Recensión a \"J.M. Laboa– V. Vide– R. Mate, El valor de una decisión. De Benedicto XVI a Francisco\"
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J.M. Laboa– V. Vide– R. Mate, El valor de una decisión. De Benedicto XVI a Francisco, PPC, Madrid 2013, 176 pp., 15,5 x 20,5 cm, ISBN 978-84-2882613-6. El título del libro establece con claridad los dos hechos históricos que constituyen su objeto: la renuncia al ministerio petrino por parte de Benedicto XVI y la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como papa Francisco. La editorial PPC ha contactado con tres conocidos autores para abordar el hecho desde tres perspectivas diferentes. Juan María Laboa aporta la visión del historiador. Parece una apuesta segura, habida cuenta de su dilatada y prestigiosa trayectoria académica. Pero, en honor a la verdad, hay que decir que en este trabajo predomina un tono ligero más cercano al género periodístico que a la historia académica. Algunos ejemplos de entre los muchos posibles serían las siguientes afirmaciones: «Si Jesús se presentara en Roma con sus apóstoles, vestidos como vestían en Galilea... se encontraría de sopetón ante un colegio cardenalicio coloreado de púrpura...» (39) «Benedicto XVI y su antecesor se apoyaron casi exclusivamente en las organizaciones eclesiásticas más conservadoras, dejando de lado a menudo a quienes representaban más y mejor la tradición renovada y la creatividad más libre» (29) «Si esta dedicación a la oración fuera seguida por obispos y sacerFacies Domini 6 (2014), 241-266
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dotes jubilados, la comunidad eclesiástica terminaría encontrándose en mejores condiciones y Roma no contaría en sus calles, ceremonias y saraos con tantísimos cardenales, arzobispos y obispos sin oficio ni beneficio» (32). Puesto que el único precedente de renuncia al ministerio papal era Celestino V, hubiera sido de esperar que se le dedicara amplio espacio al hecho y su contexto. Lamentablemente no ha sido así. El bilbaíno Vicente Vide es el teólogo sistemático de este libro. Su lectura de la renuncia es doble. Ante todo, tiene una implicación cristológica: «con su renuncia, el papa ha realizado un gesto que muestra la centralidad de Cristo en la Iglesia [...] Cristo se autovació y se despojó de su rango divino. El papa Ratzinger, al autodespojarse y autovaciarse del rango de sumo pontífice... nos muestra que el ministerio petrino [se ejerce mejor] cuanto más y mejor nos lleva al Cristo servidor de todos que pasó por uno de tantos» (78-79). El segundo significado de la renuncia es eclesiológico. Con mucha agudeza, Vide muestra que la crítica de Francisco a la autorreferencialidad de la Iglesia encontró un preludio elocuente en Benedicto XVI: «ha sido la renuncia del papa Benedicto XVI la que ha abierto el camino de una Iglesia que debe dejar de ser autorreferencial y ser servidora por amor de la humanidad» (84). Puesto que Vide ha desarrollado sus últimas investigaciones en el ámbito de una Teología de la Comunicación (cf. su libro Comunicar la fe en la ciudad secular. Teología de la comunicación, Santander 2013), no sorprende que aquí se apunten algunas reflexiones en clave comunicativa. Aunque Benedicto XVI no fuera un gran comunicador, señala Vide, su dimisión «constituye una imagen que vale más que mil palabras, es toda una comunicación de fe y confianza en Dios, es toda una catequesis que habla por sí misma» (107). Dicho de otro modo: «la renuncia de Benedicto es también una enseñanza magisterial» (98). La tercera contribución es la más original, sorprendente y libre. Se debe a Manuel Reyes Mate. La renuncia de Benedicto XVI, en opinión de Mate, «daba la razón a un tipo de teología rival que había combatido sin descanso» (140). Alude aquí a la confrontación biográfica y teológica entre el teólogo y obispo Ratzinger y J. B. Metz. Este último ha tratado de recuperar la visión bíblica de la historia, en la que se valora la irrupción de Dios en el tiempo. El lugar donde se aprecia con más claridad la oposición entre ambas perspectivas es el Holocausto. Frente a un Metz, que ha tratado de elaborar una teología después de la Shoá, «para Ratzinger, Auschwitz es un traspié de la historia, como tantos otros, pero que no provoca alarma, no obliga... a un antes y un después» (142). La visión de la historia del teólogo que sería Benedicto XVI, con su fuerte impregnación platónica, tendía a la circularidad y no dejaba mucho hueco al aguijón apocalíptico del cristianismo. Pero su renuncia lo ha cambiado todo: «el gesto de renuncia de Benedicto XVI es expresión de interrupción […] Facies Domini 6 (2014), 241-266
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Llamamos interrupción a esa emergencia interpelante de la parte silenciada por la historia» (162-163). Con su renuncia, «lo que ha hecho Ratzinger no ha sido cambiar de opinión, sino protagonizar un gesto que desborda todo lo por él antes escrito o pensado» (144). Por su parte, Francisco es el papa que sucede al que renunció. En él se encarna el nuevo tiempo, como lo muestra el hecho de que, al elegir el nombre, quisiera ponerse bajo la protección de Francisco de Asís. Como señala Giorgio Agamben, lo nuevo de Francesco no es la opción por los pobres, sino la alternativa al poder. No se opone un poder a otro poder, sino una vida nueva. Una comunidad que nace no del dominio, sino del amor al prójimo (cf. pp. 168-169). El libro ayuda a pensar dos acontecimientos históricos sobre los que habrá que volver en el futuro. Agradecemos a PPC la iniciativa de editar este libro, y su impecable presentación. Domingo García Guillén
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