\"Revolución Argentina y el Proceso de Reorganización Nacional: Análisis comparado de las relaciones exteriores con la URSS\"

August 17, 2017 | Autor: Abas Tanus Mafud | Categoría: Political Science, Politica Exterior
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Descripción

“Revolución Argentina y el Proceso de Reorganización Nacional: Análisis comparado de las relaciones exteriores con la URSS” Por Abás Tanus Mafud1 [email protected]

Los últimos dos regímenes militares que existieron en Argentina (Revolución Argentina y Proceso de Reorganización Nacional), se caracterizaron por una férrea ideología anticomunista que tuvo su máxima expresión en la represión mediante la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional. Sin embargo, diferentes motivos económicos-comerciales y en otros casos el “interés nacional” definido en torno a la recuperación de las Islas Malvinas, llevaron a un pragmatismo en la política exterior hacia la República Socialistas Soviéticas, que se cristalizó en la condición de socios comerciales durante el gobierno de Videla. El presente trabajo, tiene como objetivo comparar las políticas exteriores de los regímenes militares hacia la URSS, valiéndose de conceptos como: marco interno, interés nacional y percepciones del escenario internacional. De esta manera, se pretende contribuir al análisis de la historia entre ambos Estados y poner a prueba la siguiente hipótesis: “las relaciones bilaterales entre la Argentina y la URSS estuvieron marcadas por un juego entre la ideología anticomunista y los intereses comerciales”.

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Licenciado en Ciencias Políticas (UNSJ-Universidad Nacional de San Juan)- Candidato a Magister en Economía y Política Internacionales (UDESA-Universidad de San Andrés).

Introducción: La historia argentina esta atravesada por la existencia de diferentes Golpes de Estado; entre ellos, dos que se destacan por su duración en el tiempo y por sus políticas (liberales, nacionalistas, anticomunistas, entre otras), son los denominados “Revolución Argentina” y el “Proceso de Reorganización Nacional”. Ambos se encuadraron en una lógica internacional marcada por el conflicto Este-Oeste, por el avance del comunismo en la región y por el desarrollo de técnicas represivas. En este marco, pese al destacado anticomunismo y a la intención de plegamiento político a Estados Unidos, los gobiernos militares experimentaron relaciones con la URSS, disimiles, con momentos de baja intensidad (gobierno de Ongania-conflictivas), luego de máximos puntos (con Videla). Estas condiciones eran producto de la injerencia de diferentes aspectos: intereses económicos-comerciales (caída de las ventas a Europa); adquisición de maquinarias por bajo costo; sanciones de Estados Unidos al gobierno de Videla (actos de terrorismo); Guerra de las Islas Malvinas, entre otras. Es decir, más allá de la ideología imperante, la URSS fue parte importante de la agenda exterior nacional. Por ende, el presente trabajo, tiene dos objetivos: describir los vínculos entre ambos países en cada periodo” y “comparar las políticas exteriores de los regímenes militares (Revolución Argentina y Proceso de Reorganización Nacional), hacia la URSS”. Para ello, se utilizaran elementos que definen a una política exterior, como son el contexto internacional; el marco interno, los intereses y las percepciones. Con todos estos, se pretende comprobar la hipótesis “las relaciones bilaterales entre la Argentina y la URSS estuvieron marcadas por un juego entre la ideología anticomunista y los intereses comerciales”. Asimismo, la organización del mismo, esta confeccionada a partir de un esquema de cinco apartados: “Marco Teórico”; “Revolución Argentina”; “Proceso de Reorganización Nacional”; “Análisis comparados de ambos regímenes” y “Conclusiones Generales”. Por último, con esta investigación se pretende generar aportes para la comprensión de la política exterior de los regímenes militares hacia los soviéticos, que se tiño de contradicciones (anticomunismo-socio comercial de la URSS). Junto con la posibilidad de brindar antecedentes para observar si luego con la llegada de los gobiernos democráticos existieron fenómenos similares. Marco Teórico: “La política exterior puede, por lo tanto, ser ya definida como el conjunto de acciones de un Estado en sus relaciones con otras entidades que también actúan en la escena internacional con objeto, en principio de promover el interés nacional” (Reynolds; 1977, p.46). De esta definición se desprende la existencia de diferentes elementos a considerar: marco

internacional o contexto; acciones e interés nacional, a los cuales se le agrega la injerencia domestica. En primera instancia, cabe aclarar que esta política “puede ser entendida como una política publica mas del régimen” (Lassagna; 2008; p.47). Por ende, los cambios que se produzcan en la esfera domestica del Estado van a afectar la aplicación de las mismas, es decir, esta al servicio de las necesidades del sistema social. Como consecuencia, se relaciona directamente con el concepto de interés nacional o “interés general de la población el que el Estado debe procurar y no así a los particulares de un grupo; que su correcta percepción contribuye a una mejor conducción de la política exterior” (UDLPA, González). En Argentina, se puede destacar como ejemplo claro de esto, la recuperación de las Islas Malvinas. Sin embargo, en un nivel micro los intereses pueden fluctuar debido a cuestiones comerciales. Como resultado de lo mencionado anteriormente, se desprenden dos puntos; el primero de ellos refiere al marco interno que alude a factores y condiciones que operan en el interior del Estado, teniendo injerencia en la formación, ejecución y control de la política exterior. Luego, en segundo lugar, el marco internacional, definido alrededor de tres dimensiones: “estructura jerárquica del sistema internacional y las condicionales que este impone de acuerdo al lugar que ocupen los estados dentro de aquella estratificación; el patrón de relaciones entre los principales actores estatal del sistema; la situación económica mundial” (Mendoza y Lara; 2006). Por otra parte, como tercer punto, frente a los fenómenos que se producen en el escenario internacional o regional; el gobierno posee diferentes percepciones acerca de los acontecimientos; entendiéndolas a estas como “los estímulos de la realidad operativa que son interpretados por los actores, como resultado de la integración de estímulos con las imágenes, ideas y conocimientos que se percibe” (Herrero; 2012; p.196). Asimismo, la ideología de las clases políticas hará que estas visiones sobre el mundo, definan la política exterior; por ejemplo: el anticomunismo de los militares en el gobierno de Onganía, alejo al país de los beneficios del período de detente en la Guerra Fría. Para concluir, en este esquema donde interactúan factores domésticos y externos, se entiende que a la hora del diseño de la política exterior, los intereses de las clases dirigentes o las elites políticas, inciden directamente; como consecuencia, se puede observar momentos en donde existen contradicciones entre las necesidades y las ideologías, por ejemplo, como se destaca el caso del anticomunismo y el comercio con los países socialista. Por ende, el interés de clase o la consecuente política pública, se envuelve en diferentes ocasiones en un pragmatismo marcado, como se observará en las gestiones del “Proceso de Reorganización Nacional”.

Revolución Argentina: En el plano externo, el desenlace pacifico de la crisis de los misiles dio lugar al primer periodo de distención de las relaciones URSS-Estados Unidos-dentro del marco de la Guerra Fría- las gestiones de Kruschev y de Kennedy llegaron a grandes avances en los vínculos entre ambas naciones (por ejemplo, el acuerdo para la prohibición parcial de pruebas nucleares en la atmosfera), por otro lado, existía en el Mundo una tendencia a disminuir los conflictos entre bloques y la idea de la necesidad de una apertura al dialogo. Pese a los diversos obstáculos (asesinato de Kennedy, Vietnam, oposición de la nomenklatura soviética y del establishment estadounidense a la detente), que atentaron contra la coexistencia pacifica entre la URSS y Estados Unidos, el proceso iniciado por ambas potencias, avanzó sobre todo con la llegada al poder de Breznev y de Johnson; estos últimos, comenzaron las negociaciones que desembocaron el SALT I y a su vez, firmaron el “Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (1968)”. En conclusión, el Mundo atravesaba una etapa en donde el dialogo y la coexistencia pacifica entre bloques era una realidad. Sin embargo, en el plano interno argentino, la situación era totalmente diferente, el gobierno democrático de Arturo Illia, llegaba a su fin, por un nuevo golpe de Estado (1966). La “Revolución Argentina”; movimiento militar, encabezado por los principales lideres del Sector Azul de las Fuerzas Armadas que contó con el apoyo de liberales, nacionalistas y católicos; pretendiendo conformar un nuevo modelo de Estado. Una vez en el poder, los militares, presentaron el documento “Estatuto de la Revolución Argentina”, éste daba por finalizada la división de poderes tal como existía en la Constitución (a partir de ahora el Ejecutivo concentraba las funciones del Legislativo) y por otra parte, arrogaba al Presidente una serie de funciones que antes no poseía, como la designación de los gobernadores provinciales y la intervención en asuntos judiciales. El encargado de poner en marcha el “proceso revolucionario”, seria el General Juan Carlos Ongania, quien en su primer discurso, presentó al pueblo, cuales serian los objetivos de su gobierno: modernización productiva para acabar con la inflación y los ciclos depresivos (tiempo económico); para luego poder avanzar en la eliminación de los conflictos sociales, mediante una distribución de la riqueza (tiempo social) y por ultimo cuando se hayan logrado los dos anteriores, pasar a un “tiempo político”, que daría paso a la participación de la población en los asuntos del Estado. “El perfil ideológico del gobierno era bifronte: antiliberal en lo político y liberal en lo económico” (Rapoport, 513, 2008); esto se evidenciaba en la conformación de un gabinete con personalidades de sectores vinculados a los negocios, a su vez, del catolicismo (vinculados al Opus Dei) y de los nacionalistas de extrema derecha (como Marcelo Sánchez

Sorondo). Para el nuevo gobierno, todos estos sectores debían colaborar en el proceso de modernización del país. La política económica de la Revolución Argentina, atravesó dos fases, una que fue breve (encabezada por Salimei en la función de Ministro), caracterizada por una visión gradualista del desarrollo y por una perspectiva mas nacionalista de la producción; y otra fase, prolongada o de mayor duración, que comenzó con la designación de Krieger Vasena en la Cartera de Economía, en Enero de 1967; este periodo, tuvo una orientación liberal (ajuste fiscal y visión monetarista de la inflación), que apostaba a la apertura a las grandes multinacionales y el acercamiento a los organismos financieros internacionales (Fondo Monetario Internacional). Para poder cumplir con los lineamientos económicos propuestos, el gobierno, debió acentuar el autoritarismo, para ello, promulgó leyes de corte represivo, que ampliaron las funciones del Consejo Nacional de Seguridad y de la Secretaria de Inteligencia del Estado; procedió a la intervención de los medios de comunicación, restringió la libertad de prensa y reprimió todo movimiento social que atentara contra el proceso de racionalización económica. En cuanto a la política exterior, la dictadura de Ongania, planteo la necesidad de tener vínculos directos con los Estados Unidos; para las Fuerzas Armadas esto implicaba plegarse a la teoría de “las fronteras ideológicas”, la cual consistía en la separación del Mundo en dos, y que a la hora de enfrentamiento entre ambas partes, no había barrera geográfica que impidiera el accionar de alguno de los dos bandos; y a su vez, comenzar la puesta en practica, de algunas de las líneas de la Doctrina de Seguridad Nacional 2(sobre todo, la hipótesis de la existencia de una guerra interna). Esta visión, de las Fuerzas Armadas sobre como debía ser su alineamiento con los Estados Unidos, careció de una lectura correcta de los acontecimientos que se estaban llevando a cabo en el Mundo, debido a que en esta época, se estaba en presencia de la coexistencia pacifica entre los dos grandes bloques y se habían dado grandes avances en las relaciones Este-Oeste. Por otra parte, la intención de plegarse a los Estados Unidos, sufrió de otra contradicción y es que Argentina si bien avanzó en el plano comercial, se diferenció seriamente del país del Norte, en algunos puntos estratégicos, como la negativa a la firma del Tlatelolco y del Tratado de No Proliferación Nuclear; lo que llevo a que Washington trabara en envió de armas al gobierno de Ongania.

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La Doctrina de Seguridad Nacional no sólo vino a ser un determinante de la política internacional y económica, sino que también definió el rol de las Fuerzas Armadas en la organización nacional: “el respeto a la Constitución se subordinaría ahora a la defensa del modelo de vida occidental y cristiano” y esta misión quedaría a cargo de los militares, los únicos interpretes del destino nacional, defensores de los verdaderos valores de la sociedad.

Sumado a lo desarrollado en el párrafo anterior, desde Cancillería nacional, si bien se adhirió a la Alianza para el Progreso; la cual vinculaba la seguridad al desarrollo económico; “nunca se aceptó el esquema de integración supranacional- promovido por los países andinos-basados en los postulados cepalinos y avalados por los Estados Unidos” (Laguado, 253, 2006) ; ya que esta idea de integración proponía una división de trabajo a nivel americano, y dejaría a la Argentina, el rol solo de productor de materias primas; atentando contra todo plan industrialista. Esta visión que tenia el gobierno acerca de los bloques, fue otro eje en el cual, el “supuesto alineamiento”, hubo diferencias, habiendo procesos de distención, pero, en otras palabras se puede afirmar que la Revolución Argentina nunca asumió una visión heterodoxa del asunto. Es en este marco, donde, desde Cancillería, se busco dar un giro a la política exterior acercándose a los países europeos, con el fin de disminuir la dependencia con el vecino del Norte; así comienzan las misiones comerciales, militares (compra de camiones brindados a Francia) y estratégicas (por ejemplo, se le adjudico a una empresa alemana la obra de Atucha). La política exterior de los primeros años de la Revolución Argentina, lejos estuvo de establecer vínculos directos con la URSS, desde la llegada al poder, Ongania, manifestó su visión anticomunista (“fronteras ideológicas”) y la idea de “reprimir todo avance soviético en la región3”, por ejemplo, “el presidente nunca concedió audiencia al Embajador Iouri Y. Volski y en pocas oportunidades los diplomáticos soviéticos consiguieron entrevistarse con el Canciller Costa Méndez” (Escude; 2000). Es decir, su mandato (1966-1970), se caracterizo por ser uno de los puntos más bajos de las relaciones entre ambas naciones, temiendo las autoridades soviéticas una posible ruptura de relaciones; de esta manera, se dejaron de lado, los avances logrados por las gestiones de Perón, Frondizi e Illia. A su vez, se entró en un panorama marcado por tres conflictos diplomáticos: 1. La pesca de los barcos soviéticos en aguas argentinas generó rispideces diplomáticas. El resultado de esto, motivo la sanción de la ley 17.094 (1967 ampliaba las millas marítimas) y brindó la oportunidad para los sectores nacionalistas de emprender una campaña anti soviets. 2. Se destacaron continuos intentos de violar la correspondencia diplomática soviética, se expulso a enviados de la URSS a la Argentina. Por ejemplo: “a fines de Marzo de 1970 MANO incluyo entre sus victimas al ingeniero Iouri Pivovarov, subjefe de la representación comercial de la URSS, quien fue herido en un frustrado intento de secuestro” (Escude; 2000). 3

En la Conferencia de la OEA, Febrero de 1967, Argentina propuso la creación de un Comité Consultivo de Defensa, el cual tendría funciones militares y podría intervenir en cuestiones de seguridad interna de los Estados. De esta manera, se podría evitar, que un país miembro de la organización, avance tendencialmente hacia el Comunismo. Esta medida, fue rechazada y no contó con el apoyo de los Estados Unidos.

3. La invasión soviética a Checoslovaquia (Primavera de Praga-1968), se transportó a suelo argentino a partir del ataque de manifestantes a la Embajada de la URSS en Argentina. A su vez, con relación a la intervención, el Canciller Costa Méndez, presentó su postura anticomunista, rechazando toda injerencia en asuntos internos de otros Estados (también cuestionó los casos en que Estados Unidos actúo de la misma manera). El efecto de los tres enfrentamientos mencionados anteriormente, desembocaron en una disminución del comercio bilateral. “Así la década de 1970 se inicio en un clima de tensión y hostilidad argentino soviético pocas veces igualado” (Vacs, pág. 118). Pero, las relaciones entre ambos estados cambiarían con la llegada de la década del 70, la situación política y socio-económica argentina, seria un factor determinante. A tres años, de la gestión de Ongania, las condiciones de vida no habían mejorado, no se produjo el salto del tiempo económico al social, y esto produjo el rechazo de la sociedad 4a las políticas del onganato; por otra parte, el escenario político comenzó a radicalizarse con la aparición de diversos movimientos armados (Montoneros y ERP). Estos hechos, llevaron a que desde la cúpula militar, destituyeran a Ongania y asumiera el cargo el General Roberto Levington. El nuevo presidente, duro poco en su mandato, aproximadamente nueve meses, tiempo suficiente para darle un nuevo tinte a la política económica, respondiendo a la presión de los sectores nacionalistas que habían apoyado el golpe (con Ongania la batalla entre liberales y nacionalistas, fue ganada por los primeros); para ello aplico un conjunto de medidas que tendieron a favorecer a los capitales nacionales, evitando la penetración de las trasnacionales en algunos de los sectores de la economía. En lo que se refiere las relaciones con el Estado soviético, prosiguió con la propuesta que había comenzado a esbozarse en los últimos años de la gestión de Ongania, la cual consistía en él envió de una delegación, que estaría encabezada por Hernán Ayerza; con el objetivo de avanzar en el comercio entre las partes, debido a que Argentina estaba sufriendo del proteccionismo impuesto por la Comunidad Económica Europea, y comenzaba a tener dificultades en su balanza de pagos. Asimismo, el avance de las relaciones entre la URSS y Brasil, provocaron que el nuevo gobierno, decidiera abiertamente restablecer los vínculos con los soviéticos, debido al temor de que estos últimos jugaran un papel determinante para Brasilia, en el tema de la “Cuenca del Plata”. Bajo este panorama, Levington decidió enviar la delegación Argentina a Moscú (1970); en esta visita, se progresó en la posibilidad de adquisición por parte de nuestro estado de maquinarias y diversos productos químicos, a cambio de la venta, de cereales, lanas y 4

El rechazo de la sociedad a las políticas del Onganato, queda de manifiesto en los diversos movimientos sociales que se irían sucediendo durante su gestión, entre ellos, podemos citar “El Cordobazo”, protestas en Corrientes, Tucumán y Santa Fe.

cueros. Ayerza, “por otra parte, pudo comprobar la posibilidad de complementar las economías de ambos países” (Rapoport, 528,2008); esta misión, se constituirían en un punto de inflexión en las relaciones argentinos-soviéticas y marcara el futuro de las mismas. Entre el 5 y el 15 de Octubre, el gobierno militar, enviaría otra comitiva oficial, esta vez, dedicada al estudio de la cooperación científica; la misión encabezada por Mariano Castex (Presidente del Comité Nacional de Estudios Geo-Helio-físicos); visitó varios institutos científicos y universidades, con el objetivo de recoger información para avanzar en la elaboración de un plan de cooperación científico- técnico. En conclusión, el gobierno de Levington, realizó otra interpretación de las relaciones con la URSS y abandonó el patrón de las fronteras ideológicas, aceptando la nueva coyuntura internacional; además, este cambio o viraje en la política exterior, esta determinado por la situación socio-económica interna y por la nueva política de los socios comerciales europeos que eran parte de la Comunidad Económica Europea. Pese a los cambios realizados por el nuevo presidente, no contó con el apoyo de los trabajadores, ni de ciertos sectores económicos (sobre todo los vinculados al sector trasnacional); a su vez, debió enfrentar la acción de la guerrilla 5 y un nuevo alzamiento popular en Córdoba (“El Viborazo”). Todos estos elementos, determinaron la suerte del gobierno de Levington, quien renuncio el 22 de Marzo de 1971, dejando el poder, al Jefe del Ejército, General Alejandro Lanusse. El nuevo mandatario tuvo la misión de buscar un salida digna a la “Revolución Argentina”, para ello decidió restablecer la actividad de los partidos políticos y anuncio la celebración de elecciones en un corto plazo y sin proscripción alguna. Mientras el nuevo gobierno, trabajaba en la salida del poder, las manifestaciones de los sectores medios y de los obreros se multiplicaron y las acciones guerrilleras crecieron. Frente a este escenario, desde cierto grupo de las FFAA, se veía que la vuelta de Perón a la Argentina, podía constituirse en la alternativa para salvar al país de la conmoción social. En el campo exterior, Lanusse, terminó de eliminar las fronteras ideológicas y avanzó hacia un acercamiento al bloque socialista y al Tercer Mundo, “aplicando una doctrina basada en la pluralidad ideológica y dirigida a establecer relaciones normales y mutuamente ventajosas con todos los países, dejando de lado la consideración de sus inclinaciones políticas o ideológicas” (Vacs, pág. 119); esta nueva interpretación de la política exterior 5

El movimiento guerrillero había surgido durante el gobierno de Onganía, dentro de los principales grupos se puede destacar a Montoneros, ERP y FAR. Entre los primeros golpes se encuentran los asesinatos de Oberdan Salustro (gerente de FIAT) y del General Aramburu; luego siguieron secuestros a dirigentes, funcionarios y militares. La aparición de estos movimientos, junto con el accionar represivo de las FFAA, tendió a radicalizar el escenario político, volviéndolo un campo de batalla. En este momento, es cuando, desde los altos mandos militares, comienza la practica de la Doctrina Contra Insurgencia, eje elemental de la Doctrina de Seguridad Nacional

fue bien recibida por las autoridades soviéticas y por la de la mayoría de los países socialistas ( por ejemplo, se restablecieron las relaciones diplomáticas con China en 1972 y con Cuba en 1973). Las misiones de Ayerza y Castex prepararon el terreno para la firma de un “Convenio Comercial” con la URSS, este se concretaría en 1971, el convenio otorgaba a ambas partes el trato de nación mas favorecida y seria valido por tres años y renovado de manera automática (excepto cuando existiera notificación previa en contrario por una de las partes). En el art.3, se disponía “que los barcos mercantes de cada una de las Partes Contratantes gozarán, en la jurisdicción de la otra, del tratamiento mas favorable que consienta sus respectivas legislaciones para barcos mercantes de cualquier tercer país, tanto en lo de refiere al régimen de puertos, como a todo tipo de operaciones que se verifiquen en los mismos, inclusive la retribución de los servicios portuarios” (Sistema Argentino de Información Jurídica, Letra del Tratado; 1972). Asimismo, se incorporaba una clausula que definía como objeto del intercambio satisfacer las necesidades internas del país comprador. Asimismo, la firma, se produce en coincidencia con la celebración de los 25 años de relaciones diplomáticas entre ambos países, y en esta conmemoración estaría presente el Canciller Soviético, Andrei Gromyko, lo que se considero un hecho inusual para las relaciones entre América del Sur y la URSS. Al terminar la Revolución Argentina, las relaciones comerciales entre la URSS y el estado argentino, oscilaban en un valor cercano a los 30 millones de rublos; y el acuerdo comercial firmado en 1971 y ratificado en 1972, seria la puerta para el inicio de un vínculo que crecería durante parte de la década del setenta y del ochenta. A su vez, la imagen hacia las Republicas Socialistas Soviéticas, con la que comenzó el gobierno militar en 1966, fue variando con el correr del tiempo, debido a circunstancias internas, como externas, junto al cambio en las cúpulas militares, que permitieron una flexibilidad en la política exterior y abandonaron la doctrinas que imposibilitaban los vínculos entre las partes. Proceso de Reorganización Nacional El 24 de Marzo de 1976, la Junta Militar toma el poder, poniendo fin al gobierno de Isabel Martínez de Perón; la justificación planteada por los golpistas, radicó en la necesidad de terminar con el desgobierno, la corrupción y el flagelo subversivo. Para poder cumplir con estos objetivos, al día siguiente de la asunción, presentaron el documento que sirvió de base para su gestión, denominado “Proceso de Reorganización Nacional”; en el mismo, se planteaba como misión fundamental “restituir los valores que sirven de fundamento a la conducción integral del Estado, enfatizando el sentido de moralidad, idoneidad y eficiencia imprescindibles para reconstruir el contenido y la imagen de la Nación, erradicar la subversión y promover el desarrollo económico de la vida nacional, basado en el equilibrio y participación” (Rapoport; 2008; p. 608-609).

Desglosando las misiones fundamentales que debía tener el Estado, se encuentran las bases de las diversas políticas llevadas a cabo por el nuevo gobierno; primero al hablar de la subversión, desde la cúpula militar se opto por tomar elementos de la Doctrina de Seguridad Nacional, y proceder a librar una batalla contra aquellos miembros que según la visión organicista, eran los causantes de la infección del cuerpo social; para ello los militares, verdaderos interpretes de los valores occidentales, podían optar por cualquier medio disponible para enfrentarse al comunismo. Con la designación de Jorge Rafael Videla como Presidente de la Nación, comienza un proceso represivo que abarco los aspectos sociales y políticos; suprimió los derechos huelgas, a su vez se producen secuestros forzosos de personas, desapariciones; caducidad de los mandatos de las autoridades provinciales y municipales; remoción de los miembros de la Corte Suprema de Justicia y la suspensión de las actividades gremiales y políticas. Como conclusión en el tiempo que dura su gestión, va a llevarse a cabo la fase más represiva del régimen, poniendo énfasis en la batalla contra lo subversivo y buscando eliminar todo obstáculo en el proceso de reordenamiento político y social. Junto con la asunción de Videla, llegaron a los Ministerios un sector importante de la tecnocracia, y entre ellos, destacándose la figura de Martínez de Hoz (Ministro de Economía). Personaje vinculado a los sectores liberales que tenían relaciones directas con las principales trasnacionales; presentó un plan económico 6, basado en una serie de ejes: liberalización económica, desregulación, avance del sector financiero sobre el productivo, atacar a la inflación con recetas ortodoxas; para el Ministro, que este programa tenga éxito dependía de la continuidad del régimen militar. El Proceso de Reorganización Nacional, también apunto a modificar las leyes, instrucciones, resoluciones, e incluso la Constitución Nacional; por ejemplo, mediante un “acta institucional” pusieron fin a los derechos políticos y gremiales, procedieron a la inhabilitación de ocupar cargos públicos, junto con la prisión para figuras políticas y sindicales. Es decir, en este gobierno, reino una fuerte arbitrariedad, la cual se transformo en una herramienta más de la lucha contra la subversión. En el plano de la política exterior, la continua violación de los Derechos Humanos, no compartió la simpatía del por entonces Presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter; el líder demócrata, procedió a darle un giro a la política exterior de su país y con ello una nueva interpretación del escenario internacional; acentuando la necesidad de defender los derechos humanos; por estos motivos, frente a los acontecimientos vividos en Argentina, denunció continuamente al gobierno militar en diversos foros multilaterales, siendo el principal la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas; por otra parte, recorto la 6

Este plan económico conto con el apoyo del embajador estadounidense, Robert Hill, quien envió continúas correspondencias al Departamento de Estado, considerando que la liberalización económica era propicia para los intereses norteamericanos.

ayuda militar y aplico un conjunto de sanciones económicas; a su vez, cuestiono el accionar argentino en Bolivia, apoyando a los golpistas (liderados por García Meza). En cuanto, a las relaciones con la URSS, si bien el nuevo gobierno manifiesto su tinte anticomunista rápidamente; es en este periodo, donde se va a producir una expansión sin precedentes en los vínculos entre ambas naciones. La necesidad argentina de poder salir de la situación de déficit que atravesaba la balanza de pagos y lograr de esa manera obtener divisas para afrontar el nuevo modelo financista; transformo a los países socialistas en un eje central, considerando sus mercados como destino de las exportaciones argentinas; el slogan que comenzó a sostener el gobierno militar consistía en que “no debía confundirse ideología con economía” (Russell, 261, 2010) es decir, posicionando en una primera instancia la importancia temas económicos. Ambos gobiernos, debieron obviar elementos de sus políticas internas, por un lado, “mientras el régimen reprimía duramente a diversos grupos de izquierda, el gobierno militar evito declarar la ilegalidad del Partido Comunista Argentino de tendencia prosoviética y se abstuvo de efectuar ataques verbales contra la URSS” (Vacs, 121). En relación al primer punto, en Tribuna Popular (diario del Partido Comunista) se observó la siguiente declaración “En cuanto a las formulaciones de Videla afirmamos enfáticamente que constituyen la base de un programa liberador que compartimos” (Partido Comunista Revolucionario; 2009); junto a ello en el campo partidario la llegada del nuevo gobierno fue recibida de forma alentadora, “El PC consideraba que no había triunfado el ala mas retrograda de las Fuerzas Armadas, al que se denominaba “pinochetista, sino un sector con el que se podía dialogar y cuyo objetivo era restaurar lo antes posible, la vida democrática” (Sigal; 2013). Por otra parte, desde Moscú, a su vez, se ignoraron las características derechistas del golpe y tomaron una postura expectante; diferenciado esta, de la que habían adoptado para los regímenes militares de Chile y Uruguay. Al poco tiempo de gobierno, los acuerdos firmados fueron ratificados, comenzó a actuar la Comisión mixta y se avanzo en nuevos acuerdos comerciales. En 1976, se renegocio el contrato de provisión de tres turbogeneradores soviéticos y la Comisión Mixta celebro reuniones en Buenos Aires y Rusia y al año siguiente se firmó un Convenio Financiero para la compra de maquinarias. Además, el intercambio comercial, entre 1978-1979 se incremento, llegando las exportaciones argentinas a representar un valor de 418 millones de dólares; a medida, que estos montos aumentaban, la URSS diversifico las importaciones nacionales, y Argentina, adquirió maquinarias para la explotación minera y petrolífera. En cuanto, al aspecto político de las relaciones, la URSS demostró interés en bloquear las censuras al régimen militar argentino en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU; transformándose en uno de los principales defensores de la Argentina frente al resto del

Mundo. Por otro lado, en el plano local, el rol del PCA, es clave para entender el mejoramiento de las relaciones bilaterales; ya que se transformo en un instrumento informativo y a su vez interprete de la situación argentina, brindándole a la URSS los argumentos para justificar los lazos con el régimen militar; quedando claro la existencia de un “sector de inteligencia dentro del PC que había logrado importantes niveles de penetración en las Fuerzas Armadas y en sectores del poder económico” (Siegal; 2013). Por otro lado, frente a la denuncia realizada por el gobierno de Jimmy Carter frente a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la cual versaba sobre los actos terroristas del régimen militar argentino; “la Unión Soviética votó tres veces en contra de incluir a la Argentina en la agenda de la Comisión como país a ser investigado y cuando finalmente la resolución fue aprobada en 1981, los tres gobiernos que votaron en contra fueron Rumania, la URSS y Argentina” (Rodríguez; 2009). A finales de la década del 70, condicionantes externos afectaran los vínculos entre las partes. Primero, el enfrentamiento Este-Oeste volvió a recrudecerse, dando origen a otra etapa de la Guerra Fría; la invasión soviética a Afganistán en 1979, recibió rápida respuesta por parte de los Estados Unidos, imponiéndole a la URSS un embargo cerealelo; segundo el desgaste interno del régimen militar y la decisión de recuperar las Islas Malvinas, que terminaron en un conflicto militar entre nuestro Estado y Reino Unido. Pese a las perspectivas occidentalita y pro norteamericana del Régimen militar, este tras un breve periodo de vacilaciones, se negó a sumarse al embargo, prometiendo “no sacar ventajas de la situación” (Russell, 260, 2010). La presión de la administración Carter, no logro revertir la decisión; y Argentina aprovecho la situación para inundar el mercado soviético de trigo y maíz (pese a que se manifestó que solo se cumpliría con los compromisos de venta ya asumidos); en compensación, Argentina no participo en los Juegos Olímpicos de Moscú. Junto a ello, se celebraron dos Convenios entre la URSS y nuestro país, el primero un “Convenio Sobre Transporte Marítimo” (1980) y el segundo firmado en 1981 “Convenio sobre doble imposición en materia de transporte internacional marítimo y aéreo”. Retomando el análisis del panorama nacional, los pocos logros del programa económico de Martínez de Hoz, junto con los desgastes social e internacional que estaba sufriendo la imagen de las autoridades del régimen; obligo a la Junta Militar a nombrar un nuevo Primer Mandatario, y en este contexto es cuando finalmente el 29 de Marzo de 1981, el General Roberto Eduardo Viola asume la Presidencia. Este tendría el objetivo de buscar el apoyo de ciertos sectores políticos, así “sacar al régimen militar del atolladero al que lo había conducido la política económica y una metodología represiva que ya era incurable” (Rapoport, 614, 2008).

La designación de Viola como remplazante de Videla fue recibida con agrado por la URSS; este Estado manifestó su convicción de seguir por el excelente camino que estaban viviendo las relaciones bilaterales; un ejemplo de lo descripto, es que pese a la negativa soviética a aceptar la posición Argentina respecto a la soberanía sobre la Antártida; no trajo aparejado ninguna disputa diplomática. Por otra parte, los representantes argentinos en la ONU, rechazaron la participación en la fuerza de paz de Sinaí, promovida por los Estados Unidos, y la URSS, a cambio, voto a favor de Argentina en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. La gestión de Viola, al mando del país, fue breve, debido a dos motivos, por un lado, el rechazo de cierta parte de la cúpula militar (encabezados por Fortunato Galtieri) a la apertura de la participación política y por otro lado, la enfermedad cardiaca que padecía; en este marco, el 11 de Diciembre de 1981 es remplazado por Fortunato Galtieri. En el mismo año que se produce su llegada al poder, en Estados Unidos, hay un recambio en la máxima autoridad, asumiendo la Presidencia, Ronald Reagan, con el llego una nueva interpretación del Escenario Internacional (totalmente diferente a la de Carter), para el líder republicano era necesario derrocar al “Imperio del Mal”, relegando para ello temas vinculados a derechos humanos; en otras palabras, se trataba de pasar de un modelo de contención “blando” a otro en el cual se buscaba avanzar en el plano militar y llevar los valores de la sociedad occidental a todas partes del Mundo (enfrentando a la URSS en todos aquellos lugares donde esta haya logrado imponer un gobierno). Este cambio, en la política exterior estadounidense, favorecía a los militares argentinos, porque no juzgaba las violaciones de los derechos humanos, y le daba un renovado valor geopolítico a las relaciones con nuestro Estado; es decir, brindaba la oportunidad al gobierno de Galtieri de alinearse; éste ultimo, no dudo en plegarse a los objetivos norteamericanos y produjo un breve periodo de deterioro 7de las relaciones con los soviéticos. El viraje llevado a cabo por el nuevo gobierno nacional, se hizo visible en las continuas denuncias de Cancillería sobre la actitud soviética respecto de la crisis polaca y el anuncio realizado por Costa Méndez, sobre que en caso de que el enfrentamiento entre Este-Oeste se trasladara al hemisferio occidental, la Argentina se alinearía con los Estados Unidos. Pero, este cambio de perspectiva, debió ser interrumpido por la decisión de la cúpula militar argentina de tomar las Islas Malvinas por la fuerza; esta política demostró la equivocada visión que tenia Galtieri de como jugarían los diferentes actores internacionales; debido a que Estados Unidos no jugo un papel neutral en este conflicto, sino que apoyo a su 7

Galtieri designó como Canciller a Nicanor Costa Méndez, quien había ocupado el cargo durante la gestión de Onganía, siendo el principal defensor de la doctrina de las fronteras ideológicas. Esta designación no fue bien recibida por los lideres soviéticos.

principal aliado a lo largo del siglo, Reino Unido; por otro lado, la idea de una comunidad europea desinteresada, fue una errónea percepción, ya que la misma se manifestó en contra del accionar argentino, y en poco tiempo, la mayoría del Mundo Occidental manifestó una hostilidad hacia Argentina. En este contexto desfavorable, el gobierno argentino se “vio forzado a buscar el apoyo” de los países socialistas y del Tercer Mundo, para ello presento al conflicto con Gran Bretaña como parte de un enfrentamiento anticolonialista. Los soviéticos recibieron con beneplácito el cambio de posición del gobierno argentino, pero solo manifestaron su apoyo de manera verbal, como lo demostró las continuas declaraciones de funcionarios soviéticos a favor de poner fin con el colonialismo, pero, no manifestaron ningún indicio de brindar armamento (el único material bélico soviético que llego a manos de militares argentinos, fue el enviado por Libia). El rol que asumió la URSS en esta escalada militar termino siendo beneficiosa para sus intereses; consiguió “obtener ganancias a nivel propagandístico y político” (Vacs, 126). Por otro lado, los vínculos comerciales y políticos con la Argentina aumentaron, transformándose en uno de los principales socios; y a la vez, los países del bloque socialista y del Tercer Mundo pudieron contar con un nuevo socio en América del Sur. La Guerra de Malvinas trajo aparejado un aumento del desgaste del gobierno militar, junto con el agotamiento del modelo económico y crisis social interna (que ya existía y seria profundizado con la perdida de la guerra). La derrota, no pareció, en una primera instancia afectar al Presidente de la Nación quien en vez de abandonar el cargo de inmediato, decidió convocar al pueblo a un acto en la Plaza de Mayo; pero el clima de reprobación y de hostilidad hacia al mandatario fue tan grande, que se vio obligado a dar su discurso por medio de cadena nacional; mientras, que aquellas personas que se hicieron presentes en la Plaza, fueron reprimidos. Pero, Malvinas, también significo una crisis dentro de la Junta Militar, esto queda en evidencia, cuando la Armada y la Fuerza Aérea deciden abandonar el poder político; y es en este contexto que desde el Ejército, designaron Bignone, para comenzar el proceso de la vuelta a la democracia. El nuevo gobierno tenia la misión comenzar el dialogo político, convocar a elecciones en un corto plazo y buscar una salida decorosa para los militares que formaron parte del Proceso. Con el fin de cumplir con uno de los objetivos convoco a elecciones nacionales, provinciales y municipales en Septiembre; a su vez, comenzó un trabajo de reconstrucción interna del sector militar (se había disgregado post Malvinas) y por ultimo, intento convencer a las principales fuerzas políticas, de que quien asumiera el poder, no juzgaría las acciones emprendidas por el gobierno militar.

El 30 de Octubre de 1983, Alfonsín gano las elecciones, el país retornaría a la democracia luego de un largo periodo de autoritarismo y comenzaría un nuevo ciclo de la vida política nacional. Para concluir, en relación a los vínculos con la URSS, el gobierno militar, se destaco por llevar ésta a un nivel sin precedentes, por aumentar los lazos políticos-comerciales, dejando de lado las diferencias ideológicas, y centrándose en los intereses existentes. Análisis comparado de ambos regímenes: Una de las principales diferencias que existió entre ambos regímenes, es el pragmatismo adoptado por el Proceso de Reorganización Nacional en cuanto a las relaciones con la URSS. Especialmente si se toma en consideración que cuando el General Ongania (Revolución Argentina) llegó al poder, manifestó su intención de dejar de lado todo vinculo con los soviéticos, sin tener en cuenta los avances diplomáticos (sobre todo en materia comercial), que se habían logrado con las gestiones anteriores. En cambio, Videla y Martínez de Hoz, consideraron vital retomar los acuerdos que fueron firmados durante los gobiernos de Lanusse y Perón, siendo estos el punto de partida para lo que fue el incremento de las relaciones que llegaron a un nivel excepcional, transformándose ambos estados en socios comerciales (por ejemplo: la aprobación del Convenio sobre Transporte Marítimo con la Unión Soviética firmado en Buenos Aires en Diciembre de 1980). Esta forma de actuar, también repercute en la visualización de los intereses nacionales, es decir, en el Proceso de Reorganización Nacional se evidencio la preponderancia de los motivos económicos sobre la ideología política. Mientras que en la gestión de la Revolución Argentina, las cuestiones políticas fueron primordiales, por esa razón, la aplicación de las fronteras ideológicas y la intención de avanzar en el alineamiento directo con Estados Unidos, actuaron como barreras con los soviéticos. En cuanto, a los vínculos con Washington, si bien desde un principio ambos gobiernos manifestaron su interés en plegarse a las políticas norteamericanas, sus accionares políticos demostraron ciertas controversias entre lo discursivo y los hechos, por ejemplo, durante los primeros años de la Revolución Argentina, se destacaron un conjunto de controversias entre ambas naciones, sobre todo en cuanto a la interpretación del escenario local y regional, estas diferencias motivaron a que desde el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, se diera un giro en la política exterior acercándose a los países europeos e intentando poner un freno a la dependencia con relación a Estados Unidos. El Proceso de Reorganización Nacional enfrento continuas denuncias por violaciones de los derechos humanos y como consecuencia las sanciones aplicadas por la administración del Presidente de Carter (situación que cambiaria con la victoria del Partido Republicano en Estados Unidos).

Los dos regímenes autoritarios pasaron por una diferente interpretación del escenario internacional y en base a ello su perspectiva sobre el comunismo y las relaciones con las Repúblicas Socialistas Soviéticas, no coincidieron. Desde un principio, el Onganato practicó una diferenciación entre el Este y el Oeste, en un momento en que los bloques convivían pacíficamente (fase de detente), la doctrina de fronteras ideológicas afecto los vínculos con los soviéticos (los cuales eran considerados los portadores de lo anti-patria y anti-cristiano). Esta visualización, cambio, recién con la llegada de Levington y de Lanusse, es en ese momento cuando el accionar argentino hacia Moscú, se asimilo a lo que estaba aconteciendo en el Mundo, debido a que ambos mandatarios, apuntaron a mejorar los vínculos con la URSS. A diferencia de los inicios de la Revolución Argentina, el Proceso de Reorganización Nacional interpretó que la existencia de un detente entre ambas potencias mundiales, le posibilitaba un cierto grado de autonomía a la hora de diseñar su agenda externa; en este contexto, avanzó con al celebración de convenios con los soviéticos y países socialistas. Si bien hacia 1979, el panorama mundial cambio, debido al recrudecimiento de las relaciones entre las dos grandes potencias y el retorno a un fase agresiva de “guerra fría”; Argentina evitó entrar en esta escalada y apostó por mantener buenas relaciones con ambos Estados, aunque con Moscú los vínculos fueron mejores; estos recién se vieron afectados con la asunción de Ronald Reagan en Estados Unidos (quien era interprete de una nueva visión de la contención al comunismo terminando con la humanización de la doctrina Carter) y de Fortunato Galtieri en Argentina, él cual decidió abandonar la postura de amistad hacia los soviéticos y optar por un plegamiento a Washington. En cuanto, a las bases domesticas para la política exterior, la más determinante fue el conjunto de percepciones manejadas sobre el comunismo. Ambos gobiernos coincidieron en la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional y como consecuencia de ella reprimir todo avance del mismo en el país, trabajando en una perspectiva organicista de la sociedad, la cual estaba enferma y era necesario curar. La aplicación de estos elementos, fue diferente en ambos periodos, por ejemplo, con en el mandato de Vidual, se libró una verdadera batalla interna contra el marxismo y todo movimiento de izquierda, pero, por otra parte no se declaro ilegal al Partido Comunista Argentino, y esta decisión, se vinculó con la relación existente con URSS, ya que este ultimo, era un factor de información para Moscú y permitía brindar herramientas comunicacionales a ambos regímenes para justificar el porqué de los acuerdos y la necesidad de que estos se incrementaran. La Revolución Argentina, en cambio, procedió a un análisis diferente del movimiento comunista nacional, primero, aplicó métodos represivos contra el mismo, al PCA lo proscribió y no pensó en los efectos que podía tener esto en los vínculos con la URSS, debido a que durante el incanato, no era importante, ocupaba un lugar secundario en la agenda externa nacional; y esta posición para los soviéticos, estaba vinculada también al grupo de poder que acompaño esta gestión (liberales y católicos de ultra derecha).

Las coincidencias aparecen en el plano económico, ambos regímenes debieron buscar una solución al déficit que sufría la balanza de pagos y sobre todo acceder a nuevos mercados para los productos primarios que estaban siendo afectados por el proteccionismo del mercado europeo. Este panorama, transformó a la URSS en un socio comercial con potencial que en un plazo de siete años paso de ser un simple mercado al de mayor relevancia, este hecho también se vio acompañado del embargo cerealelo que posibilitó inundar los mercados soviéticos con productos primarios argentinos. Uno de los factores positivos, que se desprende de los vínculos económicos que se entablaron fue el hecho de que Argentina logró siempre tener un superávit en la balanza comercial, y el monto en millones de dólares de las exportaciones argentinas era mucho mayor al de las importaciones. Pero también para entender el éxito en materia de cooperación comercial, hay que recalcar el buen funcionamiento de las misiones de estudios que tuvieron lugar en Moscú y en Buenos Aires respectivamente, sobre todo, la presidida por Hernán Ayerza y Castex, durante la gestión de Levington, que dio el punto de partida para el trabajo de la Comisión Mixta. En el plano político, los avances en las relaciones se dieron durante el “Proceso de Reorganización Nacional”, Argentinas se abstuvo de apoyar el embargo de cereales a la URSS, a cambio esta defendió las diversas acusaciones que sufría el régimen militar en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Otro signo del avance en el campo diplomático, fue continuo intercambio de misiones y la visita de funcionarios. La Revolución Argentina, por su parte, tuvo sus mayores avances en el campo político, sobre todo en los últimos años, donde para la celebración de los veinticinco años de relaciones argentinos-soviéticos, ese acto contó con la presencia de Gromyko, hecho muy poco habitual en los vínculos entre la URSS y América del Sur Para concluir, ambos regímenes estuvieron atravesados por factores internos y externos, sus políticas tienen similitudes y diferencias, lo que hay que destacar es que las relaciones con la URSS tuvieron sus altibajos, arrancaron siendo débiles (Ongania), vivieron ciclos de stop and go y terminaron convirtiéndose en determinantes para el Proceso de Reorganización Nacional. Pese a las percepciones culturales sobre el comunismo, los intereses económicosestratégicos junto con la conveniencia terminaron prevaleciendo en el diseño de las políticas exteriores de los regímenes militares.

Conclusiones: Como se destaco en el apartado referido al “Marco Teórico”, en la aplicación de la política exterior interfieren diferentes factores internos y externos, todos enmarcados dentro de un juego de percepciones e ideas acerca del otro y del escenario internacional. A partir de ello, los regímenes militares plegados a una ideología anticomunista y occidentalita ortodoxa, se enfrentaron con el dilema que les genero la necesidad de aumentar el comercio con los países socialistas para salvaguardar los efectos del proteccionismo europeo y de las sanciones que el gobierno del Presidente Carter aplicó a la Presidencia de Videla. Resultado de este fenómeno, es la adquisición del status de socio comercial por parte de la URSS durante el Proceso de Reorganización Nacional y luego su traslado al campo de lo político. Anteriormente, se describió que existieron diferencias notables entre ambos regímenes militares a la hora del diseño de la agenda externa vinculada con la URSS; la conflictiva postura de Onganía, defendida en percepciones erróneas del enfrentamiento Este-Oeste (recordemos que se vivía la etapa de detente); el acercamiento científico y comercial de los gobiernos de Levington y Lanusse; desembocó finalmente, en un vinculo societario establecido durante la gestión de facto de Videla. Sin embargo, cuando Galtieri llegó a la Presidencia, es cuando se observa la hipótesis que este trabajo presenta, porque si bien, el sector que lo acompañó al militar, era totalmente anticomunista (por ejemplo: Nicanor Costa Méndez), la decisión de embarcarse en una guerra con Reino Unido, obligó a conciliar la ideología con los intereses, tratándose especialmente de una situación en la cual gira el interés nacional de Argentina: la recuperación de las Islas Malvinas. Destacable hecho, se circunscribe en torno al pragmatismo postulado por las FFAA durante el periodo 1976/1981, donde se aprovecharon todas las oportunidades posibles para beneficiar los intereses comerciales y atenuando la política represiva hacia la cúpula del Partido Comunista, quien actuó como interlocutor directo entre ambos Estados (proveyendo información para la prensa oficialista soviética y haciendo trabajo de inteligencia). Asimismo, la negativa decisión emprendida por el General Galtieri, no pudo aprovechar los beneficios del pragmatismo de Videla; la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, prestaron apoyo verbal al gobierno nacional pero no entraron en una disputa que podría generar un incremento del recrudecimiento. Para concluir, a partir de la comparación de ambos procesos militares en relación con la URSS, se observa el patrón que configura la hipótesis de este trabajo, se desprende además la importancia del marco externo y de las fuentes domesticas. Especialmente, éstas últimas, que permiten demostrar de esta manera que la política exterior al ser parte del espectro de las decisiones públicas, no es producto de un actor racional sin motivaciones; los militares argentinos tuvieron que adecuarse al mundo y a las necesidades de ciertos sectores de la estructura económica que requería exportarle a la URSS.

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