Retablos-relicario en la Nueva España

August 28, 2017 | Autor: G. Sánchez Reyes | Categoría: Relics (Religion), Reliquary, Relics and Reliquaries, Retablos, Retablos Barrocos
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Descripción

RETABLOS RELICARIO EN LA NUEVA ESPAÑA1 Gabriela Sánchez Reyes Universidad Nacional Autónoma de México Todo un mundo de esperanzas, de deseos flotó en torno a esos frágiles relicarios, que nos emocionan hoy, como todas las cosas de las que el pensamiento humano se preocupó largamente. Emile Mâle.

Definiciones La creación de relicarios, ha acompañado las oraciones de los fieles a lo largo de los siglos. Su función es la preservación de las reliquias de los santos para ser ostentadas públicamente con el boato y el decoro debidos. El cuerpo santo se venera porque todos los seres humanos están considerados como templos de Dios donde habita el Espíritu Santo; por eso, las reliquias son tan apreciadas porque son un fragmento donde habitó Dios y son en síntesis, un punto de contacto con lo divino. La palabra reliquia proviene del latín reliquiae, es decir restos. Por extensión se entiende como reliquias los restos de los santos, concepto que comprende tanto cualquier parte del cuerpo como huesos, o algún objeto perteneciente al santo con el que mantuvo contacto físico. La elaboración de relicarios para resguardar y venerar las reliquias de los santos, está sujeta a la imaginación de los artistas de diferentes gremios como los plateros, los escultores y los pintores; quienes tuvieron el reto de encontrar soluciones formales adecuadas, determinadas en buena medida, por la forma y el tamaño de la reliquia del santo. A lo largo del tiempo, se fue instaurando una tipología de relicarios que se adaptó a los diferentes materiales y a los estilos artísticos. Ejemplo de esto, son algunos retablosrelicario estudiados en la zona centro de México. El tema central de este trabajo, es dar a conocer unos ejemplos del trabajo escultórico realizado en este tipo de retablo donde la presencia de los santos, a través de sus restos corporales, se preservó incluso, en la planeación de retablos incluso en el siglo XIX. Las clasificaciones establecidas para los relicarios están en función de la reliquia principal que contiene o de la forma de la misma. En escultura se crearon bustos, brazos e imágenes de cera de cuerpo entero para resguardar una o varias reliquias. De igual forma, se idearon retablos diseñados estructuralmente para la ostentación pública o privada de reliquias. El gremio de plateros se enfrentó al reto de la invención de variadas formas para relicarios, aunque entre ellos el tipo ostensorio fue el más frecuente.

1 Esta ponencia es el resultado parcial de mi tesis de maestría en Historia del Arte, titulada Relicarios novohispanos a través de una muestra de los siglos XVI al XVIII, que realizo en Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Agradezco a la Coordinación de Historia del Arte de la UNAM, el financiamiento otorgado para realizar el viaje a España y poder participar en este Congreso.

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En función del contenido existen las Estaurotecas 2, es decir, relicarios con reliquias de la Santa Cruz llamada en latín Lignum Crucis, que pueden estar acompañadas de diversas reliquias de santos como de ceras de Agnus Dei. De igual forma, existen las Lipsanotecas, que son un conjunto de diminutos fragmentos de reliquias de santos, que forman pequeñas composiciones en un soporte que puede estar pintado al óleo, adornadas con filigranas de papel o acompañados de finos bordados. Cualquiera que sea la forma o cantidad de reliquias resguardadas en los relicarios, éstas deben estar identificadas con una cédula (cedulae), es decir, un diminuto papel que señala el nombre del santo al que pertenece la reliquia. La exposición de reliquias debe estar avalada por un documento denominado auténtica, que las legitima por la Santa Sede y que señala la parte del cuerpo del santo que fue donada para su veneración. Traslado de reliquias al nuevo mundo La circulación de reliquias de los santos a la Nueva España, se inicia a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Situación en la que intervienen clérigos que las solicitaban, o las trasladaban de Europa al Nuevo Mundo. Son dos las vías detectadas para la obtención de reliquias en México, la primera son las solicitudes realizadas directamente al Pontífice, o a algunos clérigos residentes en alguna parte de Europa. La segunda, es la donación efectuada por personas distinguidas, ya sean civiles o clérigos a iglesias y conventos. En este caso, su obtención no queda muy clara aunque cabe suponer que ellos mismos hicieron sus peticiones al alto clero. Si bien las fuentes en general, no especifican su obtención, no puede descartarse el comercio ilícito de estas, tanto en Europa como en América. La procedencia de tales reliquias, en su mayoría debe fijarse en las catacumbas romanas, donde las tumbas de los mártires se convirtieron en los proveedores de reliquias al mundo cristiano. Se ha calculado que un 51.8% se destinó a Italia; 22.2% a Francia; 6.3% a España; 5% hacia América; 3.2 % para Alemania; 2.3% a las islas británicas; 2.2% a los Países Bajos; 2.2.% a los cantones suizos; 1.8% al imperio austriaco; 1.4% a Polonia, y el resto a Oceanía y África.3 Este traslado de reliquias originó la creación en el año de 1667, de la Congregación de Indulgencias y de Santas Reliquias por órdenes del Papa Clemente IX, que se encargó de reglamentar y autenticar las reliquias extraídas de las catacumbas. Retablos y reliquias El sentido de los retablos es destacar la tradición didáctica que la Iglesia siempre ha mantenido en torno a las imágenes, especialmente después del Concilio de Trento. En el retablo, se concentran las verdades fundamentales de la Iglesia, a través de las narraciones de los diferentes pasajes de Cristo, de la Virgen María y de las vidas ejemplares de los santos. Como bien señala Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua

2 Reliques d’Europe et d’Océanie. “la mort n’en saura rien”, Paris, Musée national des Arts d’Afrique et d’Océanie, 1999, pp. 208, 210. 3 Ibid, p. 91.

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castellana de 1611, el retablo “retrae y retrata las figuras de la historia”4; en este caso la historia sagrada. Dedicados a los santos, se destinaron estos espacios de veneración donde su imagen y sus restos corporales pudieran estar expuestos de manera pública para difundir y promover la devoción que merecen. Varios son los caminos que se pueden elegir para estudiar un retablo. Ya sea desde el punto de vista iconográfico, por su arquitectura, su función o su estilo. En el caso de los retablos con reliquias, dos son los aspectos que deben analizarse. Uno es la función, es decir, que se diseñó para la ostentación de las reliquias y el segundo, es la solución formal lograda por el artífice. La historiografía española, ha fijado como un primer tipo de retablorelicario aquél que tenga como característica el tener forma de “armario”, donde es preciso abrir unas puertas para tener acceso a las reliquias. Éstos están constituidos por un banco, varios cuerpos y encasamentos. El segundo tipo de retablo-relicario, está constituido por estantes, dentro de los cuales se colocan los distintos relicarios.5 En el caso de los retablos de México, he localizado dos tipos de retablorelicario, el primer grupo lo constituyen aquellos creados específicamente para la exposición de reliquias, es decir, una sección estructural del mismo, ha sido planeada para tal fin. Mientras que el segundo grupo, lo conforman aquellos que en alguna sección de su traza, se albergan pequeños medallones que contienen las distintas reliquias. Antes de abordar algunos ejemplos de los retablos-relicario diseñados por los artistas novohispanos, es necesario apuntar que antiguamente las mesas de los altares requerían de reliquias para su consagración, de ahí su importancia dentro de la liturgia.6 Las reliquias eran resguardadas en un ara, que era una caja cuadrada u oblonga, generalmente de mármol, de un grosor aproximadamente de dos centímetros y que al centro de la mesa del altar, permitía reposar la hostia y el cáliz.7 El uso de aras en la Nueva España fue común para improvisar altares necesarios en los largos viajes de predicación. En las visitas pastorales de los obispos, como el que realizó Alonso Mota y Escobar podían incluso, quedarse sin oficiar misa por falta de un ara, ya que en 1610 recorriendo lo que es ahora el estado de Veracruz, se quedó sin ara en el rancho de Tortugas, por estar muy crecido el río. 8 Las crónicas hacen especial mención sobre el material utilizado, que fue la piedra blanca jaspeada conocida como tecalli, extraída en la jurisdicción de Tepeaca, Puebla. Esta se caracteriza por su color blanquecino y su transparencia, aunque también podía ser de color verde. Con esta piedra se hacían además de aras, cruces, espejos, salvillas, cofres, mesas, tinteros y pilas de agua bendita. Esta piedra fue empleada para las columnas del retablo mayor de la Catedral de Puebla. En el convento de San Francisco de la ciudad

4 COVARRUBIAS OROZCO Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, Editorial Castalia, p. 863. 5 MARTÍN GONZÁLEZ Juan José, El retablo barroco en España, Madrid, pp. 16-18. Román Hernández Nieves, Retablística de la baja extremadura (siglos XVI-XVIII), pp. 379381. 6 En la actualidad ya no son obligatorias las reliquias para la consagración de los altares, ésta práctica fue modificada a raíz del Concilio Vaticano II. 7 Diccionario enciclopédico de la fe católica, México, Editorial Jus, 1953, p. 50. 8 MOTA Y ESCOBAR Alonso de la, Memoriales del obispo de Tlaxcala, México, SEP, 1987, p. 53.

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de México, ésta se usó para el púlpito y las pilas de agua bendita que se localizaban en las puertas del convento. Otro material utilizado para la elaboración de aras, fue la piedra llamada Chalchihuites, mineral de color verde que fue llamada esmeralda. El convento franciscano de Quecholac poseía una “ara de esmeralda bruta” que era sujetada con cuatro pernos.9 Fueron tan apreciadas por sus cualidades, tanto las aras como otros objetos manufacturados con estos materiales, que incluso se exportaron a Europa. Las aras para los altares eran importantes por contener en su interior reliquias de los santos. En el caso del altar de los Reyes de la Catedral de Puebla, se colocaron reliquias insignes como son un pedazo del velo de la Virgen María, un cabello de San Pedro, un fragmento de la púrpura de Cristo, un pedazo de la Santa Cruz del Buen Ladrón, y otras reliquias de mártires. Todas ellas tenían su bula que las autenticaba para su veneración.10 Es importante señalar que aún algunos retablos conservan sus aras consagradas. Los retablos-relicario en México están asociados en algunos casos, a capillas edificadas para la exposición de reliquias. Este tipo de capilla se puede encontrar en Catedrales y en iglesias conventuales. Dentro del programa de las catedrales de ciudades como México y Puebla, existe la planeación de una capilla para conservar las apreciadas reliquias enviadas desde Europa. En el caso de la Catedral de México, se cuenta con la Capilla del Santo Cristo y de las Reliquias, a un costado de la sacristía. 11 En el interior de esta capilla se conserva el altar mayor que contiene las reliquias, dos colaterales: uno dedicado a la Virgen de Guadalupe y el otro a la Virgen de la Virgen de la Confianza. Se sabe que el Cabildo Catedralicio contrató el retablo de las reliquias el 11 de junio de 1698, para resguardar la colección de relicarios que poseía en ese momento. Para esa tarea fue contratado el maestro ensamblador Manuel de Nava,12 en tanto que las pinturas en tabla son de Juan de Herrera. El retablo ha tenido algunas modificaciones como en el zoclo y la mesa del altar, realizados en 1965. Dichas piezas sustituyeron a otras de estilo neoclásico, y son obra de Miguel Soto Rodríguez. En esta intervención también fue colocada la imagen-relicario de San Teodoro.13

VETANCURT Agustín de, Teatro mexicano. Descripción breve de los sucesos ejemplares, históricos y religiosos del nuevo mundo de las Indias, México, Porrúa, 1971, libro I, capítulo II, p.54, 56, 59-60. 10 ALCALÁ Y MENDIOLA Miguel, Descripción en bosquejo de la imperial cesárea muy noble y muy leal ciudad de Puebla de los Ángeles, Puebla, (México), Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1992, p. 87. 11 El nombre de esta capilla hace alusión a dos devociones. Una es la escultura de un Cristo Crucificado, imagen que de acuerdo con la tradición, fue regalada por el emperador Carlos V. La segunda corresponde a la veneración de las santas reliquias de los santos. 12 CASTRO MORALES Efraín, “Manuel de Nava, un escultor y ensamblador mexicano de los siglos XVII y XVIII”, en Nuevo Museo Mexicano, México, vol. 1, núm. 1, 1985, pp. 31-69. 13 Catedral de México. Patrimonio artístico y cultural , México, SEDUE-Banamex, 1986, pp. 346-347. 9

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Figura 1: Retablo relicario. Catedral de México. Elisa Vargas Lugo, Archivo Fotográfico IIE-UNAM.

El retablo-relicario está formado por una predela, un solo cuerpo y un remate; en la calle central, hay un nicho cruciforme con la escultura del Santo Cristo. Las calles laterales están formadas por nichos que albergan escultura de la Virgen Dolorosa, San Juan Evangelista, San Pedro, Santa María Magdalena y Santa Verónica. Los soportes empleados son unas columnas cariátides. El diseño de este retablo fue pensado para las reliquias desde su contratación con el maestro Manuel de Nava. Así lo testimonia el documento notarial donde se establece que se habría de “fabricar un colateral relicario en todo los que ocupa el frente de dicha capilla del Santo Cristo, desde lo que pidiere el altar hasta cerrar en el medio punto que hace para las bóvedas.”14 El costo del retablo requirió una inversión de 2, 000 pesos; para ello se acordó emplear madera de cedro viejo para las partes interiores y ayacahuite para las exteriores. La entrega de la obra se realizaría en ocho meses para dejarla “fenecida y acabada con toda perfección del dorado, que no corre por nuestra cuenta, la he de dejar puesta en dicho altar, con todas las calidades y condiciones que van referidas”.15 La predela fue diseñada como la estructura para contener los relicarios. Compuesta por dos bancos, permite su división en veintidós secciones que van desde cajones con sus tapas, estructuras cruciformes, y una urna; todos diseñados exclusivamente para los relicarios. En el contrato se especificó la 14 15

CASTRO MORALES Efraín, Op.cit., p.34. Ibid., p. 35.

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creación de “diecinueve cajoncitos laboreados por la parte de adentro, cada uno con su puerta y chapa, para la seguridad de las reliquias que se han de colocar dentro y cada uno ha de ser con dos llaves, para que si la una se quebrare quede la otra”.16 Cajones que miden en promedio 61.5 x 56.5 x 52 cm. Algunas de las puertas aún se cierran con sus llaves.

Figura 2: Retablo relicario. Catedral de México. Detalle. Gabriela Sánchez Reyes.

Otra característica de éstas puertas, es que fueron encargadas específicamente para estar pintadas. El contrato especifica que “todas las porteñuelas de las reliquias por la parte de afuera han de ir pintadas en las historias y conforme lo que a cada perteneciere, y las vidrieras que se les han de poner a todas ellas las ha de dar el señor Deán”.17 Sobre esto, cabe citar que San Carlos Borromeo en sus Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiástico, recomienda que el armario donde se oculten las reliquias se reproduzca “religiosa y decorosamente una pintura de los santos cuyas reliquias, sobre todo las más insignes, se guardan ocultas en él.”18 La elaboración de las pinturas en tabla, se encomendó al pintor Juan de Herrera, de quien se conoce su obra a través de las pinturas de este retablo-relicario y otros cuatro lienzos pertenecientes a la catedral de Texcoco.19 De las doce tablas del retablo, únicamente once son de la autoría de Juan de Herrera, su firma se encuentra en la pintura correspondiente a Ibid., p. 34. Ibid., p. 35. 18 BORROMEO Carlos, Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiástico, México, UNAM-IIE, 1985, p. 38. 19 MAZA Francisco de la, “El pintor Juan de Herrera y un cuadro flamenco en la Catedral de México”, en Anales de Instituto de Investigaciones Estéticas, México, UNAM-IIE, Núm. 41, 1972, p. 131. 16 17

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San Primitivo. Francisco de la Maza observa que la tabla con la escena de “Juan Diego ante Zumárraga” es obra del siglo XVIII. Los rótulos de las pinturas, salvo dos de ellos, también son del siglo XVIII. Seis de estas tablas muestran una numeración, que no fue respetada en la colocación del retablo, desconozco desde cuándo mantienen este orden pero desde el año de 1887, año en que José María Marroquí describe esta capilla, conservan este orden.20 La predela que bien podría denominase predela-relicario, consta de dos niveles; el inferior, está conformado por seis pinturas y un espacio correspondiente a la urna de un Santo Entierro, obra posterior cuyo emplazamiento significó la eliminación de tres cajones, ya que en el contrato se solicitaron diecinueve.21 El segundo cuerpo de la predela, está compuesto por cuatro esculturas de ángeles, diferenciados entre sí por sus atributos pasionarios: de izquierda a derecha un plato con monedas, una lámpara, un ángel que no conservó atributo, y el último un plato con dados. Hay, además, cinco pinturas, dos estructuras cruciformes y un pequeño sagrario. Las pinturas de los santos muy probablemente se encargaron en función de los restos corporales de los santos que en ese momento poseía la Catedral. La capacidad de los cajones permitió albergar más de un relicario a través del tiempo. Los santos, en la mayoría de los casos, son mártires, por lo que se representó, el momento de su martirio. Los santos son San Felipe de Jesús, San Primitivo; San Gelasio Papa; San Anastasio; San Vito; Santa Hilaria y Santa Cándida; Santa Ursula y una compañera, San Epigmenio; San Pedro Mártir y San Theodo. En los que respecta a la calle central, en el contrato se estipula que “en medio ha de llevar de medio relieve el Santo Sepulcro con el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo en él y a un lado José de Abari Mathea, teniendo la Sábana Santa y el otro lado Nicodemo, con el vaso de la unción”;22 pieza escultórica que no se conserva. Sobre el elemento arquitectónico planeado para el Santo Cristo que denominan como “una caja principal” se habría de […] fabricar en la mesma forma y manera que está demostrado en el diseño o dibujo, haciendo en ella un arco capialzado de bastidores y en estos han de ir vidrios azogados que ha de dar el señor Deán, y en caso de no hallarse dichos vidrios se pondrá lo que conforme a arte de buena escultura fuere mejor y más vistoso. 23

Esta estructura está visiblemente alterada, esto se observa en los elementos decorativos empleados como las rocallas, además de carecer de un fondo que lo unifique con el resto del retablo, donde incluso se puede ver el paramento del muro. En el retablo hay un manejo del tema pasionario, porque se presentan a algunas figuras presentes el Calvario como San Juan y la Magdalena; además de la presencia de ángeles sus atributos pasionarios. El retablo es una doble alusión al martirio: el principal es el de Cristo, seguido de la muerte de los hombres que dieron la vida por la fe, y que en espera de la Resurrección, duermen y se muestran como testimonio de la grandeza de Dios. Las escenas numeradas son las correspondientes a San Gelasio con el número 9; San Anastasio con el 1; Santa Cándida y Santa Hilaria con el 2; Santa Ursula con el 4; San Abundio San Basso y San Palmasio con el 3, y San Epigmenio con el 2, por lo que existen dos pinturas con el mismo número 2. El resto de las tablas carece de número. Cfr. MARROQUÍ José María, La ciudad de México, México, Jesús Medina Editor, 1969, pp. 408414. 21 Catedral de México. Patrimonio artístico y cultura, Op.cit., p. 347. 22 Castro Morales Efraín, Op.cit.,p. 35 23 Ibidem. 20

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Algunos retablos fueron diseñados para la exposición de las reliquias que poseían algunas órdenes religiosas. Así, la orden de los carmelitas descalzos se caracterizó por la edificación de capillas situadas en el presbiterio de algunas de sus iglesias donde se colocaron retablos diseñados especialmente para sus reliquias. En el convento de San Ángel, en la ciudad de México, edificado hacia 1626 y obra del religioso fray Andrés de San Miguel, se conservan dos capillas-relicario que flanquean el ábside.24 Sobre estas dos capillas, el religioso carmelita fray Isidro de la Asunción, quien las conoció durante su estancia en la Nueva España entre los años 1673-1678; refiere que la iglesia era hermosa y que tenía “a los lados dos capillas que llaman sagrarios, porque sus altares están llenos de reliquias o, por otro nombre, relicarios; son pequeñas pero muy devotas.”25

Figura 3: Retablo-relicario. Iglesia del Carmen. San Ángel, DF. Gabriela Sánchez Reyes.

Sobre el arquitecto del conjunto, fray Andrés de San Miguel, apunta Eduardo Báez, que “introdujo otra innovación, al abrir en ambos lados del presbiterio dos camarines o relicarios, muy bien señalados en el plano del SAN MIGUEL Andrés de, Obras de fray Andrés de San Miguel, INAH-IIE, México, 1969, p. 35. 25 ASUNCIÓN Isidro de la, Itinerario a Indias (1673-1678), México, CONDUMEXOrden del Carmen en México, 1992, p. 76. 24

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manuscrito, con sus pequeñas cupulillas de media naranja”.26 En la actualidad, estas capillas conservan pintura mural policromada, los motivos son un par de ángeles turiferarios, y guías de flores sobre los arcos y ventanas. Estas dos capillas se caracterizan por tener un retablo-relicario cada una. En el retablo ubicado en el lado del Evangelio, el frontal de la mesa del altar es de azulejo en cuyo centro se dibujó a la Virgen del Carmen; conserva todavía las aras consagradas de la mesa. El retablo consta de una predela, un solo cuerpo y un remate. El primer cuerpo está formado por cinco calles: cada calle exterior está formada por dos nichos; mientas que las otras dos calles y la central están formadas por casetones y medallones. La calle central, la más ancha, está compuesta a manera de un marco encasetonado. El remate está formado por cinco nichos, casetones y un frontón roto. El retablo del lado del Epístola, también tiene su frontal de azulejo, pero en este caso se dibujó el escudo de la orden carmelita. Al igual que el anterior retablo, éste presenta casetones y medallones en toda su estructura. Este se diferencia porque el intradós fue recubierto con reliquias. El remate se caracteriza por el diseño cruciforme, donde muy probablemente se guardó un santo Lignum Crucis. Entre ambos retablos, hay características similares como la predela y el primer cuerpo que son estructuralmente semejantes, a diferencia de los remates diseñados para cada uno de ellos. La traza de ambos retablos está en relación con la función del retablo, es decir, la exposición de las reliquias conservadas por la orden carmelita. Para ello se valieron de serie de encuadramientos divididos en su interior para contener las diminutas reliquias de santos. El trabajo realizado en los casetones y los medallones, merece destacarse ya que el tratamiento que se les dio, fue el de una obra realizada por los pintores iluminadores de libros. Si bien no hay caligrafías, figuras mitológicas o de santos que pudieran relacionarlos, la policromía y la pincelada permite vincular este trabajo con el gremio de pintores. Todo el fondo del retablo así como de cada casetón está dorado, por lo que los colores empleados como el rojo y el azul, logra un mayor contraste. Dorado que acentúa su relación con el trabajo de los iluminadores. Otro recurso empleado es la talla de bajorrelieves en cada encuadramiento y casetón con roleos, rostros de ángeles, y follaje que de igual forma están pintados. En cuanto a las reliquias de este retablo, la mayor parte se perdieron, sin embargo en el retablo correspondiente al lado de la Evangelio, sólo hay trece pequeños fragmentos de reliquias mientras que en el otro hay Ceras de Agnus Dei además de algunas reliquias en algunos medallones. En el convento carmelita de Atlixco, en el estado de Puebla, también se construyeron unas capillas-relicario con sus respectivos retablos. El cronista de la orden, fray Agustín de la Madre de Dios, poco refiere sobre este convento, sólo narra el momento de la fundación así como las vidas de los venerables. El único comentario respecto a la fábrica material, refiere que éste fue el tercer convento en fundarse “aunque el primero en fábrica y hermosura”27.

26Ibid.,

p. 37. MADRE DE DIOS Agustín de la, Madre de Dios Agustín de la, Tesoro escondido en el Monte Carmelo Mexicano, México, UNAM-IIE, 1986, p. 148. 27

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De igual forma, fray Isidro de la Asunción apunta que “la iglesia es muy suntuosa y excede a lo que se estila entre Descalzos Carmelitas; en el cuerpo de la iglesia, tiene cuatro medias naranjas, con muchas labores y relieves, todos bancos, pero tanto como si se acabaran de hacer”.28 Como se ha dicho, la arquitectura carmelita se caracterizó por planear sus iglesias con una o dos capilla-relicario en el presbiterio, en Atlixco al igual que en el convento de San Angel, se construyeron dos capillas en un ábside semihexagonal. Si bien se aprecian los vanos de entrada a ambas capillas, sólo se puede tener acceso a la correspondiente al lado del Evangelio. Esta capilla consta de dos cámaras, una pequeña que permite acceso a la habitación en la que seguramente se encontraban los retablos-relicario. Lo peculiar de la ornamentación es que tanto los arcos como el intradós, se utilizaron como motivo principal unos casetones que también están presentes en el tambor de la cúpula.

Retablo-relicario. Capilla de San Félix, Atlixco, Puebla. Eduardo Limón.

De los retablos que existieron en esta capilla, sólo se conserva uno que fue trasladado a la capilla de San Félix en la misma ciudad de Atlixco. La solución formal de este retablo se basa en enmarcamientos basados en tornapuntas ovales, romboidales y cuadrangulares que cubren la superficie del la predela, el cuerpo, el remate y el intradós. En este retablo, el fondo de las tecas es rojo, recordando que resguarda restos de mártires. Aún se pueden ver en algunos enmarcamientos reliquias con sus vidrieras. 28

ASUNCIÓN Isidro de la, Op.cit., p. 58.

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En la iglesia del ex convento de la Enseñanza la Antigua en la ciudad de México, existe un retablo dedicado a la Inmaculada Concepción, cuya traza está pensada en función de las reliquias. En la predela, hay tres medallones mixtilíneos de fondo rojo con roleos dorados en cuyo interior se aprecian óvalos de diferentes tamaños, ahora vacíos, que contenían reliquias y ceras de Agnus Dei.

Retablo-relicario. Iglesia de la Enseñanza, Ciudad de México. Gabriela Sánchez Reyes.

En el primer cuerpo hay dos nichos acodados con puertas en cuyo interior, de fondo rojo, se encuentran los restos corporales de dos santos. Visto de frente, en la puerta derecha están las reliquias de Santa Cándida “cuyo cuerpo se puede ver quitando la pieza de madera que lo cubre, la cual tiene un óleo en su parte posterior que es una reproducción del cuerpo de la santa”.29 Del lado izquierdo están los restos de San Clemente, de igual forma están en la tapa está pintado el cuerpo del santo. El autor de las pinturas se deben al pintor José de Páez y están fechadas en 1776.30

MAYA TÉLLEZ Luz María, El convento de la Enseñanza Antigua, México, s/i, 1974, Ibid., p. 116. 30 No me fue posible constatar lo que la autora menciona respecto a las pinturas y en general a las reliquias del retablo. 29

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En el entablamento que separa el cuerpo y el remate hay dos medias tallas de San Rufo y Santa Rubinetra, que funciona como dos cubiertas, que al retirarse muestran los restos de dichos santos. En el remate hay tres esculturas correspondientes a Santa Eufemia, San Gualberto y Santa Reparata. En pequeños marcos se exponen dos ceras de Agnus Dei, de las cuales sólo se conserva una. Como se ve, este retablo muestra una variante de los retablos-relicarios diseñados en México, donde las soluciones de ensamblaje y en general la traza del mismo fue pensada con soluciones arquitectónicas y ornamentales que salen de los estantes y armarios que se pudieron haber utilizado. De acuerdo con la clasificación inicialmente propuesta, en torno al retablo-relicario, he observado que se pueden señalar algunas variantes, ya que mientras en ciertos retablos las reliquias forman parte estructural del retablo, como los analizados anteriormente; en otros la proporción del espacio retablístico dedicado a las reliquias es menor. Otra rasgo es que este tipo de retablo se ubica en la nave de la iglesia y no en capillas especiales. Estas superficies suelen ser pequeños medallones que forman parte de la ornamentación y el diseño del retablo, o espacios no estructurales como panales o cajones contenedores de reliquias. En la iglesia de Santa Prisca en Taxco, los dos retablos del transepto, muestran una estructura planeada para exhibir diversas reliquias. Los dos colaterales, dedicado a la Virgen de Guadalupe y a Nuestra Señora del Rosario respectivamente, fueron diseñados de la misma forma, por lo que en la calle central del primer cuerpo de ambos, hay un relicario mixtilíneo compuesto por pequeños paneles dentro de los cuales están las reliquias que son pequeños fragmentos de tela y huesos diversos. Esto hace pensar que don José de la Borda, destacado minero y patrono de la iglesia, pudo conseguir algunas reliquias de santos que quiso compartir con el pueblo de Taxco. En Tlacolula en el estado de Oaxaca, en la capilla de la iglesia dedicada al Santo Cristo, existen dos retablos anástilos en el transepto. En la predela de éstos, se dispuso de dos pares de medallones geométricos, uno para contener reliquias y el otro, de mayor tamaño con reliquias y ceras de Agnus Dei. El problema con este tipo de retablos es que han perdido las vidrieras que las protegían. Sobre las ceras de Agnus Dei, vale decir que es común encontrarlas en los retablos ya sea en un marco con reliquias o solas. Otro ejemplo de retablo con reliquias es el dedicado a San Juan Nepomuceno en la iglesia de Santa Clara en la ciudad de Querétaro. En este retablo compuesto por un solo cuerpo y un remate, se han empleado pilastras estípites, donde los cubos frontales se transformaron en relicarios. Para ello, se han utilizado unos medallones donde la decoración se ha basado en la división de espejos en forma de estrellas de ocho y diez picos, en cuyo centro se ha colocado la teca con las reliquias. La utilización de espejos destaca la presencia de las reliquias en la superficie del retablo, ya que logra un contraste de color con el dorado del mismo. Cada medallón-espejo equivale a una reliquia dentro del retablo. Estos se encuentran también sobre las cornisas del primer cuerpo, además de los cubos de los estípites. El siglo XIX cambió los retablos dorados por unos de estilo neoclásicos que por los siguientes ejemplos, cabe pensar que se diseñaron para conservar las reliquias que probablemente existían en los antiguos. En la iglesia de la compañía de Jesús en Guanajuato, existe un retablo de cantera rosa dedicado a San Antonio. Este tiene dos medallones ovalados coronando los nichos laterales, mientras que en el remate sólo se conserva uno cuadrado. Las

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reliquias están inscritas en unos tableros a manera de panales con diversas reliquias de santos. De igual forma, en la iglesia del ex convento de Santa Mónica de Puebla, los retablos fueron modificados. En el retablo dedicado a San José y a la Virgen de Guadalupe se proyectaron, flanqueando los altares, unas bandas verticales con medallones inscritos. Estas bandas también se colocaron en el ábside, pero ahora flanquean los nichos con las esculturas orantes de los fundadores del convento, el obispo de Puebla don Manuel Fernández de Santa Cruz31 del lado del Evangelio, y del escribano Jorge Zerón Zapata del lado de la Epístola.32 Cada medallón puede tener en la parte central una cera de Agnus Dei y a su alrededor, diminutas reliquias.

En el templo de la Profesa de la ciudad de México, existe un retablo dedicado a la Purísima Concepción donde, entre los intercolumnios, se abrieron ocho cajones que contienen diferentes relicarios. Es importante notar, cómo a pesar de los cambios ocurridos durante el siglo XIX, se respetaron los medallones pertenecientes a los antiguos retablos. Podría pensarse incluso, que en los retablos anteriores, existieron reliquias que se conservaron de esta forma para mantener viva la devoción a las reliquias de los santos.

Retablo de la Inmaculada Concepción. Iglesia de la Profesa, Ciudad de México. Alena Robin. 31 En el coro de lo que fuera este convento agustino, se conserva el corazón del obispo, quien así lo dispuso en su testamento. 32 Estos nichos como se ven actualmente, fueron edificados en 1841 por iniciativa de las religiosas. Cfr. ALCALÁ Y MENDIOLA Miguel de, Op.cit., p. 139. FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA Manuel, Historia de la fundación de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado, Ediciones Altiplano, Puebla, (México), 1963, p. 464.

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Del muestreo realizado, queda claro que el culto a los santos, a través de sus reliquias, motivó soluciones y creaciones que hablan de la calidad y creatividad de los escultores y arquitectos, que tuvieron que planear dos aspectos básicos, el estructural y el funcional como receptáculos de reliquias. En estos retablos, también habrá que re valorar el trabajo de los iluminadores que dieron lugar a verdaderos retablos pintados. Estos espacios arquitectónicos, crearon nuevas soluciones artísticas para la veneración pública de las reliquias, finalmente, estos retablos estuvieron en contacto directo con los fieles, es decir, pudieron encomendarse a ellos, e inclusive prenderles candelas para agradecerles los favores recibidos. El propósito del retablo–relicario, además de cumplir con su función de enseñanza de los dogmas y de la doctrina cristiana, hace que se transforme el retablo en un recinto sagrado, donde se mantiene viva la memoria de la vida ejemplar de los santos y los mártires. Son estos espacios, un fragmento de la promesa del Paraíso donde residen los justos; ante los santos se puede encontrar un cobijo espiritual y sólo resta rendirles veneración y rogar por su intercesión. BIBLIOGRAFÍA ALCALÁ Y MENDIOLA Miguel, Descripción en bosquejo de la imperial cesárea muy noble y muy leal ciudad de Puebla de los Ángeles, Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1992. ASUNCIÓN Isidro de la, Itinerario a Indias (1673-1678), México, CONDUMEX-Orden del Carmen en México, 1992 BORROMEO Carlos, Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiástico, México, UNAM-IIE, 1985. BOUZA ALVAREZ José Luis, Religiosidad contrarreformista y cultura simbólica del barroco, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1990. CASTRO MORALES Efraín, “Manuel de Nava, un escultor y ensamblador mexicano de los siglos XVII y XVIII” en Nuevo Museo Mexicano, México, vol. 1, núm. 1, 1985, pp. 31-69. Catedral de México. Patrimonio artístico y cultural, SEDUE, Banamex, 1986. COVARRUBIAS OROZCO Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, Editorial Castalia, 1995. HERNÁNDEZ NIEVES Román, Retablística de la baja extremadura (siglos XVI-XVIII), Mérida, Universidad Nacional de Educación a distanciaCentro Regional de Extremadura, 1997. MADRE DE DIOS Agustín de la, Tesoro escondido en el Monte Carmelo Mexicano, México, UNAM-IIE, 1986. MARROQUÍ José María, La ciudad de México, México, Jesús Medina Editor, 1969. MARTÍN GONZÁLEZ Juan José, El retablo barroco en España, Madrid, Editorial Alpuesto, S.A., 1993. MAZA Francisco de la, “El pintor Juan de Herrera y un cuadro flamenco en la Catedral de México”, en Anales de Instituto de Investigaciones Estéticas, México, UNAM-IIE, Núm. 41, 1972.

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