Reportaje: 500 la hora ¿Dinero fácil?

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Descripción

Martínez Díaz Miguel Ángel 20 de mayo de 2013

500 pesos la hora ¿Dinero fácil? Es una noche húmeda. La lluvia penetra el asfalto iluminada por los faros de los autos, un fuerte olor a piso mojado se impregna en el ambiente. Son diez para las diez, Daniel llega como cada viernes a su puesto de trabajo, un poco más temprano de lo habitual pero más tarde de la hora en que él pensaba llegar. Otros varones también llegan y toman sus lugares. Su puesto de operación esta vez es en la calle de Praga, esquina con Paseo de la Reforma. Hoy espera ganar al menos unos mil 500 pesos, ejerce el sexoservicio. Él viene desde Ixtapaluca en el Estado de México, vive con su madre y tiene dos hijos. Sus pequeños viven con su ex pareja, mientras él tendrá que esperar hasta la otra semana para poder verlos después de recogerlos de la escuela. Su madre sabe a qué se dedica, su hermano menor igual, de hecho su hermano es travesti, también se prostituye. Éste trabaja en otra zona y por menos paga. Sin embargo, para Daniel, hubo una vida antes de ser sexoservidor. Mucho antes él vendía droga, piedra y cocaína, también trabajó como lavalozas, en banquetes y de cocinero, una temporada alterna a su actual oficio, fue policía auxiliar, no duró mucho, lo dieron de baja y regresó a las calles, desde entonces continúa vendiendo noches de placer. Lleva un año tres meses en este negocio. Tiene 24 años, pero parece de apenas veinte. Su escolaridad es la secundaria concluida, sus hijos tienen cuatro y seis años, no tiene miedo de que descubran cómo paga su manutención. Lo único que teme es que ellos lo odien por culpa de las habladurías de su madre. Ella se ha enterado de su trabajo de sexoservidor por un conocido que vio a Daniel en horas de servicio, pero no se lo han comprobado. Daniel está convencido de que nada le da miedo, que este trabajo tiene riesgos pero si uno no está preparado para lo que venga, lo mejor sería no meterse en esto, ya que para él este trabajo trae incertidumbre, tanto cosas positivas como cosas que alguien dedicado a la prostitución debería estar preparado mentalmente así como para “romperse la madre” ante cualquier abuso. Quizá sea su experiencia en el sector de seguridad, quizá esa confianza la heredó de su padre que fue militar y guardaespaldas, o tal vez esa seguridad está en un dije de Jesucristo que lleva en el cuello, sólo se la quita por respeto al tener un intercambio sexual. Ha buscado en otros trabajos pero en ninguno ofrecen lo que gana aquí con su nivel de secundaria. En un fin de semana puede ganar hasta 10 mil o 15 mil pesos, cifra por encima de los ingresos del promedio de los profesionistas, ya que un recién egresado

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gana apenas 9 mil 272 pesos mensuales, de acuerdo a un estudio realizado por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES). No hay una estabilidad constante en estos ingresos. De acuerdo con Daniel, de un mes de trabajo, tres semanas tiene mucha demanda y en otra no la suficiente, ingresos que se reducirían en apenas mil pesos o 500 pesos por noche trabajada. Aun así es rentable, ya que tiene una cartera de clientes frecuentes que agenda un servicio por anticipado que puede llegar a requerir de su disposición hasta por tres días y llegar a generar en un solo servicio cerca de 10 mil pesos. Pero, el dinero no suele durar. Como los pagos se realizan en efectivo, es fácil gastar después de concluir una jornada y una cifra así se convierte en alimento, ropa, calzado, entretenimiento, en una que otra banalidad y la manutención de sus hijos. No le es suficiente el dinero que percibe. Otros podrían pensar que es dinero fácil, pero este tipo de trabajos no están regulados por la Secretaría de Trabajo, ni el sector salud. La prostitución no es ilegal, sino que aplica como falta administrativa si algún vecino llegara a quejarse. No obstante, existen casos de extorsión por parte de algunos policías, tanto a hombres y mujeres que ejercen esta actividad, por ignorar si es o no ilegal; también están expuestos a abusos por los mismos clientes y civiles, debido a la estigmatización de este oficio, de acuerdo con Álvaro López López, Investigador del Departamento de Geografía Económica, en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Los sexoservidores corren el riesgo de ser asaltados, de tener algún conflicto con otro colega, “ahí uno se la juega y debe saber defenderse” afirma Daniel. Su trabajo no es sencillo dado que él se considera y asume heterosexual, tiene que trabajar más con hombres que con mujeres. Por cada mujer que él atiende, presta sus servicios a diez hombres. Él no siente atracción alguna por ellos, es por eso que recurre al viagra como estimulante y herramienta fundamental para cumplir con el rol de activo. No tiene problemas en ser pasivo si se lo piden. No todos los sexoservidores ofrecen lo mismo, es decir, pueden condicionar el sexo oral, besos, compañía, ser sólo activo, sólo pasivo o ambos. Sin embargo, no a todos se les presta el servicio. La intuición es decisiva al momento de cerrar un trato o no, ya que algunos clientes no dan buena espina y no valdría la pena arriesgarse por 500 pesos, puntualiza Daniel. Se podría hacer una exhaustiva investigación multidisciplinaria sobre la variedad de clientes que recurren a él, de todos los estados civiles, oficios, estratos sociales,

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nacionalidades y profesiones, así como niveles de estudio y regiones de residencia. Tan solo de su cartera de clientes frecuentes hay servidores públicos, empresarios, abogados y hasta santeros. Llegan hombres casados que viven una doble vida; casados que llevan a sus esposas a cumplir alguna fantasía; u hombres y mujeres que solo buscan ser escuchados, buscan compañía, más que solo sexo. De las cosas más extrañas que le han pedido hacer es “lluvia dorada” o líneas de cocaína sobre su cuerpo; las mujeres la mayoría de las veces que llegan ahí, lo hacen acompañadas de otros hombres y le contratan para hacer tríos, mujeres solas no faltan, pero no son muy comunes. Con ellas no necesita de estimulantes y algunas ocasiones no cobra el servicio si se lo llevan a parrandear. Él no trabaja con parejas homosexuales. Daniel hace un trabajo independiente, es decir, no tiene un proxeneta detrás de él, y sí conoce a sus compañeros de calle, sin embargo trabaja solo. Él ha visto de todo tipo de hombres prostituirse: homosexuales, bisexuales, heterosexuales, travestis y de acuerdo con él, algunos heterosexuales terminan por gustarles los hombres; en estas calles han llegado gente de provincia y hasta sudamericanos a prostituirse. Él es originario de Zitácuaro Michoacán, tiene compañeros de otros países: colombianos y venezolanos. Imagina que la razón es la falta de apertura ante esta actividad en sus países de origen y la falta de mejores oportunidades. En el contexto del turismo sexual, Álvaro López, menciona que la contratación de estos servicios se da tanto por clientes de nacionalidad extrajera, como de mexicanos que residen en otros estados, dado que en la Zona Rosa, es más fácil encontrar sexoservidores en la vía pública y en lugares privados. Aunado a ello, la infraestructura hotelera de todo tipo de precios, la apertura cultural, característica de la Zona Rosa, favorece el turismo sexual. Y aunque este oficio beneficie directamente a otro sector como el turismo en la Ciudad de México, no existen instancias y mecanismos que protejan la integridad de los sexoservidores. Daniel, no tiene problema de a dónde lo lleven sus clientes, lo pueden llevar a los hoteles más cercanos, ya sean económicos o caros; a domicilios particulares; hasta a otras ciudades. En una ocasión lo llevaron a Toluca, después del servicio lo transportaron de regreso al Distrito Federal. Uno de sus clientes frecuentes, lo contrató tres días por diez mil pesos y lo llevó a Acapulco, quedando los gastos en viáticos y entretenimiento cubiertos por el mismo cliente. Él lo recuerda como una “de las mejores experiencias”. Entonces: 500 pesos la hora ¿es dinero fácil? Para poder alcanzar una meta de al menos 4 mil 500 pesos en un fin de semana hay que trabajar desde las nueve de la noche hasta

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las seis de la mañana del día siguiente; Daniel no puede ver a sus hijos en fines de semana ya que son sus días laborales; no siempre hay trabajo seguro; no tiene respaldo institucional que garantice su seguridad como trabajador, ni su salud, más que el uso de condones y una revisión médica y periódica a cargo de él. Los días de lluvia tiene que protegerse del frío y de mojarse, se está expuesto a abusos de todo tipo, sea en la vía pública, por extorsión o durante la prestación del servicio, así como de algún talonero; no es un trabajo que se disfrute la mayor parte del tiempo; es difícil mantener una relación amorosa sin dejar de trabajar; hay que poseer una mentalidad lo suficientemente abierta para cumplir alguna fantasía sexual. Las mañas son necesarias para salir airoso ante cualquier circunstancia y como en todo, “confianza en sí mismo”. Esto no incluye que en ocasiones tenga que bajar su tarifa a 400 pesos a los regateros, o tener que correr a los novatos que cobran 200 o 300 pesos, ya que abaratan los precios, llevándose estos más clientes. En cuanto al dinero que se gana, el panorama cambia sí se es travesti o mujer. Hay una abismal desigualdad en el trato y respeto, como en las tarifas, por razones meramente sociales, culturales y geográficas. Una mujer sexoservidora que trabaja en las calles, difícilmente podrá ganar 500 pesos por hora, o un travesti, siendo estos últimos los que tienden a ganar más que una mujer, son buscados porque tienen genitales masculinos y la mayoría de los clientes son hombres que llevan una vida pública heterosexual. Sin embargo cobran menos que un hombre de la Zona Rosa. La falta de oportunidades, mejores ingresos no han permitido que Daniel quiera cambiar su actual oficio, sabe que la situación laboral en México es igual de precaria que la prostitución. Sin embargo, está dispuesto a regresar a alguna corporación policiaca o alistarse a la marina, una vez que su expediente sea borrado. No obstante, hay más ingresos que él puede percibir ahora, a costa de una estigmatización social y rentar su cuerpo a quienes estén dispuestos a pagar 500 pesos la hora.

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