Queer: la resistencia a lo normal

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Descripción

E E U Q

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la resistencia a lo “normal”

Pablo Santaolalla

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Queer: la resistencia a lo “normal”

Pablo Santaolalla Rueda Ensayo para Postorientalismo, New Age y Nuevos Movimientos Sociales Universidad Miguel Hernández. 2015

________________________________________________________Resumen

Los nuevos movimientos sociales aparecen a partir de la segunda mitad del siglo XX, salvo excepciones, con una diferencia significativa a los anteriores debido a sus reivindicaciones y su modo de lucha, o resistencia, que van acompañadas en muchos casos. En el presente texto se hace un recorrido en los movimientos conocidos como “Queer” o movimientos, en la actualidad, “LGBTT…”. En un primer punto veremos los comienzos, casi individuales, de dicho movimiento a lo largo del pasado siglo y cómo se fue transformando en una lucha que hoy en día consta de miles de asociaciones alrededor del mundo. Los “raros”, “pervertidos”, “gays y lesbianas”, “viciosos”, fueron algunos de los nombramientos por parte de la sociedad hacia un grupo de personas relacionadas con prácticas “tenebrosas” y VIH. Un recorrido que pretende mostrar la construcción de una idea, de una forma de ser, a veces confundida con estilo, y los procesos que llevaron a cabo en una época donde las reivindicaciones pasaron de lo social, que también, a lo personal. El sexo, la sexualidad, el placer; todo un discurso de saber-poder que pretendía decidir sobre lo íntimo. Lo privado hecho público. En el último apartado, previo a la conclusión personal, se elaboran las ideas principales sobre la elaboración teórica de la disidencia sexual y la de-construcción de entidades estigmatizadas donde, a través de la resigficación del insulto, se consiguió reafirmar la elección sexual como un derecho humano. Las sexualidades periféricas se expanden y lo “normal” queda en medio de un crisol de posibilidades.

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La dialéctica homo: del homosexual y el homófilo a los movimientos LGTB

En la segunda mitad del siglo XIX la sodomía era considerada un delito en la mayoría de los países occidentales y sus colonias, sólo estaba despenalizada en los países que habían seguido el ejemplo del código penal francés que había considerado delitos solamente aquellos comportamientos que perjudicaran a un tercero, en Europa estas excepciones fueron además de Francia, España, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Italia y Baviera (antes de la formación del imperio alemán), y en América Brasil, México, Guatemala y Argentina. En el resto de países los homosexuales sufrían penas de prisión, generalmente de entre 5 y 10 años, que en algunos lugares podían llegar a la cadena perpetua e incluso la pena de muerte. Esta situación hizo que en el último tercio del siglo empezaran a surgir iniciativas reivindicando la despenalización allí donde todavía se condenaba la homosexualidad. Al principio fueron acciones individuales de los primeros activistas como las de Heinrich Hössli (1784-1864), Karl Heinrich Ulrichs (1825-1895) o Károly Mária Kertbeny (1824-1882) para más tarde convertirse en un movimiento social con fuerza de pensamiento y de personas involucradas. A finales del siglo pasado comienzan en Alemania a organizarse asociaciones con el objetivo de lograr la despenalización de las prácticas homosexuales masculinas que originaría durante la República de Weimar el movimiento de reivindicación de los derechos de los homosexuales más activo del mundo. En 1897 se creó en Berlín el Comité científico humanitario (Wissenschaftlich-humanitäres Komitee, WhK) para luchar contra el artículo 175 del código penal y por el reconocimiento social de los homosexuales y los transexuales, convirtiéndose así en la primera organización pública de defensa de derechos de los homosexuales del mundo. En el Reino Unido, donde la presión policial era mayor también, surgió un reducido grupo de activistas en la clandestinidad como Edward Carpenter (1844-1929) o los integrantes de la orden de Queronea. Se denominó movimiento homófilo al movimiento homosexual surgido tras la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente entre 1945 y finales de la década de 1960. El término «homófilo» fue adoptado por los grupos de esta época como alternativa a la palabra 3

homosexual, para enfatizar el amor en lugar del sexo, y alejarse de la imagen negativa y estereotipada del homosexual sexualmente promiscuo. Pretendían conseguir la aceptación de los homosexuales y conseguir que fueran miembros respetables de la sociedad a través de dos medios: la difusión del conocimiento científico sobre la homosexualidad, que desterrara mitos negativos, y el debate para intentar convencer a la mayoría de la sociedad de que, a pesar de las diferencias que se reducían al ámbito privado, los homosexuales eran personas normales y honradas. Se considera a estos grupos políticamente moderados y cautelosos en comparación con los movimientos LGBT tanto precedentes como con los que les sucedieron. Sin embargo, pocos estaban dispuestos a salir del armario, ya que se arriesgaban a ser encarcelados en la mayoría de los países occidentales y la homofobia imperaba en la opinión pública de la época. En este periodo se formaron varias organizaciones homófilas en diversos países de Europa y América. Una de las principales tareas que realizaron los grupos homófilos fue la de publicar revistas que difundieran los conocimientos científicos sobre homosexualidad y trataran el tema desde un punto de vista positivo, entre estas publicaciones destacaron Der Kreis, Arcadie y ONE, Inc. Finalmente, el término homófilo cayó en desuso con el declive del movimiento y sus organizaciones al surgir el movimiento de liberación gay sobre el año 1969.

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Queer; Movimiento Queer; Teoría Queer.

Queer [kʷɪɚ(ɹ)]: la fórmula de la fonética

La palabra inglesa queer tiene varias acepciones. Como sustantivo significa “maricón”, “homosexual”, “gay”; se ha utilizado de forma peyorativa en relación con la sexualidad, designando la falta de decoro y la anormalidad de las orientaciones lesbianas y homosexuales. El verbo transitivo queer expresa el concepto de “desestabilizar”, “perturbar”, “jorobar”; por lo tanto, las prácticas queer se apoyan en la noción de desestabilizar normas que están aparentemente fijas. El adjetivo queer significa “raro”, “torcido”, “extraño”. La palabra queer la encontramos en las siguientes expresiones: to be queer in the head (estar mal de la cabeza); to be in queer street (estar agobiado de deudas); to feel queer (encontrarse indispuesto o mal); o queer bashing (ataques violentos a homosexuales). Los estudios de género han sido emparentados con la Teoría Queer, pues ambos discuten las identidades (mujeres en el primer caso, gays y lesbianas en el segundo), reformulando nuevos procesos de identificación y de diferenciación en torno a la sexualidad. Según Fabienne Worth, fue en 1989 en la conferencia sobre cine y vídeo queer titulada How do I look?, organizada por Bad Object-Choices en la ciudad de Nueva York, cuando el término queer se hizo público por primera vez. Sin embargo, quien se ha llevado la fama de haber inaugurado el uso de este término ha sido Teresa de Lauretis, al haberlo utilizado en la introducción del número especial sobre Teoría Queer publicado por la revista Dijferences en 1991. La publicación de este número especial coincidió además con la publicación del libro Inside/ Out, editado por Diana Fuss, una colección de ensayos que marcarían el tipo de contenidos que ocuparían a la Teoría Queer en el futuro. Todo esto siguiendo los pasos de los trabajos de Judith Butler (1990) y Eve Kosofsky Sedgwick (1990).

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Movimiento Queer

Como se ha comentado en el primer apartado, el movimiento Queer tuvo un nacimiento como tal que lo sitúa junto al grupo activista estadounidense Queer Nation, uno de los primeros en poner en marcha esta nueva forma de lucha y el primero en reivindicar el uso del término ‘queer’. Mientras que el movimiento gay y lésbico estaba comprometido fundamentalmente con las políticas de identidad, asumiendo la identidad como el prerequisito necesario para una intervención política efectiva, el movimiento queer mantiene una relación más estrecha con las categorías de identificación. Desilusionado con las formas tradicionales basadas en la identidad de la organización política, el sujeto queer opera no tanto como una nomenclatura alternativa sino como una forma de llamar la atención hacia aquellas ficciones de identidad que estabilizan todas las categorías identificatorias. El movimiento queer es, además, el ejemplo más extremo de la característica descentralización y la reivindicación de espacios autónomos de los nuevos movimientos sociales. Como los otros movimientos postmodernos, el movimiento queer se articuló en pequeños grupos de acción directa o producción cultural y artística, como compañías de teatro o colectivos de artistas que se reúnen puntualmente como el conocido Queer Up North Festival que tiene lugar en Manchester. El movimiento queer se articula en una maraña de pequeños grupos que ni siquiera llegan a poder considerarse organizaciones, cuya estructura y forma de actuar roza más el concepto de tribu, utilizado por Maffesoli (2004), ya que sus miembros se reúnen para compartir una determinada estética y sensibilidad. Su estilo de movilización también carece de estrategia, es siempre la acción directa, un tipo de reivindicación que luego seguiría también el movimiento antiglobalización, con una efectividad muy limitada. El movimiento queer no dilucida el problema ético de la definición de las prácticas de libertad, “porque no va más allá de las prácticas de liberación” (Faucoult, 1987). Según Panedo (2008), el movimiento persigue la liberación de la sexualidad y el deseo, pero sin lograr llegar a la raíz de estas cuestiones y explicar qué significan realmente las prácticas de libertad y como se puede practicar la libertad. Se limita a articular prácticas basadas, precisamente, en la sexualidad, o sexualidades y el deseo, por

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lo que se sigue manteniendo el dilema ya avanzado por Foucault donde la liberación es en ocasiones la condición política o histórica para que puedan existir prácticas de libertad. En Nueva York, en 1989, surgía el primer grupo queer que generaría la expansión de esa teoría con la formación de otros colectivos seguidores de tales ideas. Como ya se ha citado, el Queer Nation se extendió como grupo por Estados Unidos, llegando a Canadá, y promoviéndose en todo tipo de ciudades y campus universitarios. La ideología arraigó también en Gran Bretaña y otros países. A pesar de ese auge, los grupos de Queer Nation se disgregaron y desaparecieron a mitad de la década de los años 90. Su desgaste, según los teóricos, se debió a la radicalidad democrática que quisieron imponer. No obstante, el queer en sí mismo goza hoy en día de toda una cultura que lo diferencia y lo consagra. Su ideario, tanto político como social, cultural o antropológico, es de por sí algo que sigue siendo materia de estudio y cuestionamiento, así como base para distintas corrientes queer. Es larga la lista de personajes que han significado mucho para el pensamiento y la teoría queer a lo largo de estas últimas décadas y la evolución de dicho movimiento. Los pioneros en difundir el queer, que se definirá en el siguiente apartado, fueron personajes como Gayle Rubin, Kaja Silverman, D.A. Miller, Sue-Ellen Case, Douglas Crimp, o Michel Foucault , entre muchos otros. Y es muy extensa la literatura y opiniones de toda índole de autores que ha provocado. Desde la feminista Teresa de Laurentis, quien fue la primera en utilizar el término “teoría queer”, hasta Ricki Wilchins y su Queer Theory, Gender Theory (Teoría Queer, Teoría de Género), pasando por multitud de estudiosos de las humanidades y la sociología, que han enfocado la atención en ese ideario que forma parte, ya, de la historia de los siglos XX y XXI. Este grupo surgió en medio del torbellino que provocó el activismo en torno a la lucha contra el sida, abanderado fundamentalmente por el movimiento de gays y lesbianas. Queer Nation heredó las estrategias de lucha en las calles y de confrontación directa con el sistema y, al estilo más puramente posmoderno, tomó prestados estilos y tácticas de la cultura popular, de las luchas de liberación negra, los hippies, los activistas contra el sida, las feministas y el movimiento pacifista, para construir su propio estilo de confrontación (Penedo, 2008). Pero su concepción de la raíz de la discriminación provocada por la homofobia pretendía ir más allá de los planteamientos asimilacionistas del movimiento de 7

gays y lesbianas, ya que su pretensión era la transformación del discurso público sobre sexualidad a través de la desestabilización de los límites del espacio tanto público como privado, desmontando la idea de que la sexualidad era algo a confinar única y exclusivamente en el espacio privado. Para ello emplearon tácticas que fueron desde la 'invasión' de bares y centros comerciales frecuentados por heterosexuales, a la representación de ‘besadas' masivas en determinados espacios públicos, ideas que se podían observar, grosso modo, en el movimiento negro de Estados Unidos en cuanto a la “ocupación de espacios”. De esta forma, Queer Nation demostraba que la naturalización de un espacio como 'heterosexual' dependía necesariamente de la invisibilidad de los gays. Curiosamente, el nombre de Queer Nation surgió como una broma, como un nombre provisional que habría de ser cambiado por otro en breve. Sin embargo su éxito lo mantuvo como denominador de este grupo, y dio muestra de la voluntad de este grupo de activistas por buscar un cambio, por trivializar y hacer una crítica a la vez a todo el ceremonial y la seriedad con la que se había rodeado el movimiento de gays y lesbianas hasta el momento y que, a su entender, no había servido para lograr la liberación. Reivindicando una palabra tan negativa como era ‘queer' en aquel momento, estos activistas ponían en solfa conceptos largo tiempo asumidos por heterosexuales y gays, al buscar liberarse de la opresión de ser nombrados por los 'otros'. Ahora sentían que eran ellos quienes imponían las reglas mediante el reto y la confrontación. En Inglaterra, a finales de los ochenta, la situación de impaciencia entre los grupos de gays y lesbianas llegó a un punto de no retorno no sólo por la aparición del sida y toda la homofobia que acompañó a los primeros años de la pandemia, sino también por la aprobación el 24 de mayo de 1988 de la Cláusula 28 de la Ley de Gobierno Local que estipulaba que una autoridad local: - No promoverá intencionalmente la homosexualidad, o publicará material con la intención de promover la homosexualidad. - No promoverá la enseñanza en ninguna escuela concertada en la que la homosexualidad puede ser aceptada como una relación familiar.

La aprobación de esta ley provocó múltiples y variadas protestas en toda Inglaterra, muchas de ellas utilizaron las tácticas puestas en marcha por ACT-UP en Nueva York a 8

partir de su creación, un año antes. De esta forma, unas semanas después de la creación de Queer Nation, nació OutRage (furia, indignación,…) con un programa y actitudes de confrontación similares. Muy influidos por los movimientos de desobediencia civil, ellos mismos incluyeron estas tácticas en sus estrategias y se manifestaron comprometidos con la “acción directa pararradical y no violenta”. Este compromiso se materializó durante su primer año de vida, por ejemplo, en una boda queer en Trafalgar Square y una “besada” colectiva en Piccadilly Circus. Esta ola general de descontento, la que diera lugar al nacimiento de grupos como Queer Nation, fue impulsada por muchas activistas lesbianas, hartas de no contar con voz propia en su trabajo dentro de organizaciones dominadas por la presencia de gays, y centradas en las necesidades masculinas, como Act Up y Queer Nation. También ellas sintieron la necesidad de adoptar una nueva aproximación a la lucha. Surgió así una “Nación Lesbiana” dirigida por “bolleras”, cuya apropiación de un epíteto derogativo señalaba una nueva forma de lucha que podía incluso amenazar el propio concepto de identidad lesbiana. El movimiento queer no se detiene en la crítica de la construcción de las identidades sexuales, sino que amplía su radio de acción a entramados sociales de nuevo calado como la etnicidad, la religión, la ecología, y, en general, los grupos marginados por el capitalismo globalizado de fines del siglo XX. Está en contra del concepto clásico de género, que distinguía lo "normal" (en inglés straight) de lo "anómalo" (queer). Lo queer afirma que todas las identidades sociales son igualmente anómalas. Los disturbios de Stonewall producidos en el Greenwich Village en protesta por el acoso policial a la comunidad gay de Nueva York supusieron un punto de inflexión en la lucha a favor los derechos civiles de los homosexuales de todo el mundo. Se desencadenaron el 28 de junio de 1969 como reacción a una redada policial en el bar de ambiente gay, el Stonewall Inn, extendiéndose a las calles adyacentes durando tres días. Era la primera vez que la comunidad homosexual se enfrentaba de forma contundente contra las fuerzas policiales, y causaron gran conmoción en la comunidad sirviendo de aglutinante de las pequeñas organizaciones homófilas que habían estado funcionando hasta entonces. Tan sólo unas semanas más tarde se fundó en Nueva York el Frente de Liberación Gay (GLF). La elección de su nombre se explica por la cercanía ideológica con las luchas anti9

imperialistas en Vietnam y Argelia. A final de año, el GLF ya contaba con grupos en ciudades y universidades por todo el país, y aunque tuvo una existencia fugaz pronto fue reemplazada por otros grupos más estables como Gay Activists Alliance. En poco tiempo surgieron organizaciones similares en Canadá, Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos, México, Argentina, Australia y Nueva Zelanda. No tardaron en aparecer otros grupos con los mismos objetivos en la mayoría de los países de mundo. El primer aniversario de los disturbios de Stonewall se celebró como el día de la liberación de Christopher Street, el 28 de junio de 1970, haciendo una reunión en Christopher Street y la primera marcha del orgullo gay de la historia, que recorrió 51 manzanas hasta Central Park. La marcha necesitó menos de la mitad del tiempo previsto debido al brío de los participantes, pero también por la cautela que había a la hora de andar por la ciudad con signos y pancartas gays. Frank Kameny fue una de las figuras más significativas del movimiento LGBT de Estados Unidos. En 1957, Kameny fue despedido de su posición como astrónomo del ejército de Estados Unidos, en el servicio de cartografía en Washington, a causa de su homosexualidad, llevándolo a comenzar una hercúlea lucha con el sistema que transformaría el movimiento homófilo y encabezaría un nuevo periodo de militancia en el movimiento de liberación LGBT de principios de la década de 1960. En sus palabras vemos que “cuando surgió lo de Stonewall, participamos de cincuenta a sesenta grupos gays en el país. Un año más tarde había por lo menos mil quinientos. Dos años después, en la medida en que se podían contar, eran unos dos mil quinientos”. Él se dio cuenta pronto del cambio fundamental causado por los disturbios de Stonewall. Al haber sido un organizador del activismo gay desde la década de 1950, estaba acostumbrado a usar la persuasión, a intentar convencer a los heterosexuales de que las personas homosexuales no eran diferentes a ellos. Cuando marchaba junto a otras personas delante de la Casa Blanca, el Departamento de Estado o el Independence Hall, tan sólo cinco años antes, su objetivo era tener el mismo aspecto de los trabajadores del gobierno de los Estados Unidos. Pero el éxito y consecuencias de los disturbios de Stonewall se deben en gran medida al cambio de mentalidad general que se había producido en la sociedad en los años 60, promovida por la revolución sexual, el movimiento feminista y la lucha por los derechos civiles de las minorías raciales. Stonewall representa un punto de inflexión en la 10

organización de los colectivos y la interconexión de la subcultura gay, cambiando radicalmente su programa político. Mientras que los activistas de las generaciones anteriores habían luchado sobre todo por una mayor aceptación, las generaciones siguientes a Stonewall exigirán el reconocimiento social, la integración y equiparación de derechos completa. A finales de los ochenta y durante la década de los noventa se produjo un cambio enorme donde el lesbianismo, mucho más si cabe que la homosexualidad masculina, dio el salto desde la prensa 'alternativa' a los medios de difusión nacional, las lesbianas aparecen representadas en las revistas femeninas más vendidas, tanto como objeto de debate como representación de lo más “in” (a la moda). Los medios tratarían el lesbianismo como si fuese un don, y por lo tanto florece como parte de las sexualidades normativas, dejando la clandestinidad y pasando a ser aparentemente absorbida por el tejido social. Es en esta época, a principios de los noventa, cuando el término queer resurge de sus cenizas para servir como concepto articulador de una oposición al término gay. Un sorprendente bucle, un giro más en el ansia por reescribir la historia de la homosexualidad en occidente. Se trataba ahora de poner en cuestión los esfuerzos de gays y lesbianas por reivindicar la igualdad y sus derechos civiles, los cuales habían conseguido ocupar un lugar propio entre los movimientos sociales de las décadas de los 70 y de los 80. El 10 de febrero de 1999, el National Liberty Journal, una revista de corte cristiano conservador, publicó en los Estados Unidos un artículo titulado Padres alerta: Tinky Winky sale del armario, escrito por el predicador cristiano evangelista y conservador radical, Jerry Falwell, que decía: “Al personaje, cuya voz es obviamente la de un niño, se le ve llevando un bolso rojo, y se ha convertido en el personaje favorito entre los grupos gays de todo el mundo. Han surgido más evidencias de que los creadores han intentado convertir a Tinky Winky en un icono para los gays. Es de color púrpura, el color del orgullo gay, y su antena tiene la forma de un triángulo, el símbolo del orgullo gay”. Las controversias comenzaron a darse, ya no tanto en la sociedad en su conjunto, sino como una lucha entre las personas de los movimientos y las familias conservadoras, las católicas, religiosas, y las derechas más duras. El movimiento, como tal o como movimiento LGTB, sigue hoy en día latente con diversas, mundiales, acciones que podemos ver en el día a día. Lo podemos ver en sencillos 11

indicios que muestran que la lucha no ha acabado, que continúa con más fuerza, si cabe, para terminar con esa parte de la sociedad que todavía ve “anormal”, no natural, cualquier acto que ponga entre las cuerdas la imagen hegemónica de familia, la imagen del hombrehetero-viril. Veamos, sobretodo, las diferentes manifestaciones bajo el nombre de “Pride Parade” en Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, Australia,…, el “Día del Orgullo” en España, celebradas cada año. Decir que la lucha ha acabado, siquiera está a medio camino, sería despreciar parte del mundo e intentar reforzar la imagen que tenemos de mundo como mundo occidental, sin nada más a la hora de globalizar en nuestra idea. No sólo mediante los actos más llamativos, los que cubre la prensa, son los que se llevan a cabo por las diferentes asociaciones que luchan por la igualdad en tanto a condiciones de familia (matrimonio, adopción,…), reconocimiento social y la lucha contra estados donde todavía se penaliza, con la cárcel y la muerte, el amor. En el cuadro que presento, se ha querido mostrar un mapa mundial con los diferentes logros conseguidos por parte de tales movimientos, y las penas actuales que existen en otros países.

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Teoría Queer

Si algo tiene como significativo cualquier movimiento, es la proliferación de una idea que se convierte en conocimiento, en saber, que representa poder, y poder ejercer el derecho a la autodeterminación de forma que dicha ideología cobre fuerza a través de un proceso y el proceso se redefine a través de la palabra. Es por ello que se veía necesario recopilar, aunque no fuese sencillo debido a la cantidad de trabajos encontrados, un recorrido hacia lo que se ha denominado Teoría Queer, el pensamiento surgido del movimiento, del pensamiento individual y colectivo, que ha intentado definir desde sus propias posiciones lo que se debe considerar como sexualidad sin prototipos. Uno de los principales obstáculos al abordar la Teoría Queer es dilucidar los límites entre teoría y práctica política. Ya que, aunque los teóricos queer han hecho siempre alarde de extraer y desarrollar sus teorías a partir del activismo político, lo cierto es que esta faceta de la Teoría Queer es bastante limitada, primero, porque enseguida se asentó en el ámbito académico y, en segundo lugar, porque el activismo queer está fuertemente marcado por la acción individual, o en pequeños grupos, lo que impide que se pueda desarrollar de manera organizada. Para Arlene Steiner y Ken Plummer (1996) las principales características que definen los trabajos académicos queer son: • Una conceptualización de la sexualidad que contempla el poder sexual imbricado en diferentes niveles de la vida social, expresada discursivamente y transpuesta a través de los límite y divisiones binarias. • El cuestionamiento de las categorías de sexo y género, y de las identidades en general. Las identidades son siempre inciertas, constituyendo desplazamientos de la identificación y el conocimiento. • Un rechazo de las estrategias de reivindicación de los derechos civiles a favor de las políticas del carnaval, la trasgresión y la parodia que lleva a una deconstrucción, polarización, así como a lecturas revisionistas y a políticas anti-asimilacionistas

La Teoría Queer nos habla del pensamiento que rechaza todo los roles establecidos como inamovibles o rígidos en el sistema convencional. El queer, admite la diversidad absoluta como dimensión humana, sin determinantes biológicos o sociales de género, sexo, raza, cultura, nacionalidades, ni otros factores que establezcan distinciones sociales. Nace al calor del movimiento Queer y es una corriente social que se opone a las etiquetas preestablecidas y que aboga por la libertad a la hora de ser, de estar en el mundo, de 13

relacionarse con los demás y rechaza categorías universales como "hombre" o "mujer", "homosexual", "heterosexual, sosteniendo que éstas esconden un número enorme de variaciones culturales, ninguna de las cuales sería más fundamental o natural que las otras. Desde la primera ecografía, la sociedad nos pone una etiqueta de la que no podremos librarnos el resto de nuestras vidas: “es niña, es niño”, prefija nuestros comportamientos, actitudes, creencias, posturas corporales, y formas de relacionarnos basándose en la idea de que la naturaleza es la que nos obliga a ser una cosa o la otra. Sin embargo, hoy sabemos que naturaleza y cultura van dadas de la mano, y que el género es una construcción cultural que varía según las comunidades humanas (porque los conceptos de feminidad y masculinidad son diferentes según las épocas históricas, las zonas geográficas, las creencias religiosas, etc.). Etiquetar no solo nos sirve para definir los procesos, los objetos, las personas, y para comprender la complejidad de la realidad, sino también para jerarquizar, es decir, considerar que unos grupos son superiores a otros. Las etiquetas, entonces, sirven para discriminar, y están basadas en estereotipos o imágenes sociales colectivas, que son reduccionistas y normalmente van cargadas de prejuicios, como la dicotomía que se establece entre la categoría "hombre" y la categoría “mujer”. La aportación de las feministas a la Teoría Queer es especialmente importante, sobre todo aquellos análisis en los que se interrelacionan las categorías de raza, género y sexualidad. En “Palabra contagiosa...” (2000b), Judith Butler asegura que “el homosexual es el sujeto que se niega a sí mismo, para quien permanece prohibido describirse a sí mismo”. El término “homosexual” tiene que ser atribuido por otras personas. La autonegación es el requisito indispensable para su ejercicio y la sobrevivencia. Hacer referencia a la propia condición es caracterizado como conducta homosexual. No es posible concebir la idea: “soy homosexual, pero no ejerzo”. Judith Butler (2000a) ha ejercido una gran influencia dentro de la teoría feminista y en los estudios queer por proponer una concepción del género imitativa y representativa. Para la filósofa, la autodefinición homosexual es interpretada explícitamente como una conducta “contagiosa y ofensiva”. Foucault, anteriormente a los discursos de las teorías queer, ya había hablado sobre los asuntos de la sexualidad, que no es tanto un movimiento social, sino más un tema inherente a la propia persona por tratarse del sexo. Reconociendo el error de la hipótesis 14

represiva, criticada por éste, con el sexo hay una proliferación de discursos que pasan por los diferentes dispositivos de saber-poder y que conforman “nuevas formas de concebir la verdad de la vida”. Ahora el sexo tiene una importancia que antes no tenía y por ello es necesario categorizar, clasificar, encauzar, y regular sus manifestaciones; así nace el género hoy. El género aparece de forma binaria hombre-mujer, pero la sociedad reguladora cobra fuerza y, al crecer la proliferación de las desviaciones de la norma, se deben incluir regulaciones estadísticas donde aparezcan los homosexuales, los bisexuales, transexuales, transgénero, etc. El sexo es ahora asunto de la medicina, que intenta demostrar como normales o anormales algunas actuaciones frente al grupo del que parte. A partir del pensamiento binario surgen la necesidad de políticas que incluyan a quienes no se adapten completamente a esta idea de pareja, familia, relación, deseo, forma, etc. binaria, ya no es sólo hombre-mujer como imagen única, es decir, surgen las políticas LGBTTTI… (Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transgénero, Transexualidad,…) que siguen creciendo.

A modo de conclusión Cuando el sexo indica cómo nos relacionamos con otros cuerpos y con el nuestro, no sólo estamos hablando de intercambio genital, sino que se establecen posibles vestimentas, actuaciones, posturas corporales, ideologías, deseos, estética del mundo,… De ahí comenzaban las posturas que deambulaban sobre el nacimiento del homosexual o el condicionamiento de éste a través de un proceso social: ¿nace o se hace? Los estudios se van desde lo social a lo clínico, lo genético vs. lo cultural. La gran frase del miedo a romper la “familia tradicional” y el descaro al presumir que padres del mismo sexo generan hijos o hijas con inclinaciones y deseos sexuales “anormales”, como los paternos. La verdad sobre el sexo no permite reforzar los focos de resistencia debido a que la regularización de ciertas pautas y el control de la población y sus tendencias lleva a que se generen identidades sexuales adicionales hasta el punto de convertirlas en norma. ¿Qué es hoy en día lo “normal”? Estos hechos llevan a las personas que resisten la sexualidad hegemónica a recategorizarse sin darse cuenta de las oportunidades que implica la estabilización de su conducta sexual, y sin notar la renuncia que se hace inminente sobre lo que impone dicho conocimiento. 15

Dentro de la sociedad se ha impuesto la necesidad de descubrir la verdad sobre el sexo para cada uno, la estructuración del Estado como modelo social de familia y las tendencias en los grupos sociales; esto es necesario hacerlo desde que la persona nazca para que tenga asignado un nombre y un sexo, lo cual puede estar tan equivocado como que la verdadera sexualidad esté más allá de lo visible. A simple visa, el tema principal de la Teoría Queer podía parecer tratar la sexualidad, pero, viendo más allá, no se trata directamente de esto, al menos no sólo de esto, sino que dicha teoría intentaba ilustrar la mecánica que establece en nosotros las nociones de sexo, género, identidad,… demasiados conceptos que condicionan y determinan nuestra participación el curso de la vida; nuestra construcción de nosotros como sujetos.

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_____________________________________________Literatura consultada

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