Rumores, cotilleos y protesta en las ciudades bajomedievales: La Barcelona de los últimos días del reinado de Juan I

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Descripción

RUMORES, COTILLEOS Y PROTESTA EN LAS CIUDADES BAJOMEDIEVALES: LA BARCELONA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL REINADO DE JUAN I ALBERTO RECHE ONTILLERA UAB-IEM

PROPUESTA DE COMUNICACIÓN

La protesta y la violencia en las ciudades bajomedievales se manifiesta en muchas y diversas formas. Las hay exuberantes y queridamente visibles, como las luchas físicas, las revueltas o la reivindicación política; las hay también que se presentan entre bambalinas, en los márgenes de lo que podemos vislumbrar como historiadores. El uso del rumor y su circulación es un ejemplo de este segundo tipo de manifestación de la protesta ciudadana. Sin autores, sin control, el rumor se convierte en la efervescente vida política de las ciudades bajomedievales en una pieza más del juego, de la dialéctica que se establece entre las diversas facciones y camarillas de la vida pública, del gobierno urbano y de la relación con la Corte. El rumor forma parte de la literatura invisible de la ciudad, sujeto siempre a un continuo estado de transformación. No es ni necesariamente falso, ni necesariamente verdadero, sino que tiene vida propia y conforma la expresión visible de un sentir colectivo en un momento determinado, una cristalización efímera de lo posible. A diferencia del chisme, que es la forma social de la indiscreción, en el rumor la motivación personal queda diluida en el “se”, el agente del habla colectiva, que difumina las responsabilidades y entronca a partes iguales con el prejuicio y la actualidad. Fijarse en el rumor, por tanto, puede permitirnos pulsar elementos de la confrontación y la protesta en las ciudades bajomedievales desde otra óptica. Ayudarnos a notar la respiración de los grupos humanos que, con sus acciones, moldeen o no la vida pública de la ciudad, participan en ella en la medida de sus posibilidades. El rumor, en tanto que impersonal, se mueve en el ámbito de “lo que la gente cree posible” y, por ello, es a la vez una arma política de primer nivel y el recurso privilegiado para la disidencia. Por ello, considero adecuado centrar nuestra aproximación al papel del rumor en las ciudades bajomedievales en un período que conjuga ambas facetas y se nos presenta como ciertamente turbulento. El escenario elegido no es otro que el de los días finales del reinado de Juan I de Aragón y el ambiente enrarecido que reinaba en la ciudad de Barcelona en las semanas previas a la muerte del monarca. Por ella, como en otras de las principales ciudades de la Corona, corrían infinidad de rumores que apuntaban a conspiraciones, complots y tramas ocultas y señalaban a determinados ciudadanos insignes como los causantes de la inestabilidad del reino y de las conspiraciones ocultas que se intuían en el horizonte. No olvidemos lo turbulento del momento: en aquellos días la tensión entre los colaboradores más cercanos de Juan I y las élites dirigentes de las principales ciudades de la Corona alcanzaba sus cotas más altas. En la raíz del conflicto se encontraba un cambio en las reglas que regían el juego entre estas élites urbanas y el rey que, a través de su círculo de colaboradores, había

desplegado una política bien diferente a la que había desarrollado su padre durante más de cuarenta años. El choque entre estos dos trenes culminaría – ha quedado para la Historia – en el gran proceso judicial al que se sometió a los hombres de confianza del difunto rey, acusados de malversación, daño a la cosa pública, aprovechamiento personal e, incluso, conspiración para el asesinato del rey. Pero eso es el final. Por el camino, nos interesa centrarnos en los rumores que corrían por las calles de la ciudad y que, incluso, se consignaban por escrito en las cartas que los consejeros de Barcelona y los jurados de Valencia hacían redactar en aquellos días. La ciudad hervía, literalmente, en una olla de rumores. Pero ¿a qué se deben estos rumores? ¿Cómo circulan? ¿Cómo se relacionan con la política del monarca y su círculo de colaboradores, que chocaba en multitud de puntos con la agenda política de buena parte de las élites ciudadanas tradicionales de Barcelona? ¿A qué ciudadanos se acusa y de qué? ¿Cómo se defienden del rumor, si es que lo hacen? No deja de ser sintomático que algunas de las reflexiones literarias de más peso de aquellos años surgieran, precisamente, de la pluma de colaboradores cercanos de Juan I, que han de defenderse de las acusaciones, en forma de rumor, que planean sobre ellos. Es lo que harán, entre otros, Bernat Metge en Lo Somni y el vizconde de Roda, Ramon de Perellós, en su Viatge al Purgatori. La escritura en primera persona contrapuesta al peso del rumor, impersonal por naturaleza. Como vemos, reflexionar sobre todos estos temas nos acercará a entender mejor la naturaleza del conflicto que, en los años finales del siglo XIV, se había gestado entre la buena sociedad barcelonesa y la Corona. Y, al tiempo, nos permite encarar el estudio del rumor como un elemento más en la vida cotidiana de las ciudades bajomedievales, con todas las reservas propias de un campo de estudio tal. Estar atentos al rastro documental dejado por estas habladurías supone un complemento necesario a la hora de valorar las distintas opciones políticas y las diferentes camarillas presentes en la ciudad, así como el grado de politización de los habitantes de las ciudades medievales y el uso de la maledicencia y la desinformación como unas herramientas más del juego de lo político.

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