cordilleras que rodean al Mediterráneo, en un movimiento que se denomina "Alpino". Pero el paisaje que vemos es también resultado de otras alteraciones. El agua, el viento, los hielos y las lluvias lo modelan, aunque también cuentan la naturaleza de las rocas, sus pendientes y su altura, así como la intensidad de los ciclos climáticos. El relieve del paisaje que vemos se ha configurado en épo-

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cas relativamente recientes, desde la época pleistocena, a caballo entre periodos glaciales y aquellos donde las temperaturas fueron más templadas como las de la actualidad. El Parque de Aliaga es también un lugar propicio para observar la relevancia de estos factores.

Aspecto general del paisaje de interés geológico de Aliaga.

Panel explicativo de la geología de Aliaga.

Las rocas, en general, están formadas por materiales distintos que tienen una procedencia y un modo determinado de constituirse. Unas rocas llegan directamente del interior de la Tierra, como masas de magma fundido que cuando alcanzan la superficie se enfrían y consolidan; a estas rocas se les llama magmáticas. Otras rocas que ya estaban en la corteza terrestre se ven sometidas a altas presiones y temperaturas por enterramiento, transformado su naturaleza de origen; estas son las metamórficas. Pero también tenemos las sedimentarias, que son las que podéis ver en Aliaga. Se trata de rocas que se han formado a partir del desgaste y la erosión de rocas más antiguas, cuyos restos y fragmentos han sido arrastrados y depositados como sedimentos en ríos, lagos o mares. Estos procesos han ocurrido muchas veces, y siguen ocurriendo, en la Tierra. Las rocas sedimentarias más antiguas de Aliaga son del Triásico, pero también podemos ver los sedimentos que formaron rocas del Jurásico y del Cretácico, hasta los de la actualidad. Estos sedimentos son los que nos hablan de los paisajes que existieron en la Aliaga de hace unos 200 millones de años: llanuras costeras, plataformas someras, zonas de lagos, llanuras de marea, meandros de ríos, canales, deltas, cinturones de marismas, bahías y estuarios, litorales, etc. Todos estos paisajes se fueron sucediendo en el tiempo, y los geólogos son capaces de interpretar su secuencia.

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En el recorrido no es nada difícil ver los fósiles en las mismas rocas que los contienen. Encontrar un fósil siempre produce emoción, así que conviene dejarlo en su lugar para que otros también puedan sentir ese gusto. En uno de los lugares señalados en el itinerario podréis ver, por ejemplo, un banco de ostreidos apilados en las arenas de lo que se ha reconocido como una zona próxima a la costa. Encontraréis también abundantes conchas de bivalvos de un tipo especial llamado "rudista" en una caliza procedente de una plataforma marina. A continuación os indico los fósiles más comunes que encontraréis, pero seguro que con el guía seréis capaces de ver muchos más. Toucasia, Trigonia, Exogyra e Hippurites. Son bivalvos cementantes, también denominados ostreidos (del tipo de las ostras). Estas conchas son muy desiguales entre sí: una valva es convexa, o cónica y larga, algo irregular pero siempre adaptada al sustrato donde se cementa; la otra valva, en cambio, se ha modificado a modo de tapa. Estos ostreidos se apilan formando bancos o arrecifes. Entre los bivalvos cementantes más modificados habría que considerar a los Rudistas, que tienen dos conchas sumamente transformadas, una cónica y alargada y la otra con forma de tapa plana. Son conchas que copian la morfología de los corales y, de hecho, ocupan las zonas del arrecife donde los corales se desarrollaban peor. Estos animales, los rudistas, debieron de alimentarse utilizando algas como simbiontes. Los rudistas tienen un registro abundante durante el Jurásico y Cretácico; uno de los rudistas más abundantes es Hippurites. Cartel anunciador de una de las rutas del Parque, donde se representan los fósiles de bivalvos (o lamelibranquios) que se encuentran in situ a pie de carretera. Los tres ejemplares son bivalvos cementantes (ver Museo de Estepona, Andalucía y Museo de Atienza, Guadalajara, volumen 5 y 1 respectivamente de esta serie).

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MUSEO PALEONTOLÓGICO DE GALVE TERUEL: Museo Paleontológico de Galve 978 77 60 47 Eras Geológicas: 150 y 120 m.a. Registro fósil: Jurásico-Cretácico dinosaurios, cocodrilos, reptiles voladores, huellas de dinosaurios Clasificación:

FALTA

Interés:

Galve es un pequeño municipio localizado en un enclave natural excepcional. Además del Museo de paleontología se puede visitar la Iglesia de la Asunción, que tiene un interesante retablo del siglo XVII dedicado a la expulsión de Satanás a los infiernos. La pequeña

sala de paleontología tiene una buena colección de diversos tipos de dinosaurios y el cráneo de un cocodrilo enano. Aquí uno llega a percibir la riqueza de la fauna y flora de hace unos 130 millones de años. Podemos llegar desde la carretera N-234 a Teruel desviándonos por Bueña, cruce que se sitúa a pocos kms de Monreal del Campo. También se puede acceder desde Montalbán y desde Teruel por la carretera N-420. El Museo está abierto todos los días de la semana de 10 a 14 y de 16 a 20 por la tarde. Existe un pequeño centro de información en el Museo para poder organizar la vista a las huellas y yacimientos de dinosaurios que hay en la zona. Se dispone con tal fin de un automóvil con 6 plazas. La visita a la pequeña sala de exposición dura unos 30 minutos y es guiada.

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Galve es un pequeño municipio de algo más de una centena de habitantes, oculto entre las sierras de la Cordillera Ibérica. Es, para el amante de los fósiles, una especie de cofre protegido por la propia naturaleza, pues se sitúa en el centro de un sinclinal que aquí se muestra como una depresión formada por un plegamiento de las rocas que lo circundan, y en las que radica su riqueza fosilífera. La llegada al pueblo desde lo alto nos da la posibilidad de pararnos unos minutos y otear este cofre lleno de pasado. Si a alguno os gusta disfrutar de la belleza que tiene la geología, los minerales y las rocas, de su grandeza en el paisaje, no deberíais conformaros sólo con esta vista general: en Galve se puede visitar también una montaña de arcilla y su explotación minera al aire libre. Gran parte del material fosilífero recogido procede precisamente de estas minas. El registro geológico de Galve es extenso y abarca unos millones de años que se circunscriben entre los periodos Jurásico y Cretácico de la Era Secundaria o Mesozoica (piensa en un intervalo de unos 50 millones de años). A esta época corresponde una gran variedad de animales, especialmente de dinosaurios y cocodrilos, que dominaron las faunas terrestres de entonces. Es evidente que a lo largo de ese tiempo los paisajes cambiaron, pero, en general, esta zona fue una región próxima a la costa, de aguas poco profundas, tropical, con altas temperaturas y zonas pantanosas en las que se mezclaban agua dulce y salobre debido a la confluencia de ríos, y donde el barro, el lodo y las arcillas se acumulaban. Y digo tropical porque estaréis en los trópicos cuando visitéis el Galve de los dinosaurios, a pesar de que en la actualidad los inviernos ahí son crudos, pero ya sabéis que el tiempo juega malas pasadas y que la Península se ha movido de latitud varias veces a lo largo de su historia geológica. El Museo Paleontológico de Galve está justo a la entrada del pueblo, al que por cierto cruza el río Alfambra. Consta de una sala de exposiciones que alberga restos fósiles de los numerosos yacimientos

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Reproducciones a tamaño natural de dinosaurio.

que se pueden visitar, así como las reproducciones a tamaño natural de dos dinosaurios que habitaron estas tierras durante el Cretácico Inferior: Iguanodon y Aragosaurus. Este museo ha sido circunscrito al gran Parque Cultural del Maestrazgo, y un Aula de Interpretación forma parte de una de las rutas paleontológicas de Dinópolis. De modo que la oferta es doble. En el Aula de Dinópolis se hace un buen repaso a los mejores fósiles descubiertos en Galve, ilustrados con expléndidas maquetas a tamaño natural o en el caso de los microfósiles, aumentados.

Aula de Dinópolis donde se muestran expléndidas ilustraciones a tamaño natural de los mejores fósiles descubiertos en Galve.

En el Museo podéis negociar vuestra visita a los yacimientos del entorno y recorrer las zonas donde se han descubierto huellas de dinosaurios. Merece la pena hacer la visita, pues entraréis en otra dimensión, la geológica, y el paisaje desde esta perspectiva es excitante. Además, podréis experimentar en carne propia lo duro que es extraer el material paleontológico de estos terrenos, especialmente en verano. Pero Galve tiene otra historia: la historia humana, pues en esta localidad han excavado muchos paleontólogos españoles (incluida la autora) y extranjeros (franceses y alemanes, por ejemplo) desde los años 60, cuando casi no había ni dónde dormir ni qué comer, y había que contar con la hospitalidad de los vecinos, especialmente de uno de ellos: el Sr. José María Herrero, quien al compás de las idas y venidas paleontológicas adquirió sus conocimientos sobre fósiles y hoy es

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quien se hace cargo del museo. Su pasión y el celo con que trata el tema de los fósiles lo muestra a través de historias que sólo suceden a los aficionados: "me caí y, al levantarme, tenía clavado un fósil en el codo, en la mano o en cualquier otra parte". A mí nunca me ha sucedido esto, debe ser que los fósiles recompensan siempre a sus seguidores más sagaces. El Museo no es grande; apenas tiene unos 30 metros cuadrados, pero el recorrido ilustrado por el Sr. Herrero o por su hijo os hará disfrutar. Algunos de los reptiles y dinosaurios hallados en Galve forman parte de las faunas dominantes de las capas rojas del Weald, que se extienden por la región septentrional de la Península y a las que podréis seguir la pista si continuáis la ruta hacia el Maestrazgo y paráis en el Museo de Mas de las Matas, Teruel, o en el Museo de Morella, en Castellón. Durante el comienzo del Cretácico, las faunas de reptiles y dinosaurios iguales a los de Galve se extendían hasta Bélgica y Alemania. Los paleontólogos han reconocido en esas faunas algunos de los ejemplares más emblemáticos de entre los dinosaurios de Europa: el gran herbívoro Iguanodon y los cocodrilos llamados Iguanodon goniofolis (cocodrilo de morro anguloso) y bernisartia, además de tortugas, salamandras y peces. Esqueletos montados del dinosaurio Iguanodon que se descubrieron en la mina de Bernissart (Bélgica). A la derecha, vértebras de la región dorsal de este dinosaurio descubiertas en Galve.

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Estamos acostumbrados a que los dinosaurios más excepcionales nos lleguen del continente americano, por sus imágenes, sus películas y sus descubrimientos, y en cambio, desconocemos las faunas europeas que son igualmente excepcionales; por ejemplo, Iguanodon es un dinosaurio que camina con los pulgares levantados, a modo de espolones, y fue el resultado de un gran descubrimiento hecho hacia 1878 en las minas de carbón de Bernissart, en Bélgica. En su libro “Fósiles y Hombres”, el paleontólogo Eric Buffetaut cuenta que cuando los obreros de la mina, que trabajaban a 300 metros de profundidad, encontraron una gran bolsa de arcilla que contenía una especie de masas petrificadas envueltas en un mineral dorado creyeron que habían descubierto un bosque de troncos cubiertos de oro. Pero no era así; se trataba de más de una decena de ejemplares completos de dinosaurios iguanodontes, que se extrajeron de semejante profundidad (¡y sin helicópteros!) para ser restaurados en una iglesia, pues su tamaño excedía las dimensiones de cualquier edificio. Los bloques, protegidos por yeso, debían tener unos 9 m2 de superficie, y una vez limpios y restaurados se descubrió que lo que en principio parecía "oro" era, en realidad, pirita. Este envoltorio de pirita hizo difícil la restauración del material, pues influía en la descomposición de los ejemplares cuando éstos se exponían al contacto con el aire. Los dinosaurios y los demás fósiles tuvieron que ser tratados, para preservarlos de su destrucción, ¡con arsénico!, lo que sin embargo ponía en peligro a los paleontólogos que trabajaban con los huesos para describirlos –una historia similar a lo que sucedía con los libros prohibidos en la novela de Umberto Eco “El nombre de la Rosa”. En la actualidad, los ejemplares de iguanodon rescatados de Bernissart se encuentran encerrados en una gran urna de cristal en el Museo de Historia Natural de Bruselas, para evitar así su progresiva destrucción. Muchas similitudes existen entre Bernissart y los yacimientos de Teruel y Castellón de épocas semejantes.

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También en esta provincia hay una minería de carbón activa, y a pocos kilómetros de Galve, en la localidad de Aliaga, podéis ver un Aula Museo dedicada a esta minería, donde los fósiles se encuentran, igualmente, entre arcillas. Sobre los iguanodontes encontraréis información de primera mano en el Museo de Morella en Castellón, pues allí se han encontrado las piezas más completas de ese tipo de dinosaurio. En Galve, tal vez lo más llamativo sea una serie de vértebras de la cola que muestran ciertas patologías, pues alguna se encuentra deformada, quién sabe si por reúma, por la cicatrización de una herida o la fractura del hueso. Galve también comparte con Bernissart la existencia de restos de cocodrilos. El ejemplar más completo descubierto de la exposición es el pequeño cocodrilo Bernissartia, y cuyo cráneo se expone en el Museo. El

Dibujo del cráneo del cocodrilo Bernissartia (realizado por A. de la Iglesia). El cráneo del ejemplar mide unos 7 cm. A la izquierda, fotografía y dibujo de una sección del fémur de este cocodrilo fósil. Las líneas numeradas representan anillos de crecimiento. Este individuo tenía unos 7 años a su muerte.

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cráneo de este cocodrilo es muy parecido al de los cocodrilos actuales, aunque aquél comería moluscos y animales con concha dura (tal vez tortugas), pues sus dientes son globosos; además, viviría en lugares asociados a cauces tranquilos de agua. Sólo existen en el mundo dos ejemplares completos de este cocodrilo, y uno está delante de vuestros ojos. Cuando estudié este material, me interesó saber si el tamaño tan pequeño del ejemplar se debía a su joven edad, o si estaba delante de una forma enana. Esto de la forma enana no os extrañe, porque durante el Mesozoico existieron cocodrilos enanos que no llegaban a medir más de 30 centímetros. Para resolver la duda corté un hueso de la extremidad, y así pude saber que el animal tenía, al morir, sólo 6 o 7 años de edad, de modo que se trataría de un adulto de talla pequeña. Repasemos, pues, lo que encontraréis en el Museo. La riqueza paleontológica de Galve está en los dos extremos de vuestra atención: lo microscópico y lo macroscópico. Ambas dimensiones conllevan esfuerzos muy diferentes. En los documentales estamos acostumbrados a ver excavaciones de grandes ejemplares, pero la micropaleontología implica un esfuerzo extraordinario, que consiste en extraer toneladas de tierra, lavarla, prepararla, mirarla a la lupa y separar los granos de arena de los fósiles. En Galve se han encontrado, por ejemplo, dientes microscópicos de dinosaurios carnívoros y de cocodrilos, huesecillos de extremidades de ranas y salamandras, dientes y escamas de peces y tiburones y una muestra única de dientecillos de algunos de nuestros parientes mamíferos. De toda esta serie microscópica, lo más valioso desde el punto de vista de la evolución son precisamente los mamíferos. Para que tengáis una idea del esfuerzo que supone encontrar un mamífero de hace 150 millones de años, os diré simplemente que para descubrir un diente hay que lavar una tonelada de tierra. Se conocen muy pocas familias de nuestros primeros ancestros que vivieron en la Era Mesozoica, en torno a 20, y lo que se tiene son sobre todo dientes o fragmentos aislados. De

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modo que aunque no sean fósiles espectaculares, puesto que hay que mirarlos con lupa o con microscopios de gran potencia, su relevancia es enorme. Galve es uno de los pocos sitios de España donde se han hallado dientes de mamíferos de esta época. Uno de estos dientes se ha reproducido en una maqueta en el Aula de Dinópolis. Hay que pensar que estos primeros mamíferos medirían unos 10 o 15 cm de longitud total, y que durante más de 50 millones de años no formaron parte de las faunas dominantes. Al primer mamífero del Triásico Superior se le atribuyen hábitos de vida nocturnos, y posiblemente se alimentaba de insectos. En Galve se han reconocido ya varios tipos diferentes de estos pequeños comedores de insectos, y podréis seguir los descubrimientos en un panel del museo. Ahí están nuestros diminutos ancestros, junto a los grandes dinosaurios: de 10 centímetros a más de 10 metros. En algún momento se dijo, tal vez en un alarde de soberbia, que los mamíferos habían sido los causantes de la extinción de los dinosaurios. Se cuentan anécdotas graciosas sobre si estos pequeños animales se "comieron los huevos de los dinosaurios", pero esto sólo son elucubraciones sin fundamento. De hecho, en la actualidad son muchos los animales que se alimentan de los huevos que dejan otros y no causan la extinción de estas especies. El lagarto monitor, por ejemplo, se alimenta de huevos de cocodrilos. Los dinosaurios, además, fueron durante el Cretácico tan diversos como pueden ser los mamíferos en nuestros días. Así que a desechar cualquier idea en este sentido. A la salida se dispone de una pequeña lupa que os permitirá observar algunas de las pequeñeces encontradas por el Sr. Herrero al lavar y tamizar el sedimento. Dientes de peces son los restos más abundantes, pero también hay pequeños huesecillos de las extremidades de anfibios y de lagartos, así como cocodrilos muy jóvenes, cuyos cráneos miden unos 3 cm de longitud. También ha conservado otras curiosidades, como por ejemplo un coprolito (o hez fósil) con los restos de escamas de pez.

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YACIMIENTO DE BUEÑA TERUEL: Yacimiento paleontológico - Bueña Eras Geológicas: 150 m.a. Registro fósil: Huellas de animales marinos Clasificación: Interés:

Afloran estratos con huellas gigantes producidas por animales invertebrados marinos. Desde el yacimiento se tiene una bonita vista de las formaciones geológicas que caracterizan la zona. Bueña se sitúa en la ruta de entrada a Galve en un desvio de la

carretera de Daroca a Teruel, a 4 kilómetros de Monreal del Campo. Bueña es el primer municipio que nos encontramos, y nada más entrar en el pueblo se indica el yacimiento, que se encuentra subiendo a la parte alta del municipio. El acceso al yacimiento esta cuidado y tiene unas escaleras y un mirador desde donde podemos avistar las huellas. Para continuar la ruta si nos dirigimos a Galve, sólo hemos de seguir hacia Argente y Perales de Alfambra.

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En ocasiones, los que nos perdemos por las carreteras secundarias tenemos alguna que otra gratificación, pues hallamos la bondad del paisaje y de los pequeños pueblos. El yacimiento de Bueña puede ser otra de esas gratificaciones, pues no se halla en una ruta de paso, sino que hay que desviarse de la carretera general que llega a Teruel desde Daroca. Bueña se encuentra en la comarca de Calamocha y sus campos se han dedicado al cultivo del azafrán, como así se encarga de recordarnos un Museo del Azafrán que se encuentra en la localidad próxima de Monreal del Campo. En el mirador que se ha construido para observar el yacimiento se han colocado unas mesas de interpretación. Algunas palabras del texto os podrán resultar desconocidas: por ejemplo, "paleobiocenosis" o "horst". Estas dos palabras, aunque poco comunes, son las que nos llevarán a las respuestas que muchos estaréis buscando en este lugar, pues seguramente os surgirán de inmediato preguntas como: ¿qué son esos tubos con aspecto de grandes masas venosas?, o bien, ¿por qué el yacimiento se encuentra en una pared vertical? Conviene, para empezar, acudir a la etimología de la palabra paleobiocenosis: paleo quiere decir antiguo; bio, relativo a los organismos, y cenosis, asociación, es decir, asociación de los organismos que se han hallado en el yacimiento. El texto resulta revelador y sorprendente, porque los tubos que apreciamos son las huellas de animales que vivieron en los fondos marinos de una plataforma próxima al litoral hace unos 150 millones de años. El yacimiento se encuentra en una pared levantada y en vertical; ¿cómo es esto posible? Porque la orogenia Alpina deformó estos terrenos mesozoicos, doblando las rocas y formando pliegues. El término horst procede de la geología y es el nombre que reciben los bloques de tierra que se han levantado a consecuencia de dos fallas (corrimiento o quiebra de terrenos geológicos) que han actuado solidariamente.

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Pero lo más importante del yacimiento, que es ciertamente majestuoso, es el tamaño de los rastros, llaA la derecha, fotografía del rastro fósil atribuido a crustáceos del yacimiento Mesozoico de Bueña. Reconstrucción del paisaje submarino hace unos 180 millones de años, donde se produjeron las huellas.

mados precisamente Megaplanolites ibericus. Se trata de huellas con un diámetro de entre 20 y 30 centímetros. Son huellas rectas, en forma tubular, que se entrecruzan a distintos niveles sin llegar a cortarse los túneles entre sí. El tubo en relieve que vemos resulta ser la cara inferior de un surco hecho en el fondo del mar, es decir, estamos viendo el substrato donde fue excavado. El relleno de los surcos crea este aspecto tubular. En un corte, en sección transversal, se aprecia que el relleno tiene un sedimento diferente, y su origen pueden ser los propios detritos del animal que produjo el rastro. Se cree que estas huellas gigantes podrían ser depresiones causadas por un animal que paciera en el fondo, o bien fuese originada por su desplazamiento. En este caso, se atribuyen a un artrópodo crustáceo (es decir, a un animal invertebrado con esqueleto externo y con patas articuladas, como las gambas y los langostinos), pero como se puede uno imaginar, es muy difícil reconocer al autor de una huella con precisión. De hecho, existen otras posibilidades: un gusano, por ejemplo. La belleza de este yacimiento y su registro fósil ha conducido a la conservación de este lugar, que por cierto aparece en numerosas revistas internacionales de gran prestigio.

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PARQUE CULTURAL DEL RíO MARTíN TERUEL: Aula de Paleontología - Alacón Aula de Interpretación de Geología y Centro de Interpretación de Arte Rupestre - Ariño Oficina de turismo - Montalbán 978 81 80 70 - 978 81 70 42 - 978 75 04 52 Eras Geológicas: Desde 400 m.a. Registro fósil: Invertebrados y vertebrados marinos, dinosaurios y restos vegetales Clasificación: Interés:

El trazado del Rio Martín guarda en sus abrigos y alrededores un importante legado geológico, paleontológico e histórico. Toda esta riqueza patrimonial se ha integrado en un Parque Cultural que va desde Albalate del Arzobispo, Ariño, Alacón, Oliete, Obón hasta Montalbán. En el recorrido podréis visitar importantes yacimientos arqueológicos y paleontológicos. Es relevante el arte rupestre levantino, y los yacimientos íberos y romanos. Conviene organizar la visita al Parque previamente, para ello hay una oficina en Alacón. Los fósiles se muestran en el Aula de Paleontología de Alacón. Montalbán es la puerta del Parque Cultural del Rio Martín desde la N- 211. El Aula de interpretación de Geología de Montalbán nos permite tener una idea general sobre las características de su paisaje y relieve. A lo largo del parque, en cada centro, existen folletos anunciando actividades alternativas, visitas guiadas, rutas o senderos educativos, visitas en bicicleta. Algunas de las propuestas que se ofrecen son únicas como por ejemplo las Rutas de las Bodegas y las Balsas. Los horarios de visita difieren en cada uno de los centros o aulas de interpretación. En Ariño el Centro Rupestre abre de martes a sábado en verano de 9 a 13 y de 15 a 19, en invierno de 8 a 15. El centro de Paleontología de Alacón y el de Geología de Montalbán abre el fin de semana, pero podéis concertar la visita por teléfono.

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El área en torno al río Martín es una de las zonas más pintorescas de la provincia de Teruel. Los municipios que conforman el Parque Cultural que lleva el nombre del río pertenecen a distintas comarcas: la de las cuencas mineras de Montalbán, Obón, Alcaine, la comarca de Andorra, Oliete, Alacón y Ariño y la comarca del Bajo Martín (Albalate del Arzobispo). Aragón es la comunidad autónoma pionera en la articulación y creación de Parques Culturales, y éstos están funcionando gracias al entusiasmo de ayuntamientos y ciudadanos, que han visto en ellos una vía digna de desarrollo sostenible. El Parque del Río Martín tiene su centro de coordinación en Alacón, pero cada municipio desarrolla actividades particulares y potencia alguno de los aspectos culturales y patrimoniales del Parque. No puede esta guía entrar a describir con detalle cada faceta de ocio, cultura y patrimonio del Río Martín, así que es aconsejable que para organizar vuestra estancia, actividades y visitas os pongáis en contacto con la oficina de Alacón. Sabed, en todo caso, que tenéis varios tipos de senderos educativos en torno a los municipios que se extienden a lo largo del río. En estas páginas, no obstante, vais a encontrar la descripción de tres centros: el de interpretación de Geología de Montalbán, el Aula de Paleontología de Alacón y el centro de interpretación de Arte Rupestre de Ariño. Estimar el tiempo que os puede llevar esta ruta es difícil y dependerá de vuestros intereses personales. Un viaje relámpago a los puntos álgidos del Parque, que ofrecen la visita a Centros y Aulas de interpretación, se puede realizar en una jornada, aunque un poco apurada y muy intensa. Debéis también tener en cuenta los horarios de los centros y los días de apertura para planear adecuadamente el viaje. Consultad para ello la ficha técnica de la cabecera.

Centro de Interpretación de Geología y Espeleología de Montalbán En pocos kilómetros en los aledaños del cauce del río Martín, la geología y el paisaje cambian constan-

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En éste Centro podréis tomar ahí nota de los puntos de mayor interés geológico del Río Martín (la sima de Oliete es espectacular, por ejemplo), e incluso contratar a unos guías para que realicen con vosotros la visita a dichos puntos. Existen también folletos con rutas señalizadas como "senderos educativos" de lugares próximos a Montalbán (El Portillo en Peña Roya o los grabados rupestres de Peña Roya o de Valdemiguel), en los que se han instalado mesas de interpretación, de modo que si camináis sin guía os ayudarán a comprender aspectos concretos del paisaje.

temente, pues desde el extremo norte del Parque, en Albalate del Arzobispo, hasta el extremo sur, en Montalbán, cruzamos por varias edades geológicas desde el Terciario al Carbonífero. Así pues, recorreremos unos 275 millones de años en sólo 50 kilómetros. El Carbonífero y el Triásico afloran en las proximidades de Montalbán; el Jurásico se localiza en Obón y en Alcaine; el Cretácico en Obón, Alcaine, Josa, Oliete, Alacón y Ariño y, finalmente, el Terciario aflora en la parte más baja del río Martín, en Albalate del Arzobispo. A pesar de lo poco acostumbrados y educados que estamos para percibir y comprender la geología, y esta ruta es un lugar privilegiado para ello, ya que además de su belleza contáis con la posibilidad de visitar el Centro de interpretación de Geología, en Montalbán. Convendría que este centro constituyera la primera parada de vuestra visita al Parque, entre otras cosas por el emplazamiento de Montalbán en un otero de color rojo intenso del Triásico, donde además se han hallado huellas fósiles (que, más adelante, podréis ver en Alacón). El propio centro, en sí, ya merece la pena, pues se trata de una cueva bajo la iglesia de Santiago el Mayor que fue utilizada como bodega. La cueva horada los terrenos triásicos formados por arcillas y yesos, muchas veces dispuestos como cicatrices en la roca y que indican por ellos mismos las fuertes condiciones de aridez y evaporación que tuvieron esos ambientes en aquel periodo. El Centro de interpretación mantiene los espacios de la bodega original, y se ha buscado una estética adecuada que da a la exposición cierto encanto. Una parte está dedicada a los términos de la geología más habituales, y una columna estratigráfica construida con bloques de material originales del Parque nos permite distinguir el aspecto, color y textura característicos de las rocas de cada uno de los periodos que dominan el paisaje. El centro se dedica a tratar de explicar la construcción y la riqueza de las cuevas y simas cársticas con que cuenta la zona, es decir, un modelado del

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relieve formado por cavernas, torcas, dolinas, etc., debido a la disolución, por la acción del agua, que sufren determinadas rocas como las que llevan carbonatos (la caliza, el mármol), o bien los yesos. Los Yesos son unas rocas llamadas evaporitas. El yeso se forma por precipitación química, igual que cuando dejamos un recipiente con agua y sales y se evapora el agua: quedan en el fondo las sales disueltas. En las rocas triásicas, este mineral se precipitó a partir de los sulfatos disueltos en el agua de albuferas y bahías, en climas cálidos y secos.

Dos detalles del Centro interpretación de Geología de Montalbán. A la izquierda, rocas del Triásico con yesos. La zona es rica en grutas y cuevas a la derecha.

Tendremos ante nosotros una rica muestra de aparejos de espeleólogos, utilizados en sus descensos a simas, grutas y cuevas. Algunas reconstrucciones recrean los espacios de cuevas y minas así como, se muestran también las estructuras cársticas más frecuentes (desde la formación de simas y estalactitas hasta rocas de travertinos). Así pues, aunque el centro sea pequeño, resulta atractivo tanto para mayores como para niños. A la salida del Centro, no viene mal un paseo por la ciudad amurallada, que nos recuerda que fue centro relevante en la Edad Media. La iglesia, construída en los siglos XIII y XIV y de estilo gótico-mudéjar, es uno de los edificios de mayor interés de la arquitectural mudéjar de Aragón. Su espacio interior diáfano y sus paredes desnudas desde la guerra civil, sobrecogen.

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Aula de Paleontología de Alacón Siguiendo hacia el norte, rumbo a Alacón, podéis deteneros un momento en otros municipios del Parque en los que el paisaje es soberbio, como Obón y Alcaine. La riqueza fosilífera de estas dos localidades está reseñada en el Aula de Paleontología de Alacón, y con justa razón. De los cálidos mares del Jurásico de Obón proceden, por ejemplo, los restos de un cocodrilo marino, poco frecuentes en la Península. El municipio de Alacón, aunque pequeño, está bien cuidado, y cuenta, además con su Aula de paleontología, con senderos señalizados para caminar o para recorrer en vehículo los puntos donde hay abrigos rupestres. En el Aula podemos apreciar una cuidada selección de los fósiles más representativos de los distintos periodos geológicos. En la planta inferior, una placa negra con restos de helechos os recordará que esta zona tiene restos del Carbonífero, de hace unos 360 millones de años.

Fósiles que se exponen en el Aula de Paleontología de Alacón. A la izquierda, aspecto del tronco de un árbol Sigillaria del Carbonífero (hace unos 360 millones de años). A la derecha, huellas de reptiles del Pérmico (hace unos 240 millones de años) atribuidas a Rhynchosauroides. De estos reptiles sólo se conocen sus huellas.

El guión expositivo es muy claro, y para cada una de las épocas de la geología del Parque se combinan maquetas o los esqueletos más emblemáticos que se conocen en el registro mundial, junto con el material fósil recogido en la zona .Como muestra de ello, hay una sala en la planta inferior,donde podréis seguir los descubrimientos de huellas del Triásico que, muy cerca de Montalbán, debieron dejar un grupo muy primitivo de antiguos reptiles, que llevan los nombres de Rhynchosauroides y Sinaptichnium. Se complementan

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estas huellas con la maqueta reconstruida en tamaño natural de Eryops entre la maleza y el molde de un esqueleto completo de Seymouria. Eryops y Seymouria son dos foráneos en este museo, pues su verdadero registro es norteamericano, pero están aquí representados porque ambos son fósiles emblemáticos del Pérmico y Triásico. Desde el punto de vista de la evolución ambos son también ejemplos paradigmáticos, que aparecen en cualquier libro de paleontología. Eryops es uno de los predecesores clave de la evolución de los anfibios modernos (ranas, salamandras y cecilias), y Seymouria es el eslabón clave para comprender la evolución de los amniotas (es decir, de los animales que se liberan del medio acuático para poner huevos, como los mamíferos, las tortugas, los lagartos, los cocodrilos, las aves, los dinosaurios y otros).

Esponja, Braquiópodo y Bivalvo.

Plesiosaurio

Al subir a la planta segunda podréis apreciar la riqueza de los invertebrados de la Era Mesozoica, durante el Jurásico. Toda esta fauna es marina: corales, esponjas, braquiópodos y conchas de bivalvos y de ammonites. Son los ambientes marinos los que dominan en esta época en Teruel, pues el mar invadió toda esta zona hace unos 180 millones de años, y durante aproximadamente 60 millones fue una extensa llanura cubierta de agua con una rica fauna donde además de los invertebrados se han descubierto restos de un reptil marino. En el pasillo de entrada a la sala, justo enfrente de una placa que contiene una gran mandíbula de un reptil marino, se exponen dos moldes de los esqueletos completos de los reptiles marinos más frecuentes de los mares jurásicos. Si miráis estos moldes, descubriréis que los ictiosaurios son animales con cuerpos parecidos a los delfines, mientras que los plesiosaurios son los que han dado imagen al "monstruo del lago Ness". Estos animales no son dinosaurios, como erróneamente señalan algunos libros de divulgación, sino que se trata de una radiación de reptiles única, con muy distintos crá-

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neos, que se adaptaron a la vida acuática y fueron activos nadadores, tal vez capaces de recorrer largas distancias entre los continentes, pues algunas de sus especializaciones señalan que tenían glándulas para eliminar la sal acumulada del mar y la procedente de los peces y otros animales marinos que ingerían en su dieta. La que quizá es la atracción mayor del Aula está en esta planta y anuncia los tiempos del Cretácico. Aquí es donde los niños disfrutan de una maqueta, en tamaño casi real, de un dinosaurio carnívoro relativamente pequeño pero sin duda pariente cercano de las aves: los dromeosáuridos. La evidencia más clara de que ambos son parientes es que ya se ha descubierto un dinosaurio dromeosáurido con plumas en China y, sin ir más lejos, la posición que tienen los brazos, ¿no os recuerda a un pájaro con las alas recogidas? Deinonychus

Los niños seguro que saben quién es Deinonychus, y que estos dinosaurios dromeosáuridos medían entre 2 y 4 metros de longitud total. Su rasgo más distintivo es la enorme garra de su dedo segundo del pie, que por supuesto la llevaría levantada para caminar. ¿Alguien se puede imaginar a un águila de más de un metro cazando? Pues algo así sería la imagen de este dinosaurio cazador, que debía dar fuertes saltos para clavar las garras de sus patas y manos en su presa. Es una lástima no poder ver a este cazador en acción; muchos paleontólogos creen que cazaban en manada, y así se representa en Parque Jurásico, donde los velocirraptores (parientes de Deinonychus) andan a la zaga para dar caza a unos niños. Por supuesto que en esta zona se han descubierto restos de dinosaurios, y también se tienen noticias de cómo debieron ser sus ambientes, pues no lejos de donde os encontráis se han rescatado las hojas de uno de los helechos arborescentes de aquella época. Este descubri-

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En los yacimientos del Cretácico inferior (hace unos 100 millones de años) próximos a Ariño y a Alacón se han descubierto un gran número de restos vegetales muy bien conservados. Muchos de ellos, como el que se muestra en la fotografía, están asociados a depósitos de carbón. El ejemplar corresponde a un fronde completo de una cicadal, una planta que ha dejado descendientes y actualmente es muy utilizada en jardinería.

miento es uno de los mas completos, pues los frondes tienen más de 70 cm de anchura. Este helecho es un fósil muy abundante del Cretácico Inferior. Con tallos de hasta 15 centímetros y raíces aéreas separadas del tronco, las características de su corteza y de sus hojas indican que podía soportar altas temperaturas. En la tercera planta encontraréis una alegoría del fin de los dinosaurios, pues se expone la maqueta de un asteroide, causa supuesta de su extinción (para saber más sobre la composición de los meteoritos, ver el Museo de la Facultad de Ciencias en Valencia). El Terciario en esta zona de Aragón dejó depósitos eminentemente continentales, de modo que veréis solo restos de mamíferos terrestres. Los fósiles expuestos corresponden a grandes muelas de animales herbívoros y carnívoros. El Museo está intentando potenciar el estudio paleontológico de los rellenos de grietas y cuevas del Cuaternario. Las cuevas son trampas capaces de conservar información sobre las biotas que existieron en estos parajes con sistemas montañosos y cañones que se abren a amplios barrancos.

¿Quién puede haber entrado en una cueva? Algunos estudios están mostrando que la información que podemos extraer de una cueva es increíble (véase Atapuerca en este volúmen o el Museo de Orce, en Granada, volumen 5). Por ejemplo, en la provincia de Guadalajara se acumularon en las cuevas, durante el cuaternario, los siguientes animales: erizos, musarañas, topos, murciélagos, hamsters, ratones de campo, lirones, ratas, castores, puercospines, marmotas, topos, ardillas, liebres, conejos, perros, lobos, hienas, linces, gatos monteses, tejones, leones de las cavernas, leopardos, osos pardos y de las cavernas, zorros, uros, cabras, corzos, ciervos, ovejas,

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rebecos, jabalíes, cerdos, asnos, caballos, rinocerontes y humanos. Sin duda, los restos en las cuevas nos permiten reconstruir el tipo de faunas y ecosistemas que existieron hace unos pocos miles de años.

El Aula de Arte Rupestre de Ariño

El arte levantino es exclusivo de la zona oriental de la Península. Su calidad y belleza es tal que todas están consideradas como Patrimonio de la Humanidad.

Cuando recorráis el Parque, formado por los cañones y barrancos del Río Martín y de sus afluentes, pensad que estaréis haciendo la misma ruta que vuestros parientes humanos de hace unos 6.000 años. A lo largo del Río Martín se produce una gran concentración de abrigos naturales que han sido decorados con pinturas rupestres y que forman parte de lo que se denomina arte rupestre levantino. En estos abrigos se suceden pinturas de varios estilos que evolucionan en distintas fases que van desde los 6.000 años hasta el arte esquemático de hace 1.800-1.700 años a. C. Este arte el levantino es exclusivo de la zona oriental de la Península, y se desarrolla entre las serranías próximas al litoral: desde el margen del Prepirineo hasta Murcia. La relevancia de estas pinturas y su calidad y belleza es tal que todas están consideradas como Patrimonio de la Humanidad. Los pobladores de estas sierras fueron grupos que se mantuvieron aislados de las revoluciones agrícolas, ganaderas y metalúrgicas que comenzaron en el Mesolítico, probablemente porque las costumbres de esta sociedad cazadora eran más adecuadas para estas sierras. Se piensa que estos abrigos debieron ser lugar de reunión o bien santuarios en los que se reproducirían pinturas de animales, cacerías o actos sociales. En algún yacimiento se han podido colectar restos de los animales que estos pobladores comían, como jabalíes, corzos, ciervos y conejos. Curiosamente, no son éstos los animales dibujados, pues las pinturas reflejan otros intereses distintos a los de la alimentación y la caza, dado que aparecen asnos, toros y alguna serpiente. En el Aula, una sala se ha dedicado a la evolución humana, tal vez generando un poco de confusión en

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este entorno, pues todas la pinturas corresponden ya a nuestra propia especie (Homo sapiens), y todas fueron realizadas en tiempos históricos. Quizá hubiese sido más interesante destacar la evolución de los aspectos diferenciales de nuestra conducta compleja, como ornamentar el cuerpo, el uso de materiales para la construcción de herramientas, el uso del fuego, la música, el arte y el simbolismo. El Aula de Interpretación se encuentra a la entrada del pueblo de Ariño. El edificio del Centro de Interpretación de las Pinturas es un antiguo colegio reestructurado, y se han preparado los espacios para que se vean con claridad, y a muy buen tamaño, las pinturas rupestres. El Aula se muestra con la ayuda de un guía que hace que la visita sea más provechosa. Ahora bien, antes de salir del municipio pasaréis por unas rocas que se encuentran al borde de la carretera. En esas rocas veréis que el antiguo sedimento de una zona de marisma con ostras y conchas fue pisoteado por dinosaurios que dejaron más de un tipo de huellas.

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YACIMIENTO DE MURERO ZARAGOZA: Ayuntamiento - Murero 976 80 09 68 Eras Geológicas: 500 m.a. Registro fósil: Animales marinos, trilobites Clasificación: Interés:

Paraje natural enclavado en las rocas más antiguas con restos fósiles; zona de interés paisajístico localizada en el Parque del río Jiloca. La zona reúne algunos centros de interés como la Laguna de Gallocanta y el Monasterio de Piedra. Murero aún no cuenta con un Aula de interpretación, de modo que la visita a los yacimientos es para los muy enamorados de los fósiles. Los

yacimientos están bien documentados gráficamente, con paneles de explicación sobre la geología y paleontología. Una vez en Murero, los yacimientos se localizan a 1,7 km desde la Plaza del Ayuntamiento (Plaza de Aragón) dirección Calatayud-Zaragoza N-237. Veréis a pié de carretera a vuestra derecha un panel y unas escaleras de madera. Las sendas señaladas forman parte de un circuito por los montes municipales donde afloran las rocas de las formaciones palezoicas. El paseo necesita de buen calzado. El otro yacimiento se localiza mas adelante a 1 o 2 km; a vuestra izquierda, encontraréis otro panel en la cuneta. En este punto sólo están los paneles, no hay sendas a recorrer.

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El yacimiento de Murero, en Zaragoza, está enclavado en los aledaños del río Jiloca y ha sido declarado bien de interés cultural. Actualmente sólo podemos ver una pequeña parte de lo que será, en el futuro, el Parque Cultural del Jiloca Medio, pero en las cercanías de Murero ya se han situado mesas de interpretación que señalan aquellos monumentos y espacios naturales que conformarán el Parque, como por ejemplo el que se encuentra en la curiosa Ermita de San Mamés.

Esponja, Braquiópodo y Equinodermo. España es el lugar de Europa que tiene la mejor exposición de rocas y la secuencia más completa que muestra la mayor revolución que ha tenido la vida en nuestro Planeta.

La figura de "bien de interés cultural", tratándose de Murero, es para un paleontólogo algo emotivo, pues este yacimiento es una especie de "Meca" o de yacimiento "de culto" ya que en él nos encontramos ante los primeros fósiles de animales pluricelulares y con los ambientes en que vivieron. Tal vez parte de la belleza de esta zona radique en que guarda el misterio de la vida de nuestros más remotos parientes animales. Para que os hagáis una idea de la trascendencia de este lugar, os diré que nos remite al momento de la historia de la vida en que aparecen por vez primera las esponjas, los corales, los braquiópodos, los bivalvos, los gusanos anélidos y otros gusanos, los precursores de animales con vértebras, los equinodermos, etc. Saber que España es el lugar de Europa que tiene la mejor exposición de rocas y la secuencia más completa que muestran la mayor revolución que ha tenido la vida en nuestro Planeta impone cierto respeto. De hecho, la nomenclatura que se utiliza para denominar los estratos corresponde con los lugares donde afloran estos niveles cuya antigüedad es de unos 543 millones de años: "cordubense" (de Córdoba), "ovetiense" (de Oviedo),"murerense" (de Murero), por supuesto, etc. Los afloramientos de Murero se han integrado en el paisaje de la zona, pues se han declarado bienes de interés cultural varias parcelas de dominio público, y uno puede caminar a lo largo del monte entre fósiles. Estos terrenos públicos se localizan a las afueras de Murero, a 1,7 km desde la plaza del pueblo en

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dirección a Zaragoza. Unas mesas de madera situadas en la margen derecha de la carretera y unas escalinatas también de madera nos anuncian que estamos en uno de esos lugares. La protección actual, y la importante colaboración de los ciudadanos del municipio, conocedores de su patrimonio, está acabando con la rapiña, pues estos yacimientos han sido durante mucho tiempo expoliados sistemáticamente por la codicia de muchos mal llamados aficionados a la paleontología, tanto nacionales como extranjeros.

Dibujos de los trilobites más abundantes del Cámbrico de Murero

La historia del yacimiento de Murero comienza hace más de un siglo, en 1826, cuando se dan a conocer los primeros restos fósiles, que consisten en unos trilobites que luego fueron llamados Conocephalites y Paradoxites. Los trilobites son los fósiles más abundantes de este yacimiento. Se han estudiado ya 58 tipos diferentes, algunos de ellos totalmente nuevos (Véase Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza). Por esta razón, en la primera mesa de interpretación que veréis en la cuneta aparecen los dibujos de los cuerpos de estos animales. Los trilobites tienen un cuerpo muy característico, que hace referencia al caparazón trilobulado, un lóbulo axial y PARADOXIDES PARADOXIDES (ACADOPARADOXIDES) (ECCAPARADOXIDES) dos laterales o pleurales, y probablemente ya los hayáis visto en alguna ocasión, pues se trata de uno de los fósiles CONDYLOPYGE PERONOPSIS que con más frecuencia podemos apreciar en las tiendas de naturaleza. No obstante, este yacimiento es especialmente rico en especies, lo que me obliga a hacer alguna consideración sobre su origen y sus modos de vida.

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Trilobites, los "todo terreno" de los mares paleozoicos. Los trilobites tienen un esqueleto mineralizado externo, que mudaban varias veces durante su crecimiento. Debido a ello se cuenta, en el registro fósil, con un gran número de ejemplares de todas las edades biológicas, desde larvas hasta adultos. La gran variación de los esqueletos externos de los trilobites a lo largo de los 300 millones de años que duró su linaje –pues dejaron de existir en el Pérmico –, ha hecho que este grupo esté particularmente bien estudiado. Por ejemplo, se conoce incluso la existencia de diferencias sexuales en algunas especies. En la figura podemos seguir muchos de los cambios que se produjeron durante su evolución, muchos de los cuales se produjeron muy pronto en el origen del grupo, durante el carbonífero. A pesar de ser un grupo extinto, se conoce bien la relación entre la morfología externa de sus cuerpos y sus modos de vida. Por ejemplo, los trilobites que redujeron sus ojos habitaron en zonas profundas (incluso enterrados), a las cuales no llega la luz. Pero otros evolucionaron de modo divergente y desarrollaron ojos hipertrofiados, algunos ciclópeos (con un solo ojo gigante). Estos últimos trilobites eran capaces de detectar incluso las luces de baja intensidad de las aguas marinas turbias o profundas. Quizá lo que mejor recordemos de los trilobites es que se enrollan como las cochinillas, rasgo que sucedió a partir del Devónico. Este mecanismo de defensa entraña una serie de modificaciones en sus cuerpos que han de estar coordinadas para resultar eficaces. Obviamente, las partes que se modificaron fueron la zona cefálica y el pigidio (los últimos segmentos del tronco), pues el tronco está muy segmentado, siendo así más flexible. Muchas de estas variaciones corporales son simplemente cambios en el número de segmentos del tórax, o bien estiramientos de sus partes. Pero no todos los trilobites crecieron; algunos se miniaturizaron y llegaron a medir escasamente unos centímetros. Buenas colecciones de trilobites se encuentran en: Dinópolis (Teruel), Colección de Adrián Martínez (Soria)

Aproximadamente a un kilómetro del lugar en que nos detuvimos, siguiendo por la misma carretera –pero en la cuneta de enfrente–, hay otra mesa de interpretación. Si os detenéis aquí, podréis ver una reconstrucción del ambiente del lugar que existió hace 520 millones de años. Este punto resulta interesante porque se trata de una mesa de interpretación que se ha adecuado para estudiantes, y especialmente para los de geología. La información es algo especializada, pero no debemos abandonar el sitio sin observar un par de cosas. Por ejemplo, que justo enfrente tendréis la prueba que fundamenta mi afirmación previa de que España era el lugar de Europa con la mejor serie acumulada de estos niveles.

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Las rocas están pintadas con números y letras para ir recogiendo en detalle la secuencia y los cambios en las asociaciones de fósiles. En el panel podemos ver una columna con números del 1 al 7 en su margen izquierdo. Estos números corresponden a los de las rocas. En cada intervalo de tiempo se señala un tipo diferente de trilobite, que está dibujado en la reconstrucción de los fondos marinos que podéis apreciar en el panel. Así, el número 3, Protolenus, fue la forma más característica del intervalo de tiempo entre la roca numerada con el 2 y la que tiene el 4. Esta asociación entre la secuencias de las rocas y su contenido fósil forma parte del estudio de la Bioestratigrafía, una rama muy valiosa de la Paleontología.

Composición que muestra, a la izquierda, aspecto del yacimiento de Murero. A la derecha, interpretación sobre el ecosistema de Murero hace unos 500 millones de años, un mar somero donde habitaron los primeros animales.

El otro punto sobre el que quiero llamar la atención se refiere a los organismos que componen el fondo marino en la reconstrucción. Retened por un momento que existen formas que están fijas en el sustrato, otras que están enterradas en el fondo y otras que se encuentran sobre su superficie. Esto que es tan común en la actualidad supuso una verdadera revolución en la vida. Para saber en qué consistió esa revolución os remito al capítulo de introducción de esta guía (ver CD adjunto). Espero que, una vez leído, comprendáis por qué los paleontólogos creemos que este yacimiento es La Meca de la historia de la vida.

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MUSEO PAEONTOLÓGICO DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA ZARAGOZA: Facultad de Geología. Campus de la Universidad, Plaza de San Francisco - Zaragoza 639 56 01 84 Eras Geológicas: 520 a actualidad Registro fósil: Todos Clasificación: Interés:

El Museo Paleontológico se encuentra dentro del recinto de la Universidad, en la Facultad de Geología, y dentro del Departamento de Paleontología. El Museo se encuentra en el interior de la Facultad, y tiene horario de 10.30 a 13.30 y de 16.30 a 21 de lunes a viernes, y los sábados sólo de mañana. Las visitas pueden ser guiadas previo aviso y duran unos 50

minutos. Este es el único museo de ciencias naturales que existe en Zaragoza para colegios e institutos, tiene, además, una fuerte implantación popular, pues ha reunido a unas 300 personas en torno a su Sociedad de Amigos. Gracias a estos fondos se edita una revista sobre Naturaleza en Aragón (ver www.museo-paleo.unizar.es)

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El Museo Paleontológico se encuentra dentro del recinto de la Universidad de Zaragoza, y aunque no está señalizado, este se ubica en el edificio de la Facultad de Geología. El Museo nace en los años ochenta a raíz de los estudios de la Licenciatura en Ciencias. Desde su comienzo se potenció la relevancia de los fósiles como bien didáctico y patrimonial, así que el museo depende de la Universidad y del Gobierno de la Comunidad Autónoma. Su labor didáctica se extiende a muchos niveles, pues recibe unos 20.000 visitantes al año, que son en especial escolares. El Museo es el depositario de los fósiles propiedad del Gobierno de Aragón, los gestiona, cataloga, y registra el material que se extrae por especialistas en las campañas de excavación, acoge el material que incauta la Guardia Civil, las donaciones particulares, y los intercambios realizados con otras instituciones. Tiene catalogadas unas 15.000 piezas, siendo los fósiles de invertebrados los más abundantes. El Museo alberga un espacio dedicado a mantener la tipoteca, pues muchos de los ejemplares de su catálogo son nuevas especies descubiertas por vez primera en los yacimientos de Aragón. Sin duda, es esta una de las Comunidades más ricas en fósiles de España. Esta particularidad ha determinado que el gobierno de Aragón sea sensible al sentido patrimonial de los fósiles. De hecho, en muchos museos de la Comunidad de Aragón, encontraréis párrafos dedicados a la legislación, advirtiendo que no se pueden colectar fósiles sin permiso, y que estos son patrimonio de la comunidad. Más que un gran espacio expositivo, encontraréis una buena colección de ejemplares, que se han ordenado con objetivo académico docente. Los fósiles son utilizados como apoyo a la historia de los organismos en la Tierra. Para que este objetivo se cumpla habréis de hacer una visita guiada. Así podréis recorrer los grandes eventos biológicos como la "explosión de animales " en el Cámbrico, la extinción de los dinosaurios, la aparición de los homínidos en el cuaternario. Entre los fósiles expuestos existen excelentes ejemplares.

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Los fósiles de las vitrinas centrales son las joyas del patrimonio paleontológico de Aragón. Entre los más impresionantes están dos cráneos completos, uno corresponde al de un gran pez Paleozoico Vitrinas del museo. (Devónico), y el otro al de un cocodrilo marino del En la parte superior, Mesozoico (Jurásico). cráneo de un pez del Devónico.

En la parte superiorde la foto, en recuadro, cráneo de un cocodrilo marino descubierto en el Mesozoico de Ricla (Zaragoza). Estos animales se alimentaban de peces y eran buenos nadadores. Entre los cocodrilos vivos el falso gavial es el que guarda ciertas semejanzas con el cocodrilo de Ricla.

Los cocodrilos marinos fueron reptiles que hubieron transformado su anatomía hacia una locomoción apta para nadar. El cráneo y el cuerpo del animal que veis tiene un diseño hidrodinámico, su grado de penetración en el agua debió de ser considerable pues tenía el cuerpo desnudo como el de un delfín, y las extremidades estaban modificadas en aletas, mientras que la cola se asemejaba a la de un tiburón. Además a todos estos rasgos hay que añadirle la visera ósea que se proyecta por encima de sus órbitas. Esta visera ósea iría acompañada de un anillo óseo construido por una serie de piezas dispuestas como el diafragma de una cámara fotográfica. Este anillo estaría incrustado en su enorme globo ocular reforzándolo, y permitiendo un mejor enfoque visual, mediante el ajuste de los anillos.

Los mejores yacimientos de Aragón El eje que verifica este espacio expositivo son los yacimientos. El yacimiento de Murero en Zaragoza nos muestra los biotas de los mares de hace unos 550 millones de años (ver Yacimiento de Murero). En la vitrina que se le dedica podéis ver trilobites y animales con esqueleto duro, mineralizado, junto con fósiles procedentes de animales de cuerpo blando semejante a gusanos.

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Combinar en un mismo yacimiento los dos tipos diferentes de hallazgos no es frecuente, y sólo se produce cuando las condiciones de fosilización son únicas. Durante el Mesozoico los yacimientos localizados en la Península Ibérica han dado fama mundial a esta Comunidad. Los del Jurásico Medio, por ejemplo, son ricos en ammonites, y en esta comunidad se han descubierto que algunas especies endémicas, es decir, que sólo habitaron en esos mares someros que circundaban el este de Iberia. Hacia la mitad del Mesozoico, en el Cretácico Inferior, los fósiles más importantes de Aragón son plantas. Se conocen grandes troncos de árboles de la zonas de las cuencas mineras de la provincia de Teruel (ver Museo de Mas de las Matas, en el Maestrazgo). Otros yacimientos como el de Arén en Huesca, ha puesto al descubierto uno de los momentos clave de la historia de los dinosaurios justo unos dos millones de años antes de su extinción. Los estudios que se están realizando en Arén vienen a decir que la diversidad de las faunas de dinosaurios se mantuvo hasta el final del Cretácico, de modo que estos se extinguieron súbitamente. Los yacimientos del Teerciario de Aragón, son de gran riqueza. Han permitido reconstruir la secuencia, y la sucesión de las faunas de los macro (grandes) y micro (pequeños) mamíferos que vivieron en la Península entre unos 20 y 1,8 millones de años.

Los yacimientos más ricos de Aragón corresponden a los del Terciario. Para que podáis tener una idea de su importancia, se puede decir que la riqueza de estos yacimientos ha permitido reconstruir la secuencia, y la sucesión de las faunas de los macro (grandes) y micro (pequeños) mamíferos que vivieron en la Península entre unos 20 y 1,8 millones de años. El yacimiento de Rubielos de Mora (Teruel) muestra restos de plantas y de anfibios que habitaron próximos a un lago de hace 20 millones de años. Otros yacimientos se comenzaron a estudiar en 1700, como Concud, y aún hoy siguen proporcionando datos importantes de su fauna. Los yacimientos del Terciario son tan importantes en Aragón que se han utilizado sus nombre para identificar intervalos de tiempo en geología. Para reconstruir la historia y sucesión de las faunas en el Planeta, hay que caracterizar el registro geológico mediante el contenido fósil. Cuando se tiene muy buena información, porque hay gran abundancia de fósiles, como ocurre

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en Aragón, podríamos hacer el paralelismo entre el registro geológico y ver una película fotograma a fotograma, donde estuviesen los personajes en acción.

Hipparion

En Aragón se han descrito cuatro pisos: Rambliense, Aragoniense, Turoliense y Alfambriense. La sucesión completa del Aragoniense tiene 200 metros de espesor y abarca un intervalo de tiempo entre 17 y 11 millones de años. Para que un piso se describa y se acepte su denominación, ha de estar caracterizado por un excelente contenido en fósiles que representan faunas de un periodo distinto a los ya reconocidos. El Aragoniense es un piso cuyos límites (inferior y superior) han sido acotados por la primera aparición en el registro fósil español de dos équidos: Anchiterium y Hipparion, que son inmigrantes de procedencia norteamericana. Con el estudio de los yacimientos de Calatayud-Daroca en Aragón, y gracias a los avances técnicos introducidos en España por los paleontólogos holandeses, entre los que destaca la figura de Remmert Daams, los restos fósiles de los pequeños cricétidos (roedores) pasaron a caracterizar los límites de este piso.

Los Cricétidos son hamsters. Actualmente se conocen 25 especies de estos roedores de tipo ratón. Estos se han adaptado a condiciones áridas y frías. Son verdaderos especialistas en almacenar la comida en los abazones, unos pliegues cutáneos que rellenan cuando forrajean hierbas. Otra de las características Hamster peculiares de los hamsters es que hibernan en sus madrigueras.

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OTROS MUSEOS DE ARAGÓN MUSEO MUNICIPAL DE JOSA TERUEL: Ayuntamiento de Josa 978 810 278 Eras Geológicas: 100 m.a. Registro fósil: Invertebrados marinos y dinosaurios

Próximo a la localidad de Montalbán, hacia el norte, se encuentra el desvío al Municipio de Josa. El Municipio se enclava en un marco geológico de gran riqueza fosilífera. Uno de los yacimientos próximos a la localidad ha proporcionado invertebrados marinos del Mesozoico, el otro es rico en restos de animales continentales mesozoicos (dinosaurios). MUSEO PALEONTOLÓGICO DE ALBARRACÍN TERUEL: Plaza Mayor, 1 - Albarracín 978 710 251 - 978 700 400 Eras Geológicas: Entre 120 y 10 m. a. Registro fósil: Invertebrados marinos y mamíferos

Albarracín está declarada Monumento Nacional desde 1961. Es una ciudad singular por su arquitectura y paisaje. La oferta en museos es amplia: Museo diocesano, de juguetes antiguos, de forja y el paleontológico. El entorno paisajístico ha llevadoa declarar la zona como Parque Cultural. Este valle excavado en arenas rojas tiene además ricos restos arqueológicos. El museo abre sábados y domingos de 11 a 14 y de 17 a 20 horas durante los meses de julio a septiembre. En días festivos el horario se prolonga. El museo aloja una colección privada con un gran número de fósiles de diferentes procedencias. Los que proceden de yacimientos de Teruel corresponden a organismos marinos del Paleozoico y Jurásico así como mamíferos terciarios. En las proximidades a Albarracín, se halla el paraje protegido de los Pinares de Rodeo. En esta zona se descubrieron abrigos con arte rupestre levantino.

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AGRADECIMIENTOS: No puedo mencionar una a una a las personas que me han dedicado su tiempo para poder llevar a término la realización de esta guía, porque han sido muchas. Directores y directoras de museos, de aulas de interpretación o de los parques culturales de toda España, a todas mi agradecimiento. A mis compañeros de profesión, que gentilmente me han procurado información sobre sus estudios, sin ellos esta guía jamás hubiese prosperado. A Nieves López que puso su entusiasmo y afecto revisándola y a Isabel Rábano que confió desde el primer momento en el proyecto. A los que han viajado conmigo en las visitas a museos alentándome siempre; mis amigos de Cádiz, Madrid, Barcelona (a mi madre Ángela, Alicia, Fernando, Nuria, Roberto, Rocío, Rosa). Existe además una serie de personas que han estado detrás abasteciéndome de información como Juan Bartina que desde Barcelona contribuyó con sus recortes de noticias de prensa a tenerme al día. Especialmente quiero agradecer a Maria Antonia Fregenal su ayuda, pues no sólo ha sido quien me ha iniciado en la geología, sino que ha colaborado en la redacción de las partes dedicadas al contexto geológico de cada Comunidad. Maria Luisa de la Garza revisó mis expresiones gramaticales. Finalmente, también quiero agradecer a los compañeros de la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid por su ayuda, y como no, a mis estudiantes que tuvieron que compartirme con mi obligada dedicación a esta serie. La elaboración de este proyecto contribuyó a mi formación para desarrollar las bases del proyecto subvencionado BTE-2001-0185.

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