Resistencia, represión y conmemoración durante la Guerra de la Independencia: el caso de los cuatro miembros de la Junta Superior de la provincia de Burgos ejecutados por los franceses en Soria el 2 de abril de 1812.

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Descripción

Resistencia, represión y conmemoración durante la Guerra de la Independencia: el caso de los cuatro miembros de la Junta Superior de la provincia de Burgos ejecutados por los franceses en Soria el 2 de abril de 1812

La privilegiada posición geográfica de Burgos, que convertía la ciudad en el principal cruce de caminos de la meseta norte peninsular, atrajo la atención de Napoleón Bonaparte tanto antes, como durante y después de su intervención directa en España, que tuvo lugar en el otoño-invierno de 1808–1809. El control de la Cabeza de Castilla garantizaba el avance hacia Madrid y Lisboa, al tiempo que aseguraba una eventual retirada a Francia. Por este motivo, las tropas galas y sus principales mandos, primero actuando como aliados y después como invasores, procuraron —y lograron—, que en la ciudad del Arlanzón hubiese siempre una nutrida guarnición de soldados, de modo que la plaza permaneciese bajo su influencia y control. Poco después de la firma del tratado de Fontainebleau, Burgos fue una de las urbes que junto a Barcelona, Figueras, Pamplona y San Sebastián, vieron como lo que parecía un proyecto de conquista de Portugal se tornaba una abierta ocupación de España. Cuando estalló la Guerra de la Independencia y, sobre todo, tras las batallas de Gamonal y Espinosa de los Monteros, tanto la capital como numerosas zonas de la provincia burgalesa quedaron cubiertas de tropas francesas. Estos soldados se instalaron allí durante cinco largos años.

La ciudad de Burgos, en cuyas calles tuvo lugar una de las primeras revueltas populares contra los franceses el 18 de abril de 1808,1 fue conquistada por Napoleón el 10 de noviembre de aquel mismo

Más que una guerra: Astorga y el noroeste de España en el conflicto peninsular (1808–1814)

Teniendo en cuenta todas estas circunstancias, las probabilidades de que en aquellas tierras castellanas surgiese un movimiento de resistencia frente a la ocupación enemiga eran muy bajas. Sin embargo, a mediados de 1809 un reducido grupo de patriotas logró poner en marcha, en la villa de Salas de los Infantes, una Junta de Defensa que a pesar de su carácter errante y de otras muchas dificultades, se mantuvo operativa hasta el mes de septiembre de 1813. No obstante sus notables éxitos, algunos de sus miembros pagaron con la vida la arriesgada decisión de oponerse al invasor.

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Introducción

DE LAS JUNTAS AL SISTEMA CONSTITUCIONAL: CAMBIO POLÍTICO Y CONFLICTO SOCIAL

Alberto Ausín Ciruelos

1 Este levantamiento, conocido como «el 2 de mayo burgalés», les costó la vida a tres habitantes de la ciudad, Manuel de la Torre, Nicolás Gutiérrez y Tomás Gredilla. La protesta, en realidad dirigida contra el intendente español de Burgos, que

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Para un mejor y más claro análisis de todas estas cuestiones el presente trabajo se ha dividido en tres partes. La primera ofrece una visión general de la Junta Superior de la Provincia de Burgos, haciendo hincapié en sus orígenes, miembros y actividades. La segunda analiza un episodio concreto relacionado con este grupo de activos opositores a la ocupación francesa. Se trata de la ejecución de cuatro de sus componentes en Soria, el 2 de abril de 1812. Esta represión por parte de las autoridades galas fue comunicada a la opinión pública nacional a través de diversas publicaciones, nombramientos y homenajes, que también se estudiarán. Finalmente se repasarán, de forma somera, los actos conmemorativos ligados a la Junta burgalesa que se fueron produciendo desde el final de la Guerra de la Independencia hasta el día de hoy.

De la batalla de Gamonal (10 de noviembre de 1808) a la fundación de la Junta de la Provincia de Burgos (13 de junio de 1809)

año, tras derrotar un ejército español —llamado de Extremadura—, en los alrededores de Gamonal.2 Concluía así un corto período de tiempo, que había comenzado el 22 de septiembre, en el que la urbe, gracias a la victoria del general Castaños en Bailén, se vio libre de invasores y comenzaba otra etapa, que se prolongaría hasta junio de 1813, caracterizada por la presencia permanente y asfixiante de unos ocupantes tan exigentes e incómodos como indeseados. Durante aquel mes y medio de libertad tan solo hubo un intento de organizarse contra la vuelta del enemigo, que se daba por descontada. El máximo representante de la administración borbónica en la ciudad, Francisco Fernández de Castro, marqués de Barriolucio,3 fue uno de los encargados, por orden del general Gregorio de la Cuesta, de poner en marcha una Junta de Armamento con el fin de pertrechar a los voluntarios burgaleses que se acababan de alistar.4 Este limitado esfuerzo se perdió, al igual que la batalla, en los campos de Gamonal. Barriolucio tuvo que huir y no reapareció hasta mediados de 1809. Así pues, en Burgos no pudo darse el movimiento juntero que sí se verificó en otros muchos puntos de la península. La magnífica posición estratégica de la ciudad y la de diversos núcleos de población de la provincia hicieron que la presencia francesa impidiese el desarrollo de una respuesta activa frente a la misma. Tras la conquista de la ciudad del Arlanzón, cuando la situación se normalizó, pasando de la confusión de la batalla a la relativa calma de un largo periodo de ocupación, la Junta Suprema Central intentó poner en marcha una Junta de Defensa que actuase en territorio burgalés. Esta difícil misión le fue encomendada nuevamente a Barriolucio, tanto por su condición de militar como porque conocía y era conocido en la zona. De esta manera se fundó la Junta de la Provincia de Burgos en la villa de Salas de los Infantes, el 13 de junio de 1809, siendo el gobernador francés de la Cabeza de Castilla el general Paul Thiébault.5 Las órdenes recibidas por el marqués fueron muy concretas. Debía poner en marcha un movimiento de resistencia que operase únicamente en la provincia y que respondiese ante la Junta Suprema de Castilla, sita en la localidad fronteriza salmantina de Ciudad Rodrigo.6 Las funciones principales que tenía que desarrollar dentro de su jurisdicción eran la representación del legítimo gobierno español, el reclutamiento de voluntarios, la recaudación de impuestos y contribuciones, así como el control de los grupos de guerrilleros que se movían libremente por la zona sin ninguna vigilancia.7

Los miembros de la Junta de la Provincia de Burgos y sus actividades hasta su refundación (enero-febrero de 1810) Una vez en Salas de los Infantes, Barriolucio se convirtió en el primer presidente de la Junta. De los otros cuatro miembros fundadores, tres eran naturales de la villa burgalesa. Dos de ellos eran los hermanos José y

buscó refugio en la casa donde se había instalado el gobernador galo Bessiéres, estuvo motivada, según un testigo presencial llamado Marcos Palomar, por la detención francesa de un correo español que portaba noticias de la llegada del rey Fernando VII a Vitoria en su camino hacia Bayona. Archivo Municipal de Burgos, en lo sucesivo AMBu. Diario de Marcos Palomar. CS 2/50. Libro 2. Capítulo 34. 2 Por aquel entonces un pequeño pueblo al este de la capital y actualmente el barrio más populoso de la misma. En esta batalla se enfrentaron unos 20.000 franceses mandados por el mariscal Soult contra 8.000 españoles bajo las órdenes del bisoño general Belveder. También los días 10 y 11 de noviembre tuvo lugar otra batalla, la de Espinosa de los Monteros, al norte de la provincia de Burgos. La victoria cayó del lado del mariscal francés Víctor, en detrimento del general español Joaquín Blake. Sobre esta batalla véase Castrillejo Ibáñez, F.: “La batalla de los Caballos Blancos. Espinosa de los Monteros, 10 y 11 de noviembre de 1808”, en López Gómez, J.M. (coord.): Burgos, tierra invadida (Lucha, supervivencia y crisis en la Guerra de la Independencia 1808–1813), Burgos, Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, Institución Fernán González, 2010, pp. 11–26. 3 Francisco Fernández de Castro y Machiotti (Nápoles, Italia, 1769–1836) Noble y militar veterano de la Guerra de la Convención (o del Rosellón, 1793–1795). En 1801 logró el retiro militar y se instaló en Burgos. Antes de la batalla de Gamonal habían abandonado la ciudad tanto Gregorio García de la Cuesta como Antonio Valdés y Bazán, para ir a encabezar los movimientos junteros de Valladolid y León respectivamente. 4 AMBu. C100/5. Fol. 1. 20 de octubre de 1808. 5 Paul Charles Thiébault (Berlín, Prusia, 1769–París, Francia, 1846). Militar de carrera. Se incorporó al ejército revolucionario francés en 1792. En 1809 fue nombrado gobernador de Castilla la Vieja y de Burgos. A finales del siglo XIX su hija publicó sus memorias. Thiébault, P.: Memoires…, París, Plon, 1893-1895, 5 vols. Sobre Thiébault véase Sigler, J. L.: General Paul Thiébault: his life and his legacy, Tesis Doctoral inédita, Florida State University, primavera de 2006. 6 Archivo Histórico Nacional, en lo sucesivo AHN. Estado, 65.G. 7 AMBu. 15-222. Este documento señalaba que los principales líderes guerrilleros que operaban por la provincia de Burgos eran Jerónimo Merino, Francisco Salazar, Santos Padilla, Francisco de Longa, Juan Tapia, el Empecinado, Marquínez y el Marquesito.

Refundación de la Junta En enero de 1810 la junta volvió a reunirse, esta vez en Quintanar de la Sierra. Eusebio Fajardo tomó el relevo del marqués de Barriolucio al frente de la resistencia burgalesa, a la que se unieron nuevos miembros como, entre otros, Pedro Gordo, Francisco López Borricón, Vicente Simón Puente, Manuel de la Rica y Aguilar, Eulogio Muro, Ramón Ortega, José Navas y Santiago Estefanía.13 Fue a partir de 1811 cuando este grupo de opositores a la invasión francesa comenzó su periodo más activo y fértil. El que el Cura Merino se decidiera a reconocer a la Junta y la apoyase con sus guerrilleros supuso el espaldarazo definitivo.14 La Superior de Burgos continuó reclutando tropas y recaudando impuestos.15 Puso en marcha un taller de reparación de armas y uniformes.16 Creó un tribunal itinerante de justicia civil y criminal y desplegó por los pueblos una red de espías e informadores.

8 José Ortiz Covarrubias (Salas de los Infantes, Burgos, 1760–Soria, 1812). AHN. Pleitos Criminales. Leg. 0194. Salas de lo Criminal, Caja 228,3. 9 La Junta General de Clases se creó el 5 de junio de 1808 para cubrir el vacío de poder tras la salida de España de los Borbones, sirviendo en muchas ocasiones a la administración josefina. Díez Morrás, F. J.: “La Guerra de la Independencia en Santo Domingo de la Calzada”, Berceo, revista de estudios riojanos, 157 (2009), pp. 67–70. 10 Ibid., p. 108. 11 Ibid. 12

AHN, Estado, 41, E. R. 91-N. 137.

13 Pedro Gordo era el párroco de Santibáñez de Ayllón (Segovia) y llegó a ser vicepresidente de la Junta. Francisco López era sacerdote y llegó a ser obispo de Mondoñedo (Lugo). Vicente Simón era canónigo de la catedral de Burgos. Tras ser encarcelado por los franceses abandonó su canonjía para sumarse a las filas de la resistencia burgalesa. Manuel de la Rica era presbítero y abogado de los Reales Consejos. Eulogio Muro era abogado de los Reales Consejos. Ramón Ortega era abogado y llegó a ejercer como juez en el tribunal itinerante creado por la Junta. José Navas se incorporó a la Junta como secretario de la intendencia siendo, por lo tanto, el colaborador más estrecho de José Ortiz Covarrubias. Santiago Estefanía era el vicesecretario de la Junta. 14 Jerónimo Merino Cob (Villoviado, Burgos, 1769–Aleçon, Francia, 1844). Era más conocido como el Cura Merino, porque cuando estalló la guerra era el párroco de su pueblo natal. Llevaba desde 1809 operando como líder de una guerrilla, principalmente en la zona de los pinares, entre el sureste de la provincia de Burgos y el noroeste de la de Soria. En un primer momento no quiso colaborar con Barriolucio, pero a partir de 1810 se alió con la Junta, gozando siempre de una más que notable independencia, a pesar de que, teóricamente, los movimientos junteros tenían entre sus mandatos el de someter bajo su autoridad a las guerrillas. Como enlace de su partida dentro de la Junta, Merino designó a Ramón Santillán, un joven lermeño que escribió unas interesantes memorias y que años después de participar en la guerra llegó a ser el primer Gobernador del Banco de España. Santillán, R.: Memorias (1808–1856), Madrid, Tecnos, 1996.

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Con Barriolucio al frente, pronto fueron reclutados numerosos voluntarios, atrayendo la atención del gobernador Thiébault. Éste ordenó perseguir y eliminar a los junteros, que tuvieron que desplazarse a La Rioja. Allí, además de tener numerosos problemas jurisdiccionales con las juntas locales,12 se hicieron patentes algunas serias desavenencias entre el marqués y los otros fundadores. Finalmente Barriolucio abandonó la junta, llevándose consigo las tropas a Valencia.

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Así pues, de los cinco primeros miembros dos eran nobles y los otros tres pertenecían al estamento eclesiástico. Con el paso de los años a la junta se fueron incorporando expertos en leyes, bastantes seculares y algunos regulares.

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Melquíades Ortiz Covarrubias. José era abogado, alcalde y justicia mayor de la villa y de su jurisdicción.8 Su hermano menor era cura párroco de la iglesia de Santa María. El tercer miembro nacido en Salas era Eusebio Fajardo Calderón. Antes del estallido de la Guerra de la Independencia pertenecía al cabildo de la catedral de Santo Domingo de la Calzada. Cuando comenzó la invasión francesa formó parte de la Junta General de Clases de la villa calceatense.9 Después huyó a su pueblo, tras solicitar a su capítulo se le concediesen los noventa días de ausencia recogidos estatutariamente.10 Fajardo, canónigo magistral y, por lo tanto, alta dignidad eclesiástica, no volvió a ocupar su cargo hasta una vez concluida la guerra, a pesar de haberle sido ordenado regresar en varias ocasiones.11 El último de los fundadores fue otro sacerdote, Mauricio de Pedro, beneficiado de la parroquia de Quintanar de la Sierra.

15 Ibid., p. 61. 16 Ibid.

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Incluso publicó su propia gaceta propagandística, para así poder luchar también desde el punto de vista ideológico en la «guerra de pluma», que se desató en toda España durante la guerra, y que provocó un desarrollo inusitado de la prensa, tanto patriótica como afrancesada.

La Gazeta de la Provincia de Burgos El primer número de la Gazeta de la Provincia de Burgos fue publicado el 5 de julio de 1811.17 Se trataba del hebdomadario oficial de la junta de la provincia de Burgos y, por lo tanto, los 32 números que se han conservado estaban repletos de información de interés sobre los miembros y actividades de la resistencia local. A pesar de su importancia, hasta hace poco este semanal apenas había sido estudiado, e incluso se desconocía su existencia.18 Los números ordinarios salían los viernes. Publicados en cuarta,19 tenían 8 páginas cada uno. Costaban 6 cuartos y se tiraban en un pequeño pueblo de Guadalajara llamado Villacádima.20 Dado el carácter errante y clandestino de la junta, los problemas a la hora de distribuir su cabecera tuvieron que ser muchos. Se desconoce quién o quiénes fueron los redactores, puesto que ninguna noticia estaba firmada. Es lógico suponer, sin embargo, que fueron varios los junteros que estuvieron involucrados en el proyecto, que no tenía una finalidad comercial, sino informativa y propagandística. Tan curioso periódico solía presentarse dividido en dos partes claramente diferenciadas. La primera contenía noticias, tanto nacionales como extranjeras, extractadas de otras gacetas.21 La segunda parte, sin duda la más interesante por ser original, presentaba las nuevas redactadas personalmente por los junteros. Con respecto a estas últimas, sus contenidos variaban mucho de unos números a otros. De todas formas, es posible señalar cuáles eran los temas que más se repetían, así como los que más preocupaban a la resistencia antifrancesa local. La gaceta servía, antes que nada, para subrayar la legitimidad de la junta y para reivindicar la autoría y el éxito de sus actividades.22 En paralelo, visto que la concomitancia entre el movimiento juntero burgalés y la partida de Merino era total, se dedicaban muchas páginas del periódico a elogiar a la guerrilla y a sus líderes, con el cura de Villoviado y sus hombres como principales protagonistas.23 El semanal estaba repleto de ataques directos y furibundos contra José I, Napoleón, los franceses y los afrancesados.24 17 Estuvo precedido por un prospecto de tres páginas titulado Aviso a los Valientes Castellanos, que apareció en junio de aquel año y anunciaba la inminente publicación de la que hay que considerar la cabecera decana de la prensa burgalesa. 18 Sobre la Gazeta de la Provincia de Burgos véase Ausín Ciruelos, A.: Resistencia y Propaganda durante la Guerra de la Independencia: La Junta Superior de la Provincia de Burgos y su Gaceta Patriótica 1809–1813, (Trabajo para optar a la Suficiencia Investigadora, inédito), Burgos, Universidad de Burgos, febrero de 2012. Los 32 números conservados se hallan en la Hemeroteca Municipal de Madrid Sig. F. 42/15 (180). Se dividen en 1 número prospecto, 22 ordinarios, 7 extraordinarios y 2 suplementos. 14 corresponden a 1811, 4 a 1812 y otros 14 a 1813. El semanario burgalés sí figura en la magnífica obra de Gil Novales dedicada a la prensa durante la guerra. Gil Novales, A.: Prensa, guerra y revolución. Los periódicos españoles durante la Guerra de la Independencia, Madrid, CSIC–Doce Calles, 2009, pp. 136–140. 19 El formato más utilizado por la prensa durante el conflicto (20 × 14 cm). 20 Probablemente sirviéndose de una imprenta portátil. Se eligió un lugar como Villacádima para alejarse de las zonas en las que la presencia de enemigos era mucho mayor. 21 Como por ejemplo, y entre otras, de la Voz de Cuenca, The Courier, Gaceta de Londres, Gaceta de la Mancha, Gaceta de México o de El Procurador General de la Nación y del Rey. 22 El periódico publicó el reconocimiento de la autoridad de la Junta por parte del Consejo de Regencia y el nombramiento del nuevo intendente de la provincia de Burgos, Juan Módenes, en sustitución de José Ortiz. Gazeta de la Provincia de Burgos, en adelante GPB, n.º 3, viernes 12 de julio de 1811, pp. 17–19. GPB, n.º 41, viernes 18 de diciembre de 1812, pp. 447–449. También figuraron algunas de las sentencias pronunciadas por el tribunal creado por la Junta. GPB, n.º 42, viernes 25 de diciembre de 1812, pp. 456–457. 23 Los guerrilleros que figuraban eran Francisco de Longa, Francisco Espoz y Mina, Juan Díaz Porlier, Bartolomé Amor y Pisa, Juan Antonio Tabuenca y José Joaquín Durán. Merino era citado, directa o indirectamente, en numerosos ejemplares, incluido el primer suplemento a la gaceta, íntegramente dedicado a dar cuenta de una acción protagonizada por los hombres del cura guerrillero. Suplemento a la Gazeta de la Provincia de Burgos, viernes 19 de julio de 1811. 24 Según la gaceta burgalesa, José I era «Su magestad pepiniana. Pobre Magestad ambulante». GPB, n.º 41, viernes 18 de diciembre de 1812, p. 450. Napoleón era «Un monstruo horrendo y descomunal, en cuya composicion entran todos los vicios sin la más ligera dosis de virtud». GPB, n.º 1 viernes 1 de enero de 1813, p. 7. Los soldados galos eran «Legiones de vándalos, más carniceros que los tigres». Gazeta Extraordinaria de la Provincia de Burgos, 2 de enero de 1813, p. 4. Los afrancesados eran «españoles adulterinos y renegados, apóstatas de la justicia, hereges del patriotismo, y trasfugas de la honradez». GPB, n.º 1, viernes 1 de enero de 1813, p. 7.

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Cortesía de la Hemeroteca Municipal de Madrid, sig. F. 42/15 (180).

No faltaban, por el contrario, palabras de aliento y admiración hacia las tropas españolas y británicas, sin olvidar a sus mandos principales.25 El periódico también vertía mucha tinta para defender la indisolubilidad de la unión entre el trono y el altar. Además apoyaba a ultranza la religión y la Iglesia Católica, abogando por la continuidad del tribunal de la Santa Inquisición y atacando algunas leyes consideradas demasiado liberales, como la de libertad de imprenta.26 La Gazeta de la Provincia de Burgos, con sus noticias internacionales, nacionales y locales, y con su potente carga ideológica patriótica, reaccionaria y antiliberal, continuó publicándose hasta el 7 de mayo de 1813, cuando los junteros, ante el definitivo repliegue francés, decidieron poner fin a su singular iniciativa periodística.

25 «Seamos justos y bendigamos la sabiduria del gabinete británico que tanto se interesa en nuestra suspirada independencia: resuenen del uno al otro polo la voz de nuestro reconocimiento, y publiquemos por todas partes los inumerables beneficios de que le somos deudores». GPB, n.º 22, viernes 7 de mayo de 1813, p. 206. 26 GPB, n.º 42, viernes 25 de diciembre de 1812, pp. 458–459. GPB, n.º 6, viernes 29 de enero de 1813, GPB, n.º 9, viernes 5 de febrero de 1813, pp. 86–88.

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Suplemento a la Gazeta de la Provincia de Burgos, del viernes 9 de julio de 1811.

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La disolución de la Junta La junta luchó activamente contra los franceses con los medios a su disposición durante toda su existencia. Entre septiembre y octubre de 1812 se instaló en Villagonzalo Pedernales, para colaborar con las tropas aliadas que estaban sitiando el castillo de Burgos.27 A partir de marzo de 1813 pasó a depender del poder civil, lo que anunciaba su inminente desaparición.28 Los invasores abandonaron definitivamente la cabeza de Castilla el 13 de junio, volando en mil pedazos la fortaleza de la ciudad y la junta, ya sin utilidad, fue suprimida poco después, concretamente el 17 de septiembre de 1813, dando paso a la diputación provincia.29

Las consecuencias de oponerse al invasor: Grado del Pico (Segovia) 21 de marzo de 1812 Si bien el gobernador Thiébault no fue capaz de neutralizar a la Junta, sí provocó su desplazamiento hacia La Rioja, con las consecuencias derivadas de este hecho. Fue su sucesor en el cargo, el general Dorsenne,30 quien hizo temblar los cimientos de la resistencia organizada burgalesa. A comienzos de 1812 el legítimo gobierno de la nación española amplió la jurisdicción de la junta, que a partir de aquel momento incluyó parte de la provincia de Segovia.31 Esto, que demuestra que la resistencia burgalesa se encontraba en un momento de gran actividad y alcance, hizo que varios de sus miembros, escoltados por 20 hombres de la guerrilla de Merino, se desplazasen hasta Grado del Pico con el fin de extender la lucha por la nueva zona anexionada. Pero el 21 de marzo el pueblo fue tomado por los franceses. Una columna volante había salido de Aranda de Duero algunos días antes para realizar exacciones o para acudir en ayuda de la guarnición de Soria.32 Acompañando a las tropas galas se hallaba un español, José Ángel Moreno, el afrancesado jefe de la policía de Burgos, apodado «el diablo predicador».33 Los junteros se vieron sorprendidos y seis de ellos fueron capturados.34 La misma suerte corrió su escolta. Esta última fue llevada hasta Aranda,35 mientras que los primeros fueron conducidos a Soria. Allí se les juzgó. Pedro Gordo, José Ortiz Covarrubias, Eulogio José de Muro y José Navas fueron condenados a la pena de muerte por un delito de conspiración. Se les fusiló el 2 de abril, pocas horas después de que se les comunicase la sentencia. Sobre Santiago Estefanía recayó una pena de cárcel a cumplir en Francia hasta que concluyese la guerra. El hijo de corta edad de José Ortiz, llamado Gregorio Ortiz del Río, fue absuelto y puesto en libertad.

Las noticias ligadas a la ejecución de los junteros y su difusión El mismo día del fusilamiento de los junteros, la Gazeta de la Provincia de Burgos publicó un número extraordinario para comunicar lo sucedido hasta el momento y para demostrar que la lucha continuaba y continuaría. 27 Salvá, A.: Burgos en la Guerra de la Independencia, Burgos, Ayuntamiento de Burgos, 2008, p. 163. La Junta frenó desde aquel pueblo del alfoz burgalés las aspiraciones cántabras de poner en marcha su propio movimiento juntero. AHN, Consejos, 49806, Exp. 1. 28 Iglesia Berzosa, F. J.: “La tortuosa trayectoria de la Junta Superior Provincial de Burgos durante la Guerra de la Independencia”, en Borreguero Beltrán, C. (coord.): La Guerra de la Independencia en el Valle del Duero: los asedios de Ciudad Rodrigo y Almeida, Valladolid, (en prensa). 29 Que comenzó su andadura el 25 de septiembre de 1813. 30 Jean Marie Le Paige Dorsenne (Ardres, Francia, 1773–París, 1812). Militar de carrera, general de división de la Guardia Imperial de Napoleón. Véase Melgosa Oter, O. R.: “La vida cotidiana de un gobernador francés en España: el general Dorsenne en Burgos (1810–1812)”, en Borreguero Beltrán, C. (coord.): La Guerra de la Independencia en el mosaico peninsular, Burgos, Universidad de Burgos, 2010, pp. 733–752. 31 AHN. Consejos, 49806, Exp. 2. 32 La segunda posibilidad parece la más plausible, puesto que en aquellos momentos la capital Soriana estaba siendo atacada por el mariscal José Joaquín Durán, que trataba de reconquistar la ciudad para la causa patriótica. 33 Santillán recogió en sus memorias que Moreno era llamado así por los gritos e invectivas con las que se dirigía a los habitantes de los pueblos, a los que se desplazaba junto a los franceses para recaudar impuestos. Santillán, R.: op. cit., p. 76. 34 Otros cuatro, Mauricio de Pedro, Ramón Ortega, José Ruiz y Francisco López Borricón lograron salvarse escondiéndose en la iglesia de Grado. 35 Los guerrilleros lograron escapar de la prisión arandina en la que fueron encerrados.

El golpe desastroso que acaba de recibir la junta superior de estas provincias, es el único que la ha acontecido desde que empezó la sagrada lucha que con tanto honor sostiene la nacion: golpe infausto para los buenos españoles, pero que con todo no los ha abatido […] Leales burgaleses, fieles segovianos, no os aflijais: en esta lastimosa empresa, nada mas ha logrado el enemigo que el afligir las inocentes víctimas que son el objeto de su cólera […] Vuestra junta superior subsiste todavía, vuestra intendencia no se ha acabado, el cielo las protege […] Si vuelve el enemigo á conseguir otra ventaja como la actual, nada importa; entre apresar á uno de los individuos de las autoridades, y entrar otro á reemplazarle en su destino, no mediará mas que un instante. Burgaleses, segovianos: union, valor y constancia: si no perdeis de vista estas tres nobles virtudes, no vacileis un momento, conseguireis vuestra independencia; ellas son las armas poderosas que mas teme el enemigo.37

El 4 de junio, de nuevo la Gaceta de la Regencia reprodujo un largo extracto de la cabecera burgalesa del 28 de abril anterior, repleto de detalles sobre la muerte de los junteros, que eran presentados como mártires por la religión y por la patria, capaces de ayudar y guiar desde el cielo a sus compañeros supervivientes. Llevados á Soria con grillos los cuatro ilustres vocales […] dieron órden los franceses á la junta criminal de aquella ciudad para que en la noche del uno al dos de abril sustanciase y sentenciase la causa. Cinco horas ocupó en esta operación aquel tribunal sanguinario, con el objeto sin duda de revestir su maldad con las fórmulas de la justicia […] Los franceses, que se habian lisonjeado de atemorizarnos con estas atrocidades, cansar nuestra constancia y facilitar nuestra sumision, han empeorado su causa: el horror á su dominacion se ha hecho mas invencible: nuestra confianza ha cobrado mayor aliento con los nuevos patronos, que desde el cielo continuarán sin duda protegiendo la santa causa en cuya defensa sacrificaron sus vidas.38

36 El Conciso, n.º 18, sábado 18 de abril de 1812, p. 8. 37 Gaceta de la Regencia, n.º 56, martes 5 de mayo de 1812, pp. 466–468. En el encabezamiento de la noticia, fechada en los «Montes de Villacadima, 2 de abril» se especificaba que había sido tomada de la «gaceta de Burgos y Segovia de esta fecha». Tanto El Conciso como El Sensato publicaron fragmentos de este texto, tomados de la Gaceta de la Regencia. El Conciso, n.º 7, jueves 7 de mayo de 1812, p. 6. El Sensato, n.º 39, jueves 28 de mayo de 1812, p. 646. 38 Gaceta de la Regencia, n.º 69, jueves 4 de junio de 1812, pp. 567–571. En esta ocasión también se especificaba que la noticia había sido extraída de la «gaceta extraordinaria de estas provincias de Burgos y Segovia de 28 de abril».

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En el número del 2 de abril, a pesar de que la información era todavía un tanto confusa, pues se sabía que los franceses habían apresado y trasladado a Soria a los cuatro miembros de la resistencia burgalesa, pero nada más, el redactor insistía en que era la voluntad de la junta el seguir luchando como hasta aquel momento, con coraje y unidad, hasta lograr la independencia.

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Ya el 18 de abril el periódico liberal El Conciso insertó entre sus páginas una breve nota. En ella señalaba que «los enemigos han sorprendido la junta de Burgos, y cometido crueldades con ella».36 Pero fueron dos números extraordinarios de la Gazeta de la Provincia de Burgos los que aportaron una información más detallada, escrita por los propios junteros, de lo que les había sucedido a sus compañeros y sus consecuencias. Por desgracia, ninguno se ha conservado en la colección de la Hemeroteca Municipal de Madrid. Sin embargo, es posible acceder a parte de su contenido gracias a los extractos publicados por la Gaceta de la Regencia y por los periódicos El Sensato y El Conciso.

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Una de las ventajas de contar con una cabecera propia era, precisamente, la posibilidad de trasmitir a la opinión pública determinadas noticias, incluso aquellas más trágicas, presentándolas como paradigmas del sacrificio y adornándolas con llamamientos a la resistencia y al patriotismo. Otro de los puntos fuertes de imprimir un periódico durante la guerra era que la difusión de determinados extractos del mismo estaba casi garantizada. Y es que era muy frecuente que otras gacetas publicasen fragmentos, en este caso de la gaceta burgalesa, por considerarlos interesantes, ilustrativos, ejemplarizantes o simplemente para rellenar.

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Se puede afirmar, por todo lo visto anteriormente, que la luctuosa noticia tuvo un alcance y una repercusión más que notable. Los nombres de las víctimas, la crueldad de sus verdugos, los detalles de la ejecución y la voluntad de los supervivientes de continuar luchando, fueron contenidos que llegaron a ser conocidos por un gran número de lectores, no solo burgaleses, sino de diversos puntos de España. Esta fama seguramente contribuyó a que las Cortes de Cádiz aprobasen una serie de indemnizaciones económicas a favor de los familiares de los represaliados.39

Funerales y nombramientos en honor de los junteros El 2 de mayo de 1812 se celebró una misa funeral en memoria de los cuatro junteros represaliados. Tuvo lugar en la iglesia de Santa María de Salas de los Infantes.40 El acto estuvo presidido por varios de los miembros supervivientes de la resistencia burgalesa. Durante el mismo, Domingo de Silos Moreno pronunció una interesante oración fúnebre, cuajada de datos de interés.41 Pero más allá de las aportaciones de información, lo más destacable de la plegaria era la potente y razonada carga ideológica con la que el orador justificaba y defendía la participación de los junteros en la guerra, ensalzando el sacrificio de los cuatro fusilados. Desde luego, no fue casual ni la fecha ni el lugar elegido para la celebración de las honras fúnebres. Se desarrollaron en Salas para demostrar que la lucha continuaba desde el mismo sitio donde comenzó todo. El 2 de mayo invocaba la memoria de la revuelta madrileña contra los franceses y a sus víctimas, retenidas por el bando español como las primeras de la Guerra de la Independencia. El texto, siguiendo una línea de pensamiento marcadamente providencialista, muy en boga entre el clero patriótico durante el conflicto, señalaba que la invasión francesa era un castigo divino que la nación padecía por haberse desviado del recto camino.42 También destacaba el especial papel que España, elegida por Dios, tenía que desempeñar ante la historia, resistiendo y venciendo a Francia, una nación impía, dando ejemplo con su sacrificio al resto de Europa. Además de todo esto, Domingo de Silos comparaba a los junteros burgaleses con los Macabeos del Antiguo Testamento y la Guerra de la Independencia con la sostenida entre el pueblo de Israel y el rey Seleucida Antioco IV Epifanes en el siglo II antes de Cristo.43 Igualmente defendía a ultranza la lucha desarrollada por la resistencia de la cabeza de Castilla, criticando sin piedad a Napoleón, los franceses y los afrancesados.44 También invitaba a alzarse en armas contra los enemigos a todos los españoles, desde el sencillo campesino hasta el noble, pasando por el clérigo, que no solo podía —y debía— rezar, sino incluso luchar empuñando al espada.45

39 La Junta de Soria le comunicó al general O’Donnell lo sucedido en una carta fechada el 17 de abril. AHN. Diversas colecciones, 88, n.º 73. José O´Donnell recomendó a los parientes al gobierno de la nación para la obtención de las pensiones. AHN. Diversas colecciones, 127, n.º 16. El Conciso publicó la noticia y la cuantía de las mencionadas compensaciones, así como sus beneficiarios: «Que a los dos hermanos labradores que ha dexado Pedro Gordo se les socorra por una vez con 8000 reales […] que se conceda una pensión de 300 ducados á favor de la madre y la viuda de D. Eulogio José de Muro […] Que la pension à favor del hijo de D. José de Cobarrubias […] sea de 800 ducados […] que a la viuda de D. José Navas se le conceda una pension de 400 ducados». El Conciso, n.º 14, domingo 14 de marzo de 1813, pp. 2–3. 40 En donde era párroco Melquíades Ortiz Covarrubias, uno de los fundadores de la Junta y hermano del fusilado José Ortiz. 41 Domingo de Silos Moreno (Cañas, La Rioja, 1770–Cádiz. 1853). Fue un monje benedictino. Estuvo estrechamente ligado a la Junta de Burgos, aunque no llegó a pertenecer a la misma. Antes de la guerra había sido abad del monasterio de San Martín de Madrid y Definidor de su Orden. En 1823 fue nombrado Obispo de Cádiz, en donde desarrolló su apostolado hasta su fallecimiento. Silos Moreno, D.: Oración Fúnebre que dixo a la buena memoria de los vocales de la Junta Superior de Burgos del Intendente interino y su secretario, el dia 2 de mayo del año de 1812, Madrid, Imprenta de Sancha, 1814. 42 Silos Moreno, D.: op. cit., pp. 31–32. 43 Ibid., pp. 3, 5, 9, 10 y 26. Estas comparaciones fueron profusamente utilizadas por el clero patriótico. Se usaban para justificar la guerra contra los franceses, también por parte de los eclesiásticos, algo en teoría terminantemente prohibido por el Derecho Canónico. Véase Barnosell, G.: “La Guerra de la Independencia como guerra religiosa: el ejemplo de los sitios de Zaragoza y Gerona” (en línea), Nuevo Mundo, Mundos Nuevos (2010) < http://nuevomundo.revues.org/59671 > (Consulta 05/03/2012). Para otros ejemplos en fuentes periodísticas de la época véase Diario Mercantil de Cádiz, jueves 7 de diciembre de 1809. Diario de Mallorca, n.º 31, jueves 31 de enero de 1811, pp. 121–123. Diario de Mallorca, n.º 286, domingo 5 de julio de 1812, p. 754. La Píldora, jueves 8 de julio de 1813, p. 27. 44 Según Domingo de Silos, Napoleón era «el cruel Herodes de la Europa», los franceses un grupo de «bárbaros ateistas» y el afrancesado José Ángel Moreno se había comportado como «otro Judas, traydor á su Dios, á su rey y á su patria […] convertido en lobo carnicero y ansioso de beber la sangre de sus hermanos». Silos Moreno, D.: op. cit., pp. 35, 23 y 21. 45 Ibid., pp. 14, 20 y 22.

El 21 de mayo tuvo lugar otro funeral, esta vez en Cádiz. El lugar elegido fue la iglesia del Carmen. Al acto acudieron, entre otras autoridades, el presidente de la junta, Eusebio Fajardo, el intendente de la misma, José Mañas y el diputado en Cortes por Burgos, Francisco Gutiérrez de la Huerta. La Gaceta de la Regencia publicó una noticia dando cuenta de este evento.46

Se coloque un(a) piramide, con una inscripción en que se lean los nombres de los que alli han sido sacrificados, por defensores de la Patria, que sirba de honor y gloria á sus familias, de memoria á los benideros para que siempre conserben el odio eterno á que se ha hecho acredora la debilidad de esta estupida, despreciable, y abominable nacion francesa.51

El 8 de noviembre el monumento ya había sido completado.52 Es una construcción más parecida a un obelisco que a una pirámide. Se encuentra en una plaza pequeña y escalonada, entre las calles «Mártires de la Independencia» y «Venerable Palafox».53 Su estado de conservación es bastante deficiente y no ha quedado rastro de las inscripciones que supuestamente cubrían su parte inferior54. Sí pueden distinguirse el escudo de Soria en la parte frontal, una calavera y unos huesos entrecruzados rematando la parte superior y algunas decoraciones con forma de palma.

46 Gaceta de la Regencia, n.º 65, martes 26 de mayo de 1812, pp. 541–542. 47 Colección de los Decretos y Órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias desde 24 de septiembre hasta 24 de mayo de 1813. Cádiz, Imprenta Nacional, 1813. t. II. Decreto CLX, de 19 de mayo de 1812, pp. 208–209. Resulta llamativo que se cometiese un error a la hora del nombramiento, confundiendo al tesorero de la Junta, Pedro Martínez de Velasco, con el represaliado José Navas. El fallo fue subsanado y comunicado mediante un bando. AHN. Diversas colecciones, 106, n. 58. 48 Los junteros burgaleses figuraron en la Guía Política de las Españas de 1813, junto al resto de Beneméritos, que hasta aquel momento eran Jovellanos, Antonio Mon y Velarde, Francisco Ballesteros, José María de la Cueva y Gregorio Cruchaga. Guía Política de las Españas, Cádiz, Imprenta Nacional, 1813, pp. 7–8. 49 Tras su paso por el paredón, los cuerpos fueron ahorcados para servir de escarmiento. 50 En el otoño de 1812, coincidiendo con el avance de Wellington hasta Burgos, de donde tuvo que retirarse tras un mes de infructuoso asedio al castillo de la ciudad. Sobre el sitio véase Esdaile, C.: “Otoño en Castilla la Vieja: la Campaña de Burgos y las relaciones hispano-británicas” en Borreguero Beltrán, C. (coord.): La Guerra de la Independencia en el mosaico…, cit., pp. 587–606. 51 Archivo Municipal de Soria, en lo sucesivo AMSo. Libro de Actas Municipales, 35-1. 1807–1814. Fol. 3 vº. 52 García de Quevedo, E.: Las víctimas burgalesas de la Guerra de la Independencia, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1937, p. 25. 53 Se trata de una zona elevada, que en 1812 muy probablemente podía verse desde varios puntos de la ciudad, de ahí que el gobernador francés decidiera colocar en aquel sitio una horca. Algo semejante sucedía en Burgos, donde el gobernador Dorsenne hizo levantar un patíbulo en una colina de San Pedro y San Felices, un barrio histórico de la zona sur de la Cabeza de Castilla. 54 Tan solo puede distinguirse una, que reza: «Año de 1812».

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El fusilamiento de los junteros y las posteriores vejaciones que sufrieron sus cadáveres tuvieron que impactar profundamente en el sentir de numerosos sorianos, que ya habían visto y padecido no pocos horrores desde 1808.49 Cuando la ciudad se vio libre de franceses,50 una de las primeras medidas fue la de demoler la horca que había servido para ejecutar a numerosos españoles y como advertencia para todos aquellos que se opusieran a la presencia de los ocupantes. También se decidió que en el solar se construyese un monumento conmemorativo en honor de aquellas víctimas.

Más que una guerra: Astorga y el noroeste de España en el conflicto peninsular (1808–1814)

El monumento conmemorativo levantado en Soria

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Entre el acto desarrollado en Salas y el gaditano, concretamente el 19 de mayo, las Cortes promulgaron un decreto en el que declaraban a los cuatro junteros Beneméritos de la Patria.47 Este alto honor, concedido a muy pocas personas, reconocía el papel desarrollado durante la guerra por los Ortiz, Gordo, Navas, Muro y compañía.48

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Tres días después de la inauguración del monumento llegó a Soria una delegación de la Junta de Burgos. Fue recibida con todos los honores por el ayuntamiento. De este modo, Melquíades Ortiz Covarrubias, que estuvo acompañado por Domingo de Pedro, pudo ver el lugar en el que fue expuesto el cadáver su hermano mayor y recibir el consuelo y el apoyo de la corporación Soriana.55

La venganza por la ejecución de los junteros: Hontoria de Valdearados (Burgos) Tras la ejecución de los miembros de la Junta y, sobre todo, una vez que fueron nombrados Beneméritos, el bando patriótico procuró que su muerte fuese vengada rápida y contundentemente. En una carta fechada en Cádiz el 28 de mayo de 1812 se le ordenaba al mariscal Durán que exigiese al general enemigo más cercano algún tipo de satisfacción por el atroz fusilamiento.

O que de lo contrario sean pasados por las armas los primeros Franceses que se hagan prisioneros sin distinción de clases hasta el numero de diez por cada una de las victimas inhumanamente sacrificadas.56

Pero lo cierto es que más de un mes antes, Merino se había encargado de no dejar sin castigo la muerte de sus aliados. El 16 del abril los hombres del cura guerrillero sorprendieron una columna de mercenarios polacos en el pueblo burgalés de Hontoria de Valdearados. El ataque supuso la captura de 500 de aquellos soldados. Merino ordenó pasar por las armas a 110, realizando el siguiente cálculo.

Me he tomado la libertad, y espero que sea del agrado de V. E., de pasar por las armas ciento diez prisioneros, detallados en esta forma: veinte por cada vocal de la suprema Junta, diez por cada dependiente y soldados, que me asesinaron en Aranda, é igual número por el cura de Ontoria de Valdearos, que habiéndole preso en su casa, le mataron en la refriega. Esta proporcion pienso seguir en lo sucesivo si, como hasta ahora, no dan quartel constante á los individuos de mi division, á lo menos sino tengo órden en contrario de V. E., á cuya disposicion van caminando el resto de prisioneros, menos los doce oficiales, que reservo en mi poder para que sufran la última pena, si el gobernador Rey no accede á la proposicion que se le ha hecho de entregar en su rescate al renegado Moreno. Sin duda, nuestros vocales, exclamó despues de la accion el mismo D. Gerónimo, están en el cielo y nos han conseguido esta victoria. Gazeta de la provincia de 28 de abril de 1812.57

Como puede verse, Merino le ofreció al gobernador de Burgos un intercambio, el de doce oficiales por José Ángel Moreno, el afrancesado retenido responsable de la captura de los junteros. A los mandos galos se les animó a escribir a la máxima autoridad burgalesa para que accediese al canje, que finalmente no tuvo lugar.58

Los actos, homenajes y reconocimientos desde el final de la guerra hasta la actualidad Cuando Fernando VII volvió a ocupar el trono de España, recibió en audiencia a Eusebio Fajardo, Melquíades Ortiz y Mauricio de Pedro. Estos le expresaron lo siguiente, en nombre de los burgaleses que se habían opuesto a los invasores.

55 AMSo. Libro de Actas Municipales, 35-1, 1807–1814. Fols 8 y 8 vº. 56 AHN. Diversas colecciones, 127, n. 16. 57

Silos Moreno, D.: op.cit., p. 47.

58 Porque el gobernador, general Cafarelli, que había sustituido a Rey, se negó, trasladando a Pamplona a Moreno. Este último volvió a la ciudad tras el infructuoso asedio de Wellington al castillo de Burgos. Santillán, R.: op. cit., p. 76. Salvá, A.: op. cit., pp. 182–183.

Estos heroycos castellanos, herederos del valor, lealtad y demas virtudes que distinguieron siempre á sus padres, jamas han reconocido el gobierno del usurpador: han armado gustosos sus jóvenes, y han hecho quantos esfuerzos son imaginables a favor de la causa de V. M., por la que han sufrido muertes, incendios y saqueos sin número con una constancia y resignacion inimitable.59

Pero más allá de estos últimos coletazos, el fin de las hostilidades y la creación de las diputaciones provinciales sumieron el recuerdo de la Junta burgalesa en un olvido que duró cien años. En 1912, además de aparecer un artículo en el Diario de Burgos, se celebró una misa funeral en la catedral, en honor de los cuatro fusilados en 1812. La oración la pronunció el canónigo Ricardo Gómez Rojí.60 En 1924 una delegación de la Diputación de Burgos se desplazó a Soria, colocando una corona en el monumento dedicado a las víctimas de la guerra analizado en este trabajo.61

59 Gaceta de Madrid, n.º 132, jueves 29 de septiembre de 1814, p. 1093.

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Monumento funerario levantado en Soria en 1812. Fotografía: colección del autor.

60 Ricardo Gómez Rojí (Pedro Bernardo, Ávila, 1881–Madrid, 1936). Fue canónigo de la metropolitana burgalesa y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas. En 1931 fue elegido diputado por Burgos. Murió fusilado en Madrid al poco de comenzar la Guerra Civil Española. 61 García de Quevedo, E.: op. cit., p. 26.

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Placa conmemorativa colocada en el Arco de Santa María de Burgos en 1937. Fotografía: colección del autor.

La placa conmemorativa colocada en Burgos en 1937 En la Cabeza de Castilla hubo que esperar hasta el 18 de abril de 1937, en plena Guerra Civil Española, para honrar de forma indeleble la memoria de los junteros fusilados en 1812. La placa conmemorativa se ubicó en el muro posterior del Arco de Santa María, mirando a la parte sur de la catedral. En ella también se recuerda a las tres víctimas del «2 de mayo burgalés». De hecho, el día y mes elegidos para la presentación hacían referencia a los caídos durante la revuelta popular y no a los miembros de la Junta. A pesar de que Eloy García de Quevedo, cronista de la ciudad por aquel entonces, insistiese en que la decisión de colocar la inscripción había sido tomada bastantes años antes, lo cierto es que la fecha final cubrió el homenaje con una capa de propaganda franquista.62 Quizás por este motivo los nombres de todos aquéllos hombres, que a la postre pagaron con sus vidas la osadía de oponerse a una invasión extranjera, han pasado casi desapercibidos hasta la actualidad.

Conclusiones La Junta Superior de la Provincia de Burgos, a pesar de las enormes dificultades que tuvo que superar durante sus más de cuatro años de andadura, demostró ser una eficaz organización, capaz de oponerse activamente a los invasores franceses. Representó al legítimo gobierno español en su territorio durante la ocupación. Comprendió la importancia de la propaganda, utilizándola a su favor al poner en marcha el primer periódico bur62

García de Quevedo, E.: op. cit., pp. 9–10.

galés. Instituyó un tribunal de justicia para que imperase la ley española frente a la impuesta por José I y los gobernadores militares napoleónicos. Además extendió una tupida red de espías y logró aliarse con la guerrilla del cura Merino, contando también con la connivencia de numerosos habitantes del medio rural, algo fundamental en un largo conflicto de desgaste y de baja intensidad.

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Sirva este trabajo como modesto homenaje a Pedro Gordo, José Ortiz, Eulogio Muro y José Navas, al cumplirse el Bicentenario de su muerte. También para reivindicar la importancia del estudio de este tipo de formas de oposición y defensa, desarrolladas durante un conflicto tan largo como complejo, que cambió para siempre el rumbo de la historia de España.

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El fin de las hostilidades hizo que la mayor parte de los junteros supervivientes volviesen a las actividades que ya desempeñaban antes de la invasión. Ninguno de ellos recibió un cargo o nombramiento particularmente relevante, o al menos que fuese más allá de la jurisdicción burgalesa. El recuerdo de su lucha fue cayendo en el olvido, sepultado por otros eventos que sí fueron conformando la memoria colectiva nacional con respeto a la Guerra de la Independencia.

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A pesar de todos estos éxitos, y también por ellos, cuatro miembros de la Junta fueron capturados y fusilados por sus enemigos. Este trágico evento gozó en su momento de una gran difusión gracias a la prensa burgalesa y española, hasta el punto de que sus protagonistas recibieron un reconocimiento, el de Beneméritos de la Patria, al alcance de muy pocos. También se celebraron misas, se publicó una Oración Fúnebre y se erigió un monumento en su honor.

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