Redes sociales y comunicación para el desarrollo.

July 18, 2017 | Autor: L. Benítez Eyzagu... | Categoría: Communication, Social Networks, Development communication, Redes sociales, Social Networking & Social Media
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Descripción

Comunicación y desarrollo

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Marcelo Martínez Hermida, José Ángel Brandariz, Xesús Lage y Montserrat Vázquez

Comunicación y desarrollo

LA CRUJÍA EDICIONES - 2012 - BUENOS AIRES

Comunicación y desarrollo / Aníbal Orué Pozzo ... [et.al.] ; coordinado por Marcelo Martínez Hermida ; José Ángel Brandariz ; Xesús Lage . - 1a ed. - Buenos Aires : La Crujía, 2013. 312 p. ; 20x14 cm. - (Inclusiones / Damián Fernández Pedemonte) ISBN 978-987-601-186-0 1. Comunicación. I. Orué Pozzo, Aníbal II. Martínez Hermida, Marcelo , coord. III. Brandariz, José Ángel, coord. IV. Lage , Xesús , coord. CDD 302.2

Comunicación y desarrollo Marcelo Martínez Hermida, José Ángel Brandariz, Xesús Lage y Montserrat Vázquez (coord.) 1º edición. Director de la colección Inclusiones: Damián Fernández Pedemonte © La Crujía Ediciones www.lacrujiaediciones.com.ar ISBN: 978-987-601-186-0 © 2013 La Crujia Ediciones

Queda hecho el déposito que previene la ley 11.723. Impreso en Argentina. Printed in Argentine. Queda expresamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.

Índice

Agradecimientos..............................................................................9 Introducción. Una apuesta al conocimiento: comunicación para el desarrollo en América Latina y Europa...........................11 Aníbal Orué Pozzo Parte I Comunicación y desarrollo. Evolución, debates actuales y retos del futuro La comunicación para el cambio social: ¿nos acerca o nos aleja?.................................................................23 Amparo Cadavid Bringe Comunicación y desarrollo en el mundo mediatizado................47 Oscar Hemer y Thomas Tufte Cultura, desarrollo y economía política de la comunicación brasileña........................................................63 César Ricardo Siqueira Bolaño y Verlane Aragão Santos Los medios de comunicación de proximidad y el empowerment del ciudadano: la importancia de los contextos sociales en la reflexión teórica sobre el espacio iberoamericano......................77 João Carlos Ferreira Correia

Parte II Comunicación, desarrollo y fronteras Fronteras permeables. Sobre la comunicación y el desarrollo en los modelos territoriales de la Unión Europea: la frontera luso-galaica como referencia.........................................................97 Marcelo Martínez, Xesús Lage, José Ángel Brandariz, Agustina Iglesias, Montserrat Vázquez y Ana Belén Fernández. Espacios de frontera y de comunicación: (la realidad) de las eurociudades en Galicia-Norte de Portugal como territorios europeos.....................................................................101 Marcelo Martínez Hermida Los agentes sociales del espacio eurorregional. Galicia-Norte de Portugal............................................................123 Xesús A. Lage Picos Fronteras y migraciones como símbolos de conflicto: influencia de las retóricas comunicativas..................................141 José Ángel Brandariz García y Agustina Iglesias Skulj La comunicación en las regiones transfronterizas: el caso de las eurociudades y la comunicación con sus ciudadanos......159 Montserrat Vázquez Gestal y Ana Belén Fernández Souto Parte III Democracia, educación y comunicación Comunicación y desarrollo: la educación como factor estratégico del cambio social..................................177 Delia Crovi Druetta y Rocío López González E-Responsabilidad social de la universidad...............................191 Ana Castillo Díaz y Mª Victoria Carrillo Durán

Democracia y comunicación pública: un desafío para América Latina..................................................205 Ángel Badillo Matos y Juan Ramos Martín Parte IV Política, economía y dispositivos tecnológicos La producción audiovisual iberoamericana y europea: la política cultural como puente para fomentar el desarrollo de la producción local en mercados abiertos.......227 Jordi López Sintas, Ercilia García Álvarez y Laura Isabel Rojas de Francisco Redes sociales y comunicación para el desarrollo....................251 Francisco Sierra Caballero y Lucía Benítez Eyzaguirre DISTIC y desarrollo social: una visión francesa.......................273 Bruno Cailler y Paul Rasse (coords.) Índice de autoras y de autores....................................................303

Agradecimientos

A

cada una y a cada uno de los miembros de los grupos de investigación fundadores de REAL_CODE en cada lugar de Europa y de América Latina que, con sus capítulos aquí publicados, atraviesan el puente de colaboración y debate al que se incorporarán progresivamente el resto de grupos que hoy conforman la red y también a aquellos y aquellas preocupados por fortalecer lazos de comprensión y de interpretación de la realidad social que puedan construir en común ambas regiones. A Manuel Chaparro Escudero y a Pierre Fayard, por sus atenciones para con este proyecto. A Aníbal Orué, por la oportunidad de sus palabras de confianza, a modo de prólogo de este libro. En especial, a las investigadoras de la Red REAL_CODE, Belén Puñal, por su paciente tarea al editar este libro, y Comba Campoy, por sus traducciones y por facilitar la comunicación con las autoras y los autores de los ensayos que aquí se incluyen. A los traductores, por su esfuerzo en la traducción de algunos de estos textos.

Introducción Una apuesta al conocimiento: comunicación para el desarrollo en América Latina y Europa Aníbal Orué Pozzo

C

incuenta años atrás, el economista brasileño Celso Furtado, al estudiar los procesos de desarrollo y subdesarrollo, concluía que este último no es resultado de una determinada fase histórica común a todos los países, sino al contrario, una condición específica de una parte del sistema capitalista. Se proponía, explícitamente, adoptar el punto de vista del «economista de un país subdesarrollado», propuesta sumamente avanzada para la época, destacando que en la construcción de un pensamiento social, la «visión del Sur» debería estar presente (Furtado, 1961). Años más tarde, Cardozo y Faleto (1969), en un ensayo hoy ya clásico de interpretación sociológica del desarrollo latinoamericano, observaban la necesidad de «establecer un diálogo con los economistas y planificadores para destacar la naturaleza social y política de los problemas del desarrollo en América Latina». Estos dos importantes textos germinales del pensamiento sobre el desarrollo latinoamericano podrían presentarse en los tiempos actuales como arcaicos y «pasados de moda». Sin embargo, ambos formaban parte de una corriente teórica acerca del entendimiento de un proyecto de desarrollo en los países latinoamericanos. Algunas de las preocupaciones levantadas por los textos citados más arriba no fueron superadas por el simple hecho de «pensar desde el Sur». Si bien los autores destacaban la necesidad de incorporar otros factores e, incluso, otras disciplinas al estudio del desarrollo, esto terminaba no incorporándose a sus propuestas, acabando el

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concepto de desarrollo reducido al aspecto económico o sociológico en esos momentos. Los intentos por introducir otras disciplinas, o incorporar nuevas dimensiones al análisis del desarrollo, estuvieron también presentes fuera de la región latinoamericana, al impulso de la eufórica ofensiva del capital norteamericano por imponer su modelo hegemónico, posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Como parte de estas nuevas «incorporaciones» en la reflexión sobre el desarrollo, emerge históricamente el área de la comunicación internacional, expresión en esos momentos del interés de los Estados Unidos por anclar suavemente, y sin mayores complicaciones políticas, su propuesta de modelo hegemónico en otras regiones fuera de sus fronteras. En paralelo a estos impulsos desde los grandes sectores del poder por expresar e imponer sus modelos políticos y económicos, se sentiría la fuerte presencia de los movimientos de liberación en gran parte de Asia y África y, asimismo, las transformaciones sociales y en el pensamiento que se introducen con la victoria de la revolución china y, en América Latina, con el triunfo de la revolución cubana. El campo de la comunicación internacional sufre un empuje hacia el conocimiento de las realidades externas y, paralelamente, desde esos mismos sectores comienza a gestarse la necesidad de una comprensión más amplia de los procesos de desarrollo y de comunicación necesarios para que éstos tengan el éxito deseado (Rogers, 1962). En algunos trabajos que podrían ser interpretados como los grundrisse o borradores fundamentales de la comunicación internacional, Lerner (1958), Schramm (1964) y Pye (1967) destacaban la importancia del diseño de políticas públicas en países subdesarrollados –o en vías de desarrollo, según algunos entendían–, de cara a orientar a la población hacia cambios de «actitudes y comportamientos». Asimismo, la implementación de dichas políticas contribuiría a la reducción de la distancia social entre las clases dominantes y las masas en proceso de modernización, eufemismo empleado para connotar el desarrollo. A partir de estas ideas, se inició el largo y tortuoso camino para intentar avanzar el desarrollo o la «modernización» en países que aún no habían alcanzado los niveles de los países hegemónicos, si esto era posible en esas condiciones. Apuntaban estos autores que uno de los aspectos a partir del cual es posible medir o percibir el pasaje de un país subdesarrollado a desarrollado consistía

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en la presencia o no de un determinado número de medios impresos como diarios, semanarios, etc. (circulación de los mismos), salas de cine, teatros, y otros aspectos de la industria del entretenimiento, distribuidos por habitantes en un determinado país; es decir, una infraestructura en el campo de la industria cultural. Ello significaba que, para los estándares y propuesta del concepto de desarrollo «desde el Norte», alcanzar un determinado índice de medios de comunicación y otras formas de la industria creativa constituía situaciones que bien podrían estar señalando el buen camino emprendido por un país determinado y sus sectores dominantes. Como el búho de Minerva sólo levanta vuelo al anochecer, luego de distintas, amplias y variadas experiencias en América Latina, durante los años sesenta y setenta comienzan a surgir las voces críticas al modelo mencionado más arriba, desde el propio Estado y también desde los sectores populares. Los años setenta y ochenta (que, paradojalmente para América Latina, muchos han denominado, desde la perspectiva económica, «la década perdida» –dada la crisis económica y las deudas externas espurias–) han sido testigos de una serie de avances sociales, de organización y de concienciación desde la perspectiva de los sectores subalternos. Durante estos años tienen un gran impulso y presencia diferentes movimientos que propugnan la equidad de género, organizaciones campesinas que buscan nuevas perspectivas en sus luchas, minorías étnicas, etc. En este contexto, amplias dinámicas de comunicación en y desde lo popular se destacan como activadoras de este fermento en la masa. Quedaba planteada, así, la posibilidad de mirar e instigar el desarrollo desde otra perspectiva, desde otros horizontes teóricos que no fueran aquellos estrictamente económicos, y desde otras prácticas sociales, y ya no desde las hegemónicas de entonces. En un interesante trabajo, a inicios de la década de 1990, García Canclini (1990) describe cómo y de qué manera, entre fines del siglo XIX e inicios del XX, impulsado por una «oligarquía progresista», se desarrolla en América Latina un amplio sistema de alfabetización y de educación masiva con la apertura de escuelas, un acelerado crecimiento urbano que a su vez comporta la presencia de medios impresos masivos y de la radio. Y, desde la década de 1940, un gran

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ascenso de las nuevas industrias culturales en la región. Igualmente, Martín-Barbero (1987), al describir la heterogeneidad presente en los países latinoamericanos, también destaca que el gran crecimiento de las ciudades en la región impulsaba un proceso de mestizaje o hibridación de culturas, siendo lo masivo resultado de este intercambio cultural. Se plantea, de esta manera, la necesidad de investigar los procesos de constitución de lo masivo, desde las transformaciones en las culturas subalternas, a partir de las mediciones sociales. De modo paralelo, y como una propuesta para intentar superar estas barreras por otros caminos, emerge en la década de 1970, y desde el Estado –o desde sectores que, fuera del mismo, presionan para que se instale–, un gran movimiento por el diseño de políticas nacionales de comunicación. Las propuestas por construir un Nuevo Orden Mundial de la Comunicación y la Información (NOMIC), lanzado en los años setenta por el movimiento de países no alineados y apoyado por la UNESCO, produce el Informe McBride (1980), que desata el nudo para destrabar, a nivel nacional e internacional, las dificultades de forma para que el flujo informativo entre países de distintas regiones se equilibre. La ecuación inicial se estaba cerrando y, a su vez, desplegando en toda su extensión. El desarrollo, o en todo caso el proceso por el cual amplios sectores sociales acceden a un buen vivir, a todos los beneficios de una educación amplia y gratuita, a una atención de la salud universal y, fundamentalmente, al derecho humano al trabajo y al disfrute de la vida, estaba planteado desde dos instancias políticas: desde el Estado y también desde amplios sectores populares organizados en América Latina. De esta manera, podemos entender que el área de comunicación para el desarrollo surge como expresión y es heredera de estos dos movimientos que se presentaron en América Latina y que hoy sentimos en toda su porosidad, peso y extensión. Acompañando esta vigorosa y activa corriente social, comienzan a germinar estudios e investigaciones que siguen y se integran a dichas iniciativas. De manera aislada, inicialmente, para luego ir creciendo cada vez con mayor integración de experiencias desde los distintos grupos de investigación y creación de conocimientos en centros de estudios superiores de América Latina, así como en otras

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regiones externas al continente. Entre estas iniciativas, es importante destacar la Red Europa América Latina de Comunicación y Desarrollo (REAL_CODE), fundada en Santiago de Compostela en diciembre de 2011. Esta red, compuesta por varios agentes sociales y grupos de investigación de Europa y América Latina, se expresa como una instancia «de trabajo cooperativo», entendiendo el «concepto de desarrollo reconocido internacionalmente como humano, integral y sostenible», enfatizando en la calidad de vida y el bienestar individual y social, según se expresa en el manifiesto de creación de la red. Sin embargo, y a partir de una relectura crítica de este documento que pretendía abrirse a la diversidad de las percepciones del conjunto de los grupos de investigación, debiéramos entender el «desarrollo» más allá de esta visión impuesta por países hegemónicos, tomando en consideración las resistencias, teóricas y sociales, a tal forma de percibir y concebir dicho concepto. En este sentido, otra práctica y entendimiento de desarrollo es posible. De esta forma se asienta el trípode de la comunicación para el desarrollo que se extiende en distintas regiones del mundo: la experiencia de movimientos sociales, acciones del Estado y, finalmente, el estudio, investigación e interpretación de los mismos procesos, que tienen su presencia y contribución en distintos continentes. También somos herederos de estas experiencias. El presente libro, presentado por la Red Europa América Latina de Comunicación para el Desarrollo, es la expresión de estos deseos, experiencias e inserciones de distintos grupos y actores sociales en ambas márgenes del Atlántico. Uno de los aspectos que lo caracteriza es la vasta y extensa visión sobre los distintos procesos comunicacionales en América y Europa que discuten e inspiran el desarrollo integral en ambas regiones. Los materiales reunidos plantean la inclusión de la comunicación como un campo transversal en los diversos y variados procesos de desarrollo local y regional, y se integran en cuatro grandes áreas temáticas. La primera parte ahonda en el binomio «comunicación y desarrollo» y en su evolución, con especial incidencia en los debates actuales y en los retos del futuro. Se convierte, así, en una puesta en común de perspectivas diversas, desde Europa y desde América

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Latina, desde el contexto hispano y el lusófono. Amparo Cadavid, de Colombia, viaja desde las concepciones iniciales de comunicación para el desarrollo –la comunicación entendida como instrumento al servicio del modelo occidental de desarrollo– hasta la maduración del concepto de comunicación para el cambio social, en el cual la comunicación es, ante todo, según esta autora, un proceso transformador surgido desde las propias comunidades. Cadavid destaca la necesidad de afianzar el campo, de modo que no quede como otro capítulo anecdótico de la comunicación antihegemónica. Desde el norte europeo, Oscar Hemer y Thomas Tufte entienden la comunicación para el desarrollo como un campo multidisciplinario de teoría y práctica, señalando la necesaria trans o interdisciplinariedad de la misma. Señalan los autores que, en contextos globales de movilizaciones sociales que derrocan gobiernos, es más que nunca urgente e importante una revisión y reflexión sobre la comunicación para el desarrollo. César Siqueira Bolaño y Verlane Aragão Santos escriben desde el Observatorio de Economía y Comunicación (OBSCOM) en Brasil, una buena muestra del carácter propio y diferencial que en dicho país cobra el estudio de la economía política de la comunicación, al aunar la tradición del materialismo histórico con el gran pensamiento crítico latinoamericano. En la línea de Furtado, su visión del desarrollo va más allá de lo económico y recalca las relaciones de dependencia cultural de lo que se etiqueta como la periferia subdesarrollada con el centro desarrollado. Para el OBSCOM, el papel de la información, de la comunicación y de la cultura en la actual reestructuración capitalista en curso no se limita a su influencia en la sociabilidad, sino que se incrusta en el interior de los procesos de producción. Desde Portugal, João Carlos Correia discute las propuestas de desarrollo en el marco de los procesos iniciados en este país. Cuestiona aquella transferencia de modelos de desarrollo presentados como uniformes para todo el continente que se ha visto acompañada de estrategias focalizadas en el dinamismo de un sector terciario dependiente de la financiación bancaria. Apunta la importancia de discursos diferenciados sobre el papel de la comunicación en los procesos de desarrollo, destacando el análisis comparativo.

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En este sentido, concluye el autor, la construcción de un puente entre estudios europeos y latinoamericanos será también la puesta en funcionamiento del estudio compartido de las diferencias. La segunda parte del libro corresponde a la propuesta de un debate de la comunicación y desarrollo en las áreas fronterizas de Europa, como parte de la discusión que ciertas formas de la comunicación y el desarrollo plantean en la dimensión espacial y territorial. Los grupos de investigación de las universidades gallegas de REAL_ CODE apuntan, en este caso, una interpretación del itinerario de espacios, agentes, procesos, conflictos y representaciones, incidiendo en algunos de los capítulos en el imaginario «eurociudad», como territorio articulador de las regiones periféricas de los Estados nación y de la organización supranacional que es la UE. Marcelo Martínez, al respecto, describe los espacios comunicativos de la territorialidad de la UE, institucional, operativa, desde las formas globales, y recalifica sobre la convivencia en las ciudades y áreas fronterizas. Xesús Lage se pregunta cómo o de qué manera los medios de comunicación se integran o afectan estos procesos de eurorregiones, o en la construcción de espacios sociales y territorios comunes. Apunta que experiencias analizadas dan cuenta de que contribuyen muy poco, pues continúan con la lógica de incorporar lo nacional antes que promover las eurorregiones. José Ángel Brandariz y Agustina Iglesias señalan la construcción mediática que se presenta en los medios sobre los migrantes, construyéndolos desde el poder hegemónico. Montserrat Vázquez y Ana Belén Fernández explican cómo las eurociudades se construyen desde la frontera hispano-portuguesa, y apuntan tres ejes específicos en la conformación de éstas: una zona franca social, creación de una ciudad de la salud y la ciudad creativa. Observan, desde el punto de vista institucional, instrumental, que es el momento de construir una idea de identidad que permita involucrarse en el desarrollo. El tercer corte temático es el de democracia, educación y comunicación. Delia Crovi y Rocío López hacen una presentación sumamente amplia de la relación entre comunicación, educación y procesos de desarrollo. Las autoras han realizado investigaciones acerca de la educación mediada tecnológicamente como central para el de-

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sarrollo. Por su parte, Ana Castillo y Victoria Carrillo plantean una interesante propuesta acerca de la responsabilidad social corporativa (RSC) que las universidades deben tener con la sociedad, compromiso como parte de los valores que la universidad debe realizar. Ángel Badillo y Juan Ramos discuten sobre democracia y comunicación pública, destacando la importancia de los medios de comunicación en la formación y construcción de la ciudadanía y el debate plural de los asuntos públicos. Señalan, al mismo tiempo –y esto es sumamente importante para América Latina–, las connivencias entre las oligarquías que controlan las industrias culturales y los sectores que controlan el poder político, sea éste democrático o dictatorial, y apuntan que los ciudadanos perciben a los grandes medios como actores económicos y políticos al servicio del statu quo. Finalmente, el último eje temático comprende los espacios de la política, la economía y los dispositivos tecnológicos. Desde Cataluña, Jordi López-Sintas, Ercilia García y Laura Isabel Rojas hacen un análisis de la producción audiovisual como expresión cultural y reparan en las características de la competencia internacional, en especial con las producciones de los Estados Unidos y su efecto en la producción local. Desde la Universidad de Sevilla, Francisco Sierra y Lucía Benítez analizan uno de los focos centrales: la relación de las nuevas tecnologías con la construcción de procesos de participación ciudadana. Investigan, al mismo tiempo, el modo en que Internet ofrece nuevas posibilidades en la construcción de redes comunicativas que trascienden los marcos nacionales y constituyen nuevas posibilidades para el desarrollo, dentro de un marco igualitario para las personas desplazadas, migrantes y las diásporas. Desde Francia, el grupo de investigación coordinado por Bruno Cailler y Paul Rasse trabaja el concepto de «dispositivos sociotécnicos de la información y de la comunicación». Parten del principio de que las tecnologías de la información y de la comunicación construyen a sus usuarios de la misma manera que éstos les dan forma. El entorno tecnológico no es neutro, afirman. Observan, finalmente, que si bien los dispositivos esclavizan, también constituyen el lugar posible de una liberación. En la vasta, amplia y diversa Latinoamérica, podemos señalar la importancia de estos trabajos en el marco de los procesos de integra-

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ción en curso. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), entre otras propuestas semejantes, emergen entre fines del siglo pasado e inicios del actual como una articulación positiva para construir un proceso de integración que implique y apueste por la inclusión y la equidad y, sobre todo, desemboque en una mejora sustancial de la calidad de vida de sus habitantes. Desde Europa, las experiencias al influjo de la Unión Europea presentes en este libro pueden a su vez convertirse en puntos o ejes de discusión para el logro de fines compartidos entre los grupos de investigación y los actores sociales involucrados. Uno de los más importantes ejes de discusión que surge en los últimos años en América Latina es la gestación de un sistema de medios públicos, buscando romper los límites de las experiencias hegemónicas y populistas de medios gubernamentales o del Estado. La posibilidad de que la ciudadanía se apropie de los medios, defina y oriente sus contenidos, está cada vez más presente en la discusión. Al mismo tiempo, fronteras comunes, flujo migratorio y procesos de integración bi y multidireccionales en estas zonas fronterizas se proyectan como una posible realidad –en algunos casos la práctica social ya los consagra– a corto plazo en los territorios y espacios sociales latinoamericanos. Las experiencias son múltiples. Los estudios e interpretaciones presentes en este libro también contribuirán, sin duda alguna, a tornar aun más importante el intercambio de experiencias y saberes entre ambas márgenes del Atlántico, buscando una cooperación horizontal, buscando empujar e impulsar un modelo de pensamiento y análisis desde la perspectiva de una cooperación. El desafío está propuesto. La Red Europa América Latina de Comunicación para el Desarrollo lo aceptó y presenta, como parte de este intercambio, los textos, estudios e investigaciones que, dado el comprometido y efervescente desarrollo de los mismos, impulsarán otros tantos en ambos continentes, que bien los necesitamos. Aníbal Orué Pozzo Universidad Nacional del Este (UNE), Paraguay Primavera de 2012

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Referencias bibliográficas Cardozo, F. H. y Faletto, E. (1969). Dependencia y desarrollo en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI. Furtado, C. (1961). Desenvolvimento y subdesenvolvimento, Río de Janeiro, Fundo de Cultura. García Canclini, N. (1990). Culturas híbridas, México, Grijalbo. Lerner, D. (1958). The Passing of a Traditional Society: Modernizing the Middle East, Glencoe, Ill, The Free Press. Martín-Barbero, J. (1987). De los medios a las mediaciones, México, G. Gili. McBride, S. y otros (1980). Un solo mundo, voces múltiples, México, FCE. Pye, L. W. (comp.) (1967). Communications and Political Development, Princeton, Princeton University Press. Rogers, E. (1962). Diffusion of Innovations, Glencoe, Ill, The Free Press. Schramm, W. (1964). Mass Media and National Development, Stanford, Stanford University Press.

PARTE I COMUNICACIÓN Y DESARROLLO. EVOLUCIÓN, DEBATES ACTUALES Y RETOS DEL FUTURO

La comunicación para el cambio social: ¿nos acerca o nos aleja? Amparo Cadavid Bringe1

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n su obra Oficio de cartógrafo, travesías de la comunicación en la cultura, Jesús Martín-Barbero (2002, pág. 49) recuerda la pregunta planteada por Luis Ramiro Beltrán (1976, pág. 9): ¿Qué tipo de sociedad albergó los primeros experimentos sobre comunicación masiva? ¿Se trataba de una sociedad infeliz, agobiada por la pobreza, las condiciones sociales y la inestabilidad? En absoluto, se trataba de una sociedad próspera y feliz. Una sociedad en que la individualidad predominaba sobre lo colectivo, la competencia era más determinante que la cooperación y la eficacia económica y la sabiduría tecnológica tenían más importancia que el desenvolvimiento cultural y la justicia social. Era una 1

Grupo de investigación CLP (Comunicación, Lenguaje y Participación), Corporación Universitaria Minuto de Dios (Colombia). El grupo CLP, del departamento administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uninimuto), trabaja sobre varias líneas de investigación: lingüística, semiótica, literatura y escritura, periodismo y medios ciudadanos, y comunicación y cultura. Ligado a las tres está la línea de investigación en comunicación participativa, que pretende generar conocimiento social que propenda no sólo a la autonomía y el autorreconocimiento de todos los sectores sociales sino también al aprendizaje colectivo y a la capacidad de decisión y gestión social. El campo de la comunicación y el desarrollo se encuentra entre las apuestas académicas del grupo de investigación.

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sociedad a punto de convertirse en el imperio económico más importante e influyente del mundo.2 De esta manera, Martín-Barbero inicia una de sus obras más importantes. Además de recoger parte de su producción anterior, hace un análisis de conjunto de lo que ha sido el aporte de América Latina al pensamiento, el conocimiento y la investigación en comunicación en el mundo. Y hace un justo balance hasta la década de 1990. Esta pregunta le permite mirar hacia América Latina para interrogarse sobre cuáles han sido las sociedades que han albergado el desarrollo del pensamiento de que trata el libro. Y es en sus respuestas a esta pregunta que nos muestra el mapa de una subregión (América Latina) mestiza, diversa, atravesada por múltiples culturas y sensibilidades que se ha construido a partir de modelos foráneos, muchas veces contradictorios entre sí, y en relación con la cultura donde se imponen, pero que en su interior va gestando y construyendo un pensamiento propio. Y a uno de esos ámbitos del pensamiento propio es al que se refiere este texto. Con una acotación; lo hace para, desde allí, mirar hacia el futuro y hacia el continente que también la engendró, hacia los siguientes pasos que hay que dar en esta búsqueda por enfocar la comunicación hacia lo que la sociedad busca y anhela.

La comunicación para el desarrollo, un paradigma aún vigente En los últimos quince años se ha escrito mucho sobre la comunicación para el desarrollo, esta vez para mirar cómo los nuevos conceptos de desarrollo que han superado la etapa inicial colocan a la comunicación en otra posición. En las versiones iniciales, la comunicación para el desarrollo era eso, un instrumento o estrategia para 2

Beltrán, Luis Ramiro (1976). «Premisas, objetos y métodos foráneos en la investigación sobre comunicación en Latinoamérica», en Miquel Moragas, Sociología de la comunicación de masas (tomo II), Barcelona, Gustavo Gili, Barcelona.

La comunicación para el cambio social: ¿nos acerca o nos aleja?

alcanzar un nuevo estadio económico, social, tecnológico, más avanzado con respecto al anterior, según una visión o modelo dominante de lo que debe ser una sociedad y una concepción de bienestar. Este modelo original fue evolucionando en la medida en que el fracaso de los modelos de desarrollo se hizo evidente; sin embargo, no hubo otro concepto para reemplazarlo, sino que se resignificó. Entonces, aparece el desarrollo humano, integral y sostenible, que en teoría hace una ruptura con el anterior, porque invierte los paradigmas. Veamos de qué manera: en su versión preliminar, el desarrollo se identificó con el crecimiento y, entre otros campos, se inspiró en la reconstrucción de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, que consistió en la inversión para restablecer su infraestructura y productividad económica. Si tomamos como modelo los avances de los países industrializados, éstos, liderados por los Estados Unidos, consideraron que era un acto de humanidad y de civilización crear condiciones semejantes a los países «centrales» que, desde su posición, veían a los otros como «de la periferia», dado que sus indicadores económicos e infraestructurales estaban muy por debajo de los propios. El parámetro fue, por lo tanto, la economía vista como productividad, la infraestructura y la tecnología conexas con las anteriores. No se preguntaron por la sociedad, la cultura, la historia, la organización. En realidad, al tiempo que sus industrias de guerra debían mutar hacia las de electrodomésticos también había un nuevo interés: vender esos productos más allá de sus fronteras. Había que crear las condiciones del consumo; la necesidad del desarrollo fue, también, una respuesta para esa preocupación (Cortés, 2001). Así que en esta resignificación del concepto de desarrollo, el primer paradigma que se invierte es el de pasar de un concepto de desarrollo en esos términos a uno con mirada humana, es decir, que incluye lo que antes no se veía: la gente. Involucra ahora a la sociedad, sus organizaciones y redes, la cultura, los géneros, las generaciones, la religiosidad y demás factores que la caracterizan y describen. Técnicamente, a mediados de la década de 1990 emerge un campo conceptual denominado «capital social», para referirse a esta transformación paradigmática del concepto de desarrollo. El «capital social» es aquel que, comparado con el capital financiero, incluye

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factores como el sentido de pertenencia entre las personas (Bourdieu, 1985), las organizaciones y sus redes para beneficio mutuo (democracia) (Putman, 1993), las normas (Woolcock, 1998), los recursos morales, la confianza y los mecanismos culturales que refuerzan los grupos sociales (Fukuyama, 1995), que permiten la acción colectiva (Coleman, 1990) y el beneficio común (Woolcock, 1998). Amartya Sen (2000) le añadió a éste los conceptos de dignidad y de libertad. Y posteriormente, el BM en 1998 adicionó las instituciones, relaciones, actitudes y valores que gobiernan la interacción de las personas y facilitan el desarrollo económico y la democracia. El segundo factor que se involucra en la resignificación es el integral que, trascendiendo lo meramente económico, infraestructural y tecnológico, incluye a la sociedad con todas sus variables, sus instituciones y organizaciones y, además, al medio ambiente. Posteriormente, en 1999 el BM acuñaría una manera de llamar a este nuevo paradigma: Marco Integral del Desarrollo (MID). Éste «impulsa un enfoque más integrador y multidimensional del desarrollo a nivel de cada país y aplica cuatro principios fundamentales, relacionados entre sí: programa de desarrollo holístico y de largo plazo; autoría del país de amplia base; coordinación entre donantes; y rendición de cuentas por los resultados del desarrollo. El MID permite a cada país tomar control de su proceso de desarrollo de manera tal que refleje un consenso nacional sobre el tema, más allá del gobierno. Gracias a este enfoque, la sociedad civil ha ganado protagonismo en el debate sobre las políticas macroeconómicas aplicadas en los países que forman parte del MID».3 Esta formulación se concretaría en 2000, en los renombrados «Objetivos de desarrollo del milenio» (ONU, 2008):4 Objetivo 1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Objetivo 2. Lograr la educación primaria universal. Objetivo 3. Promover la equidad de género y la autonomía de la mujer. Objetivo 4. Reducir la mortalidad infantil. 3 4

BM: http://web.worldbank.org/WBSITE Naciones Unidas (2008). «Objetivos de desarrollo del milenio».

La comunicación para el cambio social: ¿nos acerca o nos aleja?

Objetivo 5. Mejorar la salud materna. Objetivo 6. Combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades. Objetivo 7. Garantizar la sostenibilidad ambiental. Objetivo 8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Formulación que aterrizó en temáticas/problemáticas concretas. Esa «integralidad» ya comenzaba a ser mencionada desde la década anterior. Como puede observarse, pareciera como si el antiguo énfasis en el desarrollo económico, infraestructural y tecnológico hubiera desaparecido. Sin embargo, salta a la vista que éste queda en el intertexto de todos los objetivos, pero en especial, del primero y del último. También al concepto de sostenibilidad del desarrollo le cambió el foco. Este concepto, que ha tenido varias etapas en su conformación, si bien se inicia con la sostenibilidad económica y se aplicó inicialmente a los proyectos o negocios, termina muy pronto involucrando lo ambiental,5 social, político y cultural. Se esperaría, entonces, que al evolucionar y hacerse más amplio y más complejo el concepto de desarrollo, el de comunicación para el desarrollo también se transformara. Pero, ¿en qué medida podría hacerlo? Porque lo que aquí se cuestiona es el uso de la preposición «para» que indica que la comunicación está «en función de», de manera que si bien cambia el objetivo último del desarrollo, la función de la comunicación sigue siendo la misma: instrumental. Es decir, ahora la comunicación sigue siendo un instrumento central para el «otro desarrollo». Por eso, hoy, a pesar de que los programas de desarrollo en los países de América Latina han adoptado un concepto más amplio y apropiado del desarrollo, la concepción de la comunicación ligada a él sigue siendo la misma. 5

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en junio de 1992 en Río de Janeiro y conocida como Cumbre de la Tierra, logró que el tema ambiental se convirtiera en la columna vertebral del desarrollo para transformar los estilos y políticas sectoriales y económicas, manteniendo la integridad ecológica del planeta y dando un mayor contenido social y de equidad global al desarrollo.

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¿Y qué es entonces lo que hace la comunicación para el desarrollo hoy? Si se mira lo que propone el BM, la FAO, la Comisión de la Unión Europea, el BID y demás entidades de cooperación, la comunicación sirve fundamentalmente para lograr visibilidad, informar, divulgar, convocar y apoyar procesos educativos. Las campañas publicitarias siguen siendo una actividad que atrae a la mayoría de los presupuestos del sector. Desde la visión europea, la comunicación para el desarrollo es, así, una estrategia más de la cooperación, la cual se incluye con esa visión instrumental en los procesos de planeamiento, ya normatizados por el «marco lógico».6

Comunicación para el cambio social Para muchos académicos, activistas, estrategas de la comunicación y productores independientes de medios, este campo de la comunicación para el desarrollo comienza a agotarse hacia finales de la década de 1990. Principalmente, porque se ve asociada a estrategias de comunicación que se formulan en oficinas centralizadas de planificadores nacionales e internacionales, sin contacto suficiente con las realidades regionales y locales que desean «desarrollar». En esos momentos comienzan a surgir con mucha fuerza otras situaciones comunicativas que buscan la transformación de la sociedad y que, si bien emergen de antiguas experiencias de comunicación alternativa, popular y comunitaria, adquirieron entonces una posición de mayor impacto e incidencia en las realidades sociales; por ejemplo, los medios ciudadanos, generalmente locales y en manos de las comunidades. También aparecen los colectivos comunitarios de comunicación que, sin medios propios, hacen comunicación 6

Metodología aplicada con frecuencia por organismos de cooperación internacional para planificar la gestión de proyectos orientados por objetivos. Es un instrumento de planificación muy conocido en los países en vías de desarrollo que han recibido cooperación de los países europeos y de la Unión Europea. Ha sido ampliamente criticado en los países receptores de cooperación, que lo han vivido como una imposición.

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y buscan canales para expresarse. El teatro, los murales y, ahora, Internet se convierten en espacios donde la gente comienza a expresarse y a generar procesos de diálogo con otros sobre temas de interés común. Surge así, en el año 2000, un concepto que busca denominar este campo de la comunicación que se asocia con la transformación de una sociedad, pero que se fundamenta en la actividad de las personas, de las comunidades, de la sociedad civil: la comunicación para el cambio social. No es una nueva manera de llamar un concepto antiguo, sino un nombre nuevo para una nueva comprensión de la fuerza y capacidad que tiene lo comunicativo desde la gente; capacidad que ya se visibiliza plenamente en la sociedad. Comunicación para el desarrollo denomina el campo de la comunicación en función de un modelo, como lo es el desarrollo, y coloca a la comunicación como un instrumento al servicio del modelo. Comunicación para el cambio social señala la capacidad propia que surge de la comunicación como campo de construcción social y cultural para transformar esa sociedad en su conjunto. Tiene, entonces, una serie de características: es participativa, surge de la sociedad; se basa en la propia cultura, y por ello se respetan sus idiomas y su historia; hace uso de las tecnologías disponibles; busca alianzas y establece redes; y es democrática: crea espacio para la expresión y visibilidad de todos (Gumucio, en Cadavid y Pereira [comps.], 2012). Esta nueva denominación tiene su origen en querer diferenciarse de la comunicación para el desarrollo y significar un paso hacia delante. En la construcción del campo de la comunicación para el cambio social han jugado varios factores: (a) la comprensión de la comunicación no como un instrumento sino como una dimensión de lo socialcultural que tiene la capacidad para generar y fortalecer transformaciones; (b) la comunicación como interacción entre dos o más individuos o grupos, y no como acción meramente informativa o divulgativa desde un polo hacia un objeto pasivo-receptivo; (c) la existencia de una voluntad concertada entre quienes participan de una potencial transformación para hacerlo desde el campo de la comunicación, que pone en diálogo, por ejemplo, a las ONG, las mo-

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vilizaciones sociales, el Estado y la cooperación internacional, para alcanzar un logro colectivamente; (d) el campo de la comunicación para el cambio social asume y le da perfil a nuevos sujetos sociales surgidos de procesos de movilización y lucha por el reconocimiento: ambientalistas, mujeres, discapacitados, desplazados, inmigrantes, LGTB, etcétera; y (e) también construye una agenda propia que prioriza los temas que son la búsqueda de las transformaciones que se desean: derechos humanos, medio ambiente, equidad de género, sostenibilidad, gobernabilidad, participación, democracia y demás. Los desarrollos conceptuales de este nuevo término son todavía muy jóvenes. Una característica que tienen en común es que en su mayoría provienen de las reflexiones y el estudio sobre hechos, realidades, casos. Entre ellos, y muy importante, está el texto de Alfonso Gumucio-Dagron Haciendo olas (2001). Es un trabajo que recoge y caracteriza casos de comunicación en contextos que demuestran cómo esta dimensión ha transformado la sociedad hacia lugares diferentes. Recoge cincuenta casos de comunicación del llamado «tercer mundo», los sistematiza y muestra en qué consistió el aporte al proceso de cambio social. Luego, escribe un capítulo introductorio donde analiza en conjunto estos casos y desarrolla planteamientos e hipótesis conceptuales que permiten avanzar el desarrollo teórico de este campo. Entre estos casos, por ejemplo, toma para Colombia los primeros años de Radio Sutatenza, y luego, una experiencia tan distinta como el teatro Kerigma, de Bosa. De esta manera, involucra una diversidad de realidades en todos los sentidos y, a partir de ella, muestra aquel lugar donde la comunicación se convierte en transformación. Otros autores han pensado este campo y escrito sobre él, partiendo de investigaciones, entre ellos, Clemencia Rodríguez,7 Rafael Obregón (2006)8 y Jair Vega.9 Gran parte de la reflexión en comunicación para el cambio social que se ha generado proviene de campos 7

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Rodríguez, Clemencia (2001). Fissures in the Mediascape, Nueva York, Hampton Press. Obregón, Rafael (2006). «Del multiculturalismo a la ciudadanía global», en Investigación y desarrollo, vol. 10, nº 2, Uninorte. Vega, Jair (2005). «Entrevista a Clemencia Rodríguez, Amparo Cadavid y Jair Vega», en La iniciativa de la comunicación - Entrevistas.

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específicos, generalmente críticos, en los cuales la sociedad demanda cambios profundos y prontos y para los cuales la comunicación ha sido un eje y no meramente un instrumento. Ejemplo de ello es el campo de la salud, donde ha logrado en los últimos diez años desarrollos significativos y se han escrito documentos reflexivos que replantean y reubican la comunicación. Son los casos de Luis Ramiro Beltrán, Rafael Obregón,10 Jair Vega,11 Alfonso Gumucio12 y la Asociación de Comunicadores Sociales Calandria, de Lima, Perú, por mencionar algunos. Hoy en día, la comunicación para el cambio social se ha convertido en una materia dentro del pénsum y de los programas académicos de las carreras de comunicación social a lo ancho y largo de América Latina. Sin embargo, sus límites y diferencias con el campo de la comunicación para el desarrollo no están claros. En la mayoría de los casos, podría ser lo mismo. La utilización del concepto de cambio social, sin embargo, es más política que técnica y, como se menciona arriba, es estratégica en cuanto quiere señalar sin ambigüedades que este tipo de comunicación (para el cambio social) no es esclava de uno u otro entendimiento del desarrollo, sino que tiene cuerpo y sentido propio y que, definitivamente, no es instrumental, ni difusionista, ni basado en una concepción autoritaria de las relaciones humanas. A la vez que otros campos de la comunicación se van caracterizando y fortaleciendo en América Latina –campos centrales para la sociedad, como el periodismo y la opinión pública, la publicidad, la producción en medios y demás–, la comunicación para el desarrollo/cambio social se va fortaleciendo y transformando a su lado. Se ha venido posicionando junto con los espacios donde se piensan los modelos futuros y se redactan las políticas. Y sobre todo, donde se

Obregón, Rafael (s/f). «Comunicación en salud: construcción y desafíos de un campo interdisciplinar», en Aula abierta, portal de la Universidad de Barcelona. 11 Vega, Jair; Suárez, Laura y Mendivil, Carmen Rosa (2004). «Joven habla joven: una experiencia de comunicación y salud con poblaciones del caribe colombiano», Barranquilla, Uninorte. 12 Gumucio, Alfonso (2001). «Comunicación para la salud, el reto de la participación», disponible en http://www.comminit.com/en/node/150405. 10

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definen y caracterizan las grandes problemáticas sociales (pobreza, enfermedades, conflicto y violencia, desplazamientos y migraciones) y se buscan sus soluciones. De aquí que sea un campo estratégico y neurálgico, eje de construcción de futuro, que debe tomarse con toda la seriedad de la potencialidad que ofrece y ahondar en él todo lo necesario para darle la visibilidad y el posicionamiento como dimensión de transformación. Hay que hacerlo a la altura de quienes definen los destinos del mundo, de los países y de los sectores, y también de la sociedad a través de sus organizaciones y de sus movilizaciones.

Congreso mundial de comunicación para el desarrollo en Roma A pesar de los esfuerzos de muchos latinoamericanos en posicionar el nuevo concepto, su aceptación más amplia e institucionalizada se ha hecho esperar. Hacia mediados de la década de 2000, desde varios lados del mundo comenzó a llevarse a cabo un movimiento que conduciría luego a un encuentro mundial donde se plantearía y debatiría este campo, que oficialmente seguía llamándose comunicación para el desarrollo. A pesar de esto, el marco y el espíritu mencionados arriba ambientaron el Congreso de Comunicación para el Desarrollo que finalmente se llevó a cabo en el recinto de la FAO, en Roma, en octubre de 2006. Organizado tanto por esta entidad del sistema de Naciones Unidas, como por el Banco Mundial y La Iniciativa de Comunicación,13 fue atendido por entidades públicas y privadas de todo el orbe y contó con una preparación previa.

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La Iniciativa de Comunicación es un espacio para compartir, debatir e impulsar la comunicación efectiva para el cambio social. Consiste en un sistema de información que opera a través de un portal especializado en la comunicación para el cambio social, el cual se alimenta a través de las acciones que esta entidad impulsa y genera en los diferentes ámbitos de la sociedad. Es un espacio importante de apoyo y dinamismo con que cuenta el mundo y, en particular, América Latina. Véase http://www.comminit.com/la/index.html.

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Los esfuerzos por realizar el congreso en Roma comenzaron varios años antes y lograron atraer la atención y el interés de la mayoría de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que se sienten interpeladas por el tema. De hecho, es uno de los aspectos que siempre está sobre la mesa cuando se piensa en proyectos de intervención que desean transformar una sociedad. Por la participación multitudinaria en el evento y por lo allí sucedido, este congreso es un hito en la historia de este campo, en los últimos veinte años. Se demostró a quienes tienen en sus manos la definición de políticas de desarrollo, la propiedad y efectividad de la comunicación para enfrentar los retos más importantes del desarrollo que, hoy en día, es un campo y un enfoque que arrastra y compromete a inmensas poblaciones en todos los países, en el que ya hay mucho construido y que es necesario fortalecer. Por lo tanto, la perspectiva de comunicación debe ser incluida de manera mucho más integral a las políticas y planes de desarrollo alrededor del mundo. La comunicación para el desarrollo –procesos de diálogo, intercambio de información y construcción de entendimientos mutuos entre las comunidades y grupos sociales– como una estrategia y conjunto de herramientas eficaces para las intervenciones del desarrollo, permite valorar y mitigar los riesgos políticos y sociales de esas intervenciones y construir empoderamiento y sostenibilidad.14 Como puede verse, con estas palabras se da un salto cualitativo en la comprensión del papel que juega la comunicación en el desarrollo comparado con las décadas anteriores. El congreso también amplió la comunidad que trabaja para el desarrollo internacional y los definidores de política, de manera que la comunicación se mantenga dentro de la corriente central del desarrollo. Para ello, se estructuró alrededor de los más grandes retos que presenta hoy este campo. Cada sesión fue organizada por una agencia, una institución o una organización comprometida procedentes de todos los países del mundo. Esto se logró gracias a una convocatoria previa que requirió el envío de propuestas para cada una de las 14

Tomado del portal del evento: http://www.devcomm.org/worldbank/macro/2.asp.

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sesiones. Se buscó que cada presentación y que cada discusión demostrara el valor agregado que significa incluir la comunicación en proyectos y programas de desarrollo, ofreciendo datos y evidencias de experiencias que así lo hubieran logrado. También se incluyeron sesiones para exponer los fundamentos teóricos y metodológicos de la comunicación para el desarrollo. Por la relevancia que se le dio desde el primer momento, se realizaron una serie de eventos previos conducentes a estructurar y preparar todas las facetas del contenido del congreso. Entre ellos, sobresalen en América Latina los siguientes: • El seminario «Sin comunicación no hay desarrollo», que consistió en un sondeo regional y sectorial para construir un estado del arte sobre el campo en la región. Fue organizado por A.C.S. Calandria, con la colaboración de CAMECO, Iniciativa de Comunicación, FAO, ANDI, AVINA y DECAL (la Campaña por el Derecho a la Comunicación, impulsada por ALER, AMARC, WACC, OCLACC, IPS. APC y Radialistas). En él participaron 72 comunicadores, expertos sociales y funcionarios de la cooperación para el desarrollo, provenientes de Alemania, Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Italia, Perú, Uruguay y Venezuela. El objetivo del evento fue demostrar la importancia de la comunicación en los avances del desarrollo, identificando cuál es su valor agregado y en qué consiste su aporte e incidencia en los cambios. Los panelistas expusieron una serie muy diversa de estrategias de comunicación, impactos, aprendizajes e interrogantes: estrategias de abogacía y capacitación para incidir en el diseño de políticas públicas de televisión infantil; movilización, monitoreo, análisis y calificación de medios para influir la agenda pública del desarrollo; la recuperación de formatos como la radionovela; la conformación de redes de emisoras que utilizan la radio satelital; los aprendizajes de la comunicación en salud y los procesos de participación y opinión de la ciudadanía sobre su salud y la de su comunidad; la diferencia entre medios del Estado y medios públicos; el periodismo público para construir agendas ciudadanas, el diálogo entre sociedad civil y el Congreso de la Repú-

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blica del Perú para vigilar y colaborar o cogestionar iniciativas; las veedurías de medios y otras.15 • «Onda rural», un taller latinoamericano sobre radio, nuevas tecnologías de información y comunicación y desarrollo rural, que fue organizada por la FAO y la división de comunicación para el desarrollo del Banco Mundial, junto con otros patrocinadores, y se llevó a cabo en Quito (Ecuador) entre el 20 y el 22 de abril de 2004.16 En él participaron 89 expertos en comunicación rural y terminó con la Declaración de los 2800,17 que define una guía para colocar las nuevas tecnologías en la agenda de las emisoras radiales, de manera que se cierre la brecha existente entre el avance de las TIC y la pobreza rural. También resultó una publicación llamada Lo que hay que ver: radio, TIC e interactividad.18 • «Taller regional sobre comunicación para el desarrollo y modos de vida sostenibles», que fue llevado a cabo del 28 de mayo al 1 de junio de 2006 en Costa Rica. • «Encuentro internacional de comunicación y desarrollo de los pueblos indígenas», realizado del 13 al 15 de septiembre de 2006, en Santacruz (Bolivia) y convocado con el apoyo de la FAO y Calandria, instituciones socias de La Iniciativa de la Comunicación. En el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo participaron 915 personas, de las cuales 500 fueron seleccionadas previamente de todos los países del mundo: responsables de diseñar políticas, organizaciones no gubernamentales donantes y receptoras, profesionales de la comunicación, académicos, responsables de proyectos de desarrollo, medios de comunicación comerciales y ciudadanos, organismos internacionales multilaterales, ministros y autoridades del «tercer mundo», y premios Nobel. Todos ellos debatieron durante tres días la necesidad de introducir de manera más profunda Tomado de http://www.comminit.com/la/pensamientoestrategico/pensamiento2005/ pensamiento-208.html. 16 Véase Radio, New Information and Communication Technologies (ICTs) and Rural Development. 17 Declaration of the 2800. 18 The One to Watch: Radio, New ICTs and Interactivity. 15

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y estrecha la disciplina de la comunicación para el desarrollo dentro de las políticas y prácticas de las corrientes dominantes del desarrollo. El congreso se estructuró alrededor de tres grandes temas: salud, gobernabilidad, sostenibilidad y, además, unos laboratorios de producción. Dentro de cada uno, se invitó a tres ponentes a presentar diferentes aspectos de la problemática y así abrir la discusión. Posteriormente, los participantes presentaron sus ponencias especializadas y producto de investigaciones y trabajos previos en cada uno de los campos.19 La primera, «Comunicación para la gobernabilidad, la participación y la transparencia», trató temas como el interés público, la rendición de cuentas, la creación de sistemas de comunicación, la lucha contra la corrupción, la transparencia en las instituciones o la gobernabilidad en la práctica. La segunda, «Comunicación para el desarrollo sostenible», abordó la seguridad alimentaria, la administración de recursos naturales, la comunicación en el marco de la globalización, la lucha contra la pobreza y la dimensión local. La tercera, «La salud en la era de la pobreza», trató cuestiones como las mentiras sobre el sexo, la historia del sida, vacunas y erradicación de la polio, el dar voz y control a quienes están afectados, salud y derechos y uso de información para respaldar procesos. La cuarta, «Los laboratorios de medios», tocó la comunicación para el desarrollo en la era digital, la inclusión social, la capacidad de efectividad que tiene la comunicación, la comunicación participativa, los medios comerciales y la comunicación para el desarrollo, así como las noticias como elementos para el desarrollo. Después de los tres días de trabajo, la plenaria del congreso llegó a un consenso20 que dejó por escrito los resultados, conclusiones y 19 20

Véase http://www.devcomm.org/worldbank/public.asp?idmacro=4&idmicro=10 The Rome Consensus – Communication for Development – A Major Pillar for Development and Change. El texto del «consenso» está en http://siteresources. worldbank.org/EXTDEVCOMMENG/Resources/RomeConsensus07.pdf.

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recomendaciones. Los principales aspectos de dicho consenso fueron los siguientes: • Hay evidencia documentada de los resultados e impactos de abordar los procesos de desarrollo incluyendo estrategias de comunicación. Se documentan muchísimos casos en los eventos previos y en los traídos al congreso. • Los principales retos actuales de la humanidad están relacionados con la superación de la pobreza. Este aspecto está muy bien documentado en «Los objetivos del milenio». • Los derechos a la igualdad y a la comunicación están protegidos y reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. • La comunicación para el desarrollo es un proceso social basado en el diálogo, que utiliza un amplio espectro de instrumentos y métodos. Busca el cambio a diferentes niveles, como son escuchar, construir confianza, compartir conocimientos y habilidades, construir políticas, debatir y aprender para lograr un cambio significativo y sostenible. No son relaciones públicas o comunicación corporativa. • Se requiere que las organizaciones responsables del desarrollo le den mayor prioridad a los elementos esenciales de los procesos de la comunicación para el desarrollo, como ha sido demostrado por la investigación y por la práctica. Por ejemplo, el derecho y la posibilidad de que la gente participe en las decisiones que les afectan o el asegurarse de que tienen herramientas de comunicación para que se puedan comunicar por sí mismos. • Hay que alcanzar procesos de largo plazo. No se trata sólo de mejorar la eficiencia de los esfuerzos, se trata de alcanzar procesos sociales y económicos sostenibles, como la construcción de la ciudadanía y la gobernabilidad, y de profundizar los vínculos y procesos comunicativos entre la gente de una comunidad o sociedad. Éstos son pilares fundamentales para cualquier desarrollo. En cuanto a las recomendaciones: • Todas las políticas nacionales de desarrollo deben incluir componentes específicos de comunicación.

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• Las organizaciones para el desarrollo deben incluir la comunicación para el desarrollo como un elemento central desde el comienzo del programa. • Se debe fortalecer la capacidad de la comunicación para el desarrollo en todos los niveles en todos los países y organizaciones. Esto incluye personas en las organizaciones, especialistas en comunicación para el desarrollo y otro personal necesario para el desarrollo de futuros cursos y programas académicos. • Expandir el nivel de inversión financiera para garantizar financiación adecuada y coordinada para los elementos definidos como centrales de la comunicación para el desarrollo, mencionados anteriormente. Esto incluye un presupuesto suficiente para desarrollar la comunicación. • Adoptar e implementar políticas y legislación que proporcionen un ambiente adecuado para la comunicación para el desarrollo, incluyendo el uso de medios libres y plurales y el derecho a la información y a la comunicación. • Los programas de comunicación para el desarrollo deben identificar e incluir metodologías e indicadores de seguimiento y evaluación a lo largo de todo el proceso. • Consolidar las asociaciones y redes en los niveles internacional, nacional y local para avanzar en la comunicación para el desarrollo y mejorar sus resultados. • Ir hacia un concepto de derechos basados en la aproximación de la comunicación para el desarrollo. La peruana Rosa María Alfaro hizo aportes en el marco de apertura y direccionamiento de las presentaciones y los debates. Varias de las recomendaciones que incluye en este texto son retomadas, luego, en las recomendaciones finales del plenario. El título de su ponencia, bastante elocuente, sintetiza, en parte, el enfoque de este marco: «Sin comunicación no hay desarrollo».21 En él, recoge lo que ha sido la experiencia y el recorrido de la comunicación para el desarrollo en el continente y la manera en que ha ido evolucionando ligando

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Alfaro, Rosa María (2006). «Sin comunicación no hay desarrollo», palabras de apertura en el WCCD, Roma http://www.glocaltimes.k3.mah.se/viewarticle. aspx?articleID=103&issueID=0

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ciertos aspectos, siempre en un debate entre la conceptualización y el campo de la teoría, y la realidad de la práctica, presionada por las urgencias de los cambios. Se refiere, en particular, a los aprendizajes de América Latina en las cuatro áreas que el congreso relevó: salud, gobernabilidad, sostenibilidad y producción en medios. Algunas recomendaciones que pueden surgir de esta participación de latinoamericanos en el evento son: • Concebir la comunicación para el desarrollo como un proceso que está permanentemente en evolución y que, por lo tanto, requiere una reflexión permanente y la sistematización y análisis de las experiencias que en este campo se dan, para obtener las lecciones aprendidas de los éxitos y los fracasos. • Difundir el proceso y los resultados del evento y generar debates a varios niveles y en diferentes ámbitos del desarrollo, a partir de las ponencias y demás materiales que allí se llevaron. • Fortalecer las redes de las personas y organizaciones que están vinculadas con este campo en busca de intercambiar y generar conjuntamente resultados e impactos en los países. • Vigorizar en los currículos universitarios las materias relacionadas con la comunicación para el cambio social, así como la investigación y las prácticas de campo. • Generar y fortalecer redes entre quienes definen políticas de desarrollo, quienes las ejecutan y los expertos en comunicación para el desarrollo, para diseñar procesos conjuntamente, incluyendo, además, la participación de las comunidades de base. • Aumentar el número de eventos en los cuales se presentan y debaten experiencias de comunicación para el desarrollo, que permitan conocerlas y compartirlas entre quienes las viven y realizan. Pasados seis años de este gran congreso, todavía no se ven con claridad y de manera generalizada los resultados en la aplicación de esta riqueza conceptual y este debate mundial en las instituciones que tienen bajo su cargo los temas del desarrollo. Se logró reformular el concepto de comunicación para el desarrollo, pero éste no se ve en las nuevas políticas y diseños, al menos en América Latina, ni

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en los enfoques de la cooperación desde la Unión Europea. Al contrario, parece que este congreso nunca hubiese existido.

Mirando adelante Tomando como fundamento los avances logrados a la fecha, en función del pensamiento sobre este nuevo campo que surge a la luz pública de las experiencias sostenidas en la sociedad, es necesario, sin embargo, plantearse algunas cuestiones. Son inquietudes acerca de su futuro, que no se ve claro, a pesar de ser un ámbito que avanza. Por una parte, está el tema de la relación entre lo «local» y lo «global». El campo de la comunicación para el cambio social surge de experiencias localizadas en comunidades específicas alrededor del planeta. Esta necesidad de mirar con microscopio la realidad para ver en ella la densidad del tejido social y la actividad comunicativa que allí se origina (para transformarlo, buscando mejores condiciones de vida, participación, incidencia en la vida política y social, promoviendo identidades y raíces) ha llevado a cientos de pequeños y grandes estudios que siguen los pasos de Haciendo olas.22 En ellos se han mostrado las inmensas diferencias que hay de un caso a otro y la creatividad particular y propia de cada lugar, lo que constata un abanico infinito de posibilidades de existir como experiencias de comunicación ciudadana y comunitaria. La necesidad de hacerse visibles para mostrar lo que se es, lograr reconocimiento y, así, legitimidad, se dispara como una explosión contenida de siglos, de modo que se llegue a consideradas experiencias que cuentan en los destinos de una sociedad. Pero frente a este hecho la pregunta es: ¿cómo se relacionan unas con otras? ¿Cómo dialogan? ¿Se enriquecen mutuamente? Podrían correr el riesgo de quedarse en lo local, en lo pequeño y no trascender de allí. Para que esto alcance un nivel mayor que convoque e

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Véanse, entre otros, Rincón (2007), Cadavid y Beltrán (2007), Rodríguez (2008) y Cadavid y Pereira (2012).

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incida más allá del ámbito de la experiencia misma, requiere escalar de lo local a lo regional, lo nacional, lo internacional y lo global. Un segundo aspecto es la inmensa diversidad de experiencias que se abarcan con el término «comunicación para el cambio social». Y a pesar de que se han planteado arriba las variables que permiten pensar en ellas como un espacio coincidente –participación; surgen de y respetan a culturas, lenguas e historias propias; adoptan tecnologías; establecen redes; transforman realidades concretas–, esas variables no son suficientes para establecer un campo común como un todo en sí mismo, como, por ejemplo, sí es posible entender con un solo término otro campo de la comunicación, el de los medios de comunicación masivos y comerciales. Esta gran variedad en todos sus aspectos –culturas, uso de tecnologías y medios, tipos de comunidades y grupos que los operan y deciden sobre ellos, los fines que persiguen, las maneras de financiarse, etc.– puede llevar a que, más que parecerse entre ellos, se distancien, se tropiecen unos contra otros y entren en dinámicas de competencia y rivalidad. También puede suceder que sean experiencias pasajeras, no sostenibles. Estos dos aspectos, entre muchos otros, hacen temer que tanto las experiencias mismas de comunicación para el cambio social que han llevado a la reflexión sobre su existencia e impacto social, como el pensamiento mismo que se ha derivado de ellas, sean tan sólo otro caprichoso capítulo de la comunicación antihegemónica, como otros que se han dado anteriormente. Es necesario reflexionar y profundizar en forma conceptual sobre estas experiencias, para que se pueda obtener de ellas lecciones hacia el futuro. El temor es que se queden allí, en lo folclórico y casuístico, en lo local y pintoresco, y no logren trascender, con los descubrimientos y los avances mismos de sus, posiblemente, pequeñas experiencias (miradas desde lo global), hacia las transformaciones, que en esta etapa de la historia son contundentes y globales. Volviendo a los «objetivos del milenio», la pregunta es: ¿cómo aporta este campo de la comunicación para el cambio social allí? ¿Hacia dónde debe avanzar la comunicación para ser parte estructural de su logro?

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Algunas rutas Se han logrado avances que es necesario rodear y fortalecer, entre ellos la existencia de la red global Our Media/Nuestros Medios, integrada por cerca de 2.000 miembros alrededor del mundo, todos ellos de procedencias diversas. Su finalidad es unirse en una posición humanista y de sostenibilidad integral del planeta y su civilización para hacerse ver en varios escenarios: • El de aquellos que toman las decisiones sobre las posibilidades de la palabra, la expresión, la visibilidad de las formas diversas en que las personas han habitado y construido a lo largo y ancho del planeta, los que diseñan e implementan políticas de comunicación en los gobiernos, las empresas, las entidades de cooperación, las organizaciones de la sociedad civil. • El de aquellos que, desde diferentes ámbitos y niveles, son responsables de cuidar de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario como los más sagrados bienes de todos los tiempos, mostrando, así, cómo en su corazón se encuentra, precisamente, el derecho al reconocimiento y a la palabra, que radica también en el corazón de la comunicación para el cambio social. • El de aquellos que han aportado grandes avances tecnológicos a la comunicación y que han derivado de ello un enriquecimiento en pocas manos, a veces excesivo, para que vuelvan su mirada hacia estos medios más modestos que hacen un uso, a veces subordinado, de estos avances. Es posible que haciendo uso de estas tecnologías nuevas en ámbitos más sociales y culturales se logre mayor riqueza, satisfacción y verdadera transformación social para las innovaciones tecnológicas. • Y los más importantes, aquellos que en todos los rincones del mundo, con una grabadora, una cámara, una computadora, una pizarra o, simplemente, con su propia voz, viven y trabajan solos para, con sus aportes desde esa comunicación que ha cambiado su vida, transformar también las condiciones de existencia de quienes los rodean, ojalá «haciendo olas».

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Our Media/Nuestros Medios es una iniciativa de red que hay que alimentar, enriquecer y hacer crecer porque ella en sí misma es un ejemplo de diálogo enriquecido y de comunicación. El papel de la universidad es otra dimensión en la que hay que ahondar. De un lado, se ha avanzado incluyendo cátedras de «comunicación para el desarrollo» y «comunicación para el cambio social» en los programas académicos de las facultades de comunicación. Recientemente se han fundando maestrías que permiten la introducción y formación de profesionales que comprendan y puedan actuar en este campo. Por otro lado, se requiere avanzar en el trabajo de la investigación y generación de nuevo conocimiento –que se produzca en diálogo de saberes principalmente–, en profunda reflexión teórica, porque es desde ésta que es posible el diálogo en el contexto del campo de la comunicación y la cultura y el de las ciencias sociales. La comunicación para el cambio social ha ganado espacios en redes de investigación, como en la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) y en la Asociación Internacional de Investigaciones sobre Medios y Comunicación (AIERI) además de en Our Media/Nuestros Medios. Es necesario y urgente cuidarlos, mantenerlos, participar y aportar desde la academia y desde las experiencias sociales. Las universidades, tanto en América Latina como en Europa, deben, además, abrirse de manera más programática hacia estas experiencias, brindándoles apoyo, asistencia y acompañamiento, y así lograr un diálogo de saberes a fondo, verdadero, porque es en esta práctica donde realmente ambos se enriquecen y el campo se consolida hacia el futuro.

Conclusión Estamos en un momento clave en este campo, y hay que poner en práctica entre nosotros los principios propios de la comunicación para el cambio social, lograr esa visibilidad y reconocimiento de todos, ese diálogo e intercambio profundos y vernos actuando en red hacia un futuro que, por ahora, parece incierto. Parte de la historia que nos une implica nunca perder la esperanza.

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Comunicación y desarrollo en el mundo mediatizado* Oscar Hemer y Thomas Tufte**

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on la caída del Muro de Berlín en 1989, todos sabíamos que estábamos siendo testigos de un hecho histórico, pero no sabíamos que los procesos de transformación global que eran a un tiempo causa y efecto del fin de la guerra fría habrían de ser en las décadas siguientes referidos como «globalización». El concepto había sido acuñado, el mismo año, por el sociólogo cultural Roland Robertson (1992), pero no fue hasta mediados de la década de 1990 que realmente cuajó (Castells, 1996, 1997 y 1998; Held y otros, 1999). Y siguió siendo controvertido durante muchos años, con exacerbados posicionamientos a favor y en contra. Los descreídos argumentaban que se trataba sólo de otro eufemismo para el capitalismo global neoliberal y que no había nada nuevo bajo el sol –paradójicamente, el movimiento antiglobalización aparece, en retrospectiva, como tal vez la prueba más destacada de la globalización. En la actualidad, la palabra ha perdido su poder de evocación más extremo. Aun los fervientes opositores de antaño hablan con bastante naturalidad sobre la globalización como una de las condiciones del desarrollo mundial.

* **

Traducción del inglés: Comba Campoy García. Ørecomm (Consorcio para la Comunicación y el Cambio Glocal), de las universidades de Malmö y Roskilde.

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Mientras se escriben estas líneas, a finales de 2011, nos encontramos en el inicio de otra revolución histórica, que podría resultar, incluso, más determinante que la desencadenada en 1989. Iniciada en Túnez, fue ingeniosamente acuñada como el Tunisami, dado que se extendió a Egipto y al resto del mundo árabe. Los gobiernos occidentales –y los medios occidentales– fueron tomados completamente por sorpresa. La movilización social en Oriente Medio coincidió con una renovada crisis financiera en Europa y los Estados Unidos, y las protestas populares se extendieron por Grecia (Aganaktismenoi), España (Indignados) y al otro lado del Atlántico hacia Chile (Invierno chileno) y los Estados Unidos (Occupy Wall Street), pero también en una forma más desarticulada y destructiva, por ejemplo en el Reino Unido (England riots). Un denominador común en este resurgimiento revolucionario, que se ha demostrado capaz de derribar tres gobiernos autoritarios (en Libia, con la amable colaboración del fallecido general Gadafi, antiguo aliado de Occidente), es el poder movilizador de los llamados «nuevos» medios sociales. Aun cuando etiquetas como «la revolución Twitter» o «Facebook» son rebatidas con toda la razón, la «primavera árabe» en curso, que en algunos lugares podría haberse vuelto verano y en otras otoño, es un claro ejemplo de un inaudito poder de la comunicación, que está ampliamente fuera del control de las autoridades –como ocurrió con los disturbios de Inglaterra, en apariencia sin sentido, sin más objetivo que divertirse, y en algún caso espoleando reacciones diametralmente diferentes en los medios occidentales.1 Lo que ahora estamos testimoniando son, en buena medida, las consecuencias de la globalización, aunque del mismo modo están relacionadas también con otro concepto, igualmente inaprensible y abarcador: «mediatización». Es en este contexto, ahora global, donde las movilizaciones sociales están derrocando gobiernos, el rol de las redes sociales es aplaudido en la misma medida que contestado y la dinámica fundamental 1

Para un análisis en profundidad del poder dual de los medios sociales, por un lado como movilizadores democráticos y por otro como opresores, véase el trabajo de la investigadora en medios y documentalista palestinaestadounidense Helga Tawil-Souri.

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entre medios y comunicación, ciudadanía y cambio social está aún pendiente de revisión, que este libro emerge de manera oportuna con una serie de reflexiones sobre comunicación para el desarrollo.

El surgimiento de la Comunicación para el Desarrollo en la región de Øresund Cuando iniciamos nuestra colaboración, en 2000, en lo que se convertiría en el Máster Internacional online en Comunicación para el Desarrollo (ComDev) en la Universidad de Malmö, hicimos de la globalización y de la emergente sociedad-red el marco para un análisis renovado de la comunicación y del desarrollo. En aquel entonces, todo lo asociado con «desarrollo» y el «tercer mundo» era, en general, tachado de obsoleto, y el campo de la comunicación para el desarrollo, con su apogeo en la post Segunda Guerra Mundial y su segundo impulso en la década de 1970, estaba en una situación de crisis y declive (a un colega nuestro, hoy un investigador prominente en el campo, le aconsejaron amablemente elegir otra área para su tesis doctoral, pues se suponía que la comunicación y el desarrollo era un camino sin salida). Tal y como se perfiló y desarrolló en la facultad de Artes y Comunicación de la Universidad de Malmö (K3), la comunicación para el desarrollo no emerge dentro de un campo existente. Fue más bien el resultado de la fusión del punto de vista de los estudios culturales globales por una parte y de la perspectiva de los profesionales de los medios de comunicación por la otra. Uno de nosotros tenía antecedentes como autor literario y periodista, con una orientación hacia África y América Latina y un especial interés en cuestiones relativas a la globalización cultural; el otro acababa de terminar su tesis en sociología cultural, sobre cómo las mujeres en Brasil dan sentido a las telenovelas, y estaba implicado en un gran proyecto de investigación sobre globalización en la Universidad de Copenhague.2 Ambos contábamos con amplia experiencia de haber vivido en los llamados 2

El proyecto, dirigido por Stig Hjarvard, duró de 1999 a 2001 y generó varias publicaciones.

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países en vías de desarrollo, y disponíamos, además, de conocimiento práctico sobre la cooperación internacional para el desarrollo. La planificación del primer curso de comunicación para el desarrollo en la Universidad de Malmö fue apoyada por la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional. El curso piloto fue impartido en sueco y dirigido fundamentalmente a periodistas y profesionales de la información suecos (y daneses). Desde 2002, sin embargo, ha sido un programa internacional, impartido por completo en inglés, que incorpora a estudiantes literalmente de todo el mundo. El máster de comunicación para el desarrollo es hoy una parte bien consolidada de la Universidad de Malmö, con cerca de 150 graduados hasta el momento, un enorme cuerpo de experiencia y de conocimiento acumulado y un número récord de nuevos estudiantes matriculados y que solicitan inscripción. En Roskilde, la investigación en comunicación para el desarrollo ha evolucionado esporádicamente desde la década de 1980. El hecho de que la Universidad de Roskilde albergase el mayor programa de estudios de desarrollo en el área nórdica y el mayor programa de estudios en comunicación de Dinamarca fue cimiento para el futuro. Desde principios de la primera década del siglo XXI se ofertaron de forma más explícita cursos de comunicación para el desarrollo y un número creciente de estudiantes vincularon comunicación y desarrollo en sus proyectos de tesis. Alrededor de 40-50 tesis se orientaron luego hacia la comunicación para el desarrollo y el cambio social. En 2005, coeditamos la antología Media and Glocal Change, que ha servido desde entonces como lectura crítica para los estudiantes de maestría, no sólo en Malmö y Roskilde, sino en muchas de las universidades en todo el mundo –aún relativamente pocas– que ofrecen cursos en comunicación para el desarrollo y el cambio social. El libro fue lanzado en simultáneo con el establecimiento, en Los Baños (Filipinas), de la primera red universitaria internacional en el campo, con Malmö y Roskilde como dos de los doce miembros fundadores. La revista digital de ComDev, Glocal Times, fue lanzada junto con la antología Media and Glocal Change en 2005, con la intención de convertirse en «una referencia digital indispensable y un

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foro vivo para la discusión y difusión de temas relacionados con la comunicación para el desarrollo y el cambio social». Con sus dieciséis números hasta la fecha –el número doble 17/18, en colaboración con Nordicom Review–, Glocal Times, de hecho, se ha establecido como un pilar indispensable del ComDev. Entre sus colaboradores, se encuentran muchos de los más destacados estudiosos y profesionales del campo. La revista digital en línea, que está dando el importante paso de convertirse en un diario abierto, ha servido como foro para presentar sus tesis a una audiencia global a los graduados del programa del máster de Malmö y a los estudiantes de Roskilde con orientación en comunicación y desarrollo. Igualmente importante fue cómo emergió la investigación sobre comunicación para el desarrollo en la región. A partir del año 2000, han sido desarrollados y financiados proyectos de investigación mayores y menores en áreas como comunicación y salud (Tufte, 2006 y 2012), cultura, memoria y cambio social (Hemer, 2008 y 2011; Høg Hansen, 2006 y 2008); comunicación participativa (Tufte y Mefalopulos, 2009); medios sociales (Wildermuth, 2010; Ekström, Høgh Hansen y Boothby, 2011); comunicación, ciudadanía y empoderamiento (Navarro, 2009 y 2011; Tufte y Enghel, 2009; Wildermuth, 2010b), género, comunicación y cultura popular (Andreassen, 2005; Ekström, 2010), y celebridades y cooperación al desarrollo (Richey y Ponte, 2011). Lo que empezó como una colaboración interpersonal a un lado y otro del estrecho de Öresund que separa Suecia de Dinamarca cuajó como un ámbito de investigación institucionalizado desde 2008 en Örecomm, una plataforma transnacional de investigación establecida en torno a las universidades de Malmö y Roskilde, pero que funciona como una comunidad transnacional de investigación que se extiende más allá y con ánimo de colaborar en proyectos de investigación, conferencias y seminarios, así como en docencia y asociación con profesionales. Actualmente, nuestra comunidad aglutina a unos 25 miembros, de los que diez son estudiantes de doctorado. Por lo tanto, también empezamos a ver los contornos de lo que, si todo va bien, puede convertirse en un programa de doctorado transnacional en el área.

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Comunicación para el desarrollo: entre la mediatización y la globalización En retrospectiva, nuestros doce años de colaboración se ven como un éxito extraordinario. Pero tanto el máster de comunicación para el desarrollo en Malmö como la emergente colaboración interregional en investigación fueron, de hecho, resultado de una serie de afortunadas circunstancias. De forma bastante similar al modo en que surgió la globalización según Castells, no por determinismo histórico –como los marxistas y los victoriosos liberales considerarían– sino, en realidad, por casualidad. Resulta importante y enigmático constatar que el mundo podría haber tenido una apariencia bastante distinta. Y, en consecuencia, podría –y con toda probabilidad lo hará– ser muy distinto dentro de veinte años. La década de 1990 estuvo marcada por dos acontecimientos de referencia en Europa y los Estados Unidos: la caída del Muro de Berlín en 1989 y el 11 de septiembre de 2001. La primera década del nuevo milenio estuvo marcada por la «guerra contra el terrorismo», pero también, y de forma más determinante, por el ascenso de los nuevos poderes económicos (Brasil, Rusia, India y China). En lo que a comunicación se refiere, la transformación de los años noventa ha continuado a un paso aun más acelerado. La revolución digital es tal vez lo más cerca que podemos llegar a una revolución permanente. Todos los sectores de la cultura y la sociedad están saturados, y crecientemente influidos, por la comunicación mediada. Para el ComDev, la mediatización, del mismo modo que la globalización, está desafiando de modo creciente nuestra agenda de investigación y estudio. ¿Cuáles son las relaciones causales entre desarrollo de los medios, capacidad de acción y cambio social? ¿Y cómo estudiamos esas dinámicas? Estas cuestiones están en el centro de la agenda de investigación y práctica de Ørecomm. La influencia de los medios en la sociedad es, en sí misma, no un nuevo fenómeno ni una idea nueva. Dependiendo de cómo definimos los medios, se puede rastrear su origen en la Poética de Aristóteles, o al menos en la teoría de los medios de Marshall McLuhan en la década de 1960, con agudezas pegadizas como el medio es el mensaje.

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Entre los teóricos de la comunicación para el desarrollo, Jesús Martín-Barbero fue el primero en hacer uso sistemático del concepto de «mediación» (1987/1993), desarrollando un marco de análisis –un mapa nocturno, como él lo llama– para estudiar las relaciones entre subjetividades, trayectorias culturales y cultura popular, y el uso de los medios en ese contexto. Trasladó de esta forma el foco desde los análisis mediacéntricos de los medios y la sociedad para centrarse en los medios y la vida cotidiana. Martín-Barbero fue un exponente destacado de los ricos estudios culturales latinoamericanos que han surgido desde la década de 1980 y que han explorado la relación dinámica entre medios y vida cotidiana. Con muchas semejanzas con los estudios culturales surgidos en Gran Bretaña en ese mismo momento, ambas tradiciones precedieron la actual proliferación de estudios sobre mediatización que han estallado por la creciente omnipresencia de los medios, no sólo en las prácticas culturales de la gente común, sino también en las lógicas y prácticas de organizaciones e instituciones en la sociedad. De ese modo, los investigadores alemanes en medios de comunicación Friedrich Krotz y Andreas Hepp describen mediatización como «un proceso de desarrollo integral similar a la globalización e individualización» (Couldry, Hepp y Krotz, 2010). En efecto, globalización y mediatización están inseparablemente imbricadas. Lo que ahora vemos son, por así decirlo, los efectos sinérgicos de esos dos procesos de desarrollo entrelazados. En su trilogía sobre la sociedad-red, Castells no tenía, curiosamente, mucho que decir sobre los medios y la comunicación en particular. En El poder de la comunicación (2009), su secuela de la trilogía, sin embargo, se centra en la comunicación como clave en la política, la economía y todos los campos de la interacción humana de la sociedad-red, afirmando que «el poder en la sociedad en red es poder de comunicación». En consecuencia, para la comunicación para el desarrollo continúa siendo un desafío entender tanto el rol del poder de los medios y de la comunicación como los niveles meta, meso y micro de la sociedad. Se trata de una preocupación clásica de la comunicación y el desarrollo acerca de las relaciones causales entre medios y comunicación por un lado, y cambio social y cultural por otro. El proceso de globalización y mediatización están en el centro de tales análisis.

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La noción de desarrollo está regresando con fuerza en los últimos tiempos, tras haber sido cuestionada y rechazada a partes iguales por neoliberales y antiliberales. En la actual crisis financiera global –que es en general una crisis norteamericana y de la Europa Occidental–, estamos siendo testigos de lo que el sociólogo Jan Nederveen Pieterse (2008) describió como «la implosión del modelo neoliberal angloamericano y el retorno del Estado desarrollista» (este último, no necesariamente democrático). Esto, sin duda, tendrá tremendas implicaciones en la cooperación internacional para el desarrollo. La industria bilateral y multilateral del desarrollo, dominada hasta hace poco por los poderes occidentales y Japón, está ahora involucrada con, y siendo desafiada por, los nuevos modelos de desarrollo social y económico a los que aspiran los países pobres. China, India y Brasil en menor grado (aunque posiblemente de modo creciente) son los modelos universales a imitar. Con la entrada de China como poderoso actor en la escena del desarrollo en África, concediendo ingentes ayudas e inversiones y sin plantear desagradables condicionantes a excepción del acceso a la extracción de recursos naturales, la economía política, lógica y dinámica de la industria del desarrollo está cambiando de modo fundamental. Por lo tanto, el desarrollo ha entrado en escena de nuevo, pero bajo formas nuevas y alteradas.

Agendas emergentes para la investigación en comunicación para el desarrollo Tanto la globalización como la mediatización y la renovada preeminencia, tanto de la comunicación como del desarrollo, deberían suponer un nuevo impulso para la comunicación para el desarrollo. El intenso desarrollo de los medios, un activismo político generalizado, el florecimiento de redes transnacionales de apoyo y de una agencia masiva de base, suponen nuevos desafíos para nuestra conceptualización de «comunicación para el desarrollo». La constante mutación del entorno de la industria del desarrollo descrita más arriba está, asimismo, contribuyendo a generar nuevos desafíos para investigadores y profesionales.

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Es fácil prever que el mundo de los años venideros se enfrentará con desafíos comunicativos aun más severos y complejos que los actuales agentes del desarrollo no están preparados para enfrentar. Un importante desafío para este campo podría ser, de hecho, superar los obstáculos de la propia industria del desarrollo. Los agentes occidentales tradicionales del desarrollo lidiarán con el nuevo impulso del desarrollo y el cambio social, el cual está dirigido por movimientos sociales de todo tipo, iniciativas horizontales y de base que en muchos aspectos operan de forma muy diferente a las organizaciones tradicionales del desarrollo, gubernamentales o no. Paradójicamente, el papel de los medios y la comunicación en la cooperación para el desarrollo ha experimentado un extraño giro tras el primer Congreso Mundial sobre Comunicación para el Desarrollo, que tuvo lugar en Roma en 2006, organizado por la FAO, el Banco Mundial y La Iniciativa de la Comunicación, en asociación con una amplia gama de importantes organizaciones del campo de la comunicación para el desarrollo. La cumbre en Roma consiguió movilizar a casi mil participantes provenientes tanto de la investigación como de la práctica, gubernamentales y no gubernamentales. Se esperaba que marcase un avance definitivo en la ciencia y la práctica de la comunicación para el desarrollo; por el contrario, lo que ocurrió tuvo más el aspecto de una implosión de este campo de conocimiento, que desde hace poco está adquiriendo un nuevo impulso. En la actualidad, están emergiendo una amplia serie de nuevas iniciativas institucionales en el ámbito de la comunicación para el desarrollo, tanto en la práctica como en el desarrollo curricular universitario. Por ejemplo, UNICEF ha revisado hace poco su estrategia y trabajo en este campo, apelando a una mayor vinculación con las universidades y tratando de construir un mayor y más amplio rendimiento en el seno de la propia organización global. En el ámbito universitario, han sido creados nuevos másteres en comunicación para el desarrollo en lugares como Albania, Sudáfrica, Kenia, España, Paraguay, Gran Bretaña y Colombia, todos ellos en los últimos dos o tres años. El campo se está finalmente institucionalizando de modo considerable en el mundo académico, aunque aún está

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tratando de buscar su identidad entre los estudios de los medios y la comunicación por una parte, y los estudios culturales, la ciencia política y, en medida no menor, los estudios de desarrollo, por otra. La interdisciplinaridad intrínseca a la comunicación y el desarrollo, combinada con los mencionados procesos de globalización, mediatización y la proliferación de la agencia de base, están contribuyendo a situar la comunicación para el desarrollo en la encrucijada. La mediatización y la recurrente movilización social a través de los nuevos medios están en el centro de los desafíos en el campo de la comunicación para el desarrollo.3 Tradicionalmente, la comunicación para el desarrollo se ha asociado con grandes instituciones, bilaterales o multilaterales, o con ONG más pequeñas que han trabajado estrechamente o que han sido completamente dependientes de estas grandes instituciones. Ahora, ese «espacio sugerido para la participación», que las prácticas institucionalizadas de comunicación para el desarrollo han ofrecido a los ciudadanos, está siendo severamente desafiado por los espacios gestionados por los ciudadanos, o el movimiento de los medios sociales, como los describe John Downing (2010). Incluso cuando la participación ha sido la palabra de moda destacada –comunicación participativa– ha seguido ligada en gran parte a las instituciones y organizaciones que «invitaban» a los ciudadanos a participar, movilizarse, actuar. El propósito de las iniciativas de comunicación estratégica debería, en última instancia, ser el de estimular la actividad de base, pero cuando la iniciativa viene realmente de las propias bases, casi siempre toma por sorpresa a los agentes de desarrollo. El año 2011 ha resultado paradigmático en ese sentido. La capacidad de acción desde la base, en todo el mundo, ha sorprendido a organizaciones e instituciones en general. Obviamente está ya obsoleta la concepción habitual de la comunicación para el desarrollo, entendida como intervenciones comunicativas estratégicas llevadas a cabo por agentes del mundo 3

Son, también, un desafío para los estudios de cultura y de los medios, que en las últimas décadas han tendido a centrarse en las audiencias y la recepción, en el modo en que la gente da sentido a los medios, pero no tanto en la forma en que la gente utiliza los medios para la acción social o política.

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desarrollado –a saber, Occidente y Japón– en los países en vías de desarrollo, aun denominados «tercer mundo».4 Dicha concepción devino obsoleta ya en 1989, con la clausura de la guerra fría. Pero la vieja concepción de comunicación para el desarrollo –como herramienta para alcanzar el desarrollo, esto es, la modernización, a través de la comunicación, en forma de campañas informativas para la difusión de mejores prácticas en agricultura, asistencia sanitaria, salubridad, etc., en los países en vías de desarrollo– prevalece en general. En los principales foros internacionales de investigadores de los medios y la comunicación –IAMCR, ICA, ECREA, ALAIC, etc.–, la relación entre redes sociales, ciudadanos/ciudadanía y cambio social ha centrado la mayor parte de las conferencias más recientes. Pero la mayor parte de estos debates, que están realmente en el centro de lo que hemos estado haciendo en Malmö y Roskilde en los últimos doce años, no tienen relación con la comunicación para el desarrollo. Ello se vio de modo claro en la conferencia de la IAMCR –«Ciudades, creatividad, conectividad»– en Estambul en julio de 2011. Mientras el rol crucial de los medios y la comunicación en los procesos de cambio social y desarrollo por fin se hace evidente para todos, paradójicamente, no se asocia con el campo de la comunicación para el desarrollo y el cambio social, con pocas excepciones, ni siquiera por las propias agencias del desarrollo. Como investigadores y profesionales de la comunicación para el desarrollo, aquí tenemos un problema de comunicación. Pero no sólo es una cuestión de comunicación. Este campo está en crisis. Y así debe ser. Porque con lo que estamos lidiando es, precisamente, con procesos transnacionales en el «ahora global», en todos los 4

El término procede de los tiempos de la guerra fría, los movimientos de liberación poscolonial y la formación del movimiento de los Países No Alineados. El primer mundo lo constituían Europa Occidental, América del Norte, Australia y Japón, esto es, el mundo más o menos capitalista y liberal. El segundo mundo era el bloque socialista de la Unión Soviética y sus países satélites del Este de Europa. El tercer mundo aglutinaba al resto, abarcando países totalmente diversos como México, Arabia Saudí, Papúa Nueva Guinea, ¡y las dos Coreas! (Corea del Sur en la década de 1970 aún era vista como parte del tercer mundo). Y por supuesto, China e India.

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sectores de la sociedad y a todos los niveles. Y puede que el desafío para nosotros, en este momento, sea dar un paso atrás y reflexionar. Analizar y entender, mejor que imponer estrategias de desarrollo. Mientras que la comunicación para el desarrollo ha consistido, históricamente, en la articulación de recetas prescriptivas de comunicación para un cierto desarrollo, ya es hora de que reorientemos nuestra atención hacia los procesos de cambio deliberativos, no institucionales y ciudadanos, repletos de usos de los medios y de prácticas comunicativas, que emergen de una reacción ciudadana profunda y a menudo desesperada respecto de este «ahora global». Y tenemos que ser mejores a la hora de definir nuestro campo y de forjar nuestro espacio dentro de la investigación en medios y comunicación en general.

Conclusión La comunicación para el desarrollo no es exclusivamente una disciplina académica en el sentido tradicional, aunque también está en proceso de ser establecida como tal. Más bien la describiríamos como un campo multidisciplinar de teoría y práctica. Y más que nunca es necesaria la trans o interdisciplinariedad, algo que ha ralentizado la institucionalización del campo en las universidades de todo el mundo. Deberíamos tener en mente que la fuerza motivante de las revueltas, en Medio Oriente y en los demás lugares, es la desafección y la frustración que vino a sumarse a las realidades subyacentes de pobreza, desempleo y derechos humanos mermados. Los desafíos del desarrollo, la exclusión de muchas personas de los procesos de desarrollo, está en la base de lo que está ocurriendo ahora mismo a nivel global. Estamos viendo cómo muchos entornos mediáticos –paisajes mediáticos, para usar el término del antropólogo indoamericano Arjun Appadurai (1996)– se están reorganizando, de modo que los «viejos» y los «nuevos» medios convergen en formas constantemente cambiantes, transformando de modo radical la arena de la acción y de la

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opinión pública –redefiniendo el propio concepto de la esfera pública– y generando nuevas formas de expresión que transgreden antiguas fronteras de género y de medio. Deberíamos, también, ser conscientes de que el nuevo poder de la comunicación puede ser usado con fines destructivos. Recientemente, desde el 22 de julio de 2011, el foco –por lo menos en los países escandinavos– se ha colocado en lo que podría llamarse, de modo genérico, «el lado oscuro de la mediatización»: la conjunción de anónimas incitaciones al odio, racismo y xenofobia en algunas páginas de Internet que abastecen el agresivo fundamentalismo de extrema derecha por toda Europa. La masacre de adolescentes políticamente activos en la isla noruega de Utøya mostró la fina línea entre la distorsionada visión mundial de estas comunidades de internautas y la acción asesina, cometida por un autoproclamado cruzado. En la sesión de conclusión de la conferencia de IAMCR en Estambul en 2011, durante una mesa sobre «Nuevos medios en Oriente Medio», el libanés Marwan Kraidy, investigador sobre medios y experto en Oriente Medio, asociaba la atención actual hacia los medios sociales con la alegoría platónica de la caverna, es decir, la noción de que estamos atrapados en una cueva y vemos el mundo real, o el mundo de las ideas, sólo como las sombras proyectadas en la pared de la cueva. Nos parece que la caverna digital es una metáfora útil para la paradoja de este momento histórico que ninguno de nosotros puede asir. Así como es importante para nosotros como investigadores en comunicación y desarrollo salir de esa caverna, es también importante examinar y comprender los mecanismos que dan forma y mantienen esa caverna virtual.

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Cultura, desarrollo y economía política de la comunicación brasileña César Ricardo Siqueira Bolaño y Verlane Aragão Santos Observatorio de Economía y Comunicación (OBSCOM) de la Universidad Federal de Sergipe1

Traducción: Marcelo Martínez2

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as dos últimas décadas estuvieron marcadas, de manera acentuada, por dos fenómenos relacionados, que deben ser entendidos como desdoblamientos de la crisis capitalista de hace más de cuatro décadas, que ha desencadenado una reestructuración amplia en los modelos de desarrollo del sistema, vinculada con la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El primero es el choque de competitividad que irrumpió en el ámbito de las estructuras productivas y el otro, la crisis de desempleo, mejor definida como un proceso de readecuación en términos de perfiles y capacidades, que el nuevo paradigma productivo imponía. En ese contexto, se comienza a exigir a las empresas –así como a los individuos– actitudes de carácter innovador, echando mano de sus capacidades creativas.

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El OBSCOM (Observatório de Economia e Comunicação de la Universidad Federal de Sergipe) desarrolla estudios en el campo de la economía política de la información, de la comunicación y de la cultura. Además de su trabajo de investigación (con fruto en diversas publicaciones y eventos) ha sido responsable de la base de datos sobre tecnología de la información y de la comunicación y del mantenimiento de la revista electrónica EPTIC On Line. El OBSCOM tiene una posición protagónica en la organización de los estudios de economía política de la comunicación en América Latina y participó activamente en la construcción de la red EPTIC (red de Economía Política de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación). Traducción revisada por Ticiano Domínguez.

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En ese panorama, a pesar de lo que se decía, se acentúa el papel de las políticas públicas, especialmente aquellas relacionadas con las condiciones de competitividad industrial e infraestructura de los servicios básicos, como las telecomunicaciones. Al mismo tiempo, la creatividad, tomada como insumo esencial para el desarrollo, sitúa la dimensión cultural en relación directa con la dimensión económica, relación ésta que debe ser problematizada a la luz de las propias teorías del desarrollo. El Observatorio de Economía y Comunicación de la Universidad Federal de Sergipe (OBSCOM-UFS), atento a tal problemática, ha producido un conjunto de investigaciones y análisis que pueden ser divididos en dos grandes líneas. Una de ellas, relacionada con las políticas de comunicación, que incluye estudios sobre la regulación y la reglamentación de los sectores de telecomunicaciones, radiodifusión, Internet y cultura; y la otra, sobre estudios que están agrupados en la perspectiva de la economía política de la comunicación y la cultura, con proyectos específicos que tratan sobre la TV, Internet y, más recientemente, la música. Teórica y metodológicamente, la segunda línea precede a la primera, en consonancia con el enfoque de la economía política. La estructura de los temas mencionados anteriormente está marcada, hoy, por un movimiento que requiere un seguimiento conjunto y articulado de los diversos sectores culturales y de la comunicación, el de la convergencia tecnológica, dada por la digitalización, en los marcos de la revolución microelectrónica. Siendo así, carece cada vez de más sentido tratar separadamente sectores que históricamente fueron considerados en forma aislada, lo que exige una revisión profunda de los modelos de análisis. La propuesta del presente artículo es presentar las principales preocupaciones y líneas de trabajo que han orientado hasta hoy la producción bibliográfica y los proyectos en curso del grupo de investigación «Ciencia, Tecnología y Desarrollo», los cuales han convergido actualmente en el análisis de la contribución de Celso Furtado a la problematización de las relaciones entre desarrollo, cultura y creatividad, lo que se justifica a partir de la constatación de que los enfoques vigentes, tanto en el campo de la ciencia económica como

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en el de las ciencias de la comunicación, no han sido suficientes para asimilar las peculiaridades inherentes al fenómeno de la creciente importancia del aspecto cultural inserto en una dinámica social en la que el fenómeno económico es preponderante.

La contribución del OBSCOM-UFS en perspectiva El OBSCOM de la Universidad Federal de Sergipe fue creado en 1994, vinculado con el Departamento de Economía (DEE) y, en 1997, pasó a integrar una de las áreas de especialización del Núcleo de Posgrado e Investigación en Economía (NUPEC). Actualmente, también está vinculado con el recién creado posgrado en Comunicación de la UFS. El objetivo, desde el principio, fue desarrollar estudios en el campo de la Economía Política de la Información, de la Comunicación y de la Cultura (EPC). Como consecuencia de la experiencia adquirida a lo largo de los años, el OBSCOM ha asumido una posición protagonista en la organización de los estudios de economía política de la comunicación en América Latina, acogiendo la Red Eptic (www.eptic.com), y ha participado activamente en la construcción de la Unión Latina de Economía Política de la Información, de la Comunicación y de la Cultura (ULEPICC) y en la organización del campo de la comunicación a nivel internacional. La experiencia y la actuación del OBSCOM en esos diversos frentes y, en especial, el esfuerzo interno en el campo de la economía y la comunicación para garantizar espacio para la inclusión de los estudios de economía política y temáticas relativas a la comunicación y a la cultura, han dado resultados concretos, ya sea en la producción bibliográfica de sus miembros o en la participación en entidades y redes académicas, pero también en la introducción de disciplinas en cursos de graduación y posgrado, o sea, en la formación en comunicación social y en ciencias económicas, en el ámbito de la Universidad Federal de Sergipe. En cuanto a su producción bibliográfica, podemos diseñar una cronología que, observada con perspectiva histórica, sugiere un relevante grado de organicidad de las preocupaciones pasadas y ac-

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tuales, que se mantienen redefinidas y reproblematizadas continuamente en los trabajos de sus miembros. Como referencia inicial, tenemos el libro Mercado brasileiro de televisão, editado por primera vez en 1988 (segunda edición de 2004), considerada la obra pionera del área de economía de la comunicación y la cultura en Brasil (Bolaño, 1988), cuyo objetivo fue describir, dentro de los límites del análisis económico, el sistema comercial brasileño de televisión. Ese estudio, al definir los parámetros tecnológicos y de competencia que permiten identificar cómo se conforma la hegemonía de Rede Globo sobre los medios de comunicación del país, establece las características del análisis microeconómico del fenómeno cultural, vinculado con una economía política crítica, heredera de Marx y del estructuralismo latinoamericano. A lo largo de la década de 1990, el grupo se organiza, con la creación del OBSCOM, y se institucionaliza, junto con el CNPq, a partir de la inscripción del Grupo de Investigación «Ciencia, Tecnología y Desarrollo». En ese período, se defiende la tesis de doctorado de César Bolaño, después transformada en libro –Indústria Cultural, Informação e Conhecimento (Bolaño, 2000). Esa obra amplía y completa el objetivo de análisis del libro anterior, construyendo un marco teórico general, de base marxista, sobre el fenómeno de la industria cultural, de modo semejante a lo que hicieron otros pioneros de la EPC en diferentes países: retomando la definición del concepto realizada por la Escuela de Frankfurt, entendida como referencial crítico establecido, pero tratando de pensar la industria cultural como industria y de estudiar, por lo tanto, sus especificidades en términos de una economía política crítica. Se propone, además, un diálogo con las escuelas europeas de economía política de la comunicación, especialmente la escuela francesa de economía de la comunicación y la cultura, ampliamente revisada y sometida a crítica (interna y externa), a lo largo del libro. En un texto de 1999, el autor, junto con colegas de universidades sudamericana, sentenciará: Entendemos que a partir de la creciente integración de los medios de comunicación en la estructura económica

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mundial no es posible seguir soslayando esta perspectiva de análisis que integra el estudio de las relaciones de poder expresadas en el sistema de producción económico y en el nivel cultural. El rol de los medios en el proceso de acumulación de capital –el problema de las clases sociales, los medios y la legitimación de la estratificación social; la relación entre producción material y producción intelectual– constituye la base analítica de la economía política de la comunicación [y cultura] (Herscovici, Bolaño y Mastrini, 1999, pág. 10). Ésa será la perspectiva de los proyectos emprendidos en el OBSCOM. Sus objetos de estudio principales serán el análisis y seguimiento de la radiodifusión, en especial, el significado del cambio de la TV abierta a la TV segmentada, y de las telecomunicaciones, marcadas por el proceso de desregulación y privatización que se está produciendo en Brasil. En este último caso, el corolario de los esfuerzos desarrollados ya a partir de la segunda mitad de la década de 1990, simultáneamente a los acontecimientos que precipitaron en el país el cambio del sistema de telecomunicaciones brasileño a la iniciativa privada, puede ser representado por la tesis de doctorado de la profesora Verlane Santos, en 2007, y publicada en libro un año después: A firma-rede e as novas configurações do trabalho nas telecomunicações brasileiras (Santos, 2008). La autora articula los niveles macro y microeconómico en el análisis de las repercusiones de las privatizaciones sobre el proceso y las relaciones de trabajo en las telecomunicaciones en San Pablo, marcados por intensas transformaciones, las cuales serán abordadas con la incorporación de un supuesto ya presente en los estudios del grupo: el de la convergencia tecnológica, institucional y económica entre los sectores del audiovisual, la informática y las telecomunicaciones. En el caso de los estudios sobre televisión, se realizaron una serie de artículos, informes de investigación y libros, entre los que destaca la amplia cooperación de Bolaño, sus tutorados y el Dr. Valério Cruz Brittos, de la Universidad do Vale do Rio dos Sinos (UNISINOS), cuya tesis de doctorado sobre la televisión segmentada en Brasil debe ser considerada como el tercer trabajo fundamental en

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la construcción de la EPC brasileña (Brittos, 2001). La mencionada obra no fue publicada como libro, pero vio la luz a través de una serie de artículos del autor en las más importantes revistas del campo de la comunicación. De esa larga colaboración, destaca la recopilación Rede Globo: 40 anos de poder e hegemonia, coordinada por Bolaño y Brittos (2005) y el libro sobre la televisión digital (Bolaño y Brittos, 2007). También fueron producidos por el grupo, con la misma perspectiva, estudios sobre radio, cine y periodismo online. A partir de 1995, se estableció una tercera línea de trabajo, más teórica y más vinculada con el tema de la reestructuración productiva, materializándose en una serie de artículos de Bolaño sobre el concepto de subsunción del trabajo intelectual (Bolaño, 1995, 2002, por ejemplo), que se desdoblarán en análisis de los procesos de trabajo en los sectores de producción del conocimiento en el área de la genómica, gestión del conocimiento, cadena productiva de la salud, o producción de software. Es necesario destacar que se trata, en origen, de una hipótesis de trabajo que pretende aplicar al análisis de la reestructuración productiva un concepto ligado al estudio de las especificidades del trabajo cultural (el de los límites a la subsunción). Con esto, por un lado, se presentaba una solución para la cuestión de la tercera revolución industrial, pensada, por otro, desde una perspectiva marxista, como crítica de la economía política del conocimiento. Ése será uno de los pilares, quince años después, para desvelar el concepto aparente de industria creativa. Por otro lado, la segunda línea de investigación citada tendría, a su vez, un desdoblamiento natural, a medida que las transformaciones impulsadas por el desarrollo de las TIC se intensificaban y el fenómeno de Internet provocaba una serie de especulaciones que apuntaban al papel central que ésta asumiría en el proceso de convergencia, requiriendo además un esfuerzo teórico que permitiese entender las nuevas formas de producción simbólica y económica que las redes proporcionan. La investigación de base, coordinada por César Bolaño, pasa a orientarse, entonces, a partir de 2003, a realizar un seguimiento del desarrollo de Internet. Es ahí donde se enmarcan las ediciones (de 2007 y de 2011) de Economia Política da Internet (vol. 1) (Bolaño y otros, 2007).

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En la actualidad, se encuentra en fase de finalización el segundo volumen de Economia Política da Internet, que sigue la misma concepción que el anterior: capítulos teóricos de Bolaño, eventualmente en colaboración con colegas como Valério Brittos o Alain Herscovici, que también pueden ser invitados a escribir capítulos en solitario; otros sobre el seguimiento de la historia de Internet, con la colaboración del alumnado vinculado con el OBSCOM, y otros de análisis de sectores específicos de producción de contenido (periodismo online en el caso del vol. 2). Con esto, se pretende dar cuenta, paso a paso, de un objeto en constante cambio, implicando investigadores de diferentes niveles de madurez académica, de dentro y de fuera de la UFS, colaborando, de diferentes formas, en el interior del OBSCOM. Dos áreas son fundamentales, en este momento, en el análisis de los sectores de producción de contenido: la televisión digital, cuyo estudio, en el grupo, se produce en cooperación con Valério Brittos y el grupo Comunicación, Economía Política y Sociedad (CEPOS), de la UNISINOS, y el análisis de la cadena productiva de la música en Sergipe, bajo la coordinación de Verlane Aragão Santos, desde una perspectiva denominada «economía política de la música», articulando tres dimensiones: el trabajo, la tecnología y el mercado. En el primer caso, se trata de un tema que extrapola, evidentemente, la cuestión de la producción de contenido, indicando, en efecto, una de las líneas de fuerza del proceso global de digitalización general del mundo. La colaboración CEPOS/OBSCOM está encaminada, justamente, a problematizar la cuestión de la digitalización y la convergencia, que se expresa en las diferencias entre las lógicas sociales de Internet y de la televisión digital terrestre. En el segundo caso, se trata de destacar ese sector fundamental de las industrias de contenido en Brasil, frente al fenómeno de la convergencia. La evolución de los procesos de producción, distribución y fruición de la música, desde el inicio de la constitución de la sociedad burguesa occidental, en Europa, es ejemplar. En los períodos más recientes, desde la constitución de la industria cultural, basada en los procesos de reproducción técnica de la obra de arte, la música es parte esencial de la constitución de industrias culturales específicas

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tan importantes como la radio, el cine, la televisión y, hoy, en el perfeccionamiento de los sistemas técnicos de la economía de Internet, que redundarán en cambios radicales en las estructuras de mercado, en las formas de consumo, prefigurando, incluso, de cierta manera, lo que puede suceder con el audiovisual en un futuro próximo.

La cuestión teórica actual y la contribución de Furtado El elemento común entre esas propuestas de investigación (economía política de Internet, televisión digital, cadena productiva de la música), a las cuales es necesario añadir los análisis de las políticas culturales y de comunicación, incluso las telecomunicaciones, es la conciencia de la necesidad de retomar la noción de cultura y enfrentarse al debate, por ejemplo, sobre la llamada «economía creativa» o «industrias creativas», o, incluso, la economía de la cultura, recuperando la noción de la creatividad que, desde la perspectiva de la administración, retoma la vieja noción de capital humano, bajo otro ropaje, recayendo en el reduccionismo económico que, «como notó Foucault, abre espacio para el surgimiento de una nueva ética social: la forma-empresa como medio adecuado de organizar la propia vida» (Sardinha y Santos, 2011). Por un lado, es necesario denunciar la perspectiva reduccionista de la creatividad, como hacen los autores, entendiéndola como un recurso ideológico que, además de naturalizar lo que mejor se conforma como una relación social compleja y contradictoria, indica formas nada emancipadoras de subsunción del trabajador-artista o trabajador-creativo. Es que más allá de la subsunción del trabajo intelectual, necesario en esta nueva fase de acumulación capitalista, se ensayan cada vez más en ese sector nuevas formas de gestión basadas en lo que Pierre-Michel Menger ha llamado de «hiperflexibilidad de la mano de obra», traducido por el sector como «trabajo por proyectos». Transitoriedades, retracción de derechos laborales, enaltecimiento de las diferencias de remuneración, apología de la competencia

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interindividual, autoempleo, vistos ahora con signo invertido, como legítimas formas de valorarse y remunerar a los talentos individuales, la creatividad del trabajador precarizado (Sardinha y Santos, 2011). Por otro lado, es necesario reconocer que la creatividad es un concepto en discusión y retoma la buena tradición del pensamiento crítico brasileño y latinoamericano, en la perspectiva marxista que caracteriza a la EPC, por cierto, entendiendo que la contradicción fundamental del capitalismo se desdobla en dos: capital-trabajo y economía-cultura, desde la génesis más remota del capital, en cualquiera de sus formas. Así es como se define la problemática del actual proyecto teórico desarrollado por César Bolaño, titulado O conceito de cultura em Celso Furtado, agraciado con una cátedra IPEACAPES para el desarrollo. En él, informa: Este proyecto es la primera parte de un plan de estudios más amplio sobre comunicación, cultura y desarrollo, que busca consolidar una serie de reflexiones anteriores y se desarrollará, en los próximos años, en un análisis del concepto de «mediación», teniendo en cuenta la crítica de la economía política, para terminar con un debate sobre la crisis actual del capitalismo, entendida en el sentido interdisciplinar que aquí se sugiere, que considera la economía como parte de un todo que puede ser entendido bajo el concepto de cultura presente en la obra de Furtado (Bolaño, 2011, pág. 1). La hipótesis es que la incorporación del modelo de Furtado a la EPC esclarece un problema central de ésta, afinando sus instrumentos teóricos, dándoles coherencia y ampliando su poder explicativo. Furtado definía creatividad e innovación como atributos de los agentes con poder económico, entendido como la capacidad de alterar parámetros sociales, influenciando el comportamiento de los otros a su favor, o sea, de provocar cambios de actitud ampliando su participación en la apropiación del excedente. La innovación crucial introducida por la burguesía mercantil europea, en el marco de la disolución del feudalismo, gracias a la expansión de la forma merca-

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dería, está relacionada con una ruptura en el plano de la racionalidad, de modo que el excedente pasa a ser invertido, crecientemente, en la propia acumulación de capital. Con la revolución industrial, ese proceso llega a transformar radicalmente el propio proceso productivo, que pasa a ser administrado de acuerdo, justamente, con la lógica expansiva del capital, antes limitada a las operaciones de intermediación comercial. Esto promueve un aumento de productividad sin precedentes, bajo la hegemonía de una nueva fracción burguesa especializada en la producción industrial. Con eso, el conjunto del mercado mundial se transforma, pues la pujante economía inglesa –y tras ella, el conjunto de los países que constituirían el nuevo centro capitalista– se vuelve un fuerte polo demandante, promoviendo la especialización también de las economías periféricas, que se expanden vía exportación de commodities. En el caso de los países centrales, ese proceso se dará en condiciones históricas de relativa escasez de mano de obra, de modo que la clase trabajadora, asalariada, podrá, a partir de un determinado momento, apropiarse de una parte de las ganancias de productividad del sistema. Los capitalistas responden a través de recurrentes avances tecnológicos ahorradores de mano de obra. La presión social aumenta, por la participación de los trabajadores en el consumo de los nuevos bienes creados por la industrialización, de paso que las viejas estructuras de poder precapitalistas van siendo destruidas. En la periferia, al contrario, el progreso técnico penetra por la vía del consumo, por parte de las elites locales, de los nuevos productos ofertados por las economías industriales. A tal efecto, y dadas las condiciones de oferta elástica de mano de obra, la expansión del consumo de esas elites no promoverá transformaciones de fondo en las estructuras sociales. Al contrario, se producirá en general un refuerzo de los mecanismos tradicionales de explotación del trabajo, con miras a ampliar la participación en el excedente de los grupos locales con poder económico. Ésa es la diferencia entre desarrollo y subdesarrollo, de acuerdo con la perspectiva histórico-estructural latinoamericana, que recha-

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za explícitamente las visiones convencionales de las «etapas del desarrollo». Se trata, al contrario, de dos procesos simultáneos, fruto de un mismo impulso modernizador, relativo a la difusión de la civilización industrial. La relación que se establece, entonces, entre el centro desarrollado y la periferia subdesarrollada es de dependencia cultural, derivada de la importación, por las elites periféricas, de una cultura material ligada a patrones de consumo, estilos de vida y, con ellos, valores, formas de pensamiento y estructuras mentales trasplantadas del centro. Con los procesos posteriores de industrialización periférica, vía sustitución de importaciones, los patrones tecnológicos centrales son copiados, de modo que la dependencia cultural se duplica en dependencia económica y tecnológica, cristalizada en las estructuras industriales instaladas en la periferia. Nótese que la perspectiva de Furtado se opone a las teorías de la dependencia cultural vigentes en el campo de la comunicación en las décadas de 1960 y 1970, que partían de una recepción althusseriana, bastante criticable, de las teorías de la dependencia de corte sociológico. La perspectiva de Furtado no es economicista, no sólo porque incorpora elementos de orden sociopolítico en la explicación de la estructura del sistema, sino porque, sobre todo, incorpora, en la base de su explicación, el elemento cultural. Su concepto de cultura, en efecto, se sitúa, según afirma Octavio Rodríguez (2009), en tres niveles: cultura material, cultura institucional y cultura espiritual. Los procesos de innovación y de creatividad se sitúan en cada uno de esos niveles. La creatividad políticoinstitucional es esencial para la transformación de las estructuras y se vincula fuertemente con el elemento de poder citado al inicio. Nótese que no sólo los grupos hegemónicos retienen poder económico. Los trabajadores, por ejemplo, a través de sus sindicatos y organizaciones, pueden influenciar –como de hecho influenciaron en los países centrales– en las formas específicas que asume el desarrollo. Justamente, la lucha contra el subdesarrollo pasa, para el autor, de forma crucial, por la incorporación de las amplias masas de excluidos y, en especial, lo que nos interesa más, por una autonomía cultural, sólo posible a través de la valorización de la cultura popu-

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lar, depositaria de valores éticos y visiones del mundo garantizadoras de una identidad que se opone a los patrones hegemónicos de la cultura global (Furtado, 1984). Así, contra el mito del desarrollo económico (imitativo y excluyente), el verdadero desarrollo pasa por un cambio en la balanza de poder en favor de las grandes masas, cuya creatividad, en todos los niveles, especialmente en el de la cultura espiritual, que es aquella más vinculada con la construcción de las identidades, debe ser estimulada y respaldada por una política cultural que garantice las más amplias condiciones de autonomía. Lo que no puede dejar de incluir políticas de comunicación efectivamente democráticas y vinculadas con un proyecto de desarrollo socialmente justo y ecológicamente sostenible (Furtado, 1974), privilegiando lo local y lo concreto, en oposición a lo proveniente del gran capital monopolista.

Consideraciones finales El esfuerzo del OBSCOM de retomar a Furtado representa, por encima de todo, la reafirmación de la línea de fuerza de la trayectoria teórica iniciada con Mercado brasileiro de televisão (Bolaño, 1988) que, como se ha dicho anteriormente, forma parte de una importante tradición teórica desarrollada en Brasil y en otros países de América Latina, de la cual aquel autor es uno de los principales exponentes. Esa reafirmación es importante, pues la EPC brasileña, como las otras, está perfectamente abrigada bajo el manto del materialismo histórico de Marx y Engels, influenciada en determinada medida por la Escuela de Frankfurt y es deudora de las modernas teorías de la organización industrial, con origen en el gran pensamiento crítico latinoamericano, lo que le garantiza un lugar especial en el campo intelectual más amplio. La preocupación por la problemática del desarrollo, en particular –y la superioridad del pensamiento latinoamericano y de Furtado en especial a ese respecto–, dará a ese enfoque una capacidad de crítica esencial para la lucha epistemológica en el campo académico más amplio de la comunicación, fuertemente influenciado, desde el

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inicio, por el funcionalismo desarrollista de la sociología americana. La crítica materialista histórica de Furtado a las viejas teorías del desarrollo estará en la base de la crítica de la EPC brasileña a las teorías de la comunicación relacionadas. Lo que se pretende, en última instancia, es explicitar ciertas identidades teóricas que están en la génesis de la EPC brasileña y que le dan otra dimensión, colocándola en posición de avanzar, más allá del estudio de la industria cultural, o de las diferentes industrias culturales, que ha estado llevando a cabo desde hace más de treinta años, hacia una interpretación sofisticada de la reestructuración capitalista en curso, en la que información, comunicación y cultura adquieren un papel fundamental, que no se limita a los cambios genéricos que muchos observan en la sociabilidad, sino que alcanza al interior de los procesos que definen el modo de producción en su totalidad.

Referencias bibliográficas Bolaño, C. (1988). Mercado brasileiro de televisão, São Cristóvão, Editora UFS. Bolaño, C. (1995). «Economia política, globalização e comunicação», en C. Bolaño y R. Siqueira (comps.) (1999), Globalização e regionalização das comunicações, San Pablo, Educ, págs. 73-95. Bolaño, C. (2000). Indústria Cultural, Informação e Capitalismo, San Pablo, HUCITEC. Bolaño, C. (2002). «Trabalho intelectual, comunicação e capitalismo. A reconfiguração do fator subjetivo na atual reestruturação produtiva», en Revista da Sociedade Brasileira de Economia Política ,11, sept., págs. 53-78. Bolaño, C. (2007). Economia política da Internet, São Cristóvão, Editora UFS. Bolaño, C. (2011). O conceito de cultura em Celso Furtado, Aracaju, OBSCOMUFS, mimeo. Bolaño, C.; Herscovici, A.; Vasconcelos, D. y Castañeda, M. (2011). Economia Política da Internet, São Cristóvão, Editora UFS, segunda edición. Brittos, V. C. (2001). Capitalismo contemporâneo, mercado brasileiro de televisão por assinatura e expansão transnacional, tesis de doctorado en Comunicación y Cultura Contemporáneas, Universidade Federal da Bahia.

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76 César Ricardo Siqueira Bolaño y Verlane Aragão Santos Brittos, V. y Bolaño, C. (comps.) (2005). Rede Globo de Televisão: 40 anos de poder e hegemonia, San Pablo, Paulus. Brittos, V. y Bolaño, C. (2007). A televisão brasileira na era digital, San Pablo, Paulus. Furtado, C. [1967] (1983). Teoria e política do desenvolvimento econômico, San Pablo, Abril Cultural-Coleção Os Economistas. Furtado, C. (1974). O mito do desenvolvimento econômico, San Pablo, Círculo do Livro. Furtado, C. (1978). Criatividade e dependência na civilização industrial, San Pablo, Paz e Terra. Furtado, C. (1984). Cultura e desenvolvimento em época de crise, San Pablo, Paz e Terra. Herscovici, A.; Bolaño, C., y Mastrini, G. (1999). «Economía política de la comunicación y la cultura: una presentación», en G. Mastrini y C. Bolaño (comps.), Globalización y monopolios en la comunicación en América Latina, Buenos Aires, Editorial Biblos. Rodríguez, O. (2009). O estruturalismo latino-americano, Río de Janeiro, Civilização Brasileira. Santos, V. (2008). A firma-rede e as novas configurações do trabalho nas telecomunicações brasileiras, Aracaju, Editora UFS. Sardinha, R. y Santos, V. (2011). Economia, cultura e criatividade: tensões e contradições. Carta Maior, consultado el 25 de febrero de 2011 en http://www. cartamaior.com.br/templates/materiaMostrar.cfm?materia_id=17484.

Los medios de comunicación de proximidad y el empowerment del ciudadano: la importancia de los contextos sociales en la reflexión teórica sobre el espacio iberoamericano João Carlos Ferreira Correia

Laboratorio de Comunicación Online (LabCom) de la Universidade da Beira Interior1

Traducción del portugués: Noemí Nogueiras2

El problema de la división cognitiva Una de las cuestiones esenciales que persiguen las nociones participativas en el desarrollo es la división entre expertos dotados de cualificaciones específicas y los ciudadanos legos, la cual es resultado de consecuencias estructurales inevitables introducidas por la tecnología, por la mediatización de las relaciones sociales y por la especialización (Bohman, 2000, pág. 47). Esta división, a nivel de las políticas públicas, pasa por la ausencia de mediación entre universos de significado tan diversos como aquellos que se construyen en la ciencia, en la economía, en el me-

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El Laboratorio de Comunicación en línea (LabCom) es una unidad de investigación situada en la Facultad de Letras de la Universidade da Beira Interior, en Covilhã (Portugal). Su principal objetivo es desarrollar programas de investigación sobre el estado de las nuevas tecnologías de la investigación, especialmente en lo que se refiere a los procesos de comunicación en línea. LabCom fue creado en el 2002 y es ya considerado como una de las principales unidades de investigación portuguesas en el ámbito de las ciencias de la comunicación. Incluye tres grupos de investigación, que se centran en: información en línea y persuasión, con especial atención al periodismo; medios de comunicación e identidades, con foco en la esfera pública y la democracia participativa; y cine y multimedia. Traducción revisada por Comba Campoy García.

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dio ambiente o en la tecnología, por un lado, y los que nacen en la opinión pública y entre los ciudadanos legos, por otro. Los ejemplos se multiplican. En Portugal, la cobertura de la crisis de la deuda soberana ha sido mayoritariamente protagonizada en el espacio público por los economistas de perfil monetarista que apoyan la política de austeridad impuesta por la Unión Europea y por el Fondo Monetario Internacional, bajo presión del eje franco-alemán. Los especialistas se refugian en el conocimiento de la economía, elevando opciones políticas al estatuto de proposiciones dotadas de validez universal. El culto del argot especializado transforma la lectura de las noticias en un ejercicio hermenéutico donde el ciudadano común se ve confrontado con lenguajes ambiguos y de doble sentido. Una lectura de los periódicos y de los blogs de febrero de 2012 permite identificar controversias en torno al significado de expresiones como reajuste o reestructuración de la deuda. En otro nicho de temas que carece de especialización, también se verifica la existencia de una incomunicación que minimiza la importancia del debate público. Un ejemplo son las políticas energéticas, expresamente aquellas que apuestan por energías renovables que, aunque dispongan de relativo éxito en Portugal, son menos conocidas entre los ciudadanos que fuera del país, pues el Estado administra la información sobre recursos comunes de un modo remoto. Esto es aun más relevante si consideramos que los suplementos especializados nos dan cuenta, ocasionalmente, de una lucha sorda entre los intereses asociados a la energía nuclear y a las energías renovables. Si esto es válido para los dominios de las políticas públicas donde son necesarios «conocimientos especializados», no lo es menos para la generalidad de la vida partidista, la directamente asociada a la conquista del poder, donde cada vez se verifica más una especialización intensa. La dependencia de máquinas burocráticas más o menos estabilizadas, la aparición de la asesoría de la comunicación y del marketing político pueden convertirse en un factor de opacidad en el sentido de que intensifican de manera creciente la gestión estratégica de acceso entre las zonas de backstage –zonas de bastidores de la dramaturgia política en donde los profesionales revelan de modo informal sus propósitos– y de frontstage –es decir, zonas

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de publicitación de ritual político en las que las elites buscan un control más minucioso del mensaje producido (Goffman, citado en Meirowitz, 1985).

¿Qué desarrollo? El problema de la división cognitiva del conocimiento se articula con el propio modelo de desarrollo. Las opciones de desarrollo con respeto a la comunidad y a su bienestar son, frecuentemente, apoyadas en un lenguaje técnico y especializado que no es el lenguaje de la opinión pública sino el lenguaje de los expertos. Las orientaciones de naturaleza crítica sobre el papel de la comunicación en el desarrollo defienden que ésta se transforme en un instrumento de diálogo e interacción social, basado en experiencias afectivas y cognitivas que influyen recíprocamente en las conductas con diversos y diferentes fines. Para los partidarios de la comunicación comunitaria, si se pretende que ésta interfiera en un modelo de desarrollo sostenible, deberá ser bidireccional y utilizar herramientas para identificar situaciones y cuestiones que susciten conflicto. En simultáneo, dará cohesión a las legítimas preocupaciones de los grupos sociales, particularmente de los menos privilegiados, permitiéndoles la toma de conciencia de su propia situación estructural, la identificación de problemas y la búsqueda de soluciones (Magalhães, 2009). Sólo un modelo de comunicación marcado por el diálogo puede responder a los deseos de desarrollo participativo defendido por autores como Amartya Sen (2008, pág.18), según la cual los actores sociales son encarados no como beneficiarios pasivos sino como protagonistas de un proceso transformador que se traduce en la mejora de los indicadores económicos, sociales y ambientales de un determinado país, región o grupo social. Cuando se entiende por desarrollo la integración en el modelo de globalización o la generalización del acceso al consumo, estimados por una concepción cuantitativa, la tarea que se atribuye a la comunicación es, esencialmente, la de transferir conocimientos y hábitos que estimulen el aumento del consumo y de la productividad.

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Este modelo de desarrollo y el modelo de comunicación subyacente es potencialmente inductor de relaciones de dependencia, induce al desprecio de las identidades marginadas por sí mismas (Taylor, 1998, pág. 48), además de traducirse en consecuencias graves, incluso en el plano puramente económico. Estas preocupaciones son aplicables a situaciones verificadas en Europa. La transferencia de modelos de desarrollo presentados como uniformes para todo el continente se ha visto acompañada de estrategias focalizadas en el dinamismo de un sector terciario dependiente de la financiación bancaria, las cuales se han beneficiado del ambiente cultural introducido por la ausencia de regulación mediática. Conviene destacar que la escasez de diálogo público no ha acompañado sólo las estrategias monetaristas hoy hegemónicas. Como recordaba Habermas en 1962 (1994), los derechos sociales en Europa han sido diseñados a través de estrategias dirigistas de planificación administrativa, en una gestión entre público y privado que ha privilegiado la reglamentación burocrática. El resultado fue el desafecto de las poblaciones respecto de muchas de estas soluciones, fácilmente puestas en causa por las críticas afines a las estrategias monetaristas y liberales, las cuales habían centrado sus argumentos en la burocratización y en el dirigismo del Estado providencia. Por último, en el interior de los propios países, estrategias similares de desarrollo económico –asentadas en la terciarización, en el consumo y en el acceso al crédito– han generado polis gigantescas caracterizadas por un ambiente caótico polarizado en vecindarios socialmente homogéneos de riqueza y pobreza igualmente significativos, por oposición a regiones interiores muy desertificadas. El desarrollo sostenible, al contrario, se entiende como un proceso dinámico en el que son identificados especificidades y contextos, sancionados como tales por los beneficiarios, encarados de este modo no como puros destinatarios/receptores sino como agentes y protagonistas. Siendo así, implica la existencia de un debate público sobre las opciones en abierto que reclama, consecuentemente, la comunicación bidireccional y dialógica.

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El inconveniente que se podrá colocar a esta perspectiva reside en el hecho de que la comunicación mediática constituye una parte sustancial de los procesos comunicativos en vigor en las sociedades contemporáneas. Se conoce el papel que el establecimiento de las agendas de los grandes medios puede tener en el bloqueo a temas minoritarios protagonizados por franjas sociales dotadas de escasa visibilidad. Este inconveniente debe ser tenido en cuenta pero impondrá una reflexión sobre hasta qué punto se traduce en formas pesimistas de negación de la realidad que poco beneficio reportan. Existe una ambigüedad estructural que persigue a los medios de comunicación y que se traduce en su sujeción al doble principio de eficacia y de legitimidad (Esteves, 2003, pág. 18). Teniendo en cuenta la pluralidad de géneros, la complejidad y la diferencia de contenidos, así como la coexistencia de material de valor cognitivo diferente y la existencia de formas diferenciadas de recepción y de descodificación, no se puede excluir pura y simplemente la hipótesis de que los medios de comunicación canalicen controversias relevantes sobre la legitimidad de las opciones.

¿Qué proximidad? La concepción de desarrollo sostenible implica una compresión crítica de la realidad social encarada no sólo como la abstracción sistemática sino como parte del mundo vivido. En este sentido, lo local y lo regional se caracterizan como un espacio vivido apoyado en lazos de proximidad, familiaridad, relaciones (económicas, políticas, vecindad, etc.) y lazos de identidades, de enorme diversidad, que incluyen desde una historia en común, hasta costumbres, condiciones de existencia y contenidos simbólicos compartidos, y no meras demarcaciones geográficas (Peruzzo, 2003, pág. 68). Como identificó Bourdieu (1999, pág. 697), «la proximidad social y la familiaridad aseguran dos de las condiciones principales de una comunicación no violenta». Si es verdad que el lugar evoca «aquello que se puede ver, tocar, aprender y, por lo tanto, ser comprendido» (García, 1999, citado en

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Peruzzo, 2003, pág. 6), también está interrelacionado con lo global y lo nacional en el rechazo de demarcaciones geográficas; en la convergencia entre identidades y diferencias que ayuda a reafirmar o minar especificidades, siendo así deseable su configuración (de lo local y de lo global) «como polos, simultáneamente, convergentes y opuestos de una relación» (Peruzzo, 2003, pág. 69). En este sentido, la proximidad puede ser asociada al rechazo de formas de desarrollo que promuevan la uniformización y la homogeneización reductoras. Ésta es una faceta de los procesos cognitivos y de aprendizaje que es extensiva al desarrollo: éste gana apoyo en los procesos específicos y localizados de aprendizaje y de abordaje de los problemas. Los medios de comunicación, regionales y locales, no sólo estructuran una proximidad geográfica y orientada para el mercado: ayudan a establecer referencias para comprender aquello que se figura abstracto o lejano. Es decir: aproximan pero distinguen. La comunicación local, asociada a mecanismos paralelos, en general basados en intervenciones del poder público y de la sociedad, puede generar circuitos alternativos o complementarios (Mello, 2002). Así, el concepto puede orientarse hacia estrategias de movilización de los afectos y de la memoria al servicio de la comprensión crítica. El fracaso de algunos elementos voluntaristas específicos de la modernidad ha aportado un aliento renovado a esta cuestión. En Europa, la crítica de los modelos unilaterales de desarrollo capitalista o estatista de perfil totalitario ha conocido diversos matices. El pensamiento posmoderno ha ayudado a relativizar una concepción de desarrollo y de progreso que se consideraban imparables en la destrucción de las que se juzgaban que eran las ruinas del pasado. Sobre este epíteto, las «ruinas del pasado», se englobaban las tradiciones locales y regionales, las especificidades culturales, la memoria y los contextos locales de conocimiento y reconocimiento. En cuanto al pensamiento crítico –es decir, el que ha mantenido su relación con los conceptos estructuradores de la modernidad– ha centrado su preocupación en la hegemonía de la racionalidad sistemática (de teoría de sistemas), de la cual el productivismo es una de las facetas. Ha influenciado, por momentos, corrientes que han rehabilitado la importancia de los horizontes de reconocimiento y la

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experiencia vivida. Fue en este contexto en el que Habermas (1987) introdujo nuevamente el concepto fenomenológico de «mundo de la vida» como espacio de la cultura cotidiana, donde se encuentran los horizontes de significación comunes, oponiéndolo a los imperativos sistémicos en los que predomina la racionalidad técnica y administrativa. A pesar de eso, el entusiasmo que pueda generar el potencial de debate y de participación, atribuido al asociativismo local gracias a la recuperación de la vida cotidiana, no garantiza la impermeabilidad al abuso y al clientelismo. El arraigo en la vida cotidiana es un elemento de valorización cognitiva que puede generar beneficios en la implantación de estrategias participativas de desarrollo y en la formación de horizontes de reconocimiento. Los medios pueden producir dinámicas de autorreconocimiento y de diferenciación, afirmando la identidad y, como tal, produciendo la apropiación de un conocimiento localizado de problemas universales por parte de la comunidad. Sin embargo, también pueden generar dinámicas de autoexclusión, de desculpabilización («lo que es nuestro es necesariamente bueno») y, en el límite, la indiferencia respecto de procesos de dominación más complejos.

Medios de comunicación y democracia: ¿qué relación? La reflexión sobre el potencial democrático de los medios y los distintos modelos de participación democrática (el modelo liberal individualista, el modelo comunitarista participativo y el modelo deliberativo) fue desarrollada por autores como Dahlberg (2001b) y Christians, Glasser, McQuail, Nordenstreng y White (2010), quienes establecieron modelos de correlación entre medios de comunicación y ciudadanía. En el centro de las teorías liberales (Berlin, 1990; Nozick, 1974) está el compromiso con los derechos individuales y, casi como resultado de esto, con un Estado rigurosamente neutral, sin ningún tipo de objetivos colectivos, más allá de la libertad y la seguridad física de los ciudadanos (Walzer, 2008). Tales modelos adolecen de

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la noción errónea de que la comunicación es un fenómeno en el cual se privilegia la fuente. En este modelo, los ciudadanos son «meros consumidores de gobernación» (Eriksen, MacKuen y Stimson, 2002, págs. 16-17). Comunitaristas como Taylor construyeron el fundamento para la justificación teórica de una idea de comunidad política cuya plena realización se obtenía a través de la realización de sus miembros. A través de Clifford Christians (2004, págs. 236-247), se verifica el desafío a la hegemonía del liberalismo individualista occidental y una comprensión de la actividad mediática que transcurre en un contexto histórico y biográfico determinado, «debiendo contribuir a la profundización de la vida pública en todas sus dimensiones dinámicas». La teoría de la democracia deliberativa surgida en los últimos veinte años también ha originado un modelo en el que el énfasis se coloca en el presupuesto de que la democracia necesita preservar la participación racional en el debate público sobre las cuestiones de interés colectivo (Dryzek, 2000; Gastil, 2008). Para asegurar y garantizar la legitimidad del proceso deliberativo, se concibe un modelo dual, ligado a la formación de la voluntad en el complejo parlamentario, pero que también remite a las esferas públicas informales dialógicamente discursivas y democráticas (Habermas, 1996). La democracia representativa no es sustituida sino complementada por la participación o, por lo menos, por la preservación de canales que aseguran su posibilidad. En el origen de esta reflexión está la intención de dejar atrás a una ciudadanía debilitada. Muchos fenómenos más o menos inspirados por la reflexión deliberativa y comunitarista –el caso del periodismo cívico– no comparten la idea de entregar a los ciudadanos la responsabilidad directa de la comunicación, y sí, más bien, influenciar a los medios de comunicación y a las instituciones para que desarrollen una relación más dialógica con los respectivos públicos (Silva, 2007, pág. 84.). La cuestión no reside en transformar a la sociedad, ni siquiera a los medios de comunicación, sino en indagar en sus «potencialidades democráticas» y estudiar la forma en que la recepción activa puede permitir la apropiación y descodificación de los mensajes.

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Para la escuela de comunicación comunitaria latinoamericana, lo dialógico también ocupa un espacio considerable. La dimensión de la experiencia vivida frente a los imperativos puramente estructurales y sistemáticos, la crítica a los modelos de desarrollo puramente cuantitativos y la defensa de la comunicación dialógica se hace sentir en relación a los presupuestos asumidos. Sin embargo, en el contexto latinoamericano, la reflexión sobre el papel democrático de la comunicación se ha confrontado con elementos que han inspirado algunas de sus especificidades y recorridos: la predominancia tardía de situaciones dictatoriales de violencia extrema perpetrada por el ejército y fuerzas paramilitares, que han conducido a la respuesta armada (nunca a su rechazo), un proceso de acumulación capitalista dependiente del exterior, la escasa penetración del modelo de Estado providencia y la diversidad cultural asociada a las situaciones de exclusión. El énfasis en lo dialógico por parte de las teorías normativas, tal como se ha desarrollado en los centros prósperos del espacio europeo y americano, tuvo su origen en un déficit de legitimidad por parte de un Estado providencia burocratizado y regulador, incapaz de motivar la «verdadera participación» de los ciudadanos (en el caso de Europa). En América Latina, la comunicación comunitaria enmarcó su reflexión original en un modelo que ha enfatizado la dimensión militante en una lógica de emancipación de los excluidos. En una aproximación genérica, los medios comunitarios se han referido a todos los discursos mediados por tecnologías de la comunicación, no orientados al mercado, producidos por un grupo de personas que comparten un conjunto de valores y que colocan en escena actores y perspectivas que, tradicionalmente, permanecen en condiciones de invisibilidad simbólica. Tales medios, trabajando con agendas temáticas, se aproximarían al concepto de radical media que expresa «una visión alternativa a las políticas, prioridades y perspectivas hegemónicas» (Downing, 2002, pág. 21). En este sentido, las principales características de esta acción comunicativa comunitaria han incluido: (a) una opción política bien delimitada al servicio de los movimientos populares; (b) la inclusión de contenidos transmitidos por nuevas fuentes con origen en el ciu-

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dadano común; (c) la inserción de la comunicación en un proceso de movilización y transformación popular; y (d) el compromiso con la construcción de una sociedad más justa y la posibilidad de participación activa del ciudadano común como protagonista de este proceso (Peruzzo, 2005, pág. 2). Según Peruzzo (2003, pág. 3), en las décadas de 1970 y 1980 el contenido de la comunicación popular se centraba en la propuesta de contestación al statu quo y en la transformación de la sociedad capitalista. Algunos autores establecieron límites, en particular entre los paradigmas de comunicación comunitaria y popular: el primero buscaría «la conformidad con el sistema social y sus estructuras preestablecidas»; el segundo «busca formas de ruptura por medio de la construcción de una hegemonía popular» (Yamamoto, 2008, pág. 13). Sin embargo, a pesar de la permanencia de algunas premisas, se han ido incluyendo nuevas temáticas y cambiando los lenguajes y tipos de canales adecuados al momento actual. Simultáneamente, las características propias de la sociedad han continuado dictando la existencia de un discurso político que valora la ampliación de los derechos y deberes de la ciudadanía. Esta permanencia se ha reflejado en un incremento de las ONG, asociaciones y movimientos organizativos de toda clase y en el éxito de las formas de comunicación comunitaria asociadas a los Foros Sociales de Porto Alegre (Peruzzo, 2005, págs. 3-4). La caída del Muro de Berlín y la emergencia de la democracia en Europa del Este y en América Latina han vuelto a centrar la atención en el alcance y eficacia política de los actores provenientes de la sociedad civil. No obstante, en ese contexto de debate teórico no ha estado ausente el hecho de que la misma sociedad civil (por la diversidad de propósitos de sus integrantes y por su difícil categorización) está lejos de ser una panacea, generando reflexiones que llaman la atención sobre las potenciales tendencias nefastas y hasta antidemocráticas de algunos de sus protagonistas (Maia, 2011). Las propuestas deliberativas extraídas del contexto académico norteamericano y centroeuropeo también constituyen un importante segmento académico, sobre todo en Brasil. Este enfoque, ya mar-

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cado por el contexto de democratización de la posguerra fría, asume la configuración que algunos autores le han atribuido de utopía autorregulada que busca responder al déficit de participación política que afecta, por todas partes, a las democracias liberales y acentúa las oportunidades de los ciudadanos de intervenir en las esferas de decisión sobre políticas públicas y administrativas de los gobiernos (Gomes, 2011, págs. 19-28). La puesta en funcionamiento de este enfoque asume también algunos rasgos significativos que se hacen sentir sobre todo en el énfasis frecuentemente concedido al reconocimiento como combate contra la exclusión de grupos sociales (Mendonça y Maia, 2009; Mendonça, 2011). El problema del reconocimiento revitaliza una pluralidad de contextos de acción y de actores sociales que no coinciden con los tradicionales movimientos de clase. Es el caso de las organizaciones que combaten la discriminación de los homosexuales, que luchan por el reconocimiento de los problemas de los sujetos colectivos con necesidades especiales como portadores de discapacidades, de diabetes o de síndrome de Down (Martins, 2007, págs. 9194), de los ciudadanos portadores de deficiencia auditiva (Garcês, 2011), de los enfermos de lepra (Mendonça, 2008 y 2009) o de las organizaciones que persiguen derechos relacionados con el ambiente (Lycarião, 2011). Por su parte, fenómenos como el presupuesto participativo se han convertido en instrumentos de responsabilización social de las instituciones, existiendo señales evidentes de desplazamientos semánticos y políticos de su significado contrahegemónico hacia la ampliación de la responsabilización del sistema político. De este modo, hay fronteras sociales y culturales así como el transcurso de la historia política de las últimas décadas que explican estas diferencias teóricas, especificidades, desplazamientos y transiciones discursivas.

Fronteras y diálogos Portugal ha ocupado una posición semiperiférica en la construcción de esta topografía comunitaria, participativa y delibe-

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rativa. Siendo una identidad de frontera (Santos, 1994, pág. 53), lee fácilmente diferencias significativas entre enfoques que tienen preocupaciones comunes. Por un lado, recibió la influencia resultante de la vecindad del modelo centroeuropeo. Sin embargo, también conoció un desarrollo tardío del Estado providencia, la represión de las libertades democráticas y el desarrollo capitalista aplazado. El resultado de este desarrollo intermedio es también una escasa maduración del dualismo Estado/sociedad civil. El Estado providencia sólo ha conocido un desarrollo significativo entre los años 1985 y 1995, habiéndose desarrollado antes, en su lugar, una sociedad providencia basada en lazos de parentesco y vecindad. La sociedad civil posburguesa y posmaterialista que originó los discursos participativos y deliberativos ha conocido una maduración tardía. En la década de 1970, los movimientos sociales (alfabetización popular, por ejemplo) se han manifestado en formas de participación que se han desarrollado durante el proceso que siguió a la revolución del 25 de abril, pero la naturaleza autoritaria de algunas «vanguardias» y los contextos de lucha política de la guerra fría han impedido la consolidación democrática de algunos de estos fenómenos, genérica y erróneamente imputados como un todo a una tentativa de toma de poder del Partido Comunista. Recientemente, la comunicación alternativa parecía estar confinada a movimientos residuales, como el Centro de Media Independente Portugal (pt.indymedia.org/conteudo/política), aunque la actual crisis haya despertado algunas formas asociadas a las redes sociales cuya configuración es difícil de determinar, por su naturaleza simultáneamente innovadora y políticamente aún difusa. (Véase, a propósito, el Movimiento de 12 de Marzo organizado por la llamada Geração à Rasca (trabajadores precarios; desempleados jóvenes de larga duración; en algunos casos, aunque pocos, jóvenes que ni trabajan ni estudian…) que han salido a la calle con una impresionante capacidad de movilización asociada a Facebook, en un fenómeno similar al protagonizado por los indignados (Correia, 2011a). En la década de 1980, el Estado interventor dio lugar a un tardío Estado providencia, que originó la necesidad de espacios de diálogo y de representación en la sociedad civil y se tradujo en la participación de los agentes sociales, que adquirieron poder de negociación

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(Viegas, 2000, pág. 144). Se asistió al vertiginoso desarrollo capitalista de la prensa, la radio y la televisión, las cuales pasaron en un corto espacio de tiempo de la censura a la lógica de privatización acelerada, pasando por el modelo europeo de servicio público estatal. El desarrollo de los medios animó un paisaje comunicativo asociado a nuevas formas de cuestionamiento de la legitimidad. Entre los momentos que expresan nuevas prácticas comunicativas conectadas al cuestionamiento de la legitimidad del Estado se encuentra, como caso ejemplar, la proyección por las televisiones privadas –a través de un programa llamado Praça Pública [Plaza Pública]– del escándalo de los enfermos renales de la Unidad de Hemodiálisis del Hospital de Évora en 1993, durante el cual murieron 25 personas por efecto de la elevada proporción de aluminio en el agua que llegaba a aquella unidad de salud. En cuanto a los medios de comunicación regionales, en el litoral, más rico, se desarrollaron proyectos que reflejaban los intereses de los protagonistas del nuevo modelo económico y simultáneamente daban espacio a formas de intervención participada en el campo asociativo y cultural. El interior ha conocido la creación de pocos medios con esas características. El único movimiento que verdaderamente ha reflejado a nivel nacional la democratización de las estructuras sociales fue el protagonizado por las llamadas radios locales, legalizadas casi en simultáneo con las televisiones privadas. Siendo la forma de comunicación más próxima a un modelo comunitario, la mayor parte de ellas ha agotado sus proyectos en forma inconsecuente, haciéndose dependiente de los ayuntamientos. Han sobrevivido, sin embargo, proyectos cooperativos y privados que mantuvieron la independencia y el pluralismo dentro de una lógica democrática. No obstante, se verifica una gran concentración de esas emisoras en las regiones de Lisboa y Aveiro, y una mala distribución de las frecuencias locales en Portugal con clara desventaja para las de las zonas del interior. A través de la colaboración con la Associação Portuguesa de Imprensa y algunos grupos de comunicación, la Universidade da Beira Interior busca identificar las estrategias de los medios regionales y locales que, desarrollando potencialidades dialógicas, visualizan la constitución de nuevas formas de relación con la comunidad, en torno a objetivos

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que movilicen a los ciudadanos (Correia, 2011b; Correia, Canavilhas, Carvalheiro, Morais y Sousa, 2011). Este proceso incluye, además, una atención a la alfabetización mediática protagonizada por la Universidade da Beira Interior y la Universidade do Minho (Correia, Carvalheiro, Morais y Sousa, 2011). Recientemente, los procesos comunicativos asociados a la participación parecen también ganar algún impulso en lo que concierne a una atención creciente a los procesos de democracia y de gobierno electrónico y generalización de una mayor responsabilidad de las instituciones, vinculando en su marco algunas premisas de cariz deliberativo. El discurso dominante a nivel político y académico busca nuevas necesidades en el sentido de hacer que el ciudadano común participe en discusiones e interacciones con los poderes políticos, a propósito de los problemas de su vida cotidiana. Portugal ha adoptado también la introducción de mecanismos de participación pública, en especial a nivel local y municipal: actualmente, cuarenta y tres municipios desarrollan alguna forma de presupuesto participativo a la vez que se practican foros de discusión de los planes generales de ordenación urbana, principales instrumentos de gestión urbanística a nivel municipal, gabinetes de participación ciudadana (por ejemplo, Setúbal), foros de participación sobre los problemas de los municipios (por ejemplo, Almada, Santarém o Beja) o discusión pública sobre proyectos de rehabilitación urbana (por ejemplo, Junta de Freguesia3 de Algueirão-Mem Martins, Sintra, la mayor parroquia de Europa, con 63.000 habitantes), los cuales reúnen como principal sustancia temática el desarrollo regional y local. En estas iniciativas, la articulación entre medios de comunicación regionales y lugares tradicionales y las nuevas tecnologías ha permitido algunas situaciones interesantes en la puesta en funcionamiento de estas estrategias. Al margen de los fenómenos de clientelismo (Lopes, 2000, págs. 43-70), caciquismo y de perpetuación de micropoderes regionales y locales que hacen que el vecindario quede sujeto a la dominación –aspecto peligroso de la proximi-

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La Junta de Freguesia es la unidad administrativa más pequeña del territorio en Portugal, seguida por los municipios.

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dad común a varios países mediterráneos–, aquí se desvelan algunos elementos de dinamización de la ciudadanía. Portugal está atravesando contradicciones que exigen la presencia de discursos diferenciados sobre el papel de la comunicación en los procesos de desarrollo. Lógicamente, el análisis comparativo de las especificidades y de las convergencias sólo podrá ser productivo una vez estabilizada la existencia de estándares comunes de análisis. En este sentido, la construcción de un puente entre estudios europeos y latinoamericanos será también la puesta en funcionamiento del estudio compartido de las diferencias.

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PARTE II COMUNICACIÓN, DESARROLLO Y FRONTERAS

Fronteras permeables. Sobre la comunicación y el desarrollo en los modelos territoriales de la Unión Europea: la frontera luso-galaica como referencia Marcelo Martínez, Xesús Lage, José Ángel Brandariz, Agustina Iglesias, Montserrat Vázquez y Ana Belén Fernández. Grupos SUG- REAL_CODE

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finales de 2011, cuatro grupos del Sistema Universitario de Galicia (SUG)1 iniciaron una primera exploración en común sobre el eje que interrelaciona la comunicación y el desarrollo. Una de las líneas de investigación que se propusieron desde aquellas coordenadas giraba alrededor de la noción de «frontera». A partir de este elemento circunscrito al criterio de la política y la administración clásicas, asumido también desde otras muchas realidades objeto de las ciencias sociales, jurídicas y humanas, la aspiración de los investigadores se dirigía en concreto a intentar interpretar y describir las transformaciones que los flujos de la comunicación y las dinámicas del desarrollo pudieran producir en la convivencia y su organización en estos espacios de frontera.

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Se trata de los grupos del Sistema Universitario Gallego, Cidadanía e Comunicación de la USC (CIDACOM), el grupo Criminalidade e Xustiza Penal no século XXI de la UDC (ECRIM), el grupo Procesos sociais e desenvolvemento rural e urbano de la UVigo (HI2) y el grupo Comunicación Persuasiva de la UVigo (CP2) que obtuvieron una ayuda del programa de consolidación de estructuras de unidades de investigación competitivas para desarrollar la Red Europa América Latina de Comunicación y Desarrollo (REAL_CODE). La red, que estos grupos lideran, ha sido financiada por la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia y los Fondos FEDER europeos para el bienio 2011-2012.

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La realidad observable más próxima, la identificación con esos territorios por parte de los investigadores implicados y, también, el tener al alcance una amplia historiografía y la oportunidad de experiencias cercanas y contrastables, focalizó la búsqueda sobre la antigua divisoria internacional de Galicia (en España) con la Região Norte (en Portugal). Frontera «inexistente» en el proceso de reterritorialización iniciado por la Unión Europea (UE) en la que esta dimensión se articula como área transfronteriza, como Eurorregión, de la que emergen nodos de relación estratégicos, como pueden ser las eurociudades, en coexistencia con inscripciones identitarias, trazados, circunscripciones y competencias político-administrativas que responden al mandato de los Estados nación. No exenta de estereotipos que definen y promueven las diferencias, se trata de explorar, antes, esta frontera como memoria, como aglutinante de la tradicional convivencia y de las relaciones históricas entre los grupos humanos que residen y circulan en estos confines. Puesto que estos territorios han sido entendidos y dispuestos como periferia a lo largo de los siglos, desde la percepción de aquellos Estados nación que los cercaron como tales; e incluso en la actualidad, como se advierte desde los centros de poder de la UE. Sin embargo, como ya apuntamos, esta frontera continúa significándose como referente espacial de primer orden, un vivero de estudios y emprendimiento académico para las universidades gallegas y portuguesas, en su lectura constante –aunque no tanto si los recursos destinados a ella fueran suficientes– de los procesos y conflictos que se generan en esta área territorial, donde intervienen viejos y nuevos agentes y se acreditan representaciones desde la innovación y desde la resistencia a los cambios que pudieran construir tanto las comunicaciones, como imponer aquellas dinámicas del desarrollo. Es precisamente este itinerario de análisis de espacios, agentes, procesos y conflictos y representaciones el marco de exploración que los grupos del SUG de REAL_CODE (Red Europa América Latina de Comunicación y Desarrollo) abordan en los ensayos que a continuación se presentan, adentrándose en la interpretación de las transformaciones de la realidad social de esta frontera. Se fragua, así, en esta línea común de exploración, un primer intento de estos grupos de

Fronteras permeables. Sobre la comunicación y el desarrollo...

investigación por comprender y explicar las diversas orientaciones y relaciones que generan instituciones supranacionales como la UE, y aun otras organizaciones que, como espejo de aquélla o por sí mismas, promueven un espíritu emprendedor y colaborativo o generan continuas tensiones en y entre lo local, regional, nacional o global; sobre el espacio y la convivencia transfronteriza. Aunque espíritu y tensión no vayan siempre por separado. Entendemos que éstos deben ser los pasos para poder observar y comprender, en una fase más avanzada del trabajo, sus procesos y prácticas en tanto que modelo de desarrollo aplicado también en otros territorios europeos o en las políticas regionales de frontera entre países de América Latina, en las diversas iniciativas de intervención que ha emprendido la UE asistiendo a aquellas naciones y organizaciones supranacionales del continente americano. En este sentido, creemos que la divisoria luso-galaica es, en primera instancia, un paradigma de permeabilidad de la frontera, en contraste con la visión más estática o, incluso, negativa o conflictiva que adjetiva a otras divisorias internacionales. En esa primera instancia, decimos, por la consolidada transferencia entre sus grupos humanos que han traspasado y compartido, según propios intereses y oportunidades a lo largo de una historia en común, los respectivos espacios y burlado impedimentos nacionales. Sobre ello, o como pretexto de esta fortaleza convivencial, más permeabilidad que, en un sentido no tan hipotético como en principio se pudiera entender, procura el ideal europeísta, al que se sujetan las instituciones y organizaciones locales para arañar una cierta autonomía y cooperación, renovando, entre otros recursos disponibles, su liderazgo y planeamiento del tejido social. Las intensas transformaciones que el desarrollo, o mejor dicho, su expectativa, ha provocado en el último siglo y en la primera década de este milenio, como estrategia de la logística global y local del capital, ha influido notablemente en el actual dibujo de los territorios de los Estados nación, infiltrando y asumiendo su poder organizativo, tomando y aplicando decisiones sobre cartografías, normativas y operativos que afectan al común.

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El desarrollo, en no pocas ocasiones, actúa desde posturas y lógicas fundamentalistas reubicando el trazado político del territorio (como instigador de conflictos bélicos, en última instancia), así como las relaciones económicas, sociales y culturales que en aquél se producen o lo atraviesan. Es decir, sirviendo como lanzadera de retóricas y prácticas de poder, interviniendo sobre los espacios y representaciones, en la relevancia y dominio de unos sobre otros agentes, en la necesidad y las posibilidades de movilidad y de movilización, en la perspectiva y las formas de comunicación y de convivencia y, en fin, sobre la vida misma de las personas. Ha fabricado distintos y uniformes conocimientos, discursos e imágenes, pero sobre todo prácticas, que en su rastreo muestran la complejidad de estos procesos, y sus efectos. En su diseminación, emergen mandatos globales que instrumentalizan, modifican o discriminan actitudes, relaciones, formas, procesos, entidades y grupos, comunidades, sin posibilidad de discutir alternativas que consensúen la protección de los derechos o de las tradiciones culturales pero, y sobre todo, que permitan unas mejores condiciones para la existencia. Sobre estas diversas intensidades que en las fronteras adopta el desarrollo e, igualmente, convoca a distintos tipos de comunicación, los investigadores tuvieron la oportunidad de contrastar y debatir con ocasión del encuentro de investigación Fronteira, Comunicación e Desenvolvemento que REAL_CODE organizó en la eurociudad Valença-Tui (24-26 de mayo de 2012). De este evento se entresacaron no pocas referencias y contrastados resultados de investigaciones de otras universidades y organizaciones, observaciones y experiencias sobre el terreno, documentos y relatos de los agentes involucrados en las eurociudades luso-galaicas recuperados durante el encuentro, que, acompañados de posteriores indagaciones y revisiones de los estudios sobre la frontera, la comunicación y el desarrollo desde los distintos campos que los grupos iniciadores de la propuesta cultivan, se ofrecen a continuación. En el itinerario inicial que estos grupos se han marcado –espacios, agentes, procesos y conflictos, representaciones–, se distinguen distintas sensibilidades y visiones, distintos focos de atención, que reconstruyen desde la ruta emprendida una frontera que se muestra múltiple, diversa, también desde su abordaje.

Espacios de frontera y de comunicación: Galicia-Norte de Portugal como construcción europea Marcelo Martínez Hermida

Grupo de investigación CIDACOM1 (Universidad de Santiago de Compostela)

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a frontera, como espacio, es una de las representaciones que ponen en valor el concepto de territorio y los procesos de intercambio. También la orientación y permanencia de la producción simbólica que genera el campo de su imaginario. Siendo un extremo, un confín resultado de inscripciones políticas y administrativas, se encuentra en el centro mismo de una serie de tensiones, expectativas y realidades sociales, económicas, culturales, que motivan el interés de su estudio desde las coordenadas que pudieran proponer la comunicación y el desarrollo.

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El grupo de investigación CIDACOM (Ciudadanía y Comunicación) de la Universidad de Santiago de Compostela es el promotor de la Red REAL_ CODE (Red Europa América Latina de Comunicación y Desarrollo). El CIDACOM aborda temáticas como el itinerario del tratamiento del conflicto y del cambio social en los medios de comunicación (juventud, género, migración, dependencia y discapacidad, paz, comunidad), el estudio y análisis de las capacidades, de las técnicas y de las formas expresivas de la cultura y de la comunicación (teatro, canon fílmico, escenografía fílmica y virtual, creación de la imagen institucional o identitaria, medios comunitarios… ) y su aplicación al desarrollo de políticas que generen competencias culturales y comunicacionales en la industria (audiovisual, mediática), la administración (políticas públicas de comunicación y cultura, creación y gestión pública de recursos comunicativos y de imagen) y la sociedad civil (tercer sector, grupos en situación de marginación, recepción y consumo).

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Los estudios sobre la frontera han tenido antecedentes valiosos desde la aportación de otras áreas de las ciencias sociales y humanas,1 aunque en el campo de la comunicación resultan todavía insuficientes, y en concreto, en lo que atañe a un análisis crítico que enfoque el área transfronteriza Galicia-Norte de Portugal (GNP) como espacio de prometedora cooperación y de revalorización de muchos de los intercambios desde antiguo consolidados. Pero también, en un contraste indeclinable, desde su estudio como espacios con diferencias de cuño identitario, o mismo desde su percepción como territorio, por ejemplo, sobre las carencias comunes de la convivencia y de servicios e infraestructuras, instrumentadas secularmente desde los distantes centros de los poderes nacionales. En el encuentro de investigación Fronteira, Comunicación e Desenvolvemento,2 se pudo comprobar algunos de los diferentes planos de las narraciones que se proponen y aglutinan alrededor de la noción europeísta de «eurociudad», y desde las lecturas posibles que existen sobre las fronteras, como espacios en continua construcción, que apremian a su transformación desde lo local y desde el ámbito regional de aquellos territorios transfronterizos, como espacios abiertos a la coexistencia. Algunas de las ideas y conocimientos que allí se trataron revierten en esta primera aportación que se aproxima también a los modelos de demarcación y desarrollo que las políticas europeas han decidido diseñar, desde la distancia también –pero con el apoyo de autoridades regionales y locales–, sobre estos espacios. Modificando nuevamente el sentido no sólo del trazado de las divisorias administrativas o de su gerencia, sino con ello el marco de relaciones, las perspectivas de la convivencia y, sobre todo, las formas de la existencia. Visitaremos, en este caso, algunas nociones, patrones y procesos que ayuden a reflexionar sobre la dimensión y consideración de tales espacios desde la comunicación. Tendremos también en cuenta la incidencia que los modelos de desarrollo imprimen en su funcionalidad operativa, en la utilización de símbolos instalados en la memoria y en las prácticas de convivencia, o con los de nuevo cuño que se procuran tales modelos para el cumplimiento de sus fines. Con el

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ánimo de presentar, finalmente, varios elementos que consideramos relevantes a la hora de recuperar la noción de «espacio de comunicación» para posteriores explicaciones y trabajos sobre la frontera o sobre las áreas transfronterizas o las eurociudades, conceptos y mandatos que se propongan desde las narraciones de intervención y de resistencia. Las transformaciones que prometen las narrativas y textos oficiales sobre el espacio de la Europa de las Regiones contrastan y coinciden ahora, además, con la confusión que un escenario mundial poscrisis agrega; sin relajar su presión sobre las riquezas y sus existentes, demandando un mayor esfuerzo que repercute sobre aquellas expectativas, a las que reorienta impositivamente y, sobre todo, que pone en el límite tanto la credibilidad europeísta, como la perspectiva de aquellos ciudadanos que pudieran albergar un futuro digno en unos territorios de continuo estigmatizados por la huella de sus múltiples fronteras. Ha sido tal la persistencia histórica de la división que parece llegada la hora de aunar voluntades, si no para rentabilizar los imaginarios y las contingencias que pudieran provenir desde la agencialidad de los poderes europeos, sí para afrontar en común las condiciones adversas que puedan incidir, aun más, en la precariedad, sobre las comunidades que coexisten en estos territorios y sobre su posibilidad de exorcizar y explicar a corto plazo aquello en lo que pueda derivar el escenario de crisis actual. Quizás pareciera que unas y otras preocupaciones devinieran de un origen común. Es reciente la renovada invocación3 del presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durão Barroso, sobre la necesidad de que los Estados miembro inviertan en la mejora de infraestructuras de transportes, energía y banda ancha para fortalecer el crecimiento y la innovación, y dejar atrás la crisis. La CE propuso el año pasado la creación de un fondo específico en el marco del próximo plan presupuestario plurianual de la Unión Europea (UE) de 2014-2020, con vistas a estimular la inversión en redes transeuropeas de conexión consideradas esenciales por los decisores europeos. Así, Bruselas propuso dedicar cincuenta mil mi-

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llones de euros del presupuesto comunitario a lo largo de esos siete años para desarrollar nuevas infraestructuras o mejorar las existentes, de forma que esos fondos públicos sirvan también para movilizar la inversión privada. Durão Barroso invitaba a los Estados miembro a formalizar y disponer su mayor atención sobre las infraestructuras obsoletas, incompletas o insuficientes que atañen a la interconexión y redistribución de bienes en el mercado único. Decía este mandatario que en el Consejo Europeo de junio de 2012, los líderes de la UE sacaron adelante un «pacto por el crecimiento y el empleo» y que, por tanto, se ha asentado «un consenso general» para combinar consolidación y reformas con políticas que fomenten el crecimiento y la creación de empleo. En ese contexto, aseguraba el presidente de la Comisión que el Fondo para conectar a Europa (CFE) puede tener un papel esencial para hacer frente a los desafíos de la UE. «Somos el mayor mercado único del mundo en términos de valor, pero en la última década hemos perdido competitividad. En muchas áreas, el mercado único sigue fragmentado», alertaba Durão Barroso en una conferencia organizada por la CE en Bruselas sobre el CFE. Un poco antes de estas declaraciones, el día de la semifinal de la Eurocopa 2012 de fútbol, que jugaban las selecciones de Portugal y España, el telediario de la 1, la cadena pública española, sorprendía con una noticia amable en la que el alcalde de Tui, Moisés Rodríguez, y el presidente de la Cámara municipal de Valença do Minho, Jorge Salgueiro Mendes, escenificaban la unión de ambas aficiones investidos de una camiseta de «la Roja» y una bufanda de Portugal, respectivamente. El día posterior al encuentro deportivo, la misma representación tuvo su secuela: con un montaje diferente tras la victoria de la selección española ambos líderes locales aparecían en el Telexornal 1 de la TVG, la cadena pública regional de Galicia. En esta noticia, el presidente de la Cámara ya no llevaba su bufanda, sino la camisola patria de la escuadra caída en los penales. Ambos insistieron en que todo aquello les unía, que eso era el deporte y que, por ello, además,

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habían disfrutado de cada parte del partido en una villa diferente, como si el cambio de terreno de juego no importara y dieran a entender que era, en realidad, el mismo. De ambos discursos y contextos, de una parte el crecentista y mercantilizador del presidente de la CE, de otra el happening simpatizante de las autoridades locales, ambos tomados en muy diferente tono, con distinta resonancia desde el particular punto de vista mediático, podríamos entresacar también distintas intensidades, velocidades, objetivos, pero mensajes al fin y al cabo, que responden a estrategias comunes y definidas de la política europeísta, donde aparte de rasgos globalizantes y uniformizadores que pudieran responder a un discurso claramente instrumental y vertical, se advierte la presencia de un convidado de piedra, entre líneas o no, como son los Estados nación, ampliamente superados en ambos relatos, pero implicados y aprehendidos como protagonistas también de esta misma tramoya. Estos discursos institucionales, sea cual fuere su estética comunicativa, aún evidencian, además, la mayor marginalidad de otro espacio, como es el de la ciudadanía, cuya conveniencia es soslayada por el relato informativo y posicionada por éste como mero usuario, simple receptor pasivo de políticas y de adhesiones simbólicas. Sobre estos relatos institucionales adivinamos, finalmente, la inexistencia de la frontera, sumergida bajo el flujo de la inversión, rebasada por el tráfico que las expectativas de cooperación y de rentabilidad más intensas puedan procurar a los poderes locales y regionales. No obstante, como veremos, la impronta de los medios de comunicación y de los poderes políticos y económicos, que ratifican finalmente estos negocios públicos y privados como instituciones sociales, conforman tan sólo una parte de lo que podremos entender como «espacio de comunicación» y, en nuestro caso, sobre cómo se podría plantear esta noción sobre las dinámicas que se accionan en estas nuevas áreas transfronterizas. Parafraseando a Martins (2009, pág. 137), que se refiere en su caso a los estudios de historia local, es esa historia local, ya por sí misma como memoria, la que ha contribuido a revelar las partes ocultas de las «grandes verdades históricas», citando las palabras de Benyon (1976). El acercamiento a esa

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memoria hace posible exploraciones al ras de las personas reales, al hilo de los hechos, acontecimientos y subjetividades que conforman e informan de los macroprocesos sociopolíticos y culturales.

Los espacios de comunicación y las fronteras: hallazgos y redefiniciones Romano (1998, págs. 185-215) explica que el término de «espacio de comunicación» se empezó a considerar por vez primera cuando Ronneberger (1992) lo utilizó en su investigación sobre los factores extratecnológicos y organizativos de los que podía depender la difusión de los periódicos. La cuestión de la dimensión espacial, en estos y otros abordajes, se muestra fundamental para comprender los procesos comunicativos y puede proyectar, además, una interesante panóptica sobre los repertorios de la comunicación directa, las dinámicas de contexto para la interacción entre las personas y la comunicación pública. La de «espacio», debiéramos considerar por tanto, se convierte en una noción clave, estratégica para la comunicación, si tenemos en cuenta también las limitaciones mismas de la percepción humana (Pross, 1997). En su exploración, Ronneberger señalaba varios factores, relaciones e influencias entre comunicación y espacio. Su trabajo ponía de relieve los procesos que afectan al comportamiento cultural de las personas y a la cultura de la sociedad misma: la noción de territorio; los límites espaciales que al respecto instituyen los poderes; la estabilidad y la seguridad que como indicadores de calidad proporcionan esos territorios; el sentido de pertenencia y las relaciones entre asentamiento y migración; la lengua, que es vehículo de la cultura y que capacita para nombrar esos espacios y sus existentes; el proceso consciente de conocimiento del entorno o el proceso de socialización y aprendizaje, imprescindibles para orientarse en el mundo. Cuestiones que tienen que ver con las condiciones espaciales de la interacción humana y la comunicación directa entre las personas. Otorgaba Ronneberger, además, un gran valor a la noción de espa-

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cio cultural y su relación con la comunicación. Los espacios culturales –alegaba– crean y estabilizan la comunicación pública, como resultado de una serie de circunstancias, acciones y comportamientos estructurales. Los ámbitos de difusión de las comunicaciones de masas, por ejemplo, se corresponden con la extensión y el carácter de los espacios culturales, constituyendo los medios espacios propios de comunicación. Es decir, los medios de comunicación representan ideas y nociones, siempre peculiares y contradictorias si los cotejamos con otras percepciones de la realidad social. De igual manera, pretendemos decir, otros agentes generan sus propios espacios de comunicación y ámbitos de difusión. Y tales espacios, tanto contextuales como culturales, orientan las formas y la recepción de la comunicación realizada por tales agentes. Por tanto, es a partir de estas primeras consideraciones de Ronneberger que Romano apostilla finalmente que la comunicación, en general, no sólo está condicionada por los espacios, sino que ella misma crea y configura espacios. Es decir, los dispone, los articula y los limita, como si fuera frontera. Tanto el trabajo de Ronneberger, que indagaba sobre determinados objetivos no instrumentales de la distribución, como la apostilla de Romano, y su discurso enfocado posteriormente a la ecología de la comunicación, invitan a una reconsideración de la noción de «espacio de comunicación» o, en nuestro caso, de los espacios de comunicación que explican la frontera o su parcial inexistencia. No es éste un asunto que sólo tenga que ver con la frontera GNP, sino también posiblemente con las dinámicas universales y los espacios de comunicación de todas las fronteras, que los flujos de capital y los mandatos de organizaciones supraestatales disponen o eluden en la actualidad, según la oposición o reticencia que se les presente. Sobre este modelo europeísta de la divisoria GNP podemos argumentar4 el «espacio de comunicación» como el marco de una narración dominante, que se presenta en esencia como única e innegociable, externa en origen al territorio y a los espacios de convivencia

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habituales, que desarrolla relaciones de poder reinterpretadas desde la oportunidad de compartir recursos, de explotarlos y de operativizarlos para satisfacer carencias territoriales, pero también para su conectividad a una retícula marcada por los flujos de mercado que puedan ordenar los nuevos centros europeos y disponer los poderes locales. Pero apuntábamos al comienzo de este ensayo sobre la naturaleza representativa de la frontera, del modo en que ésta valorizaba el territorio y lo disponía al intercambio. Hay, precisamente, referentes en la memoria de la divisoria luso-galaica que fundamentan la intercomunicación entre estos territorios (Martins, 2009; Kavanagh, 2009) a través de las prácticas elusivas o comerciales5 de sus habitantes, fuera o dentro de la ley de los Estados, en el tráfico de personas que migraban, los carneiros6 por ejemplo, o en el linaje de los matrimonios mixtos relacionados con el usufructo de la tierra. Tales son las conexiones de convivencia, entre otras muchas, que parecen más recurrentes y que, cuando menos desde una óptica comunicacional, resultan referencias paradigmáticas. Como, por ejemplo, aquellas también que, desde los vínculos de la lengua y la refabricación identitaria del gallego, encaminan de parte a procurar el ideal de un espacio cultural común (Beramendi, 2008; Martínez-Risco, 2008). Estas relaciones ancestrales y aun modernas que se atribuyen a la convivencia en la frontera luso-galaica se pueden advertir como prácticas de permanencia o de resistencia ante los sustanciales cambios de las divisorias internacionales en Europa. La antigua frontera, entonces, además de un instrumento divisor de la cartografía de los poderes políticos, se evidencia como múltiple,7 dispuesta en diferentes planos, inscrita y percutora de la realidad social y cultural, rasgo de identidad común de los habitantes de los territorios en coexistencia. Sobre esta frontera diversa, múltiple, ha primado el aprovechamiento de los recursos, servicios, mercancías, símbolos y expectativas de uno u otro territorio, ante las carencias de lo propio. Pero también ahora sobre esas preexistencias, el cercamiento se superpone como discurso cooperativo de las instituciones locales para la explotación de recursos en común y la renovación de su función como

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estructuradoras del tejido social y económico local. He aquí una de las funciones clave de la (realidad) eurociudad, que más adelante abordaremos. La producción de este proceso reinstitucionalizador se corresponde, como hemos dicho, con un «espacio de comunicación» que desplaza las relaciones funcionales con los Estados nación y apela a la mediación y competencias de autoridades regionales y, sobre todo, a las aportaciones e ideas europeas, pero que, a nuestro entender, contradice la memoria de aprovechamiento en la frontera luso-galaica, por la dinámica extractiva de las formas globales que se objetivan en esa expectativa de flujo europeísta de los bienes en tráfico. El aprovechamiento llegará, según esta narración, por ese tráfico, estableciendo las directivas y gerencias aconsejadas, disponiendo los recursos comunes en el mercado, buscando estrategias e imágenes atractivas a la retícula y al flujo. Frontera es, pues, un concepto formalmente desterrado de la expresividad global, puesto que la globalización opera y simboliza a partir de centros de poder que atienden a lógicas de acumulación sin límites, que precisan conectarse entre sí. Lo global se presenta como totalidad y la frontera se encuentra ahora no sobre el terreno, sino en las brechas que los efectos de esa globalización generan en el pensamiento y en las prácticas de los que rigen y viven en esos territorios. Estas dinámicas globales (globalización, supranacionalismo, supraestatalismo) se activan, pues, como reestructuradoras de las relaciones espaciales para crear un mundo sin fronteras o un «espacio de flujos» (Castells, 1999, págs. 456-463), utopía que incide, se entrecruza, mezcla, se reconoce o, sobre todo, se confronta con el «espacio de lugares» (Cairo, Godinho y Pereiro, 2009, pág. 13), donde la frontera se multiplica y no sólo es una parte fundamental del Estado nación. Una de las evidencias de la permanencia de la frontera, de su diversidad y diferencia cultural, apunta al papel que todavía juegan los medios de comunicación sobre este espacio. Lo que plantea, en principio, un escollo en la difusión del mensaje europeísta (filtrado

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en la actualidad desde una óptica nacional). Podemos reseñar algunos rasgos, de distinto calado y origen, que explicarían su suscripción a espacios culturales nacionales y no regionales, y aun menos, a las expectativas eurorregionales: la centralidad política y administrativa portuguesa, en contraste con el margen competencial parcial adquirido por la administración gallega; de ello, la refractariedad cultural; el despoblamiento y el carácter eminentemente rural de los territorios fronterizos; por tanto, una audiencia de escaso volumen, en ciertas partes del territorio, como para que los medios regionales se decidan a atenderla; las prácticas e índices de lectura bajos, sobre una población cuya comunicación principal sigue siendo oral, directa; la dificultad y carestía de la distribución rápida de papel por la carencia de vías de transporte adecuadas en gran parte de los territorios fronterizos; la escasa visibilidad de Internet y de las redes sociales virtuales, que responden a culturas y vivencias sociales diferenciadas; los elevados precios de las tecnologías móviles para comunicarse en la misma región. No quiere decir esto que no hubiera intentos por establecer relaciones entre grupos mediáticos regionales o radicados en los territorios.8 En 2008, la RTP y la TVG,9 tras la producción conjunta de Sempre Abril (2007), firmaron un acuerdo comercial para el intercambio de programas, coproducciones, información, especiales y entretenimiento, así como para compartir conocimientos técnicos y formación entre sus empleados. El acuerdo, que generó expectativa en el sector audiovisual regional, llegó a la emisión de la serie documental sobre la lusofonía Terras de Acolá, producida por ambas entidades públicas. La relación entre medios en la frontera es de carácter local y puntual, sujeta a intermitencias e intereses coyunturales. Radio Municipal de Tui y Radio Vale do Minho, por ejemplo, han compartido informativos y programas sobre la actualidad de las riberas miñotas. Por otra parte, algunos espacios audiovisuales como los Encontros de Cine de Viana do Castelo han venido estableciendo una relación estrecha con cineastas y con las producciones gallegas, y Filminho es el único festival de cine que se celebra en pequeñas poblaciones de ambas márgenes del Miño.

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El relato europeísta y la Europa sin fronteras: algunos elementos, conceptos y procesos Europa ha vivido una violenta historia reciente de fronteras sucesivas y, por tanto, de separación de culturas y desplazamiento de personas, entre otras tragedias que implican directamente a un juego de poderes y soberanías. Tras dos guerras mundiales, el hundimiento del Imperio austrohúngaro, la expansión de la Alemania nazi, la creación de la Unión Soviética y su colapso posterior, la recomposición política del Este, el renacimiento de naciones antes unidas o antes divididas, o la progresiva regionalización, Europa ha pasado de la vieja concepción westfaliana10 de frontera del Estado nación a la eliminación parcial económica de sus divisorias internacionales. Quizás el ánimo integrador que hoy personaliza la UE devenga de esa historia de sucesivas heridas que aúnan a los territorios y a las personas. Muchas de las representaciones e imágenes europeas forman parte de la memoria de la cultura del mundo actual (léase la caída del Muro de Berlín, por ejemplo). Una voluntad, una expectativa de unidad y reencuentro, que ha permitido desarrollar un sistema supraestatal de soberanía compartida asentado en el pluralismo, la gobernanza multinivel, la multilateralidad, y que ha impulsado políticas de cooperación interterritorial desde sus órganos de gobierno, con iniciativas desde la década de 1990 del tipo INTERREG dirigidas a la construcción del mercado único y, por tanto, a sobrepasar los problemas de desarrollo de sus regiones periféricas y la reconversión de sus economías (Rojo y Varela, 2011, pág. 7). La crisis financiera actual, sin embargo, ha puesto de relieve la importancia de otros factores que, combinados con ese afán unificador de la organización supraestatal, han determinado su orientación hacia una instrumentalidad marcadamente economicista y uniformadora, intensificada en la supresión de esas fronteras económicas entre sus territorios. La globalización y la adopción de políticas neoliberales, por tanto, han traspasado progresivamente el espíritu y la práctica política de la UE, acentuando procesos de verticalidad e imposición soberana que se evidencian también en sus formas de comunicación. Comunicación no sólo entendida aquí como mensa-

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je, sino como sistema de relación y de consenso adquirido desde las decisiones ciudadanas. A estas alturas, la ausencia de un marco social real y un marco cultural creíble que mitiguen, cuando menos, la actual omnipresencia y extraactividad económica en las decisiones de la UE se explica también desde la asunción de la democracia como un régimen bajo mínimos (Brugué y Martí, 2010, pág.153), desde el escenario de doble velocidad que imponen algunos países, o desde el peso adquirido por la tecnocracia europea contrariando, en su práctica, las pretensiones originarias de pluralismo, gobernanza multinivel y multilateralidad. El concepto de «europeización» permite identificar y definir los diferentes impactos producidos por el proceso y el modelo de integración europea en las políticas nacionales y subnacionales (Morata, 2007), entre ellas la referente a las áreas transfronterizas. Se refiere a «todo un conjunto de procesos de construcción, difusión e institucionalización de reglas (formales e informales), procedimientos, paradigmas de policy, estilos y formas de hacer las cosas, valores y normas compartidas».11 La práctica de tal concepto, arraigado en la organización supraestatal, permite concebir una estrategia instrumental que atraviesa la agencialidad política y técnica en el ámbito de la UE, para ser «posteriormente incorporado y practicado en los niveles estatales y subestatales» (Radaelli, 2003). Podemos ratificar, desde el aspecto comunicativo, la existencia de una agenda narrativa común y también la complementariedad de los mensajes expuestos supra y que ejemplificamos en el discurso del presidente de la CE y en la escenificación de los alcaldes miñotos. Pero también, más importante, describir un procedimiento operativo que explica la dirección y la producción de sentido de la comunicación en la construcción de la expectativa de un «espacio de comunicación» alrededor de la GNP. Tras ese acuerdo común12 de los Estados miembro sobre la supresión de fronteras internas en la UE, las dinámicas de reorganización han sido establecer un sistema de cohesión logística del territorio que interconecte puntos intermedios y periféricos en una

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retícula en la que desde el centro se aprovisiona y se intercambia una «nueva» simbología y una «nueva» forma de operar en ese mismo sistema, respondiendo ante ese poder axial que encarna la UE, su tecnocracia. Dos elementos básicos en la fundación de la organización supraestatal, que seguidamente expondremos, nos permitirían tal vez visibilizar el storytelling13 en el que se salvaguarda la funcionalidad operativa que persigue la UE y que se concreta en la recreación de ciertos símbolos europeos. Nos referimos a las nociones de cooperación, que apunta directamente a las dinámicas transfronterizas, y a la de cohesión, que apela a los derechos de los ciudadanos europeos. La cooperación transfronteriza es un elemento unificador fundamental en la «construcción» europea y el asentamiento de procesos de desarrollo local. Cooperación transfronteriza en Europa se describe oficialmente como «cada proyecto común destinado a reforzar y a desarrollar las relaciones de vecindad entre colectivos o autoridades territoriales dependientes de dos o más partes contrayentes, así como las firmas de acuerdos y pactos útiles para tal objetivo».14 Respecto de la cohesión, la revisión del Tratado constitucional y el Tratado de Lisboa, confirman la triple ambición de la «cohesión económica, social y territorial» entre los objetivos de la UE. Textualmente se explica de esta manera: «El objetivo de cohesión territorial va orientado ante todo a lograr que las personas puedan aprovechar al máximo las características inherentes de las zonas en que viven. Ningún ciudadano europeo debe estar en desventaja en lo que respecta al acceso a los servicios públicos, la vivienda o las oportunidades de empleo simplemente por vivir en una región y no en otra. La cohesión territorial apunta a un desarrollo sostenible y más equilibrado».15 Europeización, como paradigma operativo y mandato vertical comunicativo, cooperación y cohesión, como objetivos temáticos específicos, establecen un diseño espacial que define, junto con el principio de subsidiariedad,16 las regiones transfronterizas como laboratorios de la integración europea (Perkman y Sum, 2002; Kramsch y Hooper, 2004). En la práctica, este espacio de comunicación limita la

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interlocución a una serie de agentes económicos y sociales locales y regionales que van finalmente a decidir sobre los proyectos y sobre las formas de disponer los recursos. Por tanto, a obtener los réditos políticos, sociales y económicos como botín de su hegemonía. Lozano (2007, pág. 333), cuando describe la gestión y participación en la eurociudad vasca, señala que los fondos europeos «han servido para la configuración de los inevitables órganos y procesos burocráticos que detraen grandes sumas de dinero sobre los proyectos concretos» y aun explica que la participación ciudadana ha sido mínima, la información no llega a la sociedad, los procesos de información se reducen al máximo, las campañas de concienciación y sensibilización se obvian y «cuando se ponen en marcha las primeras medidas suelen existir importantes conflictos entre las esferas técnicas y de decisión y la propia sociedad». La subsidiariedad, como prerrogativa, convoca a los agentes económicos y sociales más representativos del entorno local, situados en los niveles de decisión más eficientes. Pero la participación, imprescindible para poder solventar el cuadro de vida de las personas que persigue la cohesión, por ejemplo, exigiría una mayor representación del tejido social garantizada desde la UE, como imperativo de estos procesos. Algunas de las cuestiones significativas que plantea Lozano en su relato apuntan al proceso de información y las campañas de concienciación y sensibilización, lo que pone en entredicho la eficiencia, la eficacia y la capacidad de «europeización» de los agentes locales y regionales, cuando no sus malas prácticas. Pensando en la configuración, por tanto, de un «espacio de comunicación» en las áreas transfronterizas de la GNP, cabría tener en cuenta, antes que ajustar técnicas de marketing social, disponer formas de participación y de compromiso que orientaran el aprovechamiento de los recursos hacia la ciudadanía. El dispositivo de saberes y de memoria de las comunidades debe entrar en juego no para ser utilizado como excusa política o bienes a disposición de los mercados, sino para solventar tanto las formas como para pilotar los procesos de integración, si es que esto fuera necesario.

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Frontera y eurociudades: modelos de intercambio En la terminología de la ordenación del territorio europeo (OT),17 «eurociudad» se entiende como un espacio dispuesto a la cooperación y a la cohesión social articulado sobre pactos institucionales, entre ciudades y territorios de regiones transfronterizas. Asume, en muchos aspectos, las «permeabilidades» existentes en las antiguas áreas de frontera e incorpora el estatuto europeo como garantía de su viabilidad en el marco institucional de la UE. La «eurociudad» como imaginario transnacional europeo ha producido distintas percepciones, aun desarrollando parejas estrategias por parte de las instituciones locales y regionales implicadas en esta dinámica. Como hemos visto, impelidas por una estrategia estricta que parte de una agenda europea que performa el gobierno, la cotidianidad y los espacios en los que transcurre la existencia. Se trata, en principio, de una expectativa con propósito de continuidad pero sujeta a tiempos, apoyos administrativos y a flujos de capital que incrementen sus recursos y perspectivas. La ciudad es, por sí misma, un «espacio de comunicación», un valor activo, un agente que produce símbolos y dinamiza operaciones. El intercambio comunicativo genera la ciudad, poniendo de relieve su memoria, su convivencia, sus saberes y conocimientos, sus carencias, su capacidad aglutinante como polo para desarrollar sus territorios. El hermanamiento de ciudades como consecuencia de una relación comercial, de mutua ayuda, aun de compartir una misma cultura, se ha concretado en Europa, además, en formas de cooperación transfronteriza tras la Primera Guerra Mundial (Rojo y Varela, 2011). Las eurociudades vienen ahora, en la dinámica europea, a establecer corredores y nodos de una interconexión logística encaminada a cohesionar el espacio UE, como ya hemos argumentado en páginas anteriores. No obstante, el empeño pone en juego actualmente serios desafíos, acuerdos y procederes de gobernabilidad conjunta sobre aquellos servicios y recursos que se dispongan en intercambio o en gestión común. Asimismo, y entre otras cuestiones, la reordenación y nueva utilidad de los espacios, el reparto de la economía fruto de los

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proyectos en común, la puesta a punto de la participación ciudadana en la toma de decisiones, la creación y sostén de un tejido asociativo y cultural compartido, la gestión y dinámica conjunta de la información, el calendario de eventos, campañas o de celebración de la hermandad o, por poner fin a los desempeños, el sistema de representaciones y símbolos que aportarán entre ambas colectividades. Una de las evidencias de la observación apunta, en concreto, hacia la exposición y balance de existentes de aquellas representaciones y símbolos que, de manera continua, se realiza en los textos y en la transferencia de la memoria recabados durante el encuentro de investigación celebrado en la eurociudad Valença-Tui, y en la posterior exploración documental sobre la frontera. Pinto Neves (2012) distingue, primero, tres lazos que considera básicos para entender la relación entre los enclaves miñotos: la lengua, la agricultura y el comercio. Sobre éstos, elabora un listado del legado patrimonial atento a la expectativa de intercambio: el río Miño, las barcas de pasaje, la frontera, los puentes internacionales, el camino de Santiago, el estilo románico, las comunidades de asilo político y los aspectos educativos, religiosos, sociales y asociativos, así como los apellidos y la heráldica, comunes a sus convecinos. El recorrido, lejos de ser una guía turística, es convivencial, particular y heterogéneo. De la misma manera, aunque haciendo acopio de objetivos estratégicos y expectativas dirigidas, Vázquez (2010) relaciona en su informe de investigación sobre la eurociudad Chaves-Verín, en la raia seca, varios propósitos clave de esta hermandad: la creación de una zona franca social, de una ciudad de la salud y de una ciudad creativa. Sobre estos ejes dispone una ambiciosa lista: la creación de una sede para la eurociudad (con oficinas para expedir la tarjeta de eurociudadano, para la juventud y locales de ensayo), la formación de profesionales de la salud con vistas a conseguir un hospital internacional, crear talleres de lectura y concursos para el diseño de Chavín (la mascota de la eurociudad) o de narrativa, la dinamización del patrimonio natural y la mejora de la calidad de agua del río, el fomento de transportes saludables, la consolidación como destino turístico singular por sus recursos termales, la promoción de ferias

Espacios de frontera y de comunicación

tradicionales y la creación de ferias especializadas, el encuadramiento jurídico en una AECT18 propia con sede en Vigo (a 165 kilómetros), la sensibilización y la comunicación interna y externa para la promoción y la implicación de los ciudadanos, la creación de una Comisión de Acompañamiento para la eliminación de barreras administrativas y legales, creación de estructuras sectoriales de cooperación dentro de la eurociudad y, como proyectos ancla, la creación de una zona franca social y el desarrollo de la marca «Eurociudad del Agua». La extensa relación es intencional, y la selección de los relatores también; para constatar las distintas sensibilidades, puntos de vista y la transformación progresiva de aquello que se entiende como representación o la expectativa de ella misma, Valença-Tui, desde una etapa inicial en su proceso como eurociudad, habla todavía de frontera, de enclaves de memoria y de rastros que atraviesan su paisaje y su paisanaje, aun de marcos que conforman el común del aprendizaje y el carácter de los convecinos. Propone unos lugares de significación alrededor de los cuales puede reconocerse un determinado tipo de comunicación que marca un tiempo y una potencialidad. Es un relato que dispone una invitación a convivir y compartir – sin más compromiso– atenta a una valoración del interlocutor sobre esos existentes. Chaves-Verín, por otra parte, indica una etapa más evolucionada del proceso. Los recursos, ya valorizados, ponen en juego sus expectativas a partir de un orden funcional y operativo dirigido desde la agenda de la institución local. La frontera ya ha desaparecido y, más que lugares de paso, se relacionan lugares de atracción que pretenden congregar y gestionar activos rentables. Se aprecia una lógica acumuladora, atenta a una diversidad de campos de actuación que demuestra también las carencias de su estructura social y económica. No se trata de la exposición de sus riquezas connaturales, como en el caso del relato de Valença-Tui, sino de un pliego de posibilidades a recabar. Comparte, asimismo, en forma inevitable, los cuños de la identidad institucional europea y describe una producción de símbolos y de operativos ligados a ella, confiando en su aprobación y apoyo.

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Cabe, sin embargo, subrayar en el caso de Chaves-Verín (para quizás medir la intensidad y velocidad de su proyección) algunos de los puntos de esta relación que ponen de relieve el establecimiento de determinados escenarios, cuando menos, sorprendentes: uno es la producción de objetos e imágenes que acompañan a la nueva marca, en cierta manera una excrecencia que apela al consumo del recuerdo, enfocada a hacer caja, pero que expresa ciertos límites de confianza en la creatividad ciudadana; otro es la distancia entre el territorio de la eurociudad y la sede de la AECT (Agrupación Europea de Cooperación Territorial), explicable en cierta medida por la lanzadera económica y de negocio que supone Vigo (una de las ciudades-eje tradicionales de los territorios de la frontera luso-galaica, junto con Braga y Porto, volcadas en dirección oeste, la opuesta a la eurociudad Chaves-Verín), lo que puede indicar también la necesidad de buscar en el territorio transfronterizo conexiones que proporcionen una cierta densidad de intercambios institucionales y económicos; uno más, la necesidad de recurrir a todo un costoso proceso de publicitación y gestión de lo ya reconocido como atracción natural, como es el caso de la marca «Eurociudad del Agua», es decir, la consideración de lo termal como proyecto ancla, lo que invita a repensar ciertas dinámicas, y determinar riesgos a mediano plazo, sobre la puesta en valor de espacios naturales, como también de los recursos inmateriales, propiedad de la memoria y del patrimonio de las comunidades; finalmente, la comunicación como problema irresoluto aun en una etapa postarranque del plan de desarrollo, lo que realimenta la ya argumentada disociación entre la agenda institucional y la comunidad. Es por esto último que, en este caso a nivel operativo, se insiste en la generación y disposición de un «espacio de comunicación» que relacione desde el consenso la perspectiva de desarrollo. Las eurociudades de la GNP, en las distintas fases de apropiación de su modelo transfronterizo, desde sus condiciones, carencias y riquezas del presente, proponen distintas lógicas para afrontar su futuro. Es decir, ambas se han envuelto en una dinámica de crecimiento que, cuando menos, revela un estado permanente de actividad comunicativa y de promoción constante. Sassen (2007) nos advertía, cuando hablaba de aquellas ciudades de tipo medio que pretendían

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emular a los grandes centros de poder urbanos, de la puesta en riesgo de la identidad y de los recursos de aquellos pequeños nodos de la red, expuestos a una exagerada mercantilización sobre la que poco podrían decidir y de la que mucho esfuerzo les iban a exigir. La transformación de la frontera a área transfronteriza, aun cuando promete una mejor forma de vida, una esperada y ordenada disposición de recursos y servicios y una conexión entre los bienes que se desean disfrutar, debe comportar además un proceso calmo y reflexivo, inteligente, consensual, de posición y sostenibilidad de sus existentes, controlando la dimensión de las transformaciones que suceden, calculando los efectos. La construcción de un proyecto de ciudad, como expectativa, no responde a una lógica de acumulación, sino de intercambio y de los límites que la ciudadanía le imponga a éste.

Algunas perspectivas en corto La propuesta de explorar los espacios de frontera y su transformación en áreas transfronterizas, siguiendo los dictámenes del discurso europeísta, ha alumbrado una batería de proposiciones, tanto en el plano que atañe a la recuperación de materiales y elementos que consideramos valiosos desde otras ciencias sociales y humanas recabados de investigaciones precedentes, como en el despliegue, tanto heurístico como de reflexividad, que ha comportado la intención de cercar algunas nociones y procesos que pudieran explicar y aun desarrollar someramente un «espacio de comunicación» que reclamara la atención como activo de posteriores investigaciones. Creemos indispensable la comunicación como estrategia para el control de las expectativas del desarrollo, de sus desviaciones y hasta de sus perversiones. Lejos de sus múltiples aplicaciones enfocadas a lograr el dominio de escenarios, situaciones, públicos o de incentivar determinadas formas de consumos indeseados, la comunicación se advierte como articuladora y vehículo de la existencia, de la convivencia, en disposición de formular preguntas que procuren, finalmente, la comprensión y el entendimiento.

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Seguimos a Sierra (2010, pág. 182) cuando invita a socializar y democratizar el conocimiento sobre la comunicación: «Ha llegado el momento de empezar a hacer investigación-acción en los movimientos sociales, aportando nuestro saber para esas luchas, más allá de las consideración como objetos de estudio de interés para la ciencia. Necesitamos, en este sentido, hoy más que nunca, una comunicología que trabaje en las redes ciudadanas para transformar la realidad, generando economía social, conocimiento local, recuperando, en fin, la memoria, desde la praxis sobre diversas realidades que atraviesan la economía política del conocimiento, la diversidad y conflictos interculturales, la participación democrática, el desarrollo, la cultura, las necesidades radicales (…) la comunicación, en fin, que, como la vida misma, no tiene fronteras y aspira a realizar el sueño de todo sujeto: aprender a ser». Un último apunte para advertir, además, la necesidad de abordar la comunicación desde la transdisciplinariedad y con los diversos instrumentos que procuran las ciencias sociales y humanas (la historia local, el análisis del discurso, el análisis de contenido, la observación, las dinámicas de participación… ). Merecería la pena, sin embargo, no considerar simplemente como laboratorio los espacios de frontera, sino como espacios de diversidad, donde el entorno y los existentes conforman por sí mismos una realidad múltiple.

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Los agentes sociales del espacio eurorregional Galicia-Norte de Portugal Xesús A. Lage Picos

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n este trabajo, el empleo del término «agente» es intencional y se lo prefiere al de «actor social». Se quiere subrayar, adoptando las propuestas teóricas de Pierre Bourdieu (1997) y de Anthony Giddens (1984), los aspectos dinámicos, relacionales, de los espacios sociales construidos por sujetos reflexivos y competentes –los agentes–, capaces de comprender, representar, comunicar y actuar en entornos procesualmente estructurados en los que se reconoce la desigualdad, la dominación y el poder. Además, la identificación de agentes sociales del espacio interregional Galicia-Norte de Portugal (GNP) que aquí se propone asume su carácter múltiple, abierto y circunstancial. De este modo, se reconoce tanto a los agentes formales del campo de la acción social (agentes institucionales, políticos, económicos, culturales, etc.), como a aquellos que dan cuenta de procesos sociales de carácter estructural (generaciones, género, autóctonos, nuevos residentes, inmigrantes, etc.), o de acciones o posicionamientos que definen concepciones diversas de la realidad o del desarrollo social (agrupamientos de carácter ideológico, de estilos de vida, etc.) (Camarero y González, 2005, págs. 95-123). Se advierte, también, el carácter parcial e introductorio de este trabajo, exponente de una línea de investigación que reconoce la necesidad de seguir profundizando en la identificación de los agentes e interacciones que conforman el espacio interregional galaico-portugués.

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Agentes institucionales Realizadas las acotaciones anteriores, se identificarán en primer lugar los diferentes niveles de las administraciones públicas cuyas políticas, normas y financiación han colaborado a concebir la posibilidad del espacio eurorregional. Desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, Portugal y España han sido beneficiarias de la Política Regional Europea financiada a través de los fondos estructurales. Como regiones con menores niveles de renta respecto de la media de la Comunidad (regiones objetivo 1), Galicia y el Norte portugués han tenido un trato preferente en la inversión de los Fondos Europeos para el Desarrollo Regional (FEDER), del Fondo Social Europeo (FSE), del Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA), del Instrumento Financiero de Orientación Pesquera (IFOP), y a partir del Tratado de la Unión (Maastricht, febrero de 1992), del Fondo de Cohesión. Los resultados más visibles de la Política Regional Europea en los territorios fronterizos entre G-NP se advierten en la mejora de las infraestructuras viarias del transporte por carretera, tanto en la red de carreteras locales como en aquellas que interconectan los territorios fronterizos entre sí y con las redes viarias nacionales. La construcción de cuatro nuevos puentes que cruzan la vieja frontera natural del río Miño es buen ejemplo de ese esfuerzo de la Unión Europea (UE) por reducir las barreras terrestres intracomunitarias para colaborar a procesos de desarrollo y reconversión económica. La UE ha estado presente en iniciativas dirigidas al desempleo, la formación profesional, el transporte, el medio ambiente, la regeneración urbana, la diversificación de la economía rural, la recuperación de patrimonio cultural, la salud pública, las telecomunicaciones, la investigación, etc., además de en las ayudas a los sectores productivos y a sus procesos de reconversión. Políticas, normas y financiación de la UE que tiene su réplica en los Estados miembro. Generalmente, marcan la agenda de gobiernos nacionales, autonómicos (en el caso español), y de los municipios, al obligar a adaptar normativas, gestionar fondos para ejecutar propuestas, programas, iniciativas, infraestructuras, etc. El peso

Los agentes sociales del espacio eurorregional

agencial de la UE ha ido restando protagonismo a los Estados nacionales, a pesar de que éstos intenten hacer prevalecer sus intereses a través del Consejo Europeo y en el resto de las instituciones y organismos que gestionan las políticas de la UE (Beck, pág. 60). La presencia de las administraciones públicas del Estado y de los partidos políticos en los gobiernos se hace visible, con especial intensidad, en múltiples cuestiones que afectan a la vida cotidiana de la ciudadanía en ambos lados de la frontera. Normativas no homologables, desconfianza y desconocimiento siembran de múltiples contrariedades la convivencia ciudadana, especialmente entre los arrayanos: transportes públicos que necesitan de licencia internacional, seguros sin cobertura del otro lado de la frontera, luces de los vehículos de emergencia distintos, obsoletas comunicaciones ferroviarias, telepeajes incompatibles, etc. Las cumbres y acuerdos entre Portugal y España requieren de una proximidad a problemas cotidianos, a la que no están hechos los gobernantes y gestores de unas administraciones con pesadas tradiciones centralistas. Si bien no se puede dejar de reconocer la descentralización política y administrativa realizada en España en las últimas décadas, que permite que gobiernos y administraciones autonómicas hagan valer las competencias en multitud de temas transferidos desde la administración central del Estado, a diferencia de lo que ocurre en Portugal. Mas los acuerdos interregionales transfronterizos entran en el ámbito de los acuerdos internacionales, y éstos son competencia de los gobiernos de los Estados. Aunque las administraciones públicas regionales o locales no tienen competencias en materia de política exterior, éstas han promovido iniciativas institucionales que han resultado muy útiles en la canalización de sinergias de cooperación. Es el caso de la Comunidade de Traballo Galicia-Norte de Portugal, constituida en 1991, con el aval del presidente del Gobierno Autonómico Gallego y el presidente de la Comisión de Coordinación de la Región Norte. La Comunidad de Trabajo fue creada con la finalidad de favorecer una dinámica de encuentros regulares entre Galicia y el Norte de Portugal, para tratar asuntos de interés común, intercambiar informaciones, coordinar

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iniciativas y examinar las posibilidades de solucionar los problemas comunes o de contribuir a su solución por medio de acuerdos, de decisiones tendentes a una solución coordinada, o de recomendaciones y propuestas a las autoridades competentes, así como la elaboración y presentación de proyectos de cooperación conjuntos.1 Pese a la carencia de personalidad jurídica (Domínguez, 2012), el acuerdo favoreció la coordinación de las políticas regionales de cooperación, financiadas a través de las sucesivas ediciones de la Iniciativa Comunitaria de Cooperación Transfronteriza INTERREG. Esa carencia será subsanada con la constitución de la Agrupación Europea de Cooperación Territorial Galicia-Norte de Portugal (GNP-AECT). Las dos administraciones regionales, la Xunta de Galicia y la Comissão de Coordenação e Desenvolvimento Regional da Região Norte de Portugal (CCDR-N),2 a raíz de la reforma de la política regional europea (Reglamento, CE, 1082/2006), y tras dos décadas de colaboración, conforman un órgano con personalidad jurídica y administrativa que permite «licitar, contratar y realizar obras públicas, expropiar, gestionar en común equipamientos y explotar servicios de interés general» (Cancela, 2011), con clara voluntad de hacerse visible en el mapa eurorregional. La Comunidade de Traballo Galicia-Norte de Portugal, en el transcurso de sus dos décadas de existencia, ha ido incorporando, en su estructura interna, una serie de comisiones que agrupan a distintas entidades locales. La primera de ellas, en atención a la fecha de su constitución, 1º de abril de 1992, es el Eixo Atlántico. Esta organización es una asociación de ciudades de G-NP que nace con 1

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Los agentes sociales del espacio eurorregional

el objeto explícito de ejercer de grupo de presión (lobby) ante las autoridades comunitarias. A medida que consolida su presencia, tanto por la actividad que desarrolla como por el progresivo número de ciudades y villas de G-NP que la integran,3 sin dejar de ejercer de grupo de presión, se constituye como una potente agencia de desarrollo de integración eurorregional. La capacidad de aprovechar sinergias se potencia desde su secretaría general (creada en febrero de 1998, coordina una serie de comisiones integradas por técnicos que asumen una importante labor en la propuesta y dinamización de proyectos), y la integración como miembro de la Comunidade de Traballo G-NP (junio de 2000) (Domínguez, 2004, pág. 37). Además de la comisión de Eixo Atlántico, la Comunidade de Traballo G-NP cuenta con cuatro comunidades territoriales de cooperación (CTC) que agrupan a administraciones públicas locales fronterizas, cámaras municipales en Portugal, municipios y diputaciones en Galicia: CTC do Val do Limia (1999), CTC do Val do Miño (2000), CTC do Támega (2000), y CTC do Val do Cavado (2002). La agrupación de entidades públicas locales, además de las ya citadas, ha dado origen también a Uniminho-Associação do Vale do Minho-transfronteiriço. Constituida en 2005 entre la Comunidad Intermunicipal do Val do Minho, integrada por cinco municipios portugueses, y la Diputación de Pontevedra, en un área preferencial que incluye a dieciséis municipios do Baixo Miño del lado de Galicia. Como recogen sus estatutos, entre sus fines se encuentra la realización de obras públicas, la gestión de equipamientos y servicios, y desarrollar proyectos acogidos a las iniciativas de la UE (Uniminho, 2006). Por último, entre las iniciativas locales de carácter institucional se encuentra la creación de las eurociudades Verín-Chaves (diciembre de 2007) y Tui-Valença (febrero de 2012), auspiciadas fundamental-

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Doce fueron inicialmente las ciudades que constituyeron el Eixo Atlántico el 1º de abril de 1992. Cinco años después su número se incrementó hasta 18. Diez años más tarde, en 2007, se integraron 10 más. En 2008, con la última de las ampliaciones, se incorporan 6 villas, lo que hace que por el momento la organización cuente con 34 socios.

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mente desde la Comunidade de Traballo Galicia-Norte de Portugal, el Eixo Atlántico y los responsables políticos de las municipalidades de estas ciudades fronterizas. Las eurociudades se predican como «modelo de cooperación de segunda generación» consistente en «la puesta en común de los recursos, a través del planeamiento y gestión conjunta de servicios y equipamientos de los municipios fronterizos»; «un nuevo modelo de ciudadanía europea» que recurre a una metodología participativa que busca satisfacer las expectativas de «agentes sociales y económicos, así como de los ciudadanos y los responsables políticos y sociales», fijándose como meta la mejora de la calidad de vida «a través del desarrollo sostenible».4 Uno de los indicadores del grado del desarrollo organizativo alcanzado por esta sinergia de instituciones locales e interregionales, en su esfuerzo por hacerse escuchar en la UE, es la constitución de la Conferencia Europea de Redes Interregionales y Transfronterizas de Ciudades (CECICN). Creada en abril de 2010, esta organización es una red de redes que integra a seis organismos que agrupan hasta quinientas ciudades y regiones transfronterizas de Europa.5 En su breve historia, ha conseguido influir en la comisión europea en los borradores del Libro blanco de la cooperación, donde se recogen los criterios, las propuestas y el destino de la financiación para el período 2014-2020.6 La Comunidade de Traballo G-NP y el Eixo Atlántico han estado también detrás de la Fundación Centro de Estudos Eurorrexionais (CEER), entidad que agrupa a las universidades gallegas de Santiago de Compostela, Vigo, La Coruña, y a las portuguesas de Porto, Minho, Trás-os-Montes e Alto Douro, con el objeto de una colaboración docente e investigadora, que revierta en un reforza4

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Los agentes sociales del espacio eurorregional

miento de los vínculos eurorregionales, la divulgación y la transferencia de conocimiento: El CEER pretende dar visibilidad y reforzar el papel de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal, y considera que la aproximación de las universidades y del potencial científico que ellas tienen al tejido empresarial es un objetivo prioritario.7 La formación en el desarrollo eurorregional ha sido, probablemente, la actividad que mejor consiguió aglutinar a las seis universidades en el proyecto del CEER. Sin embargo, desde hace unos años, la carencia de una «definición clara de su función», «la falta de liderazgo en la dirección y, por otra parte, de las desconfianzas mutuas entre las universidades», ha deparado al Centro un vacío en su actividad (García y Domínguez, 2011).

Organizaciones económicas y del trabajo Los agentes económicos son de diversa índole. En la base se encuentran las actividades productivas y comerciales de empresas, trabajadores, comerciantes y transportistas, que dan vida al flujo diario de movimientos por razones laborales constatado a ambos lados de la Eurorregión, y que hacen de la frontera entre Galicia y Portugal, los pasos fronterizos más concurridos entre Portugal y España. Es un viejo flujo, redefinido tras la integración de los dos Estados como miembros de la UE, que ha tenido años muy intensos en la última década, hasta la llegada de la crisis financiera de 2007 que está afectando de manera importante a la actividad económica. La base social de trabajadores, autónomos, profesionales y empresarios que conforman los recursos humanos de la esfera de la producción de bienes y servicios cuentan con una serie de organizaciones que trabajan por representar los intereses corporativos, gre7

Centro de Estudos Euro Rexionais Galicia-Norte de Portugal (s.f.). «Plan de acción», pág. 6. Recuperado el 17 de mayo de 2012 de http://www. museovirtualuniversitario.org/UPLOAD/File/Presentacion_GAL.pdf

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miales y sindicales, y que, además, desarrollan iniciativas de cooperación transfronteriza. Entre las iniciativas que han contribuido a la articulación de la representación de intereses, es significativa la constitución en 1995 del Consello Sindical Interrexional Galicia-Norte de Portugal, integrado por el Sindicato Nacional de Comisiones Obreras y la Unión Xeral de Traballadores, del lado de Galicia, y la Unión Geral de Traballadores y la Confederación Geral dos Traballadores Portugueses. En 2001, el Consello Sindical Interrexional firmó con la Comunidade de Traballo G-NP (representada pro tempore por el presidente del Gobierno Autonómico Gallego, y el representante da Comissão de Coordenação da Região Norte de Portugal) un protocolo de cooperación donde se recoge lo siguiente: (…) tanto las instituciones públicas partícipes como el organismo sindical galaico-portugués (…) tienen intereses confluyentes en lo que se refiere a la mejora de la atención al mundo del trabajo, en sus aspectos laborales, sociales, sindicales y, entre otros específicos, de seguridad y salubridad en el trabajo, que aconsejan la concertación de voluntades a favor de complementarse y ayudarse mutuamente en la consecución de su mejora paulatina, coadyuvando en paralelo a la consolidación del tejido humano que integra nuestra Eurorregión, gestando así una solidaridad de hecho, acorde con el espíritu de la construcción en la que se inserta.8 Las organizaciones citadas, junto con una larga lista de organizaciones con presencia en las provincias de Ourense y Pontevedra (Galicia-España), y las subregiones Minho-Lima, Cávado, Ave y Tâmega (Norte de Portugal), además de los servicios públicos de empleo regionales y estatales, forman parte de la asociación transfronteriza

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Protocolo de Cooperación entre la Comunidade de Traballo Galicia-Norte de Portugal y el Consello Sindical Interrexional Galicia-Norte de Portugal (2001) Recuperado el 1º de junio de 2012, pdf de documentos, en la página web de la Comunidade de Traballo G_NP: http://www.galicia-nortept.org/documentos/ PROTOCOLO%20CSIcoaCTG-NP.pdf

Los agentes sociales del espacio eurorregional

sobre la que trabaja una de las oficinas de la Red de Servicios de Empleo Europeos, EURES. El objeto del EURES transfronterizo G-NP, desde su creación en 1997, ha sido «facilitar la movilidad transfronteriza de trabajadores y empresarios en la Eurorregión G-NP, convirtiendo esta área geográfica en un mercado único de empleo».9 De 1998 es la creación del Centro de Desarrollo, Cooperación y servicios empresariales Transfronterizos (CECOTRAN), surgida en el seno de la Confederación de Empresarios de Pontevedra (CEP). Concebido como proyecto de dinamización empresarial en el área transfronteriza (la misma área de trabajo de EURES), con el ánimo de «romper las barreras culturales y de distanciamiento», CECOTRAN se propone como plataforma para redes de cooperación productiva y empresarial en un territorio con predominio de la pequeña y mediana empresa. Esta estrategia corporativa en colaboración con la Asociación Industrial de Minho les ha permitido acceder a fondos de la UE para sufragar las distintas líneas y programas del proyecto.10 En 2011, CECOTRAN, la Comunidad de Trabajo G-NP, la CEP y la Asociación de Empresarios de Portugal (AEP) firmaron un protocolo de cooperación con el que se busca la progresiva integración de las organizaciones privadas y públicas firmantes para la realización de proyectos que mejoren la competitividad.11 La búsqueda de la competitividad a través de estrategias que permitan incrementar la internacionalización de las empresas de la Eurorregión y captar la inversión extranjera es también el objeto del proyecto Estructura empresarial conjunta en la Eurorregión para el Impulso y la Captación de la Inversión Internacional (ECICII) EURES, el portal europeo de la movilidad profesional. (s.f.) EURES en las regiones fronterizas Galicia/Região Norte (ES-PT). Recuperado el 1º de junio de 2012, de http://ec.europa.eu/eures/main.jsp?lang=es&acro=eures&catId= 56&parentCategory=56&orgId=65 10 CECOTRAN (s.f.). Proyecto CECOTRAN. Recuperado el 1º de junio de 2012, de http://www.cecotran.com/index.php?option=com_content&view=article&i d=180&Itemid=64&lang=es&showall=1 11 Protocolo de Cooperación entre la Comunidade de Traballo Galicia-Norte de Portugal, CECOTRAN, CEP y AEP (2011). Recuperado el 1º de junio de 2012 de http://www.galicia-nortept.org/documentos/ProtocoloCooperacionGNPCecotran-CEP-AEP.pdf. 9

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(2011-2012). Son socios en el proyecto del lado de las instituciones públicas, el Instituto Galego de Promoción Económica (IGAPE), y de parte de las organizaciones empresariales: AEP, CEP, Confederación Empresarial de Ourense (CEO) y la Asociación Empresarial de Viana do Castelo (AEVC). Ha sido financiado al 75 por ciento por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), y amparado por el Programa de Cooperación Transfronteriza España-Portugal.12 Como puede verse, el entramado de instituciones y organizaciones vinculadas con las actividades productivas con ánimo de cooperar en el marco de la Eurorregión es profuso y está aderezado de fondos públicos procedentes, en gran medida, de la UE. La sombra de los agentes institucionales es alargada.

Los medios de comunicación En un tiempo social en el que las tecnologías de la comunicación se han desarrollado considerablemente permitiendo, como advierte Manuel Castells, la «comunicación en tiempo real a escala planetaria» (Castells, 1997, pág. 120), los medios de comunicación omnipresentes en la vida cotidiana son unos poderosos agentes en la transmisión y conformación de la realidad. Pero ¿cómo afecta esto al nivel local de la Eurorregión? Hay una serie de indicadores que advierten de que lo que predomina a uno y otro lado de la frontera es la indiferencia o, dicho de otra forma, existe displicencia por compartir espacio identitario con regiones de frontera en las que las identidades son plurales; los medios portugueses o españoles emiten y reproducen contenidos que recrean realidades en clave de un único identitario, el del nacionalismo de Estado. En palabras del subdirector de informação da Radio Televisión Portuguesa (RTP), Luís Costa:

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ECICII (7 de junio de 2011). «El proyecto europeo ECICII, colaboración entre entidades empresariales de Galicia y N. de Portugal», en noticias de la página web del ECICII. Recuperado el 1º de junio de 2012, de http://www.ecicii.com/ index.php?option=com_content&view=frontpage&Itemid=8&lang=pt&limi tstart=10

Los agentes sociales del espacio eurorregional

Del lado portugués han existido obstáculos insalvables, ya sea desde las instancias de decisión política o desde las grandes empresas, incluyendo RTP: el que decide es Lisboa. Y Lisboa está, naturalmente, poco interesada en una eurorregión que rasga las fronteras geográficas y políticas y une territorios de países diferentes... Ésa es una cuestión central (Costa, 2012, pág. 155). O, como afirma Manuel Campos Vidal, afamado profesional de los medios de comunicación en España: (...) los medios convencionales han estado, en general, más cerca de la formalidad distante de los gobiernos y de las instituciones que de la sensibilidad necesaria para que esa aproximación se produjera. Creo que tenemos bastante terreno que recorrer y tenemos que hacer un esfuerzo para lograr esa aproximación mediática.13 Es cierto que existen diferencias en las formas en que se trata la información local en España y Portugal, pero el resultado es el mismo a la hora de valorar el intento por incluir a la audiencia del otro lado de la frontera entre su público de audiencia objetivo. Ha habido proyectos truncados y existen experiencias que apuestan por realizar contenidos dirigidos a ese espacio transfronterizo, pero por ahora las audiencias y su trascendencia social son minoritarias. Entre los ejemplos truncados se encuentran los de la prensa. En palabras del director del diario La Voz de Galicia, Ernesto Sánchez Pombo (2010): Los intentos de plantear un proyecto común de colaboración han sido prácticamente inexistentes (…) el más destacado fue el que, en los primeros años del milenio, se plantearon los diarios La Voz de Galicia, el de mayor difusión del país gallego y Público portugués, la cabecera más influyente de los años noventa (…) El diario sería Hoje (…) El proyecto no fructificó (…) no llegó a cuajar en aquel momento y se 13

Extracto de la entrevista realizada a Manuel Campo Vidal (2010). Revista da Eurorrexión Galicia-Norte de Portugal, 17, 180. Recuperado el 3 de junio de 2012, de http://www.eixoatlantico.com/eixo/sites/default/files/Eixo_17_web.pdf

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aparcó. No parece que esta posibilidad se plantee en los próximos años, teniendo en cuenta las dificultades cada día mayores que las empresas periodísticas tienen para colocar sus productos (2010, pág. 187). Otro infructuoso intentó fue el del grupo español Prensa Ibérica, editor del Faro de Vigo, por sostener el diario de O Comercio do Porto con contenidos dirigidos hacia la información regional, experiencia truncada en 2005, tras tres años;14 o como lo fue también la edición de separatas semanales con información eurorregional en El Faro. Existe un vacío de proyectos dirigidos a la audiencia objetiva de la Eurorregión. Bajo estas condiciones se hace muy difícil compartir referentes cotidianos o interés por «los vecinos». Entre las experiencias que apuestan por trabajar contenidos que integren lo que sucede del otro lado «da raia», «lado de lá», dos muestras. La más reciente, la tertulia eurorregional de una hora mensual que emite Radio Vigo-Cadena Ser, con el patrocinio del Eixo Atlántico y la Administración autonómica. Dos periodistas, uno portugués y otro gallego, conducen la tertulia en la que «se tratan problemas, situaciones y polémicas comunes», invitando a autoridades, personajes o expertos conocedores del tema a tratar (González de Haz, 2012, pág. 152). La más antigua, con 17 años de existencia, el proyecto de comunicación Ponte nas Ondas.15 Una experiencia educativa iniciada entre centros escolares de primaria y secundaria de las localidades de Salvaterra de Miño (España) y Monçao (Portugal) que ha ido creciendo hasta internacionalizarse y compartir audiencia con otros centros escolares de Argentina, Cuba, Chile y Colombia. Desde 1995, todos los centros escolares participantes se dan cita una vez al año para emitir inicialmente 12 horas de programación radiofónica, 24 horas desde 2003. En las últimas ediciones, el apoyo de la televisión de la Universidad de Vigo ha permitido incorporar la emisión de señal por Internet, y contar con un importante número de archivos multimedia disponibles desde la mediateca de la universidad.

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Ibíd. http://www.pontenasondas.org

Los agentes sociales del espacio eurorregional

El trabajo realizado desde la Asociación Ponte nas Ondas ha contribuido a compartir, entre escolares de uno y otro lado de la frontera, sus particulares miradas al mundo desde su entorno más inmediato, colaborando a recuperar y revitalizar las culturas locales. En 2001, la Asociación promovió ante la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), una candidatura que proponía el reconocimiento del Patrimonio Inmaterial Gallego-Portugués. Con esta iniciativa, la asociación consiguió alcanzar una notoriedad social que transcendió la restringida audiencia de los centros escolares y sus familias; si bien ha sido frecuente su participación en programas de radio de cadenas estatales, y cuenta con la simpatía y reconocimiento de multitud de profesionales de la comunicación, la educación, la cultura y las instituciones de España y Portugal, así como el reconocimiento a las buenas prácticas del European Bureau for Lesser Used Languages (EBLUL), por su promoción de la diversidad cultural y lingüística, y la cooperación transfronteriza entre jóvenes y centros escolares.16

Asociaciones y ciudadanía La identificación de agentes e iniciativas referenciadas ilustran algunos de los caminos por donde ha transcurrido la construcción del espacio interregional G-NP. Pero, antes de concluir, es preciso reparar en la ciudadanía gallega y de portugueses del norte que comparten cotidianamente sus vidas. La rigidez en el control y la delimitación territorial de la frontera hispano-lusa ha pasado a lo largo de la historia por distintos momentos de tensión o laxitud, que repercute en las representaciones que hacen de «los vecinos» y en la forma de relacionarse con ellos. En el siglo XX, las dictaduras que marcaron a los dos Estados de la península ibérica, a pesar de su no beligerancia, fueron especialmente severas con los controles fronterizos, circunstancia de la que todavía conserva memoria una parte de la ciudadanía contemporánea. Lógicamente, los municipios y 16

Acerca de la información sobre Ponte nas Ondas aquí recogida, puede consultarse la página web http://www.pontenasondas.org/index.php. Recuperada el 3 de junio de 2012.

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municipalidades geográficamente más próximas han vivido y viven la vecindad en forma más intensa. Vecindad, parentesco, comercio, lengua y cultura son elementos que han favorecido la comunicación y el compromiso, el reconocimiento mutuo y la tolerancia. Sin embargo, cuando el traspaso de las fronteras se obstaculiza, las relaciones se hacen más distantes, una gran parte del comercio desaparece o se convierte en contrabando, y los puentes que tendía la lengua y la cultura se vuelven impracticables. Desde mediados de la década de 1970, el retorno a gobiernos democráticos sentó las bases para la normalización de las relaciones entre la ciudadanía. En 1986, el ingreso de los dos países en la ahora denominada UE, facilitó el entendimiento entre gobiernos; y la descentralización política en España, los fondos de cohesión y de desarrollo regional de las políticas europeas, posibilitaron una mirada distinta al territorio. A comienzos de la década de 1990, en el mapa de las estrategias eurorregionales que se dibujaban en el continente, la Eurorregión G-NP comenzó a dar sus primeros pasos. Desde hace dos décadas, los medios de comunicación se han hecho eco de los acuerdos institucionales y de los proyectos eurorregionales financiados generosamente desde la UE, haciendo visible la recuperación de la normalización en unas relaciones de vecindad, comercio, e intercambio cultural que la ciudadanía volvía a retomar como algo cotidiano. Sí, porque ir a comprar, a hacer negocios, a trabajar, a estudiar, a hacer turismo, a ver una exposición, o asistir a un concierto o una verbena son actos frecuentes en la Eurorregión. Los ciudadanos, como agentes sociales, no pasan desapercibidos, a pesar de que las corporaciones públicas o privadas de comunicación continúen sin recoger mucha información sobre el país vecino, y no estén interesadas en apostar por audiencias eurorregionales. La comunicación y representación de la vecindad existe más allá de relaciones institucionales y las representaciones mediáticas, porque los ciudadanos de uno y otro lado de los viejos límites fronterizos tienen experiencia directa de cómo son sus vecinos, y cada vez parecen existir más cosas que los unen de las que los separan.

Los agentes sociales del espacio eurorregional

Como quedó ilustrado con la Asociación Ponte nas Ondas, existen iniciativas cívicas que buscan el encuentro, el reconocimiento, la alteridad de situarse imaginativamente en el lugar del otro, la voluntad de entenderse y compartir experiencias. No se trata sólo de que ayuntamientos y cámaras municipales se hermanen, o que 34 villas y ciudades se organicen en una asociación, el Eixo Atlántico. La ciudadanía y las asociaciones cívicas son muy importantes en la construcción del espacio interregional, aunque como ocurre con lo cotidiano, lo más frecuente nos pase desapercibido.

Reflexión final En mayo de 2012, en un encuentro de investigación en la eurociudad Valença-Tui, «Fronteira, Comunicación e Desenvolvemento», en la mesa redonda donde se expusieron proyectos y líneas de investigación sobre la Eurorregión G-NP, tras las intervenciones de dos investigadores (Xulio Pardellas y Xerardo Pereiro), y un profesional de la comunicación (Roberto Mansilla), se suscitaba la pregunta: ¿Es sostenible la Eurorregión más allá del apoyo europeo a las políticas interregionales? Al comienzo de este trabajo, se advirtió el carácter parcial e introductorio a los agentes sociales de la Eurorregión G-NP. En lo que precede, se han identificado a los agentes que están, pero no todos los que son, y se han esbozado argumentos con los que transmitir al lector un conjunto estructurado de referentes para comprender ese espacio social. El lector juzgará si se ha conseguido ese objeto. Retomando la pregunta, la respuesta es positiva, sí. La Eurorregión tiene futuro si se considera que, al margen de las funciones de liderazgo de las instituciones para que se implementaran políticas de cohesión y reequilibrio territorial, existe una amplia base social tanto en la región norte de Portugal como en Galicia, que contribuye a la sostenibilidad de la Eurorregión a través de sus prácticas. Bien es cierto que los medios profesionales de comunicación no parecen haber contribuido a la representación en convivencia de ambas regiones, pero se ha subrayado que la interacción cotidiana, las rela-

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ciones personales, los viajes de ida y vuelta son un medio de comunicación tan efectivo, o más, para seguir construyendo un espacios interregional de convivencia.

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140 Xesús A. Lage Picos García, J. M. y Domínguez, L. (2011). «La cooperación universitaria transfronteriza Galicia-Norte de Portugal», Razón y Palabra, 74. Recuperado el 4 de junio de 2012, de http://www.razonypalabra.org.mx/N/N74/monotematico74/07-M-Eur.pdf Giddens, A. (1984). La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración, Buenos Aires, Amorrortu. González De Haz, Jaime (2012). «Compartir ideas y proyectos», en AA. VV., Anuario de la Eurorregión. Galicia-Norte de Portugal 2011, pág. 152, La Coruña, ECOM Comunicación. Recuperado el 4 de junio de 2012, de http://www.eixoatlantico.com/eixo/sites/default/files/Anuario%20Eurorregion%202011.pdf Pombo, E. S. (2010). «Oportunidad perdida», Revista da Eurorrexión GaliciaNorte de Portugal, 17, pág. 187. Recuperado el 3 de junio de 2012, de http://www.eixoatlantico.com/eixo/sites/default/files/Eixo_17_web.pdf Revista da Eurorrexión Galicia Norte de Portugal (2010). «El Eixo Atlántico y la comunicación en la eurorrexión Galicia-Norte de Portugal (extracto de la entrevista a Manuel Campo Vidal)», Revista da Eurorrexión GaliciaNorte de Portugal, 17, pág. 180. Recuperado el 3 de junio de 2012, de http://www.eixoatlantico.com/eixo/sites/default/files/Eixo_17_web.pdf Uniminho (2006). Estatutos. Recuperado el 18 de abril de 2012 de http:// www.uniminho.eu/po/index.html

Fronteras y migraciones como símbolos de conflicto: influencia de las retóricas comunicativas José Ángel Brandariz García / Agustina Iglesias Skulj Grupo de investigación ECRIM (Criminalidad y Justicia Penal en el siglo XXI) de la Universidad de A Coruña1

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o existe un único modo de representar simbólicamente las fronteras, los flujos que las atraviesan y las personas que, en cuanto extranjeros (con independencia de su pasaporte), tienden a llevarlas inscritas en su subjetividad. La experiencia histórica reciente muestra que fenómenos migratorios en línea de principio semejantes han sido interpretados de diversas maneras en diferentes tiempos y lugares (Huysmans, 2006, pág. 53; Palidda, 2008, págs. 3, 26, 67 y ss.; Sassen, 1999, pág. 116). No obstante, no es en absoluto infrecuente que la representación prevalente se asocie a las ideas de conflicto y de desorden. Sobre todo, si el correspondiente fenómeno migratorio es intenso y se verifica en un período de tiempo relativamente breve, dando lugar a una mutación social de notable relevancia. Esto es lo que parece haber sucedido en el caso español, en relación con el acusado fenómeno migratorio que ha caracterizado su paisaje social durante la primera década del siglo. Este fenómeno y la reinterpretación del significado y la función de las fronteras que lo han acompañado, se han visto connotados, de manera prioritaria, por la semántica del conflicto y el desorden social. Las razones de ello son, sin duda, variadas (Brandariz, 2011, págs. 9 y ss.), de modo 1

ECRIM, equipo de investigación de la Universidad de A Coruña, es uno de los grupos del sistema universitario gallego que forma parte de la red REAL_ CODE (Red Europa-América Latina de Comunicación y Desarrollo).

142 José Ángel Brandariz García y Agustina Iglesias Skulj

que no existe un único actor que haya condicionado en forma unidimensional las representaciones de estos fenómenos. No obstante, y aun partiendo de esta constatación, el presente texto pretende indagar la influencia en la materia de las retóricas de los medios de comunicación masiva,2 buscando las razones de la connotación negativa de fronteras y migrantes, y sugiriendo alguna reflexión para superar tal situación. Si bien la connotación conflictiva de los confines y de los flujos que los atraviesan afecta fundamentalmente a lo que, en el léxico de Schengen, se conoce como fronteras exteriores de la UE (art. 2 del Código de Fronteras Schengen), las denominadas fronteras interiores distan de ser neutrales. No en vano, la representación de estos confines internos de la UE como espacios de riesgo se manifiesta en la reiteración, especialmente intensa en el marco de la crisis financiera, de las demandas de reactivación de dichas fronteras, forzando los supuestos de restablecimiento temporal de los controles contemplados en los artículos 23 y ss. del Código de Fronteras Schengen.3 El caso de la frontera Galicia-Norte de Portugal no es una excepción. A pesar de que hayan transcurrido ya casi dos décadas desde el levantamiento de los controles establecidos en sus diversos pasos fronterizos, la raia4 que une, al menos tanto como separa Galicia y el Norte de Portugal, dista de haber dejado de ser un confín. Durante este período, el gobierno español ha restablecido en diversas ocasiones los controles de frontera con Portugal, llegando en algún caso a producir verdaderos bloqueos discrecionales.5 Al margen de ello,

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Para una aproximación a las diferentes tesis que explican la versión negativa que los medios suelen dar del hecho migratorio, véase Maneri, 2009, pág. 70 y ss. El ejemplo más evidente de ello ha sido la decisión del gobierno danés de restablecer, a partir de julio de 2011, controles tendencialmente permanentes en sus fronteras interiores. El plan fue abandonado en octubre de 2011, cuando las elecciones parlamentarias en aquel país determinaron la creación de un nuevo ejecutivo. A raia es el nombre con el que se designa comúnmente en portugués, y también ocasionalmente en gallego, a la frontera entre el Reino de España y Portugal. Seguramente el ejemplo más significativo fue el restablecimiento de severos controles de frontera con ocasión de la cumbre del Consejo de la UE celebrada en Sevilla el 21-22/junio/2002.

Fronteras y migraciones como símbolos de conflicto

la raia vive controles selectivos extraordinariamente frecuentes, que tienden a proyectarse sobre los medios de transporte público. Unos controles que no sólo hablan de selectividad económica, sino que impiden el desmantelamiento de la semántica del riesgo y del conflicto en un espacio que suele ser más entendido como demarcación que como puente.

Las representaciones negativas de fronteras y migrantes: elementos de explicación Un primer interrogante de relevancia, previo al análisis de los efectos de la referida forma de representación mediática del fenómeno, es el referente a las razones que pueden explicar la adopción de tal perspectiva negativa sobre fronteras y flujos migratorios. Los motivos son sin duda múltiples y, seguramente, algunos remiten a las razones que explican la atención de los medios por los hechos que implican desorden y disrupción social. En este sentido, la representación de fronteras y migraciones como realidades generadoras de inseguridad es coherente con algunos de los criterios que hacen de los fenómenos de desorden eventos de valor noticiable (Goode/ Ben-Yehuda, 2009, pág. 102; Katz, 1995, pág. 48). En efecto, la mencionada representación adquiere tal valía en la medida en que puede ser narrada mediante hechos dramáticos, eventos susceptibles de ser personalizados y provocar emociones fuertes, y aptos para ser enfatizados en clave sensacionalista. Una segunda razón de la asunción de la mencionada perspectiva negativa se relaciona con la necesidad de presentar las materias noticiables de modo que permitan su comprensión y asimilación por la audiencia. Se parte del planteamiento según el cual para que un evento tenga sentido para el público general ha de ser narrado en un marco de significados sociales y culturales que resulten familiares. De este modo, la labor periodística se sustenta en una serie de presunciones sobre las características de una sociedad, entre ellas la convicción de que existen determinados consensos de amplísimo alcance colectivo. En este marco se inscribe el carácter noticiable de los hechos –potencialmente– disruptivos, que se entienden consen-

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sualmente interpretables como quiebras del orden social, frente a las que se requiere una actividad institucional que opera simbólicamente como expresión de la pulsión de recuperación y reforzamiento de los valores colectivos. Ese mismo tipo de condicionantes es el que influye en la perspectiva de representación de los fenómenos migratorios. No en vano, en la medida en que los migrantes se connotan con los rasgos de la alteridad (Castel, 2009, págs. 394 y ss.; Palidda, 2008, págs. 2-3), resulta sencilla la apelación a consensos sociales, y la distribución de significados positivos y negativos entre grupos humanos sedicentemente diferentes (Villalobos, 2004, pág. 13). Sin perjuicio de todo ello, seguramente concurre una tercera razón del sesgo negativo que los medios dan a las informaciones sobre fronteras y migraciones, no menos relevante que las anteriores. Se trata de la dependencia de las fuentes oficiales de información por parte de los ámbitos periodísticos, circunstancia que incide en la retroalimentación que en esta materia cabe apreciar entre retóricas políticas y discursos mediáticos. En efecto, la literatura especializada ha señalado, en relación con el fenómeno migratorio, que no tendría en principio por qué remitirse a ámbitos de conflicto y desorden, pues los medios dependen de forma notable –tanto en España como en otros Estados– de las fuentes institucionales, tanto gubernativas como policiales (Aierbe, 2007, pág. 3; Barata, 2006, pág. 272; Tsoukala, 2002, pág.70; Villalobos, 2004, pág. 12). Las razones que, con carácter general, explican esta dependencia son conocidas. Los medios no crean la materia noticiable, sino que la seleccionan, partiendo de las informaciones que les ofrecen cierto número de fuentes confiables. Es probable que esa intensa dependencia de las fuentes oficiales y socialmente acreditadas se deba a la especial preocupación por hacer que la labor periodística se ajuste a las reglas ideológicas de la imparcialidad y la objetividad. Para acreditar tales características de las noticias, los periodistas tienen que referirse en forma constante a las opiniones de expertos o de representantes de las instituciones (por ejemplo, policías o responsables políticos en lo que se refiere a las cuestiones de seguridad). Tales portavoces son valorados como socialmente acreditados como consecuencia de su condición de representantes públicos, pero también

Fronteras y migraciones como símbolos de conflicto

por su experiencia profesional y por su poder institucional; de este modo, opera una cierta «jerarquía de la credibilidad». Esta dependencia de las fuentes institucionales se refuerza por los acelerados –y crecientes– ritmos a los que está sometida la labor periodística.6 Por otra parte, la dependencia se autogenera, ya que en cierta medida la necesidad que el periodista tiene de las fuentes institucionales frecuentemente lo conduce a cuidarlas mediante la minimización de la crítica de sus puntos de vista (Aierbe, 2002, pág. 100). Estas razones generales de la dependencia mediática de las fuentes oficiales se ven complementadas, en el caso del tratamiento de migraciones y fronteras, con otros condicionantes. En primer lugar, la centralidad de las fuentes oficiales se debe en el supuesto español a la inveterada insuficiencia –cuando menos en comparación con los otros grandes Estados de la UE– de estudios empíricos independientes de la administración sobre determinados fenómenos sociales. Esta circunstancia es especialmente acusada en el caso del fenómeno migratorio, sobre todo en relación con los aspectos más conflictivos de esa realidad. De este modo, ciertas estadísticas en materia migratoria son detentadas, en gran medida, por los agentes institucionales. Ello no resulta baladí toda vez que ese género de datos constituye un material informativo de primera magnitud, como consecuencia de la credibilidad que se otorga a una objetividad aparentemente incontestable y a un cierto sustento científico. De este modo, el empleo informativo de estadísticas constituye un elemento fundamental de la representación mediática de fenómenos de inseguridad y, también, del hecho migratorio (Aierbe, 2002, pág. 100; Goode y Ben-Yehuda, 2009, pág. 41; Villalobos, 2004, pág. 11). Siendo así, si los datos que más se emplean no hablan de la aportación del trabajo vivo migrante al crecimiento de la economía, al incremento de la renta o al equilibrio de las cuentas públicas, sino a cuestiones como el especial crecimiento demográfico de ese segmento poblacional, el volumen de irregularidad o la magnitud de las infracciones contra la legislación de extranjería, no es extraño que los rasgos de la representación mediática de la materia sean claramente negativos. Tal vez, apenas podría ser de otro modo 6

Las fuentes que ofrecen una información fácilmente accesible se acomodan a los ritmos mediáticos, suministran material considerado objetivo y confiable y son más adecuadas para recibir cobertura. Sobre ello, véase Lorite García, 2004, pág. 18 y ss.; Schlesinger, Tumber y Murdoch, 1995, pág. 106 y ss.

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por lo que se refiere a las fuentes policiales, ya que su intervención informativa en la materia se entiende restringida a comunicar datos sobre irregularidad, criminalidad o volumen de expulsiones (Maneri, 2009, pág. 76).7 Sea como fuere, si las estadísticas que pueden producir imágenes negativas del colectivo migrante se ofrecen sin una adecuada contextualización, su capacidad para solidificar un marco semiótico que vincule en forma directa migración con inseguridad es notablemente relevante (Daunis Rodríguez, 2009, pág. 27; Paradell, 2005, págs. 12 y ss.).8 Esto es lo que sucede, a modo de referencia, con los datos que ponen de manifiesto una desproporcionada representación de los migrantes entre las personas objeto de intervenciones policiales, sin explicar las razones que fundamentan dichos porcentajes (Iglesias Skulj, 2011, pág. 201; Tsoukala, 2002, pág. 66; Villalobos, 2004, págs. 11 y ss.). Un segundo factor específico que explica la dependencia de los medios de las fuentes oficiales en materia de migración es el déficit de discursos alternativos que se deriva de la casi absoluta negación de la palabra a los migrantes (Aierbe, 2007, pág. 1; Barata, 2006, págs. 272 y 279; Grupo Picnic, 2005, pág. 136), como ponen de manifiesto diversos estudios empíricos.9 También en este caso las razones de tal circunstancia son variadas. Por una parte, se trata de un actor que adquiere relevancia en la composición de la población 7

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No obstante, véase la representación que realiza Paradell, 2005, pág. 13, desde una óptica corporativa policial. Goode y Ben-Yehuda, 2009, pág. 25, por su parte, destacan que en la comunicación que realizan las instancias policiales sobre determinados riesgos pesa su intención de justificar –y lograr la ampliación de– sus funciones. Ejemplos de falta de cuidado de los medios de comunicación españoles en el empleo de datos que supuestamente relacionarían inmigración con inseguridad son ofrecidos por Aierbe, 2002, pág. 100 y ss., y Villalobos, 2004, pág. 11. En un estudio sobre información relativa al hecho migratorio realizado a lo largo de 2006 en veintidós periódicos españoles por dos ONG (S.O.S. Racismo y Mugak), se puso de manifiesto que en el 71,9 por ciento de los casos la fuente de las noticias fue la administración y sus diferentes agencias, frente a un 12,6 por ciento de los supuestos en que lo fueron las ONG especializadas o los propios migrantes (Bazzaco, 2009, pág. 158). Otros ejemplos de la prevalencia de las fuentes institucionales pueden verse en Aierbe, 2002, pág. 100, y Velázquez, 2002, pág. 53 y ss.

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española apenas en una fase reciente, con lo que su posición social es ciertamente débil. En segundo lugar, y al margen de su reciente presencia, concurre un factor más estructural. En la medida en que en el último cuarto de siglo ha ido consolidándose un estatuto jurídico, pero también social, económico, cultural o político, del migrante como sujeto claramente subordinado (Calavita, 2005, pág.145; Dal Lago, 2004, págs. 205 y ss.; De Lucas, 2005, págs. 205 y ss.; Mezzadra, 2005, págs. 94 y ss.), el nivel institucional desde el que puede acceder a los medios es de gran precariedad, lo que tiene implicaciones muy relevantes, dadas las reglas periodísticas en materia de selección de las fuentes de información. En todo caso, esa ausencia de la perspectiva migrante en el discurso mediático determina que la perspectiva oficial en la materia apenas quede matizada, y sólo de manera muy secundaria, por algunas organizaciones sociales autóctonas (S.O.S. Racismo, Amnistía Internacional o la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, entre otras) y, aun con mayor marginalidad, por ciertas asociaciones de migrantes.10 El tercer factor específico que podría explicar la dependencia de fuentes oficiales en el tratamiento mediático de la migración se relaciona con el recurso por parte de instancias políticas a enfatizar esa materia como asunto de preocupación pública y a analizarlo con tonos negativos como consecuencia de la utilidad electoral del tema (Bazzaco, 2009, págs. 160 y ss.; Dal Lago, 2004, págs.115 y ss.; Tsoukala, 2002, págs. 61 y 77; Villalobos, 2004, págs. 16 y ss.). Sea como fuere, esa dependencia en materia de fuentes, que aparece como una razonable aplicación de reglas profesionales en principio enderezadas a lograr la credibilidad y la objetividad, determi10

No obstante, incluso en el caso en que a ciertas asociaciones de migrantes se les otorga el acceso a los medios de comunicación, en general ello se prioriza cuando su perspectiva corrobora la retórica o la política oficiales (un ejemplo significativo de esta tendencia puede verse en Aierbe, 2002, pág. 117). En este sentido, no puede perderse de vista la conflictividad existente entre las propias asociaciones de migrantes, que raramente representan al mundo de la irregularidad, y que suelen ser apenas portavoces de concretas comunidades extranjeras.

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na que la perspectiva de las instancias oficiales adquiera formidable relevancia en los medios, otorgándoles en cierta medida lo que Hall (1978, pág. 58) denominó «definición primaria» de la materia noticiable.11 Si bien en principio se supone que los medios buscan una visión pluralista de los temas, el peso de la definición primaria delimita el marco de tratamiento de una cuestión, de modo que cualquier visión subsiguiente tiende a ser tomada en consideración en atención a ese marco previo (Reiner, 1997, pág. 222; Schlesinger, Tumber y Murdoch, 1995, pág. 99). En relación con la materia estudiada, si una fuente policial destaca la relación entre inseguridad y migración, aunque esa opinión pueda ser puesta en cuestión, la primera definición ya ha colocado en la agenda mediática tal representación. En consecuencia, los efectos de una perspectiva mediática en gran medida dependiente de las fuentes oficiales se hacen sentir, fundamentalmente, en la tematización de las informaciones sobre la materia migratoria, las cuales, por cierto, no sólo han conocido un importante incremento cuantitativo durante la primera década del siglo (Barata, 2006, pág. 270; Lorite García, 2004, págs. 4 y ss.; Villalobos, 2004, págs. 9 y ss.), sino que han alcanzado un volumen notablemente considerable.12 Es seguro que la tematización realizada por los medios, de signo claramente negativo, no se debe en exclusiva a la incidencia de las fuentes oficiales, pero no lo es menos que su prevalencia influye en forma significativa en ese sesgo semiótico. Véase, asimismo, Fishman, 1995, pág. 119 y ss., y Miller, 1993, págs. 385402. Esta afirmación no implica aceptar en su conjunto la construcción de Hall y sus colegas, que en la actualidad sólo puede verse como cuestionable, en diversos extremos. En este sentido, se coincide con Goode y Ben-Yehuda, 2009, págs. 39-62, cuando señalan que la de Hall (que denominan modelo de «construcción por parte de las élites») es una visión elitista de la creación de representaciones de inseguridad, que no se corresponde con la complejidad presente de la vida social. Los autores oponen a este esquema analítico –no sin un cierto distanciamiento crítico– el denominado modelo «de base», que considera que las representaciones de conflicto e inseguridad generalmente se originan en la colectividad. 12 Véase Bazzaco, 2009, pág. 157, quien señala que, en el mencionado estudio de veintidós periódicos españoles correspondiente a todo el año 2006, se contabilizaron 16.843 noticias sobre la materia, lo que suponía una exposición cotidiana del lector a este género de informaciones. Véase, asimismo, Villalobos, 2004, pág. 9 y ss. 11

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Las representaciones negativas de fronteras y migrantes: características y efectos Como se ha venido avanzando, existen claras evidencias de que la tematización fundamental del hecho migratorio, en diversos Estados europeos, y específicamente en España, es de carácter negativo, en la medida en que las migraciones se presentan como un problema social, vinculado con la conflictividad y la inseguridad.13 Como consecuencia de ello, se entiende que la gestión del fenómeno debe orientarse fundamentalmente desde la perspectiva del control y –en su caso– la represión estatales, y no tanto desde el punto de vista de la integración (Barata, 2006, págs. 270-279; Igartua, Muñiz y Otero, 2006; Maneri, 2009, págs. 67-77; Tsoukala, 2002, págs. 66, 70 y 72; Villalobos, 2004, págs. 10 y ss.). Esa tematización negativa vinculada con el conflicto y la ilegalidad se ve especialmente reforzada, con efectos de amplificación de la alarma social, por el uso frecuente de discursos dramatizadores e imágenes tendentes al sensacionalismo, que dejan poco espacio para las representaciones positivas de la cotidianeidad de la existencia migrante en territorio europeo (Calavita, 2005, págs. 134 y ss.; Daunis Rodríguez, 2008, págs. 128 y ss.; Igartua, Muñiz y Otero, 2006; Tsoukala, 2002, págs. 66-72). En España, el caso probablemente más evidente de este fenómeno se manifestó en el primer semestre de 2002, momento de producción de una verdadera «ola artificial mediática», impulsada por fuentes institucionales, en la que se puso de manifiesto, sin ambages, una relación directa entre migración y criminalidad (Aierbe, 2002, págs. 93 y ss.; Monclús Masó, 2008, págs. 332 y ss.; Rechea, Alberola, Fernández Molina y Benítez Jiménez, 2005, págs. 9-18 y ss.).14 No El mencionado estudio de prensa de 2006 puso de manifiesto que de las más de 16.800 noticias analizadas, el 80,2 por ciento se remitía a ese marco de sentido, mientras que el 8,4 por ciento atendía a las condiciones económicas y sociales de vida de los sujetos migrantes, y el 12,3 por ciento informaba de experiencias de integración (Bazzaco, 2009, pág. 158). Sobre otros estudios que arriban a conclusiones semejantes, véase Calavita, 2005, págs. 135-138; Velázquez, 2002, pág. 55. 14 Como expresión singular del sensacionalismo de aquella ola artificial de criminalidad pueden verse, entre muchos otros, los titulares de portada del 13

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obstante, si bien en esa fecha se manifestó un momento de formidable intensidad comunicativa en relación con la materia analizada, no ha sido en absoluto la única etapa de producción de una ola artificial de inseguridad vinculada con los migrantes durante la década. Otro supuesto, especialmente relevante, fue el de las informaciones sobre asaltos a residencias catalanas, de especial intensidad durante 2006 (Rebollo Vargas, 2008, págs. 67 y ss.). Por lo demás, los elementos de dramatización y sensacionalismo de una tendencia que tematiza las migraciones vinculándolas con el conflicto y la inseguridad se nutren de una relación de aquéllas con hechos que tienen una especial capacidad para producir temor y rechazo en la ciudadanía, entre otros el terrorismo –yihadista– y, en general, la criminalidad organizada o mafias (Grupo Picnic, 2005, págs. 133 y ss.; Maneri, 2009, pág. 68; Tsoukala, 2002, págs. 68-70). De este modo, se consolidan, en el lenguaje público, imágenes, argumentos y narrativas propias de una racionalidad de la emergencia.15 A ello se añade un exceso de estereotipos étnicos de las informaciones negativas vinculadas con la inseguridad, algo fácilmente perceptible en la mencionada ola artificial de 2006. Un ejemplo de esa dinámica comunicativa es el recurso sistemático a la mención de la nacionalidad cuando un migrante es el supuesto responsable

diario El Mundo de los días 11 de febrero de 2002 y 26 de junio de 2002. La especial agresividad sensacionalista de tal dinámica comunicativa sólo puede entenderse a partir de la confluencia de dos circunstancias coyunturales que influyeron en el hecho. Por una parte, en 2002 era ya claramente perceptible que se había iniciado la etapa de aceleración e intensificación de los flujos migratorios que ha caracterizado la situación social española durante la primera década del siglo. Por otra parte, asentada sobre una cierta sensación difusa de inseguridad vinculada con tal aceleración, los dos principales partidos políticos, y sus medios de comunicación afines, sostuvieron una intensa pugna sobre un supuesto incremento notable de la criminalidad, vinculándolo con una gestión aparentemente descontrolada del fenómeno migratorio y con supuestas carencias de las fuerzas policiales. 15 Cfr. Maneri, 2009, págs. 76-82 y ss., quien añade que en las miles de operaciones policiales contra migrantes irregulares han dejado su huella lingüística, hasta el punto de que con anterioridad los balseros cubanos o los fugitivos de Europa oriental no eran presentados como invasores, sino como osados héroes en busca de la libertad.

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de un hecho conflictivo (Baucells Lladós y Peres-Neto, 2008, pág. 134; Rebollo Vargas, 2008, págs. 78-82); no menor relevancia tiene la identificación de ciertas actividades ilícitas con un determinado origen nacional, con lo que se atribuye peligrosidad no a sujetos concretos, sino al conjunto de una cultura (Aierbe, 2002, págs. 117 y ss.; Tsoukala, 2002, pág. 68).16 Los efectos de esta tematización y de sus específicas características semióticas son de diverso género. En primer lugar, se produce una suerte de circularidad autorreproducida, ya que las instancias oficiales generan una determinada representación del hecho migratorio que los legitima como actores principales en su gestión (Maneri, 2009, pág. 74). En segundo lugar, la referida orientación temática dificulta – como es obvio– cualquier proceso de diálogo multicultural y de integración respetuosa de la pluralidad. No en vano, los discursos prevalentes contribuyen de manera muy relevante a la reproducción de una simplista imagen de alteridad de los sujetos migrantes (Calavita, 2005, págs. 125-129; Palidda, 2008, pág. 12; Villalobos, 2004, págs. 4-13); por si ello no bastase, esa alteridad resulta connotada con los sentidos de la ilegalidad y la inseguridad, con lo que las políticas de integración se arriesgan a carecer de apoyo colectivo sólido.17 En tercer lugar, la representación mediática de los fenómenos migratorios alimenta la difusión tendencialmente capilar de prejuicios xenófobos, con lo cual puede contribuir en forma indirecta a que se desatienda colectivamente la manifestación de hechos racistas o xenófobos, desde sus manifestaciones más capilares y cotidiaUna investigación empírica halló, en 2002, 35-40 narraciones étnicas mensuales de ese género en El País, y 50-55 en el caso de El Mundo (Villalobos, 2004, pág. 14 y ss., quien destaca que tal modo de proceder es contrario a los códigos deontológicos del periodismo). 17 Por ello, no es de extrañar que, como ponen de relieve los estudios específicos del CIS, las migraciones se hayan convertido, de manera creciente a lo largo de la década pasada, en un hecho social entendido como problema, respecto del que las actitudes de la ciudadanía autóctona son cada vez más negativas. Para un análisis de las opiniones que la ciudadanía española tiene de los fenómenos migratorios, según los estudios del CIS, véase., por todos, Colectivo Ioé, 2008, pág. 102 y ss.; Daunis Rodríguez, 2008, pág. 115 y ss. 16

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nas hasta los eventos violentos más graves (Aierbe, 2002, pág. 119; Bazzaco, 2009, pág. 161).18 En cuarto lugar, la representación mediática de los fenómenos migratorios alimenta dinámicas que tienden a autorreproducir el control de tales sujetos (Bauman, 2008b, págs. 68-74 y ss.; Daunis Rodríguez, 2009, págs. 24 y ss.; Wagman, en Colectivo Ioé, 2008, pág. 97). No en vano, en este ámbito se produce una suerte de circuito autopoiético, en la medida en que los discursos públicos determinan las prácticas institucionales de control que, a su vez, van a reproducir de nuevo las retóricas dominantes (Monclús Masó, 2008, pág. 334; Tsoukala, 2002, pág. 65).

(A modo de) conclusión. Posibles pautas para pensar una comunicación alternativa Los medios de comunicación masiva, sustentados en las retóricas de sus fuentes oficiales, consolidan una contemplación del fenómeno migratorio primordialmente en clave de conflicto e inseguridad y son, en gran medida, responsables de los severos efectos negativos que produce esa narrativa (Barata, 2006, pág. 279; Villalobos, 2004, pág. 17; Tsoukala, 2002, págs. 64-74). Esta circunstancia podría explicar que, en general, la valoración de los migrantes sea mayor entre aquellos autóctonos que tienen contacto cotidiano con ellos –y que, por tanto, ven matizada la representación mediática por su experiencia propia– que entre quienes carecen de esa relación (Colectivo Ioé, 2008, pág. 104). Con todo, sería harto simplista entender que el funcionamiento de los medios en la materia constituye un proceso de construcción de la realidad unidimensional y mecánico (Maneri, 2009, págs. 70 y ss.; Williams y Dickinson, 2006, pág. 224). Lejos de ello, como se ha puesto de manifiesto, las retóricas mediá18

Tsoukala, 2002, pág. 74 y ss., por su parte, señala que los medios frecuentemente desatienden el carácter xenófobo de hechos violentos, ya que la xenofobia no constituye un argumento legítimo del discurso público. De hecho, en ocasiones las agresiones se presentan como efecto de una situación objetivamente grave, la cual es la excesiva presencia de migrantes en el territorio; en otros casos, se atribuyen a sujetos marginales.

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ticas e institucionales en la materia se retroalimentan, y adquieren solidez por hallar eco en percepciones y opiniones de la propia ciudadanía (Brighenti, 2009, pág. 135; Calavita, 2005, pág. 135; Goode y Ben-Yehuda, 2009, págs. 90 y ss.; Maneri, 2009, págs. 71-80). Presentar las representaciones negativas de los fenómenos migratorios del presente como el resultado de un proceso comunicativo complejo, en el que intervienen diferentes actores, y que tiene tendencia a retroalimentarse, no convoca precisamente al optimismo. La apertura de grietas en este género de prácticas, por las cuales puedan pensarse dinámicas comunicativas diferentes no se presenta, por tanto, como una tarea simple. Precisamente por ello, se manifiesta en este punto la necesidad de desarrollar una investigación sobre procesos comunicativos diferentes, que se orienten al desarrollo social antes que a la perpetua alimentación del conflicto y la xenofobia. Procesos en los que la realidad de la convivencia cotidiana entre diferentes tenga capacidad de enunciación suficiente para incidir en las representaciones colectivas. Se trata de una agenda de investigación urgente, aunque sólo sea porque los fenómenos migratorios en el caso español ya no pueden ser narrados en clave de provisionalidad; todo apunta a que la etapa de crecimiento ha concluido, de modo que nuestra sociedad ha de afrontar la fase de normalización de la convivencia, si no del conflicto. Por otra parte, la mencionada urgencia se deriva del entendimiento de las fronteras de España como puentes, y no como demarcaciones de separación, lo que generaría muchos más beneficios que perjuicios. Esta circunstancia se hace especialmente acuciante en el caso de Galicia y el Norte de Portugal, donde la desatención de los beneficios que se derivarían de un fomento de los flujos sociales y culturales es de una particular, e incomprensible, gravedad. En suma, se trata de una tarea urgente, pero no sencilla. Con todo, en el corto plazo, y aun antes de que se consoliden prácticas comunicativas diferentes, bastaría con que simplemente se observasen algunas mutaciones que son ya contempladas, en la actualidad, por los códigos deontológicos periodísticos al uso. Cuestiones como renunciar a la dramatización y simplificación de las informaciones, rehuir tematizaciones de la materia migratoria exclu-

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sivamente en clave de problema social, dar voz informativa a los propios migrantes y a sus organizaciones, o evitar la identificación de determinadas actividades ilícitas o generadoras de inseguridad con concretos grupos nacionales, ya se encuentran presentes en libros de estilo y otros prontuarios semejantes (AA.VV., 2008; Aierbe, 2007, págs. 2 y ss.; Harresiak Apurtuz, 2007; Zalbidea y Pérez Fuentes, 2008, págs. 153 y ss.), de modo que su respeto no debería comportar un esfuerzo insuperable. La observación de este tipo de reglas no supondría una verdadera mutación hacia el horizonte de una comunicación orientada al desarrollo, pero sí constituiría un evidente avance respecto de la situación presente, en aras de normalizar una convivencia no mediada por la desconfianza hacia lo heterogéneo y por la xenofobia.

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La comunicación en las regiones transfronterizas: el caso de las eurociudades y la comunicación con sus ciudadanos Montserrat Vázquez Gestal y Ana Belén Fernández Souto Grupo de investigación CP2 (Comunicación Persuasiva). Universidad de Vigo.1

O

curre, en muchas ocasiones, que las fronteras entre territorios no responden a diferencias culturales, sociales o económicas entre países, sino que simplemente sirven para imponer un límite físico a las diferentes regiones. En otras ocasiones, en cambio, estas fronteras se convierten en un recurso totalmente artificial que divide poblaciones y que entorpece el devenir habitual de las vidas de sus ciudadanos. En este último caso, la lógica acaba por imponerse y los habitantes de uno y otro lado de la frontera, lejos de respetarla, la ningunean en beneficio propio. Lo que hacen es diluir la frontera hasta que ésta deja de existir. Lo habitual es que empiecen a hacerlo de manera clandestina, al auspicio del estraperlo, traspasando esos límites artificiales como se pueda. Así, los ciudadanos que sienten la necesidad de cruzar la frontera acuden al monte, al río, al mar…, donde haga falta para escabullir los límites institucionales que puedan tener consecuencias jurídicas de índole personal. El caso es que, poco a poco, los contactos entre los ciudadanos de uno y otro lado

1

El grupo de investigación CP2 forma parte del departamento de comunicación audiovisual de la Universidad de Vigo y es uno de los tres grupos del Sistema Universitario Gallego integrado en la red REAL-CODE. El CP2 ha desarrollado varias líneas de investigación centradas en aspectos comunicativos y de desarrollo en el ámbito de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal.

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se hacen cada vez más frecuentes y cada vez son más los motivos que los llevan a traspasar ese límite físico. Es entonces cuando las instituciones públicas, los gobiernos de uno y otro lado de la frontera o, en su caso, otros entes supranacionales, empiezan a comprender que el establecimiento de límites territoriales no debe hacerse ni de una forma aleatoria ni creando diferencias socioculturales donde nunca habían existido. Éste es el caso de la frontera existente entre el Norte de Portugal y el Sur de Galicia. Con similares idiomas, gastronomía, paisaje o condiciones socioeconómicas, los pueblos del Norte de Portugal y del Sur de Galicia convivieron con la frontera entre España y Portugal hasta la aprobación del Tratado de Schengen (firmado en 1985 y en vigor desde el año 1995), mediante el cual la Unión Europea reconocía el libre derecho de todos los ciudadanos europeos a circular libremente dentro de su territorio. La novedad no hizo más que clarificar lo que los ciudadanos de uno y otro lado del Miño sabían desde siempre, pero se tradujo en una importante simplificación de situaciones y, sobre todo, papeleos, para aquellos que querían cruzar al otro lado. Gracias a ello, se incrementó notablemente el contacto entre estos conciudadanos que, con el paso de los años, consiguieron hacer ver a sus respectivas autoridades políticas e institucionales la necesidad del aprovechamiento de recursos y sinergias existentes entre las poblaciones limítrofes pertenecientes a diferentes países. Fue el caso de las ciudades de Chaves y Verín, primero, y de Valença y Tui, más tarde, que bajo el amparo de la Unión Europea consiguieron constituirse como eurociudades.

Eurociudades Tal y como venimos afirmando, el concepto de «eurociudad» nace al amparo de la Unión Europea para reconocer los especiales vínculos que existen en determinadas zonas del continente donde las fronteras entre países parecen más artificiales, o al menos, más difusas en cuanto a los contactos existentes entre los ciudadanos de

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uno y otro lado y sus escasas diferencias sociales, culturales, educativas, gastronómicas, paisajísticas, económicas, etc. Como principal objetivo de una eurociudad destacaremos la intencionalidad de sentar las bases de cooperación transfronteriza de modo que esto permita realizar mejoras en la calidad de vida de los ciudadanos que conviven a ambos lados de la frontera, dinamizando su economía y promoviendo un desarrollo sostenible de sus territorios. La eurociudad tratará de servir de catalizador y captador de recursos ya existentes para maximizarlos, sacarles un máximo rendimiento y facilitar su uso y disfrute por parte de los ciudadanos. En definitiva, la eurociudad servirá para aprovechar y rentabilizar las sinergias existentes entre los dos territorios para fundirlo en uno solo en beneficio de sus propios usufructuarios: los ciudadanos. Bajo esta premisa, existen a lo largo de Europa multitud de eurociudades. Las que afectan a la frontera hispano-portuguesa son las siguientes: 1. Dentro de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal destacaremos la primera en ser creada, Chaves-Verín, y la recientemente estrenada Tui-Valença. Dentro de este marco, y siguiendo a Luis Fernando de la Macorra,2 también se contempló la posiblidad de Braga-Vigo (separadas por 114 kilómetros). 2. La Eurorregión Centro-Castilla León, con las opciones de Guarda-Salamanca (161 km) o Guarda-Ciudad Rodrigo (73 km) 3. Este mismo autor destaca para la Eurorregión Alentejo-Extremadura la prioridad de la eurociudad Elvas-Badajoz (10 km). 4. Por último, para la Eurorregión Algarve-Andalucía subraya las posiblidades de Faro-Huelva (111 km). Todas estas eurociudades, vivas ya o todavía proyectadas, están llamadas a ser bisagras y puentes entre España y Portugal, pero, sobre todo, se crearon o crearán para simplificar la vida de sus conciudadanos en materias tan fundamentales como la sanidad, educación, comercio, investigación, de infraestructuras, etc. 2

Véase http://www.hoy.es/prensa/20061130/articulos_opinion/eurociudades-euro regiones-portugal-espana_20061130.html

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Eurociudad Chaves-Verín3 La eurociudad Chaves-Verín es un proyecto pionero dentro de la península ibérica, un proyecto aprobado en la primera convocatoria del Programa Operativo de Cooperación Transfronteriza EspañaPortugal (POCTEP) 2007-2013. Hablamos de una cooperación «oficial» para unas poblaciones que han compartido mucho desde siempre. Según João Gonçalves Martins Baptista (2009), «la cooperación entre Chaves y Verín existió desde siempre, está en el ADN del territorio; lo que estamos haciendo es institucionalizar lo que está en el corazón de los ciudadanos».4 El proyecto de creación e implementación de la eurociudad nace de la necesidad de encontrar formas de gestión y revalorización del territorio, capaces de fijar y atraer población, de crear y consolidar dinámicas de empleo y de garantizar inversiones productivas. Se ha entendido que la mejor forma de alcanzar esta meta es a través de la cooperación estratégica, fundamentada en complementariedades, recursos endógenos y en una historia de convivencia secular, siguiendo las orientaciones de la UE y aprovechando los instrumentos que esta institución pone a disposición de la cooperación sustentada. En este contexto, se ha llegado a la conclusión de que la implementación del concepto Eurociudad Chaves-Verín se debe apoyar en los siguientes factores: a. Proximidad, afinidad y relaciones históricas. b. Oportunidades de crecimiento y desarrollo económico: un territorio más amplio, con más población y una situación estratégica favorable frente a los flujos de mercancías que recorren 3

4

Vázquez, M. (2011). «Ciudades transfronterizas con importante grado de cooperación: el caso de la Eurocidade Chaves-Verín», Razón y Palabra, 74. Es interesante la consulta al respecto del dossier La Eurociudad Chaves Verín. Un instrumento de desarrollo económico y social, facilitado por el Gabinete Técnico de la Eurociudad en el Ayuntamiento de Verín, así como el libro Chaves Verín. La Eurociudad del agua. Agenda Estratégica, de la colección Biblioteca de Estudios Estratégicos, editado por el Eixo Atlántico. Intervención de Joao Gonçalves Martins Baptista (febrero de 2009) en el Congreso «Cooperación Transfronteriza de Segunda Generación», Guimaraes, Portugal.

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la Eurorregión Norte de Portugal-Galicia, con buenos accesos viarios a las más importantes ciudades de la península ibérica; todo ello la convierte en territorio con mayor atractivo para las inversiones privadas. c. Evitar la duplicidad de equipamientos y la consecuente duplicidad de costos. d. Integración europea: aplicación práctica del principio de integración de la Unión Europea. Los proyectos de cooperación territorial tienen un gran protagonismo en el período 2007-2013, por corresponder a líneas de acción prioritarias para la UE. El proyecto de la eurociudad se convierte en la demostración de que la eurociudadanía activa es posible con base en las expectativas de las propias poblaciones. Implementar una eurociudad es, en primer lugar, planearla a dos niveles fundamentales: el primero de ellos desde una perspectiva demográfica y socioeconómica y, el segundo, desde el punto de vista de la planificación y uso del territorio. El planeamiento conjunto de estas dos variables no está exento de obstáculos, originados, la mayor parte de ellos, por la diferencia en la legislación que reglamenta tanto las actividades como las atribuciones de los ayuntamientos en ambos países, es decir, las competencias transferidas en uno y otro caso. Y no sólo hablamos de la administración local. No debemos olvidar que son dos países con una configuración política distinta, pues mientras España está dividida en comunidades autónomas, caso de la gallega, con muchas competencias transferidas a los gobiernos autonómicos, el país luso es centralista y todas las decisiones se toman desde el gobierno de Lisboa, lo que supone que los tiempos en las tomas de decisiones no son los mismos. Por otro lado, la configuración administrativa tampoco es igual en ambos países ya que, mientras en el territorio luso hablamos de cámaras municipales, freguesías o parroquias, en España debemos hablar de ayuntamientos o diputaciones, teniendo cada una de ellas poder y competencias distintas, lo que dificulta, en muchos casos, la rapidez de las operaciones. La mayor riqueza de la zona que comparten estos dos municipios es precisamente el agua, lo que ha contribuido a que sea el principal

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valor sobre el cual construir esa eurociudad, a partir del desarrollo de tres ejes estratégicos: (1) Construir la eurociudadanía: lo que se busca es implicar a las poblaciones en el proyecto, de manera que comprendan las ventajas que para ellos tiene la cooperación transfronteriza. Dentro de este eje se buscan tres objetivos fundamentales a través de distintos tipos de acciones: • La creación de una zona franca social se centra en la promoción de la eurociudadanía, el desarrollo cultural conjunto, los recursos deportivos compartidos y la educación, formación y el empleo.5 • La creación de una ciudad de la salud con la intención de compartir recursos y centrarse, además, en la formación de profesionales de este campo. En este sentido, ambos municipios han empezado a moverse para conseguir un hospital internacional que les evite traslados innecesarios a localidades más lejanas para acceder a determinados servicios.6 • Y, en tercer lugar, la ciudad creativa. Aquí se busca fomentar la creatividad a través de acciones que permitan formar y desarrollar la creatividad de los habitantes a través de experiencias como los talleres de lectura o distintos concursos, como el desarrollado para el diseño de «Chavín» la mascota de la eurociudad,7 o el concurso de narrativa desarrollado con la intención de fomentar la escritura y los valores culturales y deportivos.8 (2) Desarrollo sostenido: este eje se apoya en el conocimiento mutuo, la preservación y dinamización de patrimonio natural que ambas localidades comparten, centrándose sus objetivos en la creación de la ciudad ecológica del Támega con acciones encaminadas 5

6

7 8

«La Eurociudad repartirá tarjetas de “eurociudadanía”», noticia del 10 de abril de 2010. Recuperado el 8 de mayo de 2010 en www.laregion.es. «La Eurociudad Chaves-Verín da los primeros pasos para contar con un hospital internacional», noticia del 11 de abril de 2010. Recuperado el 26 de mayo de 2010 en www.lavozdegalicia.es Newsletter Eurocidade Chaves Verín, nro. 2, febrero de 2010. Recuperado el 30 de mayo de 2010 de www.verin.es.

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a mejorar la calidad del agua y del río o la rehabilitación del medio rural; una planificación territorial cooperativa, así como la conexión entre las localidades como si de barrios de una misma ciudad se tratase a través de acciones encaminadas a la libre circulación en ambas ciudades de transportes públicos y de emergencia, el fomento del uso de transportes más saludables. (3) El tercer eje de desarrollo, denominado «de dinamización económica», pretende promover la creación de un tejido económico competitivo, buscando la generación de valor añadido a través de los recursos termales de los que disfrutan ambas villas y que pretende consolidarse como destino turístico singular. Se trata, en definitiva, de convertir la Eurociudad en una marca, «una marca territorial identificativa que, partiendo de sus recursos endógenos, sirva para proyectar una imagen positiva y actual dentro de un mundo globalizado» (Domínguez Castro, 2008, pág. 23).

Eurociudad Valença-Tui Valença, comúnmente conocida como Valença do Minho, está situada en el distrito de Viana do Castelo, región Norte y subregión del Miño-Lima. Cuenta aproximadamente con 8.000 habitantes en su núcleo principal y algo más de 14.000 dentro de su término municipal, según datos de 2011.9 Es sede del municipio, con 117,43 km² de área y subdividido en 16 freguesías. Limita al este con el municipio de Monçao, al sur con Paredes de Coura, al oeste con Vila Nova da Cerveira y a noroeste y norte con España, con el municipio de Tui. Recibió su nombre actual en 1262. El sobrenombre de do Minho le viene precisamente por el río. La ciudad de Tui se encuentra en la zona sur de Galicia, en un pequeño promontorio en el valle formado por el Monte Aloia y el Monte Faro. El contexto geográfico y climático de Tui es el de la zona sur de Galicia, dentro de la zona oceánica general. Está divi9

Recuperado el 2012 en http://www.cm-valenca.pt/portal/page/valenca/portal_ municipal/municipio/DADOS_ESTATISTICOS.

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dida administrativamente en 12 parroquias y tiene una población cercana a los 20.000 habitantes en todo el municipio. La zona de Tui fue habitada desde tiempos prehistóricos. El fértil valle del Miño y sus magníficas condiciones naturales permitieron acoger en el territorio tudense asentamientos humanos desde los tiempos más remotos. La romanización, que comienza con la llegada en el año 137 de Décimo Junio Bruto, trae consigo una época de paz que permite a los habitantes de la zona abandonar los castros y poblar las tierras bajas, cercanas al río. Las fuentes clásicas (Plinio, Ptolomeo, Silo Itálico y otros) documentan la fundación mítica de la ciudad por el héroe griego Diomedes, hijo del héroe Tideo (de ahí el nombre Tui). Son muy abundantes los hallazgos de época romana en el territorio tudense. Por Tui pasaba la vía romana que iba desde Braga a Astorga pasando por Lugo. En el Bajo Imperio y en los primeros tiempos medievales Tui continúa siendo un importante centro militar, administrativo y religioso, cuya sede episcopal se documenta desde el siglo V. A comienzos del siglo VIII Tui sufre la invasión de los árabes, que asolaron la ciudad, liberada en el año 739 por Alfonso I. En el 860, Alfonso Betote y Hermenegildo Gutiérrez, condes de Ordoño I, la repoblaron, y en el 915 Ordoño II restauró la sede episcopal. En estos tiempos, los ataques normandos nuevamente saquean Tui. Recuperará su esplendor al convertirse en capital de la provincia (que lleva su nombre) del antiguo Reino de Galicia ya que se convierte en un puesto estratégico en los márgenes del río Miño tanto para la guerra como para el comercio. Este esplendor se verá aumentado en el siglo XII, época en la que se revitaliza toda la franja norte de España, hasta el Duero. En la primera mitad del siglo XII nace Portugal como reino independiente de Galicia y León. En esta época, el río Miño adquiere su carácter de frontera natural que todavía hoy perdura. Con la independencia del reino portugués, Tui será escenario, a lo largo de los siglos, de múltiples acontecimientos bélicos relacionados con las luchas fronterizas. En el año 1623, la ciudad de Tui recibe el título de Muy Noble y Muy Leal, al que en el año 1885 se le añade el de Excelentísimo Ayuntamiento.

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En la actualidad, Tui y la comarca del Bajo Miño están realizando un proceso de modernización en el ámbito de la industria y la agricultura, al que se le une el turismo de gente que busca conocer su historia y disfrutar de la tranquilidad de esta hermosa zona de Galicia. Al igual que ocurría en el caso anterior, las ciudades de Valença y Tui podría decirse que mantienen una historia común de hermanamiento, al margen de la separación que el río Miño podía suponer, y el contacto entre sus habitantes ha existido desde siempre. El fluido ir y venir entre sus parroquianos se ha ido incrementando a lo largo de los años estableciendo lazos y relaciones que han ido ampliándose a zonas cercanas. Si bien los contactos has existido desde siempre, igual que la colaboración, es evidente que los tiempos de los políticos nunca han sido los mismos que los de los ciudadanos y, de la misma forma que la Eurociudad Chaves-Verín se formalizó mucho después de la relación de sus habitantes, lo mismo ha ocurrido con la de Valença-Tui, ya que no fue hasta enero de 2012 cuando el Consello de la Xunta de Galicia aprobó el protocolo de cooperación para la creación de esta eurociudad que aglutina alrededor de 35.000 habitantes y que busca beneficiar a los ciudadanos a través de la optimización de los recursos disponibles y la colaboración en múltiples aspectos. Tras la aprobación de dicho protocolo, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó, manifestaba la oportunidad de desarrollo que esta nueva situación significa no sólo desde el punto de vista económico o empresarial sino también desde una perspectiva tecnológica, académica o turística.10 Una nueva oportunidad para estas dos localidades fronterizas, acostumbradas a colaborar entre ellas y que encuentran así una nueva forma de situarse en la Europa de las comunidades, que además puede contar con la experiencia de la Eurociudad Chaves-Verín para construirse y conseguir financiación para desarrollar sus proyectos. 10

«La creación de la Eurociudad Tui-Valença do Minho permitirá compartir servicios sin perder la identidad de ambos municipios», noticia del 14 de enero de 2012. Consultado el 11 de junio de 2012 en www.cecotran.com.

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La creación de esta eurociudad supone el reconocimiento a sus residentes de un carné de eurociudadanos, al igual que ocurre en Verín-Chaves, pero también la cofinanciación de servicios públicos que podrán compartir los ciudadanos y evitar duplicidades, como ocurre con la piscina municipal de Valença y el Conservatorio Profesional de Música de Tui. En ambos casos, hablamos de equipamientos compartidos por los eurociudadanos y que no hace más que cumplir un acuerdo de cooperación aprobado en su día por la Asamblea Municipal de Valença y la corporación municipal de Tui.11 Acuerdos que culminaron con la firma del protocolo para la creación de la eurociudad en la Alfándega de Valença do Minho el 10 de febrero de 2012, once meses después de que ambas localidades acordasen su hermanamiento aprovechando el 125 aniversario de la construcción del antiguo puente internacional que une ambos municipios. Para los representantes políticos de ambos lugares se trata de una ocasión histórica para aprovechar recursos, oportunidades y demostrar la cohesión entre los pueblos en momentos de crisis como los actuales, un largo camino que busca mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, siguiendo los principios de la Unión Europea.12

La comunicación en las regiones transfronterizas No existen demasiados estudios científicos ni publicaciones acerca de la comunicación y su desarrollo en territorios transfronterizos, ya hablemos de eurociudades o de otro tipo de entidades como las eurorregiones.13 «Tui y Valença oficializan la Eurociudad», noticia del 10 de febrero de 2012. Consultada el 12 de junio de 2012 en www.farodevigo.es/comarcas/2012/02/10 12 «La Eurociudad Tui-Valença nace con vocación de unir esfuerzos y voluntades», noticia del 12 de febrero de 2012. Consultado el 10 de junio de 2012 en www. eixoatlantico.com/eixo 13 Durante los años 2007/2008 y 2008/2009 las autoras, a través de dos bolsas de investigación José Castillejo del Ministerio de Ciencia e Innovación y Educación y Ciencia, desarrollaron sendos trabajos de investigación sobre la comunicación en las eurorregiones, concretamente en la Eurorregión GaliciaNorte de Portugal, de lo que derivó una revisión y vaciado bibliográfico de trabajos sobre este tema, comprobando el escaso material existente sobre el tema de la comunicación en este tipo de entidades transfronterizas. 11

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El estudio de carácter científico que mejor refleja el estado actual de la comunicación transfronteriza en el norte de España es, sin duda, el realizado por el grupo de investigación CP2 de la Universidad de Vigo durante los años 2008 y 2009 al amparo de sendas ayudas del Ministerio de Educación y Ciencia y el Ministerio de Ciencia e Innovación españoles. En él, las investigadoras encuestaron a más de 3.000 universitarios de Galicia y el Norte de Portugal, preguntándoles por su conocimiento de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal. En el análisis de los resultados, las autoras constataron que más del 84 por ciento de los encuestados manifestaban su desconocimiento. Resulta evidente, asimismo, que extrapolar los datos obtenidos de este estudio concreto al global de la sociedad es más que peligroso. Sin embargo, contar con la constatación del gran desconocimiento demostrado por los más jóvenes, los futuros protagonistas de la Eurorregión, denota un dato preocupante, puesto que institucional y políticamente se está apostando por la creación y consolidación de una macroestructura transnacional que sus propios habitantes y ciudadanos no conocen como tal. Pese a todo, es posible que al aterrizar a zonas espaciales más concretas, como el caso de las eurociudades, esta percepción sea menos etérea y cambie en esencia. Así, se puede observar que las dos ciudades transfronterizas que Galicia y el Norte de Portugal han reconocido como eurocidades (Chaves-Verín y Tui-Valença), están ya consolidadas a nivel territorial o político, pero no en materia de comunicación, tanto en el ámbito de la publicidad como de las relaciones públicas, habida cuenta que –tal y como afirma T. Greener– toda organización que necesite comunicar en forma convincente sus puntos de vista a una audiencia dada, necesita alguna clase de servicio de RR.PP. Pese a todo, debemos apuntar que ya se están empezando a tomar iniciativas en ese sentido; un ejemplo es del mes de junio de 2012, cuando en momentos de la celebración de la Eurocopa de Fútbol el caso de la Eurociudad Valença-Tui fue objetivo de los medios de comunicación durante la celebración del partido EspañaPortugal en la semifinal del campeonato. Existe un problema de comunicación para estos organismos, y es, que del mismo modo que un anunciante necesita dialogar con sus

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consumidores y hablar con ellos, las eurociudades necesitan hablar a sus ciudadanos, integrarlos en sus proyectos, presentarse, ya que todos ellos tienen mucho que aportar. La inexistencia de comunicación desde las regiones fronterizas es palpable en todas las existentes entre las frontera lusoespañola. Bien es cierta la existencia de un proyecto político en el que se encuentran involucradas las distintas instituciones y asociaciones locales, regionales y nacionales, desarrollando proyectos apoyados en y desde las distintas iniciativas europeas. Sin embargo, son proyectos concretos con objetivos específicos que, si bien buscan desarrollar cada vez más la cooperación transfronteriza, no han dado lugar a ningún tipo de estrategia comunicativa que permita acercar todo este trabajo a la población en general, un requisito que consideramos imprescindible para el desarrollo futuro. Hacemos nuestras las palabras de Malowany al hablar del marketing de las ciudades, cuando afirma que «el papel de establecer procesos emprendedores donde interactúan todas las partes (factores político, social y económico) generará, por su consenso, el principio de sustentabilidad de crecimiento de esa región» (Malowany, 2006, pág. 15). Para conseguir ese desarrollo y esa competitividad, la comunicación se manifiesta como parte imprescindible del proceso: «A la comunicación le conferimos un valor transversal, para que pueda actuar como aglutinador, como pegamento social de todos los sectores implicados en el desarrollo» (Romaregas, 2006, pág. 3). Hasta el momento, los distintos proyectos han sido actividades concretas, orientadas a públicos concretos pero no hay ninguna intención de comunicar absolutamente nada con ellas. No hay una estrategia global que permita acercar todo ese trabajo al público. La cercanía de Europa que se muestra con estos proyectos no se rentabiliza de cara a la obtención de una imagen o unos valores que puedan formar parte de los habitantes implicados, que entienden estos proyectos como partes desgajadas e inconexas y son incapaces de pensar que de lo que se trata es de un trabajo común para acercarnos unos a otros, mejorar la calidad de vida y parecernos cada vez más a los habitantes de otras zonas europeas con mejores condiciones. Se habla de eurociudadanía pero parece que, por un lado van

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los ciudadanos, para los que en muchos casos la frontera nunca ha sido nada relevante ni impedimento para relacionarse y, por otro, las instituciones, que juegan un partido político que, en ocasiones, no es relevante ni entendido por sus ciudadanos.

Conclusiones Como mencionábamos anteriormente, hay un vacío panorama comunicativo en el ámbito de la cooperación transfronteriza y varios problemas que se plantean, hablemos de la zona que hablemos. Un vacío panorama tanto en comunicación externa como interna, ya que no existe intención de aglutinar esfuerzos, de cohesionar las partes para caminar hacia un objetivo común. Hablamos de nuevos espacios de desarrollo, lo cual no implica confrontación de nacionalidades; por el contrario, responde a un perfil europeo integrador donde las fronteras han dejado de ser un obstáculo para convertirse en oportunidad, ya hablemos de eurociudades, eurorregiones o cualquier otra fórmula de cooperación transfronteriza. Sin embargo, la falta de puesta en común o la lejanía de los acuerdos o de las instituciones con los habitantes puede echar por tierra todo el trabajo de integración que, en ocasiones, es más fácil desarrollar en localidades más pequeñas y de comunicar después a nuevos espacios o entidades permitiendo desarrollar una eurociudadanía desde el ciudadano hacia las instituciones y no al contrario. Se trata de empezar a construir una idea de identidad que arraigue en ellos y les permita involucrarse en su desarrollo. Un lugar donde puedan llevar a cabo proyectos de futuro sin encontrar problemas derivados del hecho de que se traten de países con particularidades distintas. Es decir, un lugar donde existan una serie de particularidades y oportunidades y donde los organismos e instituciones puedan resolver los problemas que se planteen. Se echa en falta una estrategia comunicativa que permitar acercar territorios y ciudadanos, conocerse entre ellos e intercambiar propuestas que permitan crear identidad europea en el sentido

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más cercano y más lejano del término, entrar en contacto unos con otros para compartir proyectos y conocer iniciativas, no sólo aquellas que funcionan o han funcionado sino tambien aquellas que fueron erróneas pero que también ayudaron en la búsqueda de nuevas posibilidades.

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PARTE III

DEMOCRACIA, EDUCACIÓN Y COMUNICACIÓN

Comunicación y desarrollo: la educación como factor estratégico del cambio social Delia Crovi Druetta y Rocío López González

Grupo de Investigación en Comunicación y Tecnologías (GI-COTEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México1

Antecedentes y perspectivas actuales El distanciamiento entre escuela y sociedad es un hecho bien documentado, que ha merecido numerosos análisis. Estas reflexiones no cesan de señalar la necesidad de reducir la distancia que existe entre educación y realidad, la cual se ha profundizado desde el consumo masivo de recursos digitales, iniciado a finales del siglo pasado. Una concepción bancaria de la educación se confronta día a día con una sociedad activa, sobre todo para los más jóvenes, con una nueva dimensión espacio-temporal, con una amplísima disponibilidad de recursos informativos y con innovaciones tecnológicas que recurrentemente nos asombran con sus novedosos despliegues. Fue a partir de esa consideración que, hace ya más de una década, en la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM, comenzamos a investigar el vínculo comunicación y educación. Estas iniciativas, al principio personales y producto de esfuerzos individuales, desembocaron a finales de 2004 en la integración de un grupo de investigación multi1

El Grupo de Investigación en Comunicación y Tecnologías (GICO-Tec), de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), está coordinado por Delia Crovi Cruetta y comenzó hace más de una década a investigar el vínculo entre comunicación y educación.

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disciplinario, que en ocasiones trabaja exclusivamente en la UNAM y en otras converge con esfuerzos de otras universidades interesadas en la educomunicación, comunicación educativa, o simplemente comunicación-educación, como se designa a este vínculo. Hemos realizado desde entonces diversos estudios, siempre a partir de una premisa para nosotros indiscutible: la educación es factor central en todo proceso de desarrollo económico y social, al tiempo que se comporta como un elemento básico en la construcción de ciudadanía. Este punto es compartido por diversas instituciones latinoamericanas, entre las que destaca la iniciativa concertada entre diferentes países denominada «Plan de Acción Regional 2010», Plan eLAC2010, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL. En este Plan, que presenta una estrategia de largo plazo (hacia 2015), las tecnologías de información y comunicación (TIC) se identifican como instrumentos del desarrollo económico y de inclusión social, posicionándose como un referente fundamental para la elaboración de políticas nacionales. Este Plan, sin duda, está en consonancia con iniciativas similares que se están llevando a cabo en Europa, con la meta de colocar a la educación mediada tecnológicamente como eje central del desarrollo. Respecto de su primera prioridad, la educación,2 este Plan reconoce que en la última década los países de la región han efectuado un esfuerzo sostenido por incorporar políticas nacionales que integren las TIC en las escuelas; no obstante, persisten diversos aspectos aún no resueltos. Destacan, entre otros, ampliar el impacto del uso de las TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje y fomentar políticas e iniciativas que lleven al aumento del número de computadoras por estudiante y la conexión escolar a las redes digitales. Asimismo, se hace hincapié en la necesidad e importancia de desarrollar iniciativas y programas para capacitar a los profesores en el uso pleno de las TIC con el fin de facilitar y apoyar el proceso pedagógico. Otra meta es aumentar el intercambio de experiencias y contenidos 2

El Plan eLAC2010 señala seis prioridades para la transición hacia la Sociedad de la Información en América Latina y el Caribe: (a) educación, (b) infraestructura y acceso, (c) salud, (d) gestión pública y gobierno electrónico, (e) sector productivo y (f) instrumentos de políticas y estrategias.

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de alta calidad en las redes regionales, incluidas aplicaciones de Web 2.0 y la distribución por otros medios. El Plan propone también desarrollar software educativo que permita la creación colaborativa y producción de contenidos, así como fomentar la diversidad cultural, la tolerancia y combatir las discriminaciones mediante el uso de las TIC. Estos últimos aspectos abren posibilidades de futuro para acciones intercontinentales sobre educomunicación.

Educomunicación para el desarrollo Son diversos los enfoques que explican el lugar de la educación en los procesos de desarrollo. No obstante, nuestro grupo de investigación partió de los trabajos de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, plasmados en el informe Jacques Delors (1996). Tal enfoque fue escogido porque su contenido marca claramente el rumbo de la educación superior en un contexto de globalización, y lo hace a partir de un diagnóstico acerca de los cambios experimentados por las universidades desde el impacto tecnológico digital. Este informe considera a la educación un instrumento indispensable para lograr los ideales de paz, libertad y justicia social. Desde esa perspectiva, UNESCO la ubica en una función esencial para el crecimiento continuo de las personas y las sociedades, situándola como una vía al servicio de un desarrollo humano más armonioso y genuino, que puede repercutir en el retroceso de la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones y las guerras. Así, la educación se posiciona como vehículo para el respeto a los derechos humanos, el entendimiento mutuo y el progreso del conocimiento. Esa mirada la convierte en «un medio y un fin para abatir las diferencias globales: medio, para ir eliminando rezagos; fin, para alcanzar lo inalcanzable: equidad e igualdad de oportunidades para todos» (Crovi, 2006). Es en este marco que, en materia de innovaciones tecnológicas, la educación constituye una herramienta fundamental para eliminar la brecha digital que condiciona el acceso y uso desigual de las TIC, creando un nuevo tipo de exclusión para quienes quedan al margen de los beneficios de la digitalización.

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Hasta el momento, la mayoría de las naciones han tenido como meta alcanzar el acceso universal, el cual en el ámbito educativo implica lograr que todas las personas tengan las mismas oportunidades, tanto en materia de infraestructura como de habilidades y competencias digitales. Este acceso se percibe como una condición para mejorar sus condiciones de vida, desarrollando capacidades que permitan a los ciudadanos relacionarse, aprender, negociar y decidir a través de los medios digitales. Tal perspectiva considera la necesidad de una educación que reconozca similitudes y diferencias entre las personas; que parta de las demandas e intereses específicos de los grupos sociales para alcanzar una incorporación plena a la convergencia digital; así como una educación capaz de desarrollar capacidades tecnológicas, que promueva las competencias para el procesamiento de la información, la comunicación y la educación en valores, entre otros aspectos. Este tipo de educación busca, por otro lado, que el individuo, más que saber en extenso o acumular conocimiento, sea capaz de aprovechar lo que necesite del vasto universo de información que cada vez se expande más. De acuerdo con Morin, Ciurana y Motta (2006), el principal objetivo de la educación es «educar para el despertar de una sociedad-mundo», es decir, ir más allá de un acceso y uso equitativo, para enseñar a la ciudadanía a reflexionar y desarrollar un pensamiento crítico. Este tipo de educación permite crear personas capaces de decidir qué necesitan aprender y de buscar lo que requieren para desarrollarse.

El papel de la educación superior en la creación del conocimiento A partir de la perspectiva dominante sobre las características y posibles beneficios de la educación del siglo XXI, el grupo de investigación de la UNAM fue centrando su interés en realizar diagnósticos de la realidad y a la vez cuestionar algunos de los temas en boga, plasmando sus resultados en diversas obras (Crovi, 2009; Crovi, Garay, López y Portillo, 2011; Crovi y López, 2011, entre otros). La meta fue dimensionar el papel que juegan las institucio-

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nes de educación superior en una sociedad que está atravesada por la información y el conocimiento. Como sabemos, este papel ha sido cuestionado por la emergencia de otros actores que compiten en la creación del saber, aunque no siempre éste sea un saber científico, pero no por ello desdeñable. Estas aproximaciones nos llevaron a verificar que las tecnologías digitales en casi todos los casos forman parte de las metas de equipamiento universitario, tanto para las comunidades académicas como en materia de inversiones institucionales. Pudimos advertir, asimismo, que esas instituciones desconocen aspectos fundamentales sobre el uso y apropiación real de las TIC, lo que puede implicar riesgos: omitir procesos indispensables de capacitación destinados a maestros y cuadros administrativos; promover diseños pedagógicos inadecuados a la realidad; realizar inversiones innecesarias en infraestructura tecnológica o brindar escaso reconocimiento a las habilidades informáticas de los jóvenes, lo que lleva por fuerza a un escaso o nulo impacto educativo. Incluso es posible afirmar que aún es mucho lo que falta por indagar en materia de experiencias y vivencias cotidianas de los universitarios. Para algunos autores (López, 2007; Castells, Tubella, Sancho y Roca, 2008, entre otros), se identifica una tendencia a teorizar sin partir de bases empíricas que den cuenta de las repercusiones que tiene la digitalización en las prácticas sociales y profesionales de los sujetos. Ello impide visualizar de manera clara la brecha digital y cognitiva, restando nitidez a las necesidades específicas de la población. En este contexto, la investigación emerge como una necesidad previa a toda propuesta de desarrollo, ya que constituye el instrumento para delimitar los sujetos sociales, conocerlos e identificar sus necesidades, información que hace posible el diseño de estrategias para su incorporación social mediante políticas públicas. Las investigaciones que hemos venido realizando en la UNAM nos llevan a considerar que, por sus condiciones, la comunidad universitaria debe ser una fuente de información privilegiada que, mediante sus propias opiniones, indique las inquietudes y necesidades

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concretas básicas para diseñar estrategias de respuesta. Por ello, a partir de este supuesto, nuestros estudios en las comunidades universitarias reportan, mediante amplios trabajos empíricos, el complejo proceso de incorporación de las TIC en la educación superior y sus actores. Nos hemos acercado a esta realidad mediante las opiniones y puntos de vista de docentes, investigadores, divulgadores del conocimiento y estudiantes. En relación con la necesidad que el país experimenta, podemos afirmar que en México se han generado aún pocos estudios sobre este tema, lo que impide llevar a cabo un debate argumentado sobre los actores educativos y su relación con las tecnologías. La mayoría de los análisis refieren casos concretos y poblaciones muy específicas, a veces pequeñas (Garay, 2006; Santamaría, 2009; Herrera, 2009, entre otras), limitando comparaciones y generalización de resultados, de allí la necesidad de realizar nuevos estudios sobre esta materia. Entre otras ausencias, destaca que en la actualidad, si bien se ofrecen diferentes modelos y estrategias encaminadas a promover el uso de las TIC en la academia, existe aún un vacío de información sobre las repercusiones reales que estas innovaciones han tenido en el proceso de enseñanza-aprendizaje y sus actores.

Estudios realizados en la Universidad Nacional Autónoma de México Como punto de partida, entre 2005 y 2008 realizamos el diagnóstico «Tecnologías de información en la comunidad académica de la UNAM: acceso, uso y apropiación», el cual formó parte del Programa de Investigación Social en Tecnologías de Información, del Macroproyecto 1 de la UNAM «Tecnologías para la Universidad de la Información y la Computación» de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los resultados fueron condensados en el libro Acceso, uso y apropiación de las TIC en comunidades académicas. Diagnóstico en la UNAM, publicado por esta universidad (Crovi, 2009). A partir de diferentes instrumentos, buscamos indagar aspectos relacionados con el acceso, uso y apropiación de la computadora e

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Internet, así como de diversos servicios y recursos tecnológicos ofrecidos por la universidad, tales como software, bases de datos digitales, red inalámbrica universitaria o correo electrónico, entre otros, tanto de un grupo de académicos –profesores e investigadores de carrera– como de estudiantes de diversas entidades académicas y áreas de conocimiento. Entre otros resultados relevantes, cabe mencionar que esta investigación identificó que la brecha digital y cognitiva se presenta de manera diversa en el interior de la UNAM y depende, fundamentalmente, del área de conocimiento, lo que ratifica el preconcepto en torno a la importancia social de las llamadas «ciencias duras» (mejor dotadas por la Universidad para desplegar sus acciones académicas) y las «blandas», entre las cuales están las humanidades y las ciencias sociales (siempre menos atendidas en sus demandas tecnológicas). En lo general, los factores identificados con la brecha tecnológica se relacionan con las condiciones económicas, acceso tecnológico, habilidades informáticas, capital cultural y políticas públicas de promoción de las innovaciones tecnológicas. Fue posible, también, observar diferencias generacionales entre la población analizada. Los académicos consideraron que los estudiantes están más actualizados en materia de habilidades tecnológicas, pero también creen que se enfocan, en mayor medida, a un uso cotidiano, pragmático, sin mayor reflexión. Por su parte, los estudiantes opinaron que los profesores deben conocer y usar más las TIC para impartir sus clases, señalaron que son pocos quienes ocupan recursos digitales y, en muchos casos, por estar poco capacitados para manejarlos, dependen totalmente de sus alumnos o ayudantes. En suma, a partir de los resultados obtenidos construimos tareas puntuales a desarrollar en el corto, mediano y largo plazo, muchas de ellas propuestas por la propia comunidad académica. Este estudio fue pionero en la materia debido a que no sólo aportó referentes teóricos, indicadores y detectó líneas de investigación, sino también porque fue replicado en otras instituciones de nivel superior de México, como la Universidad Pedagógica Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Autónoma de Nuevo León

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y la Autónoma de Coahuila. En breve, esto permitirá armar un mapeo de dimensiones regionales sobre diferentes universidades, así como un comparativo para identificar similitudes y diferencias entre comunidades académicas en materia de incorporación a sus actividades de las innovaciones digitales. Como resultado de esta investigación, surgió una línea de trabajo referente a la comprensión del concepto «redes sociales», actividad que nos llevó a realizar una construcción histórica del concepto, desde diferentes disciplinas, poniendo énfasis en su aplicación social y académica, para la realización de trabajos colaborativos con la mediación de herramientas tecnológicas. Este estudio dio como resultado la publicación del libro Redes sociales. Análisis y aplicaciones (Crovi, López y López, 2009), el cual analiza el tema desde su construcción histórica y conceptual, en un momento en que las redes sociales aún no habían alcanzado el auge que hoy tienen en procesos de comunicación y socialización. Una de las líneas de trabajo que surgió de los estudios antes citados fue la sorprendente incorporación de las TIC en la vida cotidiana de muchos de los jóvenes estudiantes. Fue por ello que en 2009 iniciamos el estudio «Jóvenes y apropiación tecnológica», desarrollado en el marco del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, investigación que integró un amplio universo de jóvenes estudiantes y trabajadores de 17 a 24 años, que viven en la capital mexicana. Opinaron jóvenes que estudiaban en tres universidades –UNAM, Pedagógica Nacional y Universidad Autónoma de la Ciudad de México– y trabajadores de áreas de escasos recursos de esta ciudad. El estudio se trazó dos objetivos. Por una parte nos interesó identificar, a través de un cuestionario, cómo acceden, usan y se apropian de la computadora, Internet, teléfono celular, consolas y aparatos tecnológicos para jugar videojuegos, así como reproductores y recursos digitales para escuchar y bajar música. Por otra, analizar la brecha digital existente al interior del grupo social reconocido como juventud, y los factores que la determinan. El propósito fue contar con datos empíricos que permitan diseñar y proponer estrategias de intervención para reducir esta brecha entre jóvenes que trabajan y

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estudian, contribuyendo, así, a su incorporación plena al desarrollo y a la convergencia tecnológica. En términos generales, los resultados del estudio (actualmente en proceso de edición) confirman la centralidad que los recursos digitales tienen en la vida de los jóvenes, más allá de sus actividades principales, ya que constituyen el eje que eslabona sus procesos de socialización, de estudio y de trabajo. Asimismo, ratificaron y corroboraron las condiciones en que los jóvenes han incorporado las TIC a sus vidas, mostrando habilidades en diversos ámbitos de su cotidianidad: escolares, de comunicación, socialización y entretenimiento. Además, los datos revelan que subsiste una brecha digital, ya que denotaron un grupo altamente integrado al uso de TIC, con posibilidades de acceso, manejo de los recursos y apropiación para sus actividades, y otro grupo con acceso restringido, ya sea por razones económicas o bien porque aún no tiene las herramientas cognitivas para integrar la digitalización a sus actividades cotidianas. De igual forma, los resultados indicaron que existen jóvenes interesados en aprender a usar las TIC, lo que indica la necesidad de fortalecer el desarrollo de habilidades informáticas, sobre todo entre los jóvenes trabajadores, con menos posibilidades de acceso y uso y quienes por sus condiciones sociales y económicas no tuvieron la posibilidad de cursar estudios universitarios. En este sentido, el Plan eLAC2010 debería proponer estrategias para aumentar la inclusión tecnológica entre grupos juveniles específicos y entre la juventud en general. En la actualidad, el grupo de investigación de la UNAM trabaja en dos líneas. Por una parte, la vinculación teórica entre comunicación y educación, con miras a replantear el concepto de «comunicación educativa», profundamente impactado por la cultura digital, para lo cual ha creado un grupo de estudio integrado por académicos de varias universidades mexicanas. Por otra, estamos también analizando a los estudiantes como parte de una generación que conforma audiencias activas, las cuales han demostrado su capacidad de acción social, demostrada en el ámbito educativo, donde modifican la relación entre los actores institucionales y del proceso de enseñanza-aprendizaje. En este último aspecto, hemos abierto una línea de trabajo conjunta con otras universidades latinoamericanas.

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En suma, los trabajos mencionados constituyeron un primer acercamiento al tema del acceso, uso y apropiación digital entre los jóvenes. Consideramos importante continuar generando datos que permitan actualizar su marco interpretativo y renovar los indicadores para alcanzar una mejor comprensión y análisis del tema. Creemos, asimismo, que esta información, lejos de ser estática, evoluciona no sólo en la medida en que se renuevan las propias tecnologías, sino también en la medida en que su impacto modifica las prácticas sociales y profesionales, cambiando las necesidades, intereses y retos que se han de enfrentar.

Comunicación-educación-desarrollo: una agenda global para la investigación Para un grupo de investigación como el de la UNAM, el lugar destacado que ocupan las TIC en el desarrollo quedó claro en la medida en que fuimos analizando su uso en comunidades académicas. Sobre todo, porque el resultado de esos análisis partieron de las opiniones de actores sociales destacados en el cambio que se está operando. Quedó clara, también, la relevancia del sector juvenil, cuando ampliamos los estudios a grupos de jóvenes que trabajan, que estudian y trabajan, o que simplemente están esperando la oportunidad de acceder a una fuente de empleo. En estas investigaciones partimos de un supuesto derivado de la observación de la realidad: en las sociedades actuales, las TIC producen una suerte de encadenamiento de hechos, actividades, expresiones, opiniones e interacciones, cuyo entramado es capaz de atravesar clases sociales, género y nivel educativo para ubicarse como uno de los elementos fundamentales de la cultura. Los temas esbozados hasta aquí tienen hoy día una gran repercusión en la agenda latinoamericana. Tanto porque diversos grupos están trabajando la relación comunicación-desarrollo-educación, con el fin de identificar desafíos tradicionales y emergentes, como por las acciones conjuntas que América Latina está llevando a cabo en los últimos años, mediante reuniones, comisiones y estrategias de acción cuya meta común es incorporar las TIC en las agendas de

Comunicación y desarrollo: la educación como factor estratégico...

desarrollo. No dudamos de que este empuje regional tenga, en el corto plazo, capacidad de interlocución con otras regiones del mundo, como la de Europa. En el contexto de esta agenda, con la que cerramos las presentes reflexiones, consideramos importante retomar tanto el trabajo que hemos realizado en la UNAM como las metas regionales planteadas en el Plan de Acción eLAC2010 (CEPAL, 2010), antecedentes que sugieren al menos cinco líneas de trabajo. Es prioritario realizar una recopilación de estudios (estado de la cuestión) generados sobre el tema, que ayudará a conocer mejor lo realizado y sus hallazgos: temáticas y fundamentos teóricos, universos y poblaciones, enfoques e instrumentos, campos disciplinares, etc., así como profundizaciones sobre temas específicos, o nuevas líneas de investigación. La realización de estudios y diagnósticos en materia de acceso, uso y apropiación de las TIC en comunidades académicas de manera permanente y sistemática constituye una segunda línea de exploración. Esto, con el fin de conocer y comprender cómo se presenta el proceso de transformación social, mediado tecnológicamente, en las experiencias y vivencias cotidianas de los sujetos, dentro y fuera de la escuela. Una tercera línea de acción se ubica en la consideración de la importancia de generar datos mediante estudios empíricos en todos los ámbitos sociales. Estudios de este tipo permitirían contar con mayores elementos de análisis para conocer y comprender el impacto tecnológico en la sociedad y, a su vez, llevarían a identificar oportunidades y desafíos educativos, en términos de desarrollo e inclusión tecnológica, para la igualdad y convivencia democrática. En esta misma línea de trabajo, consideramos relevante, además, conocer cómo la ciudadanía accede, usa y se apropia de las TIC en los centros digitales de acceso compartido, con la finalidad de crear estrategias y propuestas de intervención encaminadas a promover la alfabetización digital y capacitación en áreas de emprendimiento. Una cuarta acción que vale la pena puntualizar es el fomento de proyectos de investigación multidisciplinarios e interinstitucionales sobre comunicación, educación y desarrollo. Pensamos que sólo a

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partir de una mirada amplia será posible evitar parcelaciones y atomización de la información que se genera mediante estudios aislados o análisis provenientes de un área específica de conocimiento. Una quinta y última consideración es el establecer mecanismos de comunicación permanentes a nivel internacional, con el propósito de contar con espacios para la reflexión y actualización de expertos, acerca de diversos conceptos relacionados con la comunicación para el desarrollo y la educación superior. Las cinco acciones señaladas, que no agotan la agenda, pueden ayudarnos a crear propuestas de intervención más sólidas, orientadas a la reducción de la brecha digital y cognitiva. Permitirían también confrontar de forma permanente el modelo teórico y metodológico con la práctica, a fin de ajustarlo a la realidad que se quiere transformar y a través de este mecanismo crear propuestas para el cambio.

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E-Responsabilidad social de la universidad Ana Castillo Díaz y Mª Victoria Carrillo Durán

Grupo de Investigación en el Área de Comunicación (AR-CO). Universidad de Extremadura1

E

n el último siglo, las universidades han experimentado una considerable serie de transformaciones, llegando a tener que hacer frente, especialmente en las últimas décadas, a una intensa competitividad. En esta situación, frente a los valores diferenciadores por los que este tipo de instituciones apuesta, se encuentra la responsabilidad social corporativa. Este término hace referencia a los compromisos legales y éticos, derivados de los impactos que la actividad de las organizaciones desencadena en el sector social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos. En el caso de la universidad, debido a sus especiales características y las altas expectativas que la sociedad deposita en su tarea, ese compromiso responsable adquiere una dimensión especial. Las universidades, a la hora de gestionar su responsabilidad social, deben tener en cuenta los impactos que pueden ocasionar en su entorno social, natural y humano. Vallaeys (2005) considera que

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El grupo de investigación AR-CO ha trabajado en líneas de investigación tales como la repercusión de los medios en la sociedad, el marco ético jurídico de la comunicación audiovisual, el desarrollo de las nuevas tecnologías y su impacto en el desarrollo social de las comunicaciones, y la comunicación de las organizaciones, que ha llegado a ser una de las principales áreas de trabajo del grupo en los últimos años. El grupo AR-CO pretende incorporar al REALCODE aportaciones específicas en torno a la problemática de la comunicación y el desarrollo en su dimensión corporativa y organizacional.

192 Ana Castillo Díaz y Mª Victoria Carrillo Durán

los impactos que genera la universidad al interactuar con su entorno son de cuatro tipos: • Organizacional. En el que engloba el factor humano y medioambiental. • Social. La universidad influye en el desarrollo económico, social y político de la sociedad. No sólo forma a los futuros profesionales, sino que es también un referente y actor social. • Educativo. La universidad tiene un impacto directo en la formación de los profesionales, su manera de entender y comportarse. Influye, asimismo, sobre la deontología profesional, orienta (de modo consciente o no) la definición de la ética profesional de cada disciplina y su rol social. • Científico y epistemológico. Por otra parte, en la World Wide Web las universidades han encontrado una herramienta muy valiosa para interactuar con sus públicos próximos y aquellos que están lejanos, a quienes informan y también prestan sus servicios gracias al e-learning y a todas las posibilidades que brindan las herramientas digitales interactivas. Entre los discursos online de las universidades es frecuente encontrar mensajes vinculados con la responsabilidad social universitaria. En este capítulo se muestra una reflexión sobre los mensajes relacionados con la responsabilidad social que las universidades españolas emiten en sus sedes web institucionales.

Aproximación al concepto de responsabilidad social corporativa El término «responsabilidad social corporativa» (RSC) hace referencia a los compromisos, legales y éticos, derivados de los impactos que la actividad de las organizaciones desencadena en el sector social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos. Hoy en día, las organizaciones son cada vez más conscientes de la conveniencia de incorporar estas preocupaciones a sus estrategias de negocio. Además, ese compromiso, que se adopta de manera volunta-

E-Responsabilidad social de la universidad

ria, no se limita sólo a sus públicos más inmediatos, sino que se hace extensivo a toda la sociedad. En el Libro verde de la responsabilidad de las empresas, la responsabilidad social se define como la «integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores» (Unión Europea, 2001, pág. 7). También es definida, en un sentido más amplio, como «un concepto con arreglo al cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente más limpio» (Unión Europea, 2001, pág. 4). Perdiguero (citado en Villafañe, 1998, pág. 12) describe de este modo la creciente influencia de la responsabilidad social corporativa: «El sistema clásico basado en el derecho natural a la propiedad y en la mano invisible del mercado ha sido sustituido por un sistema de legitimación mucho más complejo, en el que la empresa no sólo tiene responsabilidades hacia sus accionistas y empleados, sino también hacia su entorno y colectividad». Para Zadek (2007, pág. 39), las empresas evolucionan a través de cinco etapas en el desarrollo de las comunidades, como se puede apreciar en el Cuadro 1. Desde la etapa defensiva, las organizaciones van evolucionando hasta adquirir compromisos que promueven una participación amplia en la responsabilidad corporativa (etapa civil). Cuadro 1. Etapas en el desarrollo de la responsabilidad social corporativa Etapa

¿Qué hacen las organizaciones?

¿Por qué lo hacen?

Defensiva

Niegan prácticas, efectos o responsabilidades.

Para defenderse contra ataques a su reputación que podrían en el corto plazo afectar las ventas, el reclutamiento, la productividad y la marca.

Cumplimiento

Adoptan un enfoque de cumplimiento basado en políticas, como un costo de hacer negocios.

Para mitigar la erosión de valor económico en el mediano plazo debido a riesgos continuos de reputación y litigios.

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194 Ana Castillo Díaz y Mª Victoria Carrillo Durán Etapa

¿Qué hacen las organizaciones?

¿Por qué lo hacen?

Gestión

Introducen el tema social dentro de sus procesos centrales de gestión.

Para mitigar la erosión de valor económico en el mediano plazo y obtener ganancias de más largo plazo al integrar prácticas de negocios responsables en sus operaciones diarias.

Estrategia

Integran el tema social en sus estrategias centrales de negocios.

Para mejorar el valor económico a largo plazo y obtener ventajas al ser los primeros en alinear las estrategias y las innovaciones con el tema social.

Civil

Promueven una participación amplia de la industria en la responsabilidad corporativa.

Para mejorar el valor económico a largo plazo sobreponiéndose a cualquier ventaja inicial y obtener ganancias mediante acción colectiva.

Fuente: Zadek (2007)

En España, en las últimas décadas se han venido creando asociaciones y foros que trabajan en responsabilidad social (memoria del proyecto Responsabilidad Social del sistema universitario Andaluz, http:// rsuniversitaria.org/): • Foro de empresas y desarrollo sostenible (Escuela de Negocios IESE). • Foro de reputación corporativa (Telefónica, BBVA, Repsol-YPF y Grupo Agbar). Encargado de analizar las tendencias, herramientas y modelos de reputación corporativa en la gestión. • «Mesa cuadrada». Capítulo español del Pacto Mundial de las Naciones Unidas. • También son varias las ONG que están contribuyendo a fomentar la aplicación de la responsabilidad social desde diferentes perspectivas, como son los casos de la Fundación Ecología y Desarrollo (1992), Fundación Entorno (1995), Forética (1999) o la Fundación Economistas sin Fronteras. Estas organizaciones tratan de promocionar el desarrollo sostenible, la armonización del desarrollo económico con la protección medioambiental. En definitiva, la incorporación de criterios socialmente responsables en las estrategias de las empresas.

E-Responsabilidad social de la universidad

Habría que añadir que España es uno de los países con un mayor índice de empresas que cuentan con memorias de responsabilidad social publicadas en la base de datos del Global Reporting Initative (GRI).2 Esto muestra el grado de implicación del tejido empresarial español en la incorporación de la responsabilidad social a sus planes de negocios.

Reputación empresarial y RSC A menudo, la RSC viene acompañada de la palabra «reputación». En los últimos años, una convergencia de factores ha motivado directamente la integración de estos términos, entre los que cabe mencionar (Carrillo y otros, 2009): • Un aumento significativo en la visibilidad del desempeño de las organizaciones a través de los medios de comunicación. • Una mayor presión social para la rendición de cuentas en un clima de transparencia y escrutinio público. • Una presión creciente de la sociedad hacia el comportamiento ético y moral de las empresas. La reputación se sitúa entre el conjunto de atributos intangibles de los que puede servirse una organización en su afán por sobresalir entre la competencia existente y por mejorar las relaciones con sus públicos. Muchos autores la definen como un conjunto de atributos que determina el estatus de la empresa en el seno de su sector (Weigelt y Camerer, 1988; Fombrun y Shanley, 1990). Dowling (2001) concibe la reputación como el resultado de una imagen positiva de la empresa, cuando ésta se asienta en valores como la autenticidad, la honestidad, la responsabilidad y la integridad. Estos valores hacen referencia al compromiso de la compañía con sus públicos y al grado de cumplimiento del mismo. Además, dentro de la propia reputación se pueden distinguir varios niveles. Mínguez (2000) desglosa la reputación corporativa en cinco componentes básicos:

2

Se trata de una institución independiente que creó el primer estándar mundial para la elaboración de memorias de sostenibilidad de aquellas compañías que desean evaluar su desempeño económico, ambiental y social. (https://www. globalreporting.org/languages/spanish/Pages/default.aspx)

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• La reputación comercial es considerada como la estimación que los clientes tienen de la organización en función de su experiencia vivida con los productos o servicios que ésta comercializa. • La reputación económico-financiera viene determinada por el juicio que la compañía merezca a grandes inversores, pequeños accionistas, intermediarios financieros, entidades financieras, analistas financieros y prensa económica. • La reputación interna está en función del juicio que los empleados de la organización hagan sobre sus atributos de la imagen de ésta. • La reputación sectorial depende de la valoración que una entidad merece a juicio de sus competidores. • La reputación social está conformada por los atributos de imagen que los distintos grupos sociales proyectan sobre ella y por la valoración que dichos grupos hacen de estos atributos de imagen. Varey (2002) cita, entre los rasgos dinámicos para construir la reputación, variables como: la participación comunitaria, el expediente ambiental, el expediente de empleo y prácticas laborales, la calidad de oferta de la empresa, el precio de productos y servicios, las recomendaciones de terceras partes, el grado de respaldo mediático, la solidez financiera de la organización y el buen establecimiento de productos y servicios. Sólo la responsabilidad social corporativa entendida como el compromiso de una empresa de mantener un comportamiento corporativo autoexigente con todos sus stakeholders le supondrá a esa empresa un incremento de la reputación corporativa. Por el contrario, la acción filantrópica entendida como una suerte de peaje social, que es otra forma de entender la responsabilidad social corporativa por algunas empresas, no perjudica la reputación corporativa pero tampoco la beneficia (Villafañe, 2004, pág. 62).

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Teniendo en cuenta estas aportaciones se puede concluir que la apuesta por la RSC se traduce en términos de reputación para las organizaciones.

La universidad española y su compromiso social En el caso de la universidad, debido a sus especiales características y las altas expectativas que la sociedad deposita en su tarea, ese compromiso responsable adquiere una dimensión especial. No obstante, alcanzar una buena reputación no es algo sencillo, ya que cada segmento de públicos puede tener intereses muy dispares, incluso contrapuestos entre sí. Refiriéndose a la universidad, Losada (1998, pág. 141) apunta: La extensa responsabilidad social de la universidad le exige incorporar en su interior los procedimientos de gestión que se deducen de todas estas consideraciones y que resultan imprescindibles para desarrollar su propia identidad institucional y desempeñar un servicio de calidad (...) De esta necesidad de rentabilizar la potencialidad del management nace la trascendencia de la función estratégica que puede desempeñar la comunicación institucional en las instituciones universitarias. A la hora de gestionar su RSC, las universidades deben tener en cuenta los impactos que pueden ocasionar en su entorno social, natural y humano. Los factores que deben considerar estas instituciones a la hora de realizar sus planteamientos en este ámbito son: • Recursos humanos. • Entorno educativo y científico. • Entorno social, incluyendo el medio ambiente. Vallaeys (2005), como se ha citado al inicio de este artículo, considera que los impactos que genera la universidad al interactuar con su entorno son de carácter organizacional, social, educativo y científico y epistemológico.

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Aunque existen muchos estímulos para que las universidades lleven a cabo sus actividades con una actitud socialmente responsable, también estas instituciones encuentran numerosas barreras. Los obstáculos señalados por la Universidad de Zaragoza (2006) se detallan en el Cuadro 2. Entre ellos se encuentran la inexistencia de sensibilización, la falta de directrices establecidas y la ausencia de liderazgo. Cuadro 2. Estímulos y barreras para la promoción de un modelo de responsabilidad social en la Universidad de Zaragoza Estímulos

Barreras

Acuerdos internacionales (Objetivos del Milenio, Protocolo de Kyoto, derechos humanos).

Falta de directrices sobre la RS en las universidades (a escala comunitaria, en el ámbito estatal y autonómico).

Regulación europea y legislación española (prácticas laborales, EEES, relación de proveedores, subvenciones europeas, gestión de residuos, auditoría financiera).

Falta de sensibilización (percepción de que el desarrollo sostenible es demasiado complejo y efímero).

Iniciativas en el ámbito de la responsabilidad social (redes, tercer sector, iniciativas públicas, etc.).

Falta de liderazgo (iniciativas escasas, no hay visibilidad ni coordinación de las buenas prácticas del sector en España).

Objetivos de la eurorregión (enlace entre la educación universitaria, la investigación y el desarrollo económico regional).

Cultura y estructura de las universidades (segregación entre profesorado y PAS, institutos de investigación, dificultades para la colaboración transversal).

Demandas de I+D+I: la RS va muy ligada a la innovación (lo cual, a escala universitaria, implica nuevas materias, nuevas perspectivas, nuevos sistemas de gestión, nuevos modelos conceptuales, nuevos paradigmas, etc.).

Falta de tiempo y recursos para nuevas iniciativas (competencia con otros proyectos).

Necesidades formativas (energía renovable, gestión de resididos, arquitectura bioclimática, cultivo biológico, desarrollo rural, inserción laboral inmigrante).

Otros (otras prioridades, dificultad de evaluar el progreso y medir los resultados).

Calidad (necesidad de metodologías integradas para evaluar el desempeño de la Universidad).

Fuente: Universidad de Zaragoza

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Las universidades, a pesar de su orientación social, han presentado tradicionalmente un menor desarrollo del concepto de la responsabilidad social que otro tipo de organizaciones (Melle, 2007). Sólo la Universidad de Santiago de Compostela (2004, 2005 y 2006) y la Universidad Internacional de Andalucía han publicado memorias de sostenibilidad en base a los indicadores del GRI (Global Reporting Initiative). No obstante, según lo concluido por el Foro de los Consejos Sociales de las Universidades Públicas andaluzas (http://rsuniversitaria.org/), una visualización al Unitted Nations Global Compact nos hace corroborar que existen varias universidades españolas adheridas a los principios de esta institución (como Jaén, Córdoba, Salamanca, Santiago o Sevilla). Fuera del contexto del GRI, existen otras universidades que han publicado memorias de responsabilidad social (Almería, Cádiz, Zaragoza y UNED, entre otras). En esta línea, la Conferencia de Rectores creó en 2009 una comisión sectorial de sostenibilidad, que incluye un grupo de trabajo para la calidad ambiental, el desarrollo sostenible y la prevención de riesgos laborales. Por su parte, la Conferencia de Consejos Sociales de las universidades públicas españolas ha creado una subcomisión de responsabilidad social. El gobierno español, junto con las universidades y las comunidades autónomas, ha creado la «Estrategia Universidad 2015», cuya misión es que todas las universidades cuenten con un proyecto de RSU aprobado por el Consejo de Gobierno y Consejo Social y que sea difundido y conocido en el ámbito de la comunidad universitaria (http://www.educacion.gob.es/eu2015/ambitos-ejes-estrategicos/ misiones/tercera-mision/responsabilidad-social.html). Además, el Ministerio de Educación ha creado una Comisión de Responsabilidad Social Universitaria. Todo ello hace evidenciar que en España se está iniciando una sensibilización importante hacia la incorporación del concepto de responsabilidad social en el ámbito universitario.

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Las prácticas de RSC son comunicadas por los distintos canales de que estas organizaciones disponen. Entre ellos, y de manera especial, figuran las páginas corporativas de las organizaciones. En ellas las universidades encuentran un espacio donde exponer sus mensajes de marca y llegar a sus públicos, próximos y lejanos, de manera inmediata. Pero, ¿qué mensajes de RSC están comunicando las universidades españolas a sus stakeholders en sus sedes web corporativas?

Transmisión de la RSC en el entorno online Atendiendo al contenido desarrollado se puede considerar que la RSC es una cuestión que debería ocupar a las instituciones universitarias. Además, las universidades no sólo deben preocuparse por realizar este tipo de actividades sino también por comunicarlas, lo que contribuirá indudablemente a incrementar su valor de marca. Uno de los soportes que actualmente emplean todas las universidades es el portal corporativo o sede web corporativa: En el momento en que las universidades tomamos conciencia de la importancia de la comunicación al exterior a través de la Red, se inicia, al igual que en el mundo empresarial, un proceso de diseño de páginas web (sites que pueden ser visitados por todo el mundo), extranet (sites que pueden ser visitados por personal ajeno a la organización, pero mediante una clave) e intranet (sites para la propia organización limitándose las visitas a aquellos que pertenecen a la misma) (De Salas, 2005). Lo planifiquen o no, el contenido que las universidades muestran en sus portales web influye en la imagen que sus públicos se forman sobre las mismas. Así, es fundamental que cuiden los mensajes que hablan sobre la organización, entre los que, como se ha indicado anteriormente, suelen incluirse contenidos relacionados con la RSC. Debido a la trascendencia que hoy en día tienen estos contenidos se ha considerado conveniente realizar una valoración de la forma en que se muestran en las sedes web corporativas de las universidades españolas. Su revisión permite comprobar no sólo la situación actual

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de esta variable en la comunicación universitaria online española, sino también establecer pautas de mejora ante los posibles errores que se detecten.

Revisión de la comunicación de la RSC universitaria en el entorno online A pesar de la uniformidad que se puede apreciar en los mensajes de las marcas universitarias españolas, es posible detectar que las instituciones privadas ocupan las primeras posiciones en torno a la responsabilidad social. En algunos casos se trata de instituciones que pertenecen a la Iglesia y los valores vinculados con la responsabilidad social corporativa guardan relación con la ideología que sustenta el proyecto universitario, aunque cada vez cobran mayor fuerza otro tipo de valores como la ecología o los proyectos solidarios. Además, entre las universidades que no presentan ningún mensaje sobre responsabilidad social corporativa en sus promesas de marca existe una ligera mayoría de universidades públicas. En este caso, tanto en valores absolutos como porcentuales, las universidades privadas aventajan a las públicas. Esta ventaja puede deberse al mayor esfuerzo que deben hacer las universidades de carácter privado, que no cuentan con los apoyos económicos que respaldan a sus homólogas públicas, para destacar y atraer a clientes potenciales. Atendiendo a la «usabilidad», es posible concluir que los mensajes sobre RSC de las universidades son accesibles desde la página principal o desde las primeras páginas de navegación, lo que incrementa la posibilidad de que los receptores se expongan a dicho contenido. A pesar de esta fortaleza, la mayoría de páginas no presenta una correcta adaptación de los mensajes a los distintos tipos de públicos a los que se dirigen estas instituciones. En ocasiones, sí es posible encontrar la información organizada en función de diferentes perfiles (alumnos, personal docente e investigador, personal de administración y servicios) pero realmente en pocos casos existe una adap-

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tación de los contenidos a los intereses particulares de cada grupo considerado. Se debe hablar más bien de una estructuración de contenidos que de una adaptación de los mismos a las características de los públicos. La traducción es otra de las asignaturas pendientes entre los mensajes de marca relacionados con la responsabilidad social corporativa de las universidades españolas. Es limitado el número de universidades que traducen sus mensajes corporativos a otros idiomas y, en el caso de hacerlo, lo más común es que la traducción se limite a un único idioma extranjero (habitualmente, el inglés). Se considera que esta ausencia de traducción de contenidos es una debilidad, especialmente en la etapa de fuerte competencia que atraviesa la universidad hoy en día. Una competencia que obliga a las universidades a buscar públicos no sólo dentro de las fronteras nacionales. Por otra parte, son aún escasas las universidades que apoyan sus mensajes de preocupación por la RSC con datos estadísticos y con imágenes. En este sentido se considera que las universidades deberían apoyar sus mensajes relativos a la responsabilidad social con datos que evidencien la preocupación de estas instituciones por dicho valor. Asimismo, el refuerzo audiovisual de estos mensajes contribuiría al afianzamiento de la idea expresada. La facultad de las impresiones para activar las emociones humanas ha sido observada desde épocas remotas (Gombrich, 1991). La posibilidad de hacer una lectura correcta de la imagen se rige por tres variables: el código, el texto y el contexto. En combinación, la palabra y la imagen aumentan la probabilidad de hacer una reconstrucción correcta de los mensajes. El apoyo mutuo del lenguaje y la imagen, por tanto, facilita la memorización. Aunque las muestras de preocupación por la RSC son aún tímidas en el conjunto de mensajes corporativos reflejados en los portales web universitarios, la información expuesta está bien organizada. Sin embargo, sería conveniente adaptarla a los distintos tipos de públicos, traducirla a otros idiomas para facilitar la comprensión de públicos extranjeros e incluir datos e imágenes que contribuyan a incrementar la confianza del receptor.

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Democracia y comunicación pública: un desafío para América Latina Ángel Badillo Matos y Juan Ramos Martín

Grupo de Investigación en Industrias Creativas, Culturales y de la Comunicación (GRIC), Universidad de Salamanca1

Los medios y la conversación social de la democracia2 ¿Cuál es el valor de las industrias culturales, creativas y de la comunicación para nuestras sociedades? Quizá al responder debamos ir más allá de las metáforas más superficiales para recordar que los medios son la arena en la que se juega, diariamente, la calidad de nuestra vida en común y si tienen sentido por sí mismos y tiene sentido luchar por un modelo de comunicación en libertad y ecuánime con la sociedad en la que existen es porque los medios son clave para sostener la deliberación pública, la conversación cotidiana sobre la agenda pública. Y esta deliberación democrática es la base para una convivencia democrática. 1

2

El Grupo Interdisciplinar de Investigación en Industrias Creativas, Culturales y de la Comunicación (GRIC) es un colectivo académico especializado en el estudio sincrónico y diacrónico de los fenómenos infocomunicacionales, en particular los que tienen relación con las políticas públicas, los mercados y sus procesos de regulación/desregulación y las transformaciones tecnológicas. El GRIC fue reconocido como Grupo de Investigación por el Consejo de Investigación de la Universidad de Salamanca en su reunión del 16 de noviembre de 2010, y ratificado por la Comisión Permanente del Consejo de Gobierno el 23 de noviembre 2010. Parte importante de este texto procede de una conferencia impartida en la escuela de periodismo de la Universidad Jaime Bauzate y Mesa (Lima, Perú) en noviembre de 2011.

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Las industrias culturales son, por tanto y sobre todo, los escenarios en los que se genera y se desarrolla la conversación social. En palabras de Gaëtan Tremblay (2006), la exigente vinculación de los medios con la realidad social se puede sincretizar en una reflexión: los media funcionan tanto de fuentes de información como de lugares de elaboración de la opinión pública. Esta deliberación como fundamento de la democracia es destacada, especialmente por el filósofo alemán Jürgen Habermas, para reforzar la idea de la discusión imprescindible en el proceso democrático de toma de decisiones. Según Habermas, la política deliberativa es determinante en la legitimidad de las leyes, es decir, es preciso institucionalizar las condiciones que permitan la expresión de los discursos de opinión y voluntad popular. Recuerda Adela Cortina (El País, 24-08-2004) que el concepto esconde básicamente dos significados: el de la necesidad de negociar las decisiones con los sectores más afectados y el de los que plantean que es necesario estimular el debate público de ideas en todos los niveles sociales, como un modo de comprometer a todos en el debate democrático. La democracia deliberativa mejora cualitativamente las condiciones de ejercicio democrático extendiéndolas más allá del ejercicio del voto o completándolo con una implicación de los ciudadanos en el debate –público– de las normas sociales, lo que refuerza su legitimidad. Pero para que el debate en la esfera pública pueda producirse adecuadamente es preciso que los ciudadanos accedan a la información. La primera responsabilidad es, por tanto, del sector público, en cuanto a la transparencia de la actividad administrativa, y de la participación ciudadana reclamándola. Pero, ¿existe alguna forma de democracia que no sea deliberativa? Las democracias latinoamericanas parecen estar marcadas por un carácter más delegativo –siguiendo a O’Donnell (1997)– que deliberativo. Aunque la actividad pública está sometida a una accountability formal, sabemos que no es especialmente efectiva: la accountability horizontal garantizada por la separación de poderes presenta demasiados problemas, derivados de la corrupción institucional o la falta de tradición democrática. La accountability vertical o electoral –la que cada x años realizan los electores– tampoco parece especial-

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mente eficiente, pese a que el fraude electoral es escaso. En muchos países, redes clientelares clandestinas organizan y pagan a los votantes. Nos queda, por tanto, una última forma de control: el social. La influencia de la participación histórico-política de los ciudadanos no parece particularmente relevante en América Latina que es –y especialmente ha sido– un ámbito donde una pequeña parte de la población ha actuado de manera protagónica en la toma de decisiones sobre asuntos colectivos, en tanto que la gran mayoría de la población se ha posicionado de forma pasiva (Camacho, 2007). De hecho, en América Latina, el replanteo de las problemáticas sobre ciudadanía y representación social y política puede guardar relación con los efectos «aún persistentes de los procesos de transición a la democracia (…) y más recientemente, con el impacto de la llamada reacción antipolítica que también ha afectado a la región» (Caetano, 2006). En la etiología del propio concepto se insertan también debates propios de la sociedad capitalista postindustrial o de capitalismo cognitivo, tales como el explicitado por Lechner (1982), que nos incluye en el interior de una sociedad de la desconfianza, en la que los contextos habituales de confianza –escuela, empresa, barrio, partido político, etc.– se han debilitado, provocando un incremento del miedo público y la consiguiente afectación del vínculo social y el repliegue ciudadano hacia el interior de su vida privada, provocando una desincorporación de fuertes franjas de población a la vida social y política reivindicativa debido en gran medida a la ausencia consciente de los estados regionales en dotación y consolidación de planes de acceso y participación. En su influyente trabajo en el que caracteriza los rasgos de la poliarquía, Robert Dahl (1971) incluye, entre otras, como condiciones sine qua non la libertad de expresión y la diversidad de fuentes de información. Y en sociedades complejas, extensas y numerosas como las nuestras, la articulación de esa libertad de expresión necesita de los medios de comunicación. Damos por hecho que los medios son imprescindibles para la democracia por cuanto ejercen ese modo especial de accountability social. Se cita con frecuencia el adagio del presidente norteamericano Jefferson, que decía preferir «periódicos sin gobierno antes que gobierno sin periódicos».

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La importancia que le atribuimos a los medios como garantes del debate de asuntos públicos en la democracia es tan fundamental que durante décadas hemos hablado, en especial desde los Estados Unidos, de la función de perro guardián que se atribuye a los medios de comunicación, a los que arrogamos tanto una función vigilante como, al tiempo, criticamos la disfunción de haberse convertido en un cuarto poder adjunto a la triada clásica de Rousseau, con la diferencia, que apunta por ejemplo el británico James Curran (Curran y Seaton, 1981), de que es un poder sin responsabilidad. Si los medios no son sólo «canalizadores» del discurso social –la común metáfora de los medios de comunicación como medios de transporte– sino constructores de la opinión pública, la cuestión sobre su origen, su existencia, su propiedad, sus vías de financiación, sus relaciones con los actores dominantes de la política y la economía empiezan a resultar fundamentales. La investigación crítica en las ciencias sociales ha venido insistiendo en el modo en el que las industrias culturales y de la comunicación construyen y sostienen modelos hegemónicos económico-políticos, y al tiempo ha subrayado el «contrapapel» que desempeñan los grupos y movimientos sociales, conscientes del problema y deseosos de un cambio, en la gestación de un esfuerzo a gran escala a modo de consecución de un cambio del control político y económico actual, «de corporativo y privado a la participación pública y la responsabilidad social» (Segovia, 2001). Centrando el debate en la comunicación comunitaria, podría decirse que, en relación a los importantes datos de creación y participación sectorial en Latinoamérica, donde por ejemplo, en lo referente a radios populares y comunitarias se pueden cifrar en más de un millar (AA. VV., 2007) los medios comunitarios, alternativos o populares, éstos son un actor socialmente legitimado e institucionalizado en la opinión pública latinoamericana. ¿Son los medios los mejores actores para la accountability social? Ésa es una de las preguntas cruciales en este debate. La primera respuesta es, indudablemente, que al menos lo son tanto como los grupos sociales organizados que hacen de la participación ciudadana un ejercicio activo de los derechos democráticos. Pero, ¿por qué no siempre resulta la acción de los medios eficaz en el control de la acción pública? Hay sin duda varias razones.

Democracia y comunicación pública: un desafío para América Latina

Déficits (y superávits) de la comunicación latinoamericana La primera razón ha sido extensamente estudiada por las perspectivas críticas de los estudios de comunicación y se refiere al papel de los medios como actores de un mercado. En el caso de América Latina, todos los trabajos realizados hasta hoy –muchos de ellos precisamente en el debate de la década de 1980 en torno al imperialismo cultural– apuntan hacia las connivencias entre las oligarquías que controlan las industrias culturales y los sectores que controlan el poder político, sea éste democrático o dictatorial. La mayor parte de los imperios mediáticos de Latinoamérica han sobrevivido a etapas de dictadura encontrando la simbiosis adecuada entre sus propios intereses económicos y los intereses políticos de los regímenes dictatoriales. No parece que la todopoderosa Rede Globo de la familia Marinho o la Televisa de los Azcárraga puedan ser destacadas como herramientas de accountability social, sino más bien como instrumentos que recuerdan a los paradigmáticos aparatos ideológicos del capitalismo descritos por Louis Althusser o Hans Magnus Ezensberger en la década de 1970. La concentración de los medios en torno a grandes corporaciones transnacionales en América Latina con intereses en sectores y mercados diversos (Mastrini y Becerra, 2006) podría ser vista –como a menudo intentan sus ejecutivos– como garantía de la independencia económica de esos medios respecto de las presiones exógenas, pero puede y debe verse también como una debilidad de estas compañías que operan en mercados inestables en los que algunos gobiernos utilizan la regulación como la espada de Damocles que puede cambiar las condiciones del mercado de un día para otro. Eso sin olvidar la ausencia de medios de comunicación públicos de relevancia –con la excepción de TVN en Chile, véase por ejemplo Fuenzalida (2000) y las transformaciones de los últimos dos años– en toda América Latina. El nacimiento de los sistemas audiovisuales latinoamericanos con fuertes intereses de las compañías norteamericanas generó modelos diversos concentrados en casi todos los casos en una fuerte privatización en favor de grupos económicos oligár-

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quicos (Sinclair, 1999), y sólo desde la década de 1970 –fructificando en el informe McBride de UNESCO– se consiguió cierto giro hacia los medios públicos, los comunitarios y la preocupación por las políticas públicas en materia de comunicación. En este esquema de mercado, los intereses económicos, los del mercado publicitario, mandan sobre las parrillas de programación de las cadenas de televisión, más atentas a proporcionar entretenimiento importado de bajo coste –que además resulta no conflictivo ideológicamente– que información, salvo en períodos históricos muy concretos. Los medios, y es algo que no debemos olvidar para evitar idealizar este sector, son plataformas de comercialización publicitaria. Como nos recordaba Dallas Smythe (1977) en la década de 1970, los medios no venden contenidos sino que producen audiencias para ofrecérselas a los anunciantes. Los contenidos de los medios, esos en los que buscamos la accountability, no son sino los ganchos para la atención de ciertos targets sociodemográficos que son vendidos a las centrales de compra publicitaria transnacional. La televisión, como a veces se dice, no es más que lo que se emite en medio de los anuncios, que son lo que verdaderamente importa a las empresas de comunicación.

Los viejos medios: algunos puntos negros Esta cuestión nos conduce a un tema transcendental: los medios como actores del mercado son grandes clientes de las instituciones públicas como anunciantes. Para garantizar el equilibrio adecuado de democracia y comunicación en la región sería imprescindible conocer al menos: • La inversión anual de todas las instituciones públicas en publicidad institucional de cualquier tipo y los medios a los que se destina. • Los criterios con los que se determinan las inserciones publicitarias en cada medio. • Las agencias y centrales publicitarias que canalizan esa inversión.

Democracia y comunicación pública: un desafío para América Latina

• La proporción que para los ingresos anuales de cada medio supone la inversión pública. Sería de una extraordinaria ayuda a la transparencia del funcionamiento de los medios en Latinoamérica contar con un observatorio que pudiera recoger estos datos para contrastarlos con la posición editorial de los medios de comunicación ante los asuntos públicos. Una segunda razón tiene que ver, indudablemente, con la formación de los profesionales de los medios y, en extenso, con las rutinas de producción informativa. Pedimos a los periodistas que sean garantes de la accountability social, pero al tiempo las escuelas de comunicación en América Latina carecen frecuentemente de fondos para garantizar la formación, el profesorado tiene sueldos muy bajos y los propios planes de estudio de la comunicación son manifiestamente mejorables. Cuando los futuros profesionales acceden a los medios, se encuentran con frecuencia con puestos de trabajo con sueldos bajos y condiciones laborales en las que un mismo redactor debe realizar varias coberturas informativas en un mismo día. Los periodistas se vuelven entonces parte de una cadena de transmisión informativa en la que la triangulación de fuentes pasa de ser requisito esencial de cualquier forma de gestión de la información a rara avis. La información en los medios, marcados por las condiciones del «mercado de ideas» en el que se ha convertido la esfera pública, está sometida a criterios de selección que quizá tengan más que ver con el mercado que con la responsabilidad social. Y una última cuestión es la de la legislación. Por un lado, los pueblos deben proveerse de garantías para el acceso a la información pública. Y deben proporcionar herramientas que garanticen a cualquier ciudadano, especialmente a los profesionales del periodismo, la protección frente a las amenazas, a la persecución, al crimen organizado. Reporteros Sin Fronteras nos ofrece datos escalofriantes año tras año. Según la clasificación sobre libertad de prensa que anualmente realiza esta organización internacional, los países latinoamericanos con mayores problemas son Cuba, México, Colombia y Venezuela; hay que buscar en el puesto 21 para encontrar el primer país latinoamericano, Costa Rica. En una línea similar, la Freedom House creada por Eleanor Roosevelt sólo reconoce la existencia

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de libertad de prensa en Uruguay, Chile y Costa Rica, mientras que sitúa a Venezuela, Colombia o Cuba como países en los que no existe libertad de prensa como tal.

Internet y los nuevos puntos negros Hace quince años, el norteamericano James Carey (1998) anunciaba que Internet suponía, por encima de cualquier otra consideración, el fin de los sistemas de medios nacionales tal y como hoy los conocemos: la ruptura del monopolio estatal sobre la regulación de la comunicación, el final de los oligopolios locales que controlan los hubs culturales dentro de la fronteras de los moribundos Estados nación. La promesa de una nueva comunicación alentada por las compañías de telecomunicaciones, los fabricantes de tecnología, los grupos sociales deseosos de mejores cuotas de acceso y, sobre todo, de los gurúes que han inundado las librerías en los últimos años, ha venido a recomponer todas las fallas del sistema de comunicación tradicional oligárquico, comercializado, financiarizado, desregulado y tan vinculado a las claves de la lucha de los partidos que ha perdido, progresivamente, buena parte de su legitimidad como defensor de derechos sociales y watchdog de la democracia. Hoy, los ciudadanos perciben a los grandes medios como actores económicos al servicio del sostenimiento del statu quo económico, como brazos discursivos de los partidos políticos dominantes, como productores del mainstream social. La llegada de Internet, su ubicuidad, su generosa oferta de contenidos gratuitos, su reproducción del mercado de ideas perfecto, ha sido festejada desde todos los sectores: empresariales, porque ha creado un nuevo mercado de gadgets cuya caducidad garantiza un mercado en perpetua renovación que se han transformado en símbolos de identidad grupal y de estatus social; políticos, que han visto en las nuevas tecnologías y en Internet un respiro a las necesidades de renovación del modelo productivo, generando nuevos espacios laborales y cierto crecimiento económico; ciudadanos, que se vieron

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seducidos por esa fuente permanente de información gratuita que es la World Wide Web y la sensación de liberación de la dictadura de los viejos medios. Llegados a este punto, aparecen algunos aspectos críticos en la evolución de las redes que ofrecen tantas sombras como luces, y que podrían alejar su evolución inmediata de las promesas de emancipación que han iluminado su primera década de masificación. La primera se refiere a ese mercado perfecto que promete la Web. Hasta hoy, no todos los públicos tenían justamente el contenido que buscaban. Pero desde la aparición de la World Wide Web, todo está en ella, y cualquiera puede encontrar lo que necesite en ese jardín del edén de la pluralidad en el que todos los contenidos están presentes. Dicha pluralidad es cuestionada cada vez que uno se asoma a un cibercentro o al ordenador de cualquier amigo y descubre que Internet, la Web y Google son la misma cosa. Paradójicamente, en el paraíso de la diversidad de contenidos, el único portal que da entrada a ese mercado perfecto es Google. Es a él al que nos encomendamos cada vez que necesitamos saber el cambio del dólar, la temperatura en Lima, cada vez que queremos una foto de satélite o un video. Y si no está en Google, no existe. Hace treinta años, Margaret Thatcher acusó a la televisión de negar la existencia a todo lo que no cabía en la caja. Hoy es Google el que dota de existencia legítima al que quiera tenerla. Y su uso se ha vuelto tan omnipresente que la promesa de la información sin fin pasa, sin embargo, porque se la pidamos solamente a un canalizador, a un único cruce de caminos ubicado en California. Y ello sin que ningún gobierno se atreva a intervenir contra esta formidable concentración de poder en este segmento del mercado informativo. La segunda se refiere a la ficción de la gratuidad. Cuando, en la década de 1990, la explosión mundial del cable y enseguida de la televisión digital por satélite parecía anunciar la desaparición del modelo de gratuidad en las industrias culturales tradicionales, la World Wide Web ha vuelto a recuperarlo. Millones de horas de video gratuito en YouTube, cientos de páginas de diarios digitales en abierto,

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miles de emisoras que emiten veinticuatro horas para una audiencia global a través de Internet, decenas de miles de podcasts, descargas –ilegales, legales y toleradas– infinitas de películas, de canciones, de libros. Pero este modelo del gratis total esconde dos caras ocultas. La primera se refiere a la sustitución de productos por servicios. Estamos en la transición de un modelo de pago por productos –compro un DVD que contiene una película– a un modelo de pago por servicios –pago por ver un DVD en un dispositivo sin controlar en ningún momento el producto que alquilo, y sin poder reutilizarlo, copiarlo o cederlo. Este modelo de abandono de los productos a favor de los servicios en cultura y comunicación tiene sólo un inconveniente: necesita que cambiemos nuestras lógicas de consumo de dispositivos aislados, desconectados, a terminales permanentemente conectados a las redes, a los flujos. Así, abandonamos productos por servicios: ubicuos, siempre disponibles, tan transportables como un teléfono celular conectado a Internet. Nadie quiere ya un DVD, un disco, o un libro: queremos el acceso ubicuo y permanente a sus contenidos cuando lo necesitemos, como el formidable y gratuito YouTube. Netflix, Hulu o iTunes garantizan exactamente eso. Y marcan, por primera vez, el camino implacable para la transición a los servicios audiovisuales de pago en Internet. Existe una segunda cara oculta en este gratis total: el control de la inversión publicitaria que está comenzando a producirse alrededor de Google. Cada vez que abrimos el buscador, Google nos ofrece amablemente enlaces relacionados con nuestra búsqueda, enlaces patrocinados por los que Google cobra. Y tan pertinentes que se refieren precisamente a nuestro interés en ese segundo: el de la búsqueda de información que estamos realizando. Google, la megacorporación que hace diez años era apenas el proyecto de dos estudiantes de posgrado en Stanford, es hoy una gigantesca máquina publicitaria disfrazada de buscador de Internet. Pero su negocio no son las búsquedas: es la capacidad que éstas tienen para indicar, en tiempo real, lo que buscamos, lo que nos interesa, para colocar allí mismo el spot adecuado. Cuando abrimos un correo en Gmail, ahí

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están los anuncios que hablan justamente de lo mismo que el mensaje que estamos leyendo. Cuando pedimos una página en Chrome, ahí está el anuncio relacionado con nuestro interés en ese momento, igual que cuando vemos un vídeo en YouTube. Cuando multiplicamos este efecto por miles de millones de individuos cada día, el resultado es espeluznante. Un ejemplo preocupante: hace unos años, el mundo se encontraba angustiado por una cepa del virus de la gripe, la H1N1, cuya virulencia se anunciaba como equiparable sólo a la de la gripe de 1918 que mató a millones de personas en todo el mundo. Ante la angustia de verse contagiados por la gripe, millones de personas acudían a compartir cada estornudo, no con su médico, sino con… Google. Google descubrió que podía encontrar una relación entre lo que los ciudadanos de una región buscaban y la aparición de brotes de la gripe. Y el resultado es impresionante: efectivamente, Google era capaz de predecir con días de antelación cuándo y dónde se iba a producir un brote de gripe sólo estudiando qué palabras buscaban sus habitantes en él. Es aterrador imaginar qué otras relaciones habrá encontrado Google entre lo que buscamos, agregadamente, los habitantes de un país, y nuestras expectativas de consumo, nuestra intención de cambiar de coche, de contratar un plan de pensiones o de ir al cine. El poder del conocimiento global de Google está no en tener las respuestas, sino en saber exactamente qué nos estamos preguntando en cada segundo. Porque siempre se lo preguntamos a Google. Y un último elemento de preocupación: hemos hablado de la promesa de la multiplicidad de fuentes, que paradójicamente pasan todas por el mismo camino de un buscador hegemónico, de la promesa de los contenidos infinitos y gratuitos, que terminarán pronto con el establecimiento de los servicios globales de contenido y la desaparición del contenido como un producto. Y la tercera promesa es la que nos dice que en Internet todas las opiniones pueden llegar en igualdad de oportunidades a su destinatario, que todas pueden ser igualmente accesibles porque todo está en la World Wide Web. Hay dos razones por las que esta afirmación debe ser discutida. La primera es que la estructura de los backbones de Internet es de

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todo menos igualitaria. El ancho de banda que comunica el hemisferio norte –Asia-Norteamérica-Europa– es incomparablemente mayor al que permite el tráfico hacia el sur. En el mundo de las redes, el espacio –la distancia– ha desaparecido, todo se mide en tiempo. Y comunicarse con un servidor que se encuentre en un país del sur, o tratar de acceder a la red con gran velocidad desde un país del sur, es frecuentemente muy problemático. Y esa escasez hace que el ancho de banda sea mucho más caro en el sur que en el norte, es decir, paradójicamente, más caro donde menos recursos existen. Y hay un peligro aún mayor cuando nos detenemos sobre el acceso universal a los contenidos en Internet: la neutralidad de la red. Con el modelo actual de Internet, el que desarrollaron las universidades en las décadas de 1960 y 1970, todos los servidores tienen el mismo peso. No importa si uno decide visitar la web de la radio comunitaria del pueblo o la de CNN: la información circula por las redes sin que éstas puedan priorizar un contenido sobre otro. Pero los grandes operadores de telecomunicaciones llevan varios años promoviendo que las redes dejen de ser neutrales y que puedan cobrar por promocionar unos contenidos sobre otros. Como resultado, acceder al sitio de CNN sería infinitamente más rápido que acceder a la radio local, porque CNN pagaría a los operadores de red para que sus contenidos viajen más rápido, ralentizando los demás. Hay muchas razones para pensar que los operadores de telefonía móvil están usando ya estos criterios en las redes celulares. Y el gran impulsor del fin de la neutralidad es, una vez más, Google. Viejos problemas para los nuevos medios: ni tan plurales como prometen, ni tan gratuitos como parecen, ni tan neutrales como fueron diseñados tecnológicamente. En esas condiciones, cuesta trabajo pensar en que la fractura de los viejos sistemas nacionales de medios, los responsables de las defectuosas democracias en las que vivimos, vaya a dejar paso a un escenario en el que los nuevos medios sirvan como panacea para mejorar la deliberación pública y, por tanto, para incrementar la calidad de nuestras democracias.

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El valor añadido del tercer sector: institución, comunidad y red En materia de comunicación local y comunitaria, existe un espíritu contrafáctico, en el que se señalaría un afán destructivo en base a la profusión de políticas restrictivas desde el sector público como elemento de connivencia con los actores privado-comerciales. Así, según AMARC (2010), son claros, en varios países de América Latina, los elementos para trabar el desarrollo de un sistema alternativo de medios: Discrecionalidad, impedimentos técnicos, económicos y burocráticos, y normativas discriminatorias establecidas por los Estados –quienes abusan de su potestad para administrar el espectro radioeléctrico–, así como la presión indebida que ejercen cámaras y gremiales de los medios privados comerciales, siguen siendo poderosas barreras para una radiodifusión democrática e inclusiva en la mayor parte de América Latina, como se puede constatar en Perú, Chile, México, Paraguay, Brasil, Guatemala, Honduras y El Salvador (AMARC, 2010). En contraposición con la realidad mediática y social latinoamericana, en la que la comunicación comunitaria tiene un peso específico alto en el sector, en la legislación se suele ofrecer un panorama que, si bien por primera vez regula los medios comunitarios y les ofrece carácter legal y normado, también los encierra en una concepción mínima, rural y de potencia marginal al publicar medidas de restricción espacial, de frecuencias, etc. Por otra parte, es reseñable cómo los esfuerzos de la mayor parte de los Estados se centran en dotar de manera técnica y estructural los proyectos de comunicación comunitaria, obviando el apoyo, y en muchos casos actuando de manera punitiva, a la participación activa y la creación de comunidad, restringiendo la formación de redes debido a la exención de competencias de éstas dado el carácter rural o local –circunscrito en la legislación al término municipal– de las licencias así como la baja potencia y restricción de frecuencias ofrecidas.

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Por lo tanto, si instituciones de alta legitimidad social, como son los medios comunitarios, no encuentran respuesta satisfactoria de los organismos del Estado en materia regulatoria y de participación política, cabría entonces preguntarse si dicho proceso restrictivo no sería más que una consecuencia de que estos medios se hayan establecido como eje básico de integración del cambio y el desarrollo entendido como deriva igualitaria e intercultural. En lo que a comunicación local y comunitaria se refiere, habría que añadir a estos problemas el grave impedimento de la visibilización en medio de la exponencialidad de los flujos informativos centrales. Si para el NOMIC (Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación) uno de los grandes objetivos fue la descentralización de la información y la producción y distribución plural de las noticias de manera local, con la llegada de Internet la repercusión de la producción informativa de estos medios pierde aun más presencia en el conjunto, y en base a la facilidad de acceso, termina por replicar aquella que se encuentra accesible en la red, la misma que proviene de las grandes agencias. Existen, sin embargo, experiencias contrarias a las dinámicas hegemónicas de centralidad y concentración. Ejemplos de ello serían los casos de las agencias de información comunitaria Pulsar, perteneciente a la red AMARC, o de manera más local aún, la Agencia de Noticias EnLaRed municipal, perteneciente a la Federación de Asociaciones Municipales de Bolivia, cuya producción propia distribuye contenido informativo a través de la red de todas sus asociadas. Presentado en un esquema progresivo, el proceso emancipador de los medios locales-comunitarios pasaría por tres pasos: independencia económica-independencia política-autonomía política y cultural. En la consecución de dicho esquema, la vinculación en redes y los trabajos sobre social networking (Cranston y Davies, 2009), o el concepto de beneficios reticulares (Miguel de Bustos, 2007) o de rizoma, pretenden acabar con la pasada concepción desarrollista, en la que «el desarrollo se asoció al crecimiento económico» (Miguel de Bustos, 2007). Se quiere ofrecer la visión de un cambio de paradigma cultural –partiendo de la base teórica de encontrarse insertos en una realidad dominada por el paradigma del capitalismo cog-

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nitivo (Vercellone, 2000)– en la utilización de la concepción de la vinculación social, finalmente de la utilización de la comunidad –en contraposición con la promesa de falsa comunidad de iguales que la posmodernidad utiliza para acabar con ella (Barcellona, 1990). Está mucho más cerca del sentido común propuesto por Geertz (1994) que de la concepción occidental-naturalizada, y con un objetivo claro orientado a la autonomía económica que les proporcione de manera consecutiva las demás libertades anexas al control de la propiedad y los recursos, procurando objetivos totalmente distintos a los de las industrias culturales, pero aprovechando las ventajas propias del trabajo en red, tanto económicas (reducción de costes), como políticas (diálogo privilegiado). En este sentido, y para el caso de América Latina, existen ejemplos de estudios comparativos, tales como el encargado por ALER a Geerts y Van Oeyen en el año 2001, en el que se parte de un proceso generalizado de retirada de la subvención externa en la región, lo que se traduce para los medios populares y comunitarios, al menos, en una redistribución de las fuentes de ingresos que, en la mayor parte de los casos, se da puertas adentro. El problema es que, para muchos de éstos, debido al «contexto sociogeográfico y económico en que se encuentran, nunca podrán ser autofinanciadas» (Geerts y Van Oeyen, 2001, pág. 165). Por otra parte, se argumentaron otro tipo de consecuencias concernientes a dicha reducción: • Reducción de la producción propia. Consecuencia de esto es el aumento de los programas enlatados, espacios vendidos a terceros y los espacios musicales. En resumen, una pérdida cualitativa. • Reducción de los programas en vivo, entrevistas colectivas, debates con las comunidades. Es decir, una disminución de la participación por falta de recursos. • Envejecimiento de los equipos técnicos, además de pérdida de procesos de capacitación e investigación, lo cual repercute también en una pérdida de calidad programática. Viendo las consecuencias del sacrificio, los medios comunitarios temen un cambio más profundo. Al no ser capaces de ofrecer aquello para lo que fueron creados (educación, localización de la co-

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municación, participación de la comunidad…), lo que en realidad estaría cambiando sería la naturaleza del medio en sí. Debido a estos problemas, el fortalecimiento de redes donde el préstamo de programas, y especialmente su producción conjunta, no agote las propuestas locales (Chaparro, 1998), surge como alternativa –no de crear cadenas, ni tampoco de perder el sentido de lo local, sino más bien en una suma de sinergias–, un fortalecimiento desde y para lo común, enfocado desde el compromiso de la puesta a punto de un servicio público imposibilitado desde las grandes cadenas, «preocupadas por acercarnos el mundo, pero no a la realidad inmediata que nos otorga el referente básico cada día». En el estudio de las estructuras de los medios alternativos, existe también amplia bibliografía que muestra la más que posible vinculación histórica de investigaciones críticas y estructurales en el estudio de los procesos de desarrollo de la región (Beltrán, 2005; Camacho, 2008; Mattelart y Schmucler, 1983; Herrera, 2006; Gumucio y Herrera, 2010; Chaparro, 1998; Peppino, 1999; Ramos, 2003). Pero esta vinculación no es tan sólo válida para las industrias culturales tradicionales o clásicas. En la aplicación a dichos procesos de formación de vínculos críticos y reversivos a las TIC, dentro de una sociedad inscrita en el mercado del capitalismo cognitivo, existen también ejemplos de un acercamiento más prófugo, tal como en el análisis de la denominada lógica P2P, muy en consonancia con la recuperación de la «ética hacker» (Himanen, 2001),3 y su concepción de una nética o ética de las redes expresada en una «completa libertad de expresión en la acción, privacidad para proteger la creación de un estilo de vida individual, y rechazo de la receptividad pasiva en favor del ejercicio activo de las propias pasiones» (Himanen, 2001, pág. 101), sustrayendo la idea de «supervivencia» de la mentalidad social dominante.

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Aunque Himanen se encarga de difundirlo y la aporta nuevos matices y representaciones, originalmente es creado por Levy en 1984.

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PARTE IV POLÍTICA, ECONOMÍA Y DISPOSITIVOS TECNOLÓGICOS

La producción audiovisual iberoamericana y europea: la política cultural como puente para fomentar el desarrollo de la producción local en mercados abiertos1 Jordi López-Sintas, Ercilia García Álvarez, Laura Isabel Rojas de Francisco

Grupo de investigación Consumo, Mercados y Cultura2

1. Introducción La palabra «cambio» es casi la más estable en la actualidad, pues a lo largo de las últimas décadas se han sucedido numerosas leyes de fomento de la producción audiovisual local,3 tanto en España como 1

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Los autores agradecen la financiación recibida del fondo de investigación del Centre d'Estudis i de Recerca d'Humanitats de la Universitat Autònoma de Barcelona, de la Generalitat de Catalunya (2009-SGR.411) y del Gobierno español junto con la Unión Europea (ECO2011-29558-C02-01). Esta investigación forma parte de la red Real-Code sobre comunicación y desarrollo financiada por la Xunta de Galicia. Consumo, Mercados y Cultura (http://consumo.cerhum.es) es un grupo de investigación formado por investigadoras e investigadores de diferentes universidades catalanas (UAB, URV, UdG, UOC) y del resto de la Unión Europea (Varsow University, University of Haifa). En el año 2011 se integró en la red de investigadores de Europa y América Latina en comunicación y desarrollo (REAL_CODE) como uno de los grupos fundadores. El grupo de investigación estudia el consumo de las expresiones culturales, el funcionamiento de sus mercados y los aspectos socioculturales de su consumo. La aportación a la transferencia de tecnología y la difusión de los resultados de investigación se concreta en tres iniciativas, principalmente: (a) el seminario avanzado de investigación cualitativa, SAIC, (b) la fundación de la Asociación Española para el Avance de la Investigación Cualitativa, Espacual, y (c) la organización y promoción de la Conferencia Iberoamericana de Investigación Cualitativa, Iberacual. En el caso de España, en el año 1941 se inicia la regulación del cine, y sigue

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en Argentina y Brasil y otros países europeos y latinoamericanos, cambios que han producido resultados discutibles y en muchos casos contradictorios con los fines de la misma regulación, como nos muestra la investigación de Padrós-Reig y Muñoz-Fernández (2008). En estos momentos nos encontramos en la antesala de una posible nueva regulación de la actividad audiovisual con tan buenos propósitos como los de las anteriores leyes, aunque en este contexto de crisis financiera son diferentes: si las últimas reformas tuvieron por objetivo mejorar la calidad de las producciones cinematográficas, ahora su propósito es mejorar su financiación o encontrar nuevas formas que nos permitan mantener la producción audiovisual local aunque con una inversión inferior.4 En este capítulo vamos a realizar un análisis económico de las propiedades de la producción audiovisual como una expresión cultural y de las características de la competencia internacional, en especial con las producciones de los EUA, y su efecto en la producción local. Especialmente mostraremos en qué se fundamenta la ventaja comparativa que disfrutan las producciones de los EUA. Aunque se han realizado investigaciones sobre el comercio internacional de las producciones audiovisuales, normalmente se han realizado desde la perspectiva de los EUA (Wildman y Siwek, 1988), y existen pocos estudios que realicen un análisis económico de la regulación del cine desde la óptica de los mercados de menor dimensión económica y con una desventaja comparativa, como los mercados europeos y latinoamericanos. Por ello, las investigaciones realizadas desde la perspectiva de los EUA no hacen más que enfatizar la necesidad de proteger los derechos de autor de sus producciones,5 aunque olvidan que hasta 1891 los EUA no prote-

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con el Real Decreto Ley 3071/1977 de 11 de noviembre, la Ley 3/1980 de 10 de enero, RD 3304/1983(ley Miró), RD 1257/1986 de 13 de Junio, Ley 17/1994 de 8 de junio, Ley 2001 de 9 de julio y Ley de 55/2007 de 28 de diciembre. Ángel Badillo Matos y Juan Ramos Martín, en el capítulo «Democracia y comunicación pública: un desafío para América latina», de este mismo libro, nos muestran los efectos negativos que una reducción de la financiación de la producción audiovisual ha producido en la capacidad local de mantener su producción cultural en varios países latinoamericanos, e incluso en la participación democrática. La presión de los EUA para que terceros países protejan sus derechos de autor es tan elevada que si terceros países no colaboran, corren el peligro de formar

La producción audiovisual iberoamericana y europea

gían los derechos de las producciones foráneas.6 Es más, hasta el año 1950 los EUA rechazaron aceptar las normas de comercio internacional comúnmente aceptadas por los países industrializados (Audley, 1994). Seguidamente mostraremos por qué, si queremos encontrar maneras más eficientes de financiar la producción local y competir con las producciones EUA, debemos entender las producciones audiovisuales (series de televisión y largometrajes dirigidos a las salas de exhibición), las diferentes ventanas de exhibición y los mercados europeo y latinoamericano de manera holística. Sólo así podremos encontrar nuevas vías de financiación que nos permitan garantizar la producción audiovisual local y hacerlo con buenos resultados, tanto culturales como comerciales.

2. La producción cinematográfica como producto y expresión cultural 2.1. La producción audiovisual como producto: propiedades diferenciales La producción cinematográfica difiere de la material en varios aspectos, tanto desde el punto de vista de la producción como del consumo. Veamos con detalle estas propiedades distintivas: 1) Motivación intrínseca por la creación. Los artistas valoran no sólo el acto creativo en sí mismo sino también cómo se realiza, esto es, quieren tener control sobre el proceso (véanse Caves, 2000 y 2006). En palabras de Bruno Frey (2000), los artistas están intrínsecamente motivados para producir obras de arte y por ello obtienen una satisfacción por participar en el acto creativo. 2) Diferenciación vertical (filmes de serie A y de serie B) en todos los componentes creativos y técnicos. Debido a que la calidad de una pro-

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parte de la famosa lista de países a los que vetan el comercio internacional con empresas de los EUA. Fruto de esas presiones son leyes como la tristemente famosa Ley Sinde, ahora Ley Sinde-Wert, o las leyes recientemente aprobadas en Brasil para proteger los derechos de autor de las producciones de los EUA. En el caso de los libros, extendieron la protección a 1500 unidades importadas; aun más, la producción debía ser reimpresa en los EUA para proteger derechos de autor.

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ducción cinematográfica depende de la interacción entre el nivel de calidad de sus componentes, tanto creativos como técnicos, el problema de la selección del personal deviene primordial y se acrecienta debido a que nadie sabe qué película gustará a las audiencias (véase más abajo). 3) Economías de escala, costes fijos y hundidos de la calidad (Caves, 2006, pág. 556). La estructura de costes de la producción creativa es singular; la primera unidad tiene un elevado coste incremental de producción (del «máster» en el caso de la producción audiovisual, o del manuscrito en el caso de la industria del libro), y una vez obtenida la primera unidad, las inversiones no pueden destinarse a otro uso más que a la reproducción del producto (sus costes se han transformado en fijos y hundidos). 4) Nadie sabe qué gustará. Las películas, como las producciones musicales, son bienes de experiencia. Por ello no es posible saber qué gustará hasta que se estrena. Esta propiedad añade incertidumbre acerca de su valor para los posibles compradores, incertidumbre que se mantiene hasta que el producto se ha producido por completo y exhibido. No obstante, una vez estrenadas en un país, ya han revelado su valor para la exportación. 5) Variedad infinita en gustos. Los productos creativos buscan ser únicos dentro de un conjunto de convenciones que los hacen sustitutos imperfectos entre ellos. El consumidor valora la variedad, a mayor variedad, mayor satisfacción (Krugman, 1980). Las pocas investigaciones que han estudiado el impacto de la variedad en el nivel de consumo musical en los EUA han mostrado que aquellos períodos caracterizados por una mayor competencia han ofrecido una mayor variedad que a su vez se ha transformado en un mayor consumo (Peterson y Berger, 1975). 6) Preferencia por el entretenimiento y las grandes producciones (GarcíaÁlvarez, Filimon y López-Sintas, 2007). El cine parece ofrecer a los consumidores algunos de los beneficios que encuentran en el teatro, el entretenimiento y el crecimiento cultural (Garbarino y Johnson, 2001). En las producciones cinematográficas ambas características se ofrecen enlatadas, y esto es lo que convierte al cine en una in-

La producción audiovisual iberoamericana y europea

dustria. Recientemente, Anderson y Anderson (2006) han propuesto que la calidad de un film y su capacidad de entretenimiento son dos características que no se pueden disociar (véanse también las investigaciones de Ginsburgh y Weyers, 1999, Prag y Casavant, 1994, y Smith y Smith, 1986). 7) El producto no se agota con su uso y cuantas más personas lo han consumido mayor es la utilidad que obtienen con su consumo. La primera característica se conoce con el nombre de bien público (Wildman y Siwek, 1988, pág. 3) y la segunda con el nombre de efecto social positivo (Adler, 2006).

2.2. La producción audiovisual como expresión simbólica Las peculiaridades de la producción cinematográfica no acaban ahí. Las producciones audiovisuales son, además, expresiones culturales que reflejan: (a) la idea de cultura como un conjunto de prácticas y marcos interpretativos que utilizan los miembros de una sociedad para dar sentido a su vida (visión antropológica), y (b) la idea de cultura como articulación de al menos algún sistema de símbolos con el objeto de producir alguna respuesta estética en el consumidor (la cultura como expresión simbólica) (Collins, 1994). Esto significa que el consumidor valorará las producciones audiovisuales según su capacidad de interpretarlas, tanto como la expresión de una cultura o como de un sistema de símbolos. Afortunadamente, la división social del trabajo ha liberado el tiempo libre necesario para que los productores adquieran las habilidades necesarias para crear y utilizar sistemas de símbolos junto con los recursos que se precisan para realizar una producción audiovisual, pero también para que los consumidores adquieran las habilidades necesarias para interpretarlos. La riqueza, en buena medida, ha seleccionado a los privilegiados que dispondrán de los recursos económicos y del tiempo libre necesario para desarrollar las habilidades interpretativas para producir una obra de arte, y será este grupo social quien se apropiará de los códigos simbólicos necesarios para interpretarlos y consumirlos. Esta relación entre riqueza y cultura es la base de la jerarquización social y de la producción y el consumo de la cultura (Bourdieu, 1979).

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En las sociedades avanzadas el consumo de cultura se ha convertido en una de las actividades principales del ser humano. Pero no el consumo de toda la cultura, sino particularmente de aquella que da forma a unas experiencias compartidas por un grupo social y cultural, a menudo incluso traspasando las fronteras. Así, llamaremos «populares» a las producciones culturales que disfrutan de un mercado de elevada dimensión y cuyo consumo necesita un mínimo marco común de interpretación (productos consumidos transnacionalmente), y la diferenciaremos de la «folclórica» (consumida localmente) pero también de la alta cultura (consumida por unos pocos localmente, pero también transnacionalmente por las elites de otros países). Mientras que la cultura folclórica mantiene su reducto local, la cultura popular ahora comparte con la alta cultura su carácter transnacional.

2.3. La cultura y su consumo transnacional La transnacionalización de la cultura, tradicionalmente reducto de las elites, ahora penetra en todas las capas sociales de las sociedades avanzadas, lo cual algunos interpretan como una crisis cultural que amenaza el orden establecido, pero también es portadora de oportunidades de transformación. Tradicionalmente, las culturas nacionales se formaban a partir de un repertorio de símbolos que eran compartidos por los miembros de una comunidad local pero no por los miembros de otras comunidades nacionales. No obstante, la cultura de las elites nacionales siempre ha tenido un carácter internacional. No es casualidad, como señala Collins (1994), que dos de las expresiones internacionalmente más respetadas de la alta cultura sean la música y la pintura, ambas producciones culturales que no necesitan de un lenguaje natural en particular para su interpretación, sino tan sólo de tiempo libre y de los códigos simbólicos adecuados para interpretarlas, interrelacionados de forma natural (Douglas e Isherwood, 1996). Este fenómeno actual alimentado por la mejora de los medios de transporte de viajeros junto con las tecnologías de la información y comunicación (que han casi eliminado las diferencias temporales y espaciales) han erosionado la cohesión social basada en una identidad nacional –véase Acosta-Moreira (2006) para el caso de los uru-

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guayos en Barcelona. Por tradición, en una sociedad cuyos miembros están ligados social y políticamente por el hecho de pertenecer a una identidad cultural local compartida, la cohesión social se basa en las experiencias compartidas por los miembros de la comunidad, pero esa sociedad también suele ser necesariamente más exclusiva y diligente acerca del control (político) de los límites que la diferencian de otras sociedades. En cambio, en el polo opuesto, si no existe (o se ha debilitado) una identidad colectiva o cultura nacional común que relacione a los individuos de una nación, entonces la cohesión social se transforma en un problema de asociación voluntaria basada en un universalismo inclusivo pero también atomista (se incrementa el efecto de la propiedad «variedad infinita» que hemos visto antes). Precisamente, las investigaciones actuales muestran que las sociedades occidentales avanzadas evolucionan hacia un universalismo inclusivo al tiempo que se reduce el particularismo exclusivo –véanse López-Sintas y García-Álvarez (2005), López-Sintas y KatzGerro (2005), García-Álvarez, Katz-Gerro y López-Sintas, 2007.

3. La organización y comercialización de la producción audiovisual Conocidas las propiedades de las producciones culturales como producto y como expresión cultural, para poder valorar las políticas industriales más adecuadas para fomentar la producción y el consumo audiovisual local es necesario conocer de qué depende la competitividad de producciones audiovisuales. Para ello primero vamos a ver los determinantes de la producción y el consumo audiovisual en un mercado cerrado al comercio internacional. Después introduciremos la competencia internacional para poder valorar su efecto, positivo o negativo, en la producción local y en el consumo de las producciones locales e internacionales.

3.1. Compitiendo en un mercado cerrado Para analizar la producción y el consumo audiovisual vamos a utilizar los modelos elaborados por Krugman (1979 y 1980), los cua-

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les se adaptan bien a la industria audiovisual debido a que incorporan la existencia de economías de escala en la producción de bienes diferenciados (sus modelos incorporan costes fijos y hundidos de la calidad) y competencia imperfecta, es decir, donde cada empresa tiene algún poder de monopolio debido a la diferenciación de su producción (preferencia por la variedad). En una economía con estas características pero cerrada al comercio internacional, las empresas no alcanzarían beneficios más allá de los necesarios para remunerar los factores utilizados en la producción (creadores, técnicos, productores e inversores) ya que de existir, otras productoras entrarían en el mercado hasta alcanzar un nivel de oferta en el que los beneficios económicos se disipan. La producción cinematográfica ofrecida en el mercado (cuántas productoras sería el equivalente a las empresas del modelo de Krugman) dependería del tamaño económico del mercado (número de consumidores que existen en el mercado y su predisposición a pagar), y de las economías de escala de la producción. La relación entre la variedad ofrecida y sus determinantes es como sigue: a mayor tamaño económico del mercado, mayor variedad, y cuanto mayor sea el efecto de las economías de escala en la producción, menor será la variedad ofrecida en el mercado. Para rentabilizar el control de estos recursos creativos, las productoras incrementarán los presupuestos de producción y comercialización con el objeto de que el resto de los recursos creativos y técnicos estén a la altura de los recursos creativos con más éxito, y con ello reducen el riesgo económico de su estreno (nadie sabe qué gustará, pero los consumidores prefieren la calidad y el entretenimiento que ofrecen las grandes producciones). Ello nos llevará a producciones de elevado presupuesto que incrementarán el valor de la película como medio para disfrutar de experiencias comunes y, por lo tanto, su valor para los consumidores como medio para desarrollar experiencias comunes. Aunque el modelo también predice que el consumidor disfrutará de menor variedad entre la cual elegir, esta reducción se verá compensada gracias a la mayor satisfacción que le reportarán esas producciones debido al efecto social positivo derivado del mayor número de personas con las que podrá compartir la experiencia.

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Si las productoras pueden estar integradas desde la selección de talentos, la producción, la distribución y hasta la exhibición en sala (y existen economías de escala también en la distribución), entonces unas pocas productoras-distribuidoras coordinarán administrativamente todas las decisiones de mercado, desde las creativas hasta la programación de los estrenos, como ocurrió en los EUA hasta mediados del siglo XX. De hecho, este modelo organizativo tiene ciertas propiedades beneficiosas. Por un lado, reduce el riesgo inherente a la comercialización de este tipo de productos (debido a que «nadie sabe qué gustará») puesto que distribuye toda la producción del estudio cinematográfico, tanto productos de éxito como producciones mediocres y obtiene la mayor recaudación posible por el paquete completo. Por otro, soluciona el problema de la selección de los recursos creativos mediante la creación de productos de segunda clase (producciones de serie B) que, además, completa la cartelera de las salas de exhibición (Caves, 2006, pág. 550). Pero también tiene aspectos negativos. Para minimizar la competencia, los estudios cinematográficos (también las discográficas siguen esta estrategia) pueden ofrecer al mercado, y de hecho lo hicieron, productos parecidos a los de la competencia (variaciones de los éxitos del momento), y además con unos precios elevados si los comparamos con el resultado obtenido en un mercado competitivo o el resultado socialmente óptimo si las productoras tuvieran en cuenta el efecto social positivo (Adler, 1985). Este comportamiento reduce el bienestar social y la satisfacción del consumidor al reducir la variedad –véanse Peterson y Berger, 1975, y Krugman, 1980– y, además, transfiere renta del consumidor al productor cinematográfico. Cuando las empresas tienen prohibido integrarse en forma vertical pero operan en un mercado lo suficientemente grande, el de EUA, como para ofrecer una elevada variedad y calidad (la calidad asociada a los costes fijos y con ello las economías de escala), entonces los estudios se desintegran y únicamente coordinan aquellas actividades con menor riesgo (Peterson, 1990) y con mayor capacidad de extraer las rentas generadas por toda la cadena de actividades, desde la selección de los creadores hasta la exhibición. Y esto es lo que hicieron los estudios cinematográficos de los EUA a partir de la segunda mitad del

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siglo XX: desintegraron las actividades más arriesgadas (y pasaron a contratarlas en el mercado), dejaron de contratar a las estrellas de Hollywood en exclusividad y por períodos largos, y pasaron a contratarlas para cada producción junto con el resto del equipo creativo y técnico; los agentes de los artistas dejaron de tener contrato laboral con las productoras y pasaron a independizarse y trabajar para los creadores. Dejaron de producir las series B pues ahora cualquier productora podría beneficiarse de la selección de nuevos talentos (ya no era rentable utilizar la contratación a largo plazo) y, además, al competir por los recursos, las productoras ofrecerían una mayor variedad de películas (Caves 2006, pág. 550). No obstante, los estudios retuvieron bajo su control las actividades de distribución de buena parte de las producciones independientes y la producción de películas de gran presupuesto. La distribución reduce el riesgo al comercializar tanto las películas de éxito como también las mediocres (antes de estrenarlas nadie sabe qué película gustará). Las películas de gran presupuesto se espera que tengan una mayor calidad que las de menor (debido a la necesidad de los consumidores por compartir experiencias comunes y de su preferencia por el entretenimiento y las grandes producciones), pero también se espera que tengan un mayor valor como medio para disfrutar de experiencias compartidas (efecto social positivo). Todo esto, junto con las economías de escala en la distribución, garantiza a los estudios unos beneficios sustanciosos (controlan la actividad de más valor) y relativamente estables (se aseguran al comercializar tanto las películas de éxito como las que no lo tendrán). Como acabamos de ver en el caso de las industrias audiovisuales desintegradas, el problema de política económica es ayudar a la creación audiovisual a identificar a los nuevos talentos (el problema de la selección de talentos y producciones). Existe un problema de información imperfecta y asimétrica acerca de la calidad de los recursos creativos, en especial de los nuevos que entran al mercado (Adler, 2006), que se agrava con la existencia del efecto social positivo que genera el consumo de cultura (debido a la necesidad de una cultura común). Aunque Rosen (1981) propone que, si no existen problemas de información, los recursos creativos de mayor calidad acaban imponiéndose en el mercado y obteniendo unas rentas muy elevadas, Adler (2006) nos demuestra que las diferencias de calidad no son necesarias ni sufi-

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cientes para que los recursos creativos de mayor calidad se impongan en el mercado, ni mucho menos para que obtengan elevados ingresos: únicamente la necesidad de los consumidores por compartir unas experiencias comunes (cultura) es condición necesaria y suficiente.

3.2. Compitiendo en un mercado abierto: ventaja comparativa que tiene su origen en el tamaño del mercado local Si las productoras cinematográficas pueden exportar, la existencia de economías de escala en la producción les ofrece un incentivo para hacerlo. Este incentivo se ve incrementado debido: (i) al efecto social positivo derivado de la necesidad de los consumidores por compartir unas experiencias comunes, y ii) a no saber qué producción tendrá éxito hasta que se estrena. El comercio audiovisual internacional es beneficioso, tanto para productores como para los consumidores, incluso si en ambos mercados, local e internacional, son idénticas las preferencias, las tecnologías de producción y la dotación de factores productivos. Pero éste no es el caso. Con el comercio internacional, cada país se especializará en un conjunto determinado de producciones basadas en su cultura local (tanto en el sentido antropológico como en el simbólico) y los consumidores locales tendrán una mayor oferta. Esto es, se incrementará la diversidad de producciones comercializadas en cada uno de los mercados y los consumidores estarán mejor debido a la preferencia por una variedad infinita. Si los mercados audiovisuales de los dos países fueran iguales en cifra de negocio (número de consumidores y gasto medio en cine), la oferta se doblaría y ahora los consumidores gastarían su presupuesto (que podría ser mayor en proporción y términos absolutos) entre la oferta de los dos países. Por ello, el bienestar de los consumidores se incrementaría. Además, el comercio internacional estaría equilibrado, quedando indeterminado qué producciones tendrían su origen en un país u otro si ambos fueran culturalmente idénticos. Pero esto no es así en la realidad, y la producción local reflejará las diferencias económicas de los mercados y las culturales entre la producción (el origen local de las producciones) y el consumo (su destino internacional).

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La existencia de diferencias culturales y económicas aconseja que los estudios cinematográficos produzcan y estrenen las producciones en los mercados locales para después exportarlas a los mercados internacionales donde menos diferencias culturales existan entre la producción y su consumo. De esta manera, en los mercados locales se revela el valor de la producción (nadie sabe qué gustará hasta que se ha estrenado el film) y en los internacionales se aplica una estrategia de comercialización de paquetes de filmes con el objeto de rentabilizar el conjunto de la producción local. El tamaño del mercado local también cuenta (Cucco, 2010). Los estudios cinematográficos que producen en mercados de mayor tamaño económico (número de consumidores y su predisposición a pagar por disfrutar del film) obtienen una ventaja comparativa por el simple hecho de que: (a) su cultura tendrá mayores probabilidades de ser conocida originando una asimetría en el comercio internacional de filmes (las producciones procedentes de mercados de menor tamaño tendrán que vender sus filmes en los mercados internacionales con un mayor descuento, lo que llamamos el descuento cultural asimétrico –véase el ejemplo numérico que nos ofrecen Hoskins, Mirus y Rozeboom (1989) y Jayakar y Waterman (2000)–;7 y (b) las productoras cinematográficas de los EUA podrán ofrecer una mayor variedad y calidad gracias a las películas de mayor presupuesto (efecto de la preferencia por el entretenimiento y las grandes producciones). Las ventajas derivadas del tamaño del mercado local siguen aumentando cuando a la actividad de producción le añadimos la de la distribución internacional de los filmes como muestra la evidencia aportada por Fu (2006) y Fu y Sim (2010). Las diferencias de calidad (derivadas del tamaño del mercado local), las economías de escala (filmes de mayor presupuesto) y la utilización del mercado local como un mecanismo para revelar el valor de las producciones, todo ello poten7

Los patrones de comercio internacional de audiovisuales (Oh, 2001, págs. 31-32) muestan evidencia de que las producciones fluyen desde países con mercados de elevado tamaño económico hacia países con mercados más reducidos y con mayor similitud lingüística y cultural, mostrando una evidencia a favor de la existencia de un descuento cultural asimétrico.

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cia las economías de escala existentes en la distribución internacional de filmes procedentes de mercados locales de gran tamaño. Las distribuidoras internacionales propiedad de los grandes estudios de los EUA priorizan sus producciones. Primero, porque el margen de contribución de sus producciones, cuyo valor ya se reveló en su mercado local, será probablemente mayor que el incierto margen derivado de distribuir producciones locales cuyo valor no se sabrá hasta que se hayan exhibido. Para incrementar los ingresos internacionales derivados de sus producciones locales, además, los grandes estudios han ideado estrategias para comercializar las superproducciones de mayor éxito de manera ligada a películas de menor éxito, en la forma de paquetes de películas. Estas estrategias no sólo incrementan los ingresos sino que también reducen la competencia. Cuando una sala de exhibición ha comprado los derechos de exhibición de un paquete de películas, para que decida exhibir una producción local en lugar de una del paquete, la producción local debe ofrecerle un margen de contribución mayor que los ingresos que producirá el film ordinario incluido en el paquete de películas ya adquirido, MClocal=(Ilocal-Clocal)>IEUA.

3.3. La existencia de nuevos canales de distribución La televisión, recibida con recelo, se ha revelado como una nueva y rentable ventana de explotación de las producciones cinematográficas (Internet es ahora el objeto de ese recelo). Como toda innovación, ésta ha sido mejor recibida en los mercados de mayor tamaño económico, simplemente porque existía un mayor número de consumidores dispuesto a pagar por consumirla. Esto, de nuevo, ofrece una ventaja a los estudios de los EUA debido a que el mercado se desarrolla más rápidamente y le permite incrementar los ingresos locales, y ello hará que el presupuesto de las producciones se incremente todavía más (y con ello la calidad media), así como la variedad. Una vez más se incrementa su ventaja comparativa en los mercados internacionales. Pero las producciones para TV tienen cierto valor para los consumidores, especialmente relevante para las productoras radicadas en

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mercados de menor tamaño. Las cadenas de TV pueden ofrecer un mecanismo de selección de la calidad de los nuevos creadores, reducen la ventaja de las producciones de los grandes estudios de los EUA (debido a la preferencia de los consumidores por la cultura local) y las Cadenas de TV se pueden convertir en «estudios cinematográficos» que financian los productores de mercados de reducido tamaño económico. Selección de nuevos creadores. Las cadenas de TV pueden incrementar la eficiencia organizativa de todo el sistema de producción audiovisual, incluido el cine. La oferta televisiva se diferencia en calidad conforme a su presupuesto de funcionamiento (TV estatales, autonómicas y municipales según el alcance de sus emisiones y sus presupuestos), lo que nos aporta un sistema de selección de nuevos talentos que puede funcionar también para las producciones cinematográficas. Las cadenas de TV se convierten en un nuevo canal de distribución para los productores noveles de películas de serie B, cortos, etc., que pueden empezar exhibiéndolas en las TV municipales, para pasar después a las autonómicas y finalmente a las estatales y después a las salas de exhibición. Internet como canal de distribución también puede utilizarse para seleccionar a los creadores –véanse las experiencias narradas por Rocío García y Rosario G. Gómez en el artículo «La ventana de Internet, en el aire», publicado en El País el 21 de mayo de 2012–. Las cadenas de TV necesitan producciones audiovisuales con un mayor contenido local. Esta situación ofrece una ventaja comparativa que pueden aprovechar las productoras cinematográficas locales. Las audiencias han mostrado una mayor preferencia por las producciones locales (series de TV) que por las producciones de filmes norteamericanas emitidas al mismo tiempo. Esto no ocurre en las salas de exhibición donde las producciones de EUA dominan con una cuota de mercado superior al 80 por ciento. Esta preferencia que ofrecen las audiencias de la TV por las producciones locales puede aprovecharse para construir productoras de mayor tamaño con una actividad más regular y mayores mercados laborales de artistas y con unos ingresos también más estables. Para ello es necesario que las productoras realicen tanto series para la TV como filmes para las salas de exhibición. No obstante, la evidencia aportada por Álvarez Monzoncillo y López Villanueva

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(2006) sugiere que las productoras se han especializado: productoras audiovisuales para la TV y productoras de filmes para las salas. Las cadenas de TV como productores cinematográficos. La normativa española que obliga a las cadenas de TV a cofinanciar las producciones cinematográficas convierte a las cadenas de TV en estudios de distribución que cofinancian las producciones independientes (al estilo de los estudios cinematográficos de EUA). Su propósito es ayudar a la creación de una industria audiovisual. Las ayudas a la creatividad, en cambio, deberían crear contenidos que pudiesen ser exhibidos en las televisiones de bajo presupuesto, no porque sean peores producciones en general, que de todo habrá, sino porque la variación en la calidad ofertada será elevada. De este modo, las producciones de éxito podrían pasar a las cadenas de TV de mayor presupuesto, y eventualmente a las salas de exhibición, y después dar el salto a la realización profesional. De hecho, vemos más ventajas para el cine que desventajas, a pesar de que la TV, con frecuencia, ha sido citada como culpable de los problemas del cine (Caves, 2006, pág. 550).

4. La política audiovisual de los Estados nacionales con desventaja comparativa: una propuesta Dada la desventaja comparativa que las producciones nacionales sufren para competir con las producciones de EUA en las salas de exhibición, la política cultural podría fomentar, por un lado, la producción local de series de televisión con el objeto de aprovechar la ventaja que la TV ofrece para competir contra las producciones de EUA y, por otro lado, potenciar la producción de filmes destinados a mercados de mayor tamaño, al mercado europeo y al iberoamericano (ése podría ser el mercado objetivo, no el nacional). Para logar esos propósitos es necesario reducir los fallos en la organización local de la producción, incrementar su eficiencia y reducir los fallos de comercialización. Así, debemos distinguir tres grupos de medidas: 1) las ayudas para crear una industria audiovisual estable, 2) las medidas para mejorar la selección de nuevos talentos (nos ayudará a incrementar la eficiencia y reducir los costes de pro-

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ducción), y 3) la apertura de los canales locales de distribución. Veamos esas medidas con detalle.

4.1. Ayudas para crear una industria audiovisual estable Transferir el riesgo de la comercialización a aquellas partes que mejor pueden asegurarse. Debido a que nadie sabe qué producciones gustarán y a que el tamaño económico del mercado local es reducido (comparativamente), las medidas de promoción de la industria deberían tender a reducir el riesgo que actualmente soportan las producciones locales (productores e inversores, incluidas las ayudas de los gobiernos al fomento de la producción cinematográfica) y hacer que lo asuman aquellos agentes cuyas decisiones pueden incrementar los ingresos globales procedentes de los mercados cinematográficos e internalizar el riesgo de las producciones individuales, esto es, las distribuidoras, TV y sociedades de inversión cinematográfica (como las previstas en la legislación francesa). Las distribuidoras y las cadenas de TV pueden internalizar riesgos correlacionados negativamente ya que pueden comercializar una buen parte del conjunto producido, tanto las producciones audiovisuales que tendrán éxito como las que no (el valor de las producciones no se conoce hasta que se estrenan). Este proceder sigue la misma lógica que aplican las compañías de seguros cuando internalizan riesgos complementarios. Si se transfiere el riesgo a las distribuidoras y cadenas de TV, entonces éstas deberán tener capacidad de decisión en la selección de los proyectos que se financiarán, pero al mismo tiempo dejar libertad a los realizadores y productores para la toma de decisiones creativas, debido a que los creadores obtienen satisfacción por crear y controlar el proceso creativo –véanse Colin Hoskins y McFadyen (1994) y Acheson y Maule (1992)–.8 No obstante, esta libertad debe compaginarse con el riesgo que asumen los inversores en la financiación y comercialización de las producciones.

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La ley de cinematografía española de 2007 impide que las TV puedan beneficiarse de la subvención directa en función de los ingresos por taquilla y reduce su capacidad de decisión cuando financia la producción de productoras independientes.

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Así, la producción será más constante (tenemos que evitar las reducciones bruscas), lo que facilitará la creación de mercados laborales estables y mejor remunerados. Estabilidad en las ayudas o financiación de la producción audiovisual. Las subvenciones a la producción audiovisual parecen variar en función del período electoral, creciendo en los años de elecciones y reduciéndose posteriormente (Carles Padrós-Reig y López-Sintas, 2005). Este proceder tiene unas consecuencias poco deseables. En primer lugar, la producción audiovisual es poco sensible en el corto plazo a los incrementos en las ayudas a la producción pero en cambio es muy sensible frente a las reducciones. Esto ocurre porque para incrementar la producción audiovisual hace falta no sólo un conjunto de recursos creativos sino también de técnicos que deben colaborar en la producción, y todos estos recursos requieren un cierto tiempo para estar disponibles. Por ello, el único efecto que se observa es un incremento en los presupuestos de las producciones (Seaman, 1981). En cambio, el segundo efecto nos está indicando que, cuando se reducen las subvenciones, aquellos recursos creativos menos motivados intrínsecamente por la creación, ya sean de mayor o menor calidad, se recolocan en otras actividades económicas; el efecto es una reducción en la variedad ofrecida y en los presupuestos de producción. La financiación por parte de las cadenas de TV realiza bien esa función de amoldar la financiación a la demanda: cuando existe más demanda, mayor es la inversión en cine y mayor la producción, y al revés. En cambio, la financiación pública fluctúa con los ciclos políticos cuando podría utilizarse para complementar la financiación privada de las cadenas de TV, al estilo de una política keynesiana que compensa los ciclos recesivos. Posiblemente, la creación de sociedades de inversión cinematográfica (SIC), ya sean públicas, privadas o mixtas, podría ayudar a mantener la inversión en épocas de reducción presupuestaria como la actual. En el caso de las SIC públicas, éstas se podrían financiar con fondos procedentes de las loterías del Estado, menos sujetas a las decisiones políticas. En cambio, en el caso de las SIC privadas o mixtas el problema radica en decidir qué desgravación fiscal tendrán las inversiones en cinematografía para

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que éstas sean rentables e impedir que las empresas productoras puedan influir en las decisiones de las SIC. La primera condición hace rentable la inversión en cine y la segunda hace que las decisiones de las SIC busquen financiar las producciones en función de proyectos con planes comerciales más convincentes. Las ayudas o subvenciones públicas podrían reservarse para financiar a realizadores noveles (cortos, proyectos experimentales, etc.).

4.2. Establecer mecanismos de selección de nuevos talentos y reducir el coste de acceder a los recursos creativos y técnicos necesarios para la producción Fomentar la cooperación entre los diferentes canales de distribución, tanto en el ámbito de la producción como en el de la comercialización. Tenemos que aumentar la producción audiovisual, especialmente las series para la TV y los filmes cinematográficos para las salas (destinados a mercados de mayor tamaño) y la TV. Las series para la TV disfrutan de una ventaja comparativa frente a las productoras cinematográficas locales que producen para las salas de exhibición. En primer lugar su audiencia valora más el contenido local de sus producciones; en segundo, si las series tienen éxito su duración en pantalla es mayor, reduciendo el riesgo inherente a cada nueva producción (debido al principio «nadie sabe qué gustará»); tercero, reducen el coste de reunir un equipo creativo y técnico para cada producción (costes de selección); cuarto, si tienen éxito, los nuevos capítulos se valoran de acuerdo con su capacidad para atraer anunciantes (el mercado revela su valor) y, así, productores y personal artístico ven incrementados sus ingresos. Una forma de alcanzar este propósito son los créditos fiscales a la producción cinematográfica establecidos en Francia. Fomentar la autoselección de los creadores frente a la selección por medio de comités de expertos. Debido a que nadie sabe qué producciones gustarán, las ayudas a la creación deberían cambiar los procedimientos de selección usuales (en donde las obras o creadores a financiar son seleccionados por un comité de expertos antes de realizar la producción) y adoptar criterios y mecanismos que faciliten la autoselección por parte de los creadores. Como ya hemos mencionado, las políticas tendentes a reducir la producción para incrementar la calidad sólo

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han obtenido el primero de los efectos buscados, reducir la cantidad, pero no el segundo. Debido a la propiedad «nadie sabe qué gustará» los realizadores y productores independientes deberían tener acceso a abundantes recursos creativos y técnicos, pero ser remunerados en función de sus resultados de mercado si y sólo si el resultado de mercado depende de su creación; en caso contrario (por ejemplo, cuando no tienen acceso a los mercados, a las audiencias), las ayudas deberían tener por objetivo reducir o eliminar los fallos de comercialización de un mercado que no funciona de manera eficiente. La evidencia es clara. DiMaggio y Stenberg (1985) nos muestran que en ciudades como Nueva York las productoras de teatro disponen de los mejores recursos y a menor coste que en otras ciudades de los EUA con un menor nivel de actividad. Este acceso a los recursos facilita la experimentación e innovación al reducir su impacto en los costes.

4.3. Abrir los canales de distribución Ayudar a establecer un mercado audiovisual diferenciado en calidad. En los mercados en los que las diferentes actividades cinematográficas no están integradas en una misma organización, por las razones que sean, desde que lo impida la ley de defensa de la competencia o que los mercados sean demasiado pequeños, ya no es posible la selección de talentos realizada antaño con las películas de serie B. Pero la liberación del mercado de las cadenas de TV ha abierto la posibilidad de establecer un mecanismo de selección de la calidad de las producciones audiovisuales. Así, las cadenas municipales, autonómicas y nacionales de TV nos facilitan un mecanismo de selección de la calidad no sólo de las producciones destinadas a la TV sino también de las producciones audiovisuales (series y largometrajes). Dejar que funcione el mercado en la selección de las producciones de más calidad y mayor capacidad de ofrecer entretenimiento. Debido a que nadie sabe qué gustará, y a que durante los estrenos los mismos críticos cinematográficos son influenciables por las estrategias de promoción de las distribuidoras, aunque éstos coinciden en su valoración con los consumidores en el largo plazo en la selección de los mejores filmes (García-Álvarez, Filimon y otros, 2007), parece razonable dejar que las audiencias decidan dentro de cada nivel

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(cadenas municipales, autonómicas y estatales) qué producciones son las que «gustan» y por ello serán posteriormente seleccionadas por las cadenas de TV del nivel superior en calidad. Debido a la necesidad de compartir experiencias culturales, debieran ser los consumidores los que decidan.

5. Conclusiones En este capítulo hemos descrito y argumentado la relación entre comunicación y desarrollo existente entre la producción y el consumo de expresiones audiovisuales en mercados locales pequeños como los europeos y latinoamericanos. Los resultados del análisis nos muestran que la desventaja comparativa frente a la producción procedente de grandes mercados locales, como el de Estados Unidos, sólo se puede reducir con la colaboración entre (a) las productoras (y gobiernos) de países de mercados locales pequeños y (b) los diversos medios de comunicación para facilitar el consumo de las expresiones culturales procedentes de mercados locales de pequeña dimensión. Los resultados del análisis realizado proporcionan el fundamento de una propuesta de política industrial cultural cuyo objetivo es fomentar el desarrollo local de una industria audiovisual.

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Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS)1

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lo largo de tres lustros ininterrumpidos de trabajos, conquistas, luchas y compromisos sociales desde la academia, COMPOLITICAS ha liderado, en Sevilla, proyectos e iniciativas académicas con universidades europeas e iberoamericanas de primera línea, siendo reconocida dicha labor, a escala internacional, en el ámbito de la comunicación para el desarrollo. Los vínculos históricos del colectivo con América Latina, han permitido a COMPOLITICAS liderar el primer máster internacional en Comunicación y Desarrollo en la Unión Europea, encabezando un espacio original de investigación y formación de posgrado, basado en la cooperación e internacionalización como ejes estratégicos, al tiempo que un proyecto de articulación de redes, como propone REAL_CODE, de intervención comunitaria en cuanto espacio o laboratorio de ideas, alternativas, proyectos y formas de expresión, producción y extensión cultural, en contacto permanente con diversos colectivos profesionales y organi-

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El Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) es un colectivo académico de análisis y formación especializado en el estudio teórico, político e histórico-crítico de los procesos de desarrollo y cambio social en torno a las mediaciones simbólicas e infocomunicacionales. Desde su constitución se orientó al análisis de los cambios y estructuras significativas del sector de la información y la comunicación pública a partir de un enfoque abierto e integrador que trata de vincular la teoría y la práctica, el pensamiento y la dinámica cultural, desde una visión crítica y una cultura de investigación productiva y emancipadora.

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zaciones cívicas que trasciende el ámbito disciplinar. Para quienes consideramos la función pública y la investigación comunicológica como un compromiso social, retos como éste sólo pueden ser acometidos desde el convencimiento de que el verdadero sentido real de nuestra misión no es otro que realizar una tarea transformadora y de progreso social permanente. En las siguiente páginas, tras un breve recorrido por nuestra trayectoria, que haremos en la primera parte de este artículo, centraremos nuestra atención, ya en la segunda parte, en uno de los focos centrales de nuestra investigación en la actualidad: la relación de las nuevas tecnologías con la construcción de procesos de participación ciudadana, ahondando en el modo en que Internet ofrece nuevas posibilidades en la construcción de redes comunicativas que trascienden los marcos nacionales y ofrecen así nuevas posibilidades para el desarrollo igualitario para los grupos marginados y vulnerables, las personas desplazadas y migrantes y las diásporas.

1. Universidad y cambio social 1.1. El origen del grupo Compolíticas El origen del grupo de investigación COMPOLITICAS se remonta a la asociación universitaria Instituto Europeo de Comunicación y Desarrollo (IECD), espacio de integración de profesores y alumnos creado para la intervención social y el pensamiento comprometido con la producción para el cambio social. A partir de cinco años de experiencia en el seno del IECD, se madura la formalización del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) como grupo consolidado del Plan Andaluz de Investigación (SEJ-456). Fundado como colectivo académico de análisis y formación especializado en el estudio de los procesos de desarrollo y cambio social en torno a las mediaciones simbólicas e infocomunicacionales a partir del Centro Iberoamericano de Comunicación Digital, el grupo nace adscrito al departamento de Periodismo I de la Universidad de Sevilla, configurándose como una red de intercambio académica orientada al análisis de las

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estructuras significativas del sector de la información y la comunicación pública, con voluntad crítica y emancipadora, inspirada en la tradición latinoamericana del pensamiento comunicológico para el cambio social. Experiencias anteriores de su responsable en el Equipo de Comunicación Educativa (ECOE) del popular barrio de Vallecas, en Madrid, y los conocimientos en México, Chile y el movimiento de radios libres en Europa, dará lugar en COMPOLITICAS a repensar un proyecto colectivo y dialógico que trata de vincular, desde un enfoque abierto e integrador, la teoría y la práctica, el pensamiento y la dinámica cultural, más allá de la formalización funcionalista, burocrática y academicista al uso, procurando en todo momento articular la investigación con la intervención social y las necesidades radicales de la población, así como proponiendo nuevas miradas y perspectivas científicas en las fronteras del conocimiento. En esta línea, COMPOLITICAS ha venido promoviendo diversos proyectos de formación e investigación social como el Centro Iberoamericano de Ciudadanía Digital, el Seminario de Estudios Europeos en Comunicación, el Observatorio Eurasia de Geopolítica y Comunicación en Asia Central y el Cáucaso y la Secretaría Internacional de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (ULEP-ICC). Sus actividades tienen por objeto básicamente cinco funciones: 1. La investigación básica y aplicada en materia de comunicación, política, historia de la propaganda y comunicación participativa para el cambio social. 2. El desarrollo del conocimiento teórico, histórico-crítico y político de la comunicación y la mediación social desde el punto de vista del cambio y desarrollo cultural. 3. La formación teórico-metodológica y académica de alto nivel de personal investigador en grado y estudios de doctorado. 4. La publicación y difusión de resultados de investigación en publicaciones periódicas especializadas y colecciones editoriales. 5. La consultoría experta en políticas culturales, comunicación política, participación ciudadana y desarrollo social.

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Objetivos todos ellos desarrollados en cuatro líneas generales de trabajo: 1) Teoría crítica de la comunicación; 2) Historia de la propaganda y análisis de la comunicación política; 3) Teoría y análisis de las políticas de comunicación y cultura y 4) Comunicación, desarrollo y cambio social.

1.2. Proyectos y experiencias En la actualidad, COMPOLITICAS lidera numerosas propuestas originales en la frontera del conocimiento con investigadores contratados del Programa Ramón y Cajal, del Plan Juan de la Cierva y del Programa de Incentivos de Investigación de Excelencia de la Junta de Andalucía, con la realización, entre otras iniciativas, de tres proyectos estratégicos en materia de comunicación y desarrollo: • «Nuevas tecnologías de la información y participación ciudadana», Plan Nacional de I+D, Dirección General de Proyectos de Investigación, Ministerio de Ciencia e Innovación, Modalidad A (Referencia: CSO2008-02206/SOCI). • «Formas de mediación local y desarrollo comunitario de la ciudadanía digital». Orden de 11 de diciembre de 2007, por la que se establecen las bases reguladoras del Programa de Incentivos a los Agentes del Sistema Andaluz del Conocimiento y se efectúa su convocatoria para el ejercicio 2008-2013 (BOJA nº 4 del 5 de enero de 2008). • «Les acteurs non estatiques et les autorités locales dans le développement. Actions dans les pays parteneires» (multi-pays), Comisión Europea (Málaga, 2009-2011). El punto de partida es la importancia de la cultura digital en las nuevas formas de gobernanza y desarrollo comunitario. En nuestra posmodernidad, el manejo de la comunicación y la cultura como recurso y, por extensión, la colonización de las redes ciudadanas como espacios de valorización (capital social), tiene por objetivo la promoción de una autoimagen y proyección mediática positiva de la ciudad, generando, cuando conviene, acuerdos y consensos institucionales, programas concertados con el sector privado y los agentes económicos, reformas estructurales significativas, agendas políticas

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compartidas y, en la mayoría de los casos, la participación delegada de los ciudadanos para una más efectiva acomodación del territorio a las exigencias competitivas del mercado global. Las imágenes mercadológicas de consenso y transformación urbana, y el propio papel de la administración, dan cuenta de un modelo hegemónico, el de las ciudades digitales o ciudades creativas, que diluye y anula el potencial antagónico de los sectores sociales subalternos y una lógica de la gobernabilidad instrumental. En este proceso: Las técnicas de publicidad y de marketing sirven (de acuerdo con esta lógica) para aumentar el control comunicativo, para facilitar la dominación simbólica a través de mensajes impactantes sobre el desarrollo local. Por ello, es fácil entender que, entre las ideas que se transmiten en las campañas publicitarias, ocupe un lugar principal el discurso ideológico de la inevitabilidad de la globalización y la consiguiente competencia entre territorios, así como la adhesión ineludible a valores productivistas y mercantilizadores. De este modo, lo que es un discurso ideológico al servicio de un modelo productivo neoliberal, que beneficia exclusivamente a ciertos agentes económicos y a ciertos territorios, se transmite como el único modelo de desarrollo viable y racionalmente irrefutable (Villasante y Garrido, 2002, pág. 132). Esta fabricación mediática del consenso favorece la sinergia de actores públicos y privados, racionaliza y promueve el desarrollo económico despejando la incertidumbre y oposición de los colectivos desfavorecidos. De tal forma que la ciudad continúa siendo un organismo cuya estructura, funcionamiento y sentido escapan a la conciencia y la acción de los ciudadanos. Bajo la llamada difusa a la participación se oculta la existencia de diferencias y jerarquías de poder, y se excluye a los grupos que proponen alternativas radicales (en el sentido de afectar las raíces mismas de la concepción, los objetivos y los métodos del desarrollo). La participación se convierte por lo general en una figuración, en una forma de aglutinar esfuerzos

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que producen rentabilidades privadas, en un mecanismo sutil (más que eficaz) de legitimación y control social (Villasante y Garrido, 2002, pág. 134). Frente a esta fórmula de racionalidad instrumental, toda política alternativa de comunicación para el desarrollo local pasa por una comunicación alternativa en su contenido y organización, que demanda una política democrática de la mediación cultural. Política que garantiza un enfoque totalizador y holístico del proceso de cambio para la autonomía frente «la cultura como recurso» (Yúdice, 2002). Rodríguez Villasante distingue a este respecto tres líneas epistemológicas o éticas de conocimiento en el planeamiento del desarrollo local: La lógica de adaptación funcional, la posición reformista o educativa y el enfoque crítico de transformación social. Esta última estrategia exige un esfuerzo de reflexividad dialógica colectiva por medio de la construcción social del conocimiento y la planificación participada de la promoción local del desarrollo. En ella, las estrategias de comunicación son pensadas desde una lógica transversal sobre la negociación y la persuasión. La participación, aquí, supone –como explica Ernesto Ganuza en el caso de Córdoba– donar la palabra, provocar su emergencia, hablar siempre con ciudadanos, y no particulares, capaces de discernir sobre la política y lo político. En resumen, la comunicación participativa trata de definir otra forma de ciudadanía, un espacio público deliberativo acerca de las prioridades y necesidades radicales de la población que deben ser atendidas presupuestariamente. El impacto de la cobertura mediática sobre los ciudadanos y movimientos sociales puede reforzar o limitar las dinámicas instituyentes de construcción colectiva de herramientas de convivencia y vida. Por lo que habría que evaluar el papel de éstos en el proceso de movilización y cambio social, así como explorar las posibles estrategias metodológicas de compromiso con el proceso de las empresas locales de información tratando de garantizar la participación, la apropiación simbólica y material de lo público, el acceso y democracia cultural, la autonomía y el desarrollo de identidades sólidas de autodeterminación, reactivando las redes de confianza e implicación ciudadana en el proceso instituyente de

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nuevas reglas del juego de la representación y la participación democrática. El eje de construcción de este proceso debe ser, en esta lógica social, la emergencia instituyente de un nuevo poder local en el paso de la cultura de la protesta a la cultura política del conflicto y de la negociación. Por ello, la transparencia y visibilidad de las luchas políticas democráticas sobre la distribución de los recursos públicos exige una mediación simbólica generativa.

2. La experiencia de los migrantes y la intervención social comunitaria 2.1. Poscolonialidades productivas En la transmisión del conocimiento, en la reproducción de los valores culturales, en la unificación, control y ordenamiento social, los estudios sobre información y desarrollo delimitan hoy, a nivel conceptual, un campo de trabajo interdisciplinario que comienza a ser reconocido como determinante para nuestro presente, estratégico sin duda para la construcción colectiva de nuestro futuro e, incluso, capaz de modificar culturalmente la experiencia social de la memoria. Tal reconocimiento, y por consiguiente la adopción de una mirada crítica sobre el sentido de la mediación y el conocimiento comunicacional, se debe, desde luego, a las nuevas condiciones materiales de reproducción social que han erigido a los mediadores de la información en el núcleo central del sistema de organización humana, al tiempo que la progresiva integración global y la convergencia de las nuevas tecnologías de la información y el conjunto de las actividades sociales en torno a los modos de valorización capitalista en el campo de la comunicación y la cultura favorece, en las últimas décadas, una ampliación significativa de los espacios de reproducción económica mediante el desarrollo de nuevas formas industriales y comerciales del trabajo creativo y de la esfera simbólica en general, que han terminado por transformar las condiciones materiales de socialización y expresión cultural.

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Tradicionalmente relegado al ámbito improductivo de la actividad social general, el estudio de la economía del campo inmaterial de la información y de la cultura ha cobrado así, en los últimos años, una función estratégica en cuanto a los procesos de desarrollo y crecimiento económico, así como en la actual configuración de lo que, vinculado con el proceso de globalización, algunos autores han convenido denominar «economía-mundo», como nueva etapa del modo de producción y acumulación de capital, a partir de las transformaciones iniciadas con la revolución científico-técnica y las políticas de investigación y desarrollo (I+D). Más allá de las tradicionales concepciones deterministas del saber, el análisis de las formas de interacción y conocimiento del hombre con las «máquinas inteligentes» como uno de los ejes centrales del estudio de la densa y problemática conformación sociocultural contemporánea, revela la compleja trama de lo social como una construcción simbólica diversa, multidimensional y heterárquica. De ahí la exigencia, por rigor científico, de un análisis pluridimensional de la comunicación y la cultura. Hoy, por ejemplo, no es posible estudiar las innovaciones tecnológicas y organizacionales en el campo de los medios sin analizar los procesos económicos, las formas de reestructuración y ordenamiento del territorio e, incluso, los procesos de modificación, desplazamiento y asimilación simbólica que se producen en el campo de la cultura y de las representaciones sociales. Del mismo modo, no es posible abordar el complejo estudio de la dinámica de desarrollo de la sociedad de la información y sus implicaciones económicas, sin una perspectiva del problema del desarrollo social que reconozca las múltiples dimensiones y el elevado nivel de indeterminación que gobiernan los procesos de construcción de la realidad vinculados con las nuevas formas de información y conocimiento, politizando las lecturas neodifusionistas y de extensión tecnológica del conocimiento, tal y como plantean los estudios poscoloniales. La evolución epistemológica de las ciencias sociales hacia un enfoque constructivista y metodológicamente plural favorece una apertura reflexiva del campo académico sobre los diversos fenómenos que atraviesan la comunicación como objeto de estudio, siendo

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así desplazada la reduccionista visión fisicalista de la información y sus medios en beneficio de una apuesta sociocultural sobre las diversas mediaciones que conforman problemas como la información y el desarrollo. Esta positiva evolución contribuye, entre otras transformaciones, no sólo a sentar las bases de una concepción distinta del saber y del conocimiento en el campo de la comunicación social, basada en una lectura dialógica, intersubjetiva y comunitaria de las ciencias y las técnicas informativas, en función del desarrollo social, sino también, y lo que es más importante, la proyección de una visión integral de la cultura como eje sensible de las tensiones dialécticas y los proyectos de reconstrucción que tienen lugar con motivo de la actual crisis civilizatoria que, sin duda, apuntan la necesidad de confrontar el reto histórico, como apunta en su obra Boaventura Sousa, de descolonizar el saber. Y éste es, precisamente, el problema de la mediación social contemporánea. La dinámica estructura de lo que hace años algún célebre autor insistió en denominar «revolución tecnotrónica» tiende a acelerar las estrategias de convergencia de soportes, contenidos, géneros y representaciones sociales, conformando, en un proceso de concentración –horizontal y vertical– intensiva, las señas de identidad de los modernos medios de información y conocimiento social, de manera imperceptible para el público, además de inconsciente e inconsistentemente estructurado para el desarrollo cultural. La mutación experimentada en el espacio social por la cultura posmoderna ha llegado a trascender a tal punto la capacidad de conocimiento del individuo que se hace imprescindible, por tanto, un nuevo posicionamiento del sujeto en la organización de un entorno «necesariamente cartografiable». El problema, sin embargo, es que, como hemos señalado, la complejidad de la gran red global comunicativa, multinacional y descentralizada ha terminado opacando las bases materiales de la sociedad y la cultura y las formas de dominación y sujeción de las culturas subalternas y periféricas. Los estudios sobre la naturaleza informacional de la sociedad contemporánea dibujan en nuestro tiempo un escenario contradictorio, cuyo gobierno por las máquinas y sistemas de información, lejos de facilitar un conocimiento detallado de los procesos de de-

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sarrollo, ha favorecido, en la práctica y la teoría social, la asunción de un pensamiento fatalista sobredeterminado por un «metarrelato posmoderno», incapaz de otra cosa que la denuncia de los proyectos de movilización y democratización del conocimiento y de los medios de información y expresión cultural que reivindican los pueblos sometidos al imperio de la racionalidad extensiva. Los principios de territorialización –e intervención local– y de totalización –desde una perspectiva pluridisciplinaria– constituyen, en este sentido, vectores estratégicos para una visión transformadora del desarrollo social capaz de superar la inacción discursiva del posmodernismo y la reclusión tautológica de la globalización, a partir de una praxis investigadora fundada en el sujeto y sus redes sociales como base de una nueva reflexividad e interacción dialógicas. En este proceso, en Europa es preciso pensar y conocer la praxis emancipadora de las radios y televisiones comunitarias de América Latina así como el pensamiento latinoamericano de comunicación para el cambio social.

2.2. Una tradición y experiencia de la cultura subalterna La necesidad de teorizar el nuevo sistema cultural del capitalismo tardío como un sistema de ordenamiento territorial y de reproducción y acumulación del capital, refundando el proyecto político emancipador desde las nuevas coordenadas culturales de producción de las identidades individuales y colectivas que establecen las transformaciones de la nueva «economía de signos y espacios», sin renunciar al principio de totalidad y a la perspectiva histórica definitorios del pensamiento crítico de la modernidad, aparece hoy, en el horizonte comunicativo del llamado «ser digital», como una alternativa potente de reorganización del ecosistema mediático. Si la cultura del simulacro de una sociedad como la nuestra, donde el valor de cambio se ha generalizado hasta el punto de borrar las huellas y el recuerdo del sentido material originario, tiene en la imagen –como recuerda Guy Debord– la forma final y más perfecta de reificación de la mercancía, parece lógico pensar que el proyecto de territorialización del análisis social, vinculado con

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las estrategias de conocimiento y construcción comunitaria de los actores locales, pueda contribuir a superar el sentido común teórico del fetichismo de la mercancía que en la actualidad legitima el pensamiento conservador de la posmodernidad, al abrir el proceso de información y desarrollo a nuevas reglas y oportunidades favorecedoras de un saber y un poder más autónomos, descolonizado, emancipador y dialógico, en virtud de una lectura endógena y participativa del desarrollo que, identificando la comunicación, la educación y la cultura como fuerzas matrices (y motrices) del cambio histórico contemporáneo, vincula la dialéctica social de las redes comunitarias con la posibilidad de un proyecto tecnocultural en el que los procesos de mediación informativa surgen a partir del aprendizaje y las iniciativas movilizadoras del conocimiento, basadas en prácticas de investigación colectiva e intercultural «dialógicas» que hoy, en la era de la poscolonialidad, exigiría un diálogo Sur-Sur y Sur-Norte, problemático y productivo. En este proceso existen experiencias originales de apropiación social, como siempre ha sucedido en la reciente historia de la modernidad, en las zonas liminares, las fronteras o intersticios del capitalismo. Así, por ejemplo, la actividad de la asociación de las radios comunitarias de las dos orillas del Atlántico demuestra que es posible la comunicación y los intercambios entre las comunidades migrantes latinoamericanas desde hace más de una década, conformando un espacio de comunicación transnacional sobre el que se formulan las necesidades comunicativas y se establecen las relaciones entre las comunidades desplazadas y las originarias. El uso y consumo de estos medios establece unas condiciones óptimas de intercambio social y cultural a partir del cual es posible transformar la migración en un elemento positivo, tal y como ya han mostrado las iniciativas de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) o de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC). El reto que tiene la investigación crítica en comunicación es realizar un diagnóstico con estudios de caso de las transformaciones que se han registrado y de los nuevos formatos de comunicación móvil, de cara a garantizar el derecho de los migrantes a la información y la comunicación, así como a la libertad de movimiento, a partir de las acciones innovadoras de difusión de ideas y de nue-

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vas formas de relación que hoy, de hecho, permiten mejorar las condiciones de vida de esta población desplazada. El contexto comunicativo distribuido de tecnologías como Internet permite pensar nuevas aportaciones para el desarrollo de un marco igualitario para los grupos marginados y vulnerables, las personas desplazadas y las diásporas que, trascendiendo el marco nacional, construya redes instituyentes y productivas de apropiación de los recursos comunicativos. En las próximas páginas pondremos algunos ejemplos de referencia.

2.3. El ejemplo de Ecuador en la comunicación de los migrantes Un programa modélico de referencia a partir del cual repensar las mediaciones para el cambio social, en esta perspectiva, es el que en 2001 se creó con el nombre de «Migración, comunicación y desarrollo Ecuador-España»,2 con el objetivo de convertir la experiencia migrante en un elemento cultural y de desarrollo positivo enfocado en la libertad de las personas y su capacidad de decisión. La libertad de elección se entiende desde el derecho a la información y la difusión de ideas e innovación para mejorar en forma objetiva las condiciones de vida, las relaciones y la defensa de los derechos de los migrantes. Desde el principio de la igualdad comunicativa, se impulsan formas de relación dentro del contexto singular, como la vía para una visión normalizadora de los desplazamientos de población y de las migraciones. Las acciones concretas estuvieron encaminadas a la educación en derechos, el asesoramiento, la comunicación, la investigación y el desarrollo de capacitación e instrumentos financieros para transformar las remesas en desarrollo. En su vertiente tecnológica, contó con 2

Con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional y entidades promotoras ecuatorianas como la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), la Comisión Ecuatoriana de Pastoral Social (CEPAS), el Fondo Ecuatoriano «Populorum Progressio» (FEPP), el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), y el Servicio Jesuita a Migrantes, y por España, Cáritas Española, el Centro Comunicación y Democracia (CC y D), y la Campaña «Deuda Externa ¿Deuda Eterna?», este programa puede considerarse de referencia en la materia objeto del presente artículo.

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financiación de la Unión Europea, para la creación de una red de telecentros que llegó a cubrir las necesidades de comarcas rurales ecuatorianas hasta el año 2004, a la vez que la creación de los portales «Migrantes en línea» y «Red con voz», que difundían en simultáneo y en un horario común un total de veintidós cadenas de radio, la gran mayoría ecuatorianas, con un modelo de producción colaborativa y plural para la gestión de contenidos. El enfoque de este plan parte de la idea de la migración como un proceso dinámico, de doble dirección y continuo, con impactos sociales, que se diseña a partir de iniciativas horizontales surgidas en el ámbito de ambos países. En Ecuador, las radios comunitarias venían recogiendo las consecuencias sociales y familiares del proceso, mientras que en España se detectaba el rápido crecimiento de la llegada de ecuatorianos en condiciones cada vez más precarias. La importancia de este programa radica en que se construye un espacio propio transnacional entre los migrantes y sus familias, con el que se contribuye a una información más veraz sobre la migración a partir de la comunicación personalizada y bidireccional que se inserta en la vida cotidiana de las personas. A la vez, se atiende a las necesidades de socialización para atenuar la soledad de los desplazados, el realismo del proyecto de vida, establecer una visión completa del proceso y la amplitud de opciones. Los elementos de mayor interés en el análisis de este estudio de caso están en la perspectiva de género y en la inclusión de las emociones como un elemento motivador de las transformaciones que se han registrado (Benítez, 2006). El estímulo para la alfabetización digital y la inclusión en el acceso a la red estaba en la necesidad de comunicarse con sus familiares, ya que las mujeres ecuatorianas migrantes, en su gran mayoría, lograron mantener el contacto diario con sus hijos, reconstruyeron y consolidaron sus familias transnacionales como el embrión de un sistema de redes en el que, de paso, generaron capital social para sus proyectos de futuro. El éxito de esta experiencia procede de la combinación de diferentes campos comunicativos integrados con los que afrontar la complejidad de factores que intervienen en la migración en forma multidimensional:

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1.- El proyecto se apoyó en la tradición cultural y social de la radio, como un modelo autoorganizado, de distribución y comunicación participativa que ha logrado avances en el desarrollo de Latinoamérica. 2.- La creación de una alternativa a las agendas y temáticas de los medios de comunicación de masas, a través de una comunicación personalizada de mayor contexto, plural y bidireccional a la medida de la dimensión transnacional del fenómeno. 3.- Un cauce informativo adaptado a las necesidades de los migrantes de insertarse en la realidad de las dos comunidades de referencia, frente a modelos de información de carácter nacional que condicionan la agenda con la perspectiva excluyente de uno solo de estos puntos de vista. 4.- Un modelo tecnológico eficiente y de bajo coste para atender las necesidades personales de comunicación a la vez que la conexión en directo entre emisoras de los dos países, conformando una red compleja que integra la estructura mediática en las dimensiones social y humana. 5.- Un lugar de acceso público a Internet y a la alfabetización digital de los telecentros en los que se integra una combinación de servicios básicos de la conectividad, la educación y la socialización. El intercambio de conocimientos prácticos y teóricos ha orientado una cultura alrededor de la tecnología en la dimensión local-global. Una estrategia de conectividad coherente con las necesidades espacio-temporales que se alteran en el proyecto migratorio, así como la puesta en valor de la comunicación digital para las relaciones interpersonales. 6.- Estímulos para afrontar el reto digital, la alfabetización mediática y el valor de la información para superar la brecha digital con logros concretos en el desarrollo personal y económico de los usuarios.

2.4. Comunicación móvil para el desarrollo La apuesta de la tecnología móvil para la radio comunitaria pasa por una revisión previa de los modelos tecnológicos que, a causa

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de la presión de los mercados y las empresas, han desarrollado sistemas competitivos y un escenario de conflicto sobre los formatos, modelos y sistemas en el que intervienen también los fabricantes, los desarrolladores, las instituciones y las corporaciones, a la vez que los usos sociales, la apropiación y el valor que le otorgan los usuarios como puntos de anclaje definitivos de la experiencia mediada de la interacción social. De la misma forma, las políticas públicas para el logro de la conectividad inalámbrica son esenciales a la hora de interpretar los resultados según los países (Castells, 2006, pág. 65). Aunque la tecnología no es neutra sino que es determinante, los usos de una multitud de usuarios provocan transformaciones significativas –la conectividad, las prácticas compartidas e interactivas, o la viralidad– que muestran la capacidad creativa para subvertir el modelo y adaptarlo a las necesidades propias con nuevos formatos comunicativos o de negocios, en los que el Sur ha mostrado una capacidad de innovación destacada. El abaratamiento y la simplificación tecnológica, más acentuada en la conectividad móvil, conducen a un modelo distribuido como alternativa a las tentaciones oligopolísticas de la comunicación, a la vez que se amplía el imaginario por encima de las limitaciones impuestas en las luchas de poder y negocio de las corporaciones. En este marco, las tecnologías móviles son una oportunidad para desarrollar nuevas estrategias y revisar las experiencias de la comunicación para el desarrollo y la radio comunitaria en las prácticas de los migrantes ya que «en general, y contrariamente a la percepción popular, la mayoría de los trabajadores inmigrantes participan de manera activa en servicios de telecomunicación de todo tipo, incluyendo el teléfono móvil» (Castells, 2006, pág. 137). Se trata de otro canal en el que extender la experiencia cultural y educativa de las radios comunitarias a la vida de los migrantes gracias a su flexibilidad y disponibilidad pues, como se puede comprobar: 1.- La penetración de las tecnologías móviles guarda relación con el PIB, aunque ésta no es causal. De hecho, si se considera en términos relativos, los países pobres y en desarrollo muestran mayor interés por ella y no se afecta por la recesión económica, como muestran los datos en Latinoamérica o la mayor tendencia de crecimiento en

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el continente africano (Castells, 2006, pág. 54). El proceso de universalización de la telefonía celular está rompiendo los patrones clásicos de la desigualdad social (Castells, 2011, pág. 13). A partir del inicio de esta década, por primera vez se produce una distribución extensa que permite afirmar que ya hay más teléfonos móviles que personas en el planeta y que, para el caso de América Latina, la densidad alcanza prácticamente el cien por cien (Bravo, 2011, pág. 26). Por supuesto, estos datos ocultan los patrones de desigualdad, pero el exponencial del crecimiento lleva necesariamente hacia la redistribución y el acceso. 2.- La telefonía inteligente muestra patrones todavía más acelerados de penetración, hasta el punto de que en Latinoamérica se calcula que se está próximo a cerrar la brecha con el promedio global, con índices de crecimiento similares a los de Estados Unidos (GSMA, 2011, pág. 8). A esto hay que añadir la importancia que adquieren estas tecnologías en el país de acogida de los migrantes (García, Núñez, y Rodríguez, 2009). 3.- El desarrollo de nuevas posibilidades tecnológicas lleva siempre a la sospecha de la desaparición de medios tradicionales como la radio, pero se trata de una visión pesimista sobre las posibilidades estratégicas del medio móvil. Para el impulso y supervivencia de la radio o de los medios tradicionales se hace imprescindible la revisión de las prácticas comunicativas. Por ejemplo, la radio permite integrar los mensajes de texto SMS, que son económicos y de gran alcance, o los intercambios de contenido entre particulares que han conformado la base de diferentes experiencias en el activismo político o en situación de desastres naturales y emergencias. Pero además, hay un conjunto de tecnologías para la distribución de contenidos que hacen posible una difusión masiva y compleja dentro de un modelo de distribución bajo demanda: streaming, Internet satelital, RSS (really simple syndication). 4.- La telefonía celular acentúa la tendencia a la universalización del acceso a Internet por sus mayores facilidades de uso, su simplicidad, simultaneidad y portabilidad. Por ello, es el medio que «mejor expresa la apropiación de las TIC por parte de los usuarios» con nuevas prácticas culturales (Crovi, 2007, pág. 270). La creatividad

Redes sociales y comunicación para el desarrollo

en el uso de la tecnología ha conducido al acceso a servicios gratuitos o de coste prácticamente despreciable tanto a través de la estrategia de «llamadas perdidas» como de la conectividad wifi, bluethooth o whatsapp, al margen del control y como un modo de superación de las barreras de acceso a Internet, gracias a la disponibilidad y a la reducción de costes respecto de los ordenadores personales. 5.- Los índices de penetración, así como los datos ofrecidos hasta ahora, deberían conducir a políticas públicas para mejorar la conectividad y considerar esta vía como principal para el acceso a la sociedad de la información (Crovi, 2007, pág. 271). No hay que olvidar que este modelo telefónico está en manos de las corporaciones que pueden condicionar la brecha digital como ocurre en los lugares donde predomina la tendencia al prepago con menor número de servicios para los usuarios. La estructura comunicativa de cara a las necesidades de los migrantes pasa, en definitiva, analizados los datos y condiciones del citado contexto, por integrar la comunicación móvil en las iniciativas de la radio comunitaria y de los telecentros de cara a su propia realidad transnacional en la búsqueda de nuevas formas de contacto intensivo y cotidiano con sus comunidades. La incorporación del teléfono, y mucho más de la telefonía móvil, y de Internet contribuyen al logro de una «cadena intercomunicativa» como espacio creativo orientado por las necesidades personales y colectivas y por el mejor uso de los recursos (Ramos, 2006, pág. 9). La convergencia implica la adaptación de los medios y de la comunicación a las posibilidades tecnológicas y a la multimedialidad en modelos mixtos que combinan audios, videos, chat y todo tipo de formatos. La flexibilidad de la comunicación móvil y digital crea espacios sociales virtuales que coinciden con el físico de los telecentros y locutorios, en su papel de estación de asociaciones, como foco de las relaciones y de la integración y en la dirección transnacionalizada que precisan los migrantes, hasta lograr la superposición de las relaciones en copresencia con las comunicativas. Son los «territorios informativos» (Lemos, 2008) en los que se articulan las actuales territorialidades, los nuevos significados del espacio que crean y reconstruyen comunidades y cohesión social en función de modelos de realidad y modos de actuar.

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La adaptación de las radios comunitarias a las posibilidades tecnológicas no debe limitarse a garantizar el acceso a Internet, sino que debe orientarse hacia la digitalización de todos los procesos de transmisión, recepción, consumo y producción para afrontar la crisis del modelo que se ha detectado en la última década. Esta estrategia supondría nuevos canales horizontales para sumar y coordinar las acciones de las radios comunitarias y los telecentros hasta formar parte de la infraestructura de las redes que serían tanto de migrantes como de comunicación. Son espacios de lazos comunes y productivos de capital social para transformar las experiencias migratorias en positivas, de cara al desarrollo autoempoderado, de acuerdo con las capacidades y la libertad de las personas. Pero también un contexto de alfabetización y educación tecnológica –en la línea emprendida por la radio comunitaria y los telecentros–, con atención a las comunidades de aprendizaje accesibles, apoyadas en la comunicación distribuida y en las formas de interactividad que generan vínculos sobre las dinámicas de compartir e intercambiar. Las tecnologías móviles coinciden con el contexto cultural, la oralidad y los bajos costos de producción, difusión e instalación de las radios comunitarias (Kaplún, 2007, pág. 315), que ha mostrado su eficacia a la hora de ejercer el control político o de canalizar demandas ciudadanas fortaleciendo la democracia. La radio como medio ha estado presente en las transformaciones sociales y políticas de la mayoría de los países latinoamericanos y, especialmente en las últimas décadas, en los procesos migratorios que comenzaron de las zonas rurales a las urbanas, así como en su posterior transnacionalización. De hecho, se trata del medio y de una de las instituciones que generan mayor confianza en la región (Díaz Nosty, 2007, pág. 21), que, gracias a la adaptación a la tecnología móvil y a Internet, puede superar la situación de alegalidad que en ocasiones ha condicionado la concesión de licencias o los límites de la libertad de expresión, hoy, al fin, en vías de resolución con las nuevas políticas públicas, en países como Ecuador, que permiten el acceso de comunidades tales como los grupos indígenas al espacio radioeléctrico. En este marco, la integración de la comunicación móvil en la estructura de la radio comunitaria supone un impulso del modelo

Redes sociales y comunicación para el desarrollo

comunitario como alternativa de lo público (Sierra, 2007), especialmente eficaz a la hora de afrontar los retos de la comunicación de los migrantes en función de sus derechos y de las expresiones culturales de marcado acento transnacional, en la tendencia imparable de nuevas formas de organización social «desde abajo» (Mahler, 1998). Las prácticas cotidianas, las relaciones entre instituciones y ONG, logran una nueva dimensión de la ciudadanía, al mismo nivel transnacional de otros actores de la globalización. Por encima de las fronteras nacionales y de la negociación identitaria, las interconexiones y la comunicación crean la experiencia en relación a más de una comunidad de pertenencia, con la circularidad entre lo personal y social, y siempre «desde abajo». La conectividad establece el canal de la comunicación interpersonal, de la identidad y de la construcción de lo social. Movilidad y comunicación son parte esencial en la experiencia de los transmigrantes, a la vez que modelan –en una iniciativa autónoma de los individuos (Portes, Escobar, y Walton Radford, 2006, pág. 14)– una forma de integración «simultánea» en las comunidades de origen y destino, una alternativa a la asimilación y la aculturación. Un espacio, en fin, para repensar la intervención comunitaria y la innovación social emancipatoria.

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DISTIC y desarrollo social: una visión francesa Bruno Cailler y Paul Rasse, coordinadores

Laboratorio de Información, Medios de Comunicación, Mediación (I3M) de la Universidad de Niza Sophia-Antipolis1

Traducción: Carolina Díaz García-Muñoz2

Los dispositivos sociotécnicos de la información y de la comunicación (DISTIC): rentabilidad3 El concepto de DISTIC parte del principio de que las tecnologías de la información y de la comunicación construyen a sus usuarios de la misma manera que éstos les dan forma. Constituyen dispositivos que tienen su origen en los procesos de interacción entre los usuarios (productores, consumidores, clientes, ciudadanos), que son a su vez sujetos socializados, y un conjunto heterogéneo de técnicas. El entorno tecnológico no es neutro. Al instaurar normas económicas, ergonómicas, prácticas aceptadas o impuestas, da forma al sujeto, al que forman y deforman individuos aislados o que actúan en red.

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El laboratorio I 3M (Información, Medios, Media, Mediaciones) nació en 2004 del encuentro de tres equipos de investigación de la Université de Nice-Sophia Antipolis y de la Université du Sud Toulon-Var. El proyecto científico de I3M se define «como una reflexion renovada y profundizada sobre las relaciones entre la globalización y diversos dispositivos sociotécnicos de información y comunicación». Su objetivo principal es medir los efectos concretos, en el plano local, de la globalización de las actividades humanas en diversas categorías de dispositivos sociotécnicos de información y comunicación. Traducción revisada por Comba Campoy García. Los autores de esta sección son Nicolas Pélissier, Paul Rasse y Michel Durampart.

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El hecho de que se tenga en cuenta a los usuarios en el proceso de concepción de las tecnologías es un elemento característico del período actual posfordista. Hasta ahora los ingenieros concebían las tecnologías en sus laboratorios, solos, sin tener en cuenta a los consumidores. Después, a estos últimos se los convencía del interés y de la fiabilidad de los productos fabricados en grandes cantidades por medio de la publicidad y del marketing. La crisis del petróleo hace sonar las alarmas de los años dorados y pone de relieve los límites de los modelos del taylorismo y del fordismo (Rasse, 2006). En la década de 1980, resulta evidente la necesidad de tener más en cuenta a los consumidores. Los primeros estudios se concentran, sobre todo, en mostrar las diferencias que existen entre los usos prescritos y los usos reales observados. En Francia, son dirigidos por investigadores en ciencias de la información y de la comunicación (Dominique Boullier, Serge Proulx, Josianne Jouët, Jacques Perriault...). En la línea de los trabajos de los textos pioneros de Michel de Certeau, evocan un «secuestro» de los usos prescritos, una reapropiación de la técnica por parte de los usuarios (Jauréguiberry y Proulx, 2011, págs. 50 y ss.). De igual manera, los actores de la innovación (investigadores, políticos, inversores), que desde hace tiempo habían observado la productividad de las redes de cooperación, informales pero densas, formadas por actores plurales, se esfuerzan en desarrollar las interacciones en los parques tecnológicos o clusters, no sin dificultades. Sin embargo, se trata de dispositivos institucionales que cuentan con la proximidad geográfica, o por lo menos técnica, de los actores (Araszkiewiez, 2003).4 A partir de la década de 1990, siguiendo los pasos de los trabajos del Centro de Sociología de la Innovación de las Escuelas de Minas, algunos investigadores como Madeleine Akrich, Michel Callon y, sobre todo, Bruno Latour evidencian el papel de los usuarios en los procesos de concepción e, incluso, de innovación (Akrich, Callon y Latour, 2006). Aunque, por lo general, el teléfono, el ordenador e Internet siguen siendo herramientas costo4

Véase Araszkiewiez, J.; Masoni-Lacroix, C. y Rasse, P. (comps.) (2008). Réseaux d’innovation, L’Harmattan. Véase, asimismo, Carré, D.; Lefebvre, G. y Madeuf, B (2008). «Les pôles de compétitivité, territoires d’innovation», Hermès, 50.

DISTIC y desarrollo social: una visión francesa

sas, principalmente utilizadas en el marco de la actividad profesional sometida a la autoridad y el control de la empresa. La capacidad de relacionar seres humanos y máquinas, actores y consumidores sin costes lo transforma todo; los usuarios, ya sean consumidores, trabajadores, ciudadanos o, incluso, activistas, forman parte de la producción de las innovaciones. El entorno cambia en profundidad, permite la aparición y el desarrollo de procesos individualizados de cooperación en red (Gensollen, 2004). De forma paralela al mercado primario, en el que se comercializan las innovaciones tecnológicas, se desarrolla un metamercado en el que se enfrentan por un lado una oferta que se inventa y se corrige, y por otro, una demanda que descubre, aprende y modifica. Los usuarios pueden intercambiar informaciones y consejos sobre las tecnologías comercializadas en el mercado primario, que las aprovecha para mejorar la competitividad de sus productos (Gensollen, 2004). La información circula en ambos sentidos: por un lado, de los desarrolladores hacia los expertos y los principiantes, en forma de ayuda; y, por otro, de los principiantes hacia los expertos y desarrolladores, a través de información sobre los errores, las deficiencias y los desajustes de los productos (Gensollen, 2004). De este intercambio pueden surgir nuevas formas de producción, de utilización o de reciclaje de productos y servicios. Y, además, todos son «individuos vivos de una sociedad en plena mutación» (Flichy, 2004), que tejen como pueden su propia existencia, unas veces como simples consumidores y otras como profesionales o ciudadanos, sucesivamente resignados, indignados, encantados, inquietos, innovadores... de tal modo que la elección del uso que pueden hacer en cada una de estas ocasiones influencia al final la arquitectura técnica. El concepto de DISTIC desarrollado por el laboratorio I3M intenta considerar esta dinámica técnico-social. Por un lado, la analiza dentro de la complejidad de las interacciones que hace que intervengan. Por otro lado, la examina a través de las transformaciones que acarrea en la organización general de la sociedad: industrialización de las actividades humanas, individualización de las relaciones, cambio de las identidades profesionales y sociales, reconfiguración de las culturas… Los investigadores del laboratorio I3M cuestionan, en

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su globalidad y complejidad, el papel de los DISTIC. Estudian cómo se establecen y se desarrollan los procesos de cooperación lo más cerca posible de los actores en el terreno. En ciertas investigaciones aplicadas, analizan la forma de fortalecer y de orientar las interacciones en los innovadores procesos de coconstrucción. Además, intentan mostrar la manera en que, más allá de la serie de innovaciones que parecen anecdóticas, las tecnologías de la información y de la comunicación actúan a largo plazo y convergen con otras para transformar las representaciones y las prácticas sociales en los medios de comunicación, la cultura, los organismos, etc. Tomando como referencia algunos grandes ejes, pueden calibrar y entender el sentido de las mutaciones en curso y restituirlas con una perspectiva crítica. Nacido bajo los auspicios de la historia, de la filosofía, por ejemplo en Foucault, o más recientemente en Agamben (2007), el dispositivo ha sido utilizado con frecuencia en las ciencias del lenguaje, y es cada vez más movilizado en las ciencias sociales, en su articulación con las nuevas prácticas sociales, culturales, profesionales. Esta evolución convierte al DISTIC en un concepto cada vez más movilizado para los investigadores en ciencias de la información y de la comunicación. Se trata, por lo tanto, de estudiar una categoría particular de dispositivos: los que aplican procesos de información y de comunicación pensados en el marco más amplio de la mediación sociotécnica, cuyos orígenes intelectuales se deben buscar en la filosofía crítica de la Escuela de Fráncfort, en la sociología interaccionista o, más recientemente, en los cultural and gender studies (Albertini y Pélissier, 2009). No obstante las investigaciones más actuales sobre los dispositivos sociotécnicos en el ámbito de las ciencias de la información y de la comunicación (Appel, Massou y Boulanger, 2010), de lo que se trata es de actualizar el concepto, teniendo en cuenta los trabajos de investigación más antiguos que probablemente no lo han puesto de relieve lo suficiente; por otro lado, también se debe volver a trabajarlo teniendo en cuenta el desarrollo de las TIC, pero utilizándolo como el instrumento que permite comprender en su complejidad los profundos cambios característicos de la sociedad de la información y de la comunicación.

DISTIC y desarrollo social: una visión francesa

El DISTIC supone un enfoque abierto del concepto de dispositivo. De hecho, está concebido como un conjunto de elementos heterogéneos ordenados por múltiples limitaciones, contempladas de una manera menos determinista. No opone un elemento u otro (los medios de comunicación, Internet, el teléfono, las manifestaciones…), cuyos efectos mecánicos se podrían aislar, a la ciberutopía, que cubriría la tecnología de virtudes educativas y emancipadoras intrínsecas (Morozov, 2011) (o al contrario, alienantes y opresivas), sino un conjunto de interacciones complejas entre tecnologías y sujetos que se aprovechan de ellas. Aunque no se encuentre muy lejos de los conceptos análogos de «aparato» o de «sistema», le otorga un lugar central a las capacidades que tienen los usuarios para desafiar estas limitaciones, para franquearlas e incluso modificarlas en su propio beneficio. «El DISTIC sobreentiende una redefinición de las relaciones entre información y comunicación en la era de las redes digitales» (Durampart, 2004). Si la información se inscribe en un régimen de verdad y la comunicación en un registro de actuación, el concepto de DISTIC invita a articular estas dos nociones, que fueron estudiadas en forma separada en otros enfoques teóricos, en particular en los países anglosajones (Information and Library Science vs. Media and Communication Studies). En lo que se refiere a las redes digitales, éstas desplazan la línea divisoria entre información y comunicación, entre estrategia de organizaciones y pluralización de los espacios públicos. Además, el DISTIC permite replantear y revisitar la noción de dispositivo, que en estos últimos años se estaba convirtiendo en un concepto funcional, utilitario, anclado en una perspectiva operativa y pragmática. Las investigaciones llevadas a cabo por el laboratorio I3M le están devolviendo una dimensión anclada en la pluralidad disciplinar y el pensamiento crítico, replanteando la cuestión de las diferentes formas de mediación y remediación que se llevan a cabo en los DISTIC, más allá de las solas cuestiones de agencia, de procesos, de procedimientos. El estudio de los DISTIC supone una metodología plural y adaptada a sus objetos, puesto que combinan estudios sobre las diferentes

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instancias que forman un dispositivo, de la producción a la recepción, pasando por los productos y su diseño. Este método pragmático, que ya fue probado en el pasado en objetos como la formación a distancia, los buscadores, los parques tecnológicos, los museos o los parques naturales, pone de relieve las experiencias de las investigaciones de campo para reflexionar sobre ellas de una forma más teórica en materia de epistemología de las ciencias de la información y de la comunicación y, de un modo más amplio, de las ciencias sociales. Esta prolífica dinámica es una ventaja de cara a enfoques más internacionales y comparativos en la cuenca geopolítica que privilegian los investigadores del laboratorio I3M: la Europa mediterránea. La intersección entre los medios de comunicación tradicionales y las nuevas herramientas de comunicación a distancia, con movilizaciones sociales sin precedentes (principalmente «la primavera árabe») está transformando por completo las sociedades de las dos orillas del Mediterráneo. Los cambios que están teniendo lugar cuestionan principalmente el papel de los dispositivos sociotécnicos de información y comunicación para explicar la aparición de nuevos espacios públicos. El lugar en el que está situado el laboratorio I3M permite prestar una mayor atención y realizar un análisis prospectivo de estas problemáticas, en colaboración con los medios académicos de los países involucrados. Se han llevado a cabo numerosas iniciativas en este sentido y, actualmente, se encuentran federadas en un consorcio que tiene como objetivo crear un observatorio de las transformaciones sociales y mediáticas en la Europa mediterránea con el propósito de convertirse en un barómetro del desarrollo político y social de los países de la zona. Dentro de una lógica que articule las problemáticas de desarrollo de los países de la cuenca mediterránea con las de los países de América Latina (véanse los trabajos del RCMFM, el Réseau des centres méditerranéens de formation multimédia, sobre este tema),5 parece oportuno constituir una red transcontinental de investigación que pueda

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Véase Cornu, L.; Hassanaly, P. y Pélissier, N. (2010). Information et nouvelles technologies en Méditerranée: 20 ans de coopération en réseaux, París, L’Harmattan.

DISTIC y desarrollo social: una visión francesa

utilizar el DISTIC como una herramienta de análisis operacional y pertinente para renovar nuestra visión de las relaciones entre los medios de comunicación, la comunicación y la sociedad.

Desarrollo sostenible y DISTIC6 Desde hace unos diez años, las investigaciones sobre el desarrollo sostenible entienden su objeto de estudio como un elemento social motor, que se puede definir como una implicación y una participación más directas de los individuos en la gestión de las sociedades (Ducroux, 2003) o, según Brodhag (2004, págs. 74 y 284), como una nueva forma de gobernanza. Las problemáticas medioambientales, económicas y sociales vinculadas con el desarrollo sostenible analizan ya nuestra dimensión cívica desde el punto de vista de nuestros comportamientos y de nuestra responsabilidad tanto individual como colectiva (Aubertin y Vivien, 2007, pág. 144). De este modo, el concepto de «ecociudadanía» reúne los principios de desarrollo sostenible y las acciones concretas que se le asocian y que integran la toma de conciencia de contingencias medioambientales en el comportamiento de los individuos. Por eso, el pensamiento ecociudadano aspira a crear las condiciones necesarias para que surja una conciencia generalizada que incite a la ciudadanía a que sea consciente en sus acciones cotidianas de las consecuencias de sus actos sobre el medio ambiente, tanto en la actualidad como a largo plazo. El enfoque de las ciencias de la información y de la comunicación sobre el desarrollo sostenible se dedica a desarrollar nuevas formas de comunicación y nuevas prácticas de mediación dentro de un sistema complejo. En el espacio público, tiene como objetivo que los usuarios o los ciudadanos se apropien de los saberes formales e informales que organizan y estructuran su identidad y su pertenencia cultural a un grupo social. Las preguntas relacionadas con el desarrollo sostenible y la ecociudadanía (Roesch, 2003, pág. 134) 6

Los autores de esta sección son Franck Debos y Céline Masoni Lacroix.

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se sitúan, así, en el centro de los procesos de información y comunicación, de las prácticas sociales, de las evoluciones organizativas que los investigadores sobre los SIC (Sciences de l’Information et la Communication) observan, estudian y viven. Según la perspectiva más específica del control del consumo energético, la comunidad científica internacional está en la actualidad de acuerdo en cuanto a que existe una diferencia importante, o por lo menos no controlada, entre la eficiencia energética prevista por simulación y el consumo real. Este hecho forma parte de las conclusiones de la primera parte del proyecto de investigación SIMBIO,7 que agrupa en Francia a los principales actores de la investigación en este campo. Entre los factores responsables de esta diferencia, la que más se cita es el comportamiento de los usuarios. Aunque existen otros factores que explican esta diferencia, como pueden ser las alteraciones climáticas, la defectuosa elaboración de materiales, el deterioro de sus propiedades con el paso del tiempo o, incluso, la inexactitud de los modelos utilizados en las herramientas de cálculo; también el uso que los ocupantes hacen de los equipos y de los sistemas energéticos influyen en el consumo del edificio. Últimamente han aparecido varios proyectos, como BeAware, DEHEMS o Beywatch,8 en los que se vinculan la eficiencia energética, las conductas y el consumo. Todos estos proyectos se centran en http://www.cstb.fr/actualites/webzine/editions/edition-davril-2009/simbio-pourdes-batiments-economes-en-energie.html 8 Para más precisiones, véase BeAware (2008). «Boosting energy awareness with adaptative real-time environments», proyecto 224557, FP7-ICT-2008. Se puede acceder a un resumen del proyecto en http://cordis.europa.eu/ fetch?CALLER=FP7_PROJ_EN&ACTION=D&DOC=11&CAT=PROJ&QU ERY=011aa1a0593b:04a5:028d4c5b&RCN=86727. Véase, asimismo, DEHEMS2 (2008). «Digital Environmental Home Energy Management System», proyecto 224609, FP7-ICT. Se puede acceder a un resumen del proyecto en: http://cordis.europa.eu/fetch?CALLER=PROJ_ICT &ACTION=D&DOC=5&CAT=PROJ&QUERY=011bdf00d646:2571:6c25b 59c&RCN=87608. Véase, también, Beywatch (2008). «Building Energy Watcher», proyecto 223888, FP7-ICT. Se puede acceder a un resumen del proyecto en: http:// cordis.europa.eu/fetch?CALLER=PROJ_ICT&ACTION=D&DOC=1&CAT =PROJ&QUERY=0121f82b1291:0027:24b143a0&RCN=89235. 7

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medir el consumo energético del edificio, con un retorno en tiempo real que avisa a los ocupantes de su consumo para que, de este modo, al consultar la interfaz de retroalimentación, lo puedan reajustar y obtener informaciones complementarias. El proyecto Ecofamilies [Ecofamilias], en el que colabora el laboratorio I3M, sustenta y enriquece estas líneas de investigación. Consiste en realizar prototipos y testar una solución tecnológica innovadora que permita fomentar las conductas ecorresponsables en las familias, por medio de una gestión conjunta de diseño. De esta manera, se puede considerar el enfoque participativo de la cuestión energética como un dispositivo sociotécnico que une los conocimientos y la intervención de los investigadores con los usos, saberes prácticos formales e informales y las conductas de las diferentes partes implicadas (científicos, familias seleccionadas, técnicos, desarrolladores), además de con las soluciones tecnológicas que se concibieron en los talleres participativos, de las que después se realizaron prototipos y se volvieron a testar. El proyecto Ecofamilies plantea el interés científico de una coherencia ética y de conducta del investigador, de los actores de un proyecto y de la ciudadanía. También evoca la noción de «comunidades de práctica» (Wenger, 2005) como constructo integrado en un dispositivo cuyas bases son el papel de las prácticas en el aprendizaje, el desarrollo y el afianzamiento de conocimientos, así como el desarrollo profesional. Esta metodología se diferencia de los enfoques más tradicionales, en los que cada etapa está planificada (análisis de necesidades, diseño de prototipos según las necesidades, ensayos de campo, eventuales mejoras, implementación, evaluación y mantenimiento), sin que se integre total o parcialmente a los individuos (como ciudadanos, consumidores, influenciadores, etc.) y sus prácticas (Akrich, 1998, págs. 79-89; De Certeau, 2004). Está vinculado con la perspectiva comunicacional de Habermas (1984, 1987), es decir, con un proceso iterativo que preconiza la convergencia de los diferentes tipos de saberes que poseen los actores implicados. Desde el principio se contempla el compromiso de los ciudadanos, que incluye a científicos, familias y representantes de las instituciones que acompañan el proyecto, contando, de esta manera, con la elección razonada y responsable de los diferentes actores humanos.

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Las herramientas de análisis se desarrollan en los departamentos de codiseño; los cuestionarios a los focus group, el Eye Tracking [seguimiento de ojos], la perspectiva cinematográfica y documental, todo converge hacia la participación científica, técnica y ciudadana de los diferentes actores de la coconstrucción de soluciones técnicas eficaces e innovadoras, e incitan a expertos y ciudadanos a tener conductas de consumo de energía ecorresponsables. Este estudio, inspirado en las investigaciones sobre la teoría del actor-red de Bruno Latour y del CSI, se centra tanto en las perspectivas de aprendizaje lúdico desarrolladas por los diseñadores de serious game [juegos serios] como en replantear las cuestiones de los usos y buenas prácticas y del compromiso, dentro de un dispositivo que permita que converjan el intercambio de conocimientos y de saberes prácticos, el carácter lúdico o informal del aprendizaje, un acompañamiento o una mediación científica y técnica, el desarrollo de usos adaptados a las competencias tecnológicas de los distintos participantes, la implantación y el respeto de los casos de uso, un proceso de negociación iterativa entre los diferentes actores, la construcción de significados comunes; en suma, un proceso de formalización de saberes prácticos intercambiados y negociados.

El portefeuille de experiencias y competencias (PEC): un distic pedagógico mediatizado9 El hecho de analizar los dispositivos sociales y de comunicación «implica una forma de pensar, una manera de acercarse a diversos elementos, de comprender la coyuntura, de cuestionar la realidad» (Olivesi, 2007). Interesarse por la aparición y el funcionamiento de dispositivos en contextos mediáticos y de mediación es intentar poner de relieve las lógicas que los condicionan y los efectos que producen en la relación con el mundo (Koukoutsaki-Monnier y Thieblemont-Dollet). Desde la década de 1990 –y, por lo tanto, bastante antes de que el proceso de Bolonia se apoderase de la cuestión de la empleabilidad 9

El autor de esta sección es Denis Gasté.

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y propusiese vincular el historial educativo con el proyecto profesional, a través de una lógica de competencias (Official Bologna Seminar 6-7, noviembre de 2008)–, los economistas y los sociólogos ya habían registrado las transformaciones que se llevan a cabo dentro de las empresas por medio de la Dirección de Recursos Humanos, que pretende reemplazar la noción de empleabilidad por la de cualificación. La aparición y el desarrollo de temáticas que se centran en las características de la economía del conocimiento, en la redefinición de las funciones del estado aprovechando la aparición de la nueva gestión pública, y en la llegada de la universidad de carácter privado, han abierto el camino al conjunto referencial de competencias en la enseñanza superior. Así, hace su entrada en el sistema educativo «el método de las competencias» (Official Bologna Seminar, 6-7 de noviembre de 2008). Esta nueva unión entre la economía del saber y la universidad privada conducen hacia un nuevo benchmarking, que es vector del desarrollo de los portafolios y de sus variaciones digitales, los portafolios digitales de competencias, que, a su vez, aseguran así la función de integración de la política educativa y de formación continua que preconiza la Comunidad Europea. Desde 2005 y con una perspectiva más transversal, un primer grupo de cuatro universidades francesas (Universités Paul Sabatier y Capitole de Toulouse, Université de Poitiers y Université Joseph Fourier de Grenoble) ha iniciado la puesta en común de sus recursos para poder elaborar un dispositivo de acompañamiento de su alumnado en lo que se refiere a orientación e inserción laboral durante todos los estudios universitarios (licenciatura, máster, doctorado). De esta iniciativa nació el dispositivo PEC (http://www.pec-univ.fr/), que pone una herramienta al servicio de las gestiones de acompañamiento. Esta iniciativa ha despertado un creciente interés en numerosas universidades (en la actualidad hay más de veinte universidades que desean integrarse en este consorcio). Además, el Ministerio de Enseñanza Superior e Investigación francés acaba de impulsar un grupo de trabajo nacional, el GTN e-portfolio, que se plantea «la inscripción de esta iniciativa en el marco de las políticas de cada universidad o

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incluso interuniversitarias» (GTN e-portafolio, 2011) y también la necesidad «de herramientas digitales que sirvan para apoyar esta iniciativa, en todo su conjunto, desde el posicionamiento con respecto a los saberes y competencias que se deben adquirir y su evaluación, hasta la visibilización que se elija de los conocimientos formales o informales, en forma adaptada» (GTN e-portafolio, 2011). La perspectiva adoptada por el consorcio PEC crea desafíos consecuentes para el dispositivo en su capacidad de apertura y de memorización de los intercambios, al mismo tiempo que crea una relación de coproducción/colaboración de igual a igual, incluso entre pares, y tiene en cuenta los impactos vinculados con el seguimiento de correlación de los datos y con la potencial porosidad que se pueda producir entre el espacio público/privado. Además, la instrumentalización digital de este dispositivo analiza los procesos de mediación de las gestiones de acompañamiento y de mediatización de las competencias anotadas que, por otro lado, tienen efectos en la gestión de la identidad digital profesional de los actores (estudiantes y acompañantes). Por último, para los actores que están llamados a guiar un itinerario de formación a lo largo de su vida, la dimensión granular de las unidades de información (tanto de los datos principales como de los metadatos) se encuentra en el centro de los desafíos de interoperabilidad, de multidifusión y de nomadismo de los contenidos. Más allá del valor semántico de cada uno de estos términos, nos parece interesante abordar el PEC en su dimensión de dispositivo, en especial desde una perspectiva sociotécnica.10 La noción de «dispositivo», explicada en la década de 1970 por Michel Foucault, está fundamentalmente vinculada con una comunicación en red de elementos heterogéneos que se inscriben, según esta filosofía, en una relación de fuerzas entre el poder y el saber. Giorgio Agamben (2007) completa esta noción distinguiendo entre los seres vivos y los propios dispositivos, al introducir la noción de sujeto, que es el re10

Procedimiento descrito en sociología de la innovación o de las técnicas que expone una construcción perpetua que articula distintas categorías de agentes humanos y de materialidades técnicas.

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sultado del «cuerpo a cuerpo» entre los seres vivos y los dispositivos. Por tal motivo, denuncia que «los discursos sobre las técnicas, repletos de buenas intenciones, pretenden que el problema de los dispositivos quede reducido al de su buen uso…», mientras que «normalmente los defensores de este discurso son también el resultado del dispositivo mediático en el que se encuentran inmersos». Por esa razón, amplía la primera noción de Foucault a «todo aquello que, de una forma u otra, tiene la capacidad de capturar, de orientar, de interceptar, de modelar, de controlar y de asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivos» (Agamben, 2007). El enfoque de Agamben nos abre perspectivas más valiosas sobre la puesta en espiral sinérgica de esta noción de dispositivo, en la que las interacciones humanas y sociales encuentran su lugar más fuerte y a la vez más rico en el uso. Después de abandonar el enfoque puramente filosófico del concepto de dispositivo, Daniel Peraya (1999) trabaja desde hace varios años en campos de investigación que se encuentran situados entre las ciencias de la educación y las ciencias de la información y de la comunicación. En esta dirección, ha podido analizar distintos dispositivos que se hallan anclados a tres mundos: el universo semiótico, el universo relacional y pragmático, y el mundo de los aparatos y de las tecnologías. Esta visión hace que proponga su propia noción de «dispositivo» como «una instancia, un lugar social de interacción y de cooperación que posee sus propias intenciones, su propio funcionamiento material y simbólico; en definitiva, sus modos de interacción propios» (Peraya, 1999). El hecho de abordar el dispositivo PEC desde esta perspectiva nos parece muy productivo, ya que, más allá de las cuestiones epistemológicas/terminológicas que pueda suscitar, encontramos en ella los fundamentos y valores que están en el centro del proceso de coconstrucción del PEC y que transcienden las numerosas visiones y disciplinas que pueden examinar este dispositivo. Es evidente que el PEC se inscribe dentro de un proceso de comunicación que deja atrás la dimensión de máquinas para comunicarse descrita en la década de 1970, para inscribirse en la noción de aparato de comunicación (Agostinelli, 2003), de una mediación de los

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procesos de transmisión de conocimientos en situaciones de comunicación instrumentada por las TIC. En este contexto, Daniel Peraya (1998), aunque lo cuestionase después, había propuesto una unión entre mediación de la relación y mediatización de los contenidos. Nos sigue pareciendo provechoso inscribir el PEC en esta doble función: la de mediación, que concierne cualquier funcionalidad y uso, permitiendo al usuario (bajo diferentes estados y funciones) estar en contacto/ relación con el/los contenido(s) y los otros usuarios, y la de la mediatización, que se corresponde con un triple enfoque semántico/semiótico/dramatúrgico, que permite que los contenidos sean accesibles y que se los puedan apropiar los usuarios.

Entornos inmersivos: nuevas formas y transformaciones de la información y de la comunicación11 El estudio de los entornos inmersivos se inscribe en la continuidad del proyecto científico del laboratorio I3M, que se apoya en una relectura del concepto de dispositivos sociotécnicos de información y de comunicación como constructos sociales procedentes de procesos de interacción entre individuos. Es conveniente identificar, desde el punto de vista de las ciencias de la información y de la comunicación, las problemáticas que hacen que surjan estos DISTIC, esta vez immersivos. Estos trabajos técnicos están incluidos en la especialidad «Medios de comunicación, escrituras y territorios digitales» del laboratorio I3M. Los entornos inmersivos (EI) agrupan un conjunto amplio y creciente de dispositivos sociotécnicos, caracterizados por los dispositivos digitales que «representan» a los actores y a los contenidos, dentro de los espacios virtuales en tres dimensiones, cada vez más realistas y metafóricos. Desde las primeras cabinas de simulación virtual de inmersión con fines militares a la última generación de serious games, pasando por las instalaciones escénicas lúdicas o por las plataformas de investigación en fisiología del movimiento y en la 11

Los autores de esta sección son Philippe Bonfils y Marcin Sobieszanski.

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enseñanza a distancia, estos entornos proponen hoy en día diferentes niveles de inmersión y de usos potenciales. En muchos casos, los usuarios físicos (generalmente representados por un avatar), pueden deambular (en forma presencial o a distancia), manipular objetos en 3D y acceder a contenidos digitales (textos, imágenes, videos). Por lo tanto, son posibles nuevas formas y mutaciones de la información y de la comunicación. Pensemos, por ejemplo, en el impacto de las mediaciones sensoriomotrices y sociales de estos dispositivos particulares, o las posibilidades que nos ofrecen estos nuevos modos de comunicación no verbal (gestuales, de movimientos, simulaciones, gestión del espacio y del cuerpo). Varias líneas temáticas de investigación se dibujan en los diferentes trabajos realizados por los miembros del equipo: 1. Los nuevos dispositivos cinematográficos (el paso del cine monocromático a la narración en pantalla partida y a la multipantalla, así como del cine en 3D a guiones alternativos y al cine en 3D participativo). 2. Las instalaciones artísticas, que conjugan el efecto de inmersión y el efecto biofeedback (el laboratorio I3M es el colaborador científico del evento Biofeedback dans l’art contemporain, que tiene dos citas: la exposición Biofeedback dans l’art contemporain en el Avant-Scène del Campus Saint Jean-Angély UNS (7 de enero-24 de febrero de 2012) y la exposición Corps et œuvres - biofeedback en art contemporain, organizada por el Espace de l’Art Concret de Mouans-Sartoux (25 de febrero-15 de abril de 2012). 3. El estudio de las mediaciones sensoriomotrices y sociales llevadas a cabo debido a la utilización de avatares. Los contextos son múltiples: medios de comunicación social, formación a distancia, trabajo colaborativo, servicios en línea (proyecto Eurocopter). 4. La teoría y el conocimiento de los nuevos espacios de trabajo, immersivos o semiimmersivos, interconectados en red (proyecto Pacalabs Vexpo). 5. El enfoque semiocognitivo de las nuevas interfaces y ergonomías generadas por los entornos de inmersión.

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6. Una prospección desde el punto de vista de las instalaciones de inmersión que equipan los sistemas de información en el espacio público (esta prospección se desarrolla dentro de la dinámica de proyectos de equipamiento del futuro Eco vallée - OIN Plaine du Var). Se trata de reflexionar sobre las perspectivas de investigación que estos nuevos objetos ofrecen, apoyándose en varios conceptos que podrían permitir teorizar sobre este ámbito emergente tan amplio: interacciones, efectos de presencia, centramiento y descentramiento, percepción y representación, proxémica, quinésica, multisensorialidad visual y sonora, comunicación orquestal, identidad digital y avatares, cuerpo virtual, escenografía y medios de comunicación social. En la actualidad, hay dos programas de investigación sobre los entornos de inmersión: • Los docentes-investigadores del laboratorio I3M aplican métodos de estudio de las interacciones sociales (formales e informales) en un ámbito profesional, principalmente a través de un salón virtual, privilegiando la dimensión relacional de los usos (administración de la relación con el cliente, identidad corporativa, etc.). • El proyecto I-Care, que es una colaboración entre la UFR (Unité de Formation et de Recherche), Ingémédia, el laboratorio I3M y la compañía Eurocopter. De acuerdo con la política «Calidad y Seguridad» de Eurocopter, este proyecto se inscribe dentro del proceso de calidad de servicios. Se trata a largo plazo de cambiar los comportamientos de los pilotos de helicópteros para reducir el porcentaje de accidentes de vuelo. Esta estrategia necesita desarrollar un serious game que permita que los pilotos se entrenen para tomar las decisiones adecuadas en situación de sobrecarga cognitiva. Los docentes-investigadores se asocian a este proyecto por la IPO (interacción persona-ordenador), la guionización interactiva y un estudio de utilización en contexto real. Este proyecto se inscribe en la continuidad de los proyectos Alias 1, 2 y 3 dirigidos desde hace tres años por los mismos socios.

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Los dispositivos de la televisión y del transmedia12 Imaginar la televisión a través de la noción de dispositivo es una postura relativamente antigua en Francia. Guy Lochard nos lo recuerda evocando la figura de Pierre Schaeffer, quien en 1970, cuando era responsable del Servicio de Investigación de la Oficina de Radiotelevisión Francesa (ORTF), fue el primero en introducir, entre el mensaje y sus destinatarios, «la máquina de comunicar», dirigida por un principio de mediación y, a la vez, por un dispositivo. Este primer inicio teórico dio lugar, siempre según Guy Lochard, a «tres grandes formas de apropiación» que remiten a tres niveles de estudio. En primer lugar, los problemas técnicos de los medios de comunicación provocan un conjunto de efectos en la recepción que es necesario comprender. En segundo lugar, el programa es «un proyecto predefinido puesto en marcha por un grupo de profesionales para un “objetivo” preciso (el destinatario imaginario)», según «una estrategia concertada» y un «conjunto de reglas que se imponen al conjunto de los participantes», pero siempre con «una parte imprevisible en lo que se refiere a los efectos producidos en la recepción del programa en cuestión, ya que los telespectadores, por su parte, tienen sus propias estrategias de interpretación». Por último, también existen los componentes de un programa, en cuanto «elementos concretos y específicos que velan por la realización de una emisión» o, incluso, como «procedimientos más abstractos». En ese caso hablaremos, por ejemplo, de «dispositivo escenográfico», «dispositivo de plató», «dispositivo enunciativo» (Lochard, 2009). La televisión local y sus condiciones históricas de emergencia, la llegada de la televisión conectada y social, y la producción transmedia permiten entender lo complejo de estos enfoques e ilustrar la noción de DISTIC mediático. De hecho, pensamos que esta noción se construye en la intersección de cuatro áreas de influencia:

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Los autores de esta sección son Bruno Cailler y Céline Masoni Lacroix.

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• el área técnica, impulsora de innovación; • el área económica, industrial y comercial, que transmite los avances de los medios de comunicación a los diferentes públicos a través de las redes y de los materiales, y, además, a través de paquetes comerciales; • la esfera política y ejecutiva, encargada de regular las condiciones de comercialización y de planificar la competencia; • la esfera social, tanto la profesional como la privada, que propone y desarrolla usos y prácticas. Ahora bien, la evolución de la televisión local francesa, o mejor dicho, de las televisiones locales, está muy marcada por las áreas de innovación tecnológica y del marco legislativo, y consigue presentar una heterogeneidad de actores, de productores de mensajes y de sistemas de referencias, cuya plena eficacia ante la población local receptora aún hoy no ha sido demostrada. De hecho, la simplificación de la técnica de video trajo consigo, desde la década de 1960, la aparición de los videos reivindicativos como contrapoder audiovisual. Poco después el movimiento crítico contrahegemónico, en especial en Francia, se vio reforzado en la década de 1970 gracias a la experiencia de las primeras televisiones piratas, y eso, hasta el final del monopolio nacional de programación (ley Fillioud del 29 de julio de 1982), que fue posible gracias a que se pudo acceder a emisores más baratos y menos voluminosos. En aquel momento, los promotores de estos proyectos se encontraban principalmente en los ambientes reivindicativos y asociativos. Durante este período inicial, el movimiento de expresión política y social centró sus principales reivindicaciones en torno a las nociones de alternativa participativa, de acceso libre y de tercer sector. Sin embargo, el momento de la institucionalización de las televisiones locales llegará a principios de la década de 1980, bajo el impulso de la tecnología y de la legitimidad que les conferirá el marco legislativo y administrativo, al finalizar el monopolio audiovisual y al aprobarse las leyes de descentralización (ley Deferre) y de cableado de todo el territorio francés. De hecho, el segundo Plan Câble [plan de televisión por cable] (ley Mexandeau) prevé desde 1982 la creación de un canal local obligatorio en las redes de televisión por cable, bajo la responsabilidad editorial de la colectividad local.

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Comienza entonces el llamado «movimiento de las televisiones del alcalde», denominado así debido a que organizan en torno de la figura del alcalde, de sus acciones y de las principales instituciones representativas, una comunicación plana, casi de sentido único. No obstante, a partir de 1986, los canales locales se convierten en opcionales, y los operadores locales de televisión por cable y, en particular, los grandes operadores estatales intentan retomar el control «buscando sobre todo hacer valer sus conocimientos en cuestión de tecnología en un contexto de mercantilización del territorio» (Cailler, 2001). Y «si la red de saneamiento y abastecimiento de aguas Lyonnaise [des Eaux] da preferencia a la ciudad de París y a su red de televisión por cable, al crear Paris Première en 1986, la red de saneamiento y abastecimiento Générale [des Eaux] opta por el cable a través de sus dos filiales […] y también por las primeras televisiones analógicas llamadas de pleno derecho […] La Générale des Eaux está asociada a la agencia de medios de los canales TLM, TLT y TMC» (Musso, 2010, págs. 200-201).13 La institución financiera pública La Caisse des dépôts et consignations completa este cuadro de principales operadores, todos ellos vinculados con el Estado en un primer momento. De este modo, dos modelos de actores, el cable y las televisiones hertzianas de pleno ejercicio, fijan su posición en el centro de la estructuración de las televisiones locales a finales de la década de 1980 y en la segunda mitad de la de 1990. Los años 2000 marcan el final de este período y dan comienzo a una era de profesionalización y privatización. El hecho de que Vivendi (antiguamente Général des Eaux) y La Lyonnaise des Eaux se desentendiesen de las televisiones locales deja vía libre a los actores de la prensa diaria regional (PQR) a partir del año 2000. Mientras que los canales locales por cable siguen organizándose y están en proceso de profesionalización, el duopolio Dassault (Socpresse)/Lagardère (Hachette-Filipacchi Médias) toma el control de las principales televisiones locales hertzianas urbanas de pleno ejercicio, por medio de sus publicaciones o de sus agencias de medios, para promover una sindicación en las televisiones de las grandes 13

Télé Lyon Métropole, Télé Toulouse, Télé Monte Carlo.

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aglomeraciones urbanas. Con la ayuda de este proyecto, se revisa el modelo económico debido al futuro lanzamiento de la TNT (la televisión digital terrestre francesa) el 31 de marzo de 2005 y el CSA (el Consejo Superior del Audiovisual) adjudica sus canales locales a partir de noviembre de 2007. Además, se les permite incorporar publicidad a sectores en los que antes ésta se encontraba prohibida (enero de 2004), en concreto, a la gran distribución. El hecho de que se retiren de la prensa diaria regional los grupos Dassault y Lagardère en 2005 y en 2007 va a permitir una «reterritorialización de las televisiones locales concebidas “desde abajo” por los agentes tradicionales regionales» (Musso, 2010, pág. 219),14 los mismos contra los que los primeros activistas se habían rebelado para ofrecer «otra televisión». Las televisiones locales asociativas, después de haber sido autorizadas a solicitar una frecuencia gracias a la ley Tasca en el año 2000, pueden, como mucho, compartir un canal local con un socio privado o con otras asociaciones, o verse aisladas en Internet. Las televisiones locales francesas son el reflejo de un dispositivo complejo, basadas en una historia estratificada en la que los proyectos de televisión y los ideales siguen enfrentados, incluso aunque un modelo económico tenga dificultades para estabilizarse. Asimismo, en el otro extremo del espectro televisivo, debido a la televisión conectada y a la televisión social, se dibuja un nuevo dispositivo al servicio de una programación en plena evolución. De hecho, la programación tradicional de las cadenas está sometida a varias presiones: las debidas a la multiplicación de terminales y al nomadismo, las procedentes de la televisión a la carta y de su diferencia horaria, las que obligan a encontrar primero una relación de continuidad entre la programación de los canales premium y la de de los canales temáticos de un mismo paquete, y luego en el marco de los transmedia; y por último, las de las pautas estrechamente vinculadas con los nuevos contenidos imperantes en los medios de comunicación tradicionales o en Internet Por lo tanto, se trata de buscar 14

Pierre Musso identifica varios grupos regionales de la prensa diaria regional implicados en este movimiento como Ouest France, Ebra (Est Bourgogne Rhône-Alpes), Sud Ouest, Groupe Hersant Médias (GHM), Centre France.

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una «remediación» a la televisión tradicional con horarios fijos de programación. Por ello, las tendencias de la programación del futuro podrían ser las siguientes: 1. Orquestar el paso del telespectador individual al telespectador comunitario y al mismo tiempo reinscribirlo en una dinámica de grupo social con influenciadores y moderadores. 2. Organizar la complementariedad de las redes y de los contenidos y establecer continuidad entre lo lineal y lo no lineal. 3. Preservar una identidad multimodal de calidad por parte de los socios meritorios. A partir de ahora la programación se realiza a tres niveles: cadenas, paquetes tradicionales, paquetes multimodales. 4. Redefinir y redinamizar la programación de manera ubicua y atemporal. (Cailler, 2011) Asistimos, así, a una reconfiguración, tanto comercial como narrativa, de los dispositivos televisivos que sufren una transformación hacia el transmedia. Inspirándonos en el enfoque cultural de Henry Jenkins, la definición de «dispositivo transmedia» podría ser: la difusión de contenidos narrativos en múltiples plataformas unida a la capacidad creciente que tiene un público conectado para entender estos dispositivos tecnológicos y su modo de funcionamiento, es decir, la manera en la que pueden ser utilizados, incluso modificados. Opinamos que las reconfiguraciones comerciales y narrativas en los dispositivos siguen ritmos diferentes y compatibles a la vez. Le Centre Cinéma et de l’Image Animée (CNC), el actor institucional de este dispositivo, ha comenzado a otorgar ayudas a los nuevos proyectos sobre medios de comunicación; ayuda a la creación y al desarrollo o ayudas a la producción, en función de condiciones que reflejen un planteamiento o una ideología sobre los transmedia. El proyecto «nuevos medios de comunicación»: • debe ser un concepto original que integre contenidos específicos (lineales o interactivos) para los nuevos medios de comunicación;

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• debe estar destinado a varios medios de comunicación, entre los que se deben encontrar el cine y la televisión, y debe proponer desarrollos narrativos específicos para cada uno de estos soportes; • debe crear un universo y presentar una dimensión interactiva y participativa; • debe estar concebido y escrito en francés. Aparece un posicionamiento aún algo vago en la definición de los contenidos transmedia. En dos ocasiones se los califica de «específicos», con una especificidad que oscila entre dos concepciones opuestas del transmedia: la lineal y la no lineal. Lo que debería aparecer como obligatorio, e implicaría la evolución de los dispositivos transmedia, sería una perspectiva procesual, evolutiva, que apoyase, además de la elección entre los contenidos lineales o no lineales, el paso de lo lineal hacia lo no lineal, que precisamente sería responsable de esta «nueva» cita programática ubicua y atemporal. Si volvemos al punto de vista de los contenidos, podemos observar una cierta pusilanimidad: el tema de la multiplicación de intrigas dentro de un mismo universo, de esa abundancia narrativa que permite la no linealidad no se trata en absoluto. Por último, el tema de la continuidad narrativa parece haber sido omitido. Esta omisión refleja de nuevo la ausencia de una visión evolutiva del transmedia, y sí una voluntad de fijar, de imponer una serie de reglas. Según el Producers Guild of America, y como muestra también nuestro enfoque continental, la multiplicación de intrigas y la continuidad narrativa ofrecen un marco a la producción transmedia. La rápida evolución de lo transmediático merece un examen crítico. Aunque las transformaciones se revelen rápidas, no deben ser objeto de análisis precipitados. La inscripción procesual de la continuidad (narrativa) parece dirigida hacia la unidad compleja de un universo; por eso, «crear un universo» sólo indica un avance tímido hacia estas extensiones transmediáticas que cubren un espacio narrativo único, a través de múltiples plataformas, y no solamente diferentes plataformas independientes que acumulan productos es-

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pecíficos con el objetivo de cubrir diferentes espacios narrativos de una historia principal.15 Lo que la institución francesa no dice, pero que nuestros creadores y desarrolladores ya parecen haber matizado,16 halla un significado en el argumento inicial de la definición de la narración transmediática en diez puntos que Jenkins divulga en su página web, según la cual: «La narración transmedia representa un proceso donde los elementos integrantes de una ficción se dispersan sistemáticamente a través de múltiples canales de distribución, con el objetivo de crear una experiencia (de entretenimiento) unificada y coordinada».17 Si el concepto de dispositivo, en toda su complejidad, puede albergar una realización procesual, también permite analizar la idea de una experiencia de entretenimiento unificada y coordinada. Por una parte, puede asociar la información, el conocimiento o, incluso, la divulgación de contenidos políticos al entretenimiento, teniendo como objetivo los problemas de la ciudadanía. Por otra parte, cuestiona la voluntad comercial de construir e, incluso, de imponer una sola experiencia (de lectura de contenidos narrativos y visuales). Construir dispositivos desestabiliza este proceso de unificación experimental, lectora, enciclopédica, mediática, que converge hacia la unidad; analiza las necesidades y los obstáculos psicológicos, metafísicos, culturales que aspira a la coherencia del todo, y confronta este proceso de unificación con un pensamiento que está en formación, abierto a la multiplicidad y a la hibridación, es decir, con un proceso que no pretende encerrarse en sí mismo.

Nos podemos acercar al análisis de Robert Pratten, creador y consultor transmedia, en su página web «Transmédia Storyteller»: http://www.tstoryteller. com/participation-and-pervasiveness. 16 Como ejemplo se pueden citar dos perspectivas concurrentes y complementarias que abren dos documentales web sobre un mismo tema: la sangrienta represión de manifestantes por la independencia de Argelia el 17 de octubre de 1961: «17-10-61» o «17 octobre 1961, La nuit oubliée», disponibles respectivamente en http://www.politis.fr/17octobre1961/ y en http://www.lemonde.fr/societe/ visuel/2011/10/17/la-nuit-oubliee_1587567_3224.html. 17 http://henryjenkins.org/2007/03/transmedia_storytelling_101.html. 15

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Conclusión: ¿acabar con los dispositivos?18 Dos hechos se imponen: por un lado, el auge de los dispositivos en la década de 1970 y, por otro, la escasa actualización de este concepto desde entonces. Estos dos hechos parecen establecer dos inferencias simétricas: la imposibilidad de comprender la noción de dispositivo debido a la autoalteración del concepto; y lo potencialmente subversivo de esta noción. Este desacuerdo traduciría la imposibilidad de conciliar una voluntad de acabar con una noción esquiva, y una necesidad de reinventar el concepto para conservar la fuerza subversiva. En la actualidad, esta discordia alcanza su punto culminante: un punto tan álgido que podemos preguntarnos si los dispositivos no van definitivamente a desaparecer. Por ese motivo ofrecemos una descripción de esta situación de discordia provocada por el desarrollo de la noción de dispositivo, dividiéndola en cuatro tipos: el desacuerdo entre los usos y los conceptos; la discordia entre aparato y dispositivo; la discordia entre Michel Foucault y Gilles Deleuze y, por último, la discordia entre secularización y folclorización. A modo de conclusión abierta, veremos el motivo por el que este desacuerdo llega a un punto de no retorno. El número 25 de la revista Hermès sitúa al dispositivo entre uso y concepto (Hermès, 1999). Esta vacilación puesta en escena en el propio subtítulo de la revista está provocada: (a) por la consideración de una evolución permanente de los dispositivos «sociotécnicos de la información y de la comunicación» bajo la influencia y el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación; (b) por la definición siempre contextualizada en virtud del concepto; y (c) por la imposibilidad de encontrar una definición general del concepto, ya sea esencialista o relacional. Este número de la revista Hermès no invitaba tanto a una respuesta como a un desarrollo, el cual llegará finalmente con la obra Les dispositifs d ’information et de comunication (Appel, Boulanger y Massou, 2010). En este número, se sugería, aunque de manera implícita, un punto culminante de los dispositivos en la década de 1970 vinculado 18

El autor de esta sección es Jacques Araszkiewiez.

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con la convergencia, al menos aparente, de los trabajos dirigidos en el ámbito de las ciencias humanas; por ejemplo, Michel Foucault y la práctica de los profesionales de la información que trabajaban en la televisión. Esta convergencia sigue siendo actual y, sin embargo, se formula como obsoleta. En realidad se encuentran relacionados el mito de la caverna utilizado por Platón en la República, el «Wayang» o teatro de sombras tradicionales y populares de las islas de Java y de Bali, la televisión inventiva de Pierre Schaeffer e, incluso, el estreno de Dimanche+ en Canal+, en el que, como sucedía en el programa «Vocation», de 1969, el invitado Dominique Strauss-Kahn se enfrenta en directo a imágenes tomadas sin que él lo supiese. Por otro lado, entre aparato y dispositivo el desacuerdo no es menor. El estreno de Dimanche+ quería ser revelador de una cierta relación entre la política y la comunicación. En el fondo se trataba de hacer que Dominique Strauss-Kahn respondiese ante esta situación. Esta estratagema muestra una intención manipuladora de los dispositivos de comunicación dirigida por una clase política. La noción de dispositivo remite a un «aparato», que en este caso es una clase política todopoderosa asociada a la comunicación. Entonces, el aparato sería el locus donde se elaboran los dispositivos cuya potencia manipuladora inconmensurable podría calcularse. Jean-Louis Baudry, después de la publicación de l’Effet Cinéma (1978), no parará de defenderse de un reduccionismo semejante. Por ejemplo, es inaceptable que se reduzca el aparato en el cine a la cámara como lugar de poder. La publicación de Gilles Deleuze del artículo «Qu’est-ce qu’un dispositif» en Michel Foucault philosophe (Deleuze y otros, 1988) [«¿Qué es un dispositivo?», Michel Foucault, filósofo] refleja este desacuerdo. No cabe duda de que los dispositivos nos someten, definen una interioridad y una exterioridad, y definen a su vez lo que Michel Foucault llama «heterótopos». Seguramente sería faltarle el respeto a Michel Foucault creer que la confluencia del poder y del saber podría constituir el aparato de un sistema político como la democracia. Sin embargo, Gilles Deleuze subvierte la cuestión de Foucault al diluir la noción de sujeto. Las líneas, la visibilidad, la enunciación, la subjetivación aparecen, se entrecruzan y dejan de remitir a creencia

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alguna en la existencia de un sujeto como el que se propone en la experiencia psicoanalítica. A partir de ahí el sujeto aparece como un señuelo y como un efecto de los dispositivos, aunque se corra el riesgo de tener que pensar en el psicoanálisis como un lugar de poder. Cosa que no es natural. Sea como fuere, si los dispositivos nos someten –y esto, sin ni siquiera especular sobre la existencia de un aparato donde se concentraría un poder que nos esclaviza–, esto se debe a que proponen un conjunto de creencias, de líneas, de visibilidad, en las que el sujeto se puede encontrar a gusto. Al rechazar la noción de sujeto como únicamente el efecto de dispositivos y, más concretamente, el efecto de un dispositivo de lenguaje que culmina en una sobrecodificación permanente del sujeto, Gilles Deleuze –pero también Félix Guattari o Jean-François Lyotard– crean numerosos ámbitos de reflexión. Los de otras escrituras y otras semióticas asignificantes o presignificantes. Con respecto a Michel Foucault, estos autores incorporan un grado de libertad suplementario. Aunque la noción de dispositivo es atemporal, se encuentra comprendida en el contexto del desarrollo de las democracias bajo la modalidad de la secularización. Esta última se basa en la invención del monoteísmo y de la unidad de la persona –la mujer adúltera (San Juan 8, 1-12)– donde el sujeto, un sujeto cartesiano atormentado por las dudas, se encuentra representado por Jesús, que rechaza la ley del grupo: «¡El que esté libre de pecado que tire la primera piedra!». Con la invención del humanismo (el ser humano es la medida de todas las cosas), el Estado moderno, que se caracteriza por diferentes figuras de contestación, se puede constituir. El poder puede ser contestado como único representante de los mensajes de lo invisible. Y sobre la base de un mismo racionalismo resultante del Siglo de las Luces, el pueblo puede constituirse en principio de la misma manera y la democracia puede articularse con la economía. Sin embargo, como indica Jesús Martín-Barbero (2002), este pueblo no es algo concreto. Al hilo de los trabajos de Deleuze, pero también de una vía estética desarrollada a partir de los trabajos de Adorno, de Benjamin y de Gramsci, a los que añadimos gustosamente a Jean-François Lyotard, Martín-Barbero desarrolla la

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noción de folclore en respuesta a los límites de un racionalismo exacerbado. Como Néstor García Canclini (2010), trabaja en los límites de los dispositivos para desarrollar culturas y contraculturas, de igual modo que lo hace en las zonas límite de un humanismo cuyas positividades nos cuesta cada vez más evaluar. Estos cuatro tipos de discordia muestran las paradojas funcionales inherentes a los dispositivos. Los dispositivos esclavizan. Pero también constituyen el lugar posible de una liberación. Al margen de los dispositivos, podemos imaginar nuevas comunidades y nuevas escrituras, hacer que la noción de pueblo sea algo concreto, en definitiva, resistir. Los trabajos de Niklas Luhmann sobre los sistemas anuncian que se ha franqueado una nueva etapa. El mundo que describe el autor es un mundo en el que los marcos, aunque nos esclavizasen, han desaparecido. Ese mundo de comunicación sin mediación es un mundo sin sujetos, sin dispositivos y sin contestación. ¿Qué queda del sujeto en un mundo sin sujetos? Un medio como el dinero. Bienvenidos a los sistemas funcionales para los que en concreto, el uso racional de las menores diferencias, oportunidades y ocasiones acaba por ocasionar, debido a la «amplificación de las desviaciones», desigualdades inmensas para las que es imposible encontrar un sentido funcional cualquiera. Es válido para la economía, así como para el reparto de la riqueza y de la pobreza, pero también lo es para la educación o incluso para las perspectivas de la investigación científica (Luhmann, 1999).

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300 Bruno Cailler y Paul Rasse (coords.) Appel, V. ; Boulanger, H. y Massou, L. (2010). Les dispositifs d’information et de communication: concepts usages, óbjets, Bruselas, De Boeck. Araszkiewiez, J. (2003). L’heritage d’une Utopie, essai sur la communication et l’organisation de Sophia Antipolis, Aix en Provence, Edisud. Aubertin C. y Vivien, F. D. (2007). «Le développement durable: Enjeux politiques, économiques et sociaux», Etudes de la Documentation française, 5226. Baudry, J. L. (1978). L’effet cinema, París, Albatros. Brodhag, C. y otros (2004). Dictionnaire du développement durable, París, AFNOR. Cailler, B. (2001). «Pour une typologie des télévisions locales associatives», La télévision régionale et locale en France. Dossiers de l’audiovisuel, 95. Cailler, B. (2011). «Quel futur pour la programmation de télévision: le danger du tout consultatif? La télévision du présent et du futur», ESSACHESS, 4(7). De Certeau, M. (2004). L’invention du quotidien (Tomo I, Arts de faire), París, Gallimard, Folio Essais. [Existe traducción al castellano: La invención de lo cotidiano, Universidad Iberoamericana, 1996.] Deleuze, G. y otros (1988). Michel Foucault philosophe, París, Seuil. [Existe traducción al castellano: Michel Foucault, filósofo, Barcelona, Gedisa, 1990.] Ducroux, A. M. (2003). Les nouveaux utopistes du développement durable, París, Autrement. Durampart, M. (2004). «Informations et services: De l’usage des systèmes d’information aux services informationnels», Sciences de la société, 63, págs. 151-164. Flichy, P. (2004). «L’individualisme conneté entre la technique numérique et la societé», Réseaux, 124, págs. 17-51. García Canclini, N. (2010). Cultures hybrides, Stratégies pour entrer et sortir de la modernité. Paris: PUL. [Existe traducción al castellano: Culturas híbridas, Barcelona, Paidós, 2001.] Gensollen, M. (2004). «Economie non rivale et communautès d’information», Réseaux, 124, págs. 144-206. GTN e-portafolio (2011, abril). Acta del GTN e-portafolio del 14 de abril de 2011 en la primera reunión para su puesta en marcha. Habermas, J. (1984). The Theory of Communication Action (vol. 1, Reason and Rationalization of Society), Boston, Beacon Press. [Existe traducción al castellano: Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Trotta, 2010.]

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302 Bruno Cailler y Paul Rasse (coords.) Rasse, P. (2006). La rencontre des mondes. Diversité culturelle et communication, París, Armand Colin. Roesch, A. (2003). L’écocitoyenneté et son pilier éducatif: le cas français, París, L’Harmattan. Romainville, M. (2007). «La joyeuse entrée des compétences dans l’enseignement supérieur», Revue de l’Inspection générale, 4, págs. 48-54. Wenger, E. (2005). La théorie des communautés de pratiques: apprentissage, sens et identité, Laval, Edition Les Presses de l’université.

Índice de autoras y de autores

Verlane Aragão Graduada en Ciencias Políticas y máster en Ciencias Sociales por la Universidad Federal de Sergipe (Brasil), es además doctora en Desarrollo Económico por la Universidad Federal del Paraná. Asimismo, es profesora del departamento de Economía, del núcleo de posgrado e investigación en Economía y del máster en Comunicación. Forma parte, además, del OBSCOM, el Observatório de Economia e Comunicação [Observatorio de Economía y Comunicación] de la Universidad Federal de Sergipe. Tiene experiencia en el área de economía política, en especial en economía política de la comunicación y de la cultura.

Ángel Badillo Matos Profesor titular del departamento de Sociología y Comunicación de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca (España). Desde 2007 y hasta 2010 ha sido secretario general del Instituto de Iberoamérica en la Universidad de Salamanca. Con anterioridad, trabajó en la Universidad Pontificia de Salamanca y en la Syracuse University. También trabajó en Radio Zamora SER y Antena 3 Televisión, entre otros medios de comunicación. Forma

304 autoras y autores

parte del grupo de investigación GRIC (Grupo Interdisciplinario de Investigación en Industrias Creativas, Culturales y de la Comunicación).

Lucía Benítez Eyzaguirre Periodista de Canal Sur Televisión y profesora de la Universidad de Cádiz (España). Doctora por la Universidad de Sevilla, máster en Tecnologías Digitales y Sociedad del Conocimiento y máster en Inmigración. Miembro del grupo COMPOLÍTICAS, su línea de investigación se centra en el binomio comunicación y movilidad, como un campo productivo de las transformaciones de la globalización. Trabaja en comunicación para el desarrollo con proyectos de investigación y enseñanza de las tecnologías en Marruecos, Guinea Ecuatorial y Cabo Verde.

José Ángel Brandariz García Doctor en Derecho por la Universidad de A Coruña (Galicia, España) y profesor titular de la facultad de Derecho de esta misma universidad. En su trayectoria académica ha desarrollado diversas líneas de investigación, entre las que se incluye el trabajo sobre las formas de representación colectiva en cuanto conflictos de determinados fenómenos sociales, entre otros, las migraciones. Es miembro del grupo de investigación ECRIM (Criminalidad y Justicia Penal en el siglo XXI) de la Universidad de A Coruña, que forma parte de la Red REAL_CODE (Red Europa-América Latina de Comunicación y Desarrollo).

Amparo Cadavid Bringe Decana de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Corporación Universitaria Minuto de Dios, en Bogotá (Colombia). Forma parte de los grupos de investigación Comunicación, Medios y Cultura, y Comunicación, Lenguaje y Participación. Ha dirigido dos diagnósticos comunicacionales de corte regional (Magdalena Medio y sur del Cauca y norte de Nariño) y varias investigaciones sobre pro-

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cesos de comunicación relacionados con el conflicto, el desarrollo, la democracia y la participación, la conformación regional en Colombia, los medios ciudadanos, las radios comunitarias y los procesos de búsqueda de paz y reconciliación. Ha profundizado, también, en la evaluación cualitativa de medios ciudadanos.

Bruno Cailler Doctor en Ciencias de la Información y de la Comunicación desde 1999, es profesor en la Universidad de Niza Sophia-Antipolis (Francia) desde 2006, tras siete años en la Universidad Paris III–Nueva Sorbona en el departamento de Cine y Audiovisual. Es, asimismo, socioeconomista de los medios y de las industrias culturales. Junto con la economía de la producción de cine, y después de las televisiones locales y asociativas, la televisión interactiva y social y el transmedia se han convertido en sus nuevos campos de investigación.

María Victoria Carrillo Durán Es profesora de Comunicación Publicitaria y de Imagen e Identidad Corporativa en el grado de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Extremadura (España). Es directora del grupo de investigación AR-CO (Área de Comunicación). Dirige y ha dirigido como investigadora principal varios proyectos de investigación. Entre los más recientes, «La publicidad de televisión entre otros factores sociales en los trastornos alimentarios. Estudio en sanas, enfermas y expertos» (2007-2010) y «Activación de la gestión y la comunicación en pymes de México» (2007).

João Carlos Ferreira Correia Doctor y profesor en Ciencias de la Comunicación en la Universidade da Beira Interior (UBI), en Portugal. Imparte disciplinas asociadas a la relación entre medios de comunicación y ciudadanía. Coordina proyectos de investigación en esta área apoyados por la Fundação para a Ciências e Tecnologia [Fundación para la Ciencia y la Tecnología] (FCT). Preside, además, el GT (Grupo de Trabajo)

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de Comunicación Política de la SOPCOM –Associação Portuguesa deCiências da Comunicação [Asociación Portuguesa de Ciencias de la Comunicación]–.

Ana Castillo Díaz Profesora del área de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Extremadura (España). Es doctora en Comunicación por la Universidad de Extremadura y licenciada en Ciencias de la Información, en la especialidad de Publicidad, por la Universidad de Sevilla. Entre sus líneas de investigación están la comunicación institucional, la comunicación empresarial e institucional online y comunicación y salud, ámbitos en los que tiene diversas publicaciones. Forma parte del grupo de investigación AR-CO (Área de Comunicación) de la Universidad de Extremadura.

Delia Crovi Druetta Comunicóloga y latinoamericanista. Profesora titular de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha impartido clases en diversas universidades de México y del extranjero. Es vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) y directora científica de la ULEPICC (Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura). Fue responsable de la investigación «Jóvenes y apropiación tecnológica» desarrollada en la UNAM. Ha publicado diversos artículos y libros sobre temas de comunicación y nuevas tecnologías.

Ana Belén Fernández Souto Doctora en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Vigo (Galicia, España), es profesora titular de Planificación Estratégica de las Relaciones Públicas en la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de dicha universidad. Ha sido profesora invitada en varias universidades mexicanas, uruguayas, brasileñas, costarricenses y portuguesas. Cuenta con experiencia en organización de

índice de autoras y de autores

eventos y relaciones públicas. Autora de distintas publicaciones sobre relaciones públicas, turismo, planificación estratégica, etc., forma parte del grupo de investigación sobre comunicación persuasiva (CP2) de la Universidad de Vigo.

Ercilia García Álvarez Doctora en Economía de la Empresa y profesora catedrática laboral del programa Serra Hunter de la Generalitat de Catalunya, está adscrita al departamento de Gestión de Empresas de la Univ. Rovira i Virgili de Tarragona (España). Es investigadora sénior del grupo de investigación Consumo, Cultura y Ocio adscrito al Centre d’Estudis i de Recerca d’Humanitats de la UAB (Universitat Autònoma de Barcelona), y presidenta de Espacual (Asociación Española para el Avance de la Investigación Cualitativa).

Oscar Hemer Doctor en Filosofía, es profesor de creación literaria y periodismo en la Universidad de Malmö (Suecia). Es coordinador del máster en Comunicacion para el Desarrollo. Ha escrito cinco novelas y varios libros de ensayo y reportaje. Acaba de terminar un proyecto de investigación sobre el papel de la ficción en los procesos de transición de Argentina y Sudáfrica: Fiction and Truth in Transition: Writing the Present Past in South Africa and Argentina (Berlín, Lit Verlag, 2012). 

Agustina Iglesias Skulj Abogada por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Derecho por la Universidad de Salamanca. Ha sido contratada posdoctoral en la Universidad de A Coruña (Galicia, España). Sus líneas de investigación se iniciaron a través de las mutaciones del poder punitivo al compás de los procesos de globalización, en particular, en la figura del migrante sin papeles. En los últimos años, se agregaron al plano de investigación cuestiones de género y de sexualidad, como la trata de mujeres y el trabajo sexual. Es miembro del grupo de investigación ECRIM (Universidad de A Coruña).

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Xesús A. Lage Picos Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, y doctor en Sociología por la Universidad de Santiago de Compostela, su trayectoria profesional y académica estuvo vinculada con la investigación de las características de la propiedad del monte, la cultura, y el sector forestal en Galicia. En la actualidad, es profesor e investigador del Área de Sociología de la Universidad de Vigo (Galicia, España), donde imparte docencia en varias titulaciones, e investiga en el ámbito de las políticas culturales de Galicia y España.

Rocío López González Licenciada en Ciencias de la Educación y máster en Innovación Educativa por la Universidad de Sonora (México) y candidata a doctora en Pedagogía en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es coautora de diversas publicaciones, referentes a la utilización de las tecnologías digitales por parte de la juventud, con especial énfasis en los jóvenes estudiantes. Fue investigadora principal del proyecto «Acceso, uso y apropiación de las Tecnologías de Información y Comunicación, TIC, en la comunidad académica de la UNAM». Participó como investigadora invitada en el estudio «Jóvenes y apropiación tecnológica» de la UNAM.

Jordi López-Sintas Doctor en Economía de la Empresa y profesor titular del departamento de Economía de la Empresa de la Universidat Autònoma de Barcelona (España). Es investigador principal del grupo «Consumo, Cultura y Ocio» adscrito al Centre d’Estudis i de Recerca d’Humanitats [Centro de Estudios y de Investigación en Humanidades] y al departamento de Economía de la Empresa de la UAB. Es también vicepresidente de Espacual (Asociación Española para el Avance de la Investigación Cualitativa) y director académico del SAIC, el seminario avanzado de investigación cualitativa de la UAB.

índice de autoras y de autores

Marcelo Martínez Hermida Profesor titular de la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia, España) y coordinador del grupo de investigación Cidadanía e Comunicación (CIDACOM) y de la red de investigación Red Europa América Latina de Comunicación y Desarrollo (REAL_CODE), patrocinada por la Consellería de Educación e Ordenación Universitaria de la Xunta de Galicia y los fondos FEDER de la Unión Europea. Ha sido editor y coordinador de varias publicaciones; entre ellas: Televisiones locales en Europa: proximidad, programación y políticas de Comunicación (2002), Las comisiones fílmicas, un nuevo dispositivo para la promoción audiovisual (2003), y Ciudad y Comunicación (2010).

Aníbal Orué Pozzo Máster y doctor en Comunicación, es profesor e investigador de la Universidad Nacional de Asunción (Paraguay) donde creó la maestría en Comunicación de la cual también es docente. También imparte clases e investiga en la Universidad Nacional del Este, y dirige la maestría en Comunicación para el Desarrollo y el Cambio Social. Coordina el Núcleo de Investigación en Comunicación, Cultura y Poder y también el Centro de Estudios Paraguay-Brasil de dicha universidad. Fue profesor visitante en la Universidad de Hofstra (EUA) durante los años 2001-2002, y dictó cursos de posgrado en la Universidad de Nueva York, y en la Universidad de Wisconsin. Es miembro del consejo de redacción de la Revista Latinoamericana de Comunicación.

Juan Ramos Martín Investigador en formación del Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca (España), licenciado en Comunicación Audiovisual y máster en Estudios Latinoamericanos, ambos por la Universidad de Salamanca. En el momento de elaboración de este libro, se encuentra desarrollando su tesis doctoral sobre la estructura y la convergencia de medios comunitarios y alternativos de Bolivia. Forma parte del Grupo de Investigación Interdisciplinar en Industrias Creativas, Culturales y de la Comunicación (GRIC), integrado en la red REAL_CODE.

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Paul Rasse Catedrático en Ciencias de la Información y de la Comunicación en la Universidad de Niza Sophia–Antipolis (Francia). Es director y cofundador del grupo de investigación en Ciencias de la Información y de la Comunication I3M (información, entornos, medios, mediación). Dirige el Máster 2 Pro: «Evènementiel, Médiation et Ingénierie de la Culture», en la opción de artes actuales y museología, en la Universidad de Niza Sophia–Antipolis. Sus especialidades son la antropología de la cultura y de los mundos contemporáneos. Tiene en marcha las siguientes investigaciones: «El museo y la exposición de arte contemporánea como dispositivos sociotécnicos culturales, de información y de comunicación», «La diversidad cultural en cuestión» y «TIC y mutaciones de la sociedad hipermoderna».

Laura Isabel Rojas de Francisco Candidata del programa de doctorado de Humanidades, en la especialidad «La producción y el consumo de la cultura» de la Universitat Autònoma de Barcelona (España), es becaria del programa de formación de investigadores de la Generalitat de Catalunya e investigadora junior del grupo de investigación «Consumo, Cultura y Ocio», adscrito al Centre d’Estudis i de Recerca d’Humanitats y al departamento de Economía de la Empresa de la UAB.

Francisco Sierra Caballero Profesor titular de la Universidad de Sevilla (España). Dirige el Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) y es editor responsable de la Revista de Estudios para el Desarrollo Social de la Comunicación (REDES.COM). Ha elaborado varios estudios, monografías y ensayos en comunicación y desarrollo, políticas de comunicación, comunicación educativa y teoría de la información, entre ellos, Políticas de comunicación y educación. Crítica y desarrollo de la sociedad del conocimiento (2006). Dirige el máster internacional en Comunicación y Desarrollo de la Universidad Internacional de Andalucía.

índice de autoras y de autores

César Ricardo Siqueira Bolaño Profesor de la Universidad Federal de Sergipe (UFS), en Brasil, preside la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación y dirige la Revista Electrónica Internacional de Economía Política de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (EPTIC ON LINE). En la actualidad está inmerso en los siguientes proyectos: «El concepto de cultura en el pensamiento de Celso Furtado» (Cátedra IPEA/CAPES para el Desarrollo) y «Economía política de Internet», del Observatorio de Economía y Comunicación (OBSCOM/UFS).

Thomas Tufte Profesor titular de la Universidad de Roskilde, en Dinamarca, desde 2004, es titular de la cátedra UNESCO de Comunicación de la UAB en Barcelona (2003) y profesor visitante de la Rhodes University, en Sudáfrica (2002). Experto en comunicación para la salud, comunicación para el cambio social y estudios de audiencia, algunas de sus publicaciones son: Comunicación para el Cambio Social: lecturas históricas y contemporáneas (2008), TV, Família e Identidade - Porto Alegre «fim de seculo» (2006); Media and Glocal Change – Rethinking Communication for Development (2005); y Living with the Rubbish Queen – Telenovelas, Culture and Modernity in Brazil (2000).

Montserrat Vázquez Gestal Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es profesora titular de la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo (España) en Creatividad Publicitaria y Estrategias de la Comunicación Publicitaria. Ha sido profesora invitada en universidades italianas, mexicanas y portuguesas. Dirige el grupo de investigación sobre comunicación persuasiva (CP2) de la Universidad de Vigo y es investigadora principal del grupo de investigación de la Xunta de Galicia «Comunicación y turismo para minorías».

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