Reconceptualización del heroismo como acción prosocial: factores de la personalidad y la situación

October 6, 2017 | Autor: Ligia María Orellana | Categoría: Personality Psychology, Heroism, Psicología De La Personalidad, Heroísmo
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RECONCEPTUALIZACIÓN DEL HEROISMO COMO ACCIÓN PROSOCIAL: FACTORES DE LA PERSONALIDAD Y LA SITUACIÓN

Ligia Orellana Calderón José Sepúlveda Maldonado

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I. Análisis de la conceptualización de personalidad en cuanto al heroísmo El tema del heroísmo en el ámbito de la psicología ha sido poco estudiado. Figuras heroicas pueden encontrarse en todas las culturas, reales o míticas y se considera que lograr tal estatus es una posibilidad remota reservada para unos pocos selectos con habilidades especiales, o por la suerte, lejos de lo que podría lograr una persona promedio (Blau, Franco y Zimbardo, 2009; Franco, Blau y Zimbardo, 2011). Sin embargo, Zimbardo y colaboradores (Franco, Blau y Zimbardo, 2011; Blau, Franco y Zimbardo, 2009) se han dado a la tarea de redefinir este concepto, en un intento por revitalizar el significado original de la palabra, a la vez que se quiere modernizar para que sea un concepto, accesible al público y que guíe el comportamiento prosocial. Desde la psicología social, el heroísmo es definido actualmente como una actividad social que (1) está al servicio de otros en necesidad, sea una persona, un grupo, una comunidad, ideales negados, nuevos estándares sociales; (2) en la que la persona se involucra voluntariamente más allá del deber; (3) con conocimiento de los posibles riesgos y costos; (4) aceptando un sacrificio o riesgo con anticipación y (5) sin ninguna ganancia externa anticipada al momento de actuar (Franco, Blau y Zimbardo, 2011; Blau, Franco y Zimbardo, 2009). Además, ser héroe es una construcción social que puede o no reflejar fielmente los méritos de la acción, y en la que entran en juego factores como la intención, el éxito versus el fracaso, la presencia o ausencia de testigos, etc. (Franco, Blau y Zimbardo, 2011; Blau, Franco y Zimbardo, 2009). Así, bajo esta definición, el heroísmo abarca los principios constituyen la definición de personalidad según McAdams y Pals (2006), quienes conciben la personalidad como (1) una variación única individual en el diseño evolutivo general de la naturaleza humana, que se expresa en un (2) un patrón de rasgos disposicionales, (3) adaptaciones características y (4) narrativas vitales, en un (5) contexto sociocultural determinado. Sobre el punto de la naturaleza humana, estos autores sostienen que el diseño general privilegia tendencias tanto a la agresión como al altruismo, planteamiento que Zimbardo y colaboradores han propuesto desde el estudio de la cárcel de Stanford en 1971 (ver Zimbardo, 2008): que toda persona tiene la capacidad innata de actuar de forma antisocial o prosocial, aunque esta capacidad esté mediada por ciertos elementos personales, situacionales y contextuales.

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Según McAdams y Pals (2006), los rasgos disposicionales implicados en la vida social constituyen el aspecto más estable y reconocible de la individual psicológica, son dimensiones amplias, no-condicionales, descontextualizadas, lineales y bipolares, e implícitamente comparativas. En esta línea, si bien hay rasgos previos que influyen en el acto heroico, como el coraje y el pensamiento independiente, la relación más importante entre rasgos y heroísmo es la transformación de personalidad que podría derivar del proceso de “heroización” (Franco, Blau y Zimbardo, 2011). Franco y Zimbardo (2006) afirman que aún no hay seguridad sobre cómo las características personales se combinan con la situación para generar acciones heroicas. En cuanto a las adaptaciones características, pueden ser el punto crucial en el planteamiento del heroísmo, pues al verse influenciadas por el ambiente y la cultura (y por lo tanto, cambiar con el tiempo), implica la posibilidad de promover e intencionar comportamientos heroicos. Otra relación entre estos conceptos es que las adaptaciones características están ancladas en la situación, por lo que sería posible ver tantas acciones heroicas como situaciones. Respecto al concepto en sí, Costa y McCrae (1994) (citados en McAdams y Pals, 2006) lo llama “adaptación” porque ayudan al individuo a ajustarse a su siempre cambiante entorno social; las características reflejan el núcleo psicológico de la personas. Esto explicaría el comportamiento heroico, que al estar íntimamente relacionado a las adaptaciones características, se presenta (generalmente) como comportamientos ocasionales, dependientes del contexto, y arraigados como posibilidad en el núcleo psicológico de la persona. Finalmente, cabe aclarar que las adaptaciones características, y por lo tanto el comportamiento heroico, varían tremendamente entre culturas, familias y las etapas del ciclo vital, y se activarán en respuesta a las demandas diarias de la vida social. En cuanto a las narrativas de vida Franco, Blau y Zimbardo (2011) señalan que cualquier persona, aún individuos con historias de vida negativas, pueden llegar a ser figuras heroicas. En este sentido, es posible que la narrativa de vida en forma de biografía juegue un rol esencial en el heroísmo. Franco y Zimbardo (2006) presentan el ejemplo de Chiune Sugihara, un diplomático japonés que en el transcurso de su vida desafió ocasionalmente las restricciones sociales de la sociedad japonesa a inicios del siglo XX, acumulando una serie de pequeños actos heroicos, siendo su acto más grande el extender visas para que miles de judíos pudieran escapar a Lituania durante la Segunda Guerra Mundial. Una historia similar ocurrió con el diplomático salvadoreño José Arturo Castellanos, quien salvó la vida de alrededor de 14,000 mil judíos (Karam, s/f)

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Finalmente, McAdams y Pals (2006), argumentan que la cultura tiene un impacto considerable en las adaptaciones características, y dado que el heroísmo depende mucho de estas adaptaciones, la cultura también jugará un papel crucial. La vida diaria crea los contextos más inmediatos y próximos en el que las vidas de los individuos encuentran sus diseños característicos. Pero los individuos no aceptan pasivamente los valores y metas de su sociedad, incluso a veces resisten las normas para construir patrones de vida individuales que desafían las convenciones culturales. El heroísmo es una atribución social, nunca personal; el acto en sí mismo es una decisión solitaria, existencial. Es histórica, cultural y situacionalmente determinada, pues los héroes de una era pueden ser villanos en otra; pueden ser admirados por un grupo y considerados aberrante por otros; personas externas que observan pueden aclamarle, pero quienes están cerca experimentan malestar por su falta de voluntad para conformarse a las normas establecidas y guardar silencio (Franco, Blau y Zimbardo, 2011). Por último, y paradójicamente, los rasgos asociados con el heroísmo pueden ser un síntoma de psicopatología o mal ajuste, surgiendo de una fantasía de rescate como factor motivador, o de características del narcisismo. En la Segunda Guerra Mental, por ejemplo, los soldados con una salud mental deteriorada pasaban por un periodo de “sobreconfianza”, y las condiciones de cohesión grupal intensa, perspectiva distorsionada del tiempo e ira hacia el enemigo podrían haber generado acciones que alguien en su estado “normal” no habría llevado a cabo durante el combate (Franco, Blau y Zimbardo, 2011). II. Metodología de investigación empleada Se tiende a creer que sólo cierta clase de gente es capaz de cruzar la línea de la maldad (Franco, Pamlin, Langon, Blau y Zimbardo, 2007). Sin embargo, la psicología ha demostrado lo contrario, con el experimento de obediencia de Stanley Milgram en la década de 1960 (ver Milgram, 1963), y luego con el experimento de Philip Zimbardo de la cárcel de Stanford en 1971 (ver Haney, Banks y Zimbardo, 1973). Estos y otros estudios mostraron que hasta para la gente psicológicamente “normal”, la línea entre el bien y el mal es permeable (Blau, Franco y Zimbardo, 2009). Es del experimento de Zimbardo de donde se deriva el estudio del heroísmo, o más bien, deriva de la generalización de este experimento al análisis del caso real de las torturas en la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, que salieron a la luz en el 2004.

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Esto es porque las similitudes entre la cárcel planteada en el experimento y la de Abu Ghraib son notables: el involucramiento de los guardias en comportamientos cada vez más sádicos para abusar de los prisioneros, conocimiento y la mirada pasiva de sus superiores de los abusos (que no hicieron nada para detener el abuso), la aparición de un “whistleblower”, una persona que da la alarma acerca de lo sucedido: en el experimento fue la estudiante Christina Maslach, quien llamó la atención sobre la falta de ética del estudio y logró que se diera por terminado. En Abu Ghraib, fue Joseph Darby, un soldado que decidió entregar un CD con las fotos del abuso a un superior (Blau, Franco y Zimbardo, 2009). Estos estudios experimentales y los análisis y extrapolaciones derivadas de ellos, permitió determinar ampliar la mirada tradicional (hasta ese momento) concluyendo que la “maldad” puede generarse bajo situaciones de presión, señalando que en un contexto con fuerzas situacionales poderosas se operan cambios en cómo los individuos piensan y actúan (Franco, Pamlin, Langon, Blau y Zimbardo, 2007), logrando que los grupos asuman nuevas identidades (Franco y Zimbardo, 2006). No es hasta la década del 2000 que se cambia el enfoque de quienes sucumben a la situación a quienes no lo hacen. La literatura aún es escasa pero se está generando por tres vías: revisiones teóricas, estudios de figuras históricas consideradas heroicas, e investigaciones empíricas a gran escala (hasta hoy por medio de encuestas electrónicas). Con base en las dos primeras vías, Franco, Blau y Zimbardo (2011) han generado la taxonomía, definiendo seis tipos de héroes: civil, marcial, Buenos Samaritanos, figuras político-religiosas, whistleblowers y quienes retan a la burocracia. Por la tercera vía, se ha mejorado la definición de heroísmo, separándola de otras acciones prosociales como el altruismo (Franco, Blau y Zimbardo, 2011), a la vez que se investiga factores culturales que apoyan o entorpecen la habilidad de actuar acorde a los valores propios1.

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El Heroic Imagination Project (Proyecto de Imaginación Heroica) está llevando a cabo una encuesta en línea para determinar qué factores en el ambiente de trabajo alientan u obstruyen acciones valerosas; la encuesta puede responderse en el siguiente enlace: https://www.surveymonkey.com/s/HIPCultureResearch (recuperado el 1 de octubre de 2011).

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III. Análisis de los aportes sobre el funcionamiento psicológico individual y aplicaciones específicas del heroísmo De la teoría de la Banalidad de la Maldad, que señala la habilidad latente de gente normal para cometer actos horrendos (Blau, Franco y Zimbardo, 2009) se ha avanzado hacia la Banalidad del Heroísmo, que lleva en la dirección moral opuesta: “¿qué tal si la capacidad de actuar heroicamente también es fundamentalmente ordinaria y está disponible para todos nosotros?”. La idea de la banalidad del heroísmo refuta el mito del “héroe elegido”, por el que adscriben características personales sobrehumanas a las personas que hacen algo especial y que lleva a la trampa de la pasividad, el no actuar (Franco y Zimbardo, 2006). Frente a esto, el fenómeno se discute en términos de coraje, resistencia, altruismo extremo, moralidad y otros (Franco, Blau y Zimbardo, 2011). El estudio del heroísmo desde la psicología ha aportado conocimientos respecto a al funcionamiento individual y de las personas que actúan heroicamente y al contexto que facilita u obstaculiza la ejecución de este tipo de conductas prosociales. Desde la definición de McAdams y Pals (2006) de la personalidad, el punto crucial en este fenómeno lo constituyen las características adaptativas: hasta hoy se ha concluido que las respuestas comportamentales asociadas a este fenómeno están relacionadas con ciertos rasgos situacionales. Reconocer el poder de las fuerzas situaciones no excusa los comportamientos, sino que permite trascender el tratamiento individual y buscar las redes causales que deben ser modificadas o potenciadas, según sea el caso (Zimbardo, 2004). Franco, Blau y Zimbardo (2011) señalan que muchas personas son capaces de llevar a cabo actos heroicos con el pensamiento correcto y bajo ciertas condiciones que exigen esos actos. A partir de esto, hay tres aportes conceptuales principales. El primer aporte es la identificación de cuatro dimensiones en la persona heroica. Primero, involucra una búsqueda, desde la preservación de la vida hasta la preservación de un ideal. Segundo, el héroe debe tener cierta forma de riesgo o sacrificio real o anticipado. Tercero, el acto heroico puede ser pasivo o activo, en el segundo caso, por ejemplo, la resistencia pasiva o el negarse a moverse de donde está. Finalmente, el heroísmo puede ser abrupto, el acto de una sola vez, o algo que persiste por un periodo prolongado (para una aproximación en profundidad ver Franco y Zimbardo, 2006). El segundo aporte conceptual es la sistematización del concepto de heroísmo, que permite distinguir tres formas amplias de acción heroica (Blau, Franco y Zimbardo, 2009;

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Franco, Blau y Zimbardo, 2011): la primera es la marcial o militar, la idea tradicional del héroe de guerra, que hace eco en otros contextos en los que también se arriesga rutinariamente el bienestar físico y la vida bajo un código de conducta, como los policías, bomberos y paramédicos. El heroísmo civil es similar porque implica riesgo físico aunque no hay código de conducta ni entrenamiento para lidiar con la situación; un ejemplo de esto es un transeúnte que realiza un rescate de emergencia (Franco, Blau y Zimbardo, 2011). Tanto el heroísmo marcial como el civil son un heroísmo arquetípico. Cabe destacar que este arquetipo es más fácilmente atribuible a hombres que a mujeres (Rankin y Eagly, 2008). El tercer tipo, el heroísmo social, es típicamente menos dramático y tiene que ver con el riesgo y sacrificio personal en otras dimensiones de la vida, incluyendo consecuencias financieras, pérdidas del estatus social, posibles problemas de salud a largo plazo y ostracismo (Glazer & Glazer, 1999, citado en Franco, Blau y Zimbardo, 2011). En cuanto al último aporte teórico relevante, se reconocen ciertas paradojas en el heroísmo. La primera remite a la personalidad de quien hace estos actos, y plantea el estado público versus la interioridad de la decisión de actuar heroicamente: muchas acciones provienen de una toma de decisión interna y ocurren en circunstancias que no favorecen su reconocimiento. Una segunda paradoja se refiere a la comprensión del funcionamiento individual, en cuanto a la distinción entre una personalidad altruista y heroica, los rasgos de una y de otra se diferenciarían por el riesgo de la acción para quien la ejecuta, la velocidad con que la hace, y la trascendencia de barreras para entrar a la situación. Al concebirlo como un atributo universal y no como una característica de figuras sobrehumanas, el heroísmo se convierte en algo que se encuentra en el ámbito de posibilidades de cualquier persona (Franco, Pamlin, Langon, Blau y Zimbardo, 2007), por lo que se abre una línea de investigación interesante respecto a que factores, y en qué medida, estimulan el desarrollo de acciones heroicas. Aún no se sabe con certeza qué caracteriza el paso final hacia la acción heroica, pero se teoriza que un factor importante para estimularlo es promover la imaginación heroica (Franco y Zimbardo, 2006). La “imaginación hostil” incluye pensar en los otros como objetos, como seres que no tienen valor, que son menos que humanos; esto es, deshumanizar. El antídoto es promover la “imaginación heroica” en los ciudadanos. Ello requiere evaluar consciente, cuidadosa y críticamente cada situación para no dejar pasar una emergencia que requiere acción; desarrollar

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el “detector de discontinuidad”, una conciencia de que hay cosas que no calzan, que están fuera de lugar, que no tienen sentido en un contexto, obteniendo información para llevar a cabo una acción responsable; no temerle al conflicto interpersonal, y desarrollar la dureza personal necesaria para mantenerse firme por los principios que sostenemos; estar conscientes de un horizonte, no sólo el momento presente; involucrarse en la situación actual y aun así imaginar escenarios alternos futuros, que dependen de las acciones o fallos al actuar que tengamos en el presente; resistir la urgencia de racionalizar la acción y desarrollar justificaciones que reformulen acciones dañinas como aceptables medios para un fin supuestamente virtuoso; y, finalmente, tratar de trascender las consecuencias negativas anticipadas, confiando en que si el curso es justo, otros eventualmente reconocerá el valor de nuestras acciones heroicas (Franco y Zimbardo, 2006). IV. Análisis crítico de aportes y aplicaciones y reflexiones personales Nos parece relevante la modernización del concepto de heroísmo y el consecuente aporte a la comprensión del funcionamiento heroico individual, así como la ampliación del concepto para hacerlo más accesible al público y, más importante aún, que esta nueva concepción pueda guiar el comportamiento prosocial. Si bien este fenómeno tiene un tinte fuertemente situacionista, no descarta que haya rasgos personales y adaptaciones características que deban ser cultivadas en las personas, como ciertas formas de pensar y actuar, y tampoco exonera a la cultura de promoverlas. De hecho, hay evidencia de que los rasgos de personalidad pueden cambiar con el tiempo y debido a factores del entorno (Roberts, Walton, y Viechtbauer, 2006). En la actualidad, se exaltan figuras políticas, científicos, estrellas del deporte y artistas; estas personalidades tienen factores deseables pero que no necesariamente llevan a una acción prosocial. El dirigir la mirada al entorno conlleva a exigir que la cultura genere nuevos “guiones” (McAdams y Pals, 2006) que combatan la pasividad y la deshumanización, y que potencien a cambio la imaginación heroica y la acción prosocial. Nos llama la atención la delgada línea que distingue el heroísmo del despotismo, planteado por los autores bajo el concepto de “El lado oscuro del heroísmo”, ejemplificando con el caso de Adolf Hitler, quien era considerado un héroe por mucha gente en Alemania. En este sentido, el poder del bien puede ser corrompido y convertido en un instrumento del mal, dependiendo de la perspectiva del observador. Por ser un tema de estudio relativamente nuevo,

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queda como tarea pendiente definir qué criterios pueden hacer de una acción heroica o despótica; personalmente, creemos que uno de estos criterios debe ser el causar el menor daño posible, al menos número de personas posible. Otro vacío que queda es el estudio de un perfil heroico en función del género, vacío reconocido por los mismo autores (Blau, Franco y Zimbardo, 2009). Como mencionamos, el heroísmo arquetípico es fundamentalmente masculino, por los rasgos que se le adjudican: valentía, fuerza física, competencia, racionalidad, etc. Paradójicamente, como encontraron Rankin y Eagly (2008), también se les adjudica características consideradas femeninas, como el realizar actos desinteresados y la preocupación por el otro. Estas autoras encontraron que en el imaginario colectivo, estas características se le atribuyen a hombres, pero al preguntar si se conoce héroes en la vida real, las personas mencionan tanto hombres como mujeres. Ante esto, las autoras advierten sobre el problema de aclamar acciones heroicas de hombres mientras se esconden las de las mujeres. Un tema de investigación pendiente y que generaría un avance en la comprensión del fenómeno es cómo alguien que se considera un héroe social2 puede guiarnos a través de la disonancia que ellos mismos producen, para aceptar un nuevo juego de valores que tiene el potencial de generar más acciones constructivas (Franco, Blau y Zimbardo, 2011).

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Un ejemplo reciente de heroísmo social lo constituyen Julian Assange, fundador de WikiLeaks, y la soldado Chelsea Manning, notable colaboradora de esta organización. La acción de hacer del conocimiento público documentos diplomáticos clasificados les ha traído el reconocimiento de muchos sectores, pero también el rechazo de otros, al punto de que ambos han sufrido persecución. En el caso de Manning, actualmente cumple una condena de 35 años.

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V. Referencias Blau, K., Franco, Z., & Zimbardo, P. (2009). Fostering the heroic imagination: an ancient ideal and a modern vision. Eye on Psi Chi, 13(3), 19-21. Franco, Z., Blau, K., & Zimbardo, P. (2011). Heroism: A Conceptual Analysis and Differentiation Between Heroic Action and Altruism. Review of General Psychology, 15(2), 99-113. Franco, Z., Pamlin, D., Langdon, M., Blau, K., & Zimbardo, P. (2007). Is Lei Feng still a modern hero? A consideration of heroic action in the context of culture. Recuperado el 7 de septiembre de 2011 desde: http://pamlin.net/blog/Heroic_Action_in_the_Context_of_Culture.pdf Franco, Z., & Zimbardo, P. (2006). The banality of heroism. Greater Good Magazine, 3(2), 3035. Haney, C., Banks, C., & Zimbardo, P. (1973). Interpersonal dynamics in a simulated prison. International Journal of Criminology & Penology, 1(1), 69-97. Karam, V. (s/f). Diplomático destacado Salvadoreño Coronel José Arturo Castellanos: Héroe del Holocausto.

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disponible

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http://www.mexicodiplomatico.org/art_diplomatico_especial/arturo_castellanos_diplomatico.pdf

McAdams, D., & Pals, J. (2006). A new Big Five. Fundamental principles for an integrative science of personality. American Psychologist, 61(3), 204-217. Milgram, S. (1963). Behavioral Study of obedience. The Journal of Abnormal and Social Psychology, 67(4), 371-378. Rankin, L., & Eagly, A. (2008). Is his heroism hailed and hers hidden? Women, men and the social construction of heroism. Psychology of Women Quarterly, 32(4), 414-422. Roberts, B., Walton, K. y Viechtbauer, W. (2006). Personality traits change in adulthood: reply to Costa and McRae (2006). Psychological Bulletin, 132(1), 29-32. Zimbardo, P. (2004). A situationist perspective on the psychology of evil: understanding how good people are transformed into perpetrators. En A. Miller (Ed.) The social psychology of good and evil: understanding our capacity for kindness and cruelty. Nueva York: Guilford. Zimbardo, P. (2008). The Lucifer Effect: understanding how good people turn evil. Estados Unidos: Random House.

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