Reconocimiento y eticidad entre la familia y el estado: Un estudio del origen del conflicto y cambio político en la Antígona de la Fenomenología del Espíritu

Share Embed


Descripción

Luis J. Beltrán Álvarez Reconocimiento y eticidad entre la familia y el estado: Un estudio del origen del conflicto y cambio político en la Antígona de la Fenomenología del Espíritu 1 Introducción En la filosofía negativa propuesta por Hegel se plantea la posibilidad de cambios subjetivos, intersubjetivos y estructurales que podrían ser analizados en sus contextos como cambios políticos. La posibilidad de cambios políticos tienden a tener mayor dentro de la filosofía negativa en los conceptos de el reconocimiento y la eticidad. Es en estos conceptos donde Hegel nos devela la posibilidad de ver la esencia natural de la negatividad, y por ende, del conflicto y cambio político. Hegel ejemplifica esta dinámica de la negatividad dentro de la disputa entre familia y estado utilizando la figura trágica de Antígona. Es en esta figura trágica en la que centraré mi investigación, pues es en ella donde podemos ver las posibilidades de analizar la Fenomenología como una propuesta de conflicto para cambio político dentro de la naturalidad subjetiva e intersubjetiva que yace dentro de la relación familia y estado. El objetivo de esta investigación es analizar la filosofía negativa de Hegel como una propuesta positiva que nos dilucide la naturaleza del cambio político. La investigación se divide en tres partes: Reconocimiento subjetivo e intersubjetivo como reconocimiento político, Del reconocimiento puro: La Antígona de Hegel y El reconocimiento individual, familiar y social. Reconocimiento subjetivo e intersubjetivo como reconocimiento político.

                                                                                                                1

Este “paper” fue elaborado y desarrollado en el curso de la Fenomenología del Espíritu, este fue dictado por la profesora Rocío

Zambrana de la Universidad de Oregon. El trabajo fue presentado en el Día Mundial de la Filosofía (Diciembre 2014) y eventualmente será publicado en el blog que se desarrollará para la divulgación de los trabajos presentados en este congreso y los que se desarrollarán en el futuro. Este proyecto de divulgación está dirigido por el profesor Raúl de Pablos Escalante, y el comité de divulgación y edición está liderado, por la estudiante y PET del Departamento de Filosofía, Rosa O’ Connor, y en el cual soy uno de los colaboradores.

 

1  

“Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad […] el individuo que no ha arriesgado la vida puede sin duda ser reconocido como persona, pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente”(Hegel 1966, 116).

La filosofía de Hegel claramente es una respuesta a las teorías modernas del derecho natural. En este fragmento Hegel nos da la base, de lo que podríamos denominar, su filosofía política dentro de la Fenomenología del Espíritu. Es en el reconocimiento, entre subjetividades e intersubjetividades, donde Hegel propone una filosofía del otro, que sobre pasa la muy individualizada noción de reconocimiento individual que nos trae el kantianismo. Le humanidad en Hegel es un reconocimiento, es una lucha que podría representar el arriesgar la vida. Es en la búsqueda el reconocimiento en el otro donde se sobre extiende el valor de los subjetivo y la verdadera noción de individualidad hegeliana. En el concepto de reconocimiento, Hegel introduce la posibilidad de constitución de la subjetividad e intersubjetividad. Es en esas relaciones donde reside lo verdaderamente humano, es decir, “aquellas que Hegel concibe como generadoras de, y a la vez constituidas por, el Espíritu-, frente a la noción abstracta de individuo y sociedad de las teorías contractualistas” (Acosta 2009, 20). Para Hegel es en el Espíritu donde subyace el develamiento de toda relación verdaderamente human. Es allí, donde el reconocimiento subjetivo se constituye con el otro, donde nace el Espíritu. Para Hegel es en el reconocimiendo donde yace, según Acosta, “la manera como los hombres, en comunidad, nos comprendemos e interpretamos en todas nuestras relaciones sociales, sean éstas culturales, religiosas o filosóficas, y que todo ello tiene lugar, única y exclusivamente en el marco de una totalidad ética, la cual se convierte, así, en el espacio de posibilidad del desarrollo de nuestra vida como una vida plenamente humana” (Acosta 2009, 22). Allí donde nace el Espíritu hegeliano es el momento donde nace la libertad de los individuos. Las relaciones sociales y políticas en Hegel son las mismas constitutivas de la subjetividad. Es en el desarrollo de estas relaciones de reconocimiento donde podemos hablar de identidad. Lo constitutivo del ser humano es en la acción racionalizada, donde el hombre que busca no delimitarse, consigue en el otro el poder de ejercer su plena  

2  

subjetividad en intersubjetividad, donde el yo soy libre sí el otro me reconoce como un ser libre. Es en esas relaciones de demandas particularidades donde subyace las nuevas teorías políticas que mejor describen los cambios políticos. Me refiero aquí a la filosofía política que nos trae Ernesto Laclau, donde el reconocimiento es visto como equivalencias. Laclau nos comenta que “es sobre la base de la equivalencia entre elementos formalmente diferentes, y en oposición a un ‘poder’ que los niega, que se estructura un campo popular. (Laclau 1987, 31) Al igual que Hegel, Laclau constituye en el reconocimiento la posibilidad de formar las relaciones humanas para cambio político. Claro está, Laclau toma este pensamiento desde la teoría gramsciana, pero es evidente que estos conceptos son generados desde la negatividad explorada por parte de los hegelianos de izquierda. La relación política y libertad se da dentro del marco del reconocimiento hegeliano. Es en la generación del deseo de una voluntad individual donde se da la consideración comunitaria que fundamenta la libertad. María del Pilar Acosta nos menciona que es “cuando lo particular coincide con lo universal, determinado este último por las costumbres (Sitten) y el derecho, puede decirse entonces que dicha voluntad es libre”(Acosta 2009, 24). Esta voluntad libre que nos menciona Acosta se da dentro de las relaciones intersubjetivas que nos ejemplifica el reconocimiento, relación que se da entre el reconocimiento consciente de la dignidad entre seres humanos libres en autoconsciencia. La naturaleza humana en Hegel es a base de la lucha por el reconocimiento mutuo. Las relaciones humanas son demandas por reconocimiento, que son determinadas por la lucha, esta que puede resultar en la muerte. Aquí es donde seda el desenlace histórico, donde reside el mismo cese de la violencia. Pues es en el devenir histórico donde puede entenderse la naturaleza humana, y sus diferencia, es en el acto para ser reconocida y no subyugada donde podremos ver tanto el desenvolvimiento de la violencia como el cese de la misma.

 

3  

Las relaciones políticas humanas no se dan por relaciones de miedo, se dan en el entrelazamiento político del reconocimiento. El conflicto político yace dentro del reconocimiento de que hay una vida y que debe ser reconocida por el otro. Como nos menciona Acosta: “en efecto, para Hegel, las relaciones con los otros son la manera como la propia conciencia encuentra objetivada su propia certeza, el saberse no animal, el saberse humano, para poder construir sobre ello la propia subjetividad” (Acosta 2009, 27). La conciencia humana en Hegel se hace autoconsciente a base de la lucha a muerte, que subyace en principio, en la necesidad del reconocimiento del otro como autoconciencia. Aquí es que nace lo político, en lo que debe ser reconocido, donde la existencia es dada en relaciones conflictivas de reconocimiento, donde lo digno es ser reconocido como autoconsciencia, donde la vida propia sea reconocida recíprocamente con la del otro. La humanidad en Hegel esta sujeta en las relaciones subjetivas e intersubjetivas que se disponen en el reconocimiento de la vida. Es en el arriesgar la vida donde se puede llegar a reconocer las demandas mutuas de reconocimiento y por ende la visibilidad de todo un conjunto de relaciones políticas que se dan desde el individuo hasta el Estado. Del reconocimiento puro: La Antígona de Hegel. “[…] el hermano es para la hermana la esencia igual y quieta en general, su reconocimiento en él es puro y sin mezcla de relación natural; la indiferencia de la singularidad y de la contingencia ética de ésta no se dan, por tanto, en esta relación; sino que el momento del sí mismo singular que reconoce y es reconocido puede afirmar aquí su derecho, pues se halla vinculado al equilibrio de la sangre y la relación exenta de apariencia” (Hegel 1966, 269).

La ejemplificación que Hegel utiliza para hablar de sujeto puro de reconocimiento es la tragedia de Antígona. En ella, Hegel nos nuestra el límite de la lucha por reconocimiento, donde la búsqueda de ella por el reconocimiento subjetivo de su hermano (Polinices) es lo formará la más pura política del reconocimiento. Es de interés de Hegel mostrar que allí, en la figura de Antígona, yace las formas puras de la ética. Es en Antígona, como nos comenta Alegría, donde “esta inversión constitutiva de la existencia individual de la substancia en pura subjetividad autoconsciente…”(Alegría 1994,14). En Antígona donde podemos ver las relaciones de reconocimiento en conflicto.  

4  

Antígona entrega, según Hegel, toda racionalidad práctica o interés humano en pago por el más puro interés por la verdad, acaba con su vida física y mental y pone a la polis en el más grave peligro de auto-aniquilamiento (reta al estado o cometer el peor delito), con tal de hacer inevitable una aclaración colectiva sobre la naturaleza de la ley”(Alegría 1994,14). En la figura de Antígona, Hegel, nos muestra la lucha por reconocimiento en la forma más ética y honesta dentro de una relación subjetiva. Antígona no busca su reconocimiento, ella busca el reconocimiento de su hermano, éste que es un cadáver. Es en la búsqueda del reconocimiento del hermano donde Antígona emprende el conflicto contra el Estado de Creonte. Hegel ve el sacrificio individual en Antígona como lo más puro y hermoso. Es en este conflicto donde mejor se puede ejemplificar la necesidad de las relaciones intersubjetivas y la forma primaria de cómo en la sociedad se da el reconocimiento de la autoconsciencia. Hegel nos muestra en la figura de Antígona “la posibilidad de una moral moderna no tradicionalista, se basa en el enriquecimiento de la conciencia de la ley en sentido universalista” (Alegría 1994, 17). Para Alegría es esta figura de honestidad intelectual donde podemos ver “interés puramente teórico en la verdad (a su vez motivado por un originario temor a vivir en el engaño) logra abrir paso a una nueva imagen, más compleja, de la racionalidad de al acción, aunque esto de momento tenga sólo un sentido negativo, anti-práctico”(Alegría 1994, 17). Aunque la figura de Antígona es una criminal, bajo las leyes de Creonte, esta busca reformar y contra ponerse ante las leyes injustas que Creonte ejerce en su Estado. Es esta búsqueda de reconocimiento particular, en ese conflicto familiar, donde se da la posibilidad de cambios políticos en el conjunto de la sociedad. El negarse a seguir las leyes injustas de Creonte, llevó a la destrucción de toda la estructura de noreconocimiento que estaba inmersa en las leyes humanas de Creonte. Como nos cita Alegría de la traducción de Hegel del fragmento 926 de Sócofles: “weil wir leiden, anerkennen wir, dass wir gefehlt” [porque sufrimos, reconocemos que hemos errado]” (Alegría 1994, 21). Esto podría interpretarse: que en la búsqueda del reconocimiento

 

5  

sufrimos, aunque se tenga que errar (sea por violación de ley o la destitución revolucionaria) es necesaria la lucha por ese reconocimiento. Antígona es para Hegel el Espíritu Verdadero, es allí donde se vislumbra el mejor ejemplo de la Eticidad. Gualdrón nos menciona que este Espíritu Verdadero, ejemplificado por Hegel en Antígona, no solo busca el reconocimiento individual, sino que en esa misma búsqueda se da “de manera inmediata e indivisible […] la pregunta por un reconocimiento desde el punto de vista de la comunidad.” (Gualdrón 2012, 83) El acto que acomete Antígona deja de ser individual para convertirse en la relación más ejemplificada y constitutiva de la comunidad. Es en esa demanda por reconocimiento más pura donde podemos ejemplificar la constitución más pura de la comunidad. La relación principal de reconocimiento de la comunidad se da en las demandas particulares que son ejercidas por los individuos que la componen. Para Gualdrón Hegel utiliza a Antígona para ser el punto de partida para ejemplificar el verdadero pueblo y las verdaderas relaciones constitutivas de la individualidad. Gualdrón comenta que Hegel ve “que la verdad del pueblo griego surge de una voluntad común y ya no de una individual (como sucedía en momentos anteriores de la Fenomenología del Espíritu), y que no se trata de una creación o invención particular por parte de una conciencia individual; por supuesto, tampoco de una ley externa a la comunidad misma que se imponga sobre la conciencia y le dicte una acción o comportamiento particular. Se trata, pues, de una armonía simple capaz de incluir las diferencias, los distintos espíritus inocentes”(Gualdrón 2012,84-85). En esta acción de los actores y personajes de la tragedia, que actúan unilateralmente, se ve la posición de ese otro, donde en ese reconocimiento particular de da el reconocimiento del otro. El personaje trágico de Antígona al representar el Espíritu verdadero Hegel lo adjudica al lado de la ley divina. Es en este individuo puro donde mejor podemos ver la necesidad política del reconocimiento de las demandas particulares por parte del Estado. La tragedia de Sófocles, que nos narra Hegel, el cómo desde la búsqueda del reconocimiento se da la posibilidad de un conflicto y subsiguiente el cambio político. Es la ignorancia e intransigencia de Creonte (Estado) la que lleva su  

6  

sociedad a un cambio político violento. Evento hubiese sido lo contrario si existiese el reconocimiento de estas demandas particulares dentro del componen familiar y social que subyacen en el Estado de Creonte. La búsqueda del absolutismo estatal y la imposición legal llevó a Creonte a la destrucción. El reconocimiento individual, familiar y social. “la perdida del hermano es irreparable para la hermana” (Hegel 1966, 269).

Dentro de la dinámica de reconocimiento de Polinices en la disputa entre Antígona y Creonte subyace todo el núcleo de la tragedia en Hegel. En el deber de enterar el muerto y la relación hermano y hermana subyace la pureza del reconocimiento como principio político y constitutivo de la sociedad. Para Gualdrón es en esta tragedia donde se ve el límite de las relaciones políticas dentro de la sociedad, éste menciona que ella “no puede ser superada, es insuperable en su dilación infinita; su historia es, tal vez, la mejor forma de mostrar el carácter paradójico y límite de la comunidad, de toda comunidad y, por eso, valdría la pena detenerse aquí sin pasar necesariamente a un nuevo estadio del desarrollo histórico, a un nuevo ejemplo” (Gualdrón 2012, 97). Es en el sufrimiento de Antígona donde vemos la fibra de las relaciones de demandas que se dan en una sociedad. El sacrifico que hace Antígona, que en principio se da de forma desinteresada, conlleva a la expresión máxima de resultado de un conflicto ético en la sociedad. En la búsqueda del reconocimiento de Polinices se da la aclaración y realización social del lugar que cada individuo debe ser dado en la sociedad. En las disputa trágica que nos trae Hegel se puede ver el carácter ético de las oposiciones sociales. Este carácter se da entre “potencias éticas” de familia y Estado, donde la primera es “la eticidad natural, donde la eticidad se da como amor familiar” (Landaeta y Arias 2013, 125). Es en la acción que acontece entre Antígona y Creonte donde podemos ver la representación de la vida en comunidad. Para Landaeta y Arias la relación política entre Antígona y Creonte se dan como necesidad, en la interpretación de Hegel, para mostrar que es necesario “el equilibrio Antígona-Creonte, porque la distancia o la contraposición ha de ser recorrida en las dos direcciones, el camino a la unidad.” (Landaeta y Arias 2013, 126)  

7  

Lo político en la tragedia que nos trae Antígona, según Landaeta y Arias, se puede ver desde la toma de conciencia sobre el acto cometido en Antígona. En el reconocimiento de la culpa por la acción cometida (pues sin conciencia no puede haber culpablidad) (Landaeta y Arias 2013, 126) es que podemos ver la pureza de la acción desinteresada y la naturalidad del acto político que subyace en la individualidad dentro de la sociedad. Hegel ve que “este reconocimiento expresa la dualidad superada del fin ético y de la realidad, expresa el retorno a la disposición ética, que sabe que sólo rige el derecho” (Hegel 1966, 278). Aunque hay un reconocimiento en Creonte, luego de las recomendaciones dada por Tiresías (Sófocles 2006, 178-9), el destino ya estaba dado y ya el actuar por parte del estado era tarde. La disputa ente la familia y el estado – ley divina y ley humana- que se da en la tragedia es por naturaleza la ejemplificación de lo que son las relaciones sociales según Hegel. Relaciones se dan dentro del marco de reconocimiento como necesidad, como deberes individuales que son inherentes dentro de la familia, como los deberes del estado que son inherentes a la familia. Las relaciones que trae Hegel dentro de esta dialéctica son necesarias para lo constitutivo de lo individual como lo social. Es por esto que la ignorancia e indiferencia mostrada por Creonte, por parte de la demanda por reconocimiento hecha por Antígona, le llevó a la muerte y al cambio político. Pues en es en la familia donde se dan las relaciones inmediatas de la sociedad, y el primer componente ético de la comunidad, donde se encuentra la vida en comunidad y el orden de la actividad social. La demanda que hacía Antígona no sólo era familiar, también era una demanda social. Como bien nos comenta Landaeta y Arias: “La máxima acción que realiza esta primera comunidad es la que se obstina en llevar a cabo Antígona: el entierro de los muertos. Con esta acción se justifica la singularidad de los individuos, y se les salva de desaparecer como una mera “sombra irreal que se borra” (Hegel 1966, 265) (Landaeta y Arias 2013, Nota 127). La propuesta de subjetividad e intersubjetividad que nos trae Hegel dentro de la Fenomenología del Espíritu, más allá de una crítica a las nociones modernas de la individualidad y la ética de miedo hobbsiana, nos trae una propuesta ética y política que puede ser descrita dentro de la tragedia de Antígona. Para Hegel es dentro de las  

8  

relaciones del Estado y familia que se dan las experiencias trágicas que dan forma a la comunidad. Entre las disputas individuales por reconocimiento, hasta las relaciones familia y estado, podemos ver cómo se da una fuerza que subyace el poder absoluto de la ley y que contradice toda noción de razón individual. Es en la tragedia familiar de Antígona donde se puede ver la inherencia de la naturalidad del conflicto y subsiguientemente la posibilidad de formas para el cambio político. Hegel nos muestra que dentro del poder desmesurado y personalizado se sientan las bases para crear las tragedias que no ejercitan la posibilidad de formar la autoconciencia y por ende el espíritu. La disolución del conflicto subyace dentro del reconocimiento propio de las diferencias y la perpetuación de un carácter político que podríamos denominarlo como democrático. Conclusión La propuesta de filosofía crítica traída en la Fenomenología es esclarecedora para entender la naturaleza del sujeto político y las rupturas estructurales que se generan históricamente en nuestra sociedades. El análisis del reconocimiento que trae Hegel bajo Antígona nos provee un análisis antropológico y sociológico del cómo se genera una ruptura, cuándo se reconoce esa ruptura y cómo se establece el cambio político. Para Hegel es en la conciencia humana, que se hace autoconsciente a base de la lucha a muerte, donde subyace en principio, la necesidad de que ese otro le reconozca como autoconciencia. Es aquí donde podríamos ver una primera noción de lo político en Hegel. Es en lo que debe ser reconocido donde vemos las relaciones conflictivas del reconocimiento, donde lo digno es ser reconocido como autoconsciencia y donde se reconoce el valor de la vida propia y la vida del otro. Es aquí donde se da la noción de humanidad en Hegel, donde las relaciones subjetivas e intersubjetivas se disponen al reconocimiento de la vida. Hegel utiliza la tragedia de Sófocles, para ejemplificar el cómo desde la búsqueda del reconocimiento se da la posibilidad de un conflicto y subsiguiente el cambio político. Es en la ignorancia e intransigencia de Creonte (Estado) es la que lo lleva a su propia muerte y subsiguiente al cambio político. Evento que hubiese sido lo contrario si existiese

 

9  

el reconocimiento de estas demandas particulares que son componentes de familiar y social dentro del Estado de Creonte. Podemos ver dentro de la propuesta de subjetividad e intersubjetividad, que nos trae Hegel dentro de la Fenomenología del Espíritu, una crítica que va más allá de las nociones modernas de la individualidad y de la ética del miedo hobbsiana. Hegel nos trae una propuesta ética y política, que puede ser descrita como componente constitutivo de la sociedad desde los estudios de la filosofía política y social. Bibliografía Acosta López María. 2009. Hegel y el concepto de reconocimiento: la intersubjetividad como constitutiva de la subjetividad. Intersubjetividad Ensayos filosóficos sobre autoconciencia, sujeto y acción. Universidad Nacional de Colombia. Editorial Facultad de Ciencias Humanas. Pp 17- 44. Alegría Varona Ciro. 1994. Hegel, la tragedia y la posibilidad de una ética moderna. Areté. Pontificia Universidad Católica del Perú. Vol 5. Num 1, pp 7-23 Hegel G.W.F. 1966. Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica. D.F, México. Edición Felix Meiner, Hamburgo. Gualdrón Miguel. 2012. Antígona: ¿Lugar imposible de una comunidad? Universitas Philosophica. Bogotá, Colombia. (julio- diciembre) Vol 59. Año 29. Pp. 81-98. Laclau Ernesto. 1987. Populismo y transformación del imaginario político en América Latina. Boletín de Estudios Latinoamericanos y del Caribe. No.42 (Junio 1987). Pp. 25-38. Landaeta Mardones Patricio, Arias Krause Juan Ignacio. 2013. La interpretación Política de la tragedia griega de Hegel. Medellín, Colombia. Revista Coherencia. Vol 10, No 19. (Juno-Diciembre 2013) pp. 113-133.

 

10  

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.